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ANGELO PA PA C C H I N I
E
l nombre de Casanova evoca a menudo por sentimientos de culpa y re-
la imagen de un libertino mordimientos y preocupado por las conse-
impenitente, exclusivamen- cuencias de sus acciones, sobre todo cuando
te interesado en su placer y afectan a las mujeres que se cruzan por su
dispuesto a utilizar cualquier camino. El lector descubre además con sor-
clase de artimaña con tal de lograr sus con- presa que el aventurero veneciano se conside-
quistas amorosas. Así como otros autores ró a sí mismo como un filósofo, empeñado en
han pisoteado los principios morales en aprovechar las experiencias de una vida in-
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nombre de la política y de los negocios, el tensamente vivida para verificar o invalidar
veneciano lo habría hecho en nombre de la máximas de conducta, o atrevidas hipótesis
búsqueda afanosa del placer. En este ensa- acerca de la libertad y el destino.
yo quiero mostrar que esta imagen resulta
cuanto menos parcial. De hecho una lectura 1. Una semblanza del autor.
atenta de su obra mayor —les Mémoires de A pesar de su mala fama —o quizás por
ma vie1— nos muestra a un sujeto acechado ella— la figura de Casanova sigue llamando
poderosamente la atención por su forma tan
original y peculiar de enfrentar la vida. El
1 Citaré de la edición italiana en tres tomos Storia della
gran seductor sigue seduciendo al lector con-
mia vita (a cura di P. Chiara y F. Roncoroni), Monda-
dori, Milano, 1989. En las citas –insertadas directa-
temporáneo por su vitalidad desbordada, por
mente en el texto– utilizaré la letra inicial de la obra el gusto por el buen vivir, y por esa capacidad
(S), añadiendo enseguida un número romano para tan peculiar de deslizarse por el mundo sin
precisar el tomo, y el número de página. perder nunca un refinamiento estético. Gia-
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Giacomo Casanova
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de doscientas mujeres, una cantidad rela- recrear sus placeres por medio de la memo- El Gran Canal
desde el Palacio
tivamente pequeña si comparada con las ria, y para dejar testimonio de una existencia
Flangini. Giovanni
conquistas de don Juan (mille e tre no más fascinante. Sus actividades como escritor y Antonio Canal,
en España…). Pero por suerte nuestro autor filósofo se inician mucho antes de su retiro “Canaletto”.
permaneció ajeno a la “lógica contable” del como bibliotecario del castillo de Dux, en
personaje de Tirso de Molina. El relato cínico Bohemia. Cabe mencionar la historia de su
de los tiempos de la seducción, amor y olvi- huida de las cárceles del palacio ducal, un
do empleados por don Juan contrasta con el verdadero bestseller, el Icosameron, una obra
ritmo del amante veneciano, quien se arma que se inscribe en la tradición utópica, y una
de paciencia y construye todo un escenario traducción del griego de la Ilíada.
de seducción; disfruta plenamente y sin apu-
ros, en la parte física y espiritual, los días y 2. No todo vale en el arte de la
meses en que siguen ardiendo las llamas de seducción. Ya mencionamos el estereotipo de
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la pasión; y le dedica un tiempo razonable al un Casanova entregado, con una inocencia
duelo, cuando se hace ya ineludible la separa- casi animal, a la satisfacción de sus pulsiones
ción y la búsqueda de un nuevo amor. elementales. Así como Maquiavelo habría
Al cumplir los 60 años el aventu- sacrificado la moral en aras de la razón de
rero se mira al espejo y decide acabar con Estado, el veneciano lo habría hecho en fun-
su carrera de libertino, para no empañar la ción de una ilimitada voluntad de placer.
fama bien ganada de amante incansable. Se Para retomar las categorías de Kierkegaard
dedica en cambio a la pasión por la escritura —aspirante a seductor o seductor arrepenti-
y redacta sus memorias, no para “arrepen- do— Casanova se habría quedado rezagado
tirse de sus espléndidos pecados”2, sino para en el estado estético, sin la capacidad de ele-
varse hacia el estadio moral y mucho menos
hacia el religioso. Se trata de una apreciación
2 M. Sarfatti, Casanova contro don Giovanni, Monda- muy extendida, compartida por críticos tan
dori, Milano, 1950, p. 118. distintos como d’Ancona, Jonard, Zotto-
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li o Zweig, para citar algunos de los más honrado ni como libertino. No podía esperar
conocidos3. obtenerla como esposa; pero estaba conven-
Sin embargo, la conducta de Ca- cido de que habría matado a quien se hubiese
sanova y los principios por él enunciados no atrevido a inducirme a seducirla”. Por esto la
concuerdan con este cliché. De la reconstruc- fuerte atracción desata “una gran lucha en su
ción de sus experiencias vitales sale a relucir interior, entre el deseo y la virtud de defender
un personaje más complejo, no exento de in- a la amada de sus apetitos” (S, I, 853-868).
coherencias y contradicciones, pero no ajeno En este mismo episodio Casanova desprecia
a preocupaciones de carácter moral. Si bien “la vileza de un desenfrenado libertino que
el veneciano se burla a menudo del moralis- lo sacrificaba todo en aras de su egoísmo” (S,
mo abstracto4, no desdeña las pautas morales I, 868), al referirse a la conducta nada edifi-
arraigadas en la conciencia derivadas de la cante del hermano de C. C. Frente a Manon
ley natural5. Balletti, actriz de la Comédie italienne, Gia-
Ejemplos de esta sensibilidad mo- como nos confiesa que “el afecto y el respeto
ral abundan a lo largo de las Memorias: “No que me ataban a su familia me prohibían
me podía comportar con C. C. [confiesa el cualquier voluntad u objetivo de seducción.
autor al relatar el encuentro con una de las Pero me enamoraba día a día más de ella,
amantes más recordadas] ni como hombre y puesto que no tenía intención de pedirla
como esposa, no alcanzaba a explicarme a
mí mismo cuáles podían ser mis intenciones
3 “Un siglo tan puritano y burgués como el XIX —ano- hacia ella” (S, II, 213). Cuando siente otra
ta R. Gervaso— fue muy severo con Casanova, viola- vez la cercanía de una de las mujeres más
dor de convenciones y prejuicios, campeón del libre amadas, la dulce Henriette, se considera ya
amor y poeta del erotismo”. Casanova, Rizzoli, Mila-
“indigno de ella”, anotando que “si bien era
no, 1993, p. 352. El estudioso menciona algunos de
todavía capaz de amar, no encontraba más en
los juicios más severos acerca del veneciano, definido
como “un amoral incapaz de remordimientos, entre-
mi alma la delicadeza de los sentimientos de
gado de lleno a los sentidos” por Zottoli; un “bribón antaño, ni la pasión que justifica la pérdida
refinado a la búsqueda del placer”, por S. Zweig; “un de los sentidos, ni la dulzura de las costum-
seductor presumido vendido a los inquisidores”, por bres, ni aquella rectitud moral que constituye
Jonard; “un producto de la descomposición social”, una componente esencial de la vida amoro-
por D’Ancona. Ibíd., pp. 352-53. sa” (S, II, 631).
4 Anota el autor que no hay que conocer demasiada Es cierto que en sus innumerables
historia para entender “que en este mundo, tanto en
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viajes por la vieja Europa nuestro autor no
la dimensión física como en la ética, el bien se deriva
desdeña engañar a los incautos, llegando in-
del mal, y el mal del bien. Pero el moralista afirma:
‘hagan siempre el bien’. De acuerdo. Pero, ¿quién sabe
cluso a justificar “la astucia honrada” como
lo que es el bien? Desafío al más profundo de los un derecho superior que les corresponde a
hombres a realizar el más pequeño de los bienes sin los más hábiles frente a quienes parecerían
la seguridad de que no procederá de él el peor de los haber nacido para ser víctimas de la astucia
males”. G. Casanova, “Prefazione rifiutata”, en Pensie- ajena. Es también innegable que sus pau-
ri libertini, Rusconi, Milano, 1990, pp. 52-53. tas de conducta en materia sexual resultan
5 “Dios ha inculcado en nuestro corazón la ley natural: a menudo transgresivas frente a la moral
quienes la violan son condenados a la perdición, y
dominante en su siglo. Sin embargo, que
quienes la siguen están seguros de ser felices. Las pe-
compartamos o no los límites trazados por
nas y recompensas después de la muerte existen solo
por fe; la filosofía nos muestra en cambio las penas Casanova entre lo ilícito y lo permitido en
y los premios inevitables en esta vida. El género hu- materia de seducción o en cuestiones de
mano detesta al malvado y ama al justo. “Prefazione negocios, lo que parece innegable es una pre-
rifiutata”, ed. cit., p. 50. ocupación por lo moral que atraviesa la His-
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duzca después consecuencias desagradables. exclusiva al ser humano14. El carácter moral Regreso de “Il
Bucintoro” el día
Reconoce que a veces unos dolores pasajeros del mismo se refleja además en la obligación
de la Ascensión,
permiten conseguir un placer futuro más de compartirlo con los demás, para que la Venecia, (1745-
elevado; pero hace todo lo posible para “tra- felicidad se extienda a la mayoría del género 1750). Pintura de
tar de obtener estos bienes a buen mercado”, humano. De pronto el placer no logre vencer Canaletto.
reduciendo al mínimo las fuentes de dolor. la muerte; pero sí hace más amable y placen-
Al igual que Epicuro, Casanova tera la vida, y casi que imperceptible el paso
considera la voluptas como el fin más co- del tiempo15. Casanova comparte, en fin, con
diciado y deseable, como algo bueno en sí Epicuro la polémica contra los estoicos, que
mismo y no en función de fines distintos. pretenden agotar la felicidad en el ejercicio de
Opina también que no se trata simplemente la virtud, o contra los escépticos que tratan 165
de tomar nota de una tendencia instintiva
presente de manera latente o explícita en la
mayoría de los humanos, y en especial de 14 “Prefazione rifiutata”, ed. cit., p. 50. “El placer es el
aquellos temperamentos “sanguíneos” como goce de los sentidos y la plena satisfacción de todos
el del propio Casanova, “muy sensible a todos sus deseos [...] El filósofo es quien no rechaza nin-
los atractivos del placer, y siempre impacien- gún placer, con la excepción de aquellos que produ-
te de pasar de un goce a otro” (S, I, 8). Más cen sufrimientos mayores”, anota en un paso de las
Memorias (S, I, 804).
allá de esto, la búsqueda del placer se trans-
15 “Nada puede ser más apreciado en la vida para el
forma en una auténtica obligación moral,
hombre que usa la razón, y sin embargo quien más
acorde con los designios de una Naturaleza ama el placer es quien mejor ejercita la difícil arte
que aborrece el sufrimiento inútil. Más que de hacerla parecer breve. No es que se quiera re-
como un mero instinto, hay que valorar “el cortar la vida, sino de hacer casi que inadvertido su
placer como un don de Dios”, concedido en curso por medio de la diversión” (S, I, 945).
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Plaza de San de reducir a mera apariencia las experiencias tación del erotismo, del goce refinado y del
Marcos con la
placenteras. Para el veneciano resulta ilusorio gusto por la vida. Lo relativamente novedoso,
Basílica, 1730.
El Canaletto. creer que la virtud sea capaz de asegurar por en el caso de Casanova, es la seriedad con
sí sola una vida feliz, incluso en condiciones que asume la prioridad del placer en su pro-
de hambre o servidumbre. yecto de vida, al igual que la idea de que el
Esta forma de concebir la moral goce tiene que ser compartido, asumiendo en
no suena demasiado novedosa en un siglo serio la tarea de asegurarle la mayor felicidad
en el que el placer, objeto prioritario de dis- al mayor número de mujeres.
cursos y debates, es perseguido como el bien Por lo demás Casanova es un par-
soberano. Según La Mettrie, “El placer es la tidario sui generis de las doctrinas del Jardín.
esencia del hombre, y del orden del universo Para el filósofo griego la estrategia más apro-
[…] Solo el hombre, este ser razonable, puede piada para lograr una vida feliz consistía en
elevarse hacia el deleite […]. El placer es el la reducción de las fuentes de molestia y en
regalo más bello. Quien lo rechaza, viola las la limitación del círculo de necesidades por
primeras leyes de su origen, y la intención del satisfacer. Su vitalidad desbordante le impide
Creador. Quienes no se quieren a sí mismos, en cambio al veneciano conformarse con
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¿cómo podrán querer a los demás?”16. Nunca la simple neutralización de los factores de
antes el placer había sido tan desmenuzado y preocupación o sufrimiento. Él persigue el
observado; ninguna época puede compararse goce de manera positiva como una secuencia
con el rococó en lo que se refiere a la exal- de estados placenteros, y ve en el apacible
regocijo de quien se conforma con pastos
frugales y le teme a los goces más intensos o
16 Julien Offray de la Mettrie, De la volupté, Oevres a las pasiones perturbadoras “una felicidad
philosophiques, II, Georg Olms Verlag, Hilde-
para perezosos o enfermos”, para utilizar una
sheim-Zürich-New York, 1988, pp. 241-247. Casa-
expresión de Saint-Evremond, otro de sus
nova comparte con el teórico francés la sustancial
identificación entre placer y felicidad, que se dife- maestros. Casanova disfruta del exceso más
rencian por la duración y el nivel de intensidad: “si que del límite, del ritmo frenético más que de
la impresión es corta, es placer; si es más larga, es la quieta tranquilidad, de la disposición a en-
deleite; si es permanente es felicidad” (Sur le bon- sayar placeres desconocidos más que del ape-
heur, Oevres philosophiques, II, p. 85). go a un círculo limitado de gratificaciones.
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Más allá de estas divergencias, el después del goce. Por ello el placer, cuando
veneciano comparte con el filósofo griego existe, es siempre puro; el dolor, por el con-
la idea de que la filosofía tiene que servir de trario, suele venir mezclado con experiencias
fármaco para reducir el sufrimiento y neu- placenteras” (S, I, 338).
tralizar las tradicionales fuentes de angustia, Lo que en cambio le sigue inquie-
como el miedo a los dioses y a los avatares de tando es el miedo por esa negación radical
la fortuna. Nuestro autor considera del todo de la vida que es la muerte, el punto final de
irracional el miedo a la divinidad, a su juicio cualquier experiencia placentera. No lo con-
una instancia bondadosa ajena a la venganza, vence demasiado el argumento de Epicuro,
que no puede no querer la felicidad de sus según el cual “cuando existimos no está la
criaturas. Y entre las obligaciones que nos ha muerte, y cuando ella llega hemos dejado ya
impuesto este Ser todopoderoso, se destaca de existir”17. En un pasaje revelador de las
“la de procurar todos los placeres imagina- Memorias, Casanova anota que “el razona-
bles, y de alejar de nosotros todas las penas”. miento me llevaba derecho a la melancolía,
De esta forma la divinidad se transforma madre descarnada de aquella terrible idea
en una instancia benéfica y perfectamente que es la muerte, que no tenía el coraje de
funcional, que orienta a nuestro aventurero mirar en la cara: una fuerza superior a mis
en el camino del placer, le presta ayuda para fuerzas, que nunca he logrado vencer y nun-
ablandar corazones reacios, le garantiza bue- ca venceré” (S, III, 864). Nuestro autor se
na suerte en el juego, y le sugiere salidas ines- resiste a creer que “el alma vivirá libre y feliz
peradas en momentos de crisis, desamparo o cuando la muerte del cuerpo la habrá libera-
desespero. Casanova nunca duda de que Dios do del tiránico poder corporal”. Por eso mis-
está de su lado; por esto la expresión sequere mo no se hace demasiadas ilusiones acerca
Deum se transforma en su lema de vida. Con de una posible felicidad eterna. Para saber si
un Dios semejante de su lado, el veneciano somos de verdad inmortales habría que pasar
no tiene razones para acudir, como Fausto, a por la experiencia de la muerte, y Casanova
un pacto con el diablo, seguro del amparo de pide que se le perdone “si no tiene mucha
parte del poder divino. prisa por conocer una tal verdad” (S, I, 7). La
La imagen de un Dios compla- inconformidad con el argumento de Epicuro
ciente y de una providencia que vela por el depende quizás de la distinta manera de con-
bienestar humano sirve también para reducir cebir el placer. Si lo pensamos en términos
el miedo por un futuro incierto. Casanova de quietud y de ataraxia, la perspectiva de la
sabe muy bien que la incertidumbre acerca muerte no resulta demasiado traumática. Si
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del mañana, y de los posibles males que nos en cambio se identifica el placer con la viven-
pueda acarrear, acaba por estropear muchas cia positiva de estados de goce, la perspectiva
veces los más intensos placeres. Y para evitar de la aniquilación de las sensaciones placen-
este peligro utiliza, al igual que Epicuro, el teras resulta irremediablemente aterradora,
argumento de la sustancial asimetría entre al igual que la del deterioro paulatino que
placer y dolor: “cuando experimentamos el
dolor, conservamos siempre la placentera
esperanza de que se acabe pronto, y no nos 17 Un epicúreo del siglo XVIII como La Mettrie in-
tenta por igual mitigar este terror, comparando la
equivocamos, puesto que, por mal que nos
muerte con la caída natural de hojas que “la tierra
vaya, caemos pronto en un sueño profun-
recibe benignamente en su seno”, o asimilándola
do, con unos sueños alegres que nos llenan con un número vacío: “En la naturaleza de las cosas
de calma y consuelo. Cuando en cambio la muerte no es nada distinto de lo que representa
gozamos, no nos inquieta el pensamiento el número cero en la aritmética”. System d’Epicure,
del sufrimiento que inevitablemente llegará Oevres philosophiques, I, ed. cit., pp.250-51.
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la precede. Casanova odia la vejez porque le mediada por la reflexión y la razón: “cuando
huele a muerte. Por ello trata de cosechar en entra a funcionar la inteligencia, la satisfac-
su juventud una suficiente cantidad de pla- ción se transforma en placer, una sensación
ceres cuya memoria le sirva de bálsamo para inexplicable que nos hace saborear la así
los achaques de la vejez. denominada felicidad” (S, I, 944). El placer
en sentido estricto constituye por ende un
4. Las bases antropológicas de privilegio de nuestra especie: “la razón nos
esta ética hedonista. En consonancia con las permite prever, buscar y organizar el goce, y
corrientes materialistas del siglo XVIII, nues- de volverlo además a saborear por medio de
tro autor cuestiona la conciencia y el pensa- la memoria una vez que lo hayamos experi-
miento como criterio último de certeza, al mentado” (S, I, 944).
igual que el dualismo cartesiano entre res Más allá de esta diferencia cua-
cogitans y res extensa. Al cogito ergo sum con- litativa entre vida animal y vida humana,
trapone la apelación al sentir y la experiencia Casanova no deja sin embargo de reconocer
viva del placer como argumento certero una profunda unidad entre todas las formas
frente al escepticismo: “creo haber existido de vida, “una masa sin límite de vidas parti-
porque he sentido; por consiguiente, estoy culares de otros seres que, por centenares de
convencido de que no existiré más cuando ya millones, no hacen nada distinto que morir
no pueda sentir más. Si después de la muerte y renacer, en una secuencia continua nunca
seguiré sintiendo, encontraré el asunto muy interrumpida”19.
divertido, pero me cuidaré de desmentir a En este breve cuadro de las pul-
quienes pretendan convencerme de que estoy siones cabe destacar la función positiva asig-
muerto”18. Por esto mismo se opone a la idea nada por Casanova a la reflexión, apreciada
de un alma separada del cuerpo. Si es lícito como un recurso para enriquecer la sensa-
hablar de ella, la única manera plausible es la ción placentera, más que como un obstácu-
de concebirla estrechamente vinculada con lo para una satisfacción plena. Su función
las funciones vitales de nuestro organismo. mediadora coincide con el papel mismo del
De lo anterior se desprende la refinamiento y de la cultura, que Casanova
prioridad asignada por Casanova a las sen- no mira con ojos pesimistas. “El hombre que
saciones y pulsiones. A su juicio, existen tres ama el placer y es al mismo tiempo capaz de
grandes categorías de impulsos arraigados en pensar y razonar”, anota en las Memorias,
todo ser viviente, relacionados con la necesi- “desdeña la glotonería, la lascivia y la ven-
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dad de supervivencia, con el instinto de re- ganza brutal impulsada por la ira. Es un re-
producción y con la necesidad de defenderse finado catador; cuando se enamora, necesita
frente a los enemigos: “cada criatura del reino de la certeza de ser amado para poder gozar
animal debe alimentarse, y para que este a plenitud; y cuando es ofendido, es capaz
acto no tenga la apariencia de una mezquina de postergar la venganza para poderla gozar
necesidad, la sensación denominada apetito mejor, preparándola a sangre fría” (S, I, 944).
le procura el placer de satisfacerlo; debe tam- El tercer aspecto para destacar en
bién conservar la especie por medio de una esta antropología filosófica es la insistencia
actividad sexual placentera […]; encuentra en la fuerza de las pasiones, que a menudo
en fin un insuperable deseo de destruir a sus desafían el gobierno que la razón pretende
enemigos” (S, I, 943). En el caso de los hu- ejercer sobre ellas. Para Casanova, el análisis
manos, la satisfacción de estos impulsos es desprevenido de la conducta humana parece-
18 “Prefazione rifiutata”, ed. cit., p. 48. 19 “Prefazione rifiutata”, ed. cit., p. 49.
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ría darle la razón a Hume, cuando el filósofo (2) Busca el placer como algo valio-
escocés sostiene que la razón es “ministra de so en sí mismo, y no como un medio para fines
las pasiones” o se deja seducir por ellas (S, I, distintos. Actuar de manera distinta signifi-
322). Más vale entonces evitar cualquier clase caría rebajar lo que tiene naturaleza de fin al
de dominio tiránico sobre la esfera pasional, status de bien condicionado o de simple me-
a la larga infructuoso e incluso peligroso, dio. Fiel a este principio, Casanova no utiliza
puesto que podría provocar la reacción vio- sus dotes eróticas como medio para escalar
lenta de la naturaleza pisoteada. Esta reivin- posiciones sociales, obtener empleos, lucirse
dicación del poder de las pasiones le sirve de en sociedad o vengarse contra terceros. Ni
paso al veneciano para justificar las locuras siquiera planifica la seducción con miras a
en que incurre a raíz de sus arrebatos amoro- transgredir los códigos sociales imperantes,
sos, mencionando a menudo el lema amare et incrementar su poderío o fortalecer su auto-
sapere vix deo conceditur (sólo un ser divino estima. Simple y llanamente busca el placer,
es capaz de amar sin perder la razón). Más y por esto mismo es capaz de entregarse al
allá de este reconocimiento de la locura pa- goce de manera plena y desprevenida, “de-
sional, Casanova aclara sin embargo que no jando los cuidados a la triste política”.
por esto la conducta humana se resuelve en (3) Aprovecha las oportunidades de
una respuesta mecánica a estímulos exter- goce que te ofrece el presente, sin sacrificarlas
nos. Muy a pesar del azar y del poder de las en aras de un placer futuro. Ante la incer-
pasiones, existe un espacio para la libertad, a tidumbre del futuro, más vale aprovechar
su juicio una de las facetas más valiosas de la toda ocasión favorable que a lo mejor no se
existencia humana20. vuelva a presentar jamás. Importa además
evitar que el goce actual se vea afectado por
5. El decálogo de una ética del remordimientos o recuerdos de sufrimientos
placer. De la concepción antropológica, de la pasados, o por angustias derivadas del miedo
teoría de las pasiones y de los principios éti- por males futuros. “Dichosos los hombres
cos esbozados en las obras del veneciano es que para gozar la vida no necesitan de la
posible deducir un conjunto de normas para esperanza”, anota Casanova (S, I, 526)21. En
la vida. la concepción del tiempo de nuestro autor el
(1) No trates de contrarrestar, presente posee innegables ventajas frente a lo
ni en ti ni en los demás, la tendencia na- que ya dejó de ser y al por-venir de lo que no
tural al placer y a la felicidad. El irrespeto existe todavía, dos dimensiones que sólo ad-
de este principio supone la aparición de quieren valor en la medida en que el pasado 169
prácticas aberrantes, o el incremento de la asegura una reserva de buenos recuerdos, y el
violencia, alimentada por la frustración y el futuro promete nuevas y originales gratifica-
resentimiento. ciones. Entre los brazos de mujeres ardientes
y agradecidas como la pequeña Rosalie o
la enigmática C. C., Casanova valora a ple-
nitud el valor del carpe diem de su querido
20 Como bien lo anota Bozzola, Casanova cree firme- Horacio, siente que “en la vida no existe otra
mente en la libertad, si bien no tiene muy en claro cosa verdadera distinta del presente”, y se
cómo hacer compatible esta fe con la aceptación
de un determinismo causal que regula la conducta
humana. Hay que abonarle de todas formas el he- 21 “El hombre más feliz es el que conoce mejor el arte
cho de que no utiliza el determinismo como pre- de hacerse tal sin violar sus deberes, y el más infeliz
texto para justificar conductas reprochables. Cfr. A. quien ha elegido una manera de vivir que lo obliga
Bozzola, Casanova illuminista, Modenese, Modena, a realizar cada día, desde la mañana hasta la tarde,
1956. melancólicas reflexiones sobre el futuro” (S, I, 944).
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lidad eterna lo hacemos con la intención de sufrimiento y la dicha de los demás. Entre los
faltar a lo prometido” (S, I, 1093). aspectos más detestables de la vejez, el vene-
(7) No pienses exclusivamente en tu ciano destaca el hecho de que ella “nos per-
placer y esfuérzate por cooperar con el placer mite procurarnos placer, sin poderlo brindar
ajeno. Esta máxima puede ser interpretada a los demás” (S, I, 326)28.
en términos estrictamente utilitaristas, en Sin formularlo de manera explí-
la medida en que el placer ajeno contribuye cita, Casanova actúa en consonancia con el
a incrementar el goce de quien lo produce o postulado básico del utilitarismo, relacionado
fomenta. Es lo que parece sugerir este paso con la necesidad de contribuir a incremen-
de las Memorias: “He siempre preferido tar el mayor placer para el mayor número.
postergar al máximo la culminación de mi Interpreta además en sentido literal la idea
placer, también porque el goce de la mujer del mayor número, justo como lo harían los
ha siempre representado para mí los cuatro san-culottes con la noción rousseauniana
quintos del mío” (S, I, 326). Sin embargo,
muchos otros textos sugieren una solidaridad 28 La solidaridad con el goce ajeno parecería susten-
Casanova conoció
desinteresada por parte de quien colabora tarse además en este ulterior postulado: “quien personalmente a
con la felicidad ajena, simplemente porque despierta los deseos tiene de alguna forma la obli- Luis XV y a Catali-
experimenta una profunda simpatía con el gación de apagarlos” (S, I, 437). na de Rusia.
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de voluntad general. En este orden de ideas, idea de que “un esposo adquiera derechos de
la ampliación del catálogo de amantes res- padrón” sobre su mujer (S, II, 868), y disfruta
ponde a la toma en serio de su “vocación de de un placer adicional cuando logra socavar
servicio” y a su compromiso por reducir las este dominio ilegítimo. Al comentar sus pla-
frustraciones y el sufrimiento. La misma nes de seducción con M. M., el autor anota
escritura de las Memorias responde al propó- que, en caso de tener éxito, “habría gozado de
sito de incrementar el placer en los lectores un fruto prohibido, quitándole derechos a un
de las generaciones futuras29. Nada extraño esposo omnipotente” (S, I, 945).
también que ante una tarea tan desmedida (9) Trata de evitar las cadenas del
nuestro autor acuda a criterios de eficiencia: amor, para preservar tu libertad. Al igual que
si con las mismas prestaciones es posible todo “respetable” libertino, Casanova trata
satisfacer a dos o más a la vez, parecería cri- de evitar que la relación afectiva lo involucre
minal conformarse con menos30. En el marco hasta el punto de que los caprichos, la resis-
de este compromiso más general se inscriben tencia o la pérdida del objeto amado se trans-
también las ya mencionadas preocupaciones formen en fuente de angustia y sufrimientos,
pedagógicas de Casanova, siempre dispuesto o recorten su libertad. “He siempre amado
a brindarle un “aprendizaje gozoso” al públi- a las mujeres hasta la locura —anota es sus
co femenino más necesitado (S, II, 800). Memorias— pero he siempre antepuesto mi
(8) No monopolices el objeto del libertad” (S, I, 794). Por esto el ritmo de la
placer y muéstrate dispuesto a compartirlo en seducción se desarrolla en tres tiempos bien
función de sus necesidades. Casanova parece- marcados, como en un concierto de Marce-
ría convencido de que la apropiación privada llo: un andante grazioso para el acercamien-
de toda clase de bienes viola las intenciones to; un adagio appassionato para el goce; y un
del Creador, quien le hizo entrega a la huma- allegro o presto para la huida. Nuestro autor
nidad en general —de manera colectiva y no le teme al matrimonio casi como a la muerte;
individual— de los tesoros de la creación. Y “nada lo retiene por mucho tiempo, nada lo
parecería darle en esto la razón a Rousseau, obliga […] y siempre hay mujeres listas para
cuando el filósofo de Ginebra sostiene que entrar en su vórtice magnético”31.
el mal ejemplo ofrecido por quienes se atre- Es obvio que sus relaciones afecti-
vieron a apropiarse de manera excluyente vas se parecen más al amour-goût de que ha-
de bienes públicos habría desencadenado un bla Stendhal, que al arrebatador amor-pasión
sinnúmero de atropellos, conflictos y violen- de los románticos32 . En ocasiones puntuales,
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cias. Por eso mismo no está conforme con la como en su relación con Henriette, el vene-
ciano se entrega de manera incondicionada,
comprometiendo cuerpo y espíritu. En estos
29 “Este hombre escribe su historia para divertirse, casos, cuando la pasión trasciende el mero
renovar los placeres experimentados por medio del goce erótico, nuestro autor habla “de la ne-
recuerdo y para reírse de las penas padecidas ya cesidad de un amor verdadero y feliz” (S, I,
desaparecidas. Escribe su vida cuando cree que ha 919), sostiene convencido que “no se puede
terminado ya de vivirla”. “Prefazione rifiutata”, ed. amar a dos personas al mismo tiempo” (S, I,
cit., p. 48.
968), o llega incluso a afirmar que “los place-
30 El aprendizaje juvenil con Nanette y Marton es el
res de Venus valen muy poco si no nacen de
abrebocas de innumerables “tríos” o “cuartetos”,
que se repiten con diferentes ritmos y modulaciones
a lo largo de las Memorias. Es suficiente mencionar 31 Ph.Sollers, Il mirabile Casanova, Il Saggiatore, Mi-
la gratificante experiencia con Lucrecia y Angélica, lano, 1999, p.16.
y sobre todo con las monjas C. C. y M. M. 32 Stendhal, De l’amour, Gallimard, París, 1980, p. 27.
E D I C I Ó N 14 2019
filosofía
dos corazones que se aman y entre los cuales Voltaire—, o con un desocupado del espíritu
reina la más perfecta armonía” (S, I, 253). y un filósofo de la superficialidad, de acuerdo
En otras palabras, Casanova no desconoce con las palabras de S. Zweig. Sin embargo, en
la posibilidad de integrar en una rica expe- la medida en que ambos escriben sobre temas
riencia humana erotismo y ternura, corazón filosóficos y éticos, en el mismo marco de la
y razón33. Pero por lo general sus amores edad de las luces, tiene sentido contrastar los
se agotan en un conjunto de experiencias axiomas en que se fundamentan sus reflexio-
placenteras. nes y las consecuencias que deducen de ellos.
(10) En la búsqueda del placer no Empecemos por destacar las di-
entregues nunca tu dignidad, ni perjudiques ferencias más protuberantes. En cuanto a
la de los demás. Se trata del respeto por no- presencia física, la figura imponente y avasa-
sotros mismos y por los demás, que aleja el lladora del veneciano contrasta con la frágil
peligro de utilizar las personas como fichas al y débil del alemán, a pesar de que la actitud
servicio de una voluntad de placer o de po- ahorrativa y la dietética le aseguran a Kant
der. Por lo general Casanova se mantiene fiel más años de vida. El filósofo de profesión
a este precepto. Y cuando lo incumple, como permanece toda su vida en Königsberg,
en el caso de la frustrante experiencia con la y conoce el mundo en calidad de “viajero
Charpillon, paga duramente la “violencia de virtual”, a diferencia del filósofo aficionado
respuesta” de una mujer que se burla de él de que recorre incansablemente los lugares más
manera descarada. apartados de Europa. El primero se despide
de este mundo con una escasa o insignifican-
6. Una comparación con Kant. te actividad erótica, al tiempo que el segundo
Si bien Casanova y Kant pertenecen a una es todo un maestro en el arte de la seducción.
misma generación —el alemán nace un año En fin, la ética hedonista teorizada y prac-
antes y muere seis años después del vene- ticada por el veneciano es cuestionada de
ciano— los dos pensadores nunca se encon- manera radical por el autor de la Crítica de la
traron. En sus correrías por los caminos de razón práctica.
Europa Casanova pasó por Königsberg en su Más allá de estas diferencias, exis-
viaje hacia San Petersburgo, pero no sintió ten de todas formas una serie de elementos
la necesidad de visitar a un filósofo en esa comunes: a) ambos se autoproclaman filó-
época todavía no muy conocido por fuera sofos y aprecian la época de las luces; b) los
de Alemania. En cambio pasó más de una dos comparten una actitud crítica frente a los
semana en Les Délices, en la villa de Voltai- prejuicios, la credulidad y la superstición, y 175
re muy cerca de Ginebra, a discutir sobre parecerían incluso coincidir en una actitud
cuestiones filosóficas y teológicas. Una com- agnóstica en cuestiones relacionadas con el
paración entre el veneciano y el alemán pa- más allá y los milagros34; c) ambos logran
recería un disparate, por las diferencias tan evadir, con diferentes motivaciones, las obli-
marcadas entre uno y otro. Los partidarios gaciones del matrimonio, considerado por el
de Kant podrían juzgar incluso irrespetuoso alemán como un obstáculo para sus investi-
comparar el filósofo del imperativo categóri- gaciones filosóficas, y por el veneciano como
co con un certain plaisant —como lo definió
R E V ISTA DE S A N T A N D E R
una ética para casanova
una condición incompatible con su libertad. estrategias para materializarlo, y del acervo
Llama por igual la atención el hecho de que de conocimientos necesarios para asegurar
los dos coinciden en considerar a la mujer satisfacciones placenteras a lo largo de toda
como el objeto privilegiado del análisis filo- una vida.
sófico, a pesar de que utilizan estrategias en- Una posible respuesta de Casano-
contradas para lograr este comedido: el uno va a estas críticas se podría resumir en estas
se conforma con conocerlas por medio de cuatro estrategias argumentativas:
principios a priori, o a través de los libros; el a) No es cierto que la ética hedo-
otro le apuesta en cambio al papel irrempla- nista carezca de obligaciones, ya que exige
zable del conocimiento empírico por medio por igual la atención altruista al placer del
de la experiencia, convencido de que sólo en otro y el deber de contribuir a fomentar la
la interacción erótica las mujeres expresan mayor felicidad para el mayor número, más
sin disfraces su verdadero ser; e) ambos se re- allá del interés meramente egoísta.
conocen y auto proclaman como ciudadanos b) La reivindicación del instinto
del mundo o cosmopolitas, a pesar del apego como una herramienta más segura que la
a su tierra35. razón para asegurar la felicidad no merece
Para los fines del presente trabajo mayores comentarios, puesto que ni el mis-
importa de manera especial contrastar la mo Kant parecería tomarla en serio. De lo
ética del placer profesada por Casanova con contrario, habría que denunciar un burdo
la ética kantiana de la virtud, directamente desconocimiento de la naturaleza compleja y
vinculada con la crítica del eudemonismo polifacética del placer.
dominante a lo largo del siglo XVIII. Re- c) Lo que se deriva de la experien-
cordemos brevemente los principales argu- cia es en realidad el conjunto de estrategias y
mentos utilizados por Kant para cuestionar tácticas para incrementar el placer. En cam-
la elevación del placer al rango de fin último bio la valoración del mismo y la obligación
del ser humano: a) la transformación de la de perseguirlo bien podrían ser consideradas
búsqueda del placer en la tarea prioritaria de como unos principios a priori, universales y
la conducta humana supondría la negación necesarios.
del deber, puesto que el placer es algo que los d) El hecho innegable de que la
seres humanos buscan de manera natural búsqueda del placer se transforma en una
e instintiva; b) la razón se tornaría una he- tarea exigente, que sólo unos cuantos elegi-
rramienta inútil, ante la evidencia de que el dos logran desempeñar de manera exitosa,
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instinto parece asegurar la gratificación de no significa tener que descalificarla a la hora
manera más directa y segura; c) tendríamos de organizar nuestra vida en vista de unos
que conformarnos con unos principios éticos fines valiosos.
carentes de universalidad y necesidad, pues- Más allá de estas críticas, Casano-
to que sólo la experiencia puede indicarnos va coincidiría con Kant acerca de la fórmula
de manera atendible lo que se requiere para del imperativo categórico directamente rela-
lograr una vida placentera; d) la autorrealiza- cionada con la dignidad y la autonomía. Al
ción humana se transformaría en una tarea fin y al cabo —le expresaría el veneciano al
de difícil cumplimiento, a causa de las osci- filósofo alemán— he luchado toda mi vida
laciones acerca del ideal de felicidad y de las por mi dignidad, para que me tomasen en
serio a pesar de mi condición de bastardo. He
35 “Me sentía muy feliz de haber regresado a mi pa-
luchado además para defender mi autono-
tria, Venecia, que amaba como cada hombre ama la mía en cuanto a estilo de vida, estrategias de
suya, en virtud del mayor prejuicio que exista” (S, I, autorrealización personal y medios para ase-
843). gurar la felicidad. Y en cuanto a la dignidad
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filosofía
R E V ISTA DE S A N T A N D E R