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Tiempos de pandemia: una oportunidad para visibilizar los problemas y

oportunidades de la Economía Social.

Con la expansión del nuevo liberalismo económico desde la caída del muro de Berlín, la
generación de trabajo no pudo aún ser resuelta de manera sustentable. El ciudadano,
genuino representante de la clase trabajadora venida a menos, fue y es una de las
víctimas del creciente aumento de la desigualdad.
Hasta la década del 90, el modelo económico se sostenía en la demanda interna,
donde el crecimiento del empleo y los salarios eran funcionales al mismo. El Estado
Nacional y las provincias eran las principales empleadoras, lo que llevó a un aumento
del sector de la administración pública (que hoy tiene cerca de noventa mil
empleados). Si bien se generaron algunas pymes, ante algunas oportunidades que se
presentaban, lejos estaban de suplir las perdidas.
Con la crisis de ese esquema y su progresiva sustitución por un nuevo régimen de
acumulación basado en la demanda externa, el valor del trabajo y el empleo de mano
de obra se convirtieron en una traba a la competitividad de la economía,
transformándose en un costo de producción que debía reducirse al mínimo de acuerdo
a los parámetros e ideología de los grupos económicos hegemónicos.
A partir de la década del 90, la dinámica globalizadora fue más dominante e imparable
que nunca. Las economías de escala, las cadenas de valor internacional, los índices de
competitividad, las deslocalizaciones industriales y las commodities, fueron de ahí en
más, la moneda corriente.
La implementación de políticas neoliberales, basadas en la regulación del trabajo
asalariado bajo estándares de flexibilización y precarización de los contratos laborales,
afectaron las condiciones de vida de los ciudadanos.
En Jujuy, la apertura económica significó la pérdida de 20.000 puestos de trabajo. Las
fábricas, los ingenios, Zapla, cementera, papelera, metales no ferrosos y minería,
abrazaron los parabienes globalizadores y se acomodaron a esta nueva situación a
costa de la reducción del personal y de miles de puestos de trabajo.
Las medidas adoptadas profundizaron aún más las desigualdades, la caída de la
actividad económica y la destrucción del empleo. En este escenario la falta de recursos
se manifestó en los sucesivos cambios de gobierno.
El default del 2001 y la posterior devaluación genero tres situaciones convergentes: Un
bajo gasto del estado 12 % del PBI superávit fiscal, un alto valor de los commodities y
bajas importaciones generaban importante superávit comercial, aumento de
competitividad por un tipo de cambio alto.
Esta ventaja se fue licuando en los siguientes años por el crecimiento del gasto público
llegando a un 27 % PBI combinado con la baja del valor de los commodities. Nos lleva a
un nuevo default.
Tres lustros después sigue poniéndose en evidencia la incapacidad de la economía
argentina de generar puestos de trabajo estables, bien remunerados y en cantidad
suficiente. Llegamos a estos tiempos de pandemia, de crisis económica mundial, con
un sector privado tradicional que no ha logrado resolver los problemas de
competitividad, sin capacidad de generar empleo y con un Estado saturado y
deficitario. La cuestión del empleo y su contracara más cruel, el desempleo, es una
materia pendiente aún en nuestro país.
Sin embargo, aún en este contexto desfavorable, el trabajo autogestionado, fue
creciendo y hoy nos encontramos con un amplio sector resilente, no visibilizado aún,
pero que día a día va creciendo en número y en valor.
Una economía solidaria que sostiene gran parte de las economías locales. Que crece
en los intersticios del capitalismo o en espacios informales, y que no obstante sigue
siendo invisible para el Estado, salvo por algunos programas aislados destinados al
sector, totalmente insuficientes debido a la magnitud de su alcance.
No tiene estadísticas, carece de representación, se autofinancia a través de diferentes
modalidades a escala micro, en algunos casos con microcréditos, otras mediante
circuitos informales como los pasamanos, y en muchos casos quedan librados ante la
necesidad, a mecanismos extorsivos de prestamistas usureros.
El Estado, al no reconocerlo, pretende formalizarlo o “blanquearlo” con las mismas
reglas del sector privado tradicional. En los niveles locales, los municipios exigen
habilitaciones y requisitos incumplibles que retroalimentan la informalidad, quitándole
la capacidad para mejorar las actividades en calidad y cantidad.
La salida de la pandemia profundiza la situación existente. Continúa siendo un sector
para el que no llega ayuda, lo que si ocurre para otras esferas de la economía como el
sector privado empresarial.
En el mismo sentido, la apertura de las actividades implica la práctica de medidas y
protocolos generales, inaplicables para las particularidades y especificidades de una
diversidad de emprendimientos que se nuclean en este sector.
Más allá de las previsiones adoptadas para la resolución de las deudas, la forma o
como se consigan recursos extraordinarios imprescindibles para este momento bajo la
forma de créditos, emisión monetaria o de deuda pública, impuesto a la riqueza, u
otros, nuestra preocupación es, desde el Foro de la Economía Solidaria, como esas
medidas van a resolver la urgente problemática del sector.
Reconocemos a la economía solidaria como el sector estratégico a través del cual las
personas se organizan en la producción y reproducción de los bienes materiales y
servicios, mediante una serie de principios, valores, recursos, relaciones sociales que
hacen posible la vida de los emprendedores y sus familias. Prácticas económicas
alternativas, donde el concepto de economía se vincula de manera estrecha con la
solidaridad para dar cuenta de numerosas experiencias alternativas a la economía
hegemónica tanta en el sector privado capitalista, como estatal regulada.
Una economía que tiene sustento vital en el territorio. Sustentabilidad que se basa en
la conjunción de tres variables:
Lograr un territorio sustentable, es decir gobernable, cohesivo y productivo, en un
contexto que es colaborativo y entramado pero también demandante e incierto,
requiere de estrategias, estructura y gestión.
Estrategias que suponen en principio una formación integral, a contexto y por
competencias, y que incluye los valores de convivencia y del saber ser. Los criterios de
los procesos formativos son una metodología comprobada para alcanzar estas metas.
Otra estrategia son las tramas socio-productivas que nos obligan a ser parte, como
única manera de lograr el valor del trabajo suficiente para sostener y desarrollar
nuestras familias. Estas tramas deben contemplar los mercados solidarios, mercados
privados o la combinación de ambos.
La organización del consumidor y el mercado de cercanía, conforman la estrategia de
mercado.
La producción agroecológica con experiencias y prácticas de acción que prioricen el
cuidado del medio ambiente.
La micro industrialización será el eje estratégico para dar valor a nuestra producción a
escala local.
La organización del sector, el eje estratégico que de sostenibilidad es en una alianza
con los gobiernos locales y la academia.
También el diseño un nuevo sistema fiscal municipal y provincial sobre la base del
valor del trabajo, complementa las estrategias anteriores para el logro de la
sustentabilidad del territorio.
Para llevar adelante estos ejes estratégicos, debemos disponer de una estructura y de
recursos materiales y humanos. El conocimiento y los resultados alcanzados a través
de distintas experiencias y el trabajo sostenido que venimos realizando, nos permite
proponer acciones concretas como:
Realizar un programa multi e interinstitucional, donde cada uno de los organismos
realiza, en el marco de sus competencias, las actividades correspondientes a la
estrategia, estructura y recursos previstas y otras exclusivas para la nueva economía
extra planificación.
Convocar y formar gestores de desarrollo que tendrán como función intervenir en el
territorio en los ámbitos productivos y educativos, a efectos de articular las diferentes
instituciones y actores locales, así como promover los procesos formativos integrales.
Convocar y formar gestores barriales con el objetivo de disponer de la información
necesaria para actuar de manera focalizada y preventiva en los diferentes problemas
socios educativos que afectan a las familias.
Promover la atención primaria de la salud, fortaleciendo recursos humanos,
financieros, infraestructura y equipamiento en las salas barriales.
Los entramados socio productivos buscaran relacionar en forma cooperativa lo rural y
lo urbano, la producción primaria y la transformación con valor agregado, la
incorporación de los consumidores organizados, la comunicación, el comercio digital y
los sistemas de certificación.
Temas como soberanía alimentaria y unidades productivas locales, vinculadas a través
de una cadena de valor de productos y servicios, constituyen la base del turismo rural
comunitario como mercado propicio para circuitos y destinos turísticos desarrollados a
través de la gestión asociada de emprendedores de una diversidad de sectores de la
economía social.
Refacción de viviendas con sistema de fondos rotatorios con albañiles, cooperativas,
productores de insumos de viviendas, oficios. Mayor entramado implica mayor valor
del trabajo, mayor productividad y en consecuencia competitividad, porque hay menor
intermediación extractiva o parasita. Consecuentemente, mientras mayor sea el
entramado, mayor deberán ser los recursos afectados.
Ampliar, potenciar y fortalecer los distintos mecanismos de Microfinanzas como
bancos de microcréditos y otras formas de financiamiento en los entramados o inter
entramados.
Diseñar un sistema fiscal que parta de una inscripción única municipal y provincial por
un plazo de dos años. Un pago que será progresivo en función del valor del trabajo en
la actividad. Dicho fondo será redestinado al sector.
Los entramados deben tener como meta que el valor del trabajo supere el valor de las
materias primas, insumos y demás costos fijos y variables de la etapa productiva o de
toda la cadena. Es decir superar el 50 y 50 a favor del trabajo.

El sistema educativo formal deberá incorporar desde los niveles iniciales, la economía
solidaria y ser parte de los entramados con centros vecinales, emprendedores,
diseñadores industriales, etc.
Se deberá integrar con las instituciones al territorio al que pertenece, abrir la escuela
para la participación permanente y salir al barrio a realizar actividades con temas de
emprendedurismo, ambientales, sociales, culturales, deportivas que les permita a
docente y alumnos una vivencia de la realidad con problematización de la aplicación de
los conocimientos del aula que desarrollaran un espíritu crítico y una
retroalimentación para la búsqueda de mayor profundidad conceptual.
Esto no puede quedar a la voluntad de los directivos debe ser una obligación de
generar las estructuras de vinculación con sus comunidades.
Esto va a generar la necesidad de incorporar creatividad en las relaciones, porque no
se va a poder atender las demandas de conocimientos y experiencias con los manuales
de todos los años, o en todo caso serán solo guías sometidos a permanente
modificación.
A manera de un cierre parcial de este documento, y considerando que es un simple
borrador al que se puede profundizar conceptualmente u operativamente, se pueden
ampliar temas y formas de abordar, podemos decir que en los próximos años van a
convivir la economía de mercado tradicional, el estado y una creciente economía
solidaria.
Sera esta ultima la que impulsara cambios profundos en nuestras sociedades, nos
obligara a responder desde el territorio, desde los problemas, no desde los relatos o
desde el marketing, implicara nuevas articulaciones, otras formas de gestionar el
conocimiento, centrado en los valores y la productividad, en las tramas socio
productivas, obligando a todos a mejorar nuestro sistema de participación, esto nos
conducirá a una mejor democracia, que nos dará igualdad de oportunidades y en
consecuencia a una mejor y mayor justicia social.

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