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INTRODUCCIÓN
Yo creo que todos los cristianos estarán de acuerdo en que la ética está en crisis actualmente,
no sólo en el mundo, entre los no-creyentes, sino también en la iglesia. Los no-creyentes
toman mil direcciones tratando de encontrar la diferencia entre el bien y el mal. Incluso los
cristianos bienintencionados están por todos lados cuando se trata de una vida ética y moral.
Yo me he encontrado con algunos cristianos que parecen tener muy pocas convicciones
morales, y me he encontrado con otros cristianos que parecen tener respuestas simples para
cada pregunta ética. Supongo que conforme pasan los años, estoy cada vez más convencido
de que una de nuestras más grandes necesidades hoy en día, es encontrar una manera de
entender cómo las Escrituras aplican a nuestras vidas, cómo debemos pensar, actuar y sentir;
una manera de tomar decisiones bíblicas. Esta serie sobre "Cómo Tomar Decisiones Bíblicas"
es la primera de nuestro curso sobre la ética cristiana. En esta serie, nos enfocaremos en el
proceso que la Biblia nos enseña a seguir cuando tomamos decisiones sobre toda clase de
cosas en nuestras vidas. Hemos llamado a esta primera lección "Ética en la Escritura."
Presentaremos esta serie, primero estableciendo una definición bíblica de ética cristiana;
después, examinando el criterio tripartito bíblico de las buenas obras, y finalmente sugiriendo
los contornos básicos de un proceso tripartito bíblico, para tomar decisiones éticas.
Comencemos definiendo el concepto de ética cristiana.
DEFINICIÓN
Casi todo el mundo tiene sistemas éticos. Diferentes religiones, culturas, sociedades e
individuos tienen diversas formas de determinar lo que es ético, y a menudo llegan a
conclusiones radicalmente diferentes independientemente de qué conductas e ideas deben
transmitirse y cuáles deben prohibirse. El campo de estudio que investiga estos sistemas
diferentes y sus conclusiones, generalmente se llama "ética." En términos generales, la ética
es "el estudio del bien y el mal moral, el estudio de lo que es bueno y lo que es malo." Esta
definición será suficiente como una orientación básica hacia la ética, pero en estas lecciones
no estamos tan interesados en un estudio profundo de la ética, como lo estamos
particularmente en el punto de vista cristiano o bíblico de la ética. Definiremos la ética cristiana
como:
Teología, viéndola como un medio para determinar qué personas humanas, hechos y
actitudes reciben la bendición de Dios, y cuáles no.
Para entender la importancia de nuestra perspectiva en la ética cristiana, veremos tres
aspectos de esta definición. Primero, notaremos cómo atrae la atención a Dios y sus
bendiciones. Segundo, veremos todo lo que abarca la ética cristiana. Y tercero, tomaremos
nota de cómo la ética cristiana va más allá de los simples hechos. Considere primero cómo
nuestra definición se enfoca en la ética como algo de Dios y Sus bendiciones.
Dios y Bendiciones
A diferencia de muchos otros sistemas éticos, nuestra definición se enfoca en Dios y Su
bendición, en lugar de usar términos como; "el bien y el mal" o "correcto e incorrecto".
Aquellas cosas que reciben la bendición de Dios son buenas y correctas, mientras que
aquellas cosas que no reciben su bendición, son malas y están equivocadas. ¿Pero qué nos
hace enfocarnos en Dios y Su bendición de esta manera? Al enfocarnos en Dios y su
bendición de esta manera, queremos decir dos cosas: primero, la naturaleza de Dios es la
norma de moralidad; y segundo, las acciones de Dios demuestran la norma de moralidad.
Analicemos estas dos ideas por un momento más detalladamente.
Naturaleza Divina
Primero, afirmamos que Dios es la norma definitiva del bien y el mal, de lo correcto e
incorrecto. Al decir esto, negamos que la moralidad definitiva sea una norma fuera de Dios, a
la que incluso Él debiera cumplir si fuera considerado "bueno." Por el contrario, afirmamos que
Dios no se somete a ninguna norma fuera de Él, y que todo lo que está de acuerdo con su
carácter es bueno y correcto, mientras que todo lo demás es malo e incorrecto. Considere
estas ideas a la luz de las enseñanzas de Juan en 1 de Juan capítulo 1 versículos 5 al 7:
Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas
tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y
no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión
unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. (1 Juan 1:5 – 7)
Esta metáfora de que Dios es luz, es principalmente una evaluación moral.
La oscuridad es símbolo de pecado y mentiras, y la luz de la verdad y pureza del pecado. Es
un cuadro de Dios perfectamente libre del pecado en su misma naturaleza. Y es una
descripción del pecado como aquello que está fuera de la naturaleza de Dios.
A la luz de este pasaje y otros como este, estamos obligados a ver la naturaleza de Dios como
la norma y modelo de bondad y rectitud. Y por las mismas razones, estamos obligados a
condenar como pecadoras, malas e incorrectas, aquellas cosas que se oponen a Su
naturaleza.
La segunda cosa que queremos decir al enfocarnos en Dios y Su bendición, es que las
acciones de Dios manifiestan la norma de moralidad.
Acciones Divinas
Una de las principales maneras en que Dios muestra su aprobación por lo que es correcto y
bueno, es dando bendiciones. De la misma manera, Él muestra Su aborrecimiento por lo que
es incorrecto y malo restringiendo las bendiciones y derramando maldiciones. Este principio lo
vemos en acción innumerables veces a lo largo de la Biblia.
Por ejemplo, al explicar las condiciones de su pacto con Israel en Levítico capítulo 26
versículo 3, Dios ofreció derramar enormes bendiciones sobre ellos con la condición de que:
Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra.
(Levítico 26:3)
Pero al principio del versículo 14 del mismo capítulo, los amenazó con terribles maldiciones si
ellos no obedecían su palabra. Escuche la manera en que presentó estas maldiciones en
Levítico capítulo 26 versículo14 al 16:
Pero si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos, y si desdeñareis mis
decretos, y vuestra alma menospreciare mis estatutos, no ejecutando todos mis
mandamientos, e invalidando mi pacto, yo también haré con vosotros esto: enviaré sobre
vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma.
(Levítico 26:14-16)
Las maldiciones en este capítulo corren a lo largo de muchos, muchos versículos, cada una
más terrible que la anterior. Pero el punto es que Dios amenaza con estas maldiciones a
aquéllos que se niegan a obedecer sus mandamientos y desprecian su relación del pacto. En
ninguna parte de este pasaje Dios proclama que desobedecerlo es perverso, malo o
incorrecto. No obstante, ésta es la única conclusión a la que podemos llegar, basándonos en
su amenaza de los aterradores juicios para aquéllos que se vuelven contra Él.
Conforme analizamos las Escrituras sobre la manera en que Dios ha revelado las normas de
lo que es bueno y malo, encontramos tantas veces que la Biblia advierte lo bueno y lo malo,
mostrando las reacciones de Dios en lugar de etiquetar las cosas explícitamente como buenas
o malas. Cuando ponemos atención en las bendiciones y maldiciones de Dios, encontramos
que el aspecto ético de muchos textos se vuelve más claro.
Además de enfocarnos en Dios y sus bendiciones, nuestra definición de ética cristiana, resalta
la extensión del tema de ética. Cuando usamos el término, "ética" no es sólo una rama de la
teología; es un aspecto esencial de toda la teología y toda la vida cristiana.
CRITERIO TRIPARTITO
Una manera muy útil de analizar las enseñanzas de la Biblia sobre este tema tan complejo, es
ver la manera en la que "La Confesión de Fe de Westminster" define las buenas obras de los
no-creyentes. Ponga atención al capítulo 16 párrafo 7 donde "La Confesión de Fe de
Westminster" hace algunas distinciones importantes acerca de las buenas obras realizadas
por los no-creyentes.
Las obras hechas por hombres no regenerados…puedan ser cosas que Dios ordena, y de
utilidad tanto para ellos como para otros, sin embargo, porque proceden de un corazón no
purificado por la fe y no son hechas en la manera correcta de acuerdo con la Palabra, ni para
un fin correcto, (la gloria de Dios); por lo tanto son pecaminosas, y no pueden agradar a Dios
ni hacer a un hombre digno de recibir la gracia de parte de Dios.
Desde afuera, vemos aquí que la Confesión de Westminster admite debidamente que hay un
sentido en el que los no-creyentes hacen las cosas que Dios manda. Más aun, reconoce
también que las acciones de los no-creyentes pueden producir resultados buenos y
beneficiosos para ellos y para otros. En otras palabras, en un sentido los no-creyentes pueden
hacer cosas que parecen estar dentro de nuestra definición de una vida ética, acciones como
para traer la bendición de Dios.
En este tema, las Escrituras están de acuerdo. Por ejemplo, en Mateo capítulo 7 versículos 9
al 11, El Señor habló estas palabras:
¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un
pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a
vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que
le pidan? (Mateo 7:9-11)
Es muy común para las personas en general hacer algunas cosas que son superficialmente
buenas, como amar y mantener a sus hijos. De hecho, sería muy difícil encontrar a una
persona que nunca haya hecho algo alguna vez que superficialmente se pareciera a las obras
que Dios aprueba, o a quién nunca una vez mantuvo una actitud semejante a aquéllas que
inspiran las bendiciones de Dios. Así que, hay un sentido superficial en que incluso los no-
creyentes pueden hacer cosas que Dios ordena y beneficiarse de ellas.
No obstante, la Confesión de Fe de Westminster acertadamente no permite que este tema
permanezca en este punto. Por el contrario, señala que las acciones aparentemente virtuosas
que los no creyentes realizan no son lo que parecen ser. Note lo que la confesión dice: estas
acciones son "pecado"; ellas "no pueden agradar Dios" o hacer a alguien digno de "la gracia
de Dios."
Aunque podemos aplaudir a los no-creyentes cuando ellos atienden superficialmente a los
mandamientos de Dios, debemos recordar que no son verdaderamente honestos. Ellos no son
lo suficientemente buenos para agradar a Dios, o para ganar la bendición de la salvación.
¿Pero, por qué es esto? ¿Cómo pueden ser pecaminosas las acciones que superficialmente
se ajustan a los mandamientos de Dios?
Como veremos, la obediencia a los mandamientos de Dios debe de ser con el propósito
correcto. En segundo lugar, debe ser conforme a la norma correcta, conforme a la manera
prescrita en las Escrituras. Y en tercer lugar, debe ser con la meta correcta en mente, que es
glorificar a Dios. En pocas palabras, a menos que una obra sea hecha con el propósito
correcto, en conformidad con la norma correcta y para una meta correcta, esta no es una obra
que Dios recompensará con bendiciones. En primer lugar, echemos un vistazo más de cerca
al propósito correcto.
Propósito Correcto
A menos que una obra se haga con el propósito correcto, no es una obra que Dios
recompensará con bendiciones. Primero, debe proceder de un corazón que ha sido purificado
a través de la fe. Segundo, las acciones deben fluir del amor cristiano.
Fe
En las palabras de la Confesión de Fe de Westminster, las obras que "proceden de un
corazón no purificado por la fe…[son] pecado, y no pueden agradar a Dios". Este criterio del
propósito correcto está estrechamente asociado con la forma en que nuestra definición de
ética cristiana se enfoca en "personas" buenas con naturalezas buenas. Como ya hemos
dicho, sólo los creyentes que han sido llenos del Espíritu Santo pueden hacer obras que Dios
recompensa con bendiciones. Una razón para esto es que sólo los creyentes tienen
corazones que han sido "purificados por la fe". Aquí la Confesión está hablando de Dios-
dador, de fe salvadora que permanece y crece dentro de los creyentes. Es el medio de
purificación a través del cual los creyentes reciben nuevas y buenas naturalezas. Y motiva a
los creyentes propiamente para hacer buenas obras.
Como Santiago escribió en el capítulo 2 versículos 14 al 20:
¿De qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?…la
fe, si no tiene obras, es muerta…¿Mas quieres saber…que la fe sin obras es muerta?
(Santiago 2:14-20)
Él tipo de fe que purifica el corazón, "el tipo de fe que salva", es el tipo de fe que motiva las
buenas obras. Ésta es la fe que pertenece a los creyentes, y sólo a los creyentes.
Escuche la manera en que el autor de Hebreos marca este punto en Hebreos capítulo 11
versículo 6:
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea
que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. (Hebreos 11:6)
A menos que nuestros esfuerzos por buscar las bendiciones de Dios estén basados en la fe,
no podemos agradar a Dios, y por consiguiente no pueden ser recompensados por Él. En
otras palabras, sin la fe como uno de nuestros propósitos, nosotros no podemos hacer buenas
obras.
La afirmación de Pablo de esta doctrina es quizás la más clara y más precisa en todas las
Escrituras. En Romanos capítulo 14 versículo 23, él escribió:
Todo lo que no proviene de fe, es pecado. (Romanos 14:23)
Las acciones deben fluir de la fe salvadora si se quiere agradar a Dios con ellas como buenas
obras.
Además de la necesidad de la fe salvadora, las Escrituras enfatizan también el tema del
propósito apropiado al enfocarse tanto en el amor Cristiano.
Amor
Considere que en 1 de Corintios, capítulo 13, Pablo enseñó que nuestras obras son inútiles si
estas no son motivadas por el amor. En los versículos 1 al 3 él escribió:
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que
resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda
ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor,
nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi
cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. (1 Corintios 13:1-3)
Las obras, e incluso los dones espirituales que producen resultados benéficos, no merecen
ninguna recompensa si estos no son motivados por el amor. Y como ya hemos visto, las cosas
que no merecen ninguna recompensa no son "buenas" a los ojos de Dios.
También vemos esta preocupación en la manera en que Jesús resumió la revelación de Dios
en las Escrituras en Mateo capítulo 22 versículos 37 al 40:
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es
el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. (Mateo 22:37 – 40)
Rechazar la ley de Dios es rechazarlo a Él, que se ofrece a nosotros en una relación de pacto.
Y desobedecer su ley es pecar. Aquí Jesús nos enseña que la propia Ley, y el resto del
Antiguo Testamento también requieren, sobre todas las cosas, que amemos al Señor y a
nuestro prójimo.
El amor es un aspecto que encontramos en cada ley que Dios nos manda obedecer, así que
si no actuamos con amor, ninguna obra que hagamos puede estar dentro de su norma. Y lo
que hace aún más difícil de cumplir la norma de Dios es que nuestro amor debe ser para Dios
y nuestro prójimo. Los no-creyentes no aman a Dios. Ellos se oponen a Él. Y como resultado,
nunca pueden ser motivados por el amor de Dios. En otras palabras, ellos nunca pueden tener
el propósito correcto. Y debido a esto, nunca pueden hacer algo que Dios considere, en un
último sentido, ser bueno.
Además de señalar que las buenas obras deben fluir de los propósitos correctos, la Confesión
de Fe de Westminster también establece que las buenas obras deben satisfacer a la norma
correcta.
Norma Correcta
Escuche de nuevo las palabras del capítulo 16 párrafo 7:
Las obras hechas por hombres no regenerados…puedan ser cosas que Dios ordena, y de
utilidad tanto para ellos como para otros, sin embargo, porque…no son hechas en la manera
correcta de acuerdo con la Palabra…por lo tanto son pecaminosas.
Aquí la Confesión pone énfasis en que, para que las obras sean buenas, deben hacerse
según la norma de la Palabra de Dios, es decir, la revelación de Dios.
Para presentar nuestro análisis de la norma correcta, mencionaremos tres temas: primero, los
mandamientos de las Escrituras, segundo, todas las Escrituras, y tercero, revelación general,
la creación en sí. En primer lugar todos los mandamientos de las Escrituras están diseñados
para guiarnos.
Mandamientos
Escuche cómo Juan resumió esta idea en 1 de Juan capítulo 3 versículo 4:
Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.
(1 Juan 3:4)
Note lo que Juan no dijo: él no enseñó simplemente que todos los que cometemos
desobediencia cometemos pecado, como si la desobediencia fuera solamente uno de muchos
tipos de pecado.
En cambio él dijo que todos los que pecan son culpables de desobediencia, manifestando que
todo pecado trae consigo desobediencia. Todo pecado viola la Ley de Dios.
Aquí las palabras de Juan son categóricas y consignan la importancia de la norma apropiada
en los términos más fuertes posibles. Pero hoy debemos aceptar que incluso muchos
cristianos piensan que es posible que algunas violaciones de la ley de Dios no son pecado.
Ciertos mandamientos de Dios pueden ser ignorados. Bien, Santiago se enfocó en este tema
en el capítulo 2 versículos 9 y 10 de su carta.
Pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como
transgresores. Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se
hace culpable de todos. (Santiago 2:1-10)
Claramente algunas violaciones de la ley son pecado, como mostrar favoritismo, tal como
Santiago lo mencionó. Pero Santiago entonces siguió diciendo que violar cualquier mandato
de la Ley significaba violar todos los mandatos de la ley. Porque la ley es un todo unificado
que refleja el carácter de Dios y su naturaleza, transgredir cualquier parte de ella es, en
algunos sentidos, transgredir toda la ley, y es pecar contra Dios mismo. Por consiguiente, si
cualquier violación de la ley es pecado, todas las violaciones de la ley son pecado.
Ahora, nosotros analizaremos más profundamente este tema en lecciones futuras, pero en
principio debemos hacer aquí una firme distinción entre la ley de Dios y su aplicación. Desde
una perspectiva bíblica, cada ley está enlazada firmemente en los seguidores de Cristo. Pero
el proceso de aplicación es complejo – tan complejo que la obediencia en una situación puede
parecer muy diferente de la obediencia en otra situación.
Ahora, nosotros debemos hacer énfasis en que no estamos defendiendo el relativismo. No es
verdad que la Biblia significa cosas diferentes para diferentes personas, y que todos estos
significados son igualmente válidos. Al contrario, la Biblia significa lo que Dios dice que
significa, lo que sus autores originales quisieron que significara. La palabra de Dios es nuestra
norma obligatoria y no podemos alejarnos de ella. Por consiguiente, tenemos argumentos
para decir que todas las buenas obras deben concordar con la norma de ley bíblica.
En segundo lugar, la norma apropiada requiere sumisión a la Biblia entera. La Confesión de
Fe de Westminster no dice solamente que la ley de Dios es un criterio de todas las buenas
obras, si no que la Palabra de Dios es en su totalidad es un criterio de buenas obras.
Todas las Escrituras
Es decir, las buenas obras deben hacerse conforme a la enseñanza de toda la revelación,
sobre todo las Escrituras, incluso de acuerdo a esos segmentos que no son formalmente parte
de la Ley. Por ejemplo, considere que incluso la propia Ley recurre a otras porciones de las
Escrituras como base para sus mandamientos.
Por ejemplo, en los Diez Mandamientos, el mandamiento Sabático apela a la creación como la
base de su autoridad. En Éxodo capítulo 20 versículos 9 al 11 leemos:
Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu
Dios…Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en
ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.
(Éxodo 20:9 – 11)
En este punto, los mismos Diez Mandamientos establecen su autoridad moral en las
implicaciones morales de la creación.
Jesús hizo algo similar cuando defendió la tan-llamada ruptura del Sabbat por los discípulos,
basándose en la conducta de David. Escuche la forma en la que respondió a los Fariseos en
Mateo capítulo 12 versículos 3 al 4:
¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; cómo
entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a
él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes? (Mateo 12:3 – 4)
Jesús aprobó las acciones de David y extrajo una aplicación moral de ellas. Incluso hizo esto
a pesar de que este hecho no era parte del código legal. Así que vemos que en la Biblia, no
sólo es la ley tratada como la norma para las buenas obras, también están las otras porciones.
Pero esto no debe parecernos extraño.
Después de todo, anteriormente en esta lección, leímos en 2 de Timoteo capítulo 3 versículos
16 y 17:
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para
toda buena obra. (2 Timoteo 3:16 y 17)
Pablo no limitó los aspectos morales de las Escrituras a las partes que contienen
mandamientos y códigos legales. Más bien, insistió en que todas las Escrituras eran útiles
para la instrucción ética, que todas las Escrituras ponen demandas morales en nosotros. Por
consiguiente, si nuestras acciones han de ser moralmente buenas, deben de satisfacer las
normas de todas las Escrituras.
Pero también hemos dicho que la Palabra de Dios es aun más amplia que las Escrituras. En
un sentido muy importante, la revelación de Dios en la propia creación es parte de su Palabra,
así que la revelación de Dios dada a través de la creación, que es normalmente llamada
revelación general, también es parte de la norma para las buenas obras.
Revelación General
Uno de los lugares más claros en el que nosotros encontramos esta idea en las Escrituras, es
en Romanos capítulo 1 versículo 20. Allí Pablo escribió:
Porque las cosas invisibles de él [Dios], su eterno poder y deidad, se hacen claramente
visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de
modo que no tienen excusa. (Romanos 1:20)
Pablo va entonces más allá para sostener que, a pesar de lo que los hombres sepan sobre las
normas morales de Dios por medio de la revelación general, ellos prefieren pecar.
Pero el punto es este: Las acciones de los hombres están condenadas porque violan las
normas reveladas por la revelación general de Dios. O para explicarlo en los términos que
hemos estado usando, la revelación general es parte de la Palabra de Dios, y parte del criterio
al que las buenas obras deben ajustarse. Así que, para recapitular lo que hemos dicho, las
Escrituras enseñan que las buenas obras deben ajustarse a la Palabra de Dios como se
revela en la ley, a lo largo de las Escrituras, y en la creación.
Además de necesitar la motivación correcta y ajustarse a la norma de la Palabra de Dios,
todas las buenas obras deben tener el fin o meta correctos.
Meta Correcta
Ahora, las buenas obras pueden tener un sinnúmero de metas inmediatas. Por ejemplo,
cuando los padres ganan el dinero para pagar por la comida, casa y vestido, su meta
inmediata es apoyar a ellos y sus familias. Ésta es una meta buena y admirable. Pero en
nuestro estudio de ética, estamos más interesados en la meta final de las obras que las
personas hacen.
Si nuestras obras son para agradar a Dios, las metas inmediatas, como cuidar a nuestras
familias, obedecer a nuestros padres, guardar el Sabbat y cosas así, deben de ser parte de un
cuadro más grande. Debemos hacer estas cosas porque, en esencia, nosotros queremos
glorificar a Dios viviendo en el modo en el que le agrada.
Las Escrituras nos enseñan en muy diferentes formas que la gloria de Dios es una meta
central, fundamental en nuestras vidas. Esto es, con ejemplos específicos y en principios
generales.
Uno de esos ejemplos aparece en las instrucciones de Pablo sobre comer carne vendida en el
mercado. Pablo dijo que comer y abstenerse podrían ser ambas cosas buenas, siempre y
cuando la gloria de Dios fuera respetada.
Él escribió estas palabras en 1 de Corintios capítulo 10 versículo 31:
Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. (1 Corintios
10:31)
Pablo entendió que algunas metas inmediatas podrían hacer que fuera bueno comer, mientras
que otras metas inmediatas podrían hacer que abstenerse de comer fuera bueno. Su punto
era que debe de haber otro principio que anule estas metas inmediatas, esto es: preocuparse
por la gloria de Dios, y que, a menos que esta última meta esté a la vista, ni comer ni
abstenerse podrían ser considerados buenos.
Pedro dijo algo similar cuando instruyó a sus lectores acerca del uso de dones espirituales.
Escuche sus palabras en 1 de Pedro capítulo 4 versículo 11:
Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme
al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado. (1 Pedro 4:11)
El punto inmediato de Pedro era que deben hacerse todos los dones y ministerios en la iglesia
para la meta final de la gloria de Dios. Pero el principio que Pedro estaba aplicando era que
todo en la vida cristiana debe hacerse de tal manera que honre a Dios y le dé gloria.
Otras declaraciones en las Escrituras hacen este principio general más explícito. Un lugar en
el que vemos esto bastante claro es en Romanos capítulo 11 versículo 36, donde Pablo
escribió estas palabras sobre Dios:
Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos.
(Romanos 11:36)
Aquí Pablo expresó gran alegría al hecho de que todo es "por Él y para Él", esto quiere decir,
entre otras cosas, que todo debe ser hecho para la obra de Dios y se tendrá Su gloria y honra
como meta final. Así que Pablo dio énfasis a este punto exclamando, "A él sea la gloria por los
siglos".
De hecho, este versículo sugiere que se glorifique a Dios finalmente en todo lo que existe, ya
sea creándolo, sosteniéndolo, obedeciéndolo, autorizándolo, o recibiéndolo como servicio en
su honor. No es extraño entonces, que Él apruebe las obras en las que se piensa en darle la
gloria, y condena las obras que desatienden o se oponen a Su gloria. Dios premia y aprueba
sólo esas obras que tienen Su gloria como su meta final.
Ahora que hemos establecido una definición bíblica de ética cristiana y hemos examinado el
criterio tripartito escrito para las buenas obras, debemos aplicar estas ideas poniendo el
proceso triple por el cual los cristianos deben tomar decisiones éticas.
A lo largo de estas lecciones examinaremos los pasos prácticos que debemos de seguir al
tomar decisiones éticas constantemente.
A estas alturas, sin embargo, podemos trazar los contornos básicos del análisis que
explicaremos con mayor profundidad en lecciones más adelante.
PROCESO TRIPARTITO
Para presentar nuestro análisis mencionaremos tres temas: primero, tres tendencias de
grupos cristianos diferentes, segundo, tres perspectivas para tomar decisiones éticas; y
tercero, la interdependencia de estas perspectivas. Considere primero las tendencias que los
diferentes grupos cristianos tienen cuando toman decisiones éticas.
Tendencias
Hay muchas maneras diferentes en que los creyentes intentan tomar decisiones éticas en la
vida, pero tienden a caer en tres categorías principales. Algunos dan énfasis a nuestra
conciencia cristiana y la guía del Espíritu Santo, insistiendo que las acciones son buenas si
estas están de acuerdo con sus indicadores interiores. Otros dan énfasis a las Escrituras,
insistiendo que las acciones son buenas si obedecen los decretos de las Escrituras, pero son
malas si no lo hacen. Aun otros dan énfasis al resultado de las acciones e insisten en que las
acciones son buenas si producen consecuencias buenas, pero son malas si producen
consecuencias malas.
Como hemos visto, la Biblia define las buenas obras como aquéllas que se hacen con el
propósito correcto, por la norma correcta y para la meta correcta. Y de hecho, estos tres
criterios para las buenas obras corresponden a los énfasis que nosotros acabamos de
mencionar.
Aquéllos que dan énfasis a la conciencia y a la guía del Espíritu Santo están principalmente
interesados en el propósito correcto. Podríamos decir que ellos consideran primero el hecho
de que las buenas obras sólo pueden ser hechas por personas buenas. Al tomar juicios éticos,
tienden a hacer preguntas como: ¿Cuál es mi actitud? ¿Tengo yo la madurez para tomar la
decisión correcta? ¿Tengo yo la capacidad espiritual de aplicar la Palabra de Dios a la
situación?
Después están aquéllos que toman decisiones éticas enfocando la norma correcta. Estas
personas dan énfasis a los decretos de las Escrituras. Cuando se enfrentan con un problema
ético, su primera pregunta tiende a ser: ¿Qué dice la Palabra de Dios?
Finalmente, aquéllos que piensan principalmente en las consecuencias de sus acciones, están
primordialmente interesados en la meta correcta. Ellos se enfocan en la propia situación y
hacen preguntas como: ¿Cuál es el problema? ¿Qué problemas están envueltos? ¿Cuáles
serán los resultados de las posibles soluciones a este problema?
Estas tres direcciones generales que adoptan los cristianos al tomar sus decisiones ayudarán
a comprender que estas direcciones realmente representan tres perspectivas esenciales para
toda toma de decisiones éticas.
Perspectivas
A lo largo de estas lecciones hablaremos de juicios éticos o decisiones de esta manera:
El juicio ético involucra la aplicación de la Palabra de Dios a una situación por una persona.
Esta definición entrelaza muchas cosas que ya hemos dicho. Mencionamos "la Palabra de
Dios" porque la revelación divina es la norma por la que nosotros debemos medir todos los
juicios. El término "situación" nos recuerda el problema, la meta y las consecuencias de las
soluciones que debemos considerar. Y mencionamos a una "persona" para enfatizar la
importancia de la naturaleza de una persona, propósito y conciencia al determinar cursos
correctos de acción. Así que, en efecto, nosotros estamos sugiriendo que sólo pueden
tomarse decisiones morales cuando las tres direcciones conjuntas se toman adecuadamente
en cualquier problema dado.
A menudo les parece ilógico a muchos creyentes que pongamos relativamente igual énfasis
en estos tres factores. Después de todo, en la mayoría de los círculos conservadores de
cristianos, consideramos las Escrituras como nuestra única regla infalible de fe y práctica. En
este sentido, nosotros valoramos la enseñanza de las Escrituras sobre cualquier otra
consideración que pudiéramos hacer. Es más, ayuda a ver que si somos bíblicos en nuestro
acercamiento a la ética y si seguimos las Escrituras como nuestra única regla infalible,
entonces veremos que la misma Biblia nos enseña, no sólo a considerar la Palabra de Dios, si
no también la situación y a la persona cuando vemos todo el proceso del análisis de ética.
La ética debe de analizarse por lo menos de tres maneras distintas o desde tres diferentes
perspectivas. La ética debe de analizarse desde la perspectiva de la Palabra de Dios, desde la
perspectiva de la situación y desde la perspectiva de la persona. Y bíblicamente, las visiones
de todas estas perspectivas son valiosas. Por consiguiente el mejor acercamiento es hacer
ética desde las tres perspectivas y permitir que las características de cada perspectiva
informen e influyan en las características de las otras.
Hablaremos de tres perspectivas o acercamientos hacia cada juicio ético: la perspectiva
situacional, también es llamada en esta serie de lecciones la perspectiva circunstancial, la
perspectiva normativa y la perspectiva existencial. Volveremos a estas perspectivas muchas
veces en estas lecciones, pero a estas alturas debemos mirar la idea básica de cada
perspectiva. Cuando nuestras preguntas éticas se enfocan en los problemas mismos, en las
consecuencias de las acciones o en las metas, nosotros estamos haciendo ética desde la
perspectiva circunstancial.
Circunstancial
Este acercamiento puede llamarse "teleológico" porque se enfoca en el fin o el resultado de
las acciones. Acercarse a la ética desde la perspectiva circunstancial involucra notar las
relaciones de medios afines en la economía de Dios, haciéndose preguntas como: ¿Cuáles
son los mejores métodos para lograr los propósitos de Dios? También incluye apelaciones a
una conducta moral basada en el ejemplo anterior de Dios, Jesús y otros personajes
moralmente buenos en las Escrituras.
Las Escrituras mismas frecuentemente adoptan esta perspectiva y nos animan a que
hagamos lo mismo cuando nos instruyen en temas éticos apelando a la soberanía de Dios,
mando providencial de Su creación. Esto es particularmente evidente cuando se refiriere a los
eventos de redención o al tomar a Dios, Jesús y otros, como modelos para nuestra conducta.
Por ejemplo, en Romanos capítulo 6 versículos 2 al 4, Pablo defendió que nuestra muerte al
pecado y nuestro morir con Cristo tuvo lugar para que un fin específico pudiera lograrse, a
saber, que pudiéramos vivir moralmente apartados del pecado:
Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que…
hemos sido bautizados en su muerte [de Cristo]?…a fin de que como Cristo resucitó de los
muertos…así también nosotros andemos en vida nueva. (Romanos 6:2 – 4)
Al hacer esto, él no se enfocó en los mandamientos de Dios o en la influencia del Espíritu
Santo en nuestras vidas y consciencias, sino en los hechos de la situación, incluyendo los
eventos de redención y los fines para los cuales fuimos salvados. Pablo también cerró el
capítulo 6 de Romanos con una perspectiva circunstancial en ética.
Él escribió estas palabras en Romanos capítulo 6 versículos 20 al 22:
Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto
teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es
muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por
vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. (Romanos 6:20 – 22)
Pablo animó a sus lectores a que vivieran vidas santas, morales, y abstenerse de los pecados
que ellos cometieron una vez. Pablo sostuvo que viviendo vidas santas, ellos obtendrían vida
eterna. Aquí, él también argumentó en base a las consecuencias, pero esta vez, se enfocó en
el premio que se daría en respuesta a una vida santa.
Pedro también presentó argumentos circunstanciales para la conducta moral. Escuche la
manera en que razonó en 1 de Pedro capítulo 2 versículo 21:
Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas. (1 Pedro 2:21)
Aquí Pedro animó a los creyentes a que estuvieran dispuestos a sufrir por causa de la rectitud,
y no lo hizo citando las Escrituras o hablando de la guía interior del Espíritu Santo, sino
apelando a los hechos de la historia de la redención, y específicamente al ejemplo del
sufrimiento de Jesús en la cruz.
Normativa
Quizás la perspectiva más intuitiva para los cristianos es lo que llamamos la perspectiva
"normativa". "Normativa" se refiere al hecho de que la Palabra de Dios es la "norma" o
"estándar" para la ética. Estamos haciendo ética desde la perspectiva normativa cuando
consultamos la Biblia para que nos diga qué hacer.
Por ejemplo, al restaurar la adoración correcta a Israel, el Rey Josías instruyó a su pueblo
para que guardaran la Pascua. En 2 de Reyes capítulo 23 versículo 21, él les ordenó:
Haced la pascua a Jehová vuestro Dios, conforme a lo que está escrito en el libro de este
pacto. (2 Reyes 23:21)
Su explicación no fue la historia de la redención, o el hecho de que su situación los limitara a
esta obligación, o que Dios interiormente los orientara a guardar la Pascua, sino que las
Escrituras mismas los dirigieron a celebrar este recordatorio. Él se basó en las palabras de la
ley que Dios había entregado a su pueblo por medio de Moisés.
El Apóstol Juan también adoptó la perspectiva normativa cuando apeló al mandamiento de
Dios como la base para la creencia y la conducta en 1de Juan capítulo 3 versículo 23:
Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos
unos a otros. (1 Juan 3:23)
De nuevo, la Palabra de Dios era la base para la conducta. Dios ordenó que las personas se
comporten y crean de cierta manera, y solo con Su autoridad mandó a todas las personas a
cumplir esta norma moral.
Después de ver las perspectivas circunstancial y normativa, ahora echemos un vistazo a la
ética desde la perspectiva de la persona, lo que llamaremos la perspectiva "existencial".
Existencial
Cuando nos acercamos a la ética haciendo preguntas que son específicas a las personas
involucradas, estamos haciendo ética desde una perspectiva existencial. Al decir "existencial",
no pretendemos asociar esta perspectiva con la filosofía particular de los "existencialistas".
Más bien, queremos decir que esta perspectiva ve la ética a través de la lente de la
experiencia de la persona individual. La perspectiva existencial se enfoca en la confrontación
e interacción de uno mismo con Dios. Cuando nos acercamos a la ética desde esta
perspectiva, no degradamos la autoridad de Dios o exaltamos nuestras propias sensibilidades
como nuestra norma final de lo que es correcto e incorrecto. Más bien, hacemos preguntas
como: ¿Cómo debo cambiar yo, si debo ser santo? Y prestamos atención a influencias como
la guía interior del Espíritu Santo y la conciencia santificada personal.
Así que vemos entonces, que las Escrituras dictan a nuestras conciencias y la guía del
Espíritu Santo como un medio válido para determinar lo que es correcto y lo que es malo.
Junto con las perspectivas circunstancial y normativa, la perspectiva existencial es una
herramienta necesaria para cuando buscamos hacer juicios éticos.
Las Escrituras contienen muchos ejemplos de este análisis de la ética, como en 1 de Juan
capítulo 3 versículo 21, en donde el apóstol escribió:
Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios. (1 Juan 3:21)
Su punto era que como personas redimidas, nuestros corazones están conectados con el
carácter de Dios, y si el amor de Dios mora dentro de nosotros, podemos intuir lo que es
correcto y lo que está equivocado. Dios se mueve dentro de Su pueblo para darles la
convicción interior de lo correcto y lo incorrecto. Y cuando reconocemos este aspecto al
aplicar la ética, estamos usando la perspectiva existencial. Encontramos el mismo tipo de
pensamiento en los escritos de Pablo. Por ejemplo, en Gálatas, capítulo 5, Pablo asoció la
"carne" con nuestra naturaleza pecaminosa, y listó muchos hechos inmorales que la carne nos
motiva a cometer. Él también explicó que el Espíritu Santo trabaja en nosotros para producir
cosas moralmente buenas, como amor, alegría y paz. En este contexto, explicó que los
creyentes pueden realizar acciones buenas obedeciendo la guía interior del Espíritu Santo.
Escuche su enseñanza en Gálatas capítulo 5 versículo 16 de acuerdo al a Nueva Versión
Internacional :
Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa. (Gálatas 5:16
[NVI])
Una manera legítima para los creyentes de hacer juicios éticos es considerar el llamado
interior del Espíritu. Y cuando hacemos esto, estamos viendo lo correcto e incorrecto desde la
perspectiva existencial.
En Romanos capítulo 14 versículos 5, 14 y 23, Pablo puso tanto énfasis en la perspectiva
existencial que insistió en que violar nuestras conciencias era pecado, aun cuando nuestras
conciencias no son perfectas.
Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente…Yo sé, y confío en el Señor
Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para
él lo es…Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe.
(Romanos 14:5, 14 y 23)
Pablo estaba hablando sobre comida sacrificada a los ídolos, y explicando que era bueno para
los cristianos comer esta comida, siempre y cuando en sus mentes ellos no pensaran en ello
como un acto de culto pagano. Pero si sus conciencias no les permitían comer de esta
manera, sería pecado para ellos comer esta comida.
Es interesante que en el contexto de este capítulo, Pablo defendió que si el tema se viera
simplemente desde las perspectivas normativa y circunstancial, la mayoría de los creyentes se
inclinarían por comer esta comida. Pero él insistió en que los creyentes también deben
considerar el punto de vista de la perspectiva existencial, y que no debieran comer a menos
de que ellos pudieran sacar las mismas conclusiones de las tres perspectivas.
Ahora que hemos presentado las perspectivas circunstancial, normativa y existencial en la
ética, debemos invertir algún tiempo para ver la manera en que estas tres perspectivas actúan
recíprocamente y dependen entre sí.
Interdependencia
Las tres perspectivas diferentes desde las que podemos analizar a la ética, no son partes
separadas. Más bien, cada perspectiva es el todo de la ética, vista de un ángulo u otro.
Debo admitir que al principio esto puede ser un poco confuso. Después de todo, parecería que
algunos de los ejemplos que ya hemos dado en esta lección sólo emplean una perspectiva en
cierto momento. Pero en realidad, todos nuestros ejemplos involucran las tres perspectivas.
Nosotros simplemente hemos escogido ejemplos donde se despliega una perspectiva en la
forma más prominente para resaltar las diferencias entre las tres. La verdad del tema es que
ninguna perspectiva debe funcionar en la vida aislada de las otras.
En primer lugar, considere lo que está implicado en la perspectiva circunstancial. La situación
trae consigo todos los hechos pertinentes de las preguntas éticas que estamos considerando,
incluso las personas involucradas en el tema y en la Palabra de Dios, que es la norma por la
que el tema deberá ser evaluado. Si no fuera por las personas, no habría nadie para hacer
preguntas éticas, y si no fuera por la revelación de Dios, nada se sabría sobre los hechos en
primer lugar. En otras palabras, incluso cuando evaluamos preguntas éticas desde la
perspectiva circunstancial, nuestras investigaciones siempre deben incluir consideraciones
personales y normativas. Es seguro decir que a menos que nosotros veamos la situación a la
luz de la Palabra de Dios, y a menos que reconozcamos cómo la situación nos afecta como
personas, no hemos entendido la situación debidamente.
Esto es cierto también cuando hablamos de la perspectiva normativa. Si no podemos aplicar
las palabras de las Escrituras a nuestras situaciones y a nosotros mismos, realmente no
hemos entendido las Escrituras. Considere al hombre que dice, "yo sé que quiere decir 'no
robarás'. Pero no sé cómo aplicarlo a mí o a los fondos que desfalqué de mi patrón". Esta
persona ciertamente no tiene un concepto adecuado de las palabras 'no robaras'. Él dice
entender los requisitos normativos, pero su fracaso para ser capaz de comprender un contexto
circunstancial al que éstos aplican, demuestra que en realidad, él apenas tiene una pequeña
idea de lo que la Biblia nos pide.
Y por supuesto, lo mismo puede decirse sobre la perspectiva existencial. No podemos
entender debidamente al ser en sí, a menos que lo veamos en el contexto de su situación y lo
interpretemos debidamente por la Palabra de Dios. Nuestras conciencias deben estar guiadas
por las Escrituras si queremos intuir correctamente. Y también debemos saber los hechos de
una situación antes de que nuestra conciencia pueda señalar nuestras responsabilidades
debidamente.
Así entonces, cada perspectiva necesita considerar a las otras. Si nosotros aplicamos
cualquier perspectiva perfectamente, nos mostrará todas las mismas características internas
que podemos obtener de las otras dos. El problema es que no somos seres humanos
perfectos, con visión perfecta de las características interiores. Por esta razón, normalmente no
vemos muy claramente problemas existenciales y circunstanciales cuando nos acercamos a
temas desde un punto de vista exclusivamente normativo. Y normalmente, no entendemos
bien problemas normativos y existenciales si sólo adoptamos la perspectiva circunstancial. Y
por supuesto, también es cierto que si sólo miramos aspectos existenciales de preguntas
éticas, raramente llegaremos a conclusiones correctas con relación a problemas normativos y
circunstanciales.
Si pudiéramos pensar correctamente sobre la ética, las tres perspectivas siempre darían
exactamente las mismas conclusiones y visiones. Pero ya que no somos perfectos, debemos
aprovecharnos de las tres perspectivas para tener toda la información posible sobre los
asuntos éticos. Usando las tres perspectivas, podemos proporcionarnos los controles y
equilibrios para las características de cualquiera de las perspectivas.
CONCLUSIÓN
En esta lección hemos presentado el tema de la ética cristiana definiéndola como el todo de la
teología, visto desde sus aspectos éticos. También hemos explicado el criterio tripartito de la
Biblia para las buenas obras. Finalmente, hemos sugerido un modelo bíblico para tomar
decisiones éticas que tomen en cuenta los beneficios de dar énfasis y equilibrar las
perspectivas normativa, circunstancial y existencial.
Tomar decisiones bíblicas en el mundo moderno es sumamente desafiante. Constantemente
nos sentimos arrastrados por una variedad de influencias, muchas de las cuales no reconocen
la autoridad de Dios y no quieren Su bondad. Pero como cristianos debemos afirmar la
bondad de Dios y debemos seguirlo en nuestras decisiones éticas. Y una manera muy útil de
hacer esto es el uso de las perspectivas normativa, circunstancial y existencial en la ética.
Cuando incorporamos estas perspectivas en nuestro pensamiento, nos preparamos para
evaluar situaciones éticas complejas y tomar sabias, decisiones bíblicas.
Caminando con Dios (Dr. Ed Roels)
Caminando con Dios
Por Edwin D. Roels
¿Quieres vivir una vida que sea agradable a Dios? ¡Puedes! Aunque el poder del mal es muy
fuerte y personalmente puedes sentirte muy débil, la Biblia nos enseña que Dios nos dará por
gracia todo lo que necesitamos para poder vivir una vida que le agrade y le honre (2 Pedro
1:3-4).
Esto no significa, por supuesto, que nunca pecaremos ni haremos nada malo. Pero sí significa
que Dios realmente nos ayudará a vivir una vida que lo honre, lo glorifique y lo complazca, si
deseamos vivir esa vida de manera genuina y sincera, y si buscamos en oración caminar con
Él en cada momento de cada día.
Sin embargo, muchos Cristianos continúan enfatizando sus debilidades y fallas y el poder del
mal en el mundo. Lo que dicen puede ser cierto, pero al enfatizar lo negativo, a menudo
descuidan o minimizan los muchos pasajes de la Biblia que nos hablan de la gracia de Dios,
del poder de Dios y de la victoria que promete dar a aquellos que humildemente buscan
servirle y honrarle.
Si continuamos enfatizando lo negativo, probablemente no oremos con la confianza de que
Dios realmente nos ayudará a vivir una vida que le agrade. De hecho, ¡es posible que
lleguemos al punto en el que realmente esperamos fallar! Y, después de un tiempo, puede
que ni siquiera nos preocupemos más por nuestros fracasos ya que simplemente nos
resignamos a la idea de que "de todos modos, nadie puede agradar a Dios".
Por lo tanto, comencemos con un énfasis en las enseñanzas positivas de la Biblia con
respecto a la santidad y a la obediencia. Aunque solo Jesús cumplió perfectamente y siempre
la voluntad de su Padre celestial, encontraremos que hay muchas otras personas en la Biblia
que son elogiadas por sus vidas de confianza y obediencia. Y, además, descubriremos que la
Biblia nos brinda muchas promesas y un estímulo maravilloso mientras buscamos ¡Caminar
con Dios! con humildad y sinceridad.
Referencias Bíblicas
Jesús dijo, "Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y
yo en vosotros. . . . el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque
separados de mí nada podéis hacer" Juan 15:3-5
"Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él [Cristo], para que
el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha
muerto, ha sido justificado del pecado." Romanos 6:6-7.
"Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios
mora en vosotros" Romanos 8:9
"Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne." Gálatas 5:16.
"Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad."
Filipenses 2:13
"Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por
el Espíritu, andemos también por el Espíritu." Gálatas 5:24-25
Después de presentar una larga lista del tipo de personas que no entrarán en el Reino de Dios
debido a sus costumbres pecaminosas, Pablo escribió, "Y esto erais algunos; mas ya habéis
sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor
Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios" 1 Corintios 6:11
"Jesucristo . . . se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar
para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras." Tito 2:14
"Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos
de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y
aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador,
y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos
hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el
Espíritu Santo . . . para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas
cosas son buenas y útiles a los hombres." Tito 3:3-8
"Resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros."
Santiago 4:7b-8
"Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su
divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por
medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas
llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay
en el mundo a causa de la concupiscencia". 2 Pedro 1:3-4
"Todo aquel que permanece en él, no peca. . . . Todo aquel que es nacido de Dios, no practica
el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido
de Dios." 1 Juan 3:6, 9
"El Dios de paz . . . os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo
él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los
siglos de los siglos. Amén." Hebreos 13:20-21
"Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su
gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio
y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén." Judas 24-25
UN RECORDATORIO IMPORTANTE
Aunque nos estamos enfocando principalmente en nuestro Caminar con Dios, es muy
importante recordar que no hay manera de que podamos ganar o merecer la salvación por
nuestra santidad u obediencia. No somos salvos de la pena y del poder del pecado por
nuestros propios méritos, sino solo a través de la misericordia y de la gracia de Dios. Nadie
está sin pecado, y nadie puede siquiera comenzar a salvarse del justo juicio de Dios. Cada
persona que viene al mundo nace bajo la maldición del pecado (Efesios 2:3) y cada persona
por naturaleza es objeto de la ira de Dios y está sujeta a la pena de la muerte eterna (Juan
3:36). La justicia eterna y perfecta solo puede ser nuestra por medio de la fe en Jesucristo,
quien misericordiosamente tomó nuestro pecado sobre sí mismo, cuya justicia perfecta nos es
imputada (Romanos 3:23-26; Romanos 5:1-2; 1 Corintios 1:30-31; 2 Corintios 5:21).
Sin embargo, cuando Cristo nos salva, no solo elimina la pena del pecado, sino que también
nos da la capacidad de luchar contra el poder del pecado y vencerlo (1 Corintios 10:13). Como
dice un viejo himno Cristiano, a través de Cristo tenemos una "doble cura". Él nos salva de la
ira y también nos hace puros.
El enfoque de este estudio no radica en acercarse a Dios para obtener salvación, sino más
bien en caminar con Dios en obediencia y gratitud después de que hayamos sido salvos. Si
aún no has dado el primer paso de confiar en Cristo para salvación, ¡entonces te será
totalmente imposible caminar con Dios! Pero si eres un verdadero creyente y deseas
sinceramente vivir para Dios en tu vida diaria, puedes esperar con confianza que Dios te
permita caminar con Él en obediencia y alegría.
UN RECORDATORIO IMPORTANTE
Al leer o al estudiar las leyes de la Biblia, siempre es importante recordar que nadie puede
estar bien ante Dios al respetar estas leyes (Romanos 3:20). Sólo Jesús, quien guardó
perfectamente las leyes de Dios y quien hizo un sacrificio perfecto por nuestros pecados, nos
puede hacer estar bien ante Dios (Mateo 5:17; 2 Corintios 5:17-21; 1 Pedro 1:18-19). Sin
embargo, también es cierto que aquellos que desean caminar con Dios sinceramente van a
encontrar el gozo y la bendición al observar sus leyes y también serán de bendición para
otros.
Lee los siguientes pasajes de las Escrituras.
"Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por
los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en
él." Romanos 3:21-22
"Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe
que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin
de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo." Gálatas
3:23-25
"Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos
sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo
de la letra." Romanos 7:6
"Este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por
Dios, y ellos me serán a mí por pueblo." Hebreos 8:10
RESUMEN Y CONCLUSIÓN
Los creyentes ya no vivimos bajo el peso de todas las leyes del Antiguo Testamento. Sin
embargo, debido a nuestra naturaleza pecaminosa, al poder de Satanás, y al mundo de
pecado que nos rodea, todavía tenemos leyes que nos guían en nuestra vida diaria. Dios en
su gracia nos proporciona estas leyes para que podamos conocer más claramente su
voluntad, hacer lo que le agrada, y mantenernos alejados de lo que no le agrada. Nuestra
conciencia, aunque es muy importante y a menudo muy útil, no es una guía absolutamente
fiable para nosotros. Necesitamos de la Palabra escrita de Dios para agudizar nuestra
conciencia y para guiar nuestros pensamientos y acciones.
Aunque Dios nos espera y nos permite vivir de una manera que le agrada, siempre debemos
recordar que nosotros no podemos ganar la salvación o merecer el favor de Dios a través de
una vida de obediencia. La salvación siempre es un regalo de Dios por gracia.
Los dos grandes mandamientos que Dios ha dado nunca han cambiado y nunca lo
harán. Estos mandamientos son (1) amar a Dios con todo nuestro corazón, nuestra alma,
nuestra mente y nuestras fuerzas, y (2) amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. La
aplicación específica de estas leyes puede depender de las circunstancias en las que nos
encontremos, pero las leyes mismas son absolutas. En ese sentido, los estándares de
Dios nunca cambian.
Amar a Dios (Dr. Feddes)
Amar a Dios por David Feddes
Si quieres descubrir la verdad más básica acerca de ti mismo, si quieres saber quién eres
realmente y qué te hace sentir, pensar y actuar de la manera en que lo haces, no es tan
complicado. Solo necesitas que la persona adecuada te haga las preguntas correctas. Ahora,
hay muchas personas que hacen hincapié en entenderse a sí mismas y en hacer preguntas
que se supone que las ayudarán a hacer eso. Pero no cualquier persona lo hará, y no
cualquier pregunta servirá. Necesitas a la persona adecuada con las preguntas correctas.
Hace mucho tiempo, el filósofo Sócrates declaró: "Conócete a ti mismo", y se hizo famoso por
las preguntas que hizo en su esfuerzo por ayudar a las personas a conocerse a sí
mismas. Más recientemente, los psicólogos han intentado ayudar a las personas a conocerse
a sí mismas, a menudo a través de un proceso de preguntas. Elaboran perfiles de
personalidad que los ayudan a analizar lo que nos hace sentir y actuar de la manera en que lo
hacemos. Los educadores hacen algo similar. Intentan identificar a los alumnos de acuerdo a
varios tipos de aprendizaje, en función de las respuestas a ciertas preguntas clave sobre el
alumno. A veces, estos enfoques pueden revelar cosas que son interesantes, incluso útiles,
pero que pueden ser tremendamente complicadas y que aún no llegan al núcleo de quien eres
realmente.
Si quieres ir a lo básico, hay alguien que puede llevarte directamente al meollo del asunto con
tan solo tres simples preguntas. Eso puede sonar difícil de creer, pero es verdad. Esta
persona es el mejor experto del mundo sobre la naturaleza y la personalidad humana. Su
nombre es Jesús, y él puede identificar el tipo de persona que eres con solo tres preguntas.
La primera pregunta de Jesús es: "¿Me amas?".
La segunda pregunta de Jesús es: "¿Me amas?".
Y la tercera pregunta es, "¿Me amas?".
Es así de simple: no hay juegos o trucos, no hay cuestionarios complicados o teorías
elegantes, sin rodeos, solo una pregunta básica. Si quieres saber lo más importante y central
acerca de ti mismo, entonces deja que Jesús te mire directamente a los ojos y te pregunte:
"¿Me amas? Honestamente ahora, ¿lo haces? ¿Tienes un vínculo personal conmigo, hacia mí
mismo?".
La Pregunta Inevitable
Es una pregunta simple pero no es fácil. Si Jesús es un extraño para ti, si no sabes mucho
sobre él y nunca has tenido mucho que ver con la iglesia, puedes sentir extraño y molesto que
te pregunten si amas a Jesús. Tu respuesta, obviamente, es no, no lo amas, no puedes amar
a alguien que ni siquiera conoces. Pero, ¿por qué deberías responder esa pregunta en primer
lugar? Es incómodo que un desconocido te ponga en una situación difícil y te pregunte si lo
amas.
Por otra parte, incluso si Jesús no es un completo extraño, puede sentirse incómodo y
vergonzoso que te pregunten si lo amas. Puede que sepas mucho de la Biblia acerca de
Jesús y que seas miembro de la iglesia desde hace mucho tiempo, y sin embargo, la pregunta
de Jesús "¿Me amas?" aún puede hacer que te retuerzas.
Podrías decir: "¿Amarte? Bueno Jesús, creo que has vivido una buena vida y has dado un
buen ejemplo, y realmente respeto tus enseñanzas". Pero Jesús dice: "Eso no fue lo que
pregunté. Responde la pregunta: ¿Me amas?".
Podrías decir: "Creo que hiciste muchos grandes milagros, y creo que eres el Hijo de
Dios". Pero Jesús responde: "Esa no es la pregunta. La pregunta es, ¿Me amas?".
Podrías decir: "Creo que moriste por los pecados de las personas y resucitaste de entre los
muertos. Sé que eres el que gobierna sobre todas las cosas". Pero Jesús responde: "Me
alegro de que lo sepas, pero aún no has respondido a mi pregunta. ¿Me amas?".
Podrías decir, "He sido bautizado. Voy a la iglesia. Leo mi Biblia. Trato de ser una buena
persona. Incluso hago trabajo voluntario para ayudar a los pobres y a los
enfermos". Pero Jesús dice: "¡Bien por ti! Pero deja de evitar la pregunta. ¿Me amas?"
Incluso podrías decir: "Soy pastor, maestro, líder en la iglesia. Siempre estoy ocupado
hablando de Dios y trabajando por causas religiosas". Pero Jesús dice: "Por favor, responde la
pregunta. ¿Me amas? ¿Lo haces?".
Es una pregunta que ninguno de nosotros puede evitar, una pregunta que revisa todo lo
demás sobre nosotros y llega al centro de lo que somos y lo que nos motiva. Si no amas a
Jesús, entonces el hecho central de tu personalidad es que no tienes una conexión con el
Señor y Salvador del mundo, y estás en desacuerdo con el Dios que te creó. Si amas a Jesús,
entonces el hecho central de tu personalidad es que estás en sintonía con Dios en el centro
de lo que eres. Todas las demás preguntas, sin importar cuán importantes sean, son
secundarias en comparación con la simple pregunta de Jesús: "¿Me amas?".
Nadie puede evitar responder esa pregunta. Incluso Simón Pedro, el más prominente y abierto
de los discípulos de Jesús, tuvo que enfrentar a Jesús y mirarlo a los ojos y dar una respuesta
honesta cuando Jesús le preguntó tres veces: "¿Me amas?" Pedro había seguido a Jesús y
había aprendido de él durante tres años. Él había predicado acerca de Jesús. Él había hecho
milagros en el nombre de Jesús. Pero cuando llegó el momento de la crisis y Jesús fue
arrestado, Pedro negó tres veces que conociera a Jesús. Después de que Jesús resucitó de
entre los muertos, la identidad central de Pedro permaneció en duda. ¿Qué clase de hombre
era él? ¿Dios todavía tenía algún uso para él, o era inútil? ¿Él le pertenecía a Jesús,
o no? Cuando el Señor resucitado vino con Pedro, le pudo haber dicho todo tipo de cosas y le
pudo haber hecho toda clase de preguntas, pero simplemente le preguntó a Pedro: "¿Me
amas? ¿Me amas? ¿Me amas?".
Pedro se afligió profundamente cuando Jesús cuestionó su amor, especialmente la tercera
vez. Pero Pedro tuvo que dar una respuesta, y a pesar de su incomodidad y de sus
sentimientos heridos, Pedro pudo decir cada vez: "Sí, Señor, sabes que te amo". Aún y con
todo lo que fuera débil en Pedro, con lo que sea que todavía estuviera mal con él, amaba a
Jesús, y sabía que Jesús lo sabía. Jesús hizo que Pedro escudriñara su corazón y le dio a
Pedro la oportunidad de reafirmar su amor, y el Señor reafirmó a Pedro como un apóstol y lo
comisionó a preocuparse por el rebaño de Cristo.
Respondiendo a la Pregunta
¿Qué hay de ti? Tu personalidad puede no ser como la de Pedro, los detalles de tu vida
pueden ser diferentes a los de él, pero la pregunta de Jesús para ti es la misma pregunta que
le hizo a Pedro: "¿Me amas?" No se trata solo de un texto de la Biblia haciendo esa pregunta
o de un predicador citándola. Jesús mismo lo está preguntando, y él te lo está preguntando
personalmente: ¿Me amas?
Si puedes decir honestamente que sí a Jesús, ¡maravilloso! Ninguno de nosotros se atrevería
a decir que amamos a Jesús a la perfección, pero por la gracia de Dios, algunos de nosotros
podemos decir con Pedro: "Sí, Señor, sabes que te amo. Tú lo sabes todo. Tú conoces mis
pecados, mis debilidades y mis fracasos, pero también sabes que realmente te amo". Hacer
que Jesús cuestione tu amor a veces puede ser incómodo e incluso doloroso, pero puedes
terminar tranquilo, como Pedro, cuyo amor por Jesús es genuino y con quien el Señor ha
reafirmado su relación y su llamado a trabajar por él.
Pero, ¿qué pasa si la honestidad te obliga a decir: "No Jesús, no te amo"? ¿Qué pasa si no
puedes darle una respuesta positiva a la pregunta de Jesús? Bueno, incluso entonces, la
pregunta puede hacerte bien. Puede llevarte a ser realista con Jesús y contigo mismo. Puedes
descubrir un vacío espantoso en el centro de quien eres, una tremenda sequedad y muerte en
tu relación más importante, tu relación con Dios. Ese descubrimiento puede ser angustioso,
pero también puede ser el primer paso en el camino para convertirte en una nueva persona.
Cuando oyes a Jesús decir: "¿Me amas?" Es posible que tengas que responder: "No Señor,
no te amo. No me identifico contigo como una presencia personal en mi vida, y no te amo,
simplemente no lo hago. Tengo que admitirlo. Y hasta ahora no me ha molestado
demasiado. Pero ahora que me preguntas al respecto, Jesús, empiezo a ver que no puedo
seguir así. No puedo seguir pensando que soy una buena persona cuando no tengo ningún
amor por Aquel a quien debo amar sobre todo. No te amo, Señor, y eso es terriblemente
incorrecto. Lo siento. Me siento tan vacío. Algo falta en el centro de mi vida, y ese algo eres tú.
Ayúdame a conocerte a ti y a tu amor, Señor Jesús, y ayúdame a amarte en
respuesta". Enfrentar tu falta de amor puede molestarte, pero al mismo tiempo puede
despertar en ti un anhelo, y el anhelo a menudo te lleva a amar.
Jesús quiere ser amado más que nada por personas que han probado su amor. ¿Cómo
sabemos esto? Bueno, cuando Jesús volvió a comisionar al apóstol Pedro, la única pregunta
del Señor fue: "¿Me amas?" Y cuando le preguntaron a Jesús cuál era el mandamiento más
importante en las Escrituras, él respondió: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y
con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas " (Marcos 12:30).
Pero espera un minuto. La gran pregunta de Jesús dice: "¿Me Amas?" Pero el más grande
mandamiento es: "Ama al Señor tu Dios." ¿No son diferentes estos dos amores? No, Jesús
dejó en claro que el amor por él y el amor por Dios son uno y el mismo, porque como Jesús
dijo: "Yo y el Padre uno somos" (Juan 10:30). Jesús les dijo a las personas que lo rechazaron,
"Yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros " (Juan 5:42). "Si vuestro padre fuese
Dios, ciertamente me amaríais" (Juan 8:42). Amar a Dios es idéntico a amar a Jesús. Al amar
a Jesús, también amamos a su Padre y a su Espíritu Santo. Entonces, cuando Jesús dice:
"¿Me amas?", Realmente está diciendo: "¿Me amas como el Señor tu Dios? ¿Me amas con
todo tu corazón y con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas? "Por favor,
piensa en eso.
Con Todo Tu Corazón
¿Amas a Jesús con todo tu corazón? La palabra corazón aquí no se refiere al órgano que
bombea tu sangre; tu corazón es tu identidad central, tu ser más profundo. ¿Jesús es el factor
central de tu existencia? ¿Tu corazón, tu ser más profundo, se encuentra unido y ligado a
Jesús de una manera personal?
Tal vez la pregunta te desconcierta. ¿Amar a Jesús con todo tu corazón? ¿Qué podría
significar eso? Si tu madre preguntara: "¿Me amas?" tú podrías decir: "Sí, mamá, te amo con
todo mi corazón". Si tienes hijos y uno de ellos pregunta: "¿Me amas?" abrazarías a tu
pequeño y le dirías: "Te amo mucho, con todo mi corazón." Si tu cónyuge dijera: "¿Me
amas?" le respondías con un beso y con muestras cálidas de amor sincero--al menos si tu
matrimonio es saludable.
¿Pero a Jesús? ¿Cómo puedes amarlo? Si has tenido poca o ninguna conexión con la iglesia,
con la Biblia o con cualquier cosa relacionada con Jesús, ¿cómo puedes amar a un completo
extraño? E incluso si conoces un poco acerca de Jesús, si sabes que vivió hace mucho
tiempo y tal vez incluso si conoces algunas de sus enseñanzas o eventos de su vida, ¿cómo
puedes amarlo con todo tu corazón? Después de todo, sabes sobre la reina Victoria y Albert
Einstein y sobre otras figuras históricas, pero incluso si los admiras, honestamente no
puedes decir que los amas con todo tu corazón. Conocer a las figuras del pasado no es lo
mismo que amarlas. No están en la misma clase que los miembros de la familia y que otras
personas a quienes amas.
La única forma en la que tiene sentido amar a Jesús con todo tu corazón es si él es más que
una figura histórica para ti, si es una persona viva y real que está activa en tu vida en este
momento--al igual de vivo y real para ti como lo son tus propios familiares, y aún más
queridos. Jesús pregunta: "¿Soy el amor de tu corazón, el apego más elevado y más querido
de tu ser más íntimo?".
Ten cuidado de amar a alguien o a algo por encima de Jesús. La Biblia dice que en los últimos
días, en el tiempo antes de que Jesús regrese, "habrá hombres amadores de sí mismos,
avaros ... amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero
negarán la eficacia de ella" (2 Timoteo 3:2-5). Cuando te amas a ti mismo, al dinero o al placer
más de lo que amas a Jesús, aún puedes hacer algo en la debida forma de la religión, pero
solo cuentas con una forma muerta, no con el poder vivo del amor que arde en tu corazón.
En la Biblia, Jesús reprende a una iglesia de personas que son tibias hacia él. Al imaginar el
corazón como una casa, Jesús les dice a ellos y a nosotros: "He aquí, yo estoy a la puerta y
llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo"
(Apocalipsis 3:20). Jesús se rehúsa a ser una figura histórica distante que reciba un homenaje
verbal de parte de los asistentes tibios de la iglesia. Jesús es una persona viva que te
confronta aquí y ahora, llamando a la puerta de tu corazón. Si escuchas su voz y abres la
puerta, él entrará y se hará sentir como en casa contigo y será tu amigo más querido. ¿Tu
corazón es un hogar para Jesús? ¿Lo amas con todo tu corazón?
Con Toda Tu Alma
El siguiente aspecto de amar al Señor es amarlo con toda su alma. ¿Qué significa eso? A
veces la palabra alma puede referirse a la parte invisible de nosotros que continúa existiendo
entre el momento en que nuestros cuerpos mueren y el momento en que resucitan. Pero aquí
la palabra alma lo más probable es que se refiera a nuestros sentimientos y deseos, nuestras
emociones e inclinaciones, nuestras pasiones y entusiasmos. La religión sin alma, el
Cristianismo sin emociones y sentimientos profundos, es defectuoso y lúgubre, e incluso
muerto.
Algunas personas le tienen tanto miedo al emocionalismo que sofocan la emoción
genuina. Pero el Señor quiere que lo amemos con toda la emoción y el sentimiento de nuestra
alma: que lo deseemos, nos deleitemos en él, nos estremezcamos de horror cuando lo
ofendemos, temblemos de temor en su presencia, ardamos con pasión por el Señor que
amamos.
En la Biblia, Jesús se dirige a las personas de una iglesia en Éfeso y los elogia por su arduo
trabajo por servir a Dios, por su pensamiento racional al rechazar falsos maestros, por
mantenerse firmes en tiempos difíciles y por negarse a tolerar la inmoralidad. Doctrina sólida,
valentía inquebrantable, pureza moral: ¿esa iglesia no suena casi ideal? "Pero," dice Jesús
después de decir todas estas cosas positivas, "Tengo contra ti, que has dejado tu primer
amor" (Apocalipsis 2:4).
Puedes pensar con claridad, actuar moralmente y mantenerte firme por un severo sentido del
deber, pero todo eso no satisfará a Jesús si pierdes tu primer amor. ¿Amas a Jesús con una
pasión conmovedora, con deleite, con la cálida emoción y el sentimiento del primer
amor? ¿Amas a Jesús con toda tu alma?
Con Toda Tu Mente
Vamos a explorar otra dimensión del amor. ¿Amas al Señor con toda tu mente? Puedes
encontrar la pregunta un poco extraña. ¿Qué tiene que ver la mente con eso? ¿Qué tiene que
ver pensar con amar? Bien, considera esto. Supongamos que una mujer dice: "Amo a mi
esposo. Prefiero no escuchar lo que dice, prefiero no conocer sus pensamientos, prefiero no
hablar de cosas con él, no quiero que mi mente se moleste con lo que él tiene en mente, pero
lo amo". Su supuesto "amor" estaría enfermo, ¿no?
Y es aún más horrible suponer que puedes amar a Dios sin dedicarle tu mente. Jesús quiere
que lo ames con tu mente, tu intelecto, tus poderes de razón, tu imaginación, y que hagas de
cada pensamiento e idea una expresión de amor hacia él. Si llenas tu mente con libros de
mala calidad pero rara vez abres tu Biblia, si inundas tu imaginación con el sexo, la violencia y
el consumismo de la industria del entretenimiento, pero rara vez miras a un árbol o miras al
cielo y meditas en lo maravilloso que es tu Creador, Si te desplomas frente al televisor todas
las noches y raras veces te distraes leyendo un libro desafiante o pensando con esfuerzo en
alguna parte de la Biblia que te desconcierta, estás fallando en amar a Dios con toda tu
mente.
El pueblo de Dios en la Biblia habló de las palabras y pensamientos del Señor como más
dulces que la miel, más preciosas que el oro. Les encantaba enfocar sus mentes en el Señor y
meditar en su verdad. Y no rehuyeron pensar mucho sobre problemas difíciles. ¿Qué hay de
ti? ¿Amas a Dios con toda tu mente? ¿Te encanta leer la Biblia y te deleitas pensando en
algunos de los pensamientos de Dios? ¿Admiras y adoras el poder y la sabiduría de Dios al
crear y controlar el mundo? ¿Te encanta meditar en el plan de Dios para salvarte y en su plan
para la historia del mundo y para su nueva creación? Si es así, no te contentarás con algunas
ideas generales. Querrás aprender todo lo que puedas y querrás comprender todo lo que eres
capaz de hacer.
Amar a Jesús con el corazón y con el alma no debe separarse de amarlo con tu
mente. Muchos de nosotros tendemos a dividir la emoción del intelecto. Separamos la
sensación del pensamiento. Algunos Cristianos expresan fuertes emociones en la adoración,
pero parecen temerosos de ejercitar sus mentes. Otros Cristianos enfatizan el pensamiento
racional y la enseñanza sana, pero parecen temer cualquier cosa que tenga que ver con los
sentimientos. Pero amar a Jesús implica sentimientos profundos y un pensamiento sano.
Nuestras mentes deben estar en contacto con la realidad del Señor, o cualquier sentimiento
que tengamos será solo un sentimentalismo superficial. De la misma manera, nuestros
corazones y nuestras almas deben ser conmovidos por nuestro encuentro con Dios, o
nuestros pensamientos serán solo conceptos secos y muertos que se arremolinarán en
nuestro cerebro. Jesús nos llama a amarlo con toda nuestra alma y con toda
nuestra mente. Lo que Dios ha unido, no lo separemos. Amémosle con un conocimiento que
esté radiante de sentimientos, con la lógica encendida por una pasión santa.
Con Todas Tus Fuerzas.
Hay un aspecto final a considerar de amar al Señor: ¿lo amas con todas tus fuerzas, con toda
tu energía y esfuerzo, con determinación, voluntad y acción? El amor es un afecto interior
profundo, como hemos visto, pero toma una forma externa definida: derramar tu energía en
hacer lo que agrada al Señor. Cada vez que Jesús le preguntó a Pedro: "¿Me amas?" Y Pedro
dijo que sí, Jesús dijo: "Apacienta mis ovejas". En otras palabras, "¡Si me amas, ponte a
trabajar! Cumple con mis órdenes y haz el trabajo que te he asignado.
Jesús dice en la Biblia: "Si me amáis, guardad mis mandamientos. El que tiene mis
mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama" (Juan 14:15, 21). Parte de amar al Señor
con tu mente es descubrir en la Biblia cuáles son sus mandamientos y descubrir qué significan
para tu situación; y luego, una vez que sabes en tu mente lo que el Señor quiere que hagas,
demuestras tu amor por él al poner todas tus fuerzas en hacer lo que él dice. Obedeces sus
órdenes sobre rechazar ídolos, respetar su nombre y alabarlo, y también obedeces sus
órdenes acerca de amar a otras personas y tratarlas de la manera que te gustaría que ellos te
trataran. El amor verdadero por Jesús produce una acción activa y obediente. Como dijo un
Cristiano: "Cuanto más nos acercamos al corazón de nuestro Padre, más sumisos estamos
ante sus mandamientos". Eso es lo que significa amar al Señor con todas nuestras fuerzas.
Una vez más, entonces, deja que Jesús te haga la pregunta que penetra cada aspecto de
quién eres y revela la verdad más básica acerca de ti. Considera en silencio, con cuidado y en
oración su pregunta: "¿Me amas? Tu amor nunca será perfecto o completo de este lado del
cielo, pero ¿tienes un amor hacia mí que sea real y vivo, y que crece en cada parte de tu ser?
¿El amor por mí está surgiendo en tu corazón? ¿Está despertando a tu alma? ¿Está brillando
en tu mente? ¿Está dirigiendo tus fuerzas y tus acciones? ¿Me amas?".
Este mensaje fue preparado originalmente por David Feddes para los Ministerios
de Regreso a Dios. Usado con permiso.
El Hermano A Quien Ves (Dra. Feddes)
El Hermano A Quien Ves por David Feddes
Casi a todos los que conoces tienen alguna característica que no te gusta, algo que te
molesta. Si conoces a alguien lo suficiente, es seguro que hará algo que te moleste, y con
frecuencia no se trata solo de una actividad sino de un hábito, algo que hace una y otra
vez. Cuanto mejor conozcas a alguien, mejor conocerás sus fallas. En algunos casos, también
conoces cosas que te gustan que superan las fallas. Pero algunas personas no son muy
agradables, y cuanto más las conoces, menos agradables las encuentras.
Mientras tanto, Dios es perfecto. Él nunca hace nada mal. Él no tiene malos hábitos. Dios es
supremamente inteligente, perfectamente justo e increíblemente creativo. Dios es la fuente de
la belleza, el inventor del placer, la fuente de la alegría. Dios es fuerte pero tierno, aún
misericordioso, maestro de galaxias pero amigo de lo pequeño y de lo poco
importante. Cuanto mejor conoces a Dios, más rasgos admirables descubres. Dios es el ser
más adorable del universo.
Parecería mucho más fácil amar a Dios que amar a las personas que no son muy
agradables. Pero la Biblia dice en 1 Juan 4:20: "Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a
su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede
amar a Dios a quien no ha visto?". ¿Eso suena al revés? ¿No es Dios más adorable que las
personas irritantes que conocemos? ¿No es posible amar a Dios sino detestar y evitar a
ciertas personas?
El chico de mal semblante, de cejas pobladas, de barriga grande y de risa extraña, el tipo que
siempre te interrumpe antes de que puedas terminar una oración, el tipo que piensa muy poco
y bebe demasiado, el tipo que a menudo está equivocado pero nunca inseguro de sí mismo, el
tipo con creencias extrañas y comportamiento repugnante, ¿no sería fácil amar a Dios sin
amar a un tipo tan feo, irritante y testarudo?
¿O qué hay de esa mujer presumida con la voz quejumbrosa que chismorrea demasiado, que
critica con demasiada frecuencia, que discute con una voz demasiado alta, que se disculpa
muy raramente, y que también resulta ser tu esposa? Te estarás preguntando cuánto tiempo
te tomará volverte loco. ¿Qué podrías haber estado pensando cuando decidiste casarte con
ella? Si alguna vez la amaste, el amor se ha ido. ¿No puedes amar a Dios sin amar a esa
pesadilla estridente que tienes por esposa?
¿Qué hay de esa familia con adolescentes odiosos, de la horrible música sonando
terriblemente fuerte, de las personas que siempre están discutiendo contigo sobre algo, y que
resultan ser tus vecinos de al lado? ¿Qué hay de los congregantes que actúan piadosamente
los domingos pero tratan a los empleados como basura--y quiénes resultan ser tus
jefes? Tales personas no son fáciles de amar. ¿No puedes amar a Dios sin amar a los
malvados vecinos y a los codiciosos miembros de la iglesia?
Aparentemente no. Las Escrituras vinculan el amor por Dios tan estrechamente con el amor
por otras personas de manera que uno es imposible sin el otro. Si no amas al hermano a
quien ves, no puedes amar al Dios que no ves.
Buscando Subterfugios
¿Eso suena como algo demasiado difícil de aceptar? Es posible que desees buscar
lagunas. Si las personas que más te molestan son mujeres, te alegrará que la declaración
bíblica hable del hermano a quien ves y no de la hermana. Hermano significa hombre,
¿verdad? ¿Puedes salirte con la tuya detestando a las mujeres irritantes de tu vida? De
ninguna manera. La Biblia usa la palabra hermano inclusivamente, lo que significa hombre y
mujer, hermano y hermana.
Si te llevas bien con tu familia y con tus parientes, puedes estar contento de que la
declaración bíblica hable del hermano a quien ves y no de las personas que no son tus
parientes. ¿Puedes salirte con la tuya sin amar a los que no son parte de tu familia? De
ninguna manera. La palabra hermano en las Escrituras cubre mucho más que parientes de
sangre.
En este punto, otra laguna podría aparecer ante los eruditos y los pastores entrenados en la
interpretación bíblica exacta. Los exégetas expertos saben que la Biblia a menudo usa la
palabra hermanos para significar compañeros seguidores de Jesús. De hecho, eso es a lo que
se refiere 1 Juan 4:20 cuando habla del hermano a quien ves. Este versículo es parte de un
llamado a amar a los hermanos Cristianos, a los hermanos y hermanas en Cristo. No está
hablando de un amor por todas las personas en general, sino del amor que los Cristianos
tienen por otros Cristianos.
Esto es técnicamente correcto, pero ¿es una laguna no amar a algunas de las personas que
conoces? ¿Está bien no amar a quienes no son Cristianos siempre que ames a las personas
de la misma fe? De ninguna manera. La Biblia dice: "Así que, según tengamos oportunidad,
hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe" (Gálatas 6:10). Los
Cristianos tienen una obligación especial de amar a los hermanos en Cristo, pero amar a las
personas que no conocen a Cristo no es una laguna.
Ten cuidado de usar una interpretación técnicamente correcta como excusa para no amar a
ciertas clases de personas. Si dices, "¿Quién es este hermano a quien debo amar?" Suenas
como el erudito bíblico que una vez le preguntó a Jesús: "¿Quién es mi prójimo?" El erudito
planteó esta pregunta en una discusión sobre los mandamientos del Señor de amar a Dios
sobre todo y de amar a tu prójimo como a ti mismo. Este hombre sabía que había personas a
las que no amaba, pero ¿no estaría bien no amarlas mientras no contaran como prójimos?
En respuesta, Jesús contó una historia sobre un hombre que fue golpeado por una banda de
ladrones y abandonado al lado del camino. Un predicador pasó apresuradamente sin
ayudarlo. Un líder de adoración pasó corriendo sin ayudarlo. Entonces vino un extranjero
mestizo, un samaritano. Le dio primeros auxilios a la víctima, lo llevó a una posada para que
se recuperara y pagó todos los gastos. Jesús concluyó la historia preguntándole al
erudito: "¿Cuál de estos tres crees que era prójimo del hombre que cayó en manos de los
ladrones?" El erudito solo pudo responder: "El que tuvo misericordia de él".
Jesús le dio la vuelta a la pregunta. En lugar de preguntar: "¿Quién es mi prójimo?" Y buscar
lagunas, Jesús nos enseña a preguntar: "¿Cómo puedo ser un prójimo?" y buscar ayudar a los
demás.
Si eres un experto sentado en una cómoda sala de conferencias analizando la pregunta
"¿Quién es mi prójimo?", Podrías decidir que algunas personas (como los samaritanos de
poca monta) no califican como prójimos. Podrías pensar que tu vecino es la persona más
parecida a ti, la persona con la que te es más fácil encajar, tal vez un compañero de clases,
un predicador o un líder de adoración.
Pero si te han robado y golpeado, si no tienes dinero y estás perdiendo sangre y podrías morir
si nadie te ayuda, esto cambia la pregunta sobre el prójimo. Cuando buscas lagunas, estás
ansioso por descalificar a ciertas personas para que no sean tus prójimos, para que no tengas
que amarlas. Pero cuando estás desesperado en busca de ayuda, estás esperando que
alguien, cualquiera, actúe como un prójimo y como un hermano para ti.
Cuando la Biblia dice: "El que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a
Dios a quien no ha visto?", no busques lagunas. Incluso si ellos no se ajustan a la definición
exacta de hermanos de este pasaje particular de la Biblia, incluso si los consideras no como
hermanos sino como enemigos, Jesús ordena: "Amad a vuestros enemigos". No hay lagunas
para no amar. Si no amas a las personas a quienes ves, no puedes amar al Dios invisible.
El Arreglador Invisible
Pero eso nos lleva de vuelta al problema con el que comenzamos. ¿No es más fácil amar a un
Dios perfecto que a las personas imperfectas? No necesariamente. Dios merece amor más
que nadie, pero no podemos verlo. No podemos tocarlo. No podemos hacer nada para
ayudarlo porque no nos necesita. Muchos de nosotros no sabemos cómo es realmente Dios, y
podemos engañarnos pensando que lo amamos cuando en realidad solo amamos a nuestra
propia versión imaginaria de Dios.
De hecho, algunas de las cosas que hacen que Dios sea más digno de amor son algunas de
las cosas que menos nos agradan. Como pecadores, tendemos a detestar a cualquiera que
sea más santo que nosotros. Tendemos a detestar a cualquiera más inteligente, más fuerte y
más capaz que nosotros. Algunas de las personas que más nos disgustan son a las que más
envidiamos. Pero Dios es a quien más envidiamos de todos, incluso si no lo admitimos.
Deseamos que pudiéramos ser Dios. Deseamos que pudiéramos tener el poder de Dios para
hacer lo que queramos. Deseamos que pudiéramos tener la autoridad de Dios para decidir
qué está bien y qué está mal. Deseamos que pudiéramos tener la libertad de Dios para dirigir
el universo de acuerdo con nuestra propia agenda. En el fondo desearíamos poder ser
Dios. Nos molesta el hecho de que Dios es Dios y nosotros no. Este resentimiento contra el
Dios invisible se hace presente en nuestro resentimiento hacia las personas que Dios pone en
nuestras vidas.
Es fácil pensar que el amor hacia Dios radica en sentir buenas vibras hacia él, en decir
algunas palabras piadosas y quizás en cantar una canción religiosa de vez en cuando. Pero
una de las principales formas de mostrar un amor verdadero por el Dios invisible es amar a las
personas a quienes vemos. Podrías decir: "Amo a Dios. Creo que es maravilloso. Pero
deberías ver a los horribles miembros de la familia y a las personas con las que tengo que
lidiar. Puedo amar a Dios sin amar a algunos de esos tontos".
Aquí hay una pregunta noble: ¿quién te puso en esa familia en particular? ¿Quién te trajo a
ese barrio con esas personas irritantes calle abajo? ¿Quién te consiguió un trabajo con
personas que te enfurecen? ¿Quién espera que ames a personas a las que nunca hubieras
querido conocer? Fue Dios.
Dios es quien arregla tu vida. Si odias el arreglo, odias al Arreglista. Si odias a las personas
que él ha puesto en tu camino, odias al Señor por ponerlas en tu camino. Según la Biblia, Dios
arregla tu vida y tus relaciones. Establece el tiempo de tu vida y decide tu ubicación exacta,
con la intención de que puedas desearlo y encontrarlo (Hechos 17:26-27). Dios moldea todas
las cosas--incluso cada detalle de tu vida y cada relación--de acuerdo con su propósito y su
plan (Efesios 1:11). Entonces, si odias la forma en que se desarrolla tu vida, y si odias a las
personas en tu vida, lo que realmente odias es a Dios. No te mientas a ti mismo. Si no amas a
quienes ves, no puedes amar al Arreglista invisible que hizo que esas personas sean parte de
tu vida.
Icono del Dios Amoroso
Otra razón por la que no puedes amar a Dios sin amar a las personas a tu alrededor es que
cada persona sirve como un ícono de Dios para los demás. La Biblia dice que Dios creó al
hombre a su propia imagen y semejanza. Otra palabra para imagen es icono. La Escritura dice
que es ridículo alabar a Dios con la boca y luego usar esa misma boca para maldecir a los
humanos que están hechos a su imagen, quienes son sus íconos (Santiago 3:9-10). Como
Dios es invisible, una forma de mostrar amor por él es amar a sus íconos.
Algunas religiones se especializan en estatuas, en representaciones, en imágenes y en
íconos. Pero Dios nunca permitió que su pueblo hiciera ídolos o imágenes talladas para
representar a Dios o para ser objetos de devoción. Una razón para esto es que el Dios
invisible e infinito se niega a ser limitado, tergiversado o controlado por el uso de
imágenes. Otra razón es que Dios ya ha hecho íconos hacia los cuales podemos mostrar
nuestro amor y devoción por Dios. Nuestros compañeros humanos son los íconos de Dios
para nosotros, y debemos servirle al Señor sirviéndoles. Dios no quiere que nosotros besemos
imágenes de Jesús o nos inclinemos ante las estatuas que hemos hecho. Dios no quiere que
amemos ni sirvamos a ningún ícono que hayamos hecho. Él quiere que amemos y sirvamos al
ícono que él hace, la imagen de Dios en otras personas. Esas personas no son en realidad
Dios, por supuesto, más de lo que yo soy Dios, pero debo ver a cada una como un ícono de
Dios y tratarlas como quisiera tratar al Señor si estuviera en esa situación
particular. Proverbios 19:17 dice: "A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho,
se lo volverá a pagar ".
Jesús dice lo que les dirá en el fin del mundo a aquellos que son salvos que le dieron comida,
ropa, refugio, amistad y hospitalidad. Ellos preguntarán: "Señor, ¿cuándo te vimos
necesitado?" Jesús dirá: "En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños,
a mí lo hicisteis " (Mateo 25:40). Jesús entonces les dirá a los condenados que lo descuidaron
y se negaron a ayudarlo cuando lo necesitó. Ellos dirán: "Señor, ¿cuándo te vimos y no te
ayudamos?" Jesús dirá: "En cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a
mí lo hicisteis " (Mateo 25:45). La forma en que tratamos a otras personas es algo que Jesús
toma personalmente. Tu relación con el Señor se refleja en tu trato con los demás, porque
cada ser humano es ícono de Dios, creado a su imagen.
Si encuentras a algunas personas difíciles de amar, probablemente es porque su personalidad
choca con la tuya y sus objetivos se interponen en tu camino. Pero si no puedes amar a
alguien a quien ves debido a las diferencias entre ustedes, ¿cómo puedes amar al Dios
invisible, quien es mucho más diferente? Eres mucho más como tus compañeros pecadores
de lo que eres como Dios. Una parte de tu campo de entrenamiento para amar a Dios, quien
es absolutamente diferente a ti, es aprender a amar a las personas que son tan solo un poco
diferentes a ti.
Un ícono es una conexión física con algo espiritual. Las actitudes espirituales se reflejan en
acciones físicas. Otra persona es un ícono de Dios, y sus actos materiales de amor son íconos
o señales visibles de su amor por Dios. La Biblia dice,
En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros
debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve
a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en
él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad (1 Juan 3:16-
18).
Si amas al Señor y te diriges al cielo, esto se refleja en la ayuda física para el hermano a
quien ves. Si rechazas a Dios y te diriges al infierno, esto se refleja en tu descuido a las
necesidades físicas del ícono de Dios, el hermano a quien ves.
La Marca del Amor de Dios
No puedes amar al Dios invisible pero merecedor sin amar a tu hermano a quien has visto,
pero a menudo indigno. Puede parecer más fácil amar a los merecedores que a quienes no lo
merecen, pero esta es la realidad: si amas a Dios en absoluto, es solo porque él te amó
primero. Él te amó cuando no lo merecías. Jesús entregó su vida como sacrificio para pagar
por tus pecados. Jesús no murió por ti porque lo merecieras, sino porque lo necesitabas. Y si
eres salvo y el Espíritu de Cristo vive en ti, amas a los demás y te entregas a ti mismo para
ayudarlos, no porque lo merezcan sino porque lo necesitan. Si has sido amado con el amor de
Dios y has sido salvado por él, esa misma clase de amor fluirá a través de ti hacia los
demás. En 1 Juan 4, la Biblia dice,
Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha
perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues
como él es, así somos nosotros en este mundo... Nosotros le amamos a él, porque él nos amó
primero. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que
no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y
nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano."
(1 Juan 4:19-21).
Si no amas a los demás, no amas a Dios. Ni siquiera lo conoces. Si no defiendes a los débiles
y ayudas a los necesitados, ni siquiera conoces al Todopoderoso. La Biblia dice acerca de un
gobernante piadoso: "¿No hizo juicio y justicia, y entonces le fue bien? El juzgó la causa del
afligido y del menesteroso, y entonces estuvo bien. ¿No es esto conocerme a mí? " Declara el
Señor (Jeremías 22: 15-16). Si crees que conocer a Dios es una cuestión de sentimientos o
experiencias místicas, piénsalo de nuevo. Dios dice que hacer lo correcto y ayudar a los
necesitados es conocerlo a él.
Cuando conoces a Dios, sabes que él ayuda a los indefensos porque te ayudó cuando
estabas indefenso. Cuando conoces a Dios, sabes que él perdona a los que no lo merecen
porque te perdonó cuando no lo merecías. Cuando conoces a Dios, sabes que él ama a sus
enemigos porque te amó y derramó su sangre por ti cuando aún eras su enemigo. Cuando
conoces a Dios y experimentas su amor, mostrarás ese amor hacia los demás.
Bajando por una Chimenea.
Para mostrar amor por Dios, comienza amando a los más cercanos a ti. Nuestra primera
presentación ante otras personas, y la primera prueba de amor para Dios, es la vida
familiar. Una forma de medir cuánto honras a Dios es cuánto honras a tus padres. Si no amas
y honras a tus padres puedes ver que no puedes amar al Padre celestial a quien no puedes
ver. ¿Qué tan bien te llevas con tus hermanas y hermanos? ¿Qué tanto peleas y discutes con
ellos? ¿De verdad te preocupas por tu familia ampliada? La familia es la primera prueba de
amor por Dios y por la humanidad.
Algunas personas dicen ser grandes amantes de la humanidad. Tienen amigos con ideas
afines que comparten sus intereses y cuya compañía les agrada. Tienen ideales para la
sociedad y les agradan aquellos que comparten sus ideales. Pero muchos de estos idealistas
y amantes de la humanidad no pueden soportar a sus propios familiares, y eso me hace dudar
de si son tan grandes amantes de la humanidad después de todo. No amas a la humanidad si
solo amas a algunos de tus seres humanos favoritos elegidos a mano, pero no amas a
aquellos que son parte de tu vida sin tu elección.
El escritor británico G. K. Chesterton escribió, "La mejor manera en la que un hombre podría
poner a prueba su disposición para enfrentar la variedad común de la humanidad sería
descender a cualquier casa al azar y embarcarse lo mejor posible con las personas que están
dentro. Y eso es esencialmente lo que cada uno de nosotros hicimos el día en el que
nacemos". Salir del canal de parto de tu madre fue como bajar por una chimenea hacia una
casa que no elegiste y aterrizar entre personas que no conocías. Ellas son las primeras
personas a quienes debes aprender a amar. Cualquiera que no ama a su familia, a quien ha
visto, no puede amar a la humanidad en general, a quien no ha visto y a quien realmente no
conoce. Y ciertamente no puede amar a Dios. La falta de amor y cuidado por los parientes y la
familia inmediata hace que una persona sea peor que alguien que no cree en Dios en absoluto
(1 Timoteo 5: 8).
Amar al mundo
El amor por la humanidad comienza en casa, pero no se detiene allí. Si conoces a Jesús, el
amor va más allá de la familia biológica para incluir a la familia de Dios. Sientes un afecto
especial por tus hermanos Cristianos y una obligación especial de ayudar a los seguidores de
Jesús necesitados. Incluso entonces, no has llegado al límite del amor.
Tú eres directamente más responsable de algunas personas que de otras, pero nunca eres
libre de descartar a alguien o de despedir a una clase completa de personas más allá de los
límites de tu amor. La Biblia dice que Dios amó al mundo, y nuestro amor, al igual que el de
Dios, debe ser mundial y no debe estar limitado a nuestro propio grupo o nación. Como
individuos, debemos mostrar amor, e incluso como sociedades y naciones, debemos construir
políticas para ayudar a los demás, y no simplemente aprovecharnos de ellos.
¿Qué pasaría si un funcionario de gobierno de alto rango declarara que su objetivo principal
era mantener a su nación rica a expensas de las naciones pobres? ¿Qué pasaría si un país se
autoproclamara una tierra de oportunidades, de libertad y de derechos humanos, pero dijera
que esas cosas son irrelevantes para tratar con otras naciones? Decir tales cosas
abiertamente sería una mala política para un gobierno. Pero en un memorándum confidencial
de 1948 que luego fue desclasificado, George Kennan, el jefe de personal de Planificación de
Políticas del Departamento de Estado de los EE. UU. en su momento, declaró:
Tenemos aproximadamente el 50% de la riqueza mundial, pero solo el 6.3% de su
población ... En esta situación, no podemos dejar de ser objeto de envidia y
resentimiento. Nuestra verdadera tarea en el próximo período es diseñar un patrón de
relaciones que nos permita mantener esta posición de disparidad sin un perjuicio positivo para
nuestra seguridad nacional. Para hacerlo, tendremos que prescindir de todo sentimentalismo y
de soñar despiertos; y nuestra atención tendrá que concentrarse por todos lados en nuestros
objetivos nacionales inmediatos. No necesitamos engañarnos a nosotros mismos acerca de
que hoy podemos permitirnos el lujo del altruismo y la benevolencia mundial ... Deberíamos
dejar de ponernos en la posición de ser el guardián de nuestros hermanos y abstenernos de
ofrecer consejos morales e ideológicos. Deberíamos dejar de hablar de objetivos vagos e
irreales como los derechos humanos, el incremento de los niveles de vida y la
democratización. No está lejos el día en el que vamos a tener que lidiar con los conceptos de
poder directo. Mientras menos nos veamos obstaculizados por lemas idealistas,
mejor. (Estudio de Planificación de Políticas 23, 24 de febrero de 1948).
Alguien que quisiera expresar ese enfoque político con un simple lema diría: "Se trata de la
economía, estúpido". Si alguien hubiera acusado a los Estados Unidos de tratar de
permanecer rico manteniendo pobres a los demás o desechando los ideales que dicen
defender, los Estadounidenses hubieran podido objetar que la acusación fue injusta y que el
acusador era un radical antiamericano. Pero esa no era una acusación disidente, era un
documento de política. Estoy seguro de que no todos los líderes del gobierno se sentían de
esta manera, pero no era solo una persona de bajo nivel la que pidió usar el poder para
mantener una gran ventaja de riqueza. George Kennan tal vez fue el principal pensador de la
política exterior Estadounidense durante el último medio siglo.
Tal enfoque implica el amor al dinero y la confianza en el poder, no el amor a las personas o la
confianza en Dios. Una nación que solo se preocupa por sí misma y se aprovecha de los
demás debe arrepentirse o perecer. Un individuo que solo se preocupa por sí mismo y se
aprovecha de los demás debe arrepentirse o perecer.
En nuestros hogares, en nuestros vecindarios e iglesias, en nuestra propia nación y en las
relaciones con otras naciones, Dios nos llama a amarlo amando al hermano a quien
vemos. Ya sea haciendo actos personales de amor por un individuo o buscando justicia
pública en los asuntos de las naciones, nuestra relación con Dios se vuelve visible en la forma
en que nos relacionamos con los demás. Ama a Dios amando al hermano a quien ves.
Este mensaje fue preparado originalmente por David Feddes para los Ministerios de Regreso
a Dios. Usado con permiso.
Vida Creacionista (Dr. Feddes)
Vida Creacionista por David Feddes
Si las encuestas de opinión pública son correctas, la mayoría de nosotros estamos de acuerdo
en que Dios creó el universo. Podemos estar en desacuerdo sobre cuánto tiempo hace que el
Señor comenzó a crearlo o qué métodos usó, pero la mayoría de nosotros estamos de
acuerdo en que Dios lo creó. Incluso entre aquellos que aceptan al menos algunos aspectos
de la teoría de la evolución, la gran mayoría todavía creen que todo el proceso fue iniciado y
dirigido por Dios. Solo una pequeña minoría dice que Dios no tuvo nada que ver con eso, que
todo el universo, incluida la humanidad, es solo un accidente cósmico.
La mayoría de nosotros creemos en la creación divina. Pero ¿Y qué? ¿Qué diferencia
hace? Una forma de responder es escuchar a alguien que no cree en el Dios Creador. Francis
Crick escribió en su libro La Asombrosa Hipótesis: "La asombrosa hipótesis es que 'Tú', tus
alegrías y tristezas, tus recuerdos y ambiciones, tu sentido de identidad personal y tu libre
albedrío, de hecho, no son más que el comportamiento de un vasto conjunto de células
nerviosas y sus moléculas asociadas. "¿Suena inspirador? En respuesta a Crick, el profesor
Phillip Johnson señaló que no podríamos tomar en serio la "asombrosa hipótesis" de Crick si
Crick acabara de salir y dijera:" Yo, Francis Crick, mis opiniones y mi ciencia, e incluso los
pensamientos expresados en este libro consisten en nada más que el comportamiento de un
vasto conjunto de células nerviosas y sus moléculas asociadas". La hipótesis de Crick es auto
refutante. Si él no tuviera un ser propio, ¿por qué escucharlo? Si sus pensamientos fueran
solo nervios y moléculas que interactúan, ¿por qué prestarles atención? Negar al Creador, ya
sea como materialista que solo cree en la materia y en las moléculas, o como un budista que
acepta la doctrina del no ser--nos deja sin fundamento alguno para suponer que el
pensamiento humano y la moralidad puedan tener alguna conexión con la realidad.
¿Por qué importa creer en el Creador? Para empezar, porque la creación es la base de la
racionalidad, de la moralidad y de la dignidad humana. Entonces, si todavía no crees en el
Creador, te animo a reconsiderarlo.
Sin embargo, en este momento no quiero desafiar a aquellos que no creen en la creación
tanto como quiero desafiar a los que si creen en la creación. A veces, aquellos de nosotros
que creemos en la creación, nos enfocamos en argumentar abiertamente sobre aquellos que
no creen. Nos enfocamos en el origen y en la historia del principio del universo. Los Cristianos
intentan convencer a los ateos de que el universo existe solo porque Dios lo hizo, y también
debatimos con otros Cristianos que tienen diferentes puntos de vista sobre cómo lo hizo
Dios. Esto es importante.
Pero no vamos a centrarnos en aclarar nuestros hechos, por importante que esto sea. En
lugar de debatir sobre varias teorías, supongamos que tú y yo creemos que Dios creó el
cosmos, y lo que es más, supongamos que tenemos la teoría correcta de cómo lo hizo. ¿Y
que? Supongamos que tenemos nuestros hechos claros sobre lo que Dios hizo hace mucho
tiempo, ¿qué diferencia hace ahora?
Supongamos que creemos en el primer versículo de la Biblia: "En el principio creó Dios los
cielos y la tierra" (Génesis 1: 1). Creemos lo que Dios dice en el libro de Isaías: "Yo hice la
tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos" (Isaías
45:12). Estamos en sintonía con Hebreos 11:3: "Por la fe entendemos haber sido constituido
el universo por la palabra de Dios". Creemos la verdad de la creación. Pero, ¿cómo es vivir la
verdad de la creación?
La fe en el Creador no es solo un hecho que debe almacenarse en nuestro archivador
mental. No es solo una teoría sobre algo que Dios hizo hace mucho tiempo. No solo
necesitamos creencias creacionistas. Necesitamos una vida creacionista. Una fe viva en el
Creador afecta todo: la forma en que nos relacionamos con Dios, la forma en que nos
relacionamos las personas, y la forma en que nos relacionamos con la tierra.
Relación con Dios
Comencemos con lo que significa nuestra relación con Dios. Algo que esto significa es que
vivimos con la confianza en nuestro creador. Es bueno contar con creencias correctas sobre
lo que el Creador hizo hace mucho tiempo para dar inicio al universo, pero ¿de qué sirve si no
podemos confiar en él hoy y en el mañana? Podemos tener todas las ideas correctas sobre
los orígenes, incluso podemos criticar los defectos de las teorías de otras personas, pero a
veces nos las arreglamos para preocuparnos demasiado, como si el Creador ya no estuviera a
cargo.
Jesús nos dijo que en lugar de preocuparnos, debemos confiar en nuestro Creador. Después
de todo, Dios se asegura de que las aves tengan mucho para comer; él les da un vestido
espléndido a las flores. Si así es como él cuida a sus criaturas inferiores, puede asegurarse de
que tengas comida y ropa que usar. Así que no te preocupes por estas cosas, dice Jesús. Tu
Padre celestial sabe que los necesitas. Simplemente busca primero el reino de Dios y su
justicia, y déjale el resto a Dios (Mateo 6: 25-34).
Nuestras preocupaciones serían comprensibles si creyéramos que todo en el universo ocurre
por pura casualidad, que no hay un plan para nuestras vidas, y que nadie está a cargo. Pero si
creemos que el universo entero es creación de Dios, si realmente creemos que Dios lo hizo y
que continúa sosteniéndolo y dirigiéndolo, entonces es hora de dejar de preocuparnos y
comenzar a confiar.
Podemos confiar en que Dios se ocupará de nuestras necesidades inmediatas, y
también podemos confiar en el futuro definitivo. Si fueras ateo, podrías tener el derecho de
sentirte triste. Si crees que cuando mueres, estás muerto, y ese es tu final, no habría mucho
lugar para la esperanza. Si estuvieras convencido de que la humanidad eventualmente se
extinguirá, que la tierra eventualmente será tragada por el sol, y que todo el sistema solar
colapsará y no dejará rastro de vida--si estuvieras convencido de que así es como va a
terminar todo, entonces no te culpo por sentirte sombrío, gruñón y triste.
Pero si crees en el Creador, la tristeza debe desaparecer. La desesperación tiene que
dar paso a la confianza. El Señor que originalmente creó algo de la nada también puede traer
vida a la muerte; de hecho, Jesucristo, aquel por quien todas las cosas fueron creadas, ya ha
resucitado de los muertos, y a través de la fe en él, puedes tener un futuro espléndido. Lo que
es más, toda la creación se liberará de la esclavitud del pecado y de la decadencia, y
finalmente se renovará y se transformará para que sea lo que el Creador quiere que
sea. Cuando tienes confianza en todo eso, ¿por qué ser un pesimista? La muerte no es
nuestro destino final; ¡la vida lo es! El universo no está condenado a la ruina; ¡está destinado a
la renovación! ¡Así que deja de deprimirte y comienza a esperar! No digas que crees la verdad
sobre la creación; ¡Vívela!
La vida de creación implica un sentido poderoso de confianza en Dios. También involucra
una actitud de agradecimiento.
En uno de los grandes cantos de la Biblia sobre la creación, el salmo 104, el escritor dice: "El
hace producir el heno para las bestias, y la hierba para el servicio del hombre, sacando el pan
de la tierra, y el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace brillar el rostro, y el
pan que sustenta la vida del hombre" (v. 14-15). En otro lugar, la Biblia dice: "Haciendo bien,
dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros
corazones" (Hechos 14:17). La Biblia deja en claro que Dios no solo hizo que el universo
funcionara desde hace mucho tiempo. Él es quien proporciona todo lo bueno en este
momento, y eso requiere agradecimiento de nuestra parte.
Lamentablemente es posible creer en las teorías correctas sobre la creación y, sin embargo,
vivir como si hubiéramos ganado todo lo que tenemos, como si mereciéramos todo el crédito
de nuestra prosperidad y éxito. En lugar de ser agradecidos, nos volvemos arrogantes. Tal vez
tienes una mente excelente y te ha ido bien en el mundo académico. Bueno, antes de que te
vuelvas demasiado orgulloso sobre tu capacidad intelectual, no olvides de dónde
vienes. Como el Señor le preguntó a Job, "¿Quién puso la sabiduría en el corazón? ¿O quién
dio al espíritu inteligencia?" (Job 38:36).
O quizás comenzaste con muy poco, y con los años, te has vuelto exitoso y próspero. Tienes
un negocio, tienes dinero, tienes una gran casa, y puedes pensar que todo se debe a tu
astucia y trabajo duro. ¿Pero no estás olvidando algo? Como dice la Biblia, "y digas en tu
corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de
Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas..." (Deuteronomio 8:17-18) En
otras palabras, no eres tu propio éxito. Tu no sales adelante por ti mismo. No tendrías ninguna
capacidad de producir riqueza; no tendrías la oportunidad de ganar dinero, si tu Creador no te
las hubiera dado.
Si solo crees en la supervivencia del más apto, entonces supongo que cuando lograste el
éxito, pudiste haberte felicitado por convertirte en uno de los más aptos. Pero si tú y yo
creemos en el Creador, entonces el orgullo tiene que irse. Solo hay espacio para una gratitud
humilde. Solo podemos decirle "Gracias" a nuestro Creador por darnos tantas cosas buenas.
Y eso nos lleva a una tercera forma en que la vida creacionista afecta nuestra relación con
Dios: una sensación de asombro y alabanza. La creación no es solo una teoría académica. La
creación es una realidad presente. Es un gran teatro que muestra la gloria de Dios, y que
debemos aplaudir.
El Salmo 104 es un himno maravilloso sobre la creación de Dios. Comienza diciendo: "Jehová
Dios mío, mucho te has engrandecido; Te has vestido de gloria y de magnificencia" (v. 1). El
escritor inspirado ve el esplendor de Dios en el brillo deslumbrante del sol. Oye el poder de
Dios en el rugido profundo del trueno. Él ve la creatividad de Dios y el cuidado amoroso en el
cielo y en las nubes, en los prados y en las montañas, en los burros salvajes, en las cabras
monteses, en los leones, en las aves y en los peces. El escritor está tan maravillado y
asombrado que apenas puede contenerse a sí mismo: "¡Cuán innumerables son tus obras, oh
Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus beneficios" (v. 24). Termina
exclamando: "Sea la gloria de Jehová para siempre; alégrese Jehová en sus obras... A Jehová
cantaré en mi vida; a mi Dios cantaré salmos mientras viva" (v. 31, 33).
Entonces, no solo creas en ciertos hechos sobre la creación. Experimenta la creación en sí
misma y ofrécele al Creador la admiración y la alabanza. Al mirar el cielo en una noche clara,
repite el Salmo 19:1, "Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de
sus manos". Cuando mires una flor o mires una puesta de sol o pasees por un zoológico o
camines por un parque o por una reserva natural, escales una montaña o saborees una
naranja, es un buen momento para alabar al Creador y maravillarte de su grandeza. Dios tiene
pájaros que cantan su alabanza, leones que rugen su alabanza, elefantes que pregonan su
alabanza, brisas que susurran su alabanza, arroyos que balbucean su alabanza, truenos que
retumban su alabanza, pero también busca la alabanza tuya y mía, y a él le encanta
escucharla. Cuando tenemos una fe viva en el Creador, hacemos algo más que solo asentir
con la cabeza de acuerdo con un cierto conjunto de hechos. Prestamos atención a lo que el
Señor ha hecho, y lo alabamos por ello.
Hasta ahora, hemos visto cómo una fe viva en la creación afecta nuestra actitud hacia Dios:
inspira confianza, gratitud y alabanza. Ahora, en el tiempo que nos queda, veamos cómo
afecta nuestra relación con las personas y con el resto de la creación.
Relación con las Personas
La Biblia enseña que cada persona es creación de Dios, creada a su imagen. Si tu y yo
creemos esto y vivimos lo que creemos, esto tiene un profundo impacto en cómo nos
relacionamos con nosotros mismos y con otras personas.
Esto cambia la forma en la que piensas acerca de ti. Es posible que tengas una tendencia a
auto criticarte. Tal vez piensas que eres demasiado feo o demasiado estúpido o torpe o lo que
sea. Tal vez te sientes inútil debido a alguna discapacidad. Bueno, antes de auto criticarte
más, no olvides quién te creó.
Cuando Dios le dijo a Moisés que guiara a su pueblo, Moisés dijo: "Nunca he sido hombre de
fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe
de lengua ". ¿Y qué dijo Dios? Él dijo: "¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y
al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?" (Éxodo 4:10-11)
Cuando te degradas a ti mismo y a tus habilidades, también estás degradando a quien te
creó. La Biblia dice: "¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la tierra!
¿Dirá el barro al que lo labra: ¿Qué haces? " (Isaías 45:9). Dios no nos hizo iguales a todos,
no nos dio a todos el mismo parecer o las mismas habilidades, pero él nos hizo a cada uno de
nosotros a su imagen, y nos ha dado a cada uno de nosotros las características y habilidades
de las que espera que saquemos el máximo provecho, en lugar de quejarnos por lo que no
tenemos. ¿Realmente crees que Dios te creó a su imagen? ¡Entonces vive así!
Y recuerda, tú y yo no somos los únicos que portamos la imagen de Dios. Cada persona que
conocemos también la porta. Y eso debe darle forma a la manera en que los tratamos. Antes
de insultar o maldecir a otras personas, debemos darnos cuenta de que también estaremos
insultando a su Creador. El libro de Santiago dice: "Con ella bendecimos al Dios y Padre, y
con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma
boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así". (Santiago 3:9-
10). El Creador se toma personalmente los insultos hacia los portadores de su imagen. Tal vez
es por eso que Jesús dijo en su gran Sermón del Monte que "cualquiera que le diga: Fatuo,
quedará expuesto al infierno de fuego" (Mateo 5:22).
Supongo que si pensabas que las personas simplemente evolucionaron accidentalmente del
fango primitivo, podría tener sentido tratarlos como fango. Pero si crees que las personas
están hechas a la imagen de Dios, será mejor que las trates como realeza. Esto incluye a
personas de razas y naciones que no sean las tuyas. Conozco a personas que son muy
estrictas y correctas en sus doctrinas de cómo creó Dios a Adán y a Eva; son escrupulosos
acerca de los detalles más minuciosos de la historia bíblica y, sin embargo, tratan con
desprecio a las personas de diferentes orígenes étnicos. ¿De qué sirve saber la verdad si no
la vives? ¿De qué sirve decir que las personas están creadas a la imagen de Dios si no las
tratas de esa manera?
Si crees que algunas razas son más evolucionadas que otras y que solo las más aptas
deberían sobrevivir, puedo ver por qué puedes sentirte justificado al despreciar y degradar e
incluso destruir a personas que son diferentes, pero no si crees en la creación. Según la
Biblia, "Y de una sangre [Dios] ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre
toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación"
(Hechos 17:26). Es Dios quien nos puso en diferentes lugares; es Dios quien formó diferentes
razas a partir de los mismos padres originales. Y, en las palabras de la Biblia, "Dios no hace
acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia"
(Hechos 10:34-35). Si creemos en un Creador que no muestra favoritismo y que acepta
personas de todas las naciones, entonces también esa debería ser nuestra actitud.
Todavía hay otra manera en que nuestra fe en la creación afecta la forma en que nos
relacionamos con los demás. Implica la economía. Al leer una importante biografía de Carlos
Darwin, me llamó la atención nuevamente el hecho de que las ideas de Darwin sobre la
competencia entre diversas formas de vida y la supervivencia del más apto no se originaron
de su estudio de datos biológicos. Darwin obtuvo sus ideas al leer las teorías económicas de
Thomas Malthus. Malthus estaba a favor de la idea de que las personas siempre compiten por
la supervivencia económica. Las personas inteligentes, capaces y trabajadoras tienen éxito y
las personas pobres son inferiores. Es la supervivencia del más apto. Estas ideas económicas
son las que Darwin adaptó y usó en sus teorías biológicas.
La ironía es que algunas personas que rechazan la biología darwinista como algo anticristiano
y malvado parecen ser firmes creyentes de la supervivencia de los más aptos cuando se trata
de la economía. No están satisfechos con ganarse la vida; quieren más y más, y están
ansiosos por aplastar a cualquier competidor que puedan. Si manejan un negocio, no ven a
sus empleados como personas hechas a la imagen de Dios, sino solo como unidades en una
máquina económica en la que intentan obtener la máxima cantidad de trabajo por la menor
cantidad de dinero. Respetan a quienes son ricos y exitosos, y tratan a los pobres como seres
inferiores. Esto se hace bajo los estandartes de la "empresa libre", pero se trata de un
darwinismo social y económico.
Ahora, está bien ganarse la vida, hacer lo mejor para obtener ganancias, etc. Pero si vemos a
otras personas solo en términos de supervivencia del más apto, y no como portadores de la
imagen de Dios, nos hemos alejado mucho de la vida creacionista. No podemos medir el valor
de alguien en términos de éxito financiero.
Cuando vives la verdad de la creación, te das cuenta de que los ricos y los pobres tienen el
mismo valor ante los ojos de Dios. En Proverbios 22:2, la Biblia dice: "El rico y el pobre se
encuentran; a ambos los hizo Jehová". Tener dinero y poder no te hace mejor que aquellos
con menos. De hecho, debes tener cuidado en cómo tratas a los pobres, porque Dios se lo
toma como algo personal. En Proverbios 14:31, la Biblia dice: "El que oprime al pobre afrenta
a su Hacedor; Mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra" (Proverbios 14:31). Y
Proverbios 19:17 dice: "A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo
volverá a pagar " (Proverbios 19:17).
Así que no te conformes con solo creer en la verdad doctrinal sobre las personas hechas a la
imagen de Dios. Vive esa verdad. Respeta la imagen de Dios en ti y en los demás. Considera
a las personas de otras nacionalidades como iguales. Trata a tus empleados de manera
justa. Ten en cuenta que los competidores de tu empresa son más que simples rivales que
deben ser aplastados. Y muestra amabilidad hacia los pobres, sabiendo que Dios es el
Creador de todo. Eso es parte de la vida creacionista en relación con las personas.
Relación con la Tierra
Además de dar forma a cómo nos relacionamos con Dios y con las personas, la vida
creacionista también determina la forma en que nos relacionamos con el mundo que nos
rodea. Algunas personas hablan de la tierra como una entidad viviente y divina, como una
diosa llamada Gaia o Madre Tierra. Pero está mal adorar a la tierra si Dios la
creó. Deberíamos adorar al Creador, no a algo que él creó. Del mismo modo, es tonto confiar
en la astrología o leer horóscopos como si las estrellas controlaran nuestro destino. Dios creó
las estrellas. Dios controla nuestro destino; las estrellas no. La vida creacionista rechaza toda
forma de adoración a la naturaleza.
Aun así, aunque la creación no es una diosa o un dios, sí le pertenece a Dios, por lo que no
podemos tratarla de la forma que queramos. La Biblia dice: "De Jehová es la tierra y su
plenitud; el mundo, y los que en él habitan" (Salmo 24:1). Esta es la creación de Dios y la
propiedad de Dios, por lo que debemos tratarla con respeto. Dios valora a todos sus animales,
incluso al más pequeño, y eso significa que debemos tratar a los animales con
cuidado. Podemos comer carne o usar productos de origen animal para vivir, pero no hay
lugar para la crueldad o la destrucción innecesaria de los animales.
Cuando vivimos la verdad de la creación, trataremos a esta tierra con cuidado. La Biblia nos
enseña a pensar en la tierra como un jardín. Una clase de jardín es aquel del tipo que produce
alimentos: un jardín de frutas o verduras. Y ciertamente la tierra es un jardín en ese
sentido. Dependemos de los recursos de la tierra para sustentar nuestras vidas. No podemos
dañar el agua, el suelo y el aire sin dañarnos a nosotros mismos. Así que será mejor que
cuidemos muy bien este jardín en el que vivimos, ya que es la manera en la que Dios
satisface nuestras necesidades físicas.
La tierra también es un jardín en otro sentido. Algunas personas disfrutan tener un jardín de
flores. No comen de ello; lo mantienen simplemente por su belleza. Disfrutan de los colores
brillantes y del encantador aroma de las flores. Del mismo modo, algunas partes de la
creación no producen mucha comida o tienen mucho valor económico. Simplemente son
bellas muestras de la creatividad de Dios, hechas para su deleite y para el nuestro. Dios creó
la tierra no solo para producir alimentos, sino también para mostrar belleza.
Si tienes creencias precisas sobre cómo creó Dios el mundo, pero luego arrojas basura por la
ventana cuando conduces por el camino, ¿de qué sirven tus creencias? ¿Qué piensa el
Creador? Tú y yo no tenemos derecho a desfigurar o vandalizar la belleza de lo que él ha
creado. En la vida creacionista, cuidamos la tierra como si fuéramos jardineros. Para nuestra
propia supervivencia, tratamos de mantener la tierra productiva y
útil. Además, buscamos conservar su belleza.
Entonces, ¿qué hay de ello? Las encuestas de opinión pública dicen que la mayoría de
nosotros creemos en la creación. Pero ¿estamos viviendo la verdad sobre la creación? Sé que
me he quedado corto, y sospecho que tú también. Hemos pecado contra Dios, contra las
personas y contra el resto de la creación. Necesitamos ser perdonados, y tenemos que
cambiar. Necesitamos la sangre de Jesús para lavar nuestros pecados, y necesitamos que el
Espíritu Santo de Dios nos ayude, no simplemente a conocer la verdad sobre la creación, sino
a hacer que la vida creacionista sea una realidad en nuestras actitudes y en nuestras acciones
cotidianas.
Originalmente preparado por David Feddes para los Ministerios de Regreso a Dios
Internacional. Usado con permiso.
Entendiendo de la Ley de Dios
Entendiendo la Ley de Dios.
Por David Feddes
La Ignorancia de la ética
• De 37 pastores en un curso de ética, sólo 10 se enumeraron los diez mandamientos en
orden.
7 más tenían todos los mandamientos, pero en orden confuso.
Los otros 20 pastores no pudieron enumerar todos los Diez Mandamientos.
• Menos de la mitad de los evangélicos profesantes pueden enumerar cinco de los Diez
Mandamientos.
• El 13% de los Estadounidenses en general creen que todos los Diez Mandamientos todavía
están vigentes en la actualidad.
Ética Cristiana:
Dirigida por el Espíritu, una obediencia sincera a las reglas de Jesús
• Si me amáis, guardad mis mandamientos. (Juan 14:15).
• Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. (Jeremías 31:33).
• Sois carta de Cristo... escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de
piedra, sino en tablas de carne del corazón. (2 Cor 3:3).
Ética Cristiana:
Dirigida por el Espíritu, una obediencia sincera a las reglas de Jesús
• Si me amáis, guardad mis mandamientos. (Juan 14:15).
• Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. (Jeremías 31:33).
• Sois carta de Cristo... escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de
piedra, sino en tablas de carne del corazón. (2 Cor 3:3).
El Perfil de Francis Schaeffer
CONOCIENDO Y HACIENDO
Una Enseñanza Trimestral para el Discipulado del Corazón y de la Mente
Este artículo apareció originalmente en el otoño de 2001, como una publicación del informe
del Instituto C. S. Lewis.
LOS PERFILES EN LA FE
Francis Schaeffer (1912-84)
Por el Dr. Art Lindsley, Académico Residente
Francis August Schaeffer nació el 30 de enero de 1912 en la pequeña ciudad de Germantown,
Pennsylvania. Su vida, sus libros y el ministerio suizo L'Abri han tenido un impacto inmenso y
de gran alcance en esta generación, tocando personalmente a muchas personas,
incluyéndome a mí. ¿Cómo fue que Francis, junto con su esposa Edith, pudieron impactar a
tanta gente? Primero, él logró que las personas pensaran sobre los grandes problemas de la
vida y sobre la realidad. Recuerdo cuando Schaeffer vino a hablar en un servicio de capilla en
la Universidad de Seattle del Pacifico donde yo era estudiante universitario. Al igual que la
mayoría de mis compañeros de clase, yo había crecido como creyente, pero nunca había
escuchado algo como lo que Schaeffer estaba discutiendo. Abordó la Trinidad, la naturaleza
de la Creación, la realidad de la Caída y la credibilidad intelectual de la fe en Cristo. En
muchos sentidos, eso estaba en mi cabeza en ese momento, e incluso puedo recordar que
me dolió la mente cuando traté de seguirlo. Sin embargo, estaba tan fascinado por lo que dijo
que, después de su charla, asistí al tiempo de preguntas y respuestas en la Unión de
Estudiantes. Esa primera exposición más tarde me llevó a leer sus libros Escape de la Razón
y El Dios que Está Allí, los cuales abrieron nuevas arenas para la exploración.
A lo largo de los años, cuando me encontraba y hablaba con otras personas que se
encontraban con Schaeffer, mi respuesta parece haber sido típica. Al igual que yo, muchos
creyentes habían sido expuestos a una perspectiva más estrecha sobre la fe y no tenían idea
sobre las implicaciones comprehensivas de esa fe o sobre cómo es que la cosmovisión bíblica
respondía preguntas de una manera única y persuasiva. En muchos sentidos, la vida es como
un llavero que contiene muchas llaves, solo una de ellas desbloquea el candado. La fe en
Cristo es esa llave según Schaeffer; ningún otro punto de vista es adecuado para explicar la
naturaleza de la realidad.
El método de Schaeffer fue empujar al no creyente a la conclusión lógica de sus falsas
suposiciones. Alternativamente, él empujaría al no creyente hacia una base equitativa para
sus más altas aspiraciones. Por ejemplo, un joven llegó a L'Abri siendo ateo, aunque
comprometido apasionadamente con la justicia social. Él fue persuadido gentilmente acerca
de que si su ateísmo fuera verdadero no existiría una base segura para ningún valor absoluto,
incluida la justicia. Él podía renunciar a su pretensión de saber lo que era justo o encontrar
una base para ello en un estándar absoluto sobre lo correcto y lo incorrecto, más
adecuadamente basado en un Dios infinitamente personal.
Schaeffer a menudo argumentaba que, cuando se trata de eso, nuestras opciones son
pocas. Nuestros orígenes surgen de: 1) Nada, 2) El Impersonal, o 3) El Personal. Schaeffer
argumentaba que solo el Dios Personal Infinito era la llave que desbloqueaba los secretos del
Cosmos.
Una segunda razón para el enorme impacto de Francis Schaeffer era su énfasis en la dignidad
y en la caída de la humanidad. En uno de sus sermones clásicos, "No Personas Pequeñas",
dice:
Aunque somos limitados y débiles en talento, en energía física y en fuerza psicológica, no
somos menos que un palo de madera. Pero, al igual que la vara de Moisés tenía que
convertirse en la vara de Dios, entonces lo que yo soy debe convertirse en el yo de
Dios. Entonces puedo ser útil en las manos de Dios. La Escritura enfatiza que mucho puede
venir de lo poco si lo poco está consagrado verdaderamente a Dios. No hay personas
pequeñas ni personas grandes en el verdadero sentido espiritual, sino solo personas
consagradas y no consagradas. El problema para cada uno de nosotros es aplicar esta verdad
a nosotros mismos. . . solo una cosa es importante: ser personas consagradas en el lugar de
Dios para nosotros, en cada momento. Aquellas que son consideradas personas pequeñas en
lugares pequeños, si están comprometidos con Cristo y viven bajo Su Señorío en la totalidad
de la vida, pueden, por la gracia de Dios, cambiar el flujo de nuestra generación.
Una forma en la que él demostró este respeto por la dignidad de las personas fue a través de
horas de escuchar y de hablarles con amor la verdad de Cristo a las personas que
conoció. De hecho, su esposa Edith sostiene que gran parte de su educación se basó en las
conversaciones con otras personas en lugar de solo libros. Edith escribe en L'Abri:
En lugar de estudiar volúmenes en una torre de marfil separada de la vida y de desarrollar una
teoría separada sobre el pensamiento y la lucha de los hombres, durante trece años Fran ha
estado hablándoles a hombres y mujeres en medio de sus luchas. ¡Ha hablado con
existencialistas, con positivistas lógicos, con Hindúes, con Budistas, con Protestantes
liberales, con Católicos Romanos liberales, con Judíos Reformados y con Judíos ateos, con
Musulmanes, con miembros de cultos ocultos... con profesores brillantes, con estudiantes
brillantes y con desertores brillantes! Ha hablado con jóvenes rebeldes, con hippies, con
drogadictos, con homosexuales y con personas psicológicamente perturbadas ... Las
respuestas han sido dadas, no por investigación académica (aunque constantemente él hace
volúmenes de lectura para mantenerse al día), sino fuera de este ámbito de conversación en
vivo. Él responde preguntas reales con respuestas cuidadosamente pensadas, las cuales son
respuestas reales....
Francis Schaeffer creía en involucrarse en la vida--en responder a las preguntas reales de las
personas reales.
En tercer lugar, la base misma de su vida era la pasión por Cristo, la cual se muestra en su
libro La verdadera Espiritualidad. En un momento dado, habiendo llegado a Europa después
de varios años como pastor de una iglesia Presbiteriana conservadora, tuvo una crisis de
fe. Durante varios meses, luchó con si su fe fuera una "verdad verdadera", no solo su propia
percepción de las cosas, sino objetivamente real. Al final de ese período, reafirmó fuertemente
su fe y su pasión de vivir confiando en Cristo. Una de las formas en que esto se demostraba
era orando por las finanzas, pero sin enviar cartas pidiendo dinero. Muchas veces Dios
contestaba sus oraciones en el momento justo dándole la cantidad necesaria exacta. La
oración era una forma de vida en L'Abri. Anky Rookmaaker escribe: "Lo que más me
impresionaba ... era que los Schaeffers creían en la oración, y que sus oraciones a menudo
eran respondidas de una manera muy directa... Esto era tan diferente de lo que a menudo es
la oración--no solo una la esperanza ciega, sino en fe, creyendo que Dios escuchaba y que Él
respondería..." Schaeffer no solo se involucraba en las vidas de personas reales, sino que
también demostraba la fe en un Dios real.
En cuarto lugar, Schaeffer manifestaba un lugar para la importancia de las artes y de los
artistas. Puedo recordar vívidamente haber escuchado a Schaeffer hablar en la Universidad
de Ginebra sobre lo que más tarde se convirtió en un libro corto, El Arte y La Biblia. Habló de
la tragedia de muchos jóvenes Cristianos apasionados por la música, la pintura, la escultura,
el cine, etc., pero que se desanimaban de esa búsqueda debido a padres bien intencionados y
a líderes de la iglesia. Ellos no podían ver una visión sobre la verdad, la bondad y la belleza
que no se centrara únicamente en temas específicamente bíblicos y redentores, sino en toda
la creación. Por ejemplo, Schaeffer señalaba que Salomón pronunció 3,000 proverbios y 1,005
cantos. Señalaba especialmente que Salomón "disertó sobre los árboles, desde el cedro del
Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo, disertó sobre los animales, sobre las
aves, sobre los reptiles y sobre los peces" (1 Reyes 4:32-33). En otras palabras, sus temas no
eran meramente "religiosos" sino que incluían a toda la creación. Por lo tanto, hay un lugar no
solo para la "música Cristiana", sino también para la música que puede glorificar a Dios.
Schaeffer también señalaba la importancia de escuchar a la cultura contemporánea (obras de
teatro, música, películas y literatura) como un acto de amor que nos permite hablarle a nuestra
generación con una mayor compasión.
En quinto lugar, Schaeffer enfatizaba la importancia de la antítesis. Él afirmaba que el punto
de vista bíblico, implica reconocer una contradicción entre los verdaderos profetas y los falsos,
entre lo correcto y lo incorrecto, entre el bien y el mal, entre la salvación y el juicio, entre el
camino amplio y el camino angosto. J.I. Packer escribe: "Para Schaeffer, lo más trágico--por
ser lo más anti humano--en la vida era el rechazo deliberado de un ser humano por enfrentar
la antítesis o más bien la serie de antítesis, con las que Dios nos confronta en las Sagradas
Escrituras, y en esta percepción, creo que él tenía razón".
Schaeffer ha recibido muchas críticas tanto por estar equivocado en detalles de filosofía como
por ser demasiado simplista en la historia del arte u otras áreas. Él era un evangelista que no
siempre se preocupaba por los matices del especialista académico. El suyo era el lugar del
"dibujante" de la cruzada, cuyos sencillos bocetos ofrecen información valiosa sobre la vida.
De nuevo, Packer escribe: "Creo que sus dibujos animados verbales y visuales, simplistas
pero brillantes como me parecen, sobrevivirán a todo lo demás. Sin embargo, estoy seguro de
que no estaré equivocado en absoluto cuando considero a Francis Schaeffer... como uno de
los grandes Cristianos verdaderos de mi época ". Aunque podía ocuparse de los detalles de la
discusión académica, el mayor regalo de Francis Schaeffer era identificar los asuntos
religiosos y personales más grandes que se encuentran detrás de las diversas pantallas de
humo intelectuales. En su enfoque sobre lo que era realmente importante y en su negativa por
dejar que sus oyentes permanecieran en el nivel de lo superficial, su legado perdurará.
Guía de Estudio: La Época Romana
LA ÉPOCA ROMANA
I. Introducción
A. Problema: el dilema de la descomposición social y la violencia que conduce
al autoritarismo que limita la libertad.
B. Sin embargo, no estamos desamparados. ¿Por qué?
C. Respuesta abordada a través de la consideración del pasado.
D. Cualquier punto de partida en la historia sería bueno; comenzamos con Roma
porque es el antepasado directo del Occidente Moderno.
II. Roma: El Imperio Triunfante
A. El tamaño y la fuerza militar del Imperio.
B. Oscilación Imperial evocada por Aventicum (Avenches), Suiza.
III. Roma: Análisis Cultural
A. Grecia y Roma: influencias culturales y paralelismos.
1. La sociedad como el absoluto, para dar sentido a la vida.
2. Dioses finitos como base de valores aceptados.
B. Problemas derivados de la cultura Romana.
1. No hay un punto de referencia infinito como base para los valores y la sociedad.
2. Colapso de ideales cívicos, por lo tanto, inevitable.
C. Resultados del colapso de los ideales.
1. La dictadura de Julio César, una respuesta al desorden civil.
2. El régimen autoritario de Augusto firmemente establecido.
D. Características del régimen instauradas por Augusto.
1. Afirman dar la paz y los frutos de la civilización.
2. Se preocupan por mantener la fachada de la constitución republicana.
3. Las personas está dispuestas a aceptar el poder absoluto a cambio de paz y
prosperidad.
4. Sanción religiosa para emperadores dictadores: el emperador como Dios.
E. Persecución Cristiana
1. Tolerancia religiosa en el Imperio.
2. Cristianos perseguidos porque sólo adorarían al Dios personal infinito y no al César
también. Ellos tenían un valor absoluto por el cual juzgar al estado Romano y sus acciones.
F. Viabilidad de presuposiciones que enfrentaban tensiones sociales y políticas.
1. Los Cristianos tenían un punto de referencia infinito en Dios y en su revelación en el
Antiguo Testamento, en la revelación a través de Cristo, y en el creciente Nuevo Testamento.
2. Los Cristianos podían enfrentarse a la cultura Romana y conmoverse por su
debilidad interior, incluyendo el relativismo y el sincretismo.
3. El puente Romano encorvado, al igual que la cultura Romana, sólo podía estar de
pie si no era sometido a presiones abrumadoras.
IV. Roma: El Eventual Descenso y La Caída
A. Incremento del gusto por la crueldad.
B. Decadencia observada en la sexualidad desenfrenada y en el deseo de la violencia.
C. Apatía general, como se observa en la disminución de la creatividad artística.
D. Declive económico, gobierno más caro y estricta centralización.
E. Invasiones bárbaras exitosas debido a la podredumbre interna.
V. Conclusión
No hay ninguna base lo suficientemente fuerte para la sociedad o para la vida individual en el
ámbito de la finitud y el comienzo del hombre sólo como autónomo.
Preguntas
1. El Dr. Schaeffer afirma que, a través del estudio de la historia, podemos ver cómo las
presuposiciones determinan eventos. ¿Su discusión dan fe de ello y, en caso afirmativo,
¿cómo?
2. ¿Cómo puede ser útil o responsable un estudio de historia romana de media hora?
Discutir.
3. "La historia no se repite por sí sola." --Los paralelismos entre la historia de Roma y
el Occidente del siglo XX son muchos y evidentes." ¿Cómo podrían ser conciliadas estas
declaraciones?
Eventos y personas Clave
Julio César: 100-44 A.C.
César Augusto (Octavio): 63 A.C.-14 D.C.
Pontífice Máximo Declarado: 12 A.C.
Diocleciano (Emperador): 284-305 D.C.
Estudio Adicional
Aquí, como en las siguientes sugerencias para un estudio posterior, se asumirá que si deseas
dedicarle una gran cantidad de tiempo a un tema, puedes consultar una biblioteca o una
buena librería. Las sugerencias que figuran a continuación se basan en la relevancia del texto,
la legibilidad y la disponibilidad.
No todos los libros necesariamente estarán de acuerdo con la presentación del Dr. Schaeffer
en su totalidad o en todos los detalles. Pero al igual que en la conducta general de la vida,
también en cuestiones de la mente, uno debe aprender a discriminar. Si evitas leer cosas con
las que no estás de acuerdo, serás alguien ingenuo con respecto a aquello que la mayoría del
mundo piensa. Por otro lado, si lees de todo, pero sin una mente crítica, terminarás aceptando
por defecto todo lo que el mundo (y especialmente tu propio momento histórico) piensa.
J.P.V.D. Balsdon, Vida y Ocio en la Antigua Roma (1969).
E.M. Blaiklock, el Cristiano en la Sociedad Pagana (1956).
Samuel Dill, La Sociedad Romana en el Último Siglo del Imperio Occidental (1962).
E.M.B. Green, La Evangelización en la Iglesia Primitiva (1970).
Plutarco, Las Vidas de los Nobles Griegos y Romanos: Una Selección (1972).
Virgilio, la Eneida (1965).
Película: Fellini, Satyricon (1969).
La Perspectiva Normativa: Dios y Su Palabra (Articulo)
INTRODUCCIÓN
Los niños pueden ser muy graciosos, especialmente cuando intentan aprender y aplicar
nuevas ideas. Mi amigo me cuenta que el otro día, su hijita de cuatro años vino justo antes de
la cena con un caramelo en la mano y le dijo: "Papi, ¿me dejas comer este caramelo"? Ella
sabía que no podía comer dulces antes de las comidas, así que el padre le preguntó: "¿Por
qué te dejaría comer ese caramelo justo antes de la cena?"
Y ella pavoneándose le contestó: "Porque yo lo digo".
Ahora bien, es obvio que la niña tuvo que haber aprendido este tipo de respuesta de sus
padres. Por lo tanto, ella esperaba que su padre la obedeciera al escuchar la frase mágica,
"Porque yo lo digo".
Sin embargo, esta niña no había llegado a comprender un hecho fundamental acerca de la
comunicación humana. La validez de las órdenes y mandatos depende de la autoridad de
quien las da. Aunque la niña usó la misma frase que ella tenía que obedecer cuando sus
padres la dicen, no sucede lo mismo en caso contrario, cuando ella la dice.
Cuando exploramos la ética cristiana, debemos tener muy claro este hecho fundamental: la
autoridad de los principios morales se deriva de quien los ordena. ¿Por qué debemos
someternos a las instrucciones de la Escritura? ¿Por qué estamos bajo la autoridad de los
lineamientos morales de la fe cristiana? La respuesta es muy sencilla, estos mandatos tienen
autoridad porque vienen de Dios, quien tiene toda autoridad. Obedecemos porque "Él lo dice".
Esta es la segunda lección de nuestra serie "Cómo Tomar Decisiones Bíblicas". En esta serie
de lecciones, nos enfocamos en el proceso que la Biblia nos indica seguir para tomar
decisiones éticas. Hemos titulado esta lección "La Perspectiva Normativa: Dios y Su Palabra".
En esta lección empezaremos explorando el asunto de la autoridad ética, o más
precisamente, la autoridad de Dios y Su Palabra en cuanto a la ética.
En la lección anterior hemos visto que la toma de decisiones éticas por parte del cristiano
requiere que consideremos tres temas básicos: el estándar apropiado, la meta (o propósito)
apropiado y el motivo apropiado. También hemos nombrado tales consideraciones como las
perspectivas normativa, situacional y existencial, en su orden. Para tomar decisiones morales
que agradan a Dios y llevan a bendición, debemos observar las cosas desde una perspectiva
normativa, enfocándonos en estándares pertinentes o normas. También debemos observar
las cosas desde una perspectiva situacional, asegurándonos de haber evaluado los hechos y
resultados pertinentes de una situación en forma responsable.
Asimismo, debemos observar las cosas desde una perspectiva existencial, asegurando que
seguimos los propósitos y motivos adecuados.
En esta lección, echaremos una primera mirada a la perspectiva normativa, los estándares
apropiados para las decisiones éticas, concentrándonos en aquellos que son de Dios y Su
Palabra.
Esta lección se divide en dos partes principales. Primero, pondremos nuestra mirada en Dios
mismo como nuestro estándar absoluto. Y, segundo, exploraremos el cómo la Palabra de Dios
sirve como nuestra norma ética o estándar revelado. Pongamos atención primero en Dios
mismo como nuestra norma ética.
Carácter de Dios
Hay varios puntos que deberíamos analizar cuando pensamos en Dios como la ley moral
absoluta. Pero, para nuestro propósito, nos centraremos solamente en dos: primero,
hablaremos de la bondad como un atributo personal de Dios; y, segundo, analizaremos el
hecho de que la bondad de Dios es el sumo estándar de toda bondad.
Atributo Personal
En primer lugar, cuando hablamos de la bondad como un atributo de la Persona de Dios, nos
referimos a que Él es el estándar bajo el cual se mide toda moralidad. Aunque a veces
hablamos de manera abstracta acerca de conceptos de bondad y rectitud, y a pesar de que
podemos aplicar términos como bueno y recto a objetos inanimados o ideas, estos conceptos
derivan de algo muy básico: la bondad de la Persona de Dios. Aparte del carácter de Dios, no
puede existir ninguna bondad o rectitud. El valor ético existe sólo como un reflejo de Dios. En
el verdadero sentido de la palabra, Él no es sólo justo y recto, sino que es la bondad y rectitud
mismas.
Como ya vimos en nuestra primera lección, una forma en que la Escritura ilustra esta idea de
que los atributos de Dios son la norma moral es a través de la metáfora de la Luz. En 1 de
Juan capítulo 1 versículos 5 al 7, el Apóstol Juan enseña:
Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y
andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él
está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de
todo pecado. (1 Juan 1:5 - 7)
Al expresar que solo Dios alcanzó el estándar de bondad, Jesús indicaba que estaba
hablando de bondad perfecta y total, mas no de una bondad derivada o relativa.
Después de todo, la Biblia sí llama buena a otra gente. Pero la bondad de Dios es diferente,
no como otras bondades, porque es de calidad perfecta, de sumo grado y única a las
personas de la Trinidad.
Encontramos similares afirmaciones sobre la bondad suprema de Dios en toda la escritura,
como por ejemplo en el Salmo 5 versículo 4, donde David declara:
El malo no habitará junto a [Dios]. (Salmo 5:4)
Posiblemente el texto más conciso que abarca esta idea sea Mateo capítulo 5 versículo 48,
donde Jesús declaró:
Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. (Mateo
5:48)
En todos estos pasajes se nos presenta a Dios como la ley moral absoluta en dos maneras:
uno, el Señor sobresale como la cumbre de la perfección, como un ser totalmente sin tacha; y
dos, a nosotros, los lectores de las Escrituras se nos anima a medir nuestra propia bondad
bajo el lente de las acciones y el carácter de Dios.
Con base en éstos y otros pasajes bíblicos, podemos afirmar correctamente que la bondad y
rectitud debe concebirse primero y sobre todo, como atributos eternos de las personas de la
Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La bondad, entonces, consiste en las actitudes,
valores, motivos, deseos y metas que el Dios viviente tiene en su propio corazón. Así que, con
el fin de describir la norma justa de la bondad, no debemos solamente esforzarnos en
aprender principios éticos abstractos. Sino más bien debemos esforzarnos en conocer el
corazón mismo de Dios.
En segundo lugar, cuando decimos que Dios es la ley moral absoluta, también afirmamos que
no existe un estándar más alto que la persona de Dios. La bondad de Dios es el sumo
estándar de toda bondad.
Sumo Estándar
Desafortunadamente, mucha gente tiene la falsa concepción de que hay una definición de
"bueno" con la cual el mismo Dios debe medirse, si quiere ser llamado "bueno" y "justo". Por
ejemplo, algunos piensan que Dios no puede ser bueno si juzga a los seres humanos. Otros
creen que un Dios bueno jamás permitiría el mal. Y, basados en estas suposiciones,
erróneamente concluyen que el Dios de la Biblia no puede ser verdaderamente calificado
como "bueno".
Desafortunadamente y aunque algunos cristianos rechazan esa conclusión de que Dios no es
bueno, algunos creyentes erróneamente aceptan la noción de que existe un estándar más alto
de bondad, al que incluso el mismo Dios debería sujetarse.
Ahora bien, debemos admitir que a veces los mismos escritores bíblicos parecen evaluar a
Dios bajo otros estándares ajenos a su carácter. Más comúnmente, medían a Dios por medio
de la Biblia.
Por ejemplo, en el Salmo 119 versículos 65 y 68, el salmista escribió:
Tú, Señor, trata bien a tu siervo, conforme a tu palabra. Tú eres bueno, y haces el bien;
enséñame tus decretos. (Salmo 119:65-68 [NVI]).
En el verso 65, el salmista reconoce a la Palabra de Dios como estándar de bondad, e incluso
llega a decir que las propias acciones de Dios pueden ser calificadas como "buenas", bajo
este estándar. Y en el verso 68, proclama que Dios es verdaderamente bueno, igualmente sus
acciones, implicando que es así porque Dios había actuado conforme a su palabra.
Finalmente, el salmista cierra el versículo 68 expresando su deseo de aprender los decretos
divinos, es decir, la ley de Dios, para poder ser conforme a la bondad de Dios. En resumen, en
estos versos el salmista mide a Dios bajo el estándar de su ley y descubre que las acciones
de Dios son buenas.
Sin embargo, los escritores de la Biblia también sabían que la ley no es separada de Dios,
sino su auto-expresión.
Por ejemplo tomen en cuenta que en los versículos 137 y 142 del Salmo 119, el salmista
expresa:
Justo eres tú, oh Jehová, Y rectos tus juicios. Tu justicia es justicia eterna, Y tu ley la verdad.
(Salmo 119:137, 142)
La ley de Dios es recta y buena porque viene de Dios, quien es recto y bueno. Debido a que
Él es recto, todo lo que hace y lo que expresa, incluyendo su Ley, manifiesta su bondad. De
manera que, aun cuando los escritores bíblicos comparan a Dios con el estándar de su ley, lo
que hacen es reflexionar en cómo la ley expresa el carácter de Dios.
Los escritores de la Biblia jamás intentaron enseñar que Dios estuviera sujeto a la Ley como lo
están los seres humanos. Tampoco creían posible que Dios contradijera los estándares
revelados en la ley. La Biblia en forma consistente habla de la propia bondad personal de Dios
como el estándar absoluto por el cual se debe evaluar los asuntos éticos.
A más de ser el estándar moral absoluto, también veremos que Dios es el juez moral absoluto.
Esto significa que tiene la prerrogativa final de determinar si ciertas acciones, emociones y
pensamientos cumplen o quebrantan sus requisitos morales. Dios tiene el derecho y poder
total para efectuar sus determinaciones.
Independientemente de las conclusiones éticas a las que lleguemos en esta vida, Dios es la
corte suprema del universo. Él es el dueño de la última palabra en cuanto a si hemos vivido
moral o inmoralmente y sus juicios serán completamente obligatorios. No existe ninguna base
para ponerse a desafiar la autoridad de Dios. Toda la autoridad y poder son de Dios, por lo
mismo su juicio es inevitable. Escuchen las palabras de Dios sobre este tema en Job capítulo
40 versículos 2 al 14:
¿Es sabiduría contender con el Omnipotente?… ¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me
condenarás a mí, para justificarte tú? ¿Tienes tú un brazo como el de Dios? ¿Y truenas con
voz como la suya? Adórnate ahora de majestad y de alteza, y vístete de honra y de
hermosura…y yo también te confesaré que podrá salvarte tu diestra. (Job 40:2 - 14)
Dios tiene el derecho de juzgar, pues es dueño de autoridad absoluta. Y sus juicios son
inevitables pues él tiene todo el poder. A pesar de que sus criaturas deseen escapar de su
autoridad y poder, les es imposible.
En el primer análisis, hay sólo dos opciones: o nos sometemos a Dios como nuestro juez y
buscamos su misericordia por medio de Cristo o lo desafiamos y sufrimos castigo eterno.
Y en caso de que seamos tentados a resentirnos de Dios y desconfiar de sus juicios, debemos
inmediatamente añadir que sus determinaciones son justas y rectas. Él no es caprichoso,
siempre juzga de acuerdo con el inmutable estándar de su carácter. Así argumenta Eliú en
Job capítulo 34 versículos 10 al 12:
Lejos esté de Dios la impiedad, Y del Omnipotente la iniquidad. Porque él pagará al hombre
según su obra, Y le retribuirá conforme a su camino. Sí, por cierto, Dios no hará injusticia, Y el
Omnipotente no pervertirá el derecho. (Job 34:10 - 12)
Como juez moral absoluto, Dios constantemente aplica su estándar moral absoluto de su
carácter en cada uno de sus juicios. Estos son perfectos y demuestran un entendimiento y
sabiduría intachable, imparcialidad inquebrantable y moralidad impecable.
Con esta comprensión básica tanto de Dios como el estándar moral absoluto y como el juez
absoluto de moralidad, pasemos a observar algunas implicaciones de estos asuntos en
nuestras vidas. Cuando hablamos de Dios como el estándar moral absoluto, nos referimos
primeramente a la existencia de Dios por sí y en sí mismo. Y cuando hablamos de Dios como
el juez de moralidad absoluta, nos enfocamos principalmente en su interacción con su
creación.
En este punto, atenderemos ahora al hecho de cómo el poder y autoridad de Dios para juzgar
obliga a sus criaturas a vivir de acuerdo con el estándar de su carácter.
Implicaciones
Recordarán, por ejemplo, que en 1 de Pedro capítulo 1 versículos 15 y 16, Pedro instruye a
sus lectores de esta forma:
Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de
vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. (1 Pedro 1:15 y 16)
En este pasaje, Pedro afirma lo dicho, esto es que el carácter de Dios es el estándar
fundamental de todo comportamiento humano. Pero además aplica esta idea al insistir en que
debido a que Dios es el estándar para todo comportamiento humano, como consecuencia la
humanidad está obligada a obedecer e imitar a Dios.
Por supuesto es importante notar que cuando hablamos de imitar a Dios, no pretendemos
borrar la diferencia entre el Creador y la criatura, Más bien, hablamos de nuestra
responsabilidad de reflejar su carácter. Por ejemplo, cuando Pedro escribe que debemos ser
santos porque Dios es santo, lo que quiere decir es que el carácter de Dios dicta lo que es la
santidad y, como Dios actúa de acuerdo con su santidad, nosotros también debemos actuar
de acuerdo con su santidad.
Encontramos una línea similar de pensamiento en el Sermón del Monte, en Mateo capítulo 5
versículos 44 al 48, allí Jesús dijo:
Amad a vuestros enemigos…orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos
de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que
hace llover sobre justos e injustos…Sed…perfectos, como vuestro Padre que está en los
cielos es perfecto. (Mateo 5:44 - 48)
Al menos dos puntos de este pasaje de Juan son relevantes en nuestra argumentación.
Primero, al enseñar que todos debemos "andar en la luz, como Él está en la luz", Juan señala
que todos los creyentes están obligados a imitar a Dios.
Segundo, Juan señala que nuestra obligación de obedecer el estándar de Dios está en
relación con nuestro perdón en Cristo. Sólo en cuanto imitemos a Dios, es que la sangre de
Cristo nos limpia de pecado. No podemos tener a Jesús como Salvador sin obedecerle
también como Señor.
Habiendo mirado más de cerca la idea de que Dios es el estándar ético absoluto, podemos
ahora pasar a nuestro segundo tópico principal en este estudio de una perspectiva normativa
en la ética: la Palabra de Dios como nuestra normal ética revelada.
Tres Categorías
Tradicionalmente, los teólogos se han referido a la revelación de Dios, principalmente en dos
categorías: la revelación especial y la general. En la primera, han colocado las
comunicaciones de tipo directo de Dios, tales como la Escritura, profecías, sueños y visiones.
La categoría de revelación general ha incluido aspectos como la historia, el universo, el clima,
las plantas, animales y seres humanos. En términos sencillos, la revelación general ha servido
como una categoría donde entra todo lo que no es considerado revelación especial.
Aunque este enfoque tradicional ayuda en cierta forma, tiene a distraer nuestra atención de
varias importantísimas dimensiones de la revelación de Dios. Por eso, en esta lección también
hablaremos de la revelación existencial: la revelación de Dios en las personas, la cual a
menudo se agrupa bajo la revelación general, pero que realmente merece ser tratada
separadamente.
Con estas tres categorías de revelación en mente, estamos ya en posición de explorar cómo
toda la revelación de Dios nos otorga normas que revelan el carácter divino y nos guían a
tomar decisiones éticas.
Carácter Normativo
Primero veremos los aspectos normativos de la Palabra de Dios en la revelación general,
segundo veremos las normas de la revelación especial, y tercero la revelación existencial
como un estándar revelado. Fijémonos ahora en la forma en que la revelación general de Dios
nos sirve de autoridad.
Revelación General
Cuando hablamos de revelación general, nos referimos a la forma en que la creación y la
historia nos manifiestan verdades acerca de Dios y sus requisitos morales hacia nosotros.
Desde luego que esta revelación general no nos puede enseñar todo.
Por ejemplo, algunos temas, como el camino de salvación por medio de Jesucristo, son
enseñados sólo a través de la revelación especial, y aun otros aspectos nos llegarán
principalmente por medio de revelación existencial. Además, la Biblia resalta el hecho de que
cuando Adán y Eva cayeron en pecado, el mundo creado también cayó, entonces la
naturaleza sufrió corrupción. Como resultado, es difícil interpretar la creación y la historia,
pues ellas no presentan una imagen perfectamente clara del carácter divino. Sin embargo, la
Biblia nos asegura que la revelación general habla lo suficientemente claro como para
enseñarnos las verdades acerca de Dios, nos revela el estándar perfecto del carácter de Dios
y, por tanto, nos sirve como una de las normas reveladas por Dios.
Trataremos de dos aspectos fundamentales de la revelación general aplicables a la ética
cristiana: su complejidad y su importancia.
Complejidad
En primer lugar, la revelación general es compleja. Usualmente, los cristianos piensan sobre
la revelación general en términos muy sencillos, como si todas sus formas fueran iguales. Sin
embargo, en realidad existen varios grados de generalidad y especialidad dentro de la
categoría de revelación general. Algunos aspectos de la revelación general competen a todos
los humanos, mientras que otros son restringidos a grupos muy limitados de gente. Varios
aspectos son más amplios en su significado, mientras otros van a lo particular. Algunos
aspectos siguen el orden natural con muy poca indicación de la participación activa y diaria de
Dios, mientras otros demuestran claramente su sobrenatural intervención.
Por ejemplo, consideren uno de los extremos del espectro, la muy ampliamente vista
revelación general del Sol. En la historia del mundo, casi todos han observado el sol y sus
efectos. Y en esto han visto la revelación divina. Este es probablemente el tipo más
imaginable de revelación general. Pero hay que considerar también que al observar el sol y
sus efectos, todos los seres humanos estarían obligados a una reacción moral. La cual Jesús
describió en Mateo capítulo 5 versículos 44 y 45:
Amad a vuestros enemigos…y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis
hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y
que hace llover sobre justos e injustos. (Mateo 5:44 y 45)
El hecho de que el sol salga para los malos, los abrigue y dé cosechas, demuestra que Dios
es paciente y bondadoso incluso con los pecadores que lo odian. Y debido a que todos los
seres humanos tienen la responsabilidad de imitar el carácter de Dios, todos somos
responsable de amar a y orar por nuestros enemigos.
En el otro extremo del espectro, algunas revelaciones generales son conocidas por tan poca
gente, que se asemejan mucho a revelaciones especiales. Por ejemplo, consideremos la
historia de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Como ya hemos dicho, la historia es
parte de la revelación general. Al ver los sucesos que Dios permite y cómo gobierna el mundo
a través del tiempo, conocemos más acerca de Él. Y la historia de la redención,
particularmente la obra de Jesucristo, nos brinda gran cantidad de información acerca de Dios,
nosotros y la salvación.
Escuchen la forma en que Pablo expone la historia de la resurrección en Hechos capítulo 17
versículos 30 y 31:
Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los
hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual
juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle
levantado de los muertos. (Hechos 17:30 y 31:)
Importancia
Al principio, puede extrañar a muchos cristianos, el que se asigne un valor tan alto a lo que
aprendemos a través de la creación y la historia. Después de todo, una de las marcas de la
teología Protestante es que nosotros insistimos sobre la superioridad de la Escritura por sobre
otros tipos de revelación. Pero la verdad es que aunque exaltamos y con razón la Escritura
como la suprema forma presente de revelación, el Protestantismo también ha afirmado
siempre la validez y autoridad de la revelación general.
Por ejemplo, la Confesión de Fe de Westminster empieza en el capítulo 1, sección 1, con
estas palabras:
La luz de la naturaleza y las obras de creación y de providencia manifiestan la bondad,
sabiduría, y poder de Dios de tal manera que los hombres quedan sin excusa, sin embargo,
no son suficientes para dar aquel conocimiento de Dios y de su voluntad que es necesario
para la salvación.
Dios ha demostrado su carácter a través de lo que ha hecho y por su continua interacción con
lo que ha hecho. Y debido a que Dios es en sí nuestra norma absoluta, estamos obligados a
obedecer su auto-revelación que nos llega por medio de la revelación general.
Pablo expresaba estas ideas en Romanos capítulo 1 versículos 18 al 20, donde escribió:
La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que
detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues
Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen
claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas
hechas, de modo que no tienen excusa. (Romanos 1:18 - 20)
La revelación general es un estándar o norma para creer en Dios que es obligatoria a toda la
gente. Y debido a que es una norma obligatoria, todo aquel que actúe en contra de lo que
Dios ha revelado es culpable de pecado.
Esta misma idea sobresale muy claramente en Romanos capítulo 1 versículo 32, donde Pablo
añade este comentario sobre aquellos que rechazan a Dios revelado en la creación:
Quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de
muerte. (Romanos 1:32)
Aquí, la revelación general es llamada "juicio". En otras versiones, se traduce como "decreto"
o "mandato". Sin embargo, la idea básica está clara: la revelación general es un estándar
revelado obvio para todos y que Dios ordena que todos obedezcan.
Ahora bien, mucha gente puede estar en desacuerdo con la evaluación de Pablo acerca de
que este estándar sea obvio para todos. No cabe duda de que algunos sintamos que no
hemos aprendido estas cosas de la creación, y que es información muy específica como para
ser obtenida de la naturaleza y la historia. Lo mismo se pensaba en la época de Pablo, por
eso el apóstol incluye una discusión del porqué mucha gente no comprende estos hechos de
la revelación general. En Romanos capítulo 1 versículo 21, Pablo explica:
A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que
se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y se les oscureció su insensato corazón.
(Romanos 1:21 [NVI])
Pablo quería decir que aunque la revelación general nos habla claro, nosotros rechazamos su
significado obvio a favor de otros significados. Los incrédulos antiguos inventaron dioses
falsos. Los incrédulos modernos atribuyen la creación al azar. E incluso muchos cristianos se
han acostumbrado a mirar la creación bajo el lente de la incredulidad moderna. Sin embargo,
la revelación de Dios sigue siendo obligatoria. Sigue siendo el estándar revelado al que
debemos sujetarnos.
Probablemente, Pablo se basa en el Salmo 19, donde David escribió en el versículo 1:
Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. (Salmo
19:1)
A fin de cuentas, los cielos y el resto del mundo creado, son tal vez el aspecto más general de
la revelación general. Casi todos los que han habitado el mundo, han podido ver la vastedad
del cielo: este tipo de conocimiento es extremadamente común. Y, si aun la más general de la
revelación general es obligatoria y autoritativa, ciertamente las formas más especiales de
revelación también lo son.
Habiendo visto que la revelación general nos llega en muchas formas, y que todas estas
formas revelan las normas de Dios, deberíamos también ver la revelación especial como otra
norma revelada por Dios. Aunque no nos resulte fácil creer que la revelación general es parte
del estándar revelado por Dios para nuestras vidas, todos los cristianos deberíamos
fácilmente reconocer que la revelación especial constituye una obligación en nuestra vida.
Revelación Especial
Tal como lo hicimos con la revelación general, nos enfocaremos en lo complejo de la
revelación especial y su importancia para la ética cristiana.
Complejidad
En primer lugar, la revelación especial es compleja y nos llega en diversas formas, muchas de
ellas por medio de palabra hablada o escrita, pero todas incluyen comunicación de Dios con la
gente, en maneras que van más allá de lo normal. A medida que examinamos la Escritura,
nos encontramos con muchos y diversos ejemplos de revelación especial. En algunos casos,
Dios aparece en forma visible y audible a grupos o individuos. En otros casos, es oído pero no
visto. En otros, se comunica por medio de un intermediario como un ángel que aparece a su
gente. Usualmente, Dios también da instrucciones para que aquellos que han recibido su
revelación especial la escriban y este registro escrito constituye la Escritura, la cual es a su
vez, otra forma de revelación especial.
Ahora bien, aunque existen varios tipos de revelación especial, todos son "especiales" en el
sentido de que representan la comunicación extraordinaria y sobrenatural entre Dios y los
hombres. Implican una interrupción que Dios hace al curso natural de eventos para
comunicarse más directamente con los suyos.
Pese a estar todos vinculados, estos varios tipos de revelación pueden ser distinguidos entre
sí, porque algunos llegan más directamente de Dios, con menor mediación. Aquellos que
llegan con una mediación más distante son los menos "especiales". Podríamos considerarlos
casi en el límite a ser una revelación de tipo general. Aquellos que vienen más directamente
de Dios, a su vez, son los más "especiales".
Moisés habló con Dios directa y personalmente. Así lo leemos en Éxodo capítulo 33 versículo
11:
Hablaba el Señor con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo. (Éxodo 33:11
[NVI])
En el otro extremo del espectro de la revelación especial, hallamos cosas como los sueños. El
significado de la revelación especial de los sueños no está en el hecho de que la gente sueñe,
sino en el hecho de que Dios emplea este fenómeno natural para comunicar verdad a un
individuo.
Por ejemplo, en Génesis capítulo 41 encontramos registrado el sueño de Faraón en el que las
siete vacas flacas se comen a las siete vacas gordas. Ciertamente, Faraón supo que era un
sueño sobrenatural, de ahí que apelara a sus consejeros para que se lo interpretaran.
Pero, ¿cómo supo Faraón que su sueño era sobrenatural? Dios no se dirigió a él en forma
directa durante el sueño, ni le envió un ángel a que lo hiciera, como sí lo hizo con José de
Nazaret, según Mateo capítulo 1. Lo único especial del sueño de Faraón fue que Dios lo utilizó
para comunicarse con él. Aparte del uso que hizo Dios de este sueño, esta revelación fue
indistinguible de sueños que constituyen parte normal de la revelación general.
En resumen, algunas revelaciones especiales son asombrosas y obviamente sobrenaturales,
tales como la presencia manifiesta de Dios con Moisés. En otras ocasiones, la revelación
especial, parece parte de la vida natural y normal del ser humano.
En nuestros días, la forma más común de revelación especial y la única reconocida
universalmente es la Escritura. E incluso la Escritura tiene partes que son muy especiales,
mientras otras son de tipo más común.
Por ejemplo, de acuerdo con Éxodo capítulo 31 versículo 18, Dios directamente escribió los
Diez Mandamientos, los cuales estaban contenidos en…
Dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios. (Éxodo 31:18 [RV95])
Otros textos, sin embargo, fueron escritos originalmente por paganos, quienes interpretaban la
revelación general. Por ejemplo, en Hechos capítulo 17 versículo 28, Pablo habló así ante una
audiencia de griegos:
Como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo [de Dios]
somos. (Hechos 17:28)
Otros textos más comunes incluyen proverbios coleccionados por escritores bíblicos, otras
citas de poetas paganos y copias de cartas escritas por el rey Artajerjes de Persia a sus
siervos en la región del Eufrates, registradas en Esdras capítulo 4.
La revelación especial es compleja y nos llega en un sinnúmero de maneras. Muchas son en
forma oral o escrita, pero todas incluyen comunicación divina con el pueblo, en maneras que
trascienden lo normal de la creación.
En segundo lugar, toda la revelación especial es importante para la ética cristiana. Debido a
que toda esta revelación es normativa para nosotros, toda la revelación especial es el
estándar que debemos seguir.
Importancia
Consideremos por ejemplo que cuando Pablo cita a los poetas paganos Arato y Cleanto en
Hechos capítulo 17 versículo 28, saca una conclusión de sus palabras que es obligatoria para
toda la humanidad. Escuchen los versículos 28 al 30 de Hechos 17:
Como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos.
Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o
plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado
por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que
se arrepientan. (Hechos 17:28-30)
Pese a los orígenes paganos de las palabras: "Linaje suyo somos", el hecho de que Pablo -
apóstol autorizado por Dios - las usara, transforma a la cita en revelación especial para la
humanidad y en estándar obligatorio, que "manda a todos los hombres en todo lugar, que se
arrepientan.".
Así que, si aun palabras de origen pagano llegan a acarrear tal poder, con más razón la
revelación que es más especial, nos obliga todavía más. De hecho vemos esta conclusión
afirmada en la Palabra misma.
Por ejemplo, escuchen lo que Dios dice a los habitantes de Jerusalén en Jeremías capítulo 25
versículos 8 y 9, luego que ellos habían rechazado repetidamente a sus profetas:
Por cuanto no habéis oído mis palabras, he aquí enviaré y tomaré a todas las tribus del norte,
dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y
contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré
por escarnio y por burla y en desolación perpetua. (Jeremías 25:8)
Debido a que la gente había rehusado escuchar a los profetas del Señor, reciben la amenaza
de Dios de juicios extremos contra ellos, advirtiéndoles que les llevará a "desolación
perpetua", en caso de no arrepentirse. Cuando Dios revela verdades por medio de sus
representantes autorizados, como los profetas bíblicos y apóstoles, esta revelación especial
es totalmente obligatoria.
En el presente, ya no tenemos entre nosotros profetas o apóstoles autorizados, pero, tenemos
la Biblia, que es obligatoria para todas las personas en todo tiempo. Ya que la Escritura es la
forma más relevante de revelación especial en nuestros días, la discutiremos en mayor detalle
en las próximas dos lecciones.
Pero, por ahora, enfoquémonos en la revelación existencial, la cual es revelación de Dios por
medio de seres humanos.
Revelación Existencial
Aun cuando no ha sido común que los teólogos hablen acerca de la "revelación existencial", la
idea de que Dios se revela en y a través de las personas, ha sido siempre reconocida por la
teología Protestante como parte de la revelación general. En otras palabras, no estamos aquí
proponiendo un nuevo tipo de revelación, sino simplemente una forma diferente de categorizar
la misma revelación que los teólogos han aceptado durante siglos.
Por ejemplo, escuchen la Confesión de Fe de Westminster, capítulo 1, sección 10:
El Juez Supremo por el cual deben decidirse todas las controversias religiosas, todos los
decretos de los concilios, las opiniones de los hombres antiguos, las doctrinas de hombres y
de espíritus privados, y en cuya sentencia debemos descansar, no es ningún otro más que el
Espíritu Santo que habla en las Escrituras.
Complejidad
En primer lugar, la revelación existencial puede ser dividida en dos categorías principales: lo
que podríamos llamar factores externos y factores internos de la revelación existencial.
Los aspectos externos de la revelación existencial incluyen factores como la existencia
humana, el juicio humano, tanto individual como colectivo; y la conducta humana. Podemos
pensar en la existencia humana como una forma de revelación porque los seres humanos son
creados a imagen de Dios. Es decir, que en cierta manera cada uno de nosotros es una
réplica o reflejo de Dios. Los seres humanos somos imágenes que reflejan la dignidad y gloria
de Dios. Debido a que reflejamos su carácter, podemos aprender mucho acerca de Dios
observando a las personas.
Nuestro segundo punto, que los juicios humanos individuales o colectivos son forma de
revelación existencial, está íntimamente relacionado con el hecho de que somos creados a la
imagen de Dios.
Escuchen la forma en que Moisés registró la historia de la creación de la humanidad en
Génesis capítulo 1 versículo 26.
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y
señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en
todo animal que se arrastra sobre la tierra. (Génesis 1:26)
Aunque seamos capaces de sacar muchas inferencias del hecho de que somos creados a la
imagen de Dios, cuando vemos por primera vez esta idea en la Escritura, el significado que
asociamos es que Dios delega autoridad a los seres humanos para poder dominar sobre el
mundo. Una implicación de esto, es que cuando los seres humanos ejercemos autoridad,
estamos revelando el carácter de Dios.
Otra forma en que vemos funcionar esta dinámica es en Génesis capítulo 2 versículo 19,
donde leemos estas palabras:
Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las
trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales
vivientes, ese es su nombre. (Génesis 2:19)
Este es el primer ejemplo que encontramos en la Escritura del hombre ejerciendo la autoridad
que Dios nos delegó. Y aunque tengamos algún otro comentario sobre este ejemplo, lo
mínimo que podemos decir es que cuando Adán nombró a los animales, él pensaba y
aplicaba juicios. Entonces, es correcto decir que cuando los seres humanos pensamos y
juzgamos, en ejercicio de autoridad divinamente delegada, estamos reflejando el carácter de
Dios.
Y éste es precisamente el tipo de actividad a la que se refiere la Confesión de Fe de
Westminster cuando menciona "concilios", "escritores antiguos". "doctrinas humanas" y
"espíritus privados".
Por ejemplo, en Hechos capítulo 15 leemos que los líderes de la iglesia se reunieron en
Jerusalén para establecer juicios sobre las prácticas de los gentiles que se convirtieron al
cristianismo. El consejo formado y auspiciado por apóstoles como Pedro y Pablo, envió una
carta explicando sus determinaciones a las varias iglesias que entonces existían.
En Hechos capítulo 15 versículos 28 y 29, Lucas registra que dicha carta incluyó las
siguientes palabras:
Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que
estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y
de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien. (Hechos 15:28
- 29)
Nótese que el concilio de Jerusalén declara estar hablando a su nombre y a nombre del
Espíritu Santo. Su posición es de que Dios estaba usando sus deliberaciones conjuntas para
determinar el curso de acción apropiado para la iglesia. Esto no quiere decir que los concilios
de la iglesia sean infalibles, sino meramente señala que tenemos un precedente bíblico para
creer que Dios utiliza a su colectividad reunida, para revelar verdad.
Este es también el caso cuando la iglesia se reúne en grupos más pequeños. Consideren por
ejemplo, las palabras de Jesús en Mateo capítulo 18 versículos 16 y 20:
Para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra…Porque donde están dos o tres
congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. (Mateo 18:16 y 20)
Jesús enseña en el caso de que dos o tres testigos cristianos confirmen rectamente un asunto
disciplinario de la iglesia, Jesús respalda este ejercicio de autoridad que Él ha delegado a la
iglesia. Por lo tanto, es seguro concluir que cuando los cristianos se reúnen en grupos
pequeños y establecen juicios, aunque éstos no son infalibles, podemos decir que Dios
emplea estos juicios individuales y colectivos para guiar a su pueblo a la verdad.
Aparte de la existencia y juicios humanos, Dios también emplea la conducta humana como
tipo externo de revelación existencial. Vemos esto frecuentemente en la Escritura cuando los
autores bíblicos animan a los lectores a imitar la conducta de otros.
Por ejemplo, en 1 de Tesalonicenses capítulo 1 versículos 6 y 7:
Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor…de tal manera que habéis sido
ejemplo a todos los de Macedonia y de Acaya. (1 Tesalonicenses 1:6-7)
Pablo alababa a los creyentes tesalónicos por seguir su ejemplo y por dar ejemplos para que
otros siguieran. A medida que la conducta de Pablo y los tesalonicenses reflejaban el carácter
de Dios, eran una forma de revelación. Como resultado, este tipo de conducta se convertía en
una norma o estándar de comportamiento ético.
A más de estos tipos externos de revelación existencial, hay otros tipos internos de revelación
existencial. Aunque podemos pensar en muchas formas en que el Espíritu Santo trabaja en el
interior de los seres humanos, nos concentraremos en dos.
Primero, exploraremos lo que los teólogos tradicionalmente han llamado "iluminación".
Segundo, investigaremos la "guía interna" del Espíritu Santo que se manifiesta en áreas como
la conciencia.
Cuando hablamos de iluminación del Espíritu Santo, nos referimos a un don divino de
entendimiento que Dios da a los creyentes, e incluso a quienes no lo son. Cuando el Espíritu
Santo ilumina la mente de una persona, le da a esa persona habilidad o conocimiento, de la
que anteriormente carecía.
Uno de los más claros ejemplos de iluminación se lo encuentra en Mateo capítulo 16
versículos 15 al 17, donde se lee la siguiente narración:
[Jesús] les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres,
Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los
cielos. (Mateo 16:15 - 17)
Simón Pedro no se dio cuenta por sí solo que Jesús era el Cristo, ni lo supo por otros. Sino
que Dios directamente reveló este conocimiento a Pedro.
Desde luego que Pedro también conocía personalmente a Jesús, y este conocimiento era
parte del proceso por el cual llegó a comprender que Jesús era el Cristo. Pero varios otros que
no llegaron a esta conclusión, también conocían a Jesús en persona. La diferencia era que el
Espíritu Santo obró al interior de Pedro para que llegara a este entendimiento.
Pablo se refirió al tema de la iluminación de los creyentes de manera muy directa en 1 de
Corintios 2 al escribir estas palabras en los versículos 11 y 12:
Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que
está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros
no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que
sepamos lo que Dios nos ha concedido. (1 Corintios 2:11-12)
El punto de Pablo es que aun cuando creyentes y no creyentes puedan estar expuestos a los
mismos sucesos, no los comprenden de la misma manera. A todos se obstaculiza la
comprensión de la revelación porque somos seres creados y limitados. Pero el Espíritu Santo
obra en el interior de los creyentes para darnos una comprensión sobrenatural del evangelio y
la verdad de Dios.
Como mínimo, todos los creyentes creen y confían en Jesús como su Salvador que viene
directamente del Espíritu Santo. Como Pablo escribiera en Filipenses capítulo 1 versículo 29:
Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo…que creáis en él…(Filipenses 1:29)
En otras palabras, Dios implanta en cada ser humano, incluyendo a los no creyentes, un
conocimiento básico de su ley. Sin importar nuestra exposición a revelación general,
instintivamente sabemos que ciertas cosas están bien o mal, y nuestra conciencia da
testimonio de esto. Más allá de todo esto, el Espíritu Santo también provee lo que se llama
"guía interna".
Contrariamente a la iluminación, que es primariamente cognitiva, la guía interna tiende a ser
más emotiva e intuitiva. Es la forma más común en que el Espíritu Santo obra dentro de los
individuos para revelar la verdad acerca del carácter de Dios. Vemos ejemplos claros de la
guía interna en nuestra conciencia individual, así como en los sentimientos indescriptibles de
que Dios nos está llevando a actuar por un determinado camino.
Pablo se refiere a esta elusiva guía interna en Filipenses capítulo 2 versículo 13:
Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
(Filipenses 2:13)
Nótese que Pablo no está aquí hablando de lo que sabemos o creemos, sino más bien de lo
que deseamos hacer o sea de lo que motiva nuestras acciones. Esta es también una forma de
revelación porque nos comunica sobre el carácter de Dios por medio de impresiones e
intuiciones. Y como sucede con todas las formas de revelación existencial que nos revelan el
carácter de Dios, constituye un estándar obligatorio al que debemos sujetarnos en obediencia.
Hemos visto las tres categorías de revelación divina, y hemos visto cómo toda esta revelación
nos otorga normas que revelan el carácter de Dios. Pero ahora exploraremos la unidad de
estas tres categorías de normas reveladas.
Unidad
Existe una relación íntima entre las revelaciones general, especial y existencial. Todas revelan
al mismo Dios y, por lo tanto, todas revelan el mismo estándar y todas son obligatorias y
autoritativas. Pero ¿qué significa esto en nuestra toma de decisiones bíblicas? Como
recordarán, nuestro modelo bíblico en la toma de decisiones es:
El juicio ético involucra la aplicación de la Palabra de Dios a una situación por una persona.
A luz de este modelo, la unidad de la revelación de Dios general, especial o existencial, nos
indica que debemos basar todos nuestros juicios éticos en toda la revelación que tenemos a
disposición.
Desde luego que la Escritura es enteramente suficiente para instruirnos en cuanto a ética
cristiana. La revelación general y existencial no nos da nueva información acerca del carácter
de Dios que no conste en la Escritura. Sin embargo, podemos comprender mejor la Escritura
cuando la comparamos con todo el resto de la revelación divina.
De hecho, sin la revelación general del lenguaje verbal y escrito, ni siquiera tendríamos
acceso a la revelación especial de la escritura. Así mismo, la iluminación del Espíritu Santo –
"revelación existencial" es esencial para poder captar el mensaje de la Escritura. Por lo tanto,
si empleamos todas las formas de revelación divina, esto nos dará una mayor intuición de
cómo aplicar la Escritura a nuestra vida.
CONCLUSIÓN
En esta lección hemos explorado dos aspectos de la perspectiva normativa en la ética
cristiana. Hemos visto que Dios mismo es el sumo estándar para todo comportamiento ético, y
que su carácter obliga a todos los seres humanos a que lo imiten.
Hemos también visto que Dios es imposible de conocer aparte de su Palabra o revelación, por
lo cual debemos recibir su revelación en todas sus formas, como nuestro estándar revelado y
práctico.
Al abordar el desarrollo de nuestras ideas sobre ética cristiana, debemos siempre guiarnos por
el carácter de Dios como se nos revela en la naturaleza, la historia, la Escritura, y los seres
humanos. A medida que apliquemos estos conceptos a nuestra vida diaria, nos hallaremos
más plenamente equipados para tomar decisiones éticas que agraden a Dios y sean de
bendición para sus hijos.
Diversas Formas de Numerar los Diez Mandamientos
Diversas Formas de Numerar los Diez Mandamientos
Las diferentes tradiciones numeran los Diez Mandamientos de una forma ligeramente distinta.
Los Católicos Romanos y los Luteranos no combinan "no tendrás dioses ajenos" y "no te
harás imagen" para formar el primer mandamiento. Ellos consideran a las palabras que se
refieren a codiciar como dos mandamientos separados.
La mayoría de los demás grupos Cristianos ven "no tendrás dioses ajenos" como el primer
mandamiento, y "no te harás imagen" como el segundo mandamiento. Ellos consideran no
codiciaras como un solo mandamiento aplicable a una gran variedad de detalles. Este curso
de Ética Cristiana sigue esta tradición de numeración.
He aquí una tabla que muestra los principales enfoques para numerar los Diez Mandamientos:
PATERNIDAD DIVINA
Cuando hablamos de la paternidad literaria divina de las Escrituras, estamos mirando la Biblia
como la palabra de Dios a Su pueblo y dando énfasis al hecho de que es "la palabra de Dios".
Cuando exploremos los atributos de las Escrituras que derivan principalmente de su
inspiración divina, mencionaremos dos temas: el poder de las Escrituras y la autoridad de las
Escrituras. Por supuesto, la mayoría de los cristianos evangélicos instintivamente reconocen
que la Biblia es la poderosa palabra autoritativa de Dios a cada generación. Es más, la
mayoría de nosotros nunca hemos pensado en muchos de los temas relacionados con estos
atributos de las Escrituras. Pero podemos usar la Biblia más eficazmente en ética si
entendemos estas características más detalladamente. Así que enfoquemos nuestra atención
en el poder de las Escrituras.
La declaración de Dios tenía gran poder en los días de la creación, tanto poder que su palabra
dio existencia a la creación. No es que las palabras tienen poder innato que Dios manipula.
Más bien, Dios usa sus declaraciones como recipientes que transmiten su propio poder. Las
palabras de Dios son los medios que usa para lograr sus fines, así como cualquier ser
humano puede usar un martillo para colocar un clavo en su lugar.
En segundo lugar, las Escrituras dejan también en claro que la palabra de Dios tiene poder
cuando pasa por las bocas de profetas inspirados. Isaías capítulo 55 versículos 10 y 11
confirman esta idea. Allí el profeta escribió:
Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la
tierra, y la hace germinar y producir… así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a
mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
(Isaías 55:10 – 11)
Aunque este pasaje habla de la palabra de Dios que sale de Su boca, en el contexto está
claro que Dios estaba refiriéndose a la predicación del profeta Isaías. El pueblo de Judá
escuchó estas palabras del Señor, no directamente de la boca de Dios, si no de Isaías. Aun
así, el mensaje fue poderoso cuando Isaías lo habló y lo escribió; tenía el poder de Dios para
lograr sus propósitos.
Una tercera manera en la que nosotros podemos ver el poder de la palabra de Dios, es a
través de la predicación sin inspiración de su palabra o el evangelio. El Nuevo Testamento
frecuentemente confirma esta idea cuando dice que Dios trabaja por medio de la predicación
del evangelio, aun cuando los predicadores no son inspirados infaliblemente. Por ejemplo, en
el capítulo 1 de Romanos, versículos 15 y 16, Pablo declaró directamente que el evangelio
predicado lleva el poder de Dios:
Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio…porque es poder de Dios
para salvación a todo aquel que cree. (Romanos 1:15-16)
El evangelio que Pablo tenía en mente aquí, no era solo un conjunto de verdades sobre lo que
Jesús había hecho, ni era el poder de Dios representado por las declaraciones del evangelio.
Él no quiso decir que el evangelio es acerca del Dios que tiene poder, o sobre las cosas que
Dios ha hecho con su poder. Más bien, Pablo quiso decir que el hecho de predicar el
evangelio es poderoso porque Dios usa su predicación para traer personas a la fe. Pablo hizo
una declaración similar en 1 de Corintios capítulo 1 versículo 18:
La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan…es poder de
Dios. (1 Corintios 1:18)
Note de nuevo, que Pablo estaba hablando sobre el mensaje en sí, no solo de los hechos
históricos relatados por el mensaje.
En la práctica, las personas no aceptan la verdad de las demandas del evangelio, mientras
que al mismo tiempo, condenan a Dios como tonto por salvar a la humanidad. Más bien, las
personas toman el mensaje del evangelio como tonto porque ellos no creen que sus
declaraciones sean verdaderas. A ellos les parece un cuento imaginario o incluso una mentira,
y piensan que ninguna persona de pensamiento correcto lo creería. Es por esta razón que el
evangelio parece como una tontería a los no creyentes. Pero para las personas que creen el
mensaje, el predicar el evangelio es el poder de Dios porque es el medio por el que Dios les
trae a un conocimiento salvador de la verdad.
Ahora que comprendemos que la palabra de Dios es poderosa sobre la creación, en la
palabra profética, e incluso en la predicación falible del evangelio, podemos entender el poder
de la Palabra escrita de Dios, la Biblia.
El mismo Jesús se dirigió al poder de la palabra escrita cuando contó la conocida historia de
Lázaro y el hombre rico en Lucas capítulo 16. Ustedes recordarán que cuando el hombre rico
murió, miraba desde el infierno que Lázaro era confortado por Abraham. El hombre rico,
preocupado de que su familia también pereciera en el infierno, le pidió a Abraham que
levantara a Lázaro de la muerte y lo enviara a predicar el arrepentimiento a la familia del
hombre rico. En Lucas capítulo 16 versículos 29 al 31, leemos la respuesta de Abraham:
A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos…Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se
persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos. (Lucas 16:29 – 31)
Por lo menos dos elementos de este pasaje pertenecen a nuestro tema. Primero, Abraham
estaba hablando sobre las Escrituras. Él no se refirió a Moisés y los profetas como personas
vivas que seguían hablando personalmente, si no como autores que continuaron hablando a
través de la Biblia, la Palabra escrita de Dios. Y así como las palabras de Moisés y de los
profetas eran poderosas cuando Dios los inspiró a hablar durante sus vidas terrenales, estas
continuaron siendo poderosas en forma escrita.
Segundo, Abraham dijo que las palabras escritas de las Escrituras, escritas por los profetas
inspirados por Dios, tienen tanto poder para traer personas al arrepentimiento como lo tiene el
tremendo milagro de ver que alguien se levanta de entre los muertos. En muchos aspectos
este pasaje es una de las declaraciones más asombrosas sobre el poder de las Escrituras
encontrado en la Biblia. Todos nosotros comprendemos que presenciar que alguien se levanta
de entre los muertos sería una experiencia tremendamente influyente. Tendría potencialmente
un poder transformador de vida. Pero aquí Jesús realmente indicó que leer la Biblia tiene aún
más poder que presenciar la resurrección de un muerto. El apóstol Pablo afirmó esta idea en 2
de Timoteo capítulo 3 versículo 15 cuando escribió:
Las Sagradas Escrituras…te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo
Jesús. (2 Timoteo 3:15)
Estudiar las Escrituras es como predicar, porque es un medio por el cual Dios les da a las
personas la necesaria comprensión y fe para la salvación. Tal como verdaderamente la
palabra predicada lleva el poder de Dios, así lo hace la Biblia.
Una vez comprendiendo el poder de la Palabra de Dios en la creación, del discurso profético
inspirado, de la predicación falible, y de la Biblia, podemos reflejar brevemente las
implicaciones de estos temas para el proceso de tomar decisiones éticas.
Implicaciones
Un pasaje que menciona las implicaciones prácticas del poder de la palabra de Dios, es
Hebreos capítulo 4 versículos 12 y 13:
La palabra de Dios es viva y eficaz…y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas
y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa
creada que no sea manifiesta en su presencia. (Hebreos 4:12-13)
Note aquí que el escritor de Hebreos habla de la palabra de Dios como viva y eficaz. No es
solamente una colección de información inerte que no tiene potencia. Al contrario, cuando nos
acercamos a la palabra de Dios, debemos verla como algo viviente y activo, llena de poder
para lograr lo que Dios desea. ¿Y qué hace la Palabra de Dios en el área de ética? Como este
pasaje dice, la palabra de Dios juzga nuestros corazones. Puede penetrar y evaluar nuestros
pensamientos y motivos más profundos. Y tiene el poder para salvarnos de la condenación y
permitirnos vivir vidas santas, morales. Escuche cómo Pablo continuó el pasaje en 2 de
Timoteo, que leímos hace un momento. En 2 de Timoteo capítulo 3 versículos 15 al 17
escribió:
Las Sagradas Escrituras…te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo
Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
preparado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:15 – 17)
El poder de la Biblia no está solamente en llevarnos a nuestra fe inicial en Cristo. Como la voz
de Dios, las Escrituras también tienen el poder para prepararnos "para toda buena obra.". El
Espíritu Santo usa las Escrituras para darnos fe y sabiduría, y para amoldar nuestros
caracteres de una forma que cuando nos confrontamos con opciones morales, podamos
escoger lo bueno y rechazar lo malo.
Muchas veces los cristianos se encuentran frustrados por sus esfuerzos por vivir vidas éticas.
Se sienten desvalidos e impotentes para hacer lo que es correcto y bueno. En tales
situaciones es un gran estímulo saber que aprender las Escrituras, recordarlas, incluso
meditar en las Escrituras, no es un ejercicio inútil. Es mucho más que simplemente leer una
guía ética. En cambio, la palabra de Dios en las Escrituras realmente nos da la facultad de
vivir para Dios. El aprendizaje y meditación constante en la palabra de Dios nos ponen en
contacto con el poder de Dios que siempre logrará sus propósitos. De esta manera, el poder
de las Escrituras es de importancia esencial para la ética cristiana.
Un segundo atributo de la Biblia que se deriva de la inspiración divina es la autoridad de Las
Escrituras. Debido a que la Biblia está divinamente inspirada, lleva la autoridad de Dios. En un
sentido, nosotros hemos demostrado ya esta autoridad explicando que la Escritura es la voz
de Dios, Su palabra viva, activa para cada generación. Dios tiene toda la autoridad. Por
consiguiente, siempre que y cualquier cosa que Él habla, todos los que lo oyen están
obligados a obedecerlo. Ésta es la idea que pusimos en nuestra primera lección cuando
dijimos que toda la revelación es normativa porque nos enseña sobre Dios, que es la norma
final para la moralidad.
En este registro encontramos que la palabra hablada de Dios es la base para su palabra
escrita, y que la palabra escrita es el documento del pacto autoritativo de Dios que su pueblo
está obligado a obedecer.
Siglos después, cuando el pueblo de Dios había rechazado las cosas escritas en las
Escrituras, Dios envió a las naciones extranjeras a afligirlos con la guerra. Isaías ministraba en
ese tiempo, y escribió estas palabras, en Isaías capítulo 42 versículo 24:
¿Quién dio a Jacob en botín, y entregó a Israel a saqueadores? ¿No fue Jehová, contra quien
pecamos? No quisieron andar en sus caminos, ni oyeron su ley. (Isaías 42:24)
Dios no dudó en dar fuerza a Su palabra en los días de Isaías, así como Él no había dudado
en darle fuerza en el Jardín de Edén. Esta vez, la palabra que se violó era "la ley" de Dios.
Eran las Escrituras, las palabras escritas del pacto entre Dios y Su pueblo. Así como la
palabra hablada de Dios es revelación autoritaria, así es Su palabra escrita.
El Nuevo Testamento también confirma la autoridad de las Escrituras por medio de sus
ejemplos. Por ejemplo, Jesús frecuentemente recurrió a las Escrituras para justificar y explicar
sus acciones, como en Juan capítulo 17 versículo 12 donde él oró estas palabras:
Cuando yo estaba con ellos en este mundo, los cuidaba y los protegía con el poder de tu
nombre, el nombre que me has dado. Y ninguno de ellos se perdió, sino aquel que ya estaba
perdido, para que se cumpliera lo que dice la Escritura. (Juan 17:12)
Jesús aquí contrastó a sus once discípulos fieles con Judas Iscariote, el que lo traicionó. Y en
este contraste, Él indicó que ambas cosas, su protección de los once y la pérdida de uno, se
hicieron de acuerdo con las Escrituras.
Los apóstoles también demostraron su creencia en la autoridad de la Biblia. Por ejemplo,
Pablo apeló a las Escrituras como prueba de que los cristianos no deben ser vengativos. En
Romanos capítulo 12 versículo 19 escribió:
No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque
escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. (Romanos 12:19)
El argumento de Pablo aquí asume que el Antiguo Testamento tiene autoridad cuando le
asigna la venganza a Dios. Así que, poniendo a sus lectores bajo la obligación moral del
Antiguo Testamento, Pablo demostró su creencia de que las Escrituras son la palabra
autorizada de Dios que obliga incluso a los creyentes del Nuevo Testamento.
Además de demostrar su autoridad por medio de los ejemplos, la Biblia demuestra también su
autoridad a través de las declaraciones explícitas para ese efecto.
Una de las mejores declaraciones conocidas que reclama autoridad para la Biblia se
encuentra en 2 de Pedro capítulo 1 versículos 19 al 21, donde Pedro escribió:
Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos…
porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de
Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. (2 Pedro 1:19 – 21)
Aquí Pedro indicó que los escritos proféticos en el Antiguo Testamento continúan siendo
autoritarios para nuestros días. Porque estas profecías estaban inspiradas y autorizadas por
Dios, estas forman un compendio de la norma moral a la que debemos "tomar en cuenta." Es
decir, debemos de creer lo que los profetas escribieron, y obedecer lo que ellos ordenaron.
Santiago también aclaró que el Antiguo Testamento es el mandamiento autoritario de Dios
para nosotros. Como escribió en Santiago capítulo 2 versículos 10 y 11:
Cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.
Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. (Santiago 2:10 -
11)
Note cómo Santiago fue más allá dando énfasis a este punto. Primero, insistió que la ley
escrita está ligada. Aquéllos que la rompen son culpables. Segundo, Santiago basó la
autoridad continua de las Escrituras en la autoridad del que dio la orden, quien es, Dios.
Porque la Biblia aun es la palabra de Dios, aun lleva la autoridad de Dios.
También encontramos demandas sobre la autoridad del Nuevo Testamento. Por ejemplo,
Jesús dio su autoridad a los apóstoles en Juan capítulo 13 versículo 20:
De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me
recibe a mí, recibe al que me envió. (Juan 13:20)
Los apóstoles no sólo usaron esta autoridad hablando, si no también escribiendo los
documentos que tenemos ahora en el Nuevo Testamento. Esto es evidente a lo largo del
Nuevo Testamento en cada caso en el que ellos emitieron órdenes escritas, como en 2 de
Tesalonicenses capítulo 3 versículo 6, donde Pablo escribió:
Os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo
hermano que ande desordenadamente. (2 Tesalonicenses 3:6)
Aquí Pablo emitió una orden escrita directa que llevaba su autoridad delegada de Jesucristo.
Esta manera de actuar era típica de los apóstoles; ellos frecuentemente usaban su autoridad
para transmitir sus instrucciones en forma escrita. Porque el Nuevo Testamento consiste en
documentos que los apóstoles o escribieron o aprobaron, lleva la autoridad de los apóstoles
que son la autoridad del mismo Cristo.
Ahora que hemos visto que las Escrituras demuestran su propia autoridad, debemos
mencionar algunas implicaciones de esta idea brevemente.
Implicaciones
Simplemente, debido a que las Escrituras llevan la autoridad de Dios, estamos obligados
moralmente a conformar todas nuestras opciones, acciones, pensamientos y sentimientos a
Él. Podríamos decir que la conducta ética es igual a "guardar la palabra del Señor." Y guardar
la palabra del Señor debe de hacerse por lo menos de dos maneras: debemos someternos a
las Escrituras en su totalidad, obedeciendo todos sus mandamientos, y debemos someternos
en lo más profundo, obedeciendo estos mandamientos con compromiso y convicción.
Por un lado, el pueblo de Dios debe guardar la instrucción bíblica en su totalidad. Los
seguidores de Cristo no debemos obedecer lo que nos gusta e ignorar lo que no nos gusta.
Ahora, debemos admitir que algunas cosas que la Biblia requiere de nosotros son más
difíciles de aceptar que otras, pero seguimos siendo llamados para someternos a todo lo que
Dios ha ordenado en las Escrituras. Escuche por ejemplo Éxodo capítulo 15 versículo 26,
donde el Señor le dijo estas palabras a Israel:
Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y
dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las
que envié a los egipcios te enviaré a ti. (Éxodo 15:26)
En el tiempo cuando el pueblo de Israel estaba recibiendo los mandamientos de Dios en forma
escrita, Dios comparó guardar todos sus decretos con hacer lo que es correcto. En esencia,
hacemos lo que es correcto cuando obedecemos todas las Escrituras.
La extensión de nuestra obligación para someternos a las Escrituras viene aun más
claramente en 1 de Reyes capítulo 11 versículo 38, donde Dios le dijo estas palabras a
Jeroboam:
Si prestares oído a todas las cosas que te mandare, y anduvieres en mis caminos, e hicieres
lo recto delante de mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos…yo estaré contigo.
(1 Reyes 11:38)
Ustedes recordarán que en nuestra primera lección de esta serie, definimos bondad moral
como lo que Dios bendice. Aquí, Dios prometió bendiciones a Jeroboam si sus hechos eran
rectos a Sus ojos, y Dios definió explícitamente "hechos rectos" como todo lo que Él ordena.
La bondad no se encuentra solo con guardar algunas de las leyes de Dios ye rechazar otras
partes.
El hecho de que Dios llama a su pueblo para que vean la autoridad de toda Su palabra sin
excepción, debe desafiarnos en nuestros días, así como desafió al pueblo de Dios durante los
tiempos bíblicos. Tristemente, a veces los creyentes responden a este desafío imaginando
que a Dios no le importa si ellos siguen sólo algunas de sus directivas morales. Ellos
erróneamente piensan que Dios les ha dado libertad para ignorar los mandamientos que
encuentran incómodos o difíciles.
Pero aun cuando no intentamos justificar nuestro rechazo de algunas de las enseñanzas
morales de las Escrituras, necesitamos comprender que todos caemos en la trampa de
selectividad inconsciente. Por esta razón, debemos volver constantemente a las Escrituras
para recordar esos mandamientos que podemos haber pasado por alto o podemos haber
olvidado.
En segundo lugar, la palabra de Dios tiene autoridad sobre nosotros no sólo en la total
extensión de su enseñanza, sino también en la profundidad de la obediencia que requiere de
nosotros. Por ejemplo, en ambos, el Antiguo y el Nuevo Testamento, la Biblia conecta la
obediencia a las Escrituras con el amor a Dios. La bondad moral no se adquiere envidiando la
obediencia, ni tampoco a través de un amor por la bondad misma, lejos de un amor por Dios.
Más bien, la base de esta obligación es el hecho de que Dios nos ha llamado en amor y
autoridad para ser sus sirvientes deseosos. Escuche la manera en que Moisés expresó esta
idea en Deuteronomio capítulo 7 versículo 9 y 11:
Jehová tu Dios es…fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus
mandamientos, hasta mil generaciones…Guarda, por tanto, los mandamientos, estatutos y
decretos que yo te mando hoy que cumplas. (Deuteronomio 7:9, 11)
Porque Dios nos ha llamado a una relación amorosa con Él, estamos obligados a obedecer
sus mandamientos que están establecidos para nosotros en las Escrituras.
El mismo Jesús repitió varias veces la misma idea en el Nuevo Testamento. En Juan capítulo
14 versículos 15 y 21, Él les dijo a sus discípulos:
Si me amáis, guardad mis mandamientos…El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése
es el que me ama. (Juan 14:15, 21)
Y por su ejemplo, Él demostró que nosotros también debemos dar este tipo de obediencia
amorosa al Padre. Como dijo Jesús en el versículo 31 de Juan capítulo 14:
Pero el mundo tiene que saber que amo al Padre, y que hago exactamente lo que él me ha
ordenado que haga. (Juan 14:31 [NVI])
A cada momento las Escrituras indican que los requisitos morales que Dios nos pide, están
basados en su amor por nosotros y deben ser cumplidos en nuestro amor por Él.
Así que vemos que de acuerdo a la Biblia, no podemos hacer obras correctas a menos que
tengamos el motivo correcto. O para ponerlo otra manera, sólo cuando nos tomamos
profundamente de las Escrituras, desde el corazón, podemos someternos debidamente a la
autoridad de la palabra de Dios.
Ahora que hemos visto el poder y autoridad de las Escrituras, esos atributos que las Escrituras
tiene principalmente por virtud de su autoría literaria divina, debemos volver nuestra atención
a nuestro segundo tema, aquellos atributos de las Escrituras que se relacionan más
estrechamente con su público humano.
PÚBLICO HUMANO
Cuando Dios inspiró y dio autoridad a los escritores de las Escrituras, Él tenía una meta
particular en mente. Específicamente, quería dar a su pueblo revelación clara concerniente a
su voluntad y su carácter para que ellos pudieran conformarse mejor a Él. Así que, a estas
alturas en nuestra lección, enfocaremos nuestra atención en los atributos que las Escrituras
poseen principalmente en virtud del hecho que Dios las inspiró para su pueblo. Este aspecto
de nuestra discusión cubrirá tres de los atributos de las Escrituras: su claridad, su necesidad y
su suficiencia. Primero veamos la claridad de las Escrituras.
Aquí la Confesión se dirige a dos aspectos de la claridad de las Escrituras. Primero, habla de
"todas las cosas en las Escrituras", y segundo, se enfoca en "aquellas cosas que es necesario
que sean conocidas, creídas y observadas para la salvación", o sea, el evangelio. Echemos
un vistazo más de cerca a estas dos ideas, empezando con la claridad relativa del evangelio.
En resumen, las Escrituras hablan tan claramente sobre el evangelio que cada persona
mentalmente competente debe poder deducir que la salvación se obtiene del arrepentimiento
y la fe en Cristo. Esto no significa que todos entendemos perfectamente el evangelio. Como lo
señala la Confesión, tenemos que hacer "el uso debido de los medios ordinarios" si queremos
beneficiarnos de la claridad de la Biblia. Es decir, tenemos que leer responsable y
diligentemente, no descuidadamente, y no con un esquema que tuerce lo que las Escrituras
intentan enseñarnos. En realidad, hay muchos factores que complican nuestra lectura de la
Biblia, no siendo el menor nuestro pecado. Si no manejamos la Biblia razonablemente, o la
torcemos según nuestro pecado, no descubriremos el evangelio. Pero de nuevo, ésta es
nuestra culpa; no es que falte claridad en las Escrituras.
También note que la Confesión no dice que una persona puede leer cualquier porción de las
Escrituras y puede entender el camino a la salvación. Más bien, dice que el evangelio es claro
"en algún lugar de las Escrituras u otro". Es decir, las Escrituras en conjunto presentan un
mensaje del evangelio claro. Una persona que no lee la Biblia entera, quizá nunca pueda
encontrarse con los pasajes que presenta el evangelio de tal manera que pueda entenderla
fácilmente. No obstante, tomada en conjunto, la Biblia presenta el camino a la salvación con
bastante claridad para que cualquier persona competente sea capaz de aprenderlo
directamente de las Escrituras.
Implicaciones
Aunque las Escrituras son particularmente claras sobre el evangelio de salvación en Cristo, la
Confesión de Fe también hace algunas observaciones sobre todas las Escrituras. Dice que,
aparte de las cosas básicas en el evangelio cristiano, "las cosas en las Escrituras no son
igualmente claras en sí mismas, ni igualmente claras en su totalidad".
En otras palabras, las Escrituras pueden no ser tan claras en algunas de sus enseñanzas.
Hay muchas cosas de hecho, en la Biblia que no son tan claras como la revelación del camino
a la salvación.
Sin embargo, Dios nos dio las Escrituras para que pudiéramos entender las cosas que Él
reveló en las Escrituras, y aplicarlas a nuestras vidas. Como dijo Moisés a los Israelitas en
Deuteronomio capítulo 29 versículo 29:
Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y
para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.
(Deuteronomio 29:29)
En este pasaje Moisés hizo una distinción crucial que debemos recordar conforme analizamos
el uso de las Escrituras en la ética cristiana. Él distinguió entre las cosas secretas y las cosas
reveladas. Dios mantiene algunos secretos alejados de nosotros. Él no nos dice todo lo que Él
sabe, ni nos dice todo lo que quisiéramos saber. Hay temas—incluso temas de ética— que
Dios guarda para Él. Aun así, lo que Dios nos ha dicho en las Escrituras no es un secreto. Las
Escrituras caen en la categoría de "las cosas reveladas". Como dijo Moisés, estas se nos
muestran para que podamos "seguirlas" y obedecerlas.
En un grado u otro, Dios nos ha revelado su voluntad con claridad suficiente para guiarnos en
ética. Él nos ha dado la Biblia para que, a través de "el uso debido de los medios ordinarios,"
por medio de leer y estudiar, podamos llegar a conocer la voluntad de Dios en todas las áreas
de nuestra vida. Como Pablo exhortó en 2 de Timoteo capítulo 3 versículo 16:
Toda la Escritura es…útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia.
(2 Timoteo 3:16)
Toda la Escritura es lo suficientemente clara como para ser útil, si nos dedicamos a estudiarla
diligentemente. Por esta razón, cada uno de nosotros debe de estar listo para investigar la
Biblia, para discernir su enseñanza en cuestiones de ética.
Ahora, de nuevo, no estamos diciendo que las Escrituras sean fáciles de entender en cada
aspecto. De hecho, algunas porciones de las Escrituras son menos claras que otras. Y más
allá de esto, algunas personas tienen una habilidad mayor que otras para entender las
palabras de las Escrituras. Como Pedro escribió en 2 de Pedro capítulo 3 versículo 16,
Hay algunas difíciles de entender [en las epístolas de Pablo], las cuales los indoctos e
inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. (2 Pedro
3:16)
No todos tenemos la misma habilidad para entender la Biblia. Y no todos hacemos el mismo
esfuerzo para estudiarlas. No obstante, si nos avocamos lo suficiente, podemos todos llegar a
conocer bien la voluntad de Dios para conformarnos a su norma para la moralidad.
Ahora que hemos analizado la claridad de las Escrituras, estamos listos para ver el segundo
atributo que las Escrituras poseen, principalmente porque se escribieron para un público
humano: su necesidad.
El punto de Pablo aquí está bastante claro: El mensaje del evangelio es el medio normal por el
que Dios entrega la fe a los individuos. Y fuera de la palabra de Cristo, las personas no tienen
acceso al mensaje del evangelio. Esto hace que la palabra de Cristo sea un medio necesario
para la salvación en todas, salvo en algunas circunstancias excepcionales. Las únicas
excepciones que los teólogos reconocen típicamente son casos que involucran a infantes u
otros individuos mentalmente incompetentes.
¿Pero cuál es esta palabra de Cristo? En el capítulo diez de Romanos, Pablo tenía
principalmente en mente el predicar el evangelio. Pero también tenía en mente las Escrituras
como fuente del mensaje del evangelio. Por ejemplo, las palabras, "Todos aquel que invocara
el nombre del Señor será salvo" es de hecho una cita de Deuteronomio 30. El uso por parte de
Pablo de las Escrituras de esta manera sigue un modelo que aparece a lo largo de las
Escrituras. Específicamente, en la Biblia la proclamación del evangelio está estrechamente
asociada con la palabra escrita de las Escrituras. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento, Dios
entregó varias veces sus mensajes directamente a profetas que hablaban la palabra de Dios
al pueblo. Pero Dios también se aseguró de que la palabra profética fuera escrita para que
pudiera ser aprendida por aquéllos que no estaban presentes en la proclamación. Siguiendo
este modelo del Antiguo Testamento, los apóstoles primero aprendieron el evangelio
directamente de Jesús, y después, lo llevaron a toda la gente, no sólo predicando, sino
también por medio de sus escritos en el Nuevo Testamento.
De manera práctica, vemos que el proceso de venir a la fe y salvación empieza cuando
recibimos el evangelio, ya sea por nuestra propia lectura de la Biblia o al oír la predicación
basada en las Escrituras. Hay una gran diferencia por supuesto, entre la palabra escrita de las
Escrituras y la predicación basada en las Escrituras. Las Escrituras están inspiradas por Dios,
son infalibles y completamente autoritativas en cada caso. La predicación no lo es. En la
medida en que la predicación es fiel a las Escrituras, es verdad, autoritativa y poderosa. Pero
como somos seres humanos caídos, la predicación nunca es totalmente fiel a las Escrituras. A
diferencia de la predicación, las Escrituras son estables e inmutables, es una norma
totalmente fiable y fidedigna. La predicación, la tradición de la iglesia, la instrucción teológica y
muchas otras fuentes de información son todas útiles. Pero todas éstas contienen una mezcla
de verdad y error. Sólo las Escrituras son absolutas, inagotables, indiscutiblemente fiables.
Por consiguiente, las Escrituras son necesarias, tanto para un registro del evangelio, como
para una base y criterio de la predicación del evangelio.
Vivir Vidas Santas
En segundo lugar, las Escrituras son también necesarias para una vida ética. Usted recordará
que en una lección anterior establecimos que en general, la revelación especial y existencial
son verdaderas y autoritativas en todo. ¿Por qué ponemos entonces las Escrituras aparte
como un caso especial de revelación necesaria? La respuesta es que mientras la revelación
general y existencial son infalibles y autoritativas, son más difíciles de interpretar que las
Escrituras. El pecado ha adulterado a la naturaleza y a la humanidad, de tal manera que ya no
vemos una reflexión pura como Dios la pensó. Como resultado, muchas veces es muy difícil
saber interpretar la revelación general y existencial. A veces es casi imposible decir si lo que
nosotros estamos viendo es el resultado de la intención de Dios en la creación o el resultado
de la corrupción del pecado de la creación.
Y además de esto, las Escrituras hablan más clara y directamente de lo que lo hacen la
revelación general y existencial, y hace nuestras determinaciones éticas basadas en las
Escrituras más seguras y fiables que aquéllas basadas en otras formas de revelación. Por eso
la Confesión de Fe de Westminster, en el capítulo 1 sección 10 insiste en la primacía de las
Escrituras sobre otras fuentes de información:
El Juez supremo que debe determinar todas las controversias de religión, todos los decretos
de concilios y opiniones de escritores antiguos, que debe examinar doctrinas de hombres y
espíritus privados, y en cuyo juicio debemos descansar, no puede ser nadie más que el
Espíritu Santo que nos habla en las Escrituras.
El punto de la Confesión aquí es que todas estas otras fuentes son valiosas, pero que la Biblia
es la más valiosa de todas porque es a través de las Escrituras que el Espíritu Santo habla
claramente. ¿Cuáles son entonces, algunas implicaciones morales de la necesidad de las
Escrituras?
Implicaciones
Hay un sentido muy importante en el que simplemente no podemos ser morales sin atender a
la enseñanza de las Escrituras. Y como vimos antes en esta lección, aprendiendo y creyendo
que el contenido básico de las Escrituras es necesario para la salvación, ya sea que
estudiemos la Biblia directamente o aprendamos sus enseñanzas centrales de otros. Sólo
aquéllos que están en Cristo son capaces de una moral verdadera. Para abreviar, sin las
Escrituras, la salvación no es posible, y por consiguiente la moralidad no es posible. Las
personas que piensan que pueden ignorar la enseñanza de las Escrituras y seguir siendo
morales, están totalmente equivocadas. En este sentido, las Escrituras son necesarias para
nuestra habilidad de comportarnos moralmente.
Además de esta necesidad básica por la palabra de Dios, las Escrituras son también
necesarias para la moralidad humana porque contienen información que no está incluida en la
revelación general y existencial. No es raro para los cristianos depender abrumadamente de
sus experiencias de la vida, las opiniones de otros y sus propias intuiciones morales cuando
toman decisiones éticas. Y como hemos visto, es importante considerar éstos y otros rasgos
de la revelación general y existencial . Pero también debemos reconocer que en muchas
circunstancias, la revelación general y existencial no es bastante clara para mostrarnos el
curso apropiado de acción, considerando que las Escrituras revelan la palabra de Dios en
detalle suficiente para enseñarnos lo que es correcto.
Por ejemplo, Hechos capítulo 15 registra que se levantó una controversia en la iglesia
primitiva cuando los gentiles empezaron a ser convertidos al cristianismo. Algunos dentro de
la iglesia creían que los gentiles debían ser instruidos para observar la ley de Moisés de la
forma en que el judaísmo lo había venido haciendo en esos tiempos. Querían que los gentiles
fueran circuncidados, y que ofrecieran sacrificios apropiados al templo y aplicar la ley a sus
vidas de la forma que se había hecho costumbre para los judíos de esos días. Por otro lado,
hombres como Pablo y Bernabé sabían que Dios no esperaba que los gentiles vivieran como
los judíos del primer siglo. La situación era tan problemática que los apóstoles y ancianos se
reunieron para discutir e investigar la situación
Las opiniones de algunas personas entraron en conflicto con la realidad del ministerio del
Espíritu Santo entre los gentiles incircuncisos. Y estas fuentes de información no eran
suficientes para proporcionar una solución satisfactoria. Pero una vez que Santiago apeló a
las Escrituras para resolver este problema, la iglesia respaldó su posición. Las Escrituras eran
necesarias porque la revelación general y existencial no era suficiente para contestar esta
pregunta moral.
Para resolver esta controversia, Santiago, el hermano de Jesús, apeló al capítulo 9 de Amós
versículos 11 y 12. En Hechos capítulo 15 versículos 16 y 17, Santiago citó a Amos como
sigue,
Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus
ruinas, y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los
gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre. (Hechos 15:16 – 17)
De este texto, Santiago entendió que Dios incluiría a muchos gentiles cuando Él restaure Su
reino. Más importante, estos convertidos seguirían siendo gentiles aun después de haber sido
llamados al Señor. En el Antiguo Testamento, los gentiles que se convertían se volvían judíos
y seguían las prácticas judías tradicionales. Pero, Amós indicó que cuando Dios restaure Su
reino en Cristo los gentiles serían incluidos sin tener que seguir tradiciones judías.
Teniendo este entendimiento de la claridad y necesidad de las Escrituras en mente, ahora
podemos explorar la suficiencia de las Escrituras.
La Biblia está diseñada para enseñarnos cómo glorificar a Dios, y es suficiente lograr este
propósito. Las Escrituras contienen todas las normas que necesitamos saber para glorificarlo.
Con respecto a "la salvación del hombre, la fe y la vida," Pablo le dijo a Timoteo que
permaneciera firme en su estudio de las Escrituras para obtener los beneficios que nos
ofrecen las Escrituras. En este contexto, en 2 de Timoteo capítulo 3 versículos 15 al 17, Pablo
enseñó la suficiencia de las Escrituras explícitamente. Él escribió estas palabras en el
versículo 15:
Las Sagradas Escrituras…te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo
Jesús. (2 Timoteo 3:15)
Cuando Pablo dijo que las Escrituras "pueden hacer sabio para la salvación", él quiso decir
que estudiando la Biblia, podemos aprender las cosas que son necesarias saber para poder
ser salvos. Pablo creía en esto porque no solo sabía que la Biblia era poderosa, como vimos
antes en esta lección, sino que también que fue diseñada para proporcionar estos beneficios
específicos. Ya que la Biblia puede lograr este propósito, puede llamarse debidamente
suficiente para la salvación.
En gran medida del mismo modo, las Escrituras también son suficientes para "la fe." Mire
nuevamente las palabras de Pablo en 2 de Timoteo capítulo 3 versículos 15 al 17. Pablo dijo
que:
Las Sagradas Escrituras…te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo
Jesús. (2 Timoteo 3:15)
Las Escrituras contienen todas las normas que necesitamos como cristianos. Tradiciones
humanas y estructuras de autoridad, tales como gobiernos civiles y eclesiásticos, deberán ser
obedecidas por la causa del Señor, pero estas nunca serán tomadas como normas absolutas
o finales. La decisión para seguir o no seguir normas humanas, debe ser guiada por normas
de las Escrituras, y siempre se debatirán las normas humanas cuando estas chocan con las
normas bíblicas.
Esto lo vemos demostrado en las Escrituras con mucha frecuencia. Por ejemplo, en los días
de Jesús, la administración judía establecida permitía a los cambistas y a vendedores en el
área del templo. Pero cuando Jesús vio esto, se enojó y los arrojó del templo porque la
administración humana había permitido, dentro de los terrenos del templo, violaciones de
normas escritas. Leemos este relato en Mateo capítulo 21versículos 12 y 13:
Entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el
templo…Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho
cueva de ladrones. (Mateo 21: 12 y 13)
Jesús sabía perfectamente que el capítulo 56 de Isaías versículo 7, que él citó, revelaba la
norma bíblica de que el templo sería dedicado a la oración. Pero la administración judía había
permitido que el templo fuera profanado por transacciones seculares. La acusación de Jesús
de que ellos estaban haciendo el templo una "cueva de ladrones" es realmente muy fuerte.
Esta frase es sacada de Jeremías capítulo 7 versículo 11, en donde se refiere a los idólatras y
los delincuentes violentos quienes sirven de palabra a Dios en su templo. Por sus acciones y
palabras, Jesús demostró que seguir cualquier ley humana o tradición, es pecaminoso cuando
la norma humana contradice a las Escrituras.
En cualquier caso, las Escrituras son suficientes para establecer todas las normas morales.
Sin embargo, las leyes éticas de los hombres son válidas y obligatorias sólo en la medida en
que hacen eco de las normas bíblicas. Pero cuando las normas humanas contradicen las
normas bíblicas, el cristiano está obligado a desafiarlas.
Una vez que entendemos la suficiencia de las Escrituras, debemos volver nuestra atención a
algunos malos entendidos de la suficiencia de la Biblia.
Malos Entendidos
Agruparemos estos malos entendidos en dos categorías generales: primero, perspectivas que
sobrestiman la suficiencia de las Escrituras; y segundo, perspectivas que subestiman la
suficiencia de las Escrituras. Empecemos con perspectivas que sobrestiman la suficiencia las
Escrituras.
Normalmente, aquéllos que sobrestiman la suficiencia de las Escrituras están muy
comprometidos con la Biblia, pero frecuentemente les faltan los compromisos apropiados a la
revelación general y existencial. Como resultado, equivocadamente creen que pueden aplicar
las Escrituras apropiadamente a las preguntas éticas sin tener mucho conocimiento, si es que
tienen alguno, sobre personas y situaciones específicas. Creen que tomar decisiones éticas
es tan simple como leer la Biblia y obedecerla. Pero en realidad, antes de que podamos
obedecer o aplicar la Biblia, también debemos saber algo sobre las personas y situaciones a
las que estamos aplicándola. Dios nos ha proporcionado esta información en una revelación
general y existencial. Si ignoramos estas otras formas de revelación, estamos ignorando las
herramientas que Él nos ha dado para interpretar y comprender las Escrituras.
Pero no todos los errores están basados en sobrestimar la suficiencia de la Biblia. Muchos
otros errores provienen de subestimarla. Este error generalmente aparece como una
insistencia de que la Biblia es suficiente sólo para guiarnos en áreas limitadas de la vida, que
sólo nos da instrucciones morales en ciertos temas. Por ejemplo, Tomas de Aquino sostuvo
que la revelación general y existencial es suficiente para enseñar muchos principios morales,
y que las Escrituras complementan este conocimiento, dándonos información con respecto a
esos asuntos que la revelación natural y existencial no cubren, tales como el camino de la
salvación. En años recientes, otros han defendido que la Biblia no maneja temas como la
llamada homosexualidad monógama, el aborto y la eutanasia.
Sea por medio de la enseñanza explícita o implícita, las Escrituras nos proporcionan un
sistema comprensivo de normas éticas. En este sentido, la suficiencia de la Biblia es ilimitada
cuando se trata de revelar la voluntad de Dios para su gloria y nuestra salvación, la fe y la vida
cristiana. La revelación general y existencial también contiene algunas de estas normas, pero
no contienen ninguna norma adicional más allá de aquéllas encontradas directa o
indirectamente en las Escrituras.
El punto simplemente es que la Biblia habla suficientemente a cada área de la vida, para que
nuestro verdadero deber hacia Dios siempre sea una aplicación de normas de las Escrituras.
A estas alturas, hablaremos sobre la idea popular pero equivocada de que las Escrituras
permanecen en silencio en ciertos temas. Quizás una de las formas más comunes en que los
cristianos bien-intencionados subestiman la suficiencia de las Escrituras.
Silencio
Específicamente, algunos cristianos frecuentemente enseñan que algunos problemas de la
vida son moralmente "indiferentes" porque las Escrituras no nos proporcionan la información
suficiente para saber el deseo de Dios en estos temas. Históricamente, éstos han sido
conocidos como "adiafora". Esta posición típica, ha sido que cosas indiferentes, ni son buenas
ni son malas en sí mismas.
Aunque muchas personas a lo largo de la historia de la iglesia han sostenido esta posición, de
hecho esta posición corre contrariamente a las enseñanzas de las Escrituras. Por ejemplo,
considerando que algunos teólogos hablan de objetos impersonales como indiferentes o
"neutrales", la Biblia habla de ellos como buenos. Aun después de la caída de la humanidad
en el pecado, Pablo siguió insistiendo que todo era bueno. Como lo escribió en 1 de Timoteo
capítulo 4 versículos 4 y 5:
Todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias;
porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado. (1 Timoteo 4:4 – 5)
Pablo habló específicamente sobre comida en este contexto, pero el principio es más amplio y
se extiende a toda la creación, así como el mismo Dios lo proclamó al final de la semana de la
creación. Por esta razón, incluso los objetos impersonales no son "indiferentes"; son buenos.
Algunos teólogos también han aplicado el término "indiferente" o adiafora a las opciones entre
dos o más opciones buenas. Han sugerido que cuando todas las opciones son buenas,
entonces las Escrituras son indiferentes acerca de lo que nosotros escogemos. Pero las
Escrituras enseñan que Dios bendice algunas opciones buenas, más que bendice otras
opciones buenas, y esa Escritura a veces alaba una opción buena, más que otra opción
buena. Por ejemplo, en 1 de Corintios capítulo 7 versículo 38, Pablo escribió:
De modo que el que se casa con su prometida hace bien, pero el que no se casa hace mejor.
(1 Corintios 7:38)
Ahora, debe notarse que los estudiosos no están de acuerdo acerca de las circunstancias
precisas a las que Pablo se dirigió aquí. Pero sus palabras son bastante claras para demostrar
que casarse y no casarse, podían ser ambas buenas opciones, y que no casarse era la mejor
opción. En este sentido, la Escritura no es realmente "indiferente" aún cuando tenemos que
escoger entre buenas opciones.
Usted recordará que en nuestra primera lección, definimos "bueno" como lo que recibe la
bendición de Dios y "malo" como lo que no recibe Su bendición. Por esta definición, aspectos
de los seres humanos y sus vidas son buenos o malos; nada ni nadie es indiferente o neutro.
Dios bendice, o no lo hace—no hay término medio. Si Él bendice, es bueno; si Él no bendice,
es malo.
Habiendo dicho esto, es verdad que hay algunas palabras, pensamientos y hechos que son
buenos en algunas situaciones, pero malos en otras. Por ejemplo, las relaciones sexuales
dentro del matrimonio son relaciones buenas, pero las relaciones sexuales fuera del
matrimonio son malas. Pero esto no significa que las relaciones sexuales en sí mismas sean
buenas ni malas. Más bien, son buenas, así como Dios las creó para ser buenas. Pero las
parejas que no están casadas emplean mal las relaciones sexuales así que en su situación,
tales relaciones son malas.
Finalmente, algunos teólogos utilizan la categoría de adiafora para cubrir temas en donde no
podemos determinar qué opciones son buenas o malas. Pero como sabemos que las
Escrituras mencionan cada aspecto de la vida, por lo menos indirectamente, no debemos
tratar temas sobre los que estamos inciertos como indiferentes. Es cierto que a veces
sentimos que no sabemos qué opciones, pensamientos, acciones o actitudes son buenos y
cuáles son malos. Pero tales situaciones no suceden porque la palabra de Dios sea
insuficiente, ni porque la Biblia tome una posición neutral, si no porque no reconocemos o
entendemos cómo aplicar la verdad que la Biblia ha revelado.
Este fracaso para alcanzar un juicio ético puede tomar un sinnúmero de formas. Como usted
recuerda, el modelo bíblico para tomar decisiones éticas puede resumirse de esta manera:
El juicio ético involucra la aplicación de la Palabra de Dios a una situación por una persona.
Debemos actuar con una comprensión apropiada de nuestra norma moral, nuestras metas y
nuestros motivos, o dicho de otra manera, en preocupaciones normativas, situacionales y
existenciales. El fracaso en alcanzar un juicio ético apropiado puede ser causado
debidamente a un fracaso en evaluar cualquiera de estas perspectivas. Podemos fallar porque
pasamos por alto o entendemos mal los pasajes de las Escrituras con los que estamos
tratando. Podemos fallar porque pasamos por alto o entendemos mal la situación asociada
con la pregunta ética. Y podemos fallar porque pasamos por alto o subestimamos los
aspectos existenciales y personales de un tema. En todos los casos, cuando no podemos
llegar a una conclusión firme en una decisión ética, no es apropiado concluir que Dios no ha
revelado la información necesaria para tomar la decisión. Ni es apropiado decir que el tema es
indiferente, que no hay un curso correcto para seguir. Más bien, debemos continuar leyendo,
estudiando, orando e investigando la pregunta y hacer lo mejor que podamos con nuestros
juicios provisionales, pero reservando el juicio final hasta que los problemas normativos,
situacionales y existenciales se aclaren.
CONCLUSIÓN
En esta lección hemos estudiado varios atributos importantes de las Escrituras. Hemos visto
que debido a que las Escrituras son divinamente inspiradas, son poderosas y autoritativas.
También hemos visto que debido a que las Escrituras fueron dirigidas a los seres humanos,
son claras, necesarias y suficientes.
Es útil para nosotros tener presente los atributos de las Escrituras de diferentes maneras
cuando estudiamos la ética cristiana. Por un lado, nos recuerda que la Biblia es indispensable
cuando se trata de contestar preguntas éticas. Siempre debemos buscar sus respuestas
porque es autoritativa sobre todos los aspectos de la vida, y porque hay muchas preguntas
que sólo la Biblia puede contestar. Por otra parte, recordar los atributos de las Escrituras es
muy motivante, porque nos recuerda que Dios nos ha dado las Escrituras para beneficiarnos,
para enseñarnos sobre Él y sus normas. Y finalmente, los atributos de las Escrituras nos dan
confianza en nuestras conclusiones éticas, ya que estamos seguros de que las enseñanzas
éticas de la Biblia son suficientes y claras. Así que es importante que recordemos y confiemos
en todo el rango de los atributos de las Escrituras mientras progresamos en nuestro estudio
de la ética cristiana.
Malas Palabras (El Tercer Mandamiento, Dr. Feddes)
Malas Palabras por David Feddes
No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que
tomare su nombre en vano. (Éxodo 20:7).
Es uno de los problemas más serios del mundo, pero mucha gente no se lo toma en serio. Es
absolutamente mortal, y sin embargo, muchos piensan que no es la gran cosa. El problema
al que me refiero son las malas palabras, especialmente el mal uso del nombre de Dios.
Podrías estar pensando: "¡Vamos! Contamos con el SIDA, con la delincuencia, con las
personas sin hogar, con las drogas, con el abuso infantil y con las guerras. Y ¿te preocupan
algunas palabras desagradables aquí y allá? Si quieres hablar de algo importante,
bien. Pero ¿limpiar nuestro idioma? ¡Ese es el menor de nuestros problemas! Son solo
palabras. "Permíteme mencionar otro asunto que parece bastante pequeño en comparación
con los problemas realmente "grandes": las cosas pintadas de graffiti con aerosol en edificios
o en el metro. Si tuviera que identificar el problema más grave de nuestras ciudades, el
graffiti no estaría en la parte superior de la lista. Las pandillas, las drogas, el desempleo, el
embarazo adolescente, el control de las armas--estos son los grandes problemas. En
comparación, un poco de pintura en aerosol parece no importar para nada.
Excepto que sí importa. Los sociólogos, los líderes comunitarios y los funcionarios encargados
de hacer cumplir la ley están convencidos de ello. Encuentran que las áreas que toleran el
graffiti y la desfiguración de la propiedad son áreas donde el sentido general de orgullo en la
comunidad disminuye y la tasa de criminalidad aumenta. Las ciudades han descubierto que
cuando mantienen las paredes de un metro recién pintadas y libres de graffiti, la tasa de
criminalidad en el metro disminuye. Las comunidades con edificios deteriorados, con basura
en las calles y con graffiti en las paredes son comunidades que inculcan el desprecio por la
propiedad, por las personas y por el yo. Y ese tipo de actitud da lugar a todo tipo de otros
males.
Sería tonto decir que el graffiti es la raíz de todo mal y que deshacerse de él resolvería
todo. Pero el graffiti refleja actitudes de desprecio y desesperación que se encuentran en la
raíz de otros males, y refuerza esas actitudes.
Ahora, ¿qué tiene que ver esto con abusar del nombre de Dios? Estamos tentados a decir,
"Oh, sólo son palabras." Pero las palabras no son sólo los sonidos producidos por las
vibraciones de nuestras cuerdas vocales. ¿Sólo palabras? Hay un sentido en el que las
palabras lo son todo. Las palabras son la manera en la que expresamos nuestros
pensamientos y actitudes. Las palabras son la principal forma de relacionarnos con los demás.
Cuando elegimos cuidadosamente nuestras palabras, esto demuestra respeto por uno mismo
y por los demás. Pero cuando somos negligentes en cuanto a las palabras que utilizamos,
esto muestra que somos descuidados acerca del qué tipo de personas somos y de cómo nos
relacionamos con los demás.
Nuestro uso del lenguaje es especialmente significativo en relación con Dios. Una boca que
usa el nombre de Dios con ligereza revela un corazón que toma a Dios a la ligera. Una boca
que habla el nombre de Dios solo con reverencia, que habla de cosas sagradas con gran
cuidado y con el mayor respeto, expresa un corazón que honra a Dios. Quiénes somos y lo
que pensamos acerca de Dios se manifiesta en cómo hablamos.
Así como el graffiti muestra desprecio no solo por la propiedad, sino también por nosotros
mismos y por los demás, el mal uso del nombre de Dios muestra no solo desprecio por las
palabras, sino desprecio por nosotros mismos y por Dios. Así como el graffiti es un síntoma
externo de una actitud interna que causa todo tipo de otros problemas, usar mal el nombre de
Dios es un síntoma externo de una actitud interna que descansa en la raíz de casi todos los
problemas en el mundo de hoy.
Cuando no tomamos a Dios en serio, ¿podemos tomar a alguien o cualquier otra cosa en
serio? Cuando el nombre de Dios no es sagrado, ¿qué es sagrado? Cuando no nos importa
ofender a Dios, no nos preocupan demasiado los sentimientos de los demás. Cuando
rociamos graffiti sobre el nombre de Dios y atacamos su honor, agregamos a una atmósfera
general de desprecio hacia Dios que engendra todo tipo de comportamiento impío y antisocial
imaginable.
Si crees que estoy exagerando el significado de todo esto, tu problema no es conmigo. Es con
Jesús. Él es quien pone tanto énfasis en las palabras, no yo. Él es quien declara que lo que
decimos revela quiénes somos y dónde estamos en relación con Dios. Escucha lo que Jesús
dice en Mateo 12:34-37.
¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la
abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca
buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de
toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque
por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
De acuerdo con Jesús, las palabras son la evidencia de lo que hay en el corazón. Las
palabras son la evidencia que nos absolverá o nos condenará. Las palabras son evidencia de
salvación o de condenación.
Cuando Dios dio los Diez Mandamientos, ordenó, "No tomarás el nombre de Jehová tu Dios
en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano" (Éxodo
20:7). Todo tipo de problemas provienen del descuido con las palabras y del desprecio por
Dios, pero este es el problema: Dios mismo es insultado, y él "no dará por inocente al que
tomare su nombre en vano".
He conocido personas con un lenguaje terrible, personas que usan mal el nombre de Dios en
casi cualquier otra oración. A veces, cuando descubren que no solo soy Cristiano sino que
soy un predicador, se avergüenzan y se disculpan. Ellos dicen: "Oh, no me di cuenta. Lo
siento si te he ofendido". Bueno, ofenderme es el menor de sus problemas. Deberían
preocuparse menos por lo que yo podría pensar, y más acerca de lo que Dios piensa.
El Señor es santo, y su nombre es santo. Y de esta manera siempre debemos hablar de él con
reverencia, nunca con descuido o desprecio. Dios ordena, "No tomarás el nombre de Jehová
tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano". Para
entender lo que Dios prohíbe en este mandamiento, algunos señalemos algunos abusos
comunes del nombre de Dios.
Abusos del Nombre de Dios
El primero, y quizás el peor, es la blasfemia. La blasfemia arrastra deliberadamente el nombre
del Señor a través del barro, mofándose, insultando y burlándose de Dios, hablando de él con
odio y desprecio. Algunas personas atacan furiosamente al Dios retratado en la Biblia,
diciendo que no pueden creer en un Dios así. Algunos autores mal hablados retratan a Jesús
como un fraude despreciable. Las películas y los comediantes a veces se ríen burlándose de
las historias bíblicas acerca de las verdades sobre el Señor. Todas estas son variedades de
blasfemia, ataques deliberados y directos sobre el nombre, la reputación y el honor de Dios.
Otra forma de abusar del nombre de Dios es el descuido. Algunas personas usan el nombre
de Dios como una exclamación, una forma de condimentar su lenguaje. Dicen "Dios mío", no
como el inicio de una oración, sino como una forma de mostrar sorpresa. Dicen: " Dios mío",
no en alabanza por la bondad de Dios, sino para expresar un leve asombro. Usan las palabras
"Dios Todopoderoso" y "Jesucristo", no para invocar al Maestro del cielo y de la tierra, sino
para agregar algo de fuerza y emoción a lo que están diciendo. Algunos usan la palabra "Dios"
en cada frase o dos para dar puntuación, casi como una coma o un punto hablado. Esto
muestra una lamentable falta de vocabulario y de creatividad, pero también muestra una falta
de respeto por Dios. Usar el nombre de Dios casualmente y descuidadamente es una
violación al mandamiento de Dios.
Otra violación es maldecir. ¿Qué es maldecir? Es hablar como si tuviéramos el control de la ira
y de los castigos de Dios. Si hablas de condenación o le dices a alguien que se vaya al
infierno, estás invocando una maldición que solo Dios mismo puede llevar a cabo. Solo Dios
puede condenar a una persona al dolor eterno del infierno. No tiene sentido anunciarle a nadie
una maldición tan terrible. Pero tal vez dices: "Son solo palabras. No me refiero a nada". ¿No
quieres decir nada al decir eso? ¿Crees que puedes hablar del infierno o de la maldición de la
forma en que puedes decir "guau" o "ay que pena"? Hablar estas maldiciones terribles y usar
palabras que se usan correctamente solo como advertencias solemnes sobre el juicio de Dios,
muestra que no tomas en serio al Juez del universo. Las maldiciones son un mal uso del
nombre de Dios y una violación al mandamiento de Dios.
Otra forma de usar mal el nombre de Dios es a través de eufemismos, usando expresiones
que no son tan discordantes como la palabra lo expresa realmente. Puede que seas
demasiado cortés como para "condenar" algo, entonces en su lugar lo
"maldices". Eres precavido de usar mal el nombre "Jesús", entonces dices "Gee" o "Jeez" en
su lugar. No quieres decir "Dios" simplemente como una exclamación, por lo que dices "golly"
o "gosh" en su lugar. Pero el uso de eufemismos puede ser una forma más educada y
"respetable" de abusar de Dios.
Tal vez tengas la tentación de decir: "¡Dame un respiro! ¡Relájate! No es tan grave, ¿o sí? Son
solo palabras". Ese es mi punto exactamente: solo palabras. Cuando hablas como si Dios y
Jesús fueran solo palabras, muestras que Dios y Jesús no son una realidad viviente y
personal para ti. Cuando hablas como si condenado e infierno fueran solo palabras, haces luz
del terrible juicio que le espera a los enemigos de Dios que, de hecho, serán condenados al
infierno.
¿Solo palabras? "No dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano". ¿Solo
palabras? "De toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del
juicio", dice Jesús. "Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás
condenado". El mal uso del nombre de Dios no solo es una falla en la etiqueta o un defecto en
el vocabulario. Es un insulto a Dios. Es un síntoma de que estamos fuera de contacto con
quién es Dios realmente en su santidad y majestad.
Disculpa que he tenido que ser tan directo y específico acerca de todo esto. Al describir los
usos indebidos del nombre de Dios, corro el riesgo de utilizarlo mal. Pero quiero que veas
claramente las formas en las que algunos patrones de discurso comunes, cosas en las que
probablemente no piensas dos veces, son violaciones del mandamiento de Dios.
Abusos Religiosos del Nombre de Dios
Hasta ahora, hemos analizado algunas de las formas más irreligiosas en las que se usa mal el
nombre de Dios, pero, es triste decir que también es posible usar mal el nombre de Dios en
formas que parecen bastante religiosas.
Un ejemplo es invocar el nombre de Dios para promover nuestros propios intereses. Ciertos
tipos de predicadores y de creyentes son aficionados a decir: "El Señor me reveló esto" o "El
Señor me dijo que hiciera eso". Hace un tiempo, vi a un predicador de televisión decir: "El
Señor me reveló que hará grandes cosas si solo 300 personas que miran este programa
llaman y dan $300 en la próxima hora". Ese puede ser un buen truco para recaudar $90,000
en menos de una hora, pero ¿fue una revelación directa del Señor? Decir "El Señor me dijo tal
o cual cosa" es una forma efectiva de manipular a los demás y de reclamar la autoridad divina
para ideas propias, pero también es un uso vergonzoso indebido del nombre de Dios.
El nombre de Dios puede ser usado mal incluso en la charla de Dios que usamos en la
iglesia. En Eclesiastés 5:1-3, la Biblia dice,
Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el
sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. No te des prisa con tu boca, ni tu
corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú
sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras. Porque de la mucha ocupación viene el
sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.
Congregante, elige tus palabras cuidadosamente. Asegúrate de escuchar a Dios antes de
comenzar a hablar de él. No digas ninguna oración ni cantes ninguna canción que realmente
no quieras decir en serio. Cuando empiezas a decir palabras sagradas por hábito irreflexivo,
estás haciendo un uso indebido del nombre de Dios. Cuando pronuncias oraciones cansadas
y prolijas, no estás impresionando a Dios. Lo estás insultando. Jesús dice: "Y orando, no uséis
vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos" (Mateo
6:7). Cuando ores, dile a Dios lo que hay en tu corazón y luego guarda silencio. El Señor
prefiere escuchar una oración honesta y sincera que una hora de palabras vacías.
Eclesiastés 5 nos advierte que usemos la palabra de Dios con moderación y que no digamos
nada que no queremos decir enserio. Luego continúa advirtiéndonos que no hagamos
promesas que no podamos cumplir.
Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los
insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no
cumplas. No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas ... que fue ignorancia. ¿Por qué harás
que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos? Donde abundan
los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios (5:4-
7).
El nombre de Dios puede ser usado mal en los votos, en los juramentos y en las promesas
que hacemos en ceremonias religiosas. Cuando se hacen promesas durante el bautismo, Dios
toma sus promesas en serio, incluso si las dijiste solo para que pudieras llevar a cabo una
costumbre familiar. Cuando se hacen votos matrimoniales en la presencia de Dios, Dios te
toma en serio. Si das marcha atrás en esas promesas, no solo traicionas a tu cónyuge, sino
que también abusas del nombre de Dios. Tal vez quieras decir: "Mi voto fue un error. Y
además, solo son palabras". Pero déjame decírtelo de nuevo: las palabras lo son todo. Las
palabras son el material del que están hechas las relaciones. Cuando rompemos nuestra
palabra y deshonramos el nombre de Dios, destruimos nuestra relación con los demás y con
Dios. Cada palabra se pronuncia en la presencia de Dios. Así que di lo que quieres decir, y
dilo enserio.
Llevando todo esto un paso más allá, hay un sentido en el que, si eres Cristiano, realmente no
deberías necesitar de ningún voto o juramento especial. Si llevas el nombre de Cristiano, todo
lo que dices se refleja en el nombre de Cristo. Solo asegúrate de que tus palabras sean
verdaderas y de que tus promesas sean confiables, y harás más por honrar el nombre de Dios
que cualquier cantidad de juramentos de que estás diciendo la verdad. Como Jesús dice:
"Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede" (Mateo
5:37). No sirve de nada tratar de probar tu veracidad invocando el nombre de Dios, jurando
sobre una pila de Biblias o jurando por cualquier otra cosa. Solo sé sincero. Está mal usar el
nombre de Dios para jurar por él a fin de apoyar tu propia falta de credibilidad.
Vivimos en una época que tiene tan poco conocimiento de los Diez Mandamientos, tan poco
respeto por las palabras, y tan poco respeto por Dios, que apenas nos damos cuenta cuando
estamos usando mal el nombre de Dios, y mucho menos de lo serio que es esto. Necesitamos
sentir una vez más toda la fuerza de ese poderoso mandamiento: "No tomarás el nombre de
Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en
vano".
Invocando el Nombre de Dios.
Pero Dios no quiere que nos detengamos allí. Él no quiere que estemos satisfechos solo con
limpiar un poco nuestro idioma. Eso es esencial, por supuesto. Dios quiere que evitemos la
blasfemia, las palabras descuidadas, las maldiciones, los eufemismos, las charlas vacías de
Dios, las oraciones balbuceantes, los votos irreflexivos y todo lo demás. Pero lo que Dios
realmente quiere es que nos convirtamos en el tipo de personas que usan su nombre
correctamente, que lo invocan para nuestra salvación y que lo alaban con alegría.
Sin embargo, esto no es algo que podamos hacer simplemente si nos dicen que lo
hagamos. Si estamos haciendo mal uso del nombre de Dios, esto demuestra que tenemos un
problema en el interior. Nuestras palabras corresponden a lo que está en nuestros
corazones. Como dice Jesús, "de la abundancia del corazón habla la boca". Y por sí mismo, el
mandamiento de Dios no puede cambiar lo que está en nuestros corazones. Al condenar el
mal uso del nombre de Dios, el mandamiento señala los síntomas muy bien, pero no cura
la enfermedad más profunda: una falta de respeto por Dios y una mala relación con él. La ley
de Dios puede mostrarnos nuestro problema, pero no puede resolver el problema ni
cambiarnos en el interior.
Algo tiene que suceder en nuestro corazón. Necesitamos que Dios nos perdone y nos
transforme a través de la fe en Jesucristo y por la obra interna de su Espíritu Santo. La ley de
Dios puede señalar nuestro pecado, pero solo Cristo puede quitar nuestro pecado. La ley
puede mostrarnos qué está mal con nuestro viejo corazón, pero solo el Espíritu puede darnos
un corazón nuevo.
Si has estado usando un lenguaje incorrecto y has comenzado a darte cuenta de lo
equivocado que estás, no te limites a elegir tus palabras con más cuidado a partir de
ahora. Busca la ayuda de Dios para cambiar la forma en la que te relacionas con él. El mal
uso del nombre del Señor conduce a la condenación, pero invocar su nombre en fe conduce a
la salvación. Confía en tu corazón en que Jesús está vivo y en que él te trae una vida
nueva. Llámalo y pídele que te perdone y te haga una nueva persona. Entonces declara
explícitamente que él es tu Señor y Maestro. La Biblia dice,
Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que
Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero
con la boca se confiesa para salvación… pues el mismo que es Señor de todos, es rico para
con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo"
(Romanos 10:9-13).
El nombre del Señor no es solo una cuestión de palabras. Es el nombre el que nos salva, y es
el nombre el que nos mantiene a salvo. La Biblia dice: "Torre fuerte es el nombre de Jehová; A
él correrá el justo, y será levantado" (Proverbios 18:10). Dios se reveló a Israel como Yahweh
(o "Jehová"), el gran YO SOY, el Señor que está presente. Él se reveló a sí mismo clara y
personalmente como Jesús, ese maravilloso nombre que significa "Salvador". "No hay otro
nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). Dios
reveló el misterio eterno de su ser divino y de su amor como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Su
pueblo es bautizado en ese glorioso nombre trino, y recibimos la bendición de Dios en el
nombre de Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Estas formas de referirse a Dios no son solo palabras. Son nombres revelados del poderoso y
misericordioso Señor del universo, los nombres por los cuales su corazón de amor llama
nuestros corazones, invitándonos a una relación íntima con él y a todas las riquezas de su
vida eterna. Así que en lugar de emplear mal el nombre del único que puede salvarte, invoca
su nombre en arrepentimiento y confianza, y este gran Dios será tu salvación.
Entonces descubrirás el verdadero objetivo y propósito de tu existencia: glorificar a Dios y
disfrutarlo para siempre. Como Cristiano, busca tu alegría más profunda en exaltar el nombre
de Dios. Deja que el mandamiento de Dios te incite a honrar el nombre de aquel que te creó y
te salvó. Ora "Santificado sea tu nombre". Canta sus alabanzas. Cuéntale a otros sobre
él. Haz todo para la gloria del nombre de Dios. Espera ansiosamente el día en el que "en el
nombre de Jesús se doble toda rodilla" (Filipenses 2:10).
En el Salmo 34, el poeta expresa su deseo de exaltar el nombre de Dios, y él nos llama a
usted y a mí a unirnos a él. Cerremos con estas espléndidas palabras:
Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca. En Jehová
se gloriará mi alma; lo oirán los mansos, y se alegrarán. Engrandeced a Jehová conmigo, y
exaltemos a una su nombre (Salmo 34:1-3).
Preparado originalmente por David Feddes para Ministerios de Regreso a Dios
Internacional. Usado con permiso.
Un Día para el Deleite (El Cuarto Mandamiento, Dr. Feddes)
Un Día para el Deleite por David Feddes
Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios;
no hagas en él obra alguna. (Éxodo 20:9-10).
¿Te has preguntado alguna vez por qué una semana dura exactamente siete días? ¿Por qué
no es más corta o más larga? ¿Por qué no una semana de cuatro días? ¿Por qué no una
semana de veinte días? ¿Por qué siete? Y dado que tenemos una semana de siete días, ¿por
qué ella establece el ritmo de trabajo y de descanso? ¿Por qué tener un tiempo fuera del
trabajo semanalmente, en lugar de solo mensual o anualmente o ninguno absoluto? Estas
preguntas se responden en Génesis, al igual que muchas otras preguntas sobre el origen de
las cosas. En Génesis, la Biblia dice que Dios se pasó seis días creando el universo y todo
tipo de criaturas. Entonces la Escritura dice,
Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la
obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra
que había hecho en la creación (2:2-3).
La semana de siete días se remonta a la primera semana de la historia, y el día de descanso
es idea del Creador. ¿Qué significa decir que Dios descansó? ¿Tomó una siesta? No, Dios no
"se adormecerá ni dormirá" (Salmo 121:4). Él nunca necesita de un descanso para recuperar
su energía. Dios tiene energía y poder infinitos. "El Dios eterno es Jehová, el cual creó los
confines de la tierra. No desfallece, ni se fatiga con cansancio" (Isaías 40:28). Cualquiera que
sea la razón del Creador para descansar, no es que estuviera exhausto y necesitara
recuperarse.
Además, el descanso de Dios no significaba que Dios dejara de hacer nada en absoluto y que
dejara el mundo por sí solo. Sin Dios sustentándolo a cada momento, el mundo colapsaría
inmediatamente. Dios nunca deja de cuidar a sus criaturas y de sostener el mundo, pero Dios
descansó "de toda la obra que hizo." El trabajo creativo de Dios involucraba hacer nuevos
tipos de cosas que nunca antes existieron. Al final del sexto día, Dios había completado esa
obra creativa. El universo estaba ricamente equipado, completamente funcional. Las criaturas
podían prosperar y multiplicarse dentro del orden que Dios había establecido, sin ningún
nuevo milagro. En ese punto, mientras Dios continuaba sustentando todas las cosas,
descansaba de su obra de creación.
¿Por qué lo hizo Dios de esta manera? Siendo el Dios Todopoderoso, él pudo haber creado
todo en seis segundos, pero tardó seis días. Pudo haber terminado de crear sin dejar de lado
un día especial, pero descansó el séptimo día, lo bendijo y lo santificó. ¿Por qué? Dios hizo
esto, no solo para su propio beneficio, sino para el beneficio de las personas a las que creó a
su imagen y que quisieran imitarlo. En los Diez Mandamientos, Dios le dijo al pueblo de Israel
que siguiera el patrón que él mismo había establecido:
Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas
el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu
hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.
Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos
hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó
(Éxodo 20:8-11).
Atacando el Día de Dios
Es triste decir que muchas personas atacan el día de bendición de Dios. Esto sucede en dos
niveles: intelectual y práctico. A nivel intelectual, muchos rechazan la afirmación de que Dios
creó todo en seis días porque creen que la ciencia ha demostrado lo contrario. A un nivel
práctico, las personas hacen sus propias cosas y no apartan un día de cada siete para
descansar y adorar.
El ataque intelectual supone que las personas son más inteligentes que Dios. Las teorías
continuamente cambiantes son tomadas con mayor seriedad que la Biblia. Algunas personas
piensan que la ciencia ha demostrado sin lugar a dudas que las criaturas evolucionaron
gradualmente a lo largo de millones de años, por lo que creen que la Biblia está
completamente equivocada cuando dice que Dios creó el universo y todos los tipos básicos de
criaturas en un período de seis días. Otros, que todavía creen en el Creador, no dicen
rotundamente que la Biblia esté equivocada; simplemente insisten en que la Biblia
realmente no puede significar seis días cuando dice seis días y que cada "día" de creación
duró millones o miles de millones de años.
Tal pensamiento tiene varios problemas. Un problema es asumir que el origen de las cosas
puede ser explicado proyectando procesos actuales en el pasado distante. Pero los patrones
actuales de Dios para sustentar y mantener su mundo son muy diferentes de la actividad
creativa de Dios al producir nuevos tipos de cosas en los seis días de la creación. Además, la
maldición del pecado ha cambiado el mundo de aquello que alguna vez fue (sin mencionar el
hecho de que el pecado también ha distorsionado nuestro poder de observación y de
razonamiento). Por lo tanto, está mal pensar que cualquier teoría supuestamente científica
acerca de los orígenes en los que los humanos falibles proyectan el presente en el pasado
sea más precisa que el relato infalible de Dios sobre la creación.
Otro problema para quienes niegan la creación de seis días es que nuestra semana de trabajo
se basa en la semana laboral del Creador. Si seis días fueron en realidad miles de millones de
años, tendríamos que trabajar durante miles de millones de años antes de que fuera el
momento de descansar. ¡Nunca lo haríamos! Entonces, aceptemos lo que Dios dice en la
Biblia.
Y no solo aceptemos lo que Dios dice; actuemos sobre eso. Una vez que hemos lidiado con lo
intelectual, también tenemos que lidiar con lo práctico. El ataque práctico del día de Dios para
deleite supone que nuestro tiempo es nuestro, para usarlo como lo decidamos. En lugar de un
día separado para el descanso, para la renovación y para el compañerismo con Dios,
atiborramos el día del Señor con compras y ventas, trabajo de fábrica, trabajo de oficina,
trabajo agrícola, trabajo escolar, tareas domésticas y trabajo en el jardín. Si nos tomamos un
descanso del trabajo, podemos estar tan ocupados corriendo a toda prisa en juegos de pelota
o en campos de golf, de manera que no tenemos tiempo para la iglesia, no hay tiempo para
adorar a Dios, no hay tiempo para la oración y para las Escrituras, no hay tiempo para la
comunión con el pueblo de Dios. Nadie, ni siquiera Dios, nos dirá qué hacer
con nuestro tiempo.
El mandamiento del Sabbath es violado quizás más que cualquiera de los Diez
Mandamientos. Pero si violas el día de Dios por deleite, te violas a ti mismo. No puedes
rechazar el patrón de Dios sin ofender a Dios y sin dañarte a ti mismo. Cuando abrazas la vida
con tus propias actividades las 24 horas del día, los siete días de la semana, sufres y tu
relación con Dios sufre. Trabajas y te preocupas, planeas y transpiras a lo largo de cada día,
sin ninguna pausa especial para regocijarte en Dios y refrescar tu alma y tu cuerpo. La vida se
convierte en una carga en lugar de una bendición.
Disfrutando el Día de Dios
Tómate al menos un día de cada siete para relajarte y regocijarte. Si no tienes tiempo,
entonces date tiempo. Si estás demasiado ocupado para Dios, estás demasiado
ocupado. Tómate un tiempo para deleite. Haz tiempo para Dios. No lo hagas porque yo lo
digo. Hazlo porque Dios lo dice. La semana de siete días, con un día separado, es el propio
patrón del Creador, entretejido en el tejido del mundo desde el principio. También se
encuentra en los Diez Mandamientos, literalmente escritos en piedra por Dios mismo.
Una razón por la que Dios apartó este día de deleite fue para disfrutar de su creación. Incluso
el Creador mismo no solo trabajó, trabajó y trabajó. Durante los seis días de la creación, dice
Génesis, Dios hizo una pausa e hizo un inventario repetidamente, y vio que sus logros eran
buenos. Ese también es un patrón para nuestro trabajo: hacerlo bien y disfrutar de un sentido
de logro a medida que lo hacemos. El trabajo es bueno, pero llega un momento para terminar
el trabajo de la semana y detenerse. La Biblia dice: "Y acabó Dios en el día séptimo la obra
que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo". Eso es lo que nuestro Creador
hizo, y eso es lo que nos dice que hagamos.
Dios hizo una gran variedad de cosas deliciosas para su propio disfrute y para el disfrute de su
pueblo. ¿Por qué él debería trabajar para crear tantas cosas buenas si nadie se toma el
tiempo de apreciarlas y disfrutarlas? ¿Y por qué tú deberías trabajar día tras día si nunca te
relajas y saboreas el fruto de tu trabajo? Disfruta de la creación buena de Dios, como lo hizo el
Creador.
Otra razón para el descanso semanal, además de disfrutar de la creación, es disfrutar de la
libertad de la salvación. En Deuteronomio 5:15, después de ordenarles a los israelitas que
guardaran el día de reposo manteniéndolo santo y descansando, Dios dijo: "Acuérdate que
fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo
extendido". Los israelitas habían sido esclavos en Egipto durante muchos años, sin
vacaciones ni un día libre. Entonces Dios los rescató y los liberó de la esclavitud. Pero ¿para
qué rescatarlos si iban a volver a trabajar como esclavos las 24 horas del día, los siete días de
la semana? ¿Por qué rescatarlos si iban a ser esclavizados por sus propios horarios y no por
los egipcios? Dios quería asegurarse de que su pueblo se tomara un día para disfrutar de su
libertad y para recordar quién era quién los había liberado.
Dios también quería asegurarse de que los israelitas no trataran a otras personas como los
habían tratado los egipcios. Parte del propósito de Dios en el mandamiento del Sabbath es
"para que descanse tu siervo y tu sierva como tú". El día de deleite de Dios es un gran
ecualizador. No hay diferencia entre inmigrantes y nativos, no hay diferencia entre jefes y
siervos, nadie da órdenes o sigue órdenes. Solo hay personas igualmente creadas a la
imagen de Dios, igualmente liberadas por la salvación de Dios. Cualesquiera que sean las
diferencias en el estatus social, Dios disolvió esas diferencias por lo menos un día a la
semana y demostró que esas diferencias no contaban para nada ante Dios. El mandamiento
del Sabbath les daba a todos la misma oportunidad de renovarse y de refrescarse a través de
la realidad de que Dios era el Señor de todos por igual. Si las personas realmente se hubieran
tomado en serio este hecho en el día de reposo, eso hubiera transformado la forma en que se
trataban los unos a los otros en los demás días (Isaías 58).
De hecho, incluso los animales debían compartir la bendición del Sabbath. Aunque no son
iguales a los humanos, los animales fueron creados por Dios y están destinados a compartir
los beneficios de la liberación de Dios y de la salvación de la humanidad. Entonces Dios
insistió en que incluso las bestias de trabajo deben tener un día para descansar y tomarse un
"refrigerio" (Éxodo 23:12).
En resumen, Dios instituyó un día especial de bendición para que su pueblo y todas las
criaturas pudieran disfrutar regularmente de los frutos de su creación y de la libertad de su
salvación. Sobre todo, él quería que ellos disfrutaran de él, disfrutaran de tenerlo como su
Dios y de ser apartados como suyos.
El Señor del Sabbath
Para poder disfrutar plenamente el Día del Señor y honrar a Dios, éste debe ser un día de
celebración y gozo. Ten cuidado de al menos dos asesinos del gozo que pueden arruinar el
Día del Señor.
Un asesino del gozo es estar tan inmerso en las actividades diarias que vemos cualquier
pausa como una interrupción molesta. En el libro de la Biblia de Amós, Dios reprendió a los
mercaderes que no podían esperar a que terminara el Sabbath para poder volver a vender
cosas y ganar dinero. Esas personas veían el Sabbath como nada más que una pérdida de
tiempo que perjudicaba sus ganancias. Su obsesión por el dinero no solo les propició una
actitud equivocada hacia el Día del Señor, sino que también los hizo deshonestos y
dispuestos a engañar a sus clientes (Amós 8:5).
Muchos comerciantes de hoy tienen una actitud similar. De hecho, no solo se quejan del Día
del Señor; lo ignoran por completo y continúan con sus negocios como siempre. Las tiendas
están abiertas los siete días de la semana para aumentar las ganancias. Las fábricas
funcionan todo el día y no se detienen ni siquiera un día por semana. De esa forma, la fábrica
nunca estará inactiva y generará la mayor cantidad de dinero posible. ¿Por qué cerrar todo en
el Día del Señor para que todos puedan ir a la iglesia si lo quieren hacer cuando hay dinero
que ganar? ¿Por qué rendir culto cuando siempre hay más trabajo por hacer? Un empresario
multimillonario dijo una vez que la religión no es un uso eficiente del tiempo.
Si eres dueño o gerente de un negocio y estás lleno del amor de Cristo y del Espíritu de
Cristo, no te conducirás con tus empleados sin piedad. No exigirás todo su tiempo y su
energía. En cambio, respetarás los días que un empleado necesita para la adoración, y
también dejarás espacio para la vida personal y familiar de un empleado. Tal adoración a la
eficiencia es un destructor del gozo. Destruyes la alegría de otras personas y tampoco te
ayudas a ti mismo. Muchas personas que se conducen demasiado duro sin un día para
descansar y rendir culto terminan estresadas, hartas, divorciadas o incluso muertas de un
ataque al corazón. Ver el descanso y la adoración como un obstáculo para los negocios como
siempre--es un desastre para el gozo.
En el otro extremo hay otro destructor del gozo. Mientras algunas personas ignoran por
completo el Día del Señor, otras caen en la trampa opuesta y toman el Sabbath como un fin
en sí mismo. Lo convierten en una pila legal de hacer y no hacer, en lugar de un día de
celebración lleno de gozo. A lo largo de la Biblia, se suponía que un día sagrado era un día de
especial gozo y de fiesta, un día de adoración y de agradecimiento a Dios.
Tal vez cuando piensas en un día sagrado, tiendes a imaginarlo como una ocasión triste,
sombría y solemne en la que se prohíbe la sonrisa. Pero la Biblia muestra que un día sagrado
es un día para disfrutar, un día para celebrar, un día para festejar. En Nehemías 8, la Biblia
relata acerca de un día santo memorable. Después de décadas de exilio en una tierra
extranjera, el pueblo de Dios había regresado a su tierra natal. Habían comenzado a
reconstruir su ciudad y sus vidas espirituales. Pero todavía tenían una persistente sensación
de fracaso y de culpa. Un día, todos se reunieron para una asamblea sagrada. Mientras
escuchaban la lectura y la explicación de la Ley de Dios, todas las personas comenzaron a
llorar. Se dieron cuenta de lo mucho que habían fallado. Pero sus líderes dijeron: "Día santo
es a Jehová nuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis". Nehemías dijo: "Id, comed grosuras,
y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo
es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza". Era
apropiado que el pueblo se entristeciera por sus pecados y fallas, pero Dios no quería que se
estancaran en ese punto. Quería que se regocijaran en su perdón y en el nuevo futuro que él
estaba abriendo para ellos. Cuando el pueblo se dio cuenta de eso, dejaron de llorar y
tuvieron una fiesta en su lugar. "Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar
porciones, y a gozar de grande alegría, porque habían entendido las palabras que les habían
enseñado" (Nehemías 8:9-12).
Se suponía que un día sagrado era un día de especial alegría y un festín de adoración y de
gratitud a Dios. Cuando Jesús vino, dio cumplimiento al Sabbath y reveló el verdadero espíritu
del día de deleite de Dios. Jesús vino para salvar a los pecadores e iniciar las celebraciones,
no para acumular regulaciones. Jesús dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y
cargados, y yo os haré descansar" (Mateo 11:28). Jesús es la fuente del descanso y refrigerio
definitivos, de los cuales el Sabbath era una señal. Jesús les dijo a algunos legalistas: "El día
de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. Por
tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo" (Marcos 2:27-28).
Debido a que Jesús es el Señor del Sabbath y da cumplimiento al significado del Sabbath, a
los Cristianos no se les exige que guarden todas las regulaciones del Sabbath que eran
dirigidas al pueblo judío en los tiempos del Antiguo Testamento. Los Cristianos con diferentes
interpretaciones del Sabbath no deben juzgarse entre sí. La Biblia dice: "Por tanto, nadie os
juzgue... en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo" (Colosenses 2:16). "Uno
hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente
convencido en su propia mente" (Romanos 14:5).
Un Nuevo Día
Después de que Jesús regresó al cielo y se extendió su evangelio, el Espíritu Santo le mostró
a la iglesia que ciertas ceremonias y días de fiesta ya no necesitaban ser guardados. Estas
cosas habían sido consejos y pistas acerca del descanso eterno de Dios, pero la realidad
completa había venido en Cristo. Algunas cosas de la ley del Antiguo Testamento se volvieron
obsoletas porque Cristo las cumplió. Aun así, el patrón de un día especial de siete no se volvió
obsoleto. Este patrón está arraigado en la primera semana del mundo, cuando Dios terminó
su obra creativa en seis días y descansó el séptimo. Este patrón fue establecido mucho antes
de que Dios le diera a Israel ceremonias y regulaciones específicas. Además, este patrón de
un día de cada siete se encuentra en los Diez Mandamientos, que siguen siendo la
declaración que define la ley moral de Dios. Todos los demás mandamientos entre los Diez
permanecen vigentes y normativos, por lo que sería extraño que este mandamiento en
particular ya no se aplicara.
El mandamiento todavía se aplica, pero el significado se ha enriquecido desde que vino
Jesús. De hecho, el día incluso se ha trasladado a un nuevo día debido a lo que Jesús ha
hecho. El Sabbath del Antiguo Testamento era el séptimo día de la semana, en honor a la
creación original de Dios y también para celebrar su salvación de la esclavitud. Pero con
Jesús vino una mayor salvación y una nueva creación, por lo que también llegó un nuevo día
de celebración: el primer día de la semana en lugar del último, el domingo en lugar del
sábado.
La salvación definitiva y la nueva creación irrumpieron en la vida un domingo por la mañana.
Después de morir en la cruz para pagar por los pecados del mundo, Jesús resucitó de entre
los muertos el primer día de la semana. Antes de que Jesús ascendiera al cielo, se mostró a
sus discípulos y los ayudó a comprender muchas cosas de una manera nueva a la luz de su
resurrección. La iglesia llegó a ver que la resurrección era un evento mayor que incluso la
creación original del mundo, y que ser rescatado del pecado y otorgado la vida eterna era una
salvación mayor que cuando Israel fue rescatado de Egipto. La victoria de Jesús sobre la
muerte convirtió el primer día de la semana en el último día de deleite. Esto fue confirmado por
otro gran evento que también sucedió el primer día de la semana. Siete semanas después de
la resurrección del domingo, el Cristo resucitado y reinante derramó su Espíritu Santo con
tremendo poder en la iglesia. Ese día, Pentecostés, también era domingo.
El cambio de sábado a domingo es evidente en varios puntos de la parte del Nuevo
Testamento de la Biblia. Según el apóstol Juan, los discípulos de Jesús se estaban reuniendo
el primer día de la semana una semana después de la resurrección (Juan 20:19,26). Más
tarde, cuando las personas de otras naciones aprendieron sobre Jesús, ellos también
programaron sus reuniones de adoración para el domingo. Hechos 20:7 dice: "El primer día de
la semana, reunidos los discípulos para partir el pan". Ellos adoraron y celebraron la Cena del
Señor ese domingo, y también escucharon juntos la Palabra de Dios. El domingo también fue
el día en que el pueblo de Dios dio ofrendas. En 1 Corintios 16:2, la Biblia dice: "Cada primer
día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado,
guardándolo". Incluso cuando las circunstancias o la persecución les impedían a los Cristianos
adorar con los demás, todavía guardaban el domingo como el Día del Señor en adoración
personal. Juan, el amigo de Jesús, se encontraba en el exilio en una isla carcelaria cuando
escribió en Apocalipsis 1:10: "Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor".
El cambio al domingo como el día del Señor también es evidente en las declaraciones hechas
por los líderes Cristianos en el siglo después de que se escribió el Nuevo Testamento. Por
ejemplo, Ignacio, uno de los principales líderes Cristianos del siglo II, escribió: "Los Cristianos
han llegado a la posesión de una nueva esperanza, ya no guardan el Sabbath, sino que viven
en la celebración del día del Señor, en la cual también nuestra vida ha surgido nuevamente
por Él y por su muerte." Justino Mártir, otro líder que vivió en el siglo II, describe la adoración
de la iglesia "en el día llamado Domingo".
El Espíritu Santo guio a la iglesia para hacer del domingo su día de adoración. De esta
manera, la iglesia honra al Cristo resucitado como la fuente de salvación y como el Señor de
la nueva creación, y también distingue el nuevo y mejor pacto en Cristo del pacto anterior con
Moisés. En lugar de llamarlo el Sabbath, el nuevo día de deleite de Dios se llama "el día del
Señor", en honor al Señor Jesús.
Mantenlo Santo
Los Cristianos ahora adoran en un nuevo día debido a Cristo, pero el patrón de uno en siete
sigue incrustado en la forma en la que hemos sido creados, y permanece en los Diez
Mandamientos. Dios apartó un día como santo, y nos ordena que lo mantengamos santo. Dios
bendijo este día para bendecirnos. Cada uno de nosotros necesita un día reservado para
descansar del ajetreo y del bullicio del resto de la semana, un día para regocijarse, refrescarse
y renovarse. También necesitamos un día apartado para que el pueblo de Dios pueda reunirse
en el mismo horario, adorarlo, escuchar su Palabra leer y predicar, orar y traer ofrendas, y
compartir en la Cena del Señor.
Ahora volvámonos personales. ¿Cómo pasas tus domingos? ¿Tomas tiempo para descansar
y disfrutar de la bondad de Dios? ¿O crees que todo se derrumbará si dejas de trabajar por un
momento? ¿Eres el siervo de un Dios misericordioso o el esclavo de un horario
exigente? ¿Haces espacio en tu vida para disfrutar del fruto de la creación y de la libertad de
la salvación? ¿Celebras la bondad de Dios con otras personas en la iglesia cada semana, y
extiendes esto en la oración diaria y personal y en la lectura de la Biblia? Reserva un día
completo cada semana para enfocarte en Dios y descansar en Cristo, y los efectos se
extenderán a todos los demás días y enriquecerás tu relación con el Señor.
Honrar el domingo es una marca de pertenencia a Dios. Descansar el domingo te ayuda a
descansar en Dios todos los días. Dependes de tu Creador, no solo de tus propios esfuerzos,
para suplir tus necesidades. Recibes la salvación a través de la fe en la obra perfecta de
Cristo y no a través de tus propias obras. ¿Así pasa contigo? ¿Has encontrado en Jesús tu
alegría y tu paz, tu deleite y tu seguridad? Él dice: "Ven a mí y te daré descanso". ¿Cómo
estás respondiendo a esa invitación amorosa? Descansa en Cristo y deja que tu fe se renueve
y se refresque de una manera especial cada domingo.
Para un estudio posterior:
J. Douma, Los Diez Mandamientos p. 109-160 (P&R Publishing, 1996).
"La Perpetuidad y el Cambio del Sabbath", en La Obra de Jonathan Edwards, Tomo 2, p. 93-
103.
Preparado originalmente por David Feddes para Ministerios de Regreso a Dios
Internacional. Usado con permiso.
Loco por los Deportes (Dra. Feddes)
Loco por los Deportes por David Feddes
Él era el hombre más rápido del mundo. Le encantaba correr. Tenía grandes esperanzas de
obtener una medalla de oro. Pero luego descubrió algo que hizo que su corazón se hundiera:
las eliminatorias clasificatorias para los 100 metros estaban programadas para el
domingo. Los 100 metros eran su mejor evento, y había estado esperando los Juegos
Olímpicos durante mucho tiempo, pero Eric Liddell no competiría el domingo. Él amaba a Dios
y honraba el domingo como un día de adoración y de descanso. Sus entrenadores y el
gobierno lo presionaron para que corriera y no asistiera a la iglesia solo esta vez, pero Eric se
negó. Él puso a Dios primero. Mientras los otros velocistas compitieron en las eliminatorias por
los 100 metros, Eric pasó el Día del Señor en la iglesia.
Aun así, Eric no regresó a casa proveniente de los Juegos Olímpicos con las manos
vacías. Se marchó a casa con su integridad y con su relación con Dios. También se fue a casa
con algo más: una medalla de oro y un récord mundial. Eric no corrió en los 100 metros, su
mejor evento y para el cual se entrenó, más en cambio ingresó al de 400 metros y corrió más
rápido de lo que cualquier ser humano lo había hecho antes. Eso fue en los Juegos Olímpicos
de París de 1924. La victoria de Eric más tarde fue el enfoque de la película ganadora del
Oscar Carros de Fuego.
Después de ganar el oro, Eric Liddell entrenó para el ministerio evangélico y se fue a China
como misionero. Allí la situación se volvió muy peligrosa en la década de 1940, pero Eric no
se marcharía. El hombre, el cual tenía la integridad suficiente como para poner la voluntad de
Dios por delante de los deportes también tenía el coraje suficiente para poner la voluntad de
Dios por encima de su propia seguridad. Eric siguió haciendo la obra de Dios en medio de los
chinos. Finalmente, terminó en un campo de prisioneros. Él murió allí de un tumor
cerebral. Tenía solo 43 años.
Ahora esta es la historia de otro atleta que murió de cáncer cerebral a la edad de 43 años. A
diferencia de Eric Liddell, este atleta tenía a los deportes como su dios. Él no se detendría
ante nada para ganar. Jugaba casi todos sus juegos el domingo en su posición como ala
defensiva en la Liga Nacional de Fútbol. Lyle Alzado logró todo lo que había soñado: lideró el
liderato de capturas, fue nombrado Jugador Defensivo del Año y ganó el Super
Bowl. No podría haber hecho estas cosas sin jugar el domingo, y no podría haberlas hecho sin
usar esteroides. Los esteroides lo hicieron más grande, más fuerte y más agresivo en el
campo. Los esteroides eran ilegales, pero los deportes importaban más que la ley. Los
esteroides ponían en peligro su salud, pero los deportes importaban más que su salud. Los
esteroides causaban cambios de humor que arruinaron relaciones, pero los deportes
importaban más que las relaciones. La segunda esposa de Alzado dijo que Lyle a veces la
golpeaba en medio de ataques de ira y que le era imposible vivir con él debido a sus
cambiantes estados de ánimo. Para cuando llegó a los cuarenta años, Lyle Alzado se había
casado cuatro veces. Luego se enfermó de cáncer cerebral y murió a los 43 años, convencido
de que los esteroides lo mataron.
¿Quién tuvo un mejor enfoque, Eric Liddell o Lyle Alzado? ¿Quién era más sabio, el hombre
que puso a Dios primero o el que no se detendría ante nada para ganar? ¿Qué perspectiva es
más típica hoy en día?
Adoradores de Deportes
Algunos atletas ganadores podrían decir que Dios los ayudó a ganar, pero ¿cuántos se niegan
a competir el domingo por reverencia a Dios como lo hizo Eric Liddell? Muchas familias
amantes del deporte afirman amar a Dios, pero cuando hay un choque entre el culto y el
deporte, ¿qué eligen? Cuando los padres se saltan la iglesia para que un niño de diez años no
se pierda una práctica o un juego, no están criando un nuevo Eric Liddell.
Un padre Cristiano dice: "Le dije al entrenador de mi hijo que no iba a jugar los domingos, y
pareció sorprendido. Le dije: 'Actúa como si nadie le hubiese dicho eso antes'. Y él dijo:
'¿Honestamente? No me lo habían dicho.'".
El escritor Rick Reilly de Deportes Ilustrados dice,
Los deportes casi se han tragado el domingo entero. Todos los deportes profesionales se
juegan el domingo. El gran día en el golf profesional y en el tenis es el domingo. El fútbol
universitario comenzó a jugar juegos de bolos el domingo. [En el baloncesto universitario] La
locura de marzo, los diez juegos de los torneos de la NCAA se jugaron el domingo. Ahora
cada vez más equipos deportivos juveniles juegan el domingo, cuando los campos son más
fáciles de conseguir y los padres están disponibles para conducir.
El director de una asociación de fútbol juvenil dice: "No nos sentimos particularmente bien al
respecto, pero con los apretados horarios de la actualidad, el domingo es el único tiempo que
algunos de nosotros tenemos para hacer estas cosas. Y si vas a viajar a dos estados de
distancia, tampoco tiene sentido no jugar el domingo".
De acuerdo con Rick Reilly, las instituciones religiosas pueden ser tan propensas como
cualquier persona a atiborrar el domingo lleno de deportes. Los equipos de softbol de Notre
Dame juegan más juegos el domingo que en cualquier otro día. En algunas áreas, la YMCA
(que, para no olvidar, por sus siglas en inglés significa Asociación Cristiana de Hombres
Jóvenes) patrocina deportes juveniles el domingo.
Ahora, Rick Reilly ama los deportes. Se gana la vida escribiendo sobre deportes. Ha sido
nombrado ocho veces Escritor de Deportes del Año. Él no es fanático de mantener sagrado el
domingo. Pero incluso Rick Reilly dice: "Siento pena por estos niños que no reciben nada más
que deportes organizados atiborrando sus gargantas las 24 horas, los 7 días de la semana ...
Hasta Dios se tomó un día libre. Los niños podrían llorar de alegría por tener un día libre de
los deportes. Si no lo ocupan en la iglesia, tal vez lo pasarán aprendiéndose los nombres de
sus hermanos otra vez" (Deportes Ilustrados, 26 de abril de 2004).
Muchos de nosotros somos adoradores del deporte. No consideramos el domingo como un
día sagrado; consideramos los deportes como sagrados. Por ejemplo, a principios de este
año, los oficiales de las Grandes Ligas de Béisbol anunciaron un plan para colocar anuncios
en las bases de muchos estadios para una película. Los fanáticos jadearon horrorizados. ¡Qué
comercialismo grosero! ¡Esto violaría la pureza del deporte! La protesta fue tan fuerte que los
oficiales de béisbol dieron marcha atrás, y las bases se mantuvieron blancas y sin
publicidad. En medio del horror de ganar dinero con los anuncios en las bases, ¿alguien se
opuso a que los jugadores profesionales trabajaran para recibir su pago el día de
Dios? ¿Alguien se opuso a vender boletos y cerveza en el día de Dios? ¿Alguien protestó en
contra de acudir en masa a los estadios en lugar de adorar en la iglesia? Aparentemente,
las bases son demasiado sagradas para los anuncios de las películas, pero el Día del Señor
no es demasiado sagrado como para abarrotarlo con deportes comerciales. Esto sería
gracioso si no fuera tan triste.
Diversión y Juegos
Déjame aclarar que me gustan los deportes. No soy un nerd antisocial. Mido un metro noventa
y he jugado mucho baloncesto en mi vida. Me gusta jugar varios juegos con mis hijos. Me
gusta ver los deportes en la televisión de vez en cuando (cuando tengo tiempo). Disfruto de la
diversión y de los juegos tanto como cualquiera.
Los deportes también pueden proporcionar una buena y sana diversión, así como otros
beneficios. Los niños son más sanos haciendo mucho ejercicio que sentándose para volverse
flácidos. Es mejor estar en buena forma que ser adictos a la televisión. Es mejor que pasen su
tiempo libre practicando deportes que gastarlo frente a un televisor, llenando sus mentes de
papilla. Es mejor jugar juegos que salir a la calle en busca de problemas.
Además, la participación en los deportes puede ayudarlos a desarrollar
autodisciplina. Aprenden a administrar el tiempo. Aprenden a entrenar, a esforzarse y a
sacrificarse para alcanzar un objetivo. Uno de los resultados es que, incluso con menos
tiempo libre, los niños que participan en el atletismo a menudo obtienen mejores resultados en
la escuela que aquellos que no practican ningún deporte.
La participación en los deportes también puede fortalecer las relaciones. Puede enseñar
trabajo en equipo y fomentar amistades con compañeros de equipo. Puede hacer que los
niños y los padres se sientan más cerca el uno del otro. El tiempo que pasan juntos
simplemente conduciendo aquí y allá puede brindarles la oportunidad de hablar que no
tendrían de otro modo. Las experiencias compartidas, las alegrías compartidas de la victoria y
las decepciones compartidas de la derrota pueden unir a padres e hijos y hacer que se sientan
más cerca. Los niños disfrutan de la atención de sus padres y los padres aman ver a sus hijos
divertirse y tener un buen desempeño.
Agrega todos estos beneficios, e incluso el crítico más gruñón debe admitir que la
participación en los deportes puede ser buena.
Juegos Peligrosos
Aun así, tenemos que preguntarnos si tenemos demasiado de algo bueno. Un problema
ocurre cuando los padres agresivos presionan a los niños para que se desempeñen
bien. Muchos niños, especialmente los más jóvenes, prefieren jugar y divertirse antes que
tratar de cumplir con las expectativas adultas de los padres y de los entrenadores. Practicar
deportes debería ser una distracción relajante, pero puede convertirse en
una obsesión estresante. Algunos padres locos por los deportes están robándoles su infancia
a los niños. Ya es suficientemente malo cuando los padres les gritan a los árbitros por una
decisión o cuando maltratan a un entrenador por no haberle dado suficiente tiempo de juego a
sus hijos, pero es aún peor cuando los padres regañan a los hijos por tener un juego malo o
los presionan para practicar más y más duro como si el futuro del mundo dependiera del
resultado de un juego para niños.
¿Qué sucede cuando los niños sienten demasiada presión en los deportes? Muchos dejan de
jugar por completo. El 73% abandona su deporte infantil a la edad de 13 años, principalmente
porque no se están divirtiendo. Mientras tanto, muchos de los que siguen jugando acaban
absorbiendo la mentalidad de dureza, del deporte lo es todo y de ganar a cualquier costo, que
proviene de los padres y de los entrenadores. Incluso si se vuelven buenos en los juegos,
pueden estar podridos en sus relaciones y de lo peor en su vida.
También está el problema de que los niños tengan metas poco realistas. Los mejores
atletas son tan publicitados y glamorosos en los medios que muchos niños quieren ser como
ellos. Sin embargo, la probabilidad de que un niño o una niña eventualmente forme parte del
equipo olímpico o tenga una carrera deportiva profesional es mucho menos de uno entre
mil. Algunos niños descuidan las tareas y el estudio para perseguir el sueño de una carrera
deportiva. Cuando eso no funciona, carecen de la habilidad necesaria para tener éxito en
cosas que no involucran deportes.
La obsesión por los deportes hace que muchos recurran a los esteroides. Kelli White fue la
mujer más rápida del mundo, ganando los 100 y los 200 metros en el Campeonato
Mundial. Pero no pudo competir en los Juegos Olímpicos porque era consumidora de
esteroides. Otros atletas de élite también han sido vetados. Aún otros son sospechosos de
usar esteroides ilegales sin ser atrapados. Muchas estrellas de béisbol se encuentran jugando
bajo una nube de sospecha. Y los esteroides no son solo un problema entre los atletas
profesionales o entre los competidores olímpicos. Muchos jóvenes están tan ansiosos por
llegar a la cima que usan esteroides. Ellos mienten, engañan y ponen en peligro su salud
física y emocional sólo para mejorar su rendimiento deportivo. Detrás de todo el escándalo de
los esteroides está la actitud del deporte como un dios y la voluntad de hacer cualquier cosa y
sacrificar cualquier cosa por ese dios.
Pero incluso si los niños que están locos por el deporte se mantienen alejados de los
esteroides, estudian mucho y crecen para ser adultos exitosos, equilibrados y de buen
carácter, el mayor peligro sigue acechando: el peligro de perder lo que más les importa en la
vida. Imaginemos una situación que parece ideal. Eres bueno en cierto deporte. Tus padres
son comprensivos, pero sin ser agresivos ni dominantes. Te vuelves tan bueno en tu deporte
que recibes una beca atlética completa en la universidad de tu elección. Ganas trofeos de
campeonato en la escuela secundaria y en la universidad. Resulta que ganas el oro
olímpico. Actúas como un profesional, ganas millones de dólares y ganas muchos
campeonatos. Y a pesar de todo, logras ser una persona decente y agradable. ¿Eso suena
perfecto? Bueno, incluso si todo esto funcionara bien, algo estaría terriblemente mal si los
deportes alejaran a Dios de tu vida.
La participación en los deportes puede ser más peligrosa no cuando es mala, sino cuando es
buena, lo suficientemente buena como para evitar lo que es mejor. El peligro más común en
los deportes no es el daño emocional de presionar demasiado a los niños, o los esteroides y
otras drogas que mejoran el rendimiento, o los jugadores corruptos y los agentes sucios que
solo se preocupan por el dinero, o los escándalos del juego donde se soborna a los atletas
para cambiar el resultado de juegos. Estas cosas han sido cubiertas en los medios,
y son malas, pero el problema más extendido con los deportes es que un deporte puede
parecer tan emocionante, tan saludable, tan divertido, tan satisfactorio, tan glorioso que se
convierte en el centro de tu vida y es más importante para ti que Dios mismo.
Los deportes pueden arruinar una relación con Dios igual de seguro que el crimen o el alcohol
o la pornografía o algún otro vicio. Algo bueno puede hacerte igual de impío que algo
malo. Algunos padres están tan ocupados corriendo de un juego a otro con sus hijos, incluso
los domingos, que no adoran a Dios en la iglesia. Cada vez más los equipos programan
prácticas y juegos el domingo, e incluso los programan durante la hora del culto. Incluso las
familias que de lo contrario asistirían a la iglesia pueden reorganizar sus domingos para que
se ajusten al horario de los deportes. Los juegos importan más que Dios. El deporte es
supremo; la iglesia es opcional. Y esto no solo afecta los domingos. Durante la semana, más
familias pasan todo su tiempo libre en los deportes. Raras veces comparten una comida juntos
como familia, y nunca tienen tiempo para la oración familiar y para la lectura de la Biblia.
La parte más letal es que todo parece tan sano y tan normal. Incluso cuando hablo de estas
cosas, quizás pienses: "¿Qué le pasa a este tipo? ¿Por qué está tan preocupado por los
deportes?" Cuestionar a los deportes es un poco como cuestionar la maternidad o la tarta de
manzana. ¿Qué pasa con jugar algunos juegos? Si a los niños les gustan las drogas y las
pandillas, hay un problema. Pero si a los niños les gustan los deportes en lugar de las drogas,
si usan un uniforme de un equipo con aspecto sutil en lugar de vestirse como miembro de una
pandilla, ¿cómo podría objetar alguien?
Los Deportes y Satanás
Por extraño que parezca, los deportes pueden destruirte. Cada vez que pones algo que no
sea Dios en el centro de tu vida, estás jugando con fuego. Si los deportes son lo más
importante para ti, te estás enamorando del plan de Satanás. Estás en peligro de dejar atrás a
Dios para siempre y encontrarte en el infierno.
Verás, Satanás tiene solo un objetivo principal para ti: conducirte más y más lejos de Dios. Si
Satanás puede hacer eso convirtiéndote en un borracho o en un criminal vicioso, es feliz de
hacerlo. Pero Satanás es igual de feliz si puede alejarte de Dios al volverte tan loco por los
deportes que no le prestas atención a Dios, ni cultivas una relación con Jesús, ni piensas en tu
destino eterno. Satanás no es más feliz si adoras a un ídolo pagano que si adoras al fútbol o
al hockey. Satanás no es más feliz si los padres vuelven locos a sus hijos a través del abuso
que si los padres enloquecen a sus hijos por el béisbol. Satanás no es más feliz si las
personas de la tercera edad se emborrachan todo el domingo que si juegan golf todo el
domingo. Todo lo que le importa a Satanás es alejarte de Dios, y todo lo que sea necesario
para hacerlo es bueno para él.
De hecho, la trampa deportiva puede ser más efectiva que algunos de los métodos más
sucios de Satanás. Después de todo, las personas que caen en un comportamiento sórdido
pueden sentir que algo está mal y sentirse infelices y quizás incluso orar por la ayuda de
Dios. Pero si estás en la trampa de los deportes, es posible que no veas nada
malo. Piensas que es limpio y saludable tener a los deportes en el centro de tu vida, y no
sientes gran necesidad de poner a Cristo en el centro.
Tu principal problema no es que estás demasiado entusiasmado con los juegos, sino que no
estás lo suficientemente entusiasmado con Dios. No es que te preocupes demasiado por los
deportes, sino que te importa muy poco la salvación. La razón por la que estás ocupando cada
momento libre con los deportes es porque no has encontrado nada mejor para llenar tu
vacío. La razón por la que ganar es tu objetivo definitivo es que no has encontrado una meta
más alta.
A Satanás le gustaría mantenerte así. Satanás quiere que llenes tu tiempo con todo lo que no
sea Dios y que busques cualquier objetivo, excepto convertirte en alguien piadoso y pasar la
eternidad con Dios en el cielo. Pero ahora ya lo sabes. Has escuchado cómo Satanás puede
convertir los deportes de un pasatiempo inocente a algo que puede alejarte de Dios y destruir
tu alma en el infierno. Para vencer el plan de Satanás, no solo admites que has estado
demasiado loco por los deportes; confiesas que te has preocupado demasiado por Dios.
Tratar de encontrar la máxima satisfacción en los deportes es como perseguir el viento. Vivir
sin Jesús en el centro de tu vida puede parecer divertido y satisfactorio por un tiempo, pero en
algún momento, llegas vacío. Los logros atléticos no duran, y cuando se hayan ido, ¿qué te
quedará?
¡Consíguete una Vida!
Si los deportes te importan más que cualquier otra cosa, debes cambiar. ¡Necesitas
conseguirte una vida! Si eres un niño que sueña con ser una estrella, comienza a soñar con
algo más grande. Si eres un padre o una madre que trata de vivir sus sueños a través de los
logros atléticos de sus hijos, establece metas más altas para ti y tu familia. Si eres una
persona de mediana edad que pasa incontables horas tratando de mejorar su golpe de golf,
trabaja en algo que valga la pena. Si eres un seguidor fanático de algún equipo universitario o
profesional y te vuelves loco cuando tu equipo favorito gana y te entristeces cuando tu equipo
favorito pierde, encuentra algo más importante por lo cual emocionarte. Si eres un adicto a los
deportes que permanece pegado a un canal deportivo de televisión viendo un juego tras otro,
incluso cuando apenas sabes quién está jugando, ¡consíguete una vida!
Quiero decir eso literalmente: consíguete una vida. Consíguete una vida que sea alegre
incluso cuando no puedas correr rápido o saltar alto. Consíguete una vida que enriquezca a tu
familia incluso cuando tus hijos no sean atletas estrella. Consíguete una vida que no pueda
echar a perder nada. Obtén vida eterna en Jesucristo. No dejes que nada se interponga entre
tú y el Señor.
La Biblia nunca dice que sea malo jugar juegos o participar en deportes, pero la Biblia sí dice
que es malo anteponer algo por encima de Dios. El deporte vale algo, pero no lo es todo. Los
juegos tienen valor, pero el valor es limitado. La práctica y los entrenamientos pueden mejorar
tu condición física, y eso es bueno, pero la condición física no es tan importante como la
condición espiritual. La Biblia dice: "Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para
poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida
presente, y de la venidera" (1 Timoteo 4:8). Un cuerpo sano es bueno, pero no es tan
importante como una relación sana con Dios.
En cuanto a la emoción de competir y ganar, puede ser divertido mientras dure, pero no dura
para siempre. Finalmente, tus días de juego llegarán a su fin. Cualquier juego que ganes se
convierte en recuerdos desvaídos. Las cintas, los trofeos, las medallas o los anillos de
campeonato que recolectes se convierten en basura en un estante. No tienen un valor
duradero. Como dice la Biblia, los campeones atléticos van a "recibir una corona corruptible",
pero aquellos que persiguen la vida eterna obtienen una corona "incorruptible" (1 Corintios
9:25).
Si quieres vida eterna, cree en Jesús como el mejor regalo de Dios. Galardona a Jesús más
que a nada más. Confía en su sangre para pagar todas las formas en las que has ofendido a
Dios cuando antepusiste otras cosas, incluidos los deportes, en el centro de tu vida. Cuenta
con la perfección de Cristo acreditada a ti como la única forma en la que puedes ser digno de
una corona en el cielo. Confía en el Espíritu Santo de Dios para que viva en ti y mantente en
contacto con el Señor. Entonces, con la energía del Espíritu de Dios, ve tras la piedad y la
vida eterna con un deseo y una determinación aún mayor que un atleta que busca un
campeonato.
La Biblia a veces compara la vida Cristiana con una carrera y nos insta a hacer de Cristo
nuestra meta y avanzar para conocerlo mejor (Filipenses 3:12-14). Esto implica esfuerzo y
entrenamiento. Una vez que has nacido de nuevo mediante la fe en Jesús, tu Espíritu te
mueve a involucrarte en el tipo de entrenamiento que te convertirá en un atleta espiritual
fuerte. Del mismo modo que los atletas necesitan una buena nutrición, tú necesitas la nutrición
de la lectura de la Biblia, de la oración, de la participación de la iglesia y de la participación
regular de la Cena del Señor. Del mismo modo que los atletas abandonan las cosas que
interfieren con sus objetivos, debes renunciar a los pecados e incluso recortar algunas cosas
buenas que pueden mantenerte alejado de las mejores cosas. Del mismo modo que los
atletas necesitan practicar una y otra vez para hacer las cosas bien, es necesario que
practiques obedecer a Dios y ayudar a los demás hasta que la santidad se convierta en un
hábito. "Ejercítate para la piedad", dice la Biblia (1 Timoteo 4:7). Los atletas se entrenan para
"recibir una corona corruptible", pero los seguidores de Jesús lo hacen para obtener una
corona "incorruptible" (1 Corintios 9:25).
Preparado originalmente por David Feddes para Ministerios de Regreso a Dios
Internacional. Usado con permiso.
Santidad (por J.C. Ryle)
Santidad: Su Naturaleza, Obstáculos, Dificultades y Raíces
Por J.C.Ryle
III.
SANTIDAD
"La santidad, sin la cual nadie verá al Señor."--Hebreos 12:14
El texto que encabeza esta página abre un tema de profunda importancia. Ese tema es la
santidad práctica. Sugiere una pregunta que exige la atención de todos los que profesan ser
Cristianos--¿Somos santos? ¿Veremos al Señor?
Esa pregunta nunca puede estar fuera de temporada. El sabio nos dice que hay "tiempo de
llorar, y tiempo de reír; tiempo de callar, y tiempo de hablar" (Eclesiastés 3:4, 7), pero no hay
tiempo, no, ni un día, en el que un hombre no deba ser santo. ¿Lo somos?
Esa pregunta concierne a todos los rangos y condiciones de los hombres. Algunos son ricos y
otros son pobres, algunos eruditos y otros indoctos, algunos amos y algunos siervos; pero no
hay rango o condición en la vida en la cual un hombre no deba ser santo. ¿Lo somos?
Pido ser escuchado hoy sobre esta pregunta. ¿Cómo se encuentra el relato entre nuestras
almas y Dios? En este mundo apresurado y bullicioso, detengámonos por unos minutos y
consideremos el asunto de la santidad. Creo que podría haber elegido un tema más popular y
agradable. Estoy seguro de que podría haber encontrado uno más fácil de tratar. Pero siento
profundamente que no podría haber elegido un tema más estacional y más rentable para
nuestras almas. Es algo solemne escuchar la Palabra de Dios que dice: "la santidad, sin la
cual nadie verá al Señor" (Hebreos 12:14)
Intentaré, con la ayuda de Dios, examinar qué es la verdadera santidad y la razón por la cual
es tan necesaria. En conclusión, trataré de señalar la única forma en que se puede alcanzar la
santidad. Ya en el segundo artículo de este volumen, he abordado este tema desde un punto
de vista doctrinal. Permítanme intentar presentárselo a mis lectores desde un punto de vista
más simple y práctico.
I. Primero, entonces, permítanme mostrar qué es la verdadera santidad práctica--qué tipo de
personas son aquellas a quienes Dios llama santas.
Un hombre puede recorrer grandes distancias y, sin embargo, nunca alcanzar la verdadera
santidad. No se trata de conocimiento--Balaam tenía eso: ni de una gran profesión--Judas
Iscariote tenía eso: ni de hacer muchas cosas--Herodes tenía eso--ni de un celo por ciertas
cuestiones de la religión--Jehú tenía eso: ni de la moralidad y de la respetabilidad externa de
la conducta--el joven gobernante tenía eso--ni de complacerse en escuchar a los
predicadores; los judíos de la época de Ezequiel lo tenían--ni de estar acompañados de gente
piadosa; Joab, Giezí y Demas tenían eso. ¡Sin embargo, ninguno de ellos era santo! Estas
cosas solas no son santidad. Un hombre puede contar con cualquiera de ellas y, sin embargo,
nunca ver al Señor.
¿Qué es la verdadera santidad práctica? Es una pregunta difícil de responder. No quiero decir
que haya falta de material bíblico sobre el tema. Pero me temo que no debería dar una visión
defectuosa sobre la santidad, y no decir todo lo que debería decirse; o temo decir cosas que
no deberían decirse, y también dañar. Permítanme, sin embargo, tratar de hacer una
representación de la santidad, para que podamos verla claramente ante los ojos de nuestras
mentes. Solo que nunca hay que olvidar, cuando ya lo haya dicho todo, que mi relato no es
más que un perfil imperfecto y pobre.
(a) La santidad es el hábito de tener una sola mente con Dios, de acuerdo con lo que
encontramos en Su mente descrita en las Escrituras. Es el hábito de estar de acuerdo en el
juicio de Dios--odiando lo que Él odia--amando lo que Él ama--y midiendo todo en este mundo
según el estándar de Su Palabra. Aquel que se encuentra más enteramente de acuerdo con
Dios, es el hombre más santo.
(b) Un hombre santo se esforzará por evitar cada pecado conocido y por guardar todos los
mandamientos conocidos. Él tendrá una decidida inclinación de mente hacia Dios, un deseo
sincero de hacer su voluntad: un mayor temor de desagradarlo que de desagradar al mundo, y
un amor hacia todos Sus caminos. Sentirá lo que Pablo sintió cuando dijo: "Porque según el
hombre interior, me deleito en la ley de Dios" (Romanos 7:22), y lo que David sintió cuando
dijo: "Por eso estimé rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas, y aborrecí todo
camino de mentira" (Salmos 119:128).
(c) Un hombre santo se esforzará por ser como nuestro Señor Jesucristo. No solo vivirá la vida
de fe en Él, y extraerá de Él toda su paz y fuerza diarias, sino que también se esforzará por
tener la mente que estaba en Él y por ser "conforme a su imagen" (Rom. 8:29) Su objetivo
será soportar y perdonar a los demás, así como Cristo nos perdonó, ser generoso, así como
Cristo no se complació a Sí mismo--caminar en amor, como Cristo nos amó--ser amigable y
humilde, así como Cristo no se hizo merecedor de ninguna reputación y se humilló a sí mismo.
Él recordará que Cristo fue un testigo fiel de la verdad--que no vino a hacer su propia
voluntad--que hacer la voluntad de su Padre fue su comida y su bebida--que continuamente
se negaría a sí mismo para ministrar a otros--que era manso y paciente bajo insultos
inmerecidos--que pensaba más en los pobres piadosos que en los reyes--que estaba lleno de
amor y de compasión para los pecadores--que era valiente e intransigente al denunciar el
pecado--que no buscó la alabanza de los hombres, cuando pudo haberla tenido--que anduvo
haciendo el bien--que estaba separado de la gente mundana--que se mantuvo apremiante en
oración--que no dejaría que ni siquiera sus parientes más cercanos se interpusieran en su
camino cuando fuera hecha la obra de Dios. Un hombre santo tratará de recordar estas
cosas. Él se esforzará por darle forma a su curso de la vida por ellas. El pondrá en su corazón
el dicho de Juan: "El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo" (1 Juan 2:6),
y el dicho de Pedro, acerca de que "Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para
que sigáis sus pisadas" (1 Pedro 2:21) ¡Es Feliz aquel que ha aprendido a hacer de Cristo su
"todo", tanto para salvación como para ejemplo! Mucho tiempo sería ahorrado, y mucho
pecado sería prevenido, si los hombres se preguntaran con frecuencia a sí mismos: "¿Qué
hubiera dicho y hecho Cristo si estuviera en mi lugar?".
(d) Un hombre santo irá detrás de la mansedumbre, de la tolerancia, de la gentileza, de la
paciencia, de los buenos modales, del dominio de su lengua. Él soportará mucho, se
abstendrá de mucho, pasará por alto mucho y será lento para hablar de defender sus
derechos. Vemos un ejemplo brillante de esto en el comportamiento de David cuando Simei lo
maldijo, y de Moisés cuando Aarón y Miriam hablaron en contra de él. (2 Sam. 16:10; Núm.
12:3).
(e) Un hombre santo irá detrás de la templanza y de la abnegación. Trabajará para mortificar
los deseos de su cuerpo--para crucificar su carne con sus afectos y concupiscencias--para
refrenar sus pasiones--para refrenar sus inclinaciones carnales, no sea que se desaten en
cualquier momento. Oh, qué palabra es aquella del Señor Jesús a los Apóstoles: "Mirad
también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y
embriaguez y de los afanes de esta vida" (Lucas 21:34); y la del apóstol Pablo, "golpeo mi
cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo
venga a ser eliminado" (1 Cor. 9:27)
(f) Un hombre santo irá detrás de la caridad y de la bondad fraternal. Se esforzará por guardar
la regla de oro de hacer lo que le gustaría que los hombres le hicieran, y hablar como quisiera
que los hombres le hablaran. Él estará lleno de afecto hacia sus hermanos, hacia sus cuerpos,
hacia sus propiedades, hacia sus personajes, hacia sus sentimientos, hacia sus almas. "El
que ama al prójimo", dice Pablo, "ha cumplido la ley" (Romanos 13:8) Aborrecerá todas las
mentiras, calumnias, murmuraciones, trampas, deshonestidad y tratos injustos, incluso en las
cosas menores. El siclo y el codo del santuario eran más grandes que los de uso común. Él se
esforzará por adornar su religión con todo su comportamiento exterior, y hacerlo adorable y
hermoso ante los ojos de todos aquellos que lo rodean. ¡Ay, qué palabras condenatorias son
las del capítulo 13 de 1 Corintios y el Sermón del Monte, cuando se colocan junto a la
conducta de muchos Cristianos profesantes!
(g) Un hombre santo irá detrás de un espíritu de misericordia y de benevolencia hacia los
demás. Él no se quedará todo el día ocioso. Él no se contentará con no hacer daño: tratará de
hacer el bien. Se esforzará por ser útil en su época y en su generación, y por reducir las
necesidades espirituales y la miseria a su alrededor, en la medida de lo posible. Tal como lo
era Dorcas, quien "abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía"--no solo tenía el
propósito y hablaba de ello, sino que lo hacía. Así era Pablo: "Con el mayor placer gastaré lo
mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas", dice, "aunque
amándoos más, sea amado menos" (Hechos 9:36; 2 Corintios 12:15).
(h) Un hombre santo irá detrás de la pureza de corazón. Temerá toda inmundicia e impureza
de espíritu, y tratará de evitar todas las cosas que lo atraigan hacia ello. Él sabe que su propio
corazón es como yesca, y se mantendrá diligentemente alejado de las chispas de la
tentación. ¿Quién se atreverá a hablar de fuerza cuando David puede caer? Hay muchos
indicios que se pueden deducir de la ley ceremonial. Bajo ella, el hombre que tocaba solo un
hueso, o un cadáver, o una tumba, o a una persona enferma, se volvía inmunda ante los ojos
de Dios. Y estas cosas eran emblemas y figuras. Pocos Cristianos son demasiado vigilantes y
demasiado particulares acerca de este punto.
(i) Un hombre santo irá detrás del temor de Dios. No me refiero al miedo de un esclavo, quien
solo trabaja porque le teme al castigo, y que estaría inactivo si no temiera ser descubierto. Me
refiero más bien al miedo de un niño, quien desea vivir y moverse como si siempre estuviera
enfrente del rostro de su padre, porque lo ama. ¡Qué noble ejemplo nos da Nehemías sobre
esto! Cuando se convirtió en Gobernador de Jerusalén, pudo haber sido imputable ante los
judíos y haberles exigido dinero por su apoyo. Los ex gobernadores lo habían hecho. No
había nadie que lo culpara si lo hubiera hecho. Pero él dice: "Yo no hice así, a causa del temor
de Dios" (Nehemías 5:15).
(j) Un hombre santo irá detrás de la humildad. Él deseará, con humildad de mente, estimar a
todos los demás mejores que él. Él verá más maldad en su propio corazón que en cualquier
otro en el mundo. Él comprenderá algo de la sensación de Abraham, cuando dice: "Soy polvo
y ceniza";--y la de Jacob, cuando dice: "menor soy que todas las misericordias";--y la de Job,
cuando dice: "Soy vil"; y la de Pablo, cuando dice: "A los pecadores, de los cuales yo soy el
primero". Bradford el Santo, ese fiel mártir de Cristo, a veces terminaba sus cartas con estas
palabras: "Un pecador muy miserable, John Bradford." Las últimas palabras del señor
Grimshaw cuando yacía en su lecho de muerte, fueron estas: "Aquí va un siervo inútil".
(k) Un hombre santo irá detrás de la fidelidad en todos los deberes y relaciones de la vida. Él
intentará no solo ocupar su lugar al igual que otros que no piensan en sus almas, sino incluso
mejor, porque tiene motivos más elevados y más ayuda que ellos. Esas palabras de Pablo
nunca deberían ser olvidadas, "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el
Señor", "En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor"
(Col. 3:23; Rom. 12:11) Las personas santas deben aspirar a hacer todo bien, y deberían
avergonzarse de permitirse hacer cualquier cosa de mala manera si pueden evitarlo. Al igual
que Daniel, ellos deberían tratar de no dar "ocasión" contra sí mismos, excepto "en relación
con la ley de su Dios" (Daniel 6:5) Ellos deben esforzarse por ser buenos esposos y buenas
esposas, buenos padres y buenos hijos, buenos maestros y buenos servidores, buenos
vecinos, buenos amigos, buenos sujetos, buenos en privado y buenos en público, buenos en
el lugar de trabajo y buenos en sus hogares. De hecho, la santidad vale poco si no tiene este
tipo de fruto. El Señor Jesús le hace una pregunta inquisitiva a su pueblo cuando dice: "¿Qué
hacéis de más?" (Mateo 5:47).
(l) Por último, pero no menos importante, un hombre santo irá detrás de la mente espiritual. Se
esforzará por establecer completamente su afecto en las cosas de arriba, y mantener las
cosas de la tierra con una mano muy floja. Él no descuidará el negocio de la vida que es
ahora; pero el primer lugar en su mente y en sus pensamientos le será otorgado a la vida
venidera. Aspirará a vivir como aquel cuyo tesoro está en el cielo, y pasará por este mundo
como un extraño y un peregrino que viaja hacia su hogar. Los principales disfrutes del hombre
santo serán estar en comunión con Dios en la oración, en la Biblia y en la congregación de su
pueblo. Él valorará todo lugar y compañía, en la medida en que lo acerque más a Dios. Él
entrará en algo de la sensación de David, cuando dice: "Está mi alma apegada a ti". "Mi
porción es Jehová" (Salmos 63:8; 119:57)
Tal es el bosquejo de santidad que me atrevo a esbozar. Tal es el carácter que siguen
aquellos que son llamados "santos". Tales son las características principales de un hombre
santo.
Pero aquí déjame decirte, confío en que ningún hombre me malinterpretará. No carezco del
temor de que mi significado sea erróneo, y de que la descripción que he dado de la santidad
desalentará una tierna conciencia. No estaría dispuesto a entristecer un corazón justo, ni a
lanzar una piedra de tropiezo al camino de ningún creyente.
No digo por un momento que la santidad excluya la presencia del pecado que mora en
nosotros. No: lejos de eso. La miseria más grande de un hombre santo es que lleva consigo
un "cuerpo de muerte"--que a menudo cuando hace el bien "el mal está en él"; que el viejo
hombre está obstruyendo todos sus movimientos y, por así decirlo, tratando de arrastrarlo
hacia atrás a cada paso que da. (Romanos 7:21) Pero la excelencia de un hombre santo es el
hecho de que no está en paz con el pecado interior, como lo están otros. Él lo odia, llora por
ello y anhela liberarse de su compañía. La obra de santificación en él es como el muro de
Jerusalén—la edificación avanza incluso "en tiempos angustiosos" (Daniel 9:25).
Tampoco digo que la santidad llegue a la madurez y a la perfección de una sola vez, o que
estas gracias que de las que he hablado se encuentren en plena prosperidad y vigor antes de
poder llamar santo a un hombre. No: lejos de eso. La santificación siempre es un trabajo
progresivo. Las gracias de algunos hombres están en la hierba, algunas en la espiga, y
algunas son como el grano lleno en la espiga. Todos deben tener un comienzo. Nunca
debemos despreciar "el día de las pequeñeces". Y la santificación en el mejor de los casos es
una obra imperfecta. La historia de los santos más brillantes que hayan existido contendrá
muchos "pero" y "sin embargo" y "a pesar de" antes de llegar al final. El oro nunca estará sin
escoria: la luz nunca resplandecerá sin algunas nubes, hasta que lleguemos a la Jerusalén
celestial. El sol mismo tiene manchas en la cara. Los hombres más santos tienen muchas
imperfecciones y defectos cuando son pesados en la balanza del santuario. Su vida es una
guerra continua contra el pecado, contra el mundo y contra el diablo; y a veces no los verás
venciendo, sino superar. La carne siempre tiene deseos en contra del espíritu, y el espíritu en
contra de la carne, y "todos ofendemos muchas veces" (Gálatas 5:17; Santiago 3:2).
Pero aun así, a pesar de todo, estoy seguro de que tener el carácter que he dibujado
débilmente es el deseo y la oración del corazón de todos los verdaderos Cristianos. Ellos
prosiguen hacia él, si no lo alcanzan. Puede que no lo consigan, pero siempre lo intentan. Es
por lo que luchan y por lo que trabajan, si es que no lo son.
Y digo esto con valentía y confianza, que la verdadera santidad es una gran realidad. En un
hombre es algo que puede ser visto, conocido, señalado, y percibido por todos a su
alrededor. Es luz: si existe, se mostrará. Es sal: si existe, se percibirá su sabor. Es un
ungüento precioso: si existe, su presencia no se puede ocultar.
Estoy seguro de que todos deberíamos estar preparados para dar cabida a muchos
retrocesos, debido a muchas faltas ocasionales en los Cristianos profesantes. Sé que un
camino puede conducir de un punto a otro y, sin embargo, tener muchos giros y curvas; y que
un hombre puede ser verdaderamente santo y, sin embargo, ser arrastrado por un
padecimiento. El oro no es menos oro porque es mezclado con aleación, ni la luz es menos
luminosa por ser débil y tenue, ni la gracia es menos gracia por ser joven y débil. Pero
después de cada concesión, no puedo ver cómo un hombre merezca ser llamado "santo", el
cual voluntariamente se permite a sí mismo el pecado, y no se siente humillado y avergonzado
por él. No me atrevo a llamar "santo" a nadie que tenga el hábito de descuidar voluntariamente
los deberes conocidos, y hacer voluntariamente lo que sabe que Dios le ha ordenado que no
haga. Bien dice Owen: "No entiendo cómo es que puede ser un verdadero creyente un
hombre para quien el pecado no es la carga, el dolor y el problema más grande".
Tales son las principales características de la santidad práctica. Examinémonos a nosotros
mismos y veamos si estamos familiarizados con él. Probémonos a nosotros mismos.
II. Permítanme intentar, a continuación, mostrar algunas razones por las cuales la santidad
práctica es tan importante.
¿La santidad puede salvarnos? ¿La santidad puede quitar el pecado, cubrir las iniquidades,
satisfacer las transgresiones y pagar nuestra deuda con Dios? No, ni un poco. Dios impida
que alguno lo diga. La santidad no puede hacer ninguna de estas cosas. Todos los santos
más brillantes son "siervos inútiles". Nuestras obras más puras no son mejores que trapos de
inmundicia cuando son juzgadas a la luz de la santa ley de Dios. La túnica blanca que Jesús
ofrece y la fe puesta, debe ser nuestra única justicia--el nombre de Cristo nuestra única
confianza--el libro de la vida del Cordero nuestro único título hacia el cielo. Con toda nuestra
santidad no somos mejores que los pecadores. Nuestras mejores cualidades se encuentran
manchadas y contaminadas de imperfección. Todas están más o menos incompletas,
equivocadas en motivo o defectuosas en ejecución. Por las obras de la ley jamás ningún hijo
de Adán será justificado. "Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2:8, 9).
¿Entonces por qué la santidad es tan importante? ¿Por qué dice el Apóstol: "Sin la cual nadie
verá al Señor"? Permítanme comenzar con algunas razones.
(a) Por un lado, debemos ser santos, porque la voz de Dios en las Escrituras lo ordena
claramente. El Señor Jesús le dice a su pueblo: "Si vuestra justicia no fuere mayor que la de
los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos" (Mateo 5:20). "Sed, pues,
vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mateo 5:48).
Pablo les dice a los Tesalonicenses: "La voluntad de Dios es vuestra santificación" (1 Tes. 4:3)
Y Pedro dice: "Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda
vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo" (1 Pedro 1:15,
16.) "En esto", dice Leighton, "la ley y el Evangelio concuerdan".
(b) Debemos ser santos, porque este es un gran fin y propósito por el cual Cristo vino al
mundo. Pablo escribe a los Corintios: "Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan
para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos" (2 Corintios 5:15) y a los Efesios "Cristo
amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado"
(Efesios 5:25, 26) Y a Tito, "quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda
iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras" (Tito 2:14). En
resumen, hablar de hombres que se salvan de la culpa del pecado, sin ser al mismo tiempo
salvados del dominio de sus corazones, es contradecir el testimonio de toda la Escritura. ¿Se
dice que los creyentes son elegidos?--esto es "según la presciencia de Dios Padre en
santificación del Espíritu". ¿Están predestinados?--esto es "para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo". ¿Son elegidos?--esto es "para que sean santos." ¿Son
llamados?--esto es "con llamamiento santo" ¿Son afligidos?--esto es para que ellos pueden
ser "participantes de su santidad". Jesús es un completo Salvador. Él no solo quita la culpa del
pecado de un creyente, sino que hace más--Rompe su poder, (1 Pedro 1:2; Romanos 8:29;
Efesios 1:4; Hebreos 12:10).
(c) Debemos ser santos, porque esta es la única prueba sólida de que tenemos una fe
salvadora en nuestro Señor Jesucristo. El Doceavo Artículo de nuestra Iglesia dice
verdaderamente, que "Aunque las buenas obras no pueden quitar nuestros pecados, y
soportar la severidad del juicio de Dios, no obstante, son agradables y aceptables para Dios
en Cristo, y surgen necesariamente de una fe verdadera y viva a tal punto que por medio de
ellas una fe viva puede ser tan evidentemente conocida como un árbol conocido por sus
frutos". Santiago nos advierte que existe una fe muerta, una fe que no va más allá de la
profesión de labios, y que no tiene influencia en el carácter de un hombre. (Santiago 2:17) La
verdadera fe salvadora es algo muy diferente. La fe verdadera siempre se mostrará por sus
frutos: santificará, funcionará por amor, superará el mundo purificará el corazón. Sé que a las
personas les gusta hablar de las evidencias de las últimas horas antes de la muerte. Se
apoyarán en palabras pronunciadas en las horas de temor, dolor y debilidad, como si pudieran
ser consoladas en ellas en relación a los amigos que pierden. Pero me temo que en noventa y
nueve casos de cada cien, las ideologías no son de fiar. Sospecho que, con raras
excepciones, los hombres mueren tal como han vivido. La única evidencia segura de que
somos uno con Cristo y Cristo en nosotros, es una vida santa. Aquellos que viven para el
Señor generalmente son las únicas personas que mueren en el Señor. Si moriremos en la
muerte de los justos, no descansemos solo en los deseos perezosos; busquemos vivir Su
vida. Esto es un verdadero dicho de Traill: "El estado de ese hombre no es nada, y su fe es
poco sólida, ya que sus esperanzas de gloria no son purificadoras para su corazón y para su
vida".
(d) Debemos ser santos, porque esta es la única prueba de que amamos al Señor Jesucristo
con sinceridad. Este es un punto sobre el cual Él ha hablado con mayor claridad, en los
capítulos catorce y quince de Juan. "Si me amáis, guardad mis mandamientos"--"El que tiene
mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama"--"El que me ama, mi palabra
guardará"--"Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando" (Juan 14:15, 21, 23;
15:14). Sería difícil encontrar palabras más simples que estas, ¡y ay de aquellos que las
descuidan! Seguramente ese hombre debe estar en un estado insalubre del alma, como para
pensar en todo lo que Jesús sufrió, y aun así aferrarse a los pecados por los cuales sufrió
dicha angustia. Fue el pecado el que tejió la corona de espinas; fue el pecado el que atravesó
las manos, los pies, y el costado del Señor--fue el pecado el que lo trajo a Getsemaní y al
Calvario, a la cruz y a la tumba. Nuestros corazones deben estar fríos si no odiamos el pecado
y trabajamos para deshacernos de él, aunque es posible que tengamos que cortarnos la mano
derecha y arrancarnos el ojo derecho para hacerlo.
(e) Debemos ser santos, porque esta es la única prueba sólida de que somos verdaderos hijos
de Dios. Los hijos de este mundo generalmente son como sus padres. Algunos, sin duda, lo
son más y otros menos--pero es muy raro que no haya un indicio de un parecido familiar. Y es
casi lo mismo con los hijos de Dios. El Señor Jesús dice: "Si fueseis hijos de Abraham, las
obras de Abraham haríais". "Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais" (Juan
8:39, 42). Si los hombres no tienen semejanza con el Padre celestial, es vano hablar de que
sean sus "hijos". Si no sabemos nada acerca de la santidad, podemos halagarnos a nosotros
mismos según nos plazca, pero no tenemos al Espíritu Santo morando en nosotros: estamos
muertos, y debemos ser llevados a la vida nuevamente--estamos perdidos, y debemos ser
hallados. "Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios"
(Romanos 8:14). Debemos mostrar, a través de nuestras vidas, la familia a la que
pertenecemos. Debemos dejar que los hombres vean, a través de nuestra buena
conversación, que de verdad somos hijos del Santo, o que nuestra condición de hijos es más
que un nombre vacío. "No digas". dice Gurnall, "que tienes sangre real en tus venas, y arte
nacido de Dios, excepto si puedes probar tu pedigrí atreviéndote a ser santo".
(f) Debemos ser santos, porque esta es la forma más probable de hacer el bien para con los
demás. No podemos vivir para nosotros mismos solo en este mundo. Nuestras vidas siempre
estarán ya sea haciendo el bien o dañarán a aquellos que las ven. Éstas son un sermón
silencioso que todos pueden leer. Realmente es triste cuando éstas son un sermón para la
causa del diablo, y no para la de Dios. Creo que se hace mucho más por el reino de Cristo a
través de la vida santa de los creyentes de lo que estamos conscientes. Hay una realidad
sobre tal vida que hace a los hombres sentir, y los obliga a pensar. Tiene un peso y una
influencia con ella, la cual nada más puede dar. Hace hermosa la religión y atrae a los
hombres a considerarla, como un faro visto desde lejos. El día del juicio demostrará que
muchos esposos han sido ganados "sin la palabra" por medio de una vida santa, (1 Pedro
3:1). Puedes hablar con personas sobre las doctrinas de los Evangelios, y pocos escucharán y
aún menos entenderán. Pero tu vida es un argumento del que nadie puede escapar. Hay un
significado acerca de la santidad que ni siquiera los más desaprendidos pueden ayudar a
captar. Pueden no entender la justificación, pero pueden entender la caridad. Creo que hay
mucho más daño hecho por Cristianos impíos e inconsistentes de lo que nos damos cuenta.
Tales hombres están entre los mejores aliados de Satanás. Derriban con sus vidas lo que los
ministros construyen con sus labios. Hacen que las ruedas del carro del Evangelio giren
pesadamente. Proveen a los hijos de este mundo con una excusa interminable para
permanecer como están.--"No puedo ver el beneficio de tanta religión", dijo un comerciante no
religioso no hace mucho tiempo; "Observo que algunos de mis clientes siempre hablan sobre
el Evangelio, sobre la fe, sobre la elección, sobre las benditas promesas, etc., y sin embargo,
estas personas no piensan nada sobre engañarme con peniques y medios peniques, cuando
tienen una oportunidad. Ahora, si las personas religiosas pueden hacer tales cosas, no veo
qué hay de bueno en la religión"--Me duele tener que escribir tales cosas, pero me temo que
el nombre de Cristo frecuencia es blasfemado con demasiada debido a las vidas de los
Cristianos. Tengamos cuidado de que no nos sea demandada de nuestras manos la sangre
de las almas. Del asesinato de las almas por incoherencia y por un andar ligero, buen Señor,
¡líbranos! Oh, por el bien de los demás, si no por otra razón, ¡Procuremos ser santos!
(g) Debemos ser santos, porque nuestro bienestar actual depende mucho de ello. No
podemos ser recordados acerca de esto con demasiada frecuencia. Por desgracia, podemos
olvidar que existe una conexión estrecha entre el pecado y la tristeza, entre la santidad y la
felicidad, entre la santificación y el consuelo. Dios ha ordenado con tanta sabiduría, que
nuestro bienestar y nuestro hacer el bien están unidos. Él ha provisto misericordiosamente
que aun en este mundo, será interés del hombre ser santo. Nuestra justificación no es por
obras, nuestro llamado y nuestra elección no están de acuerdo con nuestras obras, pero es
vano para cualquiera suponer que tendrá un sentido vivo de su justificación, o una garantía de
su vocación, siempre que descuide las buenas obras, o no se esfuerce por vivir una vida
santa. "Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos"--"Y
en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones" (1 Juan
2:3, 3:19) El creyente puede esperar sentir los rayos del sol en un día oscuro y nublado, así
como sentir un fuerte consuelo en Cristo mientras no lo sigue completamente. Cuando los
discípulos abandonaron al Señor y huyeron, escaparon del peligro, pero se sentían tristes y
miserables. Cuando, poco después, lo confesaron valientemente delante de los hombres,
fueron encarcelados y golpeados; pero se nos ha dicho que "salieron de la presencia del
concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre"
(Hechos 5:41) ¡Oh, por nuestro propio bien, si no hubiera otra razón, esforcémonos por ser
santos! Aquel que sigue a Jesús con una mayor plenitud, siempre lo seguirá con una mayor
comodidad.
(h) Finalmente, debemos ser santos, porque sin santidad en la tierra nunca estaremos
preparados para disfrutar el cielo. El cielo es un lugar sagrado. El Señor del cielo es un Ser
santo. Los ángeles son criaturas sagradas. La santidad está escrita en todo lo que está en el
cielo. El libro de Apocalipsis dice expresamente: "No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o
que hace abominación y mentira" (Apocalipsis 21:27)
Apelo solemnemente a todos aquellos que lean estas páginas: ¿Cómo podremos estar en
casa y ser felices en el cielo si morimos sin santidad? La muerte no funciona. La tumba no
hace ninguna alteración. Cada uno se levantará nuevamente en el mismo personaje con el
que exhaló su último aliento. ¿Dónde estará nuestro lugar si ahora somos ajenos a la
santidad?
Supongamos por un momento que se te permite entrar al cielo sin santidad. ¿Qué
harías? ¿Qué posible disfrute podrías sentir allí? ¿A cuál de todos los santos te unirías, y de
qué lado te sentarías? Sus placeres no son tus placeres, sus gustos, no tus gustos, su
carácter, no es tu carácter. ¿Cómo podrías ser feliz si no hubieras sido santo en la tierra?
Ahora tal vez amas la compañía del ligero y del despreocupado, de el de mente mundana y
del codicioso, del juerguista y del buscador de placer, del impío y del profano. No habrá
ninguno tal en el cielo.
Ahora quizás pienses que los santos de Dios son muy estrictos, particulares y serios. Prefieres
evitarlos. No disfrutas de su sociedad. No habrá otra compañía en el cielo.
Ahora quizás pienses que orar, leer las Escrituras, y cantar himnos, es una obra aburrida,
melancólica y estúpida, algo que se tolera de vez en cuando, pero que no se
disfruta. Consideras que el Sabbath es una carga y un cansancio; no podrías gastar más que
una pequeña parte en adorar a Dios. Pero recuerda, el cielo es un día de reposo sin fin. Sus
habitantes no descansan ni de día ni de noche, diciendo: "Santo, santo, santo, Señor Dios
Todopoderoso" y cantando la alabanza al Cordero. ¿Cómo podría un hombre impío encontrar
placer en una ocupación como esta?
¿Crees que alguien así se deleitaría por conocer a David, a Pablo y a Juan, después de una
vida dedicada a hacer las mismas cosas contra las que ellos hablaron? ¿Tomaría consejos
dulces con ellos y se daría cuenta de que él y ellos tenían mucho en común? --¿Piensas,
sobre todo, que se regocijaría al encontrarse cara a cara con Jesús, el Crucificado, después
de adherirse a los pecados por los cuales Él murió, después de amar a Sus enemigos y
despreciar a Sus amigos? ¿Se pararía ante Él con confianza y se uniría al clamor: "He aquí,
éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará"? (Isaías 25:9) ¡Antes Piensa bien que
la lengua de un hombre impío se adheriría al paladar con vergüenza, y que su único deseo
sería ser expulsado¡ Se sentiría como un extraño en una tierra que no conocía, una oveja
negra en medio del rebaño santo de Cristo. La voz de Querubines y Serafines, la canción de
Ángeles y Arcángeles y toda la compañía del cielo, sería un lenguaje que él no podría
entender. El mismo aire parecería un aire que no podría respirar. No sé lo que otros puedan
pensar, pero a mí me parece claro que el cielo sería un lugar miserable para un hombre impío.
No puede ser de otra manera. La gente puede decir de forma vaga que "esperan ir al cielo",
pero no consideran lo que dicen. Debe haber una cierta participación "de la herencia de los
santos en luz". Nuestros corazones deben estar un tanto en sintonía. Para llegar a la fiesta de
la gloria, debemos pasar por la escuela de entrenamiento de la gracia. Debemos ser
celestiales, y tener gustos celestiales, en la vida que es ahora, o de lo contrario nunca nos
encontraremos en el cielo, en la vida venidera.
Y ahora, antes de seguir adelante, permítanme decir unas palabras a modo de aplicación.
(1) En primer lugar, permítame preguntarle a todos los que puedan leer estas páginas, ¿Eres
santo? Escucha, te lo ruego, la pregunta que hago en este día. ¿Sabes algo de la santidad de
la que he estado hablando?
No pregunto si asistes a tu iglesia regularmente--si has sido bautizado, y has recibido la Cena
del Señor--si llevas el nombre de Cristiano--te pido algo más que todo eso: ¿Eres santo, o no
lo eres?
No pregunto si apruebas la santidad en otros--si te gusta leer acerca de las vidas de los
santos, y hablar de las cosas santas, y tener libros santos en tu mesa--si tienes la intención de
ser santo, y la esperanza de que algún día serás santo--Pregunto algo más: ¿Eres santo el
día de hoy, o no lo eres?
¿Y por qué te lo pregunto de una manera tan rigurosa, e intensifico la pregunta tan
fuertemente? Lo hago porque la Escritura dice: "La santidad, sin la cual nadie verá al Señor”
Está escrito, no es mi fantasía--es la Biblia, no es mi opinión personal--es la palabra de Dios,
no de hombre--"La santidad, sin la cual nadie verá al Señor" (Heb. 12:14)
Por desgracia, ¡estas son palabras tan rebuscadas y tamizadas! ¡Qué pensamientos vienen a
mi mente, conforme las escribo! Miro el mundo, y veo a la mayor parte de él tumbada en la
maldad. Miro a los Cristianos profesos, y veo que la gran mayoría no cuentan con nada del
Cristianismo, excepto el nombre. Me vuelvo a la Biblia, y escucho al Espíritu diciendo: "La
santidad, sin la cual nadie verá al Señor".
Sin duda, se trata de un texto que debe hacernos considerar nuestros caminos, y buscar en
nuestros corazones. Sin duda, esto debe aumentar pensamientos solemnes en nosotros, y
enviarnos a la oración.
Puedes tratar de rechazarme diciendo "sientes mucho, y piensas mucho en estas cosas:
Mucho más de lo que muchos suponen” Yo contesto: "Ese no es el punto. Las pobres almas
perdidas en el infierno hacen tanto como esto. La gran pregunta no es lo que pienses, y lo que
sientas, sino lo que hagas.
Puedes decir, "Nunca fue la intención que todos los Cristianos debieran ser santos, y que la
santidad, tal como la he descrito, es sólo para grandes santos, y para personas con dones
poco comunes" Yo Contesto, "No puedo ver eso en las Escrituras. He leído que todo aquel
que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo" (1 Juan 3:3)-- "La santidad, sin la cual
nadie verá al Señor".
Puedes decir: "Es imposible ser tan santo y al mismo tiempo cumplir con nuestro deber en
esta vida: eso no se puede hacer" Yo contesto, "Te equivocas. Se puede hacer. Con Cristo a
tu lado nada es imposible. Ha sido hecho por muchos. David, Abdías, Daniel, y los siervos de
la casa de Nerón, son ejemplos que lo demuestran".
Puedes decir: "Si yo fuera tan santo sería diferente a otras personas" Yo contesto, "lo sé muy
bien. Es justo lo que deberías ser. Los verdaderos siervos de Cristo siempre fueron diferentes
del mundo a su alrededor--una nación separada, un pueblo adquirido--¡y tú debes ser lo
mismo, si quieres ser salvo!”
Puedes decir: "A este ritmo muy pocos serán salvos" Yo contesto, "Lo sé. Es precisamente lo
que se nos dice en el Sermón del Monte" El Señor Jesús dijo eso hace 1,900 años. "Estrecha
es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan" (Mateo
7:14) pocos serán salvos, porque pocos se toman la molestia de buscar la salvación. Muchos
hombres no se negarán a sí mismos, a los placeres del pecado y a su manera de vivir por un
poco de tiempo. Ellos le dan la espalda a una "herencia incorruptible, incontaminada e
inmarcesible.” "y no queréis venir a mí,” dice Jesús, "que tengáis vida" (Juan 5:40).
Puedes decir: "Dura es esta palabra: el camino es muy angosto" Yo contesto, "Lo sé. Así dice
el Sermón del Monte" el Señor Jesús lo dijo hace 1,900 años. Él siempre dijo que los hombres
debían tomar su cruz cada día, y que debían estar listos para cortarse las manos o los pies, si
querían ser sus discípulos. Esto es así en la religión como en otras cosas, "no hay ganancias
sin dolor.” Lo que no cuesta nada no vale nada.
Independientemente de lo que consideres conveniente decir, debemos ser santos si queremos
ver al Señor. ¿Dónde está nuestro Cristianismo si no lo somos? No solo debemos tener un
nombre de pila, y el conocimiento Cristiano, también debemos tener un carácter Cristiano.
Debemos ser santos en la tierra, si tenemos la intención de alguna vez ser santos en el cielo.
Dios lo ha dicho, y él no dará marcha atrás: "La santidad, sin la cual nadie verá al Señor" "El
calendario del Papa", dice Jenkyn, "sólo hace Santos a los muertos, pero la Escritura requiere
de la santidad en la vida" "Que los hombres no se engañen a sí mismos", dice Owen; "La
santificación es una calificación indispensablemente necesaria para con los que estará bajo la
dirección del Señor Cristo, para salvación. Él no se lleva a ninguno al cielo, sino aquel a quien
Él santifica en la tierra. Esta Cabeza viviente no admitirá a miembros muertos".
Sin duda, no tenemos que preguntarnos a qué se refiere la Escritura que dice "Os es
necesario nacer de nuevo" (Juan 3:7) Sin duda es tan claro como el mediodía, que muchos
Cristianos profesantes necesitan un cambio completo"-- nuevos corazones, nuevas
naturalezas--si alguna vez van a ser salvos. Las cosas viejas pasarán--ellos deben convertirse
en nuevas criaturas. "La santidad, sin la cual nadie" sea quien sea, "verá al Señor".
(2) Permítanme, por otro lado, hablarles un poco a los creyentes. Les hago esta pregunta:
"¿Creen que sienten la importancia de la santidad tanto como deberían?"
Me temo que poseo el carácter de la época sobre este tema. Dudo excesivamente si esto
conserva el lugar que le corresponde en los pensamientos y en la atención de algunos en el
pueblo del Señor. Humildemente diría que somos propensos a pasar por alto la doctrina del
crecimiento de la gracia, y que no consideramos suficientemente lo lejos que una persona
puede llegar en una profesión de religión, y sin embargo no contar con la gracia, y estar
muerto ante los ojos de Dios después de todo. Creo que Judas Iscariote se parecía mucho a
los demás Apóstoles. Cuando el Señor les advirtió que uno lo traicionaría, ninguno dijo: "¿Es
Judas?” Tendríamos que pensar más acerca de las iglesias de Sardis y de Laodicea de lo que
lo hacemos.
No tengo ningún deseo de hacer un ídolo de la santidad. No deseo destronar a Cristo, y poner
a la santidad en su lugar. Pero debo decir sinceramente que deseo que se piense más en la
santificación en este día de lo que parece, y por lo tanto tomo la ocasión para instar el tema en
todos los creyentes en cuyas manos puedan caer estas páginas. Me temo que a veces se
olvida que Dios ha unido la justificación y la santificación. Son cosas distintas y diferentes,
fuera de toda duda, pero una nunca se encuentra sin la otra. Todas las personas justificadas
son santificadas, y todas las santificadas están justificadas. Lo que Dios ha unido, ningún
hombre se atreva a separarlo. No me hables sobre tu justificación a menos que también
tengas algunas marcas de santificación. No presumas sobre la obra de Cristo para ti, a menos
que puedas mostrarnos la obra del Espíritu en ti. No pienses que Cristo y el Espíritu alguna
vez puedan dividirse. No cabe duda de que muchos creyentes saben estas cosas, pero creo
que es bueno para nosotros ponerlas en la memoria de ellos. Demostremos que las
conocemos a través de nuestras vidas. Tratemos de mantener más continuamente este texto
a la vista: "La santidad, sin la cual nadie verá al Señor".
Debo decir francamente que me gustaría que no hubiera una sensibilidad tan excesiva sobre
el tema de la santidad como a veces la percibimos en las mentes de los creyentes. ¡Un
hombre realmente pudo haber pensado que este era un tema peligroso de tratar, por lo que se
tocó con cautela! Sin embargo, seguramente cuando hemos exaltado a Cristo como "el
camino, la verdad y la vida", no podemos errar al hablar fuertemente sobre lo que debería ser
el carácter de su pueblo. Bien dice Rutherford, "La forma en la que clama por deberes y
santificación, no es el camino de la gracia. El creer y el hacer son amigos de sangre".
Yo diría eso con toda reverencia, pero tengo que decirlo--a veces me temo que si Cristo
estuviera en la tierra ahora, no son pocos los que pensarían que su predicación es legalista; y
si Pablo estuviera escribiendo sus epístolas, habría a quienes se les ocurriría que mejor no
hubiera escrito la última parte de la mayoría de ellas como lo hizo. Pero recordemos que el
Señor Jesús pronunció el Sermón del Monte, y que la Carta a los Efesios contiene seis
capítulos y no cuatro. Lamento tener que sentirme obligado a hablar de esta manera, pero
estoy seguro de que hay una causa.
Ese gran divino, John Owen, el decano de la Iglesia de Cristo, solía decir, hace más de
doscientos años, que había gente cuya religión entera parecía consistir en ir a quejarse de sus
propias corrupciones, y decirles a todos que ellos no podían hacer nada por sí mismos. Me
temo que después de dos siglos lo mismo podría decirse con certeza acerca de algunas
personas que profesan a Cristo en la actualidad. Sé que hay textos de la Escritura que
justifican tales quejas. No objeto sobre ellas cuando vienen de hombres que caminan en los
pasos del apóstol Pablo, y que pelean la buena batalla, como él lo hizo, contra el pecado,
contra el diablo y contra el mundo. Pero nunca me gustan tales quejas cuando veo motivos
para sospechar, como lo hago a menudo, que son sólo una capa para cubrir la pereza
espiritual, y una excusa para la holgazanería espiritual. Si decimos con Pablo, "¡Miserable de
mí¡" también seamos capaces de decir con él: "Prosigo a la meta" No citemos su ejemplo en
una cosa, mientras no lo seguimos en otra. (Romanos 7:24; Felipe 3:14).
No me considero alguien mejor que los demás, y si alguien pregunta: "¿Quién es usted para
escribir de esta manera?" Yo Contesto, "Soy una muy pobre criatura, de hecho" Pero digo que
no puedo leer la Biblia sin desear ver a muchos creyentes más espirituales, más santos, más
honestos, con una mentalidad más celestial y más incondicionales de lo que son en el siglo
XIX. Quiero ver entre los creyentes más de un espíritu peregrino, una separación más
decidida del mundo, una conversación más evidente sobre el cielo, un andar más cercano con
Dios--y por lo tanto he escrito como lo he hecho.
¿No es cierto que es necesario un mayor nivel de santidad personal el día de hoy? ¿Dónde
está nuestra paciencia? ¿Dónde está nuestro celo? ¿Dónde está nuestro amor? ¿Dónde
están nuestras obras? ¿Dónde está el poder de la religión para ser vista, como lo estaba en
tiempos pasados? ¿Dónde está ese tono inconfundible que se usa para distinguir a los santos
de la antigüedad, y agitar el mundo? Ciertamente nuestra plata se ha convertido en escoria,
nuestro vino se ha mezclado con agua, y nuestra sal tiene muy poco sabor. Todos estamos
más que medio dormidos. La noche está avanzada, y el día está cerca. Despertemos y no
durmamos más. Abramos los ojos más ampliamente de lo que lo hemos hecho hasta ahora.
"Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia"--"Limpiémonos de toda
contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios"--(Heb
12:1; 2 Cor. 7:1) "¿Murió Cristo," Dice Owen, "y el pecado vivirá? ¿Fue crucificado en el
mundo, y nuestro afecto al mundo será apresurado y vivo? Oh, ¿dónde está el espíritu de él,
quien por la cruz de Cristo fue crucificado para el mundo, y el mundo para él!".
III. Permítanme, por último lugar, ofrecer una palabra de consejo a todos los que quieren ser
santos.
¿Serás santo? ¿Te convertirás en una nueva criatura? Entonces, debes comenzar con Cristo.
Simplemente no harás nada, y no progresarás hasta que percibas tu pecado y tu debilidad, y
vayas hacia Él. Él es la raíz y el principio de toda santidad, y la manera de ser santo es venir
ante Él por fe, y unirse a él. Cristo no sólo es sabiduría y justicia para su pueblo, sino también
santificación. A veces los hombres tratan de hacerse santos en primer lugar, y hacen de ello
una obra triste. Ellos se afanan, trabajan duro, tienen nuevos comienzos y hacen muchos
cambios; y, sin embargo, al igual que la mujer con flujo de sangre, antes de venir a Cristo,
sienten que "nada había aprovechado, antes le iba peor” (Marcos 5:26) Se apresuran en vano,
y trabajarán en vano, y poco se preguntan, porque ellos están comenzando en el extremo
equivocado. Están construyendo un muro de arena; su obra se detiene tan rápido como la
inician. Sacan agua de un recipiente con fugas: la fuga les gana a ellos, no ellos a la fuga.
Ningún hombre puede poner otro fundamento de "santidad” que aquel que Pablo impuso, e
incluso Cristo Jesús. "separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5) Este es un dicho de
Traill fuerte pero cierto, "La sabiduría fuera de Cristo es locura condenatoria--la justicia fuera
de Cristo es culpa y condenación--la santificación fuera de Cristo es suciedad y pecado--la
redención fuera de Cristo es servidumbre y esclavitud"
¿Quieres llegar a la santidad? ¿El día de hoy sientes un verdadero deseo de corazón por ser
santo? ¿Serás participante de la naturaleza divina? Entonces ve hacia Cristo. No esperes
nada. No esperes a nadie. No te demores. No pienses que puedes alistarte. Ve y díselo a él,
con las palabras de ese hermoso himno--
Nada en mi mano llevo,
Simplemente a tu cruz me aferro.
Desnudo, corro a ti para ser revestido;
Impotente, miro a ti por gracia".
No hay un ladrillo, ni una piedra colocada en la obra de nuestra santificación hasta que vamos
a Cristo. La santidad es Su regalo especial para su pueblo creyente. La santidad es la obra
que él lleva a cabo en sus corazones, por medio del Espíritu que pone dentro de ellos. Él es
nombrado "Príncipe y Salvador, para dar arrepentimiento”, así como la remisión de pecados.--
"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios” (Hechos 5:31; Juan 1:12, 13) la santidad no proviene de la sangre--los
padres no pueden otorgársela a sus hijos: ni tampoco de voluntad de carne--el hombre no
puede producirla en sí mismo--ni tampoco de la voluntad del hombre--los ministros no pueden
dártela a través del bautismo. La santidad viene de Cristo. Es el resultado de la unión vital con
Él, es el fruto de ser un pámpano vivo de la Vid Verdadera. Entonces ve hacia a Cristo y dile:
"Señor, no sólo me libres de la culpa del pecado, sino envía al Espíritu, al cual has prometido,
y sálvame a través de su poder. Hazme santo. Enséñame a hacer tu voluntad".
¿Te mantendrás santo? Entonces, permanece en Cristo. Él mismo dice: "Permaneced en mí,
y yo en vosotros,-- el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto (Juan 15:4, 5)
por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud--un suministro completo para
todos los deseos del creyente. Él es el médico a quien debes acudir diariamente, si deseas
mantenerte bien. Él es el maná que tienes que comer todos los días, y la Roca de la que
debes beber diariamente. Su brazo es el brazo en el que debes apoyarte diariamente, a
medida que salgas del desierto de este mundo. No sólo debes estar arraigado, también debes
ser edificado en Él. Pablo era un hombre de Dios en acción--un hombre santo--un Cristiano
creciente y próspero--y ¿cuál era el secreto de todo esto? Él fue uno de aquellos en quienes
Cristo era "todo en todos.” Él siempre tenía "puestos los ojos en Jesús” "Todo lo puedo" él
dice, "en Cristo que me fortalece” "Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en
la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios.” Vayamos y hagamos lo mismo. (Heb. 12:2; Fil. 4:13;
Gal. 2:20).
Que todos los que lean estas páginas sepan estas cosas por experiencia, y no solamente de
oídas. ¡Que todos sintamos la importancia de la santidad mucho más de lo que alguna vez lo
hemos hecho! ¡Que nuestros años sean años santos con nuestras almas, y entonces éstas
serán felices! Si vivimos, que vivamos para el Señor; o si morimos, muramos para el Señor; o
si Él viene por nosotros, ¡que podamos ser hallados en paz, sin mancha e irreprensibles!
Guía de Estudio: el Renacimiento
EL RENACIMIENTO
I. El Arte del Renacimiento es Una de las Glorias de la Humanidad.
A. Los artistas reflejan su cultura.
B. Los artistas suelen proporcionar el camino para el siguiente paso en la cultura.
1. Énfasis positivo en la naturaleza del arte de Giotto.
2. Importancia de la obra de Masaccio.
3. Perspectiva como una forma de humanismo.
4. Desarrollos paralelos y de apoyo en los Países Bajos. La Adoración del Cordero de
Van Eyck, la obra sustitutoria de Cristo crucificado y resucitado. También es un ejemplo del
paisaje del naturalismo.
5. La vida y la obra de Dante.
a) Siguiendo a Aquino, mezcló los elementos clásicos y Cristianos.
b) Dicotomía en Dante y en otros escritores entre el amor espiritual sensual e
idealizado.
6. La arquitectura de Brunelleschi y la conquista del espacio.
7. Tendencia a la autobiografía y el auto retrato de una marca de énfasis en el Hombre.
C. Música del Renacimiento italiano.
1. Invención de la orquestación.
2. Invención de Tipos Móviles para la música.
II. El Aumento del Rumbo Hacia un Humanismo Total
A. Podría haber ido de cualquier manera--con énfasis en las personas reales que viven
en un mundo real que Dios había hecho, o el humanismo podría asumir el control con su
énfasis en que las cosas individuales son autónomas.
B. La suerte estaba echada: el hombre intentó hacerse independiente y autónomo.
C. Un humanismo creciente observa lo que precedió del Renacimiento como la "Edad
Oscura".
D. La idea de una "Edad Oscura" y de un "resurgimiento" en el Renacimiento.
E. Aquino había abierto la puerta a aquello que es el problema del humanismo.
1. Ilustrado por el fresco de Rafael en el Vaticano: La Escuela de Atenas.
2. El problema del humanismo: ¿Cuál es el significado de las cosas individuales,
incluido el hombre, si no hay una última cosa a la que relacionarlos? Y ¿cómo sabemos lo que
está bien o mal si no hay absoluto que nos dé certeza? El humanismo termina sólo con
promedios estadísticos.
F. La Virgen Roja de Fouguet como ejemplo.
1. Al principio, solo los valores religiosos parecían amenazados.
2. Pero gradualmente la amenaza se extendió a todo el conocimiento y a toda la vida.
G. El hombre como héroe: Prisioneros y David de Miguel Ángel. Un cambio en su obra
posterior, sin embargo.
H. Leonardo da Vinci y el dilema del humanismo.
1. Conclusión lógica del humanismo como la percibió Leonardo.
2. Pesimismo final de Leonardo, una expresión de la inevitable progresión del
humanismo hacia el pesimismo.
III. La Respuesta del Cristianismo al problema del humanismo
Preguntas
1. ¿En qué se diferencia este tratamiento del Renacimiento de otros tratamientos con los que
estás familiarizado?
2. Las actitudes hacia la naturaleza y hacia el hombre parecen ser cruciales para entender el
Renacimiento. ¿Hasta qué punto eran Cristianas estas actitudes y hasta qué punto no eran
Cristianas?
3. ¿Puedes ver algún paralelismo entre la evolución del humanismo en el Renacimiento--
desde el amanecer esperanzador hasta el ocaso siniestro--y la perspectiva cambiante de los
problemas humanos y mundiales durante tu propia vida?
Eventos y Personas Clave
Dante: 1265-1321
La Divina Comedia: 1300-1321
Giotto: c. 1267-1337
Brunelleschi: 1377-1446
Jan van Eyck: 1380-1441
Masaccio: 1401-1428
Fouquet: 1416-1480
El Duomo, La Catedral de Florencia: 1434
Leonardo da Vinci: 1452-1519
Miguel Ángel: 1475-1564
El David de Miguel Ángel: 1504
Francisco I de Francia: 1494-1547
Estudio Adicional
Hay tantos buenos libros ilustrados de arte y arquitectura renacentista que, en lugar de tratar
de seleccionar uno o dos, simplemente te insto a la importancia de consultar algunos. Con
provecho, también podrías escuchar música Renacentista, como la selección en La Guía de
Seraphim a la Música Renacentista.
J. Burckhardt, La Civilización del Renacimiento en Italia, 2 vols. (1958).
Benvenuto Cellini, Autobiografía (1966).
E. Gorin, Humanismo Italiano (1966).
E. Panofsky, Estudios de Iconología (1962).
Georgio Vasari, Las Vidas de los Pintores, Escultores y Arquitectos 4 vols., (1963).
W.H.Woodward, Vittorino da Feltre y Otros Pedagogos Humanistas (1963).
La Perspectiva Normativa: Partes y Aspectos de la Biblia (Articulo)
INTRODUCCIÓN
Hace poco un amigo mío le compró una bicicleta a su hijo. Era necesario armar la bicicleta -
había que ponerle las ruedas, los pedales y el manubrio. El fabricante no había incluido
ninguna instrucción de cómo armar la bicicleta en la caja que venían las piezas de la bicicleta.
Mi amigo sabía lo básico de cómo se debía armar una bicicleta y cómo debía funcionar,
lográndola armar incluso sin las instrucciones.
Pero imagínense qué es lo que hubiese pasado si nunca hubiera visto antes una bicicleta y si
no hubiera sabido cómo funciona una bicicleta. En ese caso, no hubiera podido armarla como
corresponde.
En cierta manera la Biblia es como una caja con piezas de bicicleta sin las instrucciones. Tal
como es relativamente fácil armar cosas que nos son conocidas, también es relativamente
fácil descubrir algunas cosas básicas sobre el significado y el uso de la Biblia y también
responder a ciertas preguntas éticas. Así como es difícil armar dispositivos mecánicos
complicados o desconocidos, también es difícil aplicar la Biblia a preguntas éticas
complicadas cuando no entendemos las acciones más detalladas de las Escrituras.
Esta es la cuarta lección en nuestra serie "Cómo Tomar Decisiones Bíblicas" y hemos titulado
esta lección "La Perspectiva Normativa: Partes y Aspectos de la Biblia."
Tal como lo hemos dicho a lo largo de estas lecciones, el juicio ético siempre conlleva la
aplicación de la Palabra de Dios a una situación mediante una persona. Esto nos ha llevado a
hablar de tres consideraciones esenciales cuando tomamos decisiones bíblicas: la norma
correcta de la palabra de Dios, la que hemos asociado con la perspectiva normativa sobre la
ética; la meta correcta, que concuerda con la perspectiva situacional; y el motivo correcto, que
corresponde a la perspectiva existencial.
En esta lección veremos por tercera vez la perspectiva normativa, explorando el proceso por
el cual discernimos las normas éticas de la Biblia. Concentraremos nuestra atención en las
distintas maneras en las que varias partes y aspectos de la Biblia nos comunican las normas
de Dios.
Dividiremos nuestro análisis de las partes y de los aspectos de la Biblia en tres secciones
principales: En primer lugar, veremos la variedad de materiales que encontramos en la Biblia.
En segundo lugar, veremos con más detalle los libros y los pasajes que forman la ley de Dios
en la Biblia. Y en tercer lugar, trataremos la unidad de la Biblia que conecta todas las partes y
los aspectos de la Biblia. Comencemos con la variedad que encontramos en la Biblia.
VARIEDAD DE LA BIBLIA
Cualquiera que haya leído bastante de la Biblia debiera darse cuenta de que ella no es
uniforme. Contiene historias, poesía, sabiduría, profecía, cartas y todo tipo de otras formas de
escritos. Y dentro de cada uno de estos escritos, encontramos incluso mayor variedad.
Después de todo, cada autor escribió a su propia manera y sus escritos en sí variaron a lo
largo de su labor. A veces él entregó mandamientos; a veces explicó detalles; a veces contó
una experiencia personal. Esta variedad no es por accidente – Dios ha dispuesto que cada
porción de la Biblia contribuya en su propia manera a las normas de la ética cristiana. Ahora,
puesto que la Biblia se comunica de tantas maneras distintas, no basta con que simplemente
conozcamos lo que dice la Biblia. También debemos conocer cómo se comunica la Biblia,
para que cuando leamos lo que dice, entendamos lo que quiere decir.
La variedad que encontramos en la Biblia se puede describir de muchas maneras distintas, no
hay una sola manera que lo explica completamente. Sin embargo, para darle sentido a esta
dimensión de la Biblia y sus implicancias para la ética cristiana, nos concentraremos en tres
temas: En primer lugar, hablaremos de la variedad de lenguaje que se ha usado en la Biblia.
En segundo lugar, hablaremos de la variedad de literatura de la Biblia. Y en tercer lugar,
veremos las implicaciones de esta variedad para la enseñanza de la ética moderna.
Comenzaremos con un vistazo a los asuntos más pequeños y sencillos que tienen relación
con el lenguaje y luego pasaremos a los temas más amplios y más complejos de la literatura.
Lenguaje
En primer lugar, la Biblia muestra una completa gama de lenguaje que encontramos en toda
comunicación humana. Contiene declaraciones, preguntas, promesas, ofrendas, maldiciones,
bendiciones, amenazas, referencias de juicio, recapitulaciones, mandamientos, consejos,
peticiones, exclamaciones, descripciones, llantos de desesperación, expresiones de deseo, de
admiración, de amor y mucho más. El lenguaje bíblico puede estar reservado de emociones o
cargado de ellas. Partes de él pueden ser bastante imaginativas, usando simbolismos y otras
figuras de lenguaje, mientras que en otras el lenguaje es relativamente sencillo, expresando
los asuntos de una manera más directa. La Biblia incluye tanto el sarcasmo como el lenguaje
sincero. Emplea insinuaciones y alusiones tan libremente como comentarios explícitos. Utiliza
hipérboles, eufemismos y expresiones familiares. Muchas veces ni siquiera se toma la
molestia de pronunciar lo que es obvio, sino que simplemente lo supone.
Esta inmensa variedad de lenguaje nos presenta una cantidad de desafíos cuando leemos la
Biblia. Después de todo, si no sabemos reconocer estos distintos tipos de lenguaje, y si no
entendemos cómo se comunica cada uno, muy probablemente interpretaremos erróneamente
las enseñanzas bíblicas.
Ahora, a través de los siglos, los cristianos han propuesto muchas maneras para tratar los
desafíos que presenta la variedad del lenguaje de la Biblia. Sin embargo es prudente decir
que la mayoría de estas soluciones se han ubicado en uno de dos grupos: aquellos que creen
que la Biblia utiliza el lenguaje de maneras extraordinarias y aquellos que creen que la Biblia
utiliza el lenguaje de maneras comunes. Por lo general, los que creen que la Biblia habla de
manera extraordinaria ofrecen soluciones que ignoran los distintos tipos de lenguaje de la
Biblia. En cambio, ellos simplifican exageradamente el lenguaje bíblico para desarrollar un
sistema de interpretación que se pueda aplicar relativamente de igual manera a toda la Biblia.
Extraordinarias
Por ejemplo, en la Edad Media muchos teólogos creían que porque la Biblia es inspirada por
Dios, se comunica de maneras extraordinarias que van más allá de la comprensión humana. A
su parecer, cada texto bíblico poseía una variedad de significados simbólicos que a veces
incluso estaban escondidos de los autores de la Biblia. Bajo este sistema, cada texto suponía
tener al menos algún tipo de significado metafórico, no importando las intenciones humanas
del autor.
Recientemente, muchos cristianos que creen que el lenguaje de las Escrituras es
extraordinario se han ido en dirección contraria. En vez de creer que la naturaleza
extraordinaria de las Escrituras dificulta la interpretación, han insistido en que la naturaleza
extraordinaria de las Escrituras facilita la interpretación de su lenguaje. Algunos de ellos han
argumentado que el Espíritu Santo revela las verdaderas interpretaciones directamente a su
pueblo, haciendo innecesario saber qué tipo de lenguaje se está leyendo, ni mucho menos
cómo comunica normalmente el significado. Otros han argumentado que el lenguaje de la
Biblia siempre se debe interpretar lo más literalmente posible, para que los significados
metafóricos sólo se busquen cuando los significados no figurativos carezcan de sentido.
Por ejemplo, es evidente que en la comunicación común y corriente los seres humanos
normalmente utilizan hipérboles o exageraciones. Sin embargo, muchos cristianos
comprometidos con la autoridad bíblica no reconocen que aparecen hipérboles en la Biblia. En
cambio, ellos tratan cada declaración de la Biblia como si fuera directa, independiente y
precisa.
También sabemos que en el lenguaje y en la escritura común y corriente, normalmente
resumimos los asuntos, esperando que nuestras audiencias llenen el espacio en blanco con
otro tipo de conocimiento que posean. Aún así, algunos cristianos encuentran difícil reconocer
que los escritores que fueron inspirados hicieron lo mismo. En cambio, tratan los pasajes
como si estuvieran enteramente completos en vez de estar limitados en su ámbito.
Además de esto, nos damos cuenta de que en la escritura y en el lenguaje común y corriente,
por lo general seremos sarcásticos y diremos sencillamente lo opuesto de lo que queremos
decir. Sin embargo, a muchos cristianos les es difícil aceptar que el sarcasmo aparece en la
Biblia.
En contraste con estas opiniones de que el lenguaje de la Biblia es extraordinario se
encuentra la visión de que la Biblia se comunica en lenguaje humano común y corriente,
utilizando todas las costumbres normales de la comunicación humana.
Comunes
Ustedes recordarán que en una lección previa, hablamos de la claridad de la Biblia, por la cual
nos referíamos a que la Biblia no es oscura, que no está llena de significados escondidos que
solamente se pueden descubrir mediante significados misteriosos, o a través de dones
espirituales especiales, o por los que ocupan cargos especiales en la iglesia. En otras
palabras, las Escrituras son claras solamente si hablan en un lenguaje común y corriente y se
comunican de maneras normales. O si no, se nos deja adivinar su significado.
Ahora, consideremos un par de pasajes donde una lectura demasiado literal sería
terriblemente engañosa. Pensemos en la petición en Mateo capítulo 6 versículo 11, que forma
parte de la oración del Señor:
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. (Mateo 6:11)
Cuando se lee este versículo de una manera artificialmente literal, aparte de las costumbres
de las expresiones humanas normales, pareciera como que si Jesús le estuviera exigiendo a
Dios para que le de pan.
Por cierto, todas las peticiones en la oración del Señor toman la forma de los imperativos,
incluyendo no tan sólo "el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy," sino que también "mas
líbranos del mal." Es cierto que en la gramática griega, normalmente los imperativos son
mandamientos.
Este hecho ha guiado a ciertos cristianos que leen la Biblia de una manera exageradamente
literal a concluir que las palabras de Jesús eran mandamientos dirigidos a Dios. Y por
supuesto, ya que la oración del Señor es un modelo que debemos imitar en nuestras
oraciones, también han llegado a la conclusión de que ¡tenemos el derecho de darle órdenes
a Dios!
Pero a partir del resto de la Biblia, incluyendo las propias palabras de Jesús en la oración del
Señor, sabemos que los verbos en forma imperativa se usan con frecuencia para expresar
peticiones y requisitos. Lo mismo es cierto en español. Por ejemplo, cuando decimos:
"pásame el pan, por favor". O "¡ayúdame, por favor!" Estas declaraciones son imperativas. Sin
embargo, cuando decimos estas palabras, no estamos dando órdenes porque sí.
Consideremos también Amós capítulo 4 versículo 4, donde el profeta dijo lo siguiente:
Vayan a Betel y pequen; vayan a Guilgal y sigan pecando. (Amós 4:4 [NVI])
Una lectura extremadamente literal de estas palabras ha llevado a que algunos intérpretes
piensen que Amós realmente quería que su audiencia pecara contra el Señor en los centros
de adoración idólatra en Betel y Guilgal. Sin embargo, este tipo de lectura no es natural y no
calza con las intenciones del profeta reveladas en otras declaraciones. Por ejemplo, en Amós
capítulo 5 versículo 5, dijo el profeta:
Pero no acudan a Betel, ni vayan a Guilgal. (Amós 5:5 [NVI])
A partir de este versículo y del resto del libro de Amós, debiéramos concluir que cuando el
profeta le ordenó al pueblo que pecara en Betel y Guilgal, lo dijo en forma sarcástica,
queriendo decir simplemente lo contrario de lo que estaba diciendo. No quería que pecaran en
estos lugares, sino que dejaran de pecar en ellos.
La mecánica del lenguaje bíblico no pertenece únicamente a las Escrituras. En cambio, la
Biblia utiliza las convenciones lingüísticas de sus autores y de sus audiencias originales. Esto
significa que si vamos a interpretar responsablemente la Biblia, debemos aprender cómo
usaban el lenguaje en forma común y corriente, entendiendo la intención de cada autor
cuando lo escribió. Si el autor diseñó sus palabras para que se entendieran metafóricamente,
entonces debemos leerlas metafóricamente, buscando en el texto el significado que el autor
quiso que tuvieran. Por otra parte, si el autor bíblico diseñó sus palabras en forma sencilla y
directa, entonces nuestra responsabilidad es interpretar sus palabras de manera no figurativa.
Así como existen muchas variedades de lenguaje en las Escrituras, también existen muchas
variedades de literatura. Estas son formas más extensas y más complejas que el lenguaje, y
de alguna manera u otra son más difíciles de dominar. Sin embargo, el poder entenderlas es
clave para manejar las distintas partes y aspectos de la Biblia en forma responsable.
Literatura
Existen muchas formas distintas de literatura en la Biblia. Para mencionar sólo algunas, la
literatura bíblica incluye las siguientes: prosa, poesía, canción, ley, narrativa, carta, voto,
epístola, oráculo profético, proverbio, parábola y género dramático. Dentro de estas formas
más amplias, por lo general existen múltiples categorías más pequeñas. Por ejemplo, dentro
de la forma literaria del oráculo profético, encontramos oráculos de juicio, oráculos de
bendición, oráculos diseñados para después de los litigios, etc. Estas formas se distinguen por
su contenido como también por su estructura, estilo y uso del lenguaje. Además, cada género
bíblico comunica el significado de distintas maneras. Por lo tanto, así como debemos estar
conscientes de las complejidades del lenguaje de la Biblia, también debemos estar
conscientes de las complejidades de las distintas formas literarias.
Por lo general, cuando nos referimos a la ética, nos enfocamos en pasajes de la Biblia que
contienen las leyes, o que enseñan directamente las normas y las obligaciones morales. Si
bien estos son pasajes importantes para nuestro estudio de la ética, no debiéramos cometer el
error de pensar que los otros géneros tienen poco o nada que ofrecer en la instrucción de la
ética. Para nuestros propósitos, debemos destacar que las narrativas bíblicas también
comunican normas y reglamentos éticos. La poesía y las canciones expresan inquietudes
éticas. Los proverbios y los otros escritos sobre la sabiduría reflejan valores éticos. La profecía
expresa los juicios éticos de Dios en la forma de regocijo o disgusto hacia las acciones
humanas.
Por cierto, como vimos en nuestras lecciones previas, cada pasaje de la Biblia revela el
carácter de Dios, y por lo tanto, cada pasaje contiene la enseñanza ética, ya sea que ese
pasaje sea un código legal, una carta, un poema, una colección de proverbios, una narrativa
histórica o cualquier otro tipo de literatura. Es por esta razón que cuando nos referimos a la
ética debemos investigar todos los tipos de literatura bíblica para descubrir sus revelaciones
de las normas éticas de Dios.
Para ilustrar la idea de que todos los géneros que se encuentran en la Biblia debieran guiar
nuestras reflexiones éticas, consideremos el caso de las narrativas bíblicas. Por cierto, los
escritores bíblicos estaban interesados en registrar los hechos históricos. Pero también
estaban interesados en utilizar esos hechos para evocar la fe y enseñar lecciones morales.
Mencionaremos cinco maneras específicas en las que las narrativas históricas contribuyen a
nuestro estudio y a la práctica de la ética cristiana.
En primer lugar, a un nivel bastante básico, las narrativas bíblicas nos obligan a aceptar sus
contenidos basados en hechos. Estamos moralmente obligados a creer que los detalles de la
historia redentora son ciertos.
Esto es especialmente cierto cuando se trata de los eventos centrales del evangelio, tales
como: la muerte de Jesús, el entierro, la resurrección, la ascensión y el envío del Espíritu
Santo en Pentecostés. Pero también es cierto con respecto a todos los otros hechos que nos
enseña la Biblia a través de las narrativas históricas. La sola presentación de estos hechos en
las narrativas bíblicas nos obliga a creer en ellas.
La segunda razón por la que las narrativas bíblicas son importantes en la ética cristiana es
que la historia bíblica tiene el poder de transformarnos éticamente. Eso significa que, el
conocimiento del contenido de la historia bíblica forma parte del hecho de ser cristiano.
Como vimos en nuestra primera lección, sólo las personas buenas son capaces de hacer el
bien. Y sólo aquellos que tienen una fe salvadora genuina en el evangelio son buenas
personas. Por supuesto, para que nosotros tengamos fe salvadora en Cristo, debemos saber
quién es Cristo y lo que él ha hecho. Estos son hechos que aprendemos de los registros
históricos bíblicos. Por lo tanto, es necesario conocer la historia bíblica si vamos a tener la fe
salvadora en Cristo. Entonces, es justo decir que es necesario conocer la historia bíblica si
nos vamos a comportar en forma ética.
En tercer lugar, las narrativas bíblicas nos proporcionan los ambientes históricos para las
leyes de Dios. Para entender correctamente la ley de Dios, debemos entender el contexto
histórico en el que se entregó la ley.
Por ejemplo, debemos ver que las narrativas bíblicas enfaticen la gracia divina para que nos
motiven a obedecer su ley. Incluso los Diez Mandamientos comienzan de esta manera. En
Éxodo capítulo 20 versículo 2 leemos que Dios comenzó diciendo lo siguiente:
Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. (Éxodo
20:2)
Esta pequeña declaración histórica introdujo los Diez Mandamientos y produjo una motivación
central para obedecerlos. Por cierto, el esforzarse a obedecerlos sin esta motivación de
gratitud nunca logrará la verdadera obediencia a los mandamientos. Después de todo, como
vimos en una lección anterior, todo buen acto debe contar con buenas motivaciones.
Por lo tanto, las narrativas bíblicas son importantes para la ética porque solamente podemos
entender las leyes de Dios en forma correcta cuando entendemos la historia bíblica.
En cuarto lugar, las narrativas bíblicas presentan la evaluación de Dios de los eventos
históricos. Y ya que las evaluaciones de Dios siempre son correctas, nos dan una firme
dirección ética.
Se acordarán ustedes que definimos el "bien" como lo que Dios bendice, y el "mal" como lo
que él maldice o castiga. Bien, en las narrativas bíblicas, los escritores ilustran los tipos de
acciones, pensamientos y motivaciones que Dios bendice y maldice. Al hacerlo de esta
manera, les dan a sus lectores ejemplos a seguir y a rechazar.
Por último, en algunas ocasiones los escritores de la historia bíblica registraron sus propios
comentarios sobre la ética. A veces estos comentarios son sutiles pero otras veces son
bastante evidentes.
Por ejemplo, en Génesis capítulo 13 versículos 12 al 13, Moisés hizo este comentario acerca
del pueblo de Sodoma:
Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma. Mas los
hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera. (Génesis 13:12
– 13)
La evaluación moral de Moisés sobre Sodoma no tan sólo hace cuestionar la sabiduría de Lot,
sino que también anticipa el juicio que Dios pronto traería a la ciudad.
Como los portavoces inspirados de Dios, los autores de los registros históricos bíblicos
hicieron comentarios sobre la bondad o la maldad de muchos de los personajes, actitudes y
eventos en sus historias. Sus evaluaciones representan las perspectivas de Dios mismo y, por
lo tanto, nos entregan muchas cosas a considerar sobre la ética.
Entonces, ¿cuáles son las consecuencias cuando usamos toda la Biblia como nuestra norma
ética? En primer lugar, lo que hemos visto sobre las narrativas históricas también es cierto
para todos los otros tipos de literatura bíblica: cada tipo de literatura es normativa; cada tipo
de literatura nos enseña algo con respecto a la manera en que debiéramos pensar, actuar y
sentir. Y como resultado, todo pasaje de la Biblia nos fija obligaciones morales.
Por ejemplo, la poesía bíblica se enfoca en las expresiones emocionales apropiadas y
frecuentemente describe la aprobación o rechazo de Dios. La profecía demuestra la
satisfacción o el enojo de Dios con la conducta humana. También revela muchas cosas
buenas que hay que hacer para ganar el favor de Dios, y nos advierte contra lo pecaminoso
que va a provocar su ira. La literatura sobre la sabiduría explica el carácter de Dios, que es
nuestra norma ética fundamental, y nos enseña cómo debemos aplicar los principios de la Ley
a la vida cristiana práctica. Aunque las consideraciones éticas no se enfaticen en un pasaje,
siempre se pueden deducir. Consideremos nuevamente las palabras de Pablo en 2 de
Timoteo capítulo 3 versículos 16 y 17:
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para
toda buena obra. (2 Timoteo 3:16 – 17)
Pablo insistió que toda la Escritura, no importando el género literario, capacita a los cristianos
para que agraden a Dios. Más aún, ya que cada pasaje de la Escritura es importante para la
ética, es legítimo enfocarse en los aspectos morales de cualquier pasaje – incluso si el autor
bíblico no enfatizó él mismo el aspecto moral. En resumen, si ignoramos las consecuencias
éticas de cualquier parte de la Escritura, nos privamos de todo el ámbito de la dirección ética
que ofrece la revelación de Dios.
Ahora, el hecho de que la Escritura utilice muchos tipos de lenguaje y literatura para
enseñarnos sobre la ética tiene algunas consecuencias interesantes para la manera en que
enseñamos la ética en la actualidad. Por un lado, implica que debemos utilizar toda la Biblia
en nuestra búsqueda de las normas éticas de Dios. Por otro, la variedad de la Escritura
implica que nuestra propia enseñanza de la ética se puede ver beneficiada por el uso de
distintos géneros.
Implicaciones
Es cierto que la instrucción sobre la ética nos ayuda a entender muchas cosas. Pero también
se pierde algo cuando confiamos enteramente en la instrucción directa. Las declaraciones
sencillas normalmente no tocan nuestras emociones de la misma manera que lo hacen la
poesía y las narrativas; tal como las sencillas instrucciones sobre la ética en la Escritura son
rara vez tan conmovedoras o memorables para nosotros como los Salmos o las historias
sobre Jesús. Las situaciones que se exploran en las típicas clases sobre la ética rara vez son
tan sutiles como las de las narrativas. Y las declaraciones sencillas rara vez nos instan a
meditar en los asuntos morales de la forma en que lo hacen los proverbios.
Por lo tanto, a veces puede que sea útil enseñar y predicar sobre la ética en las distintas
formas de lenguaje utilizadas en la misma Escritura. En algunos casos, nuestra enseñanza
sobre cómo tomar decisiones éticas va a ser más efectiva si utilizamos nuestra propia
imaginación poética, historias, proverbios, parábolas y otros géneros que generalmente no se
asocian a la ética.
Por lo tanto, cuando pensamos específicamente en la ética cristiana, debemos recordar que
todas las variedades del lenguaje y de la literatura en las Escrituras son normativas. También
debemos poner especial atención a las distintas maneras en las que cada tipo de lenguaje y
de literatura comunica la instrucción sobre la ética. Solamente mediante el correcto manejo de
cada tipo podremos entender correctamente sus enseñanzas sobre la ética.
Ahora que hemos presentado cómo nos guían las distintas formas del lenguaje y de la
literatura en la Biblia en nuestro uso de las Escrituras como nuestra norma moral, debemos
volver nuestra atención hacia la ley de Dios en la Biblia, a esas porciones de la Biblia que
tratan la ética más explícitamente.
Diez Mandamientos
La lista de los Diez Mandamientos se encuentra en Éxodo capítulo 20 y en Deuteronomio
capítulo 5. Distintas tradiciones teológicas enumeran los mandamientos de distintas maneras
pero en estas lecciones seguiremos la numeración protestante tradicional. Los Diez
Mandamientos se pueden resumir de la siguiente manera:
Mandamiento 1: "No tendrás dioses ajenos delante de mí."
Mandamiento 2: "No te harás imagen."
Mandamiento 3: "No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano."
Mandamiento 4: "Acuérdate del día de reposo para santificarlo."
Mandamiento 5: "Honra a tu padre y a tu madre."
Mandamiento 6: "No matarás."
Mandamiento 7: "No cometerás adulterio."
Mandamiento 8: "No hurtarás."
Mandamiento 9: "No dirás falso testimonio."
Mandamiento 10: "No codiciarás."
Si bien es cierto que algunos teólogos tratan los Diez Mandamientos como si fueran tan sólo
otra parte de la ley mosaica, la Biblia indica que los Diez Mandamientos tienen una primacía
especial sobre los otros mandamientos de la Escritura.
La primacía de los Diez Mandamientos es tanto histórica como teológica. Su primacía histórica
depende del hecho que, hasta donde sabemos, estas leyes fueron el primer código legal
escrito que recibió la nación de Israel.
Pablo puso especial atención a este hecho en Gálatas capítulo 3 versículo 17, donde escribió
lo siguiente:
La ley, que vino cuatrocientos treinta años después, no anula el pacto que Dios había
ratificado previamente. (Gálatas 3:17 [NVI])
Pablo se refirió a la entrega de los Diez Mandamientos como la "introducción" de la ley,
indicando que esta era la primera vez que Israel poseía la ley de Dios de esta manera. Israel
recibió los Diez Mandamientos a través de Moisés, quien él mismo recibió los Diez
Mandamientos directamente de parte de Dios en el monte Sinaí. Al recibir los Diez
Mandamientos, Israel pasó a ser la primera nación en poseer un extenso código revelado en
forma sobrenatural de los santos requisitos de Dios.
Por supuesto que el pueblo de Dios todavía tenía muchos mandamientos antes de los de la
época de Moisés. Incluso antes de la época de Abraham, vemos claramente en el Diluvio de
Noé que Dios contaba con una cantidad de normas que esperaba que su pueblo siguiera. Y
cuando la gente se negó a obedecer a Dios, él destruyó todo el planeta con las aguas del
diluvio.
Más aun a Abraham no le faltaron leyes ni estipulaciones que obedecer en Génesis capítulo
17 versículo 1, Dios le había dado la extensa y exigente instrucción que decía:
Anda delante de mí y sé perfecto. (Génesis 17:1)
Ahora, los Diez Mandamientos no fueron las únicas leyes que le fueron dadas a Israel
mientras acampaban a los pies del monte Sinaí. Sino que sirvieron como la declaración
preliminar y resumida de una gran cantidad de leyes que Israel recibió inmediatamente
después, mientras todavía acampaban en el monte Sinaí. Estas otras leyes, comúnmente
denominadas como el Libro del Pacto, se pueden hallar en Éxodo capítulos 21 al 23. Junto a
los Diez Mandamientos, el Libro del Pacto formó el código legal escrito inicial de Israel.
Tiempo después, este código se expandió para incluir muchas otras leyes.
Además de contar con una primacía transitoria, los Diez Mandamientos también contaron con
una primacía teológica o ideológica. Tal como leemos en Éxodo capítulo 24 versículo 12:
Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra,
y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles. (Éxodo 24:12)
Por un lado, a diferencia del Libro del Pacto que Moisés escribió de acuerdo a las
instrucciones de Dios, fue Dios mismo el que escribió los Diez Mandamientos en las tablas de
piedra.
Deuteronomio capítulo 9 versículo 10 confirma que Dios mismo escribió los Diez
Mandamientos en las tablas de piedra. Moisés exclamó ahí:
Y me dio Jehová las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios. (Deuteronomio 9:10)
El hecho de haber escrito los Diez Mandamientos él mismo, Dios demuestra que los Diez
Mandamientos eran especial entre sus leyes, que merecían atención especial y que, de
alguna manera, eran las más importantes de sus mandamientos.
La primacía teológica de los Diez Mandamientos también se indica por la ocasión especial en
que las recibió Israel. La entrega de la ley se llevó a cabo en medio de truenos, relámpagos,
humo, nubes y trompetas celestiales. Durante este tiempo, Dios permitió ser visto no tan sólo
por Moisés, sino que también por Josué, Aarón y los setenta ancianos de Israel.
La primacía teológica de los Diez Mandamientos también se enfatiza en Deuteronomio
capítulo 4 versículo 13, donde Moisés identificó a los Diez Mandamientos como el mismo
pacto de Dios con su pueblo:
Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los
escribió en dos tablas de piedra. (Deuteronomio 4:13)
Aparte de esto, de acuerdo a Éxodo 40:20, los Diez Mandamientos también fueron puestos
dentro del Arca del Pacto, el estrado de Dios, que era el objeto religioso que más se asociaba
con la presencia de Dios con Israel. El Libro del Pacto y el resto de las leyes no recibieron
este reconocimiento especial.
Por ejemplo, en Mateo capítulo 19 versículos 17 al 19, leemos la siguiente conversación entre
Jesús y un hombre que le preguntó cómo heredar la vida eterna:
[Jesús] le dijo:…Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo [el
hombre]: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso
testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Mateo
19:17 – 19)
Las leyes que enumeró Jesús eran de los Diez Mandamientos, excepto por la instrucción de
amar al prójimo, que es de Levítico capítulo 19 versículo 18 y que resume las leyes que Jesús
mencionó de los Diez Mandamientos. En resumen, Jesús indicó que al obedecer los Diez
Mandamientos, la persona podía obtener vida eterna. Por cierto que Jesús también enseñó
que nadie es lo suficientemente bueno para obedecer estos mandamientos. Sin embargo, el
punto de nuestro análisis es que Jesús confirmó la importancia de los Diez Mandamientos de
una manera extraordinaria. Incluso en el Nuevo Testamento, se referían a los Diez
Mandamientos en términos que reflejaban su primacía teológica.
La primacía histórica y teológica que le ha dado la Biblia a los Diez Mandamientos también se
ha reconocido y se ha reflejado en las tradiciones cristianas y judías a través de la historia.
Por ejemplo, las sinagogas comúnmente despliegan símbolos de los Diez Mandamientos,
como así también las dos tablas de piedra de los mandamientos son muy comunes en la
iconografía cristiana. Además de esto, los mandamientos también han sido una parte vital de
la liturgia cristiana. En resumen, por muchos siglos las tradiciones cristianas y judías han
concordado en que esta parte de la ley de Dios mantiene una primacía especial sobre las
otras instrucciones éticas de la Escritura.
Ahora que hemos visto la importancia y la prioridad que las Escrituras colocan sobre los Diez
Mandamientos, debiéramos volver nuestra atención a las tres categorías tradicionales o tipos
de ley que encontramos en las Escrituras.
UNIDAD DE LA BIBLIA
Es muy común escuchar en la iglesia moderna a los profesores que dicen cosas como estas:
"Los cristianos no tienen que obedecer la Ley; sólo tenemos que obedecer el evangelio" o "La
única ley que Dios nos manda a obedecer es la ley del amor." Ahora, si lo admitimos, no todo
lo que dice la Biblia sobre estos asuntos está perfectamente claro. Sin embargo, si analizamos
correctamente toda la información bíblica, lo que descubrimos es que la unidad de la Escritura
es tan grande que la ley es enteramente compatible con todo lo demás de la Biblia.
En esta parte de nuestra lección, consideraremos varias maneras en las que la ley interactúa
con las otras enseñanzas de la Escritura. Primero veremos la manera en que la ley se
relaciona con el mandamiento del amor. En segundo lugar, volveremos nuestra atención a la
relación entre la ley y el evangelio de la gracia. En tercer lugar, examinaremos la ley en
relación con la historia redentora y con el nuevo pacto. Y en cuarto lugar, trataremos el tema
de la armonía de todos los mandamientos divinos. Comencemos con la relación de la ley y el
mandamiento del amor.
Evangelio de la Gracia
Un malentendido común entre los cristianos es que la ley es contraria al evangelio de la
gracia. Muchos creen que porque somos salvos por medio de la gracia aparte de las obras de
la ley, no tenemos absolutamente ninguna obligación de obedecer la ley. Otros creen que la
ley se ve sólo correctamente como una amenaza y terror contra los pecadores, mientras que
el evangelio, al contrario, es lo que nos salva una vez que la ley nos ha condenado. En
realidad, existen tantos puntos de vista distintos sobre la relación entre la ley y el evangelio de
la gracia que es imposible mencionarlas todos. Por lo tanto, para responder a toda una gama
de nociones falsas, describiremos la perspectiva bíblica sobre esta relación, enfocándonos en
lo que tradicionalmente se ha denominado "los tres usos de la ley."
A partir de la Reforma Protestante, normalmente los teólogos han hablado de tres maneras
distintas de cómo se debe usar la ley en la Escritura. Si bien existe bastante acuerdo sobre la
validez de los distintos usos, los teólogos no siempre han sido consistentes en la enumeración
de estos usos. Entonces, para evitar la confusión, en estas lecciones nos referiremos a los
tres usos de la ley en el siguiente orden:
El primer uso de la ley es el uso pedagógico, o el uso de la ley como un maestro. Cuando se
usa pedagógicamente, la ley lleva al hombre a Cristo, incitando y exponiendo su pecado, y
amenazando el castigo contra el pecado.
El segundo uso de la ley es el uso civil. Cuando utilizamos la ley para un fin civil, la usamos
para restringir el pecado en la sociedad. Este uso a veces se asocia con la disciplina externa.
El tercer uso de la ley es el uso normativo. Este es el uso de la ley como guía o regla para los
cristianos fieles.
El uso pedagógico o el primer uso de la ley se refiere a la manera en que la ley de Dios vivifica
el pecado que existe dentro de los no creyentes y les muestra su necesidad de Cristo. Todos
hemos experimentado el aprendizaje de lo que es prohibido y de cómo nos sentimos atraídos
a ello aún más.
Pablo escribió su propia experiencia del uso pedagógico de la Ley en Romanos capítulo 7
versículos 7 y 8, donde escribió las siguientes palabras:
Yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera:
No codiciarás. Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda
codicia. (Romanos 7:7 – 8)
Este uso de la ley se asocia comúnmente a la enseñanza bíblica de que los creyentes
estuvieron una vez bajo la ley pero que ahora están bajo la gracia. Cuando se confronta a los
no creyentes con las normas y con las penalidades de la ley, se les incita a que pequen
incluso más, reconociendo el castigo o la maldición que la ley amenaza contra ellos por su
pecado. Esta amenaza hace que los no creyentes lleguen a Cristo, quien por su gracia los
salva de la maldición de la ley. Esta es la idea detrás de las palabras de Pablo en Romanos
capítulo 6 versículo 14:
El pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
(Romanos 6:14)
En este sentido, el uso pedagógico de la ley no se aplica directamente a los creyentes. Una
vez que una persona ha llegado a Cristo, la ley ha terminado su obra en este sentido. Por lo
tanto, en el sentido del uso pedagógico, ya no estamos bajo la ley.
El uso civil o el segundo uso de la ley incluye la forma en que la ley refrena al pecado,
amenazando con castigo contra los que la infringen. Podemos imaginar las formas en que
nosotros mismos refrenamos nuestro propio comportamiento por temor al castigo de los que
ejercen autoridad civil sobre nosotros, como por ejemplo la policía. Este uso de la ley es para
los creyentes y para los no creyentes de la misma manera, y se enfoca especialmente en el
lugar de Dios para el gobierno civil como instrumento para refrenar el mal. En las lecciones
futuras trataremos muchos de los temas relacionados con este uso de la Ley, así que por
ahora simplemente lo vamos a mencionar, haciendo notar que no es incompatible con el
evangelio de la gracia.
El tercer uso o el uso normativo de la ley, es muy útil para el estudio cuando pensamos en la
Ley en términos del evangelio y de la ética cristiana. El uso normativo emplea la Ley de la
manera en que la hemos estado usando en estas lecciones, es decir como una revelación de
la voluntad de Dios para la vida cristiana. Lo podemos comparar con las reglas familiares que
tuvieron nuestros padres para mantenernos a salvo, y que obedecimos porque amábamos y
confiábamos en nuestros padres.
Por ejemplo, escuchemos las palabras de 1 de Juan capítulo 3 versículo 4:
Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.
(1 Juan 3:4)
Juan escribió estas palabras mucho después de que Cristo ascendiera a los cielos. Sin
embargo, él afirmó que la ley sigue siendo la norma para nuestra conducta. Él incluso llegó a
definir al pecado en términos de infracción a la ley. Para decirlo en términos más sencillos, la
ley sigue siendo la norma por la cual se juzga el comportamiento cristiano para ser justo o
pecador. Además, muchos pasajes indican que cuando la ley se usa como una norma para el
comportamiento cristiano, ésta es perfectamente compatible con el evangelio.
Antes de que fuéramos salvos, todos éramos pecadores, incapaces de guardar la ley.
Estábamos bajo la maldición de la ley porque éramos infractores de la ley. Pero ahora que
somos salvos, se nos considera como los que guardan la ley perfectamente en Cristo, para
que recibamos las bendiciones de la salvación y de la vida prometidas por la ley. Pablo se
refirió a este estado como el hecho de estar bajo la gracia en contraste a estar bajo la
maldición de la ley.
En resumen, si bien los creyentes no están "bajo la ley" en el sentido que suframos su
maldición cuando pecamos, sí estamos "bajo la ley" en el sentido de que recibimos sus
bendiciones y en el sentido que estamos obligados a obedecerla.
En Santiago capítulo 1 versículo 25, Santiago coloca el asunto de la siguiente manera:
El que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo
oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. (Santiago
1:25)
Ahora que hemos visto cómo la ley de Dios complementa el mandamiento del amor y el
evangelio de la gracia, debemos mirar la ley en relación al nuevo pacto y a los desarrollos de
la historia redentora.
Nuevo Pacto
Cuando hablamos de la historia redentora y del nuevo pacto, nos estamos refiriendo a los
cambios que ocurrieron entre las eras del Antiguo y del Nuevo Testamento como resultado de
la obra de Jesucristo. Por ahora, nos interesa mayormente la forma en que estos cambios
afectan nuestro uso de la ley en la ética cristiana.
En el Antiguo Testamento, el nuevo pacto se menciona por su nombre sólo una vez, y eso es
en Jeremías capítulo 31 versículo 31. Por otro lado, el Nuevo Testamento se refiere a él varias
veces. Sin embargo, la mención más útil para nuestros propósitos se puede encontrar en
Hebreos capítulo 8, donde el autor cita extensamente de Jeremías capítulo 31 y lo aplica a la
iglesia.
En Hebreos capítulo 8 versículos 8 al 10, leemos las siguientes palabras:
Estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto…Pondré mis leyes en la
mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a
mí por pueblo. (Hebreos 8:8 – 10)
Fíjense que en este pasaje, el nuevo pacto no es algo que nos libra de la ley. Sino, en el
nuevo pacto, la ley sigue siendo central. De hecho, la ley es escrita en nuestras mentes y
corazones como las reglas del nuevo pacto.
La imagen de que la ley sea escrita en nuestros corazones y mentes indica que conocemos y
amamos la ley. Muy lejos de dejar la ley atrás nuestro como algo del pasado, en el nuevo
pacto incorporamos la ley y la guardamos intensamente. En realidad, esto es precisamente
cómo se debía observar la ley en el antiguo pacto.
Tal como habló el Señor en Deuteronomio capítulo 6 versículo 6:
Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. (Deuteronomio 6:6)
Y tal como testificó el salmista en el Salmo 119 versículo 11:
En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti. (Salmo 119:11)
La palabra de Dios siempre se supuso que debía estar en los corazones y en las mentes de
su pueblo, y verdaderamente estuvo en el corazón y en las mentes de muchos, incluso en el
antiguo pacto. La Escritura de la ley en nuestros corazones y en nuestras mentes no es algo
nuevo o distinto en el nuevo pacto; es un punto de continuidad con el antiguo pacto.
Podemos decir incluso que el nuevo pacto nos da mayores razones para obedecer la ley.
Después de todo, en el Antiguo Testamento los creyentes miraban hacia el pasado al éxodo
de Egipto y hacia el futuro a la Tierra Prometida como la base de su obediencia a la ley. Sin
embargo, hoy, los cristianos miran hacia el pasado a la obra mucho mayor de la salvación en
Cristo, y hacia el futuro a la obra incluso mayor de su segunda venida, como la base de
nuestra obediencia a la ley.
Pero nuevamente, es importante que como cristianos volvamos a aplicar la ley a la luz de los
cambios que han ocurrido entre el antiguo y el nuevo pacto.
Tal como lo escribió el autor de Hebreos capítulo 10 versículo 1 de su libro:
La ley es sólo una sombra de los bienes venideros, y no la presencia misma de estas
realidades. (Hebreos 10:1 [NVI])
En el nuevo pacto, se ha revelado a Cristo como el que la ley había predicho. Como resultado,
muchas de las leyes que obligaban a los creyentes del antiguo pacto a desarrollar tales
sacrificios ahora se han cumplido por la realidad que ellas anunciaron, es decir por el sacrificio
de Cristo. Como resultado, nosotros guardamos correctamente estas leyes, confiando en
Jesús como nuestro sacrificio y no sacrificando bueyes ni machos cabríos.
En las próximas lecciones, veremos con más detalles los tipos de ajustes que debemos hacer
cuando aplicamos la ley a la era del Nuevo Testamento. Pero por ahora, debiera quedar claro
que en principio la ley se aplica durante la era del nuevo pacto.
Ahora que hemos explorado la ley con relación al amor, al evangelio y al nuevo pacto,
estamos listos para tratar nuestro último tema: la armonía de todos los mandamientos de Dios
unos con otros.
Armonía
En el sistema legal de la Biblia existe una gran cantidad de leyes y requisitos. Estos son tantos
y tienen que ver con tantos asuntos que a veces estas leyes parecieran estar en conflicto
entre sí. El conflicto entre las reglas es un problema que enfrenta todo sistema deontológico o
ético que esté relacionado con las reglas.
Pero en el caso de la ley bíblica, no existen verdaderas contradicciones; entre las leyes de
Dios en realidad no existen conflictos, tal como el carácter de Dios nunca se ve en conflicto
consigo mismo. En cambio, todas las enseñanzas morales de la Escritura se encuentran en
perfecta armonía entre ellas.
Tal como lo vimos en Santiago capítulo 2 versículo 10, la Ley es un todo unificado:
Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de
todos. (Santiago 2:10)
Puesto que la ley está unificada, sus diversos mandamientos requieren de nuestra obediencia
en forma colectiva. Eso quiere decir que, cada vez que nuestras acciones están en completo
acuerdo con cualquiera estipulación en particular de la ley, están de acuerdo con la totalidad
de ellas.
Por lo tanto, cada vez que parezca que algunas leyes particulares de la Biblia se contradicen
entre sí, simplemente significa que no hemos entendido correctamente la ley todavía. El hecho
es que nunca entenderemos perfectamente toda la ley, así que de vez en cuando nos
sentiremos perturbados entre las distintas leyes de Dios. ¿Cómo resolvemos estas tensiones,
en forma práctica? Bueno, existen muchas cosas que se podrían decir sobre tales situaciones,
pero vamos a mencionar sólo dos.
En primer lugar, las leyes de Dios han sido dadas con el entendimiento implícito de que a
veces algunas leyes tienen prioridad sobre otras.
Por ejemplo, en Mateo capítulo 5 versículos 23 y 24, Jesús entregó la siguiente instrucción:
Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,
deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces
ven y presenta tu ofrenda. (Mateo 5:23 – 24)
Jesús enseñó que la reconciliación entre el pueblo de Dios precede incluso a ciertas ofrendas
hechas a Dios – tanto así que si incluso un creyente está listo en el altar para presentar su
ofrenda, debe posponer la ofrenda hasta que haya arreglado los asuntos con su hermano.
Cada vez que se diga que ciertos pecados son peores que otros, o que se diga que ciertas
leyes son más importantes que otras, debemos darnos cuenta que la Biblia le da distintos
niveles de prioridad a sus diversos mandamientos. Es así que la asignación de prioridad a una
ley sobre otra en realidad concuerda con la totalidad de la ley; y por lo tanto, no se transforma
en absoluto en un conflicto entre leyes particulares.
En segundo lugar, las leyes bíblicas también han sido entregadas con el entendimiento
implícito que existen excepciones a las reglas. Eso quiere decir que, dentro del sistema legal
bíblico, se supone que en emergencias y en circunstancias inusuales, las regulaciones
normales pueden ser sobrepasadas por principios más importantes.
Consideremos, por ejemplo, la confrontación entre los apóstoles y el Sanedrín en Hechos
capítulo 5. En esta situación, el Sanedrín les había mandado a los apóstoles a que dejaran de
predicar de Jesús, sin embargo, los apóstoles ignoraron su mandamiento.
La defensa de los apóstoles con respecto a su acción quedó registrada en Hechos capítulo 5
versículo 29:
Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. (Hechos 5:29)
En este caso, la entidad gobernante de los judíos, el Sanedrín, sí tenía algo de autoridad
legítima sobre los apóstoles. Como regla general, la Biblia nos dice que es necesario que
obedezcamos a las autoridades humanas. Sin embargo, cuando el Sanedrín contradijo los
mandamientos de Dios, esto dio lugar a la excepción a la regla general de obedecer a
nuestros líderes humanos. Debido a esta excepción, lo correcto y lo justo que debían hacer
los apóstoles era desobedecer al Sanedrín y obedecer a Dios.
Pero nuevamente, este no fue un caso en el que la ley estaba en conflicto con otra. Después
de todo, la Ley es un todo unificado que revela el carácter de Dios, y el carácter de Dios no
está en conflicto consigo mismo. En cambio, la Ley anticipa que a veces los principios
generales indican cursos de acciones contrarias. En estos casos, lo que se debe hacer es
considerar todos los mandamientos y principios y medir la situación y los motivos con respecto
a cada obligación. El mejor curso de acción obedecerá a la totalidad de la ley en su completo
significado, incluso si no refleja la manera en que normalmente aplicamos ciertos principios.
Por supuesto que debemos ser cautelosos cuando asignamos prioridades a diversos
mandamientos en la Escritura. Y puesto que somos seres limitados, seres humanos caídos,
sin duda alguna habrá ocasiones en que no podremos descubrir lo que es correcto, e incluso
habrá veces cuando tomemos decisiones incorrectas. Sin embargo, siempre debemos
recordar que las Escrituras están unificadas. Y por lo tanto, debemos esforzarnos para hallar
las formas en que las leyes se puedan armonizar entre sí.
CONCLUSIÓN
En esta lección hemos visto las formas como funcionan en conjunto las diversas partes y los
aspectos de la Biblia como la norma de Dios para la ética cristiana. Hemos visto que cada una
de las variedades del lenguaje y de la literatura se debe tratar en forma un tanto distinta, y que
cada una de ellas posee algo especial que nos enseña sobre la ética. También hemos
explorado las divisiones y las funciones de la ley de Dios en las Escrituras. Además hemos
visto cómo está unificada la ley consigo misma y con todas las otras porciones de las
Escrituras.
A medida que continuamos nuestro estudio sobre la ética bíblica, es importante recordar que
existen muchas partes y aspectos distintos de la Biblia, y que cada uno nos entrega
información sobre la ética de distintas maneras. Manteniendo esto en mente mientras
seguimos estudiando y viviendo delante de Dios, seremos capaces de tratar cada parte y
aspecto de la Escritura en forma más responsable, haciendo que nuestras vidas se moldeen
mejor a las normas que Dios nos ha revelado.
Hijos Prósperos
Colosenses 3:20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. 21
Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.
Efesios 6:1 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. 2 Honra a tu
padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; 3 para que te vaya bien, y
seas de larga vida sobre la tierra. 4 Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos,
sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.
¿Prosperar o perecer?
• Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre.
(Proverbios 1:8)
• Hijo mío, no te olvides de mi ley, Y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de
días y años de vida Y paz te aumentarán. (Proverbios 3:1-2)
• El ojo que escarnece a su padre y menosprecia la enseñanza de la madre, los cuervos de la
cañada lo saquen, y lo devoren los hijos del águila. (Proverbios 30:17)
Hijos prósperos
Disciplina amorosa
• La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará
de él. (Proverbios 22:15)
• El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.
(Proverbios 13:24).
• No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás
con vara, y librarás su alma del Seol. (Proverbios 23:13-14)
Obteniendo una buena cosecha
El que ara para sembrar, ¿arará todo el día? ¿Romperá y quebrará los terrones de la tierra?
Cuando ha igualado su superficie, ¿no derrama el eneldo, siembra el comino,
pone el trigo en hileras, y la cebada en el lugar señalado, y la avena en su borde apropiado?...
el eneldo no se trilla con trillo
ni sobre el comino se pasa rueda de carreta,
sino que con un palo se sacude el eneldo,
y el comino con una vara. (Isaías 28:24-27)
Ten cuidado
• Castiga la desobediencia o el desafío directo, no las acrobacias tontas o los derrames
descuidados.
• Las nalgadas son más apropiadas cuando los niños son muy pequeños y responden mejor a
las consecuencias físicas rápidas.
• Los padres que crecieron bajo padres abusivos deberían ser sabios para no dar nalgadas,
sino para encontrar otras formas de disciplina.
• La imparcialidad no siempre significa tratar a todos los hijos de la misma manera. Cada hijo
es diferente.
Se coherente
• El castigo se ajusta al crimen: Los niños saben qué esperar si hacen algo mal. Las
consecuencias se ajustan a la ofensa y no varían con el estado de ánimo de los padres.
• Practica lo que predicas: Los padres deben hacer constantemente lo que les ordenan a sus
hijos que hagan, y evitar lo que les dicen a sus hijos que eviten.
• Los padres están de acuerdo: El padre y la madre son coherentes entre sí. Si uno dice que
no, los hijos no pueden hacer que el otro diga que sí.
Se comprensivo
• Al que responde palabra antes de oír, Le es fatuidad y oprobio. (Proverbios 18:13)
• Justo parece el primero que aboga por su causa; Pero viene su adversario, y le descubre.
(18:17)
• El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; De espíritu prudente es el hombre entendido.
(17:27)
• El necio da rienda suelta a toda su ira, Mas el sabio al fin la sosiega. (29:11)
Se compasivo
• Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen.
Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo. (Salmos 103:13-14)
• Mantente atento al nivel de madurez, los límites, las habilidades, el estado de ánimo, el
cansancio, los desafíos y los miedos de tu hijo.
• El llamado principal de un padre Cristiano es mostrar la gracia y el amor de Dios a los niños,
mostrar compasión y perdón. Admite tu propia necesidad de gracia y trata a los hijos con
gracia.
Se enseñable
• ¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él.
(Proverbios 26:12)
• El que confía en su propio corazón es necio; mas el que camina en sabiduría será librado
(28:26).
• El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría; y a la honra precede la humildad. (15:33).
Involúcrate
• Criadlos en disciplina y amonestación del Señor. (Efesios 6:4)
• Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y
al acostarte, y cuando te levantes. (Deuteronomio 6:7).
Se piadoso
• Así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y
consolábamos a cada uno de vosotros, y os encargábamos que anduvieseis como es digno
de Dios. (1 Tes 2:11-12)
• El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza. (Gal 5:22-23)
• Si el fruto piadoso prospera en ti, la fe no será forzada sobre tus hijos de una manera que los
provoque. Ellos la encontrarán deliciosa.
Estupidez suicida
• "Sin afecto natural" (2 Tim 3:3).
• Cegados al hecho de que su felicidad depende de relaciones sólidas y estables.
• Los valores tradicionales ofrecen una red para una vida más abundante y segura, y permiten
que nuestros genes, ideas y cultura vivan después de nosotros.
• El individualismo extremo sigue el impulso inmediato y arruina las relaciones necesarias para
una vida cómoda y feliz.
• Tal individualismo no sólo es pecaminoso; es estúpido, enfermo y suicida.
La religión de valores
• Si te preguntas, "¿Qué hay para mí?" tiene sentido amar a los que te aman, seguir los
valores tradicionales, e involucrarte con una religión que ayuda a conservar estas cosas.
• Si la familia que ora junta permanece unida, orarás--para conservar a tu familia.
• Si la honestidad es la mejor política para el éxito empresarial, serás honesto, y adoptarás
una religión que fomente la honestidad.
• La religión de valores no es la religión de Jesús.
EL CONTENIDO DE LA REVELACIÓN
Como usted recordará de las lecciones anteriores, hay tres tipos básicos de revelaciones: la
revelación especial, como la Biblia; la revelación general, que viene a nosotros a través de la
creación en general; y la revelación existencial que viene a nosotros a través de las personas.
Siempre debemos recordar que Dios nos revela su voluntad en todas y cada una de las tres
formas.
Ahora, aunque las revelaciones especial, general y existencial difieren en algunos aspectos,
todas ellas comunican un contenido en la forma de hechos. Estos hechos incluyen todo lo que
Dios revela sobre nuestra situación, como: eventos, personas, objetos, ideas, deberes,
acciones – incluso Dios y su revelación.
Es posible hablar de los hechos que la revelación de Dios comunica de innumerables
maneras. Además de hablar sobre los hechos en general, también hablaremos de las metas y
los medios. Las metas son el resultado de pensamientos, palabras y hechos intencionados o
potenciales. Estos son los fines por los que nosotros hacemos las cosas, o por los que
nosotros debemos hacer las cosas. Y los medios son las maneras de alcanzar nuestras
metas. Estos incluyen todo lo que nosotros podríamos pensar, decir o hacer, y cualquier
herramienta o método que nosotros podríamos usar para lograr nuestros objetivos.
Echaremos un vistazo más de cerca al contenido de la revelación mirando brevemente cada
uno de los elementos circunstanciales que hemos mencionado. Primero, consideraremos la
revelación en lo que se refiere a los hechos que nos presenta. Segundo, veremos las metas
que la revelación nos obliga a seguir. Y tercero, analizaremos los medios que la revelación
nos enseña a usar cuando seguimos estas metas. Empecemos con los hechos generales que
nos presenta la revelación.
Hechos
Ahora, por razones obvias, sería imposible enlistar cada hecho que nos comunica la
revelación especial, general y existencial. Así que para ilustrar el papel importante que juegan
los hechos en nuestras evaluaciones éticas, nos enfocaremos en el mismo Dios como el
hecho más básico que aprendemos a través de la revelación.
Cuando estudiamos la perspectiva normativa en lecciones anteriores, vimos que el carácter de
Dios es nuestra norma o modelo a seguir. Propiamente, desde la perspectiva circunstancial,
Dios es nuestro hecho primordial, nuestro ambiente ético fundamental. La realidad de la
existencia de Dios gobierna sobre cualquier pregunta ética y nos obliga a vivir bajo la norma
de su carácter.
Claro, para poder saber nuestras obligaciones ante Dios, Él debe primero revelarse a
nosotros. Y aquí es donde viene la revelación. A través de la revelación, Dios nos dice hechos
sobre Él, y hechos sobre lo que Él requiere. Sin la revelación, aun seguiríamos obligados a
obedecer a Dios, pero no sabríamos cómo.
Piense por ejemplo en la situación que usted enfrenta como ciudadano de un país. El gobierno
es la autoridad del territorio, y sus leyes son los medios por los cuales el gobierno ejerce
poder sobre sus asuntos. El gobierno también ejerce poder de otras maneras. Tiene
empleados que ejecutan sus órdenes. Tiene mapas que definen sus límites. Tiene tratados y
otras relaciones con otras naciones. Tiene el dinero para administrar la economía y así
sucesivamente. Todos éstos son los medios por los que el gobierno ejerce su autoridad, y
controla esas cosas bajo su autoridad.
O puesto de otra manera, la existencia del gobierno es un hecho en nuestra situación legal, y
sus leyes son hechos adicionales que explican los tipos de deberes que nosotros tenemos
ante el gobierno. Y si queremos obedecer al gobierno, éstos son los hechos que necesitamos
saber.
De una manera similar, Dios es la autoridad suprema sobre toda la creación. Su autoridad es
absoluta y su carácter es la expresión perfecta de su voluntad. Así, cuando Él revela su
carácter, esa revelación es el medio por el cual Dios ejerce el poder de una manera parecida a
como los gobiernos humanos ejercen el poder por medio de de sus leyes. Y así como los
seres humanos obedecen las leyes civiles porque ellos se doblegan ante la autoridad del
gobierno, toda la creación debe obedecer las leyes de Dios doblegándose ante su autoridad.
Metas
Además de comunicarnos los hechos, la revelación de Dios también nos enseña sobre un
conjunto especial de hechos que son particularmente importantes para la ética: las metas
correctas para la conducta cristiana y la toma de decisiones.
Al hablar de metas en la ética, tenemos en mente los resultados esperados de nuestros
esfuerzos. En muchos aspectos, esto es parecido a la manera en que nosotros nos fijamos
metas para lograr cualquier cosa en la vida. Puedo fijarme la meta de despertarme a cierta
hora cada día o de comprar un regalo para mi esposa en su cumpleaños. Nuestras metas
pueden ser pequeñas o grandes. Estas pueden ser cosas que esperamos lograr
inmediatamente o cosas que planeamos hacer en un futuro lejano. Pero cualquiera que sea el
caso, nuestras metas dirigen nuestras acciones.
Ahora, en la mayoría de los casos, nuestras metas son bastante complejas. Por ejemplo,
imagine a un carpintero que mide y corta la madera con el propósito de construir una casa.
Cuando lo hace, sus metas inmediatas son medir y cortar con precisión. Una meta más
distante es construir la casa. Él también puede estar trabajando para ganar dinero para
alimentar a su familia. Y si sus acciones son verdaderamente buenas, su principal meta debe
ser hacerlo todo para la gloria de Dios.
Y así, como cada una de la revelación especial, general y existencial nos enseña hechos
genéricos importantes, cada tipo de revelación también nos proporciona metas que nosotros
debemos adoptar en la ética cristiana.
En primer lugar, la revelación especial nos da innumerables metas que deben ser
consideradas en la ética cristiana. Sólo por nombrar algunas: la Escritura nos enseña las
metas de hacer el bien a nuestro prójimo, educar a nuestros hijos en Cristo y esforzarnos por
la unidad de la iglesia. Pero de las metas que la revelación especial nos enseña, nos presenta
la gloria de Dios como la más alta e importante de todas. Por ejemplo, en 1 de Corintios
capítulo 10 versículo 31 Pablo dio esta instrucción:
Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. (1 Corintios
10:31)
Incluso en las cosas más pequeñas en la vida, como escoger qué comer y beber, nuestra
meta final debe ser glorificar Dios.
La revelación general también identifica muchas metas que son buenas y otras que son
malas. Y así como la revelación especial, esta nos enseña que la mayor meta es glorificar y
dar gracias a Dios. Escuche las palabras de Pablo en Romanos capítulo 1 versículos 20 al 21:
Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles
desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que
no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron
gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido. (Romanos 1:20 – 21)
La gloria de Dios en la creación revela que debemos ser fieles a Dios y que debemos alabarlo
- que debemos glorificarlo en todo lo que hacemos. Para abreviar, nos enseña a poner la
gloria de Dios como nuestra meta más alta.
Finalmente, la revelación existencial también nos ayuda a distinguir entre las metas buenas y
las metas malas, sobre todo a través de nuestra conciencia. Y en el caso de los creyentes, el
Espíritu Santo es otra fuente de revelación existencial, se mueve entre nosotros para que
sigamos las metas buenas y nos apartemos de las malas. Como lo escribió Pablo en
Filipenses capítulo 2 versículo 13:
Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad. (Filipenses 2:13)
Aquí vemos que Dios trabaja en nosotros existencialmente, a través de la dirección interna del
Espíritu Santo, habilitándonos y moviéndonos a actuar conforme a su propósito, conforme a
su meta.
Así que, vemos que Dios usa las tres formas de revelación - especial, general y existencial -
para enseñarnos las metas que Dios aprueba.
Una vez visto el contenido circunstancial de la revelación en lo que se refiere a los hechos y
las metas, ahora estamos listos para estudiar los medios que Dios ha revelado para que los
usemos en nuestras situaciones éticas.
Medios
A principios del siglo XVI, el filósofo político florentino Niccolo Machiavelli escribió un libro que
ha llegado a ser conocido por el título "El Príncipe". En muchos idiomas el nombre de
Machiavelli es sinónimo del eslogan "El fin justifica los medios". Su obra se ha vuelto algo
infame por enseñar que en muchos de los casos los políticos deben violar los principios
morales para lograr metas que benefician al estado.
Pero la revelación de Dios se nos presenta con una idea muy diferente. Para contestar
cualquier pregunta ética de una manera bíblica, debemos saber no sólo los hechos y las
metas que Dios ha revelado, sino también debemos encontrar los medios apropiados que
Dios ha revelado. Después de todo, el evaluar los hechos y fijar metas son cosas que influyen
en nuestras acciones. Pero nuestras acciones por sí solas son los medios que hemos
escogido para lograr nuestras metas. Y como todos los cristianos saben, la Biblia tiene mucho
que decir sobre cómo actuamos. Así que, lo que Dios ha dicho sobre los medios que
escogemos es un elemento muy importante en nuestro proceso de toma de decisiones.
Veamos las enseñanzas de Santiago en Santiago capítulo 2 versículos 15 y 16:
Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de
cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las
cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? (Santiago 2:15 y 16)
Es importante reconocer el hecho de que hay personas pobres con necesidad de comida y
vestido. Y también es importante fijarnos la meta de verlos arropados y alimentados. Pero los
medios de alcanzar esta meta son críticos: de hecho, debemos darles comida y ropa.
En este caso, Santiago pide a sus lectores buscar la visión, principalmente de la revelación
general y existencial haciéndonos preguntas como: "¿Qué medios están a mi alcance para
ayudar a los pobres?" Pero, nosotros debemos siempre recordar que esa revelación especial
tiene mucho que enseñarnos sobre los medios que debemos usar para lograr las metas
divinas.
Una de las principales maneras en las que la Escritura nos enseña sobre los medios éticos, es
dándonos ejemplos que podemos considerar. Por un lado, encontramos muchos ejemplos
negativos de personas que no actuaron admirablemente. Pero por otro lado, también
encontramos muchos ejemplos positivos de personas que entendieron correctamente las
normas de Dios, evaluaron correctamente sus circunstancias y así realizaron buenas acciones
para lograr buenos fines.
Por un lado, el apóstol Pablo mencionó ejemplos negativos en 1 de Corintios capítulo 10
versículos 8 al 11, dónde escribió estas palabras:
Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni
tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes.
Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas
cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros. (1
Corintios 10:8 – 11)
Pablo mencionó estos ejemplos negativos de las experiencias de los antiguos israelitas
durante sus 40 años de deambular en el desierto. Dios les había dejado claro muchos hechos
genéricos a los israelitas. También les había revelado las metas de su viaje. Pero mientras
viajaban, los israelitas pecaron en gran manera alejándose de los medios que Dios les había
dicho que usaran para lograr sus metas - medios como el vivir con devoción, puros en
adoración y oración. Por el contrario, los israelitas prefirieron los medios de inmoralidad
sexual, la idolatría y el quejarse. Por eso, ellos sirven como un ejemplo negativo, al
mostrarnos algunos medios que Dios desaprueba y maldice fuertemente. Por otro lado, Pablo
también mencionó ejemplos positivos, como en 1 de Corintios capítulo 11 versículo 1, dónde
él dio esta instrucción:
Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo. (1 Corintios 11:1)
Aquí, Pablo se mostró a sí mismo y a Jesús como dos ejemplos positivos de conducta ética.
En este caso, Pablo estaba hablando ampliamente de toda la información que los corintios
habían recibido sobre Jesús y sobre él mismo, ya fuera que hubiera venido por medio de la
revelación especial, general o existencial. Y él indicó esto recordando la vida perfecta de
Jesús y su propia conducta imperfecta pero ejemplar. Los corintios no sólo podrían aprender
hechos y metas, sino también los medios divinos
En resumen, vemos que el contenido circunstancial de la revelación incluye los hechos, metas
y medios que son esenciales para tomar las opciones éticas apropiadas. Por lo tanto, si
debemos tomar decisiones bíblicas en nuestras vidas diarias, tenemos que entender lo que
Dios ha revelado sobre estas dimensiones de nuestra situación.
Ahora que hemos visto que el conocer nuestro deber trae consigo la comprensión de lo que el
contenido de la revelación nos dice sobre nuestra situación, debemos pasar a nuestro
segundo tema: La naturaleza de la revelación en sí misma. La revelación de Dios nos llega
incluida en sus propias situaciones. Y debido a esto, necesitamos preguntarnos: ¿Cuáles son
las circunstancias para las que, y en las que, Dios se ha revelado? y ¿Cómo nos ayuda la
comprensión de estas situaciones a tomar decisiones éticas?
LA NATURALEZA DE LA REVELACIÓN
Reconocer lo que la revelación de Dios dice sobre los hechos, metas y medios es una parte
importante de saber nuestro deber. Pero también es crítico que entendamos cómo la
revelación es influenciada por su propia situación. Si nosotros no entendemos cómo influyen
las situaciones en la manera que Dios se revela, corremos el riesgo de entender mal lo que Él
ha revelado.
Como hemos visto en otras lecciones, desde el principio de la creación, la revelación general y
existencial siempre ha estado acompañada por la revelación especial. En la actualidad, la
revelación especial de las Escrituras se nos ha dado como una guía, como una lente a través
de la cual nosotros debemos interpretar la revelación general y existencial. Esto significa que
las Escrituras tienen una prioridad práctica sobre todo lo que podemos pensar que hemos
encontrado en la revelación general y existencial.
La revelación general asevera las Escrituras, pero no puede revelar una norma ética que no
esté revelada también en las Escrituras. Así, cualquier contribución que haga la revelación
general a nuestro conocimiento sobre nuestro deber es meramente una clarificación de lo que
ya las Escrituras nos ofrecen.
Y pasa lo mismo con la revelación existencial. La revelación existencial asevera las
enseñanzas de las Escrituras, y nunca nos enseña ninguna norma ética que no sea también
directa o implícitamente enseñada en las Escrituras.
Cada aspecto de la revelación de Dios es importante, valioso y verdadero. Pero debido a que
las Escrituras son la clave para entender todo sobre la Palabra de Dios, nuestro estudio sobre
la naturaleza circunstancial de la revelación se enfocará particularmente en la Biblia. Aun así,
debemos tener presente que mucho de lo que decimos sobre la Biblia también lo es verdadero
en el resto de la revelación de Dios.
Dividiremos nuestro estudio de la naturaleza circunstancial de la revelación en dos partes.
Primero, hablaremos sobre la inspiración de las Escrituras, considerando los hechos, metas y
medios que forman parte de los escritos de las Escrituras. Segundo, veremos un ejemplo- que
confirma la importancia de entender los hechos, metas y medios que están involucrados en la
inspiración de las Escrituras. Empecemos con la inspiración de las Escrituras; la manera en
que Dios movió a los autores humanos a crear las Escrituras.
Inspiración
Las Escrituras son escritos humanos divinamente inspirados. El Espíritu Santo motivó y vigiló
los escritos de los autores humanos para asegurar que todo lo que contienen es verdad. El
Espíritu hizo esto de tal modo que guardó a los autores humanos de todo error, pero también
conservó sus personalidades e intenciones en sus escritos. Como resultado de este proceso,
el significado original de las Escrituras es el significado que los autores divinos y humanos de
las Escrituras juntamente querían comunicar. Éste no es un significado compuesto, como si el
autor humano hubiera pensado en un significado y el Espíritu Santo hubiera pensado en otro
diferente. Más bien, es un significado unificado en el que el Espíritu Santo y el autor humano
pensaron lo mismo.
Desgraciadamente, muchos cristianos bienintencionados actúan como si Dios no nos hubiera
dado las Escrituras en medio de situaciones históricas. Tratan la Biblia como si no tuviera
tiempos, como si hubiera sido escrita sin la parte humana. Pero cuando nosotros
consideramos lo que dijeron los escritores bíblicos sobre sus propios libros, vemos que éste
no es el caso. Las Escrituras fueron dadas en situaciones históricas.
Esta doctrina de inspiración se describe en muchas partes de la Biblia, pero nosotros nos
limitaremos a dos textos que demuestran las contribuciones que ambos, el Espíritu Santo y los
escritores humanos, hicieron al contenido de las Escrituras. En primer lugar, consideremos el
papel del Espíritu Santo como el autor de las Escrituras.
Escuche la manera en que Pedro explicó la naturaleza de la inspiración en 2 de Pedro
capítulo 1 versículos 20 al 21:
Ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue
traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados
por el Espíritu Santo. (2 Pedro 1:20 – 21)
Como lo mencionó Pedro aquí, la Biblia no es un escrito meramente humano. Es un libro
escrito por hombres que fueron inspirados por el Espíritu Santo. Pedro nos asegura que todo
lo que nosotros encontramos en las Escrituras lleva la autoridad de Dios y es absolutamente
fidedigno.
Ahora, en muchas ocasiones, maestros cristianos han malentendido este y otros textos
bíblicos, y han concluido que el Espíritu Santo es el único autor verdadero de las Escrituras.
Estos maestros han creído erróneamente que los escritores humanos no hicieron ninguna
contribución a sus propios escritos.
Veamos, entonces, otro texto diferente - este indica que los Escritores Humanos de las
Escrituras también tuvieron gran participación en sus escritos.
En Mateo capítulo 22 versículos 41 al 45, encontramos la siguiente conversación entre Jesús
y algunos fariseos que se le oponían:
Y estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó, diciendo: ¿Qué pensáis del Cristo? ¿De
quién es hijo? Le dijeron: De David. El les dijo: ¿Pues cómo David en el Espíritu le llama
Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, Hasta que ponga a tus
enemigos por estrado de tus pies? Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo? (Mateo
22:41 – 45)
Aquí, Jesús se refirió al Salmo 110 versículo 1. Y se refirió a que para poder entender lo que
el Espíritu Santo quería decir en este versículo, primero era necesario saber que David lo
escribió y segundo saber el significado original que David intentó comunicar.
Para entender el significado original de cualquier Escritura dada, tenemos que aprender
muchos hechos sobre sus autores, así como sus circunstancias, experiencias, educación,
teología y sus prioridades. Y a menudo, nuestra comprensión de estas cosas puede ser
reforzada por otra información que viene de fuera de la Biblia, como hechos históricos,
culturales y lingüísticos.
Más allá de esto, tenemos que prestar atención a las metas de los autores de las Escrituras.
¿Cuáles fueron sus motivos? ¿Qué tipo de audiencia esperaban ellos que leerían sus
escritos? y ¿Qué respuestas esperaban obtener de estos lectores?
Después, tenemos que considerar los medios que los escritores bíblicos emplearon: cosas
como el idioma en el que ellos escribieron, el género de literatura que usaron, sus técnicas
Retóricas y las estructuras de sus pensamientos y argumentos.
Para confiar propiamente en las Escrituras en la ética cristiana, debemos evaluar todos estos
hechos, metas y medios para aprender por qué los autores de las Escrituras escribieron como
lo hicieron, qué quisieron decir cuando las escribieron y cómo su audiencia original las habría
entendido.
Ahora que hemos descrito la naturaleza circunstancial de la inspiración de las Escrituras,
debemos ver un ejemplo de la Biblia que confirma la importancia de considerar estos rasgos
circunstanciales de la revelación.
Ejemplo
Se sabe que es imposible identificar todos los hechos, metas y medios que son relevantes en
cualquier texto en particular de las Escrituras, mucho menos entender cómo ellos lo relacionan
con el significado original.
Pero afortunadamente, la misma Biblia tiene muchos ejemplos que pueden guiarnos. Los
escritores bíblicos y personajes bíblicos confiables explicaron a menudo textos bíblicos
escritos por autores anteriores. Y sus ejemplos nos proporcionan muchas oportunidades de
ver la importancia de los aspectos circunstanciales de las Escrituras.
Para ilustrar los tipos de consideraciones circunstanciales que debemos tener presente,
veamos 1 de Corintios capítulo 10 versículos 5 al 11, dónde Pablo se enfocó en el carácter
circunstancial del contenido del Antiguo Testamento sobre Israel en el desierto. Allí él escribió
estas palabras:
La mayoría de ellos no agradaron a Dios, y sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.
Todo eso sucedió para servirnos de ejemplo, a fin de que no nos apasionemos por lo malo…
No sean idólatras, como lo fueron algunos de ellos, según está escrito: «Se sentó el pueblo a
comer y a beber, y se entregó al desenfreno.» No cometamos inmoralidad sexual, como
algunos lo hicieron, por lo que en un sólo día perecieron veintitrés mil. Tampoco pongamos a
prueba al Señor, como lo hicieron algunos y murieron víctimas de las serpientes. Ni murmuren
contra Dios, como lo hicieron algunos y sucumbieron a manos del ángel destructor. Todo
eso… quedó escrito para advertencia nuestra. (1 Corintios 10:5-11 [NVI])
En este pasaje, Pablo se refirió a cuatro pasajes del Antiguo Testamento:
Pero note que Pablo no solamente señaló estos detalles históricos. Más bien, explicó que
Moisés había escrito estos detalles para dar un ejemplo a los lectores futuros.
Como escribió Pablo en 1 de Corintios capítulo 10 versículo 11:
Todo eso… quedó escrito para advertencia nuestra. (1 Corintios 10:11 [NVI])
Pablo creía que Moisés escribió el Pentateuco bajo la inspiración del Espíritu Santo con el
propósito de prevenir a las generaciones futuras de no repetir los errores de los israelitas.
Y debido a que entendió la situación de estos pasajes de esta manera, Pablo resaltó varios
hechos presentados en estos pasajes.
Primero, notó el hecho de que Dios no estaba contento por las acciones de los antiguos
israelitas. Moisés claramente señaló esto en los textos a los que Pablo se refirió.
Segundo, Pablo reforzó este punto al hacer notar el hecho de que Dios mató a muchos
israelitas por estos pecados. Como lo escribió: por lo cual quedaron postrados en el desierto.
Esto era importante para Pablo, porque esto mostraba la extrema desaprobación moral de
Dios hacia los israelitas.
Tercero, Pablo hizo énfasis en el hecho de que ciertas acciones desagradaron a Dios: El
paganismo, la idolatría, las pruebas y las quejas.
Además de estos hechos que Pablo menciona en particular, también asumió muchos otros
hechos, como el hecho de que la Escritura es verdad, el hecho de que tiene autoridad y el
hecho de que es aplicable a los cristianos. Y con las bases de todos estos hechos, Pablo pudo
concluir que la meta de Moisés era usar los medios de la Escritura inspirada para escribir
estas cosas para las generaciones futuras, para que ellos aprendieran de los errores de Israel.
No tenemos tiempo para analizar aquí todas las características del método de Pablo. Pero
vale la pena notar que se preocupó por lo menos por dos tipos de asuntos circunstanciales
cuando interpretó estos textos inspirados del Antiguo Testamento:
Primero, los detalles existentes en las Escrituras - Pablo aceptó el Antiguo Testamento
como verdadero y fiable, y sabía que los detalles de las historias eran importantes para
sus significados.
Segundo, la intención del autor - Pablo entendió que la meta de Moisés no era
simplemente decirnos lo que pasó hace mucho tiempo. Más bien, él escribió para
obtener una respuesta de sus lectores.
Ahora, esta lista no es de ninguna manera absoluta. Pero es un ejemplo bueno e incluso
autoritario de los tipos de rasgos circunstanciales que nosotros debemos considerar cuando
interpretamos las Escrituras: Debemos considerar las cosas que las Escrituras hacen
explícitas, como los detalles reales que indican. Y debemos considerar las cosas que son
implícitas en las Escrituras, como la intención del autor o su meta en sus escritos. Al recordar
la naturaleza circunstancial de las Escrituras de éstas y otras maneras, podemos tener mayor
confianza en que hemos entendido debidamente.
Ahora que hemos visto cómo el contenido de la revelación señala los hechos, metas y medios
de nuestra situación y la naturaleza de la revelación situada en la historia, debemos pasar a
algunas estrategias populares dirigidas hacia el manejo del carácter circunstancial de la
revelación.
Relajamiento
Para ilustrar la dificultad de relacionar las Escrituras con el mundo actual, imaginemos una
casa en una porción grande de tierra que gradualmente se va convirtiendo en desierto
peligroso. La casa representa esas cosas que se mandan o permiten claramente en las
Escrituras. El desierto representa esas cosas que son claramente prohibidas en la Biblia. La
tierra alrededor de la casa representa esas cosas que, en un grado u otro, son inciertas para
la persona que lee la Biblia; cosas en las que no estamos seguros cómo relacionar las
situaciones de las Escrituras con las situaciones de nuestro mundo actual. Esta percepción de
falta de claridad ha llevado a menudo a los cristianos a adoptar estrategias simples para
definir los límites de la moralidad cristiana; estrategias que describimos como relajamiento,
rigor y autoridad humana. Así que, empecemos con el relajamiento como una estrategia
popular pero equivocada para relacionar las dimensiones circunstanciales de la revelación con
el mundo actual.
Nuestro análisis del relajamiento se dividirá en tres partes. Primero, daremos una descripción
básica de esta estrategia y sus causas. Segundo, ofreceremos algunos ejemplos de las
consecuencias del relajamiento. Y tercero, sugeriremos algunos correctivos que pueden
ayudarnos a evitar el relajamiento en nuestro manejo de las Escrituras. Empecemos con una
descripción básica del relajamiento.
Descripción
El relajamiento es una estrategia que tiende hacia la permisividad, de manera que aquéllos
que usan esta estrategia son lentos para identificar y condenar los pecados en el mundo
actual. Como resultado, ellos frecuentemente terminan permitiendo lo que la Biblia prohíbe y
pasan por alto lo que manda la Biblia.
Los cristianos se predisponen a relajarse en las lecturas de las Escrituras por lo menos por
dos razones. A veces, ellos creen equivocadamente que las situaciones en la Biblia son tan
diferentes a las situaciones en la vida moderna que la Biblia no puede aplicarse a nuestros
días.
Otras veces, los cristianos adoptan una estrategia de relajamiento porque creen que las
situaciones en la Biblia son no muy claras para aplicarse a la vida moderna. A menudo, esto
es porque ellos piensan que los hechos, metas y medios en la Biblia son ambiguos o incluso
desconocidos.
Piense en lo que se refiere a nuestra ilustración de una casa, en una porción grande de tierra
que gradualmente se va convirtiendo en desierto peligroso. Como usted recordará, la casa
representa esas cosas que se permiten claramente en las Escrituras. El desierto representa
esas cosas que son claramente prohibidas en la Biblia. La tierra alrededor de la casa
representa esas cosas en las que las instrucciones de las Escrituras son de alguna manera
inciertas para el lector.
Ahora suponga que queremos construir una cerca alrededor de esas cosas que las Escrituras
permiten, para así poder definir los límites de la moralidad cristiana. Una estrategia de
relajamiento tendería a construir la valla lo más cerca posible al borde del desierto para poder
permitir las cosas que no son muy claras.
Pero hay un problema con esta práctica relajada: No todo lo que es incierto para nosotros es
permitido. Así que, si pusiéramos la cerca al borde del desierto, seguramente permitiríamos
cosas que las Escrituras realmente prohíbe.
Así que, ya sea que demos por hecho que la situación bíblica es tan diferente de nosotros que
no podemos aplicarla, o que insistamos en que es demasiado dudosa para aplicarla con toda
confianza, el entendimiento relajado tiende a poner muy pocas restricciones en la conducta
cristiana.
Con esta descripción de la estrategia de relajamiento en mente, debemos mencionar algunos
ejemplos de las consecuencias que pueden resultar de este análisis de la revelación.
Consecuencias
Las consecuencias de relajamiento son bastante predecibles: Una estrategia de relajamiento
impulsa a los cristianos a racionalizar muchos pecados. Mencionaremos solamente cuatro de
las muchas maneras en que esto puede pasar. Primero, el relajamiento puede impulsar a los
cristianos a quedar satisfechos al escoger los males menores o contrastantes, inclinándolos a
justificar una mala acción basándose en que ésta parece ser mejor que la acción opuesta.
Imagine a un marido y esposa que han desarrollado un desprecio mutuo. Ahora, sabemos que
la Biblia condena el divorcio sin la justificación apropiada, y que exige a los esposos que se
amen. Pero los cristianos que adoptan una actitud relajada pueden argumentar que la Biblia
no es clara sobre lo que los cristianos deben hacer en esta situación en particular. Y podrían
aconsejar el divorcio basándose en que esto parece mejor que una relación llena de odio.
Pero cuando nosotros evaluamos los hechos, metas y medios de las Escrituras de una
manera responsable, encontramos que sí son bastante claras acerca de esta situación
moderna. La verdadera solución es que todos los maridos y esposas se ajusten a las
instrucciones morales de las Escrituras arrepintiéndose de su propio pecado y aprendiendo a
amarse entre sí en los lazos del matrimonio.
Segundo, el relajamiento tiende a permitir excepciones inadecuadas a los mandamientos
bíblicos. Esto pasa a menudo cuando los cristianos no ven que los mandamientos escritos se
aplican a más situaciones que aquéllas específicamente mencionadas en la Biblia.
Por ejemplo, en los días de Jesús, algunas personas creían que siempre y cuando ellos no
cometieran adulterio físico, no estaban violando el mandamiento contra el adulterio. Estaban
relajados y no veían las verdaderas implicaciones de este mandamiento contra el adulterio en
situaciones que no fueran la infidelidad física. Pero en Mateo capítulo 5 versículo 28, Jesús los
corrigió diciendo:
Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. (Mateo
5:28)
Cuando no aprendemos los hechos, metas y medios relacionados al mandamiento en contra
del adulterio, fácilmente podemos negar que tanto el adulterio como la lujuria violen la
voluntad de Dios.
Tercero, el relajamiento tiende a incitar a los cristianos a agregar calificaciones falsas a los
mandamientos de la Biblia. Ellos imaginan hechos, metas o medios que la Biblia no indica y
usan estas calificaciones imaginarias como excusas para ignorar los mandamientos de las
Escrituras.
Por ejemplo, en Deuteronomio capítulo 25 versículo 4, la ley prohíbe poner bozal a un buey
mientras está trillando el grano. Y una estrategia relajada hacia las Escrituras podría imaginar
la calificación falsa de que este versículo sólo se aplica a las personas que usan bueyes para
trillar el grano. Nosotros podríamos pensar, "yo no tengo ningún buey, por consiguiente este
mandamiento no se aplica a mí". Pero en 1 Corintios 9:9 y 1 Timoteo 5:18, Pablo recurrió a
esta ley para demostrar que los ministros cristianos deben ser recompensados por sus
esfuerzos. En casos como este, una estrategia relajada desalienta a los cristianos a aplicar los
principios de los mandamientos bíblicos a situaciones que son diferentes de aquellas de las
Escrituras.
Cuarto, una estrategia relajada puede llevarnos a pensar que el fin justifica los medios. Es
decir, cuando nosotros creemos que los hechos, metas y medios de las Escrituras son
bastante diferentes o no muy claros, podemos inclinarnos a juzgar las acciones basándonos
solamente en nuestras motivaciones modernas.
Por ejemplo, muchos de nosotros podríamos inclinarnos a justificar a un hombre hambriento
que roba comida. Ahora, es cierto que, la motivación del hombre que roba para comer es muy
diferente de la del hombre que roba para obtener una ganancia sin trabajar. No obstante, la
Palabra de Dios aun condena ambas acciones. Como está escrito en Proverbios capítulo 6
versículos 30 y 31:
No se desprecia al ladrón que roba para mitigar su hambre; pero si lo atrapan, deberá
devolver siete tantos lo robado, aun cuando eso le cueste todas sus posesiones. (Proverbios
6:30 y 31 [NVI])
En resumen, una estrategia de relajamiento tiende a ser demasiado permisiva, permite lo que
Dios prohíbe, y por consiguiente, nos oculta nuestro verdadero deber. Nos anima a manejar
los detalles de la Ley de Dios con toda licencia personal posible, buscando siempre maneras
de evitar sus obligaciones.
Una vez que hemos considerado la descripción y consecuencias del relajamiento,
ofreceremos ahora algunos correctivos a esta estrategia equivocada hacia la revelación.
Correctivos
Como hemos dicho, el relajamiento está normalmente basado en la creencia de que la
Escritura es tan diferente que es inaplicable, o en la creencia de que es muy dudosa como
para ser aplicable. Así que, una de las mejores maneras de evitar este error es entender la
similitud de la Biblia con el mundo actual, así como su claridad.
Por un lado, la Biblia nos asegura que las situaciones de las Escrituras siempre son lo
suficientemente similares a las nuestras como para hacer aplicaciones modernas. De una
manera u otra, cada pasaje en la Biblia tiene algo que enseñarnos sobre la ética en el mundo
actual. Como escribió Pablo en 2 de Timoteo capítulo 3 versículos 16 al 17:
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para
toda buena obra. (2 Timoteo 3:16 – 17)
Siempre que somos tentados a pensar que la Biblia es inaplicable porque sus situaciones son
tan diferentes a las nuestras, nosotros debemos ver más de cerca tanto los hechos, metas y
medios Relacionados con las Escrituras, como los hechos, metas y medios de la vida
moderna. Si lo hacemos, podemos descubrir alguna relación que nos ayude a aplicar las
Escrituras. Pero incluso cuando encontramos que las situaciones de las Escrituras y la vida
moderna aun parecen ser diferentes, no debemos concluir que la Biblia es inaplicable. Más
bien, debemos admitir nuestras limitaciones, determinarnos a seguir estudiando el asunto y
buscar la opinión de otras personas como pastores y maestros.
Por otro lado, con respecto a la confusión de la Biblia, la Biblia también enseña que las
Escrituras son lo suficientemente claras. Como escribió Moisés en Deuteronomio capítulo 29
versículo 29:
Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y
para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.
(Deuteronomio 29:29)
Dios proporcionó la Escritura para darnos el conocimiento de nuestro deber. Y la diseñó para
comunicársela no sólo a la audiencia original, sino también a las generaciones futuras, o como
leímos aquí a nuestros hijos para siempre.
La Biblia no es igual de clara en todas las áreas, y no todo el mundo puede entender todos los
pasajes. Pero la Escritura siempre es lo suficientemente clara para deducirla en las
aplicaciones éticas. Así que, siempre que estemos tentados a pensar que la Biblia no es clara,
debemos recordar que la falta de entendimiento está en nosotros, no en la Escritura. Y para
corregir esta falla, necesitamos reexaminar los hechos, metas y medios de la Escritura,
buscando su significado original. A veces esto ayudará a que entendamos suficientemente la
Escritura como para aplicarla a la vida moderna. Y si aun así no la entendemos, debemos
admitir nuestras limitaciones, determinarnos a seguir estudiando el asunto y buscar el consejo
de aquéllos que son más sabios que nosotros.
Una vez que hemos visto que los errores emergen cuando adoptamos el relajamiento como
nuestra estrategia, debemos ahora ver los errores que resultan de una estrategia de rigor en
nuestra comprensión y aplicación de las Escrituras.
Rigor
Nuestro análisis de la estrategia de rigor procederá de la misma manera que nuestro análisis
sobre el relajamiento. Primero, presentaremos una descripción general de rigor como una
estrategia. Segundo, daremos algunos ejemplos de las consecuencias del rigor. Y tercero,
sugeriremos algunos correctivos que pueden ayudarnos a evitar usar esta estrategia pobre.
Empecemos con una descripción de la estrategia de rigor.
Descripción
Cuando los cristianos se inclinan a seguir una estrategia rigurosa hacia la revelación, se
preocupan extremadamente de protegerse contra el pecado, sobre todo como se define en las
prohibiciones enlistadas en la Escritura. Como resultado, ellos tienden a fallar en el lado de la
extrema restricción de la conducta en vez del lado de la permisividad.
Como la estrategia de relajamiento, la estrategia de rigor también resulta comúnmente en
errar en creencias sobre la similitud de la Biblia con el mundo actual y sobre su claridad.
Con respecto a la similitud de la Biblia con el mundo actual, una estrategia de rigor a menudo
ve las situaciones en la Biblia tan similares a las nuestras, que la Biblia es aplicable
directamente a nuestras vidas. Esta estrategia da muy poca o ninguna consideración a las
maneras en las que los hechos, metas y medios de las Escrituras difieren de aquéllas en el
mundo actual. Los cristianos que toman esta posición a menudo defienden que la aplicación
apropiada consiste en hacer precisamente lo que se esperaba en los tiempos bíblicos.
Y con respecto a la claridad de la Biblia, los cristianos que toman una estrategia rigurosa,
equivocadamente creen que cuando los hechos, metas y medios de la Biblia parecen ser
confusos, la respuesta correcta es aplicar la Escritura de formas restrictivas.
Recuerde la ilustración de la casa y la cerca. Una vez más, la casa representa esas cosas que
son claramente permitidas en las Escrituras, el desierto representa esas cosas que son
claramente prohibidas en la Biblia, y la tierra alrededor de la casa representa esas cosas que,
en un grado u otro, nos parecen inciertas cuando leemos la Biblia; cosas en las que no
estamos seguros cómo los hechos, metas y medios enseñados en las Escrituras, se
relacionan con los hechos, metas y medios del mundo actual.
Y una vez más, imagine que nosotros queremos construir una cerca alrededor de esas cosas
que las Escrituras permiten, para que podamos definir los límites de la moralidad cristiana.
Como vimos, una estrategia de relajamiento construiría la valla al borde del desierto para
permitir esas conductas que la Escritura no condena claramente. Pero en cambio, una
estrategia de rigor tendería a construir la valla muy cerca de la casa para prohibir la mayoría o
todo lo que no está muy claro para evitar tropezar en la inmoralidad.
Pero hay un problema con esta práctica rigurosa: Muchas de las cosas que están en el jardín,
fuera de la cerca, realmente se permiten o incluso se nos mandan en la Escritura. Cuando
respondemos a las enseñanzas de la Biblia de tal manera restrictiva, a menudo terminamos
prohibiendo algunas cosas que Dios permite y otras que Dios de hecho nos manda.
Por lo tanto, ya sea que asumamos que la situación bíblica es tan similar a la nuestra que
podemos aplicarla directamente, o que respondamos con equivocada restricción a las
aparentes partes no muy claras de la Biblia, la estrategia de rigor tiende a poner demasiadas
limitaciones en la conducta cristiana.
Con esta descripción en mente, estamos listos para hablar de las consecuencias de la
estrategia de rigor.
Consecuencias
Hay muchos resultados negativos de esta actitud rigurosa. Aquí, por causa de tiempo, sólo
mencionaremos dos. Primero, destruye la libertad cristiana prohibiendo conductas que están
equivocadas bajo ciertas condiciones, pero correctas bajo otras condiciones.
La Biblia enseña que los cristianos tienen cierta libertad de conciencia. Es decir, que hay
algunas acciones que pueden ser buenas para algunas personas y malas para otras. Los
ejemplos clásicos de esto son los escritos de Pablo sobre la comida que había sido sacrificada
a los ídolos. En 1 de Corintios capítulos 8 y 10 y en Romanos capítulo 14 se habla de manera
similar sobre el uso de la carne y la observación de días especiales. En estos capítulos, Pablo
indicó que comer algo que se había sacrificado a los ídolos era aceptable para aquéllos con la
conciencia fuerte, pero pecaminoso para aquéllos con la conciencia débil. A la luz de esto,
Pablo dio los parámetros de quién podría comer de esta comida y bajo qué condiciones, pero
la última determinación dependía de la conciencia del individuo.
Ya que los asuntos de conciencia muchas veces no son muy claros, una estrategia de rigor
tendería a prohibir a todos de comer esta comida para asegurarse de que nadie viole nunca
su conciencia. Pero esto involucraría necesariamente el prohibirles a los cristianos de la
conciencia fuerte el recibir las bendiciones de Dios. Y Pablo enseñó que este manto de
prohibiciones es incorrecto. Como lo escribió en 1 de Timoteo capítulo 4 versículos 4 al 5:
Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de
gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado. (1 Timoteo 4:4 – 5)
Segundo, una estrategia de rigor también inspira desánimo en los creyentes convirtiendo la
Palabra de Dios en una carga pesada.
Dios dio su palabra a su pueblo para bendecirlos, no para oprimirlos. Y hay muchos, muchos
lugares en la Escritura que declaran esta idea. Por ejemplo, escuche a las palabras de Jesús
en Marcos capítulo 2 versículo 27:
El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo.
(Marcos 2:27)
Jesús enseñó que Dios había dado el mandamiento Sabático para bendecir a su pueblo.
Y en Romanos capítulo 9 versículos 4 al 5, Pablo incluyó la ley en su lista de tremendas
bendiciones que Dios le había dado a Israel. Escuche lo que él escribió allí:
Son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el
culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino
Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén. (Romanos 9:4 – 5)
Nadie discutiría que todas las cosas de esta lista son una gran bendición. Entonces, ¿por qué
Pablo incluyó la ley? La respuesta es simple: Porque la ley realmente es una de las grandes
bendiciones de Dios para su pueblo.
Tristemente, la tendencia a condenar cualquier cosa que no esté explícitamente permitida
tiende a convertir la Palabra de Dios en una larga lista de prohibiciones. Y esto hace que los
cristianos estén tan preocupados con 'guardar la ley' que empiezan a pensar en Dios como un
rudo capataz en lugar de un padre amoroso. Muchos incluso sienten que Dios está muy
disgustado con ellos cuando no mantienen sus rigurosas normas que ellos mismos se han
impuesto.
Entonces en resumen, una estrategia de rigor niega la libertad cristiana, y nos inspira a
abandonar toda esperanza. De esta manera, obstaculiza nuestros intentos de aprender
nuestro deber y estorba nuestra capacidad de gozarnos en el Dios de nuestra salvación.
Ahora que hemos presentado nuestra descripción de la estrategia de rigor, así como algunas
de sus consecuencias, pasemos a algunos correctivos que pueden mantenernos alejados de
este error.
Correctivos
Como hemos visto, una estrategia de rigor generalmente depende de una de dos ilusiones.
Por un lado, puede ser el resultado de la creencia equivocada de que los rasgos
circunstanciales de las Escrituras son tan similares a los nuestros, que la Biblia es
directamente aplicable al mundo actual. Por otro lado, puede ser el resultado del punto de
vista equivocado de que los hechos, metas y medios de las Escrituras son poco claros o
incluso desconocidos.
Así que, una buena forma de corregir el rigor es comprender que las situaciones modernas
son bastante diferentes de las situaciones bíblicas, por lo cual no podemos simplemente imitar
las aplicaciones que encontramos en las Escrituras. De hecho, debemos considerar las
diferencias entre nuestras situaciones y las de la Biblia. Por ejemplo, considere el
mandamiento de Éxodo capítulo 20 versículo 13:
No matarás. (Éxodo 20:13)
Este mandamiento puede aplicarse muy directamente a algunos aspectos de la vida moderna.
Por ejemplo, es fácil ver que este mandamiento prohíbe matar a un hombre para robar sus
pertenencias.
Pero se torna más difícil aplicar este mandamiento directamente a la vida moderna cuando
consideramos situaciones como defensa-personal o la guerra. Una estrategia de rigor podría
tender a prohibir todos los asesinatos de los seres humanos, creyendo que el mandamiento se
refiere a todas las posibles situaciones de la misma manera. Pero este concepto no concuerda
con pasajes escritos dónde los héroes militares de Israel son bendecidos por matar a los
enemigos de Dios. Por ejemplo, escuche estas palabras de Hebreos capítulo 11 versículos 32
al 33:
El tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como
de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, [y] alcanzaron
promesas. (Hebreos 11:32 – 33)
Observe que la primera cosa por la que estos hombres son ensalzados es que ellos
conquistaron reinos. Ellos eran líderes militares y jueces que tenían gran éxito derrotando a
los enemigos de Dios en la guerra.
A la luz de hechos como estos, debemos buscar una interpretación más bíblica de la
aplicación del mandamiento contra el asesinato. Debemos reconocer que las situaciones a las
que se refiere el mandamiento contra el asesinato no son precisamente las mismas a las
situaciones involucradas en la guerra y la defensa-personal. Y debemos analizar otros pasajes
bíblicos que también afectan estas situaciones, buscando una conclusión que concuerde con
toda la Escritura. Las respuestas probablemente serán diferentes de un caso a otro e incluso
de una persona a otra.
Además de obtener una visión correcta de las diferencias entre las situaciones bíblicas y las
modernas, nosotros también podemos evitar una estrategia de rigor recordando que la
Escritura siempre es lo suficientemente clara para comunicar la voluntad de Dios con respecto
a la ética cristiana. Ya hemos hablado de este correctivo en nuestro estudio anterior del
correctivo al relajamiento.
Pero como un recordatorio, escuchemos una vez más las palabras de Moisés en
Deuteronomio capítulo 29 versículo 29:
Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y
para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.
(Deuteronomio 29:29)
Dios proporcionó las Escrituras para que los antiguos israelitas, al igual que las generaciones
futuras como nosotros, supiéramos nuestro deber. Y esto implica que los hechos, metas y
medios de las Escrituras están bastante claros para que podamos discernir nuestras
obligaciones, para que no tengamos que acudir a las estrategias rápidas y fáciles como el
rigor.
Ahora que hemos analizado las estrategias de relajamiento y rigor, pasaremos a la estrategia
de la autoridad humana como una tercera estrategia equivocada, muy popular además, para
manejar consideraciones circunstanciales.
Autoridad Humana
Una vez más, procederemos considerando primero una descripción de esta estrategia,
pasando después a sus consecuencias y finalmente a un correctivo. Comencemos con
nuestra descripción de la estrategia de autoridad humana.
Descripción
Cuando los intérpretes tienen una predisposición hacia la autoridad humana, tienen una
tendencia muy fuerte a no estar de acuerdo con la manera de pensar de otros seres humanos.
Esta autoridad humana puede influir en un líder de la iglesia, un maestro secular o incluso un
padre o amigo. O puede tomar la forma de puntos de vista tradicionales o eclesiásticos de las
enseñanzas éticas de la Biblia.
Ahora, es importante recordar que todas estas autoridades humanas pueden desempeñar
papeles positivos en el proceso interpretativo. Tenemos una larga y honorable tradición de
teología en la iglesia. Y muchos estudiosos han descubierto información muy útil sobre los
hechos, metas y medios de las Escrituras. E incluso la comunidad secular ha aportado
muchos puntos de vista valiosos en situaciones de las Escrituras. Así que, tenemos razón al
considerar estas autoridades humanas al investigar las enseñanzas éticas en las Escrituras.
No obstante, estas tradiciones y comunidades humanas son falibles, por lo que los creyentes
nunca deben someterse ciegamente a tales autoridades.
Recuerde una vez más la ilustración de la casa y la cerca dónde el desierto representa esas
cosas que son claramente prohibidas, la casa representa esas cosas que son claramente
permitidas y la tierra alrededor de la casa representa esas cosas que son algo inciertas en la
Escritura.
Como vimos, una estrategia de relajamiento construiría la cerca al borde del desierto para
permitir las cosas que parecen no ser muy claras. Y por el contrario, una estrategia de rigor
tendería a construir la valla muy cerca de la casa para prohibir la mayor parte o todo lo que no
es muy claro. Bien, no es de sorprendernos, que los cristianos que siguen una estrategia de
autoridad humana no decidan por sí solos dónde poner la cerca. Por el contrario, ponen la
cerca donde sea que las figuras de autoridad les indican que la pongan.
Obviamente, hay varias razones por las que las personas confían fuertemente en la autoridad
humana. Algunas veces son miembros de iglesias cuyos líderes afirman tener una visión
exclusiva en las Escrituras, o una autoridad exclusiva para interpretarlas. Otros pueden creer
que su conocimiento es tan limitado que simplemente no tienen ninguna base para confiar en
su propio estudio de la Biblia. Y algunos son totalmente perezosos. Pero en cada caso,
siempre que un cristiano rehúye de su responsabilidad de escudriñar las Escrituras y
finalmente se somete a las decisiones de simples seres humanos, ese cristiano está
empleando la estrategia de autoridad humana.
Con esta descripción de la estrategia de autoridad humana en mente, pasemos a las
consecuencias que esta estrategia puede tener en la vida de los creyentes.
Consecuencias
Sólo consideraremos dos de los muchos problemas que pueden surgir cuando dependemos
demasiado de la autoridad humana, empezando con el rechazo de la autoridad suprema de la
Escritura. Para todos los propósitos prácticos, cuando las personas se someten
completamente a los juicios de autoridades humanas, rechazan la Biblia como su norma
fundamental revelada.
Tomemos en cuenta un ejemplo del Nuevo Testamento. Según los evangelios, Jesús se
encontró con muchos fariseos que rechazaron la autoridad suprema de la Escritura
basándose en interpretaciones tradicionales. Escuche a las palabras de Jesús en Mateo
capítulo 15 versículos 4 al 6:
Dios dijo: "Honra a tu padre y a tu madre"… Ustedes, en cambio, enseñan que un hijo puede
decir a su padre o a su madre: "Cualquier ayuda que pudiera darte ya la he dedicado como
ofrenda a Dios." En ese caso, el tal hijo no tiene que honrar a su padre. Así por causa de la
tradición anulan ustedes la palabra de Dios. (Mateo 15:4 – 6 [NVI])
Los fariseos no rechazaban la Escritura. Por el contrario, ellos tomaban la Escritura en muy
alta consideración. Pero en comparación valoraban mucho más sus interpretaciones
tradicionales de las Escrituras. Seguramente compararon estas comprensiones de la Escritura
y las encontraron carentes. Pero en cambio, los fariseos aceptaron interpretaciones que no se
alineaban con los hechos, metas y medios de las Escrituras. Por lo que Jesús los condenó.
Un problema que se relaciona con venerar las decisiones humanas más que las Escrituras es
la transferencia de interpretaciones falsas. Todos los seres humanos cometen errores. Así
que, cuando nosotros recibimos ciegamente las decisiones de otros, inevitablemente
recibimos algunos errores. Esto es problemático especialmente cuando la misma iglesia
defiende interpretaciones falsas. A veces, estas interpretaciones falsas incluso son dadas a
fuerza por la disciplina de la iglesia.
Por ejemplo, en el Concilio de Nicea en 325 d.C., la iglesia oficialmente y de una manera
correcta refutó la herejía del Arrianismo que negaba la doctrina de la Trinidad. Sin embargo,
en el Segundo Concilio de Sirmium en 357 d.C., la iglesia cambió su posición y afirmó el
Arrianismo. Y varios concilios locales confirmaron este movimiento en los años subsecuentes.
Durante este tiempo, Atanasio, el Obispo de Alejandría, fue desterrado repetidamente por
oponerse al Arrianismo. En ese tiempo, fue considerado un hereje por mantener sus puntos
de vista de la Trinidad que hoy nosotros consideramos ortodoxos.
En resumen, una estrategia de autoridad humana puede tener resultados devastadores. Entre
otras c osas, puede crear un rechazo a la autoridad absoluta de las Escrituras y puede
llevarnos a adoptar doctrinas falsas. En estos casos, se nos oculta la verdad de la revelación
de Dios, de manera que no nos permite ver nuestro deber.
Ahora que hemos visto la descripción y consecuencias de la estrategia de autoridad humana,
analicemos un correctivo que puede ayudarnos a evitar este error.
Correctivos
El correctivo es bastante simple, y se trata de que siempre debemos mantener la supremacía
de las Escrituras como nuestra mayor norma revelada. La iglesia y sus tradiciones son
autoridades menores sobre nosotros, y realmente nos pueden ayudar a entender las
Escrituras. Pero no pueden atar nuestras conciencias de la misma manera que lo hacen las
Escrituras. Como Jesús lo señaló en sus palabras a los fariseos, nuestra obligación es
obedecer las palabras de la Escritura según su significado original.
La Confesión de Fe de Westminster capítulo 1, sección 10, presenta un resumen útil de esta
idea. Escuche sus palabras:
El Juez Supremo por el cual deben decidirse todas las controversias religiosas, todos los
decretos de los concilios, las opiniones de los hombres antiguos, las doctrinas de hombres y
de espíritus privados, y en cuya sentencia debemos descansar, no es ningún otro más que el
Espíritu Santo que habla en las Escrituras.
Las Escrituras son las mismas palabras de Dios. Y ninguna tradición o interpretación humana
puede hablar con la autoridad incuestionable de Dios. Así que, debemos someternos a lo que
nosotros creemos que las Escrituras revelan a través de sus hechos, metas y medios.
Hablando prácticamente, esto significa que debemos medir cada juicio humano hecho a las
Escrituras. En lugar de estar satisfecho simplemente con aceptar los juicios humanos falibles -
incluso los juicios de la iglesia - debemos escudriñar las Escrituras para ver si las cosas que
estas autoridades dicen son verdad. Ésta fue la misma situación por la que Lucas exaltó a los
cristianos en la ciudad de Berea, en Hechos capítulo 17 versículo 11:
Y éstos Bereanos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la
palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran
así. (Hechos 17:1)
Como los Bereanos, debemos probar siempre los testimonios y doctrinas humanas por las
normas de las Escrituras. Ninguna simple criatura – ni siquiera incluso el apóstol Pablo – tiene
tal autoridad o exactitud en sí o por sí mismo, como para que debamos confiar en su palabra
por encima de las Escrituras.
Las predisposiciones hacia el relajamiento, el rigor y la autoridad humana ofrecen respuestas
fáciles pero poco confiables a las preguntas difíciles. A primera vista, puede incluso parecer
sabio equivocarse inclinándose hacia el lado de la prudencia, de la libertad o hacia el lado de
la tradición. Pero en realidad, equivocarse hacia cualquier lado sigue siendo una
equivocación.
Así es, cuando sobre-enfatizamos el relajamiento, el rigor o la autoridad humana, ignoramos
los hechos, metas y medios de las Escrituras. Y como resultado, no conocemos nuestro deber
como deberíamos, así que no podemos ajustarnos al carácter de Dios. Y es por ello que
siempre debemos tratar de descubrir y someternos al significado original de las Escrituras.
Ahora que hemos visto el contenido circunstancial de la revelación, la naturaleza de la
revelación misma y algunas estrategias populares hacia las dimensiones circunstanciales de
la revelación, estamos preparados para considerar los asuntos que vienen al primer plano en
la aplicación de la revelación del mundo actual. ¿Cómo nos ayudan los hechos que
encontramos en el mundo actual a saber nuestras obligaciones hacia Dios? Y ¿cómo es
influenciado nuestro deber por los hechos de nuestras propias situaciones?
APLICACIÓN DE LA REVELACION
Usted recordará que nuestro modelo por tomar decisiones bíblicas es:
El juicio ético implica la aplicación de la Palabra de Dios a una situación por una persona.
Como lo indica este modelo, es sabio de nuestra parte ver las decisiones éticas desde tres
perspectivas: la perspectiva normativa de la Palabra de Dios, la perspectiva circunstancial y la
perspectiva existencial. Al irnos enfocando en la perspectiva circunstancial en esta lección,
debemos siempre recordar que para aplicar la palabra de Dios correctamente, necesitamos
saber más del contenido y naturaleza de la palabra de Dios. También debemos saber algo
sobre nuestra situación moderna, la situación a la que nosotros estamos aplicando la Palabra
de Dios.
Ahora, la Palabra de Dios es tan suficiente que si nosotros la conociéramos exhaustivamente -
si conociéramos todas las formas en las que la revelación especial, general y existencial
refleja su carácter - siempre sabríamos precisamente qué hacer. Después de todo, cada
perspectiva en la ética finalmente incluye a las otras. Así que, si nosotros pudiéramos ver
todas las implicaciones éticas de la perspectiva normativa, no obtendríamos nada nuevo al
considerar la perspectiva circunstancial o existencial.
Pero en realidad nuestro conocimiento de las normas de Dios no es exhaustivo. Más bien, la
palabra de Dios nos proporciona información limitada sobre el carácter de Dios. Esta
revelación es suficiente para todos nuestros esfuerzos por entender la ética, no porque nos
dice precisamente qué hacer en cada caso, sino porque nos da la información necesaria sobre
el carácter de Dios para deducir qué hacer en cada caso. Y una parte muy importante para
deducir qué hacer, es entender las circunstancias a las que nosotros estamos aplicando la
palabra de Dios.
Nuestro estudio sobre la aplicación de la revelación nos lleva una vez más a tres
consideraciones circunstanciales Primero, consideraremos la necesidad de entender los
hechos de nuestras circunstancias modernas. Segundo, nos enfocaremos en las metas
modernas. Y tercero, consideraremos los medios modernos por los cuales Dios nos permite
seguir estas metas modernas. Y a lo largo de cada una de estas secciones, mostraremos
nuestros puntos de vista recurriendo a las leyes bíblicas con respecto a la comida.
Empecemos con los hechos de nuestras circunstancias modernas.
Hechos
El punto importante que queremos enfatizar en esta sección es que los cambios en los hechos
requieren cambios en la aplicación de la Palabra de Dios. Y para demostrar esta idea,
veremos la manera en la que la misma Escritura hace uso de este principio. En particular,
analizaremos tres períodos históricos diferentes: los días del Éxodo bajo Moisés, los días
cuando la nación de Israel habitó la Tierra Prometida y los días de la iglesia del Nuevo
Testamento después de la ascensión de Cristo al cielo.
Ahora, es importante alcanzar un equilibrio cuando consideramos los hechos de estos tres
periodos; hay tanto similitudes como diferencias que debemos recordar. Por un lado, hay
muchas similitudes entre los tres periodos con respecto al carácter de Dios. El carácter de
Dios es inmutable - no puede cambiar. Y por lo tanto, en cada uno de estos periodos de la
historia, el hecho de la existencia de Dios y los atributos particulares del carácter de Dios,
permanecen iguales. Por otro lado, en cada uno de estos periodos históricos, la humanidad
estaba caída y en pecado, en una necesidad desesperada de la guía moral de Dios. Y con
respecto a la comida específicamente, encontramos la similitud de que en cada uno de estos
periodos, la comida debía ser ingerida para la Gloria de Dios. Y esta situación real sigue
estando latente en nuestros días también.
Pero por otro lado, la Escritura deja claro que también hay diferencias entre los hechos de
estos tres periodos, de tal manera que algunas acciones que en algunos periodos se
consideraban en pecado, en otros periodos no lo son.
Veamos cómo los hechos relacionados a la comida cambiaron a lo largo de la historia. En los
días del Éxodo, el pueblo de Israel se gobernaba por leyes relativamente estrictas, sólo se les
permitía comer animales puros de ciertas maneras. Solo como un ejemplo, según Levíticos
17:3 - 4, durante su viaje a la tierra prometida, era pecado para los israelitas matar y comer
ciertos animales limpios a menos que primero fueran presentados como una ofrenda al Señor
en el tabernáculo.
Pero ya que los israelitas quedaron bien establecidos y se extendieron a lo largo de la Tierra
Prometida, las Escrituras dejan claro que se gobernaban por leyes relativamente relajadas. De
hecho, el mismo Moisés se anticipó a esta posterior situación. Según Deuteronomio 12:15,
cuando los israelitas se establecieran en la tierra, se les permitiría matar y comer cualquier
animal limpio en sus propios pueblos, sin tener que presentarlo en sacrificio ante el Señor.
Y después de la muerte expiatoria de Jesús y su ascensión al cielo, la iglesia se gobernó por
leyes permisivas con respecto a la comida. Conforme aprendemos a través de la visión de
Pedro en Hechos 10:9 al 16, Dios declaró que todos los animales eran limpios, para no poner
una piedra de tropiezo en el camino de los gentiles hacia la iglesia.
Y la realidad es que estas similitudes y diferencias existentes, influyeron en los juicios éticos.
En la medida que los hechos eran los mismos, los juicios basados en estos hechos también
eran los mismos. Por ejemplo, un juicio que permaneció igual fue el juicio de que Dios es
bueno, y otro fue el juicio de que la humanidad es pecadora y la comida aun debe comerse
para la gloria de Dios. Éstos y muchos otros juicios éticos permanecieron relativamente sin
cambios a lo largo de estos periodos porque los hechos en los que se basaron permanecieron
sin cambios.
Pero en la medida en que los hechos eran diferentes en cada periodo, los juicios éticos
también eran diferentes. Durante el Éxodo, con respecto a ciertos animales, el juicio debía
comer sólo animales limpios que se hubieran ofrecido a Dios. En la Tierra Prometida, el juicio
debía ser comer sólo animales limpios. Y en el periodo de la iglesia del Nuevo Testamento,
debía ser comer cualquier animal. En cada periodo, el carácter de Dios permaneció sin
cambios. Pero las obligaciones que marcó su carácter dependiendo de la conducta variaron a
la luz de las circunstancias conforme fueron cambiando.
Ahora, al ver estas similitudes y diferencias, podemos ver que estas son instructivas para los
cristianos modernos. En términos generales, los mismos hechos son compartidos en común
con todas las edades. La existencia de Dios y el carácter de Dios no han cambiado y la
humanidad sigue estando caída y en pecado. También la comida aun debe ingerirse para la
Gloria de Dios. Por lo tanto como resultado, los juicios de que Dios es Bueno, la humanidad es
pecadora y glorificar a Dios con la comida deben seguirse afirmando.
Pero ¿cómo debemos juzgar el pecado de la comida a la luz de los verdaderos cambios que
han ocurrido? Bien, hay muchas diferencias entre nuestros hechos y aquéllos de Israel en los
días del Éxodo y la vida de Israel en la Tierra Prometida. Durante el Éxodo, se aplicaban leyes
estrictas, llevando al juicio de comer sólo animales limpios que se habían ofrecido a Dios. Y en
la Tierra Prometida, las leyes relajadas se aplicaban, llevando al juicio de comer sólo animales
limpios. Nosotros podemos y debemos aprender de estas leyes como cristianos en la
actualidad, pero no están vigentes de la misma manera en nuestros días y por consiguiente
sus aplicaciones han cambiado.
En este asunto, nuestras circunstancias están a la par con la iglesia primitiva. Así que, el
pecado de la comida aun debe manejarse según las leyes Permisivas. Hechos 10:9 al 16, al
igual que otros pasajes como 1 Corintios 8 - 10 y Romanos 14, nos enseñan que el juicio de
comer cualquier animal continúa estando vigente para la iglesia. Para demostrar ese punto,
veamos sólo un pasaje que deja clara esta enseñanza. Escuche las palabras de Pablo en 1 de
Timoteo capítulo 4 versículos 2 al 5:
Hipócritas y mentirosos… prohibirán casarse y mandarán abstenerse de alimentos que Dios
creó para que con acción de gracias participaran de ellos los creyentes y los que han conocido
la verdad, porque todo lo que Dios creó es bueno y nada es de desecharse, si se toma con
acción de gracias, ya que por la palabra de Dios y por la oración es santificado. (1 Timoteo 4:2
– 5 [RV95])
En un grado u otro, cada juicio ético nos pide que identifiquemos las similitudes y diferencias
entre los hechos actuales y los hechos bíblicos, para también rendir juicios éticos acordes.
Sin embargo, en el asunto de la comida, las similitudes circunstanciales entre la iglesia del
Nuevo Testamento y el mundo actual indican que generalmente debemos seguir el ejemplo
dado por la iglesia del Nuevo Testamento.
Ahora que hemos visto cuán importante es considerar las similitudes y diferencias entre los
hechos en la Biblia y los hechos en nuestras propias vidas, debemos pasar a la pregunta de
las metas en la vida de los cristianos actuales.
Metas
Consideremos una vez más las leyes de la comida en tiempos del Éxodo, la vida de Israel en
la Tierra Prometida y la iglesia del Nuevo Testamento.
En los días de Moisés, el propósito de las leyes de la comida era honrar la santidad de Dios y
asegurar la santificación de su pueblo a su servicio. La meta era la santidad humana que
reflejaba la santidad de Dios. Por ejemplo, en Levítico capítulo 11 versículos 44 y 45, el Señor
le dijo a su pueblo:
No contaminéis vuestras personas con ningún animal que se arrastre sobre la tierra… Sean,
pues, santos, porque yo soy santo. (Levítico 11:44 y 45)
Y estas metas bastante generales continuaron vigentes a lo largo de los periodos del Éxodo,
la vida de Israel en la Tierra Prometida y la iglesia, aunque las leyes de la comida cambiaron
en estos últimos periodos.
Por ejemplo, en Isaías capítulo 62 versículo 12, el profeta exhortó al pueblo de la Tierra
Prometida a esforzarse por la santidad, para que les llamaran:
Pueblo Santo, Redimidos de Jehová. (Isaías 62:12)
Y en 1 de Pedro capítulo 1 versículos 15 y 16, el apóstol escribió estas palabras a la iglesia:
Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de
vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. (1 Pedro 1:15 y 16)
De hecho, cuando Pedro les dijo a los cristianos que fueran santos, citó la ley de alimentación
que acabamos de leer en Levítico 11:44 y 45.
Pero a pesar de estas similitudes, cada periodo tenía también metas particulares para la
santidad que se diferenciaban de las metas en otros periodos. Durante el Éxodo, una meta era
separar a los Judíos de los Gentiles. Y esta meta se mantuvo mientras Israel vivió en la Tierra
Prometida.
Pero en la iglesia del Nuevo Testamento, las circunstancias cambiaron cuando Dios convirtió
a muchos gentiles. En ese momento, la meta ya no era separar a los judíos de los de gentiles,
sino unir a los Judíos con los Gentiles en la iglesia.
Y precisamente, la relación existente entre las metas de la gloria de Dios y nuestra santidad
en estos periodos, se reflejó en una relación entre los juicios éticos en los tres periodos. Con
respecto a los juicios similares, la meta de la santidad humana que reflejaba la santidad de
Dios, se afirmó en todos los periodos. Y como resultado, los juicios éticos de que Dios es
santo y que la humanidad debe esforzarse por ser santa también fueron correctamente
ratificados.
Al mismo tiempo, cada periodo también tenía juicios éticos que eran diferentes de los juicios
en otros periodos. En los días del Éxodo, la meta de separar a los judíos de los gentiles los
llevó al juicio de rechazar las invitaciones a comer comida de los Gentiles. Y este juicio se
habría repetido durante el tiempo de Israel en la Tierra Prometida. Pero el juicio correcto para
la iglesia del Nuevo Testamento fue aceptar las invitaciones a comer comida de los Gentiles.
Después de todo, esto era precisamente lo que Dios le había ordenado a Pedro que hiciera en
Hechos 10. En todos los periodos, el carácter de Dios fue el mismo. Pero las metas implicadas
por su carácter eran un tanto diferentes.
Ahora, al ver estas similitudes y diferencias, podemos ver que son instructivas para los
cristianos modernos. Con respecto a las similitudes, debemos seguir afirmando las metas de
la gloria de Dios y nuestra santidad. Y esto nos debe seguir llevando a los juicios de que Dios
es santo y que la humanidad debe esforzarse por ser santa. En estos términos, las metas y
juicios del mundo actual reflejan las metas y juicios del mundo antiguo.
Pero también debemos considerar por un lado las diferencias entre las metas y los juicios
actuales, y por el otro lado las metas y los juicios en las Escrituras. Durante el Éxodo, la meta
era separar a los Judíos de los de Gentiles, y esto los llevó al juicio de rechazar las
invitaciones a comer comida de los Gentiles. Y el mismo juicio aplicó durante el tiempo de
Israel en la Tierra Prometida. Pero en los días de la iglesia del Nuevo Testamento, la meta fue
unir a los Judíos con los Gentiles, llevándolos al juicio de aceptar las invitaciones a comer
comida de los Gentiles.
La iglesia actual aun consta de judíos y gentiles creyentes, así que las metas de nuestra
situación son diferentes a las de los períodos del Éxodo y de la Tierra Prometida. Por
consiguiente, no debemos hacer los mismos juicios que ellos hicieron. Pero nuestras metas
son similares a aquéllas de la iglesia del Nuevo Testamento. Y como resultado, nuestro juicio
debe ser el mismo que el suyo, de tal manera que nosotros también debemos aceptar las
invitaciones a comer comida de los Gentiles.
De nuevo, todos los juicios éticos nos hacen considerar las metas modernas a la luz de las
metas bíblicas y enfocarnos en las similitudes y diferencias entre ellas. En donde hay grandes
diferencias, debemos dudar en adoptar los mismos juicios. Pero en donde hay gran similitud,
debemos aceptar los juicios éticos.
En algunos casos, como el asunto de la comida, nuestros juicios serán diferentes a los del
Antiguo Testamento, pero muy similares a los de la iglesia del Nuevo Testamento. Pero en
otros asuntos éticos, podemos determinar que incluso los juicios hechos por la iglesia del
Nuevo Testamento no son adecuados para nuestra situación moderna.
Una vez que hemos visto la importancia de la relación con respecto a los hechos y metas,
debemos pasar a nuestro último tema: la relación entre los medios aprobados en las
Escrituras y los medios disponibles para nosotros en el mundo moderno.
Medios
Veamos por última vez las leyes de la comida de los periodos del Éxodo bajo Moisés, la vida
de Israel en la Tierra Prometida y la iglesia del Nuevo Testamento, para ilustrar la importancia
de considerar las similitudes y diferencias de los medios.
Por un lado, la similitud entre los medios en los días del Éxodo, la vida en la Tierra Prometida
y la iglesia del Nuevo Testamento es bastante básica. En pocas palabras, las personas debían
usar la comida para lograr la santidad en los tres periodos.
Las diferencias, sin embargo son más extensas. Por ejemplo, durante el Éxodo, los medios
para actuar en santidad conforme a la comida incluían la necesidad de sacrificar animales en
el Tabernáculo antes de comerlos.
Estos medios reglamentados funcionaron bien durante el tiempo que los israelitas viajaron en
el desierto. Durante esos días, la nación entera vivió en los alrededores del Tabernáculo. Es
más, Éxodo 16:35 indica que su comida principalmente consistió en maná, no en carne de
animales domésticos.
Pero en la Tierra Prometida, muchos vivían lejos del tabernáculo y lejos del templo que
Salomón construyó después en Jerusalén. Es más, Dios había dejado de proporcionarles el
maná, y las personas estaban comiendo más animales domésticos. Así que, en Deuteronomio
12:15, Dios adaptó sus requisitos ajustándolos a las nuevas circunstancias de la vida de su
pueblo.
Específicamente, Dios permitió que las personas mataran animales en sus propias ciudades.
Seguía pidiendo santidad, pero dio nuevos medios para cumplir este requisito.
Como hemos visto, los requisitos cambiaron una vez más en los días de la Iglesia del Nuevo
Testamento. Al expandirse el reino de Dios a las naciones, pueblos y culturas más allá de
Israel, hubo gran afluencia de gentiles en la iglesia. Como resultado, la santidad ya no
requería que los descendientes de judíos se mantuvieran separados de los descendientes de
gentiles. Más bien, como Pedro aprendió en Hechos 10:9 - 16, la santidad ahora requería que
se unieran con respecto a la comida, para que todos los cristianos pudieran convivir en
armonía entre sí.
De manera correcta, Dios utilizó un cambio hacia la comida sin restricciones para crear unidad
entre los judíos y los gentiles en la iglesia.
Y así como vimos con los hechos y las metas, la relación entre los medios de estos periodos
se manifestó en los juicios éticos. En la medida que los medios fueran similares, un juicio
válido podría ser que la comida debe usarse de maneras que honren la santidad de Dios y
santifiquen a su pueblo que está a su servicio.
Pero en la medida que los medios eran diferentes, debieron darse diferentes juicios con
respecto a otros aspectos de la comida. Durante el Éxodo, el medio era sacrificar animales en
el tabernáculo. Y esto debió llevarlos al juicio de que los animales debían ser sacrificados en
el Tabernáculo antes de comerlos. En la Tierra Prometida, el medio era matar a los animales
en las ciudades, y esto debió llevarlos al juicio de matar animales limpios. Y en la Iglesia del
Nuevo Testamento, el medio de una comida sin restricciones debió llevarlos a la declaración,
"coman lo que los Gentiles comen" como un juicio ético correcto.
Y los cristianos modernos o actuales tienen mucho que aprender de estas similitudes y
diferencias. Debido a las similitudes que el mundo moderno tiene con los periodos del Éxodo,
la vida de Israel en la Tierra Prometida y la iglesia del Nuevo Testamento, debemos seguir sus
pasos en la determinación de usar la comida para lograr la santidad. Y este medio debe
llevarnos a afirmar el juicio ético de que la comida debe usarse de manera que honre la
santidad de Dios y que santifique a su pueblo, incluso en el mundo moderno o actual.
También podemos aprender de las diferencias entre los medios usados en estos periodos de
la historia. Nosotros no vivimos cerca del tabernáculo, como vivía el pueblo de Dios durante el
Éxodo, cuando el medio era sacrificar a los animales en el Tabernáculo y el juicio era que los
animales debían sacrificarse en el Tabernáculo. Tampoco vivimos en una nación
completamente judía que debe permanecer separada de los gentiles, como era el caso en la
Tierra Prometida, cuando el medio era matar a los animales en las ciudades y el juicio era
matar animales limpios antes de comerlos. Así que, no debemos usar los medios que el
pueblo de Dios empleó en estos periodos o dar juicios basados en esos medios.
Pero considere la Iglesia del Nuevo Testamento. Ellos usaron el medio de una comida sin
restricciones e hicieron el juicio de comer lo que los Gentiles comen para mantener la unidad
dentro de la iglesia. Y como nuestra situación es esencialmente igual a la de ellos, debemos
usar los mismos medios y debemos dar el mismo juicio.
Al igual que con los hechos y metas, habrá algunos casos en los que la situación de la Iglesia
del Nuevo Testamento difiera de la nuestra, por lo que no siempre podemos usar los mismos
medios ni podemos dar los mismos juicios que la iglesia del Nuevo Testamento dio.
Cada norma revelada a nosotros debe aplicarse con diligencia y sabiduría, y no con una
simple imitación de la conducta de las Escrituras.
CONCLUSIÓN
En esta lección, hemos investigado cuatro temas que nos ayudan a entender la relación entre
la revelación y las situaciones, conforme buscamos conocer nuestro deber ante Dios. Hemos
estudiado el contenido de la revelación perteneciente a las situaciones, la naturaleza de la
revelación, varias estrategias populares interpretativas hacia la revelación y la aplicación de la
revelación a nuestras situaciones modernas. Y esto lo hemos visto para ayudarnos a entender
que para tomar decisiones bíblicas, debemos considerar la manera en que cada uno de estos
factores circunstanciales contribuye a nuestro conocimiento de nuestro deber.
Como creyentes que queremos tomar decisiones éticas, es muy importante que entendamos
nuestra situación ética. Y como hemos visto, es útil pensar en nuestra situación por lo que se
refiere a los hechos, metas y medios. Si atendemos a estas preocupaciones, podremos
entender mejor la revelación de Dios. Y cuando lo hagamos, estaremos mejor preparados
para hacer juicios que se ajusten al modelo bíblico para tomar decisiones éticas.
Decisiones difíciles
• Las generaciones anteriores no tenían que decidir acerca de la restauración de los latidos
del corazón, de los respiradores, de los antibióticos intravenosos, de la traqueotomía, de los
tubos de alimentación y de otras tecnologías de soporte vital.
• Eutanasia y suicidio asistido por un médico: no sólo la tecnología de retención para retrasar
la muerte, sino el uso de la tecnología para causar la muerte.
• Tendremos que tomar decisiones para nuestros familiares y para nosotros mismos.
Si somos pastores o consejeros, se nos pedirá un consejo.
No a mí mismo
• Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el
Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que
muramos, del Señor somos. (Romanos 14:7-8).
• ¿Cuál es tu único consuelo en la vida y en la muerte? Que no me pertenezco a mí mismo,
sino que pertenezco--en cuerpo y alma, en la vida y en la muerte--a mi fiel Salvador
Jesucristo. (Catecismo de Heidelberg Preguntas & Respuestas 1)
No matarás:
La vida humana es sagrada
• Los bebés que están por nacer, las personas con discapacidad, los enfermos de cáncer, los
pacientes de Alzheimer --todos portan la imagen de Dios. Sólo Dios tiene autoridad para
ponerle fin a sus vidas.
• Puede haber matices grises en la retención o en el retiro del soporte vital.
• Un médico matando a un paciente, o un paciente matándose a sí mismo, no es una ética en
tonalidades grises. Es tan claro como el blanco y negro: es asesinato.
"En lugar de hacerles más fácil la muerte a las personas con discapacidad, me gustaría que
nuestra sociedad les hiciera más fácil la vida." (Joni Eareckson Tada)
Propósito en el sufrimiento
• Defensor de la eutanasia: "He hallado que no hay propósito en el sufrimiento. Las personas
que sufren nunca se vuelven mejores personas como consecuencia de ello...los sufrimientos
de Cristo no tuvieron sentido".
• Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. (2 Cor. 12:9-10).
• Fe más profunda, amor más cálido, testimonio más fuerte
• El enfoque absoluto es conocer a Dios y la eternidad, y no sólo minimizar el dolor en esta
vida
VIDA EN EL REINO
Anteriormente en esta lección, mostramos que la meta más importante de la ética para
nosotros es procurar la gloria de Dios a través del triunfo de su reino. En esta sección,
consideraremos algunas implicaciones prácticas de esta meta, especialmente en relación con
nuestras vidas como ciudadanos del reino de Dios. En particular, buscaremos respuestas a la
pregunta ¿Qué clase de metas debemos fijarnos para buscar el reino de Dios?
El Catecismo Menor de Westminster, nos ofrece una guía significativa con respecto a nuestras
metas, en la primera pregunta, y su respuesta. En respuesta a la pregunta:
¿Cuál es el fin principal del hombre?
El Catecismo responde:
El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios, y gozar de él para siempre.
Nuestro estudio sobre la doble meta del reino de Dios, seguirá esta misma división.
Primero, consideraremos qué significa glorificar a Dios como nuestro divino Rey. Y en
segundo lugar, hablaremos de lo que significa gozar de Dios en su reino. Comencemos con la
meta de glorificar a Dios como a nuestro Rey Divino.
Glorificar a Dios
En esta sección, exploraremos la idea de que Dios es primeramente glorificado, a través del
triunfo de su reino, y lo haremos en dos partes. Primero, definiremos la gloria de Dios, y
segundo consideraremos el tema de la glorificación de Dios. Comencemos con la gloria de
Dios.
La Gloria de Dios
Las Escrituras usan la palabra gloria o kavod en hebreo, y doxa en griego – al decir varias
cosas acerca de Dios. A menudo, "gloria" es su aparición, especialmente la nube de luz, que
está alrededor de él, como es el caso en Éxodo capítulo 24 versículo 17, o Ezequiel capítulo
10 versículo 4.
Pero cuando hablamos de la gloria de Dios, como la meta de la ética, no estamos pensando
en términos de su aparición; sino de su notoriedad o reputación, especialmente la popularidad
que él recibe a través de sus poderosas obras.
Por ejemplo, en Éxodo capítulo 14 versículo 4, Dios habló estas palabras:
Y yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en Faraón y en
todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Jehová. (Éxodo 14:4)
En este pasaje, Dios indicó que reconocer su gloria, es decir, su notoriedad o reputación,
crecería una vez que los egipcios vieran que su poder los había derrotado. Resentirían su
gloria, pero tendrían que reconocerla de todas maneras.
En un sentido y relacionado a la notoriedad y reputación de Dios, nos interesa también la
gloria de Dios, en términos de honor y alabanza que son dados a él. Diferente a los egipcios
que resintieron las obras de poder y gloria, los cristianos deben apreciar el poder de Dios, e
incrementar su fama, y reputación, proclamando sus actos y dándole gracias. Por ejemplo
este es el significado de "Gloria", en el Salmo 29 versículos 1 al 2, donde leemos estas
palabras:
Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos, Dad a Jehová la gloria y el poder. Dad a Jehová
la gloria debida a su nombre; Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad. (Salmo 29:1-
20)
Como un ejemplo, escuchen las palabras de Apocalipsis capítulo 4 versículo 9 al 11:
Cada vez que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está
sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se
postran delante del que está sentado en el trono y adoran al que vive por los siglos de los
siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria,
la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron
creadas. (Apocalipsis 4:9 – 11 [RV 95])
Tres veces en este corto pasaje, se nos dice que Dios, sentado en su Trono real, recibe
adoración. Y ésta es la imagen constante a través de las Escrituras.
Ahora que hemos visto lo que es la gloria de Dios, y como está relacionada con su reino,
debemos volver a la glorificación de Dios. En esta sección, preguntaremos cosas como: ¿Por
qué la gloria de Dios es nuestra meta? ¿Y cómo podemos incrementar la gloria de nuestro
divino Rey?
Glorificación de Dios
Fundamentalmente los seres humanos están obligados a glorificar a Dios, porque él es
nuestro Rey. Y como nuestro Rey, él tiene el derecho de demandar nuestra alabanza y
adoración. Como el Catecismo Menor de Westminster indica en su primera pregunta y
respuesta que el propósito principal de la humanidad es la gloria de Dios. Y uno de los
mejores lugares para ver esto en la Escritura, es en el relato de la Creación, donde Dios
específicamente señaló su propósito para crear la humanidad. Escuchen las palabras de
Génesis capítulo 1 versículo 26 al 28:
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen… y señoree en los peces del mar,
en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra
sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen… Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y
multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los
cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. (Génesis 1:26-28)
Cuando Dios creó a la humanidad, él nos asignó un propósito. Y ese propósito fue gobernar
sobre la tierra como sus reyes vasallos, llevando su gobierno y bendiciones de su reino a
través de todo el mundo. Y bajo el reino de Cristo, todavía es nuestro propósito. Debemos
mejorar el mundo, haciendo crecer el gobierno de Dios, y sus bendiciones. Y debemos
multiplicar sus ciudadanos en su reino, enseñándoles a reconocer, dar honor y alabanza, a
nuestro Rey soberano. Y mientras cumplimos este propósito, Su valor, notoriedad, y
reputación crecerán. Y de esta manera Su gloria igualmente aumentará.
Y vemos este énfasis en la gloria de Dios, repetirse de muchas maneras, a través de las
Escrituras. Por ejemplo, los Salmos nos enseñan meditar en las obras buenas, y el poder de
Dios, lo cual incrementa su reputación. Y nos enseñan cantar de estas cosas, lo cual es una
forma de darle honor y alabanza.
Los libros históricos nos muestran muchas de las obras poderosas de Dios, Su misericordia y
juicio. A través de sus archivos, nos enseñan que debemos recordar la bondad de Dios, y su
soberanía, y nos dan aún más razones para alabarle,
Los libros de los profetas, por su parte, nos enseñan de la esperanza en la gloria futura de
Dios. Y esta esperanza debe ser nuestra motivación para procurar rectitud en nuestra vida.
Aún más, en la ley de Dios, la obediencia a todos los mandamientos es equivalente a la
reverencia para su Gloria. Escuchen la manera en que Moisés hace un resumen en
Deuteronomio capítulo 28 versículo 58:
Si no cuidares de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en este
libro, temiendo este nombre glorioso y temible: JEHOVÁ TU DIOS (Deuteronomio 28:58)
Esencialmente, aquí Moisés puso sólo un mandamiento. Pero lo describió en dos formas.
Poniéndolo en forma simple, reverenciando el nombre glorioso y magnífico de Dios, es lo
mismo que cumplir cuidadosamente todas las palabras de su ley. Y esto es así porque cuando
tenemos la reverencia apropiada por Dios y su gloria, estamos expresando esta reverencia en
obediencia a todos sus mandamientos. Jesús enseñó esta misma idea en Mateo capítulo 22
versículos 37 al 40. Escuchen sus palabras allí:
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es
el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. (Mateo 22:37-40)
Jesús menciona Deuteronomio capítulo 6 versículo 5 para enseñarnos que el mandamiento de
amar a Dios, es el fundamento de todos los demás mandamientos. Y por supuesto, amar a
Dios incluye reconocer y afirmar su dignidad, al apreciarle y darle honor. En resumen amar a
Dios es una forma importante de darle gloria.
Ahora así de importante como es mantener nuestros corazones enfocados en la meta de la
Gloria de Dios, glorificar a Dios es sólo una parte de nuestra doble meta. También tenemos
que disfrutar de Dios para siempre. Por lo tanto, exploremos este disfrute de Dios que es un
aspecto igualmente importante de nuestra meta máxima.
Gozar de Dios
Cuando hablamos de nuestro propio disfrutar como una de las mayores metas de la ética
Bíblica, algunos cristianos se sorprenderán. Después de todo, nuestra regla para vivir
éticamente, se supone que es el carácter de Dios, y no nuestros propios deseos. Por lo tanto,
¿Cómo solucionaremos este problema? ¿Cómo reconciliamos nuestros deseos de ser felices,
con los deseos de Dios de un mundo que le da gloria a él, y magnifica su reino? Bueno la
respuesta es, el disfrute humano apropiado, trae gloria a Dios.
Hablaremos de dos consideraciones que indican que el disfrute humano de Dios, realmente
trae gloria a Dios. Primero consideraremos el rol de la humanidad, en el reino de Dios. Y
segundo, pondremos nuestra atención al rol de la ley, que Dios nos dio para gobernar su
reino. Comencemos considerando el propósito de Dios para la humanidad, como un medio de
traer gloria, al Rey Divino.
Rol de la Humanidad
Cuando Dios creó el mundo, el rol de la humanidad fue multiplicarse y gobernar sobre el reino
de Dios. Pero Dios, no quiso simplemente que los ciudadanos sólo le sirvieran. Dios es un Rey
que ama. Él es bueno y lleno de gracia, y benevolente con nosotros. Y el desea ser amado
por nosotros. Su reino ideal no es el de cobardía, por temor a él, y de obediencia para evitar el
castigo. En cambio, en el reino de Dios ideal, todos aman al Señor y tienen compañerismo con
él, y con su pueblo. Consideren Romanos capítulo 14 versículo 17, donde Pablo destacó el
punto siguiente:
Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
(Romanos 14:17)
La gente del reino de Dios debe ser caracterizada por el gozo y la paz. En otras palabras,
ellos deberían gozar las bendiciones que su Dios provee. Y escuchen las palabras que Jesús
enseñó en Mateo capítulo 13 versículo 44 que dice:
El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre
halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel
campo. (Mateo 13:44)
El reino de Dios es causa de gran gozo. Y la respuesta humana apropiada a las bendiciones
del reino de Dios es gozo, y disfrute.
Jesús dio esta enseñanza, en el contexto del día del juicio de Dios. En ese día, los que han
sido fieles a la voluntad de Dios heredarán inmensa gloria – una gloria que supera cualquier
precio que estuviéramos dispuestos a pagar en esta vida. Y por la llegada de esta gloria
deberíamos regocijarnos en nuestra participación presente en el reino, sabiendo que estamos
depositando riquezas en los cielos.
Ahora que hemos visto que el goce humano apropiado, trae gloria a Dios por el
rol de la humanidad en el reino de Dios, debemos volver al rol de la ley, sabiendo como las
reglas del reino de Dios son designadas con el propósito de traernos gozo.
Rol de la Ley
La ley de Dios es la norma revelada, por la cual él gobierna su reino, y estamos obligados a
vivir por ellas. Y cuando vivimos de acuerdo a la ley, recibimos las bendiciones que Dios ha
dispuesto para la persona obediente en su reino. Por lo tanto, podemos decir que un rol de la
ley es instruirnos a vivir en maneras que nos guían a bendiciones y disfrute.
Por supuesto, si usamos la ley erróneamente, entonces le pedimos a la ley que cumpla el rol
que Dios nunca intentó para ella. Y esto puede conducirnos a terribles consecuencias. Por
ejemplo, si tratamos de ganar la salvación con guardar la ley, ésta nos condena a muerte.
Éste era el punto de Pablo en Gálatas capítulo 3 versículo 10, donde comentó acerca de la
ley, usando estas palabras:
Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está:
Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para
hacerlas. (Gálatas 3:10)
La ley es una maldición cuando la utilizamos erróneamente, como cuando tratamos de ganar
la salvación a través de nuestras buenas obras, en vez de los méritos de Cristo. Y en varias
ocasiones, la Biblia habla en términos duros acerca del mal uso de la ley.
Pero mucho más frecuentemente, la Biblia habla del uso apropiado de la ley de Dios, como
una gran bendición a la humanidad. Y esto no nos debe sorprender. Después de todo, la ley
nos revela a Dios, enseñándonos como agradarle y cómo obtener sus bendiciones.
Efectivamente, las escrituras comúnmente hablan de la ley de Dios como delicia, como en el
Salmo 1 versículo 2, y como un don gratuito en Salmos 119 versículo 29. Y nos enseña que
guardando la ley, resultará en las bendiciones del pacto del reino de Dios, como en
Deuteronomio capítulo 28 versículos 1 al 14. En breve, la ley fue dada para nuestro bien,
nuestra prosperidad, y nuestro gozo. David resumió este concepto de la ley, en Salmo 19
versículos 7 al 8 donde escribió estas palabras:
La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma… El precepto de Jehová es puro, que
alumbra los ojos. (Salmo 19:7-8)
Dios nos ha dado reglas para seguir con el propósito de producir gozo en nuestras vidas. Y
estas reglas son su ley. Por lo tanto, cuando obedecemos la ley de Dios, gozamos de él y lo
glorificamos al mismo tiempo. Lo gozamos a él, porque él bendice nuestra obediencia, y
porque nos agrada traer gozo al Dios que amamos. Y nuestro gozo divino trae gloria a Dios, a
través del cumplimiento de su propósito, reconociendo su valor, y expresándole gratitud. De
todas maneras, el rol de la ley nos muestra que disfrutar de Dios, es una parte importante de
la meta que Dios tiene para la humanidad.
Por supuesto, en nuestro mundo presente, nuestro disfrute de Dios es a menudo bloqueado,
por nuestro sufrimiento. Pero debemos recordar que en el plan de Dios para nosotros, nuestro
sufrimiento es un medio hacia nuestro disfrute futuro de Dios.
Pasajes como Romanos capítulo 5 versículos 3 al 5, Santiago capítulo 1 versículo 2 al 4, y 1
de Pedro capítulo 4 versículo 13 nos enseña que Dios utiliza el sufrimiento en la misma
manera que el refinador utiliza fuego para quemar las impurezas, de metales preciosos. En las
manos de Dios, nuestro sufrimiento es una herramienta que prueba nuestra fe, y nos trae a la
madurez espiritual, que finalmente resulta en nuestro gozo.
La experiencia de gozo en la humanidad redimida, es un elemento crítico en el plan de Dios
para su reino. Mirando al rol que él ha asignado a la humanidad, y al rol que él ha asignado a
su ley en su reino, podemos ver que la parte final del plan de Dios para su pueblo redimido, es
que lo disfrutemos a él. Y nuestras experiencias de gozo traen gran gloria, a nuestro divino
Rey.
En esta lección, hemos investigado las circunstancias del Reino de Dios, y al mismo tiempo, la
vida en el Reino de Dios. Ahora estamos preparados para poner atención al último tema
importante: el programa para el Reino de Dios. En esta sección, nos enfocaremos en metas
más específicas que Dios ha asignado a la Iglesia, mientras construye el reino de Dios.
Gran Comisión
Nuestra discusión sobre la Gran Comisión será dividida en tres partes. Primero, ofreceremos
una definición de la Gran Comisión. Segundo, explicaremos las implicaciones de la Gran
Comisión. Y tercero exploraremos la relación entre la Gran Comisión y el Mandato Cultural.
Comencemos con la definición de la Gran Comisión.
Definición
La Gran Comisión es el nombramiento de Cristo de los once apóstoles fieles, como los
representantes autorizados y el mandato a ellos de propagar el reino a través de todo el
mundo. Esta comisión es comúnmente llamada "gran" porque explica la misión que abarca no
solamente a los apóstoles, sino también la Iglesia que ellos construirían.
La gran comisión está escrita en Mateo capítulo 28 versículos 18 al 20, donde leemos estas
palabras del Señor, a los once:
Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas
las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. (Mateo 28:18-20)
La Gran Comisión contiene tres elementos esenciales: Primero, la declaración de Jesús que él
posee la autoridad de construir su reino, y de comisionar a los apóstoles para el trabajo.
Segundo, Jesús comisionó o se encargó a sus apóstoles, instruyéndoles y autorizándoles
para construir su reino. Y tercero, Jesús les aseguró que él les daría poder y protección, en
este mandato.
Aunque la Gran Comisión fue dada solamente a los apóstoles, la Gran Comisión también
compromete a la Iglesia continuar su trabajo. Después de todo, Jesús comisionó a los
apóstoles a hacer discípulos en todas las naciones, un trabajo claramente muy grande para
ser hecho solamente por pocos hombres. Él también habló de estar con ellos hasta el fin del
mundo indicando que Él se aseguraría de que este trabajo se completaría a su regreso. Estos
detalles indican siempre la consideración que los apóstoles cumplirían la Gran Comisión,
mediante el establecimiento de la Iglesia, para hacer el trabajo.
Ahora que hemos definido la Gran Comisión, debemos poner nuestra atención a sus
implicaciones. En esta sección, consideraremos las responsabilidades que la Iglesia tiene con
respecto a la Gran Comisión.
Implicaciones
Expresándolo simplemente, la responsabilidad de la Iglesia es continuar el programa del reino,
que los apóstoles comenzaron. Estas responsabilidades están resumidas en el segundo
elemento de la Gran Comisión: es decir, él encargo a los apóstoles. Este encargo se
encuentra en Mateo capítulo 28 versículos 19 al 20 y consiste en las siguientes instrucciones:
Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo,
y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. (Mateo
28:19-20)
Las instrucciones de Jesús, no era solamente discipular a la gente en todas las naciones, pero
también expandir el reino de Dios, incluyendo las naciones mismas. En otras palabras, él
estaba buscando una expansión geográfica al mismo tiempo que numérica.
Es el trabajo de la iglesia evangelizar en el mundo, traer creyentes y sus familias a la iglesia,
bautizarlos, y enseñarles a obedecer todo lo que Jesús mandó. A través de todas las
generaciones, debemos trabajar para traer a todo el mundo al reino de Dios.
Habiendo definido la Gran Comisión, e introducido sus implicaciones para la Iglesia, podemos
volver a nuestro tópico final: la relación entre el Mandato Cultural y la Gran Comisión.
Mandato Cultural
Consideraremos tres aspectos de la relación entre el Mandato Cultural y la Gran Comisión:
Las similitudes entre ellas, las diferencias entre ellas, y las prioridades que debemos poner en
cada una. Primero, exploremos las similitudes entre el Mandato Cultural, y la Gran Comisión.
Las similitudes entre el Mandato Cultural y la Gran Comisión, son de gran alcance. Por
ejemplo, obligar a la humanidad a construir el reino de Dios, y aún hacer de esto nuestra meta
principal en la vida. Y como parte de la construcción del reino, ambas requieren de nosotros
llenar la tierra con ciudadanos del reino de Dios, dando a luz hijos en matrimonios o por medio
del evangelismo: Y ambos nos requieren dominar la tierra, ya sea mediante la construcción de
sociedades, o discipulando naciones.
Podríamos resumir estas similitudes diciendo que la Gran Comisión es la aplicación de Cristo
del Mandato Cultural hasta que él vuelva. Desde el ministerio de Cristo en esta tierra, la Gran
Comisión ha sido y continúa siendo una manera importante de aplicar el Mandato Cultural, y la
iglesia está obligada en seguirla.
En añadidura de estas similitudes, también hay diferencias entre el Mandato Cultural, y la
Gran Comisión que debiéramos considerar.
Una diferencia importante entre el Mandato Cultural, y la Gran Comisión, es que el Mandato
Cultural es para cada era y la Gran Comisión se enfoca en la situación especial de la Iglesia
antes del retorno de Cristo. El Mandato Cultural fue dado en la creación, y desde ese tiempo
en adelante ha sido el trabajo de la humanidad transformar el mundo en un paraíso, digno de
la habitación de Dios.
En contraste, la Gran Comisión no fue dada hasta el final del ministerio de Jesús en la tierra, y
fue específicamente enfocado en las responsabilidades éticas primarias del pueblo de Dios,
durante el último período de la historia del reino.
El Mandato Cultural requiere que la humanidad se case y dé a luz hijos físicos con el fin de
procrear más seres humanos. También requiere procrear hijos espirituales que sean el reflejo
de Dios en su reino. En contraste, la Gran Comisión enfatiza sólo la necesidad de procrear
hijos espirituales haciendo discípulos.
Finalmente, habiendo mirado a las similitudes y diferencias entre el Mandato Cultural y la Gran
Comisión, debemos tornar a la materia de prioridades.
A menudo en la historia de la Iglesia Cristiana se ha discrepado sobre cuales de los grandes
mandatos de Dios tienen prioridad sobre los otros. Algunos han argumentado que los
cristianos deberían concentrar sus vidas en los requerimientos del Mandato Cultural
involucrándose en el matrimonio, la procreación y el trabajo en construir la cultura humana.
Otros han argumentado que estos requerimientos han sido superados por el mandato del
evangelio de hacer discípulos a trabes del evangelismo y la enseñanza. Esta tensión tiene
significado práctico muy importante para cada uno de nosotros. ¿Debemos concentrarnos en
una dirección o la otra? ¿Debe el construir culturas humanas tener precedente sobre en
ministerio del evangelio? O ¿debe el ministerio del evangelio tener prioridad?
En un sentido, el Mandato Cultural tiene prioridad sobre la Gran Comisión en que vino primero
y expresa la meta primaria de la humanidad, básicamente, el triunfo completo del reino de
Dios a través del mundo entero.
Pero en otro sentido, la Gran Comisión tiene prioridad en que aplica el Mandato Cultural a las
circunstancias especiales de la época presente, enfocándose en las necesidades especiales
que deben ser hechas en nuestra era.
Mientras esperamos que Cristo retorne en gloria una de nuestras prioridades superiores es el
rescatar hombres y mujeres a través de mundo del poder del pecado a través de la
proclamación del evangelio.
Como resultado, habrá tiempos en que los mandatos explícitos del Mandato Cultural y la Gran
Comisión parecerán estar en tensión. Cuando sintamos esta tensión siempre debemos
asegurarnos poner atención especial a las prioridades de la Gran Comisión. Si encontramos
tensión en nuestras vidas entre el precepto del Mandato Cultural hacia el matrimonio y trabajo,
y el precepto de la Gran Comisión de evangelizar y discipular, debemos evaluar el Mandato
Cultural a luz de la Gran Comisión. Debemos entender que las declaraciones de la Gran
Comisión son interpretaciones y aplicaciones normativas del Mandato Cultural para nuestro
tiempo. Y en este sentido, debemos dar alguna prioridad a la Gran Comisión cuando se trata
de una aplicación moderna.
En 1 de Corintios capítulo 9 versículos 15 al 23, Pablo hablo renunciar su derecho de casarse
y de ser pagado por su trabajo. Escuchen a sus palabras aquí:
Pero yo de nada de esto me he aprovechado… me he hecho siervo de todos para ganar a
mayor número… Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él. (1
Corintios 9:15 – 23)
En conclusión, el Mandato Cultural es el programa sobre todo en su reino. Su meta última es
el propagar su reino a través de toda la creación, y el popular su reino con ciudadanos fieles.
Y el ha establecido mandatos de la creación como el matrimonio y el trabajo como un medio
de consumar esta meta.
Pero la caída del la humanidad en pecado hizo para nosotros esta meta imposible para
cumplir. Por lo tanto, Dios ha comenzado a redimir la raza humana, con el propósito de
restaurar el mundo y tornarlo en un reino perfecto. Y el medio principal que el a proveído para
esta redención y restauración es evangelismo y discipulado, esas cosas que el ha mandado
en la Gran Comisión.
Por lo tanto, la Gran Comisión, es la aplicación normativa del Mandato Cultural para esta era
presente en la cual las fases finales del reino de Dios han ya comenzado, pero no han llegado
a su realización completa.
CONCLUSIÓN
En esta lección, hemos visto que el reino de Dios es la meta última de la ética Cristiana.
Hemos considerado las circunstancias del reino de Dios, incluyendo su importancia, sus
componentes y su desarrollo. Hemos discutido nuestra experiencia del reino de Dios, mirando
a nuestra doble meta principal, y hemos visto el programa para el reino como esta declarado
en el Mandato Cultural y la Gran Comisión.
El éxito del reino es la meta última de Dios para su creación por lo tanto, debe ser nuestra
meta última también. En efecto, cada uno de nuestros pensamientos, palabras y obras deben
servir en alguna manera a la construcción del reino de Dios. Y cuando esto ocurre, Dios
aprueba y las bendice, por lo cual pueden ser correctamente llamadas buenas éticamente. Y
cuando distraen de la meta del reino, Dios la condena, por lo que son llamadas malas.
Cuando queremos hacer juicios éticos, debemos tomar en cuenta de la forma en que nuestras
decisiones serán de impacto en el reino de Dios.
Enamorarse (Séptimo mandamiento, Dr. Feddes)
Enamorarse por David Feddes
No cometerás adulterio. (Éxodo 20:14)
Honroso sea en todos el matrimonio. (Hebreos 13:4).
Sandra y Felipe se están enamorando. Sandra tiene 26 años; Felipe tiene 28 años. Ambos
son solteros y se conocieron en el trabajo. Se sintieron atraídos el uno por otro de
inmediato. Ninguno era virgen en el momento en que se conocieron, pero no se considerarían
libertinos. Felipe y Sandra no creen en acostarse con cualquiera. Ambos creen que no
deberías irte a la cama con alguien a menos que estés enamorado.
Ambos han estado enamorados antes, y ahora están enamorados de nuevo. No se sienten
listos para hacer un compromiso permanente como el matrimonio: los padres de Sandra
tuvieron un divorcio desagradable y ella no quiere que la aten hasta que esté segura de que
tiene al hombre correcto--pero tanto ella como Felipe están de acuerdo en que son lo
suficientemente serios como para mudarse juntos. Si funciona, ¿quién sabe? Eventualmente
podrían casarse. Mientras tanto, planean disfrutar de su amor un día a la vez.
* * *
Amber y Jeremy se están enamorando. Amber está en doceavo grado, y Jeremy está en su
primer año de la universidad comunitaria local. Se conocieron en un restaurante donde a
Amber le gustaba salir con sus amigos. Jeremy trabajaba allí tres noches a la semana,
atendiendo las mesas. A veces, Jeremy le servía a Amber y a sus amigos, y cuando
no estaba demasiado ocupado, se quedaba en la mesa y bromeaba. Un viernes por la noche,
le dijo a Amber que tenía libre el sábado por la noche y le preguntó si le gustaría ir a ver una
película con él. Eso sonaba bien para ella, y la pasaron muy bien. Ahora se
están enamorando.
Solo hay un problema. Amber creció en una familia que toma la fe muy en serio, pero Jeremy
no. Él tiene poco interés en ir a la iglesia, y no tiene creencias fuertes. Cuando los padres de
Amber preguntan por qué está saliendo con alguien que no es un Cristiano comprometido, ella
responde: "Simplemente estamos saliendo. No es como si nos casáramos o algo así. Y
además, incluso si nos casáramos, creo que para que un matrimonio sea feliz, el
compañerismo es más importante que tener la misma religión". Amber aún cree en la mayoría
de lo que creen sus padres y su hermano: cree que Dios existe y que Jesús es su Hijo, pero
no va a permitir que el Cristianismo de su familia arruine su vida amorosa ni la mantenga
alejada de la felicidad. Amber ama a Jeremy. Es guapo, inteligente, gracioso, y Amber no
puede imaginarse conocer a alguien que sea más adecuado para ella.
* * *
Marcos y Julia se están enamorando. Marcos está en los treintas. Está divorciado, con dos
hijos que ve cada dos fines de semana. Conoció a Julia en un juego de pelota. Él estaba allí
para ver jugar a sus hijos, y Julia estaba allí para ver a la suya. Julia está casada, pero su
esposo no estuvo con ella esa noche. Él estaba demasiado ocupado en su trabajo, como
parecía que siempre lo estaba. De alguna manera, Marcos y Julia hablaron mientras miraban
el juego, y conectaron inmediato. Después de verse en unos pocos juegos más, Marcos y
Julia comenzaron a planear cómo podrían pasar más tiempo juntos a solas.
Se están enamorando, pero no se sienten cómodos al respecto. Marcos está divorciado, pero
realmente él no cree en el divorcio, y nunca pensó mucho en un hombre que se robaría la
esposa de otra persona y rompería su matrimonio. ¿Pero cómo puede dejar ir a Julia? Ella lo
hace sentir tan vivo.
Las dudas de Julia son aún más serias que las de Marcos. Ella está enamorada de Marcos,
pero también se preocupa por su familia. Ella adora a sus tres hijos, y también tiene algo de
sentimiento por su marido. Sin embargo, no importa cuánto se preocupa Julia por su
familia, ella nunca sintió por nadie lo que siente por Marcos. ¿Cómo puede dejar de
verlo? ¿Ella no tiene derecho a ser feliz?
* * *
Enamorarse es misterioso. Puede suceder en una variedad de lugares de una variedad de
formas, pero no importa cómo suceda, una vez que te enamoras, puede sentirse como lo más
importante del mundo. Nada puede interponerse en el camino. Parece que tu única opción es
hacer lo que creas que el amor te dice que hagas.
Sandra y Felipe se están enamorando, entonces están viviendo juntos. No pueden dejar que
las ideas anticuadas sobre el matrimonio se interpongan en el camino del amor. Amber y
Jeremy se están enamorando, por lo que mantienen su relación. No pueden permitir que el
hecho de que tienen creencias religiosas diferentes se interponga en el camino del
amor. Marcos y Julia se están enamorando, por lo que llevan a cabo una aventura que
amenaza con romper el matrimonio de Julia. No pueden permitir que los reparos morales
sobre el adulterio se interpongan en el camino del amor.
¿Qué deberíamos hacer con todo esto? Tal vez te estás enamorando de alguien. Tal vez
estás en una situación como la que describí y te preguntas a dónde ir desde aquí. Podríamos
verlo desde varios ángulos, pero te invito a enfocarte en una simple pregunta: ¿Qué dice
Dios?
Honrando el Matrimonio
Dios nos creó al hombre y a la mujer, por lo que es justo decir que enamorarse es su
invención. La pregunta es, ¿qué dice él acerca de cómo debemos manejar este misterioso
invento suyo, esta poderosa atracción entre el hombre y la mujer? ¿Qué dice Dios acerca de
que las parejas no casadas vivan juntas? ¿Qué dice Dios acerca de enamorarse de alguien
sin una fe viva? ¿Qué dice Dios acerca de dejar a tu cónyuge por alguien que te hace más
feliz? Dios dice en la Biblia, "Honroso sea en todos el matrimonio" (Hebreos 13:4). Eso es lo
más básico a tener en cuenta cuando se trata de enamorarse.
¿Por qué el matrimonio es tan importante? Mi denominación, la Iglesia Cristiana Reformada,
tiene un formulario de bodas que dice:
Al poner su bendición en un matrimonio, Dios tuvo la intención de que proveyera: un contexto
dentro del cual el esposo y la esposa pueden ayudarse y consolarse mutuamente y encontrar
compañía; un escenario en el que podemos expresar tierna y amorosamente los deseos que
Dios nos dio; un ambiente seguro dentro del cual los hijos pueden nacer y aprender a conocer
y a servir al Señor; y una estructura que enriquece a la sociedad y contribuye a su función
ordenada.
En el plan de Dios, cuando el matrimonio prospera, también lo hacen los hombres, las
mujeres, los niños y toda la sociedad. No podemos menospreciar el matrimonio ni pretender
que no importa. Hay mucho en juego.
En las escuelas, en el lugar de trabajo y en las fuerzas armadas, existe una preocupación
sobre el acoso sexual, y hay esfuerzos para definir el consentimiento sexual. Ahora, estoy de
acuerdo en que necesitamos una buena definición de consentimiento, pero necesitamos una
definición que sea mucho más antigua y mucho mejor que cualquier lista moderna de
reglas. Tienes un consentimiento legítimo, aprobado por Dios, para la intimidad sexual solo si
ambos han dicho: "En lo bueno, en lo malo, en la riqueza, en la pobreza, en la enfermedad y
en la salud, mientras ambos vivamos". El matrimonio es la única política sexual que
funciona. Cualquier otro enfoque significa problemas.
El sexo casual es una forma de deshonrar el matrimonio, pero no es la única. ¿Qué hay de las
parejas que se enamoran y viven juntas sin casarse? Dicen que está bien siempre y cuando
se amen y los dos estén dispuestos. Pero, ¿qué dice Dios? Él dice: "Honroso sea en todos el
matrimonio". Las parejas no casadas que viven juntas deshonran el matrimonio.
¿Por qué tantas personas piensan que "vivir juntos" es una buena idea? Algunas parejas viven
juntas porque piensan que el matrimonio no significa mucho. "¿Quién necesita un pedazo de
papel o un anillo de bodas? Nos amamos. Eso es todo lo que importa".
Pero no todos los que viven juntos piensan de esa manera. Algunos ven el matrimonio como
un compromiso serio, y no quieren hacer promesas que no pueden cumplir. Ellos no quieren
que su matrimonio se desmorone como tantos otros que conocen, por lo que la convivencia
tiene sentido para ellos. Pueden disfrutar el uno del otro por el momento, y
también pueden usarlo como un experimento para descubrir si son compatibles. Si funciona,
siempre pueden casarse más tarde. Si no funciona, bueno, no hay daño.
La ironía de esto es que, según cada estudio que se ha hecho alguna vez, es mucho más
probable que las personas que viven juntas antes del matrimonio se divorcien que aquellas
que no viven juntas antes. Y además, no es cierto que cuando las personas viven juntas y
luego se separan, no se hagan daño. La Biblia enseña que cuando dos personas se unen
físicamente, se convierten en una sola carne. Se vuelven vulnerables el uno al otro, y sus
vidas se entrelazan entre sí. Si luego se separan y se van por caminos separados, pierdes
parte de ti mismo.
¿Y qué hay de los niños? Millones de niños nacen de amantes en unión libre. ¿Qué hay de
ellos? Los niños cuyos padres viven en una relación desechable no tienen mucha
seguridad. ¿Hay algo con lo que realmente puedan contar?
Además, una cantidad desproporcionada de abuso infantil está en manos de los amantes en
unión libre, y los niños con más probabilidades de unirse a las pandillas son aquellos cuyos
padres no se molestan en casarse. Cuando el matrimonio se desmorona, también lo hace la
sociedad. Solo mira alrededor.
Dios dice: "Honroso sea en todos el matrimonio". Cuando decides que sabes más que Dios,
que está bien vivir juntos sin estar casados, te traicionas a ti mismo, traicionas a la persona
que amas, traicionas a tus hijos y a tu sociedad, y traicionas al Dios que te creó para algo
mejor. Para honrar realmente el matrimonio, debes buscar permanecer puro antes del
matrimonio y fiel dentro del matrimonio. La Biblia dice: "Honroso sea en todos el matrimonio, y
el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios" (Hebreos
13:4). Así que, además de todos los otros problemas que conlleva deshonrar el matrimonio, te
enfrentas al juicio de Dios.
Yugo Desigual
Veamos ahora las decisiones sobre con quién salir y con quién casarse. Una niña puede
pensar que está bien enamorarse de un niño a pesar de que dice ser Cristiana, y él no está
interesado. Pero, ¿qué dice Dios? En la Biblia él dice, "No os unáis en yugo desigual con los
incrédulos" (2 Corintios 6:14). Él dice que una mujer Cristiana es "libre es para casarse con
quien quiera, con tal que sea en el Señor" (1 Corintios 7:39).
En el capítulo 2 de Malaquías, la Biblia dice que algunas personas del pueblo de Dios
rompieron la fe e hicieron algo detestable. ¿Qué habían hecho? Se habían casado con
personas que adoraban a otros dioses, quienes no tenían un compromiso con el único Dios
verdadero. Esta ruptura de la fe fue tan grave que el profeta Malaquías dijo: "Jehová cortará
de las tiendas de Jacob al hombre que hiciere esto, al que vela y al que responde, y al que
ofrece ofrenda a Jehová de los ejércitos".
Dios prohíbe el matrimonio fuera de la fe, y eso significa que ni siquiera deberías salir con
alguien fuera de la fe. Después de todo, si no puedes decir que no a la oferta de una cita con
alguien no Cristiano, ¿cómo vas a romper con esa persona una vez que esté profundamente
enamorado? Dios quiere que seas uno en cuerpo y también uno en espíritu con la persona
con la que te casas. Si sirves a Jesús, ¿cómo puedes ser uno en espíritu con alguien que
ignora a Jesús? Es una cuestión de lealtad. Si dices ser Cristiano, pero te casas con una
persona de otra religión, o te casas con una persona que tiene antecedentes eclesiásticos
pero cuya fe significa muy poco, estás dando un gran paso lejos de Jesucristo. Puedes
pensar que ganarás a la persona para Cristo, pero con mucha más frecuencia, funciona de
otra manera. Dios se vuelve cada vez menos importante para ti. Estás bajo una constante
presión para poner la voluntad de tu esposo o esposa por delante de la voluntad de Dios, y el
hecho de que te hayas casado con esa persona en primer lugar es una prueba de que cuando
la situación es crítica, Jesús no viene en primer lugar en tu vida.
Y hay más. Cuando te casas fuera de la fe, estás arriesgando no solo tu propia alma sino
también el alma de cualquier hijo que puedas tener. ¿Qué pasará con tus hijos? Puedes tratar
de mostrarles el camino de Dios, pero tu cónyuge vive de otra manera. Puedes sentir la
tentación de resentirte con tu cónyuge por poner en peligro las almas de los niños. Pero no
tienes a nadie más que a ti mismo como culpable. Tú eres el que conocía el camino de Cristo
pero elegiste a alguien que no compartía tus convicciones. Tú eres el que eligió arriesgar las
almas de tus hijos por el bien de tu propia felicidad. Si eres es Cristiano, Dios te llama a
casarte con alguien que hace que tu compromiso con Cristo sea más fuerte en lugar de más
débil, y que tengas el tipo de fe que te gustaría que sus hijos tuvieran.
Adulterio
Pasemos a otro aspecto más del enamoramiento. ¿Qué pasa si estás casado con una
persona, pero estás enamorado de otra? No puedes imaginarte cómo puede ser feliz a menos
que dejes a tu cónyuge por esta otra persona. Así es como lo sientes, pero ¿qué dice Dios?
En Malaquías 2, la Biblia les habla a varias personas divorciadas que están molestas porque
Dios no las bendecirá.
Haréis cubrir el altar de Jehová de lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la
ofrenda... Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu
juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto.
¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque
buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis
desleales para con la mujer de vuestra juventud.
Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio... (2:13-16).
Cuando estás locamente enamorado de alguien que te excita más que la persona con la que
te casaste, tal vez te preguntes: "¿Cómo puede ser malo cuando se siente tan bien?". Pero la
verdadera pregunta es: "¿Cómo puede ser correcto cuando Dios dice que está tan mal?".
Lo sé, algunas personas se encuentran en situaciones donde la separación y el divorcio les
son impuestas, pero ahora estoy hablando con aquellos que han decidido romper sus
promesas solo porque la hierba se ve más verde al otro lado de la valla. Por amor a Dios, por
el bien de tu cónyuge, por el bien de tus hijos, honra tu matrimonio. No rompas la fe.
Parece que casi todos en estos días están tratando de hacer que los niños se sientan mejor
sobre el divorcio, hasta la televisión infantil. Un pajarito vive con una mami en una parte del
bosque, mientras que papi vive en otra parte del bosque. El pajarito canta: "Allí está el árbol
de papá, y aquí está el árbol de mamá. No viven juntos, pero los dos me aman". Los adultos
esperan que los niños se adapten para hacer frente al divorcio, pero los adultos se niegan a
adaptarse para evitar el divorcio. Los adultos dejan de amarse los unos a los otros, y luego se
preguntan por qué sus hijos están preocupados de que sus padres dejen de amarlos. ¿Es
justo esperar que los niños de cuatro y catorce años sean más maduros y flexibles que los de
cuarenta? Deberíamos hacer todo lo posible para apoyar a los hijos del divorcio y asegurarles
el amor de sus padres, pero si deseas ayudar a los hijos al máximo, no te divorcies en primer
lugar.
Siguiendo el Plan de Dios
No podemos deshonrar el matrimonio y luego decir que está bien porque vivimos en tiempos
cambiantes. Ningún cambio puede mejorar el plan de Dios para dos personas comprometidas
la una con la otra de por vida y comprometidas con él, el Señor de la vida.
Cuando estés soltero, mantente sexualmente puro, y cuando estés casado, entrégate plena y
alegremente a tu cónyuge. Disfruta del milagro que ocurre cada vez que dos personas se dan
el regalo de sí mismas, cuando prometen amarse, caminar juntas y ser uno con el otro sin
importar nada. Deja que tu matrimonio sirva como una imagen del increíble amor entre Jesús
y su iglesia (Efesios 5:21-33).
El Señor es fiel y espera que su pueblo sea fiel. Dios cumple sus promesas y espera que su
pueblo cumpla las suyas. Él dice: "Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla;
pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios".
Busca obedecer a Dios y evitar el mal. Si todavía no estás en una relación de unión libre, no
comiences. Si no estás saliendo con alguien fuera de la fe, no comiences. Si no está teniendo
una aventura amorosa o está considerando divorciarte, asegúrate de no hacerlo
nunca. Pero, ¿y si ya lo has reventado, y estás recibiendo este mensaje demasiado
tarde? Bueno, en cierto sentido, nunca es demasiado tarde. Dios no solo es el Creador que
nos muestra lo que es correcto, sino que también es el Salvador que puede perdonarnos y
cambiarnos cuando estamos equivocados. Esto solo puede suceder cuando la sangre de
Jesús lava tus pecados y su Espíritu Santo renueva tu vida. Así que deja de fingir que eres tu
propio jefe e inclínate ante Dios. Deja de pretender que las elecciones que has hecho están
bien. Admite tu pecado, pídele a Dios el amor de Jesús, y luego comienza a obedecer a Dios
a partir de ahora.
Si has estado viviendo con alguien, confiesa tu pecado ante Dios. Entonces o te casas o
terminas la relación. No sigas viviendo en pecado.
Si sales con una persona que no es Cristiana, rompe con ella antes de que la relación vaya
más lejos. Es difícil, pero tienes que hacerlo. No puedes comprometer tu vida con alguien con
lealtades diferentes.
Si ya te has casado con una persona así, la situación es diferente. Has hecho tus
promesas. No puedes borrar el pasado. Abandonar a tu esposo o esposa ahora solo
empeoraría las cosas. Busca el perdón de Dios por tu elección pasada, y luego ora por su
ayuda. Ora para que Dios en su misericordia, sin embargo, gane a tu cónyuge e hijos, y
dedícate a convertirte en un ejemplo de amor y de piedad que pueda ayudar a ganarlos para
Cristo (1 Corintios 7:12-16).
Si estás teniendo una aventura, acaba con ella ahora. Luego busca el perdón de Dios y el
perdón de tu esposo o esposa.
Si ya te has divorciado de tu esposo o esposa para casarte con otra persona, pídale a Dios
que te perdone y te limpie. Entonces confiésale a la persona que abandonaste que estabas
equivocado. Ahora estás sujeto a alguien más; no puedes deshacer el daño a todas las
personas que lastimas. Pero al menos puedes admitir que hiciste mal y buscar su perdón.
Para resumirlo todo, Dios dice que debemos obedecer su voluntad de casarnos, y si no
obedecemos, debemos arrepentirnos, pedirle perdón al Señor y a los demás, y honrar la
voluntad de Dios para el matrimonio a partir de ahora.
Preparado originalmente por David Feddes para Ministerios de Regreso a Dios
Internacional. Usado con permiso.
Divorcio y Segundas Nupcias (Dr. Feddes)
"¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?" (Mateo 19:3).
Los anuncios aparecen en la pantalla de mi ordenador. Uno dice: "Divorcio simple en línea,
bajo costo, rápido, fácil, garantizado. Su solución de divorcio en línea: solo $249". Otro
promete una oferta aún mejor: "Un divorcio sin culpa. Solo $25.95". ¿Qué podría ser mejor
que un divorcio que no cuesta mucho y en el que nadie tiene la culpa? Otro anuncio se titula
"Divorcio fácil en línea" y ofrece "paquetes fáciles de divorcio". La compañía dice: "Nos
enorgullecemos de la calidad de nuestros paquetes de divorcio". Otra empresa de "divorcio
fácil en línea " se jacta de aparecer en programas de noticias de televisión y ofrece una
garantía de devolución de dinero del 100%. No estoy en el mercado de los divorcios, pero
aparentemente es un negocio en auge. Las compañías en línea compiten con bufetes de
abogados más tradicionales por una parte de las ganancias en el negocio de los trámites de
divorcio.
¿Está bien el divorcio siempre y cuando hagas los trámites y completes los formularios
correctos? Algunas personas parecen creer que sí, y eso no es nada nuevo. Cuando Jesús
caminó sobre la tierra, conoció a personas que pensaban de la misma manera. Ellos
pensaban que estaba bien que un hombre se divorciara de su esposa por cualquier
motivo. Muchas de estas personas formaban parte de un grupo religioso de élite llamado los
fariseos. Ellos pensaban que Dios mismo les había dado el derecho de un divorcio fácil,
siempre que hicieran los trámites necesarios. Su posición atraía a muchas personas que
querían a Dios de su lado, pero que no querían quedarse atrapados con una persona por el
resto de sus vidas.
El divorcio fácil era popular en la época de Jesús, y los oponentes de Jesús querían usar esto
como un arma en contra de Jesús. Los fariseos estaban molestos porque muchas personas
se encontraban interesadas en Jesús, y ellos estaban ansiosos por hacer que Jesús se viera
mal y se volvieran en contra de él. Una forma segura, decidieron, era hacerle la pregunta del
divorcio a Jesús: "¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?".
Si tuvieras que responder a esa pregunta, ¿qué dirías? ¿Está bien divorciarse de alguien
simplemente porque quieres? ¿Está bien que una mujer se divorcie de su esposo si deja
arriba el asiento del retrete con demasiada frecuencia? ¿Está bien que un hombre se divorcie
de su esposa si ella engorda veinte libras y quiere casarse con alguien más joven y más
delgada? ¿Está bien que una mujer se divorcie de su esposo si él ve demasiados eventos
deportivos en la televisión? ¿Está bien que una pareja se divorcie porque no se llevan muy
bien? ¿Está bien divorciarse de alguien si quieres casarte con alguien que crees que te hará
más feliz? ¿La ley de Dios aprueba divorciarse de alguien por cualquier motivo?
En la época de Jesús, muchas personas consideraban las enseñanzas del rabino Hillel como
una guía. Hillel era un maestro popular, y algunas personas todavía veneran sus ideas. Hillel
tenía una visión permisiva acerca del divorcio. Algunos otros maestros tomaban una postura
más estricta, pero Hillel y sus seguidores enseñaban que un hombre podría divorciarse de su
esposa por cualquier motivo. Si ella no cocinaba lo suficientemente bien como para
complacerlo, él podía divorciarse de ella con la aprobación de Dios. Si encontraba una mujer
más bella, podría divorciarse de su esposa actual y volver a casarse con aquella que le
resultara más atractiva. Hillel decía que esto estaba bien siempre y cuando existiera un
certificado de divorcio apropiado, y usaba un fragmento de la Ley de Moisés para mostrar que
Dios lo apoyaba. La visión permisiva de Hillel acerca del divorcio atrajo a un gran número de
seguidores.
Cuando los fariseos le preguntaron a Jesús: "¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por
cualquier causa?" no hacían la pregunta por una verdadera curiosidad. Ellos ya sabían que
Jesús se oponía al divorcio fácil. Anteriormente, Jesús había dicho que hacer los trámites
necesarios no hacía que el divorcio fuera correcto. Jesús mencionó solo una excepción en la
que Dios permitía el divorcio, pero, de lo contrario, dijo que el divorcio y las segundas nupcias
significaban adulterio, y que ninguna cantidad de papeleo podía cambiar ese hecho (Mateo
5:32-33).
Los enemigos de Jesús querían usar esto en contra de Jesús. Le hicieron a Jesús la pregunta
acerca del divorcio para que repitiera su oposición ante el divorcio. Ellos sabían que una forma
rápida para que un predicador molestara a las personas y las disgustara era decir algo acerca
del divorcio. Querían hacer tropezar a Jesús. Querían destacar cómo es que Jesús se
diferenciaba del rabino Hillel y de la comprensión adecuada de la ley de Dios dada a
Moisés. Querían que las personas que habían estado siguiendo a Jesús tuvieran dudas sobre
él. Las personas podrían pensar que los puntos de vista de Jesús acerca del matrimonio y del
divorcio no eran realistas, y podrían cambiar su lealtad ante Jesús hacia los líderes religiosos
que enseñaban que el divorcio era un derecho otorgado por Dios.
Piensa en lo que sucede hoy si alguien quiere divorciarse, pero la iglesia dice que el divorcio
es incorrecto. Es probable que esa persona abandone a su cónyuge y también salga de su
iglesia y encuentre una iglesia diferente. Lo he visto suceder. Un hombre deja a su esposa y
comienza a vivir con otra mujer. Los ancianos de su iglesia lo confrontan y le dicen que está
haciendo mal, pero en lugar de arrepentirse, lleva a su novia a una iglesia que está cerca del
vecindario y que es más permisiva. O una mujer está harta de su marido y lo deja por razones
que la iglesia dice que no son suficientes. Esto la molesta, entonces ella sale de su iglesia y
encuentra una que la hace estar "más cómoda". Este es el tipo de cosas que los enemigos de
Jesús querían explotar. Querían que Jesús dijera cosas sobre el divorcio que irían en contra
de la sabiduría aceptada y que ofenderían a muchas personas divorciadas, para que las
personas abandonaran el círculo de Jesús y se unieran a un grupo donde se sentirían más en
casa.
¿Mejor No Casarse?
Cuando los fariseos le preguntaron a Jesús sobre el divorcio, querían causar problemas, y lo
lograron. Incluso los discípulos más cercanos de Jesús estaban molestos por su fuerte visión
del matrimonio. Los discípulos le dijeron: "Si así es la condición del hombre con su mujer, no
conviene casarse" (Mateo 19:10). Los discípulos pensaron que si estar casado significaba
quedarse con la misma persona para bien o para mal hasta la muerte, sería mejor quedarse
soltero. Si tu pregunta principal sobre el matrimonio es: "¿Qué hay en él para mí?", entonces
querrás asegurarte de que puedas escapar si no es tan divertido como lo habías esperado.
Incluso los propios discípulos de Jesús fueron infectados por una visión débil del matrimonio y
un enfoque permisivo del divorcio. Todavía hoy es impactante y atemorizante escuchar a
Jesús declarar: "Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre". Preferimos el lema: "Si al
principio no tienes éxito, inténtalo, inténtalo de nuevo". Si el matrimonio con una persona no
resulta de la forma en la que deseas con una persona, salte de la mala situación, termina el
matrimonio y vuelve a intentarlo con otra persona. Pero Jesús dice que Dios diseñó la unión
de una sola carne para que ésta sea un vínculo de por vida. Solo si tu cónyuge rompe el
vínculo mediante la inmoralidad sexual, se te permite terminar el matrimonio y casarte con otra
persona.
Podrías pensar: "Dame un descanso. Hay muchas razones válidas para el divorcio y para las
segundas nupcias, aparte del comportamiento inmoral de una pareja. Lo que Jesús dice no es
realista". Pero ¿Jesús es poco realista? Él es el Hijo de Dios, el Creador de la realidad.
¿Cómo puede el Creador de la realidad ser poco realista? Si pensamos que Jesús suena
poco realista, somos nosotros los que estamos fuera de contacto con la realidad. La
enseñanza de Jesús no es fácil, pero es verdadera, correcta y realista. Si ignoramos sus
palabras, terminamos peleando contra las estructuras más profundas de la realidad, y no
podemos ganar.
Los discípulos pensaron que si el matrimonio iba a ser tan permanente e irrompible como lo
dijo Jesús, entonces era mejor no casarse en absoluto. Jesús respondió diciendo: "No todos
son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado... El que sea capaz de recibir
esto, que lo reciba" (Mateo 19:11-12). No cualquiera puede aceptar lo que Jesús dice sobre el
matrimonio. Solo si Dios te da el don de la fe en Jesús y el obsequio de la obediencia a su
enseñanza, aceptarás lo que dice Jesús sobre el matrimonio y el divorcio. De lo contrario,
verás un punto de vista sobre el matrimonio y sobre el divorcio que te gustará más que la
palabra de Jesús. Pero si Dios te da el regalo de una relación con Jesús y puedes aceptarlo a
él y a sus palabras, entonces debes aceptar lo que dice.
Tal vez ya ofendiste a Dios al efectuar un divorcio que iba en contra de las instrucciones de
Jesús. Si es así, cree en las palabras de Jesús y confiesa que has pecado. Luego pídele a
Dios misericordia y perdón, y busca el poder de su Espíritu para ser fiel y obediente a Dios a
partir de ahora. La gracia del Señor puede cubrir tu pecado, pero no es una gracia
barata. Jesús pagó por esta misericordia con su propia sangre, y él te llama a partir de ahora a
seguir el camino estrecho y difícil que lleva a la vida.
Fiel
¿Por qué es tan importante ser fiel en el matrimonio y evitar el divorcio? Bueno, el divorcio
suele ser muy difícil para quienes se separan, y es especialmente difícil para sus hijos. Pero el
problema es aún más profundo que el dolor que causa. Dios llama a su pueblo a reflejar su
propio carácter. Dios es fiel y cumple sus promesas, y una persona que representa a Dios
siempre cumple su promesa incluso cuando ésta duele (Salmo 15:4). Entonces, cuando las
personas que dicen tener una relación con Dios rompen sus votos y son infieles al pacto
matrimonial, violan la imagen del Dios fiel que guarda su pacto. Las Escrituras incluso dicen
que el matrimonio está diseñado para reflejar la relación entre Cristo y su iglesia. ¿Realmente
queremos que Jesús nos abandone y se separe de nosotros si hacemos cosas que no le
gustan? Si confiamos en que el Salvador siga amando y perdonando a su iglesia, ¿cómo
podemos dejar de amar y de perdonar a nuestro cónyuge? Si violamos nuestros votos
matrimoniales, enviamos un mensaje de que así es como Jesús trata a su iglesia, y eso es
una ofensa horrible contra el Señor.
Si estás luchando en tu matrimonio, no lo deseches. Soporta ahí. Las palabras de Jesús
pueden no ser fáciles, pero son las mejores, y serás bendecido si sigues sus caminos. Aquello
que Jesús ordena, también te da el poder para hacerlo. Con su Espíritu Santo trabajando en ti,
puedes permanecer fiel a tu matrimonio.
Mencioné anteriormente un estudio que halló que la mayoría de las personas en matrimonios
infelices que decidieron seguir con su matrimonio descubrieron que su relación terminó
mejorando. Eso puede parecer imposible en tu situación, pero puede suceder, especialmente
si deseas agradar a Dios, confiar en Jesús y depender del poder del Espíritu Santo. Escucha
una carta que escribió una mujer:
Estimado Pastor Feddes,
Me gustaría decirle que ha sido una gran bendición en mi vida. El Espíritu Santo usó sus
sermones para enamorarme de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Por supuesto, el
maligno no perdió el tiempo y comenzó a atacarme a través de mi propia familia. Mi esposo y
yo nos separamos. Estábamos hablando de divorcio. Ambos estábamos llenos de odio y
enojo. Pensé que nuestro matrimonio era el más desordenado de todos los matrimonios y que
solo el mayor milagro en la tierra lo salvaría.
En ese momento ella estaba sorprendida de un sermón sobre la declaración de Jesús de que
todo es posible para los que creen. Ella todavía pensaba que ningún matrimonio podía ser
más feo que el de ella. "Sin embargo," ella escribe,
Decidí tomar en serio su consejo y dije: "Sí, es posible. Con Dios todo es posible". Luego le di
todo a Dios, en el nombre del Señor Jesús, y efectivamente, todo comenzó a cambiar
gradualmente para mejor. Han pasado casi tres años desde esa horrible pesadilla y--¡alabado
sea el Todopoderoso!--nuestro matrimonio no puede ser mejor. Estamos muy cerca del Señor
y, a menudo oramos, tomándonos de nuestras manos. Ahora disfrutamos estar juntos.
¿Qué pasaría si esa mujer o su esposo hubieran elegido el camino del divorcio y las segundas
nupcias? Eso habría destruido el camino hacia la reconciliación y hacia el amor renovado. En
un momento dado ellos estaban tan enojados y se odiaban tanto que no podían vivir en la
misma casa, pero no buscaron el amor con otra persona, y eventualmente Dios levantó su
matrimonio de entre los muertos.
¿Qué hay de ti? ¿Tu matrimonio está muerto? ¿Estás seguro? E incluso si está muerto,
¿estás seguro de que no puede revivir? Conozco a un Salvador que se especializa en la
resurrección. ¿Lo conoces?
Maltrato Conyugal (Dr. Feddes)
Maltrato Conyugal por David Feddes
¿Hay algo peor que un hombre que abusa de su esposa? Bueno, al menos una cosa es peor:
un hombre que abusa de su esposa y usa la religión para justificarse. Ya es suficientemente
malo actuar como un monstruo, pero es aún peor decir que estás actuando como un monstruo
porque Dios quiere que lo hagas. Es triste decirlo, hay hombres que son líderes en su iglesia y
prominentes en su comunidad y, sin embargo, golpean a sus esposas y creen que tienen todo
el derecho de hacerlo.
Un pastor golpeó a su esposa y luego la ató a la cama con una cadena para perros. Tres días
después, se le entumecieron las manos, por lo que el pastor aflojó la cadena un poco. Cuando
salió de la casa, la mujer maltratada escapó. Esa es una historia real, y todavía no te he dicho
la parte más loca. Cuando la mujer denunció el incidente y un tribunal le ordenó al pastor que
participara en un programa para abusadores, él se indignó. "Aquí estaba siendo amable con
ella aflojando la cadena", se quejó, "y ella se aprovechó de eso".
Más de un hombre tiene la idea de que una mujer existe solo para satisfacer todos sus
caprichos, y si no lo hace, él tiene todo el derecho de castigarla. Él puede maldecirla,
humillarla, gritarle, amenazarla, sacudirla, abofetearla, empujarla, golpearla, jalarla del pelo y
degradarla sexualmente. Él puede atacarla emocionalmente o asaltarla físicamente cada vez
que ella no cumpla con sus expectativas. Y sus expectativas son tan quisquillosas o tan
extrañas que no puede estar a la altura de ellas. Es demasiado común para los maridos
abusar de las esposas, y es aún más común que el abuso ocurra cuando los hombres y las
mujeres viven solos.
Algunos hombres abusivos saben en el fondo que lo que están haciendo es horrible. Algunos
de ellos incluso dicen después que lo lamentan y prometen que no volverá a
suceder. Pero sucede. Sus disculpas no cambian su comportamiento abusivo. Otros hombres
brutalizan a las mujeres sin siquiera un remordimiento de conciencia. No ven nada malo con
eso. Se imaginan que la mujer lo ve venir. Hay al menos dos tipos de abusadores: los
abusadores apologéticos y los abusadores arrogantes. Los abusadores apologéticos son los
que saben que está mal, pero que no parecen poder detenerse. Los abusadores arrogantes
son los que dicen que el abuso está justificado. De cualquier manera, el abuso es dañino
y malvado, y ninguna mujer debería tolerarlo.
No lo Recibas Más
Si eres una mujer que está siendo abusada, no lo recibas más. Si estás viviendo con un
hombre sin estar casada, no deberían estar juntos en primer lugar, incluso si no hay
abuso. Dios ordena que un hombre y una mujer se comprometan el uno con el otro en el
matrimonio antes de que se muden juntos. Es peligroso seguir viviendo con un hombre
abusivo, y simplemente es incorrecto. Entonces, si estás viviendo con un novio, múdate y
pídele ayuda a Dios para empezar de nuevo.
Si estás casada, la situación es diferente. Se han comprometido el uno con el otro, y puedes
sentir que debes quedarte con tu esposo, incluso si es abusivo. Pero es un gran error soportar
el abuso y no hacer nada para detenerlo. Si tú y tu esposo son parte de una iglesia, denuncia
el abuso ante los líderes de la iglesia. Cualquier iglesia que valga la pena llamará a tu esposo
a arrepentirse, y la iglesia los apoyará a ambos para obtener la ayuda que necesitan para
sanar su matrimonio herido.
Si la iglesia no interviene, o si tu esposo no quiere escucharte, da el siguiente paso. Ofrécele
una elección a tu esposo. Dile que o bien puede informarle de su problema a un consejero, o
que lo denunciarás a la policía. Dile que o él puede cambiar sus costumbres o que puede
cambiar su domicilio. Dile que ya no podrá vivir contigo a menos que aprenda a tratarte
bien. No solo lo amenaces. Prepárate para actuar. Si tu esposo no cambia, denúncialo ante
las autoridades y obtén la ayuda de la ley para obligarlo a irse. Si la policía y los
tribunales no lo obligan a mudarse, entonces múdate tú misma si es posible. Déjale en claro a
tu esposo que si no puede vivir contigo sin dañarte, entonces no podrá vivir contigo.
Sé que puede ser terriblemente difícil de hacer. Si eres como una gran cantidad de mujeres
maltratadas, no sientes que puedes participar mucho más, pero al mismo tiempo no puedes
renunciar a darle un ultimátum a tu esposo o a perseverar en la misión. Tal vez todavía
sientes algo de amor por él. O tal vez no ves la forma en la que podrías salir adelante
económicamente. O tal vez simplemente temes enfrentarte a tu marido. ¿Quién sabe cuánto
podría lastimarte si fuerzas el problema? Pero mira el otro lado: ¿quién sabe cuánto puede
lastimarte si no fuerzas el asunto? Y si tienes hijos, ¿quién sabe cuán gravemente él podría
lastimarlos?
Abusando de la Biblia
Pero tal vez hay algo más que te detiene: tu religión. Si conoces lo que dice la Biblia sobre el
perdón, puedes preguntarte cómo puedes exigir que tu esposo busque ayuda o se marche.
¿No es eso implacable y no Cristiano? Además, la Biblia dice que te sometas a tu esposo,
entonces, ¿cómo puedes insistir en que él se adapte o sea echado? Eso no suena muy
sumiso. Para colmo, Dios dice en la Biblia: "Aborrezco el repudio". Entonces, ¿cómo puedes
siquiera considerar la posibilidad de un divorcio?
Si tu esposo es un congregante, él puede seguir recordándote estas cosas. Él usa la Biblia de
la misma manera que usa su voz y sus puños: para controlarte y lastimarte. Pero no dejes que
se salga con la suya. Aquí está la verdad del asunto: tu marido está equivocado. Él viola la
Palabra de Dios cada vez que te viola. Y si usa la Biblia para controlarte, no es solo un
abusador de su esposa; es un abusador de la Biblia.
Si estás casado con un abusador que se disculpa, él puede decir que lamenta el dolor que te
causó, pero la verdadera pregunta es: ¿está lo suficientemente arrepentido como para buscar
ayuda para cambiar su comportamiento? Si no, ten cuidado. Él va a seguir abusando de ti. Si
insistes en que él obtenga ayuda, puedes recurrir a la Biblia y decir que no estás confiando
como deberías de hacerlo, que tu deber es solo perdonar, olvidar y darle otra oportunidad.
Pero no dejes que él abuse de la Biblia de esa manera. El perdón es importante, pero tu
relación no puede ser restaurada ni recuperada hasta que tu abusador apologético asuma la
responsabilidad de su pecado y haga lo que sea necesario para cambiar.
Si estás casada con un abusador arrogante, él puede seguir diciéndote que el abuso es tu
culpa. No te lo creas. Tal vez él le dice que nada de esto pasaría si solo trabajaras más para
complacerlo. Pero esa es una mentira. Incluso si lo decepcionaste, eso no le da derecho a
golpearte. Él no te está golpeando porque le fallaste. Te está golpeando porque no puede
controlarse a sí mismo y por eso está tratando de controlarte. Y, por favor, no permitas que tu
abusador arrogante te diga que debes ser más sumisa. Lo que el Señor dice acerca de la
sujeción, no significa que Dios quiera que seas un saco de arena para un hombre a quien Dios
ordena amarte y apreciarte.
Dale a tu esposo la opción, ya sea de obtener ayuda o de irse, y estarás haciendo lo correcto.
Un matrimonio violento no es más agradable para Dios que un matrimonio roto. No
estás haciendo nada noble ni honrando para Dios si simplemente te quedas con tu esposo y le
permites seguir lastimándote a ti y también a tus hijos. Dios odia la violencia tanto como odia
el divorcio, por lo que debe estar tan ansioso por detener el abuso como para evitar el
divorcio. Enfrenta a tu esposo y ofrecerle una elección. Si él no cambiará sus costumbres,
entonces él es el elegido para destruir el matrimonio, no tú.
¿Estoy promoviendo el divorcio? De ningún modo. Creo que el divorcio es demasiado común
en estos días. Dios quiere que el matrimonio sea de por vida. Pero a veces no lo es. El
matrimonio es compartir una unidad profunda, no solo compartir la misma dirección. La Biblia
dice en Efesios 5 que un hombre y una mujer se convierten en una sola carne (v. 31). Y
entonces "los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a
su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la
sustenta y la cuida" (v. 28-29). Un hombre que abusa de su esposa no la trata como a su
propio cuerpo, como a una sola carne con él. Él destruye la unidad con su esposa, y eso
destruye el matrimonio. El divorcio es simplemente un reconocimiento legal de ese hecho.
Entonces, si tienes que separarte de un hombre abusivo y terminar divorciándote, no pienses
que tú fuiste quien mató el matrimonio. Tu abusador lo hizo. Él es quien golpeó el matrimonio
hasta la muerte. Solo le estás dando un entierro legal.
Dándole Una Oportunidad Al Amor
Mientras tanto, sin embargo, la meta de pararte y decirle a tu esposo que él tendrá que
cambiar o marcharse no es tanto enterrar un matrimonio muerto como darle una última
oportunidad al amor. El objetivo es salvar el matrimonio, mientras todavía haya algo de vida
en él. Quizás todavía tengan al menos un poco de amor el uno por el otro, algún sentido de
unidad a pesar de toda la crueldad. Sin embargo, si él sigue abusando de ti y tú sigues
dejando que suceda, cualquier chispa restante de amor y de unidad eventualmente se
extinguirá. Debes confrontar a tu esposo con una elección lo antes posible, antes de que tu
matrimonio muera completamente.
Lo mejor que puedes hacer por tu matrimonio y lo más amoroso que puedes hacer por tu
esposo es hacerlo enfrentar las consecuencias de su pecado y de su violencia. No estás
ayudando a nadie si solo permites que el abuso continúe. Estás poniendo en peligro tu propia
salud física y mental y tal vez la de tus hijos, y también estás poniendo en peligro la salud
espiritual de tu esposo. No le está haciendo ningún favor si lo ayudas a salirse con la suya con
su violencia y si le facilitas que se hunda más y más en el mal. Él necesita algo que lo sacuda
y que lo despierte. Entonces, por tu propio bien, por el bien de tus hijos, por el bien de tu
esposo y por amor a Dios, no soportes el abuso. No permitas que tu esposo abuse de ti, y no
permitas que abuse de la Biblia torciéndola para defender una situación que Dios detesta.
Hasta ahora, les he estado hablando principalmente a las mujeres maltratadas, pero todos
debemos prestar atención. Algunos de nosotros, especialmente las personas de la iglesia,
estamos tan ansiosos por guardar las apariencias, estamos tan a favor del matrimonio y nos
oponemos al divorcio, que cuando una situación abusiva llama nuestra atención, instamos a la
mujer a seguir allí sin importar nada. Le decimos a la víctima que tiene que permanecer en la
cámara de tortura, por lo que terminamos del lado de su torturador.
Estoy tan ansioso como cualquier persona por apoyar el matrimonio, pero también
necesitamos apoyar a aquellos para quienes el matrimonio es una tortura. Necesitamos
ayudar a los cónyuges abusados a cambiar su matrimonio o a escapar de él. En lugar de
agregar nuestra condena al abuso que estas mujeres ya han sufrido, debemos mostrarles
nuestro amor y compartir el amor de Dios con ellas.
Maridos que Reflejan a Cristo
Dios quiere que el amor y la dulzura de Jesús se reflejen en la manera en que los hombres
tratan a sus esposas. Efesios 5:25 dice: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo
amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella". Este mandato viene justo después de uno
de los pasajes más mal utilizados en la Biblia, aquel que dice: "Las casadas estén sujetas a
sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo
es cabeza de la iglesia" (Efesios 5: 22-23). A los maridos dominantes les puede gustar golpear
a sus esposas con este pasaje sobre la sujeción, pero esos hombres están abusando de la
Biblia casi tan mal como están abusando de sus esposas.
Toda esta sección de las Escrituras comienza diciendo: "Someteos unos a otros en el temor
de Dios" (v. 21). "Someteos unos a otros." En un matrimonio Cristiano saludable, la esposa se
somete a su esposo en todo, y al mismo tiempo, el esposo se entrega completamente por el
bien de su esposa, así como Cristo se dio a sí mismo por la iglesia. ¿Jesús abusó de su
iglesia? No, él murió por ella. Y ese es el patrón de Dios para la forma en la que los esposos
deben tratar a sus esposas: no las dominan, sino que están dispuestos a morir por ellas, si es
necesario.
Pero, ¿qué pasa con la afirmación de que el marido es cabeza de la esposa? A algunos
hombres les encanta eso. Lo citan para ellos mismos y para sus esposas y dicen: "¿Ves? La
Biblia dice que yo soy la cabeza. Y eso significa que soy el jefe. Tienes que aceptar mis
órdenes. Estoy a cargo, hacemos las cosas a mi manera, y siempre que no estemos de
acuerdo en algo, tienes que ceder".
Bueno, eso puede ser lo que algunos hombres autoritarios quisieran pensar, pero no es lo que
dice la Biblia. La Biblia no dice que el hombre es la cabeza de la esposa al igual que un
dictador es el jefe de sus súbditos. Dice que el hombre es la cabeza de la esposa ya que
Cristo es el cabeza de la iglesia. Y eso significa que el hombre debe ser el primero en
sacrificarse, el primero en mirar no hacia sus propios intereses sino a los intereses de la otra
persona. Dios no le dice al esposo que sea un cobarde intimidado. La jefatura de un esposo
como Cristo implica fortaleza, liderazgo e iniciativa, pero éstos son siempre para edificar a
quien amas.
Las enseñanzas de la Biblia sobre la jefatura de ninguna manera alientan a los esposos a ser
insensibles y dominantes, y ciertamente no dejan excusa para el abuso directo. El esposo es
la cabeza, no el puño. Como cabeza, tienes ojos para admirar a tu esposa y ver sus
necesidades, tienes oídos para escucharla, labios para hablar con ella y besarla, y un cerebro
para entenderla y pensar en aquello que le importa. Entonces, si eres la cabeza, actúa así. No
actúes como un puño.
Efesios 5 entra en detalles sobre la sumisión, la autoridad y el sacrificio como el de Cristo,
sobre ser una sola carne y sobre el marido tratando a su esposa como a su propio cuerpo. Un
pasaje que es muy similar en su mensaje básico, pero mucho más corto, es Colosenses 3:18-
19. "Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a
vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas" (v. 18-19). ¿Hay alguna manera más simple
de decirlo? "Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas". No seas áspero
en tus palabras. No seas áspero al tomar decisiones arbitrarias. Y ciertamente, no seas
áspero y abusivo de ninguna manera física.
El amor es lo opuesto a la aspereza. En 1 Corintios 13:4-5, la Biblia dice esto sobre el amor:
"El amor es sufrido, es benigno... No hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no
guarda rencor". Ese es el tipo de amor de Dios, y es el tipo de amor que los esposos deberían
tener para sus esposas. "Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas".
Atento y Respetuoso
Veamos uno más de los mandamientos de la Biblia hacia los esposos. Este viene del apóstol
Pedro en 1 Pedro 3:7: "Maridos,... vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a
vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no
tengan estorbo".
Aquí hay dos mandamientos básicos. El primero es ser sabio. Considera las ideas y
sentimientos de tu esposa, sus necesidades y deseos. Haz todo lo que puedas para
entenderla mejor. Es posible que debas dejar el periódico, apagar el televisor y dedicar más
tiempo a prestar atención a tu esposa. Dios dice que seas considerado, y nada es más básico
para la consideración que la conversación. Así que pasen tiempo hablando juntos y
escuchándose el uno al otro. Entonces ustedes dos realmente podrán comenzar a pensar
como uno solo. Antes de tomar una gran decisión, asegúrense de discutirlo juntos. Y cuando
tú debas tomar decisiones, piensa en ella antes de pensar en ti mismo. Si deben tener una
discusión, discutan sobre cuál de ustedes puede ser el primero en ceder a los deseos del
otro. Se considerado mientras vives con tu esposa.
El segundo mandamiento que Pedro da es darle honor a tu esposa. Honra a tu
esposa. Admira la forma en que Dios la hizo. Toma nota de sus buenas intenciones. Elógiala
más de lo que la criticas. Nunca insultes ni te burles de tu esposa. Nunca la menosprecies o la
avergüences. Nunca, jamás, la ataques físicamente, y tampoco ataques su dignidad.
Anímala. Felicítala. Edifícala. Trátala con respeto.
Pedro dice que trates a tu esposa con respeto "como a vaso más frágil". Casi todas las
mujeres son más débiles que su esposo. Eso no las hace menos inteligentes o menos
importantes, pero sí significa que el hombre casi siempre tiene una mayor fortaleza física.
¿Deberías respetar a tu esposa menos porque eres más fuerte? ¡Eso es una locura! Un platón
de plástico es menos frágil que una hermosa antigüedad hecha de porcelana fina, pero ¿cuál
es más valioso? El solo hecho de que la porcelana sea frágil significa que la tratas con mayor
cuidado y respeto.
La mayoría de las mujeres son físicamente frágiles comparadas con los hombres. Si eres un
hombre, es probable que tengas suficiente fuerza física como para herir a tu esposa,
lastimarla, romperle los huesos e incluso matarla. También tienes un gran poder para
intimidarla emocionalmente. Incluso si no la golpeas, puedes aterrorizarla si siempre estás
perdiendo los estribos, gritando o arrojando cosas, porque ella sabe muy bien que tienes el
poder físico para aplastarla. Esto hace que sea aún más urgente que tu esposa sienta tu
respeto hacia ella. Ella necesita saber que la aprecias y la valoras, que dedicarás tu fortaleza
a ayudarla, no a lastimarla. Físicamente, eres el gigante en el matrimonio, pero Dios te ordena
que seas un gigante amable.
Y recuerda, cualesquiera que sean las diferencias en la fortaleza física, ustedes dos son
iguales en lo más importante de todo: su posición ante Dios. Debes tratar a tu esposa con
respeto porque ella es tan heredera de la vida eterna como tú. Ella es tan hija de Dios como
tú. Jesús murió por ella tan seguramente como murió por ti. Si Jesús ama a tu esposa lo
suficiente como para morir por ella, a él no le va a gustar si la maltratas. Si usas tu poder para
no ayudar a tu esposa, sino para hacerle daño, ¿cómo puedes esperar que Jesús use su
poder para ayudarte? Si no escuchas a tu esposa y no respondes a sus deseos, ¿cómo
puedes esperar que Dios te escuche cuando le oras? "Maridos, vivid con ellas sabiamente,
dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida,
para que vuestras oraciones no tengan estorbo". Dios te llama a ser un gigante amable, no un
ogro; a liderar amando, no peleando.
Si has estado abusando o maltratando a tu esposa de alguna manera, debes parar. Deja de
dar excusas, y arrepiéntete ahora mismo. Confiésale tu pecado a Dios. Después confiésale tu
pecado a tu esposa. Después confiésale tu pecado a un pastor u a otra persona que pueda
hacerte responsable. Y si aún así no puedes cambiar, busca un consejero que pueda ayudarte
a identificar y a lidiar con las fuerzas letales que te están dominando. Digo con la autoridad
de Dios mismo: tienes que cambiar, y debes usar todos los recursos que Dios te provee para
ayudarte a cambiar. "Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas".
Este mensaje fue preparado originalmente por David Feddes para Ministerios de Regreso a
Dios. Usado con permiso.
Abominación antinatural
No te echarás con varón como con mujer; es abominación. (Levítico 18:22).
Aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo
también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos
con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí
mismos la retribución debida a su extravío... quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que
los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se
complacen con los que las practican. (Romanos 1:26-27, 32)
Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos,
habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo,
sufriendo el castigo del fuego eterno. (Judas 1:7; ver Génesis 19)
Lavados, santificados, justificados
¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los
idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones,
ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de
Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis
sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. (1 Corintios
6:9-11)
¿Matrimonio homosexual?
• Estudio holandés de "relaciones comprometidas" homosexuales
*Duraron un promedio de dos años
*Más del 95 por ciento tuvieron otras parejas sexuales durante esos dos años.
*El promedio fue de otras ocho parejas por año.
Algunos activistas temen que la aprobación oficial del matrimonio homosexual no será lo
suficientemente inclusiva.
*Puede excluir a los bisexuales y a los transexuales
*Puede excluir a la poligamia legalizada
Punto de vista sobre el matrimonio del editor homosexual
• "Estaría a favor del matrimonio si pensara que los homosexuales desafiarían y cambiarían la
institución y no comprarían el significado tradicional de 'hasta que la muerte nos separe' y de
la monogamia para siempre".
• Si el matrimonio no tuviera ninguna de las cosas que hacen que el matrimonio sea lo que es,
¡estaría dispuesto a ello!
1. NO entre un hombre y una mujer
2. NO un compromiso de serle sexualmente fiel a una persona
3. NO con la intención de que duran toda la vida.
¿Qué es un hogar saludable?
David Frum: Si piensas en la pareja como una asociación que puede o no involucrar hijos, o si
te has acostumbrado a la idea de que los hijos en un hogar a menudo tendrán una relación
biológica con un adulto pero no necesariamente con el otro, entonces no considerarás el
matrimonio entre personas del mismo sexo como una idea muy exótica; de hecho, estarás
listo para creer que los prejuicios y el odio son las únicas razones posibles por las que alguien
podría oponerse al matrimonio entre personas del mismo sexo.
No sólo adultos
David Frum: para oponerte efectivamente al matrimonio entre personas del mismo sexo,
debes creer que el matrimonio es más que un contrato entre dos adultos que dan su
consentimiento, más que una exigencia sobre los empleadores y el gobierno por los beneficios
económicos. Tienes que creer que los niños necesitan madres y padres, sus propias madres y
padres. Tienes que creer que la convivencia entre personas no casadas está mal, incluso
cuando los heterosexuales lo hacen. Pierde esas creencias y el caso para el matrimonio se ha
perdido.
Argumentos contradictorios,
• Los homosexuales que exigen, "mantener al gobierno fuera de nuestra habitación", no deben
exigir, "tener la licencia del gobierno y apoyar lo que hacemos en nuestra habitación".
• Los homosexuales que dicen: "Lo que estamos haciendo no es asunto de nadie más", no
deberían seguir diciendo, "Lo que estamos haciendo es tan importante para el bien público y
para el futuro de la sociedad que debería tener la misma posición pública y aprobación del
gobierno que el matrimonio".
• Los pecadores quieren que el rey y el sacerdote los bendiga.
Falsos profetas
• Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por
dentro son lobos rapaces. (Mateo 7:15).
• Hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el
único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo. (Judas 4)
• El humanismo secular y el liberalismo teológico apóstata son las fuerzas impulsoras detrás
de la revolución sexual.
Iglesias firmes
• Si la sociedad rechaza la influencia Cristiana, la Iglesia aún debe enseñar la Palabra de Dios.
• El gobierno no necesita castigar cada pecado, pero Dios castigará el pecado con el infierno
si no hay arrepentimiento y confianza en Cristo. Las iglesias deben advertir sobre la ira de
Dios contra el pecado, incluso si no es algo que el gobierno deba castigar.
• Las iglesias deben excomulgar a las parejas homosexuales, no bendecirlas ni hacerlas
líderes.
DIOS
Hablamos de Dios como el hecho último de nuestra situación, porque él es quien da existencia
y significado a cualquier otro hecho. Los demás hechos existen sólo porque Dios los creó y
continúa sosteniéndolos. Y tienen significado sólo porque Dios les concede significado en
forma autoritativa dentro de su creación. Esto significa que siempre debemos interpretar todos
los hechos a la luz de la existencia y el carácter de Dios. De modo que, cuando nos
detenemos a considerar la importancia ética de los hechos, es importante comenzar con Dios.
Nuestra discusión sobre Dios como el hecho último de la ética cristiana se centrará en tres
aspectos familiares del carácter de Dios: su autoridad, que incluye su derecho a gobernar
sobre toda la creación; su control, que es su poder y su gobierno sobre toda la creación; y su
presencia, su existencia y manifestación en la creación. Empecemos observando la autoridad
de Dios, o su derecho a gobernar, sobre toda la creación.
Autoridad
Todas las Escrituras dejan en claro que Dios tiene la autoridad, el derecho a gobernar, sobre
toda la creación. Este derecho a gobernar deriva del hecho de que Dios es el creador y
sustentador de toda la creación. No hay rincón alguno de la creación que Dios no haya
creado, o que no dependa de él para su continua existencia. Su autoridad como creador tiene
al menos tres atributos básicos que siempre debemos recordar en la ética cristiana. Primero,
su autoridad es absoluta; segundo, es exclusiva y tercero, es exhaustiva. Observemos con
mayor detalle estas ideas, comenzando con la naturaleza absoluta de la autoridad de Dios
como creador.
Absoluta
La autoridad de Dios es absoluta en el sentido que Dios tiene libertad completa y total por
encima de lo que creó. Las Escrituras a menudo ilustran la autoridad absoluta de Dios
comparándola con la autoridad que tiene un alfarero sobre su barro. Hallamos estos motivos
en pasajes como Isaías capítulo 29 versículo 16, Isaías capítulo 45 versículo 9, Jeremías
capítulo 18 versículos 1 al 10 y Romanos capítulo 9 versículos 18 al 24.
Escuchen cómo Pablo se refirió a la autoridad de Dios en Romanos capítulo 9 versículos 20 al
21
Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al
que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro,
para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? (Romanos 9:20 – 21)
Las preguntas retóricas de Pablo nos enseñan que puesto que Dios es el creador de todo,
tiene la libertad y el derecho de hacer lo que quiera con lo que creó.
Y lo que es cierto sobre la autoridad absoluta de Dios sobre la gente lo es también sobre su
autoridad sobre el resto de la creación. Dios puede hacer lo que le plazca con todo lo que
creó. Tiene la libertad y el derecho de actuar sobre ello como él lo estime conveniente, de
pedir lo que desee y de juzgarlo según sus propios parámetros.
Así que, cuando Dios revela sus juicios éticos, estos son verdaderos y nunca están sujetos a
escrutinio. En general, los cristianos aceptan la idea de que Dios tiene el derecho de
mandarlos y determinar sus juicios éticos. Pero demasiado a menudo, nos rehusamos a
aceptar los juicios éticos de Dios, a menos que sean confirmados por algún otro parámetro, y
buscamos excusas para evitar someternos a lo que él ha establecido con tanta claridad. Sin
embargo, tal como lo vimos, la autoridad de Dios en la ética es absoluta. Sus juicios morales,
y su perspectiva sobre el bien y el mal deben ser aceptados como verdaderos simplemente
porque él así lo dijo.
Segundo. Además de poseer autoridad absoluta, Dios posee también autoridad exclusiva
sobre todo lo que ha creado.
Exclusiva
Cuando decimos que la autoridad de Dios como creador es exclusiva, estamos afirmando que
sólo Dios posee autoridad absoluta. La autoridad absoluta sólo pertenece al creador, y Dios es
el único creador. Por lo tanto, sólo Dios ostenta está autoridad última. Existen otras
autoridades como los espíritus, los ángeles y las autoridades terrenales. Incluso los individuos
poseen cierta medida de autoridad sobre sus propias vidas. Pero todas estas clases de
autoridad han sido delegadas por Dios, de modo que la autoridad de Dios siempre es superior
a la autoridad de la criatura En consecuencia, toda autoridad menor es anulada por la
autoridad mayor del creador. Es por eso que la Biblia insiste en que nuestras decisiones éticas
deben tomarse en absoluta sumisión a Dios.
Tercero. Además de poseer autoridad absoluta y autoridad exclusiva, Dios posee también una
autoridad exhaustiva sobre el universo.
Exhaustiva
Cuando afirmamos que la autoridad de Dios es exhaustiva, estamos diciendo que ésta se
extiende sobre cada detalle de todo lo que él creó. Y este hecho tiene por lo menos dos
implicaciones: Primero, que todas las criaturas están bajo la autoridad de Dios. En otras
palabras, a pesar de que muchos seres humanos están en rebelión en contra de Dios y se
rehúsan a someterse a sus mandamientos, los juicios morales de Dios rigen sobre ellos. No
importando dónde vivimos o quiénes somos, y no importando cuál sea nuestra cultura o
nuestra religión, todos los seres humanos somos responsables ante Dios. Y segundo, puesto
que Dios creó todas las cosas, no hay aspecto alguno de la creación que sea moralmente
neutral. Él creó todo con un propósito, y le asignó un carácter moral. Todo en la creación, o
funciona como Dios quiere que funcione, por lo tanto, bueno; o está en desacuerdo con su
voluntad y, por lo tanto, malo. Toda la creación, hasta su más mínimo detalle, está sujeta a él.
Por eso, para servir a Dios, siempre tenemos que considerar y someternos a su autoridad.
Después de analizar la autoridad de Dios, debemos volver nuestra atención a un segundo
hecho sobre Dios: su control sobre toda la creación, su poderoso gobierno sobre todo lo que
existe.
Control
Desde el principio, tenemos que reconocer que las diferentes ramas de la iglesia cristiana
entienden en forma distinta el control de Dios sobre su creación. Pero los cristianos estamos
en gran medida de acuerdo, porque las Escrituras son muy claras sobre ciertos aspectos del
control de Dios.
Limitaremos nuestra discusión a dos aspectos básicos relacionados con el control de Dios
sobre la creación. Primero, hablaremos sobre el carácter soberano del control de Dios; y
segundo, destacaremos el carácter moral de control de Dios. Consideremos, en primer lugar,
la naturaleza soberana del control de Dios sobre la creación.
Soberano
A través de los siglos, los cristianos han afirmado consistentemente el control soberano de
Dios sobre la creación. Desde luego que los teólogos y las denominaciones han discrepado
sobre algunos puntos. Pero, en general, los cristianos siempre han afirmado la enseñanza
bíblica de que Dios tiene el poder infinito y el derecho infinito de controlar la creación en la
forma que él estime conveniente. Más aun, puesto que él es un rey bueno y responsable para
con su creación, él ejerce su poder y su derecho para el beneficio de su reino.
Desafortunadamente, en diversas formas, tanto los cristianos como los no cristianos han
argumentado a veces que el control soberano de Dios sobre su creación es incompatible con
la idea de la responsabilidad moral humana. Han creído en forma equivocada que ambas
ideas no pueden ser ciertas. O Dios es soberano, o somos responsables — pero no ambos.
En años recientes, esta perspectiva se ha expresado en un movimiento conocido como teísmo
abierto. El teísmo abierto enseña que para que Dios pueda hacer responsables a los seres
humanos de sus decisiones éticas y de su comportamiento, los seres humanos tienen que
tener el control definitivo sobre sus vidas. Insiste en que si Dios tiene el control soberano
sobre el universo, entonces no tiene el derecho a hacernos responsables por lo que hacemos.
Entonces, para poder preservar la responsabilidad ética del ser humano, el teísmo abierto
enseña que Dios, o ha limitado voluntariamente su soberanía, o es en esencia incapaz de
controlar toda la creación. Concluye que Dios no sabe lo que sucederá, que sólo ejerce una
influencia limitada sobre lo que suceden en la creación, y a menudo está frustrado con la
forma en que se desarrolla la historia. En resumen, el teísmo abierto niega el control soberano
de Dios para poder reafirmar la responsabilidad humana.
Ahora, desde el punto de vista histórico, la teología cristiana siempre ha enseñado que el
control soberano de Dios es totalmente compatible con la responsabilidad humana. De hecho,
más que ver el control soberano de Dios como excluyente con la responsabilidad humana, la
teología cristiana ha seguido a las Escrituras en insistir en que los seres humanos son
moralmente responsables ante Dios precisamente porque Dios tiene un control soberano
sobre su creación. Analicemos lo que esto significa.
Por una parte, muchos pasajes bíblicos enseñan que Dios tiene un plan para su creación que
lo abarca todo, y que él controla la creación con el objetivo de llevar a cabo su plan. Por
ejemplo, la Biblia algunas veces habla de un propósito inmutable, como en Hebreos capítulo 6
versículo 17, o de decisiones y planes que hizo antes de la fundación del mundo, como en
Mateo capítulo 13 versículo 35 y en Efesios capítulo 1 versículo 4. Otras veces, se refiere al
plan según el cual él controla a toda la creación, como en Romanos capítulo 8 versículo 28.
Incluso habla de su determinación sobre las personas y las cosas, como en Hechos capítulo 4
versículo 28 y Romanos capítulo 8 versículo 29.
Ahora, los cristianos han calificado el control que Dios ejerce sobre el universo, relacionándolo
en varias formas con cosas como su presciencia, su voluntad activa y pasiva, y sus decretos
positivos y permisivos. Pero en el análisis final, el cristianismo histórico siempre ha afirmado
que dado que Dios es el creador, él puede ejercer y de hecho ejerce un control soberano
sobre su creación.
Por otra parte, más que ver el control soberano de Dios como algo contrario a la
responsabilidad ética, el cristianismo ha visto en el control soberano de Dios la base de la
responsabilidad ética.
Escuchemos la forma en que Pablo estableció la relación entre el control soberano de Dios y
nuestra responsabilidad en Filipenses capítulo 2 versículos 12 al 13.
Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros
produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. (Filipenses 2:12-13)
Noten aquí que los cristianos de Filipos tenían que vivir en forma moral y reverente porque
Dios estaba trabajando en sus vidas, haciendo que ellos desearan y actuaran de acuerdo a su
plan soberano. De esta forma, su control soberano sobre sus vidas era la base de su
responsabilidad moral. En vez de ver la soberanía divina y la responsabilidad humana como
mutuamente excluyentes, Pablo comprendió que la soberanía de Dios es el fundamento de la
responsabilidad humana.
Ahora que hemos hablado del carácter soberano del control de Dios sobre la creación,
estamos listos para hablar sobre el carácter moral de su control, observando las formas en
que Dios diseñó la creación para que esta fuese propicia a la moralidad.
Moral
Un principio muy importante de la ética cristiana es que Dios no fuerza a los seres humanos a
situaciones morales sin salida. Las Escrituras nos enseñan que no importa cuán complejos
parezcan los dilemas morales, Dios siempre provee del medio y la oportunidad para evitar el
pecado.
Este principio general está establecido en 1 de Corintios capítulo 10 versículo 13, donde Pablo
escribió estas palabras:
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os
dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la
tentación la salida, para que podáis soportar. (1 Corintios 10:13)
Presencia
Nuestra discusión sobre la presencia de Dios en la creación se dividirá en tres secciones:
Primero, hablaremos de Dios como el Rey del pacto; segundo, hablaremos de él como el
Señor encarnado; y tercero, hablaremos de él como el Espíritu ministrador. Vamos primero
con el rol de Dios como el rey del pacto sobre la creación, y particularmente sobre la
humanidad.
Rey del Pacto
Dios ha estado presente en medio de la humanidad como nuestro rey del pacto desde que
creó a Adán y Eva. Tal como lo vimos en la lección anterior, nuestros primeros padres fueron
creados a la imagen de Dios, sus reyes vasallos, cuya tarea era extender el reino de Dios por
toda la tierra. Y Dios estaba presente en forma manifiesta para bendecirlos cuando fueran
fieles, y para maldecirlos cuando pecaran.
Luego de la caída de la humanidad en el pecado, Dios ya no caminó con Adán y Eva en el
tranquilo huerto de Edén. Sin embargo, Dios no abandonó a su creación; él permaneció
presente en medio de la raza humana como su rey del pacto.
Desde luego que Dios siempre ha estado invisiblemente omnipresente. Pero también ha
aparecido en muchas manifestaciones visibles, como la columna de fuego y la nube como
leemos en Éxodo capítulo 13. Además, él se hizo presente a través de milagros como la
división del Mar Rojo en Éxodo capítulo 14. También se presentó en forma especial con
ciertos personajes como Elías, quien invocó fuego del cielo en 2 de Reyes capítulo 1. Con
frecuencia se nos presenta a Dios como el rey del pacto que ofrece protección, bendiciones a
su pueblo, y que maldice y destruye a sus enemigos. Y hoy día Dios aún es nuestro rey, tal
como lo enseñó Jesús en Mateo capítulo 5 versículos 34 y 35.
La presencia de Dios en medio de nosotros como nuestro rey del pacto nos dice que él está
aquí para reforzar sus juicios sobre toda la tierra y sus habitantes.
Tal como lo sostiene Hebreos capítulo 4 versículo 13:
No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están
desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. (Hebreos 4:13)
Dios ve todo porque Dios está presente en todas partes, y nos juzga sobre la base de lo que
ve. Recordarán que en lecciones anteriores definimos la ética como:
Teología, viéndola como un medio para determinar qué personas humanas, hechos y
actitudes reciben la bendición de Dios, y cuáles no.
Al mediar ante el Padre en los cielos, Jesús se asegura de que nuestras obras sean juzgadas
con misericordia y no con severidad, motivando al Padre a que extienda su gracia hacia
nosotros, y nos fortalezca para resistir el pecado y nos otorgue el perdón.
Tercero, la presencia terrenal de Jesús en medio nuestro nos provee del supremo parámetro
de rectitud para la vida humana.
Las Escrituras registran muchos detalles de la vida de Cristo, y cada uno de estos nos
presenta un cuadro de conducta, pensamientos, emociones y juicios éticos perfectos. Y ahora
Dios nos está conformando a la imagen de Cristo, proveyéndonos no sólo de un modelo para
imitar, sino también del poder para que seamos como él.
Y cuarto, nuestra victoria moral está asegurada por la presencia de Jesús.
El ministerio terrenal de Jesús dio comienzo a la restauración total del reino de Dios. Al vencer
en la cruz a sus enemigos y a los nuestros, Jesús nos dio el poder para prevalecer en las
batallas morales, y aseguró nuestra victoria final.
Ahora no podemos estar en la presencia humana de Cristo en la tierra. Sin embargo, su
presencia pasada en la tierra fue determinante para ilustrar la conducta ética, y también para
hacer posible la conducta ética. Su continua presencia en el cielo es parte integral de nuestro
caminar ético ante Dios.
Después de hablar sobre Dios como nuestro rey del pacto y Señor encarnado, tenemos que
enfocarnos en la presencia de Dios como nuestro Espíritu ministrador, y que constituye la
presencia más directa de Dios, y que comúnmente hallamos en esta época.
Espíritu Ministrador
Cuando Jesús ascendió a los cielos, él derramó su Espíritu sobre su iglesia. El Espíritu Santo
nos ministra en diversas formas. Sin embargo, nos limitaremos a mencionar sólo dos de sus
ministerios principales entre nosotros. Primero, el Espíritu Santo habita en cada creyente,
permitiéndonos y motivándonos a tomar decisiones éticas.
En Romanos capítulo 8 versículos 9 y 10, el apóstol Pablo escribió estas palabras acerca de
la presencia del Espíritu Santo:
Vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en
vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros,
el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la
justicia. (Romanos 8:9 y 10)
Pablo dijo que el Espíritu Santo hace dos cosas que son centrales en la ética cristiana.
Primero, nos da vida espiritual y, segundo, nos controla. Consideremos cada una de estas
ideas con más detalle.
A causa de la caída de la humanidad en el pecado, todos los seres humanos nacen en un
estado de muerte espiritual. Esto nos hace moralmente impotentes; no tenemos la capacidad
de hacer nada que Dios en última instancia pueda considerar bueno. Pero cuando el Espíritu
Santo nos da una nueva vida, él nos da también la capacidad moral para que podamos hacer
buenas obras, lo que significa que podemos y debemos confiar en que el Espíritu Santo nos
ayudará a resistir el pecado.
El Espíritu Santo cambia nuestros corazones y mentes para que amemos a Dios y anhelemos
sus bendiciones. En resumen, él nos da el deseo de vivir éticamente y, como consecuencia,
tenemos la obligación moral de someternos a su control sobre nuestras vidas, y de seguir a
nuestros deseos piadosos en lugar de los deseos pecaminosos.
Además de habitar en nosotros, el Espíritu Santo también ministra, otorgando dones a los
creyentes dándoles capacidades sobrenaturales para realizar las obras de servicio para la
iglesia.
El Espíritu Santo ha capacitado a los creyentes en diversas formas a través de toda la historia.
Aun cuando el Espíritu habitó en todos los creyentes, incluso los del Antiguo Testamento, sólo
le otorgó dones espirituales a individuos especiales, como los profetas, los sacerdotes y los
reyes. Pero el Antiguo Testamento apuntaba además a un día cuando el Espíritu sería
derramado sobre todo el pueblo de Dios.
Escuchen las palabras de Pedro en Hechos capítulo 2 versículos 16 al 17:
Esto es lo dicho por el profeta Joel: "Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi
Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes
verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños." (Hechos 2:16 – 17)
Joel había profetizado acerca un tiempo en que el Espíritu Santo se derramaría sobre todos
los creyentes, extendiendo los dones espirituales a todo aquel en que él habitase. Además
Pedro enseñó que esto sucedería en Pentecostés. Desde ese día en adelante, todo creyente
en la iglesia ha recibido el don del Espíritu Santo.
En pasajes como 1 de Corintios capítulo 12, Romanos capítulo 12 y Efesios capítulo 4, así
como en la historia de la iglesia, vemos que algunos dones espirituales son muy comunes —
cosas como servir, predicar, enseñar, evangelizar, animar, contribuir y administrar. Los dones
más espectaculares, tales como las visiones, los milagros y las lenguas son menos comunes.
Pero, independientemente de qué dones espirituales tengamos, lo que queremos enfatizar es
que el Espíritu Santo concede dones para edificar la iglesia. De modo que cualquiera sea el
don que poseamos, nuestro deber moral es usarlo para el bien del pueblo de Dios.
Escuchen la enseñanza de Pablo sobre este tema en 1 de Corintios capítulo 12 versículos 7 y
11:
A cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho…Todas estas cosas las
hace uno y el Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere. (1 Corintios 12:7-
11)
Una de las claras implicaciones éticas de vivir en la presencia del Espíritu Santo es que
estamos obligados a identificar y usar los dones que Dios nos da.
Algunos de los hechos más fundamentales que debemos considerar en cualquier situación
ética corresponden a Dios mismo: su autoridad absoluta, exclusiva, exhaustiva; su control
moral y soberano sobre la creación y su presencia en medio de nosotros como rey del pacto,
Señor encarnado y Espíritu ministrador. Si poseemos el fundamento de una comprensión
adecuada de quién es Dios, estaremos mucho más preparados para tomar decisiones que le
agraden a él y nos traigan bendición.
Luego de identificar los hechos relacionados con Dios mismo, estamos listos para detenernos
en los hechos que conforman la creación en general, incluyendo tanto su aspecto físico como
su aspecto espiritual.
CREACIÓN
La teología sistemática tradicional ha dicho que todo lo que existe ante todo habita en uno de
los tres ámbitos fundamentales. Primero, está el ámbito sobrenatural. Este ámbito está por
encima de la naturaleza. A pesar de que a menudo usamos este término para referirnos a
todo lo que no es parte de nuestro mundo natural, tiene un uso más técnico en la teología
sistemática. Específicamente, se refiere a Dios y a sus obras, dado que sólo Dios mismo es
verdaderamente más grande, más poderoso y más autoritativo que el mundo natural.
Segundo, está el ámbito natural. Este es el mundo creado por Dios en Génesis, capítulo 1, el
mundo en el que vivimos y operamos. Sin duda, este es lado de la creación más familiar para
los seres humanos.
Y tercero, está el ámbito de lo preternatural, el ámbito que está más allá de la naturaleza. No
está por sobre la naturaleza como Dios lo está, sino que más bien está paralelo a la
naturaleza como un aspecto distinto de la creación. Este es el ámbito habitado por los
espíritus invisibles como los ángeles y los demonios.
En línea con esta idea tradicional, nuestra discusión sobre los hechos de la creación se
dividirá en dos partes. Primero, observaremos los aspectos preternaturales de la creación,
tomando en consideración cómo el ámbito espiritual habitado por ángeles y demonios se
relaciona con la ética cristiana. Y segundo, nos concentraremos en el mundo natural y su
relación con la ética. Comencemos con los aspectos preternaturales e invisibles de la
creación.
Preternatural
Lamentablemente, los cristianos modernos, especialmente en los países occidentales, casi
siempre les prestan poca atención a los ángeles y a los demonios invisibles que se mueven e
interactúan con nosotros. Esto no debería sorprendernos. Después de todo, nuestra
experiencia humana está típicamente limitada al mundo natural. Interactuamos
constantemente con otra gente y con nuestro medioambiente físico, y normalmente tratamos
de explicarnos la mayor parte del mundo y los sucesos que nos rodean como fenómenos
naturales. Raramente ponemos énfasis en el mundo preternatural Pero el hecho es que los
ángeles y los demonios tienen un impacto significativo en las cosas que suceden en nuestras
vidas y, como resultado de ello, el mundo preternatural será de vital consideración cuando
tengamos que tomar decisiones éticas.
Consideraremos los aspectos preternaturales de la creación bajo dos encabezados distintos
relacionados con la ética cristiana. Primero describiremos a los habitantes del ámbito
preternatural y su relación con el mundo natural; y segundo, nos enfocaremos en el tema de la
guerra espiritual, la lucha cósmica entre el bien y el mal que es muy activa a nuestro
alrededor. Consideremos primero a los habitantes del ámbito preternatural, es decir, los
ángeles y los demonios.
Habitantes
La ciencia moderna habla de la humanidad como considerablemente sola en el universo de
criaturas racionales. Todos nos damos cuenta de que vivimos en un planeta relativamente
pequeño, circulando alrededor de un sol relativamente pequeño en una vasta galaxia que sólo
es una pequeñísima parte del universo.
Pero las Escrituras nos enseñan que Dios también ha poblado el universo con un gran número
de personas espirituales, conocidas como ángeles y como demonios. Los ángeles y los
demonios son inteligentes, son seres racionales que tienen voluntad y personalidad.
Dios creó a todos estos seres como ángeles — puros y perfectos, sirviendo a Dios en su reino
celestial. Pero algunos de estos ángeles se rebelaron voluntariamente en contra de Dios, y
cayeron de su estado de bendición en un estado de condenación. La Biblia generalmente usa
el término ángeles para referirse a los ángeles benditos que han permanecido fieles a Dios, y
generalmente se refiere a los caídos, a los ángeles rebeldes, como demonios. Tanto los
ángeles como los demonios han influenciado en mucho de lo que sucede en el mundo natural.
Veremos el impacto que ambos, ángeles y demonios, ejercen sobre nuestro medioambiente
ético. Comencemos con el tema de los ángeles antes de referirnos al tema de los demonios.
Los ángeles sirven como mensajeros y agentes leales de Dios. Ellos comunican su palabra a
los seres humanos, e interactúan con la humanidad en nombre de Dios. A veces estos son
eventos dramáticos. Por ejemplo, en 2 de Reyes capítulo 19 versículo 35 vemos que el ángel
del Señor dio muerte a ciento ochenta y cinco mil soldados asirios en una noche para detener
la invasión de Senaquerib a Judá. Pero en otras ocasiones los ángeles operan en formas más
mundanas. Por ejemplo, el Salmo 91 versículos 11 y 12 nos enseña que los ángeles también
trabajan para prevenir que tropiecen los pies de los fieles seguidores de Dios.
Hebreos capítulo 1 versículo 14 resume la importante obra de los ángeles, planteando esta
pregunta retórica:
¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán
herederos de la salvación? (Hebreos 1:14)
Por supuesto que la respuesta es "sí." Pero, ¿qué tiene que ver este ministerio con nuestras
decisiones éticas?
Por una parte, los ángeles de Dios trabajan constantemente para asegurar que siempre
tengamos una oportunidad de comportarnos moralmente. Su servicio debería darnos más
confianza en el cuidado y la provisión de Dios. La cual debería animarnos a tomar decisiones
éticas, aun cuando estas decisiones nos ocasionen dificultades.
Más allá de esto, Dios de hecho está usando nuestra salvación para enseñar sabiduría a sus
ángeles en el cielo. Los ángeles no necesitan salvación, y la salvación no está disponible para
los demonios. En definitiva, la salvación es un misterio para ellos. Así, al observar la salvación
de Dios para la humanidad, ellos aprenden más acerca de la gloria de Dios, y son más
capaces de adorarlo.
El Nuevo Testamento habla de esto en muchos lugares, incluyendo Efesios capítulo 3
versículo 10, donde Pablo escribió estas palabras:
Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a
los principados y potestades en los lugares celestiales. (Efesios 3:10)
Cuando nos arrepentimos del pecado y somos bendecidos por Dios, los ángeles aprenden
más acerca de los caminos del Señor y le rinden mayor adoración. De modo que un factor
importante a considerar en nuestras decisiones éticas es la forma en que nuestras decisiones
éticas llevan a los ángeles a adorar y honrar a Dios.
Con esta idea de los ángeles en mente, tenemos que enfocar nuestra atención en los
demonios, y en el rol que juegan ellos como factores de nuestra situación.
Como los ángeles, los demonios son capaces de interactuar en el ámbito natural. Esto lo
hacen para causarnos daño. En el Nuevo Testamento, la forma habitual y más mencionada en
que los demonios atacan a los cristianos es el tentarlos con la idolatría.
Las Escrituras señalan además que los demonios también pueden causarnos daño de otras
formas. Por ejemplo, en Job, capítulos 1 y 2, vemos que a Satanás, el jefe de los demonios,
se le permitió destruir la salud y las posesiones de Job, y matar a su familia. Ahora, tal como lo
aprendimos en estos pasajes, esta fue una circunstancia inusual en la que Dios le permitió a
Satanás ejercer mucha influencia en la vida de Job. No obstante, esto demuestra la clase de
cosas que los demonios pueden realizar en el ámbito natural.
Tal como lo veremos en la próxima sección, las actividades de los demonios tienen muchas
implicaciones para nuestras vidas. Ellos nos tientan constantemente, tratando de apartarnos
de las opciones morales. Es por eso que siempre tenemos que recordar que ellos son un
factor muy importante en nuestra situación.
Ahora, hay incontables implicaciones morales que debiéramos extraer de las actividades de
los habitantes del ámbito preternatural. Pero en función de nuestro propósito, nos
enfocaremos en la guerra espiritual que hay entre ellos, y cómo esta afecta a nuestras vidas
en el ámbito natural.
Guerra Espiritual
Desde que Satanás y el resto de los demonios se rebelaron contra Dios, han estado cercados
en la batalla contra los santos ángeles de Dios. Dado que este conflicto está siendo peleado
entre los espíritus buenos y los espíritus malos, es decir, los ángeles y los demonios,
generalmente hablamos de una guerra espiritual. Las Escrituras mencionan con frecuencia
esta guerra, siendo tal vez el pasaje más conocido la enseñanza de Pablo sobre la armadura
de Dios en Efesios, capítulo 6.
Escuchen las palabras de Pablo en Efesios capítulo 6 versículo 12:
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades,
contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad
en las regiones celestes. (Efesios 6:12)
Aquí Pablo ha señalado que nuestros enemigos incluyen los principados, potestades,
gobernadores y huestes espirituales de maldad del mundo preternatural. Esta guerra espiritual
es una lucha entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal. Más aun, se produce una
influencia ética en nosotros cuando los ángeles nos ayudan a encontrar formas de obedecer a
Dios y cuando los demonios nos tientan para pecar.
Las buenas nuevas son que Jesús ha paralizado la capacidad de los demonios de
superarnos. A través de su muerte y su resurrección, él ya venció a todos sus enemigos.
Pablo enseñó esto en Colosenses capítulo 2 versículo 15, al escribir estas palabras de ánimo:
Despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre
ellos en la cruz. (Colosenses 2:15)
Pero, aun cuando Cristo ganó la guerra, los demonios todavía persisten en sus escaramuzas
en contra nuestra, y continuarán atacándonos hasta que Dios los juzgue en el día final. Por
eso, debemos ser soldados vigilantes, vestidos para la batalla con la armadura de Dios,
confiados en que la gracia de Dios nos fortalecerá para prevalecer en contra de las hordas
demoníacas. Nunca debemos olvidar que esta guerra espiritual es real y un elemento
poderoso de nuestra situación ética.
Una vez entendido esto sobre el mundo preternatural en nuestra mente, podemos revisar las
implicaciones éticas del mundo material y natural en el que vivimos.
Natural
Los detalles del mundo natural son casi ilimitados, de modo que enfocaremos nuestra
atención en el mundo natural como un todo. Primero, hablaremos del lugar del mundo natural
en su condición original en la creación. Segundo, veremos las formas en que la caída de la
humanidad en el pecado ha impactado en el mundo natural. Y tercero, discutiremos las
implicaciones de la redención de la humanidad del pecado para el mundo natural.
Comencemos con el tema de la creación, y con el papel que juega el mundo natural en ella.
Creación
En Génesis capítulo 1, Moisés describió la creación de todo el ámbito natural, enfatizando la
importancia central de la humanidad en la tierra. A partir de su relato, podemos ver que los
seres humanos son parte de la naturaleza. Según Génesis 2 versículo 7, Dios nos creó del
polvo de la tierra, y dado que somos parte de la naturaleza, tenemos la obligación ética de
protegerla.
Moisés dejó en claro, además, que los seres humanos son señores y gobernantes de la
naturaleza. Dios no nos creó iguales a las plantas y a los animales, sino para señorear en
ellos. Escuchen las palabras de Génesis capítulo 1 versículo 28:
Y bendijo Dios a la [humanidad], y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y
sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias
que se mueven sobre la tierra. (Génesis 1:28)
Como resultado de esta maldición, el mundo natural está afectado por el pecado en múltiples
formas. Podríamos resumir la situación del ámbito natural así: la naturaleza es el recipiente de
la maldición de Dios y el instrumento de la ira de Dios. Es decir, la naturaleza está corrompida
por el pecado y a menudo es hostil para con nosotros. Estos son importantes detalles de
nuestra situación natural que hay que considerar en la ética. La naturaleza no es como fue
diseñada originalmente; esto a menudo complica nuestras decisiones éticas porque está
corrompida por el pecado, y a menudo sirve como instrumento de Dios para disciplinarnos.
Al mismo tiempo, el mundo natural no está totalmente corrompido por la caída. La tierra aún
pertenece a Dios, y todo lo que hay en ella también. Esta aún proclama su bondad y su
majestad, y Dios aún la usa para proveernos de muchas cosas buenas. Tal como leemos en
Salmo 19 versículo 1:
Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. (Salmo
19:1)
La naturaleza aún es buena. Aún es la creación de Dios, y aún es medio a través del cual Dios
nos ministra y nos bendice.
Cada vez que enfrentamos decisiones éticas, siempre debemos recordar que tanto la
corrupción de la naturaleza como las bendiciones de la naturaleza continúan siendo
características importantes de nuestra situación.
Luego de hablar de la naturaleza en relación con la creación y con la caída, estamos listos
para ir al tema de la redención, y el rol que juega el ámbito natural en la historia de la
redención.
Redención
Cuando la humanidad cayó en el pecado, el ámbito natural se transformó en un instrumento
de maldición y en un recipiente de la maldición. Pero con la redención, ambos efectos son
revertidos. El ámbito natural se transforma en un instrumento de redención, en tanto Dios obra
en el ámbito natural para llevar a cabo la redención para los seres humanos. Así también se
transforma en un recipiente de la redención, en tanto Dios purga la corrupción del mundo
natural a través de la redención de la humanidad.
La naturaleza funciona en múltiples formas como un medio de redención. Por una parte, Dios
usa las cosas del ámbito natural como herramientas de proceso de redención. Los sucesos
del mundo natural dan testimonio de la grandeza de Dios. Ellos nos ofrecen la oportunidad de
creer en él para salvación, y nos ponen en circunstancias que nos llevan al crecimiento y la
victoria espiritual. Por otra parte, Dios a veces obvia el orden natural y normal en forma
milagrosa, cambiando la naturaleza de modo que esta se nos presenta con señales y
maravillas que edifican nuestra fe.
Consideren Romanos capítulo 8 versículo 28, donde Pablo escribió estas palabras:
A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados. (Romanos 8: 28)
Con la expresión todas las cosas, Pablo quiso decir toda circunstancia, todo suceso, toda
criatura, todo objeto, todo pensamiento, es decir, todo. Esto incluye también todo lo que existe
o sucede en el mundo natural. Dios está en control de todo ello en nuestro beneficio,
favoreciendo nuestra redención.
Así entonces, cuando nos vemos enfrentados a las disyuntivas éticas, es preciso que nos
hagamos preguntas como: ¿Qué me está enseñando Dios a través de mis experiencias del
mundo natural? ¿Cómo puede mi interacción con el mundo natural ayudarme a ser más como
Cristo? Y, ¿cómo puedo usar el mundo natural para darle Gloria a Dios?
Más allá de ello, el ámbito natural mismo va a ser en última instancia un recipiente de la
redención. Dios va a refinar a ambos, al cielo y la tierra, para crear un nuevo cielo y una nueva
tierra. Las Escrituras mencionan esta nueva creación en muchos textos como Isaías 65
versículo 17, Isaías 66 versículo 22, 2 de Pedro 3 versículo 13 y Apocalipsis 21 versículo 1.
Pasajes como estos indican que la corrupción del mundo natural durará hasta que se
complete la redención de la humanidad con el regreso de Cristo. En ese punto, la tierra será
llevada al glorioso destino que Dios ordenó para ella desde el comienzo.
Pablo escribió sobre esto en Romanos capítulo 8 versículos 19 al 21, en donde hallamos
estas palabras:
El anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios…la
creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos
de Dios. (Romanos 8:19 21)
El hecho de que Dios esté redimiendo al mundo natural indica que él le asigna un gran valor.
De modo que, cuando tomamos decisiones éticas, tenemos que considerar también cómo
impactaran nuestras decisiones a la creación natural. Esto significa que tenemos que
plantearnos preguntas como: ¿Qué efecto tendrá mi decisión en el mundo natural? ¿Cómo
puedo incrementar o mejorar el dominio de la humanidad sobre la tierra? Y, ¿cómo puedo
promover un mundo adecuado para la gloriosa presencia de Dios? Cada vez que nos
encontramos con una pregunta ética, debemos considerar las formas en que la creación
influye en nosotros. Y tenemos que recordar de qué manera nuestras acciones impactan
también a la creación.
Ahora que ya hemos identificado los hechos fundamentales que se refieren a Dios mismo, así
como los hechos de la creación en general, estamos listos para considerar los hechos
relacionados con la humanidad, la corona de la creación de Dios.
HUMANIDAD
Abordaremos en dos formas los hechos relacionados con la humanidad. Primero,
consideraremos a la humanidad en el contexto de la sociedad, observando los hechos
relacionados con nuestros intentos de vivir con otros. Y segundo, hablaremos de los seres
humanos como individuos, concentrándonos en nuestros intentos de vivir con nosotros
mismos. Dirijamos nuestra atención ahora a la sociedad humana como característica esencial
de nuestra situación.
Sociedad
Veremos tres aspectos de la sociedad relacionados con nuestro estudio de la ética cristiana.
Primero, consideraremos la solidaridad corporativa de la sociedad humana, la manera en que
Dios ve a la raza humana como grupo unificado. Segundo, hablaremos brevemente de la
similitud de nuestras experiencias humanas. Y tercero, mencionaremos a la comunidad
humana. Veamos primero la solidaridad de la sociedad humana estando frente a Dios.
Solidaridad
En nuestra discusión sobre la solidaridad corporativa de la humanidad, hablaremos del
mandato cultural como una tarea corporativa dada a la humanidad en la creación. Hablaremos
también de la caída como un fracaso corporativo de la raza humana que tuvo consecuencias
corporativas. Finalmente, veremos la redención como la reconstrucción corporativa de la
sociedad humana. Meditemos primero en la tarea corporativa de la humanidad en la creación,
es decir, el mandato cultural.
En una lección anterior, hablamos del mandato cultural como el mandamiento de Dios de que
los seres humanos extiendan su reino hasta lo último de la tierra por medio del desarrollo de la
cultura humana. Este mandato fue dado directamente a Adán y Eva cuando fueron creados.
Escuchen las palabras de Dios para nuestros primeros padres en Génesis capítulo 1 versículo
28:
Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las
aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. (Génesis 1:28)
Por supuesto que Dios nunca quiso decir que Adán engendrara y Eva diera a luz tantos hijos
como para llenar todo el planeta con pueblos y culturas. En vez de eso, su idea fue que ellos
fueran los primeros de muchas generaciones de seres humanos; y que la raza humana
cumpliera su mandato en forma corporativa.
Como resultado, todos los seres humanos son solidarios los unos con los otros. Es decir, Dios
les ha asignado la tarea de llenar y sojuzgar la tierra a la raza humana como un todo, como
una singular entidad corporativa. Pero Dios no le asignó todos los aspectos del mandato
cultural a cada individuo. El mandato cultural obliga a la humanidad como un todo a reproducir
y edificar culturas; y la obligación moral del individuo consiste simplemente en hacer su parte,
en cooperar con toda la humanidad en la realización de esta tarea corporativa.
Esta solidaridad corporativa de la raza humana en el mandato cultural nos enseña algo muy
importante sobre la ética. Nos enseña que desde un primer comienzo, Dios tuvo el propósito
de que los seres humanos consideremos al resto de la gente cuando tomamos nuestras
decisiones individuales. Tenemos que considerar cómo les afectarán nuestras decisiones, y
cómo podemos trabajar juntos para realizar nuestra tarea corporativa de extender el reino de
Dios hasta lo último de la tierra.
Con la tarea de la humanidad en mente, revisemos el tema de nuestro fracaso corporativo
cuando la raza humana cayó en el pecado.
Cuando Dios creó a Adán y Eva, les asignó la tarea corporativa del mandato cultural. Pero
también les asignó roles individuales que contribuirían al éxito de la tarea.
Luego, en la caída, Adán y Eva violaron, cada uno en particular, su rol individual asignado y,
en el proceso, violaron la tarea corporativa que se les había dado. Así entonces, la caída no
sólo implicó los pecados de Adán y Eva como individuos, sino también el rompimiento de su
relación, su estructura de familia ordenada por Dios y, de este modo, la raza humana se unió
en su rebelión contra Dios.
El hecho de que la caída haya sido un fracaso corporativo tiene fuertes implicaciones para la
ética cristiana. Indica que no sólo tenemos la obligación de ser individuos éticamente puros,
sino también de promover la moralidad de los demás individuos. Demuestra que se requiere
que formemos familias y sociedades, y que establezcamos prácticas éticas en medio de tales
relaciones. Nos enseña también que es necesario que seamos cuidadosos con las
tentaciones que se nos presentan a través de tales relaciones.
Luego de considerar la tarea corporativa de la humanidad y nuestro fracaso corporativo en
esa tarea, tenemos que centrar nuestra atención en las consecuencias corporativas de la
caída de la humanidad en el pecado.
Para poder entender las consecuencias corporativas de la caída, es útil recordar que cuando
Dios creó a Adán y Eva, él entró en un pacto con ellos. Entre otras cosas, este pacto exigía
que Adán y Eva obedecieran a Dios, y definió las consecuencias de su obediencia o
desobediencia. Sin embargo, este pacto no sólo gobernaba la relación de Dios con Adán y
Eva como individuos, sino que gobernaba a Adán y Eva colectivamente. De hecho, las
Escrituras nos enseñan que todo ser humano que alguna vez ha existido o alguna vez existirá
fue incluido en este Pacto.
De modo que, cuando Adán y Eva violaron el pacto de Dios, comiendo del árbol del
conocimiento del bien y del mal, las consecuencias de su desobediencia no sólo cayeron
sobre ellos, sino también sobre sus descendientes. A causa de la solidaridad corporativa de la
raza humana, esta trasgresión condenó a todos los individuos de la raza humana a las
maldiciones del pacto.
Tal como Pablo lo resumió en Romanos capítulo 5 versículo 18:
Por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres. (Romanos 5:18)
La única excepción a esto fue Jesús, quien no descendió de Adán y Eva de acuerdo a la
forma normal de reproducción humana, sino que fue concebido en el vientre de María por el
Espíritu Santo. Todos los demás seres humanos cayeron en las maldiciones del pacto cuando
Adán pecó.
Como consecuencia de la caída, el resto de nosotros hemos nacido bajo la maldición de
muerte por parte de Dios, y estamos destinados al juicio eterno. Y además de nacer culpables
y condenados, estamos corrompidos. El pecado habita en nosotros y somos sus esclavos. Y
somos incapaces de hacer algo bueno.
Tal como Pablo lo escribió en Romanos capítulo 8 versículos 7 y 8:
Los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni
tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. (Romanos 8:7 y
8)
De hecho, las consecuencias de la caída son tan severas que, aparte de la obra redentora de
Dios, no hay forma en que podamos pensar, hablar o hacer algo que sea verdaderamente
ético.
Dado que estamos tan corrompidos por el pecado, tenemos que cuestionar siempre nuestros
instintos e intuiciones morales. No podemos llegar y simplemente seguir a nuestro corazón,
imaginándonos que éste siempre nos guiará a la pureza ética.
Una consecuencia ética de este problema universal del pecado es que la raza humana no
cumplió con el mandato cultural como Dios lo pidió. Edificamos y extendemos la civilización
humana a través del mundo, pero el pecado que habita en nosotros generalmente hace que la
edifiquemos en una forma en que fallamos en honrar y glorificar a Dios.
Se supone que nos hemos de ayudar unos a otros en la tarea de edificar el reino de Dios en la
tierra, pero la corrupción del pecado nos transforma en obstáculos para ello. De manera que,
si buscamos darle la gloria a Dios, no solo tendremos que obrar positivamente en edificar su
reino, sino que tendremos que mantenernos alertas frente al pecado.
Después de haber considerado la tarea corporativa y el fracaso corporativo de la humanidad,
así como las consecuencias corporativas del fracaso, vayamos a la reconstitución corporativa
de nuestras estructuras sociales humanas.
En el mundo moderno, es común que los cristianos se concentren en los aspectos individuales
de la salvación — en cosas como el perdón de los pecados y la vida eterna para las personas
en forma individual. Pero, tal como lo vimos en lecciones anteriores, el plan de Dios para la
creación no es solamente salvar a un ejército de individuos creyentes, sino más bien construir
un reino; construir una nueva estructura social y una nueva sociedad habitada por gente
renovada.
Escuchemos 1 de Pedro capítulo 2 versículo 9, donde Pedro describe a la iglesia en términos
corporativos:
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios. (1
Pedro 2:9)
Dios no sólo está redimiendo individuos, sino que está redimiendo a un pueblo, un sacerdocio,
una nación. Es decir, está redimiendo individuos y ubicándolos en sociedades redimidas.
Todos estamos conscientes de que Jesús es nuestro Rey, y que nosotros somos su reino; y
todos reconocemos que, incluso en el presente, él ha ordenado las estructuras y las
autoridades sociales para su pueblo, tales como las familias y los oficios de la iglesia. Y
cuando Jesús regrese en el futuro, las estructuras sociales corporativas también serán
totalmente redimidas.
Y estos hechos son importantes para las decisiones éticas que tomamos. No sólo
necesitamos concentrarnos en nuestra propia redención personal, sino también en la
mantención de las estructuras sociales divinas, como las familias, las congregaciones de las
iglesias, incluso las naciones. Todas son parte del gran reino que Dios está edificando en la
tierra.
Ahora que hemos explicado la solidaridad corporativa de la raza humana en nuestro trato con
Dios, tenemos que considerar los hechos relacionados con la similitud de nuestras
experiencias humanas.
Similitud
Dentro de la raza humana, nos dividimos en muchos grupos más pequeños de gente. Somos
miembros de naciones, culturas, sub-culturas, iglesias, familias, etc. Nuestras historias no son
sólo biografías de individuos, sino relatos acerca de naciones y grupos de personas. Existimos
y nos gobernamos con base a estructuras sociales como las familias y los países.
Compartimos culturas que nos ligan con base a estilos de vestimenta, alimentos, música, arte,
arquitectura y muchas otras cosas. Dentro de estos grupos sociales, hay similitudes
fundamentales que ligan al grupo. Estas similitudes y diferencias debemos considerarlas
cuando tomamos decisiones éticas.
Encontramos un resumen conciso de esta idea en 1 de Corintios capítulo 9 versículos 20 al
22, donde Pablo escribió estas palabras:
Me he hecho…a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto
a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo
estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los
que están sin ley…a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. (1
Corintios 9:20-22)
Pablo enseñó que es importante para nosotros adaptar nuestra conducta a las experiencias
compartidas de la gente alrededor nuestro. Él tomó en cuenta los contextos humanos sociales
en que él mismo se basó, y cambió su conducta a la luz de lo que vio. Por ejemplo, siguió las
tradiciones judías en los ambientes judíos, y las prácticas gentiles en los ambientes gentiles.
Desde luego que se aseguró de no violar nada de lo enseñado en las Escrituras. Pero en lo
posible, ajustó su aplicación de la ley de Dios a las experiencias compartidas con los que le
rodeaban. Y, siguiendo su ejemplo, nosotros debemos hacer lo mismo.
Después de hablar de la solidaridad corporativa de la raza humana ante Dios, y de la
importancia de la similitud en nuestras experiencias humanas, estamos listos para considerar
el tema de la comunidad, los hechos relacionados con nuestra normal interacción del uno con
el otro, sea como miembros de la raza humana, o de un grupo más pequeño, o como
individuos.
Comunidad
Dividiremos el tema de la comunidad en dos partes. Primero, consideraremos el impacto que
lo seres humanos tienen unos sobre otros. Y segundo, nos concentraremos en las
responsabilidades que tenemos los unos para con los otros. Comencemos con el impacto que
los individuos tienen los unos sobre los otros dentro de su comunidad.
No cabe duda que las decisiones y las acciones de los individuos a menudo afectan a quienes
los rodean. Cuando estas acciones y decisiones se conforman a las Escrituras, impactan a las
personas en una forma que glorifica a Dios. Cuando no lo hacen, impactan a los demás en
una forma que promueve el pecado. Impactamos de innumerables maneras a la gente en
nuestra comunidad. Sin embargo, en función del propósito de esta lección, concentraremos
nuestra discusión en el impacto entre los creyentes en la iglesia.
En 1 de Corintios capítulo 12 versículos 26 al 27, Pablo describió el impacto que los cristianos
ejercen unos sobre otros, usando la metáfora del cuerpo. Escuchen lo que él escribió allí:
De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro
recibe honra, todos los miembros con él se gozan. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y
miembros cada uno en particular. (1 Corintios 12:26 – 27)
En este pasaje, Pablo enseñó que los cristianos deben tratarse unos a otros con honor y
respeto, porque lo que le sucede a un cristiano le afecta a todos los creyentes en el mundo.
En este sentido, el impacto que ejercemos el uno sobre el otro es muy amplio, de modo que
siempre debemos tomar en cuenta a toda la iglesia cada vez que tomamos una decisión. En la
medida que seamos capaces de determinar el impacto de nuestras acciones sobre los otros
creyentes, debemos tomar las decisiones que los beneficien y no los dañen, y que promuevan
en ellos el conducirse éticamente.
Pablo dio un ejemplo muy concreto de esto en 1 Corintios 8, donde dio instrucciones con
respecto a los alimentos que habían sido sacrificados a los ídolos. En general, él enseñó que
era aceptable para los cristianos comer estos alimentos. Pero él calificó esto, diciendo que si
el comer estos alimentos causaba que otros creyentes cayeran en el pecado de idolatría,
entonces los cristianos deberían privarse de esos alimentos.
Escuchen lo que él escribió en 1 de Corintios capítulo 8 versículo 13:
Si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner
tropiezo a mi hermano. (1 Corintios 8:13)
Para que nuestras decisiones sean bíblicas, debemos considerar el impacto de nuestras
acciones sobre los demás.
Conociendo la importancia del impacto que tenemos en los demás, tenemos que dirigir
nuestra atención al tema relacionado con las responsabilidades que tenemos los unos para
con los otros. Tal como lo hicimos cuando discutimos el impacto que tenemos en los demás,
nos concentraremos particularmente en las responsabilidades que tenemos los unos para con
los otros en la iglesia.
En muchos pasajes, las Escrituras nos enseñan acerca de nuestras responsabilidades para
con el otro. Entonces, para ser más ilustrativos, nos concentraremos en el mandamiento del
Señor que nos amemos los unos a los otros. Este mandamiento es mencionado con
frecuencia en las Escrituras, pero nos fijaremos en la forma en que Juan habló acerca de él en
su primera epístola.
Escuchen las palabras de 1 de Juan capítulo 3 versículos 11 al 18:
Amémo[nos] unos a otros…En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por
nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que
tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón,
¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de
hecho y en verdad. (1 Juan3:11 18)
Juan indicó que tenemos la responsabilidad de amarnos unos a otros de la misma forma en
que Jesús nos amó. Esta responsabilidad abarca toda la vida. Demanda nuestro tiempo,
nuestro dinero, nuestras posesiones, incluso nuestras vidas. Y esta es una responsabilidad
que debe reflejarse en todas nuestras decisiones éticas.
Ahora que hemos revisado los hechos relacionados con la vida con los demás en la sociedad
humana, estamos listos para volver nuestra atención sobre nosotros mismos como individuos.
Individuos
Como hemos visto, los seres humanos tenemos muchas cosas en común. Todos somos
responsables ante el mismo Dios. Vivimos en el mismo mundo natural y somos influenciados
por las mismas fuerzas preternaturales. Vivimos en sociedades junto a muchos otros
semejantes a nosotros. Pero también hay muchas formas importantes en que cada persona
es única. Todos tenemos diferentes personalidades, diferentes historias, diferentes
capacidades, etc. Y estas diferencias individuales son factores importantes a considerar
cuando enfrentamos opciones éticas.
Hablaremos de cuatro tipos de factores en relación a los seres humanos como individuos.
Primero, hablaremos del carácter personal. Segundo, mencionaremos el significado de las
experiencias de cada individuo. Tercero, trataremos el tema del cuerpo humano y su
influencia. Y cuarto, consideraremos la importancia de los roles que Dios le ha asignado a
cada persona. Comencemos con el carácter personal como un importante factor de nuestra
situación.
Carácter
Cuando hablamos de carácter, tenemos en mente cosas como nuestras preferencias y
tentaciones individuales, así como nuestra santificación. Cada uno de nosotros, tiene ciertas
fortalezas y debilidades Y cada uno de nosotros tiene una relación personal única con el
Espíritu Santo. Todos estos factores influyen en nuestra capacidad e inclinación a tomar
decisiones que honren a Dios.
Además de los aspectos del carácter personal, al tomar decisiones éticas debemos fijarnos
también en las experiencias de cada individuo.
Experiencias
Las experiencias personales se parecen un poco a las huellas digitales. Todas las huellas
digitales están hechas de bordes que forman patrones, como arcos y curvas y espirales, y aun
cuando todos tenemos huellas digitales conformadas por los mismos elementos, cada huella
digital es única.
Lo mismo sucede con nuestras experiencias. La mayoría de nuestras experiencias son muy
comunes, pero la combinación de las experiencias de cada persona es única. En la categoría
de nuestras experiencias, deberíamos incluir factores tales como nuestra herencia, nuestra
madurez, nuestra educación, nuestras oportunidades, nuestra posición y status y, por
supuesto, todo lo que siempre pensamos, decimos y hacemos. Estas experiencias
condicionan nuestras decisiones éticas y determinan en parte nuestras responsabilidades
morales.
Ahora, en cierto sentido todos enfrentamos la misma tentación de violar la ley de Dios. Pero
cada uno de nosotros siente esta tentación en forma distinta. Por ejemplo, todos somos
tentados a robar, pero los detalles específicos de esta tentación difieren en cada uno de
nosotros. Todos somos tentados sexualmente, pero las tentaciones específicas que
enfrentamos varían de individuo a individuo. De manera que, al aproximarnos al tema de la
ética cristiana, tenemos que reconocer que cada uno de nosotros lucha una batalla espiritual
única. Y los detalles de nuestras batallas únicas son factores importantes que debemos
considerar.
Por ejemplo, en relación a nuestra herencia, todos tenemos que honrar a nuestros padres.
Pero no todos tenemos los mismos padres. De hecho, cada uno de nosotros tiene que honrar
a sus propios padres. Y con respecto a la madurez, la forma en que hemos de honrar a
nuestros padres varía a medida que crecemos. Cuando somos jóvenes, los honramos
grandemente, obedeciéndoles y respetándolos. Cuando somos mayores y nuestros padres
son ancianos, puede que necesitemos honrarlos en forma distinta, como cuidar de sus
necesidades físicas. Cada experiencia nos presenta responsabilidades consecuentes que en
cierta forma son únicas para nosotros. Y al enfrentar decisiones éticas, estos son factores muy
importantes a considerar.
Con estas ideas sobre el carácter y la experiencia personal en mente, tenemos que
concentrarnos en los factores relacionados con el cuerpo humano, y la influencia que ejercen
sobre nuestra contingencia ética.
Cuerpo
Hay muchos factores relacionados con nuestros cuerpos y que entran en juego en la
contingencia ética, tales como nuestra edad física, nuestras capacidades e incapacidades,
nuestra herencia genética y nuestras capacidades intelectuales.
Por ejemplo, en Deuteronomio capítulo 1 versículos 35 al 39, Dios hizo una distinción entre los
adultos y los niños de Israel así:
No verá hombre alguno de estos, de esta mala generación, la buena tierra que juré que había
de dar a vuestros padres, excepto Caleb… [y] Josué… Y vuestros niños… vuestros hijos que
no saben hoy lo bueno ni lo malo, ellos entrarán allá, y a ellos la daré, y ellos la heredarán.
(Deuteronomio 1:35 – 39)
Cuando Israel como nación se rebeló en contra de Dios en el desierto, el Señor condenó a
toda la generación adulta, con excepción de Josué y Caleb. Sin embargo, no condenó a los
niños de esta generación porque ellos no sabían aún lo bueno ni lo malo. De esta y de
muchas otras formas, las Escrituras señalan que nuestras obligaciones éticas están
parcialmente determinadas por nuestra madurez física y nuestras capacidades intelectuales.
Pero las Escrituras también enseñan que algunos factores relacionados con nuestros cuerpos
no pueden influir totalmente en nuestras obligaciones éticas. Consideremos el ejemplo más
prominente en las Escrituras, el hecho de que el pecado habita en nuestros cuerpos,
impidiendo que seamos capaces de obedecer a Dios. Aun así, Dios no pasa por alto los
pecados que cometemos como resultado de este problema residente en nuestros cuerpos.
Escuchen la descripción de Pablo de este problema en Romanos capítulo 7 versículos 18 al
24
En mi carne, no habita nada bueno…Porque en el hombre interior me deleito con la ley de
Dios, pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo…que me hace prisionero de la ley del
pecado que está en mis miembros…¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?
(Romanos 7:18 – 24 [BLA])
El pecado que habita en nuestros cuerpos nos lleva al pecado. Pero, tal como lo muestra
Pablo, la solución a este dilema no es negar nuestra culpa, sino clamar por un salvador.
Y la relación entre la genética y la conducta es similar a esto. Muchos científicos han sugerido
que hay una correspondencia entre la herencia genética, por una parte, y las conductas como
la violencia criminal, el alcoholismo y la homosexualidad, por otra parte. Puede que sea cierto,
entonces, que nuestros genes, así como el pecado que habita en nosotros, dificultan nuestra
obediencia a los mandamientos del Señor. Sin embargo, los mandamientos de Dios son
normativos para nosotros. Luego, aun cuando nuestros cuerpos hagan más fácil y natural el
pecar, eso no nos excusa de los pecados que la Biblia claramente condena.
Ahora que hemos revisado los factores relacionados con el carácter, las experiencias
personales, y el cuerpo humano, estamos listos para examinar la importancia ética de los
roles que Dios nos ha asignado a cada uno de nosotros.
Roles
Cada uno de nosotros tiene múltiples roles en la vida. En el mundo secular, a menudo
desempeñamos roles como padres, hijos, hermanos, esposos, empleados, y muchos más.
Más allá de esto, Dios ha llamado a las personas a distintos puestos y trabajos en la iglesia,
de modo que tenemos ancianos, diáconos, evangelistas, maestros, etc. Y, ya sea que
ocupemos un puesto en la iglesia o no, Dios ha dotado espiritualmente a cada creyente de
distintas maneras, y él espera que usemos nuestros dones para servir a nuestros hermanos y
hermanas en Cristo. Pero cada uno de estos roles nos presentan tentaciones y
responsabilidades específicas.
Por ejemplo, si somos pastores en la iglesia, es nuestra responsabilidad gobernar, enseñar y
amonestar al pueblo de Dios en forma sabia y santa. Pero si somos niños en la iglesia,
estaríamos errados si asumimos este tipo de autoridad y conducta. Consideremos otro
ejemplo. El Nuevo Testamento enseña a los adultos físicamente capaces, especialmente a los
padres y esposos, a trabajar para sostenerse ellos mismos y a sus familias. Tal como Pablo lo
escribió en 1 de Timoteo capítulo 5 versículo 8:
Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la
fe, y es peor que un incrédulo. (1 Timoteo 5:8)
Así entonces, podemos ver que es responsabilidad de algunas personas el trabajar para
mantener a los demás, específicamente aquellos que están en un rol de proveedor para la
familia. Así también, cuando se nos otorga la responsabilidad de proveer para nuestras
familias, enfrentamos la tentación de evadir esa responsabilidad.
De una manera u otra, lo mismo es cierto para cada rol que desempeñamos. Cada rol nos
expone a tentaciones particulares y nos otorga responsabilidades particulares. De este modo,
cada rol es un factor importante y complejo en nuestra contingencia ética.
Vemos entonces que al tomar decisiones bíblicas, hay muchos factores que debemos tomar
en cuenta y que están relacionados con nuestra existencia como seres humanos, tanto como
miembros de la sociedad en la que convivimos unos otros, y como individuos que convivimos
con nosotros mismos.
CONCLUSION
En esta lección, hemos esbozado las principales categorías de los factores que debemos
tener en mente para responder a las preguntas éticas bíblicamente. Hemos identificado un
número de factores importantes acerca de Dios mismo, especialmente su autoridad, su control
y su presencia. Hemos descrito los factores que conforman la creación en general, poniendo
atención tanto al ámbito natural como al ámbito preternatural. También hemos considerado la
humanidad, tanto en el contexto de la sociedad como a nivel individual. Estas tres categorías
básicas son un buen punto de partida para analizar los factores de nuestra situación ética.
Si nos aproximamos a la ética desde una perspectiva situacional, es extremadamente
importante que reconozcamos y consideremos todos los factores que influyen en nuestras
responsabilidades ante Dios. Lo más básico de estos factores es siempre la existencia de
Dios y su carácter. Pero los factores relacionados con nuestro contexto y con nosotros mismos
establecen también obligaciones éticas para nosotros. De modo que mientras más factores
consideremos, estaremos más seguros de tomar decisiones éticas realmente bíblicas.
Trabajo de pesadilla
• El jefe te trata como una cosa, no como una persona.
• La remuneración es baja; siempre estás en la quiebra.
• Las promociones no están disponibles para ti.
• La sanción es irracional e injusta.
• Las tareas son cansinas e inútiles.
• El estatus es inferior al de cualquiera.
• Atascado con ningún otro empleo disponible.
¡Te sientes como un esclavo!
Trabajo de ensueño
· El jefe es perfecto y te ama.
· El salario te conduce hacia una parte de todo.
· Las promociones son ilimitadas.
· La sanción es justa y basada en hechos.
· Las tareas son interesantes e importantes.
· El estatus es tan alto como cualquiera.
· Seguridad sin peligro de perder tu puesto.
¡Te sientes como de la realeza!
El nuevo tú
• Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra... Porque habéis muerto, y vuestra
vida está escondida con Cristo en Dios (3:2-3).
• Nuevo... ni siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos... soportándoos unos a otros,
y perdonándoos unos a otros... vestíos de amor... y la paz de Dios gobierne en vuestros
corazones (3:9-15)
• Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor
Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. (3:17)
Trabajo de pesadilla
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· Seguridad sin peligro de perder tu puesto.
¡Te sientes como de la realeza!
Este modelo da énfasis a tres aspectos esenciales de todas las preguntas sobre la ética, es
decir, la Palabra de Dios, la situación y la persona que toma la decisión.
Estos tres aspectos del juicio ético corresponden a las tres perspectivas con que hemos
enfocado los problemas éticos a lo largo de estas lecciones. La perspectiva normativa da
énfasis a la Palabra de Dios y hace preguntas como ¿Qué revelan las normas de Dios sobre
nuestro deber? La perspectiva circunstancial se enfoca en los hechos, metas y medios de la
ética, y hace preguntas sobre ¿Cómo podemos alcanzar las metas que agradan a Dios? Los
centros de la perspectiva existencial en los seres humanos, las personas que toman
decisiones éticas, plantean preguntas sobre ¿Cómo debemos cambiar para agradar a Dios? y
¿Qué tipo de personas le agradan? Esta perspectiva existencial nos mantendrá ocupados por
el resto de las lecciones de esta serie.
Como lo mencionamos en una lección anterior, el término existencial se ha usado de maneras
diferentes por varios filósofos. Pero en estas lecciones, usaremos el término para referirnos a
los aspectos humanos de preguntas éticas. Así que, bajo el título de la perspectiva existencial,
nos enfocaremos en asuntos como nuestro carácter, nuestra naturaleza, los diferentes tipos
de personas que somos y que debemos ser.
En esta lección en particular, nos preocuparemos por lo que significa para una persona, ser
bueno. Todos sabemos que incluso los peores delincuentes a veces hacen cosas que son
buenas. Pero realmente es otra cosa que una persona sea buena. Ser bueno, tiene que ver
más con nuestras identidades, compromisos y motivaciones - los tipos de cosas que la Biblia
describe como el corazón de una persona.
En esta lección sobre ser bueno estudiaremos la relación entre, ser y bondad, en términos de
tres etapas básicas de la historia bíblica. Primero, hablaremos sobre el periodo de la creación,
viendo la propia bondad de Dios y el hecho de que los seres humanos éramos inherentemente
buenos cuando Dios nos creó inicialmente. Después, pasaremos al periodo de la caída,
analizando cómo el pecado dañó la bondad de la humanidad. Y por último, hablaremos del
periodo de la redención, cuando Dios restaura a aquéllos que le son fieles y les da el poder de
la bondad. Comencemos con la creación, es decir aquel momento cuando al buen Creador le
plació hacer un mundo bueno y poblarlo con seres humanos buenos.
CREACIÓN
Nuestro estudio sobre la bondad en el momento de la creación se dividirá en dos partes.
Primero, hablaremos de Dios y su bondad, explicando el hecho de que toda la verdadera
bondad moral tiene sus raíces en el propio Dios. Y segundo, describiremos cómo Dios creó la
humanidad para reflejar su bondad. Así que en este momento, veamos la bondad personal de
Dios.
Dios
Conforme analicemos la idea de que la bondad tiene sus raíces en Dios, empezaremos
enfocándonos en el ser de Dios, viendo particularmente su carácter. Y luego, nos
enfocaremos en un aspecto específico de su carácter, lo que será su bondad moral.
Comenzaremos con una breve explicación sobre el ser de Dios.
Ser
Hay innumerables cosas que las Escrituras dicen sobre el ser de Dios, pero para nuestros
propósitos nos enfocaremos en la relación entre sus atributos esenciales y su persona.
Simplificando, los atributos de Dios son inseparables de su persona; estos definen quién es Él.
Ésta es una razón por la que los autores de las Escrituras normalmente describen e incluso
llaman a Dios según sus atributos. Por ejemplo, se le llama el "Padre de misericordias" y "Dios
de toda consolación" en 2 de Corintios capítulo 1 versículo 3. Él es "Dios Omnipotente" en
Ezequiel capítulo 10 versículo 5; el "Dios de Justicia" en Malaquías capítulo 2 versículo 17; y
el "Dios de Paz" en Hebreos capítulo 13 versículo 20. Él es el "Santísimo" en Proverbios
capítulo 9 versículo 10; y el "Rey de Gloria" en Salmo 24 versículos 7 al 10.
La lista podría seguir sin parar, pero el punto importante es este: al identificar los atributos de
Dios de esta manera, los autores de las Escrituras estaban enseñándonos sobre Dios como
una persona; estaban describiendo su carácter fundamental. Por ejemplo, cuando David llamó
al Señor el "Rey de Gloria" en Salmo 24, no solo quiso decir que Dios tiene una cierta cantidad
de gloria, o que Dios a veces es glorioso. Más bien, él quiso decir que la gloria de Dios es un
aspecto crítico del carácter del Señor, que es inseparable de su persona y una parte
fundamental de su ser.
Al considerar el ser de Dios, es importante recordar que todos los atributos esenciales de Dios
son inmutables, esto es que nunca pueden cambiar. Por ejemplo, Dios no puede ser santo un
día y otro día no. Él no puede ser todo poderoso y el que todo lo sabe algunas veces, y otras
veces estar limitado en su poder y conocimiento.
La Escritura enseña esto en muchos lugares, como en Salmo 102 versículos 25 al 27,
Malaquías capítulo 3 versículo 6, y Santiago capítulo 1 versículo 17. Pero por cuestiones de
tiempo, veamos sólo uno de éstos.
Escuche las palabras de Santiago en el libro de Santiago capítulo 1 versículo 17:
El Padre que creó las lumbreras celestes…no cambia como los astros ni se mueve como las
sombras. (Santiago 1:17 [NVI])
A pesar de todos los cambios que existen en la creación, podemos tener la seguridad de que
Dios no cambia lo que él es. Hoy, Dios es la misma persona con los mismos atributos
esenciales que era antes de que él creara el mundo. Él seguirá siendo la misma persona por
siempre.
Una vez que hemos hablado del ser de Dios, estamos listos para pasar a la bondad que Dios
posee en él y de él.
Bondad
Cuando hablamos sobre la bondad de Dios en el contexto de la ética, tenemos en mente su
pureza y perfección moral. Como hemos visto en lecciones anteriores, Dios mismo es la
máxima norma de moralidad. No hay ninguna norma externa de bondad por la que él o
nosotros podamos ser juzgados. Más bien, cualquier cosa que forme parte de su carácter es
buena, y cualquier cosa que no forme parte de su carácter es mala.
1 de Juan capítulo 1 versículos 5 al 7, explica esta idea en términos de "luz". Allí Juan escribió
estas palabras:
Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y
andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él
está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de
todo pecado. (1 Juan 1:5 – 7)
En este pasaje, la luz es una metáfora de la verdad y pureza moral, mientras que la oscuridad
simboliza el pecado y las mentiras. Así que, como no hay oscuridad en Dios, Dios está
totalmente libre del pecado en todos los aspectos de su ser. En otras palabras, la bondad es
uno de los atributos esenciales de Dios.
Ahora, al pensar sobre la bondad de Dios con respecto a su ser, nos ayuda el pensar una vez
más en términos de las perspectivas. Usted recordará que en varias ocasiones a lo largo de
esta serie hemos hablado de la importancia de las perspectivas. Por ejemplo, nuestro modelo
incluye tres perspectivas: la perspectiva normativa, la perspectiva circunstancial (que a veces
es llamada situacional) y la perspectiva existencial. Y cada perspectiva nos muestra en su
totalidad la ética desde un punto de vista diferente.
Bien, de la misma manera sucede algo similar con los atributos de Dios. Pero debido a que
Dios tiene tantos atributos, es más útil pensar en ellos utilizando el término de una gema en
lugar del término de un triángulo.
Dicho de una manera simple, cada uno de los atributos de Dios es una perspectiva de todo su
ser. Cada uno de los atributos de Dios es dependiente de los otros y aceptado por los otros.
Por ejemplo, considere solamente tres de los atributos de Dios: la autoridad, la justicia y la
bondad. La autoridad de Dios es buena y justa. Es decir, es bueno y justo que Dios posea
esta autoridad, y él maneja su autoridad de una manera buena y justa. De manera similar, su
justicia tiene autoridad y es buena. Cuando Dios declara un juicio, este siempre tiene
autoridad y es bueno. Y de la misma manera, su bondad tiene autoridad y es justa. Su bondad
realza la justicia y bendice a aquéllos que son justos, y también marca la norma de autoridad
por la que toda la bondad se juzga.
Tradicionalmente, diferentes teólogos han hablado de la interrelación de los atributos de Dios
bajo el título de la simplicidad de Dios. Con este término, los teólogos quieren decir que Dios
no está compuesto de varias partes que no están relacionadas, sino que es un ser unificado
de integridad absoluta. O para utilizar nuestra ilustración de la gema, él no es una pieza de
joyería que contiene muchas gemas diferentes, sino una sola gema con muchas facetas.
Es importante entender este hecho porque significa que nada en el ser de Dios puede ir en
contra de su bondad ni ofrecernos seguir ninguna norma que vaya en su contra. Por ejemplo,
nunca podemos recurrir a la justicia de Dios para contradecir las implicaciones de su bondad.
En el carácter de Dios, si algo es justo, también es bueno. Y si es bueno, necesariamente es
justo. Sus atributos siempre están en armonía porque siempre describen la misma persona
unificada y consistente.
Una vez que hemos visto que toda la verdadera bondad moral está basada en el ser de Dios,
estamos listos para considerar el hecho de que Dios creó a la humanidad para que fuera
buena. Es decir, él nos creó para que reflejáramos su bondad personal.
Humanidad
La historia de la creación en Génesis capítulo 1 nos es familiar a la mayoría de los cristianos.
Sabemos que Dios creó los cielos y la tierra, moldeándolos para darles forma. Y sabemos que
la llenó de habitantes para que no estuviera vacía. Y claro, la culminación de la semana
creativa fue la creación de la humanidad en el sexto día.
Escuche las palabras de Moisés en Génesis capítulo 1 versículos 27 al 28:
Y creó Dios al hombre a su imagen…varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo:
Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las
aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. (Génesis 1:27 – 28)
Ahora, cuando los teólogos hablan sobre la humanidad como la imagen de Dios, a menudo
hablan de atributos como la razón, la espiritualidad, la naturaleza moral, la inmortalidad y
nuestra rectitud original. Y es verdad que hasta cierto punto los seres humanos comparten
estos atributos en común con Dios.
Pero quizás una de las mejores maneras de entender la imagen de Dios es mirar cómo el
mundo antiguo concebía las imágenes. En los días que se escribió el Génesis, era común
para los reyes erigir estatuas y otras imágenes de ellos alrededor de sus reinos. Estas
estatuas debían ser tratadas con respeto porque substituían al rey. Les recordaba a las
personas que debían amarlo, honrarlo y obedecerle.
De una manera similar, Dios, el gran rey sobre toda la creación, designó a los seres humanos
para ser sus imágenes vivientes. Así que, cuando vemos a un ser humano, vemos una
imagen que nos recuerda a Dios. Y cuando les faltamos al respeto a los seres humanos
injustamente, deshonramos al Señor de quien ellos son imagen.
Considere, por ejemplo, Génesis capítulo 9 versículo 6, dónde Dios dio esta instrucción:
El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a
imagen de Dios es hecho el hombre. (Génesis 9:6)
La razón por la que los asesinos eran sentenciados a muerte no era sólo porque habían
tomado una vida humana, sino que habían agredido la imagen de Dios. Habían realizado un
ataque contra el honor del gran rey.
Y más allá de esto, el mundo antiguo asociaba también las imágenes divinas con el hijo
divino. Específicamente, se pensaba que los reyes antiguos eran imágenes de los dioses, así
como los hijos de los dioses. Así que, en Génesis, cuando Dios hizo a los hombres y mujeres
a su imagen, también declaró que la raza humana seríamos sus hijos en la realeza.
De hecho, éste es el papel de la humanidad como representantes y descendencia de Dios que
forma la base para muchas de las otras conclusiones que mostramos sobre nuestra bondad.
Porque Dios quería que nosotros fuéramos representantes e hijos, él nos creó con cualidades
que reflejaban sus propias perfecciones. Claro, la humanidad no era exactamente como Dios,
infinitamente perfecto en todos los sentidos. Pero nosotros fuimos creados sin falla y sin
pecado, conforme a la norma de su carácter. De esta manera, Dios estableció a la humanidad
con nuestro propio atributo de bondad, basado en nuestro mismo ser.
Esta perspectiva de la creación de la humanidad como la imagen de Dios se confirma con el
hecho de que Dios declaró una bendición a la humanidad.
Bendición
Una frase en Génesis capítulo 1 versículo 28, menciona un evento importante que tuvo lugar
cuando la humanidad fue creada. Como dice ahí,
Y los bendijo Dios. (Génesis 1:28)
Usted recordará que a lo largo de esta serie, nosotros hemos definido la ética cristiana como:
La teología, vista como un medio para determinar qué personas humanas, hechos y actitudes
reciben la bendición de dios y cuáles no.
Bajo esta definición, hemos definido "bueno", no sólo por lo que se refiere al carácter de Dios,
sino también por lo que se refiere a lo que él bendice y aprueba. Cualquier cosa que Dios
bendiga y apruebe es buena, y cualquier cosa que Dios maldiga y condene es mala.
Así que, cuando Dios bendijo a la humanidad en el momento de la creación, él dijo que la
humanidad era moralmente buena. Y es importante ver que Génesis no dice nada acerca de
que la humanidad haya hecho algo para ganarse esta bendición. Al contrario, la creación sólo
acababa de ser creada. Así que, Dios no les había dado la bendición por su conducta, sino
por su mismo ser. Dios bendijo a la humanidad porque tenía el atributo innato de la bondad.
Ahora que hemos visto a la humanidad como la imagen de Dios, y que hemos considerado la
bendición de Dios sobre la humanidad, debemos mencionar brevemente el mandato cultural
que Dios asignó a la raza humana.
Mandato Cultural
Como lo vimos anteriormente en esta lección, Génesis capítulo 1 versículo 28, nos habla del
mandato cultural de Dios a la humanidad. Aquí dice así:
Los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread
en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la
tierra. (Génesis 1:28)
Para mantener el papel de la humanidad como la imagen de Dios, Dios puso a la humanidad
para que fuesen sus reyes vasallos en la tierra; para llenarla, dominarla y gobernarla para su
gloria. Con esta asignación, Dios indicó que la humanidad no sólo era físicamente capaz de
lograr esta tarea, sino que era también moralmente capaz. De la manera que fuimos
originalmente creados, los seres humanos pudimos construir un reino santo y recto donde
Dios pudiera habitar. Y pudimos ministrar en la presencia manifestada del Señor sin ser
destruidos. Para hacer esto, Dios nos creó moralmente puros en nuestro ser, con el atributo
de la bondad y sin la corrupción del pecado. Y como resultado, pudimos escoger y actuar de
maneras moralmente buenas.
Vemos, entonces, que para Dios y para la humanidad, la bondad se enraizó en nuestro propio
ser. El ser de Dios es inmutable, y por consiguiente su bondad también es inmutable. Pero
tristemente, el ser de la humanidad cambió hacia lo peor. Dios nos creó con bondad innata.
Pero, como veremos, el pecado corrompió nuestro ser, de tal manera que dejó de ser una
fuente de bondad.
Ahora que hemos considerado la relación entre la bondad y el ser, como se manifestó en la
creación, estamos listos para pasar al periodo de la caída. Específicamente, veremos la
manera en la que el pecado dañó a la humanidad, y por lo tanto destruyó nuestra bondad.
CAÍDA
Todos conocemos la historia bíblica sobre la caída de la humanidad en pecado, que está en
Génesis, capítulo 3. Dios creó a Adán y Eva y los puso en el Jardín del Edén. Y aunque les
había dado una gran libertad en el Jardín, Dios también les había dado una prohibición
específica: ellos no debían comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal.
Pero claro, la serpiente tentó a Eva para que comiera del fruto, y ella lo hizo. Entonces ella le
dio del fruto a Adán, y él también lo comió. Y como resultado de la caída en el pecado, Dios
maldijo a Adán y a Eva con consecuencias severas que no sólo se aplicaron a ellos, sino
también a toda la raza humana que debía descender de ellos.
Mencionaremos tres consecuencias de la caída de la humanidad en el pecado. Primero,
hablaremos de la corrupción de nuestra naturaleza. Segundo, veremos que la caída hizo que
nuestra voluntad estuviera esclavizada al pecado, de tal manera que perdiéramos nuestra
habilidad para escoger y hacer las cosas moralmente buenas. Y tercero, hablaremos sobre las
formas en las que la caída afectó nuestro conocimiento, de tal manera que no fuéramos
capaces de reconocer totalmente la bondad moral. Comencemos con la corrupción de nuestra
naturaleza que ocurrió cuando la humanidad cayó en pecado.
Naturaleza
Cuando hablamos de la naturaleza de los seres humanos, tenemos en mente nuestro carácter
fundamental, es decir, los aspectos centrales de nuestro ser.
Como hemos visto, cuando Dios creó a Adán y a Eva, eran perfectos y puros. Todas sus
características y atributos eran buenos y agradables a Dios. Y por consiguiente, podemos
decir que la naturaleza humana era moralmente buena en el momento de la creación.
Pero en la caída, Dios maldijo a Adán y a Eva por su pecado. Y como parte de esta maldición,
cambió su naturaleza, y el carácter fundamental de la raza humana ya no sería moralmente
bueno sino moralmente malo.
En Romanos capítulo 5 versículos 12 y 19, Pablo escribió estas palabras sobre la maldición a
Adán:
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la
muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron…Por la desobediencia de un
hombre los muchos fueron constituidos pecadores. (Romanos 5:12 y 19)
Un pecado de Adán resultó en la caída de todos los seres humanos en el pecado. Y esta
maldición sobre la humanidad corrompió la naturaleza de cada uno de nosotros, llevándonos a
la muerte y al pecado.
Escuche Romanos capítulo 8 versículos 5 al 8, donde Pablo describió los efectos de la caída
de esta manera:
Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne…los designios de la carne
son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los
que viven según la carne no pueden agradar a Dios. (Romanos 8:5 – 8)
La naturaleza de la humanidad caída ha sido corrompida, por lo tanto ya no es moralmente
buena. Al contrario, nuestra naturaleza caída es mala. Nosotros deseamos el pecado.
Odiamos a Dios. Nos rebelamos contra su ley. No podemos agradar Dios. Y no podemos
obtener su aprobación o bendición.
Ya que hemos hablado de la corrupción de nuestra naturaleza, estamos listos para ver la
forma en la que la voluntad humana quedó esclavizada al pecado como consecuencia de la
caída.
Voluntad
Debemos comenzar dando una definición de voluntad. Normalmente, cuando los teólogos
hablan de nuestra voluntad, ellos tienen en mente nuestra facultad personal de decidir,
escoger, desear, esperar y pensar. Sencillamente, nuestra voluntad es lo que nosotros
usamos para tomar decisiones y opciones, así como para considerar cosas que nos gustaría
tener, hacer o experimentar.
Ahora, como el resto de nuestros atributos y facultades, nuestra voluntad refleja nuestra
naturaleza. Antes de la caída, la voluntad humana era perfecta, creada para reflejar a Dios y
su carácter, y con capacidad de pensar y escoger de maneras moralmente buenas. Pero
cuando vino la caída, la voluntad humana también obtuvo la capacidad de tomar opciones que
no agradaban a Dios.
Como ya hemos visto, en la caída Adán y Eva utilizaron su voluntad para escoger el pecado
en lugar de la lealtad a Dios. Y por lo tanto, Dios maldijo a la raza humana. Y una
consecuencia de esto fue que nuestra voluntad quedó corrompida, haciendo imposible para
nosotros el querer agradar Dios.
En Romanos capítulos 6 al 8, Pablo usa la metáfora de la esclavitud para describir esta
maldición sobre los deseos humanos. Él indicó que el pecado mora dentro de los seres
humanos caídos, esclavizando nuestra voluntad, de tal manera que siempre deseamos y
escogemos el pecado.
Escuche una vez más Romanos capítulo 8 versículos 5 al 8, dónde Pablo escribió estas
palabras:
Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne…los designios de la carne
son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los
que viven según la carne no pueden agradar a Dios. (Romanos 8:5 – 8)
El pecado controla a los seres humanos caídos, haciendo imposible que podamos someternos
a la ley de Dios o hacer algo que le agrade.
Ahora, esto no significa que nosotros ya no tenemos deseos o que ya no tomamos decisiones
genuinas. Al contrario, nosotros continuamos deseando y escogiendo conforme a nuestra
naturaleza. Pero como nuestra naturaleza ha sido corrompida, nosotros somos incapaces de
hacer algo que honre y glorifique a Dios. El pecado corrompe todo lo que pensamos, decimos
y hacemos.
Ahora, a primera vista esta evaluación de la humanidad caída puede parecer exagerada.
Después de todo, las personas pecadoras hacen cosas que ciertamente parecen ser buenas.
Bien, en un sentido sería tonto negar esto. Pero siempre debemos tener el cuidado de ver
más allá de lo superficial para entender el verdadero carácter de las cosas que hacen las
personas caídas, no-salvas.
Tal vez recuerde que anteriormente en esta serie, recurrimos a la Confesión de Fe de
Westminster, capítulo 16, párrafo 7, para ayudar a explicar este asunto complejo. Escuche
una vez más lo que dice:
Las obras hechas por hombres no regenerados…puedan ser cosas que Dios ordena, y de
utilidad tanto para ellos como para otros, sin embargo, porque proceden de un corazón no
purificado por la fe y no son hechas en la manera correcta de acuerdo con la Palabra, ni para
un fin correcto, (la gloria de Dios); por lo tanto son pecaminosas, y no pueden agradar a Dios
ni hacer a un hombre digno de recibir la gracia de parte de Dios.
Estas palabras resumen muy bien las enseñanzas de la Biblia sobre la condición ética de los
seres humanos no-regenerados – es decir, aquéllos que todavía no han sido redimidos por
Cristo. Y como dice la Confesión, hay un sentido en el que las personas no-regeneradas
obedecen las órdenes de Dios, así como un sentido en el que ellos hacen cosas que son
buenas.
Jesús enseñó este mismo principio en Mateo capítulo 7 versículos 9 al 11, dónde pronunció
estas palabras:
¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un
pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a
vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que
le pidan? (Mateo 7:9 – 11)
La mayoría de las personas hacen por lo menos algunas cosas que son exteriormente
buenas, como amar y mantener a sus hijos. Así que, hay un sentido superficial en el que
incluso los no-creyentes realizan tipos de conducta que Dios bendice.
No obstante, la Confesión de Westminster de manera correcta muestra otro sentido en el que
estas acciones realmente son pecadoras y no pueden agradar a Dios. Y la razón es que estas
acciones solamente reúnen algunos de los requisitos para ser rectas.
La Confesión resume la enseñanza de la Escritura señalando que nuestras obras deben pasar
cinco pruebas para ser verdaderamente buenas. Primero, deben ser obras que Dios ordene.
Segundo, deben tener un buen uso para nosotros y para otros. Tercero, deben proceder de un
corazón que ha sido purificado por la fe. Cuarto, deben hacerse de una manera correcta. Y
quinto deben hacerse para el fin correcto que es la gloria de Dios.
Este punto de vista se alinea con el análisis de la ética que hemos hecho a lo largo de esta
serie. Primero, el hecho de que las obras buenas son aquéllas que Dios ordena se compara
con la perspectiva normativa en que todas las obras se juzgan según la norma del carácter de
Dios conforme se revela en su Palabra.
Segundo, el énfasis en el buen uso, el fin correcto y la manera correcta resumen los hechos,
metas y medios de la perspectiva circunstancial (situacional).
Y tercero, el hecho de que las buenas obras deben proceder de un corazón purificado por la fe
corresponde a la perspectiva existencial en la que las verdaderas buenas obras sólo pueden
ser hechas por las personas cuya bondad se ha restaurado a través de su fe en Dios.
Desgraciadamente para la humanidad caída, nuestro ser es corrupto, por lo que no tenemos
en nuestra naturaleza corazones purificados por la fe. Y nuestras obras no desean ni se
dirigen hacia un fin correcto, que es la gloria de Dios. Nos rehusamos a someternos a la ley de
Dios. Así que, aunque las personas no-regeneradas pueden tomar decisiones que parecen
buenas a simple vista, estas opciones nunca son verdaderamente buenas.
Ahora que hemos visto la manera en que la caída ha corrompido nuestra naturaleza y
esclavizado nuestra voluntad al pecado, estamos listos para hablar sobre nuestro
conocimiento, enfocándonos sobre todo en la manera en la que la caída dañó nuestra
habilidad de entender la norma de Dios.
Conocimiento
Podría parecer extraño a algunos de nosotros hablar de la caída como algo que daña nuestra
habilidad de obtener el conocimiento moral. Después de todo, los no-creyentes pueden tomar
una Biblia y entender sus mandamientos. Y la Escritura misma afirma que los no-creyentes
conocen muchas cosas verdaderas de Dios. Pero cuando vemos las Escrituras con mayor
atención, vemos que, aunque los seres humanos caídos y no-salvos poseen un poco de
conocimiento verdadero, la caída les ha impedido obtener un conocimiento cabal de los
mandamientos de Dios.
Nuestro análisis del efecto de la caída sobre el conocimiento moral se dividirá en tres partes.
Primero, hablaremos de la manera en la que el pecado obstaculiza a la humanidad el acceso
a la revelación. Segundo, mencionaremos la manera en la que el pecado impide a la
humanidad el entendimiento de la revelación. Y tercero, investigaremos el impacto que tiene el
pecado en la obediencia a la revelación de la humanidad. Comencemos con la manera en la
que el acceso a la revelación ha sido obstaculizado a la humanidad por la caída.
Acceso a la Revelación
Una de las principales maneras en las que la caída ha obstaculizado el acceso de la
humanidad a la revelación ha sido limitando el trabajo de iluminación y guía interna del
Espíritu Santo. Ahora, esto no es porque el Espíritu Santo sea de algún modo incapaz de
ministrar a los seres humanos caídos. Más bien, es porque Dios maldijo a la humanidad
quitándole estos dones divinos.
Como usted recordará de nuestras lecciones anteriores, la iluminación es un don divino de
conocimiento o entendimiento que es principalmente cognoscitivo, como el conocimiento de
que Jesús es el Mesías, que Pedro recibió en Mateo capítulo 16 versículo 17.
Y guía interna es un don divino de conocimiento o entendimiento que es principalmente
emotivo o intuitivo. Incluye cosas como nuestra conciencia y el sentido de que Dios nos haría
tomar una dirección en particular para alguna acción. (Mateo 16:17)
De alguna manera, Dios proporciona una parte de iluminación y otra de guía interna a todos
los seres humanos caídos. Por ejemplo, incluso los no-creyentes tienen un conocimiento
instintivo de la ley de Dios. Muchos de ellos desean la justicia, y reconocen que está mal robar
y asesinar. De la misma manera, los no-creyentes a menudo son declarados culpables por
sus propias conciencias cuando cometen ciertos pecados.
Pero el Espíritu Santo no proporciona la misma medida de iluminación y de guía interna a los
no-creyentes que a los creyentes. Trabaja dentro de ellos sólo lo suficiente para condenarlos
por sus violaciones a las leyes de Dios. Y la razón de esto es simple: Dios ha escogido
revelarse de maneras que bendicen a aquéllos que lo aman y que maldicen a aquéllos que lo
odian.
Analice Juan capítulo 17 versículo 26, dónde Jesús oró estas palabras a su Padre:
Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me
has amado, esté en ellos, y yo en ellos. (Juan 17:26)
Jesús se hizo conocer a los creyentes para edificar amor y unidad entre el Señor y su pueblo.
Por el contrario, a sus enemigos sólo les da un poco de conocimiento de él - sólo lo suficiente
para ponerlos bajo el juicio.
Además de reducir el acceso a la revelación de la humanidad caída, la caída también ha
obstaculizado el entendimiento de la revelación de la humanidad.
Entendimiento de la Revelación
La caída de la humanidad en el pecado redujo profundamente nuestra habilidad de tener
sentido de la revelación de Dios. Aunque los seres humanos caídos tenemos bastante acceso
a la revelación de Dios, nos falta mucho de lo que necesitamos para comprenderla. Es cierto
que tenemos la habilidad cognoscitiva de entender las enseñanzas básicas de la revelación
de Dios. Pero la comprensión moral depende de algo más que solamente la cognición;
involucra a la persona en su totalidad.
Nuestros juicios éticos no son valoraciones aisladas de hechos. Más bien, muchos factores
no-cognoscitivos influencian nuestras evaluaciones éticas, como nuestras emociones,
conciencias, intuiciones, lealtades, deseos, miedos, debilidades, fracasos, rechazo natural de
Dios y mucho más.
En Mateo capítulo 13 versículos 13 al 15, Jesús se refirió a este asunto cuando explicó el uso
de sus parábolas:
Porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la
profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis.
Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han
cerrado sus ojos. (Mateo 13:13 – 15)
Los seres humanos caídos tenemos ojos y oídos para recibir la revelación de Dios. Pero
nuestros corazones se endurecen contra Dios y su verdad. Y esto a menudo nos impide
entender correctamente la revelación que recibimos. En Efesios capítulo 4versículos 17 al 18,
Pablo habló sobre el asunto de esta manera:
Ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el
entendimiento entenebrecido…por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su
corazón. (Efesios 4:17 – 18)
Oseas enumeró tres cosas en las que los israelitas fallaron y eso provocó la ira de Dios: ellos
eran infieles, no tenían amor y no conocían a Dios. Al incluir el conocimiento de Dios en esta
lista de ejemplos éticos, Oseas mostró que el conocimiento es parte de la obediencia y que
nosotros tenemos una responsabilidad ética de conocer al Señor.
Ahora, la obediencia y el conocimiento no siempre significan lo mismo. No obstante, la
Escritura enlaza estrechamente estas ideas, enseñando que en un sentido muy importante, si
nosotros no podemos obedecer a Dios, no podemos conocerlo.
La caída devastó a la humanidad. La maldición de Dios sobre Adán y Eva corrompió la
naturaleza, deseos y conocimiento de todos sus descendientes por medios naturales. Y las
consecuencias éticas de esto son aterradoras: ningún ser humano caído puede pensar, decir
o hacer algo que sea moralmente bueno. Todos nuestros pensamientos, palabras y hechos
son pecadores en alguna medida porque somos personas pecadoras, caídas. Así que,
siempre que tomemos decisiones éticas, tenemos que considerar las maneras en las que la
caída ha afectado a cada persona implicada.
Una vez que hemos considerado la bondad y el ser durante los tiempos de la creación y la
caída, analizaremos el periodo de la redención, el tiempo cuando Dios restaura a aquéllos que
confían en él para la salvación y les da el poder de la bondad.
REDENCIÓN
El periodo de redención empezó inmediatamente después de la caída, cuando Dios concedió
la misericordia a Adán y Eva – aun cuando los maldijo por su pecado. Anteriormente, nos
hemos referido a esto como el protoevangelio o "primer evangelio", cuando Dios ofreció enviar
a un redentor para reparar el daño hecho por la caída.
Pero el periodo de la redención no eliminó todos los efectos de la caída inmediatamente. Más
bien, la redención ha sido un proceso lento, y no se completará hasta que Jesús regrese en
gloria. Hasta entonces, la caída continúa teniendo consecuencias para todos los seres
humanos, incluyendo a los creyentes.
Aun así, cuando las personas son redimidas, cuando los incrédulos se convierten son
rescatados de la consecuencia de la caída de forma importante y maravillosa.
Hablaremos sobre la redención de cada creyente como lo inverso a la caída, en forma
paralela a nuestro análisis anterior. Primero, nos enfocaremos en nuestra naturaleza,
hablando de cómo la redención restaura nuestra bondad innata. Segundo, hablaremos sobre
nuestra voluntad humana y nuestra libertad del pecado. Y tercero, nos enfocaremos en el
conocimiento, es decir, la restauración de nuestra habilidad de hacer uso correcto de la
revelación de Dios. Empecemos con la forma en que la naturaleza se restaura cuando somos
redimidos.
Naturaleza
Usted recordará que nuestra naturaleza es nuestro carácter fundamental; el aspecto central
de nuestro ser. Y como hemos visto, nuestra naturaleza caída es mala. Nosotros odiamos a
Dios y amamos al pecado. Y no tenemos capacidad para la bondad moral.
Pero cuando somos redimidos en Cristo, nuestras naturalezas se renuevan.
Cuando el Espíritu Santo nos regenera, nos da una naturaleza buena, que ama a Dios y odia
el pecado. Y él restaura nuestra habilidad moral, para que tengamos capacidad de verdadera
bondad.
Escuche a Ezequiel capítulo 36 versículo 26, dónde Dios habló sobre la redención futura que
vendría en Cristo:
Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros
el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. (Ezequiel 36:26)
Y en Romanos capítulo 6 versículos 6 al 11, Pablo habló del asunto de esta manera:
Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea
destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido
justificado del pecado…Consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús,
Señor nuestro. (Romanos 6:6 – 11)
El testimonio invariable tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento es que los seres
humanos caídos tienen corazones y espíritus pecadores. Pero cuando Dios nos redime, él nos
renueva, dándonos corazones y espíritus nuevos que son rectos en lugar de pecadores. Y con
esta nueva naturaleza, somos por primera vez capaces de amar a Dios y someternos a su
Palabra, y por lo tanto obtener sus bendiciones.
Claro, nuestra redención no está aun completa, así que incluso con nuestra nueva naturaleza,
seguimos siendo tentados por el pecado. Por esta razón en Marcos capítulo 10 versículo 18
Jesús dijo:
Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. (Marcos 10:18)
La humanidad redimida tiene una medida de bondad, pero no somos seres perfectos como lo
es Dios. Aun así, nuestras nuevas naturalezas hacen posible que Dios nos bendiga de
maneras maravillosas.
Con esta comprensión de nuestra naturaleza redimida en mente, debemos pasar a la
restauración de la voluntad que empieza cuando experimentamos la redención.
Voluntad
Nuestra voluntad es nuestra facultad personal de decidir, escoger, desear, esperar, y pensar.
Como hemos visto, la caída en el pecado hizo imposible que usáramos nuestros deseos de
maneras puras y rectas. Pablo describió esta corrupción en términos de la esclavitud,
enseñando que nuestros deseos caídos, no-redimidos están esclavizados al pecado que mora
dentro de nosotros. Debido a esta esclavitud al pecado, no tenemos la capacidad de tomar
decisiones que agraden a Dios, y no tenemos ningún deseo de agradarlo. Pero cuando
venimos a la fe en Cristo, la esclavitud de nuestros deseos al pecado se rompe, de tal manera
que ya no somos forzados a desear y escoger el pecado. Es más, el Espíritu Santo mora
dentro de nosotros, fortaleciendo y llevando nuestros deseos a amar y obedecer al Señor.
El Señor habló de este aspecto de redención en Ezequiel capítulo 36:27, dónde ofreció esta
bendición en compañía de la redención:
Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis
cuidadosamente mis ordenanzas. (Ezequiel 36:27 [LBDLA])
Podemos resumir las enseñanzas de la Biblia sobre los deseos humanos de esta manera: En
la creación, nuestra voluntad tenía la habilidad tanto de pecar como de resistirse al pecado.
Pero cuando la humanidad cayó en el pecado, perdimos nuestra habilidad de resistirnos al
pecado. Al mismo tiempo, el pecado vino a morar en nosotros como un amo, esclavizando
nuestros deseos.
En la redención, nuestra voluntad se restaura y el dominio del pecado se rompe, así que otra
vez podemos resistirnos al pecado. Y el Espíritu Santo mora en nosotros para fortalecernos y
motivarnos contra el pecado.
Desgraciadamente, en esta fase presente de redención, el pecado aun mora en nosotros,
dejándonos en una lucha entre la influencia del pecado y la influencia del Espíritu Santo.
Pero cuando Jesús vuelva para completar nuestra redención, seremos libres de la presencia
del pecado que mora en nosotros, y sólo tendremos la influencia del Espíritu Santo, por lo que
jamás escogeremos de nuevo el pecado.
Ahora que hemos considerado nuestra naturaleza y nuestra voluntad, estamos listos para
hablar sobre la restauración de nuestro conocimiento cuando somos redimidos.
Conocimiento
Como antes, nuestro análisis sobre el conocimiento se dividirá en tres partes. Primero,
hablaremos sobre nuestro acceso a la revelación; segundo, nuestro entendimiento de la
revelación; y tercero, nuestra obediencia a la revelación. Comencemos viendo como nuestro
acceso a la revelación se restaura en la redención.
Acceso a la Revelación
Como usted recordará, la caída bloquea de manera importante el acceso de la humanidad a la
iluminación del Espíritu Santo que es un don divino de conocimiento o entendimiento, que es
principalmente cognoscitivo.
También vimos que la caída limita nuestro acceso a la guía interna del Espíritu Santo que es
un don divino de conocimiento o entendimiento, que es principalmente emotivo o intuitivo.
Pero en la redención, tenemos mayor acceso a estos ministerios del Espíritu Santo. En lugar
de simplemente darnos la revelación necesaria para condenarnos, el Espíritu nos convence
de la verdad del evangelio y de muchas otras cosas que son parte de nuestra salvación. Él
hace que nuestra conciencia sea sensible al carácter de Dios y nos da intuiciones piadosas.
Por ejemplo, escuche las palabras de Juan en 1 de Juan capítulo 2 versículo 27:
Pero la unción que vosotros recibisteis de él…os enseña todas las cosas. (1 Juan 2:27)
En Efesios capítulo 1 versículo 17, Pablo habló de iluminación y guía interna de esta manera:
Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de
revelación en el conocimiento de él. (Efesios 1:17)
Pablo sabía que ningún creyente tiene un entendimiento perfecto de la revelación de Dios. Así
que, él oró continuamente por los creyentes en Colosas para que recibieran mayor
comprensión. Y al igual que ellos, nosotros también necesitamos la dirección constante del
Espíritu Santo para que nuestro entendimiento pueda crecer.
Hasta ahora, hemos visto que la redención restaura nuestro conocimiento, dándonos acceso a
la revelación y ayudándonos a formar un correcto entendimiento de la revelación. A estas
alturas, estamos listos para hablar de la manera en la que la redención restaura nuestro
conocimiento, alentando la obediencia a la revelación.
Obediencia a la Revelación
Previamente en esta lección, describimos la relación entre la obediencia y el conocimiento de
dos maneras. Primero, en las Escrituras hay una relación recíproca entre la obediencia y el
conocimiento. Y segundo, en la Biblia estas dos ideas son inseparables entre sí.
Y nuestro análisis sobre la manera en la que la redención alienta la obediencia a la revelación
seguirá un modelo similar. Primero, hablaremos sobre el hecho de que hay una relación
recíproca entre la redención y la obediencia. Y segundo, consideraremos algunas de las
maneras en las que puede decirse que en la Biblia estas dos ideas son inseparables una de la
otra, es decir, redención es obediencia. Comenzaremos con el hecho de que la redención
lleva a la obediencia.
La Escritura deja claro que uno de los rasgos principales de la redención es la obediencia que
produce en la vida de los creyentes. Bajo la guía del Espíritu Santo y el poder que mora en
ellos, los creyentes tienen un comportamiento diferente al resto del mundo. La humanidad
caída odia a Dios y no puede obedecerlo. Pero la humanidad redimida ama a Dios y lo
obedece.
El apóstol Juan escribió sobre esta idea frecuentemente, como en 1 de Juan capítulo 2
versículos 3 al 6. Escuche allí a sus palabras:
Sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le
conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el
que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por
esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él
anduvo. (1 Juan 2:3 –6)
Las Escrituras hablan a menudo de este trabajo del Espíritu en términos del fruto del Espíritu.
Por ejemplo, en Mateo, capítulo 3, Juan el Bautista pidió que sus discípulos produjeran frutos
que demuestren arrepentimiento. Y en Gálatas capítulo 5, Pablo contrastó las cosas malas
que produce el pecado en la vida de los no-creyentes con las cosas buenas que produce el
Espíritu Santo en la vida de los creyentes. Escuche las palabras de Pablo en Gálatas capítulo
5 versículos 22 al 23:
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza. (Gálatas 5: 22 – 23)
Pedro habló aquí de conversión a Cristo, cuando nacemos de nuevo. Y él identificó esta
conversión como la obediencia a la verdad.
Otras veces, la redención es igual a la obediencia porque las personas redimidas son
obedientes al Señor de muchas maneras diferentes. Nosotros seguimos sus mandamientos
porque le amamos. Como dice Hebreos capítulo 5 versículo 9:
[Jesús] vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen. (Hebreos 5:9)
CONCLUSIÓN
En esta lección hemos empezado nuestro estudio de la perspectiva existencial estudiando la
relación entre la bondad y el ser. Hemos visto la bondad históricamente, empezando con el
tiempo de la creación, dónde vimos que la bondad tuvo sus raíces en el ser de Dios, y que la
humanidad fue creada con un ser naturalmente bueno. Luego, vimos que la caída destruyó la
bondad innata de la humanidad, quitándonos la capacidad de tener una conducta moralmente
buena. Y finalmente, vimos que en el periodo de la redención, la bondad de nuestro ser se
restaura cuando venimos a la salvación en Cristo, dándonos la capacidad de tener una
conducta moralmente buena.
Al trabajar para tomar decisiones bíblicas en el mundo actual, es importante recordar que la
verdadera bondad implica que nuestro carácter coincide con el carácter de Dios. Las malas
noticias son que somos seres humanos caídos y que el pecado mora en nosotros, y no somos
capaces de reflejar la bondad de Dios. Pero las buenas noticias son que cuando el Espíritu
Santo nos aplica la redención, él mora en nosotros y nos da una nueva naturaleza, de tal
forma que podemos vivir de una manera que Dios aprueba y bendice. Y si mantenemos estos
hechos en mente, tendremos una habilidad mayor de contestar nuestras preguntas éticas de
maneras que agraden a nuestro glorioso Señor.
Capítulo Seis
La Derrota del Diablo
Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. (1 Juan 3:8).
Satanás parece estar muy activo en estos días. Los pastores y consejeros se encuentran con
personas que recuerdan el abuso del ritual satánico. Estas personas recuerdan que cuando
eran niños, algunos adultos los obligaban a participar en rituales que involucraban sangre,
magia negra y adoración a Satanás. Incluso pueden recordar haber sido ofrecidos a Satanás
como su propiedad. En muchos casos, es difícil probar si estas cosas realmente sucedieron o
si los recuerdos son falsos. Sin duda, algunas personas fueron víctimas de abuso ocultista,
mientras que otras pueden ser víctimas de horribles ilusiones plantadas en sus mentes por
poderes malvados. De cualquier manera, estas personas se sienten desgarradas, confundidas
y en esclavitud ante los poderes de la oscuridad.
Otras personas se enfrentan a Satanás de una manera diferente. Experimentan con el
ocultismo y juegan con horóscopos, cartas de tarot, tableros de ouija y sesiones de
espiritismo. Pueden hacerlo por curiosidad o para emocionarse, y en algunos casos, es más
un juego para ellos que algo serio. Pero algunos obtienen más de lo que esperaban. Se
hunden cada vez más en las garras de los poderes oscuros que están más allá de ellos, y
no pueden liberarse. En la Biblia, Dios advierte enérgicamente en contra de la adivinación, la
brujería, los augurios, la brujería, los hechizos, los médiums, los videntes y las sesiones para
contactar a los muertos (Deuteronomio 18:10-11), pero muchas personas ignoran las
advertencias del Señor. La gente me ha dicho cómo se metieron en estas cosas casi como un
juego al principio, pero terminaron sintiéndose atrapados y aterrorizados por las fuerzas del
mal.
Una cantidad inquietante de jóvenes se suicidan después de mezclar prácticas ocultistas
con drogas y alcohol y música que se enfoca en los demonios y en la muerte. Además,
algunos de los asesinos en serie más perversos han quedado fascinados con lo
demoníaco. Esto puede suceder incluso a escala política y nacional. Existe considerable
evidencia de que Hitler, Hess, Goebbels y Himmler estaban profundamente involucrados en
prácticas ocultistas, al igual que muchas otras personas en la Alemania nazi de ese momento.
Varios tiranos asesinos eran comunistas que actuaban en nombre de Carlos Marx. Ellos
afirmaban no creer en Dios o en Satanás, pero hacían mucho del trabajo de Satanás. Hay
fuertes indicios de que Marx mismo sintió el toque de los demonios. Cuando Marx rechazó a
Dios, escribió,
Los vapores infernales se elevan y llenan el cerebro
Hasta que me vuelvo loco y mi corazón cambia por completo
¿Ves esta espada? El príncipe de la oscuridad
Me la vendió.
En otro poema, Marx escribió,
Por lo tanto, el cielo he perdido
Lo sé muy bien
Mi alma una vez fiel a Dios
Es elegida para el infierno.
Después de que Friedrich Engels conoció a Marx, lo describió como "un monstruo poseído por
miles de demonios". ¿Toda esta charla acerca de ser movido por poderes demoníacos era
solo una forma poética de hablar, o era una realidad infernal?
Los Muchos Métodos de Satanás
Satanás no solo obra a través de prácticas ocultistas, de brujas y de adoración a
demonios. Algunos de sus planes más mortíferos son llevados a cabo por personas que no
creen que el diablo exista, que no recurren a la magia negra o al vudú ni a los rituales que
involucran sangre y alas de murciélago. C.S. Lewis lo expresó así: "Me gustan los murciélagos
mucho más que los burócratas ... El mayor mal no se hace ahora en aquellos sórdidos 'antros
de perdición'... No se hace incluso en campos de concentración y en campos de trabajo
En aquellos, vemos su resultado final. Pero éste es concebido y ordenado (movido,
secundado, transportado y registrado) en oficinas limpias, alfombradas, calientes e
iluminadas, por hombres tranquilos con collares blancos, uñas cortadas y mejillas bien
afeitadas que no necesitan alzar la voz".
Tal vez lo único más peligroso que los adoradores de Satanás sean aquellos que no creen
que Satanás existe. Son educados, sofisticados, eficientes, y desconocen realmente
quién está tomando las decisiones por ellos; desconocen el daño que están haciendo al estar
bajo el servicio de Satanás. Sacrificar a un niño como parte de un ritual demoníaco en un
cuarto oscuro no es más agradable para Satanás que abortar a un niño en una clínica bien
iluminada llena de acero inoxidable. Poner a alguien bajo una maldición vudú no es más
agradable para Satanás que usar los mejores libros de texto y computadoras para educar a un
niño para pensar y actuar como si Dios no importara.
Satanás está igualmente complacido con aquellos que están obsesionados con su poder y
con aquellos que niegan su poder. En algunas partes del mundo, las personas viven con tal
miedo a los demonios, a la brujería y a los poderes mágicos que harán cualquier cosa para
complacer a esas fuerzas oscuras. En otras áreas, Satanás no lo tiene tan fácil para asustar a
las personas a su servicio, por lo que usa la estrategia opuesta. Mantiene un perfil bajo y
convence a la gente de que no existe Satanás, y tal vez tampoco Dios.
Eso funciona por un tiempo, pero a muchas personas les resulta difícil dirigirse sin ninguna
religión. Sienten un impulso por algo espiritual y sobrenatural. Satanás está esperando llenar
el vacío. Él ofrece una variedad de religiones no Cristianas, dioses y diosas paganas y
prácticas ocultistas. Él ofrece ideas de la Nueva Era que no son mucho más nuevas que el
mismo Satanás. Cuando las personas en naciones que una vez fueron en gran parte
Cristianas abandonan a Cristo y a la Biblia, al principio pueden llegar al extremo de no creer
en absoluto en un reino espiritual. Pero pronto muchos se dirigen al otro extremo y creen en el
paganismo o en el panteísmo.
Satanás es muy poderoso y muy tramposo. Algunas veces usa brujos y algunas veces usa
ejecutivos corporativos para hacer su trabajo. Algunas veces él controla a las personas por
pura intimidación, y otras veces dice pequeñas y dulces mentiras y atrae a las personas hacia
tentaciones y hábitos que parecen no poder romper. A veces ataca a la iglesia a través de una
persecución feroz, y otras veces se cuela en la iglesia a través de enseñanzas falsas y trata
de destruirla desde adentro. Satanás tiene muchos métodos, pero siempre un objetivo: apartar
a las personas de Dios y destruirlas.
El Conquistador de Satanás
No digo todo esto porque quiero centrarme en Satanás. Quiero enfocarme en el conquistador
de Satanás, el Señor Jesucristo. "Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras
del diablo" (1 Juan 3:8). El diablo es real. Necesitamos conocer sus planes y darnos cuenta de
que es peligroso. Pero también necesitamos saber que ha sido derrotado.
¿Cómo derrota Jesús al diablo y destruye su obra? Poco antes de que Jesús fuera arrestado y
crucificado, dijo: "Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será
echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo" (Juan 12:31-
32). Al ser levantado en la cruz, Jesús alejaría a Satanás, rompería el dominio del demonio
sobre nosotros, alejaría de Satanás a las personas de todo tipo y las llevaría a una relación
con Cristo.
Cuando Jesús murió en la cruz, derrotó a Satanás y rompió las cadenas del pecado y de la
muerte que mantenía prisionera a la humanidad. Durante todo el tiempo del ministerio público
de Jesús, él luchó contra Satanás y expulsó a los demonios, pero esos encuentros fueron solo
escaramuzas en comparación con la batalla decisiva que se libró en el Calvario. En la cruz,
Jesús resistió a Satanás y obtuvo la victoria que decidió el resultado de la guerra de una vez
por todas.
Sin embargo, esto no se vio de esa manera. Según todas las apariencias, la cruz fue la mayor
victoria de Satanás, el triunfo del mal sobre el bien. Y de una manera que es verdad. Fue la
hora del diablo. Pero Cristo tomó la mejor hora de Satanás, su mayor victoria, y la convirtió en
una derrota devastadora. ¿Qué sucedió que hizo de la muerte de Jesús una victoria para
Jesús y una derrota para Satanás? La Biblia describe una serie de golpes que Jesús le hizo a
Satanás en la cruz.
El Tentador Desestimado
Primero, Jesús ignoró a Satanás el tentador. La Biblia dice que Cristo fue "tentado en todo
según nuestra semejanza, pero sin pecado" (Hebreos 4:15). Temprano en el ministerio
de Jesús, Satanás lo tentó a tomar un atajo hacia la gloria. Él le prometió a Jesús todos los
reinos del mundo, si tan solo Jesús lo adoraba. Sin sufrimiento, sin humillación, sin necesidad
de seguir el difícil camino trazado por Dios--solo poder instantáneo. Pero Jesús se negó. Más
tarde, Satanás habló nuevamente, esta vez a través del amigo de Jesús, Pedro, una vez más
instando al Señor a seguir el camino del poder en lugar de la humildad y el
sufrimiento. Pero Jesús dijo: "¡Quítate de delante de mí, Satanás!".
Finalmente, el tentador hizo todo lo que pudo mientras Jesús se acercaba al final. El horror de
la muerte y del infierno se alzaban frente a Jesús. ¿Él finalmente cedería, desobedecería el
plan de su Padre y tomaría el camino fácil? Jesús dijo: "Ahora está turbada mi alma; ¿y qué
diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu
nombre" (Juan 12:27-28). En el Jardín de Getsemaní, la tentación de Satanás de tomar el
camino fácil en lugar del camino de Dios golpeó a Jesús con una fuerza aún mayor, pero
Jesús oró: "Padre… no se haga mi voluntad, sino la tuya".
Otra de las tentaciones de Satanás es odiar y vengarse de aquellos que nos lastiman. Pero
nuevamente, Jesús ignoró al tentador. Los torturadores de Jesús lo abofetearon, pero él no
se defendió. Se burlaron de él, pero él permaneció en silencio. Los soldados clavaron sus
manos y pies, pero ¿cedió Jesús al odio? No, él oró: "Padre, perdónalos, porque no saben lo
que hacen" (Lucas 23:34). Cuando los espectadores se burlaban de él y le decían que bajara
de la cruz, Jesús podía haber bajado y allí e invocado a miles de ángeles para que destruyan
a sus verdugos. Pero Jesús sabía que tenía que obedecer a su Padre y cumplir las Escrituras,
no buscar venganza. Allí, en la cruz, Jesús enfrentó las tentaciones más duras de Satanás e
hizo caso omiso del tentador.
El Mentiroso Desmentido
Un segundo golpe que Jesús le propinó a Satanás en la cruz fue que desmintió a Satanás el
Mentiroso. A Satanás le gustaría que pensáramos que los caminos de este mundo caído son
realmente mejores que los de Dios, incluso aunque éste se encuentre enraizado en el pecado
y en la desobediencia. Pero en la cruz, Jesús expuso el sistema mundial por lo que es:
totalmente malvado y mortal. ¿Cómo hizo eso? Se presentó ante los principales sacerdotes
(que representan el sistema religioso más avanzado del mundo) y ante el gobernador romano
(que representa el sistema legal más avanzado del mundo), y sacó lo peor de ellos.
Satanás siempre ha querido que los sistemas y las personas de este mundo aprueben las
actividades habituales, que piensen que están en contacto con la verdadera sabiduría. En la
cruz, sin embargo, Jesús expuso el hecho de que ellos están completamente fuera de
contacto con la verdadera sabiduría espiritual. "Ninguno de los príncipes de este siglo conoció;
porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria" (1 Corintios 2:8).
A veces mantenemos una máscara de cortesía. Las cosas se ven bien en la superficie, y nos
gustaría pensar que no hay nada de malo en la forma en que están las
cosas. Incluso podemos pensar que estamos en sintonía con Dios. Pero cuando Dios
realmente apareció en forma de hombre, lo atacamos y lo matamos. Jesús forzó las
pretensiones a desvanecerse, y en la cruz, el mundo, su pueblo, su sistema religioso, su
sistema legal y el diablo quien manda, fueron todos expuestos como enemigos de Dios.
Eso significa un gran problema para Satanás. Él se especializa en el engaño. Él no quiere que
admitamos nuestro pecado o que pensemos que algo está muy mal en un mundo bajo su
dominio. A él le gustaría que creyéramos la mentira: "Yo estoy bien, tú estás bien. No te
preocupes por lo que Dios dice." Pero en la cruz Jesús refutó esa mentira de una vez por
todas. Si el mundo estuviera bien, no habría asesinado a Jesús. Si yo estoy bien, y tú estás
bien, ¿por qué Jesús tuvo que morir? en la cruz Jesús refutó al gran mentiroso y expuso el
pecado por lo que es.
El Acusador Despachado
Un tercer golpe que Jesús le repartió a Satanás en la cruz es el siguiente: despachó a
Satanás el acusador. Satanás se especializa en los extremos. Él intenta hacer creer la mentira
de que el pecado no es ningún problema y de que el mal está bien, pero si esa
estrategia no funciona, trata de llevarlo hasta su otro extremo. Satanás trata de hacer que
pienses que tus pecados son tan horribles y que está tan podridos y sin valor que no hay
esperanza para ti. Pero en la cruz Jesús destrozó esa estrategia de Satanás.
A satanás el acusador le gusta voltear la ley de Dios en contra de nosotros, atormentarnos
con nuestra culpabilidad y asustarnos con las penas requeridas por la ley. Pero Jesús tomó la
maldición de la ley sobre sí mismo. La Biblia dice: "Perdonándoos todos los pecados,
anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola
de en medio y clavándola en la cruz” (Colosenses 2:13-14). Jesús sufrió el castigo que
merecíamos. Su sangre limpió el expediente. Ahora, cuando Satanás trata de acusarme o de
llevarme a la desesperación, Jesús me defiende. Todos los cargos de Satanás, toda la
evidencia que puede traer sobre cuán podrido estoy--están completamente expulsados de la
corte de Dios.
Satanás nos conduce hacia el pecado. Realiza un seguimiento de cada pecado que nos
marca a cada uno de nosotros como su propiedad. Pero cuando Satanás trata de presentar
cargos en contra de nosotros ante Dios, la sangre de Jesús limpia todo el expediente. Eso
es lo que ocurrió con el criminal de la cruz al lado de Jesús. Satanás había atraído a ese
hombre a una vida de crimen y de maldad. Este hombre no podía decir nada en su propia
defensa, y Satanás lo podía acusar de todo en el libro. Y todavía, al final, este hombre buscó a
Jesús, y de pronto no hubo más acusaciones, no más condena, simplemente el paraíso y la
eternidad con Dios. ¡Qué derrota a la estrategia de Satanás! ¡Un criminal de toda la vida,
teniendo éxito! La sangre de Jesús neutraliza toda la obra de Satanás y todas sus
acusaciones. Cada vez que otra persona ve a Jesús en la cruz y encuentra que una vida de
pecado es cancelada, el acusador del infierno debe gritar de frustración.
Y el cielo se regocija. De acuerdo con la Biblia, una voz del cielo, clama: "Ahora ha venido la
salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido
lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios
día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del
testimonio de ellos” (Apocalipsis 12:10-11). La sangre de Jesús derramada en la cruz--eso
es lo que nos quita la culpa y nos defiende en contra de Satanás el acusador.
El Asesino Desarmado
Vamos a ver un cuarto golpe que el diablo sufrió en el Calvario: Jesús desarmó a Satanás el
asesino. Satanás es como un terrorista, nos mantiene como rehenes ante nuestro miedo a la
muerte. La muerte es el arma más temible. Pero en la cruz Jesús desarmó al asesino. Jesús
entró en la muerte "por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de
lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al
diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a
servidumbre" (Hebreos 2:14-15).
El desarme de la muerte se hizo evidente el momento en que Jesús murió. "Y se abrieron los
sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron" (Mateo 27:52).
¡Pobre Satanás! Un momento se encontraba sosteniendo a la muerte como el arma definitiva,
y al instante Jesús lo había desarmado. ¡Las tumbas fueron apareciendo abiertas! Y ahora,
cada vez que una persona muere en Cristo, él o ella se despierta no en las garras de Satanás,
sino en la gloria, con un cuerpo de resurrección espléndido garantizado. Satanás no
puede intimidarnos más a través de la persecución o del miedo a la muerte. Podemos vivir
nuestras vidas con la certeza de que ni los demonios, ni la muerte, ni cosa alguna en toda la
creación nos puede separar del amor de Dios en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 8:37-
39).
El Cínico Deshonrado
Otro aspecto más de la victoria de Jesús sobre Satanás es que Jesús deshonró a Satanás el
burlador. El pecado original de Satanás es el orgullo, pero en la cruz Jesús había hecho que el
orgulloso príncipe de este mundo pareciera completamente ridículo. La Biblia dice: "Y
despojando a los principados y a las potestades, [Jesús] los exhibió públicamente, triunfando
sobre ellos en la cruz" (Colosenses 2:15).
Satanás siempre se burla de un "santurrón". Él hace que el mal parezca tan audaz y
emocionante. Pero Jesús volteó las mesas, y Satanás fue el que terminó siendo deshonrado.
Al principio casi todo el mundo se burlaba de Jesús cuando estaba en la cruz. pero
entonces ¿qué pasó? Después de que Jesús murió, un sentimiento de vergüenza cayó sobre
la gente cuando empezaron a darse cuenta de lo que habían hecho. "Y toda la multitud de los
que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían
golpeándose el pecho" (Lucas 23:48). Allí mismo, en el momento de mayor orgullo de
Satanás, sus siervos se llenaron de vergüenza y de desgracia.
Esa fue sólo una idea de la vergüenza que Satanás estaba padeciendo en el reino
espiritual. El diablo había dado su mejor disparo y había fallado. Jesús pasó por alto al
tentador, refutó al mentiroso, defendió en contra del acusador, desarmó al asesino, y en
el proceso deshonró al burlador orgulloso.
El Tirano Destronado
Un golpe de Jesús infligido a Satanás en la cruz se trató de que Jesús destronó Satanás el
tirano. El poder de Satanás está destrozado. Ahora, su derrota es segura. La guerra no ha
terminado, pero la batalla decisiva ha sido ganada. El poder de Satanás se está
desmoronando. La Biblia muestra que cuando Jesús murió, unas víctimas tras otras fueron
liberadas de Satanás. El ladrón de la cruz al lado de Jesús pasó del pecado al paraíso. Los
burladores se marcharon avergonzados de sí mismos. El oficial que supervisó la ejecución de
repente exclamó: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Marcos 15:39). Luego dos
políticos ricos que estaban interesados en Jesús, pero asustados de identificarse con él--
Nicodemo y José de Arimatea--se negaron a inhibirse más. Al ver el cuerpo de Jesús que
colgaba allí, dieron un paso adelante para ser contados entre los amigos de Jesús, y pusieron
el cuerpo de Jesús en una tumba. Decidieron que preferían morir con Jesús que vivir con la
forma de operar de Satanás. Y ¿que pasó en el cementerio? ¡Los sepulcros fueron abiertos!
A partir de ahí sólo empeoró todo para Satanás. Unos días más tarde, Jesús se levantó de
entre los muertos. Ascendió al trono del cielo y derramó su Espíritu Santo sobre sus
seguidores. Él los envió a decirles a los demás acerca de su victoria, "para que abras sus
ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios"
(Hechos 26:18). Las noticias han seguido difundiéndose desde entonces. El diablo está
derrotado. Satanás no puede ganar.
Sin embargo, puede que te preguntes, si eso es cierto, ¿por qué todavía hay tantos problemas
y horrores en el mundo, como los que he mencionado antes? Parece seguro que el diablo
está vivo y se encuentra bien. Sin embargo, la Biblia explica: Satanás "ha descendido a
vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo" (Apocalipsis 12:12). Él
está condenado, por lo que está haciendo todo el daño que puede en el tiempo que le queda.
Satanás todavía es poderoso y peligroso, pero él está derrotado. Él está viviendo de tiempo
prestado. No hay forma de que pueda sobrevivir a lo que Cristo le hizo en la cruz. Satanás ya
está restringido en lo que puede hacer, y al final, Dios lo arrojará al lago de fuego.
Mientras tanto, no permitas que Satanás te engañe. Él no está ganando. Él ya
ha perdido. Él no es el poder más grande del universo. Jesús lo es. Tal vez has estado en las
garras del ocultismo, del vudú o de los poderes demoníacos, pero esos poderes no te pueden
retener cuando miras hacia Cristo y hacia su cruz. Tal vez estás en las garras de hábitos que
parecen irrompibles, pero no te desesperes. Jesús ha desbaratado el poder de Satanás, y él
te puede liberar. Tal vez piensas que la perspectiva para el mundo no tiene remedio, pero te
equivocas. Confía en Jesús. Él ya ha ganado la victoria a través de su muerte y su
resurrección.
Capítulo Siete
Seducido por el Mundo
¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?
(Santiago 4:4).
Érase una vez que un joven rey hizo un descubrimiento inquietante. Él encontró a una bebé
recién nacida acostada en un campo. Ella estaba hecha un desastre: desnuda, cubierta de
lama sangrienta, con su cordón umbilical todavía colgando. Nadie se había molestado en
limpiarla o en ponerle ropa. Al parecer, ella había sido abandonada en el momento en el que
nació. Nadie la quería. Ella había sido abandonada para morir.
El corazón del rey se dolía de piedad por la pequeña. Decidió darle la oportunidad de vivir a
esa niña sucia e indefensa. La levantó en sus brazos, la limpió, la envolvió en su manto real, y
la llevó a una de sus propiedades. Allí, la puso al cuidado de amigos de confianza y les dijo
que le dieran una excelente crianza y que le proporcionaran una educación excelente.
Años más tarde, el rey visitó ese estado y se dio cuenta de que la bebé que había rescatado
años antes, se había convertido en una hermosa joven. El rey se enamoró de ella y le pidió
que se casara con él. Ella accedió, y tuvieron una gran boda. El rey amaba a su reina y le
dedicó sus riquezas. Él le dio perfumes dulces, vestidos magníficos, joyas costosas, y una
espléndida corona. La reina se hizo famosa en todo el mundo por su belleza. Parecía como un
matrimonio de cuento de hadas.
Pero el cuento de hadas resultó mal. La reina se volvió orgullosa de su belleza, de su ropa fina
y de sus joyas. Ella se cansó de su marido. Decidió que podría ganar dinero y divertirse más si
usaba su encanto para convertirse en una prostituta. Ella comenzó a vender su cuerpo a
cualquier desconocido que estuviera dispuesto a pagar, y se gastó el dinero en fiestas
salvajes. Ella no quiso a los bebés que habían nacido de ella y del rey, por lo que hizo que los
mataran. Después de un tiempo, su belleza se desvaneció. Nadie más pagaría por su
cuerpo. Así que la reina empezó a pagarles a otros para realizar fantasías sucias con ella.
¿Cómo se suponía que reaccionara el rey de ante todo esto? Le había mostrado a su esposa
una gran bondad y le había dado muchos regalos, pero ella había decidido buscar la
satisfacción en otro lugar. Al final, el rey la llamó ante su trono y exclamó,
"Como mujer adúltera, que en lugar de su marido recibe a ajenos. A todas las rameras les dan
dones; mas tú diste tus dones a todos tus enamorados; y les diste presentes, para que de
todas partes se llegasen a ti en tus fornicaciones.
"Por cuanto han sido descubiertas tus desnudeces en tus fornicaciones, y tu confusión ha sido
manifestada a tus enamorados, y a los ídolos de tus abominaciones, y en la sangre de tus
hijos, los cuales les diste; por tanto, he aquí que yo reuniré a todos tus enamorados con los
cuales tomaste placer, y a todos los que amaste, con todos los que aborreciste; y los reuniré
alrededor de ti y les descubriré tu desnudez, y ellos verán toda tu desnudez. Y yo te juzgaré
por las leyes de las adúlteras, y de las que derraman sangre; y traeré sobre ti sangre de ira y
de celos. Y te entregaré en manos de ellos; y destruirán tus lugares altos, y derribarán tus
altares, y te despojarán de tus ropas, se llevarán tus hermosas alhajas, y te dejarán desnuda y
descubierta. Y harán subir contra ti muchedumbre de gente, y te apedrearán, y te atravesarán
con sus espadas.
"Por cuanto no te acordaste de los días de tu juventud, y me provocaste a ira en todo esto, por
eso, he aquí yo también traeré tu camino sobre tu cabeza".
La Novia Infiel de Dios
Esa no es la manera en la que se supone que se desarrolle un cuento de hadas,
¿verdad? Pero este no es un cuento de hadas. Es una historia que Dios mismo cuenta en la
Biblia, en Ezequiel 16. ¿Por qué el Señor contaría una historia tan perturbadora y
repugnante? Dios contó esta historia para mostrar cómo es cuando nos olvidamos de su
bondad, hacemos mal uso de sus favores, amamos a otras cosas más de lo que lo amaos a
él, y disfrutamos de actividades mundanas en lugar de encontrar nuestro disfrute supremo en
el Señor mismo.
Originalmente, Dios le habló estas palabras a su pueblo de Israel del Antiguo Testamento.
Israel había sido una nación recién nacida, sucia, impotente, a punto de morir bajo la
esclavitud de Egipto, sin nadie que la ayudara--pero el Señor la había amado con una piedad
tierna y la había salvado de Egipto. A medida que Israel creció y maduró, se convirtió en una
nación rica e impresionante. El Señor la amaba con la ardiente pasión de un esposo por su
esposa, y él acumulaba bendiciones sobre ella. ¡Qué amor tan maravilloso! Pero Israel
abandonó a su esposo celestial, fue tras intereses mundanas, y cometió adulterio espiritual al
adorar ídolos hechos por el hombre en lugar de adorar a Dios. ¡Qué horrible traición! Dios dijo
que si Israel encontraba más atractivos a otros dioses y querían entregarse a los falsos dioses
lo podían hacer. Dios entregaría a Israel a la crueldad de esas naciones y a la fealdad y al
vacío de sus religiones. Israel fue invadida y llevada al exilio.
Es triste decirlo, la historia a veces se repite. En el Antiguo Testamento, Dios habló de Israel
como su novia, y en el Nuevo Testamento, el Señor habla de la Iglesia como la novia de
Cristo. Pero ¿cómo se ha comportado la novia de Cristo? Muchos de nosotros somos
miembros de la iglesia y nos llamamos Cristianos, pero ¿qué tan fieles le hemos sido a
nuestro esposo celestial? Con demasiada frecuencia, nuestra conducta ha sido tan podrida y
ofensiva como una esposa amada que se convierte en prostituta. El Señor ha hecho todo lo
que ha podido para rescatarnos de la ruina, él nos ha dado todo tipo de cosas buenas, pero
muchos de nosotros hemos respondido, no amándolo, sino haciéndonos orgullosos de
nosotros mismos, haciendo mal uso de sus dones, y buscando la satisfacción en todo menos
en Dios.
Cuando no encontramos nuestra felicidad y satisfacción en el Señor, buscamos la felicidad en
otro lugar. Un poco de adoración al sexo y al dinero, y si un bebé es concebido y obstaculiza
la libertad sexual o interfiere con los planes de hacer dinero, el aborto es utilizado para matar
al bebé que Dios creó. La historia de Dios acerca de una esposa convertida en prostituta, que
asesina bebés como parte de su estilo de vida, da justo en el blanco. En el antiguo pueblo
Israel estaban matando a los bebés como sacrificios humanos a los ídolos del sexo y del éxito,
y hoy en día muchas personas--incluyendo algunas que se consideran a sí mismas
Cristianas--aún asesinan bebés como parte de un estilo de vida donde el sexo y el éxito son
más importantes que el Señor.
Adulterio Espiritual
El asesinato de bebes a menudo es un sangriento efecto secundario del adulterio espiritual,
pero eso no quiere decir que todo el mundo que nunca abortado un bebé o ha matado a otra
persona no ha cometido adulterio espiritual. Un adúltero espiritual es aquel que no
está satisfecho con Dios y cae en el acogimiento del mundo. Un adúltero espiritual es aquel
que disfruta los caminos del mundo más que los caminos de Dios.
Un adúltero espiritual preferiría escuchar música impía que cantar alabanzas a Dios. Un
adúltero espiritual preferiría ver un espectáculo lleno de malas palabras, de violencia, y de
desnudez que ser cautivado por la belleza de la santidad de Dios. Un adúltero espiritual
preferiría terminar la noche riendo con cómicos nocturnos que estudiando las Escrituras. Un
adúltero espiritual preferiría vestirse con ropa vistosa, cara o de forma escasa y seductora que
vestir modestamente como Dios manda. Un adúltero espiritual preferiría divorciarse de un
cónyuge apagado que mantener los votos matrimoniales como lo manda la Biblia. Un adúltero
espiritual preferiría pasar horas jugando al golf que orar a Dios. Un adúltero espiritual preferiría
pasar el domingo de compras que adorando. Un adúltero espiritual preferiría exhibir una
buena casa o un coche de lujo que presumir de las riquezas de Dios en Jesucristo. Un
adúltero espiritual preferiría jugar a la lotería o en el casino que estar satisfecho con el cuidado
de Dios y con el fruto de un trabajo duro. Un adúltero espiritual preferiría demandar a alguien
por millones que soportar con paciencia ser perjudicado por causa de Cristo. Un adúltero
espiritual preferiría invertir cada vez más en acciones y bonos que invertir en la difusión del
Evangelio o en ayudar a los necesitados. Un adúltero espiritual se preocupa más por una
economía sana que por una moralidad santa.
Los adúlteros espirituales prefieren encajar y ser aprobados por el mundo que agradar a
Dios. Los adúlteros espirituales encuentran su mayor placer en el entretenimiento del mundo,
en el éxito del mundo y en los placeres del mundo. Ellos viven por las normas del mundo. La
razón subyacente es que su amor y su deseo se centran en el mundo y no en Dios.
A todas estas personas, la Biblia les dice en Santiago 4:4, "¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis
que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo
del mundo, se constituye enemigo de Dios." Esas son palabras fuertes. Dios no sólo sugiere
suavemente que la mundanidad podría ser un tanto de una debilidad en la forma en la que te
relacionas con Dios. ¡Él dice que la mundanidad te hace un adúltero y una prostituta! El
Señor no dice que si eres mundano, no amas a Dios tanto como deberías, más bien dice
que odias a Dios y que eres su enemigo. Volverte acogedor con el mundo es una amistad
fatal. Es fatal para la forma de relacionarte con Dios, y es fatal para tu alma eterna.
El Señor les dice a las personas del mundo lo que le dijo al antiguo Israel: "como mujer
adúltera, que en lugar de su marido recibe a ajenos. Me provocaste a ira en todo esto, por
eso, he aquí yo también traeré tu camino sobre tu cabeza." Si piensas que esto suena
exagerado, ten en cuenta que estas son las palabras de Dios mismo--y Dios siempre dice
enserio lo que dice.
Así que si no estás seguro de lo que significa ser terrenal o de por qué la amistad del mundo
es fatal, es necesario averiguarlo. Es necesario que tu mundanidad sea reemplazada con
piedad, con el deseo de conocer a Jesús, disfrutar de sus riquezas y de su amor, y amarlo con
todo tu ser.
Lealtad Indivisa
No hay nada más grande que conocer a Cristo en su muerte y en su resurrección y vivir en su
amor por siempre--y no hay nada peor que despreciar el amor de Dios y buscar la satisfacción
en el mundo alejado de Dios. Una y otra vez en toda la Biblia, Dios usa diversas
representaciones para aclarar este punto.
Una representación es la de trabajar para un jefe. "Ningún siervo puede servir a dos señores;
porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No
podéis servir a Dios y a las riquezas" (Lucas 16:13). No puedes trabajar para dos empresas
competidoras y para dos jefes rivales al mismo tiempo. Puedes ser leal a una sola. Si trabajas
para este mundo, no trabajas para Dios. De hecho, odias a Dios.
Otra forma en la que la Biblia representa esto es en términos de ciudadanía. No puedes ser un
ciudadano leal de dos naciones diferentes que están en guerra entre sí. Si eres un ciudadano
leal de una, eres enemigo de la otra. Las personas que tienen la mente en las cosas
terrenales son enemigos de la cruz de Cristo, dice el apóstol Pablo. Cuyo dios es el vientre, y
cuya gloria es su vergüenza. "Mas," les dice Pablo a los seguidores de Cristo, "nuestra
ciudadanía está en los cielos" (Filipenses 3:18-20).
Todavía otra representación bíblica es una que vimos anteriormente: el matrimonio. No
puedes tener un matrimonio saludable con tu cónyuge y al mismo tiempo estar involucrado en
adulterio y en la prostitución con otros. En la Biblia, Dios se muestra a sí mismo como un
ayudante tierno y como un esposo amoroso con el que pudiéramos estar siempre felices.
También dice que amar al mundo en lugar de amarlo a él, es adulterio espiritual y prostitución.
Esta es una de las imágenes más poderosas para ver la maravilla del amor de Dios y el horror
de lo mundano. "¡Oh almas adúlteras!“, exclama el apóstol Santiago: "¿No sabéis que la
amistad del mundo es enemistad contra Dios?".
Esto nos ayuda a comprender lo que Dios quiere decir cuando dice: "Yo soy Jehová tu Dios,
fuerte, celoso" (Éxodo 20:5). El hecho de que Dios sea celoso no quiere decir que sea
pequeño, sino que significa que es posesivo, como cualquier buen esposo es posesivo. ¿Si el
marido se entera de que su esposa está teniendo una aventura y sonríe y dice que no le
importa, no quiere decir que sea un excelente marido, amoroso? no, significa que no se
preocupan por ella o por su relación. Un marido verdaderamente amoroso es celoso: se niega
a compartir a su esposa con los demás. Así también, el amor de Dios es celoso y posesivo.
Él no quiere que le demos nuestro corazón a nadie más, sino a él. Él no va aguantará el
adulterio espiritual y la prostitución. Dios exige una lealtad total.
Oraciones Adúlteras
Sin embargo, a veces creemos que podemos tener las dos cosas. Queremos todo lo que
quiere el mundo a nuestro alrededor, pero al mismo tiempo queremos mantener algún tipo de
relación con Dios. Incluso si no amamos realmente a Dios o disfrutamos de él, calculamos que
podríamos necesitarlo, con el fin de obtener algunas de las cosas que queremos. Realmente
no nos gusta escuchar o hablar con Dios, pero oramos de todos modos, con la esperanza de
que nos dará más de las cosas del mundo que queremos.
¿Cómo son tus oraciones? ¿La oración primero que nada es un momento para disfrutar de la
compañía de tu padre celestial y buscar las cosas que él quiere? ¿O vas ante Dios sobre todo
cuando quieres algo y necesitas la ayuda de Dios para conseguirlo? En ese caso, no te
sorprendas si tus oraciones no son contestadas. "Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para
gastar en vuestros deleites” (Santiago 4:3). Justo después de decir esto, Santiago sigue
diciendo, "¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra
Dios?".
De todas las formas de mundanalidad, quizás la más desagradable ante Dios es la
mundanalidad en la oración. ¿Qué podría ser peor que ir ante Dios y pedirle que nos de las
cosas mundanas que nos gusta más que él? Es como una esposa yendo ante su marido y
pidiéndole que arregle una relación extramarital para que ella la disfrute o como pedirle dinero
a un cónyuge para salir y contratar a una prostituta. El adulterio espiritual ya es lo bastante
malo sin orar a Dios por los recursos para acoger el mundo, incluso más de lo que ya lo
hacemos.
En la oración del Señor, Jesús nos enseñó a orar para que el nombre de Dios sea santificado,
que venga su reino, que se haga su voluntad, que vivimos en la gracia del perdón, que no
seamos conducidos a la tentación, sino que nos libre del mal. Esa es la verdadera oración
para alguien que ama a Dios y que odia el pecado. Al orar para que Dios se glorifique y nos
libre del pecado, también podemos orar por nuestro pan de cada día, por la cantidad suficiente
para sostenernos para otro día de vida. Pero eso está muy lejos de presentarnos ante Dios
con una larga lista de deseos de las cosas del mundo que creemos que necesitamos para ser
felices, sin tener que buscar la gloria de su nombre o el crecimiento de su reino. Eso está muy
lejos de estar tan unidos a este mundo al grado de que oramos con impaciencia para ser
guardados de la enfermedad y de la muerte y no encontramos nada atractivo sobre dejar este
mundo para estar con Cristo.
La mundanalidad puede aparecer cuando nos vestimos de modas mundanas o vemos
entretenimiento mundano o nos reímos de chistes mundanos o perseguimos la riqueza del
mundo, pero la mundanidad puede ser peor cuando estamos de rodillas ante los que creemos
que son nuestros momentos más piadosos. Podemos estar hablándole al cielo, pero nuestra
mente está en lo terrenal. No queremos hablar con Dios sobre cualquier cosa, pero nuestra
salud, nuestras finanzas, nuestro éxito, nuestras relaciones, el gran juego que queremos
ganar, el buen trabajo que queremos conseguir, o cualquier otra cosa en este mundo parece
más importante para nuestra felicidad que Dios.
Puedes preguntarte: "¿Qué hay de malo con orar por la ayuda de Dios en las preocupaciones
del día a día?" Nada--si encuentras tu felicidad suprema en Dios y no en esas cosas. Muchas
de estas cosas no son malas en sí mismas. De hecho, pueden ser buenos regalos de
Dios. Pero nunca podrán sustituir a Dios en nuestras aflicciones.
Mundanalidad Espectacular
Es bueno notar dos significados diferentes de "el mundo” y dos tipos de mundanidad. A veces
la Biblia habla de "el mundo” como un sistema pecaminoso. "El mundo” en este sentido--un
grupo de formas de pensar de malos deseos, de presión grupal y de rebelión contra Dios--es
algo que hay que rechazar por completo y dejar atrás.
Sin embargo, a veces la Biblia habla de "el mundo” de una manera más positiva, como la
tierra que Dios creó y llenó con seres vivos y con personas hechas a su imagen. En este
sentido, "el mundo” es algo que Dios hizo, sostiene y ama, y es algo que debemos valorar y
disfrutar con gratitud a Dios. Es un terrible error tomar versículos de la Biblia sobre el "mundo”
como un sistema pecaminoso y aplicar mal los versículos de "el mundo”, como creación física.
A veces algunas personas religiosas han considerado erróneamente a los alimentos, a los
cuerpos, al sexo o a la ciencia como males a despreciar. Pero no es pecado saborear una
deliciosa comida o deleitarte en la unión con tu cónyuge o perseguir descubrimientos
científicos. Estas cosas son regalos buenos de Dios. Sin embargo, incluso cuando pensamos
en el "mundo” en este sentido positivo, debemos tener cuidado de amar el mundo creado
antes que al Creador. Muchas cosas creadas no son malas como tales, pero incluso cuando
son buenas, podemos llegar a unirnos a ellas de una forma en la que es mala.
Hay que tener cuidado con dos formas diferentes de mundanalidad. Un tipo de mundanidad se
deleita en las cosas de este mundo que por naturaleza son degradantes y pecado: la
pornografía, la perversión, la ropa indecente, la música diabólica, la crueldad en contra de los
competidores, la violencia, los juegos de azar, el chisme, la mentira, la embriaguez, y otras
prácticas mundanas que son simplemente pecaminosas y malvadas. Hacer estas cosas, o ser
entretenido por tales cosas en películas y revistas, tabloides y televisión, es malo y ofensivo
ante Dios.
Pero hay otra forma de mundanalidad en la que el problema no es tanto amar las cosas malas
en lugar de las buenas, sino amar las cosas buenas en vez de las mejores. Disfrutar de un
cónyuge amoroso, trabajar duro y obtener un gran ingreso, leer un buen libro o ver un drama
emocionante, ser sano y bien parecido--no hay nada malo con este tipo de cosas en sí
mismas. De hecho, son buenos regalos de Dios. Pero cuando amamos las cosas creadas
antes que al Creador, cuando amamos a los regalos más que al Dador, cuando nos volvemos
orgullosos de lo que somos y de lo que tenemos, sin amar a Dios o sin ser agradecidos por su
bondad, entonces nuestra soberbia y egoísmo nos llevarán a una mundanidad que es tan letal
como las formas más obvias y sucias de la mundanidad.
No olvides la historia de Dios acerca de la esposa que se volvió prostituta. Un rey rescata a
una niña indefensa, la suple con todo para que crezca inteligente y hermosa, se casa con ella,
y le da la ropa, joyas y perfumes. ¿Qué resulta mal? ¿Es simplemente que la mujer de la
historia cae en total adulterio, en la prostitución y en el asesinato de un bebé? No, en eso
es donde finalmente termina, pero el problema comienza cuando ella confía en su belleza más
de lo que confía en su marido (Ezequiel 16:15) y cuando ella toma las cosas buenas que él le
ha dado y las convierte en dioses (Ezequiel 16:15-19). Su ropa, joyería, perfumes, y
belleza no son cosas malas. Pero se olvida de que todas ellas se deben a su marido, y ella las
valora más a ellas que a su marido. Sólo después de que hace eso, se producen sus delitos
más flagrantes. Así también, cuando amamos los dones de Dios más que a él, ya le hemos
dado la espalda y nos hemos convertido en sus enemigos, incluso antes de caer en pecados
más obvios y extravagantes.
En Las Cartas de Escrutopo de C.S. Lewis, Escrutopo (un demonio de alto nivel) le informa a
Ajenjo (un tentador menor) que cuando trate de arruinar a una persona religiosa decente, a
menudo funciona mejor no empezar por querer apuntar hacia males extremos sino
simplemente hacer que la persona se una a algunas cosas buenas y respetables, y hacer de
esas cosas el deseo supremo de su corazón en lugar de Dios. Enfocar sus oraciones en los
deseos terrenales. Hacerlo que se enorgullezca. Hacerle pensar que el mundo que ve a su
alrededor es todo lo que importa. Conducirlo hacia pecados que parecen delitos pequeños, no
crímenes grandes y sangrientos. Escrutopo le dice al demonio menor,
Sin duda, al igual que todos los tentadores jóvenes, estás ansiosos de poder reportar una
maldad espectacular. Pero recuerda, lo único que importa es el grado en que separes al
hombre del Enemigo [Dios]. No importa lo pequeño que sean los pecados, siempre que su
efecto acumulativo sea empujar al hombre lejos de la Luz y afuera hacia la Nada. El asesinato
no es mejor que las cartas si las cartas pueden hacer el truco. De hecho, el camino más
seguro hacia el Infierno es aquel que es gradual--la pendiente suave, los suelos blandos, sin
giros bruscos, sin hitos, sin señales.
El diablo quiere que caminemos por un lugar sin señalizaciones, que amemos un mundo sin
normas, y que terminemos en un infierno sin esperanzas. En el camino, a Satanás no le
importa lo que amemos más--siempre y cuando no sea a Dios. Cualquier cosa en este mundo
servirá.
Pero incluso cuando Satanás trata de llevarnos por el camino ancho, liso y sin señalizaciones,
Dios sigue colocando señalizaciones que nos indican el camino estrecho de Cristo. Cuando
amamos algo en lugar de a él, la voz de Dios nos mantiene alertas, "¡Oh almas adúlteras! ¿No
sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser
amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios".
¿Has estado cometiendo adulterio espiritual? ¿Has elegido una amistad fatal con el mundo
que te hace enemigo de Dios? Ahora es el momento de cambiar. Pide el perdón de Jesús,
confía en su amor, y ámalo como tu satisfacción suprema.
Capítulo Ocho
Trastornando al Mundo
Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os
elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. (Juan 15:19)
Demetrio tenía un problema. Su negocio había estado generando mucho dinero durante años,
pero ahora la demanda estaba cayendo y las ventas estaban disminuyendo. El dinero se
estaba acabando.
Demetrio era el jefe de una compañía que fabricaba estatuas de plata de una diosa llamada
Artemisa. Demetrio vivía en la ciudad de Éfeso, que tenía un templo para Artemisa (también
llamada Diana). Artemisa era una diosa del sexo y del éxito. Sus sacerdotisas servían como
prostitutas en el templo, así que si eras un hombre que iba a su templo, podías disfrutar de
encuentros sexuales. Cuando salías del templo, podías contar con Artemis para darte una
buena vida sexual, una familia fértil, una granja o un negocio próspero y mucha diversión.
Pero no podías estar en el templo todo el tiempo, así que, ¿cómo podrías asegurarte de que
Artemisa estuviera cerca para ayudarte cuando estuvieras en otro lado? Era fácil, aunque un
poco caro. Podrías comprar una estatua de plata en miniatura, tu ícono personal de Artemisa.
Podrías llevarte a esta diosa móvil a cualquier lugar que quisieras. La estatua de plata sería tu
encanto para el sexo, para la prosperidad y para el placer. Vender estatuas de Artemisa
parecía un negocio imperdible, y durante mucho tiempo lo fue. Demetrio ganó mucho dinero
como presidente de la Corporación Artemisa, al igual que muchas otras personas en
comercios relacionados.
Pero entonces las ventas comenzaron a hundirse. La caída comenzó cuando un desconocido
llegó a la ciudad. El desconocido, llamado Pablo, decía que sólo había un Dios y que este
Dios vino a la tierra en la persona de alguien llamado Jesús. Los que creían en el mensaje de
Pablo acerca de Jesús dejaban de adorar a Artemisa. Se alejaban de las prostitutas del
templo y ya no compraban ídolos de plata. Eso alteró a Demetrio. Su ingreso se estaba yendo
hacia abajo, por lo que decidió tomar medidas. Llevó a cabo una reunión con sus compañeros
fabricantes de ídolos. La reunión se convirtió en una protesta ruidosa y luego en una revuelta
a gran escala. La Biblia dice lo que sucedió en el capítulo 19 de los Hechos de los
Apóstoles, escrito por un médico llamado Lucas. He tomado lo que relató el Dr. Lucas y lo he
puesto en un estilo más como el Dr. Seuss.
Con un lamento y un gemido
y con un ceño fruncido y un gruñido,
Demetrio exclamó,
"¿Tiraremos la toalla?
Parece que no podemos vender
todos estos ídolos que hemos hecho.
Las personas no los comprarán.
No estamos ganando dinero".
"Nuestros ídolos se estaban vendiendo
por toneladas de dinero,
pero ahora no podemos venderlos,
y eso no es divertido.
¿Tiraremos la toalla?
¡No! ¡Yo digo que no lo haremos!”
Mientras él hablaba, los ánimos de sus amigos
comenzaron a calentarse.
Luego, Demetrio se prendió,
más molesto que nunca,
"Ustedes saben quién ha estado destruyendo
nuestra empresa de negocios?
¡Este tipo llamado Pablo!”
(Todos asentaron con un movimiento de cabeza.)
"Este hombre sigue diciendo
que sólo hay un Dios".
"El dice que Jesucristo
es en quien todos deben confiar.
Cuando las personas creen eso,
nos dejan de comprar a nosotros.
Es hora de hacer algo.
No se pierde nada con intentarlo.
Alabemos a nuestra gran diosa
e iniciemos un gran disturbio".
Así que eso es lo que hicieron,
y lo hicieron bastante bien,
esos hombres furiosos
con una diosa por vender.
Estaban pisando fuerte, vociferando
y gritando tan fuerte
que pronto atrajeron
a un público de gran tamaño.
A continuación, gritar de rabia
parecía lo más "aceptable" por hacer.
Pero por qué estaban allí,
la mayoría de ellos no tenían ni idea.
En poco tiempo la ciudad entera
se había convertido en una gran multitud.
¿Cómo calmarlos nuevamente?
¡Una tarea imposible!
Durante dos horas gritaron,
hasta que apenas pudieron graznar.
A continuación, el secretario de la ciudad
se puso de pie, y habló:
"¿Qué es todo el alboroto?
Tenemos un gran ídolo.
Le damos devoción.
Honramos su título".
"¿Pero por qué atacar a las personas
que no han hecho nada malo?
¿Por qué pararse alrededor una protesta
tan fuerte y tan larga?
Este alboroto podría meter
en problemas a nuestra hermosa ciudad.
Así que cierren sus bocas ruidosas,
y vuelvan a casa inmediatamente".
Cuando los hacedores de ídolos se enfurecen
y tratan de empezar una pelea,
significa que el pueblo de Dios va por buen camino;
estamos haciendo algo bien.
Pero cuando adoramos el dinero, el sexo,
los televisores y los deportes y el canto,
Demetrio se hace rico;
estamos haciendo algo mal.
Empezando un Alboroto
Si se lees el libro de los Hechos, encuentras que en cualquier lugar en donde los primeros
Cristianos traían el mensaje de Jesús, el Evangelio cambiaba la vida de algunas personas de
una manera enorme y molestaba a otras personas de una manera enorme. El disturbio en
Éfeso no fue la primera o la última vez que hubo una conmoción.
Anteriormente, en Filipos, Pablo usó la autoridad de Jesús para echar a un espíritu maligno de
una esclava. Eso enfureció a los propietarios de la chica, porque el espíritu malo había estado
prediciendo el futuro, y los propietarios de la chica habían hecho mucho dinero en honorarios
por la adivinación.
Pero viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a
Silas, y los trajeron al foro... y dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad,
y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos. Y se agolpó
el pueblo contra ellos (Hechos 16:20-22).
¿Los apóstoles realmente incitaron un comportamiento ilegal, anti Romano? No, aunque
Pablo y Silas eran Cristianos Judíos, también eran ciudadanos Romanos y no violaron
ninguna ley Romana. Su único "delito” fue transformar la vida de una niña a través del poder
de Jesús y perjudicar el flujo de caja de aquellos que habían estado explotando a la chica.
Pablo y Silas después se fueron a la ciudad de Tesalónica y proclamaron a Jesús como
Mesías y Salvador. Muy pocas personas fueron convencidas de ser Cristianas, pero otros
formaron una turba y empezaron una revuelta en la ciudad.
Ellos gritaron: "Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá... Todos éstos
contravienen los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús. Y alborotaron al pueblo
y a las autoridades de la ciudad, oyendo estas cosas (Hechos 17:5-8).
¿Los apóstoles realmente estaban desafiando al César y tratando de derribar al gobierno? No,
pero presentar a Jesús como el señor ante el pueblo hizo revolucionar la forma en la que vivía
el pueblo. Los apóstoles estaban volteando al mundo hacia el lado correcto, pero para la
gente que estaba parada sobre sus cabezas, el evangelio parecía estar al revés.
Cuando Pablo más tarde viajó a Éfeso, la ciudad natal de Demetrio y del templo de Artemisa,
el patrón se repitió: el Evangelio transformó a algunas personas e hizo que otros quisieran
disturbios. Durante dos años Pablo se quedó en Éfeso y tuvo discusiones diarias sobre Jesús.
Prácticamente todo el mundo en la región oyó la palabra del Señor. Junto con la enseñanza
del Evangelio vinieron sanidades, liberación de malos espíritus, y otras manifestaciones del
poder de Dios. La respuesta fue espectacular. Las personas veneraban a Jesús. Ellos
admitían abiertamente las cosas malas que habían hecho. Algunos incluso decidían encender
una hoguera y quemar sus libros de hechicería. Ellos habían pagado mucho dinero por rollos
que les enseñaban los secretos de la hechicería, pero ahora que pertenecían a Jesús, no
querían tener nada que ver con la brujería. Esos nuevos Cristianos quemaban sus libros
malos, que les habían costado un total de aproximadamente 50,000 dracmas. Una dracma era
un día de salario, por lo que ésta era una hoguera cara--50,000 días de salarios, alrededor de
150 años de ingresos totales, en humo.
Fue por entonces cuando Demetrio y sus amigos notaron que su negocio de venta de
ídolos no estaba yendo tan bien, y le atribuyeron la recesión a Pablo. Él era malo para el
negocio. Pablo no estaba promoviendo un programa político u organizando un boicot de
consumidores. No trataba de aprobar una ley en contra del culto de Artemisa. Sin embargo,
cuando las personas conocían a Jesús, perdían interés en Artemisa. Pablo no presionó por la
censura del gobierno hacia los libros malos, pero cuando las personas escuchaban las
verdades divinas de las Escrituras, ellos se daban cuenta de que sus libros de hechicería no
eran buenos para nada más que una hoguera. Pablo no promovió una nueva legislación, pero
el modo de vida Cristiano sacudió las ciudades y las sociedades a sus fundamentos.
Demetrio Prospera
Eso nos lleva a la pregunta: ¿Por qué había tantos disturbios en contra de los Cristianos en
aquella sociedad y tan pocos en nuestra sociedad? Bueno, las personas como Demetrio no
se amotinan si el negocio va bien. Si la sociedad sigue siendo rentable para la idolatría y para
la inmoralidad, si no muchas personas son decididamente diferentes a causa del Evangelio, si
los que dicen seguir a Jesús siguen comprándole a Demetrio, él no se molestará. En el libro
de Hechos, los nuevos Cristianos eran muy diferentes de los no Cristianos a su alrededor, y el
ingreso de Demetrio descendió como resultado. Sin embargo, en nuestra sociedad, muchas
personas de la iglesia siguen siendo muy parecidos a aquellos que están sin Cristo, y son tan
propensos como cualquier otra persona que le compra a Demetrio.
Si Demetrio es un productor de Hollywood, ¿se preocupa por perder dinero debido a las
personas que siguen a Jesús? No es probable. Cuando Demetrio de Hollywood produce
entretenimiento lleno de sexo, masacre, y de lenguaje grosero, es muy probable que tanto las
personas de las iglesias como las personas sin iglesia compren sus entradas para el teatro,
alquilen sus videos, y vean sus programas de televisión. Si Demetrio dirige una compañía de
música que produce álbumes inmorales sin Dios, puede contar con que los adolescentes de la
iglesia compren su basura. ¿Por qué una versión moderna de Demetrio se molestaría por las
personas que dicen ser Cristianas? ¡Ellos son algunos de sus mejores clientes!
Si Demetrio dirige un casino, ¿encuentra que los beneficios de las apuestas están bajando?
No, las apuestas son un gran negocio y continúan expandiéndose. El crecimiento de las
apuestas no sólo se debe a que se ha legalizado el juego ilegal, y no sólo se debe a que las
personas que no van a iglesia apuestan más. También se debe a que muchas personas de la
iglesia están comprando billetes de lotería y agolpándose en los casinos. Están tan
enamorados de suerte, tan descontentos con lo que tienen, tan ansiosos por el dinero fácil,
tan aburridos del trabajo diario y de la sabia administración del dinero, que apuestan el dinero
que Dios les ha confiado. Si Demetrio dirige un casino o la lotería, ¿por qué iba iniciar una
revuelta en contra de las personas de la iglesia? Él está demasiado ocupado recogiendo el
dinero de ellos.
Si Demetrio dirige una fábrica de cervezas, ¿está perdiendo dinero debido a que muchos
devotos seguidores de Jesús han limitado su consumo de alcohol o han renunciado por
completo al alcohol? No, los vendedores de licor ganan mucho dinero, incluso de los
creyentes. A pesar de las fuertes palabras de la Biblia en contra de emborracharse, muchos
jóvenes de familias que asisten a la iglesia piensan que emborracharse es la esencia de la
diversión. Muchos de sus padres no pueden relajarse y pasar un buen rato a menos que
tengan varias bebidas encima para facilitar las cosas. Muchas bodas de la iglesia son
seguidas por recepciones con bares abiertos, y lo que comienza como una ceremonia sagrada
termina como una fiesta de borrachos. Si Demetrio está en el negocio del licor, ¿no pone
objeción por los creyentes? Por supuesto que no. Está demasiado ocupado contando las
ganancias de su última fiesta.
Si Demetrio dirige una tienda que está abierta los siete días a la semana, ¿pierde dinero el
domingo debido a que muchos Cristianos quieren guardar el domingo de manera especial
para Dios y no hacer compras en ese día? Si Demetrio dirige una franquicia deportiva
profesional, ¿tiene un problema porque los jugadores Cristianos no van a jugar el domingo o
porque los fans Cristianos permanecen lejos del estadio los domingos y dejan su televisor
apagado? No, el domingo es el día número uno para el deporte profesional, y
ahora está convirtiéndose en un día para las ligas deportivas organizadas en todos los niveles
menores para los jóvenes y los niños. Si un niño tiene entrenamiento o un partido el domingo,
y si está programado al mismo tiempo que un servicio de la iglesia--bueno, ¿por qué no
saltarse la iglesia? ¿Por qué Demetrio iniciaría una conmoción en contra de los feligreses
cuando el domingo es una súper fuente de dinero para él?
Demetrio se Queja
Aquí y allá algunos Cristianos todavía alteran al Demetrio de nuestros días. Si Demetrio está
en la política, no le interesa la religión, si ésta no interfiere con él, pero causará una
conmoción si los Cristianos influyen en la política pública de manera significativa. El Señor
Melbourne de Gran Bretaña estaba molesto por un movimiento dirigido por los Cristianos
evangélicos, y vociferó, "Las cosas han llegado a un negocio de mala suerte cuando se le
permite a la religión invadir la vida pública.” ¿Qué lo puso tan enojado? Aquellos Cristianos
evangélicos se esforzaban por poner fin al comercio de esclavos. Los traficantes de esclavos
tendrían que encontrar una nueva forma de hacer dinero, y la economía no
podría beneficiarse de tanto trabajo gratis. Hubiera sido mucho más conveniente para cada
Demetrio comerciante de esclavos si los Cristianos no hubieran tenido que trastornar el mundo
entero a través de la valoración de los esclavos como hijos de Dios.
Cuando Demetrio dirige una clínica de aborto, está manteniendo un templo para las personas
que adoran el sexo y el dinero, y que ofrecen sacrificios humanos a su diosa. Él no tiene
ningún problema con las personas de la iglesia que ven su negocio como un derecho básico y
le pagan por matar a sus bebés a punto de nacer. Pero él odia a aquellos que consideran
sagrada la vida. Demetrio dice ser pro elección, pero quiere que la elección sea la muerte, no
la vida. Demetrio el abortista grita sobre el horror de mezclar la religión y la política.
Si Demetrio pertenece a una religión no Cristiana o no tiene religión en absoluto, no le
interesan los creyentes que se guardan su fe para sí mismos. Pero si los Cristianos llaman a
otros a confiar en Jesús como Salvador y Señor, y si un número creciente de personas se
vuelven Cristianas, ¡cuidado! Demetrio denuncia como proselitistas y fanáticos a los Cristianos
orientados a las misiones, y pone en marcha una campaña en contra de ellos. Demetrio no
causará una conmoción sobre un modelo del Cristianismo que no diga casi nada y que no
cambie casi a nadie. Pero va a atacar a los Cristianos que vivan y hablen en el poder de Jesús
y que extiendan el camino Cristiano hacia los demás. Un modelo muerto y decadente del
Cristianismo no trastorna el mundo; encaja perfectamente con la manera de hacer las cosas
del mundo. Pero una fe en Jesús que es viva y que se difunde, despierta oposición.
Complaciente para Dios, No Complaciente para las Personas
Una de las principales diferencias entre un Cristiano vivaz y uno rendido es que el Cristiano
vivaz quiere la aprobación de Dios, mientras que el rendido se preocupa más por la opinión
del mundo. El apóstol Pablo era complaciente para Dios, no complaciente para las
personas. Pablo dijo: "Tuvimos denuedo en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios
en medio de gran oposición... No como para agradar a los hombres, sino a Dios” (1
Tesalonicenses 2:2, 4). "Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo"
(Gálatas 1:10).
Algunos de nosotros queremos impresionar a los intelectuales. Pero Pablo no le teme al
desprecio de los académicos. En Atenas, la capital intelectual del mundo, algunos filósofos
disputaron con Pablo y preguntaron: "¿Qué querrá decir este palabrero?” Cuando Pablo habló
sobre la resurrección de los muertos, algunos se burlaron de él (Hechos 17). Sin
embargo, Pablo habló el Evangelio claramente, a pesar de las burlas de muchos intelectuales,
y algunos se convirtieron al Cristianismo como resultado. ¿Por qué ser intimidado por lo que
los intelectuales dicen sobre ti? La Biblia dice que los intelectuales de Atenas "en ninguna otra
cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo" (Hechos 17:21). Muchos en nuestras
universidades hacen lo mismo. Tienen conferencias y debates sin fin, pero no tienen ninguna
comprensión sobre las verdades básicas que le dan sentido y dirección a la vida. Si no tienen
convicciones acerca de las cosas que más importan, ¿por qué ser intimidado si se burlan de
tus creencias?
No les temas a las burlas de los intelectuales, y no te preocupes por la opinión pública. En los
disturbios de Éfeso dirigidos por Demetrio, una gran multitud se reunió en el templo de
Artemisa y gritaron a pulmón abierto durante dos horas. Esto pudo haber parecido una
demostración impresionante, y si tal conmoción tuviera lugar hoy en día, sin duda sería
transmitida en las noticias de televisión. Pero la Biblia dice acerca de estas manifestantes
ruidosas, llamativas, "Los más no sabían por qué se habían reunido" (Hechos 19:32) estaban
molestos porque--bueno, simplemente porque todos los demás estaban molestos. Estar
molesto era lo que había que hacer. Eso es lo que pasa con la opinión pública y con las
multitudes ruidosas. Unos pocos cabecillas astutos (como Demetrio) tienen un propósito, pero
muchos otros se unen a la conmoción sin siquiera saber por qué están allí. Así que no nos
molestemos demasiado si no nos ajustamos a la corriente principal de la opinión pública o si
nos sentimos superados en número. La valoración de Dios es lo que importa.
Pablo no podía darse el lujo de tomarse demasiado en serio las opiniones de las personas.
Algunas personas difieren enormemente de otras, e incluso las mismas personas podrían
oscilar de un extremo a otro en un corto período de tiempo. En una ciudad, Listra, Pablo usó el
poder de Cristo para sanar a un hombre que había estado paralizado toda su vida a causa de
un defecto de nacimiento. Cuando el hombre se levantó y comenzó a caminar, la multitud
gritó: "Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros." Pero poco tiempo
después, esa misma multitud se volvió en contra de Pablo y le arrojaron piedras en un
esfuerzo para matarlo (Hechos 14:8-20) Un minuto antes Pablo era un dios, al minuto
siguiente no era apto para vivir.
En otra ocasión, Pablo estaba recogiendo leña para el fuego, cuando una serpiente venenosa
lo mordió. Una multitud de personas cercanas pensaba que Pablo debía ser un asesino y que
esa era la pena de muerte divina por su crimen. "Pero él, sacudiendo la víbora en el fuego,
ningún daño padeció. Ellos estaban esperando que él se hinchase, o cayese muerto de
repente; mas habiendo esperado mucho, y viendo que ningún mal le venía, cambiaron de
parecer y dijeron que era un dios" (Hechos 28:5-6) Un criminal en un instante, un dios al
siguiente--cuando las opiniones de las personas oscilan entre esos extremos, es mucho mejor
no preocuparse de lo que piensan de ti. Sólo concéntrate en la valoración de Dios sobre ti.
En una de las muchas revueltas que estallaron en reacción al ministerio de Pablo, un oficial le
preguntó: "¿No eres tú aquel egipcio que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al
desierto los cuatro mil sicarios?" (Hechos 21:38) El comandante se sorprendió al saber que
Pablo hablaba su idioma y que era un conciudadano que no tenía nada que ver con sicarios
extranjeros.
Nunca sabrás los rumores que podrían extenderse sobre ti o aquello que la gente podría
pensar de ti, y esa es una razón más para céntrate en lo que Dios piensa de ti. Se rumoraba
que los primeros Cristianos eran terroristas, ateos, incendiarios que prendían fuego a Roma,
caníbales y todo tipo de cosas horribles, pero los rumores eran falsos. Ellos simplemente eran
seguidores de Jesús, los cuales trastornaban el mundo al confiar en Jesús, al vivir para Jesús,
y al llamar a otros hacia Jesús. Aún hoy en día, si eres un Cristiano que se precie de serlo,
algunas personas te despreciarán y se opondrán a ti, pero tu objetivo no es ser complaciente
para las personas, sino complaciente para Dios. Tienes un comandante, no muchos. Su
nombre es Jesús.
Insignia de Honor
Si los Cristianos son acusados de causar problemas, esto no es necesariamente una
desgracia. Puede ser un gran honor. Jesús dice: "Si el mundo os aborrece, sabed que a mí
me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero
porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece... Si a
mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán" (Juan 15:18-20). La religión que
adapta el mundo está fuera de contacto con Jesús. Si ésta nunca provoca oposición, no
proveerá salvación.
El único tipo de Cristianismo al que vale la pena unirse es el tipo al que vale la pena oponerse.
Si las iglesias ofrecen una religión que es tan débil o tan mundana que los idólatras no sienten
ninguna necesidad de oponerse a ella, entonces no vale la pena unirse para aquellos que
buscan al Dios vivo. Esto no significa que los Cristianos estén dispuestos a hacer enemigos.
Simplemente significa que una vida Cristiana fiel y de testimonio inevitablemente alterará el
mundo. Ésta provocará la hostilidad de aquellos que prefieren la vida sin Cristo y que, al igual
que Demetrio, sienten que tienen mucho que perder si el Cristianismo se extiende demasiado.
Un evangelio que nunca rechaza a nadie, probablemente no volverá a nadie a la realidad de la
salvación en Jesús y a la nueva vida revolucionaria que viene de su Espíritu Santo y que se
enseña en la Santa Biblia.
Hay una cosa que no quiero que te pierdas en todo esto: la enorme alegría y el privilegio de
servir a Jesús. ¿Por qué crees que Pablo estaba dispuesto a enfrentarse a tantos
malentendidos? ¿Por qué simplemente no se quedó en casa, guardó silencio y no agitó las
cosas? ¿Por qué crees que les hablaba a las personas acerca de Jesús, a pesar de los
rumores, las revueltas, los golpes y los intentos de asesinarlo? Debido a que ninguno de estos
problemas importaban en comparación con conocer a Jesús y con tener una relación con él.
Pablo quería seguir a Jesús y estar cerca de él, sin importar cuál fuera el costo, porque había
probado la bondad del Señor. Él sabía que la ganancia era tan grande que ésta siempre
superaría el costo. Pablo quería traer a otros hacia Jesús para que ellos también pudieran
disfrutar lo que él ya disfrutaba: una vida transformada ahora y la vida eterna con Cristo en el
futuro.
Muchas personas fuera de la iglesia nunca han probado la alegría de Jesús, e incluso muchos
en la iglesia tienen una religión inútil y debilucha. Ellos no alteran el mundo; son como el
mundo. No tienen nada de la fuerza penetrante del Espíritu Santo, que cambia vidas. La
iglesia necesita un reavivamiento de energía y una renovación de santidad de manera que el
impacto de Cristo sea imposible de ignorar.
Cuando eso sucede, Demetrio y sus amigos pueden estar muy dispuestos a iniciar una
revuelta, pero muchos otros dejarán atrás el vacío del mundo de pecado en favor a la plenitud
en Cristo. Ellos a su vez se alejarán de la diosa del sexo y del éxito. Dejarán de apoyar
mentiras. Creerán la verdad y recibirán el regalo de la vida eterna en Jesús. Muchas personas
dentro de la iglesia pueden descubrir por primera vez al Señor en quien siempre han afirmado
creer, y muchos fuera de la iglesia llegarán a conocer a Jesús y se convertirán en parte de su
iglesia viva. El mundo se molestará, pero el pueblo de Dios será levantado.
Capítulo Nueve
Luchando Contra la Carne
Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. (Romanos 7:19)
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos
se oponen entre sí. (Gálatas 5:17)
Felipe se sienta enfrente de su ordenador. Su mano se sitúa sobre el ratón, vacilante. Luego
hace clic en él. Pronto la pantalla le está mostrando una imagen sucia tras otra. Felipe se
siente avergonzado por ver pornografía, y se dice a sí mismo que debe apagar el
ordenador. Pero incluso mientras él mismo se dice esto, hace clic en el ratón y ve algunas
otras fotos sucias. Algo en él no quiere hacerlo, pero algo más en él lo hace de todos modos.
Jennifer es una adolescente. En el desayuno su padre le pregunta: "¿A dónde fuiste anoche,
Jen?” Jennifer odia las mentiras, pero ¿cómo puede decir la verdad? La noche anterior había
salido a fumar marihuana con algunos de sus amigos. Así que por enésima vez Jennifer
inventa una historia y miente acerca de dónde estaba. Los ojos de su papá se contraen un
poco, preguntándose, pero no presiona sobre el asunto. Algo en Jennifer realmente no quiere
fumar marihuana con sus amigos o mentirle a su padre, pero algo más en ella lo hace de
todos modos.
Jorge acaba de llegar a casa del trabajo. Ha sido un día difícil. Le pregunta a su esposa:
"¿Qué hay de cenar?” Ella dice cenarán lo que sobró anoche. "¡Lo que sobró!" Jorge grita.
"Trabajo como un perro durante todo el día, y ¿lo único que obtengo son sobras de esa
pésima comida que tuvimos anoche? ¿Por qué no me puedes dar algo de comida decente?"
Jorge gruñe unas pocas malas palabras y luego se da cuenta de que los labios de su esposa
tiemblan y de que una lágrima corre por su mejilla. Jorge cierra la boca y se sienta. Él
realmente se preocupa por su esposa, pero esta no era la primera vez que perdía los estribos
y le gritaba. Algo en Jorge no quiere explotar, pero algo más en él lo hace de todos modos.
Amy ha estado en el teléfono durante bastante tiempo. Ella ha estado bebiéndose los últimos
chismes de su amiga, y añade a la vid varios litros de sus propios chismes jugosos. Después
de que cuelga el teléfono, ella se queda pensando. Algo que dijo fue desagradable. Aunque
algo de ello era cierto, ella no tenía que repetirlo. Amy sabe que es demasiado chismosa, y
que sería mejor no difundir una charla hiriente. Algo en ella no quiere hacerlo, pero algo más
en ella lo hace de todos modos.
Tal vez tu tienes tu propio hábito o patrón de comportamiento que es malo para ti o
simplemente erróneo. Algo en lo que quieres ser diferente, pero otra cosa te hace seguir
haciendo lo mismo de siempre, y te preguntas: "¿Qué pasa conmigo? Yo sé lo que es bueno,
y aún sigo haciendo lo que es malo. ¿Por qué tengo esta guerra dentro de mí, y por qué
parece que el lado malo sigue ganando?".
La Biblia describe esta situación en Romanos 7. Cuando oímos la ley de Dios en la Escritura o
percibimos la voluntad de Dios en nuestra propia conciencia, podemos ver que el camino de
Dios es el mejor. Pero incluso si estamos de acuerdo con la ley de Dios, a menudo hacemos
lo contrario. En Romanos 7:14-20 el apóstol Pablo dice,
Sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago,
no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no
quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace
aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el
bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que
quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino
el pecado que mora en mí.
¡Qué enredo! Cuando estoy atrapado entre la voluntad de Dios y mis propias tendencias
pecaminosas, no entiendo lo que hago, y no entiendo lo que soy. Hago cosas malas--pero
¿soy realmente yo, o se trata de un poder extraño de pecado que mora en mí? Nada bueno
habita en mí--en mi naturaleza pecaminosa, es decir--y sin embargo, algo en mí afirma e
incluso le gusta lo que es verdaderamente espiritual y bueno. ¿Quién soy yo de todos modos?
¿Es mi verdadero yo aquel que está de acuerdo con la ley de Dios, o es mi verdadero yo
aquel que sigue violando la ley de Dios? ¿Soy dos personas diferentes? ¿Tengo una doble
personalidad? ¿Por qué no puedo controlar mi conducta o averiguar quién soy realmente?
¿Qué es esta guerra interior?
Esas son las preguntas que puedes estar realizando cuando sigues haciendo las cosas que
prefieres no hacer. Ya sea que se trate de pornografía, de un problema con el alcohol, del
consumo de drogas, de caer en un temperamento violento, de actividad homosexual, de
chisme o de lo que sea, cuando eres impulsado a hacer cosas que condenan a la conciencia,
te preguntas: "¿Qué me hace ir en contra de mi propio buen juicio ¿Soy el culpable? ¿Puedo
ser perdonado? ¿Alguna vez podré ser diferente? ¿Hay alguna manera de escapar?".
Pablo termina Romanos 7 hablando de esta guerra interior y diciendo la única manera de
ganarla. Él dice,
Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el
hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se
rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis
miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios,
por Jesucristo Señor nuestro
No importa lo desgraciados que seamos, no importa lo que esté mal en nosotros, el Señor
puede perdonarnos, rescatarnos, y cambiarnos.
La Naturaleza Pecaminosa.
Necesitamos desesperadamente que Dios nos perdone y nos cambie. Antes de explorar cómo
sucede esto, indaguemos un poco más en nuestro problema central. Tenemos un ser caído
que está en contra de Dios, que es alérgico a Dios, y que reacciona contra su santa ley. La
Biblia llama a esto "la carne" o "la naturaleza pecaminosa".
Los Cristianos que creen en la Biblia hablan de tres amenazas para el bienestar espiritual y
eterno de una persona: el diablo, el mundo y la carne. Ese es un trío mortal. El diablo,
Satanás, es fuerte y astuto. El mundo puede corrompernos y seducirnos lejos de Dios. Pero el
diablo y el mundo no son nuestros únicos enemigos. También existe la carne, nuestra propia
naturaleza pecaminosa. Cuando hacemos algo mal, no podemos simplemente decir, "¡El
diablo me hizo hacerlo!” O echarle la culpa al mundo que nos rodea. Hay que reconocer que
justo dentro de nosotros hay una naturaleza pecaminosa que es demasiado rápida para seguir
al diablo, se enamora del mundo, y hace la guerra en contra de lo que sabemos que es
correcto.
Esta naturaleza pecaminosa es llamada "la carne” en muchas traducciones de la Biblia y en
otros escritos Cristianos. No te dejes confundir por este término. No pienses que "la carne” se
refiere sólo a los pecados del cuerpo, como al pecado sexual o a la gula. "La carne” significa
todo el ser--el cuerpo, el alma, la mente y las emociones-- en las garras del pecado. "La
carne" es toda la maraña de deseos, pensamientos impíos, y hábitos de todo nuestro ser
caído.
Ya sea que le llamemos "la carne" o "la naturaleza pecaminosa", tenemos que hacer frente a
la realidad de la misma. Cuando nos encontramos haciendo cosas que sabemos que están
mal, podríamos querer decir: "Oh, acabo de cometer un error", o "pudiera cambiar eso cuando
quiera" o "básicamente soy una buena persona, yo sólo me resbalo de vez en
cuando." Pero si somos realistas, tenemos que decir junto con el escritor bíblico, "soy carnal,
vendido al pecado. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien".
Cuando la carne, la naturaleza pecaminosa, se enfrenta a la ley de Dios, el resultado no es
agradable. La ley nos dice lo que deberíamos estar haciendo y nos condena cuando no lo
hacemos, pero la ley de Dios no cambia nuestra naturaleza pecaminosa. De hecho, a veces el
hecho de que nos digan lo que está bien solo nos tienta más acerca de aquello que está mal
en nuestro interior. Cuanto más nos dicen que no debemos hacer algo, nuestra naturaleza
pecaminosa reacciona más haciendo lo contrario. Y si nos sentimos culpables por ello,
nuestros sentimientos de culpa en realidad pueden llevarnos a hacerlo aún más. Por extraño
que parezca, es cierto. Cuanto más conocemos la ley de Dios y percibimos que esto es
correcto, nos volvemos más desgraciados.
Renunciando al Pecado
La guerra interior es tan difícil y tan dolorosa, que queremos que termine. Una forma tentadora
de poner fin a la lucha consiste en entregarnos al pecado. Esto puede parecer atractivo,
especialmente si has estado luchando con pocas señales de progreso. Un joven tenía antojos
homosexuales que no desaparecían. Luchaba contra estos sentimientos, y por
un tiempo creyó que Dios estaba en contra de los actos homosexuales. Pero cuando no pudo
cambiar sus deseos, con el tiempo llegó a la conclusión que estaba bien tener una pareja
homosexual. También convenció a sus padres de esto, a pesar de que anteriormente habían
pensado que un comportamiento homosexual era incorrecto. Si su hijo no podía cambiar, Dios
no debía querer que él cambiara. Su madre dijo: "Dios creó homosexual a mi hijo por una
razón, y él no está fuera de su voluntad".
Tal pensamiento es común entre las personas de origen religioso que están involucradas en la
actividad homosexual. En cuanto a su tendencia del mismo sexo, dicen, "No escogí esto, y no
puedo cambiarlo, lo que significa que nací con ello. Si nací con ello, entonces Dios me hizo
así. Y si Dios me hizo así, entonces mi deseo homosexual es una cosa hermosa para ser
expresada y disfrutada, no es un pecado del cual deba lamentarme, arrepentirme y luchar
contra él".
Suena bastante convincente, ¿no? Pero la razón por la que suena convincente es que muy
pocos de nosotros pensamos en términos de la comprensión bíblica del pecado. Cuando
menciono la comprensión bíblica del pecado, no sólo estoy hablando de mandamientos
bíblicos en contra del comportamiento homosexual. El problema más profundo es el supuesto
subyacente acerca de que cualquier tendencia fuerte arraigada en mi naturaleza, todo con
lo que he nacido, debe haber sido creado por Dios y, por lo tanto, es bueno. Eso es totalmente
contrario a la enseñanza bíblica acerca de nuestra naturaleza pecaminosa. Es verdad que
Dios creó a la humanidad buena, pero Adán y Eva cayeron en pecado, y ahora cada nuevo
miembro de la raza humana nace con una naturaleza pecaminosa. Cuando Dios les mostró a
los escritores bíblicos la verdad sobre sí mismo, ¿qué dijeron ellos? "He aquí, en maldad he
sido formado" (Salmo 51:5). "Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne... ¡Miserable de mí!"
(Romanos 7:18).
Argumentar "Nací de esta manera" para mostrar que algo está bien no convencería a
cualquiera que conozca la Biblia y que sabe que todos nacemos con una naturaleza
pecaminosa. Pero si suponemos que nacemos siendo buenos, entonces todo lo que parece
venir naturalmente, no puede estar equivocado. En vez de lamentar, "¡Qué desgraciado
soy! ¿Quién me librará?" Anunciamos, "¡Así es como soy, y estoy orgulloso de ello! Que nadie
intente cambiarme".
Si experimentamos una guerra interior donde nuestra naturaleza pecaminosa lucha en contra
de la voluntad de Dios, podríamos tratar de convencernos de que la Biblia está equivocada, o
de que Dios posiblemente no puede decir en serio lo que parece estar diciendo, o de que
simplemente esto no se aplica a nuestra situación. Nosotros no podemos soportar la idea de
creer que algo profundamente arraigado en nosotros puede estar totalmente en desacuerdo
con lo que es correcto y bueno. Si hemos nacido de una forma determinada, o si tenemos un
conjunto de sentimientos y un patrón de comportamiento que hemos intentado cambiar sin
éxito, es un alivio rendirnos, decirnos a nosotros mismos que estamos bien como estamos y
que realmente no deberíamos querer cambiar, después de todo. Pero si tomamos este
enfoque, estamos mintiéndonos a nosotros mismos.
Entregándose a Cristo
Si somos realistas, vamos a ver la verdad y la bondad de la ley de Dios, y al mismo tiempo,
veremos que nuestro comportamiento está mal y que surge de una naturaleza pecaminosa
que todos nuestros esfuerzos no pueden cambiar. Esto es doloroso de aceptar, y es aún peor,
porque nosotros mismos no podemos solucionar el problema. Todo lo que podemos hacer es
darnos por vencidos y preguntarnos con desesperación si otra persona puede ser capaz de
ayudarnos.
Si tienes un mal genio y no puedes cambiar, no pretendas que no es tan malo ser alguien
exaltado. Si te mantienes mirando fotos y videos sucios, no pretendas que está bien ver a
otros seres humanos como objetos de tu deseo. Si abusas del alcohol, deja de decirte a ti
mismo que puedes controlar tu bebida. Si tienes el hábito de mentir cuando parece
conveniente, no pretendas que no es gran cosa. Si chismeas en lugar de edificar a
otros, no pretendas que esto es inofensivo. Deja que la triste verdad penetre en: la ley es
espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado.
Sé que no es divertido escuchar esto. Una vez me pidieron que hablara en una convención de
jóvenes adultos. Las personas que me invitaron querían que hablara acerca de la santidad de
Dios. "Pero", dijeron, "hazlo de una manera que no haga que las personas se sientan
culpables." ¿Cómo se supone que iba a hacer eso? ¿Cómo pueden las personas percibir la
santidad de Dios sin sentirse culpables? Cuando Isaías vio la santidad de Dios, exclamó, "¡Ay
de mí! que soy muerto!” Cuando Pablo consideró la santa ley de Dios, él gimió: "¡Miserable de
mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?".
No estemos tan ansiosos por evitar sentirnos mal. Estás mucho más cerca el reino de Dios si
te encuentras triste y frustrado en tu lucha en contra del pecado que si te has rendido al
pecado y piensas que no hay nada malo en ti. Si tienes un problema con la bebida, pero crees
que no tienes un problema, no te sentirás tan miserable como la persona que admite que es
un alcohólico, pero aún no has encontrado una manera de dejar de beber. Pero la persona
desgraciada se acerca más a la realidad y es más propensa a buscar ayuda fuera de sí
misma. Antes de que puedas ser libre de aquello que está mal en ti, primero tienes que admitir
que algo está mal y que eres impotente para cambiarlo.
Uno de los grandes propósitos de la ley de Dios es llevarnos a ese punto. La ley no
puede perdonarnos o transformarnos, pero la ley de Dios nos puede mostrar nuestra
situación, hacernos renunciar a nosotros mismos y prepararnos para depender totalmente del
Señor Jesucristo.
Watchman Nee, un líder Cristiano chino de una generación anterior, contó acerca de un
hombre que se encontraba en aguas profundas incapaz de nadar. Sin embargo, había un
experto nadador cerca. Mientras Nee observaba, esperaba que este hombre rescatara
inmediatamente al otro. Pero no hizo nada. "¿No ves que se está ahogando?", Gritó Nee. Pero
aun así el buen nadador no hizo nada. Mientras tanto, el hombre que se ahogaba se debilitaba
cada vez más. Nee pensó: "Qué horrible que este gran nadador no rescatará a un hermano
que se ahoga." Pero justo mientras el hombre que se ahogaba se quedaba sin energías y
dejaba de dar golpeteos, el nadador se aceleró hacia él con unos pocos trazos rápidos, lo
sostuvo, y lo llevó a salvo hacia la orilla. Nee regañó al nadador por esperar tanto tiempo, pero
el hombre respondió: "Cualquier momento antes, y me habría tirado debajo de él. Un hombre
que se ahoga no puede ser rescatado hasta que está completamente agotado y deja de
intentar salvarse a sí mismo".
Así también, cuando tú y yo nos estamos ahogando en el pecado, el Señor puede hacernos
golpetear por un tiempo, tratando desesperadamente de salvarnos a nosotros mismos y de
cambiar nuestros caminos. Por supuesto, Dios no está preocupado de que lo pudiéramos
empujar hacia bajo, pero sabe que antes de ser rescatados, debemos rendirnos a toda
esperanza de ganarnos el derecho a cielo o de hacernos santos por nuestra cuenta. La santa
ley de Dios nos deja agotados e indefensos ante la presencia de Dios. Si nuestra única
esperanza de santidad y de ir al cielo fuera nuestra capacidad de hacer las cosas buenas
ordenadas en la ley de Dios, estaríamos arruinados.
Pero justo cuando nos damos por vencidos y clamamos, "¿Quién me librará?" Podemos
encontrarnos diciendo, "Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Ahora, pues,
ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la
carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha
librado de la ley del pecado y de la muerte" (Romanos 8:1-2).
La muerte de Jesús paga por todas las veces que hemos quebrantado la ley de Dios, a pesar
de conocer algo mejor, por lo que no tenemos que ser abrumados por la culpa. Jesús murió
por nosotros--y nosotros también morimos con él. Nuestra naturaleza pecaminosa está
crucificada con Cristo, y Dios levanta una nueva naturaleza dentro de nosotros que está viva
con la vida de Cristo resucitado. El Espíritu Santo dador de vida de Jesús nos transforma y
nos hace verdaderamente nosotros mismos por primera vez. El Espíritu Santo tiene un poder
mucho mayor que la carne pecaminosa dentro de nosotros, mucho mayor que el poder de
Satanás y que el mundo que nos rodea. El poder del Espíritu Santo nos transforma de una
manera en la que nuestros propios esfuerzos nunca pudieron. Al luchar contra la carne a
través de su poder, podemos ganar la guerra interior.
Sin el Espíritu Santo, no se puedes ganar la guerra en tu interior. Si estás atrapado en una
guerra entre tu conciencia y tu carne, la carne va a ganar la guerra. La conciencia puede decir
que la ley de Dios es correcta y que el pecado está mal, pero la conciencia no nos da poder
para hacer lo correcto. Cuanto más larga sea la guerra, menos pelea la conciencia. Cuanto
más pequemos, más se confunde nuestra conciencia, y menos trata de ser escuchada.
El Espíritu Santo hace lo que la conciencia no puede hacer. El Espíritu Santo no sólo nos dice
que la ley de Dios es justa; el Espíritu Santo nos anima y nos da el poder para hacer lo
correcto. El Espíritu Santo es más fuerte que la carne. El Espíritu y la carne luchan el uno
contra la otra, pero el espíritu es más fuerte. La Biblia les dice a los creyentes llenos del
Espíritu, "Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de
Dios mora en vosotros" (Romanos 8:9).
El Verdadero Tú
¿Esto quiere decir que en el momento en que el Espíritu de Dios se mueve ti al instante te
vuelves perfecto y libre de pecado? No, siempre y cuando estamos en esta vida, todavía
habrá veces incluso para los Cristianos nacidos de nuevo cuando la carne se comporte mal--
como un cuerpo que está muerto, pero aun retorciéndose. Cada vez que la carne hace
eso, debe ser clavada en la cruz. Cuando estás en Cristo, tu vieja carne es exterminada y
debe permanecer muerta. Crucificar la vieja naturaleza no es una cuestión de odiarte a ti
mismo. Es una cuestión de odiar a una naturaleza pecaminosa que no es el verdadero ser que
Dios diseñó que fueras. Cuando pecas, no dices: "Eso es justo lo que soy." En su lugar dices,
"Ese no es mi verdadero yo; es el pecado que habita en mí--y por la gracia de Dios, el pecado
no va a tener la sartén por el mango" Cuenta con Cristo para perdonar tu fracaso, y clava en la
cruz esa naturaleza pecaminosa con más firmeza que nunca. Entonces depende del Espíritu
Santo para que siga transformándote, hasta que un día seas santo como el mismo Cristo y
estés en casa con él en el cielo.
Para ganar la guerra interior, debes depender del Espíritu Santo, no de tu propia fuerza de
voluntad. Es como volar. Si quieres volar, ¿qué debes hacer? Bueno, puedes amarrarte
algunas plumas a los brazos y a las piernas y agitarlas tan duro como te sea posible,
pero nunca te despegarás de la tierra de esa manera. Todas sus plumas y aleteo no
pueden superar la ley de la gravedad. Pero si entras en un avión, la ley de la aerodinámica va
a superar la ley de la gravedad por ti. No puedes volar por tu cuenta, pero si te encuentras en
el avión, tú vuelas siempre y cuando el avión vuele.
Así también, si quieres volar más alto moralmente y espiritualmente, puedes intentar tanto
como quieras, pero ninguno de tus esfuerzos puede superar el peso de la carne caída, de tu
naturaleza pecaminosa. Pero si estás en Cristo por fe, el poder del Espíritu de Cristo vence el
peso del pecado y te eleva a un nivel más alto en Cristo. La Biblia dice: "Lo que era imposible
para la ley,... Dios lo hizo!" (Romanos 8:3).
Si has estado tratando de hacer el bien, pero en su lugar te has mantenido haciendo el mal, si
crees que la ley de Dios es santa, pero no has sido capaz de guardarla, entonces renuncia a ti
mismo, y ve hacia Cristo. Él no te condenará. Él te perdonará y te dará la bienvenida. Acepta
su perdón, y luego confía en él para que te ayude a hacer los cambios que no puedes hacer
por tu cuenta. Depende del poder de su Espíritu Santo para luchar contra la carne. Reúnete
con un grupo de otros creyentes en Cristo, fortalecidos en el Espíritu Santo que han pasado
por la misma lucha que tú has pasado, que conocen el poder adictivo y esclavizador de la
carne, pero que también conocen el alegre poder liberador de Dios. Cuando vives en el
perdón de Cristo, en el poder de su Espíritu, y en el estímulo y la responsabilidad del pueblo
de Dios, tu naturaleza pecaminosa dará paso hacia el nuevo verdadero tú. Ora cada día
pidiendo nuevas fuerzas de parte del Espíritu Santo. Una antigua oración del Catecismo de
Heidelberg proporciona una guía para orar contra el mal:
Padre celestial, líbranos del mal. A través de nosotros mismos somos demasiado débiles para
mantenernos de pie incluso por un momento. Y nuestros enemigos jurados--el diablo, el
mundo y nuestra propia carne--nunca dejan de atacarnos. Y así, Señor, defiéndenos y haznos
fuertes con la fuerza de tu Espíritu Santo, para que no sucumbamos a la derrota en esta lucha
espiritual, sino que podamos resistir con firmeza a nuestros enemigos hasta que finalmente
obtengamos la victoria completa, por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Concepto
Hay dos formas básicas de hablar sobre las motivaciones. Por una parte, una motivación
puede ser el propósito para el que realizamos una acción, es decir, lo que esperamos lograr. Y
por otra parte, una motivación puede ser la causa de una acción. En el primer sentido, las
motivaciones son esencialmente las mismas que las metas. Esto lo tratamos en las lecciones
anteriores sobre la perspectiva situacional. De modo que en esta lección, nuestro enfoque
estará en las motivaciones como las causas de las acciones.
Es muy conocido el concepto de causa y efecto a partir de la experiencia común. Por ejemplo,
cuando alguien golpea una pelota, decimos que el golpe es la causa de que la pelota se
mueva; y el movimiento de la pelota es el efecto o resultado del golpe. Podríamos pensar en
muchos otros ejemplos similares. La lluvia causa el efecto del suelo mojado. El cerrar nuestros
ojos causa que no podamos ver. El trabajar duro todo el día causa que nos cansemos.
Bueno, algo similar sucede con las motivaciones y las acciones.
En este sentido, una motivación es una disposición interna que nos mueve a la acción. Las
disposiciones internas son como los rasgos de carácter, los deseos, los sentimientos, los
compromisos y cualquier cosa dentro de nosotros que nos hace actuar.
Complejas
Con esta idea básica sobre las motivaciones en mente, es necesario que hagamos tres breves
comentarios: Primero, las motivaciones generalmente son complejas. En circunstancias
normales, muchos rasgos de carácter, deseos, sentimientos y compromisos obran en conjunto
y nos guían en las decisiones éticas.
Consideremos, por ejemplo, a un padre que va a trabajar para ganar el sustento para su
familia. Él ama a su esposa y a sus hijos; él está comprometido con la provisión para ellos; y él
desea alimento, ropa y techo para sí mismo. Al mismo tiempo, puede tener deseos
encontrados, como el deseo de quedarse en casa y relajarse, o de trabajar en casa, o irse de
vacaciones. Todas estas disposiciones internas se dan en diversos grados de tensión y
armonía en su interior. Pero en definitiva, la mayoría de los días el impacto colectivo de estas
motivaciones hace que vaya a trabajar.
Generales y Específicas
Segundo, algunas motivaciones son muy generales y algunas muy específicas. Y hay muchas
motivaciones que están en algún lugar entre ambos extremos.
Por ejemplo, nuestro anhelo cristiano de compartir el evangelio con los perdidos es una
motivación general. Estamos motivados por nuestro deseo de que la gente crea en Jesús, y
que todo el mundo sea atraído a su reino. Pero a veces podemos estar motivados a compartir
el evangelio en una forma específica, con un alguien específico con quien nos reunimos.
Algunas ocasiones nuestra motivación puede hallarse en esos dos extremo y puede que
salgamos a buscar no creyentes con quienes compartir el evangelio.
Conocidas y Desconocidas
Tercero, además de ser complejas y más o menos generales y específicas, nuestras
motivaciones pueden ser conocidas y desconocidas para nosotros. Conocemos algunas de
nuestras motivaciones, pero nunca podremos estar totalmente conscientes de todas ellas.
Por ejemplo, si un hombre come algo, podríamos decir correctamente que su motivación es el
hambre. El hambre es un sentimiento interno y un estado físico, y un individuo con hambre
generalmente está consciente de su hambre.
Pero la psicología y la experiencia común nos han enseñado que a veces la gente come
porque no está feliz y quiere ser consolada. En estos casos, la gente que come muchas veces
no está consciente de que su motivación subyacente es ser consolada, y dejar de sentirse
infeliz.
Luego de conversar sobre el concepto básico y algunas complejidades de las motivaciones,
estamos listos para ir a la necesidad de tener motivaciones correctas. ¿Por qué son tan
importantes las motivaciones en la ética?
Necesidad
Lamentablemente, los cristianos con frecuencia caen en la trampa de creer que ser ético sólo
tiene que ver con la obediencia externa a la voluntad de Dios. Nos equivocamos al pensar que
Dios no nos exige que tengamos deseos y motivaciones correctas. A veces sucede esto,
porque las conductas son más fáciles de identificar y de corregir. A veces sucede, porque
nuestros pastores y maestros llaman constantemente nuestra atención sobre las conductas,
más que los deseos y los compromisos internos. También hay otras razones. Sin embargo, la
Biblia deja claro que si hemos de ser verdaderamente éticos, para que nuestras conductas
honren a Dios, deben estar basadas en motivaciones que honran a Dios.
Analizaremos los tres aspectos de la necesidad de tener una motivación correcta. Primero,
revisaremos la exigencia de la Biblia de que las buenas obras fluyan del corazón. Segundo,
consideraremos cómo la Biblia condena la hipocresía. Y tercero, hablaremos del hecho de que
la virtud cristiana es una fuente de buenas motivaciones éticas. Comencemos con la idea de
que las buenas obras deben ser hechas con el corazón.
Corazón
Las Escrituras hablan en distintas formas del corazón humano. Pero, de acuerdo a nuestro
propósito, nos concentraremos en su descripción del corazón como lo profundo de nuestro ser
interior y el asiento de nuestras motivaciones. O, poniéndolo en los términos que usamos
antes en esta lección, nos enfocaremos en el corazón como la suma de todas las
disposiciones internas. En este sentido, hay una gran intersección entre los conceptos bíblicos
de "corazón", "mente", "pensamientos", "espíritu" y "alma."
Escuchen 1 de Crónicas capítulo 28 versículo 9, donde David esboza una estrecha relación
entre las motivaciones y el corazón:
Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo
voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los
pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre.
(1 Crónicas 28:9)
En este pasaje, David le enseñó a su hijo que la obediencia a Dios debe fluir desde lo
profundo del ser interno, lo que involucra un corazón perfecto y un ánimo voluntario. Dios no
sólo se interesa por la obediencia externa. Él exige los corazones de todos, y que todo intento
de los pensamientos esté verdaderamente comprometido con él. Exige una obediencia
genuina que fluye de nuestros pensamientos y anhelos más profundos.
Hay muchos pasajes en las Escrituras que nos enseñan que la obediencia debe fluir de
buenas motivaciones, tales como: Deuteronomio capítulo 6 versículos 5 y 6 y del capítulo 30
versículos 2¬ al 17; Josué capítulo 22 versículo 5; 1 de Reyes capítulo 8 versículo 61; Salmo
119 versículo 34; Mateo capítulo 12 versículos 34 y 35; Romanos capítulo 6 versículos 17 y
18; y Efesios capítulo 6 versículos 5 y 6; sólo para mencionar algunos. Como ejemplo, veamos
un pasaje del Antiguo Testamento y uno del Nuevo Testamento. Escuchen, las palabras de
Deuteronomio capítulo 6 versículos 5 y 6.
Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y
estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. (Deuteronomio 6:5-6)
Tal como lo vemos en este pasaje, en el Antiguo Testamento Dios exigía que su pueblo lo
amara con todo su corazón. La ley de Dios tenía que estar escrita ensus corazones, de modo
que le obedecieran de corazón.
También es así en el Nuevo Testamento. Escuchen, por ejemplo, estas palabras de Romanos
capítulo 6 versículos 17 y 18:
Gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a
aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser
siervos de la justicia. (Romanos 6:17-18)
La expresión griega traducida aquí como "de corazón" es ek kardias En forma más literal, se
podría traducir como desde el corazón hacia fuera. Tal como Pablo lo enseña aquí, Dios exige
obediencia de corazón — obediencia que fluye del corazón.
Luego de ver que las buenas motivaciones son necesarias porque las buenas obras deben ser
hechas de corazón, tenemos que ir a una segunda razón de por qué tener buenas
motivaciones cuando tomamos decisiones éticas, es decir, la enseñanza de las Escrituras
sobre la hipocresía.
Hipocresía
La hipocresía se presenta de muchas formas en las Escrituras, pero aquí estamos
particularmente interesados en la hipocresía como la falsa apariencia de moralidad. Cuando
nuestro comportamiento exterior parece conformarse a la palabra de Dios, pero no así
nuestras motivaciones, estamos actuando con hipocresía, y nuestras acciones no agradan a
Dios.
Escuchen las enseñanzas de Jesús en Mateo capítulo 6 versículos 2 al 16:
Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas
en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres…Y cuando ores, no seas
como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de
las calles, para ser vistos de los hombres…Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los
hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan. (Mateo
6:2-16)
Dar al necesitado, orar y ayunar eran conductas buenas y justas en sí mismas. Pero en estos
casos, Jesús las condenó como hipócritas porque estaban motivadas por el orgullo en vez del
amor a Dios y al prójimo. Al condenar de este modo las malas motivaciones, las enseñanzas
de la Biblia contra la hipocresía indican que la buena conducta siempre debe fluir desde las
buenas motivaciones.
Ahora, tenemos que ser cuidadosos de no limitar la hipocresía sólo a los no creyentes
presumidos; incluso los cristianos pueden tener motivaciones que no encajan con sus
acciones externas. Quizá el ejemplo más claro de esto en las Escrituras es la forma en que
ciertos cristianos judíos habían dejado de observar muchas prácticas judías tradicionales,
sabiendo que la muerte y la resurrección de Cristo les exigían aplicar en nuevas formas los
principios del Antiguo Testamento. Aun así, ellos mantuvieron algunas tradiciones obsoletas
que les permitían ser más reconocidos que los gentiles de la iglesia.
Sorprendentemente, incluso el apóstol Pedro y el misionero Bernabé estaban entre estos
cristianos hipócritas. Es mucho más molesto, si consideramos que Pedro fue el primero en
traer el evangelio a los gentiles (como leemos en Hechos 10), y que Bernabé había sido uno
de los primeros misioneros al mundo gentil (como leemos en Hechos 13).
Escuchen el relato de Pablo sobre este problema en Gálatas capítulo 2 versículos 11 al 13:
Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues
antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que
vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su
simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también
arrastrado por la hipocresía de ellos. (Gálatas 2:11-13)
En respuesta a esta hipocresía, Pablo reprendió a Pedro en su cara, señalando que Pedro
mismo vivía como un gentil, y no como un judío. Pedro sabía que en Cristo los gentiles eran
iguales a los judíos. Pero por miedo a perder el respeto, él quiso actuar de una forma que
sugería que los cristianos gentiles eran inferiores a los cristianos judíos. Las acciones de
Pedro fueron hipócritas, porque él estaba motivado por un deseo egoísta de preservar su
reputación y no por el deseo santo de honrar a Dios y a su iglesia.
Ahora que hemos visto que las buenas obras deben ser hechas de corazón y sin hipocresía,
estamos listos para revisar una tercera razón de por qué son necesarias las buenas
motivaciones. La virtud que debe caracterizar a los seguidores de Cristo.
Virtud
En términos simples, la virtud es un carácter moral digno de elogio. También podemos hablar
de virtudes en plural, refiriéndonos a diferentes aspectos de un carácter moral digno de elogio.
La virtud es importante en nuestra discusión sobre las motivaciones, porque el carácter
virtuoso se expresa en forma de buenas motivaciones. Las Escrituras presentan varias listas
de lo que podríamos llamar virtudes, pero quizá la más familiar sea la lista de Pablo sobre el
fruto del Espíritu.
En Gálatas capítulo 5 versículos 22 y 23, Pablo describe así el fruto del Espíritu:
El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza. (Gálatas 5:22-23)
Esta lista no es exhaustiva, pero es un buen resumen de las cualidades morales que Dios
quiere que su pueblo tenga. Cada una de estas virtudes debería ser una disposición interior
que nos mueve a acciones éticas. Y en este sentido, las virtudes son motivaciones.
Por ejemplo, la virtud del amor cristiano debería motivarnos a actuar amando en distintas
formas. Del mismo modo, la gente que tiene el gozo del Espíritu estará motivada por su gozo.
La gente pacífica estará motivada por la paz que hay en su interior. La gente paciente estará
motivada por su paciencia.
Tal como lo enseñó Jesús en Mateo capítulo 12 versículo 35:
El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas. (Mateo 12:35)
En el resto de esta lección nos concentraremos en las virtudes del amor y la fe, porque las
Escrituras dicen que ellas son imprescindibles para las buenas obras. En preparación para
ello, revisemos brevemente la idea de que a menos que poseamos las virtudes del amor y de
la fe, y que esas virtudes motiven nuestro comportamiento, no podremos hacer nada que se
considere bueno. Pensemos primero en la forma en que Pablo habló acerca del amor a la
iglesia en Corinto.
En 1 de Corintios capítulo 13 versículos 1 al 3, él escribió estas palabras:
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que
resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda
ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor,
nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi
cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. (1 Corintios 13:1-3)
Este pasaje indica claramente que nuestras acciones deben fluir desde el amor de nuestros
corazones. Es decir, si nuestras acciones no fluyen desde el amor de nuestros corazones,
Dios no las considera buenas.
Del mismo modo, Hebreos capítulo 11 versículo 6, nos enseña que la virtud de la fe debe
funcionar como una motivación. Escuchemos sus palabras:
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea
que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. (Hebreos 11:6)
Según este pasaje, la virtud de la fe debe movernos a actuar en forma fiel. Sólo entonces Dios
se agradará de nuestro comportamiento.
Las Escrituras enfatizan la virtud cristiana, porque las motivaciones son muy importantes en la
vida ética. Y cada virtud enseñada en las Escrituras funciona como una motivación dentro de
nosotros. De modo que cada vez que las Escrituras enfatizan la importancia de las virtudes
cristianas, están enfatizando también la importancia de las motivaciones buenas y virtuosas.
Ahora que hemos visto la importancia de tener las motivaciones correctas cuando tomamos
decisiones éticas, estamos listos para analizar con mayor detalle la motivación de la fe. ¿Por
qué es tan crítico para nosotros el estar motivados por la fe? Y ¿cómo nos motiva la fe?
MOTIVACIÓN DE LA FE
Cualquiera que conoce la Biblia, se da cuenta de que la fe es una preocupación central tanto
del Antiguo como del Nuevo Testamento, así como también ha sido un tema central en la
teología cristiana tradicional. En esta lección nos ocuparemos particularmente de observar la
fe como un motivo central de la ética. Queremos explorar cómo la fe nos motiva a obedecer a
la Palabra de Dios.
Las Escrituras dicen tanto acerca de la fe, que nos sería imposible mencionar todas las formas
en que la fe sirve como motivación. Entonces, limitaremos nuestra discusión a alguna de las
formas más comunes y fundamentales en que la motivación de la fe funciona en nuestro
proceso de toma de decisiones. Primero, hablaremos de las formas en que la fe salvadora
sirve como motivación. Segundo, discutiremos la motivación del arrepentimiento como una
expresión primaria de la fe. Y tercero, hablaremos de la esperanza como la fe que apunta al
futuro. Comencemos con la motivación de la fe salvadora, es decir, el tipo de fe que trae
salvación eterna.
Fe Salvadora
De acuerdo a nuestros propósitos, en esta lección resumiremos la fe salvadora como un
asentimiento a la verdad del evangelio, y la confianza en que Cristo nos libra de nuestro
pecado. Desde luego que hay mucho más que podría decirse sobre la fe salvadora. Pero esta
definición nos ayudará a ver cómo la fe funciona como una motivación para las buenas obras.
Las Escrituras hablan de la fe salvadora en dos maneras. Por una parte, hablan de la fe como
el medio para la salvación inicial. Por otra parte, hablan de esta misma fe salvadora como un
compromiso constante a través de nuestra vida cristiana. Veamos primero la fe salvadora
como el medio para la salvación inicial.
Medio para la Salvación Inicial
Cuando decimos que la fe salvadora es el medio para la salvación inicial, queremos decir que
es la herramienta que Dios usa para aplicar la salvación en nosotros. Podríamos comparar la
fe con una brocha usada por un pintor para pintar una casa. La brocha no hace que la casa
merezca ser pintada, tal como la fe no hace que merezcamos ser salvos. La brocha sólo es la
herramienta que el pintor usa para sacar pintura del recipiente y aplicarla a la pared de la
casa. Del mismo modo, la fe es una herramienta que Dios usa para aplicar la salvación a
individuos pecaminosos. No hay nada en nuestra fe que merezca o gane la salvación. Al
contrario, la vida y la muerte de Cristo nos dan la salvación gratis a través de la fe.
Escuchen las palabras de Pablo en Romanos capítulo 5 versículos 1 y 2:
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos
firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. (Romanos 5:1-2)
La justificación de la que Pablo habla aquí, en que Dios perdona el pecado y nos declara
justos, ocurrió para Pablo y sus lectores cuando vinieron por primera vez a la fe salvadora.
Este tipo de justificación sucede en el estado inicial de nuestra salvación. Es el acto de Dios
por gracia con que él perdona nuestro pecado y acredita los méritos de Cristo en nuestra
cuenta, cambiando nuestro status para siempre. Antes de ser justificados, éramos pecadores
y enemigos de Dios. Pero en cuanto él nos salva, nos transformamos en sus santos amados.
Y la herramienta que Dios usa es la fe salvadora.
En el contexto de nuestra salvación inicial, la fe salvadora nos motiva para que nos
arrepintamos de nuestro pecado y confiemos en Cristo para nuestra salvación. Estas buenas
obras son las primeras evidencias de nuestra salvación, dado que sólo pueden ser motivadas
por la verdadera fe salvadora.
Además de la fe salvadora como el medio para nuestra salvación inicial, la Biblia habla
también de la fe salvadora como nuestro compromiso constante con Cristo.
Compromiso Constante
Como compromiso constante, la fe salvadora consiste en continuar asintiendo a la verdad del
evangelio, y continuar confiando en que Cristo nos salva de nuestro pecado. Es una
mantención constante de la misma fe que fue el medio inicial para nuestra salvación inicial. Y
este tipo de asentimiento y confianza necesariamente influyen sobre todo lo que creemos.
Afecta a lo que pensamos de nosotros mismos, de nuestras familias, de nuestros trabajos, de
nuestra sociedad, y de todo lo demás en nuestra vida. En este sentido, la fe salvadora es una
cosmovisión total que permanece relativamente estable en nuestros corazones y que influyen
todas nuestras decisiones. Es una fe activa que subyace y motiva nuestras buenas obras.
Ahora, debemos ser cuidadosos y no pensar que la fe es un mero acto mental. No es un
simple reconocimiento que Jesús es Señor, y que somos salvos a través de su evangelio. Tal
como lo indica Santiago capítulo 2 versículo 19, incluso los demonios reconocen mentalmente
las verdades acerca de Dios, pero esto no los salva.
En vez de eso, la fe salvadora involucra además nuestros corazones. Es una disposición
interna que nos hace pensar, hablar y actuar en una forma que agrada a Dios. De modo que,
la fe salvadora sí implica actos mentales. Pero, cuando nuestra fe es genuina, esos actos
mentales fluyen desde nuestros corazones. De este modo, la fe salvadora funciona como una
motivación en la vida de cada creyente, capacitándolo e impulsándolo a hacer buenas obras.
Escuchen, por ejemplo, la forma en que Génesis capítulo 15 versículo 6, habla de la fe de
Abraham:
Creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. (Génesis 15:6)
Este versículo describe la fe de Abraham en el tiempo en que Dios por primera vez hizo un
pacto con él, y tradicionalmente se usa para proveer la definición de la fe salvadora o
justificadora. Para entender la razón, es útil saber que la palabra hebrea para creer viene de la
misma raíz que el sustantivo hebreo para fe. También ayuda el recordar que ser justificado es
ser declarado justo. De modo que este versículo enseña que Abraham fue salvo o justificado
por medio de su fe.
Por eso el apóstol Pablo apeló a Génesis capítulo 15 versículo 6, para probar la doctrina de la
justificación por fe. Lo hizo en Romanos capítulo 4, y en Gálatas capítulo 3. En ambos casos
expuso extensos argumentos basados en el ejemplo de Abraham, explicando que la salvación
de Abraham por medio de la fe es el modelo para todo creyente en Cristo. Y siguiendo la
dirección de Pablo, los teólogos protestantes a menudo han apelado a Abraham para probar
que sólo la fe es un medio suficiente para la justificación. Este argumento es perfectamente
verdadero y preciso, y podemos ir aún más lejos con él.
El hecho es que Abraham tuvo una fe salvadora mucho antes de que Dios hiciera un pacto
con él en Génesis capítulo 15. Según Hebreos capítulo 11 versículo 8 y Génesis capítulo 12
versículo 4, Abraham actuó en fe cuando dejó Harán para viajara a la tierra prometida - mucho
antes que la justificación se registrara en Génesis capítulo 15.
La ceremonia del pacto registrada en Génesis capítulo 15 ocurrió después de que Abraham
llegó a la Tierra Prometida, muchos años después de que él vino por primera vez a la fe.
Ciertamente, la fe de Abraham en ese momento fue salvadora y justificadora. Pero no fue una
fe nueva. Era la misma fe que había caracterizado a Abraham a través de toda su vida como
creyente. Entonces, cuando Pablo usó este suceso para proveer un modelo para nosotros, no
sólo se estaba refiriendo al hecho de que nuestra salvación inicial ocurre por medio de la fe.
También estaba diciendo que todo creyente debe mantener su fe salvadora como un
compromiso constante, tal como lo hizo Abraham.
Tal como lo escribió Pablo en Gálatas capítulo 2 versículo 20:
Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a
sí mismo por mí. (Gálatas 2:20)
Escuchen también Hebreos capítulo 10 versículos 38 y 39, en que el autor cita el Antiguo
Testamento y lo relaciona con la iglesia primitiva:
El justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los
que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. (Hebreos
10:38-39)
Aquellos que creen y son salvos — es decir, aquellos que tienen fe salvadora — no
retroceden y no son destruidos. Ellos permanecen en el camino de la fe.
La verdadera fe salvadora nos caracteriza a través de toda nuestra vida. De modo que si
nuestra fe no permanece en nosotros, entonces nunca fue realmente una fe salvadora.
Más aun, la verdadera fe salvadora nos motiva a hacer buenas obras. De manera que si no
estamos motivados a hacer buenas obras, nuestra fe es falsa; es una fe falsa que no nos
puede salvar.
Tal como lo escribió Santiago en Santiago capítulo 2 versículos 17 y 18:
La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma…Yo te mostraré mi fe por mis obras. (Santiago
2:17-18)
La fe salvadora siempre se manifiesta en buenas obras a través de nuestra vida cristiana.
Consideremos Hebreos capítulo 11, llamado a veces la "galería de la fe." Este capítulo resume
la fe salvadora constante de muchos creyentes del Antiguo Testamento, y los menciona como
ejemplos para nuestra propia fe. El capítulo once de Hebreos enfatiza que toda esta gente
vivió toda su vida por fe — es decir, no sólo cuando llegaron por primera vez a la fe, sino a
través de toda su vida. Más aun, sus muchas buenas obras estuvieron motivadas por su fe
constante.
Por ejemplo, en Hebreos capítulo 11 versículo 4, aprendemos que la fe salvadora de Abel lo
motivó a ofrecer sacrificios agradables a Dios. Abel asintió a la verdad que Dios tenía el
derecho de exigir cualquier sacrificio que quisiese, y Abel confió en que Dios lo bendeciría, si
obedecía su voluntad. A causa de esta fe, Abel quiso sacrificar cosas extremadamente
valiosas para él.
En Hebreos capítulo 11 versículo 7, se nos cuenta que la fe salvadora de Noé lo motivó a
construir el arca, y a predicar en contra del pecado que vio en el mundo. Noé asintió a la
verdad que Dios usaría el arca para salvarlo a él y a su familia del diluvio, y él confió en que
Dios lo libraría de ese modo. Esta fe motivó a Noé a enfrentar la enorme tarea de construir el
arca, y además predicar a quienes le rodeaban. Soportó el ridículo frente a sus vecinos
porque confiaba en que Dios había dicho la verdad, y que Dios salvaría a sus vecinos, si éstos
sólo se volvían al Señor en su fe.
En Hebreos, capítulo 11 versículos 17 – 19, aprendemos que la fe salvadora de Abraham lo
motivó a obedecer la orden de Dios de sacrificar a su hijo Isaac. Abraham asintió al derecho
de Dios de exigir la muerte de Isaac, y confió en que Dios lo bendeciría a él y a Isaac a través
de este acto. Su fe fue tan fuerte que él creyó que Dios levantaría a Isaac de entre los
muertos. Y en su misericordia, Dios en última instancia aceptó la fe de Abraham sin exigir la
muerte de Isaac.
En Hebreos capítulo 11 versículo 25, se nos cuenta que la fe de Moisés lo motivó a
identificarse con los esclavos israelitas, aunque él pudo quedarse disfrutando de los favores
como miembro de la familia de Faraón. Moisés dejó una vida de lujo y poder porque asintió a
la verdad que las verdaderas bendiciones vienen de Dios. Entonces se unió voluntariamente a
la nación esclava de Israel, porque confió en que Dios lo redimiría de su esclavitud.
Más allá de esto, en los versículos 33 al 38, leemos que la fe de los santos del Antiguo
Testamento los motivó a conquistar reinos, administrar justicia, sobrevivir amenazas a sus
vidas, triunfar en la batalla, soportar la tortura, enfrentar con valentía la ejecución y soportar
muchas otras clases de persecuciones y maltratos. Fueron capaces de perseverar y triunfar
porque confiaron en la bondad de Dios para con ellos, y confiaron en él como su Salvador.
Esta aceptación y confianza los fortaleció en desear y buscar el agradar a Dios por sobre
todas las cosas en su vida.
Lo mismo es cierto para nosotros hoy. Tenemos que permanecer firmes en nuestra fe durante
nuestra vida. Debemos aceptar constantemente las verdades que Dios proclama en su
Palabra, y tenemos que confiar seriamente en sus bendiciones y su salvación.
Tal como lo vimos en las lecciones anteriores, quienes carecen de la fe salvadora — es decir,
los no creyentes del mundo — rechazan la verdad de Dios y se rehúsan a confiar en él. Dado
que están esclavizados por el pecado, niegan la bondad y la soberanía de Dios, desprecian la
salvación que les ofrece y sólo están motivados a pecar.
Pero si realmente creemos que Dios es quien dice ser, y confiamos en él en todo sentido,
entonces tenemos que reconocer que la felicidad y la plenitud sólo provienen de él. Tenemos
que ver que la obediencia a su voluntad es el camino a estas bendiciones. Y de este modo,
nuestra fe también nos podrá motivar a las buenas obras.
Con esta comprensión de la fe salvadora en mente, estamos listos para analizar el
arrepentimiento como una segunda forma en que la motivación de la fe funciona en la vida del
cristiano.
Arrepentimiento
En la Biblia, el arrepentimiento es un sincero aspecto de la fe, mediante el cual rechazamos
genuinamente y nos alejamos de nuestro pecado. Es más que admitir y creer que somos
pecadores, y mucho más que sentirnos mal por nuestros pecados. Por supuesto que el
arrepentimiento conlleva estas cosas. Pero, a menos que realmente nos alejemos de nuestros
pecados y nos volvamos a la bondad, no nos habremos arrepentido de verdad.
En las Escrituras, el arrepentimiento y la fe a menudo son las dos caras de una misma
moneda. La fe es volverse a Cristo, y el arrepentimiento es alejarse del pecado. Ambos giros
corresponden al mismo movimiento. La principal diferencia entre ambos es que a la fe se le
describe desde la perspectiva de lo que estamos empezando a abrazar, y al arrepentimiento
se le describe desde la perspectiva de lo que estamos dejando atrás. En este proceso,
nuestros actos de arrepentimiento están motivados por nuestros sentimientos de
arrepentimiento. Es decir, nuestra penitencia y nuestra contrición. Y estos sentimientos son
expresiones de la fe. Por fe aceptamos el arrepentimiento como una parte integral del
evangelio, y por fe confiamos en que Dios nos perdonará cuando nos arrepintamos.
Consideren, por ejemplo, la conversión del Cornelio el gentil, registrada en Hechos capítulo
10. En ese hecho, Pedro fue enviado a predicar el evangelio a Cornelio y a su familia. Y
mientras aún estaba hablando, el Espíritu Santo cayó sobre la familia, probando que ellos
habían venido a la fe salvadora. Más tarde, en Hechos capítulo 11, Pedro dio cuenta de este
suceso a la iglesia en Jerusalén, y la respuesta de la iglesia equiparó fuertemente el
arrepentimiento con la fe.
Escuchen la respuesta de la iglesia en Hechos capítulo 11 versículo 18:
Glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios
arrepentimiento para vida! (Hechos 11:18)
La conversión de Cornelio estuvo motivada por sentimientos genuinos de arrepentimiento. De
hecho, la conexión entre la fe salvadora y el arrepentimiento era tan fuerte que en la mente de
la iglesia, la conversión podía resumirse con precisión en términos del arrepentimiento.
Del mismo modo, Juan el Bautista equiparó la motivación del arrepentimiento con la
motivación de la fe. Cuando los fariseos y los saduceos vinieron a él para ser bautizados,
Juan les exhortó a hacer buenas obras, perseverando en el arrepentimiento.
En Mateo capítulo 3 versículo 8, Juan los instruyó con estas palabras:
Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento. (Mateo 3:8)
El bautismo de Juan de arrepentimiento apuntaba a causar repercusiones a largo plazo. Era
para hacer que la gente dejara sus pecados y, desde ese momento en adelante, el verdadero
arrepentimiento motivara las buenas obras.
El apóstol Pablo enseñó el mismo principio. Cuando estaba frente al Rey Agripa, explicando
por qué había sido arrestado, Pablo resumió el evangelio en términos de arrepentimiento y de
buenas obras.
Escuchen sus palabras en Hechos capítulo 26 versículo 20
Anuncié… que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de
arrepentimiento. (Hechos 26:20)
Nuevamente, el arrepentimiento y el volverse a Dios son mencionados como los dos lados de
la misma moneda. Cuando nuestros corazones están verdaderamente arrepentidos, nuestro
arrepentimiento nos motiva a alejarnos de nuestro pecado y vivir como Dios lo aprueba.
Hay muchos ejemplos memorables de arrepentimiento en las Escrituras. Lucas capítulo 9
versículo 8, registra el arrepentimiento de Zaqueo, el cobrador de impuestos. Cuando vino a la
fe en Cristo, dejó de engañar a la gente, dio la mitad de sus bienes a los pobres, y devolvió
cuatro veces lo que había robado a la gente. Él se alejó de su pecado de robar, y se volvió a
una vida constante de fe y buenas obras.
Y Hechos capítulo 9 registra que, cuando el apóstol Pablo se convirtió, se arrepintió de sus
pecados contra la iglesia, y se transformó en un poderoso evangelista, arriesgando su vida
para predicar el evangelio, y buscando con humildad la comunión con quienes antes había
perseguido. Él se alejó de su pecado de perseguir a la iglesia, y se volvió a una vida de
servicio fiel a Cristo.
Y en 2 de Samuel capítulo 12, leemos sobre el arrepentimiento de David, después de ser
confrontado por el profeta Natán. David había cometido adulterio con Betsabé, y había
arreglado la muerte de su esposo Urías para tapar su pecado. Pero David se alejó de su
pecado, confesándolo y demostrando gran contrición. Y se volvió a la fe, comenzando a vivir
de acuerdo a la voluntad de Dios, especialmente alabando a Dios por el perdón que recibió, y
enseñando a otros a arrepentirse también. Incluso inmortalizó su arrepentimiento en el que
quizá sea el salmo más grande de arrepentimiento de la Biblia: el Salmo 51.
Escuchen lo que David escribió en el Salmo 51 versículos 12 al 14:
Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los
transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti. Líbrame de homicidios, oh
Dios, Dios de mi salvación; cantará mi lengua tu justicia. (Salmo 51:12-14)
En la vida de David, el arrepentimiento lo motivó a regocijarse, a obedecer a Dios
voluntariamente, a enseñar la Palabra de Dios a otros, y a cantar alabanzas al Señor.
El ejemplo de arrepentimiento de David es particularmente importante para los cristianos,
porque David fue un gran creyente y un modelo de fe antes de pecar. Antes de su pecado, él
había demostrado su fe en Dios, vez tras vez durante toda su vida. Y Dios había bendecido la
fe de David, ensalzándolo de humilde pastor a poderoso guerrero, hasta ser el rey sobre la
nación de Israel. Pero, según parece, en lo más alto del fervor de Dios para con David,
después de que su fe había sido probada una y otra vez, David cayó en un horrible pecado.
Se transformó en un adúltero y en un asesino. Los creyentes modernos también caen en
pecados igualmente atroces.
La pregunta 82 del Catecismo Menor de Westminster y su respuesta resumen muy bien esta
enseñanza bíblica. En respuesta a la pregunta:
¿Hay alguna persona que pueda guardar perfectamente los mandamientos de Dios?
El Catecismo responde:
Desde la caída, ni una sola persona puede, en esta vida, guardar perfectamente los
mandamientos de Dios, sino que los quebranta diariamente, en pensamiento, en palabra y en
hecho.
Todos los días caemos en pecado. Esto significa que todos los días tenemos la obligación y la
oportunidad de arrepentirnos.
Ustedes deben saber que en 1517, el teólogo alemán Martín Lutero sin querer dio comienzo a
la Reforma Protestante, al clavar sus famosas 95 Tesis en la puerta de la catedral de
Wittenberg. Pero, ¿saben cuál fue la primera de sus tesis?
Fue simplemente esta:
Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo, "Arrepiéntanse," estaba ordenando que toda
la vida de los creyentes sea de arrepentimiento.
Dado que la vida cristiana es una vida de fe, también debe ser una vida de arrepentimiento. A
medida que continuamos nuestro viaje, confiando en las promesas de Dios, de vez en cuando
miramos hacia atrás. Y cuando vemos cómo hemos ofendido a Dios y a los demás, el
arrepentimiento nos motiva a pedir su perdón, y a actuar en forma diferente en el futuro.
Siendo prácticos, a veces es incómodo para nosotros admitir y confesar nuestros pecados
específicos. Pero cuando confiamos en el perdón y la salvación de Dios, y cuando queremos
agradarle, eso debería motivarnos a humillarnos, a alejarnos de nuestro pecado, y a buscar la
justicia que caracteriza al reino de Dios.
Después de considerar la fe salvadora y el arrepentimiento, estamos listos para referirnos a la
esperanza como el tercer aspecto de la motivación de la fe.
Esperanza
La Biblia habla en diferentes maneras sobre la esperanza. Pero para nuestros propósitos, será
útil pensar en aquellas veces en que describe la esperanza como fe orientada a los aspectos
futuros de nuestra salvación en Cristo.
Las Escrituras enseñan que la salvación no se completa en esta vida. Hemos sido justificados,
y hemos recibido el Espíritu Santo. Pero aún no hemos sido hechos perfectos. Todavía
luchamos con el pecado. Todavía sufrimos por muerte y enfermedad. Y todavía luchamos con
muchos problemas y la corrupción del mundo. Cuando muramos y vayamos al cielo, seremos
librados de esos problemas, pero aún entonces nuestra salvación no estará completa.
Todavía estaremos esperando que Jesús vuelva a la tierra para hacer todas las cosas justas y
buenas. Todavía estaremos esperando nuestros cuerpos resucitados y glorificados, y los
nuevos cielos y la nueva tierra.
En el Antiguo Testamento, el pueblo de Dios era constantemente exhortado a esperar la futura
salvación de Dios. Y, siguiendo este ejemplo, el Nuevo Testamento comúnmente se refiere a
nuestra confianza en los aspectos futuros de la salvación como la gran esperanza de la
cristiandad.
Por ejemplo, en Romanos capítulo 8 versículos 23 y 24, Pablo habla sobre nuestra esperanza
de la futura resurrección con estas palabras:
Nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro
de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en
esperanza fuimos salvos. (Romanos 8:23-24)
La esperanza es la creencia confiada en que, así como Jesús nos dio su Santo Espíritu, él
regresará para renovar el mundo y otorgarnos nuestra herencia en él. Y al igual que la fe
salvadora, esta clase de esperanza es firme y segura.
Hebreos capítulo 6 habla de esta esperanza, relacionándola con la fe de Abraham en las
promesas del pacto de Dios. Y dice que nuestra salvación futura está basada en las promesas
hechas a Abraham.
Escuchen Hebreos capítulo 6 versículos 17 al 19:
Queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad
de su consejo, interpuso juramento; para que…tengamos un fortísimo consuelo los que hemos
acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como
segura y firme ancla del alma. (Hebreos 6:17-19)
Nuestra esperanza no es un deseo iluso o tentativo. Es firme y segura porque Dios ha jurado
completar nuestra salvación.
Esta clase de esperanza motiva a las buenas obras de diversas maneras. Según 1 de
Tesalonicenses capítulo 5 versículos 6 al 10, el yelmo de la esperanza motiva a estar atentos
y motiva al dominio propio. Y al comparar estos versículos con otros que hablan acerca de la
armadura de Dios, está claro que una de las formas en que el yelmo de la esperanza nos
ayuda a controlarnos es protegiéndonos de los ataques demoníacos y de las tentaciones. De
modo que la esperanza nos sirve como una motivación para las buenas obras, al darnos una
razón para resistir el pecado.
A medida que aguardamos las bendiciones que nos esperan, sabemos que seremos
muchísimo más bendecidos si obedecemos al Señor que si pecamos. También sabemos que
los placeres temporales del pecado no son comparables con las bendiciones eternas que Dios
nos tiene reservadas.
En Colosenses capítulo 1 versículo 5 aprendemos también que la esperanza en nuestra futura
salvación nos motiva a amar con mayor fuerza y tener una fe más sólida. Y desde luego que
el amor y la fe no sólo son buenas obras, sino también motivaciones para las buenas obras.
Así entonces, al motivar a la fe y al amor, la esperanza es la fuente de inmensurables buenas
obras.
Del mismo modo, 1 de Tesalonicenses capítulo 1 versículo 3 enseña que la esperanza
incrementa nuestra constancia, y nos ayuda a permanecer firmes en nuestra fe y a realizar
obras que agradan a Dios.
Pero quizá la síntesis más clara sobre la esperanza como motivación la hallamos en 1 de
Pedro capítulo 1 versículos 13 al 15. Escuchen lo que Pedro escribió ahí:
Ceñid los lomos de vuestro entendimiento…esperad por completo en la gracia que se os
traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los
deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es
santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir. (1 Pedro 1:13-15)
La esperanza nos prepara para obedecer y para ser santos en todos los aspectos de nuestra
vida. Nos prepara para resistir en la adversidad, tal como Jesús lo hizo.
Tal como leímos en Hebreos capítulo 12 versículos 2 y 3:
Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante
de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que
vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. (Hebreos 12:2-3)
Muchos de nosotros hemos experimentado perder la esperanza en un punto o en el otro.
Quizá sentimos que Dios nos abandonó, o no estábamos seguros de que nuestra fe era
genuina. Pero cualquiera que fuere la causa, la desesperanza a menudo causa que nos
sintamos desvalidos, sintiendo que no podemos hacer nada y que no podemos cambiar nada.
Nos priva de un propósito y de un sentido para la vida. Y puede hacer que hasta el trabajo
más simple parezca demasiado difícil de realizar.
Cuando los cristianos perdemos la esperanza, a menudo cejamos en el intento de resistir el
pecado. Perdemos nuestro propósito de resistir en las luchas que enfrentamos en la vida.
Incluso podemos desesperanzarnos de la vida misma.
Pero cuando nuestra esperanza es fuerte, podemos motivarnos para resistir los desafíos más
grandes de la vida, sobrepasar todos los obstáculos, porque tenemos nuestros ojos puestos
en Dios, quien promete preservarnos.
Ahora que ya hemos visto la importancia de las motivaciones y hemos analizado la motivación
de la fe, estamos listos para referirnos a nuestro tercer tema principal: la motivación del amor.
MOTIVACION DEL AMOR
El amor es uno de los conceptos más reconocidos pero menos comprendidos en la fe
cristiana. Podemos ver que el amor es central en las enseñanzas de la Biblia. Se nos exhorta
a amar al Señor, amarnos unos a otros, e incluso amar a nuestros enemigos. Al mismo
tiempo, la mayoría de la gente tiene muy poca idea de cómo obedecer los mandamientos del
amor.
¿Recuerdan cómo resumió Jesús las enseñanzas del Antiguo Testamento? Dijo que el más
grande mandamiento de la ley es Deuteronomio capítulo 6 versículo 5, que dice que debemos
amar a Dios. Y el segundo más grande mandamiento es Levítico capítulo 19 versículo 18, que
exige que amemos a nuestro prójimo. Luego dijo que estas dos leyes resumen todo el Antiguo
Testamento.
Escuchemos sus palabras en Mateo capítulo 22 versículos 37 al 40.
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es
el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. (Mateo 22:37-40)
Jesús no quiso decir que los cientos de otras leyes del Antiguo Testamento fuesen menos
importantes que estas dos. Al contrario, estos son los dos mandamientos más grandes,
porque los otros dependen de ellos. Ambos expresan los principios generales que todas las
demás leyes explican y aplican.
Este es el mismo principio que Pablo enseñó en Romanos capítulo 13 versículo 9 y Gálatas
capítulo 5 versículo 14. De hecho, el amor es tan fundamental para todas las buenas obras,
que si no está entre nuestras motivaciones, nuestras obras nunca pueden ser consideradas
buenas.
Sabemos entonces que es crítico para nosotros amar a Dios y a nuestro prójimo. Pero ¿cómo
es este tipo de amor? Y ¿cómo debería motivarnos? Bueno, según Jesús, la forma de amar a
Dios y a nuestro prójimo es vivir de acuerdo a las enseñanzas de la ley y de los Profetas,
interpretándolas y aplicándolas correctamente a nuestras circunstancias. Desde luego que no
nos es posible analizar todas las formas en que la ley y los profetas nos ayudan a entender lo
que es el amor. Así es que presentamos una definición que resume las enseñanzas de la
Biblia sobre el amor en base a tres elementos generales.
Resumiremos el amor como algo que consiste en: lealtad, acción y afecto. Estos tres
elementos cubren la mayoría de las enseñanzas de la Biblia sobre el amor, y se traslapan en
muchas formas. Al considerar el amor desde la perspectiva de cada elemento, podremos
aprender mucho sobre las formas en que el amor nos puede motivar a las buenas obras.
En línea con nuestra definición del amor, analizaremos la motivación del amor, hablando
primero de la lealtad; segundo, de la acción; y tercero, del afecto. Comencemos con el amor
como la lealtad que nos motiva a hacer buenas obras para Dios y para nuestro prójimo.
Lealtad
Nuestra discusión sobre la lealtad se dividirá en tres partes. Primero, hablaremos de la
fidelidad que le debemos a Dios y a los demás. Segundo, nos referiremos a la orientación de
nuestra vida. Y tercero, mencionaremos la importancia de descubrir nuestra responsabilidad.
Estas son algunas de las principales formas en que la Biblia habla acerca de la lealtad y las
motivaciones, y que nos proveerán de un buen fundamento para entender la lealtad como un
todo. Comencemos con la fidelidad como un aspecto crítico de la lealtad.
Fidelidad
De muchas maneras, la fidelidad es la piedra angular del amor. Tal como lo vimos en la
lección anterior, el Antiguo Testamento retrata consistentemente a Dios como el rey del pacto
para su pueblo. Él es el soberano o el supremo emperador, y su pueblo es su reino vasallo o
sirviente. Y como en cualquier reino, la responsabilidad más básica del pueblo es su fidelidad
al rey. Pero ¿cómo se relaciona esto con el amor?
Bueno, en el antiguo Medio Oriente - es decir en el mundo del Antiguo Testamento - era
común que la relación de pacto entre un soberano y su estado vasallo se describiera en
términos del amor. El amor del soberano se expresaba en gran manera en la forma de un
pacto de fidelidad con su pueblo. Él les otorgaba protección, les preservaba la justicia, y
satisfacía sus necesidades terrenales. Este era su amor para con ellos. Y en respuesta, al
pueblo vasallo se le exigía ser fiel a él. Tenían que obedecer sus leyes, sostenerlo con
impuestos y servicios, y honrarlo como su rey. Este era su amor hacia él. Del mismo modo, los
ciudadanos tenían que amarse unos a otros, tratando a sus vecinos como compatriotas,
cuidándolos y respetándolos.
A la par con este concepto del amor, los reinos de pacto del antiguo Medio Oriente usaban
muchas metáforas para describir la relación entre el soberano y sus vasallos. Con frecuencia,
el soberano era descrito como un padre, mientras que los vasallos eran descritos como sus
hijos, tal como en Isaías capítulo 64 versículo 8. También vemos que esta relación es descrita
con base en un esposo y su esposa, tal como en Jeremías capítulo 31 versículo 32. Al pensar
en su relación con el rey en estos términos, la gente podía comprender sus sentimientos por
él, y sus obligaciones para con él. Y dado que todos los ciudadanos eran parte de una misma
familia, habían de verse y tratarse unos a otros como hermanos y hermanas. El pensar en
estas relaciones políticas con base en la familia ayudaba a la gente a ver que esta fidelidad y
lealtad de amor tenían que ser sinceras. Tenía que ser una disposición interna favorable la
que motivaba al pueblo a honrar, respetar y obedecer al rey, y tratar a sus vecinos con
preocupación y compasión genuinas.
Un buen pasaje para observar esta idea en acción es Deuteronomio capítulo 6, en que Moisés
usó el concepto del amor para explicar la fidelidad y la obediencia que los israelitas tenían que
rendir a Dios. A pesar de de que sería útil citar todo el capítulo, el tiempo sólo nos permitirá
resaltar algunas de sus afirmaciones.
Escuchen estas palabras de Deuteronomio capítulo 6 versículos 1 y 5:
Éstos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que
os enseñase, para que los pongáis por obra…Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y
de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. (Deuteronomio 6:1-5)
En este capítulo el amor a Dios se resume en términos de la obediencia a los mandamientos,
decretos y leyes de Dios. Y este resumen es seguido entonces por varias formas específicas
en que Israel tenía que demostrar su amor por Dios.
Por ejemplo, Deuteronomio capítulo 6 versículos 13 al 17, resalta la fidelidad y la obediencia.
Escuchemos lo que Moisés escribió ahí:
A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás. No andaréis en pos de
dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos; porque el Dios
celoso, Jehová tu Dios, en medio de ti está; para que no se inflame el furor de Jehová tu Dios
contra ti, y te destruya de sobre la tierra…Guardad cuidadosamente los mandamientos de
Jehová vuestro Dios, y sus testimonios y sus estatutos que te ha mandado. (Deuteronomio
6:13-17)
Ahora, si el amor de Dios por nosotros sólo fuera como el amor de un padre común y corriente
por sus hijos, nunca esperaríamos escuchar sobre su decisión de destruirnos si fallamos en
seguirle. Pero el hecho es que el amor paternal de Dios es el amor de un rey por su pueblo.
La metáfora de la paternidad es útil porque resalta las formas en que Dios nos protege, provee
para nosotros y cuida de nosotros. Pero la paternidad sigue siendo sólo una metáfora. Detrás
de esta metáfora está el hecho de que Dios es nuestro rey. El realmente gobierna sobre
nosotros. Es realmente soberano, y nosotros estamos sometidos bajo un pacto con él. Por lo
tanto, la forma más básica e importante en que podemos demostrar nuestro amor por él es a
través de nuestra seria fidelidad para con él y su pacto.
El Nuevo Testamento confirma de muchas formas esta idea. Por ejemplo, Jesús es nuestro
Señor y Rey, y nosotros tenemos que rendirle amor a través de una obediencia fiel y a través
de nuestra fidelidad para con su iglesia. No podemos alejarnos de él o rechazarlo. No
podemos priorizar otras lealtades por sobre nuestra lealtad a él. No podemos rechazar las
obligaciones que él pone sobre nosotros. Y no podemos maltratar o abandonar al pueblo que
él ama. Mostrar tal infidelidad sería odiarlo, e invocar su juicio. Pero si permanecemos firmes
en nuestro amor por él, nos recompensará en su reino.
Consideren Apocalipsis capítulo 1 versículos 4 al 6, donde Juan presenta su libro de este
modo:
Gracia y paz a vosotros …de Jesucristo …el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos
amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios,
su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. (Apocalipsis 1:4-6)
Y tal como lo afirmó Jesús en Juan capítulo 14 versículo 15:
Si me amáis, guardad mis mandamientos. (Juan 14:15)
En la relación de pacto de Dios con nosotros, la fidelidad es una virtud positiva, que nos
motiva a servir a nuestro Rey y Señor, y a honrar y cuidar de quienes viven bajo su gobierno.
Y, por el contrario, es también una exigencia negativa que prohíbe en nuestra vida alianzas
rivales con otros dioses e ídolos.
Luego de entender y teniendo en mente lo que es la fidelidad, estamos listos para hablar de la
forma en que nuestro amor por Dios nos exige adoptar una nueva orientación de vida.
Orientación
La lealtad que le debemos a Dios afecta a cada área de nuestra vida. No hay aspecto que
funcione fuera de su reino, o más allá de su gobierno soberano. Por esta razón, nuestras
vidas deben estar comprensiblemente orientadas en torno a él. Dios y su reino deben ser
nuestra más alta prioridad, el centro de nuestros anhelos, y el centro de nuestra cosmovisión.
Tenemos que estar dispuestos interiormente a trabajar en beneficio de Dios y su pueblo en
todo lo que pensamos, decimos y hacemos.
Tal como lo vimos, Deuteronomio capítulo 6 versículo 5, el primer gran mandamiento, resume
a la persona humana en términos de corazón, alma y fuerza. Con estos términos no se
pretende representar las diferentes partes de nuestro ser, como si pudiéramos dividirnos en
tres o cuatro partes distintas. Cada término más bien representa a la persona como un todo.
En el vocabulario hebreo, nuestro corazón no representa sólo nuestras emociones, sino el
centro de todo nuestro ser, incluyendo nuestra mente, nuestra conciencia y todos los demás
aspectos de nuestro carácter. Así también, nuestra alma es todo nuestro ser, incluyendo
nuestra mente consciente y nuestros anhelos inconscientes. Y la palabra para "fuerza" en
Deuteronomio no se refiere tanto a nuestros cuerpos o acciones como a la intensidad de
nuestro amor por Dios, y a nuestra determinación de usar todas nuestras habilidades para
lograr ese amor. De modo que, con cada uno de estos términos, las Escrituras nos exhortan a
estar completamente comprometidos con Dios con todo nuestro ser.
Desde luego que el máximo ejemplo de una vida bien orientada fue Jesús. El orientó toda su
vida en torno a Dios, y en torno a la gente que vino a salvar. Esta orientación lo motivó a
obedecer a Dios en forma perfecta y en todas las cosas, y a sacrificarse voluntariamente por
la gente que amó. Así también, nuestra lealtad a Dios y a nuestro prójimo tiene que llevarnos
a la misma orientación en nuestras vidas. Incluso debería motivarnos a realizar el mismo tipo
de sacrificios que Jesús realizó.
Tal como leemos en 1 de Juan capítulo 3 versículo 16:
En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros
debemos poner nuestras vidas por los hermanos. (1 Juan 3:16)
Cuando ponemos a Dios como el centro de nuestras vidas, esto afecta nuestras decisiones —
desde nuestra manera de pensar, a la forma en que tratamos a la gente, hasta la persona que
elegimos para casarnos. Cuando fallamos en orientar nuestras vidas en torno a Dios,
acabamos centrando nuestras vidas en torno a otras prioridades como el dinero, el poder, las
influencias, la recreación o los individuos con carisma. Y estas orientaciones influencian
también nuestra conducta — y lo hacen en una forma que promueve una agenda distinta a la
que Dios ha prescrito en su Palabra. Pero cuando orientamos nuestras vidas en torno a Dios y
a su pueblo, nos ceñimos a la agenda de su reino, y somos motivados a vivir en la forma que
le agrada.
Ya nos hemos referido a los temas de la lealtad y orientación, estamos listos para considerar
la forma en que nuestro amor por Dios y por nuestro prójimo debe motivarnos a descubrir
nuestra responsabilidad ante Dios en todas las áreas de nuestra vida.
Responsabilidad
El amor es una orientación de obediencia y servicio a Dios. De modo que debería disponernos
a guardar todos los mandamientos de Dios. Pero ¿cómo podemos hacer esto exactamente?
¿Sólo hay que contar todos los estatutos y exigencias de la ley, y luego hacer lo que
enumeran en forma explícita? O ¿tenemos que servir al Señor en formas que van más allá
que los ejemplos mencionados específicamente en las Escrituras? Bueno, la respuesta es que
nuestra lealtad de amor hacia Dios debe motivarnos a encontrar nuevas formas de ser
responsables para con él.
Para explicar lo que queremos decir, echemos una mirada a los
Diez Mandamientos enumerados en Éxodo capítulo 20 versículos 3 al 17. Los diez
mandamientos son:
Acción
Nuestro análisis sobre la acción se dividirá en dos partes. Hablaremos, específicamente,
sobre las formas en que las acciones de Dios nos sirven como modelo para nuestro propio
comportamiento. Por una parte, observaremos sus acciones de gracia expiatoria. Y por otra
parte veremos sus acciones de gracia común Comencemos con la forma en que la gracia
expiatoria de Dios sirve como un modelo para nuestras acciones.
Gracia Expiatoria
Tal como lo hemos dicho a través de todas esta serie, el carácter de Dios es nuestro estándar
ético absoluto. Y dado que Dios siempre actúa de acuerdo a su carácter, todas sus acciones
son expresiones perfectas de su carácter.
Es por eso que las Escrituras siempre nos exhortan a ajustar nuestro carácter y nuestras
acciones al carácter y las acciones de Dios, específicamente con respecto a su rescate y
redención de quienes ama. Por ejemplo, en Deuteronomio capítulo 5 versículos 13 al 15, el
Señor exigió que todo Israel guardara el Sabath. Amos, esclavos temporales e incluso
animales tuvieron que tomar este día libre, imitando el descanso después del trabajo que Dios
impuso en toda la nación cuando los redimió de la esclavitud en Egipto.
Del mismo modo, en Mateo capítulo 18 versículos 23 al 35, Jesús enseñó que tenemos que
imitar el perdón de Dios. Tenemos que perdonar a quienes pecan contra nosotros, porque
Dios nos ha perdonado por pecar contra él. Y tal como el perdón de Dios para nosotros,
nuestro perdón por los demás debe ser genuino y de corazón, motivado por una compasión
genuina por ellos.
Con mayor frecuencia, las Escrituras enseñan que debemos amarnos unos a otros imitando el
amor que Dios ha mostrado por nosotros, siendo Cristo, por supuesto, el ejemplo más grande,
el que murió por nuestros pecados.
Escuchemos la enseñanza de Juan en 1 de Juan capítulo 4 versículos 9 al 11:
En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al
mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por
nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos
unos a otros. (1 Juan 4:9-11)
Como pecadores, nosotros éramos ofensivos para Dios. Lo odiábamos. Estábamos en contra
de él como sus enemigos. Merecíamos el castigo, y no misericordia. Aun así, Dios quiso
sacrificar a su Hijo, a quien amaba por sobre todo, para salvarnos. Y siguiendo su ejemplo,
debemos estar dispuestos a sufrir en lugar de los demás.
Sin duda, nunca podremos hacer un sacrificio expiatorio por alguien — y las Escrituras no nos
piden eso. Pero sí nos piden que mostremos el mismo tipo de amor por los demás que Dios
mostró por nosotros en la expiación. Nosotros haríamos voluntariamente estos sacrificios por
nuestros hijos, porque valoramos sus vidas más que la nuestra. Y Dios nos pide que imitemos
su gracia, asignando el mismo valor a sus hijos.
Tal como Juan escribió en 1 de Juan capítulo 3 versículos 16 al 18:
En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros
debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve
a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en
él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. (1 Juan 3:16-
18)
Cuando fallamos en imitar la gracia expiatoria de Dios, es fácil que nuestro así llamado "amor"
sólo consista en un servicio de labios. Por ejemplo, es fácil para nosotros pensar que los
pobres merecen su pobreza, o que es responsabilidad de otros cuidar de ellos. Es fácil para
nosotros poner nuestros propios intereses por sobre los intereses de los otros, y preferir la
comodidad y lo fácil en vez del trabajo duro de ayudar a los demás.
Pero el ejemplo de gracia de Dios nos obliga a renunciar a nuestro dinero y nuestras
posesiones, incluso a nuestras vidas, para proteger y cuidar de nuestros hermanos y
hermanas en Cristo. Nos enseña a amarlos de todo corazón, al punto de estar motivados para
sacrificarnos, sufrir, e incluso morir por ellos.
Con esta comprensión de la gracia expiatoria de Dios en mente, estamos listos para hablar de
la forma en que su gracia común nos provee de un ejemplo para seguir.
Gracia Común
La gracia común es un término técnico en teología que se refiere a la gentileza de Dios para
quienes nunca serán salvos. Para quienes finalmente recibiremos la salvación, la gracia de
Dios siempre obra para nuestra redención. Pero Dios también extiende una gentileza no
redentora, o "gracia común", a quienes nunca recibirán la salvación.
En el Sermón del Monte, Jesús se refirió a la gracia común de Dios como una expresión de su
amor por toda la humanidad. Sin duda, el amor general de Dios por la humanidad no es para
nada tan grande como su amor por los creyentes. Sin embargo, es verdadero y genuino, y nos
presenta un modelo a imitar.
En Mateo capítulo 5 versículos 44 al 48, Jesús impartió la siguiente enseñanza sobre la gracia
común:
Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen; para que seáis hijos de vuestro
Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover
sobre justos e injustos…Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los
cielos es perfecto. (Mateo 5:44-48)
Tal como lo enseñó Jesús, la perfección de Dios incluye su amor por la gente mala, incluso
por aquellos que nunca vendrán a la fe en Cristo. Y Dios expresa este amor en muchas
formas, tales como la luz del sol y la lluvia. Dios es bueno con toda la gente, proveyendo
estabilidad y productividad para ellos en la naturaleza, y permitiéndoles prosperar en esta
vida. No estamos diciendo que Dios siempre es amable, porque no lo es. Algunas veces envía
su juicio sobre los malos. Pero generalmente, muestra paciencia y generosidad, incluso para
con sus enemigos.
Y dado que amamos a Dios, nosotros también tenemos que amar a la gente que él ama.
Siguiendo el ejemplo de Dios, nuestro amor debe motivarnos a ser buenos y amables con
toda la gente, aun cuando nos odien y nos persigan.
Por ejemplo, en Éxodo capítulo 23 versículos 4 y 5, la ley de Dios nos exige proteger los
bienes de nuestros enemigos. Escuchemos lo que dice:
Si encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo. Si vieres el
asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le
ayudarás a levantarlo. (Éxodo 23:4- 5)
Estas instrucciones aparecen en un contexto que habla de la justicia. La idea es que tenemos
que preservar la justicia para todas las personas, incluso si nos odian.
Pero Jesús no sólo nos enseñó a preservar la justicia para nuestros enemigos; él nos enseñó
a amarlos. Debemos preservar la justicia para ellos porque de verdad queremos que reciban
los beneficios y la protección de la justicia, y porque amamos al Dios que es el standard de
justicia.
Es fácil no tener este tipo de amor por nuestros enemigos. En el mejor de los casos,
generalmente preferimos ignorar sus necesidades; y en el peor de los casos, estamos
motivados a tomar venganza contra ellos, y alegrarnos cuando sufren injusticias. Pero estas
no son las actitudes que caracterizan a Dios; y no son las motivaciones que él ha modelado
para nosotros. Cuando hacemos estas cosas, estamos pensando en forma egoísta, buscando
agradarnos a nosotros mismos. Estamos siguiendo el ejemplo del mundo pecaminoso y del
diablo, no del Señor de rectitud y misericordia.
Piensa en una discusión que hayas tenido con alguien que amas. Quizás uno de tus padres, o
un hijo, o tu cónyuge, o un amigo íntimo. A veces, estas discusiones producen enojo y
sentimientos muy fuertes. Pero la mayoría de las veces, seguimos comprometidos con ellos.
Aún los amamos, no queremos que los traten en forma injusta.
Bueno, en muchos aspectos, esta es la forma en que Dios quiere que nos sintamos respecto
de nuestros enemigos. Debemos sentir una preocupación genuina por su bienestar. Y esta
preocupación genuina debe manifestarse en acciones. Debe motivarnos a ser amables con
ellos, a orar por ellos, a protegerlos y a proveer para ellos cuando estén en necesidad.
Ahora, necesitamos expresar por lo menos una reserva en la forma que imitamos la gracia
común de Dios. En términos específicos, necesitamos mencionar que este tipo de amor no
excluye un deseo de justicia. Dios a veces retiene su gentileza para ejecutar su juicio contra
los malos. Los juicios de Dios son siempre justos y buenos. Más aun, las Escrituras enseñan
que la justicia es un importante aspecto del amor.
Como leemos en Salmo 33 versículo 5:
El ama justicia y juicio; De la misericordia de Jehová está llena la tierra. (Salmo 33:5)
Un deseo de justicia en contra de quienes nos han hecho daño no es incompatible con el
amor. De hecho, idealmente, cuando imitamos verdaderamente la gracia común de Dios,
nuestro anhelo de justicia, nuestro amor por Dios, nuestro amor por nuestro prójimo, y nuestro
amor por nuestros enemigos son notablemente similares. Y la razón para esto es que: Dios,
que es justicia, a menudo usa sus juicios como un correctivo para guiar a los pecadores al
arrepentimiento y la salvación.
Por ejemplo, en Zacarías capítulo 14 versículo 16, el juicio de Dios contra las naciones lleva al
arrepentimiento:
Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año
en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos. (Zacarías 14:16)
Aun cuando anhelemos la justicia de Dios, nuestra motivación última debe ser el amor.
Debemos esperar ver cómo la justicia de Dios traerá el arrepentimiento que lleva a la fe.
El amor de Dios es complejo. Si lo sobre simplificamos, puede que concluyamos
erróneamente que no podemos amar a nuestro prójimo al mismo tiempo que odiamos el mal
que vemos en el mundo. Sin embargo, las Escrituras nos enseñan que el amor de Dios
incluye tanto el anhelo de justicia como el odio al mal. De modo que la solución para nosotros
como cristianos es asegurarnos de que nuestros anhelos de justicia y nuestro odio al mal sean
parte de nuestro amor por la humanidad. Estos sentimientos son pecaminosos cuando están
divorciados del amor. Pero son justos cuando son expresiones del amor y nos motivan a
pensar, a hablar y a actuar en formas que Dios aprueba.
Después de hablar sobre la lealtad y la acción, estamos listos para referirnos al afecto, es
decir, el aspecto emocional más explícito del amor.
Afecto
Los maestros cristianos hablan a veces sobre el amor bíblico como si éste sólo consistiera de
acciones y pensamientos. Por ejemplo, algunos argumentan que la Biblia nos exhorta a amar
de modo activo, y que no importa cómo nos sintamos emocionalmente. Dicen que el amor a
Dios consiste en una obediencia externa a sus mandamientos, en hacer cosas como ir a la
iglesia, orar, leer la Biblia y tener nuestro tiempo devocional. Y que el amor por el prójimo
consiste en reprimir nuestro enojo, ser educado, refrenarse de presumir y cosas así. Sin
embargo, la Biblia nos da una perspectiva muy distinta sobre el tema.
Recuerden las palabras de 1 de Corintios capítulo 13 versículos 1 al 3:
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que
resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda
ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor,
nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi
cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. (1 Corintios 13:1-3)
Las buenas obras que Pablo describió aquí son moralmente buenas cuando están motivadas
por un afecto de corazón. Pero cuando no es así, no valen nada. Sin amor, el don espiritual de
las lenguas se transforma en un címbalo que retiñe. El que tiene profecía, conocimiento y fe
no es nada. Y el que entrega todas sus posesiones e incluso su vida, no gana nada. El amor
es una dimensión emocional fundamental de cada acción que realizamos. Sin él, nada de lo
que hagamos se considera bueno.
Consideren también Mateo capítulo 15 versículos 7 al 9, donde Jesús hizo esta ácida crítica:
Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra;
mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran. (Mateo 15:7-9)
El punto de Jesús era simple: honrar y adorar a Dios sin afecto es hipocresía. Sea que
nuestras acciones apunten a otra gente o a Dios, tienen que estar motivadas por sentimiento
de afecto genuino.
Hay muchos y diferentes afectos y emociones que podríamos considerar como aspectos del
amor que motiva las buenas obras, pero el tiempo sólo nos permitirá mencionar dos. Primero,
hablaremos de la gratitud a Dios; y segundo, consideraremos el temor de Dios. Comencemos
con la forma en que la gratitud nos motiva a agradar al Señor y a cuidar de nuestro prójimo.
Gratitud
En las Escrituras, la gratitud debe ser nuestra respuesta normal a la gracia y benevolencia de
Dios, y nos debe motivar a obedecerle. Por ejemplo, los Diez Mandamientos son presentados
con una afirmación sobre la benevolencia de Dios. Se supone que esta benevolencia debe
producir nuestra gratitud, de modo que vamos a querer guardar los mandamientos que siguen.
Escuchen cómo Éxodo capítulo 20 versículo 2, presenta los Diez Mandamientos:
Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. (Éxodo
20:2)
El tiempo en que Dios le dio los Diez Mandamientos a Israel, es decir su Éxodo desde Egipto,
había sido el suceso redentor más grande que jamás había ocurrido. Fue el equivalente en el
Antiguo Testamento al sacrificio de Cristo en el Nuevo Testamento — el suceso que los
escritores bíblicos mencionaban constantemente para inspirar la gratitud de sus lectores.
Inmediatamente después de esta introducción a los Diez Mandamientos en Éxodo capítulo 20,
hallamos los Diez Mandamientos mismos. Tal como lo han hecho notar muchos teólogos a
través de los siglos, estos mandamientos se presentan en dos grupos: primero, las leyes que
resumen lo que significa amar a Dios; y segundo, las leyes que resumen lo que significa amar
a nuestro prójimo.
Así entonces, en los Diez Mandamientos, hallamos que la gratitud sincera para con Dios debe
ser la motivación que nos inspire a la lealtad, a la acción y más aun al afecto hacia Dios como
nuestro rey, y hacia nuestros congéneres humanos como sus amados hijos y criaturas.
El Nuevo Testamento enseña el mismo principio. Tal como lo dijimos, éste generalmente
tiende a apelar al sacrificio de Cristo como la base de nuestra gratitud. Pero el concepto es el
mismo: la benevolencia de Dios merece nuestro amor y obediencia.
Tal como lo afirma Juan en 1 de Juan capítulo 4 versículo 19:
Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. (1 Juan 4:19)
Y como Pablo lo escribió en Colosenses capítulo 3 versículo 17:
Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús,
dando gracias a Dios Padre por medio de él. (Colosenses 3:17)
Nuestra gratitud por el regalo de su Hijo debe motivarnos a amar a nuestro Señor, y a
expresar este amor a través de buenas obras. Obras, hechas en su nombre y para su gloria.
No es difícil entender cómo la gratitud funciona como una motivación. La mayoría de nosotros
tiene muchas razones para estar agradecidos. Podemos estar agradecidos de nuestros
padres por la forma en que nos cuidaron, o de algunos maestros en particular por cómo nos
educaron. Estamos agradecidos cuando la gente nos rescata del peligro o de un desastre. Y
en todos estos casos, nuestra respuesta a menudo es agradecer a las personas que nos
ayudaron, e incluso al devolver el favor de algún modo, si fuera posible.
Por otra parte, debe ser fácil recordar a la gente que en nuestra vida ha sido desagradecida,
gente que no ha apreciado las cosas buenas que otros han hecho por ellos. Cuando somos
desagradecidos, sucede que no queremos agradar a quienes nos ayudan. Al contrario, más
bien recibimos su ayuda como si fuera nuestra justa recompensa, y nos sentimos si no lo
hacen cómo queremos. Lejos de motivarnos a amarlos, la ingratitud hace que despreciemos a
los demás.
Ciertamente, nuestra gratitud para con Dios debe motivarnos a obedecerle, y a ayudar a
quienes él ama. Nunca podremos devolver el favor que Dios nos hizo mediante el regalo de
Cristo, de modo que nuestras buenas obras no son una forma de compensarle a él.
Simplemente son las respuestas amorosas de quienes aprecian lo que Dios ha hecho.
Aquellos que están sinceramente agradecidos por lo que Dios ha hecho, nunca podrán
expresar esa gratitud inclinándose frente a falsos dioses, o tomando su nombre en vano, o
haciendo alguna otra cosa que le desagrade. Hemos recibido el regalo más grande jamás
imaginado. ¿Cómo no vamos a entregarnos sinceramente a nuestro Señor del pacto?
Luego de haber visto cómo la gratitud debe motivarnos a las buenas obras, ahora podemos
referirnos al temor de Dios que es parte de nuestro amor por él, y que nos motiva a las buenas
obras.
Temor
En la iglesia actual, los cristianos normalmente no hablan acerca de temer a Dios. Quizá la
razón es que el concepto está muy malentendido. Cuando los cristianos modernos pensamos
en el temor, generalmente lo asociamos con el terror y el miedo. Tememos a las cosas que
nos pueden hacer daño, cosas que tratan de obrar el mal sobre nosotros. Y sin duda la Biblia
a menudo usa la palabra "miedo" en este sentido. Pero este tipo de temor de Dios no tiene
lugar en la vida de un creyente.
Tal como lo escribió el apóstol Juan en 1 de Juan capítulo 4 versículos 17 y 18:
En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del
juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino
que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que
teme, no ha sido perfeccionado en el amor. (1 Juan 4:17-18)
El amor está perfeccionado en los cristianos, y este amor perfecto echa fuera el temor porque
Dios nunca nos hará daño. Por lo tanto, este no es el tipo de temor al que las Escrituras se
refieren cuando hablan del temor de Dios en forma positiva.
Moisés describió el tipo de temor que tenemos en mente en Deuteronomio capítulo 10
versículos 12 y 13. Escuchen lo que escribió ahí.
Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que
andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y
con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te
prescribo hoy, para que tengas prosperidad? (Deuteronomio 10:12-13)
Aun cuando hay diferencias sutiles entre las obligaciones enumeradas aquí por Moisés, todas
son esencialmente lo mismo. Temer, andar, amar, servir, guardar — todas se refieren a rendir
una obediencia sincera, leal y activa a Dios y a sus mandamientos.
En honor a la sencillez, podemos definir el temor de Dios como: Asombro, reverencia y honor
a Dios que produce adoración, amor y alabanza a Dios. En cierta medida, este tipo de temor
caracteriza a todo verdadero creyente en Cristo.
Por ejemplo, en Isaías capítulo 33 versículos 5 y 6, leemos esta exhortación:
Jehová…llenó a Sion de juicio y de justicia. Y reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia,
y abundancia de salvación; el temor de Jehová será su tesoro. (Isaías 33:5-6)
Nótese que lejos de ser una expresión de terror, el temor reverencial está asociado con la
confianza en Dios como nuestro seguro fundamento y nuestra salvación.
En Isaías capítulo 11versículos 2 y 3, hallamos que este temor caracteriza también al Mesías.
Escuchen las palabras del profeta:
Reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de
consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y le hará entender
diligente en el temor de Jehová. (Isaías 11:2-3)
El temor reverencial no es una respuesta cobarde o miedosa a Dios. Por el contrario, es una
delicia.
Más aun, tal como leemos en Hechos capítulo 9 versículo 31, el mismo temor era
característico de la iglesia primitiva. Escuchen su relato:
Entonces las iglesias tenían paz…y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se
acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo. (Hechos 9:31)
Una vez más, el temor está asociado con sentimientos como paz, edificación y fortalecimiento,
y no con terror o alarma.
El temor reverencial de Dios es el sentido de vivir constantemente en su presencia. Es la
comprensión de quién y qué es Dios, y de lo que exige de nosotros. Y como tal, es tanto un
aspecto del amor como una motivación a realizar buenas obras. Es un aspecto del amor,
porque es una respuesta reafirmante y apreciativa de la grandeza y la bondad de Dios; es un
fuerte sentimiento de afecto y admiración por su carácter. Y nos motiva a hacer buenas obras
por nuestro anhelo de honrar y glorificar al que nos ama.
Es fácil volvernos apáticos y flojos en cuanto a la ética cristiana, cuando carecemos de esta
perspectiva. Es fácil pensar que Dios está muy lejos, y que no necesitamos preocuparnos
demasiado sobre las obligaciones que él pone en nuestras vidas. En vez de buscar el reino de
Dios, sólo nos concentramos en el mundo terrenal. Y como resultado, no nos sentimos
conminados a regular nuestras vidas de acuerdo a la voluntad revelada de Dios.
Pero cuando tenemos un apropiado temor reverencial de Dios, éste nos motiva a agradarle en
muchas formas. Las Escrituras mencionan en muchos pasajes los resultados de esta
motivación. Pero encontramos la mayor concentración de ellos en la literatura sapiencial del
Antiguo Testamento. Por ejemplo, el libro de Proverbios nos enseña que el temor del Señor es
el principio del conocimiento en el capítulo 1versículo 7), el principio de la sabiduría en el
capítulo 9 versículo 10), y un manantial de vida en el capítulo 14 versículo 27). Agrega largura
de días como dice el capítulo 10 versículo 27). Nos ayuda a evitar el mal como señala el
capítulo 16 versículo 6). Y trae riquezas, honra y vida como afirma el capítulo 22 versículo 4).
Todos estos y muchos otros resultados fluyen del temor del Señor. Escuchen cómo
Eclesiastés capítulo 12 versículo 13, resume la verdadera ética y la verdadera sabiduría:
Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. (Eclesiastés
12:13)
El temor de Dios debe motivarnos, y nos motiva, a pensar, hablar y actuar en formas que
agradan a nuestro Dios y Rey. Debería motivarnos a guardar sus mandamientos, y a hacer el
bien a las criaturas que él ama.
Así entonces, vemos que el amor funciona como una motivación para distintos tipos de
buenas obras. En la lealtad, nos motiva a cumplir nuestro deber para con Dios y nuestro
prójimo. En la acción, nos motiva a hacer lo que glorifica a Dios y beneficia a nuestro prójimo.
Y en el afecto, nos motiva a agradar a nuestro amado Señor, sirviéndole y cuidando de
nuestro prójimo.
CONCLUSIÓN
En esta lección de tratando de hacer el bien, hemos centrado nuestra discusión sobre la
perspectiva existencial en el concepto de las motivaciones. Comenzamos observando la
importancia de las motivaciones, y el rol que juegan las motivaciones en el proceso de tomar
decisiones bíblicas. Luego, nos enfocamos en dos motivaciones muy importantes que son
parte de toda buena decisión: la motivación de la fe, tanto al comienzo de nuestra salvación
como en el caminar de nuestra vida cristiana; y la motivación del amor, que incluye la lealtad,
la acción y el afecto.
Cada día, los cristianos enfrentamos muchísimas decisiones éticas. En muchos casos, es muy
difícil determinar nuestro deber, identificar los hechos y, mucho más aun, reconocer lo que hay
en nuestro interior como personas. Aun así, si queremos que nuestras decisiones sean
bíblicas, tendremos que hacer el esfuerzo de analizar nuestras intenciones. Tendremos que
asegurarnos de que todo lo que hagamos esté realmente motivado por nuestra fe en Dios, y
por nuestro amor a Dios y a nuestro prójimo. Si mantenemos nuestras intenciones claramente
a la vista, estaremos mejor preparados para tomar decisiones que honren y glorifiquen a
nuestro Dios.
Equipo de Combate: La Armadura de Dios
Guerra Espiritual: Uniéndose a Jesús para Vencer al Mal
Por David Feddes
Derechos de Autor (c) 2013
Publicado por Christian Leaders Press
Tercera Parte
Equipo de Combate:
La Armadura de Dios
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo
acabado todo, estar firmes. (Efesios 6:13).
Las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas. (2 Corintios 10:4)
Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. (Romanos 8:37).
Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono. (Apocalipsis 3:21).
Capítulo Diez
El Cinturón de la Verdad
Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad. (Efesios 6:14).
Nada, al parecer, podría matar a George Washington. Cuando era joven, Washington contrajo
viruela, pero sobrevivió a la temida enfermedad y se mantuvo tan fuerte y atlético como
siempre. Como oficial subalterno, Washington fue parte de una unidad que fue capturada en
una emboscada. Su comandante general y la mayoría de sus compañeros soldados fueron
derribados. Washington tenía debajo de él a dos caballos a los que les habían disparado y
cuatro agujeros de bala en su abrigo, pero ni una bala tocó su cuerpo. Más tarde, como
general durante la guerra de independencia de los Estados Unidos, Washington cabalgaría en
su caballo donde la lucha era más feroz, con balas y cañonazos silbando a su alrededor, pero
no recibió ningún golpe. Acampó con sus tropas en terribles condiciones, con muchos
hombres muriendo de enfermedades, pero Washington sobrevivió a todo.
Nada podría matar a George Washington--excepto sus médicos. Después de que Washington
se retiró de la presidencia, un día cabalgaba en su caballo bajo la lluvia y sintió un resfriado y
dolor de garganta. Su garganta estaba dolorida e hinchada, por lo que sus médicos intentaron
ayudarlo. Los doctores compartían la opinión médica común del momento de que una buena
manera de deshacerse de una enfermedad era desangrarla. Se creía que cuando se le extraía
sangre a alguien, el cuerpo la reemplazaría con sangre fresca y saludable en poco tiempo. Así
que fue tomada una pinta de sangre de Washington. Un poco más tarde, se consumió otra
pinta, y poco después, una pinta más. Cuando Washington no mejoró, los doctores decidieron
que debían sangrarlo nuevamente, y esta vez tomaron un litro completo de sangre en lugar de
solo una pinta. Los doctores también usaron otros métodos para drenar la enfermedad. Le
dieron a Washington laxantes para drenar sus intestinos. Le dieron medicamentos que
inducen el vómito para drenar su estómago. Les ampollaron las manos y los pies para liberar
la enfermedad a través de la piel. Hicieron todo esto además de drenar cinco pintas de su
sangre. Finalmente, los doctores agotaron toda su vida y George Washington murió.
Los tratamientos que recibió no estaban basados en la verdad. La verdad es vital en la
medicina, y la verdad es vital en toda la vida. El error en el ámbito médico mató a George
Washington, y el error en el reino espiritual destruye las almas. Las buenas intenciones no son
suficientes; debe existir verdad. La falsedad destruye; la verdad protege y fortalece.
Tal vez te guste pensar que cada religión es tan útil como cualquier otra, pero es como decir
que cada tratamiento médico es tan útil como cualquier otro. ¿Drenar cinco pintas de sangre
de una persona infectada es tan útil como darle antibióticos? No, el tratamiento debe basarse
en la verdad, o hace más daño que bien. Del mismo modo, la religión debe estar basada en la
verdad, o hace más daño que bien. Los errores doctrinales son incluso más mortales que los
errores de los médicos. La religión falsa puede desanimarte por la eternidad.
Tal vez prefieras no distinguir la verdad del error. Puedes pensar que no importa lo que creas,
siempre y cuando seas sincero al respecto. Bueno, los doctores de George Washington fueron
muy sinceros. Ellos se preocuparon sinceramente por Washington y pensaron sinceramente
que estaban tomando el mejor enfoque para curarlo. Washington confió sinceramente en sus
médicos y dio su consentimiento en cada paso del tratamiento. Pero sin importar cuán
sinceros fueran, su enfoque se basaba en el error, no en la verdad. El error mató a
Washington, y el error puede destruirte. Necesitas la verdad para conectarte con Dios y para
disfrutar de la vida eterna.
Cuando la Biblia describe la armadura de Dios que protege a las personas de Satanás y del
infierno, el primer elemento mencionado es "el cinturón de la verdad". Efesios 6:14 dice:
"Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad." Un cinturón puede parecer sin
importancia en comparación con cosas como el peto, el casco, el escudo o la espada. Pero en
el momento en que se escribió este pasaje de la Biblia, un soldado se abrocharía el cinturón
firmemente en su lugar antes de ponerse cualquier otra armadura o armamentos. Era la
primera pieza de armadura que el soldado se colocaría. El cinturón era una faja ancha y
resistente que ayudaba a proteger las partes más blandas de la parte inferior del cuerpo. Era
importante debido a su propia capacidad de protección, y también era necesario para
mantener otros equipos en su lugar. La pechera estaba unida al cinturón, y la espada también
estaba unida al cinturón. El soldado necesitaba su cinturón antes de poder ponerse otro
equipo. En la armadura de Dios, la verdad es el cinturón. Lo que un cinturón hacía por los
soldados de hace mucho tiempo, la verdad lo hace por los soldados de Cristo. Protege
nuestras partes vulnerables y mantiene en su lugar otros equipos dados por Dios.
Protegiendo las Partes Vulnerables
¿Cómo nos protege la verdad? El cinturón de la verdad ayuda a proteger las partes de
nosotros que son más blandas y más vulnerables de las heridas de Satanás. No deberíamos
ejercer demasiada presión sobre los detalles de una descripción gráfica, pero puede valer la
pena observar la ubicación del cinturón/faja de un soldado: cerca del estómago y de las partes
privadas. Pocos apetitos son tan fuertes como los deseos de la comida y del sexo. Si alguna
parte de nosotros necesita ser atada y protegida por la verdad, se encuentra aquí. Sin la
protección de la verdad, nuestro estómago es vulnerable a la gula o al sentido de que
las cosas materiales son lo único que importa. El cinturón de la verdad
bíblica nos protege al prevenir que nuestro estómago sea nuestro Dios (Filipenses 3:19) y al
decirnos lo que Jesús le dijo a Satanás: "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios" (Mateo 4:4). Sin el cinturón de la verdad, nuestra sexualidad es
vulnerable a los deseos promiscuos y pervertidos. Pero el cinturón de la verdad bíblica
advierte contra el adulterio, la fornicación, la homosexualidad y
otras distorsiones pecaminosas, y el cinturón de la verdad bíblica también nos muestra el
hermoso diseño de Dios para la unión del marido y la mujer.
Pero no limitemos el cinturón de la verdad bíblica al área de un cinturón físico, como el
estómago y la sexualidad. La verdad es vital en cada área. La verdad nos dice que tenemos
un futuro eterno, y esto nos protege de la mentira mortal de que esta vida es todo lo que hay.
La verdad nos dice quién es realmente Dios y cómo es él realmente, protegiéndonos de los
ídolos y dioses falsos. La verdad nos dice que somos como criaturas hechas a imagen de
Dios y caídos en pecado, protegiéndonos de tener una opinión demasiado baja de nuestro
valor y una opinión demasiado elevada de nuestra virtud. La verdad nos muestra la realidad
suprema en Jesús, protegiéndonos de poner cualquier otra cosa en el trono de nuestros
corazones. La verdad es vital en cada área, y el error es mortal. De hecho, la diferencia entre
la verdad y la mentira es la diferencia entre Dios y Satanás. Las Escrituras hablan del Señor
como "el Dios de verdad" (Isaías 65:16) y de Satanás como "el padre de mentira" (Juan
8:44). Satanás usa el error para atacarnos; Dios usa la verdad para protegernos.
De todos los pecados y errores que pueden dañarnos, ninguno es peor que los errores sobre
aquello que se necesita para salvarnos. Varias religiones ofrecen diferentes formas de
salvación, pero solo la sangre de Jesús puede traer perdón por nuestra culpa, y solo la vida
divina de Jesús puede darnos vida eterna. Esa es la verdad. Las religiones que ignoran o que
niegan esta verdad pueden ofrecer otras curas, pero estas curas matan. Ningún pecado es tan
mortal como una falsa forma de salvación. Algunas curas son peores que la enfermedad que
se supone deben curar. El dolor de garganta de George Washington pudo haber sido grave,
pero los intentos de su médico por ayudarlo fueron aún peores. Del mismo modo, el pecado
es serio, pero las religiones falsas y las formas de salvación falsas son más mortales que
cualquier pecado en particular. La verdad es un cinturón de protección contra las formas de
salvación falsas y contra todas las mentiras de Satanás. La forma de abrochar la verdad en su
lugar es creer con todo nuestro corazón las verdades vitales que Dios revela en la Biblia.
Manteniendo las Cosas en su Lugar
El cinturón de un soldado era la primera pieza de armadura que se ponía. Éste era importante
para ayudarlo a proteger la parte inferior del torso, y también era importante para sujetar
otro equipamiento en su lugar, como la coraza y la espada. En la armadura de Dios, el
cinturón de la verdad mantiene otras cosas en su lugar. La coraza de justicia puede
mantenerse en su lugar solo cuando está conectada al cinturón de la verdad. La espada del
Espíritu, la Palabra de Dios, estará disponible como un arma solo cuando el cinturón de la
verdad la mantenga cerca de nuestro lado.
En cuanto a la coraza de justicia: la justicia es tener una posición correcta delante de Dios al
medirnos en referencia al carácter perfecto de Dios. El único humano que llega perfectamente
a la medida es el Dios-hombre, Jesucristo. La única manera en que puedo contar con la
justicia de Dios es al contar con la perfección de Jesús atribuida a mí como un
regalo. No puedo hacer mi propia coraza de rectitud. Jesús hace una coraza de su justicia y
me la da. La forma en que la uso es por fe, confiando en que la perfección de Jesús cuenta
como la mía. Esta coraza protege mi corazón de las acusaciones de Satanás de que soy
injusto e inaceptable para Dios. Esta coraza repele cada puñalada de culpa y desesperación.
¿Qué tiene que ver la coraza de justicia con el cinturón de la verdad? Bien, así como un
soldado no podía ponerse la coraza sin antes ponerse el cinturón y conectar a éste la coraza,
entonces no puedo recibir la justicia dada por Dios a menos que primero crea en la verdad
revelada por Dios. Debo creer que Dios habla la verdad y que cumple sus promesas antes de
que pueda recibir su regalo de justicia prometido en Cristo. Las Escrituras dicen que Cristo es
justicia de Dios para aquellos que creen. ¿Es cierto, o no? Si no tengo confianza en la Palabra
de Dios y no creo que ésta sea verdad, no puedo recibir esa justicia por mí mismo. Pero si
primero me abrocho la verdad de Dios y le tomo la palabra, su rectitud se conecta con su
verdad y me cubre. Nadie recibió la justicia en Cristo sin creer la verdad acerca de Cristo.
El cinturón de la verdad proporciona una conexión para ayudar a mantener la coraza de la
justicia en su lugar, y el cinturón de la verdad también mantiene la espada del Espíritu al
alcance de la mano para su uso inmediato. La espada del Espíritu es la Palabra de Dios. La
Palabra de Dios, dada a nosotros en la Biblia, es el arma principal para librar batallas
espirituales. Pero una espada es de poco valor para nosotros si no está a nuestro lado cuando
más la necesitamos, y la Biblia tiene poco valor para nosotros sí solo está en algún lado, pero
no está atada a nuestro lado a través de nuestro amor y confianza a la verdad. Si nos ceñimos
a la verdad de Dios creyendo las Escrituras, estudiando la revelación de Dios y
almacenándola en nuestras mentes, entonces también tenemos la Palabra de Dios a la mano
como un arma cuando tenemos que luchar.
No debemos estirar demasiado la descripción gráfica. En cierto sentido, podríamos decir que
el cinturón de la verdad y la espada del Espíritu son la misma cosa: la Palabra de Dios, la
Biblia. El punto principal es depender de las Escrituras. Sin embargo, antes de poder utilizar la
Biblia en la vida diaria y para ganar a otros para Cristo, primero debemos conocerla y tener
una verdad bíblica abrochada alrededor de nuestro ser.
Usando el Cinturón
¿Estás usando el cinturón de la verdad? ¿Estás convencido de que la Biblia es la verdad de
Dios? ¿Crees que las Escrituras son el mensaje del Señor quien no puede mentir? ¿Con qué
frecuencia lees la Biblia? ¿Qué tan bien la conoces? ¿Cuánto de ella memorizas? ¿Cuán
ansiosamente escuchas la predicación bíblica? ¿Con qué frecuencia estudias la Biblia con
otros? ¿Recibes conocimiento de la verdad con quien sea que vayas y en cualquier cosa que
hagas? ¿Estás envuelto firmemente en el cinturón de la verdad? ¿Cuentas con la verdad de
Dios en Cristo para mantener otras cosas en su lugar?
La verdad es vital, y muchas otras cosas dependen de ella. ¡Abróchatela! ¡Póntela! Si un
cinturón se dejara colgado en un gancho o fuera de sitio en una esquina, no ayudaría mucho a
un soldado, y otras piezas de la armadura tampoco serán de mucha utilidad, ya que el
cinturón ayudaba a mantener las cosas en su lugar. Del mismo modo, una Biblia que acumula
polvo en un estante es de poca utilidad para combatir a Satanás. Necesitas la verdad de Dios
por sí misma, y necesitas la verdad para que las otras bendiciones de Dios puedan estar en
su lugar. ¡Necesitas la verdad!
La verdad es la base del éxito duradero. Si deseas tener éxito como mecánico de automóviles,
debes conocer la verdad sobre los automóviles. Si deseas tener éxito como arquitecto, debes
conocer la verdad sobre el diseño de la construcción. Si quieres tener éxito como profesor de
historia, debes aprender la verdad sobre la historia. Si quieres tener éxito como cirujano,
debes aprender la verdad sobre la anatomía. Si quieres tener éxito como piloto, debes
aprender la verdad sobre el funcionamiento de un avión. En un área de la vida tras otra, el
éxito depende de saber la verdad. Esto es supremamente cierto al relacionarnos con Dios y al
tener éxito como parte de los ejércitos de Cristo.
No me gustaría vivir en una casa diseñada por un arquitecto que no conociera ningún principio
de construcción segura. No me gustaría ser operado por un cirujano que no supiera nada
sobre el funcionamiento interno del cuerpo. No me gustaría subirme a un avión con un piloto
que no supiera cómo volar. Y no quisiera que mi vida eterna dependiera de alguien que no
conociera a Dios o el camino hacia Dios. Para la vida eterna, dependo del mismo Jesús como
el camino, la verdad y la vida. Al vivir por fe en Jesús y al enseñar a otros, quiero basar todo
en la enseñanza de Jesús y tener la mayor cantidad de la mente de Cristo que
pueda. No puedo permitirme descuidar la verdad, y tú tampoco. La verdad es crucial para tu
futuro eterno y para el futuro de aquellos a quienes influencias: niños, amigos, vecinos,
compañeros de trabajo. No puedes ser salvo sin la verdad, y no puedes ayudar a que otros
sean salvos sin la verdad.
Pertenecer a un grupo religioso no es un sustituto de conocer personalmente la verdad y de
abrocharse firmemente el cinturón de la verdad. Si no conoces la verdad personalmente,
nunca te darás cuenta si el grupo religioso al que perteneces no tiene una verdad real. Si no
tienes un amor profundo por la verdad, si no buscas constantemente obtener más verdad y
entenderla mejor, puedes perder la poca verdad que tienes y ni siquiera saberlo.
William Gurnall, un Cristiano de hace siglos, escribió un clásico titulado El Cristiano en
Completa Armadura, el cual ha sido útil para mi propia vida y útil para escribir sobre la guerra
espiritual. Gurnall dijo,
Si no deseamos conocer la verdad, ya la hemos rechazado... La verdad y el error son todos
iguales para el hombre ignorante, por lo que él llama verdad a todo. ¿Has oído hablar del
hombre codicioso que constantemente abrazaba sus bolsas de oro? Nunca las abría ni usaba
el tesoro, y así cuando un ladrón robó el oro y dejó sus bolsas llenas de guijarros en su
habitación, estaba tan feliz como cuando todavía tenía el oro.
Eso es lo que puede suceder si perteneces a un grupo religioso, pero nunca te molestas en
verificar si realmente se está enseñando la verdad. Cuando las personas dejan de estudiar las
Escrituras y dejan de buscar la verdad de Dios, apenas saben la diferencia si los falsos
maestros les roban la verdad de su iglesia. Mientras el espectáculo continúe de alguna forma,
nunca se dan cuenta de que las joyas de la verdad han sido quitadas y reemplazadas por
rocas de error inútiles, y que no tendrán ningún tesoro en el cielo. Pertenecer a un grupo
religioso no es un sustituto de buscar la verdad personalmente. Debes conocer la verdad
bíblica por ti mismo.
Comunidad de Verdad
¿Significa esto que la búsqueda de la verdad es completamente personal y privada, y que
debes ignorar a la comunidad de fe? No, solo porque un soldado es responsable de ponerse
el cinturón de la verdad no significa que sea un ejército por sí solo y pueda ignorar a los
demás. Puede ser heroico para un soldado armarse bien y hacer su parte valientemente, pero
sería tonto que un soldado siempre permaneciera separado de sus compañeros
soldados. Cristo llama a sus soldados a no permanecer solos, sino a mantenerse juntos en la
verdad. El amor a la verdad debe ser personal, pero no meramente privado. Aquellos que
aman la verdad están ansiosos por aprender de otros buscadores de la verdad y unirse a
ellos.
Hay grupos religiosos falsos y equivocados, incluidos algunos que dicen ser iglesias del
Señor. Debes conocer la verdad bíblica lo suficiente como para reconocer cuándo una iglesia
ha caído en un error mortal, y debes mantenerte alejado de ese grupo. Pero no uses el error
de algunos como una excusa para evitar a todas las iglesias. Hay
muchas congregaciones que verdaderamente exaltan a Jesús y enseñan la verdad de la
Biblia. Tales congregaciones son parte de la gran iglesia que se extiende a través de toda la
historia y en cada continente, lo que la Biblia llama "la iglesia del Dios viviente, columna y
baluarte de la verdad" (1 Timoteo 3:15). La iglesia es una fortaleza poderosa de la verdad, y
las fuerzas de Satanás nunca la conquistarán. Jesús promete: "Edificaré mi iglesia; y las
puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (Mateo 16:18). No caigas en la mentira de que
todas las congregaciones son demasiado corruptas para unirte a ellas. La verdadera iglesia
sigue en pie, las puertas del infierno no prevalecerán contra ella, y cada soldado de
Cristo debería estar conectado a una congregación si es posible.
En varias ocasiones en la historia, Satanás ha difundido la mentira de que no queda ninguna
iglesia verdadera, y vende la misma mentira que todavía hoy. Satanás cree en el reciclaje. Las
mentiras que engañan a las personas en una era de la historia, las recicla Satanás de una
forma ligeramente distinta para otra época. La mentira anti iglesia es la favorita en la
operación de reciclaje de Satanás.
Un locutor de radio religioso llamado Harold Camping hizo las noticias al predecir
erróneamente la fecha del regreso de Jesús. Pero ese no fue el mayor error de Camping.
También declaró que la época de la iglesia había terminado y que los Cristianos debían
mantenerse alejados de cualquier cosa que se llamara a sí misma una iglesia. Camping dijo
que Dios no tenía más utilidad para la iglesia y que Dios trabajaba solo a través de formas no
eclesiásticas, como la red de radio de Camping. Harold Camping citaba mucho la Biblia, pero
al decir que no valía la pena unirse a ninguna iglesia, estaba reciclando una mentira muy
antigua de Satanás. Camping fue muy sincero, tan sincero como los médicos de George
Washington que lo desangraron hasta la muerte en un esfuerzo por curarlo. Muchas personas
ya están demasiado aisladas, demasiado dependientes de su propia sabiduría limitada,
demasiado alejadas de la sabiduría compartida y del estímulo de las personas que conocen la
Biblia y que aman al Señor. Decirles a las personas que se vuelvan Cristianas, pero evitar las
iglesias es como decirles que se unan al ejército, pero que se mantengan alejados de otros
soldados.
No todas las iglesias enseñan exactamente lo mismo en cada punto. Tal vez tengas la
tentación de pensar que si ellas no pueden ponerse de acuerdo en cada punto, no te unirás a
ninguna de ellas. Pero no des demasiada importancia a las diferencias menores entre los
Cristianos que creen en la Biblia quienes están de acuerdo en las verdades básicas de cómo
es Dios, de la naturaleza humana, de la salvación por la gracia de Dios en Cristo, y de los
principios morales Cristianos. Si realmente amas la verdad, no permitas que los desacuerdos
sobre las verdades más pequeñas se interpongan en el hecho de que muchas iglesias están
de acuerdo con las verdades realmente grandes.
Si te niegas a unirte a cualquier iglesia porque las iglesias no son exactamente iguales y no
coinciden totalmente en cada punto exacto, dice William Gurnall, eres "tan tonto como el
hombre que se negó a comer su comida del mediodía hasta que todos los relojes de la ciudad
dieran las doce exactamente al mismo tiempo" Piensa en ello: llega la hora del mediodía y
varios relojes comienzan a repicar, pero hay unos pocos segundos de diferencia el uno del
otro. No repican en perfecta armonía ¿es una buena razón para negar que es mediodía o para
negarte a comer tu comida del mediodía? Si los relojes están unos pocos segundos o incluso
unos pocos minutos diferentes entre sí, todavía pueden estar diciéndole básicamente el
momento adecuado, y estarías loco al rechazar la comida a la hora de comer hasta que todos
los relojes estén perfectamente sincronizados. De la misma manera, muchas iglesias buenas
pueden no estar de acuerdo exactamente en todos los puntos, pero si son correctas en las
verdades básicas, te beneficiarás de cualquier iglesia basada en la Biblia y que honre a Cristo
a la que te unas, y serías tonto al decir que ibas a esperar a que todas las iglesias sean
perfectamente lo mismo. Al ponerte el cinturón de la verdad, asegúrate de unirte a la
comunidad de la verdad, a las fuerzas de la verdad unidas bajo el liderazgo de Jesús.
Déjame preguntar de nuevo: ¿te has abrochado el cinturón de la verdad? ¿te lo abrochas
nuevamente cada nuevo día? Inicias todos los días leyendo parte de la Palabra de Dios
personalmente. Si tienes cónyuge e hijos, concéntrense en la verdad de Dios como una
familia. Luego únanse a una iglesia. Anímense unos a otros en la verdad y unan sus fuerzas
en la difusión de la verdad a los demás. No vayas a ningún lado sin el cinturón de la
verdad. No puedes pelear contra Satanás de manera efectiva si no estás seguro o confundido
o si simplemente estás equivocado. Estudia la verdad. Pídale a Dios que incremente tu
conocimiento y te ayude a creer de una manera más clara y firme que nunca antes. "Estad,
pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad".
Capítulo Once
La Coraza de Justicia
...vestidos con la coraza de justicia... (Efesios 6:14).
Si estuvieras peleando una batalla, ¿qué te gustaría usar? Con la artillería y la metralla
disparando, ¿preferirías llevar una gorra de béisbol o un casco resistente? Si un enemigo
estuviera usando gas venenoso contra ti, ¿usarías gafas de sol de diseñador o una máscara
de gas? Si un francotirador estuviera apuntando balas hacia tu corazón, ¿preferirías estar
usando una camiseta o una armadura? Si estuvieras avanzando contra una posición enemiga,
¿preferirías viajar en un carrito de golf o en un tanque blindado? Si estuvieras en guerra,
querrías la mejor protección que pudieras obtener.
El equipo de protección no siempre es colorido o cómodo. Un casco de combate no es tan
suave y agradable como una gorra de béisbol. Una máscara de gas es más torpe y fea que
las gafas de sol de diseñador. La armadura es más pesada y más calurosa que una
camiseta. Un tanque es más ruidoso que un carrito de golf, y un tanque no atrapa la brisa
fresca ni ofrece una vista agradable, como lo hace un carrito de golf. Pero en la batalla, nada
de eso importa. Te importa más la protección sólida que el estilo o la comodidad a corto
plazo. Te importa más mantenerte vivo a largo plazo que cómo te sientes o te ves para el
momento.
Ese es el sentido común de cualquier soldado en una batalla, y también tiene sentido para el
conflicto definitivo en contra de Satanás. Necesitas una protección fuerte, ya sea que te
parezca agradable o no. Es más importante vivir para siempre y evitar el horror del infierno
que hacer lo que parezca más fácil en este momento. Para sobrevivir a los ataques de
Satanás y tener vida eterna, necesitas la armadura de Dios, incluso si crees que otra prenda
sería más cómoda.
Entre las diversas piezas de la armadura de Dios se encuentra "la coraza de justicia". En el
momento en que se escribió la Biblia, los soldados usaban diferentes artes que las tropas
modernas, pero el principio básico de protección era el mismo. Cada pieza de armadura era
importante. y la coraza no tenía rival. La coraza se extendía desde la base del cuello hasta el
abdomen. Ésta cubría el torso, el tronco del cuerpo. La coraza protegía el corazón, los
pulmones, el hígado, y otras partes vitales. La coraza era menos cómoda que una camisa o
túnica ordinaria, pero proporcionaba una mejor protección contra espadas, lanzas y flechas.
En la armadura que Dios proporciona para la guerra espiritual, la justicia es la coraza que
protege el corazón, el mismo núcleo de nuestro ser, el manantial de la vida.
La rectitud puede no sonar muy atractiva. La misma palabra casi puede causar una reacción
alérgica. Para algunos de nosotros, "justicia" suena como un estándar imposible, algo para
hacernos sentir como fracasos podridos. Para otros, la palabra "rectitud" está asociada con
ser un perfeccionista rígido, pomposo, más santo que tú. Solo mencionar la rectitud nos hace
sentir incómodos. Pero no dejes que esa incomodidad te desvíe de la rectitud antes de
descubrir qué es realmente y cuánto lo necesitas. La rectitud puede parecer desagradable,
pero también lo es el rugido de un tanque fuertemente blindado. La rectitud puede parecer
difícil y sin estilo, pero también lo es un casco de combate. La rectitud puede parecerte fea,
pero una máscara de gas no es exactamente bonita. La rectitud puede parecer demasiado
pesada, pero una pechera o un chaleco antibalas es más pesado que una camiseta
endeble. Entonces, si hablar de rectitud te hace sentir incómodo, espera ahí. El objetivo es
estar vivo a largo plazo--por la eternidad--no solo ir con lo que sea que te guste en este
momento. Deberías querer la rectitud sin importar lo poco que te atraiga, simplemente porque
no puedes sobrevivir sin ella.
Permítaseme añadir, sin embargo, que si realmente examinas esta coraza y te la
pones, descubrirás que no es tan desagradable después de todo. La rectitud no es tan dura,
pesada y torpe como uno pensaría que sería una armadura. La coraza de justicia es muy
fuerte y resistente a los ataques del mal--más fuerte que el equipamiento de cualquier
ejército--pero también resulta bella, cómoda, agradable y preciosa más allá del precio.
Justicia Alienígena
¿Qué es la justicia? Es cumplir con el estándar de Dios y estar bien con él. La rectitud es
medir el carácter perfecto de Dios y ser capaz de relacionarse con él y tener acceso a él. Sin
rectitud, no tienes ninguna relación con Dios, y pereces en el infierno sin él.
¿Dónde puedes obtener esta justicia? Muchas religiones del mundo ven la importancia de
tener algún tipo de justicia. Ellos ven que la moralidad importa. Para esa medida estas
religiones son correctas. Donde salen mal es que ofrecen la justicia de hágalo usted mismo.
Te dicen cómo ganar tu propia justicia y cómo hacerte medir hasta el nivel que Dios requiere.
Este es un error fatal. Puedes hacer todo lo posible para hacer cosas buenas, pero no puedes
estar a la altura de la justicia de Dios. Puedes someterte a sacrificios dolorosos para
compensar los pecados, pero esa penitencia no puede expiar los errores que has cometido.
Puedes probar cada peregrinación, cada ritual, cada reliquia, cada método de meditación,
pero tales cosas nunca pueden darte acceso a la sala del trono de Dios.
Si sigues una religión que te indica cómo obtener tu propia justicia, te enredas en al menos
dos mentiras. Primero, te mientes acerca del estándar de Dios e imaginas que la justicia de
Dios es más baja de lo que realmente es. En segundo lugar, te mientes acerca de tu carácter
y conducta, y te imaginas a ti mismo más alto de lo que realmente eres. Toda religión que
enseña la justificación por tu propio esfuerzo conduce a pensar sobre Dios en un nivel
demasiado bajo y sobre ti mismo en un nivel demasiado alto. ¿De qué otra manera podrías
llevarte al nivel de justicia de Dios? No puedes darte el lujo de ver cuán alto es Dios o cuán
bajo realmente es el pecado. De lo contrario, tendrías que admitir que la justicia de Dios es
imposible para ti.
La justicia es absolutamente necesaria, sin embargo, totalmente imposible de lograr para
cualquiera de nosotros. La religión hecha por el hombre puede enseñar la justicia hecha por el
hombre, pero esto no puede salvar a ningún cuerpo. La justicia significa medirse hasta el
estándar de Dios, y eso es algo que ni tú, ni yo no podemos hacer. No podemos construir
nuestra propia coraza de justicia, entonces, ¿dónde podemos obtenerla? La respuesta es que
debemos tener justicia alienígena.
La palabra alienígena puede traer a la mente extrañas criaturas de otras galaxias volando en
naves espaciales. Pero la justicia alienígena no tiene nada que ver con los ovnis o con la
ciencia ficción. Alíen significa "otro, alguien más, alguien muy diferente". Tener justicia
alienígena significa que de alguna manera obtengo la rectitud de alguien más, alguien muy
diferente a mí. Significa que alguien ajeno a mí, alguien que no es pecaminoso como yo,
alguien que cumple con los estándares de Dios y está al nivel de Dios, de alguna manera
transfiere su justicia hacia mí. Tal rectitud es ajena a mi carácter pecaminoso y caído, pero
esta justicia alienígena de alguna manera debe contar como mía, aunque provenga
de alguien más. y no de mí. La única justicia que puede hacer efectiva a una coraza es la
justicia de Dios en Cristo Jesús transferida a mí.
La justicia alienígena es todo lo contrario de la justicia propia. La justicia propia no es parte de
la armadura de Dios; es una de las armas favoritas de Satanás para destruirnos. Confiar en tu
propia justicia es como ponerte una coraza con puntas largas y afiladas en el costado que va
al lado de tu cuerpo. Cuanto más apretada esté la coraza, más profundamente te presionarán
las púas. Satanás está feliz de ayudarte a ponértelo. Él no necesita ninguna otra arma en tu
contra si puede amarrarte con tanta fuerza en tu propia justicia que ésta atraviese tu corazón y
te destruya.
A Satanás le encanta usar la religión para destruir a las personas, para convertirlas en
enemigos de Dios y, a veces, en asesinos de otras personas. Esto les ha sucedido a
demasiadas personas religiosas. Confiando en su propia justicia, piensan que están a la altura
del estándar de Dios. Si se quedan un poco cortos, piensan que pueden compensarlo y
elevarse al nivel de Dios matando a los enemigos de Dios en guerras santas o dando sus
vidas en la batalla contra los infieles. Esto ha sucedido en varias ocasiones en la historia, y
aún persigue a nuestro mundo de hoy. Pero infligir dolor a otros o absorber dolor nosotros
mismos no puede expiar el pecado y hacernos justos. Los asesinos homicidas y los mártires
suicidas no pueden usar la sangre para escapar de la culpa y elevarse al nivel de Dios. Solo la
sangre de Cristo puede pagar el precio, eliminar la culpa y abrir el camino hacia el cielo.
El apóstol Pablo sabía por experiencia personal cuán mortal podía ser la auto justificación.
Pablo había crecido en un hogar religioso, y como un hombre joven trató de medirse a la
altura de los estándares de Dios con todas sus fuerzas. Estaba orgulloso de su rectitud y se
oponía a aquellos que creía que no estaban en sintonía con Dios. ¿Cuál fue el
resultado? Pablo persiguió a los Cristianos, los encarceló y los mató, todo en nombre de hacer
la voluntad de Dios.
Pero luego este justiciero y asesino que odiaba a los Cristianos tuvo un encuentro directo con
el Señor Jesús resucitado. Pablo ya no estaba orgulloso de su propia justicia--quería
quitársela y tirarla como basura. Pablo ya no creía que se había ganado la aprobación de
Dios; sabía que no merecía nada más que la ira de Dios. Pablo vio que su vieja justicia hecha
por sí mismo lo había hecho "blasfemo, perseguidor e injuriador", y se llamó a sí mismo el
primero de los pecadores (1 Timoteo 1:13, 15). Hablando de su trasfondo religioso, de su celo
y de sus esfuerzos por la justicia, Pablo dijo: "Lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser
hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de
Cristo, la justicia que es de Dios por la fe" (Filipenses 3:8-9).
Fue este mismo Pablo quien escribió sobre la armadura de Dios y nos dijo "vestidos con la
coraza de justicia." Es evidente que esta coraza no debe ser nuestra propia justicia, sino
justicia alienígena, justicia desde más allá de nosotros, la justicia de Dios en Jesucristo.
Justicia Imputada
¿Qué significa vestirse con la coraza de justicia? Necesitamos la justicia completa de Jesús
que nos es imputada, acreditada y considerada como nuestra aparte de todo lo que hacemos,
como base de nuestra relación con Dios. Y una vez que recibamos la justicia imputada por la
fe en el regalo de Dios, también necesitamos justicia impartida, el carácter de Jesús formando
nuestro carácter.
Tal vez estás tentado a decir: "Deja de hablarme con palabras extrañas. ¡Imputada!
¡Impartida! La justicia no es un tema favorito con el cual empezar, y estas palabras lo hacen
aún más complicado y desagradable." Pero recuerda lo que dije antes. Es más fácil entrar en
una camiseta que amarrarse una armadura, pero no es seguro si te diriges a la batalla.
Entonces, ¿por qué ser descuidado e inseguro acerca de tu alma? ¿por qué estar dispuesto a
estudiar años y años para prepararte para un puesto de trabajo en una profesión, pero no
queremos pasar unos minutos preparando nuestras mentes para asuntos de importancia
eterna? ¿por qué piensas que las fuerzas militares necesitan una formación de primera
categoría en la tecnología militar y en la estrategia, pero parece que en la guerra
espiritual está bien ser perezoso y de mente de papilla? En tu caminar con Dios y en tu batalla
contra Satanás, es necesario comprender la distinción entre justicia imputada e impartida.
Esto no es sólo teoría para teólogos. Es protección para las personas ordinarias ante los
ataques de Satanás.
La justicia imputada es un método contable que Dios usa, en el cual la perfección de
Jesús es atribuida a tu registro. El Hijo de Dios siempre tuvo una relación y unión perfectas
con su Padre, antes de que llegara a la tierra y tomara una naturaleza humana. Cuando se
convirtió en humano, Jesús hizo lo que ningún ser humano ni antes ni después ha hecho
jamás: El guardó la ley de Dios perfectamente. Todo lo que Jesús hacía, todo lo que decía,
todo lo que pensaba, estaba perfectamente alineado con la ley de Dios. Jesús honraba a su
Padre celestial con todo su ser. Hizo la voluntad de su Padre sin pecar ni una sola vez.
Obedeció a su Padre hasta el final para sacrificar su vida en la cruz. Jesús fue y es totalmente
justo.
Si esta obediencia activa, esta justicia de Jesús, te es imputada, es acreditada como tuya.
Dios transfiere el registro de Jesús para ti. Es posible que tengas un registro vergonzoso de
pecado, pero si pones tu fe en Jesús, Dios te ve como ve a Jesús: no culpable, plenamente
aceptado en amor. Pero ¿qué pasa con tu propio registro de pecado y desobediencia? Éste
logra ponerse sobre el registro de Jesús y es pagado en su totalidad por la sangre que
derramó cuando murió en la cruz. Tu pecado es contado como el suyo, y tu justicia es contada
como la suya. Cuando pones tu fe en Cristo, Dios no sólo quita tus pecados, sino que también
te acredita la perfecta obediencia de Cristo. No solo te deshaces de la culpa; obtienes la
misma posición recta que Jesús.
¿Cómo la justicia imputada sirve como una coraza contra los ataques de Satanás? Ésta
protege de dos de las armas principales de Satanás: el orgullo y la desesperación. A veces
Satanás te tienta a ser orgulloso, a pensar que te has abierto camino al nivel de la justicia de
Dios y a despreciar a los demás. Pero si confías totalmente en la justicia de Jesús y
consideras tu propia justicia como trapos y basura, estás protegido del orgullo. ¿Cómo puedes
estar orgulloso de ti mismo cuando toda tu situación depende de otra persona, de Jesús? La
coraza de justicia imputada protege de orgullo.
Si Satanás no puede perforar tu corazón con el orgullo, puede cambiar de arma y atacar con
la duda y con la desesperación. Cuando haces algo mal o cuando recuerdas un pecado del
pasado, Satanás dice: "¿De verdad crees que Dios aceptaría a alguien que hizo algo así?
Dios es santo, y tú eres malo. Dios es puro, y tú estás podrido. ¡Mira el tipo de persona que
eres! ¡Mira las cosas que has hecho! También deberías olvidarte de la vida eterna." Pero con
la coraza de justicia en su lugar, le dices a Satanás: "yo sé todo lo que estás diciendo. Soy
pecador, y Dios es santo. Pero miro hacia Jesús, no hacia mí mismo. No cuento con mi propia
capacidad de estar a la altura. Cuento con Cristo, y Dios me imputa la justicia perfecta de
Jesús. Satanás, antes de que me puedas perforar con la desesperación, tendrás que
encontrar algo injusto en Jesús, porque su justicia es mi coraza." Satanás no puede manejar
eso. Satanás puede disparar todo tipo de agujeros en tu rectitud, pero no puede encontrar ni
siquiera una pequeña debilidad en la justicia de Jesús.
Si intentas resistir a la desesperación mediante el desarrollo de ciertos sentimientos o en
función de las experiencias especiales, tu corazón no sobrevivirá. Pero tu corazón está seguro
si se encuentra protegido por la justicia imputada de Jesús. Esto es lo que la Biblia llama
"justificado por la fe.” La palabra justificado simplemente significa "contado justo por Dios", y
cuando se es contado justo por la fe en Jesús--justificado por la fe--tu corazón está protegido
de los ataques de Satanás.
Justicia Impartida
La justicia imputada es la base de toda tu relación con Dios, aparte de todo lo que haces. Una
vez que tengas una nueva relación con Dios, tienes que ser hecho una nueva persona. Una
vez que la posición justa de Jesús ante Dios te ha sido totalmente imputada--es decir,
acreditada a tu cuenta--su carácter justo entonces te es impartido gradualmente, el cual es
vertido en ti, hecho una parte de tu ser, de modo que empiezas a pensar, hablar y actuar más
como Jesús lo haría.
Esto no sucede de una sola vez. La justicia impartida no viene en un momento; viene en una
medida cada vez mayor a lo largo de toda la vida. A diferencia de la justicia imputada, la cual
es completada en el momento en que Dios atribuye la obra terminada de Jesús para ti, la
justicia impartida no está completa hasta que Dios ha transformado tu carácter real y tu
conducta exactamente como la de Jesús. La justicia imputada es la obra completa de Cristo
que te atribuye de una vez por todas cuando pones tu fe en Jesús. La justicia impartida es tu
semejanza parcial desarrollada en Jesús, que nunca es completada en esta vida. Sólo cuando
vas al cielo serás perfecto y sin pecado como Jesús.
La justicia impartida no es la base para tu aceptación por Dios. Más bien, lo contrario es cierto:
tu aceptación por Dios es la base de la justicia impartida. La justicia completa de Jesús debe
serte acreditada antes de que puedas ser aceptado por Dios y comiences a desarrollarte en
una persona a la imagen de Jesús. Dios te acepta sólo sobre la base de la justicia imputada
completa y perfecta que no es por ti mismo, y una vez que él te acepta, su Espíritu Santo
comienza el proceso de hacerte más y más como Jesús. Este proceso continuo de impartir
más y más justicia a tu carácter real y conducta es lo que la Biblia llama "ser santificado” o
"hecho santo".
Para protegerte de los ataques de Satanás en tu corazón, debes conocer la diferencia entre la
justicia imputada y la justicia impartida, entre la justificación y la santificación. En el momento
que empieces a pensar que tu aceptación con Dios depende de tu progreso en la semejanza a
Cristo, te hincharás de orgullo por sobreestimar tu progreso, o te desalentarás de la
desesperación por el poco progreso que has hecho. Para estar seguro, debes depender
absolutamente de la justificación por la fe en la obra terminada de Cristo imputada a ti. Una
vez que te das cuenta de que Satanás no puede destruir tu relación con Dios, eres liberado
para vivir en el mismo tipo de obediencia alegre y amorosa que Jesús le dio a su Padre
celestial.
La justicia imputada es tu protección principal contra la justicia propia, el orgullo y la
desesperación, pero eso no significa que la justicia impartida no tenga lugar en la coraza de
justicia. Satanás no puede herir fatalmente y llevar al infierno a nadie a quien Dios le ha
acreditado la perfección de Jesús, pero Satanás todavía puede infligir una gran cantidad de
heridas que no son fatales para el alma, pero que son todavía muy dolorosas y
perjudiciales. Cuanto más justos nos volvemos en carácter, más difícil es que Satanás nos
tiente exitosamente y hiera nuestro ánimo. Necesitamos más y más de la vida y del poder del
Espíritu Santo, más y más de Jesús, más y más patrones saludables y menos esclavización a
los viejos hábitos, para ser guerreros vigorosos y eficaces para Cristo. Además, la justicia
impartida puede fortalecer nuestra seguridad de salvación. Si no hay ni siquiera una pizca de
justicia impartida creciendo en nosotros, podríamos estar equivocados al pensar que la justicia
plena de Cristo ya nos ha sido imputada. Aquellos que Dios acepta plena y libremente en
Cristo, también comienzan a transformarse.
La justicia impartida puede servir como un fruto de la vida espiritual que fomenta la confianza
de que Dios nos ha aceptado por causa de Jesús, y cuanto más se convierte la justicia en
parte de nuestro ser, más difícil es que Satanás nos tiente con éxito y más fácil será para
nosotros avanzar en contra de Satanás y atraer a otros hacia la belleza del Salvador.
El Mithril de Cristo
Anteriormente vimos que en un conflicto militar, nos preocupamos más por la protección sólida
que por el estilo o la comodidad a corto plazo, y que debemos buscar la coraza de justicia,
aunque pueda parecer incómoda y fea, simplemente porque nuestra supervivencia depende
de ello. Pero una vez que entiendes la justicia y te la pones como una coraza, una vez que
conoces la maravilla de Dios justificándote en el nombre de Jesús y santificándote para llegar
a ser más como él, te das cuenta que la justicia no es desagradable y fea después de
todo. Es más como la cota de malla de mithril que lleva Frodo el hobbit en El Señor de los
Anillos de J. R. R. Tolkien.
En los cuentos de Tolkien, la cota de malla de mithril de Frodo le proporciona una protección
poderosa. Más de una vez, salva a Frodo de ser apuñalado hasta la muerte. Aun así, a pesar
de que proporciona protección para salvar vidas, el mithril es ligero y hermoso. La cota de
malla de mithril de Frodo es tan preciosa que vale más que la riqueza de toda la Comarca, el
barrio donde creció Frodo. Frodo nunca podría haber hecho esta cota de malla de mithril por
sí mismo, y nunca podría haber llegado con la riqueza suficiente como para comprar algo tan
precioso. Alguien más lo hizo. ¿Cómo la consiguió Frodo? La recibió como un regalo de
alguien más.
El mithril no es sólo una leyenda de Tolkien; la coraza de justicia es el mithril. La coraza de
justicia no es la pesada y fea justicia propia, sino la justicia de Jesucristo ligera y preciosa.
Esta coraza está hecha de la obediencia amorosa de Jesús hacia su Padre celestial, quien
aprecia a su Hijo eterno más que a todo el tesoro del universo. Esta coraza, dada a nosotros
gratuitamente como un regalo, está pagada por la sangre de Jesús, de la cual una gota es
más preciosa que todo el esplendor de los hombres y de los ángeles. Nunca podríamos hacer
una protección tan poderosa por nosotros mismos. Nunca pudimos obtener un adorno tan
precioso. Pero esto puede ser nuestro, simplemente al aceptar el regalo de Dios y
ponérnoslo. Esta coraza de mithril de justicia de Cristo es lo suficientemente fuerte como para
desviar cada ataque de Satanás en nuestro corazón, y es lo suficientemente bonita como para
que los ángeles se maravillen de nuestro esplendor en Cristo. Acepta el regalo de
Dios. Soporta en contra Satanás por medio de la defensa de la coraza de mithril de justicia en
su lugar, y también podrás estar delante de Dios para que esa misma coraza te adorne y te
haga lo suficientemente hermoso para pertenecer al cielo.
Capítulo Doce
El Calzado de un Soldado
...calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. (Efesios 6:15).
Aquiles tenía un pequeñísimo problema con su pie. El héroe de la mitología Griega tenía un
cuerpo que no podía ser lastimado, a excepción de un pequeño punto sobre sus talones.
Antes, cuando Aquiles era un bebé, su madre, Tetis, trató de hacerlo inmortal al sumergirlo en
el río Styx. El agua mágica le daba una protección total a todo lo que tocaba. Pero Tetis
sostuvo a su bebé por el talón y esa parte de los pies de Aquiles no fue tocada por el agua
protectora.
Aquiles creció para ser el guerrero más poderoso entre los Griegos. Se unió a las fuerzas
Griegas en la campaña en contra del reino de Troya y derrotó a todos los enemigos que
enfrentó. Conquistó varios pueblos y mató a los guerreros más feroces de Troya, incluyendo al
poderoso príncipe Héctor. Ningún arma podría dañar a Aquiles. Ningún guerrero podría vencer
Aquiles. Pero entonces príncipe Paris de Troya disparó una flecha envenenada que resultó
afectar a Aquiles en su único punto débil, aquel pequeñísimo lugar de su pie. El veneno mortal
hizo su trabajo, y ese fue el final de Aquiles. Él murió.
Shaquille O'Neal tuvo un pequeñísimo problema con el pie. Tal pequeño problema en un
hombre tan grande no parecía importar. En 2002, la estrella gigante del baloncesto acababa
de llevar a los Lakers de Los Ángeles a un tercer campeonato directo, y de cara a la nueva
temporada, un cuarto campeonato parecía casi seguro. Pero los Lakers comenzaron la
temporada como perdedores, con Shaq en el banquillo. Él sólo tenía un pequeño problema:
un dedo mal. El dedo del pie había requerido cirugía y Shaq estuvo fuera de los primeros doce
partidos de la nueva temporada. Shaq todavía se paraba sobre más de siete pies de altura y
pesaba más de 320 libras musculares, pero esto no lo ayudaba, mientras su dedo necesitara
recuperarse. Ningún jugador contrario podía detener a Shaq, pero el dedo del pie lo detuvo.
Los campeones del mundo de repente parecían tan malos como cualquier otro equipo de la
liga. Jugando sin Shaq, perdieron nueve de sus primeros doce juegos. Incluso después de su
regreso a la cancha, los Lakers perdieron 19 de sus primeros treinta juegos. Finalmente, el
dedo del pie se recuperó, y Shaquille O'Neal y los Lakers de nuevo se convirtieron en una
fuerza a tener en cuenta. La diferencia entre ser campeones y perdedores era un dedo del pie.
Pequeñas debilidades pueden causar grandes problemas. Eso es cierto no sólo en la
mitología Griega o en el baloncesto profesional, sino también en la guerra espiritual. Satanás
siempre está buscando una debilidad que explotar. Él busca la manera de convertir pequeños
pecados en grandes problemas que destruyen a las personas para siempre. Algo comienza
como un pequeño error doctrinal, y Satanás encuentra una manera de convertirlo en una gran
herejía. Algo comienza como una decisión sin cuidado, y Satanás encuentra una manera de
convertirla en una adicción mortal. Algo comienza como una pequeña pelea entre marido y
mujer, y Satanás lo convierte en resentimiento y divorcio. Algo comienza como un desacuerdo
menor entre las naciones, y Satanás lo convierte en una guerra. Algo comienza como un
pequeño paso lejos de Dios, y Satanás lo convierte en el camino hacia el infierno. Satanás es
un experto en esto. Él te observa en busca de un punto débil. Podría parecer pequeño y sin
importancia, pero Satanás puede utilizar esto para derribarte.
Con un enemigo así, una protección parcial no es suficiente. Es necesaria una protección
total. Cuando la Biblia habla de la guerra espiritual y de la armadura de Dios, no sólo dice que
te pongas un par de partes de la armadura para proteger lo que crees que es más
importante. Dice que te pongas toda la armadura de Dios. Dice que uses cada pieza del
equipamiento, cubriendo incluso las partes del cuerpo que pueden parecer menos
importantes--tales como los pies. Efesios 6:15 dice "calzados los pies con el apresto del
evangelio de la paz".
El Calzado Adecuado
Para un soldado en tiempos bíblicos, era peligroso tener los pies sin protección. El principal
peligro no era una flecha envenenada en el talón, como en la leyenda de Aquiles--
que no sucedía muy a menudo. Pero había otros peligros para un soldado con los pies sin
protección. Si estuvieras en una pelea y te resbalaras y cayeras a causa de un mal calzado, tu
oponente podría causarte la muerte antes de que pudieras levantarte. Si marchabas descalzo
sobre un área con espinas y piedras afiladas, tus pies podrían desgarrase tanto que incluso no
llegarías al frente de batalla. Si fueras encomendado a una posición enemiga que fue
fortificada con estacas cortas y afiladas en el suelo, tus pies sin protección serían perforados,
caerías al suelo del dolor, y tu enemigo fácilmente te aniquilaría. Si marcharas en un área que
tuviera escorpiones o serpientes venenosas y no tuvieras una protección adecuada, una
mordedura o una picadura podría hacerte pasar a mejor vida. Si tuvieras que marchar en el
barro o en el clima frío sin un calzado adecuado, el frío y la humedad podrían hacer que te
enfermaras. Las fiebres y otras enfermedades destruyeron a muchos soldados.
Muchos ejércitos fuertes entendían la importancia de los pies de un soldado. La parte inferior
de su calzado tenía una suela gruesa, lo que les permitía caminar en zonas peligrosas sin
lastimarse. A menudo, este calzado también tenía picos en la parte inferior para facilitar una
base firme, evitar resbalones, y ayudar al soldado mantenerse firme. Aquello que un soldado
llevaba en sus pies puede parecer menos importante que la forma en la que protege su
cabeza y su pecho, pero los generales y los soldados sabios sabían que un problema en el pie
podía ser tan malo como cualquier problema. Esto podría conducirlos a la muerte, e incluso si
un soldado no moría, los pies lesionados o las enfermedades podrían hacer de él alguien
totalmente inútil para el combate, más un obstáculo que una ayuda para la causa a la que
estaba sirviendo. Los pies de un soldado necesitaban una protección adecuada para ayudarlo
a sobrevivir y darle la movilidad para ir a donde su comandante le dijera.
Cuando la Biblia habla de guerra espiritual en contra del pecado y de Satanás, nos impulsa a
ponernos toda la armadura de Dios, incluyendo el calzado correcto. Puede haber áreas de la
vida que no parezcan muy importantes, pero si somos descuidados en pequeñas cosas,
Satanás puede usarlas para destruirnos o para hacernos menos efectivos para servir a Cristo.
Para mantenerte en pie en medio de los ataques de Satanás, para mantenerte firme en contra
del diablo, para marchar a donde Cristo te llama, y para triunfar en el Señor, necesitas un
calzado adecuado. Es necesario tener "calzados los pies con el apresto del evangelio de la
paz".
Un soldado necesita un calzado adecuado no sólo por razones defensivas, sino también para
pasar a la ofensiva. El objetivo de la guerra no es sólo no ceder terreno, sino marchar hacia
adelante, no sólo la supervivencia, sino la victoria. Algunas de las grandes campañas militares
de la historia dependían de la capacidad de los ejércitos para moverse más rápido y más lejos
de lo que sus enemigos lo creían posible--y la posibilidad de marchar era ayudada por el
equipamiento de los soldados con un calzado excelente. Los ejércitos de Alejandro Magno y
de Julio César tenían un liderazgo brillante y armas excelentes; también tenían un buen
cuidado de sus pies. Esto les permitía moverse con rapidez y seguridad, superar oponentes y
ganar victorias sorprendentes.
Del mismo modo, en la guerra espiritual, el objetivo no es sólo la supervivencia sino la victoria.
El objetivo no es sólo evitar la derrota, sino hacer retroceder al maligno y arrebatarle territorio.
Para decirlo de otra manera, el objetivo no es sólo resistir a Satanás y evitar el infierno
personalmente, sino también difundir el mensaje de la vida eterna a los demás, ganarlos a la
fe en Jesús, y traer más áreas de la vida bajo el gobierno de Jesús que da vida. "El apresto
del evangelio de la paz" es vital para la defensa y para la ofensa: te permite mantenerte firme
y defenderte a ti mismo cuando Satanás ataca, y te permite ir a la ofensiva y marchar al frente
hacia la victoria bajo la dirección de Jesús.
Cuando Efesios 6:15 dice "calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz", ¿qué
significa? Para un soldado de Cristo, el apresto significa que estás listo para mantenerte firme
y luchar en contra de Satanás, y quiere decir que estás listo para pasar por territorio ocupado
por el enemigo, ganar victorias para Jesús, y llevar a cabo la misión que se te da. ¿de dónde
viene tal apresto? El evangelio de la paz. La palabra evangelio significa "buenas nuevas" o
"buena nueva". En Isaías 52:7, la Biblia dice: "¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies
del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que
publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!" El Evangelio es una buena nueva, ya
que es el mensaje alegre de la paz: la paz con Dios, la paz en tu corazón, la difusión de la paz
hacia los demás.
La Paz con Dios
En la guerra espiritual, un soldado de Cristo debe llevar botas de combate de paz. ¿No es eso
una contradicción? ¿Cómo puede la guerra traer la paz? ¿Cómo puede el calzado de la paz
servir como botas de combate? Bueno, a veces la mejor manera de disfrutar de una paz
duradera es ganar primero una guerra que se deshace de una amenaza constante para la
paz. Y a veces la mejor forma de ganar una guerra en contra de un enemigo fuerte es hacer la
paz con un enemigo diferente que es aún más fuerte y que luego se convierte en tu aliado en
la guerra que necesitas ganar.
Supongamos que eres una nación débil siendo atacada por una nación cruel y agresiva que
no dejará a sus vecinos solos. La única forma de tener paz es la guerra. La única esperanza
de paz es derrotar a esa nación y liberarse de su agresión. Pero ¿y si no eres lo
suficientemente fuerte como para ganar esta guerra? Bueno, supongamos que hay una
tercera nación que es la más fuerte de todas. Es una nación buena, pacífica, libre, y tiene el
poder para defenderte y derrotar a tu atacante. Si esa nación fuera tu aliada, ganarías a
ciencia cierta.
Sólo hay un problema: no estás en paz con la nación buena. Esa nación nunca te ha dañado,
pero todavía estás resentido con esa nación; has ido en contra de sus intereses muchas
veces, y has hecho varias cosas para hacerte su enemigo. Esta nación no te desea mal. No
está deseosa por destruirte, y ciertamente no está del lado de tu enemigo malvado, pero ¿por
qué debería ayudarle si permaneces en desacuerdo con ella? Si quisiera castigarte, no
necesitaría incluso atacarte directamente. Simplemente te podría abandonar ante la crueldad
de tu enemigo depravado. Para ganar una guerra en contra del enemigo desagradable, tu
única esperanza es lograr términos amistosos y pacíficos con tu enemigo bueno. La paz con
el enemigo bueno es la clave para ganar la guerra en contra del enemigo malo.
Satanás es un enemigo agresivo. La guerra en contra de Satanás es el único medio para una
paz duradera, y hacer la paz con Dios es la clave para ganar la guerra en contra de
Satanás. Satanás es más fuerte que nosotros, pero Dios es más fuerte que Satanás. El Señor
derrotará a Satanás por nosotros, pero sólo si estamos en paz con Dios.
Pero ¿cómo puedes tener un tratado de paz con Dios si eres su enemigo? Las personas que
pecan y van en contra de la voluntad de Dios--estos somos todos nosotros--son por
naturaleza "enemigos de Dios” (Romanos 5:10) Una vez que nos hemos hecho enemigos de
Dios, estamos condenados, a menos que Dios trate con nuestros delitos, perdone nuestros
pecados, y nos haga sus amigos de nuevo.
Esto es exactamente lo que Dios ha hecho a través del sufrimiento y de la muerte de
Jesucristo. Jesús pagó el precio por nuestros delitos, "haciendo la paz mediante la sangre de
su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra
mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de
la muerte" (Colosenses 1:21-22).
Incluso después de que hemos ido en contra de Dios y hemos hecho todo tipo de daños, el
Señor elige pagar por el daño, en lugar de obligarnos a pagar. Él elige ofrecernos un tratado
de paz en vez de aniquilar o dejar que Satanás nos extermine. Este tratado de paz, este
nuevo pacto, es la forma en la que podemos dejar de ser enemigos de Dios y en su lugar ser
sus amigos. En esta amistad, esta alianza, ya no nos enfrentamos a Satanás por nuestra
cuenta. Cuando estamos en paz con Dios, el señor pelea a nuestro favor. La paz con Dios es
la clave para ganar la guerra en contra de Satanás, y una vez que esa guerra sea ganada,
tendremos paz y alegría eterna sin más tristeza o dolor.
¿Tienes paz con Dios? ¿Ha aceptado su tratado de paz a través de la fe en la sangre de
Jesús? La paz con Dios y una alianza con él es totalmente la obra de Jesús. Acepta su tratado
al confiar en Jesús. Es una ofensa terrible contra el Señor despreciar y rechazar el tratado de
paz después de que él ha pagado por ello con su propia sangre. Si rechazas a Jesús, no
tienes protección en contra de Satanás, y no tienes defensa contra la ira de Dios. Así que
confía en el tratado de Dios. Acepta por fe lo que Jesús ha hecho, y Dios será tu aliado y
defensor. Las Escrituras dicen: "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo" (Romanos 5:1). Dios ya no es un enemigo, sino nuestro
mejor amigo "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31). Incluso ni el
mismo Satanás puede permanecer de pie en contra de nosotros.
La buena nueva de la paz con Dios equipa nuestros pies con el apresto. Este apresto es como
llevar calzado con picos. Excavar y mantenerse firme en contra de Satanás. No resbalar y no
deslizarse. Asegúrate del Evangelio. No cambies de opinión; sigue creyendo en
Jesús. No cambies tu estado de ánimo; mantente regocijándote en la paz con Dios. El calzado
resistente del apresto te permite clavar tus picos y mantenerte firme.
Este calzado también te permite marchar en contra de Satanás en todos los tipos de
territorio. Proseguir el ataque en contra del maligno. Rescatar a otros de sus garras. Alistarlos
en el ejército de Dios. La Escritura dice, "estad siempre preparados para presentar defensa
con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay
en vosotros" (1 Pedro 3:15) ¡Siempre preparado! ¡Siempre listo! Mantén tus pies equipados
con apresto para compartir el evangelio de la paz con los demás. Anuncia cómo pueden
escapar de los ataques de Satanás y derrotarlo al aceptar la paz con Dios por medio de la fe
en Jesús.
La Paz Interior
La paz con Dios es una realidad objetiva basada en la obra de Cristo y en el nuevo pacto de
alianza establecida por Dios. Esta realidad objetiva también produce la experiencia
subjetiva de la paz interior. Cuando sabes que Dios es tu amigo, cuentas con la paz interior
que está más allá de aquello que las palabras pueden explicar. La Biblia dice: "La paz de Dios,
que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús" (Filipenses 4:7).
La sensación de paz interior depende de la realidad externa de la paz con Dios. Algunas
personas tratan de hacerte sentir mejor sin hacer realmente nada mejor. A ellos les gusta
decir, "Paz” cuando no hay paz (Ezequiel 13:10). Nada realmente puede poner tu corazón en
paz, excepto saber que estás bien con Dios. La obra clásica, El Cristiano en Armadura
Completa de William Gurnall dice:
No le ayudaría a un condenado que va de camino a la ejecución si le pusieras una fragante
rosa en la mano y le aconsejaras que oliera la flor y se sintiera mejor con respecto a todo. Él
todavía vería la horca justo por delante. Si un mensajero del príncipe presionara un indulto en
su mano, sin embargo, él sería rebasado por la alegría. Pero esto es lo único que podría
cambiar el corazón del hombre. Cualquier cosa por debajo de la misericordia y del perdón es
tan insignificante para una conciencia perturbada como lo sería esa flor en las manos de un
hombre moribundo.
La paz con Dios es la clave para la paz interior. Si no estás bien con Dios y si eres su
enemigo, no puedes estar verdaderamente calmado. "Te dará Jehová corazón temeroso, y
desfallecimiento de ojos, y tristeza de alma; y tendrás tu vida como algo que pende delante de
ti, y estarás temeroso de noche y de día, y no tendrás seguridad de tu vida" (Deuteronomio
28:65-66). El torbellino interior a menudo es un síntoma de estar en desacuerdo con Dios. "No
hay paz para los malos, dijo Jehová" (Isaías 48:22).
La paz con Dios es crucial para la paz interior. Si estás rasgado internamente por sentimientos
de culpa, el perdón de Dios puede traerte paz. Si estás lleno de ansiedad y de desesperación
por el futuro, la fortaleza de Dios te puede dar paz. La falta de paz con Dios a veces te puede
mover a hacer cosas que son auto destructivas o dañinas para otros. Algo dentro de nosotros
nos dice que si algo está mal, alguien tiene que pagar por ello--por lo que o bien nos ponemos
en medio de un sufrimiento innecesario o hacemos sufrir a otras personas al ser crueles con
ellos. Pero si sabemos que Jesús ha sufrido por nosotros y pagado el precio para darnos paz
con Dios, tenemos paz interior. Esta paz interior reemplaza la culpa con la seguridad, la ira
con la compasión, el temor con la valentía, la desesperación con la confianza.
Cuando Dios hace un tratado de paz contigo y sientes su paz en tu corazón, te conviertes en
un guerrero sin temor para Dios. Satanás pierde su capacidad de intimidarte. Satanás atacará
tu corazón, pero si tus pies están equipados con el apresto que viene del Evangelio de la paz,
la paz interior te mantendrá fuerte. Ni las espinas, las estacas afiladas o las serpientes crueles
pueden perforar aquellos pies que están protegidos por la paz. Jesús dice: "He aquí os doy
potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os
dañará" (Lucas 10:19).
Difundiendo la Paz
A medida que recibamos la paz con Dios y la experiencia de paz interior, debemos difundir
esta paz a los demás. ¡Usa las botas de combate de la paz! Mantente fuerte en contra
Satanás, marcha hacia adelante contra él, y llévales a otras personas las buenas nuevas del
tratado de paz de Dios.
Al difundir la paz, comienza en casa. Asegúrate de que estás en paz con Dios y que tu
corazón está gobernado por la paz, no por la inquietud y por la combatividad. Asegúrate de
que estás en paz con la familia y los compañeros Cristianos. Puedes dañarte a ti mismo y a
otros si prosigues en la marcha durante campañas para diversas causas sin el calzado de la
paz. Tu único resultado puede ser molestar a los demás y molestarte a ti mismo.
Cuando estás verdaderamente en paz, es posible que todavía puedas molestar a las
personas, pero no tan a menudo, y sólo por los motivos correctos. La Biblia dice: "Seguid la
paz con todos" (Hebreos 12:14). "Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz
con todos los hombres" (Romanos 12:18). Jesús dice: "Bienaventurados los pacificadores,
porque ellos serán llamados hijos de Dios" (Mateo 5:9).
En una guerra, es especialmente importante que estés en paz con otras personas que están
de tu lado. Luchen contra el enemigo; no luchen entre sí. Si los miembros de una unidad
militar les están lanzando granadas a los demás y disparándoles a sus compañeros de tropa,
¿cómo pueden derrotar al enemigo? Se están derrotando a sí mismos. La Biblia les dice a los
congregantes que traen juicios en contra de otros, "es ya una falta en vosotros que tengáis
pleitos entre vosotros mismos" (1 Corintios 6:7). William Gurnall dice que los congregantes
que discuten entre sí son como compañeros de la marina que discutían entre sí, mientras que
un enemigo taladra un agujero en la parte inferior del barco. Satanás ama provocar conflictos
entre Cristianos.
Las discusiones con hermanos en la fe no siempre pueden parecer tan graves--un poco de
chisme aquí, un poco de rencor allí, una pequeña disputa sobre la música de vez en
cuando. Pero recuerda el talón de Aquiles y el dedo de Shaquille O'Neal. Un pequeñito
problema en el pie puede convertir a un atleta campeón en un perdedor y a un héroe militar en
un hombre muerto. Una pequeñita falta de paz en la conciencia, una pequeña falta de paz con
los demás Cristianos, puede hacer a nuestros pies vulnerables a las lesiones y desactivar
nuestra efectividad en contra de Satanás. El pueblo de Dios debe estar en paz dentro de sus
propios corazones y en paz unos con otros para hacer frente a los ataques de Satanás y
marchar en contra de él.
Cristianos, unámonos entre sí y anunciemos el Evangelio de la paz de Dios al mundo. ¿Tus
pies están calzados con el apresto para recuperar territorio dominado por Satanás y para
ganar gente para Cristo? No seas frenado por aquellos que dicen que no deberías llamar a las
personas de otras culturas y de otros países para Cristo. Jesús dice: "Id y haced discípulos a
todas las naciones" (Mateo 28:19). No seas frenado por aquellos que dicen que todas las
religiones son igualmente útiles y por aquellos dicen que debes dejar a todos en su propia
religión y no tratar de conducirlos a la fe en Jesús, Jesús no dice que toda religión funciona
igual de bien. Jesús dice: "nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14: 6). No todo el mundo
está de acuerdo con eso, pero eso es lo que Jesús dice, y no tengo la intención de contradecir
al Hijo de Dios.
La religión no concede la paz con Dios; sólo Jesús lo hace. La religión no da paz interior
duradera; sólo Jesús la da. La religión no tiene poder para derrotar a Satanás; sólo Jesús lo
tiene. La religión no da la vida eterna; sólo Jesús la da. La religión no tiene el poder de traer la
paz mundial; sólo Jesús lo tiene. La paz mundial sólo se producirá después de que Satanás
haya sido derrotado, sus mentiras hayan sido desacreditadas, y Jesús venga de nuevo para
llevar al mundo entero bajo su reino de paz. La paz verdadera sólo viene a través del
evangelio de la paz.
Cree en ese Evangelio, y luego ve a la marcha para extenderlo por todas partes. Jesús está
en una misión, y él te llama a unirse a su misión. La Biblia dice: "Porque él es nuestra paz ...
vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban
cerca" (Efesios 2:14, 17). La Biblia les promete a todos cuyos pies están calzados con el
apresto del evangelio de la paz: "el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros
pies” (Romanos 16:20). "Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera" (2
Tesalonicenses 3:16).
Capítulo Trece
Protegido de los Dardos
Tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. (Ef.
6:16).
El sábado por la noche tiende a ser mi noche más difícil de la semana. Si algo va mal,
no sucede cualquier noche. Suele ocurrir el sábado por la noche. Si nuestro ordenador se
bloquea, esto ocurre en la noche del sábado. Si nuestro sistema de alarma contra
incendios se avería y se desactiva, sucede el sábado por la noche, despertando a toda la
familia y arruinando nuestro sueño. Si nuestros hijos están enfermos, el sábado por la noche
parece ser el momento favorito para la enfermedad, manteniendo despiertos a los niños y a
sus padres casi toda la noche. Si hay una tormenta feroz y perdemos la electricidad, sucede la
noche del sábado. Si hay una lluvia torrencial y el sótano está en peligro de inundarse, sucede
el sábado por la noche, y me quedo despierto casi toda la noche con la esperanza de prevenir
problemas.
¿Por qué la noche del sábado parece ser mi peor día de la semana? Yo no creo que sea una
coincidencia. Creo que sucede, porque soy un predicador del Evangelio, y Satanás me quiere
debilitar. Los Domingos por la mañana tengo que hablar con personas que necesitan la
Palabra de Dios. Eso es difícil de hacer si estoy corto de descanso y si tengo demasiadas
molestias en mi mente. A veces he tenido que predicar con menos de dos horas de descanso
la noche anterior a causa de todas las cosas que salieron mal. A satanás le gusta disparar
salvas para debilitarme y evitar que lleve la Palabra de Dios en su poder total y salvador.
Los sábados por la noche a menudo son difíciles, y también lo son las mañanas del
domingo. Es más difícil de lo habitual para nuestra familia llevarse bien los domingos por la
mañana, y eso es cierto para otras personas que también se congregan. Mis amigos me dicen
que sus hijos parecen estar en su peor momento el domingo por la mañana. Los niños
discuten y se fastidian entre sí más de lo habitual. En el desayuno del domingo derraman más
de lo habitual. Los padres son más gruñones de lo habitual. Los miembros de la familia a
veces se gritan durante el desayuno, al vestirse, e incluso en el coche de camino a la iglesia.
Cuando llegan a la iglesia, se pueden sentir tan molestos o tan culpables que sienten que ni
siquiera deberían estar allí.
¿Aquellos miserables domingos por la mañana son una coincidencia? Yo no lo creo. El culto
del domingo es de vital importancia para los Cristianos, por lo que Satanás dispara descarga
tras descarga tras descarga, tratando de destruirnos e impedirnos ser edificados y fortalecidos
en la iglesia. Sé que algunos problemas surgen del cansancio ordinario y del mal humor, y no
soy el tipo de persona que culpa a un demonio por cada pequeño problema. Pero tomo la
Biblia en serio cuando dice que nuestra lucha no es sólo contra sangre y carne, sino contra las
fuerzas espirituales del mal. Creo en la Escritura cuando habla de "los dardos de fuego del
maligno".
Dardos de Fuego
Satanás elige determinados momentos para disparar sus descargas de dardos. Elige las
noches de los sábados y los domingos por la mañana para herir a los fieles antes de que se
reúnan en el nombre de Dios, y eso está lejos de su único momento de disparar sus
descargas. Muchos de los peores ataques de Satanás están sincronizados para atacar a las
personas cuando están a punto de comenzar un nuevo capítulo en su vida.
Si has ignorado a Dios por años, pero luego comienzas a interesarte en la Biblia y en
Jesús, es probable que una gran cantidad de dardos de Satanás vuelen hacia ti. Él disparará
distracciones y todo tipo de cosas al grado en el que te harán sentir demasiado ocupado para
tomar en serio a Dios. Si alguien ha estado hablando contigo acerca del Señor, es posible que
te encuentres repentinamente tan ocupado con un montón de cosas que sientas que no tienes
tiempo para hablar con tu amigo Cristiano. Si comienzas a visitar una iglesia, Satanás tratará
de llenar tus domingos por la mañana con otras cosas que hacer, o te ayudará a concentrarte
en cosas que no te gustan sobre la música de la iglesia, sus miembros o incluso su pintura, su
alfombra o un bache en el estacionamiento. Aún mejor, en el punto de vista de Satanás, es
una grosería de un miembro de la iglesia o un disparate del pastor--cualquier cosa que te
distraiga de Jesús y de tu necesidad de él. La Biblia dice que la mejor defensa en contra de
los dardos de fuego de Satanás es el escudo de la fe, y si Satanás piensa que te
estás acercando a la fe, quiere golpearte antes de que llegues a ese escudo.
Pero Satanás no es el único obrando. Dios también está activo, y él te puede dar fe a pesar de
todos los ataques de Satanás. Cuando eso sucede, Satanás puede tratar de destruirte antes
de que aprendas a utilizar bien su escudo. Los Cristianos nuevos a menudo se enfrentan a
problemas peores y a tentaciones más fuertes que nunca antes. Incluso si hay un cambio
saludable y positivo en ti, a tus amigos y familiares puede no gustarles. Cuando te volviste
Cristiano, es posible que hayas esperado que tu vida familiar mejorara, pero a veces empeora.
Pierdes algunos amigos, y hay más conflictos que nunca con los miembros de la familia. Si
eso ocurre, el problema puede ser algo más que seres humanos no llevándose bien. Pueden
ser los dardos de fuego de Satanás. También puedes tener más dificultades con tu trabajo y
con tus finanzas. Una voz en tu mente dice: "Se supone que el Cristianismo debe hacer la vida
mejor, pero ésta cada vez es peor. La vida era mejor antes de que me volviera Cristiano". Esa
pequeña voz no es sólo tu propio pensamiento, es la sugerencia de Satanás "Serás más feliz
si sólo te olvidas de estas cosas de la religión y regresas a cómo eran las cosas".
Satanás sincroniza sus ataques para tener un mayor efecto. Un estudiante de una familia
Cristiana que sale de casa por primera vez y se va a una universidad es un objetivo prioritario
para los dardos de la duda y de la tentación. Conoces a personas inteligentes que se burlan
de la Biblia, y algo en tu mente dice una y otra vez, "¿La Biblia es realmente cierta? ¿Existe
realmente Dios? ¿Jesús es realmente el único Salvador? ¿Cómo lo sabes? Las personas de
esta universidad son mucho más inteligentes que las personas de tu familia y de tu iglesia.
¿Qué saben realmente estas personas de mi vecindario?" La voz que susurra estas dudas no
es sólo tu propia mente obrando; es la voz de Satanás.
Cuando vas a la universidad, es posible que no te encuentres con ningún hecho nuevo o con
un fuerte razonamiento en contra de la Biblia y sin embargo, de alguna manera sientes que no
es intelectualmente respetable confiar en las Escrituras y tomarse de Dios en su palabra. Si
realmente supieras la verdad acerca de tus profesores y de tus compañeros de estudio
incrédulos, te darías cuenta de que su sabiduría no es tan grande, de que su mente está
confusa y de que sus vidas son un desastre, pero Satanás no te muestra el desorden. Él hace
que un incrédulo parezca inteligente y sofisticado.
Conforme Satanás dispara dardos de duda a tu mente, también dispara dardos de tentación a
tu voluntad y a tu conciencia. Satanás puede disparar sus dardos de tentación en cualquier
momento, pero a menudo dispara sus descargas más fuertes ante aquellos que están
entrando en una nueva fase de la vida, tal como salir de casa para ir a la universidad o a
la escuela militar. Él hace que la embriaguez, las drogas y el sexo aparezcan a la altura de la
felicidad. Al estar fuera de casa por primera vez, ¡ al fin eres libre, libre de reglas e
inhibiciones, libre para divertirte, libre para disfrutar! Los dardos de Satanás inflaman tus
deseos y ponen una nube de humo sobre tu pensamiento. Pueden surgir enfermedades,
adicciones, corazones rotos, y el fuego del infierno de tal comportamiento, pero la cortina de
humo de Satanás evita que veas esto.
Satanás es hábil en sus tiempos. Él está disparando varios dardos todo el tiempo, pero se
reserva sus principales descargas ya sea para momentos en los que somos más vulnerables y
estamos más desprotegidos o bien para los momentos en los que estamos a punto de
acercarnos a Dios o de intentar algo importante para el Señor. Cuando estás a punto de abrir
tu Biblia, mil pensamientos diferentes vuelan en tu mente. Incluso si por lo general eres muy
bueno para enfocar su mente, incluso si generalmente eres capaz de considerar muy bien un
proyecto empresarial complejo o de concentrarte en una teoría científica difícil, de repente te
das cuenta que es difícil concentrarte cuando abres una Biblia. Puedes ser capaz de mantener
largas conversaciones con las personas, pero cuando intentas orar y tener una conversación
con Dios, tu mente repentinamente se pone en blanco o es interrumpida por todo tipo de
cosas. Esto logra un desaliento. Puedes preguntarte, "¿Por qué me es tan difícil leer la Biblia?
¿Por qué mi mente está en tantas otras cosas? ¿Por qué mis oraciones son interrumpidas por
todas estas distracciones?" Podrías pensar que simplemente se trata de falta de
concentración, pero puede ser una ronda de misiles de Satanás. Tan pronto sepas que
estás bajo ataque, pronto podrás ocuparte de él.
Otra ocasión en la que es más probable que ataque Satanás es cuando estás a punto de
hacer algo por Dios que lo amenaza. Los misioneros a menudo son blanco de persecución
feroz o de terribles ataques de desaliento. Una iglesia que experimenta avivamiento espiritual
a menudo está bajo ataque demoníaco. En las naciones que eran en su mayoría no
Cristianas, cualquier crecimiento en el número de Cristianos a menudo se encuentra con una
resistencia feroz. Satanás se apresura a atacar a cualquier persona que comience una obra
nueva para Dios.
Quizás el año más difícil de mi vida fue mi primer año como pastor. Mi esposa estuvo en el
hospital durante siete semanas. Nuestro hijo estuvo en el hospital casi seis meses y luego
murió. Luché contra la duda, contra un sentimiento de estar abrumado. Creo que Satanás
quería aplastar mi espíritu antes de que pudiera empezar a predicar el Evangelio. Dios es más
fuerte que Satanás, por supuesto, y el Señor nos llevó a mi esposa y a mí a través de ese
terrible momento. Todavía hoy sigo predicando el Evangelio. Pero Satanás y sus demonios no
lo hacen fácil.
Si trabajas para ganar personas para Jesús, Satanás te atacará. Cuanto más eficaz seas, más
dardos disparará contra ti. Satanás no es estúpido--no ignora a aquellos que son una
amenaza para su causa. Si estás difundiendo el evangelio, ayudando a otras personas, y
trabajando para hacer tu comunidad y tu país mejores, no esperes que Satanás se quede de
brazos cruzados. El tratará de destruirte, y si no te puede destruir, tratará de paralizarte y de
limitar tu efectividad.
Satanás se molesta especialmente cuando sus propias tácticas son expuestas y la armadura
de Dios es presentada para la protección de las personas. Cuando C.S. Lewis escribió acerca
de los métodos de los demonios en Cartas del Diablo a su Sobrino, dijo, "Casi me asfixio
antes de terminar." En cuanto a mí, escribir sobre la guerra espiritual ha sido difícil. A menudo
me he sentido agobiado o distraído o gravemente tentado. Cuando me acerco a las líneas del
frente de batalla, Satanás viene detrás de mí. Si te acercas a las líneas del frente, él vendrá
detrás de ti. Si te pones serio sobre la lucha en contra del pecado y guías a otros ante Dios,
bien podrías esperar que una gran cantidad de dardos de fuego vuelen en tu dirección.
Un Escudo Fuerte
Hay que estar alerta a los dardos de fuego de Satanás, y debemos tener un escudo en contra
de los proyectiles para protegernos, un escudo que haga que los dardos reboten, un escudo
que incluso extinga su fuego. ¿Qué escudo puede hacer esto? El escudo de la fe. En Efesios
6, la Biblia habla de "el día malo” cuando los ataques de Satanás son especialmente feroces,
y nos insta a ponernos la armadura de Dios. "Sobre todo," dice Efesios 6:16, "tomad el escudo
de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno".
En el momento en el que estas palabras fueron escritas, el escudo era una parte vital del
equipo de un soldado. El escudo era por lo general bastante grande: unos cuatro pies de alto
y alrededor de dos pies y medio de ancho. Si sostenías el escudo por delante durante el
combate cuerpo a cuerpo, éste proporcionaba mucha protección, y el escudo era aún más
importante cuando alguien estaba disparando hacia ti desde la distancia.
En ocasiones las Fuerzas militares modernas lanzan ataques aéreos antes de los ataques
terrestres. Los misiles y bombas preparan el camino y destruyen gran parte de la fuerza de
oposición antes de que las fuerzas terrestres se muevan. La tecnología era diferente en
épocas anteriores, pero el principio era el mismo: disparar desde cierta distancia antes de
acercarte al combate mano a mano. Los generales les ordenarían a los arqueros que
dispararan descargas de flechas al enemigo desde una distancia. Si las flechas hacían
suficiente daño, los atacantes podrían acercarse y aniquilar a sus oponentes. Los arqueros
atacantes disparaban flechas afiladas que podían perforar el cuerpo, y algunos disparaban
flechas de fuego. Ellos pondrían algo inflamable en el dardo, le prenderían fuego y dispararían
al enemigo. Si enfrentabas una descarga de estas flechas de fuego y no querías ser
traspasado o quemado, necesitabas un escudo que fuera demasiado fuerte para que las
flechas no penetraran, y necesitabas un escudo que fuera resistente al fuego.
Cuando Satanás dispara sus dardos de fuego, necesitas un escudo fuerte, un escudo que no
pueda ser penetrado, que no pueda ser quemado, que incluso pueda apagar incendios. La fe
es el escudo que puede hacer esto. Dios promete que el escudo de la fe puede "apagar todos
los dardos de fuego del maligno." Dios no dice que la fe podría ser capaz de hacer esto, él
dice que puede. Esto no sólo una posibilidad, es una certeza. La fe no solo repele los dardos
de Satanás y hace que reboten, sino que los apaga, extingue el fuego infernal. La fe puede
apagar no sólo algunos de los dardos de Satanás, sino todos ellos, hasta el último. La fe no
protege sólo de problemas pequeños, sino de los peores ataques. La fe tiene poder para
hacer frente no sólo a la oposición humana o a los ataques de los demonios menores, sino
también a los ataques más feroces del maligno, Satanás mismo. Ni el dardo más mortal del
arsenal de Satanás, ni la descarga más feroz que pueda disparar, es demasiado para que la
fe le haga frente. El escudo puede hacer frente a los peores ataques del mismo príncipe de la
oscuridad, por lo que sin duda también puede hacerle frente a cualquier ataque menor.
¿Por qué este escudo es tan fuerte? Debido a que Dios es tan fuerte. Cuando la fe es tu
escudo, Dios es tu escudo. Dios le dijo a Abraham, el padre de los creyentes, "yo soy tu
escudo” (Génesis 15:1). Moisés le dijo al pueblo de Dios, "¿Quién como tú, Pueblo salvo por
Jehová, Escudo de tu socorro?" (Deuteronomio 33:29). El rey David dijo: "Jehová es mi
fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón, y fui ayudado" (Salmos 28:7). El libro de
Proverbios declara: "Toda palabra de Dios es limpia; Él es escudo a los que en él esperan"
(Proverbios 30:5). Hay tantos pasajes de la Biblia que hablan de Dios como un escudo que no
puedo citarlos todos aquí, pero confío en que comprendas el punto. El poder de la fe no
proviene de aquel que cree, sino de aquel en quien creemos. El escudo de la fe no es la fe en
ti mismo o la fe en el pensamiento positivo o la fe en la fe; la única fe que puede protegerte de
los ataques de Satanás es la fe en Dios como la máxima protección. La fe es la confianza en
Dios, la creencia de su verdad, la garantía de sus promesas. La fe es el medio de Dios para
aplicar su poder y su protección en nosotros personalmente.
Tomando el Escudo
Cuando Efesios 6:16 dice "tomad el escudo de la fe," nos llama a aplicar nuestra confianza en
Dios a nuestra situación particular y ante cualquier ataque al que nos enfrentemos. Un escudo
no es meramente algo para poseer sino algo para tomar y utilizar. Cuando los discípulos de
Jesús a veces eran vencidos por la duda o atrapados por el pecado, Jesús les preguntaba:
"¿Dónde está vuestra fe?” (Lucas 8:25) ellos ya eran creyentes, pero a veces se olvidaban su
fe, casi como si la hubieran extraviado. Jesús quería que encontraran su fe nuevamente y que
hicieran uso de ella. ¿Qué hay de tu fe? Si no tienes ninguna fe en absoluto, es necesario
nacer de nuevo y confiar en Jesús para vida eterna. E incluso si tienes fe, recuerda que la fe
no es sólo algo para tener, sino algo para usar. El Dr. Martyn Lloyd-Jones, escribiendo sobre
el escudo de la fe, dice: "La fe aquí significa la capacidad de aplicar rápidamente lo que
creemos con el fin de repeler todo lo que el diablo nos hace o intenta hacernos".
Cuando Satanás prenda dardos de fuego de duda, toma el escudo de la fe y apaga estos
dardos. No trates de vencer la duda a través del razonamiento inteligente o de la recopilación
de pruebas. Satanás "tiene un razonamiento más nítido que tú," dice William Gurnall. "Hay
más diferencia entre tú y Satanás que entre el idiota más débil y el más grande teólogo del
mundo." Satanás es mucho más inteligente que tú, y él es un maestro mentiroso. Es experto
en torcer los argumentos, las pruebas, y las estadísticas para apoyar sus mentiras. Puede
plantearte una pregunta difícil tras otra, hasta que tu mente de vueltas. No trates de ganarle la
partida al diablo. No trates de discutir con él. No trates de responder a todas las preguntas que
él traiga a tu mente. ¡Toma el escudo de la fe! ¡Extingue aquellos dardos de fuego!
Un amigo mío una vez le preguntó a su piadosa madre, "¿Cómo sabemos que la Biblia es
verdad?" Ella respondió: "¡Eso viene del diablo!" Eso hizo un profundo impacto en el joven. A
partir de entonces él simplemente creyó en la Biblia, sin cuestionar cada pasaje. El
cuestionamiento no siempre es malo. Pero la duda de la Palabra de Dios no es una pregunta
inocente; se trata de un dardo de fuego del diablo. Si tratamos de bloquear la duda con un
escudo de nuestras propias habilidades de pensamiento, estamos usando un escudo de papel
en contra de un dardo de fuego. Sólo el escudo de la fe puede detener el dardo de la duda y
apagar su fuego mortal.
Si crees en las Escrituras sólo cuando éstas se ajustan a tus estándares de evidencias y de
razonamiento, entonces calificas el pensamiento humano como algo mayor que la Palabra de
Dios. La Biblia dice: "Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia
prudencia" (Proverbios 3:5). Esto no quiere decir que Dios quiera que apagues tu cerebro o
que el razonamiento sea malo. Gurnall dice,
Ciertamente el don de la razón de Dios puede confirmar Su don de la verdad. Pero la fe no
debe depender de la razón, sino la razón de la fe. No creo lo que dice la Palabra simplemente
porque está de acuerdo con la razón; sino que debo creerle a mi razón porque se alinea con la
Palabra.
Cuando Satanás encienda dardos de fuego de tentación, toma el escudo de la fe para apagar
esos dardos. No dependas del escudo de tu propia fuerza de voluntad, o las tentaciones te
abrumarán. Pon tu fe en la bondad de Dios, en sus ricas bendiciones y en su promesa de
satisfacer tus más profundos deseos, esta es la mejor protección en contra de la tentación. La
fe, no la fuerza de voluntad, es tu escudo.
Cuando los dardos de persecución vengan hacia ti, cuando Satanás vuelva a las personas en
tu contra porque perteneces a Jesús, toma el escudo de la fe. Puedes enfrentar la burla y la
discriminación en el trabajo. En algunos lugares incluso puedes enfrentar la tortura y la muerte
por causa de Jesús. Sin embargo, toma el escudo de la fe, y Dios estará allí para ti sin
importar qué. La fe le dice a Dios: "Mejor es tu misericordia que la vida" (Salmo 63:3). "Las
aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha
de manifestarse" (Romanos 8:18).
Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;
perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos... teniendo el mismo
espíritu de fe... sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos
resucitará con Jesús" (2 Corintios 4:8-14).
Ese tipo de fe apaga los dardos de fuego de Satanás, por lo que ninguna cantidad de
persecución puede separarte de Dios o destruir la vida eterna que es tuya en Cristo.
Satanás puede disparar una descarga de dardos más pequeños, de irritaciones y de
problemas que pueden no parecer del todo peligrosos. Cuando he tenido un pésimo sábado
por la noche antes de tener que predicar el domingo por la mañana, tomo el escudo de la fe.
Yo no dependo de si estoy bien descansado o en un estado de ánimo placentero sino del
poder de Dios. Satanás puede haber minado mi energía, pero cuando yo estoy bajo de
energía, Dios tiene tanta energía como siempre. Cuando me levanto para predicar su Palabra,
pongo mi fe en su Espíritu Santo para obtener resultados, y luego el estado cansado de mi
propio espíritu ya no importa. Puedo dejar de lado los dardos de Satanás y extinguirlos por
medio del escudo de la fe.
Algunos de los peores ataques de Satanás son sus dardos encendidos de acusación. De
hecho, el propio nombre Satanás significa "adversario" o "acusador." A él le gusta acusar y
hacer que te sientas culpable por cosas que no has hecho en realidad. Por supuesto, si has
hecho mal, él se amontona sobre la culpa y te dice que estás más allá de la esperanza.
¿Alguna vez ha tenido un horrible pensamiento que viene a tu mente? Satanás puede enviar
cosas a tu mente para que tengas un pensamiento que no se originó realmente en ti. Es
posible que odies ese pensamiento en el momento que venga a ti y que no cedas a este en
absoluto. Pero Satanás todavía puede tratar de hacer que te sientas culpable por haber tenido
tal pensamiento. Él puede enviar tentaciones en tu dirección y luego hacerte sentir podrido por
ser tentado, cuando de hecho deberías estarte regocijando de que a pesar de la fuerza de la
tentación, Dios te guardó de caer. No es pecado ser tentado; incluso Jesús fue tentado.
Si no cedes, el pecado es de Satanás, no tuyo. El tentador es quien está mal, no aquel que se
resistió a la tentación.
Pero ¿qué pasa con los momentos en los que pecas? Cuando sabes que eres culpable,
Satanás te tienta para que hagas excuses sin arrepentimiento, o de lo contrario te dice que tu
pecado es demasiado malo para que Dios te perdone. Cuando estos dardos
de acusación vuelen hacia ti, toma el escudo de la fe. Tú no puedes ganarte el perdón de
Dios, pero no tienes que hacerlo. El perdón viene por la fe en la sangre de Jesús. Ese es tu
único escudo en contra del acusador. Dile a Satanás, "Mi pecado es enorme, pero el valor de
la sangre de Jesús es infinitamente más grande. Satanás, si dices que mi culpabilidad es
demasiado grande para Dios, estás mintiendo Cuando abunda el pecado, la gracia
sobreabunda más aún (Romanos 5:20) El Señor te reprenda, Satanás. El Señor te reprenda
(Zacarías 3:2). Tú dices que Dios no puede perdonarme, pero Dios dice que lo hará. Eres un
mentiroso, Satanás, y Dios nunca miente, así que voy a creerle a Dios, no a ti. La misericordia
de Dios se traga mis pecados más grandes como el mar se traga una piedra que lanzada en
el (Miqueas 7:19). Dios dice que cuando se hace una búsqueda de culpabilidad, nada será
hallado, porque el perdón de Dios la hará desaparecer por completo (Jeremías 50:20). Estoy
justificado por la fe, entonces Satanás, aléjate con tus acusaciones".
Amigo, ten cuidado con los dardos de fuego de Satanás, pero confía en Dios. Cuando las
descargas de fuego vengan, se fuerte y valiente. "Tomad el escudo de la fe, con que podáis
apagar todos los dardos de fuego del maligno".
Acusador/Calumniador
• Satanás dijo que Dios mintió y que no quería aquello que era mejor para la humanidad. (Gen
3)
• Satanás dijo que Job adoraba a Dios sólo para obtener salud y riqueza. (Job 1-2)
• Satanás reclamó el cuerpo de Moisés. (Judas 1:9).
• Satanás quiso que Dios condenara a Josué, el sumo sacerdote, en ropas sucias. (Zacarías
3)
• Satanás demandó a Pedro. (Lucas 22:31)
Cancelando el acta
Y a vosotros, estando muertos en pecados... os dio vida juntamente con él, perdonándoos
todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era
contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a
las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. (Colosenses 2:14-
15).
Conquistando al acusador
Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo;
porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante
de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la
palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. (Ap. 12:10-11)
Perdedor amargado
12 Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y
del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco
tiempo".
No seas un acusador.
• No andarás chismeando entre tu pueblo. (Levítico 19:16)
• Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es
medicina. (Proverbios 12:18).
• Y la lengua es un fuego... inflamada por el infierno. (Santiago 3:6).
• No juzguéis, para que no seáis juzgados. (Mateo 7:1).
ADQUIRIR CONOCIMIENTO
Consideraremos dos de las facultades más básicas que son críticas para adquirir
conocimiento: primero, consideraremos cómo confiamos en la experiencia. Y segundo,
veremos la manera en que nuestra imaginación contribuye a nuestro conocimiento.
Empecemos con la manera en que la experiencia nos ayuda a adquirir el conocimiento que
debemos tener al tomar decisiones éticas.
Experiencia
Por obvio que parezca, es muy importante recordar en el estudio de la ética que los seres
humanos obtienen el conocimiento a través de muchos tipos diferentes de experiencias.
Conocemos a las personas porque tenemos la experiencia de verlas, hablar con ellas, etc.
Sabemos lo que son las emociones porque hemos experimentado el miedo, el amor, el enojo
y el gusto. Sabemos sobre algunos acontecimientos directamente porque vivimos a través de
ellos, experimentándolos de primera mano. Sabemos sobre otros acontecimientos
indirectamente porque hemos tenido la experiencia de leer sobre ellos o de aprender sobre
ellos a través de algún otro medio. Al hablar de la experiencia en esta lección, tendremos
éstos y otros tipos de experiencias en mente.
Para ayudarnos a resumir todos estos diferentes tipos de experiencias, definiremos la
experiencia como el conocimiento de personas, objetos y acontecimientos. Cada experiencia
produce conocimiento de algún tipo, ya sea sobre Dios, el mundo alrededor de nosotros o
nosotros mismos. Y este conocimiento nos ayuda a discernir lo bueno de lo malo.
Al considerar la experiencia más detalladamente, veremos en dos direcciones. Primero, nos
enfocaremos en nuestro físico o interacciones sensoriales con el mundo alrededor de
nosotros. Y segundo, nos dirigiremos a nuestras experiencias mentales, es decir aquellas
experiencias que se encuentran en nuestra propia mente. Empecemos con nuestro físico, es
decir la interacción con el mundo alrededor de nosotros.
Físico
Nuestra interacción física con el mundo se desarrolla por medio de nuestra percepción
sensorial - nuestra vista, oído, olfato, gusto y tacto. Estos cinco sentidos representan las
principales maneras en las que obtenemos información sobre Dios, las personas, objetos,
nuestro ambiente y todos los acontecimientos que ocurren. Por ejemplo, sabemos de otras
personas porque las vemos, hablamos con ellas y las tocamos. Aprendemos sobre los
acontecimientos cuando los presenciamos, leemos sobre ellos y oímos información de ellos.
Aprendemos sobre la gloria de Dios leyendo su Palabra, escuchando a otros hablar sobre Él y
observando la grandeza de su creación. Claro, la Escritura a veces menciona las limitaciones
de nuestros sentidos.
Por ejemplo, en 2 de Corintios capítulo 5 versículo 7, Pablo escribió:
Porque por fe andamos, no por vista. (2 Corintios 5:7)
Como lo indicó Pablo aquí, nuestros sentidos están limitados en su habilidad de darnos
conocimiento sobre el futuro de nuestra salvación. Sí, nosotros usamos nuestra vista para leer
la Palabra de Dios, pero se necesita algo más que la percepción sensorial para que lleguemos
a estar convencidos de que la Palabra de Dios es verdadera – se necesita fe, es decir, la
creencia en las cosas que están más allá de la experiencia sensorial directa.
Pero además de estas limitaciones, Dios nos ha dado nuestros sentidos como herramientas
importantes para obtener conocimiento. Como resultado, nuestros sentidos tienden a ser
confiables, nos enseñan cosas verdaderas sobre Dios, la creación alrededor de nosotros y
nosotros mismos. Ahora, necesitamos estar conscientes de que la caída de la humanidad en
pecado ha afectado nuestras percepciones sensoriales. No sólo las enfermedades y otras
anormalidades limitan nuestras habilidades físicas, a veces también encontramos ilusiones. A
veces creemos que oímos, vemos o sentimos algo que realmente no está allí. Pero en
general, nuestros sentidos son confiables. Considere las palabras de Juan en 1 de Juan
capítulo 1 versículos 1 al 3:
Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que
hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue
manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba
con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que
también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con
el Padre, y con su Hijo Jesucristo. (1 Juan 1:1-3)
Juan habló de la vista, el oído y el tacto como sentidos confiables que le dieron a él y a otros
el verdadero conocimiento sobre Jesús. De la misma manera, aquéllos que leen las palabras
de Juan usan sus sentidos para percibir las palabras de Juan, oír y leer su testimonio, de
manera que ellos también puedan tener conocimiento de la verdad. De manera similar, el
Salmo 34 versículo 8, nos anima con estas palabras:
Gustad, y ved que es bueno Jehová. (Salmo 34:8)
Como David enseñó aquí, el hecho de que tenemos comida para comer es una prueba de que
Dios es bueno; nos enseña que Él nos ama y nos provee. Y aunque no podemos ver
físicamente a Dios, nuestro conocimiento de su bondad puede describirse metafóricamente
como la vista, ya que nos da conocimiento sobre él. Así que tanto nuestro sentido del gusto
como nuestra experiencia de comer nos da un verdadero conocimiento sobre Dios.
También es por medio de nuestros sentidos que aprendemos sobre las normas de Dios al
revelarlas a través de la revelación especial y general. Es por medio de nuestros sentidos
físicos que aprendemos sobre los muchos hechos, metas y medios de nuestras situaciones. Y
es por medio de nuestros sentidos que aprendemos mucho sobre nosotros mismos. Sí,
debemos tener cuidado de usar nuestros sentidos correctamente, usando las Escrituras y
nuestras otras facultades para confirmar el conocimiento que obtenemos a través de nuestros
sentidos. Pero también debemos reconocer que nuestros sentidos generalmente son
confiables, como herramientas dadas por Dios, y que el conocimiento que obtenemos a través
de ellos es crítico para la ética cristiana.
Una vez que hemos considerado la interacción física con el mundo como una parte importante
de nuestra experiencia, estamos listos hablar de nuestras experiencias mentales, es decir, de
aquellas experiencias que se encuentran en nuestras mentes.
Mentales
Nuestros sentidos nos proporcionan la información, pero mientras esa información no entre en
nuestro proceso del pensamiento interior, nuestras experiencias no producen ningún
conocimiento. Ahora, desde el comienzo debemos reconocer que a lo largo de la historia la
relación entre las percepciones del sentido y los conceptos mentales se ha entendido de
muchas maneras diferentes. Pero para nuestros propósitos, ilustraremos la conexión de una
manera muy simple.
Considere la experiencia de ver una vaca. Cuando veo la vaca, mi ojo envía una imagen de
ésta a mi cerebro. Ésta es la experiencia sensorial física de la vista. Pero la experiencia de
saber que el animal es una vaca es mental. Mis ojos no le dicen a mi mente que la imagen es
una vaca. Al contrario, es mi mente la que interpreta la imagen como una vaca. Sólo cuando
mi mente ha experimentado la imagen de la vaca, entonces mi vista produce conocimiento.
De una manera similar, todas nuestras experiencias mentales son vitales para obtener
conocimiento. El auto-análisis, la reflexión, las emociones, los recuerdos, las imágenes, los
planes para la lucha futura con los problemas, el conocimiento de Dios, la convicción del
pecado – todas estas son actividades interiores que experimentamos.
Ahora, así como nuestra experiencia física, nuestra experiencia mental es afectada por el
pecado. A veces cometemos errores en nuestro pensamiento o creemos que hemos
experimentado cosas que realmente no han pasado. Así que, necesitamos tener el cuidado de
confirmar nuestras experiencias con las Escrituras y nuestras otras facultades. Pero también
debemos reconocer que el Espíritu Santo usa nuestras experiencias mentales para
enseñarnos verdadero conocimiento.
Cuando pensamos en nuestras experiencias mentales de esta manera, es fácil ver que todo el
proceso de obtener conocimiento puede evaluarse desde la perspectiva de nuestra
experiencia mental. Si nuestro conocimiento viene de leer libros o de observar
acontecimientos, este reside finalmente en nuestra mente. Y por esta razón, la experiencia
mental es crítica para obtener y procesar el conocimiento.
Con esta comprensión de la experiencia en mente, estamos listos para pasar a la segunda
facultad existencial que usamos para adquirir conocimiento, esto es, la imaginación. A veces
se piensa que la imaginación es una manera ilegítima de alcanzar el conocimiento, como si
necesariamente trajera en sí falsedad o incluso engaño. Pero como veremos, la Biblia tiene
muchos usos positivos para la imaginación.
Imaginación
En esta lección, usaremos el término imaginación simplemente para referirnos a nuestra
habilidad de formar imágenes mentales de cosas que están más allá de nuestra experiencia.
A primera vista, puede parecer extraño pensar en la imaginación como una manera de adquirir
conocimiento ético. Pero como veremos, nuestras habilidades imaginativas son vitales para
aprender y pensar sobre Dios, el mundo y nosotros mismos.
Analizaremos el concepto de imaginación de tres maneras: primero, hablaremos de la
imaginación como una forma de creatividad; segundo, consideraremos la manera en la que la
imaginación nos permite pensar sobre asuntos que existen en diferentes periodos de tiempo; y
tercero, veremos cómo la imaginación nos permite pensar sobre cosas que están separadas
de nosotros por una distancia física. Empezaremos con la idea de que la imaginación es una
forma de creatividad.
Creatividad
Una manera típica de pensar en la imaginación como creatividad es considerando los pasos
que toman los artistas al dibujar los cuadros. Ellos empiezan a menudo conceptualizando los
dibujos, formando imágenes mentales de cómo se verán los dibujos una vez terminados.
Cuando empiezan a dibujar, imaginan los resultados de cada trazo antes de efectuarlo. Si el
trazo refleja lo que tenían en la mente, a menudo estarán contentos. Pero si no coincide con la
imagen de su mente, tal vez alteren lo que han dibujado. Este proceso de imaginar y pintar
continúa hasta completar el trabajo.
De una manera similar, la imaginación está envuelta en todo lo que hacemos o creamos.
Usamos nuestra imaginación todos los días para simples actos de creatividad, como decidir
qué tipo de comida cocinaremos o incluso qué decir en una conversación. Y también usamos
nuestra imaginación de muchas otras maneras creativas. Los científicos usan su imaginación
para proponer sus teorías y para probar sus teorías. Los inventores usan su imaginación para
crear nuevas tecnologías y dispositivos. Los arquitectos usan su imaginación para diseñar
edificios y puentes. Y los maestros y predicadores usan su imaginación cuando escriben
lecciones y sermones. Escuche el relato de este evento en 2 de Samuel capítulo 12 versículos
1 al 7:
Natán le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico tenía
numerosas ovejas y vacas; pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había
comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su
bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. Y vino uno
de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar
para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la
preparó para aquel que había venido a él. Entonces se encendió el furor de David en gran
manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de
muerte…Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre. (2 Samuel 12:1-7)
Bajo la inspiración del Espíritu Santo, Natán creó una situación ética imaginaria, un caso legal
imaginario. Y le pidió a David que sacara una conclusión moral de esta situación imaginaria. El
éxito de la confrontación de Natán se basó en su habilidad y la de David de imaginar
creativamente.
Como lo ilustra este ejemplo bíblico, la imaginación nos permite formar y reconocer modelos
morales y analogías. Por ejemplo, cuando vemos las Escrituras, encontramos muchos
ejemplos específicos de cosas que Dios ha bendecido y maldecido, y también encontramos
muchos principios generales que explican cómo Dios determina qué bendecir y qué maldecir.
Y entender cómo estos principios generales se relacionan con estos ejemplos específicos es
hasta cierto punto una cuestión de imaginación creativa. Creamos conexiones entre los
principios y los ejemplos, luego probamos estas conexiones imaginando contra-ejemplos. Y
después imaginamos maneras consistentes de aplicar los mismos principios a nuestras
propias vidas.
Claro, una vez más debemos recordar que la corrupción del pecado puede hacer que
imaginemos toda clase de errores, así que tenemos que usar nuestras otras facultades para
asegurarnos de que las conclusiones de nuestra imaginación están de acuerdo con la Palabra
de Dios. Aun así, podemos seguir teniendo bastante confianza en nuestra imaginación,
cuando la usamos cuidadosa y correctamente, porque el Espíritu Santo nos dio esta facultad
como una herramienta confiable para evaluar el conocimiento ético.
Además de usar la imaginación para la creatividad, también podemos usarla para ayudarnos a
pensar sobre las cosas que están separadas de nosotros por el tiempo, cosas que no existen
en el momento en que estamos pensando en ellas.
Tiempo
Considere a Jesús. Él ya no está en la tierra enseñándoles a sus doce discípulos. Ya no está
muriendo en la cruz, ni levantándose de entre los muertos, ni ascendiendo al cielo. Así que,
para entender y aplicar el ministerio de Jesús a nuestras decisiones éticas, tenemos que usar
nuestra habilidad de imaginar el pasado.
Por ejemplo, la Biblia nos exige que sigamos las metas buenas, sobre todo la glorificación de
Dios a través del triunfo de su reino. Pero esta meta está en el futuro. Tenemos que
imaginarlo para poder seguirlo. Y también tenemos que usar nuestra imaginación para
encontrar los mejores medios que podemos usar para alcanzar esta meta. En resumen, sin
nuestra habilidad de imaginar el futuro, no podríamos aplicar la Palabra de Dios a nuestras
vidas.
Una vez que hemos visto la imaginación en lo que se refiere a la creatividad y el tiempo,
debemos pasar a la manera en que la imaginación nos ayuda a pensar sobre cosas que están
separadas de nosotros por la distancia. Así como las cosas pueden estar separadas de
nosotros por el tiempo, también pueden estar separadas de nosotros por la distancia física.
Distancia
Por ejemplo, muy pocos de nosotros hemos visitado la isla de Malta donde el apóstol Pablo
naufragó en su viaje a Roma. Pero el hecho de que nunca hayamos visto la isla en persona,
no significa que no podamos imaginarla. De hecho, hasta cierto punto cuando leemos la
historia bíblica del tiempo de Pablo en Malta en el libro de Hechos, no podemos evitar
imaginarla.
Vea usted, cuando las personas y las cosas están tan distantes de nosotros que están más
allá del alcance de nuestros sentidos, en ese momento no son parte de nuestra experiencia. Y
como no son en ese momento parte de nuestra experiencia, tenemos que usar nuestra
imaginación para pensar en ellas. Claro, la información que recibimos sobre estas cosas
distantes no es exacta, y por lo tanto nuestros pensamientos tampoco lo son. Por
consiguiente, necesitamos confiar fuertemente en el Espíritu Santo para ayudarnos a evaluar
nuestra imaginación según la Palabra de Dios y para armonizarla con nuestras otras
habilidades y capacidades. Cuando se usa debidamente, nuestra imaginación es sumamente
útil para pensar sobre cosas que están distantes de nosotros.
Considere el caso del apóstol Pablo durante uno de sus periodos de encarcelamiento. Según
Filipenses capítulo 2 versículo 25, y capítulo 4 versículo 18, cuando la iglesia filipense oyó que
Pablo estaba en prisión y en necesidad, enviaron una ofrenda económica para apoyarlo y a
una persona para cuidar de él. Ésta fue una buena elección ética. Primero vieron cuales eran
los hechos, se fijaron una meta piadosa, y entonces planearon los medios para alcanzar esa
meta.
Pero note usted la gran confianza que tuvo este proceso en la imaginación para acortar la
distancia entre Pablo y los filipenses. Pablo no estaba presente en la experiencia de los
filipenses, así que ellos usaron su imaginación para entender los hechos de la situación de
Pablo. Después usaron su imaginación para fijarse la meta de las circunstancias cambiantes
de Pablo en su prisión distante. Finalmente, imaginaron los medios que les permitirían unir
con un puente la distancia entre ellos y Pablo para alcanzar su meta. En cada paso de este
proceso, la imaginación le permitió a los filipenses pensar sobre cosas que existían a una
distancia más allá de su experiencia física.
Hasta aquí ya debe estar claro que el proceso de adquirir conocimiento depende en gran
manera de las experiencias y la imaginación. Ya sea que estemos investigando las
dimensiones éticas de la Palabra de Dios, de nuestra situación o incluso de nosotros mismos,
normalmente obtenemos nuestro conocimiento a través de estas facultades existenciales.
Ahora que hemos considerado adquirir el conocimiento, como un paso en el proceso de
escoger el bien, estamos listos para pasar a evaluar el conocimiento, es decir, el paso en que
evaluamos la información que hemos recibido.
EVALUAR CONOCIMIENTO
Hablaremos sobre algunas de las maneras en las que tres facultades existenciales específicas
nos ayudan en nuestra tarea de evaluar el conocimiento. Primero, mencionaremos la razón o
intelecto que es nuestra facultad más lógica. Segundo, nos dirigiremos a nuestra conciencia,
nuestra habilidad de reconocer lo bueno y lo malo. Y tercero, nos enfocaremos en nuestras
emociones como los indicadores intuitivos de lo correcto y lo incorrecto. Empecemos con la
razón, es decir, la facultad por la que ordenamos nuestros pensamientos de una manera
lógica.
Razón
Desgraciadamente, los cristianos a menudo se van al extremo cuando piensan en el papel de
la razón en la ética. Por un lado, algunas tradiciones teológicas le prestan más atención a la
razón que a cualquiera de nuestras otras facultades existenciales. Estos teólogos a veces
hablan de la "primacía del intelecto," como si tuviéramos que confiar más en nuestra razón
que en cualquiera de las otras habilidades y capacidades. Pero siempre debemos recordar
que para usar la razón correctamente, debemos emplearla en armonía con nuestras otras
facultades. Por otro lado, algunas tradiciones se van al otro extremo, a veces incluso viendo la
razón como un enemigo, como si usar el intelecto humano fuera ignorar la guía personal del
Espíritu Santo. Pero la verdad es que nuestro intelecto viene de Dios, y que el Espíritu Santo
nos ayuda a usarlo correctamente. Por consiguiente, juega un papel importante en nuestro
proceso de toma de decisiones.
Para nuestros propósitos, la razón puede definirse como la capacidad de hacer conclusiones
lógicas y juzgar la consistencia lógica. En un contexto cristiano, el razonamiento correcto es la
habilidad de pensar de manera coherente y ordenada, y de hacer juicios que concuerden con
los modelos bíblicos del pensamiento.
La razón entra en juego en muchas áreas del estudio de la ética cristiana. Pero a estas alturas
en nuestra lección, estamos más interesados en cómo nos permite darle sentido a nuestra
situación, tanto ayudándonos a entender los hechos, como permitiéndonos comparar estos
hechos con las normas reveladas en la Palabra de Dios.
Como ya hemos visto, en un nivel básico, incluso el conocimiento que adquirimos a través de
nuestra experiencia sensorial requiere una porción de razonamiento. Cada vez que
procesamos mentalmente datos sensoriales, estamos ejerciendo la razón en alguna medida.
Piense una vez más en la manera en que nuestros ojos envían la imagen de la vaca a nuestro
cerebro. Nuestro cerebro graba la imagen, pero es nuestra razón la que reconoce la imagen
como una vaca. Evaluamos la calidad visible de la imagen, comparamos la imagen con
nuestro conocimiento existente y determinamos que la imagen es una vaca. Una parte de este
nivel básico de conocimiento es la razón.
Y en un nivel más complejo, la razón nos permite comparar diferentes hechos entre sí más
extensivamente para determinar su relación lógica. Por ejemplo, consideremos una ilustración
muy simple sobre el razonamiento de dos hechos. Por un lado, tenemos la declaración; David
está enfermo. Y por otro lado, tenemos la declaración; Dios puede sanar al enfermo. La
primera declaración expresa el hecho de la salud delicada de David y la segunda declaración
expresa el hecho de la habilidad de Dios.
La razón nos dice que la enfermedad de David es un caso específico de la categoría más
general de enfermedad. Quizás él tiene gripe, un resfriado, o pulmonía. Cualquier cosa que
sea, está incluida en la más extensa categoría de enfermedades que Dios puede sanar. Esto
nos permite bosquejar una conclusión que está implícita pero no declarada en el hecho inicial:
Dios puede sanar a David.
Cuando tenemos el desafío de tomar decisiones bíblicas, debemos aplicar un razonamiento
similar a los hechos de nuestra situación, determinando cómo se relacionan entre sí.
La razón también nos ayuda a relacionar las declaraciones de hecho con las declaraciones de
deber. En este proceso comparamos los hechos de nuestra situación con los requisitos de las
normas de Dios. Considere las declaraciones; David está enfermo y Debemos orar por los
enfermos. David está enfermo, aun es una declaración de hecho, pero Debemos orar por los
enfermos, es una declaración de deber. Nos dice lo que Dios requiere de nosotros. Cuando
usamos el razonamiento moral para evaluar estas declaraciones, podemos derivar una
conclusión ética específica: Debemos orar por David.
Por supuesto, hay muchas otras maneras que debemos razonar en la ética. Usamos la razón
cuando argumentamos desde aquello de menor importancia hasta aquello de mayor
importancia, como lo hizo Jesús cuando enseñó que así como Dios alimenta a los pájaros que
tienen poco valor, también alimentaría a su pueblo que tiene mayor valor. También usamos la
razón cuando hablamos de acontecimientos que son condicionales, como cuando Dios inundó
la tierra en los días de Noé porque las acciones pecadoras de la humanidad alcanzaron las
condiciones necesarias para su destrucción.
Tristemente, los cristianos a veces creen que la Biblia nos enseña a no usar la razón en la
ética. Piensan que de algún modo debemos desconectar nuestra capacidad lógica cuando
obedecemos a Dios. Pero nada podría estar más lejos de la verdad. La Escritura usa la razón
todo el tiempo y regularmente nos llama a hacer lo mismo. Constantemente presenta
argumentos morales lógicos. Y como la Biblia es infalible, su lógica es un modelo perfecto
para nuestro propio razonamiento ético.
Claro, siempre debemos recordar que la influencia corruptora del pecado ha alcanzado incluso
nuestra habilidad de razonar. Como resultado, la razón humana caída nunca puede ser tan
perfecta como el razonamiento que encontramos en la Escritura. Así que, para estar más
seguros, debemos confirmar nuestras conclusiones con nuestras otras facultades, con otras
personas y sobre todo con la Palabra de Dios. Es más, como dijimos al principio de esta
sección, debemos confiar en el poder y la presencia del Espíritu Santo que mora en nosotros
para lograr esto de una manera que agrade a Dios. Cuando usamos la razón de esta manera,
esta es una herramienta muy útil para evaluar el conocimiento que hemos adquirido.
Con esta comprensión de la razón en mente, estamos listos para hablar de la manera en que
nuestra conciencia nos permite evaluar nuestro conocimiento ético. ¿Cómo nos ayuda la
conciencia humana a evaluar la información que adquirimos?
Conciencia
Para nuestros propósitos, en esta lección definiremos conciencia como nuestra habilidad dada
por Dios para discernir lo bueno y lo malo. El sentido de convicción hace que nuestros
pensamientos, palabras y hechos, sean agradables u ofensivos a Dios.
Escuche la manera en la que 2 de Corintios capítulo 1 versículo 12, revela la confianza de
Pablo en su conciencia:
Nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de
Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el
mundo, y mucho más con vosotros. (2 Corintios 1:12)
Pablo y Timoteo estaban convencidos de que su comportamiento era aprobado por Dios. Su
conciencia aprobaba sus acciones. En este caso, su conciencia les dio verdadera afirmación
de que su conducta estaba agradando a Dios.
En otros casos, cuando hemos pecado, nuestra conciencia puede condenarnos justamente
como culpables y exhortarnos al arrepentimiento. Por ejemplo, cuando el Rey David, de una
manera pecaminosa realizó el censo de sus hombres guerreros, su conciencia condenó sus
acciones y lo llevó al arrepentimiento. Escuche el registro de esto en 2 de Samuel capítulo 24
versículo 10:
Entonces le remordió a David la conciencia por haber realizado este censo militar, y le dijo al
Señor: He cometido un pecado muy grande. He actuado como un necio. Yo te ruego, Señor,
que perdones la maldad de tu siervo. (2 Samuel 24:10 [NVI])
Aquí la palabra traducida conciencia es lev, que literalmente significa "corazón". Pero en este
caso la palabra "corazón" se refiere al concepto de conciencia, la habilidad de David de
distinguir lo bueno de lo malo.
En este sentido, la conciencia nos permite evaluar el conocimiento que hemos adquirido y
juzgarla conforme a las normas de la Palabra de Dios. Nos aprueba cuando creemos que
estamos actuando de acuerdo a la Palabra de Dios, y nos condena cuando creemos que
estamos violando la Palabra de Dios.
Como todas nuestras otras capacidades y habilidades existenciales, nuestra conciencia ha
sido corrompida por el pecado. Por consiguiente, está sujeta a cometer errores de vez en
cuando. Comete el error de [aprobar] algo que realmente es pecado, o condena algo que
realmente es bueno. En cualquier caso, el resultado es que entendemos mal lo que Dios dice
que hagamos. Por ejemplo, escuche las enseñanzas de Pablo en 1 de Corintios capítulo 8
versículos 8 al 11:
Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos
más, ni porque no comamos, seremos menos. Pero mirad que esta libertad vuestra no venga
a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento,
sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será
estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el
hermano débil por quien Cristo murió. (1 Corintios 8:8-11)
Pablo enseñó que era aceptable para los creyentes de conciencia fuerte y bien-informada,
comer comida que había sido sacrificada a los ídolos. Pero si ellos fueran débiles de
conciencia y equivocadamente creyeran que sería incorrecto comer la comida del ídolo,
entonces sería pecado para ellos comerla
Y lo contrario también es cierto. Es pecado hacer cosas que Dios prohíbe aun cuando nuestra
conciencia nos dice que estas cosas son buenas. Considere las palabras de Pablo en 1 de
Corintios capítulo 4 versículo 4:
Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me
juzga es el Señor. (1 Corintios 4:4)
La conciencia de Pablo estaba limpia porque él creía que había hecho lo correcto. Pero él
sabía que el tener una conciencia limpia o buena no era suficiente, porque nuestra conciencia
puede cometer errores.
Obviamente, la solución contra la influencia corruptora del pecado es confiar en el poder del
Espíritu Santo que trabaja dentro de nosotros mientras nos esforzamos por ajustar nuestra
conciencia a la Palabra de Dios. Cuando él nos ayuda a armonizar nuestras facultades
existenciales, podemos corregir nuestra conciencia cuando esta cae en el error, y podemos
ratificarla cuando juzga correctamente.
Ahora que hemos hablado sobre la razón y la conciencia, estamos listos para enfocarnos en la
manera en que usamos nuestras emociones para evaluar el conocimiento. Desgraciadamente,
muchos cristianos creen que las emociones no deben tener nada que ver con tomar
decisiones bíblicas, pero como veremos, las Escrituras recalcan que las emociones juegan un
papel muy importante.
Emociones
Las emociones son sentimientos internos; que son los aspectos afectivos de nuestra
sensibilidad ética. La Biblia no tiende a hablar sobre las emociones abstractamente o como un
grupo. Sin embargo habla bastante sobre las emociones individuales, como el amor, el odio, el
enojo, el miedo, la alegría, el dolor, la ansiedad, el contentamiento y el gusto. Así que, para
ver la manera en la que usamos las emociones para evaluar el conocimiento, veremos cómo
varias emociones específicas pueden ayudarnos a interpretar el mundo que nos rodea.
Las emociones son habilidades humanas dadas por Dios que nos permiten evaluar nuestro
conocimiento de muchas maneras diferentes. Por ejemplo, a menudo tenemos respuestas
emocionales a las situaciones incluso antes de entrar en cualquier reflexión consciente,
racional. En estos casos, nuestras emociones nos proporcionan nuestra orientación inicial
hacia los hechos. Son evaluaciones inmediatas de nuestras circunstancias.
Por ejemplo, si voy cruzando la calle y oigo la bocina del automóvil muy fuerte detrás de mí, mi
primera reacción probablemente será emocional, como miedo o sorpresa. Y sólo después de
una reflexión consciente podré explicar que tuve miedo porque sentí que podría estar en
peligro.
En casos como este, es posible decir que las emociones están basadas en alguna forma
subconsciente del razonamiento. Yo sé que las bocinas del automóvil normalmente me alertan
del peligro. Así que, cuando oigo una bocina de automóvil, puedo reaccionar reflexivamente,
con la emoción de miedo. Pero sería difícil identificar un proceso de pensamiento, racional en
este reflejo. Cualquier persona estará de acuerdo que sucede tan rápido que no tendría
tiempo de entrar en un razonamiento activo, consciente.
En cambio, parece que mi emoción es mi primera reacción a la experiencia y que mi reflexión
en el pensamiento de lo sucedido viene después. Y sucede lo mismo en muchas otras
situaciones éticas. Nuestras emociones son a menudo nuestra interpretación inicial de los
hechos. Escuche el registro del encuentro de Daniel con un ángel en Daniel capítulo 10
versículos 8 al 17:
Nadie se quedó conmigo cuando tuve esta gran visión. Las fuerzas me abandonaron,
palideció mi rostro, y me sentí totalmente desvalido…Y le dije a quien había estado hablando
conmigo: "Señor, por causa de esta visión me siento muy angustiado y sin fuerzas. ¿Cómo es
posible que yo, que soy tu siervo, hable contigo? ¡Las fuerzas me han abandonado, y apenas
puedo respirar!" (Daniel 10: 8-17 [NVI])
El susto, terror y angustia de ver a este ser celestial paralizó a Daniel con miedo. Sintió sus
emociones intensamente antes de que él pudiera pensar racionalmente sobre la visión. Y su
experiencia emocional poderosa influyó en su respuesta a la visión, motivándolo a someterse
al mensaje del ángel de Dios.
O piense una vez más en la manera en que el Rey David respondió al profeta Natán en 2 de
Samuel capítulo 12. David había cometido adulterio con Betsabé y había mandado matar a su
marido Urías para cubrir el adulterio. Pero él no se había sentido apenado ni culpable de su
pecado, por lo que nunca se había arrepentido. La falta de este tipo de emociones le impidió
pensar correctamente sobre su pecado, cegándolo en su dureza e impidiendo su
arrepentimiento.
En respuesta a la dureza de corazón de David, Dios envió a Natán a que le dijera a David una
parábola sobre un hombre rico que le había robado la oveja que tenía de mascota a un
hombre pobre y la dio a sus invitados. David por supuesto, había sido pastor él mismo, y esta
historia conmovió sus emociones. Sus emociones le permitieron ver la injusticia en esta
situación, y él se indignó por la falta de piedad del hombre rico. Entonces Natán le reveló la
verdad: la parábola era una metáfora de las propias acciones de David. David era el hombre
rico que le había robado a Betsabé al pobre Urías. David conocía los hechos de sus acciones
desde mucho tiempo atrás. Pero fue hasta que usó sus emociones que él pudo ver su pecado
claramente para medir estos hechos conforme a las normas de Dios.
Nuestras emociones pueden ser una herramienta muy útil para determinar cómo aplicar la
Palabra de Dios a nuestra vida moderna. Los sentimientos de compasión pueden ayudarnos a
ver la importancia de ayudar a quienes tienen necesidad. El sentimiento de enojo puede
persuadirnos del valor de seguir la justicia. Las experiencias de alegría pueden permitirnos ver
y afirmar la bondad de Dios incluso en medio de tiempos difíciles. El miedo puede llevarnos a
buscar maneras de evitar el pecado. Los sentimientos de culpa pueden alertarnos cuando
hemos caído en pecado. Los sentimientos de amor pueden enseñarnos cómo dar, proteger,
amonestar y mostrar misericordia.
Por supuesto, al igual que el resto de nuestras facultades existenciales, nuestras emociones
están corrompidas por el pecado y por consiguiente sujetas al error. Es por esto que debemos
aconsejar a las personas a no seguir sus emociones ciegamente, sin la reflexión. No todos los
sentimientos que tenemos son rectos, o incluso correctos. Nuestras emociones revelan el nivel
de alcance de nuestros corazones, incluyendo nuestros pecados y errores. Así que, siempre
debemos tener cuidado de someterlos al consejo del Espíritu Santo y a la guía de la Palabra
de Dios, y armonizarlos con nuestras otras habilidades y capacidades dadas por Dios.
En resumen, siempre que pensemos cómo se relacionan los hechos entre sí o cómo se
relacionan con nuestro deber ante Dios, estamos evaluando el conocimiento que hemos
adquirido. Y en estas evaluaciones, la razón, la conciencia y las emociones son todas
herramientas valiosas que pueden ayudarnos a sacar conclusiones que agradan a Dios. Hasta
ahora en nuestra investigación de escoger el bien, hemos visto algunas de las facultades
existenciales en las que más confiamos cuando adquirimos conocimiento sobre nuestra
situación, así como las principales facultades en las que más confiamos cuando evaluamos
este conocimiento. Ahora pasaremos al tercer paso en el proceso de escoger el bien, es decir
aplicar el conocimiento. En esta sección de nuestra lección, nos enfocaremos más
directamente en las habilidades y capacidades relacionadas con el acto de decidir.
APLICAR CONOCIMIENTO
Una vez que nos entendemos correctamente a nosotros mismos, nuestra situación y la
Palabra de Dios, estamos finalmente en posición de tomar una decisión ética. No es suficiente
con sólo tratar de deducir lo que debemos hacer. De hecho tendremos que decidir hacerlo.
Tenemos que tomar una elección consciente para hacer lo correcto, y tenemos que llevar a
cabo esa elección. Y eso es lo que tenemos en mente aquí cuando hablamos de aplicar el
conocimiento: Estamos hablando de decisiones que producen acción.
Nuestro estudio de aplicar el conocimiento se enfocará en dos facultades. Primero,
hablaremos de la facultad más general del corazón. Segundo, hablaremos de la facultad más
específica de la voluntad. Comencemos con el corazón como la más general de estas dos.
Corazón
Como hemos visto en una lección anterior, nuestro corazón es el centro de todo nuestro ser.
Es el fondo de nuestra persona interna y el centro de nuestros motivos, es decir la suma de
todas nuestras disposiciones interiores. En el vocabulario de la Biblia, existe una gran armonía
entre las palabras "corazón," "mente," "pensamientos," "espíritu" y "alma." Sin embargo, para
nuestros propósitos, en esta lección queremos enfocarnos en la función de nuestro corazón
en el proceso de toma de decisiones. Así que, definiremos el corazón como el centro del
conocimiento moral y la voluntad moral. Es toda nuestra persona interna, considerada desde
la perspectiva de lo que sabemos y lo que hacemos con nuestro conocimiento.
Veremos dos aspectos del corazón para ver cómo funciona cuando tomamos decisiones
éticas. Primero, investigaremos nuestros compromisos sinceros, nuestras lealtades básicas. Y
segundo, analizaremos los deseos de nuestro corazón, es decir aquellas cosas que queremos
cuando tomamos una decisión. Empezaremos con los compromisos de nuestro corazón.
Compromisos
Tenemos muchos compromisos en la vida. Somos fieles a varias personas, como nuestras
familias, amigos, compañeros de trabajo y compañeros cristianos. Nos comprometemos con
organizaciones como las iglesias, escuelas, compañías, gobierno e incluso equipos de
deportes. Nos comprometemos a los principios como la bondad, la honestidad, la verdad, la
belleza y la sabiduría. Somos fieles a ciertos estilos de vida, ciertos modelos de conducta y
preferencias para todo tipo de cosas. Y por extraño que nos parezca, debido a que somos
seres humanos caídos, existe un sentido en el que incluso tenemos compromisos para pecar.
Ahora, por supuesto que no estamos comprometidos con todas estas cosas en el mismo
grado. Y para los cristianos, hay un compromiso que debe estar por encima de todos los
demás: nuestro compromiso con Dios. Este compromiso debe gobernar la dirección
fundamental de toda nuestra vida, y todos nuestros otros compromisos deben servir a este
compromiso que es el más básico. Como lo declaró Salomón en 1 de Reyes capítulo 8
versículo 61:
Sea, pues, perfecto vuestro corazón para con Jehová nuestro Dios, andando en sus estatutos
y guardando sus mandamientos. (1 Reyes 8:61)
Los compromisos son importantes en la ética porque de alguna manera gobiernan todas
nuestras elecciones. Para ser más específicos, nosotros elegimos según los compromisos que
sentimos que son mayores al momento de escoger. Cuando nuestros compromisos correctos
son los más fuertes, actuamos según nuestra sincera lealtad a Dios, y él juzga nuestra
conducta como buena. Pero cuando cedemos ante nuestros compromisos pecadores, Dios
juzga nuestra conducta como mala. Como dijo Jesús en Lucas capítulo 6 versículo 45:
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal
tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca. (Lucas
6:45)
Aquí, Jesús se refirió a nuestros compromisos como las cosas que están atesoradas en
nuestros corazones. Y nuestros compromisos siempre se hacen explícitos en nuestras obras.
Así que, expresamos nuestro compromiso con Dios en las buenas obras, y expresamos
nuestro compromiso con el pecado en las malas obras.
Debido a que el pecado aun mora en nosotros, todos los cristianos tenemos compromisos
mixtos. Algunos de nuestros compromisos son buenos, siendo parte de nuestro compromiso
más grande con Dios. Pero algunos de nuestros compromisos son malos, siendo el resultado
del pecado en nuestros corazones. Así que, si queremos tomar decisiones bíblicas, tenemos
que ser muy conscientes de nuestros compromisos. Nos sometemos al Espíritu Santo
mientras trabaja en nosotros para ajustar todos nuestros compromisos al carácter de Dios,
tanto a través de nuestra comprensión de su Palabra, como a través del uso de nuestras otras
facultades. Y debemos rechazar e intentar cambiar aquellos compromisos que fluyen del
pecado.
Con esta comprensión de nuestros compromisos y lealtades en mente, estamos listos para
pensar sobre nuestros deseos. ¿Cómo impactan nuestras necesidades y anhelos, nuestras
elecciones morales?
Deseos
La Escritura indica que así como los cristianos hemos mezclado los compromisos, también
tenemos deseos buenos y malos en nuestro corazón. Cuando ponemos nuestro corazón en
cosas que Dios aprueba, nuestros deseos son buenos. Pero cuando ponemos nuestro
corazón en las cosas que Dios condena, nuestros deseos son malos. Por ejemplo, en 2
Timoteo capítulo 2 versículos 20 al 22, Pablo dio esta instrucción:
Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de
madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. Así que, si alguno
se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto
para toda buena obra. Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el
amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor. (2 Timoteo 2:20-22)
Pablo enseñó que debemos purificar nuestro corazón deshaciéndonos de nuestros deseos
malos, de los anhelos que están motivados por el pecado que mora en nosotros. Conforme
purguemos los deseos malos de nuestro corazón, sólo nos quedarán aquéllos deseos que
agradan al Señor.
Purificar nuestro corazón no es fácil; el pecado nos pone en una lucha fuerte. De hecho, esta
batalla es tan difícil que nunca podríamos ganarla por nuestra propia fuerza. Sólo confiando
en el poder del Espíritu Santo podemos esperar ganar esta batalla. Pero como somos
personas imperfectas, ciertamente fallamos incluso al no confiar en el Espíritu como
deberíamos. Escuche las palabras de Pablo en Gálatas capítulo 5 versículo 17:
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos
se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. (Gálatas 5:17)
En estos versículos, Pablo contrastó nuestros deseos buenos con nuestros deseos malos. Por
un lado tenemos deseos espirituales, deseos que nos da el Espíritu Santo y que agradan a
Dios. Por otro lado, tenemos deseos pecaminosos que vienen de nuestra naturaleza caída,
pecaminosa. Y estos dos deseos pelean por el dominio cada vez que tomamos una decisión.
Cuando cedemos ante nuestros deseos pecaminosos, nuestras elecciones son malas. Pero
cuando nos resistimos a esos deseos pecaminosos y actuamos con nuestros deseos
espirituales, nuestras elecciones son buenas. Y no hay ninguna otra opción; sólo hay dos tipos
de decisiones: buenas o malas. Cada decisión buena está tomada conforme a los deseos del
Espíritu Santo, y cada decisión mala está tomada conforme a los deseos pecaminosos.
En la vida cristiana, nuestro mayor deseo debe ser siempre agradar a Dios y hacer su
voluntad. Odiamos el hecho de que deseamos el pecado. Considerándolo desde una
perspectiva de nuestra vida en general, nuestras elecciones pecaminosas contradicen
nuestros deseos. Elegimos pecar aun cuando no deseamos pecar.
Pero considerándolo desde el momento de nuestra decisión, nuestras elecciones nunca
contradicen nuestros deseos. Desde esta perspectiva, escogemos siempre lo que más
deseamos en el momento que decidimos. En otras palabras, escogemos pecar porque
deseamos pecar. Como leemos en Santiago capítulo 1 versículos 14 y 15:
Cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando
el deseo ha concebido, engendra el pecado. (Santiago 1:14 y 15 [NVI])
Voluntad
Nuestra voluntad es nuestra capacidad para tomar decisiones. Es nuestra predisposición,
nuestra habilidad para hacer elecciones. Así que, cada vez que hacemos una elección o una
decisión, estamos usando nuestra voluntad.
Como todas nuestras facultades existenciales, nuestra voluntad es una perspectiva de toda
nuestra persona. Así que, no debemos cometer el error de pensar que depende de nuestras
otras capacidades y habilidades. Más bien, hablar de nuestra voluntad es ver nuestro proceso
completo de toma de decisiones desde la perspectiva de las elecciones que hacemos, y sobre
todo desde la perspectiva del resultado final.
Claro, tomar la decisión correcta es a menudo difícil porque nuestra voluntad es afectada por
nuestra naturaleza caída. Para el cristiano, esto significa que mientras el Espíritu Santo nos
permite que tomemos decisiones que agradan a Dios, siempre existe la posibilidad de que el
pecado que mora en nosotros nos tiente a tomar decisiones pecadoras.
Ahora, es importante reconocer que nuestra voluntad puede ser [Activa] o [Pasiva]. Es decir, a
veces tomamos decisiones de manera pasiva e inconsciente, como por la fuerza del hábito.
Pero en otros momentos, las preguntas éticas que enfrentamos requieren de una reflexión
activa y de decisiones conscientes.
Considere, por ejemplo, la manera activa en la que podría usar mi voluntad cuando se me
presenta la oportunidad de robar una valiosa pieza de joyería. Cuando veo la joya, tengo que
tomar a una opción activa, consciente, ya sea de robarla o no robarla. De hecho, podríamos ir
tan lejos como decir que cada asunto ético que reconocemos como un problema o dilema
requiere que usemos nuestra voluntad de una manera activa, simplemente en virtud del hecho
que lo reconocemos como un problema.
Pero hay muchos otros asuntos éticos que manejamos de una manera pasiva e inconsciente,
como aquéllos con los que habitualmente tratamos o a los que respondemos como un reflejo.
Por ejemplo, nuestra voluntad puede ser bastante pasiva cuando nos enfrentamos con las
elecciones que tomamos en situaciones normales, como cuando disciplinamos a nuestros
hijos. Ahora, en algún momento, la mayoría de los padres han usado su voluntad activamente
para determinar qué tipo de castigo usarán para sus hijos, como darles con la vara, quitarles
privilegios o asignarles tareas extras. Pero cuando realmente es tiempo de ejercer la
disciplina, no siempre pensamos en la moralidad de nuestras diferentes opciones. A menudo,
simplemente caemos en nuestro modelo habitual.
Nuestra voluntad también funciona de manera pasiva, inconsciente cuando respondemos por
reflejo. Estoy pensando en aquellas decisiones que parecen llegar por sí solas o incluso se
nos imponen. Por ejemplo, cuando veo un pájaro, yo creo que fue creado por Dios. No es algo
que tengo que pensar conscientemente ni tampoco es que tenga un hábito en pensar este tipo
de cosas. Más bien, es una creencia que me llega instantáneamente porque reconozco la
mano de Dios en su creación. No obstante, es un acto de voluntad porque involucra una
decisión. En este caso, la decisión es reconocer a Dios como el creador del pájaro.
Así que, de una u otra manera, activa o pasivamente, nuestra voluntad está envuelta en todas
y cada una de las cosas que elegimos pensar, decir o hacer. Es la facultad que usamos para
tomar cada decisión en nuestra vida. Así que, si nuestras decisiones son agradar a nuestro
Señor, debemos someter nuestra voluntad a Él a cada paso. Debemos desear lo que la
Palabra de Dios nos ordena y debemos permitir al Espíritu Santo trabajar dentro de nosotros
para influir en nuestra voluntad de manera positiva. Como lo escribió Pablo en Filipenses
capítulo 2 versículo 13:
Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena
voluntad. (Filipenses 2:13 [NVI])
A lo largo de esta lección hemos visto que Dios nos ha dado muchas facultades existenciales
que juegan papeles importantes cuando se trata de escoger lo bueno. Si pasamos por alto
cualquiera de ellas, corremos el riesgo de no poder tomar decisiones verdaderamente
morales. Pero para asegurarnos de que entendemos la manera en que cada una de estas
habilidades y capacidades funcionan en armonía con las otras, consideremos una ocasión
cuando Jesús ejerció todas estas capacidades y habilidades existenciales para tomar una
decisión ética. En Mateo capítulo 12 versículos 9 al 13, leemos esta historia:
Jesús vino a la sinagoga de ellos. Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y
preguntaron a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? El les dijo:
¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de
reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por
consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo. Entonces dijo a aquel hombre:
Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra. (Mateo 12:9-13)
Veamos este asunto en lo que se refiere a nuestra lección. Primero, Jesús adquirió
conocimiento. Utilizó su experiencia para ver y reconocer que el hombre que estaba ante él
tenía una mano paralizada. Jesús también usó su imaginación para fijarse la meta de sanar la
mano del hombre y para considerar las diferentes maneras en las que podría contestar la
pregunta que le plantearon los Fariseos.
Segundo, Jesús evaluó su conocimiento. Su razón presentó una analogía entre la práctica
legítima de rescatar una oveja en el día sábado, y la acción que él estaba considerando,
específicamente, sanar a un hombre en el día sábado. Y su conciencia concluyó que sanar a
este hombre sería algo bueno. Sus emociones lo llevaron a tener piedad de aquel hombre.
Tercero, Jesús aplicó su conocimiento. Comenzó la aplicación determinando en su corazón
hacer lo bueno. Su compromiso más fuerte era con Dios y su mayor deseo era actuar de una
manera que honrara y glorificara a Dios, especialmente sanando al hombre. Finalmente,
Jesús usó su voluntad para llevar a cabo su decisión de sanar al hombre.
Así que, vemos que aplicar el conocimiento es el paso final en cada una de nuestras
decisiones éticas. Es donde nuestro corazón determina permanecer comprometido a nuestro
Dios, deseando glorificarlo. Y es donde nuestra voluntad elige pensar, hablar y hacer lo que su
Palabra nos pide.
CONCLUSIÓN
En esta lección sobre escoger el bien, hemos visto nuestras distintas facultades existenciales,
es decir, nuestras habilidades y capacidades, en lo que se refiere a los tres pasos de nuestro
proceso de toma de decisiones: el paso de adquirir el conocimiento, es decir dónde
obtenemos la información; el paso de evaluar el conocimiento, es decir dónde evaluamos la
información que hemos adquirido; y el paso de aplicar el conocimiento, en otras palabras
dónde de hecho tomamos nuestras elecciones éticas y actuamos sobre ellas.
Escoger el bien debe ser la meta de todo cristiano. Estudiamos la ética porque queremos
tomar las opciones correctas. Examinamos la Palabra de Dios, nuestras situaciones actuales y
a nosotros mismos para saber cómo tomar decisiones que agradan al Señor. A lo largo de
esta serie hemos visto la importancia atender a todos estos y otros factores. Pero finalmente,
después de todo nuestro estudio, cada problema ético termina en una decisión existencial:
¿Elegirá usted lo que es bueno? Su respuesta a esta pregunta determinará si usted ha
tomado una verdadera decisión bíblica.
Equipamiento de Combate: La Armadura de Dios (últimos capítulos)
Guerra Espiritual:
Uniéndose a Jesús para Vencer al mal
Por David Feddes
Copyright (c) 2013
Publicado por Christian Leaders Press
Tercera Parte (continuación)
Equipo de Combate:
La Armadura de Dios
Capítulo Catorce
El Yelmo de la Salvación
Tomad el yelmo de la salvación. (Efesios 6:17)
El hombre estaba aterrorizado. Él me dijo que tenía miedo de los espíritus
sobrenaturales. Había crecido en un ambiente secular y científico, pero sentía curiosidad por
los poderes sobrenaturales. Se involucró con personas que hablaban de "magia blanca". Ellos
tenían una visión alegre y atractiva acerca de la brujería y de la veneración a la naturaleza. El
contacto con los espíritus era emocionante, y la adoración a la naturaleza parecía respetar al
medio ambiente. Al principio lo disfrutaba, pero poco a poco los espíritus se volvían más
oscuros y más malvados. En unos pocos años, se sintió atrapado por poderes que nunca se
había atrevido a imaginar. Para cuando me habló, él deseaba desesperadamente ser libre,
pero le costaba trabajo serlo. ¿Cómo podía escapar de estos terribles poderes? ¿Cómo
podría recuperarse del daño a su alma? Este hombre había elegido involucrarse con poderes
invisibles, y ahora temía que estuviera más allá de toda esperanza.
Otras personas no toman la decisión de involucrarse con los espíritus; ellos nacen en ello. Si
tus padres, parientes y cultura están envueltos en el espiritismo, creces tratando de complacer
a varios espíritus--quizás el espíritu de una casa o de un río en particular, el espíritu de un
árbol o de un animal, o el espíritu que rige toda una región. Crees que tu salud y tu éxito
dependen de los espíritus. Si las cosas te salen bien, imaginas que los espíritus te están
favoreciendo. Si algo sale mal, piensas que un espíritu está en tu contra. Esto puede ser
aterrador. Le temes a los espíritus y le temes a otras personas que puedan influir en los
espíritus. Si alguien te odia, te somete a una maldición y vuelve un espíritu en tu contra,
podrías temer que nada pueda romper el hechizo. Nada puede salvarte.
Si creces con el espiritismo, es difícil dejarlo por completo, incluso si escuchas el evangelio de
Jesús y comienzas a llamarte Cristiano. Es posible que seas bautizado y creas algo acerca de
Jesús. Incluso se te puede enseñar la verdad de que Jesús es más poderoso que cualquier
espíritu. Pero cuando te golpea una crisis, puedes tomar más en serio a los espíritus que a
Jesús. La vieja religión tradicional parece más real que el Cristianismo. Si tienes problemas,
puede que no estés satisfecho al orar a Dios por ellos; puedes buscar ayuda de los viejos
espíritus. Si te enfermas, un sanador tribal que sabe cómo tratar con los espíritus puede
parecerte más valioso que un pastor. Puedes pensar que tu enfermedad proviene de un
espíritu que está en tu contra, y que la única forma de curarte es realizar algún ritual o hacer
algo que persuada al espíritu para que deje de afligirte.
Algunas personas pueden tratar de convencerte de que el mundo espiritual no es real, que
todo es superstición. Podrían intentar volverte más científico y sensato. Pero eso no siempre
ayuda. Algunos miedos y creencias en espíritus son solo superstición, pero a veces involucran
poderes demoníacos reales. Una vez que has sentido el control de un cruel poder
sobrenatural, no funciona negar lo sobrenatural. Sabes que el poder es real. La única forma
en la que puedes ser libre es contar con la ayuda de alguien con un poder sobrenatural aún
mayor que el de los espíritus que te están perjudicando. Solo el Señor Jesucristo es lo
suficientemente fuerte como para salvarte de todos los espíritus malignos.
La Biblia habla de espíritus que afectan nuestras vidas, y la experiencia de muchas personas
confirma que estos espíritus son reales. No funcionará decir que no son reales. Pero incluso si
son reales, incluso si la gente te maldice, incluso si el espíritu maligno te ataca, no te
asustes. No trates de hacer tratos con los espíritus. No uses rituales tradicionales para
atraerlos. No trates de complacer a los espíritus para hacerte la vida más fácil. Si haces eso,
caes en la trampa de los espíritus. Estás jugando según sus reglas, y nunca ganarás de esa
manera. Si los espíritus hostiles te han lastimado en el pasado y todavía quieren lastimarte, no
trates de complacerlos. Lucha contra ellos y derrótalos.
Muchas personas tienen demasiado miedo para luchar. Están seguros de que los espíritus
controlan el futuro y no se atreven a ir en contra de ellos. Ellos no creen que puedan ganar. Si
te sientes así, entonces tu temor se hará realidad--no puedes ganar si no esperas la victoria,
si no tienes esperanza de salvación, no tienes certeza de que tu futuro está en manos del
Señor Jesús. Pero si perteneces a Jesús y tienes la esperanza segura de la salvación, puedes
vencer el miedo, vencer a los demonios y marchar hacia la victoria. La Biblia habla de llevar
"la esperanza de salvación como yelmo" (1 Tesalonicenses 5:8).
La Meta de Satanás
Cuando los espíritus malignos atacan, necesitas un yelmo fuerte. El gobernante de los
espíritus malignos es Satanás, y se especializa en la desesperación. Él sabe que si no tienes
esperanza, también estás indefenso en contra de él. Satanás quiere que pienses que no
tienes futuro y que el mundo no tiene futuro.
Para lograr este objetivo, Satanás y sus espíritus malignos usan diferentes tácticas con
diferentes personas y diferentes culturas. En algunas culturas, los espíritus hacen obvio su
poder en un esfuerzo por esclavizar a las personas. En otras culturas, los espíritus mantienen
un bajo perfil y buscan socavar la creencia en cualquier cosa sobrenatural, incluyendo a
Dios. Satanás convence a algunas personas y culturas de que los espíritus de su religión
tradicional controlan el futuro. Satanás convence a otras personas y culturas de que el mundo
sobrenatural ni siquiera existe, que no hay espíritus ni Dios, que las leyes mecánicas de la
naturaleza son la única realidad, que no hay vida después de la muerte para ningún individuo
y que el universo mismo se dirige hacia un futuro de muerte total. Los métodos de Satanás
difieren, pero su objetivo es el mismo: la desesperanza.
Las personas que se enorgullecen de una mentalidad científica pueden no sentirse atadas por
espíritus enemigos, pero pueden ser igual de sombrías sobre el futuro. Por ejemplo, el
columnista George Will escribió un artículo que hace eco a la creencia de muchas personas
educadas de que el sol eventualmente se consumirá y toda la vida se extinguirá. "La Tierra se
dirige hacia la frígida falta de vida". George Will acepta la teoría de la biología de que nuestro
pasado está enraizado en ancestros animales, y acepta la teoría de la geología de que la
tierra, la cual le proporciona a los humanos un ambiente habitable por el momento, algún día
cambiará y hará imposible la vida. "Aunque el planeta es hospitalario por el momento, éste es
indiferente--al final será letalmente indiferente--con sus pasajeros humanos". La mentalidad
secular y científica se encuentra tan desconsolada como una mentalidad aterrorizada de
espíritus hostiles. Un universo sin esperanza ni significado--eso es lo que Satanás quiere que
creas.
Si vas a escuelas que enseñan sobre un universo mecánico, si crees que la humanidad se
dirige hacia la extinción, necesitas la esperanza de la salvación como tu yelmo. La idea de que
el mundo pre enviado llegará a su fin y que las personas se dirigen hacia la muerte no es
exactamente una noticia, por supuesto. La Biblia dice lo mismo. En Isaías 51:8 Dios dice:
"Porque como a vestidura los comerá polilla, como a lana los comerá gusano; pero mi justicia
permanecerá perpetuamente, y mi salvación por siglos de siglos". Incluso después de que
mueras, incluso después de que el mundo termine, existe una vida nueva y una creación
nueva. Cuando crees eso, tienes un fuerte yelmo de esperanza.
La Biblia es asombrosa. Toma el mundo de los espíritus tan seriamente como cualquier
religión tribal tradicional, sin embargo, pone a estos espíritus en su lugar al declarar la
autoridad suprema de Jesús y su victoria sobre los espíritus malignos. La Biblia toma la
muerte de los humanos y el fin del mundo tan en serio como el materialista científico más
sombrío, sin embargo, Dios declara la esperanza viva de la resurrección y de una tierra
nueva. ¡Qué diferencia contar con el yelmo de la salvación! ¡Qué diferencia saber que el
máximo poder no son los espíritus de las religiones tradicionales o las fuerzas de la materia y
de la energía, sino el poder omnipotente del Señor resucitado Jesucristo!
La Esperanza Bienaventurada
Efesios 6:17 dice: "Tomad el yelmo de la salvación". Una declaración similar en 1
Tesalonicenses 5:8 habla de vestirse "con la esperanza de salvación como yelmo". A veces,
cuando la Biblia habla de salvación, se refiere al perdón de nuestros pecados, a ser hechos
rectos con Dios y a ser rescatados del control de Satanás. En este contexto, sin embargo, la
Biblia está hablando de la salvación final. La esperanza de la salvación es la confianza en la
segunda venida de Jesús, la derrota final de Satanás y de las fuerzas del mal, la resurrección
de los muertos y la vida en el cielo nuevo y en la tierra nueva.
Esta gran esperanza para el futuro es una fuerte protección en contra de Satanás en el
presente. Para resistir las tentaciones de Satanás y obedecer a Dios, debes estar seguro de
que incluso si el mal parece traer éxito por el momento, la santidad triunfa al final. Esta
poderosa esperanza te permite seguir diciéndole "No" a Satanás y "Sí" a Dios.
Debido a que la gracia de Dios que trae salvación ha surgido para todos los hombres. Ésta
nos enseña a decirle "No" a la impiedad y a las pasiones mundanas, y a vivir una vida
ecuánime, recta y piadosa en esta era presente, mientras esperamos la esperanza
bienaventurada: la gloriosa aparición de nuestro gran Dios. y Salvador, Jesucristo (Tito 2:11-
13).
Cuando la Biblia dice que debemos tomar el yelmo de la salvación o tomar la esperanza de la
salvación como un yelmo, esto es lo que significa: "aguardando la esperanza bienaventurada
y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo".
No te dejes atrapar por el miedo a los espíritus o a los hechizos. Incluso si tales cosas te han
dominado a ti y a las personas que te rodean, Jesús abre un futuro fantástico. Si solo piensas
en el corto plazo y no en el futuro eterno, podrías pedirles ayuda a varios espíritus, e incluso
eso podría funcionar durante un tiempo. Si solo te importa sobrellevar una enfermedad o
mejorar tus ingresos, y si estás dispuesto a vender tu alma buscando la ayuda de los espíritus,
ellos pueden ayudarte a conseguir lo que quieres, pero serás su esclavo. No dejes que eso
suceda. Confía en Jesús. Jesús es más poderoso que todos los espíritus combinados, y él
puede liberarte de sus garras. Ahora mismo él puede ayudarte a vivir en la libertad espiritual, y
en su segunda venida, alegrará a todos los que confían en su salvación.
Sin embargo, a corto plazo es posible que Jesús no te dé todo el éxito o la salud que estabas
esperando. ¿Eso significa que debes renunciar a Jesús, volver a los espíritus y tratar de
obtener favores de ellos? No, incluso si Jesús no te da lo que quieres de inmediato, sigue
confiando en él de todos modos. Él sabe lo que es mejor para ti, y si confías en él, al final te
alegrarás.
En algunas religiones tradicionales, los espíritus ofrecen maneras de ponerse de tu lado, o al
menos de evitar que te hagan miserable. Pero estos espíritus son demonios, y es mortal lidiar
con demonios. ¿Harías negocios con alguien en quien no puedes confiar, alguien que miente
constantemente? Si no, ¿por qué tratar de hacer tratos con Satanás? Él miente todo el
tiempo. A veces amenaza a las personas que ya pertenecen a Jesús e intenta hacerles creer
que no pueden liberarse de sus espíritus, pero el hecho es que un espíritu no puede tomar la
vida de alguien que pertenece a Jesús. Si las amenazas no le funcionan a Satanás, él y sus
espíritus pueden prometer que te harán más feliz, e incluso podrían darte algunos resultados a
corto plazo, pero su objetivo a largo plazo es alejarte de Cristo y hacer que sufras en el
infierno por la eternidad. No hagas tratos con espíritus engañadores. Incluso si por un tiempo
obtienes lo que quieres, no lo olvides: Satanás con mucho gusto te deja tener menos
problemas si puede llevarte al infierno por la eternidad.
Piensa en Satanás como un general que quiere destruir un país, pero que primero necesita
poner a algunas personas de su lado antes de poder eliminarlas. Él ofrece sobornos y hace
amenazas para poner a las personas de su lado, pero todavía odia a los que lo
acompañan. Después de que los haya utilizado, los atormentará y los arruinará.
O piensa en Satanás como un criminal asesino que incita a las personas a hacer lo que él
quiere o que les paga para cometer actos delictivos. Eventualmente las asesina después de
que ya no las usa más. A las personas de un sindicato de crimen les puede gustar el dinero
extra y los beneficios que les da su jefe, pero ¿de qué sirven esos favores después de que los
asesina? E incluso si te deja vivir más tiempo, ¿de qué sirven sus favores cuando el jefe del
crimen es arrestado por las autoridades y castigado? Cuando él es castigado, también tú eres
castigado por acompañarlo y por hacer su trabajo. Satanás es un jefe criminal que se dirige a
la prisión del infierno. Aquellos que hacen tratos con él y con sus espíritus también serán
encarcelados en el infierno por la eternidad, a menos que se alejen de Satanás y se acerquen
a Dios.
Aun así, puede ser muy tentador aceptar a Satanás, así como puede ser tentador aceptar
sobornos por ayudar a un general en jefe o a un jefe criminal. Si te ofrecen suficiente dinero o
te amenazan con dureza, puedes pensar que tu prosperidad y tu propia supervivencia
dependen de los espíritus. Pero lidiar con los espíritus te destruye al final. Es por eso que Dios
te advierte que no busques ayuda de otros espíritus o realices rituales para
complacerlos. Dios sabe que esos espíritus solo quieren usarte y arruinarte. Dios quiere que
tengas su alegría y vida eterna con él. Dios te dice que le ores a él, y solo a él. No cometas
traición en contra de Dios yendo con espíritus que son enemigos de Dios.
Si estos espíritus te amenazan, no hagas tratos con ellos, y no te rindas a la
desesperación. ¡Toma el yelmo de salvación! Pon tu fe en Jesús. Ponte bajo su protección
ahora mismo y sigue esperando que Jesús regrese. Prepárate para conocerlo. Jesús ya ganó
la batalla decisiva sobre Satanás, y cuando vuelva, la victoria estará completa. Así que cuenta
con su victoria sobre el espíritu malvado, no dejes que los demonios te engañen. No dejes que
te sobornen y te corrompan con sus promesas de favores y poderes especiales. No dejes que
te desanimen o te aplasten con miedo. Deja que la esperanza de la salvación sea tu yelmo.
Cuando te pones el casco de la salvación, tú y el Señor tienen cascos iguales. La Biblia
visualiza al Señor poniéndose el "yelmo de salvación en su cabeza " y promete que, "vendrá el
Redentor" (Isaías 59:17,20). Cuando tu yelmo de salvación coincide con el yelmo de Jesús,
estás seguro de ganar.
Cuenta Con Su Venida.
¿Cómo te pones el yelmo de la salvación? Al contar con la segunda venida de Jesús y al
desear que llegue. La venida de Jesús no es una parte menor y opcional del Cristianismo. Se
encuentra en el corazón de la fe, junto con el perdón a través de la muerte de Jesús. La Biblia
dice: "Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y
después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados
de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le
esperan" (Hebreos 9:27-28). Si naces de nuevo, tienes un enfoque futuro. La Biblia dice que
Dios " nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los
muertos... sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que
está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero... os alegráis con gozo inefable y
glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas" (1 Pedro 1:3-
9).
Esta alegre anticipación de la venida de Jesús es un yelmo de defensa que protege en contra
del enredo de los espíritus y de la religión falsa. También protege en contra del secularismo
sin futuro. El secularismo niega lo sobrenatural, enseña que la muerte es nuestro fin, y que el
mundo seguirá funcionando según las leyes mecánicas de la naturaleza hasta que termine en
la ruina. Esa perspectiva sin esperanza destruye la moralidad y el significado y se convierte en
una excusa para perseguir el placer. La Biblia dice que si este punto de vista fuera cierto, la
respuesta lógica sería: "Comamos y bebamos, porque mañana moriremos" (1 Corintios
15:32). Diviértete mientras puedas. ¿Por qué no hacer lo que te plazca? no importa cuán
equivocado estés, no importa quién resulte herido. Si no hay Dios ni futuro eterno--no hay
recompensas por el sacrificio doloroso y no hay castigo por el pecado egoísta, entonces
perseguir el placer es el único punto de la existencia. No es un accidente que en las
sociedades locas por el placer del secularismo moderno, nuestros educadores enseñen
teorías que niegan lo sobrenatural y niegan un futuro eterno. Satanás ataca a muchas mentes
con tal pensamiento. Cuando tu cabeza está bajo ataque, necesitas un yelmo: la esperanza
de la salvación.
Vimos anteriormente que las personas que se vuelven Cristianas después de crecer en una
cultura de espiritismo pueden sentirse tentadas a volver a los espíritus antiguos cuando los
tiempos se ponen difíciles y la Cristiandad no parece obtener resultados. Pero, ¿y si eres un
Cristiano en una cultura no de espiritismo sino de laicismo? Bueno, allí también, Satanás
tratará de desanimarte en los tiempos difíciles y hará que te preguntes si el Cristianismo es
verdadero y si vale la pena. Él te tienta a renunciar a todo.
Satanás no siempre trata de persuadirte con argumentos ingeniosos. A veces trata de
abrumar tu fe con desilusión y desaliento. Si las oraciones no obtienen la respuesta que
deseas, si año tras año pasa sin que Jesús regrese, te sientes decepcionado, y Satanás te
hace preguntarte si el Señor es real en absoluto. Si has estado luchando para ser una mejor
persona y para hacer del mundo un lugar mejor, pero no ves mucha mejoría, te sientes
desanimado y te preguntas si la lucha vale la pena. ¿Por qué seguir luchando? Si luchas en tu
vida personal, si ves que la iglesia pierde terreno, si ves que la sociedad va en la dirección
equivocada, puedes sentir el deseo de renunciar a Cristo. Te sientes agotado y Satanás
susurra: "¿De qué sirve? Jesús nunca volverá. El futuro eterno es solo un sueño. El mundo es
como siempre ha sido y siempre será. Se realista. Ríndete. Solo intenta disfrutar durante unos
años antes de morir".
En tales momentos, toma el yelmo de la salvación. Recuérdate a ti mismo que el tiempo de
Dios puede ser diferente al tuyo, pero que Jesús seguramente vendrá para traer la salvación a
aquellos que lo están esperando y que trabajan para él. La Biblia dice,
Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os
escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón
en la noche... Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os
sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día... Por tanto, no
durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios... habiéndonos vestido con la
coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha
puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo" (1
Tesalonicenses 5:1-9).
Cuando Satanás te tienta a renunciar a Jesús, no lo hagas. Ponte tu yelmo y di: "Dios me ha
designado para recibir la salvación. No sé cuándo llegará el día final, pero lo estoy esperando.
Mientras tanto, no voy a dejar que Satanás me desaliente o me desanime. No voy a escuchar
a los que se burlan de la segunda venida de Jesús y dicen que no sucederá. Voy a orar para
que lleguen a creer en Jesús y se unan a su causa antes de que sea demasiado tarde.
Mientras tanto, hasta que venga Jesús, tomaré esta esperanza de salvación como mi yelmo y
seguiré luchando en contra de Satanás." Sigue recordándote a ti mismo, "ahora está más
cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos" (Romanos 13:11).
Jesús dice que habrá tiempos difíciles antes de que él venga, y que algunos que se llaman a
sí mismos Cristianos se darán por vencidos. "Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de
muchos se enfriará", dice Jesús, "Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo" (Mateo
24:12-13). El yelmo de salvación te protege del miedo y del desánimo para que puedas
mantenerte firme hasta el final. No tienes que estar aterrorizado por los eventos que
aterrorizan a otras personas, especialmente si estos eventos son señales de que estamos
llegando al fin. De hecho, cuando las cosas están en su peor momento, Jesús puede estar
justo en la puerta. Jesús dice: "Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad
vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca" (Lucas 21:28).
Satanás está en el negocio de la desesperación, de negar un futuro feliz. Ya sea que use el
secularismo o el espiritismo o algún otro método, él no quiere que las personas vean que el
futuro es Jesús. Satanás quiere que los no Cristianos sigan ignorando el hecho de que Jesús
viene. Satanás quiere que los Cristianos se cansen de esperar y que renuncien a la venida de
Jesús. Pero Jesús proporciona el yelmo de la salvación, la esperanza de su venida.
Si usas ese yelmo y vives con la esperanza del regreso de Jesús, tu esperanza será
recompensada. Jesús promete: "Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré
autoridad sobre las naciones... como yo también la he recibido de mi Padre... Al que venciere,
le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi
Padre en su trono" (Apocalipsis 2:26-27, 3:21). Usa tu yelmo ahora, sabiendo que algún día
Jesús reemplazará tu yelmo con una corona.
Capítulo Quince
La Espada del Espíritu
Tomad… la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. (Efesios 6:17)
En las películas de La Guerra de las Galaxias, ¿cuál es el arma más poderosa? El sable de
luz. Los mejores guerreros son los caballeros Jedi, y su arma principal es el sable de
luz. Cuando pasamos del mundo imaginario de las películas al mundo real de la guerra
espiritual, el arma más poderosa es también un sable de luz. Para luchar en contra de
Satanás, de sus demonios y de las fuerzas del mal, necesitas algo que sea tanto una espada
como una luz, en otras palabras, un sable de luz.
"Tomad… la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios " (Efesios 6:17). "La palabra de
Dios es… más cortante que toda espada de dos filos" (Hebreos 4:12). La Palabra de Dios es
una espada, y al mismo tiempo, es una luz. Los escritores bíblicos declaran: "Lámpara es a
mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino... La exposición de tus palabras alumbra" (Salmos
119:105, 130). "Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz" (Proverbios
6:23). "Estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro" (2 Pedro 1:19). La
Biblia es el sable de luz que necesitamos para luchar en contra del emperador oscuro,
Satanás, y de su imperio malvado.
De alguna manera, la espada del Espíritu es como algunas espadas especiales en la fantasía
épica de J.R.R. Tolkien, El Señor de los Anillos. Frodo el hobbit tenía una espada especial
llamada Sting. Cuando los orcos malvados estaban cerca, Sting sentía su presencia y
resplandecía con una luz azulada, advirtiéndole a Frodo que se avecinaba un ataque. De
manera similar, cuando tienes al Espíritu Santo y tu pensamiento está en sintonía con la
Biblia, la espada del Espíritu detecta el mal. Alguien presenta una enseñanza no bíblica, y te
suena mal: tu espada está brillando. Alguien sugiere un curso de acción tentador, y lo sientes
mal--tu espada está brillando. Puedes sentir cuando el mal está cerca, incluso si no puedes
explicar exactamente qué está mal. Un escritor bíblico dice: "Los mandamientos de Jehová
son rectos... Tu siervo es además amonestado con ellos" (Salmos 19:8, 11). Si alguien está
tratando de desviarte, la presencia del Espíritu Santo y la verdad de su Palabra impresa en tu
corazón evitan que te engañen fácilmente. "La unción que vosotros recibisteis de él
permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe... la unción misma os
enseña todas las cosas" (1 Juan 2:26-27). Frodo sabía que los orcos vendrían cuando su
espada resplandecía, y tú puedes saber que el mal está atacando cuando la espada del
Espíritu resplandece.
La espada del Espíritu no solo te alerta del mal; también derrota al mal. Piensa en otra espada
brillante del Señor de los Anillos, Anduril, la espada del futuro rey, Aragorn. En palabras de
Tolkien, "La espada brillante de Anduril brillaba como una llama repentina." Hace mucho
tiempo, esta misma espada había cortado el anillo del poder de la mano del señor oscuro,
Sauron. Cuando la espada estaba activa de nuevo en la mano de Aragorn, significaba que el
señor oscuro pronto encontraría su derrota final. Al igual que la espada Anduril tenía una
historia, la espada del Espíritu tiene una historia. La espada del cuento de Tolkien había
derrotado al ficticio Sauron, pero la espada que Dios nos dio ha vencido a Satanás mismo,
quien es real y más terrible que cualquier señor oscuro de ficción. La Palabra de Dios derrotó
a Satanás antes--y lo hará de nuevo. Es el arma que más teme Satanás.
No sé cuánto de esto tenía en mente Tolkien cuando escribió El Señor de los Anillos. Como
un autor Cristiano, ciertamente creía en el gran conflicto entre el bien y el mal, pero su trilogía
épica no es una alegoría. Tolkien no quería decir que cada detalle tuviera un paralelo
bíblico. Aun así, la capacidad de la espada Sting para detectar atacantes enemigos, y la
historia de la espada Anduril en la derrota del señor oscuro, pueden darnos indicios de lo que
la espada del Espíritu puede hacer en la batalla en contra de Satanás.
El Maestro Espadachín
¿Conoces el poder de la espada que Dios nos ha dado? ¿Sabes qué victorias poderosas ya
ganó? ¿Sabes quién usó esa espada antes de pasártela? La espada que Dios nos da es la
misma espada que usó Jesús. Para conocer el valor total de esta espada y aprender a usarla,
debemos ver cómo la ha utilizado el maestro espadachín.
Justo antes de que Jesús comenzara su ministerio público, enfrentó a Satanás
directamente. Antes de que sanara a otros, los liberara de los demonios y de que trajera el
reinado amoroso de Dios a sus vidas, Jesús primero tuvo su propio enfrentamiento contra el
maligno. Antes de ayudar a alguien más, Jesús primero probó que él mismo podía resistir las
tentaciones de Satanás y desautorizarlo. ¿Cómo tuvo éxito? ¡Usando la espada del
Espíritu! Con el Espíritu Santo en su corazón y la Palabra de Dios en sus labios, Jesús derrotó
a Satanás.
Jesús, lleno del Espíritu Santo... fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era
tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre.
Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, dí a esta piedra que se convierta en pan.
Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre.
Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y
le dijo el diablo: a ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido
entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos.
Respondiendo Jesús, le dijo: vete de mí, Satanás, porque escrito está: al Señor tu Dios
adorarás, y a él solo servirás.
Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios,
échate de aquí abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te
guarden; y, en las manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.
Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.
Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de él por un tiempo. (Lucas 4:1-13)
Satanás se tambaleó, derrotado por la espada del Espíritu.
Jesús cortó las tres tentaciones de Satanás citando la Biblia. Cuando Satanás tentó a Jesús
para usar mal los poderes milagrosos con propósitos egoístas y poner los deseos corporales
sobre su relación con su Padre celestial, Jesús respondió: "¡escrito está!" Cuando Satanás le
ofreció a Jesús un camino sin dolor hacia el poder, diciéndole que podría eludir el camino de
Dios de sufrimiento para reclamar el mundo y que podría dominar el mundo simplemente
honrando a Satanás en lugar de al Padre celestial, Jesús respondió: "¡escrito está!"
Finalmente, Satanás trató de usar la Biblia misma en contra de Jesús, tentándolo a dar un
salto suicida y ver si las promesas bíblicas de protección angelical eran realmente
ciertas. Pero la Biblia no es la espada de Satanás; es la espada del Espíritu. Jesús, lleno del
Espíritu Santo, supo de inmediato que Satanás estaba usando mal las Escrituras, y Jesús
contraatacó citando la verdad bíblica que se ajustaba realmente a la situación: "No tentarás al
Señor tu Dios". Todas las tres citas de Jesús provenían del libro de la Biblia de Deuteronomio.
Algunos de nosotros casi no conocemos esa parte de la Biblia, pero Jesús las sabía porque
conocía su Biblia tan bien y porque la usaba en la sabiduría y en la fortaleza del Espíritu
Santo, él podía reconocer lo que estaba mal con las tentaciones de Satanás y podía cortar en
pedazos esas tentaciones.
Cuando la Biblia dice que el Espíritu Santo condujo a Jesús al desierto para ser tentado por el
diablo, a veces me he preguntado por qué el Espíritu Santo pondría a Jesús en esa
posición. Pero he llegado a comprender que el Espíritu lo hizo para no poner en peligro a
Jesús, sino para asestarle un golpe a Satanás y hacer que Jesús fuera más efectivo en traer
el reino de Dios a otros al ganar primero su batalla personal en contra de Satanás. Si eres un
seguidor de Jesús lleno del Espíritu, a veces el Espíritu hará algo similar contigo: te llevará a
un desierto de dificultades y de tentaciones, no para poner tu alma en riesgo, sino para
asestarle un golpe a Satanás, y para hacer que seas más efectivo en traer el reino de Dios a
otros al ganar primero tu propia batalla personal en contra de Satanás. Puedes derrotar a
Satanás y hacerlo huir. Lo intentará de nuevo en otro momento, así como siguió buscando
otras oportunidades para tentar a Jesús. Pero si tomas la armadura de Dios como tu
protección y la espada del Espíritu como tu máxima arma, puedes seguir haciendo que
Satanás retroceda.
Jesús, el maestro espadachín, ha vencido a Satanás y nos ha mostrado cómo se hace. Ahora
él pone la espada en nuestra mano y nos dirige a usarla en la fuerza del Espíritu
Santo. Durante el tiempo de Jesús en la tierra, predicó el evangelio del reino de Dios, sanó a
los enfermos y expulsó a los demonios, y no fue el único en hacer esas cosas. Jesús envió a
sus seguidores a hacer lo mismo. Él comenzó con su núcleo interno, los doce apóstoles.
Les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a
predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos... Y saliendo, pasaban por todas las aldeas,
anunciando el evangelio y sanando por todas partes (Lucas 9:1-6).
Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en
dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. Y les decía, "...sanad a los
enfermos... y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios... El que a vosotros oye, a
mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí,
desecha al que me envió".
Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu
nombre.
Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os doy potestad de hollar
serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Pero no os
regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están
escritos en los cielos" (Lucas 9:1-16, 10:1-20).
En todo esto, Jesús "se regocijó en el Espíritu" (Lucas 10:21). Los nombres de sus amigos
estaban registrados en el libro de la vida de Dios, y la espada que él había puesto en sus
manos estaba derrotando al enemigo y abriendo el camino para que otros entraran al reino de
Dios.
Estas no son solo cosas que sucedieron hace mucho tiempo. Éstas pueden seguir sucediendo
ahora mismo. Si sigues a Jesús y pones tu confianza en él, el mismo Espíritu Santo que
facultó a Jesús y a sus primeros misioneros te facultará a ti. La misma espada del Espíritu, la
Palabra de Dios escrita en la Biblia y que habla en tu testimonio, es la espada que puedes
utilizar para luchar en contra de la tentación, hacer caer a Satanás con estrépito, y ganar a
más personas y más territorio. Jesús, el maestro espadachín, te ofrece la misma espada que
usó con éxito en contra de Satanás. Conviértete en aprendiz de Jesús. Aprende del Maestro
cómo usar esta espada con mayor eficacia.
Una Arma Descuidada
Si echamos una mirada honesta hoy a las personas que poseen una Biblia y que dicen creer
en Jesús, puede que no parezca que tienen el arma definitiva en contra del mal. Muchas
personas que poseen la Biblia no están luchando en contra de Satanás o derrotándolo; en
cambio, Satanás los está venciendo. ¿Eso es porque la Biblia no es un arma lo
suficientemente fuerte? No, es porque las personas no la están utilizando. La Biblia no es un
arma débil; es un arma descuidada. Si posees una Biblia, pero la colocas sobre un estante y
no la usas, y luego entras en un mundo dominado por el pecado y sin la Palabra de Dios como
tu arma, es como entrar en el campo enemigo y bajar tu arma. El ejército del Señor tiene la
máxima arma, la espada del Espíritu, y no podemos darnos el lujo de bajar el arma. Pero eso
es lo que muchas personas están haciendo.
En ninguna parte del mundo las personas tienen más Biblias que en América del Norte. Pero
en la mayoría de los hogares, la Biblia permanece en la repisa, con el resultado de que
Satanás está venciendo a muchos Estadounidenses y Canadienses. El nivel de divorcio, de
desesperanza, de pornografía, de egoísmo, de avaricia, de adicción, de error y de violencia es
alta en estos países donde tantos cuentan con Biblias y se dicen a sí mismos Cristianos. Las
encuestas encuentran que la mayoría de los Canadienses y de los Estadounidenses creen en
Dios y en Jesús como el Hijo de Dios. Dios puede estar bien en las encuestas, pero las
encuestas no son la gran cosa en la guerra espiritual. Responder a una encuesta es una cosa;
derrotar a Satanás es otra muy distinta. Muchos Canadienses y Estadounidenses creen en
Jesús y poseen Biblias, pero muy pocos triunfan sobre Satanás, superan la tentación,
discipulan a otros, y hacen su cultura más parecida a la imagen de Cristo. Una gran parte de
la razón de este fallo es que la mayoría no están usando la espada del Espíritu. Poseen
Biblias, pero no las leen. Ellos se consideran parte de una iglesia, pero rara vez asisten o
escuchan la predicación bíblica.
De la gran cantidad de adolescentes estadounidenses que dicen que ser Cristianos, dos de
cada tres creen que Satanás no es un ser real, sino sólo un símbolo del mal. Más de la mitad
dijeron que Jesús cometió pecados mientras estaba en la tierra. ¡Qué confusión! ¿Cómo
puede ser Jesús divino y cometer pecados? ¿Cómo puede alguien afirmar que toma en serio
la Biblia y sin embargo decir que Satanás es sólo un símbolo? Tales ideas le sonarían
ridículas a cualquier persona que realmente conoce la Biblia, pero muchos que afirman el
Cristianismo casi no tienen idea de lo que realmente dice la Biblia. La mayoría de las personas
poseen Biblias, pero ¿cuántos realmente leen la Biblia, la creen y la ven como la máxima
arma en una guerra en contra de un enemigo mortal, demoníaco? Tenemos la espada del
Espíritu, pero no tenemos idea de cómo usarla en contra de Satanás porque no conocemos
las Escrituras, y no reconocemos al enemigo.
El problema no es la escasez de Biblias, sino la falta de lectura de la Biblia y la vida bíblica. A
medida que menos personas leen la Biblia en casa, y conforme un menor número de iglesias
sostienen la verdad bíblica, se vuelven más débiles espiritualmente. Sus matrimonios se
vuelven menos estables, sus hijos se vuelven más propensos a los problemas y se interesan
menos en la iglesia, y varios otros problemas se hacen más frecuentes. Si más personas
vivieran por la Palabra de Dios y la llevaran ante los demás, el resultado sería más bendición
divina y menos víctimas de los ataques de Satanás.
Las iglesias y las denominaciones que hacen caso omiso de las doctrinas bíblicas y de la
moral en su mayoría se han ido reduciendo, mientras que aquellas que enseñan la verdad
bíblica y un alto nivel de santidad están atrayendo a las personas. Aquellos que descuidan la
espada del Espíritu están perdiendo, mientras que aquellos que usan la espada están
avanzando en la lucha en contra del pecado y en contra de Satanás. Esto es cierto no sólo en
América del Norte, sino en África y en cualquier otra parte del mundo. Innumerables personas
dicen ser Cristianas, pero sólo aquellos que leen fielmente la Biblia y viven por el Espíritu
pueden vencer a Satanás y vivir de manera diferente del mundo que les rodea.
Lucha con Confianza
Cuando menciono el descuido generalizado de la Escritura, no sólo estoy diciendo, "¡Malo,
malo! ¡Qué vergüenza que no leas la Biblia más a menudo!", Leer la Biblia no es una cuestión
de hacer tu tarea para obtener una estrella dorada de tu profesor. Es una cuestión de usar tu
sable de luz para luchar en contra del enemigo y hacer que se retire. Mi principal
preocupación es que muchas personas están perdiendo en contra de Satanás cuando podrían
estar ganando. La retirada y la derrota podrían convertirse en victoria si tan sólo comenzaran
a usar la espada del Espíritu.
Olvidemos los sondeos y las encuestas y hablemos sobre ti. ¿Con qué frecuencia lees la
biblia? ¿Qué tan bien la conoces? ¿Conoces verdades específicas que rechacen el error y
luchen contra la tentación? Si el mismo Hijo de Dios dependía de las Escrituras para luchar en
contra de Satanás, ¿cómo es posible luchar en contra de Satanás sin ellas? Toma la espada.
Domina tu sable de luz. Lee la Biblia con fidelidad--no sólo semanalmente, sino todos los días.
Escucha la Biblia predicada fielmente en la iglesia. Cuanto mejor domines la espada del
Espíritu, más podrás derrotar a Satanás. Los cónyuges que leen la Biblia y que oran juntos
todos los días casi nunca se divorcian. Los niños que se entrenan cada día en la Palabra de
Dios están mucho menos propensos a caer en las garras de Satanás. El pecado no es sólo un
asunto de malicia y de culpa. El pecado hiere y arruina tu vida. Y la palabra de Dios es el arma
definitiva en contra del pecado. Como un escritor bíblico dice, "En mi corazón he guardado tus
dichos, para no pecar contra ti" (Salmo 119:11). Así que ármense tú, tu familia y tus amigos
con la máxima arma. ¡Si tienes una Biblia, úsala!
Al luchar en contra de Satanás, utiliza la misma espada que Jesús usó. Lucha en el poder del
mismo Espíritu que facultó a Jesús. La Biblia es la espada del Espíritu, porque el Espíritu
Santo la produjo, el Espíritu Santo te guía en cómo usarla, y el Espíritu Santo le da vida y la
hace efectiva. La Biblia "nunca… fue traída por voluntad humana, sino que los santos
hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 Pedro 1:21). El Espíritu
Santo hizo esta espada, y el Espíritu Santo te enseña a utilizarla. Sin el Espíritu de Dios, no
puedes entender las cosas de Dios, y no puedes darle un buen uso a su arma, pero el Espíritu
te da "la mente de Cristo" (2 Corintios 2:11-16). El Espíritu le da vida a las palabras de la
Biblia, lo que te permite pensar como Jesús, entender la verdad espiritual como Jesús, y
derrotar a Satanás como lo hizo Jesús. Y cuando Satanás ataca, el gran poder sin límites del
Espíritu entra en tu espada, derrotando a Satanás y destruyendo sus fortalezas. "Las armas
de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y
llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2 Corintios 10:4-5). El evangelio
es el poder de Dios para vencer a Satanás y para traer salvación a todos los que creen
(Romanos 1:18).
Cuando utilizas la espada del Espíritu, el Espíritu Santo puede llevarte a algunas situaciones
difíciles, al igual que él llevó a Jesús al desierto para ser tentado por Satanás. El Espíritu
puede hacer esto para ayudar a probar tu fuerza y para hacerte crecer hacia la madurez.
Leí acerca de un pueblo en el que un niño era considerado un hombre cuando cumplía trece
años. En la noche de su cumpleaños número trece, algunos aldeanos le vendaban los ojos al
niño y lo llevaban lejos al bosque. Cuando se retirara la venda de los ojos, el niño se
encontraría solo en la oscuridad total. Allí pasaría la noche. Sin poder ver nada él podría oír el
aullido de un lobo, el gruñido de un oso, el rugido de un león de montaña. Podía oír ramitas
quebrarse y ramas romperse cerca y no saber qué clase de enemigo o depredador podría
estar acercándose. Entonces, mientras se acercaba el alba y aumentaba la luz, empezaría a
ver el verde de las hojas y el color de las flores. Y entonces vería algo más: un hombre fuerte,
un guerrero fuertemente armado, haciendo guardia a corta distancia. Era su padre. El padre
había estado allí todo el tiempo, listo para defender a su hijo de los peligros que acechaban en
la oscuridad. El niño se convertía en un hombre al pasar por el peligro, pero aun así como un
hombre, no estaba solo. Tenía un guardia y un defensor.
Podrías pasar por algo similar. Podrías sentirte solo, rodeado por los poderes de la
oscuridad. Eso puede dar miedo, pero también puede ser una oportunidad para una mayor
madurez. Como dice la Biblia, "Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean
valientes y fuertes" (1 Corintios 16:13 NVI). Pero incluso a medida que te haces más fuerte,
más maduro, más experto en el uso de su espada, el Espíritu Santo está ahí, a tu lado y
dentro de ti. Esa es una razón más para vivir con confianza y para luchar con confianza. El
Espíritu no sólo te da la máxima arma; él mismo es el máximo amigo y defensor.
Capítulo Dieciséis
La Oración del Guerrero
Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda
perseverancia y súplica por todos los santos. (Efesios 6:18).
Napoleón dijo una vez: "Un ejército marcha sobre su estómago." Él no quiso decir que los
soldados siempre se arrastran sobre sus vientres. Se refería a que las tropas necesitan
buenas comidas en sus estómagos para marchar hacia la victoria. No importa lo brillante de
los generales, no importa lo valiente de los soldados, ellos no pueden ganar batallas si están
hambrientos o congelándose. Las tropas necesitan alimentos y otros suministros.
Napoleón sabía esto, pero la escasez de suministros todavía resultó ser su caída. En 1812,
invadió Rusia con un ejército enorme, más grande de lo que nadie había visto jamás.
Conforme Napoleón avanzaba, los Rusos hicieron poco para detenerlo. En lugar de luchar
una batalla de frente, los rusos se retiraron. A medida que se retiraban, no dejaban nada para
que el ejército invasor lo usara como suministro. Cuanto más lejos avanzaba Napoleón hacia
Rusia, las líneas de suministro se hacían más largas. Pequeños grupos de Rusos siguieron
atacando las líneas de suministro en varios puntos.
Con el tiempo las líneas de suministro eran tan largas y tan poco confiables que el ejército de
Napoleón se enfrentó a la escasez devastadora. Había una escasez de alimentos, y muchos
soldados sufrieron por falta de alimento. Había una escasez de suministros médicos y de
vendas, y muchos perecieron por la falta de un tratamiento adecuado. Había una escasez de
ropa y de combustible para las fogatas y para la calefacción, y cuando golpeó el terrible
invierno Ruso, muchos de los hombres de Napoleón se estremecieron y murieron de
hipotermia y de enfermedades relacionadas con el frío. Por cada hombre que moría en la
batalla, cinco morían de otras causas, sobre todo debido a la escasez de suministros.
Napoleón tuvo que salir de Rusia con su ejército por los suelos.
En 1941, otro dictador decidió invadir Rusia. Adolfo Hitler había conquistado fácilmente la
mayor parte de Europa, y su ejército parecía invencible. Hitler invadió Rusia con un ejército
aún mayor que el de Napoleón--más de tres millones de soldados, con miles de tanques,
artillería y aviones. Las fuerzas de Hitler avanzaron rápidamente, y los Rusos se retiraron,
dejando poco que los alemanes pudieran utilizar como comida y suministros. Cuanto más
lejos se trasladaba el ejército alemán hacia Rusia, las líneas de suministro se hacían más
largas. Llegó el invierno. Los francotiradores Rusos siguieron atacando las líneas Alemanas
de suministro y de comunicación. Las tropas de Hitler carecían de alimentos, de combustible y
de ropa de invierno. Finalmente, después de las terribles pérdidas en ambos lados, las fuerzas
Rusas derrotaron a las debilitadas tropas Alemanas y las hicieron retroceder.
"Un ejército marcha sobre su estómago." Las campañas militares dependen de los
suministros. Eso también es cierto en la guerra espiritual: necesitas un flujo constante de
suministros. Cuando estás luchando en contra de Satanás, tienes que ser fuerte, valiente y
estar bien equipado con la armadura y las armas de Dios, pero también necesitas
alimentación para conservar tu energía. Necesitas buenas líneas de suministro.
Línea de Suministro
¿Cuál es tu línea de suministro espiritual? ¿Qué te conecta con el cuartel general? La
oración. La oración es la línea entre Dios y tú. Es a través de la oración que Dios suple tus
necesidades diarias. Es a través de la oración que eres refrescado y re energizado para servir
a Jesús y para luchar en contra de Satanás.
En Efesios 6, la Biblia llama al pueblo de Dios a combatir y presenta varias piezas de
armadura y arsenal espiritual. Pero no se detiene allí. Efesios 6:18 continúa diciendo, "orando
en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda
perseverancia y súplica por todos los santos." La oración es la manera de obtener suministros
frescos, alimentación interna, y todo lo necesario para que un soldado de Jesús se mantenga
sano y fuerte en el espíritu.
Cuando oramos, estamos recibiendo suministros del cuartel general. Dios no tiene escasez de
recursos de los cuales extraer. Anteriormente, en Efesios, el apóstol Pablo dice que Dios "es
poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o
entendemos" (Efesios 3:20). No hay necesidad demasiado grande para que Dios supla,
ninguna oración es demasiado grande para que Dios responda. Dios nunca se queda sin
recursos. La Biblia dice: "Poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a
fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena
obra" (2 Corintios 9:8). Si sufro una escasez espiritual, el problema no es que el cuartel
general no tenga más suministros que enviarme. El problema es que las líneas de suministro
son interrumpidas por el fracaso de la oración.
Satanás hará todo lo posible para obstaculizar tus oraciones. Él no tiene que derrotarte en
combate directo si es capaz de arreglárselas para hacer morir de hambre tu alma, cortando
cualquier conexión de oración con Dios. Satanás puede usar un método similar al que usaron
los Rusos en contra de Napoleón. Los combatientes Rusos a menudo estaban más ocupados
por interrumpir las líneas de suministro que por tratar de enfrentar al ejército principal. Del
mismo modo, a Satanás le puede resultar más eficaz no confrontarte directamente con una
enorme tentación o con una terrible tragedia. Simplemente puede atacar tu línea de suministro
y evitar que ores. Si tiene éxito al hacer eso, tu derrota será sólo cuestión de tiempo.
Tal vez no tienes interés en la oración. En ese caso, no tienes ninguna relación con Dios, y no
estás en su ejército en absoluto. No eres un soldado de Cristo; estás en el reino controlado
por Satanás. El diablo ya te tiene donde él quiere, y si nunca empiezas a orar, seguirás
estando lejos de Dios y bajo el dominio de Satanás. Uno de los primeros signos de la
salvación, una de las primeras marcas de la vida espiritual, es la oración, la comunicación real
con Dios. El apóstol Pablo una vez fue un asesino y un enemigo de Jesús. Cuando Jesús
transformó a Pablo, el Señor envió a otro Cristiano para ayudarlo. ¿Qué le dijo Jesús a esta
persona para indicar que Pablo era una persona nueva, ya no esclavizada por Satanás?
Jesús dijo: "he aquí, él ora" (Hechos 9:11).
La vida espiritual comienza en la oración, y se sostiene a través de la oración. Ser Cristiano es
tener la vida de Dios en el hombre interior. Cuanto más te llene de vida y de energía el
Espíritu Santo, más energía tienes para defenderte en contra de Satanás, para marchar hacia
adelante en contra de él, y para rescatar a otros de su reinado malvado. La oración nutre y
fortalece la vida del espíritu dentro de ti. Esta alimentación interior, esta llenura del Espíritu
Santo, no es automática. Se presenta en respuesta a la oración. Dios es un Padre, dispuesto
y capaz de seguir llenando tu ser interior con más y más de su de su vida, pero esto no
sucederá sin oración. Para aquellos que están sufriendo escasez espiritual, la Biblia dice: "no
tenéis lo que deseáis, porque no pedís" (Santiago 4:2). Jesús dice: "vuestro Padre celestial
dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan" (Lucas 11:13). La oración es la línea de
suministro. Es la manera de recibir los suministros de Dios. No puedes enfrentar a Satanás si
tu ser interior está vacío y hambriento. Dondequiera que vayas, hagas lo que hagas, conserva
las líneas de suministro. "orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu"
(Efesios 6:18). "Orad sin cesar" (1 Tesalonicenses 5:17).
La oración es la manera en la que los guerreros espirituales reciben suministros del cuartel
general. Aventurarse a nuevas situaciones sin oración es como lanzar una invasión militar sin
ningún tipo de línea de suministro. Puedes probar muchas de cosas, verter tu esfuerzo y
energía en ellas, y llegar a sentirte débil y vacío por dentro. Esto es cierto para cualquier
guerrero que deja de orar, y es especialmente cierto para los líderes. Si eres un pastor, un
anciano, o un maestro, puedes ser muy hábil y tener algunas ideas excelentes. Puedes ser
como un soldado de élite con una formación excelente, con la mejor protección, con lo último
en armamento, y con la estrategia más brillante. Pero, ¿cuántas victorias puedes ganar si te
estás muriendo de hambre?
Sin la oración, el hombre interior se vuelve más vacío, más débil y hambriento, y termina en la
derrota. Algunos líderes de la iglesia caen en escándalos. Otros no hacen nada horrible;
simplemente dejan el ministerio en medio de desánimo y de desesperación. ¿Cuándo es que
los líderes se vuelven más vulnerables a la conducta escandalosa? A menudo esto sucede
después de que han vertido su energía en todo tipo de personas y proyectos sin tomarse el
tiempo para renovar sus propias almas por medio de la oración y de la comunión con Dios.
¿Qué hace que algunos líderes que se agoten, desistan, y renuncien a su vocación? A
menudo no se trata de una falta de talento, de formación o de logro sino debido a que
descuidan su propio espíritu por mucho tiempo y no mantienen su línea de suministro en el
Espíritu Santo de Dios. Mucho antes de que Satanás ataque con una tentación escandalosa
en particular o con una sensación más abrumadora de desesperación, él puede estar ocupado
atacando primero las líneas de suministro, impidiéndote la conexión con Dios mediante la
oración.
Mantén abierta la línea de suministro. "Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el
Espíritu." Mantente en contacto con Dios. Que su Espíritu nutra tu espíritu. En seguida, serás
capaz de resistir la tentación y el desánimo, y podrás ayudar a aquellos que te rodean. Como
dice la Biblia, "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece... Así que mi Dios les proveerá de
todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús" (Filipenses
4:19 NVI). Cuando tienes ese tipo de línea de suministro, puedes darte un festín con la
bondad de Dios y regocijarte en él. Este es el alimento que necesitas para mantenerte firme
en contra de Satanás.
Línea de Comunicación
La oración es nuestra línea de suministro. Es también nuestra línea de comunicación. La
comunicación es vital para cualquier relación, y especialmente para nuestra relación con
Dios. En la oración conversamos con Dios como nuestro Padre y amigo, pero aquí quiero
hacer hincapié en la oración guerrera: la comunicación con el Señor como nuestro
comandante supremo.
Una fuerza militar necesita una excelente comunicación y coordinación con el fin de ganar
batallas. Los soldados deben saber lo que quieren sus comandantes. Los generales deben
saber de dónde están viniendo los ataques, dónde se necesitan refuerzos, y cómo está
progresando cada unidad. En la guerra espiritual, la oración es la forma por medio de la cual
se está en contacto con el cuartel general y se coordinan nuestros propios esfuerzos con el
plan de batalla del Señor.
Si eres un soldado de Jesús, él no te quiere corriendo para todos lados, luchando aquí y allá,
sin conocer tus órdenes. Necesitas la dirección de tu jefe para que sirvas a su estrategia. En
otras palabras, necesitas su sabiduría. ¿Cómo puedes obtenerla? La Biblia dice: "Si alguno de
vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin
reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). Para obtener la sabiduría y la guía de Dios, ¡sólo
pídela! ¡Ora! Tu comandante no te recriminará por pedir. Él te guiará y te dirigirá al lugar
donde él quiere que estés. Él te brinda una formación básica y una orientación general a
través de la Biblia, y cuando necesitas una guía especial para una situación particular, su
espíritu le inculca a tu espíritu el curso de acción más sabio. Pero esto no es automático.
Debes pedir. Debes estar "orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu."
Entre más te comuniques con Dios, más se comunicará él contigo y te hará saber lo que él
quiere que hagas.
Puedes comunicarte con el cuartel general para averiguar lo que Dios quiere, y también
puedes orar para decirle a Dios lo que necesitas. Esto te da una gran ventaja en la guerra
espiritual. A veces puedes sentirte abrumado por las fuerzas de Satanás. Sentirte rodeado y
sin salida. Pero todavía puedes orar. Puedes llamar al cuartel general para que lleve a cabo
un ataque aéreo. Los soldados que están respaldados por el poder superior aéreo no son
necesariamente derrotados sólo porque su unidad es sobrepasada en armamento y le es
ganada la partida en el suelo. Pueden usar la radio para pedir ayuda adicional, y en pocos
minutos, aviones de combate o helicópteros de ataque serán lanzados para hacer frente al
enemigo. Incluso si eres un humilde soldado de infantería del ejército de Dios, el apoyo aéreo
se trata sólo de una oración a distancia. Dios puede enviar ángeles adicionales para tu
defensa, y puede dirigir su propia gran poder en contra de las fuerzas del mal que te tienen
identificado.
En Éxodo 17, la Biblia describe una batalla entre el pueblo de Dios, los hijos de Israel, y sus
enemigos mortales, los Amalecitas. Los soldados israelitas bajo el mando de Josué
marcharon contra el enemigo, mientras Moisés subió a la cima de una colina para
orar. "Cuando alzaba Moisés su mano [en oración], Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su
mano, prevalecía Amalec" (Éxodo 17:12). Los soldados sobre el terreno podrían ganar
únicamente con el apoyo aéreo del cielo. Moisés se cansaba demasiado para mantener sus
manos al aire y otros dos hombres lo apoyaban "Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de
un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol".
(17:13). Eso le permitió al pueblo de Dios derrotar a sus enemigos.
La victoria depende de la oración. ¿Por qué? Porque la victoria depende de Dios. Jesús nos
dice: "Sin mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). El apóstol Pablo, quien escribió Efesios 6 y que
conocía mucho sobre la guerra espiritual, sabía que por su cuenta, él no tenía lo que se
necesitaba para llevar a cabo su misión. Pablo dijo: "Nuestra competencia proviene de Dios"
(2 Corintios 3:5).
Un hombre una vez les pidió a los discípulos de Jesús que se hicieran cargo de un demonio
de su hijo. Los discípulos ya habían tenido éxito expulsando algunos otros demonios, pero no
eran capaces de hacer salir a éste. Entonces Jesús vino a la escena, y él tuvo éxito en hacer
que el demonio se marchara. Más tarde, sus discípulos le preguntaron en privado: "¿Por qué
nosotros no pudimos echarle fuera? Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con
oración" (Marcos 9:28-29).
Eso es cierto para muchos enemigos que enfrentamos y para muchos problemas que
tenemos: estos géneros pueden ser manejados solamente mediante la oración. Puede haber
algunas cosas a las que podemos hacer frente simplemente mediante el uso de la fuerza que
Dios ya nos ha dado, pero algunos enemigos son tan fuertes que necesitamos más energía de
la que hemos recibido hasta ahora. La manera de obtener ese poder es la oración. Cuando el
enemigo es demasiado para ti, utiliza tu línea de comunicación para llamar al cuartel general
de manera que te envíen más apoyo aéreo.
Orando por Todos los Santos
La oración es la línea de suministro y de comunicación para cada soldado individual de Cristo,
y recuerda: tú no eres el único soldado en la lucha. Si eres Cristiano, eres parte de un ejército.
No sólo debes cuidar de ti mismo, sino de tus compañeros de armas en la lucha en contra de
Satanás. Lo que le ocurra a cualquier parte de la iglesia afecta a toda la iglesia (1 Corintios
12:26). Si tienes éxito en contra de Satanás, esto ayuda a tus compañeros de armas; si ellos
tienen éxito, eso te ayuda. Si fallas, eso daña su posición; si ellos fallan, eso te daña. El
apóstol Pablo dice: "¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no
me indigno?" (2 Corintios 11:29). En el ejército del Señor, son todos para uno, y uno para
todos. Por eso, cuando ores, no sólo ora por ti mismo. Ora por todos aquellos que están
luchando por el Señor junto contigo. "Velando en ello [en oración] con toda perseverancia y
súplica por todos los santos." (Efesios 6:18) No te limites a orar por tu propia congregación o
denominación. Ora por la iglesia de Jesús en todo el mundo.
A veces, cuando alguien está pasando por un momento de terrible estrés o sufrimiento, le
resulta difícil orar. Su mente está girando, su espíritu se agota, y ya ha orado tanto se siente
que ya no tienen más oraciones. Pero incluso si ellos están tan abrumados que apenas
pueden orar, tú puedes orar por ellos. Un gran número de Cristianos que han pasado por
tiempos difíciles me han contado acerca del consuelo que era saber que incluso cuando ellos
no podían orar, otros estaban orando por ellos, y Dios estaba escuchando esas oraciones.
Parte de la guerra espiritual es estar alerta no sólo ante los ataques de Satanás hacia ti, sino
ante sus ataques hacia los demás, y orar no sólo por ti mismo, sino por aquellos que se
enfrentan a los ataques más feroces.
Cuando oras por otros, esto es bueno para ellos, y es bueno para ti. Uno de los problemas
más graves para muchos de nosotros hoy en día es simplemente el egocentrismo. Es posible
estar tan concentrado en mi salud, en mi éxito, en mi aspecto, en mi reputación, en mi
posición espiritual que me enfermo en el espíritu. Si todo en lo que pienso es en mí, y si todo
lo que pido es sobre mí, eso me pone espiritualmente enfermo. Muchos individuos e iglesias
podrían pasar de los pequeños problemas si sólo reconocieran la gran amenaza de Satanás,
confiaran en el poder de Dios, y oraran los unos por los otros, por todos los santos y por el
avance del reino de Dios, en lugar de centrarse en sí mismos.
Ora por todos los santos. Ora por los jóvenes Cristianos que están rodeados por más
tentaciones que cualquier generación de la juventud en la historia. Ora por los padres
Cristianos que no están seguros de estar listos para el reto de criar hijos. Ora por los
Cristianos individuales que luchan contra la soledad. Ora por los Cristianos de mediana edad
que se preguntan si su vida cuenta mucho. Ora por los Cristianos de edad avanzada que se
encuentran en un estado de salud delicado y que pueden estar enfrentando los crueles
ataques demoníacos de la duda y del miedo a medida que la muerte se acerca.
Ora por todos los santos. Ora por los maestros Cristianos que son mentores de los niños. Ora
por los Cristianos en los negocios que batallan por ser honestos. Ora por los agricultores
Cristianos y por los obreros, abogados cristianos, médicos, y por otros profesionistas, que
luchan para aplicar su fe en su profesión. Ora por todos los Cristianos de todas partes que
deben ser luz para Cristo mientras luchan en contra de los ataques de Satanás.
Ora por todos los santos, especialmente por aquellos que son perseguidos o que están
encarcelados. La Biblia dice: "Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente
con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo"
(Hebreos 13:3). Muchos Cristianos perseguidos dicen que esto es lo que más desean: ser
recordados, que oren por ellos, saber que no han sido abandonados por Dios u olvidados por
los hermanos en la fe.
Orando por los Líderes de la Iglesia
Por favor, ora también por los pastores y por los misioneros. Cuando Pablo les dijo a los
Efesios que oraran por todos los santos, agregó, "[Oren] por mí, a fin de que al abrir mi boca
me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual
soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar" (6:19-20). Si
este poderoso hombre de Dios pedía oraciones por él, entonces seguramente tu pastor
necesita tus oraciones. Otros líderes Cristianos necesitan tus oraciones. La efectividad de un
predicador no depende sólo de su talento o incluso de sus propias oraciones, sino de las
oraciones de su pueblo. Una vez alguien le preguntó al predicador inglés Charles Spurgeon el
secreto de su éxito para ganar a tantos miles para Cristo. Spurgeon respondió: "Mi gente ora
por mí".
¿Por qué cosa debes orar? ¿Qué debes pedirle a Dios que haga por los predicadores y los
líderes? Ora para que Dios les dé un mensaje y el denuedo de hablar claramente ese
mensaje. Eso es lo que Pablo quería. Él estaba en la cárcel, pero no le pidió a los Efesios que
oraran por su libertad. Se encontraba en mal estado de salud, pero que no les pidió que
oraran para que prosperara y tuviera éxito. Pablo les pidió que oraran para que él fuera capaz
de anunciar a Cristo sin miedo.
Siempre me siento motivado cuando alguien dice, "Oro por ti." Al igual que Pablo, aprecio
especialmente las oraciones para que Dios me dé palabra y me haga valiente. ¿Sabes lo
difícil que puede ser para un predicador preparar un mensaje y hablar las palabras
adecuadas? ¿Sabes lo difícil que es tener denuedo? Soy tímido por naturaleza. El denuedo no
es algo natural para mí. me gusta llevarme bien con las personas. No me gusta ofender a
nadie. Y sin embargo, si hablo el mensaje de Dios, algunos se ofenderán. Necesito oraciones
acerca de que estaré libre de preocupaciones sobre la opinión humana y simplemente hablaré
el mensaje de Dios sin temor alguno, cualquiera que pudiera ser la reacción.
Para algunos pastores, tener denuedo es más peligroso de lo que lo es para mí. Algunos
pueden poner en peligro su libertad y su vida si los funcionarios del gobierno se oponen a su
mensaje. Otros pueden poner en peligro sus ingresos y su posición si un miembro rico de su
congregación es ofendido, quiere al pastor fuera y retiene el dinero. Otros pastores pueden
sólo desgastarse tanto en el espíritu que se quedan sin palabras de entusiasmo y no tienen
energía para tener denuedo. Cuando se levantan y predican, es porque tienen que decir algo,
no porque tengan algo que decir. Necesitan las palabras de Dios y el denuedo de Dios. Su
propia vida de oración puede volverse peligrosamente débil, pero si los creyentes están con
ellos y oran por ellos, el Señor puede hacerlos fuertes y con denuedo nuevamente.
La iglesia necesita desesperadamente pastores y líderes que prediquen claramente la Palabra
de Dios y que envían su señal de batalla fuerte y clara. "Si la trompeta diere sonido incierto,
¿quién se preparará para la batalla?" (1 Corintios 14:8). Así que ora por los predicadores. ¡Ora
para que tengan el denuedo para hacer sonar la trompeta de Dios! Ora para digan la verdad
como deben hacerlo: sin miedo, con verdad, con amor y con eficacia.
Estamos en una guerra. Satanás y sus fuerzas del mal están tratando de destruirnos. Así que
se fuerte en el Señor y en el poder de su fuerza. Ponte toda la armadura de Dios. Utiliza la
máxima arma en contra de Satanás, la espada del Espíritu, la Palabra de Dios. Y no
descuides tus líneas de suministro y de comunicación. Ora en el Espíritu en todo momento.
Epílogo
Un Espíritu Ganador
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
(2 Timoteo 1:7).
En la guerra espiritual, necesitas el corazón de un águila, no el corazón de una gallina. Las
águilas son audaces y fuertes, y se elevan en los cielos. "Gallina" es el apodo que te ganas si
eres tímido y cobarde. Las gallinas no vuelan. Su peso es demasiado. La preocupación y el
miedo las hacen demasiado pesados para volar. Pero si eres un águila audaz, tu espíritu es
más ligero y tus alas son más fuertes. Si deseas elevarte a nuevos niveles, se un águila, no
una gallina. Una gallina tiene un espíritu perdedor; un águila tiene un espíritu ganador ¿Qué
es lo que tiene un espíritu ganador que le hace falta a un espíritu perdedor? Por lo menos tres
cosas: poder, amor y dominio propio.
En primer lugar, un espíritu ganador tiene poder, mientras que un espíritu perdedor no. Un
espíritu perdedor se siente como una víctima. Todo parece estar en su contra, y no tiene la
fuerza para tratar con ello. Un espíritu perdedor espera fallar. Sin embargo, un espíritu
ganador espera tener éxito. Un espíritu ganador puede hacer frente a grandes desafíos, pero
se basa en una fuente de fuerza interior más poderosa que cualquier cosa que está en su
contra. Es un espíritu de poder.
En segundo lugar, un espíritu ganador tiene amor; un espíritu perdedor carece de ello. Un
espíritu perdedor se siente abandonado, solo, maltratado, no amado. Al sentirse tan poco
amado, un espíritu perdedor no puede dar amor de una manera sana o construir relaciones
sólidas. Un espíritu ganador, por el contrario, se siente apreciado, aceptado, bendecido,
amado. Un espíritu ganador--seguro de ser amado con un amor enorme y sin fin--está
dispuesto a ampliar el círculo del amor y construye relaciones prosperas y amorosas con los
demás. Es un espíritu de amor.
En tercer lugar, un espíritu ganador tiene autocontrol; un espíritu perdedor se siente fuera de
control. Un espíritu perdedor se siente dominado por situaciones que no puede cambiar y por
impulsos incontrolables, entrando en pánico, actuando tontamente por impulso o
comportándose imprudentemente. Un espíritu ganador puede enfrentar cualquier desafío con
una sensación de calma y de propósito. Mantiene la cabeza fría y toma decisiones con base a
lo que es mejor, no al pánico o al impulso. Es un espíritu de autocontrol.
¿Eres un águila con un espíritu ganador de poder, de amor y de dominio propio? ¿O eres una
gallina con un espíritu perdedor? No es divertido tener esa sensación de gallina, y no es la
forma en la que estás destinado a vivir. Tal vez te sientes atrapado con un espíritu perdedor.
¿Cómo puedes deshacerte de ello? ¿Cómo puedes tener un espíritu ganador en su lugar?
Bueno, no sólo trates de pensar positivo. No solo te limites a trabajar para ser un poco más
valiente o para tener una perspectiva más brillante. Tratar de darte a ti mismo un espíritu
ganador no funcionará. Si eres una gallina, no te ayudará mucho decidir que de ahora en
adelante volarás alto en el cielo. Las gallinas pueden batir sus alas e incluso elevarse del
suelo por unos momentos, pero siempre vuelven a bajar con un golpe seco. Si eres una
gallina, puedes tratar de volar, puedes tratar de cambiar tu actitud y convertirte por ti mismo en
la persona que deseas ser, pero hacer esfuerzos por ti mismo para hacer que un espíritu
perdedor actúe como un espíritu ganador termina en un golpe seco.
Si quieres un espíritu ganador, no dependas de tu propio espíritu débil. Todos somos gallinas
en el corazón. Cuanto antes lo admitamos, mejor. Carecemos de poder. Nos falta amor. Nos
falta autocontrol. Para volar como un águila, tenemos que renunciar a nuestro propio espíritu
tímido y buscar un espíritu superior al nuestro, el Espíritu Santo del Señor Jesucristo. La Biblia
dice que en nuestro propio poder, incluso el más fuerte de nosotros, finalmente tropieza y se
queda sin energía, "pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas
como las águilas" (Isaías 40:31).
Necesitas tener el Espíritu Santo de Dios en ti, y necesitas tener en cuenta el efecto
transformador que él tiene en tu espíritu. "Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía,
sino de poder, de amor y de dominio propio" (2 Timoteo 1:7).
Espíritu de Poder
Con el fin de tener un espíritu ganador como de águila, necesitas poder: el poder para hacer
frente a los retos, el poder para superar el desánimo, el poder para resistir la tentación, el
poder para manejar cualquier situación que la vida te depare. Necesitas poder no sólo para
sobrevivir sino para prosperar, no sólo para defenderte, sino para pasar a la ofensiva y para
avanzar. Para ganar en la guerra espiritual, necesitas el tipo de poder del cual habló el apóstol
Pablo cuando dijo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).
Un espíritu ganador de águila exclama, "¡Puedo hacer todas las cosas!” Pero un espíritu
perdedor de una gallina se queja, "no puedo hacer nada". Es horrible tener una mentalidad de
víctima. La mentalidad de víctima viene de muchas formas. Fuiste abusado de niño, por lo que
eres inútil y nunca llegaras a nada. O te has sumergió en el alcohol y en las drogas, y nada
puede romper tu adicción. O tu vida matrimonial y familiar es un desastre, y no hay manera de
que jamás puedas disfrutar de relaciones alegres y positivas. O has perdido tu trabajo, y no
tienes lo que se requiere para tener éxito en el mundo de hoy. O has hecho algo tan horrible
que Dios posiblemente no puede perdonarte o amarte. Estás sucio. Eres impotente. Estás
desesperado. ¿Cuál es la razón para tratar de seguir adelante? De todos modos vas a
fracasar. Tú simplemente eres una gallina que se dirige hacia el matadero.
Oigo a varias personas que hablan de esa manera. Escucho fracaso en sus voces. Veo
desesperación en sus ojos. A medida que hablan de sus problemas y de cuan sombrío se ve
el futuro, me pone triste, y me enoja. Me da pena que se sienten tan desesperados, y me da
coraje que Satanás les ha estado mintiendo.
Satanás quiere que pensemos que no hay manera de superar las fuerzas que están en contra
de nosotros. Satanás quiere que creamos que el pecado, la tristeza, el fracaso y la muerte son
todo lo que nos depara el futuro. ¡Pero Satanás es un mentiroso! Él quiere que te sientas
indefenso y que pienses que no hay manera en la que puedas ganar. Pero eso es una
mentira.
La verdad es esta. Satanás no tiene oportunidad en contra del poder de Dios. Satanás es más
fuerte que nosotros por nuestra cuenta, pero Satanás y todos sus demonios combinados no
tienen ninguna posibilidad en contra de una sola persona que tiene el poder del Espíritu Santo
de Dios. La única forma en la que Satanás puede derribarte es al alimentarte de mentiras.
Satanás puede empezar diciéndonos la mentira de que te puede ir muy bien por tu cuenta sin
Dios. Te sientes inteligente, fuerte y seguro de tener éxito. ¿Quién necesita a Dios? Pero en
algún momento, esa mentira por lo general es expuesta. Tu vida empieza a derrumbarse. Se
hace evidente que no puedes hacerlo por tu cuenta. En ese momento, Satanás cambia a una
nueva mentira. Dice que eres un perdedor, que siempre serás un perdedor, que no tienes
ninguna posibilidad de ser nadie ni de hacer nada. Solo aceptas que eres una gallina
condenada a ser devorada.
Satanás trata de enterrarte en tales mentiras para que no puedas centrarte en el hecho de que
Dios es mucho más poderoso que Satanás y que de esa manera nunca te conectes con el
poder de Dios mediante la fe. En el momento en el que empieces a creer en el poder de Dios
y percibas su poder que actúa en ti, Satanás no tiene ninguna posibilidad. Satanás tratando de
vencer a Dios es como un mosquito que intenta vencer a un tigre. Mediante la fe en el poder
de Dios, puedes aplastar bajo tus pies a Satanás (Romanos 16:20), y él lo sabe. Nada asusta
más al diablo que la fe. El diablo tiembla cada vez que una persona rechaza sus mentiras, que
cree en la fuerza omnipotente del Dios vivo, y que está en contra de Satanás por medio del
poder del Espíritu Santo.
Si pones tu fe en Jesús y tienes al Espíritu Santo viviendo en ti, entonces tienes un poder
dentro de ti mayor que cualquier poder en todo el mundo, mayor que el poder de Satanás
mismo. La Biblia les dice a los Cristianos: "Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido;
porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4). ¿Cómo
puedes poner en acción el poder de Dios en tu lucha en contra de Satanás? Por medio de la
fe. Por medio de la fe rechazas las mentiras de Satanás. Por medio de la fe crees la verdad de
Dios en Cristo. "Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que
vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?" (1 Juan 5:4, 5).
La fe es la manera de recibir el perdón de los pecados y la vida eterna, y la fe es también la
forma de derrotar a Satanás y sus esquemas.
La fe en Jesús es la tubería a través de la cual fluye el poder del Espíritu Santo. El poder del
Espíritu Santo es el mismo poder por el cual Jesús hizo sus milagros. Jesús predicó el
evangelio en el poder del Espíritu Santo. Jesús echaba fuera demonios en el poder del
Espíritu Santo. Jesús daba vista a los ciegos y oído a los sordos por medio del poder del
Espíritu Santo. Jesús hizo que los cojos caminaran y que las personas paralizadas bailaran
por medio del poder del Espíritu Santo. Jesús incluso levantó a los muertos a la vida por
medio del poder del Espíritu Santo. De hecho, fue el poder del Espíritu Santo el que levantó a
Jesús de la tumba y le dio la victoria decisiva sobre la muerte, sobre el pecado y sobre
Satanás.
Todos estos milagros fueron sorprendentes, pero igual de sorprendente es el milagro que
Cristo hace cada vez que toma un alma muerta en pecado y la lleva a la vida por medio de su
Espíritu. Todavía hoy el Espíritu Santo echa fuera demonios y libera a las personas de
Satanás. Todavía hoy el Espíritu Santo rompe barreras y trae sanidad e integridad. Todavía
hoy el Espíritu Santo llena a los individuos y transforma a las familias. Todavía hoy el Espíritu
transforma a las gallinas terrestres en águilas voladoras. Todavía hoy el Espíritu Santo trae el
poder de la resurrección de Cristo a la vida de la gente común.
Jesucristo es omnipotente, y ese mismo poder está en nuestros corazones si tenemos a su
Espíritu Santo viviendo en nosotros. Algunas religiones son en su mayoría rituales y palabras
sin vida o sin poder, pero la verdadera fe en el Señor Jesús vivo es mucho más que eso. "El
reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder" (1 Corintios 4:20).
Este poder es una gran protección. Si confías en el Cristo resucitado y tienes a su Espíritu
habitando en ti, entonces "sois guardados por el poder de Dios mediante la fe" (1 Pedro 1:5)
Este escudo no es sólo algo que debes tener, sino algo que debes utilizar. "Tomad el escudo
de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno" (Efesios 6:16).
No estás solo en contra de las cosas desagradables o de las fuerzas vagas. Estás en contra
de espíritus de maldad personales y de odio, dirigidos por el mismo Satanás. Satanás va a
seguir disparándote dardos de fuego, pero no tengas miedo. La fe es a prueba de fuego. Con
cada nuevo ataque de Satanás, ocúpate de renovar tu fe. Serás guardado por el poder de
Dios de aquello que Satanás haga. El diablo quiere que pienses que él no puede ser vencido,
pero el Espíritu Santo dentro de ti es mayor que el diablo fuera de ti. La fe te dará la victoria,
incluso si Satanás y el mundo entero están en tu contra.
Todos necesitamos este estímulo, incluso los líderes Cristianos--¡especialmente los líderes
Cristianos! Nadie se enfrenta a ataques más feroces por parte de Satanás que aquellos de
nosotros que tenemos un llamado especial para guiar a otros en la fe. Podemos desanimarnos
por nuestros propios pecados y capacidades limitadas. Podemos decepcionarnos por una
iglesia que parece estar anclada en un bache o por una comunidad que no parece responder
al Evangelio. Podemos desalentarnos por los resultados que no están a la altura de nuestras
esperanzas. Podemos quedar desorientados y engañados por las mentiras astutas que
Satanás dice a través de los estudiosos que niegan o que distorsionan la Biblia. Podemos
llegar a estar dudosos, tímidos y cansados. Podemos preguntarnos por qué estamos en el
ministerio. Podemos preguntarnos si hay algún punto para seguir a Jesús.
Sin embargo, compañero líder, ¡no te rindas! ¡no tengas miedo! "Dios no nos ha dado un
espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio" (2 Timoteo 1:7 NVI). Estas
palabras de Dios fueron dadas primero para animar a un pastor. El joven pastor Timoteo
tendía a ser tímido, por lo que el apóstol Pablo lo animaba. Nosotros los líderes necesitamos
animar a los demás y recordarles qué tipo de espíritu nos ha dado Dios--no es un espíritu
tímido, sino el espíritu Santo poderoso de Cristo mismo.
Si eres un Cristiano y tienes el Espíritu Santo viviendo en ti, entonces ¡sé audaz! ¡sé
fuerte! ¡Se valiente! ¡alégrate ferozmente! No dejes que los ataques de Satanás te
derrumben. Cada nuevo ataque que enfrentas es una oportunidad para ganar otra
victoria. Cuando Satanás te ataque, contratácalo. No dejes que sus ataques te asusten. Deja
que te alegren. Si Satanás está lanzándote descarga tras descarga de dardos de fuego,
significa que está preocupado por ti. Eres una amenaza para él. Alégrate por eso.
"Resistid al diablo, y huirá de vosotros" (Santiago 4:7). Lucha en el poder del Espíritu, y
ganarás. Satanás quiere asustarte con la mentira de que él está ganando, pero la verdad es
que él ya ha perdido. Cristo está en el trono, y él les da a los creyentes el Espíritu de poder.
Espíritu de Amor
Junto con el poder, otra bendición del Espíritu Santo que cambia nuestra vida es el
amor. Nada en todo el mundo importa tanto como saber que eres amado y que eres capaz de
amar a otros. La Biblia dice que aquellos que confían en Cristo son capaces de regocijarse
incluso en medio de los problemas y que tienen una gran esperanza para el futuro, "porque el
amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue
dado" (Romanos 5:5).
Dios mostró su gran amor al enviar a su Hijo, Jesús, para morir por nosotros cuando todavía
éramos pecadores impíos y enemigos del Señor (Romanos 5:8). La muerte de Jesús en la
cruz fue una vez y para siempre el pago más que suficiente para cubrir los pecados del
mundo. Si Dios nos amó tanto, cuando éramos enemigos que luchaban contra él, ¿qué puede
hacer que deje de amarnos una vez que hemos sido hechos sus amigos? Una de las
principales obras del Espíritu Santo es simplemente sellar el amor de Dios en nuestros
corazones.
Siempre me sorprendo cada vez que veo el cambio que ocurre en las personas que realmente
empiezan a conocer en su corazón que Dios las ama. Su exterior duro y rebelde se ablanda y
se derrite. Su percepción de estar podridos y de ser indignos de ser amados da paso a la
alegría y a la calidez de ser apreciados por Dios. Las adicciones auto destructivas y los
pensamientos suicidas comienzan a encogerse y una nueva voluntad por vivir se hace cargo.
En algunos casos, el cambio es repentino y sorprendente. En otros casos se produce durante
un período de tiempo, con muchos altibajos. Pero el cambio es inconfundible. El amor de Dios
puede derramarse de prisa, o puede gotear lentamente y en secreto, pero el resultado es el
mismo: un corazón lleno del amor de Dios.
Una vez que el amor de Dios fluye hacia ti, el amor de Dios también comienza a fluir desde tu
interior hacia los demás. He visto que mujeres que alguna vez fueron perversas se
convirtieron en algunas de las esposas más fieles y madres más tiernas que conozco, gracias
al amor de Dios. He visto que hombres que eran duros y egoístas se vuelven esposos
cuidadosos y padres cariñosos y sabios, gracias al amor de Dios. He visto parejas al borde del
divorcio renovados en el amor el uno al otro después de que el amor de Dios entró en su vida,
gracias al amor de Dios. He visto que aquellos que son esclavos de las drogas y del alcohol
son liberados y hechos activos en llevarles libertad a los demás, gracias al amor de Dios. He
visto que los adictos al trabajo codiciosos y duros de corazón se vuelven amables y
generosos, gracias al amor de Dios. He visto que los adolescentes suicidas y odiosos se
vuelven esperanzadores y serviciales, gracias al amor de Dios. He visto que los criminales que
crecieron en hogares sin amor y que cometieron terribles hechos se vuelven ansiosos por
rescatar a otros del odio y de las mentiras de Satanás, gracias al amor de Dios. Nada es más
letal que ser un aborrecedor que se siente odiado, y no hay nada que cambie más nuestra
vida que ser un amante que se siente amado.
Sin embargo, incluso los seguidores de Jesús a veces se olvidan de lo mucho que son
amados y pueden dejar de amar a los demás. Ellos se vuelven temerosos en sus propios
corazones y ásperos en sus actitudes hacia los demás. La Biblia habla de un tiempo cuando
un pueblo no acogió a Jesús y a sus discípulos a causa de los prejuicios raciales y políticos.
Eso puso furiosos a los seguidores de Jesús. "Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan,
dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los
consuma? Entonces volviéndose él, los reprendió… Y se fueron a otra aldea" (Lucas 9:54,
56).
Algunos manuscritos bíblicos antiguos dicen que cuando Jesús los reprendió, dijo, "Vosotros
no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas
de los hombres, sino para salvarlas." Si quieres que Dios arruine a tus enemigos al instante,
no está en armonía con el Espíritu Santo de Cristo. Él no es un espíritu de odio y de venganza
constante; es un Espíritu de amor, de paciencia, y de otra oportunidad.
Si esa no es nuestra actitud hacia los demás, si tenemos una actitud dura y vengativa hacia
ellos, puede significar que nosotros mismos aún no nos sentimos seguros en el amor de
Dios. La "ira justa" puede ser una máscara de angustia interior. Una actitud fría y cruel hacia
los demás puede fluir de una falta de fe en el amor de Dios por nosotros. Incluso si le
pertenecemos, todavía podemos carecer de la seguridad plena y de la experiencia de su
amor, y esto puede envenenar nuestro comportamiento hacia los demás y robarnos la alegría
que Dios quiere que tengamos. la Biblia dice en repetidas ocasiones que el Espíritu Santo
reemplaza el miedo con amor. "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera
el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado
en el amor" (1 Juan 4:18). "Los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de
Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que
habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo
da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios" (Romanos 8:14-16).
¿Sabes en tu espíritu que eres un hijo amado de Dios a través de Jesucristo? ¿El Espíritu
Santo ha inundado tu corazón con mucho del amor de Dios que el miedo ha sido expulsado?
Te sentirás como una gallina y un perdedor, siempre y cuando temas que nadie te ama
realmente--al menos nadie que sepa cómo eres realmente. Pero si sabes que Dios te ama
totalmente y para siempre, a pesar de que él conoce todas las cosas malas que has hecho y
el mal que aún se esconde en tu corazón, entonces el amor de Dios te da un espíritu ganador,
un espíritu que se eleva sobre alas de águila.
Espíritu de Dominio Propio
Una tercera bendición del Espíritu Santo, junto con el poder y el amor, es el autocontrol. De
hecho, el poder y el amor son la clave para el autocontrol.
El poder del Espíritu construye el autocontrol que te impide entrar en pánico y perder el control
al enfrentar las cosas que suceden a tu alrededor. El hecho de saber que tienes poder interior
para ganar, te mantiene en calma y te hace disfrutar de la paz que sobrepasa todo
entendimiento. Tú dominas la situación; la situación no te domina. El poder de Dios te permite
controlarte.
El amor del Espíritu construye el autocontrol que te da una mente sana, un realismo sano y
una personalidad estable. Las personas que están fuera de control a menudo son impulsadas
por el odio o por un ansia desesperada de amor que nunca ha sido satisfecha. La grave falta
de autocontrol aparece de diversas formas--alcoholismo, adicción a las drogas, problemas de
alimentación, compulsiones sexuales, obsesión por el trabajo, incapacidad para controlar la
ira--pero sea cual sea la forma, estos problemas suelen surgir en un espíritu hambriento de
amor. Una vez que el deseo es satisfecho mediante el Espíritu Santo derramando el amor de
Dios en tu corazón, los viejos impulsos ya no te dominan. El amor de Dios te pone en tu sano
juicio y te da autocontrol.
¿Tienes un espíritu ganador? ¿Tienes el poder, el amor y el autocontrol que te permiten volar
como un águila? Sólo el Espíritu Santo puede hacer que esto sea una realidad para ti. Sólo el
Espíritu puede elevarte del suelo, y sólo el Espíritu puede mantenerte en las alturas. Como
dice la Biblia, "la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros" (2 Corintios 4:7). El
Espíritu que Dios nos dio no nos hace tímidos, sino que nos da poder, amor y dominio propio.
Sólo a través de la fuerza del Espíritu puedes seguir a Jesús a la victoria sobre el diablo,
sobre el mundo y sobre la carne. ¡Así que sé fuerte en el Señor y en el poder de su fuerza!
Agradecimientos
En mi propia guerra espiritual y al escribir este libro, he encontrado mucha ayuda en los
escritos de los guerreros Cristianos de los primeros siglos: William Gurnall, El Cristiano en
Armadura Completa; John Bunyan, El progreso del Peregrino y La Guerra Santa; Martyn
Lloyd-Jones, La Guerra Cristiana y el Soldado Cristiano; y C.S. Lewis, Cartas del Diablo a su
Sobrino. Incluso cuando no cito estas fuentes, les debo una gran deuda en casi todas las
páginas.
Como pastor de las iglesias de Strathroy, Ontario, y Monee, Illinois, he aprendido y enseñado
mucho de lo que digo en este libro. En Ministerios de Regreso a Dios, he compartido estas
cosas con una audiencia internacional, y he aprendido mucho de aquellos que
respondieron. Como Rector del Instituto de Líderes Cristianos, interactúo con estudiantes de
muchos países y me hago una idea de las batallas que enfrentan. Me regocijo en su ahínco
para llevar a cabo la misión que Jesús les ha dado, y admiro su coraje dado por el Espíritu
para permanecer de pie en contra del mal.
Aquellos que me conocen mejor y me aman más--mi familia y, sobre todo, el Señor de los
ejércitos--permanecen fieles a mí a pesar de mis defectos y derrotas. La gracia me hace
seguir adelante. "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).
Instituto de Líderes Cristianos
El Instituto de Líderes Cristianos ofrece una formación gratuita en línea para todo el
mundo. Todas las personas llamadas por Dios, a pesar de sus ingresos, pueden convertirse
en líderes bien entrenados sin costo alguno para ellos. Mentores locales y pastores de
muchos países colaboran con la facultad de ILC en la tarea de equipar a miles de nuevos
líderes.
David Feddes sirve como Rector del Instituto de Líderes Cristianos. Está a cargo del plan de
estudios y trabaja con otros profesores para asegurarse de que cada curso proporcione una
formación ministerial de alta calidad. Muchas clases presentan videos y escritos del Dr.
Feddes. El objetivo del ILC es levantar líderes de avivamiento con corazones llenos del fuego
del Espíritu Santo y con mentes formadas por la verdad bíblica.
Si estás buscando una formación para el ministerio sin costo y de alta calidad o si deseas
apoyar financieramente al ILC para que más líderes pueden estar equipados para la misión de
Dios, por favor visita el sitio web del ILC: www.christianleadersinstitute.org
El Ministerio de la Liberación
El Ministerio de la Liberación
Una declaración de Consenso de Evangélicos Pentecostales, Carismáticos e Históricos
Redactado por Gerry Breshears, Ph.D.
Presentado por David Feddes, Ph. D.
1
Dios reina supremamente sobre todo el universo, y lo gobierna para Su gloria suprema
(Ps. Dios reina supremamente
Dios reina supremamente por encima de todo el universo y lo gobierna para su gloria suprema
(Salmos 33: 10-11, 103: 19, Isaías 14: 24-27, Efesios 1:11). Él derrotó decisivamente los
poderes de las tinieblas, desarmándolos y triunfando sobre ellos en la cruz (Col. 1:16, 2:13-
15; 1 Pe. 3:22). Dios está finalmente a cargo de todos los asuntos de Su universo y no
debemos temer a una victoria satánica (Rom. 8:38-39; Ef. 1:20-22).
La guerra espiritual
En la guerra espiritual los creyentes buscan
• redimir a las personas que no son salvas del reino de Satanás por medio de la proclamación
del evangelio (Hechos 26:16-18; 2 Cor. 4:4-6).
• resistir a las agresiones demoníacas contra ellos mismos y contra la iglesia sometiéndose a
Dios, manteniéndose firmes en la fe y poniéndose la armadura de Dios, es decir, practicando
en oración las disciplinas esenciales del crecimiento espiritual dentro de un cuerpo local de
creyentes (Ef. 6:13-18; Santiago 5:19-20). 4:7-10; 1 Pe. 5:6-9).
Alerta, no obsesionado
Los creyentes debemos conocer a Satanás y sus planes para que podamos enfrentarnos a
ellos. Sin embargo, debemos ser precavidos de no darle a Satanás la atención indebida por
medio de un estudio excesivo sobre él o sobre sus planes (2 Corintios 2:11). Esto puede
llevarnos a una fascinación, temor, sobreestimación de su poder o incluso a una forma
de adoración satánica.
Direcciones de oración
Dios, no demonios
Algunos dicen que un creyente no puede ser liberado de un pecado u obsesión específica de
una fuente demoníaca excepto a través de una oración de liberación que reprenda al
demonio. Tal oración de guerra dirigida a Satanás y a los demonios no tiene precedente en las
Escrituras y es contrario a la naturaleza de la oración como una comunión familiar con Dios.
Direcciones de oración
Dios, no demonios
Las reprensiones son dirigidas a Satanás y a los demonios como parte de la liberación (Mateo
16:22; 17:18; Marcos 1:25; Lucas 4:41), pero no son oraciones. La oración a Dios por el poder
para resistir la tentación, por la sabiduría y por la fortaleza para mantenerse firme frente a los
ataques de Satanás es una parte vital de la guerra contra el mundo, contra la carne y contra el
diablo.
La demonización es obvia
En la Biblia, la demonización involucraba fenómenos fácilmente reconocibles que eran
sobrenaturales y malvados tanto en origen como en apariencia. No había necesidad de
procedimientos de descubrimiento prolongados o misteriosos para desenmascarar demonios
ocultos. Los métodos contemporáneos de liberación, que dependen en gran medida de tales
técnicas, difieren significativamente de los patrones bíblicos.
La liberación es total
Los exorcismos bíblicos liberaban a los incrédulos por completo de los demonios que los
habían poseído. Su antigua habitación y dominio eran abiertos a la poderosa residencia del
Espíritu Santo a través de la fe del nuevo converso en Jesucristo (Mat. 12:43; Lucas 8:35;
9:42-43).