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EL CREDO
El Credo de los Apóstoles es un manifiesto importantísimo de la
iglesia que expresa la base de las doctrinas centrales de lo que
creemos. Al principio de cada lección siempre aparecerá la parte
que tiene que ver con la lección.
INTRODUCCIÓN
Un breve texto que nos ayudará a actualizar en el tema y animará al
grupo a explorar la lección.
LECCIÓN TEOLÓGICA
Es el desarrollo en profundidad del tema. Te invitamos a que leas
esta sección, y la subrayes mientras te preparas y reflexionas.
Extrae las ideas y los párrafos más importantes. Fíjate en las
preguntas sugeridas que puedes hacer. Dependiendo del grupo,
decide qué aspectos debes exponer y cuáles no. Hemos querido
que tengas una perspectiva amplia, bíblica, teológica e histórica,
pero no necesariamente explicarlo todo en una sesión. Pensamos
que puede enriquecerte de manera personal y si hay jóvenes con
inquietudes puedes compartirlo fuera de la sesión. Te
recomendamos que las sesiones no duren más de una hora u hora y
media. ¡Es mejor dejar con ganas de más que resultar tedioso!
EL ESCÉPTICO
Planteamos algunas preguntas que podrían servir para hablar con
aquellos que todavía no conocen a Jesús, o están en el proceso de
conocerle. El contexto universitario es extraordinario para compartir
las buenas nuevas, pero entendemos que debemos hacerlo de
forma comprensible, dialogada y respetuosa. Estos ejemplos de
preguntas y respuestas nos ayudarán a exponer mejor una fe
razonada.
RESUMEN
Una sección más que está esquematizada con las ideas centrales
planteadas en la lección. Se pueden presentar como tuits, ideas
clave que nos ayuden a anclar el tema.
DIÁLOGOS
Preguntas abiertas para el grupo. Recuerda que el valor añadido de
los grupos es la participación. Es, probablemente, uno de los
objetivos más importantes, y que generará más reflexión. Esta
sección es imprescindible para la buena consecución de la lección.
Estructúrala para llegar a ella sin prisas.
PROFUNDIZA EN TU CREDO
Una corta bibliografía para que puedas compartir con aquellos que
siguen con inquietudes sobre el tema. Queremos que estas doce
lecciones motiven a los estudiantes a seguir conociendo su fe,
enfrentándose a sus preguntas y anclando su vida en un
seguimiento fiel a Jesús.
INTRODUCCIÓN
En el centro de la fe cristiana no se encuentra una serie de dogmas,
ni leyes, ni siquiera una moralidad impuesta, o un libro sagrado
caído del cielo. Tampoco una causa que seguir por encima de todo,
ni una comunidad contracultural o un núcleo de gente buena. Mucho
menos una institución. Todo eso está bien, pero no es la esencia del
cristianismo.
Su razón de ser, su raíz, su esencia, lo que se encuentra en el
centro de todo y da sentido a todo es Jesús, el Cristo. Él cambió la
historia para siempre. Y lo sigue haciendo. Su vida, su muerte y su
resurrección son las cartas que presentamos al mundo. Ser cristiano
es seguirle. Su persona sigue generando interrogantes, pues sigue
vigente, actual, y cada año se escriben cientos de libros sobre Él.
No deja indiferente a nadie. Creemos que lo que pienses acerca de
Él, determina quién eres y quién serás. Si es verdad lo que afirmó y
lo que hizo, Jesús es el tema de conversación más importante que
podemos tener. No hay manera de evadirlo, si Él no es quien dijo
ser, si Él no resucitó, vana es nuestra fe.
Hablemos en primer lugar entonces, de Jesús de Nazaret, el Cristo
de Dios.
«Sin Jesús yo sería ateo», dijo John Stott.
¿Qué piensan de esta frase? ¿Qué quiere decir?
JESUCRISTO
Existe una peculiaridad en el idioma español: el nombre de Jesús y
su título, Cristo, se presentan en una palabra compuesta, Jesucristo.
A pesar de que en otros idiomas no se emplea en una sola palabra
como en el español, tiene cierto sentido reconocer que no pudo
haber habido Jesús sin ser Cristo. En su esencia, él es uno solo,
tanto en su humanidad como en su divinidad.
Cuando un predicador o predicadora pregunta: «¿Cuántos quieren
aceptar a Cristo como Señor y Salvador?», está indicando no
solamente la obra redentora del Señor en la cruz, sino también la
parte nuestra de seguirle y servirle.
EL UNIGÉNITO
El apóstol Juan en su Evangelio lo presenta de manera clara y
directa: «Dios amó tanto al mundo, que dio a su único Hijo, para que
todo el que cree en él no se pierda, sino tenga vida eterna». (Jn
3:16).
No hay mayor sacrificio que dar todo lo que uno tiene. Se ha dicho
que el valor de la ofrenda que las personas dan, no es «cuánto»
traen al altar de Dios, sino cuánto tienen después de haber dado.
Dios el Padre no solo dio a su único hijo, sino también su único hijo
dio su única vida; es decir, Dios en Jesús lo dio todo.
En cierta forma, esto no debería haber sido un misterio para los
judíos, que conocían la historia de Abraham y su decisión de ofrecer
ante Dios a su único hijo (en el sentido «legal») como sacrificio. La
relación entre Dios Padre y Dios Hijo, es evidente en la Biblia,
comenzando con Mateo 2:15, donde se menciona el cumplimiento
de una muy importante profecía de Oseas, cuando dijo: «De Egipto
llamé a mi hijo».
LUZ DE LUZ
La primera obra de Dios en la creación fue establecer la luz, y
Jesucristo fue la luz que vino al mundo. La familia de Dios, los
judíos, habían escondido la luz, la habían guardado para sí mismos.
Al principio de su ministerio, se registra en Mateo 4:16 la profecía de
Isaías: «El pueblo que estaba en tinieblas vio una gran luz y al
pueblo que andaba en regiones de sombra de muerte le
resplandeció la luz». Pero esa luz no era solo para los judíos, el
pueblo de Dios: era también «luz para revelación a los gentiles…».
(Lc 2:32 RVR60).
En el Sermón del Monte, Jesús presenta una enseñanza
interesante al decir: «…Y si tu luz no es más que oscuridad, tu
oscuridad ¡qué negra debe ser!». (Mateo 6:23). No hay peor tiniebla
que pensar que uno está en la luz. Cuando uno tiene la mente
cerrada y está convencido de que lo que cree es la verdad,
difícilmente puede aceptar la luz de Cristo. En efecto, el apóstol
Pablo fue cambiado, solamente cuando «…una luz celestial
deslumbrante lo rodeó de pronto». (Hch 9:3).
Recibir la «luz de Cristo» es un principio para la vida cristiana,
pero es solamente un comienzo. El mismo Pablo escribió: «De la
misma manera, nuestros conocimientos son ahora muy limitados,
como si estuviéramos viendo una figura en un espejo defectuoso;
pero un día veremos las cosas como son, cara a cara. Mis
conocimientos son ahora imperfectos, pero en aquel día podré
conocer tal y como él me conoce a mí». (1 Co 13:12). A medida que
más nos acerquemos a esa luz, y vivamos en esa luz, más
conoceremos cómo es Él. Cuando el apóstol Pablo escribe acerca
del «misterio que había sido revelado», no se está refiriendo a
verdades esotéricas. Más bien, establece claramente que el misterio
se refería al hecho de que la salvación de Dios es para todos, no
para algunos que se consideren selectos, o «electos».
¿Qué piensan acerca de que Jesús es cien por ciento humano y cien
por ciento divino? ¿Por qué es tan importante esa afirmación para
nosotros?
A través de los siglos ha habido un sinfín de controversias
teológicas que culminan en divisiones en el cristianismo. Hasta del
día de hoy, encontramos múltiples «ramas» de pensamiento
teológico en las iglesias. El Credo sirve al propósito de unirnos en
aquello que sí podemos creer para establecer nuestra «unidad en la
fe».
Y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con
gloria, para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin
Hablar de Jesucristo no es solamente pensar en su vida en la
tierra. El Nuevo Testamento culmina con la representación del cielo
y el futuro de la iglesia y los individuos que aceptaron la invitación
de participar en las llamadas «bodas del Cordero».
«Yo estoy siempre a la puerta y llamo; si alguno escucha mi voz
y abre la puerta, entraré y cenaré con él y él conmigo. Al que
salga vencedor, le daré el derecho de que se siente junto a mí
en el trono, de la misma manera que al vencer yo me senté con
mi Padre en su trono». (Ap 3:20-21).
Esa invitación es el punto final de toda las Escrituras: «El Espíritu y
la Esposa dicen: «Ven». Y el que oye también diga: «Ven». Y el que
tenga sed, venga; y el que quiera, beba gratuitamente del agua de la
vida». (Ap 22:17).
La diferencia fundamental entre el cristianismo y otras religiones
es la esperanza de vida eterna que el Señor le ofrece a los
creyentes. Así como Jesús está sentado a la derecha del Padre,
nosotros que creemos en Él también nos reconocemos y
entendemos que «… en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y
nos hizo sentar con él en las regiones celestiales». (Ef 2:6 NVI). Su
Segunda Venida es una promesa en la cual podemos confiar y
anticipar.
Todos seremos juzgados, los vivos y los muertos, pero seremos
juzgados no por nuestra propia justicia, sino por la que el Señor
ganó a favor de nosotros. El juicio de Dios no será en términos
humanos. Primero, no hay nada que podríamos hacer para merecer
la gracia de Dios. Segundo, Jesús ya pagó por nuestras culpas,
nuestros pecados, nuestra falta de fe: «Estoy crucificado con Cristo,
y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Y esta vida que ahora
tengo la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, quien me amó y se
entregó por mí». (Gal 2:20).
El juicio de Dios no se basará sobre nuestro conocimiento o
nuestras ignorancias; no se basará sobre lo que hemos hecho o lo
que no hayamos podido hacer, sino más bien sobre la sencilla fe en
él. Si de veras queremos conocer la persona de Jesucristo,
escuchemos sus palabras, cuando dijo: «Si no se vuelven a Dios,
arrepentidos de sus pecados y con sencillez de niños, no podrán
entrar en el reino de los cielos». (Mt 18:3). En una oración de Jesús
a su Padre, vemos su corazón: «Te alabo Padre, Señor del cielo y
de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios e
inteligentes, y se las diste a conocer a los niños». (Mt 11:25).
Y aquí encontramos el propósito de Cristo. No era solamente
redimir a la humanidad, sino de revelar al Padre. «El Padre me ha
confiado todas las cosas. Sólo el Padre conoce al Hijo y sólo el Hijo
conoce al Padre, y también aquellos a quienes el Hijo se lo revela».
(Mt 11:27). Conocer al Hijo es conocer al Padre.
«Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Juzgo por lo
que oigo, y mi juicio es correcto, porque está de acuerdo con la
voluntad del que me envió y no de acuerdo con mi propia
voluntad». (Jn 5:30).
Aunque el judaísmo tiene una visión clara de Dios como «Padre»,
fue el hecho de que Jesús se proclamara uno con Él lo que ofendió
a los judíos religiosos en el tiempo en que el Señor vivió y ministró
como ser humano. Pero Jesús no vino solo para ser adorado, sino
para apuntar el camino al Padre. Sus palabras claras a sus
discípulos resuenan hasta hoy: «Yo soy el camino, la verdad y la
vida. Nadie puede llegar al Padre si no es por mí». (Jn 14:6).
A nosotros hoy, al igual que a los «seguidores del camino» hace
más de dos mil años, nos corresponde también ser luz, como lo fue
Jesucristo, con el fin de todos puedan alabar al Padre.
«¡Así dejen ustedes brillar su luz ante toda la gente! ¡Que las
buenas obras que ustedes realicen brillen de tal manera que la
gente adore al Padre celestial!». (Mt 5:16).
EL ESCÉPTICO
Lee el siguiente extracto de los escritos de C.S. Lewis, y coméntalo
con el grupo. ¿Existe alguna otra opción? ¿Cuál crees que es
posible? ¿Por qué?
Estamos tratando aquí de evitar que alguien diga la mayor de
las tonterías que a menudo se han dicho en cuanto a El: «Estoy
dispuesto a aceptar a Jesús como un gran maestro de moral,
pero no acepto su afirmación de que era Dios». Esto es algo
que no deberíamos decir. El hombre que sin ser más que
hombre haya dicho la clase de cosas que Jesús dijo, no es un
gran moralista. Bien es un lunático que está al mismo nivel del
que dice que es un huevo frito o un demonio del infierno.
Puedes hacer tu elección. O bien este hombre era, y es el Hijo
de Dios; o era un loco o algo peor. Escarnécele como a un
insensato, escúpelo y mátalo como a un demonio; o cae a sus
pies y proclámalo como Señor y Dios. Pero no asumamos la
tonta actitud condescendiente de decir que fue un gran maestro
de la humanidad. Él no nos proporciona campo para tal
suposición. No fue eso lo que El intentó.
Nos enfrentamos, entonces, a una alternativa aterradora. A mí
me parece obvio que no fue ni un lunático ni un chiflado; en
consecuencia, por extraño o terrible que el asunto nos parezca,
hemos de aceptar que Él era y es Dios. . .».
«Mero cristianismo», C.S. Lewis.
¿Cómo sabemos que Jesús existió realmente? ¿No pudo
haber sido un mito? ¿Qué datos históricos tenemos de su
existencia, qué hizo y quién fue?
Al margen de los datos históricos demostrados de los evangelios y
las epístolas del Nuevo Testamento (documentos escritos muy cerca
en el tiempo de los hechos que cuentan, desde el punto de vista de
los historiadores, entre treinta y cuarenta años), la existencia de
Jesús de Nazaret como personaje histórico está ampliamente
demostrada por otros documentos de escritores no cristianos como
Flavio Josefo, Plinio, Suetonio y Tácito. E incluso de sus propios
enemigos, como los comentarios que parecen de Jesús en el
Talmud. Si dudamos de su historicidad deberíamos dudar también
de la existencia de Julio César, Platón, Aristóteles…
Contrariamente a lo que popularmente se piensa, la comunidad
académica casi en su totalidad no duda de su existencia. La
pregunta es la siguiente: ¿qué significa para nosotros la vida de
Jesús, y por qué hizo lo que hizo? Y, por último, la incógnita que lo
cambia todo: ¿por qué la tumba de Jesús quedó vacía?
¿Por qué Jesús es el único camino a Dios? ¿No es eso
pretencioso?
En este mundo relativista, afirmar que Jesús es la verdad, el
camino y la vida puede sonar arrogante, es algo que va contra la
cultura. Estamos acostumbrados a expresiones como: «tu ten tu
verdad, yo tengo la mía», pero usando meramente la lógica, la
verdad es por definición excluyente de afirmaciones contrarias a
ella. Y dos verdades contradictorias, no pueden ser ciertas a la vez.
Tampoco una afirmación puede ser cierta y falsa simultáneamente.
Existe una verdad objetiva por encima de nuestras «verdades
subjetivas», si no, todo es opinión y estamos condenados a jamás
conocer la verdad, y no saber qué está bien, o qué está mal, qué es
cierto y qué es falso. La pregunta es, cuál es la «verdadera verdad».
En ese sentido, afirmamos, como en el Credo, que Jesús es la
verdad, el Hijo de Dios. Debemos abordar la cuestión de si es cierto
o es falso, si encaja con las evidencias, con la realidad de cómo es
el mundo, de cómo somos nosotros y de lo que ocurrió en el siglo I.
Las consecuencias de las respuestas que encontremos a esas
preguntas podrían cambiar nuestras vidas.
RESUMEN
El Credo sobre todo habla de Jesús.
El Antiguo Testamento apunta hacia Jesús. El Nuevo
Testamento da testimonio de Él.
Solo a través de Jesús podemos «ver» y «conocer» a Dios.
No tenemos una fe meramente intelectual, no es solo un
cúmulo de información, es un encuentro real con Jesús.
Jesús es cien por ciento humano y cien por ciento divino.
Jesús es Dios, no un semidiós, es eterno, el Hijo de Dios.
Lo que decidamos acerca de Jesús, determina nuestra
identidad.
La razón de su venida fue el amor de Dios por la
humanidad (Jn 3.16).
Jesús es un personaje histórico, no un mito o una simple
creencia. En el centro de nuestra fe, no hay dogmas ni
leyes, sino la vida, la muerte y la resurrección de una
persona: Jesús, el Cristo.
DIÁLOGOS
¿Cómo es Dios? «Dios es como Jesús». ¿Qué quiere decir esta
frase? ¿Qué piensas de ella?
¿Qué piensan tus amigos de Jesús? ¿Por qué lo piensan?
¿Cómo podemos ayudarles a conocerle como quien realmente
es?
¿Qué cosas prácticas podemos hacer para conocer más y
mejor a Jesús?
¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de esta lección?
PROFUNDIZA EN TU CREDO
- Pagán, Samuel. Jesús de Nazaret. Editorial CLIE. Viladecavalls,
España. 2012.
- Delás, Eduardo. Dios es Jesús de Nazaret. DSM Ediciones.
Valls, España. 2007.
- Yancey, Philip. El Jesús que nunca conocí. Editorial Vida.
Miami, Florida. 1996.
- Lewis C. S. Mero Cristianismo. Ediciones RIALP. Madrid,
España. 2005.
- Wright, N. T. Sencillamente Jesús. Editorial PPC. Madrid,
España. 2014.
2. DIOS PADRE
«Creemos en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del
cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible…»
INTRODUCCIÓN
La idea de Dios como Padre es revolucionaria. Siempre que Jesús
hablaba con Dios se refería a Él como Abba, papá. Fue una de las
razones por la que lo crucificaron.
Cuando nos enseñó a orar, en Lucas 11, nos dijo que nos
refiriésemos a Él como Padre. Un padre bueno, misericordioso, sí,
está en los cielos, pero es nuestro Padre.
Que Dios sea nuestro padre tiene implicaciones muy profundas en
nuestra vida: nos da sentido, identidad, propósito.
Jesús vino a mostrarnos al Padre. Eso es lo que Él siempre ha
sido, es la metáfora más perfecta para hablar de Él, y tumba
nuestros preconceptos acerca de un Dios alejado de la humanidad o
distorsionado por nuestras malas experiencias.
En la parábola más conocida de Jesús, la del hijo pródigo en
Lucas 15 se nos revela el carácter del Padre. Contrariamente a lo
que la gente imagina de Dios, que es un justiciero, o una fuerza
impersonal, etc., Jesús nos enseña que Dios es, sobre todo, Padre.
Él es digno de confianza, es decir, de fe. Por eso el Credo comienza
con «creemos en un solo Dios, Padre…».
Experimentar a Dios como Padre puede cambiarlo todo. Por eso,
después de haber profundizado en la persona de Jesús, debemos
seguir con quien vino a mostrarnos.
Puedes usar esta apuesta para abrir una conversación acerca del
tema en el grupo, preguntar qué les parece, cuál es su opinión al
respecto.
Si hay una sola palabra que describe al seguidor de Jesucristo,
que adora al Dios verdadero y ministra en el poder del Espíritu
Santo, es la palabra «creyente». Puede haber católicos, ortodoxos,
evangélicos, bautistas, pentecostales, u cualquier otro sinnúmero de
clasificaciones entre los cristianos. Pero la palabra que define al
verdadero seguidor de Dios, es «creyente». En la Biblia hay más de
quinientas cincuenta referencias a la palabra «creer» y sus
variantes, y más de cuatrocientas cincuenta referencias a la palabra
«fe».
Pero después de haber establecido lo importante y necesario de
creer, es necesario no solo determinar en qué creer, sino en quién
creer. El pastor y autor Leonard Sweet, escribe: «Pablo no dijo ‘yo
sé en qué creo’, sino ‘sé en quién he creído’». (2 Tim 1:12). Juan,
quien en su Evangelio presenta unas ochenta y ocho referencias
directas o indirectas a creer, escribe en su primera carta «Les
anunciamos a ustedes la Palabra de vida que desde el principio ya
existía. ¡Nosotros mismos la oímos, la vimos con nuestros propios
ojos y la palpamos con nuestras manos!». (1Juan 1:1).
¿Qué diferencia hay entre tener una convicción propia y vivir de una
fe prestada? ¿Crees que es un peligro en la vida cristiana actual?
¿Por qué?
El apóstol Pablo escribe que el amor «… todo lo cree…» (1 Co
13:7 NVI). Esto es muy cierto en el sentido que una relación con
Dios se basa sobre todo en un amor por Él. En el mismo capítulo,
Pablo explica que nuestra relación con Dios no se basa en el
conocimiento, en nuestras obras «espirituales». La «perfección» se
alcanzará cuando dejamos de hablar como niños, y pensar como
niños. Sin embargo, la fe que se requiere para llegar a ese punto es
la fe de un niño.
Un solo Padre, todopoderoso
Una de las primeras instrucciones de Jesús, registrado en lo que
conocemos como el Sermón del Monte, fue sobre el Padre. Allí
enseñó el modelo de oración que se dirige hacia «nuestro Padre
celestial». Pero en este mismo «sermón», Jesús les da una
instrucción algo difícil: «Ustedes deben ser perfectos, como su
Padre que está en los cielos es perfecto». (Mt 5:48).
Pareciera ser una «misión imposible», ¿no? ¿Cómo es posible ser
un ser humano perfecto como el Padre celestial? La solución a esta
incongruencia podría ser entendiendo el significado de la palabra
perfecto en el lenguaje griego. Primero, la raíz etimológica de la
palabra es teleios, y se ha traducido en la Biblia en diferentes
lugares con las palabras maduro y completo. Significa un propósito
que se ha logrado como el cumplimento de un proceso.
Si hubiera sido posible alcanzar la perfección mediante el
sacerdocio levítico (pues bajo éste se le dio la Ley al pueblo), ¿qué
necesidad había de que más adelante surgiera otro sacerdote,
según el orden de Melquisedec y no según el de Aarón? (Heb 7:11)
«Y sobre todo, vístanse de amor, que es lo que permite vivir en
perfecta armonía». (Col 3:14).
En Lucas 8:14, Jesús enseña sobre la semilla que cae entre los
espinos… y no madura. La palabra en el griego aquí es
telesphorousin, de la misma raíz de teleios.
En Colosenses 1:28, Pablo escribe: «Por eso, adondequiera que
vamos hablamos de Cristo, y amonestamos y enseñamos a todos
con toda sabiduría. Queremos que cada ser humano sea perfecto
como Cristo». Algunas traducciones (la NVI en inglés, por ejemplo)
traducen perfectos por «plenamente maduros»).
En Colosenses 4:12 teleioi, que es traducido en la RVR60 por
«perfectos», en la NVI se traduce por «firmes». Es decir, la palabra
representa un concepto más que una simple palabra que en el
español tenga un solo significado. Allí está la riqueza del idioma en
que fue escrito nuestro Nuevo Testamento.
Lamentablemente, en la historia de la iglesia encontramos
individuos y grupos, como los «gnósticos» de los primeros siglos y el
avivamiento por los cátaros entre los siglos XII y XIV, que
consideraban que la perfección consistía en lograr una serie de
niveles y por la cual llegaban a formar parte de una elite por su
conocimiento.
RESUMEN
Creer es confiar.
Cada persona parte de su realidad para creer; algunos
tienen más inclinación a creer y para otros es una decisión,
o un proceso. ¿En qué punto se encuentra la gente?
Si tuviésemos que definir en una sola palabra a un seguidor
de Jesús, a un adorador del Dios Verdadero, sería:
creyente.
Es importante saber en qué creemos, pero es más
importante saber en quién creemos.
Si tenemos a Dios como Padre, debemos intentar ser como
Él, perfectos, es decir, maduros, misericordiosos…
Aunque es un Padre cercano no debemos olvidar que es
Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
DIÁLOGOS
¿Qué implicaciones prácticas tiene que Dios sea nuestro
Padre?
¿Si Dios es un buen Padre, ¿qué características debe tener?
¿Por qué nos cuesta confiar en Dios como Padre?
¿Cómo podemos presentar a Dios como Padre en el contexto
universitario?
¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de esta lección?
PROFUNDIZA EN TU CREDO
- Jeremias, Joachim. Abba. El mensaje central del nuevo
testamento. Ediciones Sígueme. Salamanca, España. 2005.
- Manning, Brennan «El evangelio de los andrajosos». Editorial
Casa Creación. Lake Mary, Florida. 2015.
- Manning, Brennan. El abrazo de abba. Editorial Peniel. Buenos
Aires, Argentina. 2015.
- Montero, Danilo «El abrazo del Padre». Editorial Casa
Creación. Lake Mary, Florida. 2001.
- Keller, Timothy. El Dios pródigo. Editorial Vida, Miami, Florida.
3. ESPÍRITU SANTO. LA TRINIDAD
«… por obra del Espíritu Santo …
Y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del
Padre; que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, que habló por los profetas…»
INTRODUCCIÓN
Algunos definen el Espíritu Santo como la persona más escurridiza
de la Trinidad.
La Trinidad, Dios en tres personas, ha sido un misterio que, como
tal, cuando intentamos responder completamente y de manera
sistemática, siempre nos quedamos cortos o erramos. Padre, Hijo y
Espíritu Santo se dan gloria unos a otros, como una danza de
armonía perfecta. El Espíritu Santo, el Espíritu de Dios, Dios en
nosotros, será el tema de esta lección. Él es la relación más
profunda que jamás tendremos. Su interacción con nosotros es
como la que tenemos con el oxígeno, con el pneuma, está en
nosotros, nos energiza, nos inspira, sin Él no hay vida…
Profundizaremos en la persona del Espíritu Santo y el misterio de
la Trinidad, y así conoceremos más profundamente a un Dios que,
desde la eternidad, revela su naturaleza de amor.
EL ESCÉPTICO
¿Por qué es importante el concepto de la trinidad? ¿No es eso
politeísmo?
A lo largo de la historia de la iglesia el concepto de trinidad ha sido
conversado y dialogado. Como misterio, como paradoja, resolverlo
completamente, es equivocarse. Dios es Dios en tres personas. Es
un Ser con tres centros de conciencia. Para nosotros, seres con solo
un centro de conciencia, resulta extremadamente complejo
entenderlo, diría que casi imposible. Como si un animal quisiera
explicar los procesos sicológicos de los seres humanos.
Multiplica ese ejemplo por infinito, y esa es la distancia (más o
menos) que nos separa de la realidad «sicológica» de Dios. Pero
que sea tan complejo para nosotros, que solo podamos afirmarlo
como verdad, pero no explicarlo, no lo convierte en falso.
Simplemente demuestra que Dios es Dios, y que, si pudiésemos
explicarlo todo, dejaría de serlo.
Profundizando un poco más, que tengamos un Dios en tres
personas, no solo una unidad solitaria, o una dualidad eterna del
bien y el mal, sino tres personas que se aman (pues la esencia de
Dios es el amor) como realidad última de la existencia, cambia todo
acerca de definir ser humano y a qué está llamado.
¿El concepto de la trinidad no es una construcción tardía que
no aparece en la Biblia?
Explícitamente no aparece la palabra trinidad en las Escrituras,
pero como hemos visto en la lección, ya en Génesis 1 los creyentes
en Cristo ven las acciones de las distintas personas de la trinidad. Y
en el Nuevo Testamento queda evidente la figura de Dios Padre,
Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
La mayoría de las discusiones teológicas al respecto han sido
matices, algunos que se han conseguido resolver y otros que
quedan en el campo del misterio, por la dificultad de la materia. Pero
sin duda, desde los tiempos bíblicos, ya se tenía esta fe.
RESUMEN
La acción del Espíritu Santo baña toda la Escritura desde
Génesis 1.
Dios es un Dios en comunidad. Es el Dios trino.
Habló a través de los profetas, era lo que les inspiraba.
La trinidad demuestra que Dios es amor, eternamente.
El Espíritu es el que impulsó la iglesia, la inauguró en
Hechos 2.
Sin el Espíritu Santo, la misión de la Iglesia es imposible.
DIÁLOGOS
¿Por qué crees que es tan complejo definir al Espíritu Santo?
En Hechos capítulos 1 y 2 nos relata la venida del Espíritu
Santo que Jesús había prometido. ¿Para qué iba a venir el
Espíritu de Dios? ¿Cuáles son sus funciones?
Según las enseñanzas de Jesús en Juan, ¿quién es el Espíritu
Santo? ¿Qué vendrá a hacer?
¿Cómo podemos caminar en el Espíritu? ¿Qué significa tener
comunión con el Espíritu Santo?
¿Qué piensas acerca de la trinidad?
¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de esta lección?
PROFUNDIZA EN TU CREDO
- Chan, Francis. El Dios olvidado. Editorial Casa Creación. Lake
Mary, Florida. 2009.
- Yancey, Philip. Alcanzando al Dios invisible. Editorial Vida.
Miami, Florida. 2004.
4. IGLESIA: COMUNIDAD Y MISIÓN
«…En una Iglesia santa, universal y apostólica…»
INTRODUCCIÓN
El cristianismo se desarrolló dentro de una comunidad, la iglesia. La
fe en Jesús fue extendida por un grupo de personas. Desde el libro
de los Hechos de los Apóstoles hasta hoy, las comunidades eran las
iniciadoras de la proclamación del evangelio. La vida cristiana no se
comprende sin la vida de la iglesia. El amor a Dios y al prójimo son
inseparables. No creemos solamente de manera personal, también
lo hacemos de manera comunitaria.
Es cierto que la iglesia ha tenido épocas y lugares, luces y
sombras. Como dicen algunos teólogos, la iglesia ha cometido todos
los pecados que existen. ¡Y quizá tengan razón! Aun así, es «la
novia de Cristo», el pueblo de Dios, real sacerdocio, entre otras
frases descriptivas.
Su importancia en la historia ha sido vital. Gracias a ese
movimiento, y cuando ha sido fiel al mensaje de Jesús, la iglesia ha
sido sal y luz del mundo, ha sido la causante de muchos avances,
motor de los derechos humanos, del amor como valor moral central,
de la defensa de los necesitados, el desarrollo de las ciencias, y la
creación de las universidades, los hospitales… La idea de
comunidad de Jesús, sigue siendo la tierra fértil donde el ser
humano puede realizarse plenamente.
LECCIÓN TEOLÓGICA
En cualquier rama de estudio en las universidades, una discusión
sobre temas específicos comienza típicamente con una clara
definición de los términos que se emplearían. Esto también se aplica
a este capítulo sobre la «iglesia».
LA IGLESIA, UN CUERPO
Una manera gráfica para describir la iglesia a los primeros
creyentes, fue por medio de la imagen del «cuerpo de Cristo», tal
como lo describe Pablo en Romanos 12:4-5: «Así como nuestro
cuerpo tiene muchas partes, y cada una desempeña una tarea
diferente, así sucede en la iglesia. Somos muchos miembros, pero
formamos un solo cuerpo, y entre nosotros hay una dependencia
mutua». Podemos ver esto también en 1 Corintios 12:13, donde
leemos: «Hemos sido bautizados en el cuerpo de Cristo por un solo
Espíritu, y todos hemos recibido el mismo Espíritu. Algunos somos
judíos, otros son gentiles; algunos son esclavos y otros son libres.
Pero todos formamos un solo cuerpo».
Obviamente, la vida cristiana es una relación individual con Cristo,
y Él obra en cada uno para cumplir su propósito. Pero la iglesia es
más que un grupo de individuos que se reúnen para adorar a Dios,
recibir enseñanza, y ministrar los unos a otros. La enseñanza sobre
la Cena del Señor (1 Cor 11 NVI) aclara que muchos, cuando se
reúnen, «menosprecian a la iglesia de Dios» (v22), «sin discernir el
cuerpo» (v29). Aquí vemos un interesante juego de palabras, por así
decir, porque la Cena del Señor se relaciona con la entrega del
cuerpo de Cristo, pero los hermanos no se estaban tomando en
consideración a otros que formaban el «cuerpo», o la iglesia.
No solo tenemos una relación personal con Dios, también tenemos
una relación comunitaria con Dios y con los demás.
La imagen de la iglesia como un cuerpo es importante, ya que en
la Biblia no se refiere a ningún individuo con el título de «santo».
Pablo en Romanos 1:7 se dirige a los «que han sido llamados a ser
santos» (Rom 1:7 NVI), y también como los «llamados a ser un
pueblo santo» (1 Cor 1:2). Siempre que el apóstol se dirige a los
creyentes, los reconoce como «los santos», en la forma plural. Por
ejemplo, su saludo en 2 Corintios 1:1, es lo siguiente: «Pablo,
apóstol de Jesucristo porque Dios así lo quiso, y nuestro hermano
Timoteo, a la iglesia de Dios que está en Corinto y a todos los
santos que están en toda la región de Acaya».
Cuando Pablo escribe a los Filipenses, él dice: «No quiere decir
que yo ya lo haya conseguido todo, ni que ya sea perfecto». (3:12).
Luego en el mismo capítulo (3:15 RVR60), dice: «Así que, todos los
que somos perfectos». En la primera referencia, como individuo,
Pablo no es «perfecto» todavía, pero en la segunda él se coloca en
el contexto del cuerpo de Cristo, es decir, los hermanos y hermanas
en Cristo, y así se entiende el sentido de «los santos».
LA IGLESIA APOSTÓLICA
Ahora, la tarea de construcción fue delegada a los apóstoles, los
ancianos, los presbíteros, los diáconos (Ef 4:11,16). A ellos les
correspondía la tarea de «edificar el cuerpo de Cristo» (la iglesia)
hasta llegar a «la unidad de la fe… a una humanidad perfecta que
se conforme a la plena estatura de Cristo… por su acción todo el
cuerpo crece y se edifica en amor.» (Ef 4:13 NVI).
En su carta a los Efesios, Pablo menciona siete veces acerca del
«misterio» de Cristo: «Esto es un misterio profundo; yo me refiero a
Cristo y a la iglesia». (Ef 5.32 NVI). En el capítulo 3, versículo 5 y 6,
él explica cómo ese misterio, que en otros tiempos no se había dado
a conocer, ahora había sido revelado por el Espíritu a «sus santos
apóstoles y profetas». Ese misterio revelado es nada menos que
desde ese momento los gentiles: «junto con Israel, beneficiarios de
la misma herencia, miembros de un mismo cuerpo y participantes
igualmente de la promesa en Cristo Jesús mediante el evangelio»
(NVI).
LA IGLESIA UNIVERSAL
La universalidad del evangelio queda bien clara en Gálatas 3:28:
«Ya no importa si eres judío o griego, esclavo o libre, hombre o
mujer. Todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús». Jesucristo
murió por todos, y no quiere que nadie se pierda. Esto es reafirmado
por Pablo en Efesios 2:14: «Porque Cristo es nuestra paz; él logró
hacer de nosotros los judíos y de ustedes los que no son judíos un
solo pueblo, derribando la pared de enemistad que nos separaba».
Estas son las primeras veces que se declara de manera explícita
la igualdad de todos los seres humanos. Son los primeros textos de
la literatura universal donde aparece este concepto de igualdad
entre hombres y mujeres, clases sociales y diferentes etnias.
La redención de la humanidad caída era siempre el plan de Dios, y
la tarea de Pablo como apóstol era llevar ese evangelio, esas
buenas nuevas a las naciones, cumpliendo así con la gran comisión
dada por Jesús, y en el poder que recibieron en el día de
Pentecostés.
«Esto es así para que todos los poderes y autoridades en los
cielos conozcan ahora la sabiduría de Dios, que se deja ver de
tantas formas, al observar la iglesia. Es lo que Dios, desde la
eternidad, había planeado hacer por medio de Cristo Jesús,
nuestro Señor. Ahora podemos acercarnos con libertad y
confianza a Dios, cuando lo hacemos por medio de Cristo y
confiando en él». (Ef 3:10-12).
La iglesia hoy representa el cuerpo de Cristo en la tierra. Podemos
ver los problemas que pueda haber en ella, pero es una obra en
proceso de perfeccionamiento hasta la Segunda Venida del Señor.
Algo que no se puede olvidar jamás es que no importa qué
ministerio, qué llamado, o cuántos dones o talentos hay en la iglesia,
Dios no comparte su gloria con nadie. La gloria nunca es para los
que ministran, sino solamente y siempre para nuestro Señor:
«A él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús, por todos los
siglos venideros. Amén». (Ef 3:21).
EL ESCÉPTICO
Hay personas que dicen: «Creo en Jesús, pero no necesito la
iglesia». Y la pregunta es: ¿se puede vivir una espiritualidad sin la
iglesia?
La vida de iglesia no es perfecta, pero es real. Jesús nos llama a
vivir en comunidad, desarrollar nuestros dones, los frutos del
Espíritu. Vivir una espiritualidad sin la iglesia es como vivir la
humanidad sin una comunidad. En solitario es muy difícil
desarrollarse como ser humano. Nos humanizamos socializando,
identificando un «tú», enseñándonos unos a otros a hablar. Como
un recién nacido, que si no tiene una comunidad referente no
aprenderá a hablar, ni los rudimentos básicos de lo que significa ser
humano, más allá de las necesidades físicas.
Así es con la iglesia, al nacer de nuevo y formar parte de este
movimiento, si no formamos parte de una iglesia viva donde crecer,
probablemente nos estemos perdiendo uno de los regalos más
maravillosos de ser hijos de Dios: vivir y convivir con nuestros
hermanos y hermanas.
La iglesia es una institución que ha hecho mucho daño
durante la historia, ¿por qué este concepto es importante para
el Credo?
Es cierto que la iglesia ha cometido muchos errores, y ha hecho
cosas condenables, como las cruzadas, el abuso de poder, la
corrupción, etc. Pero esto no ha ocurrido por ser fiel a Jesús, a lo
que realmente debe ser la iglesia, según la Escritura, y a lo que está
en su ADN. Todo lo contrario. Sus errores se han dado por alejarse
del mensaje de Jesús.
En cambio, cuando la iglesia ha sido fiel a su Señor, siempre ha
sido una bendición no solo para sus miembros sino para las
sociedades y culturas donde se establecían. Además, la iglesia va
más allá de las instituciones, o de papeles firmados. El punto central
es vivir una vida de iglesia comunitaria, en el día a día, no dejando
de congregarnos como algunos tienen por costumbre. Los
beneficios que obtienen son inmensos. Hasta hoy, y a pesar de
todos sus defectos, la iglesia lleva dos mil años siendo la sal de la
tierra y la luz del mundo.
Por eso, este concepto es importante para el Credo. Sin la iglesia,
el proyecto de Jesús no podría llevarse a cabo. En última instancia,
el Credo es el trabajo reflexivo de la iglesia universal, y sirve a ésta
para no olvidar su llamado, su identidad y su esperanza.
RESUMEN
DIÁLOGOS
¿Por qué crees que es importante la iglesia?
¿Qué te ha aportado la vida de iglesia en tu iglesia local?
¿Qué crees que podríamos mejorar para ser la iglesia con la
que Jesús sueña?
Escucha en Youtube la canción «Sal» de Alex Sampedro. ¿Qué
piensas acerca de nuestro llamado como iglesia? ¿A qué te
está llamando a ti?
PROFUNDIZA EN TU CREDO
- Sampedro, Alex. Artesano. Especialidades625. Dallas, Texas.
2017.
- Banks, Robert. La idea de comunidad de Pablo. Editorial CLIE.
Viladecavalls, España. 2011.
- Sampedro, Alex. Igleburger. Editorial Valentia. Valencia,
España. 2012.
- Burke, John. No se admiten personas perfectas. Editorial Vida.
Miami, Florida. 2006.
5. INSPIRACIÓN Y REVELACIÓN BÍBLICA
«…según las Escrituras …Y en el Espíritu Santo, …que habló
por los profetas».
INTRODUCCIÓN
La Biblia, las Sagradas Escrituras, desde que se formó el canon, ha
tenido la última palabra como norma de fe y conducta. Mucho se ha
peleado por ella. En la Biblia encontramos el testimonio de Dios
desde el principio de los tiempos, interactuando con el ser humano y
apuntando a su palabra y revelación definitiva: Jesucristo.
La Biblia ha sido objeto de estudio por parte de creyentes y no
creyentes. Aunque la puede leer una persona sencilla, hay sabios y
estudiosos que aún no entienden muchas de las cosas que en ella
se dicen. Y hoy en día sigue la investigación.
Su estudio es fascinante, y no solo como una colección de libros
de la historia de la creación y del pueblo de Israel, su arte, sus
normas, su sabiduría y su Ley, así como las narrativas de Jesús de
Nazaret, lo que otros vieron de Él, el principio de la iglesia, y lo que
finalmente ocurrirá en la historia. También es un libro que, centrado
en Jesús, nos acerca a Dios y cuenta, de una manera
extraordinaria, nuestra propia historia. A través de ella podemos
relacionarnos con el Dios eterno, y como Jesús, encarnar al Verbo
(Jn 1:14), es decir, su palabra, y vivirla día a día, hacerla realidad en
nuestra vida y la de los demás. Por eso veremos la importancia y
trascendencia de las Sagradas Escrituras y por qué forman parte del
Credo.
LECCIÓN TEOLÓGICA
Todas las grandes religiones tienen sus libros sagrados. Entre las
cinco más grandes encontramos: el hinduismo (con los libros Vedas,
textos épicos, y los Upanishads), el judaísmo (con el Torá, el
Talmud, los Profetas y los Escritos), el cristianismo (con la Biblia), el
islam (con el Corán), y el budismo (con el canon Pali y sus «tres
cestos de sabiduría»).
Por causa de estos libros sagrados ha habido persecución, no
solamente para individuos sino también para culturas enteras y
regiones. El hecho de que estos libros se consideran sagrados, es
muy evidente en el islam, según el cual destruir un libro del Corán
puede ser castigado hasta con la pena de muerte. Por otra parte,
muchos cristianos a través de los siglos han sido perseguidos y
expuestos a la muerte por el simple hecho de tener una Biblia en su
poder.
En contraste con los libros de las otras religiones, la Biblia es única
porque es la revelación de Dios al ser humano, no es el ser humano
en busca de Dios. La inspiración es lo que permite que las personas
puedan entender las revelaciones divinas. Este proceso de
responder a la revelación, hablar sobre ella y pasarla a siguientes
generaciones como tradición, y luego incorporarlo en un sistema
doctrinal, es lo que produjo eventualmente la Biblia en la forma en
que la tenemos hoy.
LA UNIDAD DE LA BIBLIA
La Biblia es en un cierto sentido un solo libro, pero compuesto de
sesenta y seis libros únicos. El Nuevo Testamento con sus
veintisiete libros, es en realidad una continuidad del Tanakh, las
Escrituras de los judíos, o sea, los treinta y nueve libros del Antiguo
Testamento para los cristianos.
En un aspecto singular, los libros en los dos testamentos de
nuestra Biblia cristiana fueron escritos por unos cuarenta diferentes
escritores durante un período de unos mil quinientos años. La
unidad del mensaje es un reflejo de la revelación de Dios a la
humanidad. Ahora bien, las personas que escribieron la Biblia no
eran infalibles, eran seres humanos, muchos de ellos con grandes
fracasos registrados en su vida. Moisés fue un asesino. David fue un
adúltero y asesino. Pedro fue un traidor. Pablo había sido un gran
perseguidor de los discípulos de Cristo.
RESUMEN
DIÁLOGOS
Después de esta lección, ¿qué crees que es la Biblia? ¿Por
qué?
¿Ha habido algún momento de tu vida donde la Biblia fue
determinante para tus procesos de toma de decisiones?
¿Puedes compartirlo con el grupo?
¿Qué dudas tienes hoy acerca de la Escritura?
PROFUNDIZA EN TU CREDO
- McDowel, Josh. Evidencia que exige un veredicto. Editorial
Vida. Miami, Florida. 1993.
- Strobel, Lee. El Caso de Cristo. Editorial Vida. Miami, Florida.
2000.
- Burt, David F. ¿Nos podemos fiar del nuevo testamento?
Publicaciones andamio. Barcelona, España. 2008.
- Jensen, Peter. La revelación de Dios. Publicaciones Andamio.
Barcelona, España. 2008.
6. SALVACIÓN Y LIBERACIÓN
«…que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó
del cielo y se encarnó ...por nuestra causa fue crucificado …
para la remisión de los pecados».
INTRODUCCIÓN
La Biblia es, en esencia, una historia de salvación y liberación. En
su narrativa constantemente vemos a un Dios interesado por su
pueblo y la humanidad, que se ha propuesto encontrar lo que se
había perdido, restaurar lo que se rompió, liberar lo que está
esclavizado y reconciliar lo que estaba en conflicto. El gran
problema del ser humano no es una cuestión meramente
estructural; somos pecadores, y en todos nuestros corazones está el
anhelo de ser salvados, porque nosotros no podemos hacerlo por
nosotros mismos.
Jesús es la respuesta de Dios y la salvación que necesitábamos,
es el argumento divino para «poder» salvarnos, porque nuestros
esfuerzos jamás lo conseguirían. Pero Dios sí. Nuestra condición
actual es de bancarrota espiritual. Fuimos creados para Dios, y
mientras no seamos conscientes de ello, mientras no cambiemos
nuestra forma de pensar, seguiremos perdidos. Todos necesitamos
salvación y liberación. Por eso el Credo da fe de ello.
Como dijo San Agustín, «Nos hiciste, Señor, para ti. Y nuestro
corazón está inquieto, hasta que descanse en ti».
UN SOLO SACRIFICIO
La carta a los Hebreos menciona la palabra sacrificio veinticuatro
veces, según la NVI. Para los judíos, también conocidos como
hebreos, sacrificio significaba todo lo que involucraba una relación
con Dios. De hecho, el primer sacrificio fue por el pecado de Adán y
Eva. Estos intentaron cubrirse con hojas de higuera, algo que, por
más bien hecho que estuviera, no era permanente. Cualquier intento
humano de encubrir los pecados, es temporal, y al final será
manifestado, o saldrá a la luz. Cuando Dios el Señor les «hizo ropas
de pieles… y los vistió», vemos el primer sacrificio de un animal.
Hasta la venida de Jesús al mundo, los judíos ofrecían sacrificios,
no solo como reconocimiento de sus pecados, sino también como
reconocimiento del poder de Dios y su autoridad. Estos tenían que
ser ofrecidos por sacerdotes, y cuando Saúl se adelantó al profeta
de Dios, sufrió severa consecuencia de perder el reinado para su
herencia (1Sam 13).
Al llegar Jesús, todo cambió. No solamente se ofreció como
sacrificio «una vez y para siempre» (Heb 10:10), sino que también
cumplió con su deseo que le expresó a Moisés en el Monte Sinaí,
que su pueblo sería «un reino de sacerdotes» (Ex 19:6). Ahora,
como sacerdotes espirituales, la responsabilidad es de proclamar
«sus obras extraordinarias; él fue quien los llamó de las tinieblas a
su luz maravillosa». (1 P 2:9).
Al escribir estas palabras, posiblemente Pedro recordaba con
mucho dolor las veces que había negado a su Señor, con quien
había caminado por tres años. Pero también recordaba el poder que
había recibido el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo cayó
sobre él y los otros discípulos. Había recibido el don del Espíritu
Santo.
El don del Espíritu Santo
Cuando el Señor Jesús sopló sobre sus discípulos, dijo lo
siguiente: «Reciban el Espíritu Santo. A los que ustedes les
perdonen sus pecados, les serán perdonados; a los que ustedes no
se los perdonen, no les serán perdonados». (Jn 20:22-23). Con esto
estaba enseñando que la presencia del Espíritu Santo en la vida de
un creyente es la prueba de su salvación. Ese don es un regalo
gratuito, algo que uno recibe sin haberlo merecido. El primer
«regalo» de Dios fue el de su Hijo; el segundo fue la promesa del
Espíritu Santo.
Recibir el Espíritu Santo es más que una simple bendición. Pablo
explica este mayor significado en su carta a los Efesios:
«Gracias también a lo que Cristo hizo, cuando ustedes
escucharon el mensaje verdadero de las buenas noticias de
salvación y creyeron en él, fueron marcados con el sello que es
el Espíritu Santo que él había prometido. La presencia del
Espíritu Santo en nosotros es como el sello de garantía de que
Dios nos dará nuestra herencia. Además, significa que Dios ya
nos ha comprado y que nos salvará hasta el final. Todo esto lo
hizo para que le alabemos y le demos a él la gloria». (Ef 1:13-
14).
UN SOLO BAUTISMO
En el Nuevo Testamento la palabra bautismo se emplea en
diferentes contextos. Para entender cada uso específicamente, lo
mejor es lograr una definición de la palabra en sí. De hecho, la
palabra es griega en origen, y significa «sumergir». Obviamente, la
palabra no se encuentra en el hebreo del Antiguo Testamento, pero
el concepto sí. Por ejemplo, el diluvio, el abrir del mar Rojo y el río
Jordán, y el leproso Naamán sumergiéndose siete veces en el río
Jordán. Algo diferente, pero con el mismo concepto, encontramos
en la unción de los sacerdotes cuando el aceite se derramaba sobre
la cabeza (Ex 29:7; Sal 133:2).
Una de las maneras en que se empleaba la palabra griega baptizo
en el mundo helénico, era en la industria de tela. Por ejemplo,
cuando una tela blanca se sumergía en un caldero que contenía
tinta, se intentaba cambiar el color de la tela. En efecto, la tela era la
misma, pero cambiaba su «identidad» … ya no era la tela blanca,
sino roja, azul, púrpura, o cualquier otro color.
DIÁLOGOS
¿Cómo definirías la palabra «salvación» en tus propias palabras?
¿Qué diferencias ves en la salvación que Dios ofrece y la que
ofrecen otras filosofías, religiones o creencias?
Leamos Efesios 2:8-10.
No somos salvos «por» obras, pero somos salvos «para» buenas
obras.
¿A qué conclusiones prácticas te lleva este texto?
PROFUNDIZA EN TU CREDO
- Stott, John. La cruz de Cristo. Ediciones Certeza Unida,
Barcelona, Buenos Aires, La paz. 2008.
- Yancey, Phillip Gracia divina vs condena humana. Editorial Vida.
Miami, Florida. 2013.
- Piper, John. Dios es el evangelio. Editorial Portavoz. Grand
Rapids, Michigan. 2007.
7. SALUD FÍSICA, MENTAL Y ESPIRITUAL
«…Y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, … la remisión
de los pecados».
INTRODUCCIÓN
¿A Dios solo le importa el aspecto religioso de nuestra vida? Claro
que no, le importa toda nuestra vida. La santidad, el estilo de vida
que Él propone, es el estilo de vida más humano, el estilo de Jesús.
La restauración total, la que había en el Edén, es su objetivo. Cada
aspecto de la vida humana es importante para Dios. Jesús murió por
nuestros pecados, pero también, por sus llagas fuimos sanados.
Cargó con nuestras tristezas e incomprensiones, por cada injusticia
vivida. Él no vino solamente para salvar almas, sino también para
que tuviésemos vida y vida en abundancia.
El estilo de acercamiento de Jesús debe marcar nuestra vida entre
la gente. La gente está herida, está rota, y por eso a veces hieren a
otras personas. El pecado es una conducta autolesiva, que nos
hace daño en primer lugar a nosotros mismos. Jesús vino,
sobretodo, a sanar, en todas las áreas. ¡Que podamos seguir su
ejemplo! Por eso en esta lección veremos los distintos aspectos de
la salud física, mental y espiritual, que las Escrituras y la vida de
Jesús nos presentan.
LECCIÓN TEOLÓGICA
Vivimos en días en que la importancia de la salud se encuentra
manifestada en todos los medios. El seguro médico es para muchos
políticos, tal vez, el tema más importante en términos de conseguir
votos. La salud para el individuo es posiblemente la decisión más
importante que podría tomar en la vida. Sin embargo, muchas veces
no se toma en cuenta hasta que ya es muy tarde.
EL ESCÉPTICO
¿No se puede conseguir la salud espiritual con otras
creencias? Algunos dicen: «mientras tenga paz conmigo
mismo, está todo bien», «si yo estoy contento con mis
creencias y me funciona, ¿por qué debo confiar en Jesús o
cambiar de estilo de vida?».
Si hablamos de salud, la salud tiene un componente objetivo muy
fuerte. Si un paciente tiene cáncer y no es consciente de ello, puede
vivir con cierto bienestar durante un tiempo, pero eso no quiere decir
que esté sano. Las consecuencias de la enfermedad terminarán
afectándole, tarde o temprano. Porque la ignorancia de la
enfermedad no te exime de sus consecuencias. También, si más
adelante este paciente descubre la enfermedad, pero los médicos
se limitan a darle parches de morfina para que se sienta bien y
aliviarle el dolor, pero no intervienen directamente en la enfermedad
y solo le ofrecen cuidados paliativos, finalmente la enfermedad
acabará destruyendo su vida.
La salud del ser humano en todas las áreas de su vida tiene una
raíz objetiva: el pecado. En un sentido profundo, a causa del pecado
no estamos viviendo, nos estamos muriendo. Podemos buscar
espiritualidades paliativas que nos quiten temporalmente el dolor,
pero la enfermedad de fondo sigue ahí. Solo Jesús, y lo que hizo por
la humanidad, puede sanarnos de verdad. Cómo nos sentimos
nosotros al final no es lo importante, lo importante es cuál es la
realidad, lo que piensa Dios de nosotros. Tener un buen diagnóstico
es crucial para recuperar la salud.
Es muy importante confiar en el diagnóstico del mejor médico de la
historia, Jesús de Nazaret, y en la sanidad holística que ofrece.
RESUMEN
Hay un énfasis en la salud del ser humano en todas las
áreas, pero descuidamos quizá jamás importante: la
espiritual.
Jesús vino a restaurar a las personas en su totalidad, no
solamente a salvar almas.
Jesús tenía un ministerio holístico e integral.
La voluntad de Dios es que seamos transformados a la
imagen de Cristo.
Dios quiere que tengamos una vida sana, es decir, santa,
como Jesús.
Dios quiere que vivamos «sanando» a nuestro alrededor,
como Jesús hacía.
La «sanidad» en las diferentes áreas, en los evangelios,
depende en gran medida de la fe del que es sanado, es
decir, la confianza que deposita en Dios.
DIÁLOGOS
¿Porque crees que la Escritura dice que Jesús predicaba como
quien tiene autoridad y no como los escribas?
La idea es que Jesús acompañaba con sus mensajes y con
hechos, hacía el bien a las personas, se ganaba el derecho de
ser escuchado.
¿Qué enfermedades estamos llamados a sanar? ¿Solamente
físicas? ¿Cómo podemos sanarlas?
En tu contexto, ¿cuál crees que es la necesidad más profunda
de sanidad que necesitan las personas?
La santidad es sanidad. ¿Qué piensas de esa frase?
Jesús no iba cazando pecadores, sino sanando a los enfermos.
¿Cómo cambiaría nuestra manera de acercarnos a la gente si
tuviésemos esto en cuenta? (Mt 9:12).
PROFUNDIZA EN TU CREDO
- Macaulay, Ronald; Barrs, Jerram. El ser humano. Publicaciones
Andamio. Barcelona, España. 2012.
- Willard, Dallas. Renueva tu corazón. Editorial CLIE.
Viladecavalls, España. 2004.
- Leys, Lucas. Liderazgo Generacional. E625. Dallas, Texas.
2017
8. JUSTICIA Y PAZ: REINO DE DIOS
«…y en un solo Señor, Jesucristo …por quien todo fue hecho;
que por nosotros los hombres y por nuestra salvación …por
nuestra causa …para juzgar a vivos y muertos, y su reino no
tendrá fin».
INTRODUCCIÓN
El gran proyecto de Jesús es «el Reino de Dios». La historia de
cómo Dios desde el principio de los tiempos fue materializando su
proyecto a través de seres humanos, queda registrado en el Antiguo
Testamento. Ahora, con la venida de Jesús y su afirmación de que el
Reino de los cielos se ha acercado, debemos comprender en
profundidad qué significa esto y qué implicaciones tiene para
nuestras vidas.
La prioridad de su Reino queda registrada en las páginas del
Nuevo Testamento. Su reino no tendrá fin, afirma el Credo. Somos
llamado a vivir en el Reino, a pesar de que en nuestro ambiente aún
no sea así del todo. «Venga tu reino y cúmplase en la tierra tu
voluntad como se cumple en el cielo». Ese es nuestro proyecto de
vida.
LECCIÓN TEOLÓGICA
LA VIDA EN EL PRESENTE DEL MUNDO FUTURO
El reinado de Dios es uno de los temas más pertinentes en la
teología bíblica, y en las enseñanzas de Jesús toma una suprema
posición. La misericordia y gracia de Dios para la humanidad, es la
entrada al Reino de Dios y es su plan para la redención del mundo
entero. Dios tomó la iniciativa al revelar a la humanidad una parte
más completa de su programa del Reino, a través de la vida y obra
de Jesús de Nazaret. Su ministerio en la tierra, sus acciones
milagrosas, las sanidades y el poder de Jesús sobre la naturaleza,
así como su papel como el Siervo Sufriente, fue la culminación del
proceso para inaugurar el Reino de Dios. Jesús mismo cumplió el
papel de inaugurador del Reino, al ser honrado y demostrar la
autoridad para ejecutar el juicio.
EL ESCÉPTICO
Si Dios es bueno y todopoderoso, ¿por qué hay tantos males en el
mundo? ¿Si su Reino ha llegado, por qué hay justicias en el mundo?
Dios jamás viola la voluntad humana, no la pasa por encima. En su
proyecto cuenta con nosotros. A nivel filosófico, este problema del
dolor y el sufrimiento humano como argumento contra la existencia
de Dios, se ha superado con creces de manos de autores de
renombre. Sin embargo, al que le duele no quiere explicaciones,
quiere consuelo. Por lo tanto, no solo es una pregunta intelectual
sino emocional.
El mundo no está como debe estar, y esta sensación es real,
porque así es el mundo, está roto, lo rompimos nosotros. Dios
mismo intervino ¡como persona! para comenzar su proyecto de
restauración y poner las bases de su Reino en Jesús, la piedra del
ángulo. Pero cuenta con nosotros. Él es todopoderoso y bueno, pero
nos ha encargado a nosotros esta realidad.
La cuestión no es, por tanto, si Dios existe ¿por qué hay mal a mi
alrededor?, sino: si yo existo, ¿por qué hay mal a mi alrededor?
RESUMEN
DIÁLOGOS
¿Cómo puedes tener de manera práctica el Reino de Dios como
prioridad?
¿Qué significa de manera práctica que el Reino de Dios es
justicia, paz y alegría?
¿En qué áreas de este mundo puedes ver que el Reino de Dios
está aquí?
¿En qué áreas de este mundo o tu entorno puedes ver que el
Reino de Dios debería visibilizarse más, con más justicia, paz y
gozo?
¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de esta lección?
PROFUNDIZA EN TU CREDO
- Leys, Lucas. Diferente. Editorial Vida. Miami, Florida. 2015.
- Valerio, Ruth. Una vida justa y sencilla. Publicaciones Andamio.
Barcelona, España. 2017.
- Mangalwadi, Vishal. Verdad y transformación. Editorial JUCUM.
Tyler, Texas. 2010
9. BAUTISMO Y CENA DEL SEÑOR
«…y se encarnó …fue crucificado …y padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día …y subió al cielo; …y de nuevo vendrá.
En una Iglesia santa, universal y apostólica.
Confesamos un solo bautismo para la remisión de los
pecados».
INTRODUCCIÓN
Cuando la gente reconocía a Jesús como su Señor y Salvador,
había una señal externa que aparece en la Escritura para expresar
este cambio interior. La palabra griega es metanoia, y el bautismo es
la expresión visible de esa experiencia interna invisible. Se trata de
un símbolo que nos habla de un nuevo nacimiento, un tipo de
«reset» en la vida, una pureza dada por Dios, una nueva
oportunidad.
Durante siglos y milenios, y a pesar de algunas divergencias
internas en la iglesia, la experiencia y señal del bautismo ha tenido
una importancia trascendente en la vida cristiana. Así mismo, Jesús
sustituyó los altares de sacrificios (p.ej., Él fue el sacrificio definitivo
de Dios) por las mesas. Mesas para compartir, compartir de Él, y
para compartir el pan y el vino, donde la premisa era la aceptación
incondicional. Una aceptación que solo Dios puede conceder. Y
además es el lugar donde podemos y debemos reconocer al otro.
Cada vez que tomamos de la mesa del Señor el pan y el vino,
estamos recordando, o haciendo memoria de Él, de lo que Jesús
hizo, y también su naturaleza especial. Jesús redefinió la Pascua,
enseñándonos que ya desde Éxodo esta costumbre apuntaba hacia
Él. El Reino de Dios, en medio de una mesa compartida, que no
solo es comida, sino que es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo,
y que puede comunicar mucho más que meras palabras. Jesús lo
sabía.
Debemos seguir recordando lo que Él hizo, y «sumergiendo» o
bautizando a las personas en la vida de Jesús, para que «cambien
de color sus ropas».
LECCIÓN TEOLÓGICA
En la lección 6 exploramos el tema del bautismo de Jesús y la
implicación para su ministerio de salvación y liberación. Al leer las
palabras de Juan «¡Aquí viene el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo!» (Jn 1:29), podemos decir que ese acto era tan
significativo que representaba un tipo de inauguración del «Nuevo
Pacto».
Además, su bautismo fue el comienzo del ministerio de Jesús, de
su ministerio con la introducción del Padre de cierta forma
anunciando quién era Jesús, el hijo amado. Dios estaba observando
el bautismo como un acto de obediencia, lo que le agrada a
cualquier padre. Como Hijo de Dios, Jesús enseñaba con autoridad,
y tenía toda la autoridad para sanar, y hasta para perdonar los
pecados (Mt 7:29; 9:6). También fue importante en su bautismo la
manera en que el Espíritu de Dios descendió, en forma de paloma,
para «posarse sobre él», y en la lección 11, que trata sobre la
resurrección, veremos en más detalle la obra del Espíritu Santo en
la vida y ministerio de cada creyente.
Este acto de bautismo, de igual importancia y relevancia para el
cristiano como individuo como para la iglesia de manera corporal,
lamentablemente ha sido la fuente de serias divisiones durante los
siglos que siguieron. Sin embargo, los temas de esta lección, el
bautismo en agua y la cena del Señor, siguen siendo los dos pilares
sobre la cual la iglesia reconoce y reafirma la fe individual.
Igualmente, como el Padre afirmó al Hijo en su bautismo, Él nos
afirma en nuestro bautismo como sus hijos. Y en la Cena del Señor,
nosotros afirmamos nuestro lugar en el cuerpo de Cristo,
recordando el propósito por el cual él murió y resucitó.
Tal vez muchos participan en estos dos sacramentos u
ordenanzas, sin pensar mucho en cómo hemos llegado a creer lo
que creemos. A pesar de que la Biblia misma no nos brinda
instrucciones claras y específicas de cómo celebrar estos eventos,
en la práctica, podemos entenderlos mejor viéndolos en los
contextos en los cuales se mencionan.
¿Es la Cena del Señor solo un símbolo o una cena de verdad? ¿Qué
nos debe recordar el momento de la celebración de la mesa del
Señor?
La Cena del Señor se había convertido en una práctica diaria de
estar en comunión, de compartir la comida de una manera alegre y
generosa. Para estos creyentes, no existía lo que nosotros hoy
consideraríamos un rito en memoria de la muerte de Cristo. Ellos
estaban celebrando la resurrección, no la muerte de Jesús.
No tenemos mucha instrucción sobre la Cena del Señor como la
celebraban en la iglesia primitiva, pero Pablo nos da una idea en su
primera carta a los Corintios.
«Cuando damos gracias por la copa de bendición, ¿no quiere
decir que participamos de las bendiciones de la sangre de
Cristo? Y cuando partimos el pan para comerlo juntos, ¿no
entramos en comunión con el cuerpo de Cristo? Por muchos
que seamos, todos comemos del mismo pan, indicando que
formamos parte de un solo cuerpo: el de Cristo». (1Co 10:16-
17).
Pablo aquí no está hablando tanto de una ceremonia, aunque al
parecer ya estaban celebrando la sangre y el cuerpo de Cristo, igual
como se celebraba la liberación de Egipto en la cena de la Pascua.
Al parecer, Pablo está empleando esta analogía para que huyeran
de la idolatría, como lo había hecho el pueblo de Israel en el
desierto de Sinaí. Pero como Jesús había enfatizado en su oración
sacerdotal al finalizar la cena con sus discípulos, la unidad era el
tema y el propósito supremo. Pablo escribe: «Por muchos que
seamos… formamos parte de un solo cuerpo…».
En el siguiente capítulo (1 Cor 11), vemos las citas y referencias
que se emplean típicamente en las ceremonias de Santa Cena en
las iglesias. Ya sea que se celebre una vez por mes, o cada
domingo, el texto no da instrucciones específicas, sino simplemente
«cada vez que comen este pan y beben de esta copa…». (11:26).
Lamentablemente, estos versículos, por más importantes que sean
como una lectura para lo que celebramos hoy como la «Santa
Cena», necesitan entenderse en el contexto de las divisiones que
existían entre la iglesia en Corinto. En los versículos 20 y 21, Pablo
comenta que cuando se reúnen no es para la «Cena del Señor»,
sino que cada uno «come su propia comida». Más adelante, Pablo
escribe que los que comen o beben de manera indigna la Cena,
pueden ser culpables de pecar contra el cuerpo y la sangre del
Señor.
Pablo exhorta que cada uno debe examinarse antes de comer el
pan y beber la copa. Muchos podrían pensar que él está hablando
de ver si existe algún pecado en particular en nuestra vida, y de que,
si no nos hemos arrepentido de ellas, sería mejor no participar. Sin
embargo, posiblemente Pablo se está refiriendo al pecado de
división en el cuerpo, el pecado de no tomar en cuenta a otros al
adelantarnos en la comida y dejar a otros con hambre.
Leyendo todo el pasaje en su contexto, el pecado a que Pablo se
refiere es el de no discernir el cuerpo (v.29), una referencia muy
probablemente, no al cuerpo de Cristo, sino a los miembros que
conforman el cuerpo de Cristo: «Todos ustedes forman el cuerpo de
Cristo, y cada uno es un miembro necesario de ese cuerpo». (1 Cor
12:27). En su carta a los Efesios, Pablo enfatiza el tema de la
unidad, y es por la falta de ese espíritu de unidad que contribuye a
la edificación mutua, que agraviamos al Espíritu Santo de Dios (Ef
4:30).
EN ESPÍRITU Y EN VERDAD
En la iglesia encontramos diferentes interpretaciones de temas
como los del bautismo y la Cena del Señor. Lamentablemente, en la
historia se han visto grandes divisiones en el cuerpo de Cristo por
causa de estas diferencias, las cuales seguramente agravian a Dios
más que cualquier otra cosa. Pero esto no fue nada nuevo. Los
fariseos y los saduceos en el tiempo de Jesús en la tierra, eran
reconocidos por su mucho conocimiento de la Ley, pero también por
causa de sus debates sobre doctrinas y maneras de adorar.
En su carta a los Filipenses, Pablo explica cómo había dejado todo
motivo de confianza en sí mismo como fariseo, por conocer a Cristo.
Para él, ya no era cumplir con todos los detalles de la Ley. Para él,
no eran los rituales, ni su propia justicia procedente de la Ley. Para
él, lo único de valor era conocer a Cristo, para «experimentar el
poder que se manifestó en su resurrección… y llegar a ser
semejante a él en su muerte» (Fil 4:10 NVI). El bautismo en agua y
la Cena del Señor, son las expresiones de ese deseo de unidad que
se pone de manifiesto en la teología y las enseñanzas de Pablo.
Para nosotros, Jesús dejó solamente estas instrucciones en
cuanto a dónde adorar y cómo adorar a Dios, en Juan 4. En
respuesta a la pregunta de la mujer samaritana, el Señor dijo:
Créeme, mujer, que ya está cerca la hora en que ustedes no
adorarán al Padre ni en este monte ni en Jerusalén. Ustedes
adoran lo que no conocen, pero nosotros adoramos lo que
conocemos, pues la salvación viene de los judíos. Pero la hora
se acerca, y ya está aquí, cuando los que verdaderamente
adoran al Padre lo harán guiados por el Espíritu y en forma
verdadera, porque el Padre así quiere que sean los que lo
adoren. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo
guiados por el Espíritu y en forma verdadera. (Jn 4:21-24).
Después de esta aclaración profética, los discípulos de Jesús le
pidieron que comiera algo, pero él respondió: «Yo tengo una comida
que ustedes no conocen. … Mi comida es hacer la voluntad del que
me envió y terminar el trabajo que me dio». (Juan 4:32,34). Su
obediencia al Padre, simbolizada en su bautismo, se cumplió en su
muerte en la cruz. Ahora, Él pide nuestra obediencia en cumplir con
la voluntad de Dios y terminar su obra… «hacerlo guiados por el
Espíritu y en forma verdadera».
RESUMEN
Baptizo significa inmersión y tiene unas connotaciones muy
ricas cuando estudiamos el contexto bíblico del Nuevo
Testamento.
El bautismo es empaparnos de Cristo, sumergirnos en Él, y
Cristo llega e inunda nuestras vidas: Cristo en nosotros y
nosotros en Cristo.
Nos bautizamos en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Es decir, nos sumergimos recordando la
naturaleza extraordinaria de Dios, y nos empapamos de
ese amor que se ha dado por la eternidad, en la que Dios
nos invita a participar.
La mesa del Señor es la manera de mantener siempre en
nuestra mente el sacrificio de Jesucristo por el mundo por
medio de su muerte y para identificarnos con su
resurrección.
Hay una conexión profunda entre la Pascua y la Cena del
Señor.
En la Cena del Señor, al examinarnos, debemos sobre todo
tener en cuenta discernir el cuerpo, es decir, reconocer al
prójimo, cuidar de él, trabajar por la unidad y no ser
egoístas.
El bautismo y la mesa del Señor nos recuerdan los
mandatos misionales de nuestro señor Jesús.
DIÁLOGOS
¿Podrías explicar con tus palabras qué es el bautismo?
¿Podrías explicar con tus palabras qué es la Cena del Señor?
¿Qué significa, de manera práctica, no discernir el cuerpo?
Si estás bautizado, ¿qué ha significado para ti esta decisión?
¿Por qué lo hiciste?
¿Qué importancia tienen estos símbolos para la iglesia hoy?
PROFUNDIZA EN TU CREDO
- Banks, Robert. La idea de comunidad de Pablo. Editorial CLIE.
Viladecavalls, España. 2011.
- Jeremias, Joachim. La última Cena. Ediciones Cristiandad.
Madrid, España. 1980.
- Bonhoeffer, Dietrich. Vida en comunidad. Ediciones Sígueme.
Salamanca, España. 2003.
10. SER HUMANO. IMAGO DEI
«…que por nosotros los hombres …se encarnó … se hizo
hombre; …Señor y dador de vida…»
INTRODUCCIÓN
Dios nos ha creado. Él es nuestro origen, nuestro génesis. Nos ha
hecho a su imagen y eso tiene consecuencias muy relevantes para
nosotros hoy. La imagen de Dios en nosotros es la base de la
dignidad humana, de cada ser humano, sea cual sea su condición,
su raza, clase social, edad o sexo, o estado de salud, física o
mental. Su imagen está en cada uno de nosotros.
Pero en el camino de la vida, la imagen divina se ha distorsionado
en las personas, se ha roto, a causa del pecado. Dios quiere
hacernos de nuevo humanos, verdaderos humanos, a su imagen y
semejanza, es decir, como Jesús. Esta doctrina fundamental de
«imago Dei», es la base para los derechos humanos y para muchas
de las revoluciones morales y sociales que han hecho bien a la
humanidad.
El pecado, sin embargo, ha herido profundamente este diseño
divino y humano para nosotros. Porque hemos sido creados para
tener comunión con Dios; sin esa comunión no somos enteramente
humanos. Hemos nacido para ser llenos de Él, depender de Él, y no
comer «del árbol del conocimiento del bien y del mal», que nos
pierde y nos deshumaniza, sino alimentarnos del árbol de la vida, de
Jesús, y ser así completamente humanos.
LECCIÓN TEOLÓGICA
En la historia de la humanidad, siempre ha habido personas que no
han creído en Dios, o si lo han hecho, han creído en un Dios que no
se relaciona con su creación. La publicación de El origen de las
especies de Charles Darwin en el 1859 dio mayor ímpetu a los ateos
en sus ataques contra la historia bíblica de la creación,
especialmente entre los científicos. A pesar de que la posición
evolucionista presentada en aquel libro, sigue siendo denominada
como teoría, ha llegado a ser para la gran mayoría de los profesores
universitarios una verdad, una realidad que refuta completamente el
relato de la creación.
Sin embargo, la gran maravilla de la creación ha llevado a más y
más científicos a reconocer la posibilidad de una tercera opción para
intentar comprender el origen del mundo y el universo: un diseño
inteligente. Todo debate comienza con creer o no en el relato bíblico.
El cristiano no considera la Biblia como un libro científico, y enfatiza
que su relación con Dios es un acto de fe. Entonces, para el
cristiano, lo que no sabemos acerca de Dios, y de cómo creó el
mundo y todo lo que está en él, no debería afectar lo que sí
sabemos de Él. El hecho es que vivimos en un mundo tan
maravilloso, que se requeriría más fe para creer que todo a nuestro
alrededor vino de la nada, que para creer en un Dios creador.
EL ESCÉPTICO
¿Entonces no somos humanos si no conocemos a Dios?
¿Quieres decir que valemos menos si no somos creyentes?
En absoluto. El imago dei es un concepto universal, y da valor a
todo ser humano. Por otro lado, conocer a Dios, nos permite
conocernos a nosotros mismos. Creemos que hemos sido creados
por Dios y para Dios, y que solo a través de Él entendemos qué es
ser verdaderamente humanos, y dónde basamos nuestra
humanidad. Prescindir de este concepto supone un desafío muy
grande para la moral, y para la antropología, que no encuentra un
ancla segura desde la que pueda darle más valor al ser humano que
a otro animal, por ejemplo.
En cambio, la antropología bíblica, propuesta en Génesis 1 y 2,
explica los derechos y las responsabilidades humanas y también su
propósito; le da poder al ser humano y le explica su lugar en el plan
de Dios. Y aunque no tengas esta fe, la imago dei es una gracia
común, para todos. Aunque no lo quieras, este concepto te define y
determina quién eres y cuál es tu responsabilidad.
RESUMEN
El concepto teológico de imago dei es la base de la
dignidad humana.
El pecado nos deshumaniza.
Jesús es la palabra encarnada de Dios. Es el humano más
humano de la historia. Solo a través de Él podemos
restaurar nuestra humanidad.
Relacionarnos con Dios nos hace completamente humanos.
Esa es su intención.
Él nos creó a su imagen: varón y hembra los creó a imagen
de Dios los creó.
Aun así, debemos cambiar nuestro corazón, nuestra forma
de pensar, porque hemos sido profundamente afectados,
rotos, por el pecado.
DIÁLOGOS
¿En qué sentido el ser humano es imagen de Dios? ¿Por qué?
¿Qué consecuencias tiene este concepto en cuanto a cómo nos
relacionamos con los demás? ¿Qué valor les damos?
¿Cómo ha afectado el pecado a la imagen de Dios en nosotros?
¿Qué es lo que te ha parecido más interesante de esta lección?
PROFUNDIZA EN TU CREDO
- Macaulay, Ronald; Barrs, Jerram. El ser humano. Publicaciones
Andamio. Barcelona, España. 2012.
- Warren, Rick. Una vida con propósito. Editorial Vida. Miami,
Florida. 2003.
11. RESURRECCIÓN
«…por nuestra causa fue crucificado en tiempo de Poncio
Pilato y padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día según
las Escrituras y subió al cielo; …Esperamos la resurrección de
los muertos y la vida del mundo futuro. Amén».
INTRODUCCIÓN
Sin la resurrección de Jesús, la muerte tiene la última palabra y no
hay esperanza para absolutamente nadie. Su resurrección fue la
chispa que inició el movimiento de esperanza del mundo: la iglesia.
Todo se desmonta o se sostiene de acuerdo a lo que pensemos
acerca de la resurrección.
«Sideclaras con tu boca que Jesús es el Señor y crees de corazón
que Dios lo levantó de entre los muertos, Dios te salvará».
(Romanos 10:9).
Por eso, en esta lección estudiaremos el tema de la resurrección
durante el ministerio de Jesús; observaremos cómo la resurrección
ocurrió y reflexionaremos acerca de sus consecuencias para
nosotros hoy. Porque si creemos en Él, no nos estamos muriendo,
estamos resucitando.
LECCIÓN TEOLÓGICA
Esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo
futuro. Amén.
La resurrección de Cristo es posiblemente un tema más importante
para el cristiano que su muerte. Su sacrificio en la cruz fue
ciertamente una necesaria expiación por nuestros pecados, pero su
resurrección completó su misión. Hoy, esta es la celebración más
importante en la iglesia cristiana, y en efecto, es la razón por la cual
se celebran los cultos el primer día de la semana, el día en que
Jesús resucitó.
La muerte no era parte del plan de Dios en su creación. La muerte
vino por causa del pecado de Adán y Eva. Fue el pecado que causó
la muerte de Abel por la mano de su propio hermano. Y hoy día, el
pecado sigue siendo la causa de gran parte de las muertes que no
sean por causas naturales después de una larga vida.
EL ESCÉPTICO
¿Qué datos históricos tenemos para sustentar la resurrección
de Jesús?
La comunidad de historiadores está de acuerdo en algunos datos
históricos acerca del suceso de la resurrección. Veamos la lista en la
que tanto creyentes como no creyentes están de acuerdo:
La crucifixión de Jesús, la afirmación de los discípulos que vieron a
Jesús resucitado, la conversión de Saulo de Tarso, perseguidor de
los cristianos y la conversión del hermano escéptico, Jacobo. El
quinto hecho es la tumba vacía.
Cada uno de estos hechos se puede desarrollar ampliamente y si
son hechos reales plantean serias preguntas para aquellos que
niegan la resurrección de Jesús. Si Jesús no resucitó, ¿cómo un
grupo de cobardes a partir del domingo de resurrección se
convirtieron en valientes capaces de dar su vida por este mensaje?
Nadie da su vida por una mentira. ¿Por qué estaba la tumba vacía?
Ya en los evangelios se demuestra que los enemigos de Jesús
querían poner respuestas alternativas, que no consiguieron
demostrar.
Además, los documentos antiguos más fiables hablan de que los
primeros testigos fueron mujeres. En aquella época el testimonio de
una mujer carecía de valor. Si querían darle peso a la resurrección
de Jesús, ¿por qué en los evangelios aparecen las mujeres como
primeras testigos?
Y así, muchísimas más preguntas. Sin duda es la piedra de toque
que podría cambiar nuestro enfoque de lo que es la vida. Si no
ocurrió entonces, vana es nuestra predicación; pero si de verdad
ocurrió y no decidimos correctamente acerca de este hecho,
podemos estar equivocados acerca de los temas más importantes
de todos: la vida y la muerte.
La tumba está vacía, ¿por qué buscan entre los muertos al
que vive?
Te invito a seguir investigando. El libro más amplio acerca de este
tema que sigue vigente hoy es el de NT Wright, «La resurrección del
Hijo de Dios», aunque también podrías leer El Caso de Cristo, de
Lee Strobel. Las cantidades ingentes de evidencia acerca de este
suceso que plantea el autor Wright aún no han sido superadas. A
veces no es que no podemos creer, es que no queremos.
Dadas estas evidencias la explicación más plausible es que Jesús
realmente resucitó y se presentó delante de sus discípulos, de
mujeres, de Pedro, y de más de quinientos testigos. Debemos
preguntarnos qué haremos frente a estas evidencias. Si no hay una
explicación alternativa, debemos asumir que Jesús resucitó, dejando
de lado nuestros prejuicios y yendo hasta donde la verdad nos lleve.
RESUMEN
PROFUNDIZA EN TU CREDO
- Wright, N. T. La resurrección del Hijo de Dios. Editorial Verbo
Divino. Estella, España. 2008.
- Strobel, Lee. El Caso de Cristo. Editorial Vida. Miami, Florida.
2000.
1 Zacarías, el padre de Juan el Bautista y tío de Jesús, había sido sumo sacerdote de
turno.
2 Exousia: también traducido como potestad, poder.
12. FIN DEL MUNDO Y ETERNIDAD
…y de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin. …Esperamos la resurrección de los
muertos y la vida del mundo futuro. Amén».
INTRODUCCIÓN
La prensa amarillista cristiana siempre ha hecho mucho énfasis en
este tema, y se han generado muchas controversias. Pero a pesar
de esas complejidades, la escatología no deja de ser un tema
importantísimo. La segunda venida de Jesús y el «Escaton» son
pilares de nuestra fe. Jesús, el que resucitó de entre los muertos, va
a volver. Y ese regreso es en este tiempo final del «ya, pero todavía
no». Es un periodo donde se sitúa la iglesia y el mundo, con un
sentido de urgencia que nos insta a continuar con la misión.
No nos entretendremos con las diferencias de énfasis en este
tema, sino que fijaremos nuestra atención en aquello que es lo
esencial de esta parte del Credo. Evaluaremos lo que nos anima a
mirar hacia adelante con los ojos de la fe y la esperanza en un día
donde todo tendrá cumplimiento, un desenlace extraordinario; donde
podremos volver a disfrutar del árbol de la vida, y donde la justicia,
la paz, y la alegría se manifestarán de manera completa, y el arco
argumentativo de la creación llegará a su fin, para un futuro que aún
no podemos imaginar.
LECCIÓN TEOLÓGICA
… y la vida del mundo futuro. Amén.
El estudio de los últimos tiempos, conocido como «escatología», es
un tema profundo, complejo y controversial. Lamentablemente,
hasta ha habido divisiones en iglesias sobre diferentes aspectos
relacionados a la venida de Cristo, como el «rapto», la tribulación y
el reino del milenio. La curiosidad humana sobre el futuro, la vida
después de la muerte, y el tema general sobre el cielo, es natural.
LA PROMESA DE DIOS
La pregunta que le habían hecho a Jesús era razonable. En
realidad, los judíos habían vivido siempre con la expectativa de lo
que se les había prometido. Primero era la Tierra Prometida, luego
la idea del Reino, pero también del Mesías. La idea del cielo y la
vida eterna no era un concepto extraño, pero lo que no habían
podido entender era que, en la persona de Jesús, habían recibido el
Mesías prometido y profetizado.
En su respuesta a la pregunta presentada en sus últimos
momentos, Jesús básicamente ignora la inquietud que ellos tenían
en su mente sobre el reino, y les dice lo que ellos deberían haber
recordado. Jesús ya les había dicho que Él tenía que volver al que
lo había enviado, y les regañó porque ninguno le preguntó adónde
iba. Los discípulos solo podían ver a Jesús y su ministerio dentro de
su propia perspectiva, y en cierto sentido, no eran tan diferentes de
los jefes de los sacerdotes.
Lo que Jesús sí les dijo fue: «… cuando el Espíritu Santo
descienda sobre ustedes recibirán poder para ser mis testigos no
sólo en Jerusalén, sino también en toda Judea, en Samaria y hasta
lo último de la tierra». (Hch 1:7). Este mismo Espíritu era lo que se
les había prometido en Juan 14 durante la última cena, y también a
los dos discípulos en el camino a Emaús.
LA PALABRA DE DIOS
En la lección anterior vimos que el problema de los judíos era que
no conocían las Escrituras y no aceptaban el poder de Dios. Ahora,
los discípulos iban a dar testimonio del Verbo de Dios, como la
palabra en el poder del Espíritu Santo.
Los primeros cristianos vivían en la continua esperanza del pronto
retorno de Cristo. Esa era una gran motivación, no solo para
predicar con valor, sino también para vivir con el poder para
enfrentar las persecuciones. Pablo anima a los romanos con estas
palabras:
«¿Qué más se puede decir? Si Dios está de parte nuestra,
¿quién podrá estar contra nosotros? Si Dios no dudó al entregar
a su Hijo por nosotros, ¿no nos dará también, junto con él, todas
las cosas? Si somos los escogidos de Dios ¿quién se atreverá a
acusarnos? Dios mismo es quien nos ha declarado
justos. ¿Quién nos condenará? Cristo fue el que murió y volvió a
la vida, el que está en el lugar de honor junto a Dios,
intercediendo por nosotros. ¿Quién podrá apartarnos del amor
de Cristo? ¿El sufrimiento, la angustia, la persecución, el
hambre, la pobreza, el peligro, las amenazas de muerte? Las
Escrituras dicen: ‘Por tu causa nos amenazan de muerte todo el
tiempo, nos tratan como a ovejas de matadero’. A pesar de
todo, nuestra victoria es absoluta, gracias a Cristo que nos amó.
Estoy convencido de que nada podrá apartarnos de su amor; ni
la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los demonios, ni lo
presente, ni lo que está por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo
profundo, ni cosa alguna de toda la creación. ¡Nada podrá
separarnos del amor que Dios nos ha demostrado en Cristo
Jesús, nuestro Señor!». (Rom 8:31-39).
Estas palabras deben haber sido repetidas entre los cristianos de
la iglesia primitiva con mucha frecuencia. Además, la palabra
aramea maranatha, que significa «el Señor viene», o «ven, Señor»,
era empleada como un saludo entre los creyentes. A pesar de no
saber exactamente cuando Él regresaría, ¡ellos tenían la certeza de
que sí lo haría!
Jesús había dejado bien claro que el día y la hora de su muerte
solo lo sabía su Padre celestial. Lo mismo ahora se aplicaba a su
segunda venida. Fue por esa razón que envió al Espíritu Santo, para
que los que creen en Él, sus seguidores y sus discípulos, no
estuviesen solos. En relación a esa confianza Pablo le escribe a
Tito, diciéndole que, por medio de la gracia de Dios, «podremos vivir
en este mundo con justicia, piedad y dominio propio, mientras
aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de
nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo». (Tito 2:12-13 NVI).
Es importante recordar que Jesús no solo nos envió su Espíritu
Santo, sino que también estableció su iglesia aquí en la tierra. Las
palabras de su oración, «venga tu reino y cúmplase en la tierra tu
voluntad como se cumple en el cielo» (Mateo 6:10), ahora eran una
realidad: el Reino se había establecido por medio de la iglesia. La
iglesia, entonces, provee el contexto en el cual esperamos su
venida.
La iglesia que Dios ha establecido representa el Reino aquí en la
tierra, y provee el contexto para un apoyo mutuo. Pablo hace
muchas referencias a sus compañeros: algunos fueron muy fieles y
otros lo habían abandonado. Lo importante es que somos uno en
Cristo, viviendo y ministrando en comunión y edificándonos unos a
otros.
EL ESCÉPTICO
¿No es el Apocalipsis una manera de meterle miedo y terror a la
gente para que crea en Dios?
¡No! Todo lo contrario, los primeros oyentes de Apocalipsis
recibían ánimo al saber cuál sería el desenlace de la historia, a
pesar de las penurias presentes. Es un libro de esperanza, donde el
Señor justo, fiel y misericordioso, terminará salvándonos a nosotros
y a la creación, con cielos nuevos y ¡tierra nueva! Que haya un final
de la historia apoteósico, nos anima a continuar con un sentido de
vida que apunta a la eternidad.
El regreso de Cristo es la mejor noticia para la creación, si
estamos buscando que, de una vez por todas, la tierra se llene de
justicia, paz y gozo. Leer el libro de Apocalipsis nos inspira para
confiar en Jesús, el único que ha resuelto y resolverá
definitivamente el problema de la humanidad: el pecado y la muerte.
¡Los últimos tiempos también son evangelio!
RESUMEN
DIÁLOGOS
¿Por qué es importante para nuestra vida diaria esta
perspectiva de vida del fin del mundo y de la eternidad?
¿Cómo crees que vivían los cristianos del Siglo I, sabiendo que
Jesús vendría pronto?
¿Crees que es un buen final? ¿Por qué?
¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de esta lección?
PROFUNDIZA EN TU CREDO
- Pagán, Samuel. Apocalipsis, interpretación eficaz hoy. Editorial
CLIE. Viladecavalls, España. 2012.