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Bárbara Pan 2°AII

Comentario sobre “Qué garantía nos da la ciencia” de Antonio Frumento.

El autor reflexiona en torno al conocimiento científico y la producción de “verdad” en función de la


certeza del mismo. Inicialmente contrapone el conocimiento vulgar al científico, siendo el primero,
adquirido y empleado por todos en nuestra vida cotidiana sin criterios tan precisos. El conocimiento
vulgar no es sometido a análisis ni puesto a prueba en función de determinada metodología, además
de que está influido y condicionado por la subjetividad (emotividad, opinión, etc).
Un ejemplo pueden ser los refranes, máximas enunciativas científicamente falseables pero que
constituyen y forman parte del conocimiento vulgar.
La gama de probabilidad de conocimiento científico es más amplia, por lo que tiende a acercarse a
“la verdad”.
Frumento se dispone a ennumerar algunas características esenciales del conocimiento científico: la
objetividad, ya que se intenta explicar y describir los fenómenos o hechos eliminando la
subjetividad lo mayormente posible. Los resultados de las conclusiones han de ser reproducibles y
refutables o confirmables.
El conocimiento científico es estructural, las leyes y principios son universalmente aplicables, por
lo que una excepción a la regla ya es suficiente para que esa ley y principio sea falsa.
Cuenta con una metodología, principalmente observación y experimentación, también inducción,
deducción y la consideración de la base teórica previa (por ejemplo, se puede deducir una ley a
partir de una teoría).
Debe contar con una terminología precisa, con esto el autor refiere al lenguaje científico y su
condición de unívoco, no debe haber ambigüedades.
La refutabilidad que permite que, en potencia, una ley científica sea refutable y la evolución,
vinculado a lo anterior, la ciencia debe revisarse y actualizarse de ser necesario para no estancarse.
La coherencia: un enunciado científico no anula a otro, son coherentes entre sí. Por último, los
logros, que son evidencia y confirmación de la efectividad científica y respaldan la alta
probabilidad, es decir la cuasi certeza científica.
Finaliza con una reflexión acerca de las pseudociencias, teorías paralelas que se autoperciben como
verdades pero sin respaldo científico. Aquí el autor muestra asimismo cierta emotividad al
mencionar las cualidades morales de algunos de los pseudocientíficos y divulgadores de estas
paradisciplinas.

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