Comentario sobre “Qué garantía nos da la ciencia” de Antonio Frumento.
El autor reflexiona en torno al conocimiento científico y la producción de “verdad” en función de la
certeza del mismo. Inicialmente contrapone el conocimiento vulgar al científico, siendo el primero, adquirido y empleado por todos en nuestra vida cotidiana sin criterios tan precisos. El conocimiento vulgar no es sometido a análisis ni puesto a prueba en función de determinada metodología, además de que está influido y condicionado por la subjetividad (emotividad, opinión, etc). Un ejemplo pueden ser los refranes, máximas enunciativas científicamente falseables pero que constituyen y forman parte del conocimiento vulgar. La gama de probabilidad de conocimiento científico es más amplia, por lo que tiende a acercarse a “la verdad”. Frumento se dispone a ennumerar algunas características esenciales del conocimiento científico: la objetividad, ya que se intenta explicar y describir los fenómenos o hechos eliminando la subjetividad lo mayormente posible. Los resultados de las conclusiones han de ser reproducibles y refutables o confirmables. El conocimiento científico es estructural, las leyes y principios son universalmente aplicables, por lo que una excepción a la regla ya es suficiente para que esa ley y principio sea falsa. Cuenta con una metodología, principalmente observación y experimentación, también inducción, deducción y la consideración de la base teórica previa (por ejemplo, se puede deducir una ley a partir de una teoría). Debe contar con una terminología precisa, con esto el autor refiere al lenguaje científico y su condición de unívoco, no debe haber ambigüedades. La refutabilidad que permite que, en potencia, una ley científica sea refutable y la evolución, vinculado a lo anterior, la ciencia debe revisarse y actualizarse de ser necesario para no estancarse. La coherencia: un enunciado científico no anula a otro, son coherentes entre sí. Por último, los logros, que son evidencia y confirmación de la efectividad científica y respaldan la alta probabilidad, es decir la cuasi certeza científica. Finaliza con una reflexión acerca de las pseudociencias, teorías paralelas que se autoperciben como verdades pero sin respaldo científico. Aquí el autor muestra asimismo cierta emotividad al mencionar las cualidades morales de algunos de los pseudocientíficos y divulgadores de estas paradisciplinas.