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La subordinación (fragmento del capítulo XVI: Coordinación y Subordinación)

Clasificación de las cláusulas subordinadas


Tradicionalmente se clasifican las cláusulas subordinadas, según un criterio
distribucional, por su similitud con las categorías sintagmáticas. Así, se divide las cláusulas en sustantivas,
adjetivas y adverbiales, por el potencial funcional compartido con sintagmas de las respectivas categorías:
(21) a. Me asusta (tu planteo / que plantees esto) cláusula sustantiva
b. Consiguió una secretaria (bilingüe / que habla ruso) cláusula adjetiva
c. Lo conocí (ayer / cuando me lo presentaste) cláusula adverbial
En realidad, cláusulas y sintagmas pertenecen a distintas categorías sintagmáticas y
esta diferencia, como veremos, no sólo tiene implicaciones sintácticas sino también
semánticas. Además, como ya hemos señalado reiteradamente, es necesario complementar la información
relativa al potencial funcional con la referida a la estructura interna, dado que no existe una correlación
biunívoca entre ambas. Deberemos, entonces, examinar cómo está constituida la cláusula subordinada.
Esto supone considerar varios parámetros:
A. Las cláusulas pueden contener un verbo flexionado (en modo indicativo o
subjuntivo) o, como ya hemos visto en el capítulo catorce, un verbo no flexionado. Más aún, hay cláusulas
que carecen de verbo –las reducidas–, cuya estructura es defectiva:
(22) a. Te creía más inteligente.
b. Con los chicos en casa, no avanzo en mi informe. [289]
La expresión en cursiva en (a) es una cláusula reducida argumental, seleccionada por
el verbo. En (b), por el contrario, la cláusula reducida forma parte de un adjunto –como
término del SP. La reconocemos como cláusula, a pesar de carecer de verbo, por la especial relación entre
los constituyentes involucrados. Tal relación consiste en una predicación y no en una mera modificación,
como lo demuestra el hecho de que el SA en (a) y el SP en (b) no pueden ser omitidos sin provocar un
cambio drástico en el significado.
B. Las cláusulas subordinadas pueden ser clasificadas atendiendo al elemento que las
introduce. Distinguiremos así:
I. Cláusulas encabezadas por un elemento introductor:
1. Las relativas, introducidas por un pronombre relativo que desempeña una función
(sujeto, O.D., término de SP, adjunto, etc.) en la cláusula:
(23) a. El hombre para el cual te entregué el sobre es mi novio.
b. Aún no he leído el libro cuyo título me hizo tanta gracia.
c. No comentes los asuntos de (los) que hablamos ayer.
Asimismo, además de otras similitudes que estudiaremos más adelante, las exclamativas e interrogativas
indirectas parciales son introducidas por pronombres o adverbios que cumplen una función internamente,
por lo que las incluiremos en el mismo grupo.
2. Los sintagmas conjuntivos están introducidos por conjunciones, que definen el
tipo de cláusula pero que no desempeñan ninguna función en su estructura interna. Algunas de estas
cláusulas corresponden a un argumento seleccionado por el verbo y tienen el mismo potencial funcional
que un SN: se denominan tradicionalmente completivas (declarativa e interrogativa indirecta total):
(24) a. Pedro cree que todos asistirán a la reunión.
b. Pedro no cree que todos asistan a la reunión.
c. Pedro preguntó si todos asistirán a la reunión.
Lo mismo ocurre en otras cláusulas adverbiales, introducidas por conjunciones como
porque, si. aunque, etc., que sólo se diferencian de las principales por la presencia de la
conjunción (y, a veces, la flexión modal).
II. Cláusulas que carecen de subordinante. Pueden ser argumentales o adjuntas.
Están marcadas por el modo subjuntivo y por el orden de los constituyentes: requieren que el verbo ocupe
la posición inicial:
(25) a. Le ruego me informe sobre la situación planteada.
b. Digan lo que digan, Juan es una excelente persona. [290]
c. Haya asistido o no, quiero enterarme de lo tratado.
Los dos parámetros hasta aquí considerados (A y B) no son excluyentes entre sí sino
que frecuentemente se intersectan. Por ejemplo, las cláusulas relativas, aunque normalmente contienen
un verbo conjugado, pueden ser también no flexionadas:
(26) a. Busco un colega con quien discutir este problema.
b. No tengo ninguna novela que leer para estas vacaciones.
c. Según la relación entre la cláusula principal y la subordinada, pueden distinguirse
dos casos. Comparemos las siguientes oraciones:
(27) a. Me preocupa que no hayan llegado aún.
b. Me preocupan los estudiantes que no han llegado aún.
c. No han llegado aún, porque la veo muy tensa.
En los primeros dos ejemplos la cláusula subordinada es un constituyente de la
cláusula superordinada –el sujeto en (a) y un modificador en el SN que funciona como sujeto en (b). Están
incluidas en la principal como constituyentes, mediatos o inmediatos. En cambio, en (d) la subordinada
modifica a toda la principal: es un constituyente inmediato de la cláusula compleja pero no forma parte de

la principal. En este caso hablaremos de subordinación, pero no de inclusión .

D. Otro parámetro que puede considerarse es el grado de completitud de las cláusulas. Las subordinadas
sustantivas dependientes de verbos que seleccionan indicativo pueden constar de fragmentos (a). Otras
cláusulas, como las comparativas (b) y (c), son inherentemente incompletas:
(29) a. Juan cree que María.
b. Juan es más gracioso que María.
c. Juan es tan gracioso como María.
Claro está que tales distinciones no anulan la validez del criterio estrictamente funcional sino que sólo
apuntan a la necesidad de no hacerlo el exclusivo. De hecho, lo adoptaremos para organizar nuestra
exposición y lo complementaremos con la información relativa a la estructura interna.
XIX
LAS CLÁUSULAS ADVERBIALES
Del mismo modo que el adverbio constituía uno de los flancos débiles de la
gramática tradicional por su carácter heterogéneo tanto desde el vista gramatical como
semántico, también las cláusulas adverbiales resultan el cajón de sastre en el que se reúnen
construcciones muy diversas por su construcción y por las categorías semánticas
involucradas. Tradicionalmente se las divide atendiendo a sus valores semánticos en:
(a) temporales: Cuando te vayas, no dejes de cerrar la puerta.
(b) locativas: No encontré el libro donde lo había dejado.
(c) modales: Organizó sus tareas como lo hace habitualmente.
(d) causales: No lo voté porque no confié en su programa.
(e) finales: Entré sigilosamente para que no se despertaran.
(f) condicionales: Si no termino de estudiar, no me presentaré al examen.
(g) concesivas: Aunque no termine de estudiar, me presentaré al examen.
(h) consecutivas: Estudié tanto, que supongo que me irá bien.
(i) comparativas: Estudié tanto como para el parcial anterior.
A éstas Manuel Seco (Gramática esencial del español, p. 209-211) añade otros tipos
como: paralelismo (Cuanto más lucha, menos consigue), contraste (Mientras que yo no falto
nunca, ella viene la mitad de los días), intensidad (Se ha esforzado cuanto ha podido),
restricción (Aquí, que yo sepa, no ha pasado nada), excepción (No hay ninguna novedad, salvo
que ha llamado un señor) y adición (Les pagan bien, aparte de que tienen mejor horario). Incluso
[335] así, es posible que esta lista no resulte totalmente exhaustiva ya que, como se señala
en el Esbozo, "tienen que aparecer con frecuencia zonas intermedias de delimitación dudosa
entre unos y otros grupos"; por eso, se concluye, "nuestros grupos de subordinadas
circunstanciales no tienen la rigidez de una clasificación lógica cuyos miembros se excluyan
entre sí" (p. 536), requisito ineludible, por cierto, de toda clasificación. Tal escepticismo
proviene en buena medida del hecho de que, como sabemos, el criterio semántico no arroja
resultados confiables que se correspondan con los formales.

Aunque tendremos en cuenta la clasificación tradicional, recurriremos, una vez más,


al análisis de la estructura interna de estas cláusulas y a su relación con la superordinada. En
este sentido estas cláusulas se diferencian de las antes consideradas, las sustantivas y las
relativas, por su relación más laxa con la superordinada. Recordemos que las sustantivas son
argumentales y las relativas son estructuras que, prototípicamente, modifican a un
antecedente. En cambio, si bien algunas adverbiales son requeridas por verbos que seleccionan,
por ejemplo, complementos locativos, por lo general, se caracterizarán negativamente:
no son argumentales ni están todas incluidas como modificadores de un antecedente:
funcionarán como adjuntos en alguno de los niveles (del verbo, del predicado o de toda la
cláusula).
No basta, sin embargo, esta caracterización negativa para dar cuenta de sus
características. Se ha propuesto una clasificación de las subordinadas adverbiales en dos
grupos, al que añadiremos un tercero:
1. Las adverbiales propias pueden ser sustituidas por SAdvs de la misma clase
semántica: a este grupo pertenecen las temporales, las locativas y las modales. Como hemos
visto en el capítulo anterior, se trata típicamente de cláusulas relativas libres, encabezadas
por adverbios relativos, aunque existan también otras construcciones alternativas. Están
incluidas en la superordinada como adjuntos –(a) y (b), por lo que corresponden al diagrama
(38a) del capítulo dieciséis (repetido en 12a) o como complementos de algunos verbos que
seleccionan complementos locativos o modales (c) y (d):
(1) a. Nos retiramos cuando terminó la reunión.
b. Se fueron como habían llegado.
c. Dejé el libro donde lo había encontrado.
d. Se comportó como suele hacerlo durante tu ausencia.
Denotan entidades individuales específicas como los momentos, los lugares y, de un
carácter más abstracto, las maneras.1 Por eso, pueden funcionar como aposiciones de
adverbios deícticos y pueden ser focalizadas en oraciones hendidas: [336]
(2) a. Nos retiramos entonces, cuando terminó la reunión.
b. Fue cuando terminó la reunión cuando /que nos retiramos.
(3) a. Se fueron así, como habían llegado.
b. Fue como habían llegado como /que se fueron.
1 Como señala Larson (1985), mientras que los adverbios en -mente no designan individuos, ya que no admiten las pruebas
que siguen, "manners of action, to the extent that they can be understood as individuals at all, are entities of a very abstract
character" (p. 609). En español sólo así puede ser concebido como entidad individual.

(4) a. Dejé el libro allí, donde lo había encontrado.


b. Fue donde lo había encontrado donde /que dejé el libro.
Por otra parte, pueden ser sustituidas por SP cuyos términos son SN modificados por
relativas restrictivas (en el momento en que terminó la reunión, en el lugar en que lo había
dejado, de la manera como habían llegado).
2. Las adverbiales impropias pueden funcionar como adjuntos del SV, aunque es
más frecuente que modifiquen a toda la cláusula, ya sea a nivel de adjunto extraclausular ya
como disyunto o modificador de modalidad. El hecho de insertarse al nivel de modificador
de la cláusula en su conjunto hace que el estudio de este tipo de cláusulas esté en el límite
entre la gramática (oracional) y el análisis del discurso. Prueba de esto es que la relación
que se establece entre las cláusulas puede parafrasearse a menudo mediante la coordinación
de cláusulas unidas por conectivos.
Así como las adverbiales propias podían ser sustituidas por un adverbio, éstas, en
cambio, denotan un evento que se vincula con el denotado por la cláusula principal a través
de una relación de índole lógica: condición, causa, fin, concesión o contraexpectación.
Estas relaciones lógicas que se establecen entre los dos eventos, el denotado por la principal
y el de la subordinada, pueden expresarse a menudo mediante una coordinación:
(5) a. Si dice la verdad, lo liberaremos. = Diga la verdad y lo liberaremos.
b. Si no dice la verdad, ya sabe lo que le espera. = Diga la verdad o ya sabe lo que le
espera.
c. Aunque dice la verdad, nadie le cree. = Dice la verdad pero nadie le cree.
En los tres casos se trata de coordinadas binarias, no simétricas e interdependientes,
que, desde el punto de vista semántico, instauran relaciones similares a las existentes entre
la principal y las subordinadas impropias. De ahí que algunos gramáticos sostienen que las
une una relación particular de interdependencia o de exigencia mutua, correspondiente,
mayoritariamente, al diagrama (38b) del capítulo dieciséis (que se repite en 12.b.). Sin
embargo, como señala Ignacio Bosque (1991), este tipo de relación de exigencia mutua entre
ambos miembros no es exclusiva de las cláusulas coordinadas ni subordinadas: [337]
algunos sintagmas –preposicionales o adverbiales– pueden establecer una relación similar
con el resto de la cláusula:
(6) a. Si el senado se opusiera, sería imposible sancionar esta ley.
b. Con la oposición del senado, sería imposible sancionar esta ley.

c. Si no me equivoco, será imposible sancionar esta ley.


d. Seguramente, será imposible sancionar esta ley.
La cláusula condicional (a y c) alterna en un caso con un SP (b) y en el otro con un
adverbio (d). La relación de interdependencia que se establece entre las dos cláusulas que
conforman el período condicional2 de (a), reforzada por la correlación de modo y tiempo, se
da en (b) entre el SP y la cláusula a la modifica. En ambos casos, el constituyente inicial
establece una condición de la que depende el cumplimento de lo denotado por la cláusula
siguiente. Funcionan como un indicador del carácter hipotético de la cláusula en su conjunto:
como modifican a toda la cláusula, ubicaremos al primer constituyente a nivel de
adjunto extraclausular.
En cambio, en (c) de la condición planteada no depende el cumplimiento de lo
denotado por la otra sino que más bien, la condicional tiene que ver con las condiciones de
la enunciación que realiza el hablante, acto que puede explicitarse mediante un verbo.
(7) Si no me equivoco, te anticipo que será imposible sancionar esta ley.
Este tipo de modificadores, los de modalidad o disyuntos –que se ubican
configuracionalmente a un nivel más alto que los adjuntos extraclausulares– explicitan la
actitud del hablante (tanto en términos epistémicos como valorativos) en relación con el
contenido proposicional de la principal o bien con el acto de habla realizado. Precisamente
por su carácter más periférico, están separados entonacionalmente del resto de la cláusula.
Todas las adverbiales impropias pueden desempeñar ambas funciones:
(8) a. Aunque no me resulte atractivo el programa, asistiré a la reunión.
b. Aunque no me lo creas, asistiré a la reunión.
(9) a. Me comporté así para que se dieran cuenta de que estaba molesta.
b. Para que lo sepas, me comporté así adrede.
(10) a. No asistiré a la reunión porque no me siento bien.
b. No asistió a la reunión, porque su habitación está iluminada. [338]
Cada uno de estos pares se opone por la función desempeñada por la subordinada
adverbial, que es concesiva en (8), final en (9) y causal en (10); en (a) de adjunto– del SV o
2 Tradicionalmente denominadas prótasis –la cláusula que establece la condición–y apódosis –la que expresa el evento
condicionado.

extraclausular, en (b) de disyunto.


En (8a) la concesiva expresa un obstáculo, posible pero inoperante, para el
cumplimiento del evento expresado en la principal. En cambio, en (b), la objeción concierne
a la actitud del hablante, como se advierte al insertar un verbo que explicite el acto de habla
que el hablante pretende realizar (Aunque no me lo creas, te aseguro que asistiré a la reunión).
En las finales, en (a) se expresa el objetivo o propósito de la acción denotada en la
principal, mientras que en (b) tiene que ver con el acto de enunciación que el hablante está
llevando a cabo (Para que lo sepas te aclaro que me comporté así adrede).
En las causales, en (a) se expresa la causa o el motivo de la inasistencia, en tanto
que en (b) la razón por la que el hablante infiere que algo debe de haber ocurrido
(Conjeturo que no asistió a la reunión porque su habitación está iluminada).
3. Las comparativas y consecutivas: No nos hemos referido hasta el momento a las
comparativas y las consecutivas porque forman un grupo aparte, tanto por su relación con el
resto de la cláusula como, en el caso de las primeras, por su estructura interna. En efecto,
mientras que las adverbiales propias e impropias modifican a una proyección intermedia (V)
o máxima (SV o cláusula), estas cláusulas funcionan como complemento de un elemento
cuantificativo, es decir, de una categoría léxica (tanto, más, menos). Son estructuras
correlativas discontinuas (tanto... como, más... que, menos... que: tan(to)... que):
(11) a. Me gustan tanto los gatos como los perros / a Nacho / antes.
b. Me gustan más los gatos que los perros.
c. Me gustan tanto los gatos que llenaría mi casa con esos animalitos.
En (a) y (b) hallamos cláusulas comparativas: en ellas se compara cuantitativamente
la afición por los gatos con la afición por los perros o la mía en relación con la de otro o la
actual con mi afición del pasado. El carácter elíptico de esta estructura subordinada es una
de las características que distinguen las comparativas de todas las cláusulas vistas y de la
consecutiva, ejemplificada en (c). En ésta se pondera la afición a los gatos a través de su
resultado o efecto. En todos los casos son complementos de cuantificadores, aunque generalmente
no se encuentren en posición adyacente a éstos. También se distinguen
semánticamente. Las comparativas precisan el grado de una magnitud –mi afición a los
gatos– a lo largo de una escala con referencia a un punto tomado [339] como norma: mi
afición a los perros, la afición de Nacho a los gatos o mi afición a los gatos en un momento
del pasado. Las consecutivas lo hacen en relación con la consecuencia o efecto derivado de
la intensidad de esa cualidad, acción o número. Ambos tipos corresponden al esquema (12c).
Recapitulando: las adverbiales propias denotan una entidad individual específica,
lugar, tiempo o modo, en que se lleva a cabo el evento designado por la principal. Sirven, pues, para
establecer la localización espacial o temporal o la manera en que se realiza el
evento. Son típicamente cláusulas incluidas en la superordinada como adjuntos (12a).
Las impropias denotan un evento que se vincula con el designado por la principal, o
con el verbo implícito que indica el acto de habla que el hablante pretende llevar a cabo,
por una relación de tipo lógico. Responden al esquema de la subordinación no inclusiva
(12b).
Las comparativas y las consecutivas se hallan en sintagmas cuantificadores –
generalmente constituyentes discontinuos– que modifican SA, SN, SAdv y SV(

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