La rotura de una represa en San Lorenzo desencadenó 61
una de las mayores catástrofes naturales del siglo XX en la isla de Gran Canaria. La inundación afectó es- pecialmente al barrio de El Toscón, donde murieron ocho personas, cuatro de ellas menores de edad. Las víctimas residían en dos viviendas situadas en una finca de plataneras colindantes al embalse. Las casas fueron arrasadas por el agua y las piedras. Los falle- cidos, dos matrimonios y sus cuatro hijos, se vieron sorprendidos cuando dormían en la noche del 21 de febrero de 1934. Sus cuerpos sufrieron mutilaciones y fueron localizados en las proximidades de la playa de Guanarteme, a varios kilómetros de sus viviendas. Otros dos menores, de 6 y 11 años, lograron sobrevivir a pesar de haber sido arrancados de sus camas por la riada enfurecida. La obstrucción del puente del barranquillo de Teror agravó la situación y el barranco de Jacomar se convirtió en un río descontrolado que se llevó por delante todo lo que encontró a su paso: personas, animales, casas, árboles, piedras y tierra. La acción de los vecinos y los equipos de rescate evitaron un mayor número de muertos. Los habitantes de San Lorenzo, municipio que cinco años más tarde sería anexionado a Las Palmas de Gran Canaria, se echaron a la calle para socorrer a las víctimas, ayu- dándose de antorchas, faroles y luces de carburo. La
DOS FAMILIAS PERECEN ARRASTRADAS POR UNA RIADA EN GRAN CANARIA
falta de medios materiales dificultó las tareas de búsqueda. Los graves desperfectos sufridos en la estructura del puente de La Hoya obligaron a cerrar durante meses la carretera que comunica la capital con Teror.
Dos días después del suceso, el periódico ABC infor-
maba sobre las posibles causas de la tragedia: “Los elementos técnicos suponen que la catástrofe ha sido debida a algún corrimiento de tierras, que debe haber 62 originado la rotura de la represa, propiedad de D. Adán del Castillo”. Este rotativo subrayaba también que la magnitud del horror pudo ser mayor de no haber sido por la habilidad de los vecinos: “Algunas personas pudieron salvarse subiéndose a los árboles, al ver la avalancha de las aguas que irrumpía en el pueblo”.
La represa, con un muro de contención de casi 25
metros de altura, se encontraba prácticamente al límite de su capacidad (440 metros cúbicos) después de un invierno muy lluvioso. Se había construido en 1931, tras cuatro años de obras, para aprovechar las escorrentías del barranco y propiciar el riego de pla- taneras. Los funerales por las ocho víctimas paraliza- ron la isla de Gran Canaria, que quedó sumida en un profundo dolor.
HISTORIAS DE CANARIAS. Canarias Radio la Autonómica: Selección de 100 reportajes emitidos por la Radio Pública.