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DESCUBRIMIENTO DE MACHU PICCHU

El 24 de julio de 1911 es conocido como la fecha del "descubrimiento" de la famosa Ciudadela


inca de Machu Picchu, tesoro arquitectónico que había permanecido oculto, por más de cuatro
siglos, bajo la exuberante naturaleza del cañón del Urubamba. Este hallazgo fue hecho por el
controvertido antropólogo, historiador o, simplemente, por el explorador norteamericano,
aficionado a la arqueología, de la Universidad de Yale, profesor Hiram Bingham

Si bien el descubrimiento le es adjudicado a Bingham, según el investigador del Cusco, Simone


Waisbard, el hallazgo fue producto de una casualidad, ya que habrían sido Enrique Palma,
Gabino Sánchez y Agustín Lizárraga, los primeros en visitar estos restos arqueológicos sobre
cuyas piedras dejaron grabados sus nombres el 14 de julio de 1901. Y porque, además, el
arqueólogo inglés buscaba, en realidad, la ciudad de Vitco, el último refugio de los incas y el
último punto de resistencia contra los españoles. De manera que el citado descubrimiento de
Bingham se reduciría a la difusión del hecho para la ciencia. Sin embargo, para su principal
protagonista llegar a este día no fue producto del azar, sino de una extenuante investigación
basada en las informaciones proporcionadas por campesinos del lugar, además de varios años
de viajes y exploraciones por la zona.

Antes que Machu Picchu fuera descubierta es probable que formara parte de los fundos
Qollapani y Kutija. Con el paso de los años quedó la hacienda Q`ente como unidad inmobiliaria.
Ellos, Palma, Sánchez y Lizárraga, encontraron viviendo en el lugar al indígena Anacleto Alvarez,
quien hacía ocho años atrás cultivaba las tierras arrendadas por doce soles anuales. 

Los propietarios del fundo jamás habrían podido conocer metro a metro todo el lugar por su gran
extensión y, especialmente, por su topografía tan agreste e irregular. Existieron personas que,
efectivamente, conocieron Machu Picchu e incluso vivieron en ella, pero que no tuvieron idea de
su grandeza ni de la importancia que tenía ni, mucho menos, tuvieron la posibilidad de darla a
conocer al mundo. 

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