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La vida secreta de los numeros Temas curiosos de las matematicas Joaquin Navarro ElLmundo es matematico © 2010, Joaquin Navarro por el texto © 2011, RBA Coleccionables, S.A. Realizacién: EDITEC Disefio cubierta: Lloreng Marti Fotografias: Age Fotostock Resservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicacién puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningtin medio sin permiso del editor. ISBN: 978-84-473-7434-2 Depésito legal: NA-2690-2011 Impreso y encuadernado en Rodesa,Villatuerta (Navarra) Impreso en Espafia - Printed in Spain Sumario Prefacio Capitulo 1. Nameros Un gran invento ...... El precio de la verdad Los Santos Evangelios, el posted y 153 Comerciantes antes que matemiticos Se terminaron las letras Leibniz y el emperador de la China Malldito NiO ern Fermat y Kummer 1+1=2 y otras igualdades elementales Pequefios errores ... Un cilculo asombroso Un nimero muy grande La saga de 1.729 Hardy, Dios y la hipotesis de nine El cero y la nada Un genio singular ... Una ayudita de Erdés Los niameros del sefior Smith La mosca es La habitacién de Permat Capitulo 2. Formas Cicloides en lugar de ovejas El poligono esquivo rns Todo un caballero El teorema de Napole6n seuss De safari Una mente maravillosa, pero algo caética Ama de casa de dia, ge6metra de noche ........ El extrafio caso del genio que decidié dejar de serlo 35 35 36 38 38 40 40 41 42 SUMARIO ‘Tony Blair y el rinoceronte . Una botella sin dentro ni fuera .. Capitulo 3. El calculo . Conjeturas, teoremas y Newton El que la hace, la paga El ostentoso marqués ......... La integral del molinero .... Las superficies jabonosas ..... El descubrimiento de Neptuno Sentido comin y matemiticas La importancia de lamarse Taylor ...... Un simple polaco, sefior ..... Capitulo 4. Todo lo demas ... Las narices de Tycho Criptografia galileana Un espacio poliédrico El estadistico tender ...e.oeronn E] astrénomo infortunado ........« Las estadisticas no mienten La condesa programadora Florence Nightingale y la estadistica La estadistica y el genocidio ........ Tennyson y Babbage El panadero trampos0 ecsceronnnennn Los cuaternios los unen y ellos se juntan La teorfa intitil a teno ‘Sigamos las reglas de urbanidad La légica tiene su légica . Unos deberes dificilillos Todo termina en «AC» El teorema que se demostré dos veces Combinaciones con repeticién Aleteos de mariposa - Lo mejor es enemigo de lo Bueno 43 47 48, 48 50 52 53 55 56 56 57 59 59 61 62 63 63 65 66 67 68 70 1 74 5 76 17 78 78 79 80 81 83 SUMARIO Un titulo llamativo Un juego que es mas que un juego Capitulo 5. Matematicos del pasado lejano El primer especulador .... Combatiendo el fraude Ponga un palimpsesto en su vida ... El bar6n de Merchiston Los matemiticos estan locos La precocidad cientifica Por el honor del espiritu humano Un matemitico popular Euler y Diderot Don Giovanni matematico El ministro matematico En busca de la formula perdida ..... El principe de los matemiticos ....... El antifuncionario Un matemitico en West Point Matemitico, pero ingenuo ... Un titulo engafioso .. El rector espadachin Que no se quite el sombrero porque sin él es muy pei Capitulo 6. Los matemiticos cercanos nunsinmnsnnsnn Un diacono un tanto raro ... La excelencia y el escalafon Mittag-Leffler no tuvo la culpa Prohibido por ser mujer El entusiasmo macabro de Hilbert Facil y dificil Una cuestién de paridad El tercero en discordia El matemitico que nunca existié Una computadora y la Guerra Fria Un extraterrestre en Estados Unidos 84 84 87 87 88. 89 90 92 93 94 94 94 96 98 98 99 100 101 102 105 107 107 108 109 111 112 113 114 115 116 118 118 SUMARIO Norbert Wiener Una constitucién ilégica Un vocabulario especial Una estafa perfecta ...... No se puede uno fiar ni de EI cbdigo Da Vinci Un genio en accién Tonto, pero no tanto gNo querias arroz? Pues dos tazas... El mérito de Jacques Tits Me estoy volviendo viejo .. Capitulo 7. Sinfonias matematicas Las campanas suenan a muerto Horéscopos y predicciones Descubrimientos simultaneos .. Lo obvio, que tal vez no lo sea tanto .. Los premios Ignoble Los matemiticos habrian de ir a la cdrcel Un problema bien vale una oca Bibliografia ...... indice analitico 120 120 122 123 123 125 126 126 127 128 131 131 135 137 139 140 142 144 147 149 Prefacio Las matematicas son la muisica de la razén. James Joseph Sylvester Colecciones de anécdotas matemiticas ya las hay publicadas en diversos idiomas. Esta que tiene el lector en sus manos pretende ser algo distinta, con historias menos trilladas, aunque no por ello menos interesantes en lo que concierne a las matema- ticas que contienen. A muchos lectores la anécdota matemitica no les parece es- pecialmente graciosa, y bastantes matemiticos han dicho —y hecho— cosas muy serias que, no obstante, merecen contarse como anécdotas. Es cierto que algunas historias matematicas no son en absoluto divertidas: en el siglo pasado los regimenes nazi, comunista y otros de ideologia totalitaria forzaron a los matemiticos a vivir situaciones tan divertidas como, y perdone el lector la franqueza, cortarse las venas, y muchos otros periodos de aquella época rebosan de anécdotas poco o nada edifi- cantes. Hay otros matemiticos, de vida pletorica de curiosidades, que no contaron a sabiendas un chiste en su vida; a decir verdad, algiin especialista en légica consi- dera los chistes simples accidentes del lenguaje, objetos patoldgicos de estudio. Hay historias inmortales: la imagen de un genio de las computadoras como Turing, suicidandose mordiendo una manzana envenenada, en trigica imitacion de Blancanieves, es patética, y no invita a la sonrisa. Como tampoco invita a reir la luctuosa muerte de la matemitica Ada Lovelace, de cincer, estado agravado por una madre que le escondia la morfina para que el dolor le permitiera expiar mejor sus pecados. Al lado de esos casos anecdéticos parece una naderia la divertida batalla de G.H. Hardy con Dios, el mar tempestuoso y la hipétesis de Riemann. A veces los matematicos se comportan como gente seria, y otras, no. Al escribir el presente libro se ha elegido como indicadora la flecha temporal, es decir, las historias se narran tal como corresponde al orden en que sucedieron: pri- mero las mis antiguas y a continuacién las més modernas.Y para hacer la lectura mis ordenada, en cada capitulo se trata de algiin tema especifico. El primero, por ejemplo, est dedicado a historias relacionadas con la parte mis elemental de las matemiaticas, los nimeros. El segundo, a todo lo relacionado con la geometria. El tercero abarca historias sobre el calculo. El cuarto recoge curiosidades relacionadas con todos los aspectos de las disciplinas y teorias matematicas que quedan fuera de esos campos, los mis trillados hasta el siglo xx. Los capitulos quinto y sexto, ya ago- PREFACIO tados los temas concretos, nos hablan de los matematicos, que constituyen, acaso para su desgracia, una clase aparte. El ‘iltimo capitulo recoge, a modo de sinfonia coral, cosas inclasificables, como los horéscopos, en las que han intervenido muchos individuos de muchas épocas y procedencias. La matemitica es una ciencia; tal vez, en palabras del historiador E.T. Bell, la reina de las ciencias. Sus practicantes son gente un poco especial, y su cultivo, algo enrevesado, requiere una cierta claridad y penetracién de pensamiento. Al fin y al cabo no todo el mundo es matemitico, circunstancia que quizds haria al planeta muy aburrido. Lo que pretende con modestia este libro es un acercamiento un poco distinto a la habitual historia de las matemiticas, un acercamiento menos ri- guroso y escolistico; echar, en definitiva, un vistazo a su lado oculto. 10 Capitulo 1 Numeros jAlbert! ;Deja de decirle a Dios lo que tiene que hacer! Niels Bohr a Albert Einstein En el principio fueron el namero y la forma, y aprendiendo a dominarlos es como empezé la ciencia, la comprensién de lo que nos rodea. A lo largo de este proceso, que no terminar4 nunca, han sucedido incidentes divertidos, curiosos o esclarece- dores, acontecimientos anecdéticos. Sin 4nimo alguno de enumerarlos todos, ni siquiera los mas conocidos, he aqui algunos que quiz4 valga la pena resaltar, sin otra pretensién que mostrar el lado humano de una ciencia, la matematica, demasiadas veces elevada a la categoria de divina. Un gran invento Palamedes es un personaje de la mitologia griega relacionado con Agamenén y Ulises, héroes de la guerra de Troya. Si figura aqui es porque lo menciona Platén, con cierta sorna de origen matemitico, Palamedes es el supuesto padre, segin la leyenda, de los pesos y medidas y, cémo no, de su expresién conceptual, el ntimero. Palamedes inventé el naimero: toda una aportacién... Platn se mofaba de la exis- tencia de Palamedes diciendo: «Asi que Agamenén, antes de hablar con Palamedes, zno sabia cuantos pies tenfa?». Irreverente Platén, tan impio como su maestro Sé- crates, al que le ordenaron que se suicidara precisamente por impio. El precio de la verdad Cuando una magnitud a se media con una unidad de medida b, los antiguos grie-~ gos decfan que la fraccién a/b era la medida de a. Eso equivale a decir que todo lo medible tiene una medida fraccionaria 0, en términos modernos, toda medida es equivalente a un niimero racional, y viceversa. Por ejemplo, si un segmento era (visto por nosotros) de 70 cm y la regla media 20 cm, para los griegos la fraccién 1 NUMEROS, 70/20 =7/2 era la medida de a llevada a cabo con b. fisa era la creencia imperante, inamovible, de la escuela pitagérica y de sus miembros. :De todos? Pues no, habia una oveja negra: Hipaso de Metaponto (siglo v a. C.) descubrié, al parecer, que si se intentaba medir la diagonal de un cuadrado tomando por unidad el lado, tal medida era imposible; no dificil, sino imposible. Diagonal inconmensurable de un cuadrado. Si d=a/b, es evidente que pueden tomarse a y b de modo que sean primos entre si, Basta con «simplificar» la fraccién a/b. Ahora tomemos, para reducir las cosas a su expresién mis simple, el cuadrado de lado unidad. El teorema de Pitigo- ras —precisamente él— nos dice que d?=1?+ 12=1+1=2, es decir que (a/b)?=2 0, si se prefiere, a? =2b?, Fijémonos ahora en a: si fuera par, b deberia ser necesariamente impar, pues hemos supuesto que ay b son primos entre si, Como a=2p, la igualdad anterior nos lleva a (2p)? =4p =2 y, en consecuencia, 2p? =b?, de lo que se deduce que b? y, por tanto, b, ha de ser par. Imposible, pues ya hemos visto que b es impar. Bien, pues supongamos que a es impar. Pero entonces a” también lo es. Pero es que a? =2b?,y eso quiere decir que a? es par, en flagrante contradiccién con lo que hemos supuesto. Se acababa de demostrar algo impensable y lo habia probado Hi- paso, un pitagérico, un compafiero de secta.Y ya se sabe que la mejor solucién cuando se recibe un mensaje inaceptable es matar al mensajero. Tambico de Chalcis sostuvo, ocho siglos después, que los pitagéricos construye- ron una tumba destinada al profeta de lo inconmensurable; algo de mal agiiero, sin duda. Siendo mas concretos, existe mds de una versién de la suerte de Hipaso; la versién més soft ni menciona a Hipaso y se limita a explicar que los pitagéricos sa- crificaron cien bueyes debido a su asombro ante tanta inconmensurabilidad. Co- moquiera que los pitagéricos eran vegetarianos, la hecatombe bovina parece po- 12 NUMEROS sible pero poco creible. Una variante de esta version dice que Hipaso fue expulsado de la secta pitagérica. La version gore dice que se le ejecuté lanzindolo al agua por la borda desde un navio. Sea como fuere, los pitagéricos siguieron impertérritos con sus creencias, Hubo que esperar a Eudoxo de Cnido y su introduccién de facto de los ntimeros reales para resolver el enigma de la inconmensurabilidad. Los Santos Evangelios, el pescado y 153 Una de las menciones numerolégicas més antiguas de la historia occidental se en- cuentra en el Evangelio de san Juan, 21, donde se narra la extraordinaria hazaiia piscicola de Simén Pedro, cuya red capturé de una sola vez 153 ejemplares, faenan- do en el Tiberfades; claro que la Iglesia acepta que fue un milagro de Jesucristo. Ciento cincuenta y tres es un niimero predestinado a traer «cola», y lo primero que se descubre es que es un niimero triangular. El lector puede contar los asteris~ cos; en efecto, hay 153: FOI II ROTI II Oe FOI I II dk RO Re FOI IIe KO Re FOI III II Or BO Re BRR RRR Ae KR KK KK RK te kee kee ae ** * Sin embargo, aunque 153 sea un namero triangular o trino, eso no es motivo suficiente para que aparezca en los Evangelios; se necesita algo més. Si tomamos: 13 NOMEROS 1!=1 2=2-1=2 31=3-2-1=6 MN=4-3-2-1=24 51=5-4-3-2-1=120, vemos que 1!+2!+3!+4!+5!=1+2+6+24+120= 153, tal como se representa en este esquema: Eso ya est4 mejor, pero atin habra incrédulos que consideren todo lo dicho in- digno de constituir una anécdota matemitica divina. Si atin se busca algo mejor, hay 14 NUMEROS que acudir a lo siguiente: puesto que el Sefior es trino, tomemos cualquier miltiplo de tres, por ejemplo 1.728 Io dicho es vilido cualquier miiltiplo de tres—, y va- yamos elevando también a tres sus cifras y sumAndolas, una vez tras otra: 13+ 73+23+8 = 864 8 +6+4=792 7+95+25= 1.080 B+0°+83 +0? 13 5°+19+3? = 153. Y ya esté; la serie siempre termina en 153. Compruébelo con cualquier otro miiltiplo de tres distinto del 1.728 que hemos utilizado en el ejemplo. Milagro 0 matemiticas recreativas? Comerciantes antes que matematicos Asi era el género humano en los tiempos del Renacimiento, En 1456 se invent6 la imprenta y los libros empezaron a correr por el mundo, abriendo muchas mentes a los vientos del progreso. Muchas mentes, pero no todas, o al menos no como noso- tos, situados en la cémoda atalaya del siglo xx1, hubiéramos querido. Por ejemplo, el primer texto impreso de matemiticas de la historia no fue —aun admitiendo la dificul- tad de traducirlo y su considerable exten- sién— los esperados Elementos de geometria de Euclides, el auténtico monumento a la sabi- duria matemitica de la Antigiiedad, sino que el primer libro de matematicas impreso fue la llamada Aritmética de Treviso, L’arte de Pabbacho en su version original, un tratado escolar elemental que se limitaba a aplicar los algoritmos de las cuatro reglas y a proponer ejercicios practicos de repartos proporciona- les. Vio la luz en 1478 y, eso si, utilizaba los numerales indoarabigos. Los mercaderes, que eran los clientes na~ turales de tales libros, les ganaron la partida a 15 A comta clamoltneaise esti wig setarspace bracers ec avlgscorpenoabe acta ‘niet enor cuca bt PUOE Beier ae 49 500 Goze lot, ace pee Una pagina de la Aritmética de Treviso. NUMEROS los sabios y pensadores. El porvenir, no obstante, se tomarfa cumplida venganza. De la Aritmética no se hizo ya ni una segunda edicién. De los Elementos de Euclides se hicieron cientos. Se terminaron las letras Una historia, seguramente a caballo entre la leyenda y la realidad, explica por qué predomina la letra x en las expresiones algebraicas de la geometria analitica y, en general, en todos los textos de matemiticas, Es costumbre seguir el camino de René Descartes (1596-1650) en su libro La geometria —y de otros colegas de su tiempo— y designar con las primeras letras del alfabeto (a, b ¢ d,...) a las entidades numéricas conocidas. También es costumbre representar las magnitudes desconocidas con las letras x, y, z, las tiltimas letras del alfabeto. Entre ellas, la x es la reina, la letra que representa las incégnitas por excelencia. La razén, segiin algunos, es muy prosaica: el tipégrafo del libro se dio cuenta de que le iban a faltar tipos de otras letras, mientras que estaba bien abastecido de letras x, poco utilizadas; asi que cuando tuvo la necesidad de asignar un simbolo a la in- cégnita, le puso una x. Lo cierto es que la notacién de Descartes creé escuela, y desde entonces todo el mundo la ha seguido. Leibniz y el emperador de la China El sistema binario de numeracién representé para el polifacético pensador Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716) una iluminacién sibita, Descubrir el reino de los 1 y los 0 fue para él como descubrir la transmutaci6n del hierro en oro: le abrieron de repente horizontes nuevos, algunos insensatos. El uno (que era como Dios) y el cero (la nada), podian explicar el universo entero, asi como el simple 1 y el simple 0 podian engendrar todos los ntimeros. Habja que explicarlo, y habia que aprove- char tal maravilla. En 1689, Leibniz contacté en persona con su amigo jesuita Carlo-Filippo Gri- maldi, presidente del tribunal de matematicas de China —en afios sucesivos tuvie- ron interesantes intercambios epistolares—. Le comunicé todo lo que pensaba y le pidid que usara su influencia y poder de persuasién para convencer al emperador Cam-Hi de la bondad de su pensamiento. ;No eran acaso los chinos los creadores del yin y el yang? El emperador de China deberia abandonar el budismo y abrazar 16 NUMEROS: el cristianismo a poco que profundizara en el conocimiento del 1 y del 0. Nada de eso sucedié: el emperador no se hizo cristiano, Leibniz se quedé lamentindolo y el sistema binario de numeracién qued6 relegado al reino de la aritmética, de donde nunca debié salir, Leibniz es un personaje contumaz en eso de atribuir caracteristicas semidivinas a los nuevos entes matematicos que se le presentaban. A los numero imaginarios, los vinculados a la misteriosa V—1, los consideraba sublimes y portentosos, «anfibios entre el ser y el no-ser». Maldito nifio Acostumbra a contarse una anécdota infantil de Carl Friedrich Gauss (1777-1855) que retrata su precoz personalidad. Tenia entonces 10 afios cuando su maestro, se- guramente buscando el descanso y el silencio de la clase durante unos minutos, le impuso a él y a sus compafieros una tarea que seguramente les llevaria tiempo: su- mar todos los néimeros del 1 al 100: 14+24+3+...+ 98+99+100. Al cabo de pocos minutos el jovencito Gauss se levanté y le entregé al maestro, escrito en su pizarrin portitil, el resultado: 5.050. ¢Cémo se las pudo arreglar ese pequefio «monstruo» de nifio? Ahora pensamos que Gauss se apercibié de que po- niendo la sucesin al derecho y al revés, 142 +3+...+98+99+100 100+99+98+ ...434+2+1, obtenia por cada pareja sumas parciales, todas ellas del mismo valor: 1+100=2+99=3+98 =98+3=99+2=100+1=101. zCuantas sumas habfa? 100.¥ como eso era el doble de la suma total que queria el maestro, el resultado deberia ser: RI = 50-101=5.050. Hasta aqui la leyenda, que nos muestra a un nifio dotado de una fabulosa facul- tad de razonamiento. Pero la anécdota se acostumbra a explicar en forma simplifi- cada, para que la entienda todo el mundo —no todo el mundo es Gauss—, y el 7 NUMEROS problema original todavia es més apabullante, pues lo que el maestro propuso en realidad a la clase era Ja suma de los 100 primeros términos de la serie: 81.297 + 81.495 +81.693+..., donde cada término difiere del anterior en 198. El resultado no es tan simple como antes; Gauss era atin més listo de lo que dice la leyenda. Fermat y Kummer En 1847, el matemitico francés Gabriel Lamé (1795-1870), en presencia de mu- chos de sus colegas anuncié, muy excitado, que habia probado lo que hoy conoce- mos como teorema de Fermat. Lamé, que era una persona integra, no se olvidé de aiiadir que le debia gratitud e inspiraci6n a su colega Joseph Liouville (1809-1882), también alli presente, sin cuya ayuda e inestimable colaboracién no hubiera podido etc., etc. La atencién se desplazé luego hacia Liouville, que lo encontré todo estu- pendo, salvo que advirtié a la asamblea de un pequefio detalle: la demostracién de Lamé era valida siempre y cuando se cumpliera la condicién de que entre determi- nada clase de enteros (luego los definiremos) valiera, como entre los enteros cono- cidos, la factorizacién tinica. Hay que decir que pocos lo dudaban. Lamé traté de demostrar el pequefio detalle que faltaba, pero, para su desespero, no habia modo de hacerlo. Como dijo un critico musical de una pieza de Debussy, la musica era poco ruidosa, pero era un ruido muy desagradable. Lamé estaba perdiendo la paciencia ante una nimiedad. Tres afios antes, el matemiatico alemin Ernst Kummer (1810-1893) ya habia publicado (en una oscura revista alemana, de escasa circulacién) un contracjemplo de factorizacién «no Gnica» entre cierta clase de enteros. Cuando se enteré de los esfuerzos de Lamé, se apresuré a enviarle el contraejemplo; Lamé, descorazonado, abandoné su intento de demostracién. Los famosos enteros de Lamé los Ilamariamos hoy en dia enteros cuadriticos y eran objetos relativamente poco estudiados en aquel entonces. Entre enteros nor- males, como los de Z, existe la factorizacién tinica (salvo la presencia de las unidades 1 0-1). Por ejemplo, 6=2-3=2-(3)-1)=(2)-3-C1)=(2)-(3), y,salvo la presencia de unidades, los factores son 2y 3. En cambio, en Z [V5] (nit meros de la forma a+ibV5, con ay b enteros), se tiene, a salvo de unidades, 18 NUMEROS 6=2-3=(1+iv5)-(1-iv5), y los factores ya no son tinicos. Por ejemplo, el entero 6 (salvo unidades) factoriza de dos modos distintos. No hay mal que por bien no venga, dice el refran.Y, en efecto, Kummer desat6 Ia caza del teorema de Fermat, introdujo los ntimeros ideales y el famoso e indemos- trado teorema «No existe una terna entera x, y, x que satisfaga x"+y"= "para n > 20 fue probado luego para los 100 primeros exponentes (n < 100).Total, slo quedaban infinitos ms. Emst Kummer. Ademis de numerélogo, Ernst Kummer era un ferviente patriota,y famoso por sus dificultades para memorizar los conocimientos basicos de la aritmética elemen- tal; las simples tablas de multiplicar eran un arcano para Kummer. Cuando las nece- sitaba en clase, recurria a sus alumnos; por ejemplo, «Siete por nueve, eeeeh —un alumno perverso sugiere un resultado erréneo—, siete por nueve sesenta y uno». «No, no, sesenta y nueve» sugiere otro, sumandose a la fiesta. ¥ el pobre Kummer que dice inocentemente «Vamos, vamos sefiores, que tiene que ser uno u otro». Asi que Kummer se puso a pensar racionalmente. Lo curioso es la solucién al enigma 19 NOMEROS: 7-9, en el mas puro estilo de Kummer: 60, 62, 64, 66 y 68 no sirven pues son pares; 61 y 67 se descartan por ser primos,y 65 porque termina en 5 y es, por tanto, mal- tiplo de 5. No puede ser 69 pues es, obviamente, demasiado grande. Nos queda 63, y ésa debe ser la respuesta. Ergo 7-9=63. Puro razonamiento kummeriano y sin saberse la tabla de multiplicar del 7. 1+1=2 y otras igualdades elementales El matemitico aleman Peter Gustav Lejeune Dirichlet (1805-1859) sentia algo es- pecial por los mimeros; se cuenta que incluso dormia arrullado por un tomo de las Disquisitione arithmeticae de Gauss, que situaba siempre bajo la almohada. Dirichlet hizo de los ntimeros y de la técnica un uso poco corriente, Cuando nacié su primer hijo, el telegrama que recibid su suegro decia asi: 2+1=3.. Imposible ser més claro: antes eran dos y vino un tercero, Ademis, en una época en la que los telegramas eran caros, el de Dirichlet tenfa la virtud de la brevedad.... y la baratura. El no fae el primero ni el tiltimo en la historia en utilizar la formuli- ta del titulo: el mismo Sécrates estuvo durante un tiempo mareando la perdiz en torno a «1 +1 =2» sin ser capaz de convencerse de su evidencia. ;qué puede espe- rarse de alguien que tiene por maxima la frase «s6lo sé que no sé nadav? El fisico y matemitico austriaco Ludwig Boltzmann (1844-1906) protagonizé ante sus alumnos una divertida escena: como era un calculista rapido, sus clases a veces se convertian en una tortura para los asistentes, dado que se saltaba muchos pasos, pues daba por hecho que los razonamientos y calculos mentales que pasaban por su cabeza, y que ni siquiera exponia en la pizarra, eran tan obvios que todo el mundo los seguia. Le advirtieron de modo amigable que no era asi, y Boltzmann, obedientemente, prometié enmendarse.Y continué la exposicién: «Como iba di- ciendo, al ser py=p,y,(1+cr#), etc., etc.», pero sin efectuar, como de costumbre, apunte alguno en el encerado. Como antes o peor. La ininteligible clase termin6é con una frase inmortal: «Todo lo dicho confio en que les parezca tan evidente como que uno mis uno son dos».Y, para remarcarlo, para enfatizar su incomprensible pa~ rrafada y recordando saibitamente su promesa de escribir todos sus cAlculos, se en- caminé a la pizarra y escribié de modo concienzudo: «l +1=2». Algo mis tarde, Bertrand Russell (1872-1970) y Alfred North Whitehead (1861- 1947) asombraron al mundo cientifico cuando alumbraron, en los albores del siglo Xx 20 NUMEROS (1910-1913), un tratado de légica en tres tomos de abstrusa, casi imposible, lectura al que lamaron, emulando a Newton, Principia Mathematica, La igualdad del titulo de este apartado, «1 +1=2s, que a los no iniciados les parecer evidente, es el teorema néimero 54.43, Esté en el segundo volumen; el primero digamos que prepara el te- rreno. Una idea de lo divertido y facil que resulta adentrarse en la lectura de los in trincados senderos simbélicos de los Principia Mathematica la da el hecho de que un respetable periddico de la época instituyera un premio al que probara haber leido todo el libro; el concurso se declaré desierto, Durante un tiempo se alimenté la es- peranza de que al menos uno de los coautores, Whitehead, fuera la persona indicada, pero era una esperanza vana: en realidad, cada autor ley6 solamente su parte. #5443, brea, Bel. DianB=A.=.auBe2 Dem. F.#5426.Dbia=ue. Bay. diavBe2.z.cty. [#51-231] Senty=h. [#1312] ang=A (1) (1). #111135. F:. (qa, y).a=te.B=Uy.DrauBe2.=.anBaA ) (2). #1154.4521.+. Prop From this proposition it will follow, when arithmetical addition has been defined, that 1+1=2. Fragmento de los Principia Mathematica que contiene la demostracién rigurosa de que 1+ 1=2. Pero previamente, como advierte de modo encantador e irénico el texto (se nota la mano del travieso Russell), hay que definir la adicién aritmética. Pequefios errores A Augustin Louis Cauchy (1789-1857) le lleg6 una vez un sesudo escrito de teoria de nameros en el que se demostraba que la impresionante ecuacién diofintica e+yp+z=h no tenia solucién entera alguna. Cauchy, que bajo sus creencias ultramontanas ocul- taba al parecer un cardcter algo sarcistico y hasta risuefio, contesté devolviendo el original con una simple nota de una sola linea: 3+ 445963, 2a NUMEROS Un caso parecido le acaecié a Alphonse de Polignac (1817-1890), un excelente matemitico francés bastante conocido hoy dia por una conjetura sobre los nimeros primos que generaliza la popular conjetura de Goldbach. Polignac enuncié que: «Cada mimero impar puede expresarse como suma de potencias de 2 y un ntimero primo». Suena impresionante, y a primera vista, verosimil; si se toma un impar cualquie- ra, por ejemplo 63, 63=25+31, y como 31 es primo, parece que la cosa funciona. Si se le afiade a esa evidencia el hecho de que Polignac diera a entender que habfa comprobado su conjetura hasta el némero 3.000.000, se comprendera que mucha gente se interesara por el tema. Nuevo error: si se toma un mimero tan pequefio como 127, a conjetura no se cum- ple. En efecto, si se hace una lista con las seis posibles potencias de dos: 127=2!+125=2!+5-25; 127 = 22+ 123=22+3-41; 127=2°+119=2°+7-17; 127 = 28+ 111=2'+3-37; 127=25+95=25+5-19; 127= 26+ 63=25+3-21, la siguiente potencia de 2 es ya 2= 128, un ntimero mayor que 127. Bien, el caso es que la conjetura no se cumple para 127, aunque lo conjeturara Polignac. ¥ es que hay errores que matan. Un calculo asombroso La escena es por completo real y esté documentada, y se desarrollé durante una reuni6n de la American Mathematical Society en octubre de 1903. Estaba anuncia~ do que el numerdlogo Franck Nelson Cole (1861-1926) daria una charla sobre el tema On the Factorisation of Large Numbers (Sobre la factorizacién de grandes niimeros). El desarrollo de la reunién fue un tanto anormal: Cole se levant6 de su asiento, se acercé a la pizarra y escribié: 2°-1, el niimero de Mersenne M,,, supuestamente —hasta entonces— un mimero primo. Draméticamente Cole procedié a calcular 2°7 y le resté 1. Después, mientras el auditorio contenia el aliento, Cole escribié dos 22 NUMEROS niimeros y los multiplicé a mano, en la misma pizarra: 193707721 - 761838257287. El resultado, 147573952589676412927 era, como ya todos esperaban, el ansiado M,,-Cole dio entonces media vuelta y regres6 a su asiento, En la hora larga que duré todo, no pronuncié palabra alguna. El distinguido y sabio auditorio se puso a aplaudir al final, como en la dpera. Hay que advertir que en 1903 no existian las calculadoras ni los algoritmos ca- paces de enfrentarse como hoy a los néimeros de Mersenne. Segin Cole, su increi- ble cAlculo le habia llevado «tres afios de domingos». Como consecuencia de tal hazafia, la American Mathematical Society instituy6 el hoy muy apreciado premio Cole. La persecucién de néimeros primos de Mersenne puede seguirse en la actua- lidad por Internet, sobre todo en la web Great Internet Mersenne Prime Search (http://www.mersenne.org/default.php). El mayor niimero primo conocido en 2010 era My... 4: UN gran néimero —grande de verdad— de 12.978.189 digitos. Ah, y Mys12,49 €mpieza por 3. No nos pidan més, por favor. Un numero muy grande En matemiticas puede pensarse en néimeros arbitrariamente grandes, finitos pero muy grandes, enormes, colosales. En 1938, el sobrino de nueve afios del conocido matemitico Edward Kasner (1878-1955) invent, para que lo usara su tio, el «goo- gob, para su joven mente era un numero casi inconcebiblemente grande, casi infi- nito. Para Milton Sirotta, que es el nombre del sobrino, un googol era un 1 seguido de 100 ceros, Escrito en notacién aritmética «adulta» 1 googol=10™, Con ser mucho, el googol nos impresiona poco; es mejor el llamado «googol- plex», que es un 1 seguido de un googol de ceros. También ahora podemos escri- birlo en «adulto»: 1 googolplex = 10'#*" = 10". Durante muchos afios, el ingenuo invento de Sirotta se pased por los textos de matemiticas como una invencién ocurrente hasta que llegd Google. La hoy gigan- tesca empresa informatica la fandaron en 1998 dos jévenes mateméticos norteame- ricanos, Larry Page (n. 1973) y Sergey Brin (n. 1973), y empezé ofreciendo un simple «motor de bisqueda», su gran aportacién al mundo de Internet y a la que han seguido otras muchas herramientas. El nombre de la compaiifa no es mas que 23 NUMEROS una variante de la palabra «googol», un término que, como hemos visto, ya habia sido usado copiosamente. En el momento de crear Google no se llevaban indexadas mis que 24 millones de paginas de Internet, cifra que esta bastante lejos del googol de paginas, pero es sabido que los matematicos son seres optimistas. La saga de 1.729 La raz6n por la cual 1.729 es un cifra mitica reside, sobre todo, en una conocida y repetida anécdota asociada a dos matemiticos, el inglés Godfrey Harold Hardy (1877-1947) y el indio Srinivasa Ramanujan (1887-1920). Cuenta Hardy que, en una visita al entonces hospitalizado Ramanujan, tomé un taxi de niimero 1729, y as{ se lo dijo a Ramanujan, en plan frivolo y sélo para levantarle el animo. Segén Hardy, era un ndmero vulgar. «No lo creas», le respondié el indio, «es el namero menor que es dos veces la suma de dos cubos».¥, en efecto, 1.729= 123+ 3=93+ 108, Demostrar lo que Ramanujan habia enunciado, al desgaire y como el que no quiere la cosa, le cost semanas a Hardy. Posteriormente, 1.729 ha dado lugar a toda una subteoria de la teoria de ntimeros, la de los «taxicab numbers», pero eso ya es otra historia. La anécdota, aunque muy divulgada, es soberbia, veraz y da una idea de como debja de funcionarle la mente a alguien como Ramanujan. No obstante, la conti- nuaci6n de la anécdota no tiene desperdicio y afecta a otro genio de la fisica y las matemiticas, el excéntrico Premio Nobel de Fisica Richard Feynman (1918-1988). Segtin cuenta el propio Feynman en Surely you're joking, Mr. Feynman! (;Esté usted de broma, Sr. Feynman?), 1.729 le permitié vencer en cierta ocasién a un aba~ quista japonés, lo que represent6 una performance remarcable, pues en el mundo que Iamamos oriental los abaquistas pueden ser muy buenos calculadores. Tras com- probar que los resultados con lépiz y papel iban mejorando a medida que los cél- culos eran més complejos, el abaquista propuso pasar al dificil campo de las raices clibicas, y cometié el error de pedirle a Feynman que eligiera un mimero para hallar su raiz cibica. Feynman eligid enseguida el 1.729, un ntimero que no levan- t6 sospechas, pero Vi.729 = {12° +1 = 12° we =124/14+—, 12° 1.728 24 NUMEROS lo que puede escribirse con facilidad sobre papel, y aplicando un desarrollo en serie de Taylor: aie Lae ae 1+-=—_+ 1.728 31.728 Esos términos son ya suficientes para asegurar (y Feynman era un excelente calculista mental) que ¥1.729 ~ 12,0023, tun resultado ganador frente a un abaco. De modo que Feynman gané su competi- cién y Ramanujan le bendijo simbélicamente desde el cielo, el nirvana o el lugar sagrado dondequiera que habite. Un sello indio dedicado a Srinivasa Ramanujan, el mas grande matematico de la historia india, Hardy, Dios y la hipotesis de Riemann Sobre la figura, cien por cien inglesa, del insigne matemitico y escritor G.H. Hardy se han citado muchas anécdotas, de las que una de las mas extendidas es la que se relata unas lineas més abajo. El personaje es atractivo, y una lista de sus ansiadas am- biciones —confesadas por él mismo— explica claramente por qué. Hardy ambicio- naba, por encima de otras vanidades mundanas: 1, Probar la hipétesis de Riemann. 2. Anotar el tanto ganador en un importante partido de cricket. 3. Matar a Mussolini. 4. Demostrar la inexistencia de Dios. 25 NOMEROS Al primero de estos deseos responde lo que se narra a continuacién. Las premi- sas que es preciso saber para entender cémo una anécdota tan conocida figura en este libro son: — GH. Hardy, un magnifico numerélogo, popular sobre todo, como ya hemos visto, por ser el responsable maximo de la incorporacién a occidente de una figura tan extraordinaria como Srinivasa Ramanujan. — Dios, quien no necesita presentacion y a quien Hardy consideraba su enemi- go personal. — La hipétesis de Riemann, sin duda la conjetura mas importante de las mate- miticas actuales y todavia indemostrada. Nos cefiiremos a la narracién que de los hechos hace George Pélya (1887- 1985), ya que pone de manifiesto la habilidad de Hardy y el razonamiento mate- mitico que siguid. El caso es que Hardy volvia de Dinamarca, donde habia visitado a Harald Bohr, el hermano matemitico del famoso fisico Niels Bohr. A su regreso en buque a Inglaterra el tiempo era malo, y existia un riesgo mayor del normal de que la nave zozobrara, De modo que Hardy procedié a enviarle una postal a Bohr comunicandole el siguiente mensaje: «He probado la hipétesis de Riemann». Fijé- monos ahora en el razonamiento que sigue a esas circunstancias: si el buque se hundiese, todo el mundo pensaria —via Bohr, un ciudadano por encima de toda sospecha— que él, Hardy, habia probado la hipétesis de Riemann, Ahora bien, Dios no podia otorgarle a un descreido enemigo como Hardy la gloria inherente a un descubrimiento asi y, por tanto, no podia hacer que el buque zozobrara, Ergo, el buque no podia hundirse. Quod erat demonstrandum, Ni que decir tiene que Hardy, por la gracia de Dios, regres6 sin problemas a Inglaterra Tal razonamiento puede convertirse en falaz si se aplica con descuido. Se narra con frecuencia el caso de un estadistico que calculé la probabilidad de que en un viaje aéreo alguien llevara un artefacto explosivo en la maleta; cuando se apercibid de que la probabilidad de catastrofe disminufa si en el vuelo se suponia que habia dos artefactos, viajaba siempre con una bomba en la maleta. La probabilidad de sufrir un incidente aéreo era, segtin él, muy inferior a la de que el avién Hevara una sola bomba, Naturalmente, es una estupidez, no una deduccién estadistica vilida. Una variante de la historia de Hardy se atribuye también a David Hilbert (1862- 1943), aunque el protagonista es ahora el teorema (entonces conjetura) de Fermat. En esta ocasi6n, Hilbert habria comunicado a sus colegas de una ciudad lejana en la 26

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