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APUNTES SOBRE EL
Prof.
MARLON MORENO
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ÍNDICE
Bienes inmuebles y muebles en el derecho civil venezolano 5
Antecedentes de la clasificación 5
Derecho romano 6
Codificación napoleónica 10
Generalidades 12
Con el tiempo una concepción muy amplia del concepto de cosa llevo a
extender la clasificación hasta comprender en ella incluso a los derechos y
acciones. Por otra parte, la circunstancia de que en la edad media bienes carentes
de movilidad, en especial el suelo, adquirieran la máxima importancia económico-
social, condujo a crear un régimen jurídico de favor para los inmuebles de modo
que la distinción alcanzó gran trascendencia jurídica porque los regímenes
jurídicos de los inmuebles y de los muebles pasaron a ser radicalmente diferentes.
Por último, en el deseo de que el régimen de favor alcanzara a todos los bienes de
importancia económico-social, algunos de estos fueron calificados de inmuebles,
independientemente de su naturaleza física.Así en la mayoría de los derechos
contemporáneos la clasificación de los bienes muebles e inmuebles:
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demás. Ahora bien, los frecuentes cambios socio-económicos dificultan mantener
esa concordancia porque al variar reiteradamente la importancia de diferentes
bienes, sería necesario que de inmediato se modificara su calificación legal como
muebles o inmuebles. De allí que en ciertas épocas y lugares, la clasificación de
los bienes en muebles e inmuebles, tal como está consagrada por la ley, este
divorciada de la realidad y conduzca a resultados contrarios a las exigencias
socio-económicas.
Por lo demás es un hecho que la máxima protección legal para ciertos bienes
no se logra sino a través de mecanismos cuya aplicabilidad no deriva
fundamentalmente ni de la fijeza del bien ni de su importancia económica sino de
otras características. No resulta extraño que, por ende, se proponga sustituir la
clasificación de referencias por otra fundada en criterios que determinen la
posibilidad o imposibilidad de aplicar los mecanismos protectores al bien de que
se trate; en particular, en la posibilidad o imposibilidad de someterlos a un régimen
de registro.
DERECHO ROMANO
I. Orígenes de la clasificación
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El Derecho Romano clasificó los bienes en muebles e inmuebles de acuerdo a un
criterio físico: inmuebles eran las cosas no susceptibles de desplazamiento, como
el terreno en su configuración natural y todo lo que se le incorpora en virtud del
principio de accesión: y muebles, las demás cosas.Por otra parte, los romanos
siempre limitaron esta clasificación a las cosas corporales.
I. Orígenes de la clasificación
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A partir de la caída del imperio romano, la importancia de la tierra –el inmueble
por antonomasia-, creció desde el punto de vista económico, pues casi era la
única fuente de ingresos, y desde el punto de vista político, ya que la jerarquía de
las personas estaba ligada a la “jerarquía de las tierras”. En cambio, los bienes
muebles en su mayoría no eran valiosos: ni eran productivos ni estaban
vinculados con la jerarquía de la sociedad feudal. Lógico efecto era una gran
trascendencia jurídica de la clasificación porque no podían esperarse sino grandes
diferencias entre el régimen jurídico inmobiliario y mobiliario cuando se partía de la
idea de que uno era el régimen propio de las cosas verdaderamente valiosas y
otro el de las poco valiosas. Así, en el antiguo derecho francés, la clasificación de
los bienes en muebles o inmuebles estaba inspirada en el principio de la
superioridad de los inmuebles.
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maternis y al calificar otros derechos como muebles se los hacía formar parte de la
comunidad conyugal. Tan es así que en el sur de Francia donde se conservaban
las reglas sucesorales romanas y no existía la comunidad conyugal, la
clasificación de muebles e inmuebles no se extendió a los derechos.
CODIFICACION NAPOLEONICA
I. Generalidades
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III. Trascendencia y sentido
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El código napoleónico no volvió en esta materia a las fuentes romanas, sino
que mantuvo la clasificación referida tanto a las cosas como a los derechos y a las
acciones. Tampoco en este aspecto merece elogios.
GENERALIDADES
I. Campo de aplicación de la distinción entre muebles e inmuebles
El Código Civil (C.C.), extiende la clasificación en muebles e inmuebles a las
relaciones jurídicas al comprender en ella los derechos, obligaciones y acciones
con la denominación de muebles o inmuebles por el objeto a que se refieren. Esta
inclusión de las relaciones jurídicas, abstracción hecha de otras consideraciones,
induce a errores, porque el régimen jurídico de las cosas muebles e inmuebles no
siempre se aplica a las relaciones jurídicas calificadas como muebles e inmuebles.
El C.C. toma el criterio físico como punto de partida para distinguir entre
muebles e inmuebles, por cuanto en su artículo 532, señala: “Son muebles por su
naturaleza los bienes que puedan cambiar de lugar, bien por si mismos o movidos
por una fuerza exterior”, sin embargo, es de observar que:
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1. Dada la naturaleza misma de las cosas incorporales y de las relaciones
jurídicas el legislador no pudo clasificarlas en muebles e inmuebles en
atención al puro criterio físico.
2. El legislador no se sustrajo por completo a la tradición medio-eval de tomar
como base de la distinción criterios económicos. Por ello no mantuvo con
fidelidad el criterio físico ni siquiera en relación con las cosas corporales,
como se comprueba en el artículo 527 del C.C. al advertir que se consideran
inmuebles por su naturaleza, “los hatos, rebaños, piaras y cualquier otro
conjunto de animales de cría, mansos o bravíos, mientras no sean
separados de sus pastos o criaderos”.
3. En consecuencia, en ningún caso resulta rigurosamente exacta la formula
según la cual son muebles los bienes que puedan cambiar de lugar e
inmuebles los que no pueden hacerlo. Más bien parece que el verdadero
punto de partida es la distinción entre aquellas cosas que por su manera de
ser prestan su utilidad permaneciendo (relativamente) fijas y aquellas cosas
que por su manera de ser prestan su utilidad sin necesidad de permanecer
(relativamente) fijas.
El C.C. en su artículo 526 señala: “Los bienes son inmuebles por su naturaleza,
por su destinación o por el objeto a que se refieren”.
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2. Enumeración
Si se atiende a lo establecido en el artículo 527 del Código Civil, pareciera que
ésta distingue entre los inmuebles por su naturaleza en sentido propio que serían
los terrenos, las minas, los edificios y, en general, toda construcción adherida de
modo permanente a la tierra o que sea parte de un edificio y los que son
inmuebles por su naturaleza por extensión o por considerarlos así la ley, que
serían los demás inmuebles enumerados en el artículo arriba señalado. Pero esa
clasificación superficial no tiene trascendencia jurídica. En cambio, interesa
distinguir entre los terrenos y los bienes que son inmuebles por su incorporación a
terrenos.
A. Terrenos. Son éstos los inmuebles por excelencia, los más típicos.
Comprenden no sólo la porción correspondiente de la superficie terrestre sino que
forman una misma cosa con el subsuelo y el espacio aéreo (hasta los límites
dentro de las cuales el derecho de propiedad de la superficie se extiende
legalmente a ellos). Pero debe advertirse que las minas (estén en el subsuelo o en
la superficie), son bienes inmuebles por su naturaleza distintos del resto del
terreno en que están enclavadas, ya que son objeto de un derecho diferente cuyo
titular puede ser una persona distinta del dueño del resto del terreno. A su vez, los
minerales a medida que se extraen del yacimiento se hacen bienes muebles.
Aunque la ley estimó necesario hacer mención separada de ellos, las lagunas,
estanques, aljibes y todas las aguas corrientes (ríos, arroyos, manantiales,
torrentes, etc.) son inmuebles por su naturaleza porque forman parte de los
terrenos, aunque no siempre están comprendidos dentro de la propiedad del
dueño del terreno, donde están situados o que atraviesan. Por lo demás, cabe
advertir que las aguas mencionadas son inmuebles cuando se las considera en
su conjunto global, mientras que son muebles las porciones separadas o extraídas
de ellas (aguas envasadas tomadas de un río); pero no las aguas que corren por
un canal abierto con el fin de tomar aguas de un rio pues entonces siguen siendo
aguas corrientes.
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B. Inmuebles por incorporación a terrenos
a. La incorporación. Respecto de los mencionados inmuebles lo decisivo
para que tenga el carácter de inmuebles es el hecho de la incorporación. La sola
destinación de un bien mueble a ser incorporado a un terreno no lo convierte en
inmueble por su naturaleza. Así, por ejemplo, los materiales reunidos para
construir un edificio no son inmuebles, mientras no se les emplee en la
construcción (Art. 534 C.C.). Pero, realizada la incorporación, la cosa se hace
inmueble independientemente de su valor y del agente de la incorporación. Así, en
el caso de incorporación artificial, las circunstancias de que ésta provenga de
persona distinta del propietario del terreno, incluso cuando la cosa incorporada
sea más valiosa que el terreno, no obsta para que la cosa incorporada se
convierta en inmueble, aun cuando influye en otros aspectos, como por ejemplo,
en la determinación de la persona que se hace propietaria del conjunto y en el
nacimiento de obligaciones de indemnizar. Así pues, en orden a calificar de
inmueble la cosa incorporada al terreno imperan de manera absoluta los principios
de que lo accesorio sigue a lo principal y de que el suelo es la cosa principal.
Por otra parte, los inmuebles por su naturaleza que deben ese carácter al hecho
de su incorporación a los terrenos, lo pierden y pasan a ser muebles cuando cesa
dicha incorporación, sea por hecho del propietario, de un tercero o de la
naturaleza. Así, los árboles derribados por cualquier causa, los frutos de la tierra o
de los árboles cosechados o separados, los materiales provenientes de la
demolición de un edificio y en general todos los inmuebles por incorporación que
se desincorporan del terreno pasan a ser bienes muebles (Art. 527 C.C.; a
contrario sensu, y 534).
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3) Los hatos, rebaños y piaras y cualquier otro conjunto de animales de cría,
mansos o bravíos, mientras no sean separados de sus pastos o criaderos.
4) Los edificios y en general toda construcción adherida de modo permanente
a la tierra o que sea parte de un edificio. Quedan aquí comprendidos no sólo
los edificios en sentido estricto sino todas las construcciones (por ejm.:
puentes, diques, túneles, etc.), con tal de que estén adheridas
permanentemente a la tierra o, que sean parte de un edificio (lo que no son
sino construcciones adheridas permanentemente a la tierra en forma
mediata, como los ascensores, balcones, etc.).
1. Concepto
Son aquellos bienes muebles por su naturaleza que la ley considera inmuebles
por el hecho de que el propietario de un inmueble les ha dado el carácter de
pertenencias de éste, o sea, que los ha afectado al “uso, cultivo o beneficio” del
inmueble.
2. Antecedentes y apreciaciones crítica
En Roma esos bienes quedaban comprendidos en las ventas y legados de los
inmuebles a los cuales estaban afectados, a título de accesorios y salvo la
voluntad expresa en contrario. En el antiguo Derecho Francés se dio un paso más
y se calificó de inmueble a este tipo de bienes. Pothier y el Código Napoleónico
recogieron el sistema del antiguo Derecho Francés y denominaron a todos esos
bienes “inmuebles por su destinación” sin caer en cuenta de que, de acuerdo con
la subdivisión, de los inmuebles que establecían y que era desconocida en el
antiguo Derecho, algunos de esos bienes hubieran debido ser colocados en la
categoría de inmuebles por su naturaleza y no en la de inmuebles por destinación.
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aplicar el principio de que lo accesorio sigue a lo principal y declarar que las
pertenencias del fundo no pueden ser separadas de éste sin la voluntad del
propietario. No era necesario para ello crear una nueva categoría de inmuebles.
3. Condiciones
La existencia de inmueble por destinación supone que se cumplan cuatro
condiciones:
Que exista una cosa que por su naturaleza sea mueble y otra que por su
naturaleza sea inmueble.
Que, con las salvedades que se harán, ambas cosas tengan un mismo
propietario (C.C. Art. 528 y 529).
Que exista relación de destinación de la cosa mueble a la cosa inmueble.
Que la destinación –expresa o tácita- haya sido manifestada de modo que
pueda ser conocida por los terceros.
4. Cesación
La cosa que tiene el carácter de inmueble por destinación lo pierde cuando el
propietario, enfiteuta o poseedor manifiesta su voluntad de hacer cesar su
destinación. Tratándose de un acto unilateral cumplido en el interior de un
patrimonio, es necesario que se manifieste expresamente (por ejemplo, como
señala Dominici, si el propietario al vender el inmueble a que servían las cosas se
reserva la facultad de disponer de ellas), o tácitamente (por ejemplo, mediante la
afectación del bien a un inmueble distinto perteneciente a otra persona).
1. Base legal
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Los derechos del propietario y los del enfiteuta sobre los predios sujetos a
enfiteusis;
A. Derechos reales. El Código Civil en sus artículos 530 y 533, señala que
son inmuebles: a) unos derechos reales que siempre versan sobre inmuebles y
que, por ende, siempre son inmuebles: los derechos del propietario y los derechos
del enfiteuta sobre los fundos enfitéuticos, el derecho de habitación, las
servidumbres prediales y la hipoteca; y b) otros derechos reales que pueden
versar sobre muebles e inmuebles y que sólo son inmuebles cuando versan sobre
“cosas” inmuebles: los derechos de usufructo y de uso.
Podría anotarse que la ley no declara inmueble el derecho de propiedad sobre
cosas inmuebles (salvo en el caso de fundos enfitéuticos); pero es que ese
derecho de propiedad, confundido con las cosas sobre las cuales recae, se
consideró clasificado como inmueble al enumerar los inmuebles por su naturaleza
o destinación.
En relación con la hipoteca debe observarse que se le declara inmueble sin
hacer salvedades cuando, en realidad, excepcionalmente, puede tener por objeto
cosas muebles; pero, no puede olvidarse que en todos esos casos se trata de
cosas muebles cuyo régimen jurídico se asemeja al de las cosas inmuebles. De
todas maneras, consideramos que las hipotecas sobre tales cosas muebles son
muebles.
B. Derechos de crédito.La tradición unánimemente señala que las
obligaciones de hacer y de no hacer no son inmuebles toda vez que su objeto es
el comportamiento humano (aun cuando éste a su vez pueda referirse a inmuebles
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como ocurre, por ejemplo, en las obligaciones de entregar un inmueble). En
puridad de rigor, el argumento como argumento lógico prueba demasiado: por la
misma razón habría que concluir que las obligaciones de hacer y de no hacer
tampoco son cosas muebles. Sin embargo, el argumento es válido como
argumento histórico para demostrar que la intención del legislador francés y de los
legisladores que como el nuestro lo siguen en esta materia, fue la de calificar
siempre como muebles las obligaciones de hacer y de no hacer.
C. Créditos hipotecarios. El crédito en sí mismo en la inmensa mayoría de
los casos no puede ser calificado como inmueble en atención al objeto a que se
refiere, ya que ese objeto suele ser una cosa mueble; aún más en un gran número
de casos el crédito garantizado con hipoteca es un crédito dinerario –una
obligación de pagar una suma de dinero-, y el dinero evidentemente es un bien
mueble. Sin embargo, el problema debe tratarse in extenso en razón de una
sorprendente decisión judicial dictada a mediados del siglo pasado.
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otras excepciones están consagradas en la Ley de Hipoteca Mobiliaria y Prenda
sin Desplazamiento de la Posesión.
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ineficaz un acto jurídico por el cual se trasmitió la propiedad u otro derecho real
sobre una cosa inmueble o se constituyóun derecho real sobre una cosa inmueble.
Así, entre otras, quedarían comprendidas: las acciones de nulidad y de resolución
de la venta, permuta u otro contrato traslativo de la propiedad de un inmueble; las
acciones de nulidad y de resolución de los contratos por los cuales se constituye
una enfiteusis, usufructo, derecho de uso, derecho de habitación, servidumbre o
hipoteca sobre un inmueble o se trasmite a otra persona un derecho real en cosa
ajena constituido sobre un inmueble por venta, permuta, donación, etc.; las
acciones de nulidad o de reducción del legado de la propiedad u otro derecho real
sobre el inmueble; la acción de revocación de la donación de la donación de la
propiedad u otro derecho real sobre inmueble; etc.
Establece el Código Civil que “Los bienes son muebles por su naturaleza, por el
objeto a que se refieren o por determinarlos así la Ley” (art. 531).Parecería pues
que la enumeración legal obligara a distinguir como si fueran tres categorías
distintas, los muebles por su naturaleza, los muebles por el objeto a que se
refieren y los muebles por determinarlo así la Ley. Sin embargo, las dos últimas
categorías pueden considerarse como una sola puesto que el código siempre trata
de las mismas conjuntamente. En consecuencia, la clasificación legal queda
reducida a dos términos: muebles por su naturaleza llamados también muebles
corporales y muebles por el objeto a que se refieren o por determinarlos así la Ley,
denominados también muebles incorporales.
En cambio, a esas dos categorías hay que añadirles una tercera, los muebles
por anticipación, aun cuando estos no figuren en la enumeración legal.
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Las observaciones hechas en la tesis anterior conducen a proponer la fórmula
de que son bienes muebles por su naturaleza las cosas corporales que por su
manera de ser tienen una utilidad que depende de su posible desplazamiento,
siempre que no sean inmuebles por incorporación ni por destinación.
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expresamente declarados muebles, “a contrario sensu”, esos otros materiales, que
no provienen de demolición alguna, siguen siendo inmuebles. Planiol y Ripert
destacan que ese es el parecer dominante, aunque manifiestan sus reservas.
Creemos, sin embargo, que mientras estén separadas, las cosas en cuestión son
muebles con la advertencia de que si se trata de un edificio hipotecado tales
bienes en virtud de disposición legal expresa siguen formando parte del asiento de
la hipoteca a menos que sean enajenados a título oneroso, sin fraude de parte del
adquiriente. (C.C., art.1.899, ap.2).
2. Muebles matriculados
Entre los muebles por su naturaleza forman una categoría especial aquellos
que, como las naves, aeronaves y vehículos de motor, están sujetos a una
matrícula administrativa. Ello supone que dichos bienes sean susceptibles de
identificación o individualización, aunque no todos los bienes inidentificables están
sometidos al régimen de matriculación. Por lo demás, los bienes sujetos a
matricula o registro administrativo pueden ser sometidos al régimen jurídico
tradicionalmente reservado a los inmuebles, aunque a veces la ley no les aplica
dicho régimen (como en el caso de los automóviles), o solo lo hace en forma
parcial (como en el caso de las naves).
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II. BIENES MUEBLES POR ANTICIPACIÓN
1. Antecedentes históricos
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2. Derecho venezolano
1. Terminología
2. Enumeración
“Los derechos, las obligaciones y las acciones que tienen por objeto cosas
muebles;
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Las acciones o cuotas de participación en las sociedades civiles o comercios
aunque estas sociedades sean propietarias de bienes inmuebles, caso este último
en que dichas acciones o cuotas se reputarán muebles hasta que termine la
liquidación de la sociedad; y,
Las rentas vitalicias o perpetuas a cargo del estado o de los particulares, salvo,
en cuanto a las rentas del Estado las disposiciones legales sobre Deuda Pública
(C.C., art. 533).
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D) Rentas
a) Las rentas son prestaciones periódicas de ordinarios anuales en dinero o en
especie que responden a la idea de un “producto” por oposición a un
“capital”. Así la palabra “renta” no se emplea para designar los créditos que
facultan al acreedor para exigir del deudor un capital (con o sin prestaciones
periódicas adicionales), como sería el caso del crédito del prestamista (exista
o no exista la obligación de pagar intereses), el acreedor de la renta se
denomina credi-rentista y al deudor debi-rentista.
b) Entre las rentas merece especial mención, las rentas vitalicias y las rentas
perpetuas. Estas son las debidas indefinidamente mientras que las primeras
se deben por la duración de la vida de una o más personas.
Las rentas pueden ser constituidas a título gratuito (por donación o legado) o a
título oneroso (por ejemplo: si se vende una casa por un precio consistente en una
renta vitalicia). Entre las rentas constituidas a título oneroso se distinguen las
rentas “constituidas” cuando el debi-rentista se obligó en razón de haber recibido
un capital en dinero y las rentas “fundiarias” cuando el debi-rentistas se obligó a
cambio de recibir un inmueble. Nada impide que el debi-rentista se obligue a
cambio de recibir bienes muebles; pero entonces la renta no tiene nombre
especial.
c) Las rentas perpetuas tuvieron gran importancia en los tiempos del antiguo
Derecho Francés. De ordinario, eran rentas “constituidas” o “fundiarias”.
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En el segundo caso, la persona que adquiría un inmueble se obligaba a pagar
una renta a título de precio, caso en el cual se hablaba de “arrendamiento o renta”
(censo), aun cuando en realidad se trataba de una venta. Esta operación era la
forma económicamente provechosa de enajenar inmuebles en la época en que
estos eran prácticamente los bienes productivos mientras que el dinero todavía no
lo era.
f) De acuerdo con nuestro Código Civil todas las rentas son bienes muebles.
En realidad no se trata sino de una aplicación de la concepción de que las
rentas son créditos y no derechos reales. Se prevé la salvedad de que las
rentas del Estado pueden ser declaradas inmuebles por leyes sobre Deuda
Pública, norma innecesariamente que solo se explica en consideración a un
antecedente francés.
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F) Acciones o cuotas de sociedades civiles o comerciales. Los derechos
de participación de los socios se llaman acciones o cuotas según que la
sociedad sea de capitales o no lo sea.
a. Como los bienes del activo social no están en comunidad entre los socios
sino que son propiedad exclusiva de la sociedad, la naturaleza de dichos
bienes solo puede tomarse en cuenta para calificar de muebles o inmuebles
los derechos de la sociedad; pero no las acciones o cuotas de los socios. En
efecto, seria falso calificar estos de muebles o inmuebles, a título de
muebles o inmuebles por el objeto a que se refieren, si se considera como
tal objeto los bienes sociales por la sencilla razón de que estos no son el
objeto del derecho del socio.
b) Se suele señalar que el derecho del socio es solo un derecho de crédito
frente a la sociedad que tiene por objeto la participación en sus eventuales
utilidades y que como tal derecho de crédito debe ser calificado como
mueble. En realidad, el argumento se presta a observaciones. Por una parte,
el derecho de participación del socio es mucho más amplio. Con una
terminología criticable se han distinguido los derechos patrimoniales del
socio (participación en los resultados patrimoniales de la sociedad) y sus
derechos de consecución: administrativo (intervención directa o indirecta en
la decisión o realización de actividades de la administración social tales
como pueden ser la designación de administraciones, la participación en
asambleas, etc.) y de vigilancia (facultades de informarse y de denunciar
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actividades, tales como las conexas con la consideración de la gestiones de
los administradores). Pero, en todo caso, la observación no afecta a la
conclusión. Por otra parte, puede argüirse que el socio tiene también un
derecho a tomar su porción en los bienes sociales y que si estos son
inmuebles, ese derecho también debería serlo. Pero, cabe replicar que ese
derecho no es sino un simple crédito mientras la sociedad no haya sido
liquidada.
c) Existen también los argumentos prácticos de que, por lo general, el fondo
social está destinado a ser convertido en una suma de dinero y, de que,
siendo cambiante y variable la composición del activo social durante la vida
del ente, no puede atenderse a la mismas para calificar en cada momento de
mueble o inmuebles la acción o cuota del socio.
Ahora bien, una vez liquidada la sociedad, esta deja de ser persona jurídica y
los bienes que le pertenecían pasan de estar en comunidad entre los socios.
NORMAS INTERPRETATIVAS
Comprende también los cuadros y las estatuas que forman parte de los
muebles de una habitación, pero no las colecciones de cuadros, estatuas,
porcelanas, ni las que ocupan galerías o cuartos particulares” (C.C, art. 535).
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“2. La expresión casa amueblada, comprende solo el mueblaje; la expresión
casa con todo lo que en ella se encuentra, comprende todos los objetos muebles,
exceptuándose el dinero o los valores que los representen, los créditos u otros
derechos, cuyos documentos se encuentren en la misma”(C.C., art. 536).
Dichas normas son aplicables tanto para interpretar la intención del legislador
como la voluntad de los particulares cuando emplean dichas expresiones en
disposiciones legales o en actos jurídicos (por ejemplo: testamentos, contratos,
etc.), respectivamente; pero el propio Código Civil aclara que los artículos citados
no tendrán aplicación cuando las expresiones a que se refieren resulten con un
sentido diferente en la intención de quien las empleare (C.C., art. 537).
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1-. Limitaciones legales de la propiedad. La fijeza de los inmuebles facilita
establecer eficaces limitaciones a la propiedad de los mismos a la vez que la
movilidad de los muebles lo dificulta. Por ellos, mientras son numerosas,
tradicionales y eficaces las limitaciones legales de la propiedad inmobiliaria, ocurre
lo contrario respecto de la propiedad mobiliaria.
En cambio, como regla general, el único signo visible que permite conocer a los
terceros la transferencia de la propiedad de los muebles o la constitución o
transmisión de derechos reales sobre ellos, es el desplazamiento de la posesión,
la publicidad, por tanto, proviene en este caso de la posesión o no del registro de
documentos o instrumentos.
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3-. Oponibilidad frente a terceros de la transmisión de propiedad y de la
constitución y transmisión de otros derechos reales. Debe destacarse que
entre las partes impera el Principio de la Consensualidad tanto en materia de
muebles como de inmuebles y este principio consiste en la transmisión de la
propiedad y de la constitución y transmisión de otros derechos reales opera por el
consentimiento de las partes, aunque el contrato no se haya registrado ni la cosa
haya sido entregada. Es importante distinguir las siguientes situaciones:
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llega a registrar y luego se lo vende nuevamente a C por documento
registrado, B no puede oponer a C la venta dicha. En efecto aunque entre A
y B la propiedad se transmitió a B, este hecho no es oponible a C. A tendrá
que responder frente a B; pero es C quien triunfa si B quiere reclamar el
inmueble. De la misma manera, si A hipoteca su casa a B por documento
autenticado, pero no registrado, C adquiere la casa libre de gravamen porque
B no puede oponerle el derecho de hipoteca constituido a su favor sin haber
cumplido los extremos de la publicidad instrumental.
b) En cambio, respecto de los bienes muebles por su naturaleza y de los títulos
al portador, la posesión produce, en favor de los terceros de buena fe, el
mismo efecto que el título, salvo las excepciones que se establecen en el
Código Civil art. 794. Por ejemplo, si A vende un caballo a B, pero no se lo
entrega, y luego se lo vende y entrega C, siempre que este sea de buena fe,
B no puede oponer a C el hecho de haber adquirido el caballo con
anterioridad. En favor de C, la posesión del caballo surte el mismo efecto que
el título de adquisición.
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de la posesión se presume. El reclamante para triunfar tendrá que demostrar que
el demandado no es un tercero poseedor (sino por ejemplo contraparte de un
contrato celebrado entre ambos) o que la posesión no es de buena fe o que se
trata de un caso de excepción a la norma (ejm. Que se trata de una cosa sustraída
o hurtada). Frecuentemente estas pruebas son imposibles y el propietario
desposeído queda en la práctica privado de protección. Caso semejante ocurre
con los títulos de otros derechos reales sobre muebles cuando no tiene la cosa en
su poder.
B. En cambio, si bien es más enérgica la protección civil de la propiedad
inmobiliaria, la protección penal lo es más cuando se trata de propiedad mobiliaria.
El hurto y el robo solo pueden darse respecto de cosas muebles.
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indistintamente a bienes muebles e inmuebles, el embargo preventivo está
reservado a los muebles y como no se pueden ocultar, la prohibición e enajenar y
gravar a los inmuebles.
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10-. Competencia judicial por razón del territorio. En materia procesal la
competencia por razón del territorio varía según se trate de intentar acciones
personales y reales sobre muebles o acciones reales sobre inmuebles. (Código de
Procedimiento Civil, art. 40, 41 y 42).
11-.Derecho internacional privado. La regla lex rei sitae (ley del lugar de la
situación de la cosa) aplica tanto a muebles como a inmuebles.
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bienes muebles. A la inversa, como la prenda sólo puede tener por objeto bienes
muebles, el derecho real del acreedor prendario sobre la cosa dada en prenda es
siempre un derecho mobiliario.
18-. Otras diferencias varias. Existen muchas otras normas que distinguen
entre muebles e inmuebles; pero sólo a efectos más limitados. Así por ejemplo en
materia de colación, separación de patrimonios, privilegios entre otros.
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