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Las 11 reglas del poder: esto es lo que

hacen de verdad los que mandan


Bueno de Mesquita, alabado por la CIA por el acierto de sus análisis,
cuenta la realidad del poder

Las reglas del poder son las mismas, sea cual sea la organización que
se dirige. (Corbis)
Por 
Esteban Hernández
29/07/2013 - 06:00 Actualizado: 28/08/2015 - 16:33

Bruce Bueno de Mesquita es titular de la cátedra Julius Silver de


política de la Universidad de Nueva York y director del Alexander
Hamilton Center for Political Economy. A través de su consultora, ha
asesorado en numerosas ocasiones al gobierno estadounidense,
así como a algunas de las organizaciones dependientes de él. Un
documento de la CIA recientemente desclasificado señalaba el alto
grado de acierto de Bueno de Mesquita en los análisis y
predicciones que le habían solicitado.

 
Alastair Smith es catedrático de política en la Universidad de
Nueva York y ganador del premio Karl Deustch que se concede al
más brillante científico social de menos de 40 años. Juntos han
publicado uno de los libros más llamativos e interesantes de los
últimos años acerca de cómo ejercer el poder, El manual del
dictador. Por qué la mala conducta es casi siempre buena
política, (Ed. Siruela) donde describen cómo gobiernan en realidad
los líderes, tanto los autocráticos como los democráticos.

Lo que hacen de verdad

El punto de partida de los autores no es entender cómo debería ser


el mundo, sino “averiguar lo que la gente hace de verdad”, porque
sólo sabiendo cómo funcionan las cosas es posible actuar con
cierta previsibilidad. Según los autores, “la moderna jerga de la
política es cosa de la educación cívica en el instituto y de los
entendidos que salen en el telediario de la noche”, pero nada tiene
que ver con lo que ocurre en realidad. Así que es hora de dejarse
de tonterías y de pensar en lo ideal, y en su lugar dejar espacio
para que entendamos “por qué hacen los políticos lo que hacen
para llegar al poder, para mantenerse en él y para hacerse con
el control del dinero”. Si vamos a jugar a la política, aprendamos
lo que eso significa de verdad. Ensus investigaciones han
encontrado cinco claves que hacen que las cosas funcionen. Y son
las siguientes, según se recoge en el texto:

 
Regla 1. Procura que tu coalición ganadora sea lo más pequeña
posible. La gente que te sostiene, aquella que verdaderamente te
hace ganar el poder y mantenerte en él, es a la que debes tener
contenta. Cuanto menos son, más los controlas y mayor
discrecionalidad tienes sobre los gastos.

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Regla 2. Sustituye al que se mueva. Si tu selectorado de


intercambiables, por utilizar los términos de Bueno de Mesquida, es
amplio, podrás reemplazar fácilmente a cualquier alborotador que
haya en tu coalición, y lo mismo pasa con los influyentes y los
esenciales. Si tienes muchos seguidores suplentes, los demás
quedarán advertidos de que deben ser leales y portarse bien o de lo
contrario serán sustituidos.

 
Regla 3. Controla el flujo de caja. Para un gobernante siempre es
mejor determinar quién come que tener una gran tarta de la que
todo el mundo puede comer por sí mismo. Si controlas la caja, tú
repartes las recompensas. Para los dirigentes, el flujo de caja más
eficaz es el que empobrece a mucha gente y redistribuye el dinero
de modo que unas cuantas personas seleccionadas –tus
partidarios- sigan siendo ricas.

 
Regla 4. Paga a tus seguidores sólo lo suficiente como para
conservar su lealtad. Recuerda que tus partidarios prefieren ser tú
a depender de ti. Tu gran ventaja sobre ellos es que tú sabes dónde
está el dinero y ellos no. Dale a tu coalición sólo lo necesario como
para que no anden buscando a alguien para sustituirte y ni un
céntimo más.

 
Regla 5. No saques dinero del bolsillo de tus seguidores para
mejorar la vida de la gente. Lo que constituye la esencia del
mando es pagar a los seguidores, no gobernar bien ni representar
la voluntad general. Si eres bueno con la gente a expensas de tus
seguidores, no pasará mucho tiempo antes de que te la tengan
jurada. Una política eficaz para las masas no necesariamente
granjea la lealtad de los esenciales, yes carísimas. Es poco
probable que los hambrientos tengan bastante energía como para
derrocarte, de modo que no te preocupes por ellos. Por el contrario,
unos miembros de la coalición decepcionados pueden desertar,
dejándote en apuros.

 
Estas son las reglas esenciales, pero Bueno de Mesquida y Smith
también describen algunos mecanismos adicionales que suelen
ser muy empleados por los dirigentes para asegurarse el poder.
Entre ellos:

 
a) Un líder prudente no cuenta demasiado con aquellos que le
ayudaron a obtener el poder. Después de derribar al dirigente
anterior, avisan los autores, es cuestión de tiempo que se den
cuenta de que pueden volver a hacer lo mismo otra vez. Un nuevo
titular prudente actuará con rapidez para quitarse de en medio a
algunos e incluir a otros cuyos intereses aseguren más sólidamente
la lealtad futura.

 
b) Un buen trabajo no basta para asegurar la supervivencia
política, ya sea en un negocio, en una organización o en un
gobierno. Hasta qué punto el desempeño de un líder influye en la
permanencia en el cargo es una cuestión muy subjetiva. Por eso,
señalan los catedráticos, es importante contar en esa coalición de
partidarios clave con personas que sean competentes para cumplir
las obligaciones relacionadas con la puesta en práctica de las
políticas del líder, pero no demasiado. En realidad, contar con
directivos o con ministros competentes puede ser un peligroso error.
Las personas competentes, al fin y al cabo, son posibles (y
posiblemente competentes) rivales.

 
c)Las tres características más importantes de tus
partidarios son: uno, lealtad; dos, lealtad; tres, lealtad. Los
dirigentes que triunfan se rodean de familiares y amigos de
confianza y se deshacen de todo seguidor ambicioso.

 
d) Paga poco a la policía. Así se verán obligados a corromperse,
pero ganarán mucho dinero y no querrán perder su puesto de
trabajo. Sabrán que si no son leales les echarás y les castigarás, y
dejarán de ganar dinero. La corrupción, afirman Smith y Bueno de
Mesquita, es una forma bastante útil de asegurar la fidelidad al
régimen, ya que no se tienen que pagar buenos salarios y además
garantiza los medios procesales para descubrir a cualquier
beneficiario que deje de ser leal.

 
e) Castiga a quien denuncie las malas prácticas y no a quien
las cometa. El excomandante de policía Alexéi Dymosky,
denunció las prácticas habituales de los funcionarios del orden
público ruso, entre las que se contaba la de entregar parte de las
ganancias diarias al cajero, un miembro de alto rango del
departamento de policía. El resultado de esas denuncias fue el
habitual: la gente que leyó los periódicos le vio como un héroe, sus
compañeros le hicieron el vacíoy las autoridades le despidieron,
juzgaron y encarcelaron. Contar esas cosas suele tener
consecuencias, sobre todo para quien las denuncia. Que se lo digan
a Bradley Manning, Julian Assange o Edward Snowden.

 
f) Sé prudente, y no des a los demás nada que pueda volverse
en tu contra. Si tu población está muy formada, es probable que
quiera vivir mejor, con lo cual tendrás que gastar más dinero en
ellos y tendrás menos para repartir entre los tuyos. Si tienes buenas
carreteras y eres un dirigente africano, será más fácil que los
rebeldes lleguen a la capital y te depongan. A la gente hay que
darle lo justo para que pueda vivir y la formación imprescindible
para que pueda trabajar. Y nada más.

Se aplican en dictaduras y democracias

Podría pensarse que estas reglas sólo funcionan en países regidos


por dictadores, como sugiere el título del libro. Sin embargo, y
desgraciadamente, aclaran Bueno de Mesquida y Alastair Smith, los
líderes de las naciones democráticas obedecen estas reglas al igual
que los tiranos y los autócratas porque, como cualquier dirigente,
quieren conquistar el poder y permanecer en él. El problema para
los demócratas es que se enfrentan a diferentes limitaciones y
tienen que ser un poco más creativos para que les salga bien. Hay
diferencias, sí, pero en esencia, todos los dirigentes son iguales.

 
Cuando utilizan esta palabra, los autores no la limitan a quienes
están al frente de instituciones políticas, sino que la extienden a
toda clase de líderes, incluidos los de empresas y de
organizaciones sectoriales. Así, en su libro utilizan tanto ejemplos
de presidentes de gobierno como de directivos del Comité Olímpico
Internacional o la FIFA, o incluso miembros del consejo de
administración de alguna gran empresa. En esencia, ya sea una
firma, un partido o una nación, se sigue tratando del poder y de las
reglas para tomarlo o permanecer en él.

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