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Epístola a los Hebreos

Asuntos para pensar


1. Mencione la evidencia en favor y en contra en relación a los candidatos principales para la paternidad literaria de
Hebreos.
2. Analice de qué manera el escritor de Hebreos explica el tema “La superioridad de Jesucristo”.
3. Explique el propósito para escribir Hebreos.
4. Explique por qué el autor se refiere a Melquisedec (Heb. 7:1–3).
Los escritos del NT, desde Hebreos hasta Judas, no están dirigidos a localidades específicas (salvo 2 y 3 Juan). La
carta a los Hebreos no tiene destinatarios o salutación específicos, pero toma su nombre de los recipientes tradicionales.
Las cartas que incluyen a Santiago, 1 y 2 Pedro, 1, 2 y 3 Juan y Judas son llamadas Epístolas generales o católicas, puesto
que no están dirigidas a una localidad específica. Estas cartas son nombradas según el autor identificado en el escrito,
como Santiago, 1 y 2 Pedro y Judas, o asociadas tradicionalmente con la epístola, como en 1, 2 y 3 Juan.

Paternidad literaria
Hebreos es una epístola anónima, puesto que no se menciona al autor. Los lectores del libro obviamente
sabían quién era el escritor, pero el nombre no se ha preservado.
En la iglesia primitiva había incertidumbre en cuanto al autor de esta carta anónima. El cristianismo
oriental comúnmente consideraba que Pablo era el autor, mientras que el cristianismo occidental dudaba de
la autoría paulina; ellos excluyeron inicialmente a Hebreos del canon por esta incertidumbre. Escritores
posteriores en el occidente, como Jerónimo y Agustín, aceptaron la paternidad literaria de Pablo. Su influencia
logró que finalmente el occidente aceptara Hebreos en el canon.
Se pueden identificar varias semejanzas doctrinales entre Hebreos y las epístolas paulinas. Entre estas,
favoreciendo la autoría paulina, están:
1. La obra de Cristo en la creación (Heb. 1:2; Col. 1:16).
2. La humillación de Cristo en la encarnación y crucifixión (Heb. 2:14–17; Fil. 2:5–8).
3. El lugar del nuevo pacto (Heb. 8:6; 2 Cor. 3:4–11).
4. La obra del Espíritu Santo en la distribución de dones (Heb. 2:4; 1 Cor. 12:11).
5. El mal ejemplo de la conducta de Israel durante los años de vagar en el desierto (Heb. 3:7–11; 4:6–11;
1 Cor. 10:1–11).
Además de las semejanzas doctrinales, la conclusión de la epístola contiene varios elementos sugiriendo la
autoría paulina. La referencia a una clara conciencia y el pedido de oración personal (13:18) son similares a
declaraciones de Pablo en Romanos 15:30 y Hechos 23:1. La referencia a Dios como el Dios de paz (Heb.
13:20) es similar a la afirmación en 1 Tesalonicenses 5:23. La referencia a Timoteo en 13:23 suena más como
una afirmación de Pablo que de cualquier otro escritor. Algunos han sugerido que las semejanzas tienen más
peso para apoyar la paternidad paulina que a otros.
Las diferencias entre Pablo y la epístola a los Hebreos son también evidentes. La conducta de Israel, p. ej.,
es caracterizada como “incredulidad” (Heb. 3:19), pero Pablo pone más énfasis sobre la idolatría y la vida
licenciosa del pueblo (1 Cor. 10:7, 8). Estas diferencias de énfasis debilitan los argumentos utilizados para
apoyar la autoría paulina.
Otras consideraciones que hacen que sea improbable la paternidad literaria de Pablo incluyen:
1. La anonimia de Hebreos. Ninguno de los otros escritos de Pablo es anónimo.
2. La apelación a la autoridad de aquellos que habían sido testigos oculares del ministerio de Jesús (Heb.
2:3). Siendo un apóstol, Pablo insistía en que no había recibido el evangelio de otros (Gál. 1:1, 11, 12).
3. El estilo clásico del griego en Hebreos. Pablo comúnmente usaba una forma de griego más simple que
la que se encuentra en Hebreos.
4. El énfasis en Hebreos sobre Jesús como nuestro sumo sacerdote (4:14–16) está ausente de los escritos
paulinos.
5. Las citas del AT en Hebreos comúnmente se toman de la LXX, pero Pablo no siempre sigue esta
práctica.
Aunque la iglesia occidental aceptó a Hebreos en el canon de las Escrituras, continuó expresando dudas en
cuanto a la autoría paulina. El Concilio de Hipona (393) y el Tercer Concilio de Cartago (397) mencionaron 13
epístolas de Pablo, y agregaron: “Del mismo a los Hebreos, una”. En esta manera pusieron a Hebreos en una
categoría diferente, aunque afirmaron la posibilidad de la paternidad literaria de Pablo. Después del Sexto
Concilio de Cartago (419) se convirtió en rutinario aceptar 14 cartas como paulinas, sin separar Hebreos para
una mención especial.
Durante la Reforma Calvino afirmó que Clemente de Roma o Lucas escribieron Hebreos. Lutero propuso a
Apolos. En la actualidad, prácticamente ningún académico del NT apoya la paternidad literaria de Pablo.
Algunos han sugerido a Bernabé como el autor de Hebreos. Su fundamento levítico (Hech. 4:36) explicaría
la presencia de interés en las funciones sacerdotales que se halla en Hebreos. La relación entre Bernabé y
Pablo puede explicar las semejanzas en la teología. Tertuliano, uno de los Padres y un creyente africano,
defendió a Bernabé como un candidato para ser el escritor. El argumento se debilita, sin embargo, por el
hecho de que Bernabé probablemente oyó y vio a Jesús. El autor de Hebreos sugiere que dependía de otros
para su testimonio acerca de Jesús (2:3). Es difícil explicar cómo se pudo perder el nombre de un líder bien
conocido como Bernabé si él fuera el autor de Hebreos. La falta de referencias tempranas a Bernabé es un
impedimento importante en aceptarle como el escritor.
Lucas es un candidato a la paternidad literaria debido a las semejanzas en el griego pulido de Hebreos y
aquel de Lucas-Hechos. Pero como era un gentil, es menos probable que él hubiera escrito con la perspectiva
judaica de Hebreos.
La sugerencia de Apolos por Lutero, quien estaba familiarizado con Pablo (1 Cor. 16:12), explicaría las
semejanzas con el pensamiento paulino en Hebreos. Su reputación de elocuencia (Hech. 18:24–28) explicaría
cómo podía haber escrito en el pulido estilo literario de Hebreos. Siendo un nativo de Alejandría, puede
también haber usado la LXX en las citas del AT, pues la Septuaginta había sido producida allí. El argumento en
favor de la autoría de Apolos se debilita por la falta de una tradición temprana en su favor.
Adolf Harnack, un eminente académico alemán del siglo XIX, sugirió que Priscila era la escritora de
Hebreos, dados sus lazos cercanos con el apóstol Pablo. Su argumento es que ella escribió la carta en forma
anónima porque la autoría por una mujer hubiera sido inaceptable en la iglesia primitiva. Hay poca evidencia
externa para apoyar su tesis. La referencia que el autor hace de sí mismo (11:32), usando el participio
masculino de la palabra “decir”, hace que la paternidad literaria de Priscila sea improbable.
Es mejor admitir que no sabemos la identidad del autor de Hebreos. Orígenes, el líder cristiano del siglo III,
estaba en lo cierto cuando decía: “Pero sólo Dios sabe quien escribió esta epístola”. Nuestro fracaso en decidir
este asunto, sin embargo, no disminuye el valor del libro o su autoridad. Sin tener en cuenta la identidad del
autor, Dios aun habla con fuerza por medio del mensaje en Hebreos.

Destino
El encabezamiento de Hebreos, en las ediciones del Nuevo Testamento griego, lee “a los hebreos”. Hay
evidencia considerable que apoya la idea de que Hebreos fue escrita a cristianos de origen judío. Las
apelaciones frecuentes al AT, la presunción de que los lectores conocían el ritual judaico (véase Heb. 9), la
advertencia contra regresar al judaísmo (véase Heb. 6:1, 2), y la tradición temprana para el título señalan a los
judíos como los receptores de esta epístola.
Algunos, sin embargo, sostienen que Hebreos originalmente estaba dirigida a los gentiles. Para apoyar este
punto de vista se usan el griego pulido y el uso amplio que se hace de la LXX. Pero esos aspectos no comunican
ningún discernimiento en cuanto a los lectores, solamente nos hacen pensar en el trasfondo del autor.
Hebreos no se refiere al templo (como distinguido del tabernáculo en el desierto). Este hecho, más las
referencias en la LXX, hacen probable pensar que los lectores no vivían en Palestina. Los judíos palestinos
habrían tenido interés en los eventos que rodeaban al templo; mostrarían también más interés en el hebreo o
arameo que en el griego de la LXX.
¿Dónde vivían los lectores? La sugerencia en 2:3 de que los lectores no habían visto u oído a Jesús durante
su ministerio terrenal hace menos probable que fueran palestinos. Además, la mención en 6:10 sugiere que
los que recibieron la epístola habían ayudado a creyentes golpeados por la pobreza, pero los cristianos en
Palestina eran pobres y normalmente recibían ayuda de otros (Hech. 11:27–30; Rom. 15:26; 2 Corintios 8–9).
La declaración en 13:24: “Os saludan los de Italia” implica que los que estaban lejos de su Italia nativa
enviaban saludos a su hogar, probablemente en Roma. El hecho de que la evidencia para el conocimiento de
Hebreos apareció primero en Roma, apoya también la probabilidad de un destino allí.
Aunque no podemos elegir a Roma como el destino con total certeza, entre las opciones es una
“adivinación inteligente”. Por fortuna, la interpretación y valor de Hebreos no depende de la determinación
del destino específico de la epístola.

Propósito
El asunto del propósito de Hebreos está cercanamente relacionado con la identidad de los destinatarios.
Todos están de acuerdo en que el libro fue escrito para cristianos, a quienes se insta a mantener su
compromiso (Heb. 3:6, 14).
Las muchas referencias al AT se pueden usar en relación con creyentes gentiles que han hecho un estudio
cuidadoso de las Escrituras. Algunos académicos sugieren que la advertencia contra apartarse “del Dios vivo”
(3:12) se puede dirigir a antiguos paganos que estaban en peligro de apostasía. Sin embargo, la mayoría de los
comentaristas no cree que estas advertencias fueran dirigidas a gentiles. Puesto que el escritor menciona la
generación de los israelitas bajo el liderazgo de Moisés en este pasaje (3:16), parece más una advertencia a
judíos del siglo I. Las “doctrinas elementales” de 6:1 presuponen un fundamento en el judaísmo. La insistencia
en que el nuevo pacto es superior al antiguo (Heb. 8) tiene más sentido si se aplica a receptores judíos.
Los que favorecen una audiencia judía han intentado identificar un grupo específico de judíos a los cuales
pudo haber escrito el autor. Algunos han afirmado que los lectores eran un grupo de sacerdotes judíos que se
habían convertido (véase Hech. 6:7), o antiguos miembros de la comunidad de Qumrán. Pero ninguna de estas
identificaciones específicas parecen razonables entre los académicos neotestamentarios.
El autor escribió en cuanto a los lectores como si los conociera bien. Describió su generosidad (6:10),
persecución (10:32–34; 12:4), inmadurez (5:11–6:12), y su esperanza de visitarles (13:19, 23). Les reprochó
por no reunirse lo suficiente (10:25). Es posible que el autor escribiera a un grupo de cristianos de origen judío
que se habían separado de un cuerpo de creyentes en su localidad y que no se reunían más con ellos. Pueden
haberse apartado y contemplado el regresar al judaísmo para evitar la persecución y hostigamiento. El autor
escribió para advertirles contra la apostasía (10:26–31) y traerles de regreso al cristianismo ortodoxo.

Fecha
La determinación de una fecha exacta para la escritura de Hebreos es una imposibilidad, pero ciertos
indicadores sugieren que el libro fue escrito antes del año 70. La referencia a Timoteo en 13:23, si es el joven
compañero de Pablo, requiere una fecha en el tiempo de vida de aquel. La referencia, en 10:1, 2, a los
sacrificios en el templo judío parecen indicar con claridad que aun se estaban ofreciendo sacrificios. Aunque el
autor no se refiere específicamente al templo, probablemente no hubiera hecho estos comentarios si el
templo estuviera destruido.
El autor usa el tiempo presente en 7:8; 9:6, 7, 9, 13; y en 13:10 describe los rituales de los sacrificios.
Algunos entienden ese tiempo verbal como una evidencia de que el templo todavía estaba en pie. Aunque
fuera así, el argumento tiene sus deficiencias. En primer lugar, otros autores que escribieron después que el
templo fue destruido usaron el tiempo presente para describir el ritual. El uso del tiempo presente aquí no
sugiere primordialmente tiempo, sino que sirve como una descripción vívida de la actividad en el templo. En
segundo lugar, el autor de Hebreos está obviamente hablando acerca del tabernáculo y no del templo; su uso
del tiempo presente tiene poca relación con el debate acerca de si el templo había sido destruido o no en el
momento en que estaba escribiendo.
Cualquiera sea la fecha que aceptemos, debemos ubicar la carta antes del año 95, la fecha aproximada
para 1 Clemente. El uso que Clemente hace de Hebreos indica que el autor debe haber escrito antes de su
época.
Cualquier fecha entre los años 60 y 95 es posible. Sin embargo, la mayoría de la evidencia señala a una
fecha de escritura antes del año 70.

Forma literaria
Las cartas en el período del NT comenzaban con saludos específicos y terminaban con bendiciones y
despedidas. Se las escribía para responder a necesidades en la vida de la iglesia. Hebreos tiene algunas, pero
no todas, de estas características.
La carta comienza sin un saludo y omite mencionar al autor y a los destinatarios. Concluye con una
bendición, algunas observaciones personales y una despedida (13:20–25).
El estilo de oratoria y comentarios como: “¿Qué más diré? Me faltaría el tiempo para …” (11:32), sugieren
un sermón o un discurso general. La declaración en 13:22: “… Porque os he escrito brevemente”, sugiere una
carta escrita en el estilo de un sermón. Además, la naturaleza específica de las advertencias y apelaciones
morales en el libro (2:1–4; 5:11–6:10; 10:32–34) sugieren que el autor escribió para circunstancias que le eran
claramente conocidas. Es mejor considerar este documento como una carta, pero el autor puede haber usado
porciones de sermones o discursos para completar el escrito.

Características especiales
El griego que se usa en Hebreos tiene altas cualidades literarias y refleja un vocabulario elegante. También
hace alusiones frecuentes y cita al AT. Hay algunos pasajes, como p. ej. el Salmo 110:1, 4, que aparecen
repetidamente (1:13; 6:20; 7:17, 21; 10:12, 13). Las citas no sirven sólo como confirmaciones de las opiniones
del autor; proveen el fundamento para la presentación misma.
La cristología de Hebreos es increíblemente rica y variada. Se usan más de 20 títulos o nombres para
Cristo. Se enfatizan tanto la humanidad como la deidad de Cristo.
En el argumento de Hebreos aparece un grupo de cinco advertencias; se hallan en 2:1–4; 3:7–4:13; 5:11–
6:20; 10:26–39 y 12:15–29. El escritor está ansioso de que sus oyentes presten atención especial a la voz del
Dios viviente. La mayoría de las advertencias tratan con descuidar la salvación en Cristo o perderla debido a la
incredulidad o apostasía.

Contenido
A lo largo de Hebreos el autor se enfoca en la superioridad de Cristo. Muestra que era superior a los
profetas del AT o a los ángeles, a Moisés y a Josué, y al sacerdocio veterotestamentario. Su meta era advertir a
los lectores que aquellos que abandonaban el cristianismo para regresar al judaísmo estaban dejando una
religión que ofrecía beneficios y promesas superiores; estaban cambiando el cristianismo por una religión a la
que le faltaba esperanza, no podía llevar a un conocimiento profundo de Dios y no podía otorgar el poder de
una vida santa.

La superioridad de Cristo sobre los profetas (1:1–3)


La revelación de Dios dada por medio de Cristo es superior y final. Las descripciones majestuosas de Jesús
que da el autor en estos versículos implican que, tanto en cantidad como en calidad, Dios no tiene más
revelación que dar que la que ha dado en Jesús. Dios no podía decir nada mejor que lo dicho en Jesús.
El escritor afirmó que Cristo era superior a los profetas del AT porque era el Hijo de Dios, el heredero del
universo, el Creador, la radiación de la gloria divina, el sustentador del universo, el redentor del pecado y el
exaltado. Cristo es el mensaje final y más completo de Dios a los seres humanos.

La superioridad de Cristo sobre los ángeles (1:4–2:18)


Los lectores judíos habrían tenido una alta consideración por los ángeles. El autor demostró que Cristo era
superior a los ángeles, destacando diferentes asuntos:
• El escritor contrastó a Jesús con los ángeles (1:5–14). Describió a Jesús como el Hijo y el Creador, quien
recibió la adoración de los ángeles. Estos eran los siervos de Dios, seres creados y espíritus que
ministraban a los creyentes (v. 14).
• Presentó la primera exhortación a permanecer fieles a Cristo (2:1–4). Su argumento se movió de
menor a mayor. Si la dádiva de la ley en el AT (v. 2) llevaba al castigo de los que la violaban, cuánto más
grande sería el castigo para los que descuidaran la gran salvación en Cristo.
• Admitió que Jesús, en la encarnación, había brevemente llegado a ser “menor que los ángeles” (2:9). La
encarnación trajo dos beneficios a los creyentes. En primer lugar, la muerte y resurrección de Jesús
hizo posible que todos los creyentes vencieran el temor a la muerte (2:14, 15). En segundo lugar,
puesto que el Cristo encarnado sufrió y venció la tentación, puede ayudar a los creyentes cuando son
tentados (2:18).

La superioridad de Cristo sobre Moisés y Josué (3:1–4:13)


El autor de Hebreos contrastó a Moisés y Josué con Cristo, y mostró claramente la superioridad de éste
sobre aquellos dos hombres y su ministerio. Mencionó también la incredulidad mostrada por las generaciones
de judíos en las épocas de Moisés y Josué; advirtió a sus lectores que no siguieran ese mal ejemplo.
Al comparar a Jesús con Moisés el escritor indicó que éste era un siervo de Dios en su casa, es decir, entre
su pueblo. En contraste, Jesús era el Hijo de Dios sobre esa casa. Es obvia la superioridad de la posición de
Jesús (3:5, 6).
Josué guió a los judíos de su generación a descansar en Canaán. Jesús, sin embargo, trajo al pueblo de Dios
a un lugar de descanso que ofrece beneficios espirituales que son eternos (4:1–10). La superioridad del
destino provisto por Jesús es nuevamente obvia.
El escritor comprendía que sus lectores enfrentaban crisis, así como los judíos en las épocas de Moisés y
Josué las habían confrontado. Advirtió que la incredulidad podía impedirles la entrada en una relación de
promesa, así como le había sucedido a la generación antigua. El problema antiguo era la incredulidad (3:19;
4:11); el autor quería que sus lectores evitaran la derrota espiritual producida por la incredulidad.

La superioridad de la obra de Cristo (4:14–10:18)


El escritor de Hebreos enfocó tres características de la obra de Cristo que mostraban su superioridad:
1. Señaló la superioridad del sacerdocio de Cristo (4:14–7:28).
2. Explicó el pacto superior que Cristo estableció en relación con los seres humanos (8:1–13).
3. Describió el sacrificio superior que Cristo ofreció por nuestra redención (9:1–10:18).
El sacerdocio superior de Cristo (4:14–7:28). El autor desconocido describió a Jesús como un gran sumo
sacerdote que había entrado en la presencia de Dios (4:14). Jesús ofrece una provisión irrestricta de gracia a
cualquiera que reconoce una necesidad de ella y la reclama (4:15, 16).
El escritor comenzó indicando dos semejanzas entre Cristo, como sumo sacerdote, y los sacerdotes según
Aarón. Ambos mostraban la habilidad de comprender en forma compasiva las necesidades de los seres
humanos delante de Dios (5:1–3, 7–10), y eran llamados por Dios para cumplir su tarea (5:4–6).
En 5:11–6:20 declara su advertencia más seria en contra de cometer apostasía y apartarse de Cristo.
Describió a sus lectores como inmaduros y los instó a salir de la infancia espiritual y alcanzar la madurez (5:11,
12; 6:1, 2). Les advirtió que si renunciaban finalmente a Cristo perderían toda esperanza de salvación eterna
(6:3–6). Les recordó que habían llevado fruto que demostraba la salvación, pero quería que evitaran
convertirse en ociosos y descuidados en su profesión cristiana (6:7–12).
El autor indicó dos aspectos que probaban la superioridad del sacerdocio de Jesús sobre aquel de los
sacerdotes aarónicos. En primer lugar, Cristo llegó a ser sumo sacerdote por un juramento divino, que
estableció un nuevo orden sacerdotal, el de Melquisedec (7:11–22). En segundo lugar, la propia superioridad
personal de Cristo a los sacerdotes aarónicos le convirtió en más importante que ellos (7:23–28). Cristo era un
sacerdote eterno, pero los aarónicos morían y requerían sucesores. Cristo era impecable, pero los sacerdotes
de Aarón eran pecadores.
El pacto superior de Cristo (8:1–13). El pacto de Cristo era superior en tres áreas:
1. El nuevo pacto ofrecía una internalización de la ley. Dios escribió la ley en los corazones y mentes de su
pueblo (8:10).
2. El pacto de Cristo brindaba un conocimiento nuevo y directo de Dios (8:11).
3. El nuevo pacto completaba el perdón del pecado (8:12).
El sacrificio superior de Cristo (9:1–10:18). El autor de Hebreos compartió varios efectos del sacrificio de
Cristo para demostrar su superioridad. La muerte de Cristo era más efectiva que los sacrificios ofrecidos por
los sacerdotes aarónicos porque limpiaba la conciencia, traía perdón y trataba con las realidades celestiales,
no sólo con símbolos terrenales (9:11–28). El sacrificio de Cristo también era superior porque él se ofreció a sí
mismo en forma voluntaria, en una muerte que-nunca-podrá-ser-repetida (10:1–14). El hecho de que los
sacerdotes aarónicos repetían con regularidad los sacrificios de animales mostraba que éstos no podían quitar
el pecado.

Exhortaciones a una vida de obediencia (10:19–13:25)


La superioridad de Cristo resultó en una apelación a permanecer firmes debido a las excelencias de Jesús
(10:19–39). La fe de los creyentes antiguos era un ejemplo viviente a ser imitado (11:1–40). El ejemplo de
Cristo brindaba la fortaleza para guiar a los creyentes a soportar las dificultades y oposición (12:1–17). La
naturaleza majestuosa del nuevo pacto introducido por Cristo podía producir una reverencia y temor de tal
clase que los creyentes servirían a Cristo con fidelidad (12:18–29). El escritor concluyó con una colección de
exhortaciones a sus lectores que afectaban su vida social, hogareña y religiosa, y sus relaciones con los líderes
de la iglesia (13:1–25).
En 10:19–39 el autor instó a sus lectores a acercarse a Dios y experimentar comunión los unos con los
otros sin dejar el compañerismo de la iglesia (10:19–25). Los que repudiaran abiertamente su compromiso
cristiano caerían en las manos del Dios viviente (10:26–31). Notó que sus propias experiencias en el pasado les
habían enseñado la necesidad de permanecer en su compromiso (10:32–39).
En 11:1–3 el autor describió la naturaleza de la fe como una convicción de certeza acerca de aquello que
no vemos. Esta clase de fe había motivado a los hombres y mujeres piadosos del pasado a ir adelante hacia las
promesas aunque no las habían heredado (11:4–40).
El autor, como estímulos para soportar las dificultades, mencionó el ejemplo de Jesús (12:1–3) y la
disciplina benevolente de Dios (12:4–11). Describió las circunstancias dramáticas bajo las cuales había
comenzado el antiguo pacto, pero presentó a Jesús como el mediador de un pacto nuevo y mejor (12:18–29).
A fin de promover santidad y temor entre sus lectores, señaló que el carácter de Dios se parecía a un fuego
consumidor.
En sus exhortaciones finales el escritor instó a sus lectores a mostrar amor mutuo en su vida social y en la
pureza de sus vidas matrimoniales (13:1–6). En su vida religiosa habían de servir al Cristo inmutable (13:7–9).
En su adoración a Dios habían de ofrecer alabanza y un servicio desinteresado a otros (13:10–16). En sus
palabras de conclusión el autor pidió obediencia hacia los líderes de la congregación y oración por sí mismo,
recomendó a Timoteo a la hospitalidad de ellos y ofreció una bendición (13:17–25).
Exégesis de Hebreos 6:4–12
Este pasaje difícil es un campo de batalla para los exégetas. En una vista superficial parece sugerir que los
creyentes pueden cometer apostasía o volverse en contra del Cristo en quien han creído. ¿Es esta una
posibilidad? ¿Dice el autor de Hebreos que una persona salva puede perderse? Exploremos estas preguntas.
En primer lugar, note la palabra “imposible”. El escritor usó el adjetivo “imposible” por lo menos otras tres
veces en Hebreos [6:18; 10:4 (BA); 11:6]. En cada pasaje describió un tema en un sentido absoluto. La
declaración sugiere que es imposible ceder en ideas. El cumplimiento de esta imposibilidad depende de varios
otros eventos mencionados en los vv. 4–6.
Los términos “iluminados”, “gustaron” (usado dos veces, en el v. 4 y en el v. 5 traducido “probaron”) y
“llegaron a ser participantes”, sugieren a alguien que ha hecho profesión de fe en Cristo. La palabra “gustaron”
describe una profesión plena de la salvación. El participar en el Espíritu Santo describe a alguien que ha
profesado ser un creyente. Todos estos términos se refieren a alguien que dice ser un creyente.
“Recayeron” se refiere a cometer apostasía. Los que recayeron no pueden ser llevados de vuelta a Cristo
porque lo han rechazado abiertamente por sus acciones, y están tratando de crucificar de nuevo al Hijo de
Dios, un acto que es imposible (véase Heb. 10:12).
En 6:7, 8 el escritor ilustró las afirmaciones hechas en 6:4–6, contrastando el terreno fructífero con el
estéril. El suelo improductivo puede esperar juicio; los que profesan ser creyentes y no llevan fruto pueden
también esperar juicio.
En 6:9–12 el escritor aseguró a los lectores que confiaba en que perseverarían en su fe. La compasión y el
amor que habían tenido antes por otros demostraba la realidad de su fe. Indicó que no quería que sus lectores
se convirtieran en perezosos o indiferentes, sino que persistieran en su compromiso.
¿Pueden los creyentes realmente perder su salvación? Los que dicen ser creyentes pueden aparecer como
perdiendo su salvación. Si abandonan la fe que dicen tener, las consecuencias son severas (10:26–31). Sin
embargo, en el momento en que los que dicen ser creyentes dejan el cristianismo, revelan que su fe no era
verdadera. La evidencia del cristianismo genuino es la persistencia (3:14).
Un creyente verdadero no abandonará el cristianismo. Los creyentes genuinos persistirán en su
compromiso con Cristo porque Dios les guardará con su poder (1 Ped. 1:5).
El autor de Hebreos no estaba tratando primordialmente con el asunto de la permanencia de los creyentes
en su fe, sino con el estilo de vida de sus lectores. Quería que supieran que las consecuencias de abandonar el
cristianismo eran bastante serias. Si se apartaban de Cristo no encontrarían la salvación en ninguna otra parte.
Sin embargo, no creía que ellos probarían ser apóstatas.

Bosquejo de Hebreos
I. La superioridad de la persona de Cristo (1:1–4:13)
A. Cristo es superior a los profetas (1:1–3)
B. Cristo es superior a los ángeles (1:4–2:18)
1. La superioridad de la naturaleza de Cristo (1:4–14)
2. Advertencia en contra de dejar a Cristo (2:1–4)
3. El valor de la encarnación de Cristo (2:5–18)
C. Cristo es superior a Moisés y a Josué (3:1–4:13)
1. Cristo es superior a Moisés (3:1–6)
2. Fracaso del pueblo de Dios bajo Moisés (3:7–19)
3. Cristo es superior a Josué (4:1–8)
4. La urgencia de buscar el descanso de Dios (4:9–13)
II. La superioridad de la obra de Cristo (4:14–10:18)
A. El sacerdocio superior demostrado en Cristo (4:14–7:28)
1. Valor del sumo sacerdocio de Cristo (4:14–16)
2. Comparación de Cristo con Aarón (5:1–10)
3. Advertencia contra apartarse de Cristo (5:11–6:20)
4. El sacerdocio de Cristo según el orden de Melquisedec (7:1–28)
B. El pacto superior introducido por Cristo (8:1–13)
C. El sacrificio superior ofrecido por Cristo (9:1–10:18)
1. Un sacrificio que limpia la conciencia (9:1–14)
2. Un sacrificio que quita el pecado (9:15–22)
3. Un sacrificio que afecta lo celestial (9:23–28)
4. Un sacrificio voluntario (10:1–10)
5. Un sacrificio irrepetible (10:11–18)
III. La superioridad del poder de Cristo (10:19–13:25)
A. Una apelación a persistir (10:19–39)
1. Acercándose a Dios por medio de Cristo (10:19–25)
2. Temiendo al Dios viviente (10:26–31)
3. Considerando las experiencias pasadas (10:32–39)
B. La experiencia de la fe (11:1–40)
1. La naturaleza de la fe (11:1–3)
2. Ejemplos de los fieles (11:4–40)
C. La experiencia de la disciplina (12:1–13)
1. El ejemplo de Cristo (12:1–3)
2. El propósito de Dios (12:4–13)
D. Advertencia contra rechazar a Dios (12:14–29)
E. Advertencias finales y conclusión (13:1–25)
1. Exhortaciones para la vida social (13:1–3)
2. Exhortaciones para la vida hogareña (13:4–6)
3. Exhortaciones para la vida religiosa (13:7–9)
4. Los sacrificios que agradan a Dios (13:10–16)
5. Obediencia a los líderes (13:17)
6. Bendición y conclusión (13:18–25)

Para profundización y discusión


1. Defienda su posición sobre la paternidad literaria de Hebreos.
2. Defienda sus conceptos sobre la interpretación de Hebreos 6:4–12.
3. ¿Pueden los cristianos estar seguros de su salvación?
4. ¿Es necesario determinar quién es el autor de Hebreos para usar el escrito con autoridad? Sustente con razones su
respuesta.

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