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Paternidad literaria
Hebreos es una epístola anónima, puesto que no se menciona al autor. Los lectores del libro obviamente
sabían quién era el escritor, pero el nombre no se ha preservado.
En la iglesia primitiva había incertidumbre en cuanto al autor de esta carta anónima. El cristianismo
oriental comúnmente consideraba que Pablo era el autor, mientras que el cristianismo occidental dudaba de
la autoría paulina; ellos excluyeron inicialmente a Hebreos del canon por esta incertidumbre. Escritores
posteriores en el occidente, como Jerónimo y Agustín, aceptaron la paternidad literaria de Pablo. Su influencia
logró que finalmente el occidente aceptara Hebreos en el canon.
Se pueden identificar varias semejanzas doctrinales entre Hebreos y las epístolas paulinas. Entre estas,
favoreciendo la autoría paulina, están:
1. La obra de Cristo en la creación (Heb. 1:2; Col. 1:16).
2. La humillación de Cristo en la encarnación y crucifixión (Heb. 2:14–17; Fil. 2:5–8).
3. El lugar del nuevo pacto (Heb. 8:6; 2 Cor. 3:4–11).
4. La obra del Espíritu Santo en la distribución de dones (Heb. 2:4; 1 Cor. 12:11).
5. El mal ejemplo de la conducta de Israel durante los años de vagar en el desierto (Heb. 3:7–11; 4:6–11;
1 Cor. 10:1–11).
Además de las semejanzas doctrinales, la conclusión de la epístola contiene varios elementos sugiriendo la
autoría paulina. La referencia a una clara conciencia y el pedido de oración personal (13:18) son similares a
declaraciones de Pablo en Romanos 15:30 y Hechos 23:1. La referencia a Dios como el Dios de paz (Heb.
13:20) es similar a la afirmación en 1 Tesalonicenses 5:23. La referencia a Timoteo en 13:23 suena más como
una afirmación de Pablo que de cualquier otro escritor. Algunos han sugerido que las semejanzas tienen más
peso para apoyar la paternidad paulina que a otros.
Las diferencias entre Pablo y la epístola a los Hebreos son también evidentes. La conducta de Israel, p. ej.,
es caracterizada como “incredulidad” (Heb. 3:19), pero Pablo pone más énfasis sobre la idolatría y la vida
licenciosa del pueblo (1 Cor. 10:7, 8). Estas diferencias de énfasis debilitan los argumentos utilizados para
apoyar la autoría paulina.
Otras consideraciones que hacen que sea improbable la paternidad literaria de Pablo incluyen:
1. La anonimia de Hebreos. Ninguno de los otros escritos de Pablo es anónimo.
2. La apelación a la autoridad de aquellos que habían sido testigos oculares del ministerio de Jesús (Heb.
2:3). Siendo un apóstol, Pablo insistía en que no había recibido el evangelio de otros (Gál. 1:1, 11, 12).
3. El estilo clásico del griego en Hebreos. Pablo comúnmente usaba una forma de griego más simple que
la que se encuentra en Hebreos.
4. El énfasis en Hebreos sobre Jesús como nuestro sumo sacerdote (4:14–16) está ausente de los escritos
paulinos.
5. Las citas del AT en Hebreos comúnmente se toman de la LXX, pero Pablo no siempre sigue esta
práctica.
Aunque la iglesia occidental aceptó a Hebreos en el canon de las Escrituras, continuó expresando dudas en
cuanto a la autoría paulina. El Concilio de Hipona (393) y el Tercer Concilio de Cartago (397) mencionaron 13
epístolas de Pablo, y agregaron: “Del mismo a los Hebreos, una”. En esta manera pusieron a Hebreos en una
categoría diferente, aunque afirmaron la posibilidad de la paternidad literaria de Pablo. Después del Sexto
Concilio de Cartago (419) se convirtió en rutinario aceptar 14 cartas como paulinas, sin separar Hebreos para
una mención especial.
Durante la Reforma Calvino afirmó que Clemente de Roma o Lucas escribieron Hebreos. Lutero propuso a
Apolos. En la actualidad, prácticamente ningún académico del NT apoya la paternidad literaria de Pablo.
Algunos han sugerido a Bernabé como el autor de Hebreos. Su fundamento levítico (Hech. 4:36) explicaría
la presencia de interés en las funciones sacerdotales que se halla en Hebreos. La relación entre Bernabé y
Pablo puede explicar las semejanzas en la teología. Tertuliano, uno de los Padres y un creyente africano,
defendió a Bernabé como un candidato para ser el escritor. El argumento se debilita, sin embargo, por el
hecho de que Bernabé probablemente oyó y vio a Jesús. El autor de Hebreos sugiere que dependía de otros
para su testimonio acerca de Jesús (2:3). Es difícil explicar cómo se pudo perder el nombre de un líder bien
conocido como Bernabé si él fuera el autor de Hebreos. La falta de referencias tempranas a Bernabé es un
impedimento importante en aceptarle como el escritor.
Lucas es un candidato a la paternidad literaria debido a las semejanzas en el griego pulido de Hebreos y
aquel de Lucas-Hechos. Pero como era un gentil, es menos probable que él hubiera escrito con la perspectiva
judaica de Hebreos.
La sugerencia de Apolos por Lutero, quien estaba familiarizado con Pablo (1 Cor. 16:12), explicaría las
semejanzas con el pensamiento paulino en Hebreos. Su reputación de elocuencia (Hech. 18:24–28) explicaría
cómo podía haber escrito en el pulido estilo literario de Hebreos. Siendo un nativo de Alejandría, puede
también haber usado la LXX en las citas del AT, pues la Septuaginta había sido producida allí. El argumento en
favor de la autoría de Apolos se debilita por la falta de una tradición temprana en su favor.
Adolf Harnack, un eminente académico alemán del siglo XIX, sugirió que Priscila era la escritora de
Hebreos, dados sus lazos cercanos con el apóstol Pablo. Su argumento es que ella escribió la carta en forma
anónima porque la autoría por una mujer hubiera sido inaceptable en la iglesia primitiva. Hay poca evidencia
externa para apoyar su tesis. La referencia que el autor hace de sí mismo (11:32), usando el participio
masculino de la palabra “decir”, hace que la paternidad literaria de Priscila sea improbable.
Es mejor admitir que no sabemos la identidad del autor de Hebreos. Orígenes, el líder cristiano del siglo III,
estaba en lo cierto cuando decía: “Pero sólo Dios sabe quien escribió esta epístola”. Nuestro fracaso en decidir
este asunto, sin embargo, no disminuye el valor del libro o su autoridad. Sin tener en cuenta la identidad del
autor, Dios aun habla con fuerza por medio del mensaje en Hebreos.
Destino
El encabezamiento de Hebreos, en las ediciones del Nuevo Testamento griego, lee “a los hebreos”. Hay
evidencia considerable que apoya la idea de que Hebreos fue escrita a cristianos de origen judío. Las
apelaciones frecuentes al AT, la presunción de que los lectores conocían el ritual judaico (véase Heb. 9), la
advertencia contra regresar al judaísmo (véase Heb. 6:1, 2), y la tradición temprana para el título señalan a los
judíos como los receptores de esta epístola.
Algunos, sin embargo, sostienen que Hebreos originalmente estaba dirigida a los gentiles. Para apoyar este
punto de vista se usan el griego pulido y el uso amplio que se hace de la LXX. Pero esos aspectos no comunican
ningún discernimiento en cuanto a los lectores, solamente nos hacen pensar en el trasfondo del autor.
Hebreos no se refiere al templo (como distinguido del tabernáculo en el desierto). Este hecho, más las
referencias en la LXX, hacen probable pensar que los lectores no vivían en Palestina. Los judíos palestinos
habrían tenido interés en los eventos que rodeaban al templo; mostrarían también más interés en el hebreo o
arameo que en el griego de la LXX.
¿Dónde vivían los lectores? La sugerencia en 2:3 de que los lectores no habían visto u oído a Jesús durante
su ministerio terrenal hace menos probable que fueran palestinos. Además, la mención en 6:10 sugiere que
los que recibieron la epístola habían ayudado a creyentes golpeados por la pobreza, pero los cristianos en
Palestina eran pobres y normalmente recibían ayuda de otros (Hech. 11:27–30; Rom. 15:26; 2 Corintios 8–9).
La declaración en 13:24: “Os saludan los de Italia” implica que los que estaban lejos de su Italia nativa
enviaban saludos a su hogar, probablemente en Roma. El hecho de que la evidencia para el conocimiento de
Hebreos apareció primero en Roma, apoya también la probabilidad de un destino allí.
Aunque no podemos elegir a Roma como el destino con total certeza, entre las opciones es una
“adivinación inteligente”. Por fortuna, la interpretación y valor de Hebreos no depende de la determinación
del destino específico de la epístola.
Propósito
El asunto del propósito de Hebreos está cercanamente relacionado con la identidad de los destinatarios.
Todos están de acuerdo en que el libro fue escrito para cristianos, a quienes se insta a mantener su
compromiso (Heb. 3:6, 14).
Las muchas referencias al AT se pueden usar en relación con creyentes gentiles que han hecho un estudio
cuidadoso de las Escrituras. Algunos académicos sugieren que la advertencia contra apartarse “del Dios vivo”
(3:12) se puede dirigir a antiguos paganos que estaban en peligro de apostasía. Sin embargo, la mayoría de los
comentaristas no cree que estas advertencias fueran dirigidas a gentiles. Puesto que el escritor menciona la
generación de los israelitas bajo el liderazgo de Moisés en este pasaje (3:16), parece más una advertencia a
judíos del siglo I. Las “doctrinas elementales” de 6:1 presuponen un fundamento en el judaísmo. La insistencia
en que el nuevo pacto es superior al antiguo (Heb. 8) tiene más sentido si se aplica a receptores judíos.
Los que favorecen una audiencia judía han intentado identificar un grupo específico de judíos a los cuales
pudo haber escrito el autor. Algunos han afirmado que los lectores eran un grupo de sacerdotes judíos que se
habían convertido (véase Hech. 6:7), o antiguos miembros de la comunidad de Qumrán. Pero ninguna de estas
identificaciones específicas parecen razonables entre los académicos neotestamentarios.
El autor escribió en cuanto a los lectores como si los conociera bien. Describió su generosidad (6:10),
persecución (10:32–34; 12:4), inmadurez (5:11–6:12), y su esperanza de visitarles (13:19, 23). Les reprochó
por no reunirse lo suficiente (10:25). Es posible que el autor escribiera a un grupo de cristianos de origen judío
que se habían separado de un cuerpo de creyentes en su localidad y que no se reunían más con ellos. Pueden
haberse apartado y contemplado el regresar al judaísmo para evitar la persecución y hostigamiento. El autor
escribió para advertirles contra la apostasía (10:26–31) y traerles de regreso al cristianismo ortodoxo.
Fecha
La determinación de una fecha exacta para la escritura de Hebreos es una imposibilidad, pero ciertos
indicadores sugieren que el libro fue escrito antes del año 70. La referencia a Timoteo en 13:23, si es el joven
compañero de Pablo, requiere una fecha en el tiempo de vida de aquel. La referencia, en 10:1, 2, a los
sacrificios en el templo judío parecen indicar con claridad que aun se estaban ofreciendo sacrificios. Aunque el
autor no se refiere específicamente al templo, probablemente no hubiera hecho estos comentarios si el
templo estuviera destruido.
El autor usa el tiempo presente en 7:8; 9:6, 7, 9, 13; y en 13:10 describe los rituales de los sacrificios.
Algunos entienden ese tiempo verbal como una evidencia de que el templo todavía estaba en pie. Aunque
fuera así, el argumento tiene sus deficiencias. En primer lugar, otros autores que escribieron después que el
templo fue destruido usaron el tiempo presente para describir el ritual. El uso del tiempo presente aquí no
sugiere primordialmente tiempo, sino que sirve como una descripción vívida de la actividad en el templo. En
segundo lugar, el autor de Hebreos está obviamente hablando acerca del tabernáculo y no del templo; su uso
del tiempo presente tiene poca relación con el debate acerca de si el templo había sido destruido o no en el
momento en que estaba escribiendo.
Cualquiera sea la fecha que aceptemos, debemos ubicar la carta antes del año 95, la fecha aproximada
para 1 Clemente. El uso que Clemente hace de Hebreos indica que el autor debe haber escrito antes de su
época.
Cualquier fecha entre los años 60 y 95 es posible. Sin embargo, la mayoría de la evidencia señala a una
fecha de escritura antes del año 70.
Forma literaria
Las cartas en el período del NT comenzaban con saludos específicos y terminaban con bendiciones y
despedidas. Se las escribía para responder a necesidades en la vida de la iglesia. Hebreos tiene algunas, pero
no todas, de estas características.
La carta comienza sin un saludo y omite mencionar al autor y a los destinatarios. Concluye con una
bendición, algunas observaciones personales y una despedida (13:20–25).
El estilo de oratoria y comentarios como: “¿Qué más diré? Me faltaría el tiempo para …” (11:32), sugieren
un sermón o un discurso general. La declaración en 13:22: “… Porque os he escrito brevemente”, sugiere una
carta escrita en el estilo de un sermón. Además, la naturaleza específica de las advertencias y apelaciones
morales en el libro (2:1–4; 5:11–6:10; 10:32–34) sugieren que el autor escribió para circunstancias que le eran
claramente conocidas. Es mejor considerar este documento como una carta, pero el autor puede haber usado
porciones de sermones o discursos para completar el escrito.
Características especiales
El griego que se usa en Hebreos tiene altas cualidades literarias y refleja un vocabulario elegante. También
hace alusiones frecuentes y cita al AT. Hay algunos pasajes, como p. ej. el Salmo 110:1, 4, que aparecen
repetidamente (1:13; 6:20; 7:17, 21; 10:12, 13). Las citas no sirven sólo como confirmaciones de las opiniones
del autor; proveen el fundamento para la presentación misma.
La cristología de Hebreos es increíblemente rica y variada. Se usan más de 20 títulos o nombres para
Cristo. Se enfatizan tanto la humanidad como la deidad de Cristo.
En el argumento de Hebreos aparece un grupo de cinco advertencias; se hallan en 2:1–4; 3:7–4:13; 5:11–
6:20; 10:26–39 y 12:15–29. El escritor está ansioso de que sus oyentes presten atención especial a la voz del
Dios viviente. La mayoría de las advertencias tratan con descuidar la salvación en Cristo o perderla debido a la
incredulidad o apostasía.
Contenido
A lo largo de Hebreos el autor se enfoca en la superioridad de Cristo. Muestra que era superior a los
profetas del AT o a los ángeles, a Moisés y a Josué, y al sacerdocio veterotestamentario. Su meta era advertir a
los lectores que aquellos que abandonaban el cristianismo para regresar al judaísmo estaban dejando una
religión que ofrecía beneficios y promesas superiores; estaban cambiando el cristianismo por una religión a la
que le faltaba esperanza, no podía llevar a un conocimiento profundo de Dios y no podía otorgar el poder de
una vida santa.
Bosquejo de Hebreos
I. La superioridad de la persona de Cristo (1:1–4:13)
A. Cristo es superior a los profetas (1:1–3)
B. Cristo es superior a los ángeles (1:4–2:18)
1. La superioridad de la naturaleza de Cristo (1:4–14)
2. Advertencia en contra de dejar a Cristo (2:1–4)
3. El valor de la encarnación de Cristo (2:5–18)
C. Cristo es superior a Moisés y a Josué (3:1–4:13)
1. Cristo es superior a Moisés (3:1–6)
2. Fracaso del pueblo de Dios bajo Moisés (3:7–19)
3. Cristo es superior a Josué (4:1–8)
4. La urgencia de buscar el descanso de Dios (4:9–13)
II. La superioridad de la obra de Cristo (4:14–10:18)
A. El sacerdocio superior demostrado en Cristo (4:14–7:28)
1. Valor del sumo sacerdocio de Cristo (4:14–16)
2. Comparación de Cristo con Aarón (5:1–10)
3. Advertencia contra apartarse de Cristo (5:11–6:20)
4. El sacerdocio de Cristo según el orden de Melquisedec (7:1–28)
B. El pacto superior introducido por Cristo (8:1–13)
C. El sacrificio superior ofrecido por Cristo (9:1–10:18)
1. Un sacrificio que limpia la conciencia (9:1–14)
2. Un sacrificio que quita el pecado (9:15–22)
3. Un sacrificio que afecta lo celestial (9:23–28)
4. Un sacrificio voluntario (10:1–10)
5. Un sacrificio irrepetible (10:11–18)
III. La superioridad del poder de Cristo (10:19–13:25)
A. Una apelación a persistir (10:19–39)
1. Acercándose a Dios por medio de Cristo (10:19–25)
2. Temiendo al Dios viviente (10:26–31)
3. Considerando las experiencias pasadas (10:32–39)
B. La experiencia de la fe (11:1–40)
1. La naturaleza de la fe (11:1–3)
2. Ejemplos de los fieles (11:4–40)
C. La experiencia de la disciplina (12:1–13)
1. El ejemplo de Cristo (12:1–3)
2. El propósito de Dios (12:4–13)
D. Advertencia contra rechazar a Dios (12:14–29)
E. Advertencias finales y conclusión (13:1–25)
1. Exhortaciones para la vida social (13:1–3)
2. Exhortaciones para la vida hogareña (13:4–6)
3. Exhortaciones para la vida religiosa (13:7–9)
4. Los sacrificios que agradan a Dios (13:10–16)
5. Obediencia a los líderes (13:17)
6. Bendición y conclusión (13:18–25)