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Lectura Nº 15

Núñez Alberto y otros (1996) La Evaluación constructivista, un problema no


resuelto. En V Jornada Institucional de Investigación del Instituto Pedagógico de
Miranda U M. Siso Martínez". Caracas, (Mimeografiado).

Se analiza la Evaluación desde el enfoque constructivista, tomando en


consideración múltiples factores que deben ser objeto de modificación, tales como
la capacidad, autonomía del educando, así como la necesidad de una ética que
considere la valoración de los alcances por muy pequeño que sea y las vivencias y
experiencias como formas de aprendizajes.

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LECTURA N° 15

La evaluación constructivista,
un problema no resuelto

La evaluación es un problema no resuelto por ninguna de las


tendencias educativas modernas* Dentro de ellas el
constructivismo ha instaurado una polémica que se inscribe en
el ámbito del cuestionamiento de formas, tradicionales de
orientar la educación, propias de una epistemología
repetitiva y conductivasta. El punto central consiste en
reconocer y promover la capacidad y autonomía del sujeto que
aprende individual y multiindividualmente, para llegar al
alcance de niveles significativos de desarrollo cognitivo, de
transformación personales y de adaptaciones al medio, a
través del aprendizaje y demostrado en términos de
competencia y valoraciones que solo pueden apreciarse, luego
de liberarlo del tutelaje extremo del docente; sin quien a
decir de muchos, no habría oportunidad de iniciar un efectivo
proceso de aprendizaje y mucho menos evaluarlo, entendiéndose
este conjunto de acciones docentes dirigidas a franquear
niveles educativos inferiores y acudir a niveles escolares
superiores (promoción de grado), teniendo como inicio
elemento de medición, el conocimiento.

Como consecuencia de la capacidad y autonomía de quien


aprende, se asume la perspectiva de la educabilidad como
encuentro personal e interpersonal, de carácter responsable y
participante, lo cual exige una ética diferente para la
valoración de los alcances y limitaciones de sus vivencias y
experiencias de

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aprendizaje, en diversas direcciones de intercambio y
aplicación con el entorno. Actualmente el constructivismo
justifica un cambio que informe abandonar el didactismo, Al
respecto, reciente bibliografía concentra esfuerzos en
auditar las estrategias instruccionales, estrategias de
aprendizaje, revaloración de la función docente y precisión
de los nuevos roles de los integrantes del hecho educativo»
También se insiste en la independencia reclamada al
estudiante frente al aprendizaje, los recursos y medios
instruccionales e inclusive las características de ambientes
psico-sociales de promoción para iniciar experiencias de
construcción de conocimiento; entre las que cabe destacar el
aula, donde el maestro es quien motiva y suscita
interacciones. A ese respecto, se han hecho importantes
esfuerzos tanto en el campo operativo (aula plantel, aula
activa, aula cubierta, ceno en el desarrollo de
investigaciones que sustentan y clarifiquen los .postulados
generales de la acción de evaluar en educación (UFEL, UCV,
UNA, UNESR, etc).

La transmisión y el condicionamiento han centrado sus


esfuerzos en la enseñanza y en el status del error, se pensó
que la cognición darla milagrosamente las pautas y elementos
para la evaluación educacional ¡Estamos muy lejos de ello!
Por otra parte, hacer girar la evaluación en el error, no
importando su origen descalifica el sentido integral y
multidimensional del proceso. Dejar la evaluación en manos
del docente con fines exclusivamente administrativos-
curriculares (promoción), es quitarle a los otros componentes
del h.e su acción y participación. Tanto los estudiantes como
los materiales de estudio (contenido y procesos
instruccionales) juegan un papel de primer orden en todo lo
que implique progreso académico. Una visión constructivista
de la educación nos sugiere nuevos roles, nuevas líneas de
investigación y actitudes diferentes ante el proceso
evaluativo. El docente, los estudiantes y los contenidos
conforman el triángulo de acción que da formalidad y vigencia
al h.e. En tal sentido la combinación entre las estructuras
conceptuales de los conocimientos conforman

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una red previa para que el docente construya las estrategias
instruccionales necesarias y que permitan facilitarle al
estudiante analizar sus problemas, buscarles solución y
producir conductas adaptables adicionales. Esto último
constituye el objetivo primario, tal vez único, de la
educación (tendencia humanistica-existencial). Dentro de esta
óptica, la evaluación requiere ajustarse a los diferentes
roles de los componentes del h.e. si tradicionalmente la
evaluación ha sido utilizada para determinar efectividad de
la enseñanza, a través de un supuesto aprendizaje (retención
de contenidos); actualmente, el proceso se orienta a
determinar efectividad adaptativa a través del aprendizaje.
En este sentido, el estudiante asume un papel protagónico en
su evaluación y en su progreso académico. La evaluación no le
puede ser externa ni ajena, sino que se ubica en él mismo. El
primar referente de la adaptación y de lo que en él ocurre,
es el propio estudiante. Para ello, se demanda un rol docente
diferente, que permita estimular y orientar la autoevaluación
(instrospección) y la coevaluación (carácter multiindividual)
cuestionando profundamente la evaluación unidireccional.

En la praxis educativa, el sujeto es quien aprende, el


que logra percibir sus alcances, dificultades, exigencias e
implicaciones cognitivas de su esfuerzo compartido durante el
aprendizaje. Este, como toda acción intencional, consciente,
deliberada y cambiante que asume un individuo o un grupo de
ellos, supone una realidad que desea alcanzarse, planteante
situaciones y motivaciones para lograr el equilibrio de
quienes aprenden con su medio, cada vez más caracterizado por
la interacción y por los interaprendizajes.

El aula escolar en primer término, es un ambiente hecho


en su mayoría por los estudiantes y de ellos depende, 'el
conjunto de interaprendizajes e interacciones; por ello, el
título de incitación a la reflexión (Evaluación
constructivista en el aula:

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un problema no resuelto) preocupa por dos razones: por la
necesidad de una teoría constructivista en evaluación, donde;
predominan las exigencias de la discrepancia y de logro a
(comparación); y por que la respuesta que se de a esta
necesidad implica, también, recomendaciones prácticas de:
cómo, qué, cuando, con qué, para qué, y, sobre todo , quién
evalúa? Se trata de un alejamiento de los modelos prefijados
a la evaluación que solo se han diseñado sobre la base de la
adquisición del saber en las cuales el docente, por autoridad
y representación académica, es el principal responsable de
evaluar; se trata de ser consecuente con el postulado de que
los alumnos se evalúen en un proceso multiindividual y
multiinteractivo, porque naturalmente pueden y deben hacerse
cargo de un proceso que nadie hará por ellos: aprender.

No obstante, dicha identificación se expresa en


inquietudes que convergen hacia determinadas interrogantes:
¿Es posible y deseable que los alumnos asuman su evaluación?,
¿Cuales serian lasa actitudes y roles del docente ante esa
responsabilidad?, ¿Qué condición asume la evaluación en el
aula a cargo del alumno?. Esté grupo de interrogantes está
referido al sentido que alcanzaria la evaluación cómo un
problema espacialmente ubicado en el aula, donde el
predominio de lo multiindividual refleja una nueva visión
antropológica como espacio convivencial, ante que "espacio
espectacular" y de comunicación vertical del docente hacia el
alumno, con un predominio de una evaluación unidireccional.

Al situarnos en el terreno constructivista, el concepto


de aula-espacio donde se aprende y se evalúa (y ambas cosas
se aprenden)- ya no es una especialidad fria y calculada por
quien "enseña" a los que "enseña" sobre valores y atributos"
de dicha cosa, sino un conjunto de relaciones, acuerdos,
experiencias y motivaciones de personas interesadas en
aprender. Desde este punto de vista, sabiendo la
responsabilidad del sujeto en aprender, con sus medios,
vivencias y experiencias intra y extraindividual

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(compartir con otros), la evaluación suscita preocupaciones
por cuanto la tendencia a abrazar postulados constructivistas
puede - - y de hecho está ocurriendo- coincidir en prácticas
evacuativas incompatibles en esta epistemología.

Advertidos de esta situación, subrayar el objeto y la


finalidad misma de la evaluación en el aula, dentro del
constructivismo plantea otro grupo de interrogantes: ¿ Cuál
seria el objeto de la evaluación en las perspectiva del
alumno como autoevaluador?, ¿Podrían definirse de antemano
variables a ser consideradas en la evaluación?, ¿Cuáles
serían algunas de estas variables?, ¿Quiénes y cómo las
definirías?, ¿Es posible la generación de modelos evaluativos
para este tipo de experiencias?, ¿Cuales serían las bases,
objetivos, organización y fines de un modelo de esa
naturaleza?, ¿Cómo se resolverían los problemas de
calificaciones y promociones?, ¿Qué implicaciones
investigativas, en términos de criterios, técnicas e
instrumentos, suscitaría este tipo de evaluación?. Al
estimular la reflexión y discusión en torno a estos
problemas, no se pretende confrontar ni mucho menos
transferir posiciones ajenas al constructivismo, donde las
soluciones teórico-instrumentales de la evaluación siguen
resueltas, sino hallar acuerdos y aportes para enfrentar la
necesidad de los alumnos en evaluarse y evaluar .a otros en
un anbiente psicosocial que haga efectiva la democratización
y participación de la educación.

La evaluación constructivista reclama de quien aprende un


ejercicio critico y responsable; una nueva práctica de la
evaluación. Por ello, en términos de estas consideraciones
puede afirmarse que no se trata de la pérdida de la autonomía
del docente, sino de un cambio actitudinal en su condición de
facilitador ante grupos interesados en aprender, mostrándose
dispuestos a emprender un camino compartido, lo que nos ayuda
a situar a la evaluación cono un aprendizaje y como una
condición natural y necesaria a la forma de vida que surge en
el aula.

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En el aula, la gestión, organización, búsqueda y
compartir significan aprendizajes cotidianos, conocimiento de
potencialidades y asunción de responsabilidades que sólo los
alumnos pueden desempeñar - y hasta controlar. Pensar hasta
qué punto o limites llegarán a asumirlo, sus disposiciones, o
si el maestro debe despojarse de ese rol de evaluados,
implica iniciar la reflexión más allá de él. En el alumno y
en toda la vida de aprendizaje en el aula se perfila el
panorama de la evaluación constructivista, y en ese ámbito
quedan todavía pendientes múltiples reflexiones y búsquedas.

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IDENTIFICACIÓN DE FUENTE

Lectura No.: 16 Objetivo: 13-15.25-26-9

Autor: Velásquez de Zapata Carmen

Título: Taller de Evaluación. Construcción de instrumentos

Año: S/F Lugar: Caracas Editorial: Mimeografiado

Cap.: Páginas:

Título(s) del o los Capitulo(s):

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