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I, LA CIENCIA DE LO CONCRETO Durawre largo tiempo, nos hemos complacido en citar fexas enguas en que faltan los términos para expresar conceptos tales como los de arbol o de animal, aun- que se encuentren en ellas todas las palabras necese- rias para un inventario detallado de las especies y de Jas variedades. Pero, al mencionar estos casos en apoyo de una supuesta ineptitud de 10s “primitives” para 1 pensamiento abstracto, en primer lugar, omittamos ‘trot ejemplos, que comprueban que la riqueza en palabras abstractas no es patrimonio exclusivo de las enguas civilizadas. As, por ejemplo, la lengua chinook del noroeste de la América del Norte, usa palabras abstractas para designar muchas propiedades o cualida- des de los seres y de las cosas: “este procedimiento dice Boas, es més frecuente que en cualquier otro lenguaje conocido por m{". La proposicion: el hombre malvado ha matado al pobre nifio, en chinook se ex- presa asi: la maldad del hombre ha matado a la po- breza del nifio; y, para decir que una mujer utiliza un cesto demasiado pequefio: mete raices de poten- tila en la pequefier de un cesto para conchas. (Boas 2, Pp. 657-658). En toda lengua, el discurso y Ia sin- taxis, proporcionan los recursos indispensables para suplir las lagunas del vocabulario. Y el cardcter ten- dencioso del argumento mencionado en el pardgrafo anterior queda puesto de manifiesto cuando se observa que la situacién inversa, es decir, aquella en que los términos muy generales predominan sobre las designa- ciones especificas, ha sido también aprovechada para afirmar la indigencia intelectual de los salvajes: De entre las plantas y los animales, el in no nombra més que a las especies utiles 0 noc 12 LA CIENCIA DE LO CONCRETO vas; las demds se clasifican, indistintamente, como éjaros, malayerba, etc. (Krause, p. 104.) Un observador mis reciente parece creer, de manera ‘semejante, que el indigena nombra y concibe solamente fen funcién de sus necesidades: Me acuerdo todavia de Ja hilaridad provocada entre mis amigos de las islas Marquesas... por fl interés (que a su juicio, era pura tonteria) testimoniado por ¢1 botdnico de nuestra expedi- cién de 1921, por los “hierbajos” sin nombre (‘sin utilidad") ‘que recogia y cuyo nombre que- Hla conocer. (Handy y Pukui, p. 119, n. 21.) Sin embargo, Handy compara esta indiferencia con la que, en nuestra civilizcién, el especialista manifies ta Tespecto de Joe fenémenos que no pertenecen inme- diatamente a su exfera de interés intelectual. Y cuando su colaboradora indigena Je subraya que en Hawaii, ‘ada forma boténica, zoolégica o inorginica que s¢ sabla que habla redbido un nombre (que habla sido personalizada) era... una cosa ufilizada”, se toma el trabajo de affadir: “de una o de otra manera", y pre- iia que si “una variedad illmitada de seres vivos del mar ¥ del bosque, de fendmenos meteorolégicos © ma- rinos, no tenian nombre", Ia raxén era la de que no te Tes juzgaba “itiles 0... dignos de interés", términos que no son equivalentes, puesto que uno ¢ sitéa en plano de lo prictico y otro en el de lo teérico. Lo que sigue diciendo el texto lo confirma, al reforzar @1 segundo aspecto a expensas del primero: “Ia vida, era 1a experiencia, cargada de significacion exacta y precisa” (id, p. 119) ( ‘En verdad, Ia divisién conceptual varia segun cada lengua y como lo sefialé claramente, en el siglo xvi, LA CIENCIA DE LO CONCRETO 5 el redactor del articulo “nombre” en la Enciclope- dia, el_uso de términos m4s 0 menos abstractos no es, funcién de capacidades intelectuales, sino de los inte-” reses desigualmente sefialados y detallados de cada so- ciedad particular en el seno de la sociedad nacional: “subid al observatorio; cada estrella no es una estrella pura y simplemente, es la estrella B del capricorni es Ia y del centauro, es la { de la osa mayor, etc, en- trad en un picadero de caballos, cada caballo tiene su nombre propio, el Brillante, el Duende, el Fogoso, etcétera.” Ademés, aun si la observacién acerca de las, Damadas lenguas primitivas, mencionada al comienzo de este capitulo, tuviese que entenderse al pie de la letra, no podriamos sacar en conclusién una carencia de ideas generales. Las. palabras encino, haya, abedul, e Bo son menos palabras abstractas que el término drbol, Y, de dos Ienguas, una de las cuales poseerta solamente ‘ste timo témino y Ia otra lo ignoraria, en tanto que poseyera varias decenas o centenas de palabras para designar las especies y las variedades, serfa la segunda, y no la primera, la que, desde este punto de vista, seria més rica en conceptos. Como en las lenguas de oficios, 1a proliferacién conceptual corresponde 2 una atencién més sostenida sobre las propiedades de lo real, a un interés mis des pierto a las distinciones que se pueden hacer. Este {ise por ol conocimiento objetivo consieuye uno de spectos més olvidados del pensamiemto de los que Mamamos “primitivos’. Si rara ver se dirige hacia rea lidades del mismo nivel en el que se mueve la-ciencia moderna, supone acciones intelectuales y métodos de observacién comparables. En los dos casos, el universo es objeto de pensamiento, por lo menos tanto como medio de satisfacer necesidades. Cada civilizacién propende a sobrestimar Ia orien- tacién objetiva de su pensamiento, y ¢s porque nunca 4 LA CIENCIA DE LO CONCRETO lesté ausente. Cuando cometemos el error de creer que fl salvaje se Tige exclusivamente por sus necesidades ‘orginicas 0 econémicas, no mos damos cuenta de que nos dirige el mismo reproche y de que, a él, su pro- pio deseo de conocer le parece estar mejor equilibrado que el nuestro: La utilizacién de los recursos naturales de que disponian los indigenas de Hawaii era, sobre poco miso menos, completa; mucho mds que la prac- ticada en la era comercial actual, que explota despiadadamente los escasos recursos 41 al ‘momento, procuran una ventaja comercial, des- defiando 'y destruyendo, 2 menudo, todo lo de- mis. (Handy y Pukui, p. 215.) Sin duda, la agricultura de mercado no se confunde ‘con el saber de botiniea. Pero al ignorar al segundo y pensar exclusivamente en la primera, la vieja tocracia hawaiiana no hace sino cometer, por cuenta de una cultura indigena, invirtiéndolo en convenien- cia propia, el error simétrico cometido por Malinowski, cuando pretendié que el interés por las plantas y los animales tot ‘no se Jo inspiraban a los primiti- vos mis que las quejas de su estémago. A la observacién de Tessmann a propésito de lot fang del Gabon, que sefialaba (p. 71) “Ia precisién con 1a ‘cual reconocen las més pequedas diferencias entre las especies de un mismo género", corresponde, en lo to- cante a Oceania, la de los dos autores ya citados. Las facultades agudizadas de los indigenas les permitian notar exactamente los caracteres gené Ficos de todas las especies vivas, terrestres y ma- rinas, ast como los cambios mis sutiles de fené- ‘menos naturales como los vientos, la luz, y los LA CIENCIA DE LO CONCRETO 5 colores del tiempo, los rizos de las olas, las va- iaciones de la resaca, las corrientes acusticas y ‘aéreas. (Handy y Pukui, p. 119.) Un uso tan sencillo como la masticacion del betel supone, entre Jos hanunéo de las Filipinas, el conodi miento de cuatro variedades de nueces de areca y de ‘ocho productos que las pueden sustituir, de cinco va iedades de betel y de cinco productos sustitutos. (Con- lin 3): ‘Todas las actividades de los hanundo, 0 casi todas, exigen estar intimamente familiarizados con Ja flora local y un conocimiento preciso de las lasificaciones boténicas. Contrariamente a la opi- nién de que las sociedades que viven en una eco- nomia de subsistencia no utilizan més que una Pequefia fraccién de 1a flora local, esta ultima se emplea en la proporcién de un 98%. (Conklin, 1, p. 249) ¥ esto no es menos cierto por lo que toca a la fauna: ada anand casitian ls formas locales de It fauna aviar en 75 categorias... distinguen cerca de doce cases de serplentes- serenta lacs de peces.. mis de una docena de crustdccos de mar Y de agua dulce, y un mimero igual de clases de araflas y de mitiapodos... Los miles de formas de insectos se agrupan en. ciento ocho eategorias jue tienen nombre, trece de las cuales correspon- len a las hormigas y las termitas... Identifican rms de sesenta clases de moluscos marinos, y mas de veinticinco de moluscos terrestres y de” agua dulce... cuatro clases de sanguijuelas chupadoras de sangre...": en. total, Hevan un censo ‘de 461 clases roolégicas (id, pp. 67-70). 6 LA CIENCIA DE LO CONCRETO A propésito de una poblacién de pigmeos de las Fi lipinas, un bidlogo se expresa de la manera siguiente: Un raxgo caracterstico de los negritos, que los distingue de sus vecinos crstianos de las’ Ianu- ya, eatriba en su conocimiento inagotable de los reinot vegetal y animal, Este saber no supone tolamente la. identfieaién expeciiea de unt nie mero fenomenal de plantas, de aves, de mamife ror y de. insectos, sino también el ‘conocimiento de los habitos y de las costumbres de cada es EL negrito estd completamente integrado a su medio, y, lo que e todavia més importante, stu dia sin ‘cesar todo lo que le rodea. A menudo, he visto a un negrito, que no estaba seguro de Ja identidad de una planta, gustar el fro, ler las hojas, quebrar y examinar el tallo, echar tuna mirada ai habitat. ¥, solamente cuando haya tomado en cuenta todos estos datos, declarard conocer 0 jgnorar Ia planta de que se trata, Después de haber mostrado que los indigenas se interesan también por las plantas que no les son rectamente tiles, por razén de las relaciones de signi ficacién que los ligan a los animales y 2 los insectos, 1 mismo autor sigue diciendo: EI agudo sentido de observacién de los pig- meos, su plena conciencia de las relaciones entre Ta vida vegetal y la vida animal... estin ejempli- ficados de manera impresionanie por sus dis siones acerca de las costumbres de los murciéla gos. El tididin vive sobre la hojaratca reseca de Tas palmas, el dikidik debajo de las hojas del plitano silvestre, el littit en los macizos de bam bu, el Rolumboy en las cavidades de los troncos de’ drbol, el konanaba en los bosques espesos. y asl sucesivamente. del Sur, en Ia que hoy Togran subsist ‘cuantas familias de blancos, varios miles de indios coa- LA CIENCIA DE LO CONCRETO ” De esta manera los negritos pinatubo conocen y distinguen las costumbres de 15 especies de Inurciélagos. No es menos cierto que su casi cacién de los murciagos, como la de los insec tos, las aves, Jos mamiferos, los peces y las plan- fas, se apoya principalmente en las semejanzas ¥ las diferencias fsicas. Casi todas os hombres enumeran, con la mz yor facilidad, los nombres especiicos y descrip. tivos de, por lo menos, 450 plantas, 75 aves, casi todas ag erent pegs, ivecton mame y aun 20 especies de hormigas...1y la ciencia Totinica. “de lon, menanambal, brajorcuranderos de uno y otro sexos, que utilizan constantemente Jas plantas. para su afte, es absolutamente est pelactiva.” (R. B. Fox, pp. 187-188.) De una poblacién atrasada de las islas Ryukyu, se ha excrito: Aun un nifo, puede a menudo idenicar Ia especie de un trbol a partir de un. miniscu fragmento. de madera y,"Ia. que es més, cl sexo devexe Arbol, conforme a las ideas que los indl igenat tienen’ acerea de Tos vegetals:"y hace esto Ghiervando. Ia apariencin de a madera y de la forte, el olor, la dureza y otros caracteres de intima clase. Bocenat y’docenat de. pecs Y de conchas poseen nombres distintivos, ¥ te Ie Conoce tambien por aus caraceriticasropiat Sus costumbres yas diferencias sexuales en el Seno de cada cate... (Smith, p. 180) de Ia California solamente unas Habitamtes de una regién desért 4 Tambien, 45 clases de hongos comestibles (loc. cit P- 331) y en plano tecnoldgico, 50 tipos de fechas dife- rentes (id., pp. 165-268) 18 LA CIENCIA DE LO CONCRETO huilla no Hegaban a agotar los recursos naturales; vivian en la abundancia. Pues, en este territorio aparente- mente dejado de la mano de Dios, conocian no menos de 60 plantas alimenticias y otras 28, de propiedades narcéticas, estimulantes 0 medicinales (Barrows). Un ° solo informante seminola identifica 250 especies y va- riedades vegetales (Sturtevant). Se han contado 850. plantas conocidas por los indios hopi, y mas de 500 por los navajos. El Iéxico botinico de los subanun, que viven en el sur de las Filipinas, sobrepasa de mil términos (Frake) y el de los hanunéo se acerca a los 20002 ‘Trabajando con un solo informante del Gabén, Sillans ha publicado recientemente un reper- torio etno-botdnico de cerca de 8000 términos, repar- tidos entre las lenguas o dialectos de 12 0 13 tribus adyacentet. (Walker y Sillans.) Los resultados, inéditos ‘en su mayor parte, que han obtenido Marcel Griaule y sus colaboradores en el Sudén, prometen ser igual- mente impresionantes. La extremada familiarizacién con el medio bioldgi- co, Ia apasionada afencién que le prestan, los conoci- mientos exactos a él vinculados, a menudo han im- presionado a los investigadores, por cuanto denotan actitudes y jpaciones que distinguen a los indige- ras de sus visitantes blincos. Entre los indios tewa de Nuevo Méxi Se observan las diferencias menudas... tienen nombres para designar 2 todas las especies de coniferas de la region; ahora bien, en este caso, las diferencias son poco vitibles y, entre los blan- ‘cos, un individuo que no hubiese recibido en- trenamiento seria incapaz de distinguirlas.... En verdad, no habria ninguna dificultad en traducir un taiado de boténica a la lengua tewa. (Rob- bins, Harrington y Freire Marreco, pp. 9, 12) 2 Véase, infra, pp. 202, 284. LA CIENCIA DE LO CONCRETO 9 En un relato apenas novelado, E. Smith Bowen ha narrado amenamente su confusién cuando, desde su egada a una tribu africana, quiso comenzar por apren- der la lengua: a sus informantes les parecié lo més zatural del roundo, en Ja etapa elemental de su ensefan- 43, reunir un gran mimero de espectmenes boténicos que iban nombrando a medida que se los presen- taban, pero que la investigadora era incapar de iden- tificar, no tanto por razén de su naturalera exética, como porque ella jamés se habla interesado en las riquezas y la diversidad del mundo vegetal, en tanto que los indigenas daban por supuesta tal curiosidad. Estas personas son cultivadoras: para ellas las planat fon tan importants, tan familiares como seres humans. Por mi parte, jamés he vivido en una granja y ni siquiera estoy segura de dir tinguir a las begonias de las dalias 0 de las pe- tunias. Las plantas, como las ecuaciones, poseen ‘1 engafioso hhdbito’ de parecer semejantes y set iferentes, o de parecer diferentes y ser semejan- tes. For consiguiente, fo un lio tanto en Doténica como en mateniéticas. Por primera ver en mi vida, me encuentro en una comunidad en que los nifios de diez afios ns son superiores a mi en matematicas, pero me’ encuentra también en_un lugar en el que cada planta, sivestre 0 cultivada, tiene un nombre y un uso. bien def nido, en el que cada hombre, mujer y_nifio conoce centenares de especies. Ninguno de ellos reerd jamds que soy incapaz, aunque querién- dolo, de saber tanto como ellos. (Smith Bowen, p. 2) Totalmente diferente es la reaccién de un especiar lista, autor de una monografia en la que describe cerca de $00 especies o variedades de plantas medicinales © ‘éxicas, utilizadas por algunas poblaciones de la Ro- desia del Norte: LA cA De Lo cowcntto Ca aa otiets spree sapere iligen, con cee blag alae de I reo ice ecreeean aela ee toe muestras yo por sus’ métodos? ¢Consideraban mura per i, mtd sConeraan informaciones entre colegas? ,O querian hacer Informacion, ene cle? © Samah hast eee Soy te Cela gue hepsi Scene aes ec, Me acer de on condemn vjo Ic Sarna pea leeeaee at arene tll pay rele td rece Sg Some Sande Ee apr gllpea ime ad ape gue pe pent mane ey ce de IP sang nea bite pr cle reicaelesy nae ames ie Rene ate Al citar un extracto de sus cuadernos de viaje, LA CIENCIA DE LO CONCRETO n Br) que, segin me dijo, le serviria de cebo. pave Stspar‘a un jaall” Algunos instants mis Brde, y camindbamos ripidamente, se detuvo de igual manera para arancar una pequefa orqut ea terrestre.(difiel de descubrir bajo la vegeta: Cibo gue a exbri) aad, Uoumnem (Epi. {gum roseun (D. Don.) j.indl), planta empleada para combatir mégicametfie a los insectos parisi- {or de los cultives. En Bipli, Langba se tomé el uidado de no echar 2 perder lo que habla re- cogido, urgando en su morral de trenzada para sacar apug, cal apagada y tabaku (Nicotiana Tabacum .), que queria ofrecer a la gente de Binli a cambio de otros ingredientes para mas coir, Después de una discusion acerca de ‘los ‘miritos respectivos de las variedades locales de Betelpimienta (Piper betle L.), Langba obtuvo permito para cortar estacas de bataia (Impomoca Vatatas (L) Poir) que pertenecian a dos formas vvegetativas diferentes y distinguidas con los nom bres de homuti inatwang y kamuti Iupaw... Y en Conklin ha tratady de ilustrar este contacto intimo el sembrado de camotes, cortamos 2 estacas. (de gntre el hombre y'el medio, que el indigena impone cerca de 75 cms. de largo, de cada variedad, que Perpetuamente al etnSlogo: consistian en el extremo del tallo, y las envol- ‘A 0600 y bajo una thuvia lgera, Langa partimos de Parina en direccidn de Bin...” En Rrasaas, Langha me pidio. que cortara varias ban Ed co de lpr of cw lol anpi dita (Albisxta procera. (Roxb) (Benth) servarnon de at sanguijuclax Frotango eon feara interna’ de la cortera nuestros tobillo y Picrnas, mojados ya por In veyetacon,chorreshte fe iluvia, se produc una cpece de naa de Color rosa qué era tin magnifica repelente,” En fl camino, cerea de Aypud Langba se detuvo de pronto, hundiérpidathente at bastén horde Gel senderoy desaraige, una pequeha. yerbu, tawag hugun bulabdled (Ruchnere wricifola R. limos culdadosamente en Tas grandes hojas fresca Bel soging sebo cultvado (Muse sapientum com: ssa (Sica) Teodoro) [para que conersen Er fumedad asta noc Hegedd a Langa, En Camino, maticamor tallos de tuby_minama, pecie de cafa de ardcat” (Saccharum officinaram Eo). nos detuvimos wna vez para recoger algun bangs, noes de nica cain (Areca etch L), youth ven, pata tecoger comer lo frutos, 3 Mejante a cri er, de algunos sa de bugnay. (Antideama bruins (L) Spreng) - Lie seman a Malaria s mediation de fa tad’), alo Figo. de_mucio camino Ta mayor pete de tiempo, la hablamor pasado” discutendo acerca de lon cambios en la vegetacién ocurridos en las times decenas de adios" (Combliny 1, pp. 1517) 2 LA CIENCIA DE LO CONCRETO Eate saber, y los medios lingiisticos de que dispone, se extiende también a Ja morfologia. La lengua tewa utiliza términos distintos para cada parte, 0 casi, del cuerpo de las aves y de los mamiferos (Henderson Harrington, p. 9). La descripcién morfolégica de las hhojas de Arboles o de plantas, cuenta con cuarenta términos, y hay quince términos distintos que corres ponden a las diferentes partes de una planta de maiz Para describir las partes constitutivas y las propie- dades de los vegetales, 1os hanundo tienen més de 150 términos, que connotan las categorias en funcién de las cuales identifican las plantas “y discuten entre ellos acerca de centenares de caracteres que las distinguen, y a menudo corresponden a propiedades significatiy tanto medicinales como alimenticias”. (Conklin, 1, p. 97). ‘Los pinatubo, entre los cuales se han contado mis de 600 plantas con nombre, “no tienen solamente un co- nocimiento fabuloso de estas plantas y de sus modos de utilzacién; emplean mAs de 100 términos para det evibir sus partes 0 sspectos caracteristicos.”, (R. B. Fox, p. 179) ca Es dlaro que un saber desarrallado tan. sistemdtica- mente. ne~puede-sex-funcin tan s6lo de la utilidad prdctica. Después de haber subrayado la riqueza y la precisién de los conocimientos z00légicos y_boténicos de los indios del noreste de os Estados Unidos y del Ganadé: montagnais, naskapi, micmac, malecite, pe rnobscot el eindiogo que los ha estudiado mejor nos Era de esperari, por lo que respects Ist comtumbres de la card mayor, de la Que. prove ten el alimento”y las materias prima de’ la in dlusaia indigens. "No cy sorprendente..« que el Carador penobscor de Maine’ porea un mejor co- focimiento préctico de las costambresy del cade: ter del alce, que el. so6loge mie espero. Pero Cando apreciimos en su justo valor al cuidate LA GIENGIA DE LO CONCRETO 3 en observar y sist que han puesto log Hata las-icehos dientilices que hacen rdacién {on los formas-inferiores de-Ik.vida animal, ha Se permitirenoe mostrar alguna torpies. "oda la ‘clase de. reptiles, in interés econdmico_ para cick Simen la Gifne de las terpientes, nl de los batra- tics, y no utilian ninguna, parte de_sus restos salvo ‘en cases muy raren pala Ja confection de Smuletos contra Ta enfermedad ola. brujeria. ‘Speck, 7, p. 279) Y sin embargo, como lo ha mostrado Speck, os in- dios del noreste han forjado una verdadera herpetolo- fa, con términos distintos para cada género de reptiles Y otros mds reservados para las especies 0 Tas varie- dades. ‘Los productos naturales utilizados por los pueblos erianos con fines medicinales ilustran, por su defi ién precisa y el valor especifiey'que se les presta; el cuidado, el ingenio, la atencién-al detalle, la preocu- pacién por las distinciones que han debido poner en prictica los observadores los teéricos en las socieda- des de esta clase: arafias y gusanos blamicos que se tragan. (itelmene y yakutos, para la esterilidad); grasa de escarabajo negro (osetos, contra hidrofobia) ; eueara- cha aplastada, hiel de gallina (rusos de Surgut, contra abeesos y hernias); gusanos rojos macerados. (yakutos, contra el reumatismo); hiel de lucio (buriatos, enfer medades de los ojos): locha, cangrejo de rio, que se tragan vivos (rusos de Siberia, contra la epilepsia y todas las enfermedades) ; toque con un pico de pijaro carpintero, sangre de pijaro carpintero, insuflacion na- sal de polvo de pijaro carpintero momificado, huevo tuagado del pijaro kukcha (yakutos, contra el dolor de dientes, contra las escréfulas, las enfermedades de los caballos y la tuberculosis, respectivamente) ; sangre 4 LA CIENCIA DE LO CONCRETO de perdiz, sudor de caballo (oirotes, contra las hernias y Tas verrugas); caldo de pichén (buriatos, contra la tos); polvo de patas trituradas del pdjaro filegus (ka- zakos, contra la mordedura de perro rabioso) ; murcié- lago disecado colgado al cuello. (rusos del Altai, con- tra Ia ficbre); instilacién de agua procedente de un carambano colgado del nido del: pjaro remiz. (oirotes, enfermedades de los ojos). Para mencionar solamente a los buriatos, y limitindonos al oso, Ia carne de éste posce siete variedades terapéuticas distintas, la sangre 5, Ta grasa 9, el cerebro 12, la bilis 17, el pelo 2. ‘Tam- bién del os0, los kalar recogen los excrementos duros como piedra, al finalizar Ia hibernacién, para curar el estrefimiento. (Zelenin, pp. 47-59.) En’ un estudio de Loeb se encontraré un repertorio igualmente rico co- mrespondiente a una tribu africana. De tales ejemplos, que podriamos encontrar en todas las regiones del mundo, se podria inferir de buen grado queidas especies animales y vegetales no son conocidas més que porque son itil, sino que se—las -declara tiles 0 interesamtes. porque primero se las conoce. Se objetard que tal ciencia no puede ser eficar més {que en el plano de"lo. prdctico. Pero, da la casuali- dad de que su_objetive primero no es de pic: tico, Corresponde a exigencias intelectuales antes, 0 en ven, de satisfacer necesidades. HI verdadero problema no estriba en saber si el con- tacto de un pico de pAjaro carpintero cura las enfer- medades de los dientes, sind la de si es posible que, desde un cierto punto de vista, el pico del péjaro ‘carpintero.y el.diente del hombre “vayan juntos” (con- gruencia.cuya iérmula terapéutica no constituye més que una aplicacién hipotética, entre otras) y; por in- termedio de estos agrupamientos de cosas y de seres, introducir un comienzo de orden en el universo; pues LA CIENCIA DE LO CONCRETO % la lasificacién, cualquiera que sea, posee una virtud propia por relacién a la inexistencia de ta clasificacién. Como ha escrito un tedrico modermno de la taxonomia: Los sabiossoportan Ia duda y el fracaso porque no Tes queda mis remedio. que hacerlo. Bero et sorded so nico que no pueden ni deben (o- ferar, Todo el objeto de In clencia pura es llevar 2su punto mis alto, y ms comsciente Ia reduc ian Heese modo castico de percbir, que ha fomensado en tun plano inferior y,verosimilmente fnconscemte, com for origenes mlsmes de la vida. En algunos’ catos, podremor preguntarnos si la fiase te orden que ha sido forjuds cx um carkcter objet de los fetenen un alice ado cl sabio. Este. problema se plantea sin ce Een materin-de tgxonomis animal. - Sin. em baigo, el postulado fondamental de la ciencia es que la naforalea misma ered ordenads... En si Barc tedria, la ciencia se reduce a un poner en Brden, joi es verdad que Ta sstematica consste fn al poner en orden, los términos de. stems 7 de ciencia tedrica. podrdn ser consderados Sinoaimos. (impson, p- 2) ‘Ahora bien, esta Gxigencla.‘de_ardense encuentra. en 1a base del pensammiento que lamamos.primitivo, pero s6l6-por cuanto eicigntra en Ia base de todo pen- samiento: pues enfocindolas desde las propiedades co- Iunes es como encontramos acceso més ficilmente a las formas de pensamiento que nos parecen muy ex- tras. “Cada cosa sagrada debe estar en su lugar”, obser ~ vaba con profandidad an jpeisador indigena (Fletcher 2, p. M4). Inclusive, podriamos decir que es esto lo que Ta hace sagrada, puesto que al suprimirla, aunque sea en dl pensamiento, el orden entero del universo qued: Ha destruido; asi pues, contribuye a mantenerlo 6 LA CIENCIA DE LO CONCRETO ocupar el lugar que le correspondé) Los refinamientos del rjqual, que~pueden “parecer ocfosot cuando se les examina superficialmente, o desde fuera, se explican por Ja preocupacién de lo que podriamos lamar una “waicroperecuacién”: no dejar escapar a_ningdn ser, objetn_o aspect, fin de algae en gl send. de una clase, “Aste respecto, la ceremonia del hako, de os indios pawnee, es particularmente reveladora tan sélo porque ha sido bien analizado, La invocacién que acompatia al cruce de una corriente de agua se divide en varias partes, que corresponden respectivamente all ‘momento en que los viajeros meten los pies en el agua, fen que los desplazan, en que el agua recubre complet ‘mente sus pies; Ia’ invocacién al viento separa los ‘momentos en que el frescor es percibido solamente so- bre las partes mojadas del cuerpo, luego aqui, después all, y por iltimo sobre toda la epidermis: “solamente fentonces podemos avanzar con seguridad” (id, pp. 77- 78). Como to explica exactamente el informador, “de- demos dirigir una ‘incantacién’ especial a cada. cosa que encontramos, pues Tirawa, el espiritu supremo, re- Side en todas ls costs, todo To" que encontramen tientras vamos de camino, puede socorrernos... Se nos ha ensefiado a prestar atencién a todo lo que vemos” (id, pp. 7381). (Esta preocupacién por la observacién total y de in- ventario sistematico de las relaciones y de los vinculos puede culminar, a veces, en resultados de buen axpecto cientifico: tal es el caso de los indios blackfoot, que iagnosticaban Ia proximidad de la primavera segiin el estado de desarrollo del feto de bisonte extraido del vientre de la hembra muerta en la caza. Sin embargo, no podemos aislar estos aciertos de tantos otros paralelos de la misma dase que la ciencia dedara ilusorios. Pero zno serd que el_pensamiento migico, esa “gigan- texea variacién sobre el tema-del principio de causal LA CIENCIA DE LO CONCRETO 7 dad’, decian Hubert y Mauss (2, p. 61), se distingue smanca de In cence por la gnorenca. el desde el Aetermainisms, que por. vind exigencia de determinismo ‘mds. imperiosa’ y mAs intransigente, y que la ciencia puede, a todo’lo més, considerar irrazonable y preci ‘ilada?™ Considerada como sistema _de..filosofia natural, eis (other) supone ung teria de ies ‘casas! Ia desgraca er resultado de a brujeta; que-opera ~de"Gohdlerto con las fuerzas naturales. Si aun Fomibre lo acornea un bilalo, 0st le cae encima tin granero coyos soportes han sido minados por tas fenmitay ost conte una meningitis cerebro: Spinal lor szande-affrmarin que el bifalo, el finer 0 Ta enfermedad son catsas que se conju Enron con Ta brujeria para matar al hombre, Del alo, del granero, de la enfermedad, ta brujeria no tiene culpa, puesto que existen por st mismos: pero al la tene’ de ett cieunstanela particular, ree Ton pone en una relacion destuctora con un leterminado individuo. El granero se habria ve- oe abajo de oe ‘maneras, pero fue a causa fe la brujeria por lo que se vino a tera. en un momento’ dada y cuando. algun individuo dex Carsaba debajo, Entre todas estas catia, slo la brujeriaadiite_una intervencion corveciva, pues ‘to qué sdlo ella emana de una persona. Contra el Buifdlo y el granerono'se puede intervente. Aun- ue tanbidy ge les reconowca como cquras, é3¢ Se ldenen significacion en el plano de fas rela Hones vials (EvanePritchard, 7, pp. 418-418) / Por tanto, entre magia y ciencia la primera diferen- cia seria, desde este punto de vista, que una postula vn f° determinismo global integral, en tanto que la. otra opera. distinguiendo niveles, algunos de los cuales, 30- Tamente, admiten formas de determinismo que se con- sideran inaplicables a otros niveles. Pero, zno podriamos 1:8 —_-LACCIENGIA DE Lo concRETO fir un poco mis lejos y considerar al rigor y a la pre- icsién de que dan testimonio el. pensamienta-ailgin y rita situales, como i raduferan una aprehension iconsiente de la verdad del deerminiomo, en cuanto fnodo de existencia de los fendmenos cientificos, de ma. feta que el determinism ser globelment sopechado Y puetto en juego antes de ser cover respetads? Lae ior y las Geencas migies se nos manietarfan ene toncer como otras tanas exprsiones de un ao de fe tn una ciencia que estaba tava por nace Yo que es ms no solamente, por su naturaena, estas anicipacones pueden ¢ veces vee coronadat por fl éxito, sno que tambien pueden antcipar doblemen. te; aniciparse ala clenca mina, y » métao © ele doe que la cienca no. asimilard sino. en one. etape svaniada de su derrrllogst eo verdad que el homie {f° enffenté primero a lo mds dill: la ntematieacion nivel de los dato senile, los que la clencla du Fante latgo tiempo volvo la espa y a lon que co. ya ahora, solamente, a reintegrar en su perspectiva, En la historia del. pensamiento Cielo, ate eects de anticipation se produje por lo demis en vars oct Sones; como lo ha mosaado Simpson (pp. 8£85), con ayuda de un ejemplo tomado de la biologia del flo an, resulla que, ~como. ta explcaconcienuton Corresponde sempre al descubrimicnto de tn "ordena: tient’ todo intento de este po. um cuando ete ineprado por princpios que no seca centificon, poste encontrar werdadero® ordenamientan, Inclusive eho © Drevisible «ise admite que, por definicién, el nimero de las estructuras es finito: la “puesta en estructura’ Poseria entonces_una efiaca intinseca, coalenuiera {he tea Tos principe J ls métode en que se pire, a quimica moderna reduce la varied de tr tbo sy de lor perfumes a cinco clement diveraments combinadox: Carbone, hidrdgeno, oxigeno, arife ys LA GUENCIA DE LO CONGRETO. a9 régeno. Trazando cuadros de presencia y de ausencs, tatinando dovficectones y wmbrale, lega x dams cuen- tay tisén de diferencias y desemejaniae entre calida des que anlaflo bra expulado fuera de ¥0 dominio por Vonsiderarla “secundaria”. Pero exon paraelos y Eras distinciones no sorprenden al sentimiento este fis Bien, lo eniguecen 7 lo aclaran, fundando a0 Clones que ya se sospechan, 9 de las cuales se comprende tmejor por qué yaen qué condiciones un ejerilo anduo de a toa invaiion ‘habelapermitide.deseubrilas Ya; asi, que el humo del tabaco pueda ser, para una lbgica dele sensacién, i intersecion de dos grupos: uno de fos cuales comprenderfa también la carne a ln parila Y ta tosada cortera del pan (que estan, como 4, com Puestos de nitrégeno; y el otf, del que forman parte Eitgueo, a cerece y la hel en ruxén de In preeocia de dacetio) La cetera alvestre, Ia canela, 1a vanilla yet vino de jerer forman un grupo, no s6lo sensible, Tino inteligibe, porque todos contenen aldehider, en tanto que’ lee lores emejantes del. té del Canad (winergeeen’) de Ia lavanda y del plétano se expll Er por'in. presencia de cateren La {tule por al tola Inctard'a agrupar a Ia cebolla, el ajo, Ia col, el abo, el rdbano y la mostaza, aunque la botinica sepa ve alas Hilde elas cruifera. Comprobando™ el testimonio de la senatilidad, Ta qubmica demuestra que estas familias, extrafan entre ay ve emparientan en otro plano: todas oealtan azue, (Ke, W.)CUn tiléoto pa Into o un poets habria podido realizar eon reagru amlentoy infpirindese en‘ conideraciones ajenat s It {ulmica,o a cualquier otra forma de cienciat Ia tert tire ctnogeica toe revela un cierto niimera de Tot Imismos ctyo valor empirico y extitca no es menor ‘Ahora bien” eso no ex solamente, el efecio de un ire feat aociativo, que a veces habei de tener éxito. por tin puro azar.) Mejor ingpirado que en el pataje ante ” LA CIENCIA DE LO CONCRETO citado en el que nos oftece esta interpretacién, Simpson "ha mostrado que 1a existencia de organizaciOn es una necesidad comin al arte y 2 la ciencia y que, por con- secuencia, “la taxonomia, que es el poner en orden por excelencia, pose un inminente valor estético” (oc. cit. p-4). Entonces, se sorprende uno menos de que,el sen: tido estético, abandonado a sus solas fuerzas, pueda abrirle.el camino a la taxonomfa y aun anticiparse a algunos-de aus resultados. ‘Sin embargo, no retornamos 2 la tesis vulgar (por lo de- ‘mds, admisible, en Ia perspectiva estrecha en la que se coloca), segiin la cual la magia serfa una forma ttmida y balbuciente de te ciencia; porque nos privartamos de todo medio de comprender el pensamiento mégico, si pre- tendiésemos reducirlo a un momento, © a una etapa, de Ja evolucién técnica y cientifica. Sombra que mas bien anticipa a su cuerpo, la magia es, en un sentido, com- pleta como 4, tan acabada y coherente, en su inmate: Tialidad, como el ser sélido al que solamente ha prece- ide. El pensemiento mégico no @_un comienz0, un erbozo, una iniciacién, la parte de un’ todo que todavia no te ha realizado; forma un sistema bien articulado, independiente, en relacién con esto, de exe otro sistema que constituird la ciencia, salvo Ia analogia formal que Jas emparienta y que hace del primero una suerte de expresién metaférica de Ia segunda. Por tanto, en ver de oponer magia y ciencia, serla mejor colocarlas para-| Telamente, como dos modos de conocimiento, desiguales, fen cuanto a los resultados tedricos y pricticos (pues. desde este punto de vista, es verdad que la ciencia tiene mds éxito que la magia, aunque Ia magia prefigure a 1a ciencia en el sentido de que también ella acierta al- ‘gunas veces), pero no por la clase de operaciones men- tales que ambas suponen, y que difieren menos en cuanto a la naturaleza que en funcién de las clases de fenémenos a las que se aplican. LA CIENCIA DE LO CONCRETO ” Estas relaciones se derivan, en efecto, de las condi ciones objetivas en que aparecieron el conocimiento migico y el conocimiento cientifico. La historia de este ultimo es demasiado breve como para que cstemos bien informados a su respecto; pero el que el origen de la iencia moderna se remonte solamente a algunos siglos, plantea un problema sobre el cual lot etnélogos no han reflexionado suficientemente: el nombre de para: doja_ncolitica le convendria perfectamente. TEs en el neolitico cuando se confirma el domi 7 de las granides artes de Ia ci ido, agricultura y domesticacién de animales. Nadie, hoy en dia, se atreveria a explicar et tas inmensas conquistas mediante la acumulacién for- tuita de una serie de hallaxgos realizados al azar, 0 revelados por el especticulo pasivamente registrado de algunos {enémenos naturales! Cada una de estas técnicas supone siglos de oby/ servacién activa y metédica, de hipétesit atrevidas y controladas, para rechazarlas o para comprobarlas por intermedio de experiencias incansablemente repetidas. Observando Ia rapide: con la que plantas originarias del Nuevo Mundo se aclimataron en las Filipinas, y fueron adoptadas y nombradas por los indigenas que, ‘en muchos casos, parecen haber redescubierto inclusive sus usos medicinales, riguroramente paralelos a los que eran tradicionales en México, un bidlogo interpreta el fenémeno de la manera siguiente: 2 Se ha tratado, de saber Jo que pasaria tl el mineral de cobre se hubiese mexclado accidentalmente aun fogén: ‘experiencian miltiples y varladas han eatablecido que ‘no pasaria nada. EI procedimiento més simple al que # bays Hiegado para obtener metal fundido consiste en calentar intensamente malaquita flnanente pulverizada en una copa de arcilla cubierta con una vasija imertida. Este slo renultado aprisiona ya al azar en el redinto del fogén de algin alfarero especialisa en cerdmica vidriada (Coghlan) Ps LA CIENCIA DE LO CONCRETO Laz plantas cuyas hojas o tallos tienen un sa: bor amargo se emplean cominmente en las Fili: pinas contra los padecimientos del estémago. Toda planta introducida, que ofrezca el mismo cardc- ter, serd r4pidameme probada. Porque la mayo- ria de las poblaciones de las Filipinas hacen cons tantemente experiencias con las plantas, aprenden rapidamente a conocer, en funciOn de las catego- rias de su propia cultura, los empleos posibles at plane mporeadan (OR. B. Foxs pp 212 ara transformar una yerba silvestre en planta cultiva- a, una bestia salvaje en animal doméstico, hacer apa recer en la una o en la otra propiedades alimenticias © tecnolégicas que, originalmente, estaban por com- pleto ausentes o apenas si se podian sospechar; para hacer de una arcilla inestable, de facil desmoronamien- to, expuesta a pulverizarse o a rajarse, una vasija de barro sélida y que no deje escapar el agua (pero, slo a condicién de haber determinado, entre una multitud de materias orgénicas e inorgénicas la que mejor se pres- tara_a servir de desgrasante, asl como el combustible conveniente, la temperatura y el tiempo de coccién, el grado de oxidacién eficaz); para elaborar las técnicas, a menudo prolongadas y complejas, que permiten cul tivar sin tierra, o bien sin agua, cambiar granos o races téxicas en alimentos, 0 todavia mds, utilizar esta toxic dad para 1a caza, la guerra, el ritual, no nos quepa la menor duda de que se requirié- una actitud mental ver- daderamente cientifica, una curiosidad asidua y perpe- twamente despierta, un gusto del conocimiento por el placer de conocer, pues una pequefia fraccién solamen- te de las observaciones y de las experiencias (de las que es necesario suponer que estuvieron inspiradas, primero yy sobre todo, por Ia, aficién al saber) podian dar resul- tados pricticos e inmediatamente utilizables. Y haga- LA CIENCIA DE LO CONCRETO s ‘mos a un lado a la metalurgia del bronce y del hierro, la de los metales preciosos, y aun el simple trabajo del cobre native por el simple procedimiento del martlleo {que precedieron a la metalurgia en varios milenios, y todos los cuales exigen ya una competencia técnica muy considerable. El hombre del neolitico 0 de la proto- historia es, pues, el heredero de una larga tradicién cientifica; sin embargo, si el espiritu que lo inspiré 2 4, lo mismo que a todos sus antepasados, hubiese sido exactamente el mismo que el de los mpdernos, gcémo podriamos comprender que se haya detenido, y que vi rios milenios de estancamiento se intercalen, como un descansillo, entre la revolucién neolitica y la ‘iencia contemporinea? La paradoja no admite mis que una | solucién: la de que existen. dos modos distintos dé pensamiento cientifico, que tanto el uno como el otro son funcidn, no de etapas desiguales de desarrollo del capirina humano, sino de.los.dos-niveles estratégicos en que.la_naturaleza. se dejaatacar par ¢l_conocimiento cigiifice: ng. de ellos aproxiimativamenie ajustado al de la percepcién y la imaginacién y el otro despl- zado; comé si las relaciones necesarias, que constituyen cl objeto de toda ciencia —sea neolitica 0 moderna— pudiesen alcanzarse por dos vias diferentes: una de cllas muy cercana a Ta intuici6n sensible y la otra mas alciada. Toda dasificacién es superior al caos; y aun una lasificacién al nivel de las propiedades sensibles e ‘una etapa hacia un orden racional. Si se pide clasiti! car una coleccién de frutos variados en cuerpos relati vamente més pesados y relativamente més livianos, seré legitimo comenzar por separar las peras de las ma zanas, aunque la forma, el color y el sabor carezcan de relacién con el peso y el volumen; pero porque las mé fgruesas, de entre las manzanas, son mis faciles de dis Tinguir de las menos gruesas, que cuando las manzanst “ LA CIENGIA DE LO CONCRETO permanecen mezcladas con frutos de aspecto diferente Este ejemplo nos permite ver ya que, aun al nivel de Ja persepcién estdtica, 1a clasificadiOn tiene su virtud, Por otra parte, y aunque no haya conexién necesaria ‘entre las cualidades sensibles-y las-propiedades, existe por lo menos una relacién.de hecho en. gran-niémero de casos, y 1a _generalizacién de esta relaci6n, aunque no eaté fundada en la razén,, puede-ser durante Jargo tiempo. una operacién fructuosa, tebrica y précticamen- te. Todos los jugos t6xicos no son ardientes o amargos, y I reciproca no es més verdadera; sin embargo, Ia naturaleza esté hecha de tal manera que es més Iucra- tivo, para el pensamiento y para Ia accién, proceder como si una equivalencia que satisface al sentimiento extético comresponde también a una realidad objetiva. Sin que nos corresponda aqui el averiguar por qué, es probable que especies dotadas de algin cardcter nota- ble: forma, color. u olor, abran al observador Io que podrfamos Hamar un “derecho de proteguir”: el de DPostular que estos caracteres vsibles son ¢l signo de pro- piedades igualmente singulares, pero oftas. Admitir que Ia relacién entre los dos sea ella’ misma sensi- ble (que un grano en forma de diente preserve contra Jas mordeduras de serpiente, que un jugo amarillo sea tun especifico para los trastornos biliares. etc) tiene ids valor, provisionalmente, que la indiferencia a toda jconexién; pues la clasificacién, aunque sea heterdclita y arbitraria, salvaguarda la riquezaly la diversidad del inventario; al. decidir que hay que tener en. cuenta todo, facilita Ta constitucién de una “memoria”. Ahora bien, es un hecho que métodos de esta indole podian conducir 2° determinados requltados que eran indispensables para que ef hombre pudiese atacar a la naturaless desde otro flanco. Lejos de ser, comp & me. nnudo se ha pretendido, la obra dé una “fancién fabu- ‘Mladora” que te vuelve Ia espalda a la realidad, loa wjtos LA GIENCIA DE LO CONCRETO ‘ss y lo ritor ofrecen como su valor principal el preservar | hasta nuestra época, en forma residual, modos de ob- servacién y de reflexién que estuvieron (y siguen estin- dolo sin duda) exactamente adaptados a descubrimien- tos de un cierto tipo: los que autorizaba la naturaleza, 2 partir de la organizacién y de la explotaciOn reflexiva del mundo sensible en cuanto sensible. Esta ciencia de Jo concreto tenia que estar, por esencia, limitada a otros resultados que los prometidos a las ciencias exac- tas naturales, pero no fue menos cientifica, y sus resul- tados no fueron menos reales. Obtenidos diez mil afios ‘antes que los otros, siguen siendo el sustrato de nuestra civilizacion. Por lo dems, subsste entre nosotros una forma de ac tividad que, en el plano técnico, nos permite muy bien oncebir lo que pudo ser, en el plano de la especula- Gin, una ciencia a la que preferimos lamar “primera mis que primitiva: es la que eominmente se designa con el término de bricolage.* En su sentido antiguo, el Yerbo bricoler se aplicn al juego de pelota y de billar, 1la caza ya la equitaciin, pero siempre para evotar un Tuovimiento incidente: el de la pelota que rebota, el del perro que divaga, el del caballo que se aparta de la linea recta para evitar un obsticulo. Y, en qquestros dias, el bricoleur es el que trabaja con sus manos, uti lizando medios desviados por comparacién con los del hombre de arte. Ahora bien, lo propio del pensamiento mitico es expresarse con ayuda de un repertorio cuya + Log términos bricoler,Bricolage y brcolewr, en 1a acxp- cian que sd el autor, teen traci canta, EI briolcur es et que obra sin plan previo y oon medion y procedimients spartados de los uss tcnoldgies nama. Novopera con Ynalerias primes, tino ya claboradas, con fragmentos de obras, con sobras y (oro, como el autor ex Dien La fect del testo aclarardsufiiememente el sentido fe enon vermin. (T) 6 LA CIENCIA DE LO CONCRETO composicién es heteréclita y que, aunque amplio, no obstante €s limitado; sin embargo, es preciso que se valga de 4l, cualquiera que sea la tarea que se asigne, porque no tiene ningin otro del que echar mano. De tal manera se nos muestra como una suerte de bricolage intelectual, 1o que explica las relaciones que se observan entre los dos. Como el bricolage en el. plano técnico, Ia reflexién mitica puede alcanzat, en el plano intelectual, resulta- dos brillantes ¢ imprevistos. Reciprocamente, ’ menudo se ha observado el carécter mitopoético del bricolage: ya sea en el plano del arte, Iamado “bruto” o “inge-~ en Ta arquitectura fantéstca de Ta quinta del eartero Cheval, en las decoracioncs de Georges Melts; ‘© aun en la inmortalizada por lat Grandes ilusiones de Dickens, pero inspiradas sin duda primero por Ia ob- servacién del “castillo” suburbano del sefior’ Wemmick, con su puente levadizo en. miniatora, au cafén que saludaba a las nueve, y su huertecllo de verduras y pepinos gracias al eval los ocupantes podrian sostener lim sitio, de ser necesaio,.. Vale la pena ahondar en Ia.comparacién, porque tos permite acceder mejor a las relaciones reales entre lot de conocimiento cientfico que hemos distin: uido,’ El bricoleu es capaz de ejecutat un gran ‘iimerp, tareas diversticadas; pero, a diferencia del i ‘ro, no subordina ninguna de ellas a la oblencign de siatrih primas y'de instrumentos concbidoy 98 niidos a Ia medida de su proyecto: wi universe inutsu-* mental estd cerrado y la regla de au juego es siempre Ja de arreglirsels con “lo que uno tenga’, ex decir tun conjunto, a cada instante finito, de instrumentas de materiales, heterdclitos ademds, ue lay compe. Sicién del conjunta no estd en relacin eon tl: proyecto del_ momento, ni, por lo demds, con ningin. proyec to particular, sino que .es el resultado contingente d & LA CIENCIA DE LO CONGRETO ” todas Igs ocasiones que se le han ofrecido de renovar ‘o de enriquecer sus existencias, o de conservarlas con Jos residuos de construcciones y de destrucciones ante riores. El conjunto de los medios del bricoleur no se puede definir, por Ig tanto, por un’ proyecto}.(lo que supondria, por io denis, como en el caso del ingeniero, Ja existencia dp santos conjuntos instrumentales como ‘géneros de proyectos, pot lo menos en teorla); se defi ne solamense por su instrumentalidad, o dicho de otra mgnera y para emplear el lenguaje del bricoleur, por ue los elementos se recogen 0 conseryan en azn del Principio de que “de algo habrén QB eri. Tales orcas perculeradoe «medias ra que el bricoleur no.tenga.nece. } equipo y del saber de todos los cuerpos admi- nistrativos; pero no tanto como para que cada elemento sea constrefido a un empleo preciso y determinado. Cada elemento representa un conjunto de relaciones. layer, concretas y virtuales: son operadores, pero ables con vistas a opeFiciones cualesquiera en el seno de un tipo. — De la mismh manera, los elemeptos de 1a reflexién anitica se sitdan supe a mitad dA camino entre pre- ceptos y-conceptot. Sé¥la imposible extracr a los prime- Tor dé la situacién copereta en que aparecieron, en tanto que el recurso a los segundos exigiria.que el pen- tamiento pudiese, provisionalmente, poner sus proyec: tos entre paréntesis.( Ahora bien, existe un intermediatio entre Ia imagen y el concepto: es el signo, puesto que jempre se le puede definir, de 1a manera iniciada por Sausture a propésito de esa categoria particular que for- man los signos lingiisticos, como un lazo entre una imagen y un concepto, que, en Ia unién ast realizada, desempesia respectivamente los papeles de significante y significado? ‘Corio Ta imagen, el signo es un ser concreto, pero elementos, por t s LA CIENCIA DE LO CONCRETO ie parece al concepto por su poder referencial: el uno Yel otro no se relacionan exclusivamente a ellos mis- mos, sino que pueden sustituir 2 algo que no son ellos. Sin embargo, el concepto posee a este respecto tuna capacidad ilimitada, en tanto que la del signo es limitada:, La diferencia y la semejanza se pueden obser- var bien’ en el ejemplo del bricoleur. Contemplémosio fen accién: excitado por su proyecto, su primera ac- én practica es, sin embargo, retrospectiva: debe vol- verse hacia un conjunto ya constituide, compuesto de herramientas y de materiales; hacer, o rehacer, el in: vventario; por ultimo y sobre todo, establecer ‘con él una suerte de didlogo, para hacer un repertorio, antes de elegir entre ellas, de las respuestas posibles que el conjunto puede ofrecer al problema que él le plantea. Todos estos objetos heterdclitos que constituyen su te. foro,t son interrogados por él para comprender lo que Gada inode ello podria “significa, contibuyendo de tal manera a definir un conjunto. por realizar, pero Ae fnatmente, no dierird del conjumo instrumental que por ia disposicién interna de las parteryEste cubo de encino puede ser cuiia para remediar 1a insu- ficiencia de un tabl6n de abeto o bien pedestal, lo que Permitiria sacar a relucir el grano y el pulimento de la Vieja madera. En un cao seri exten, en cl otro ma teria. Pero estas posbilidades estin siempre limitadas por ia historia particular de cada piezs, 0 por lo que Subsiste en ella de predeterminado, debido al uso oti- ginal para el que fue concebida o por las adaptaciones Gue ha sufrido con vistn otros empleos, Com, Ist unidades constitutivas del mito, cuyas. combinaciones posibles son limitadas por el hecho de que se han to | |mado.en préstamo al Ienguaje, en el que poseen ya un \\sentido que restringe la Uibertad de maniobra, lot ele- 4 "Tesoro de ideas", dicen admirablement de 12 ma. gia Hubert y Mauss (4, p. 136). ar LA CIENCIA DE LO CONCRETO s rmentos qué colecciona y utiliza el Dricoleur estin “pre constrefidos” (LéviStrauss, 5, p. 38). Por otra parte, Ia decisién depende de la posibilidad de permutar otro elemento em la funcién vacante, hasta tal punto que cada eleccién acarreard una reorganizacién completa de Ia estructura, que nunca serd aquella que fue vagamente sofiads, ni aquella otra que se pudiera haber preferido cn ver de ella) Sin duda, el ingeqero interroga también, puesto que te enbtenta de un gurocuor cr reall, para dle que sus medios, su poder y sis conocimientos, jamés son ilimithdos, y porque, en esta forma negativa, tro- piera con una resistencia con Ia que tiene, indispensa- Dlemente, que transigit. Se sentirfa uno tentado a decir que interroga al universo, en tanto que el bricoleur + dirige a una coleccién de residuos de obras humans, cs decit, a un sub-conjunto de Ta cultura. Por Jo de- ‘ms, Ia teoria de Ta informacién nos muestra cémo es posible, y a menudo wil, reducir las acciones del fisico 4 use suerte de didlogo con la naturaleza, lo cual ate- nua¥fa ta distincién que tratamos de wazar.,Sin em Dargo, subsistird siempre una diferencia, aun si te tiene en cuenta el hecho de que el sablo nunca dialoga con Ja naturaleza pura, sino con un determinado estado de la relacién entre Ja naturaleza y Ia cultura, defi ble por el periodo de Ia historia en el que vive, I civilizcién que es Ia suya y los medios materiales de que dispone. Al‘igual que el bricoleur, en presencia de una tarea dada, no puede hacer Io que le dé la ‘gana; también él tendré que comenzar por inventariar tun conjunto predeterminado de conocimientos teéri- cticos, de medios téenicos, que restringen las soluciones posibles, st pes tr diferencia no es tan gholu cine no iamos tentados imagintrnosla; ‘ho obstante, sigue siendo real, en la medida en que, por relacién a esa

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