de Aquino) Cristianismo ¿Para qué sirve la política, si no es para poder dejar las preocupaciones mundanas y dedicarse a la vida contemplativa? Autor: Cadena Áurea octubre 11, 2016
Allan Wallace, quien tiene la particularidad de ser maestro de meditación budista,
traductor de textos tibetanos y físico, ha escrito extensamente sobre la vida contemplativa como una especie de quehacer científico interno, cuyo objeto de estudio no sólo es el mundo externo sino la propia naturaleza.
En su ensayo Principles of a Contemplative Science Wallace señala:
El término latino contemplatio, del que se deriva “contemplation, corresponde a la
palabra griega theoria. Ambas refieren a una devoción total hacia revelar, clarificar y hacer manifiesta la naturaleza de la realidad. Su enfoque no es nada menos que la búsqueda de la verdad. Como el teólogo cristiano Josef Pieper comenta, el elemento esencial del concepto de contemplación es la percepción silenciosa de la realidad. Esto, según sostiene, es una forma de conocimiento al que se llega no pensando sino viendo. “La intuición es sin lugar a dudas la forma perfecta de conocimiento. Ya que la intuición es conocimiento de lo que está actualmente presente; el paralelo a ver con los sentidos es exacto”. Pero, a diferencia de el conocimiento objetivo, la contemplación no se mueve hacia su objeto; descansa sobre él desde el principio.
La palabra “contemplación” está formada por la preposición cum (con, en acción
conjunta) y templum (templo). Remite a ver porque el templo era originalmente un lugar para ver el cielo o ver los augurios. Podemos decir entonces que contemplar es ver con el templo, o ver desde el lugar sagrado. Esto, junto con el anterior párrafo de Alan Wallace, nos servirá como definición del término contemplación.
Hoy en día con el predominio de lo económico y lo político, pocas personas se dedican
a la contemplación y esto es una pérdida incuantificable. De hecho la política y la economía deberían de ser solamente los bastiones –como las bases de una pirámide– que permiten la vida contemplativa, el cual es el fin de la existencia, al menos si seguimos lo que cree Alan Wallace, quien en esto descansa en la autoridad de Santo Tomás de Aquino. “Es necesario para el bien de la comunidad humana que existan personas que se dediquen a la vida de contemplación”, escribió Aquino. Wallace glosa: El propósito fundamental de la civilización es la búsqueda de la felicidad, de la verdad, de la virtud, y la vida contemplativa está completamente dedicada a estos temas. Esto es lo que creo que Aquino tenía en mente cuando escribió: “Toda la vida política debe estar ordenada en función de alcanzar la felicidad de la contemplación. Ya que la paz, que está establecida y preservada por la virtud de la actividad política, coloca al hombre en una posición de dedicarse a la contemplación de la verdad”.
En un tiempo donde la gente se enmaraña en discusiones políticas sin tener un sentido
de propósito, en un bucle de entretenimiento, chismes y nimiedades que se hacen pasar por asuntos de primera importancia, merecen recordarse las palabras de uno de los llamados “doctores de la Iglesia”. La política no es un fin –es un importante medio que permite idealmente trascender lo meramente mundano y, quien se entretiene demasiado en su discusión y se mantiene atrapado en sus narrativas dualísticas, estará perdiéndose de la posibilidad de acceder a la vida contemplativa. Wallace sugiere que el mundo del entretenimiento político se mueve en la esfera del hedonismo (el mundo de los placeres y estímulos fáciles), mientras que la vida contemplativa tiene que ver con la eudemonía, es decir la felicidad verdadera y sostenible propia de una vida plena de significado, y la cual compara con el dharma.