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AVENTURAS SIN PATINES

DANIEL F. AGUIRRE R.

19. UCEB Y FIRB

En nuestro colegio existía un evento importante todos los años: era la elección del
consejo estudiantil. Existían dos movimientos: el FIRB–Frente de Izquierda
Revolucionario Bernardino y el UCEB–Unión Combativa Estudiantil Bernardina, o
también llamados chinos y cabezones, respectivamente. El sobrenombre de chinos y
cabezones proviene de los usados por los partidos políticos de izquierda: el Movimiento
Popular Democrático (MPD) era la expresión del Partido Comunista Marxista Leninista o
también conocidos como chinos y el Frente Amplio de Izquierda (FADI) que era el rostro
electoral del Partido Comunista Ecuatoriano de la línea de Moscú y La Habana, también
llamados cabezones. Ninguna de estas dos ramas definía al Partido Socialista Ecuatoriano.

Era común en la época de elecciones ver a personas universitarias (grupos


pequeños) en las afueras del colegio. Ellos eran quienes influían en los pensamientos y
discursos de nuestros compañeros candidatos pues tenían más experiencia en el campo de
la política (o politiquería) en sus universidades.

Lo interesante de las dos listas era la forma como se llevaba a cabo el apoyo por
parte del estudiantado a cada uno de los bandos. Por mi parte siempre pertenecí al grupo de
los cabezones pero no fui un intensivista dentro de la parte política como tampoco
organizador de marchas ni militante extremista, sin embargo estaba bien definido por el
apoyo al UCEB y para evitar que me traten de convencer los del bando contrario, algunas
veces llevaba alrededor del brazo (cuando me acordaba de llevarlo) un distintivo que lo
aseveraba.

Cuando daba la hora del recreo, luego de comer las dos empanadas de queso en el
bar de Marco con el refresco gaseoso Gallito, veíamos como se conglomeraban las dos
listas en lados opuestos saltando y elevando cánticos de apoyo a sus movimientos. La parte
interna del colegio donde se encuentran desde tercer hasta sexto curso (al menos en mi
tiempo), el rectorado y la biblioteca, tiene forma rectangular y en su parte central dos
espacios grandes en donde se encuentran cuatro canchas de baloncesto (dos en cada
espacio). Dividiendo el rectángulo en dos partes, separando las canchas de baloncesto,
existe un pasillo en la parte inferior y un puente en la superior que une los dos extremos
más largos del rectángulo. Si consideramos la ubicación del rectorado y la biblioteca al
Norte, en la parte Este del rectángulo se encuentra un graderío en cuya parte superior existe
una meseta de unos tres metros de ancho, que separa las gradas y el pasillo que da a las
aulas. Es en esta meseta donde ambas lides se ubicaban separadas por el pasillo superior o
puente, con sus banderas y dando saltos cantando diferentes himnos:

“UCEB, UCEB, UCEB


Ñeque, ñeque, ñeque
UCEB, UCEB, UCEB
Ñeque, ñeque, ñeque
Vamos UCEB, carajo
el UCEB no se agüeva, carajo
Vamos UCEB carajo,
el UCEB no se agüeva carajo”

También existían algunos himnos que eran compartidos por ambos bandos:

“A la U, a la C, a la E y a la B
El UCEB, el UCEB,
El UCEB ganará, GANARÁ
¡Viva el UCEB!”

“A la F, a la I, a la R y a la B
El FIRB, el FIRB,
El FIRB ganará, GANARÁ
¡Viva el FIRB!”

En ese momento era cuando los dos grupos empezaban a saltar más fuerte dándose
apoyo y levantando las banderas para que flameen. El siguiente paso era acercarse al grupo
contrario en una sola masa, sólida y compuesta de la única materia prima necesaria:
estudiantes.

Mientras poco a poco se iban acercando, los grupos llegaban a chocar entre ellos
empujándose unos a otros con la intención de convertir su fuerza política en física, y el
grupo que salía vencedor por desarticular al grupo haciendo perder el equilibrio o
empujándolo por el graderío, llevaba la victoria del momento.

Esto también ayudaba a que los estudiantes más jóvenes escojan a quien apoyar.
Uno como estudiante muchas veces no le daba mayor atención a las ideas políticas, sino al
grupo que tenía a los estudiantes más belicosos y grandes peleadores dentro de sus bandos.
Por supuesto dentro de estas pequeñas batallas que se daban en empujones, siempre se
encontraba algún resentido o belicoso por parte de cualquiera de los bandos, dando lugar a
un puñete perdido (o entregado con toda la intención por parte del emisario en cuestión)
que alguien se lo tenía que aguantar, dándose como resultado un enredo de patadas,
puñetes, trompones, escupitajos, palazos y empujones, terminando en una gran pelea
callejera en medio del patio.

En una ocasión que había resultado en una pelea en el patio, salieron un grupo de
estudiantes (no eran más de una docena) por el puente vitoreando entre saltos y con bandera
en mano el siguiente himno:

“Ni chinos ni cabezones


Son la solución:
ROMPECOCOS
ROMPECOCOS
ROMPECOCOS”

Era un grupo de muchachos dentro de los cuales también se encontraba mi


hermano mayor, que no les importaba en lo más mínimo la idea política del colegio, sino
que hacían mofa de ello y todos disfrutábamos del momento ya que hacían teatro en el
puente para que los pudiéramos ver, demostrando peleas fingidas entre ellos dando una idea
de lo que era no poder llegar a un acuerdo, ni siquiera en un grupo tan pequeño como el que
ellos tenían. Luego terminaba la fingida pelea por quien sería el candidato a presidente (y
por tanto comandante del movimiento) y se instalaban nuevamente en formación, saltando
y cantando su himno. Esto lo repetían mientras cruzaban el puente y luego la payasada
terminaba.

Existían otros himnos diferentes que nacían de alguna canción conocida


cambiando algunas palabras, siendo más groseras, directas y soeces. En realidad el mejor
lugar para aprender nuevas frases amedrentadores y cargadas de contenido vulgar, era
esperar a que se desordenen los grupos enfrentados hasta que empezaba la pelea. En ese
momento se escuchaban algunas frases muy comunes y otras con mucha imaginación que
más que lograr infundir temor en el adversario, provocaban risa.

Así se desarrollaba toda la semana mientras el estudiantado escogía a quien daría


su apoyo. Llegadas las elecciones solo restaba esperar el conteo. La ventaja de estas
elecciones es que eran reales y los conteos daban a conocer la verdad. No había papeletas
en exceso ni corrupción por parte de los simpatizantes, aunque no dudo de que alguien
alguna vez lo haya intentado. Fue lo más puro y lo más cercano a una verdadera
democracia. Recuerdo que en el tiempo desde que ingresé al colegio, los usuales ganadores
eran los del FIRB, pero en los últimos dos años, la victoria fue del UCEB.

No habíamos ganado desde hace mucho tiempo, así que fue motivo de mucha
alegría y satisfacción por parte nuestra. Mientras me encontraba con alumnos mayores a mí,
salió a relucir una historia desagradable y cobarde: en años anteriores ocurrió que al igual
que nosotros en ese tiempo, solo cosechaban derrotas, llegando el momento del triunfo en
manos del compañero Víctor Carrión. En la noche de festejo por la victoria del UCEB, un
personaje desconocido arremetió a balazos contra el flamante presidente, apagando una
vida de experiencia muy corta y enseñándome la realidad de la vida dentro de la política.

No conozco un acto tan despreciable y cobarde como lo es no respetar la vida de


una persona, la democracia y la decisión de un electorado. Considerando obviamente que
esta democracia es verídica y no manipulada por personas a las que no les importa la ética
ni el desarrollo para el cual fueron escogidos los diferentes representantes.

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