lo que encierra esta palabra para una mujer de honor? : No pretendes quitar al marido lo único que puede ennoblecerlo: la virtud: ninguna pretensión de amor, sobre una mujer casada, deja de ser un crimen; al ser que se ama, no se le arroja lodo: la infamia es el peor de los castigos: el remordimiento, el peor de los dolores: ¿por qué quieres aumentar mi agonía, con estos dos martirios? ¡El mundo puede engañarse, la conciencia jamás! : dejemos la conciencia pura: la infidelidad es un crimen y cometida a un anciano indefenso, es una profanación, una villanía: la infidelidad, no la constituye sólo el hecho criminal, basta el pensamiento consentido; la mujer virtuosa, no debe tener tanta confianza en sí misma, que se exponga a una prueba: a una mujer casada, no le basta ser honrada, es preciso que el mundo comprenda que lo es; la más ligera indiscreción, basta a perderla, y toda la sangre del mundo, no basta para salvarla. Si es cierto que me has amado, creo que por esto no me aborrecerás; la más leve condescendencia, bastaría para rebajarme a ti mismo, y yo no quiero que me desprecies; mi conducta, te demostrará, que no has amado a una mujer indigna, y la dignidad aumenta los efectos nobles. Yo no puedo concederte la entrevista que me pides, ni menos sostener correspondencia contigo, porque esto a más de ser un crimen, tendería a aumentar nuestro infortunio. Es preciso convencernos: no hay esperanzas para nosotros. Colocados a las opuestas orillas de un abismo, no podremos unirnos nunca; no intentes pasarlo, porque te verás sucumbir, sin poder salvarte; si ese abismo, no fuera el crimen, yo me arrojaría para perecer abrazada a ti. No me hagas sufrir más, deja mi herida que se cicatrice. El crimen, es una tinta que mancha cuanto toca; no nos acerquemos a él, ¡así hay también en la humanidad, corazones a cuyo fondo no pueda asomarse el pensamiento y en su horrible quietismo, se ocultan los restos de pasadas borrascas en ellos, como en aquél mar, la ilusión, palmera del desierto de la vida, no extiende su ramaje, ni una sola esperanza cruza su superficie amenazante, imagen de ese mar, son nuestros corazones, no nos acerquemos a ellos, bajo su engañosa calma, duermen los restos de nuestras pasiones, hechas carbón, después de tanto incendio.