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INTERSUBJETIVO - JUNIO
HACIA
2003UNA
- Nº PSICOPATOLOGÍA DE LA ACCIÓN c
1, Vo. 5, Pags. 57-76 Y EL
Quipú
“ENTRE
- ISSN
NOSOTROS”
1575-6483
The present paper intends to propose the basis for a psychopathology model
that would allow to understand personality disorders and other clinical disorders
by considering the difficulties subjects have in generating and maintaining
public spaces where to act. Four concepts are necessary to consider in order
to develop this model: public space or “between us”, action, dialogism and
intersubjectivity. The present paper focuses on the analysis of the concepts of
public space and action and it will briefly articulate the notion of dialogism. The
concept of intersubjectivity is introduced. The model proposes three relational
categories: equality, complementarity and exclusion. The difficulties related to
action and the conflicts related to recognition and proper of the equalitary
modes of relationships are avoided through a switch to complementary modes
of relationships. The conclusion emphasizes the importance of these four
concepts and their integration for the proposed model and presents further
lines of research that can be pursued in order to improve it.
Key Words: public space, action, dialogism, intersubjectivity, recognition,
psychopathology.
Introducción.
El presente trabajo apunta a desarrollar una concepción de la psicopatología
basada en las nociones de espacio público, acción, dialogismo e intersubjetividad.
Las bases del modelo a proponer permitirían rearticular trastornos de la personali-
dad y otros cuadros psicopatológicos en función de estos cuatro conceptos men-
cionados. La integración de los mismos articula, a su vez, un desplazamiento que
FELIPE J. MÜLLER Pag. 58
Los actos monológicos son, efectivamente, parte del espacio público, pero
accionar preponderantemente de esta manera atenta contra la esencia y desarrollo
del “entre nosotros”. Esto ocurre porque la dificultad para generar o mantener un
espacio público impide, al mismo tiempo, la posibilidad de accionar, ya que la pre-
sencia de otros es inherente al concepto de acción. Por ende, la intersubjetividad —
aquello que se desarrolla entre sujetos y que sostiene un espacio común en el cual
accionar— no llega a desarrollarse. Pero cuando las personalidades con característi-
cas fóbicas logran accionar se encuentran, a su vez, con otro problema: los conflictos
generados por los significados sobre la acción del sujeto, que gravitan sobre “quién”
es el sujeto agente. Es a este conflicto vinculante en relación con el reconocimiento
a lo que el fóbico más le teme. Por ello, para preservar el vínculo, evitará las ansieda-
des propias de la acción y sus consecuencias por medio de un giro sobre la modali-
dad complementaria de relación con los demás. Uno de los corolarios de este meca-
nismo es una construcción pobre de su self, basada únicamente en vínculos comple-
mentarios y no en vínculos entre iguales. Como mencioné más arriba, las acciones
por fuera del espacio público no son concebibles ya que no tendrían consecuencias
y, por lo tanto, no permitirían la actualización y constitución permanente que facilita la
acción, así como tampoco el crecimiento y desarrollo de este espacio en común que
hace a la intersubjetividad.
El modelo presentado parte del supuesto de que toda relación oscila entre
momentos de complementariedad y de igualdad. La salud mental quedaría definida
por un cierto equilibrio dado entre estos modos de relación. Anteriormente señalé que
las dificultades para generar y mantener espacios públicos o “entre nosotros” en los
vínculos contribuyen al desarrollo de cuadros psicopatológicos. Al ser únicamente
estos espacios donde la acción tiene lugar, fuera de ellos el sujeto no logra emerger,
devenir o actualizarse y, en consecuencia, no puede responder a la pregunta del
“quién soy”. De acuerdo con este modelo, los trastornos de personalidad están ca-
racterizados por sus formas sistemáticas y habituales de lidiar con las ansiedades
propias de la acción, y los conflictos relacionados con el reconocimiento en el “entre
nosotros”. Estos conflictos, a su vez, se deben a problemas relacionados con la
diferenciación. Si, como dije, una de las consecuencias de la acción es el reconoci-
miento de los otros integrantes del espacio público al sujeto que acciona mediante
una re-acción a su acción, en esta segunda acción hay algún tipo de reconocimiento
de la unicidad del sujeto que acciona. Los significados que surgen con relación al
reconocimiento de la acción son motivos de conflictos y tensiones en este espacio.
Cuando un sujeto no logra generar o mantener estos espacios de acción, queda
entramado únicamente en vínculos complementarios. El desarrollo del self y la cons-
trucción de su identidad es, entonces, incompleto y esto contribuiría al desarrollo de
cuadros psicopatológicos. En los cuadros más severos tampoco se puede sostener
la modalidad vincular complementaria y, por ende, se manifiesta la “exclusión”, que
es vivenciada como “desaparición”; en la “exclusión” se lucha por la subsistencia.
Estos dos modos de relación se suceden en los vínculos que establecen las
personas entre sí. Una relación de amistad o de pareja alterna entre uno y otro
modo. También es posible pensar a estos vínculos como relacionados dialécticamente,
en la que ambos tienen lugar en forma paralela y sostenida. El punto central del
modelo ilustra la predominancia del modo complementario de relación sobre el
modo igualitario. En la base de esta predominancia en los vínculos subyacen ansie-
dades asociadas a la acción y sus consecuencias.
La acción.
nuevo tiene que ver con la distinción; la introducción de algo nuevo en este espacio
dice algo del sujeto que acciona. Este nuevo elemento posiciona al sujeto en un lugar
determinado de ese espacio, en un determinado punto frente al bien común al que
tiende la acción y frente al otro. Mientras que la acción tiende a un bien, el comporta-
miento se dirige a objetivos. Tanto el bien como los demás integrantes del espacio
público hacen de puntos de referencia al posicionamiento del sujeto que acciona.
Todo este aspecto de la acción dice algo de la unicidad del sujeto.
No hay una sola manera de definir y describir al self dialógico. Esto se debe
en parte a los distintos significados de la palabra “dialógico” (Todorov, 1984; Wertsch,
1998). Lo dialógico hace referencia a un self participando en prácticas donde el otro
tiene un lugar fundamental. El proceso básico en relación con lo dialógico implica
que la acción es siempre una re-acción a una acción anterior. En la acción el sujeto
incluye algo del otro; no solo su acción anterior, sino también la anticipación de su
respuesta. Esto último constituye la esencia de lo dialógico.
Intersubjetividad.
experiencia más radical, según Arendt, es la muerte. Así como la aparición median-
te la presentación genera ansiedad, su contrario también. “Reconocimiento fuerte”,
“reconocimiento débil” y “exclusión” constituyen diferentes respuestas de los otros
que dan lugar a experiencias del self cualitativamente distintas.
La “ansiedad de presentación” surge ante todos los aspectos del accionar desa-
rrollados y los conflictos resultantes del “reconocimiento fuerte”. Las formas habituales
de lidiar con estas “ansiedades de presentación” conformarían en gran medida lo que
denominamos personalidad. Los trastornos de la personalidad consistirían en formas
sistemáticas de evitar esta “ansiedad de presentación”, relacionada directamente a la
acción y el “reconocimiento fuerte”. Lo que comparten todos estos cuadros es la evita-
ción de encontrarse entre iguales y marcar sus diferencias mediante la acción.
del pensar ante lo obvio (Shapiro, 1988) contribuyen a que la sucesión de acciones y
seudo-acciones se produzcan de la manera descrita. Una de las características del
espacio público es justamente la pluralidad, basada en la presencia de individuos en
condiciones de igualdad, con su propia perspectiva, principios y voz. Todos estos
aspectos son motivo de conflicto cuando el “reconocimiento fuerte” tiene lugar y se
generan discrepancias con respecto a los significados que surgen de la articulación
de la acción. Estos conflictos atentan justamente contra esta “danza” y naturalidad
que el sujeto experiencia en la interacción con la histeria. Debido a estos aspectos
generales, difusos y vagos de su estructura cognitiva la histeria puede “acomodarse”
al otro en su “perspectiva” y “principios.” Es por ello que la personalidad histérica
como “ilusionista” del “entre nosotros” genera espacios que no pueden sostenerse en
el tiempo. El final conocido es el derrumbe del “entre nosotros”. El otro no puede
constituirse como sujeto mediante su acción ya que uno de los requisitos es que
ésta tenga alguna consecuencia en el otro para poder articular el significado de su
acción. Para eso hace falta otro sujeto que en la articulación actúe como punto de
referencia de la posición del sujeto que acciona en el espacio público. Si el otro es
difuso, vago y muy general, el punto de referencia no es claro y la acción como
constitutiva se hace vaga, difusa y general. Esto atenta contra un posicionamiento
que permita que el “reconocimiento fuerte” tenga lugar.
Conclusión.
Debe entenderse que lo esbozado hasta este punto representa las bases de
un modelo sobre el cual se debe seguir elaborando e integrando la riqueza de los
distintos conceptos que lo componen. El trazado aquí es uno de los caminos a
seguir en esta primera etapa de desarrollo del modelo. En primer lugar, es necesa-
rio profundizar en el análisis del concepto de intersubjetividad que he presentado,
desarrollando los conceptos de bien común, texto y potencialidad, entre otros.
FELIPE J. MÜLLER Pag. 74
El análisis del “entre nosotros” se debe seguir desarrollando28 . Una de las mayo-
res dificultades con las que uno se encuentra en este terreno, es la falta de un lenguaje
adecuado para el mismo. Hemos sido educados en una perspectiva tan atomista del
self que hoy en día carecemos del lenguaje necesario para pensar aspectos de la
acción y lo dialógico. Hemos aceptado, por ejemplo, que la ansiedad tiene una cualidad
contagiosa. Si alguien está ansioso, esto pone ansiosas a otras personas. La concep-
ción dialógica permite entender cómo la acción de alguien ansioso se incorpora a la
reacción de otro de los miembros del entre nosotros. Su acción no está libre de ansie-
dad. Lo mismo puede pensarse en lo que respecta a los afectos depresivos. Es muy
distinto hablar de “contagio” o de “proyección” que de la inclusión natural e inevitable en
la respuesta-acción de uno de los aspectos internos del otro.
Una vez lograda esta segunda etapa de desarrollo del modelo, será posible
comenzar a pensar formas de intervención psicoterapéuticas o psicoanalíticas, ten-
diendo a resolver el tipo de dificultad que los pacientes pueden experimentar en el
ámbito de las relaciones igualitarias y la acción.
Referencias
Arendt, H. (1958). The Human Condition. Chicago: The University of Chicago Press.
Arendt, H. (1995). De la historia a la acción. Barcelona: Ediciones Paidós.
Aron, L. (1996). A meeting of minds. Hillsdale: The Analytic Press.
Austin, J. L. (1971). Cómo hacer cosas con palabras. Barcelona: Paidós.
Bakhtin, M. M. (1981). The dialogic imagination. Austin: University of Texas Press.
Bakhtin, M. M. (1986). Speech genres & other late essays. Austin: University of Texas Press.
Bakhtin, M. M. (1993). Toward a philosophy of the act. Austin: University of Texas.
Beebe, B. L., F. M. (1988). The contribution of mother-infant mutual influence to the origins of self and
object representations. Psychoanalytic Psychology 5: 305-337.
Benjamin, J. (1990). Recognition and destruction: An outline of intersubjectivity. Psychoanalytic
psychology 7(Suppl.): 33-47.
Benjamin, J. (1995). Like subjects, love objects. Essays on recognition and sexual difference. New
Haven: Yale University Press.
Berger, P. y T. Luckmann (1989). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu.
Pag. 75 HACIA UNA PSICOPATOLOGÍA DE LA ACCIÓN Y EL “ENTRE NOSOTROS”
Notas
1
Lic. en Psicología. MA en la New School for Social Research en Nueva York. Está finalizando su
Ph.D. en la misma institución. Docente e investigador en la Universidad de Belgrano, Buenos Aires.
Dicta el curso “Psicología de la Interacción Social y de los Pequeños Grupos” en la Universidad del
Salvador, Buenos Aires, República Argentina.
2
Jessica Benjamin (1990) representa a un grupo de autores psicoanalíticos que redefinen los
objetivos del psicoanálisis. En sus comienzos se sostenía que “donde hay Ello, Yo debe haber”.
Posteriormente, la psicología del self y la escuela inglesa se inclinaron por el “donde hay Yo,
objetos debe haber”. En la actualidad, algunos autores, como Benjamín, sostienen que “donde hay
objetos,
3
sujetos debe haber”.
Esta noción de espacio público difiere del modo en que es concebido tradicionalmente. Según esta
concepción, espacio público es el conformado por el conjunto de las instituciones. En la manera
en que aquí se presenta, espacio público es el terreno del “entre nosotros”, que permite generar
un foco en común. El espacio público institucional y el ámbito de lo público donde la acción política
tiene lugar no son más que un caso especial de esta capacidad general para generar algo en
común (Taylor, 1985).
4
De todas maneras, no se puede hacer un corte definido entre las tres funciones que genera el
lenguaje, ya que están interrelacionadas.
FELIPE J. MÜLLER Pag. 76
5
Por medio del enunciado accionamos verbalmente; éste puede ser una palabra, una oración o
varias oraciones. En el presente trabajo, el análisis de la acción se basa fundamentalmente en los
desarrollos
6
sobre el enunciado como unidad de análisis de la comunicación (Bakhtin, 1986).
7
Más adelante desarrollaré en detalle la importancia de la acción en relación con el sujeto.
Para los filósofos griegos, la libertad siempre correspondía al ámbito de la polis y la necesidad era
un fenómeno pre-político, perteneciente al orden y la organización domésticos. La violencia se
justifica en el ámbito doméstico, ya que tiende al dominio de las necesidades. Para estudiar detalles
de
8
esta relación, ver Arendt (1958, Cap.2).
Para una diferencia entre la relación sujeto-sujeto y la relación sujeto-objeto, ver Benjamin (1990).
Para una diferencia entre la relación de objeto y uso de objeto, ver Winnicott (1989). Para la relación
Yo-Tú,
9
Yo-Ello, ver Buber (1994).
El desarrollo de la acción está basado en los trabajos de Arendt, Taylor y Bakhtin.
10
“El acto más pequeño, en las circunstancias más limitadas lleva la semilla de la misma ilimitación e
imprevisibilidad; un acto, un gesto, una palabra bastan para cambiar cualquier constelación.” (Arendt,
1995,
11
p.106.)
La formación de historias es un proceso complejo, así como el impacto de las mismas en la identidad
de
12
los sujetos. Estas serán desarrolladas en un próximo artículo.
13
Taylor desarrolla esta idea en el contexto de la filosofía de la mente de Hegel.
En la construcción de un enunciado no tomamos las palabras de un diccionario, sino más bien de
enunciados
14
previos (Bakhtin 1986).
Habermas (1984), por ejemplo, agrega a la clasificación de acción social entre acción estratégica,
normativa
15
y dramatúrgica lo que denomina acción comunicativa.
16
El lóbulo frontal tiene un rol fundamental en esta capacidad del hombre.
17
Esta es la manera en que el momento único e irrepetible del ser tiene lugar.
Clark (2001) desarrolla esta misma idea considerando la relación entre los sistemas de percepción
y acción. Así como para Bakhtin entendimiento y respuesta están vinculados, percepción y acción
forman una unidad profundamente interanimada para Clark. Para este autor, la idea de un sistema
perceptual que envía información a un sistema independiente de acción es errónea. El procesamien-
to perceptual no da lugar a una representación interna rica en imágenes, que habilita procesos de
pensamiento y razonamiento ligados a posibles cursos de acción que luego serían ejecutados. Se
percibe
18
en función de los posibles cursos de acción.
Los dos modos de acción coinciden con dos modos del pensamiento propuestos por Bruner
(1986): éstos son el lógico formal —la acción monológica— y el narrativo —accionar de tipo dialógico.
James (1983) establece la relación entre pensamiento y acción; para él, el pensamiento es acción
congelada
19
(frozen action).
20
Bakhtin (1986) habla del primer Adán.
Wittgenstein se preguntaba por el pensamiento. “¿Por qué no debería este orden proceder, diga-
mos,
21
del caos?” (en Shotter, 1996).
El termino “ansiedad de aparición” podría ser incluso mas apropiado para denominar a la ansiedad
ligada
22
a la acción. Esto deberá ser objeto de mayor atención en futuros trabajos.
El concepto complementaría parcialmente la diferenciación propuesta por Taylor (1985) entre “eva-
luaciones
23
fuertes” y “evaluaciones débiles” en relación con lo que es ser una persona.
El self transaccional que propone Bruner (1986) hace referencia al tipo de negociación de signifi-
cados
24
que tienen lugar frente a discrepancias sobre las experiencias del self.
Benjamin (1995) ha desarrollado desde el psicoanálisis este giro hacia lo complementario y la
problemática
25
asociada a la diferenciación.
Para estos modelos, la patología es consecuencia de una rigidización en los roles que asume un
paciente. La intervención apunta a la asunción de nuevos roles, que siempre son complementarios,
para que de esa manera desarrolle nuevas representaciones de sí —siempre en el ámbito del
“qué”— y así dar lugar al cambio. Nuevos roles permiten nuevas representaciones de sí y esto
mismo da lugar al cambio. Este cambio de rol también podría definirse como un cambio en el tipo de
relación que tiene el sujeto con su objeto. Una manera más madura de relación entre sujeto y objeto
lleva
26
también el germen del cambio.
27
Que por ser acción, siempre las tiene.
La conversión de principios en premisas es desarrollada por Plot (2002) en relación con su
concepto
28
de “política ideológica”.
Por ejemplo, se deberían desarrollar bien las diferencias de la noción de espacio público entre
Arendt y Taylor, y dar cuenta de los problemas de esta noción en la concepción arendtiana con
respecto a la existencia de un espacio libre de toda necesidad.