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LOS PRINCIPIOS DE LA CIUDADANÍA

El origen de la idea de ciudadanía suele fijarse en la segunda mitad del siglo V. a. C., en
la Grecia Clásica, aunque el proceso de democratización ya se había producido centurias
antes en las colonias griegas mediterráneas. Los encargados de romper con los
privilegios de la aristocracia ateniense, abriendo la puerta de la vida pública a hombres de
otra extracción social, fueron Efialtes y Pericles, miembros del partido demócrata.
Asesinado Efialtes, el testigo de las reformas lo tomaría Pericles. Es la época dorada de
esplendor, de ilustración y apertura política de Atenas, época en la que se construye
el Partenón, uno de sus monumentos más emblemáticos. Analizando la importancia del
hallazgo político de Atenas parece que el desarrollo y arraigo del status de ciudadanía ha
sido fácil. En absoluto, el concepto de "ciudadanía" ha estado sujeto a discusiones, a
imposiciones negativas, de modo que su recorrido histórico, además de irregular, ha sido
muy desigual en culturas distintas.

El concepto de ciudadanía, y consiguientemente la existencia real de ciudadanos, ha ido


cambiando, como ya sabemos, a lo largo de la historia. El concepto de ciudadanía, y
consiguientemente la existencia real de ciudadanos, ha ido cambiando, como ya
sabemos, a lo largo de la historia.

La evolución del concepto de ciudadanía está estrechamente unido a las ideas de


igualdad y de libertad individual. En general, la historia de la ciudadanía es la historia del
avance de esas dos ideas: el reconocimiento sucesivo de un mayor número de libertades
individuales para un mayor número de individuos considerados como iguales.

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