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3/ Baste con señalar que Cuba constituyó entre 1959 y 1989 una de las economías más equitativas del mundo. La
diferencia en ingresos per cápita entre el 20% con ingresos más elevados y el 20% con ingresos más reducidos era
inferior a cuatro veces cuando, por término medio, esa diferencia era en el resto de América Latina de 19 veces.
Cfr. Noguera (2004).
Sin embargo, en el lado negativo del balance, y siempre valorado desde la pers-
pectiva que proporciona ahora el conocimiento de los hechos que acontecieron a
posteriori, cabe señalar que la excesiva dependencia de Cuba de sus intercambios
con el bloque socialista determinaron la grave crisis de la economía cubana
durante la década de los noventa, tras el derrumbe de la Unión Soviética.
Pero que, además, esa vinculación condujo a Cuba a convertirse en una pieza
adicional en el seno de la división internacional del trabajo establecida en el
ámbito soviético. Esto implicó el abandono de sus estrategias iniciales de indus-
trialización y diversificación productiva y la reorientación de su programa econó-
mico hacia la producción y exportación de bienes primarios aunque ahora sobre
la base de una economía de planificación centralizada.
En consecuencia, la economía cubana siguió presentando las características tra-
dicionales de un país en vías de desarrollo, altamente dependiente de sus expor-
taciones de productos primarios y muy vulnerable, como se demostraría poste-
riormente, a los acontecimientos del exterior /4.
requería y fueron de carácter más bien coyuntural y con una doble orientación.
Así, de entrada, había que obtener las divisas que Cuba necesitaba para hacer
frente al pago de sus importaciones y a tal fin se fomentó el turismo internacio-
nal y se permitió una modesta apertura de la economía a la inversión extranjera
directa. Pero también se intentó que el reparto de los costes sociales de la crisis
fuera lo más equitativo posible y, en ese sentido, se trató de preservar el empleo
y sostener los niveles salariales vigentes.
Evidentemente, una política expansiva de demanda en un contexto de restric-
ción aguda de la oferta acabó provocando la aparición de importantes desequili-
brios financieros internos así como de la tan temida inflación (y su consabida
repercusión regresiva sobre la distribución de la renta y, con ello, sobre la distri-
bución de los costes de la crisis). En consecuencia, el peso cubano experimentó
una fuerte depreciación, con la consiguiente caída de los salarios reales, al tiem-
po que en el circuito monetario comenzaba a circular el dólar estadounidense que
llegaba al país por la vía tanto de las remesas desde el exterior como del turismo.
Sin embargo, la progresiva dolarización de facto de la economía cubana se
encontró con la prohibición legal de tenencia y circulación de divisas para la
población lo que, lógicamente, dio lugar a la aparición de mercados informales
tanto de bienes como de divisas.
A partir de entonces, y como destacan Virgili y Xalma (2004), la economía
cubana presentó una estructura segmentada de carácter dual: dualismo en lo
monetario (circulaban el peso cubano y el dólar estadounidense); dualismo en lo
cambiario (coexistían el tipo de cambio oficial con el vigente en el mercado infor-
mal); y dualismo en lo estructural (los sectores tradicionales, gobernados por
mecanismos de asignación vinculados a la planificación centralizada, y los emer-
gentes, regidos por los mecanismos de mercado).
Todo ello generó un importante deterioro de las condiciones sociales y la apa-
rición de desigualdades que acabaron por segmentar también socialmente a la
población cubana en función de su capacidad de acceso a la divisa norteamerica-
na y que provocaron elevados niveles de descontento social que estallarían con la
crisis de los “balseros” del verano de 1994 /6.
Ante ese episodio, el gobierno cubano supo interpretar adecuadamente esos
síntomas evidentes de malestar social y promovió una serie de reformas de carác-
ter estructural y fuerte componente pragmático. En concreto, las principales con-
cesiones que se hacían en términos económicos fueron la dolarización parcial de
la economía y la introducción de espacios y mecanismos de mercados en ámbi-
tos que hasta entonces habían estado regidos por la lógica de la planificación.
7/ Noguera (2004).
8/ Una detallada revisión de las reformas monetarias y financieras puede encontrarse en García Molina (2005).
9/ Carranza (1995).
10/ Ése era el caso de la creación del peso convertible, cuyo objetivo era reforzar el papel de la política monetaria y
permitir que las autoridades monetarias tuvieran un mayor control del efectivo en circulación. Marquetti (2007, p. 8).
11/ García Molina (2005).
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