Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Acuerdo entre
medios:
¿Cómo informar sobre la violencia en
México?
Reflexiones de académicos vinculados al proyecto “Cultura de la legalidad y
construcción de paz” del Observatorio de Medios de la Universidad
Iberoamericana.
1
ACUERDO ENTRE MEDIOS: ¿CÓMO INFORMAR SOBRE
LA VIOLENCIA EN MÉXICO?
PRESENTACIÓN
Regina Santiago (Universidad Iberoamericana, México) plantea que hoy México no tiene
una comunicación responsable, a la altura de las necesidades de la sociedad. Subraya que
urge transparentar los criterios editoriales para la cobertura de la violencia.; urge
transparentar los criterios de acción de los organismos no gubernamentales; urge
fomentar la participación de audiencias críticas y retomar sus inquietudes y
recomendaciones.
Esteban Illades (ITAM) analiza puntos específicos del acuerdo, desde la óptica del derecho.
Abril, 2011.
2
ACUERDO CONTRA LA VIOLENCIA: UN PERIODISMO DEL LADO
DE LA SOCIEDAD
El lunes 23 de agosto de 2010 decidí analizar con mis alumnos las portadas del periódico El
Gráfico (vinculado a El Universal) y del Metro (vinculado a Reforma). Ambas llevaban
fotografías de decapitados en Morelos. Cuando planteé el ejercicio, una alumna me dijo:
“Entiendo lo que buscas, pero yo no puedo participar. Hace algunos años encontré en este
tipo de publicaciones las fotografías de un amigo mío. Desde entonces me enferman y no
las puedo ni quiero ver”.
3
cobertura de la violencia. Se trataba de recuperar al periodismo para que se le percibiera
nuevamente del lado de la sociedad.
Tras leer el registro que hizo OMCIM de ese intercambio de ideas sobre los criterios
editoriales de los medios, mis alumnos del Laboratorio de Comunicación Periodística
discutieron el documento y publicaron sus reflexiones en el blog de OMCIM. Luego me
pidieron que invitara a Fabiola a la clase para preguntarle más sobre los dilemas que
enfrentan los editores al decidir no sólo qué publicar, sino también cómo publicar la
información sobre violencia. (El documento se puede consultar en OMCIM:
http://bit.ly/br4TNF).
Con Pascal Beltrán del Río (director editorial de Excélsior) los académicos de OMCIM
hemos intercambiado puntos de vista respecto al Blog del Narco y por qué Excélsior, a
diferencia de otros medios , no considera que ese espacio deba ser tratado como fuente
de información.
El 2 de abril de 2010, OMCIM convocó a Héctor Aguilar Camín a un debate en Twitter para
que confrontara puntos de vista con el público de Twitter respecto a su polémica serie de
artículos sobre la cobertura periodística de hechos violentos: ¿Quién miente, las
estadísticas o los medios? (El documento se puede consultar en OMCIM:
http://bit.ly/bZQxSv)
4
Vaya este recuento de algunas experiencias para refutar a quienes critican el acuerdo
firmado el 24 de marzo de 2011, aduciendo que es un proyecto del gobierno y de Televisa
en el que nadie más ha participado. Aquí está documentado parte del trabajo que realizó
OMCIM al actuar como enlace entre alumnos de periodismo, académicos, periodistas y
funcionarios.
[i]
Regina Santiago Núñez es académica del Departamento de Comunicación de la
Universidad Iberoamericana. Correo: rsantiagmx@yahoo.com.mx
5
ACUERDO DE MEDIOS: TERRORISMO DEFINIDO
“Por un pacto ético frente al terrorismo” se titulaba el artículo que Federico Reyes Heroles
publicó en la edición de agosto de 2010 en Este País. Si se lee su propuesta se verá que ahí
se esbozaban ya las nociones principales que constituyen el Acuerdo de Medios para la
Cobertura de la Violencia. El mayor problema del texto de Reyes Heroles es que utiliza el
término de terrorismo de manera indiscriminada usando una definición de la Real
Academia, en lugar de la literatura especializada. Determinar si un suceso violento es
terrorista o no, tiene muy poco de glamour o de presunción académica y mucho más de
pragmatismo: nos permite sugerir estrategias para atenuar su impacto.
Retomamos por tanto la literatura más reciente sobre el fenómeno: El terrorismo es una
categoría específica de la violencia que se caracteriza por su uso psicológico. Las víctimas
del acto violento no son el target central del ataque, sino un instrumento para poder
transmitir un mensaje a otra población (Bongar et al., 2007). El campo de batalla no es en
este caso el material, sino el de la psique colectiva.
6
que es, está siendo también afectado psicológicamente por los eventos que narra
(www.dartcenter.org). No solo entonces no es capaz de transmitir una “realidad tal cuál es”,
sino que se convierte en reproductor de los propios síntomas de trauma psicológico (aún si
son leves) que padece. Cuando la narrativa (a través de texto o imágenes) llega a las
audiencias, se detonan mecanismos que operan por debajo del nivel de consciencia de las
mismas. La sociedad es entonces afectada en su capacidad de valorar estos sucesos
violentos de manera racional. Esto no es una opinión, se trata de manifestaciones
demostradas por estudios efectuados desde hace por lo menos dos décadas en contextos de
terrorismo y violencia (Beutler et al., 2007; Nacos, 2010).
El objetivo de hacerlo de esta manera es influir en las conductas de los receptores del
mensaje a través de impactar en sus opiniones, actitudes y comportamientos para conseguir
algún beneficio político o de otra índole.
Por consiguiente hay dos fenómenos y dos tipos de víctimas. Uno es el acto violento en sí
mismo que arroja las víctimas directas del suceso. El segundo es el fenómeno de la
narrativa del incidente, reproducido por gente de boca en boca, por medios de
comunicación tradicionales, y no tradicionales. A través de ellos una mucha más amplia
gama de población hace contacto con la historia del suceso y la manifestación de estrés
colectivo comienza a gestarse entre círculos cada vez más alejados de los eventos, ahora
víctimas de trauma secundario. En este contexto, el empleo de los medios de comunicación
no solo es instrumental sino crucial para los objetos del ataque violento.
En efecto, no todo lo que sucede en México puede ser catalogado como terrorismo. Muchas
veces el target del mensaje es simplemente otra banda criminal, o las fuerzas de seguridad.
Sin embargo, para la sociedad psicológicamente alterada por estos incidentes, es irrelevante
saber si el mensaje era específicamente dirigido a otros carteles, a la policía, o a la
población en general. Hay un acto violento, hay un escenario, hay una amplia audiencia, y
hay medios de comunicación que lo transmiten.
Esa es la naturaleza del fenómeno que estamos viviendo. Y los medios, me temo, juegan un
rol primordial. En los países en los que estos temas han sido discutidos se ha concluido que
ninguna de las soluciones implica dejar de informar lo que pasa, ni siquiera meter la
información a planas interiores en los diarios. Ocultar los datos sólo genera vacíos que son
llenados con rumores.
7
fomentar dichas condiciones, es bienvenido. Pero aún si se descartara, ello no implicaría
que los fenómenos de terrorismo y sus consecuentes efectos psicosociales vayan a
desaparecer por arte de magia.
[i]
Mauricio Meschoulam es académico del Departamento de Estudios Internacionales de
la Universidad Iberoamericana.
8
LA COBERTURA DE LA VIOLENCIA: EL ACUERDO DE INICIATIVA
MÉXICO
En un texto publicado el año pasado dimos cuenta de las dos posiciones dominantes
sobre el particular, y advertimos lo complejo de producir un arreglo similar al
colombiano de 1999 (La cobertura de la violencia en México: lo que está en juego,
Observatorio de Medios de la Universidad Iberoamericana, 09/08/2010
http://bit.ly/ceKrT8). Señalamos que un acuerdo muy general corría el riesgo de ser
difuso y uno excesivamente específico el de ser muy restrictivo. Igualmente
planteamos que, de darse, era importante precisar si los promotores estaban
legitimados para hacerlo, si las universidades o algún organismo de la sociedad
vigilarían su cumplimiento y si se establecerían sanciones morales.
LOS CONVOCANTES
Enmarcar un pacto de estas características en el proyecto específico -y ampliamente
criticado- de dos televisoras genera sospechas. Para que el acuerdo tuviera la
legitimidad social buscada resultaba imprescindible eliminar cualquier atisbo de
protagonismo y sumar el mayor número de voces, cosa que no ocurrió. Sobre todo
porque sus principales promotores están inmersos en una disputa con Telmex por el
9
mercado de las telecomunicaciones en el país. El convenio ha nacido en el seno de uno
de los bandos en pugna y con la exclusión de los medios que, según el duopolio
televisivo, representan los intereses del otro bando, amén de que quienes no
participan han sostenido una posición más crítica de la estrategia del gobierno federal
en el combate a la delincuencia organizada: La Jornada, MVS, Proceso, entre otros. Sin
duda, el carácter protagónico de Televisa en Iniciativa México ha jugado en contra de
su propuesta.
EL ACUERDO
El documento recoge una serie de consideraciones y diez puntos que los firmantes se
comprometen a respetar. Entre ellos destacan: asumir una postura en contra de la
violencia; no convertirse en su vocero involuntario; atribuir responsabilidades
explícitamente; no prejuzgar culpables; cuidar a las víctimas y a los menores de edad;
proteger a los periodistas y no interferir en el combate a la delincuencia.
Este planteamiento -clásico de la teoría del Estado- parece minimizar las acciones que
el gobierno lleva a cabo fuera del marco legal, como las ejecuciones extrajudiciales y
otras violaciones a los derechos humanos más elementales, que han sido ampliamente
documentadas por periodistas y organismos civiles nacionales e internacionales como
10
una constante y no como casos puntuales. En el cuarto punto del acuerdo se menciona
que “en caso” de que “alguna” acción del Estado en el combate a la delincuencia
organizada “caiga en excesos, esté fuera de la ley o viole derechos humanos, siempre
habrá que consignarla”. Es cierto que el Estado tiene el legítimo monopolio de la
violencia, pero ello no quiere decir que toda la violencia que ejerce sea legítima. No se
puede obviar que hay un conjunto de normas que regulan su uso.
Resulta positivo que se considere la protección a los derechos de las víctimas y los
periodistas, aunque no se precisa mucho al respecto. A la mañana siguiente de la
presentación del decálogo, Televisa Monterrey trasmitió en directo las imágenes del
cadáver de su conductor José Luis Cerda, asesinado días antes, y dio cuenta del
narcomensaje dejado. De hecho, en uno de los enlaces, cuando se había identificado
plenamente al presentador a través de la televisión, el reportero mencionó que tenía
que abandonar la escena porque un comando armado se dirigía hacia ella. Milenio,
periódico firmante del acuerdo, publicó una nota en que se refirió a Cerda como
víctima de un “levantón”, palabra que forma parte del léxico utilizado por el crimen
organizado. En este caso concreto, ¿qué acciones ha emprendido Televisa para
proteger a sus reporteros? El acuerdo recomienda no hacer reportajes en vivo desde
las zonas más violentas.
En relación con las víctimas, ¿cómo debe entenderse la frase “nunca debe darse
información que ponga en riesgo su identidad”? Poner nombre a las víctimas
contribuye a dimensionar los efectos de la violencia, a saber que son personas de
carne y hueso quienes la sufren. Por ejemplo, la defensora de los derechos humanos
Marisela Escobedo o la familia Reyes Salazar.
No se puede soslayar que los voceros del Ejecutivo no han sido capaces de transmitir a
la población la certidumbre de que las decisiones tomadas siguen un plan de acción
integral. En buena parte de los ciudadanos existe la percepción de que el Estado ha
perdido el control de algunas zonas del país y que las acciones no obedecen a un plan
bien trazado sino que son producto de la improvisación y la falta de pericia. También
11
mucha gente cree que el gobierno oculta información sobre los operativos y sus
resultados.
Por otra parte, ¿el acuerdo es exclusivo para la violencia dentro de las fronteras
mexicanas o se extiende a la que sucede en otros países? Si se trata de dar una
respuesta ética a la presentación de la violencia en los medios de comunicación no
debería existir lo que el periodista Pascual Serrano llama “doble rasero”, que mantiene
dentro de un mismo espacio coberturas éticamente contradictorias. También se
anuncia la creación de un observatorio ciudadano que vigilará el cumplimiento del
acuerdo, aunque se desconoce si ello implicará el establecimiento de sanciones
morales, útiles en el fortalecimiento de las audiencias críticas.
12
[1]
Manuel de Santiago Freda es periodista e investigador de la Universidad Complutense
de Madrid (UCM), especializado en Derecho de la Información. Es director de la revista
electrónica Derecom y secretario ejecutivo del grupo de investigación “Transparencia,
Buena Gobernanza y Comunicación”, de la UCM. Correo electrónico:
manuel@derecom.com
13
EL “ACUERDO PARA LA COBERTURA INFORMATIVA DE LA
VIOLENCIA”, UNA PERSPECTIVA LEGAL
De los 10 puntos, la mayoría toca, aunque sea de forma periférica, temas legales.
Dentro de este mismo punto, también se llama a “impedir que los delincuentes o
presuntos delincuentes se conviertan en víctimas o héroes públicos”. El uso de la
expresión “presunto delincuente” choca claramente con el punto número 5, “No
prejuzgar culpables”. De acuerdo con el artículo 20 de la Constitución, en México rige
la presunción de inocencia. Al hablar de “presuntos delincuentes”, se está
prejuzgando, pues se le da una carga negativa al inculpado. Entiéndase, es de inicio
culpable y deberá mostrar su inocencia, al menos ante los medios de comunicación.
Esto debe evitarse a toda costa.
14
El punto número 4 establece que los medios deben “atribuir responsabilidades
explícitamente”. El acuerdo elabora que en los casos que “el Estado... esté fuera de la
ley o viole derechos humanos, siempre habrá que consignarla [la acción que cause
esto]”. Asimismo, “cuando la acción del Estado se realice dentro de la ley, debe quedar
claro que la violencia es producto de los grupos criminales”. Este punto es, quizás, el
más importante y controvertido de los 10. Al menos, en materia legal, fincar
responsabilidades no es un proceso inmediato. Generalmente, dados los tiempos tanto
del Poder judicial como de las Comisiones de Derechos Humanos, es difícil establecer
responsabilidad -tanto del Estado como de los delincuentes- de forma inmediata. Lo
ético y lo jurídicamente responsable, sería que los medios cubrieran la información -al
momento- de la forma más imparcial posible, y se le diera un seguimiento a los hechos
y a su investigación legal posterior para poder, de manera efectiva, atribuir las
responsabilidades a los culpables.
El punto 6, “cuidar a las víctimas y a los menores de edad” es algo que no sólo por
ética, sino por ley, debe realizarse. A nivel internacional, la Organización de las
Naciones Unidas y países como España tienen criterios sobre la revelación de
identidad e imagen de los menores de edad.1 Sería deseable que en México, a partir
del punto 6, los medios de comunicación mexicanos suscribieran un Código en la
materia, para establecer con claridad, las guías a seguir.
Los medios, junto con la sociedad civil, deberían utilizar el acuerdo para exigir mayor
seguridad y ayuda por parte del Estado.
1
Ver, por ejemplo, el "Código de autorregulación sobre contenidos televisivos e infancia",
disponible en: http://www.tvinfancia.es/Textos/CodigoAutorregulacion/Codigo.htm, fecha de
consulta: 28 de marzo de 2011.
15
Independientemente del seguimiento que le den los más de 700 firmantes del
acuerdo, creo que los puntos anteriores merecen ser discutidos por la sociedad en
general.
[i]
Esteban Illades es licenciado en Derecho por el ITAM con la tesis La cobertura
periodística de los tribunales: una introducción al periodismo judicial.
16