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EL DISEÑO DE LA CARTA
Algunos elementos que deben considerarse al momento de encargar el diseño,
de la carta son la tipografía, el formato y papel que se utilizará, así como la
combinación equilibrada de texto e imágenes. El tamaño debe ser acorde al
tamaño de las mesas. Para que no resulten incómodas ni provoquen
accidentes.
Ofertas con formato de tríptico, desplegables, son ideales para lugares con
mesas chicas, y cartas con formato díptico, son ideales para las mesas más
grandes. La tipografía debe garantizar la legibilidad, tanto por tamaño como por
fuente. La iluminación con que se contará al momento de la lectura es otro de
los factores que hay que tener en cuenta para diseñar la carta, ya que un
diseño extraordinario puede fallar si no se desarrolla tomando en cuenta esta
variable. Como pauta general lo recomendable es siempre un fondo claro con
letras oscuras. Las letras cursivas, difíciles de entender, por más que tengan
estilo y reflejen la personalidad del restaurante, deben evitarse si obstaculizan
una lectura rápida.
La elección del papel para la carta es importante no sólo por una cuestión de
imagen, sino también por razones de higiene y logística, materiales lavables
para los exteriores; interiores que no sean demasiado porosos como para
absorber grasas, ni demasiado débiles como para deteriorarse muy rápido son
aspectos fundamentales que se deben tener en cuenta. Otro de los temas
importantes es considerar si la carta estará compuesta por elementos
separables o será en un solo cuerpo.
Las primeras permiten remplazar internamente algunas de sus partes sin que
haya que desecharla por completo ante una modificación en la oferta de
productos o los precios; implican una inversión inicial mayor a las segundas,
pero a largo plazo puede amortizarse mejor la inversión. Es importante
considerar que las cartas se deterioran, y por ellos debe controlarse siempre el
stock, e ir desechando aquellas copias del menú que por estar en mal estado
influirán de forma negativa en la percepción del cliente.
LA REDACCIÓN DE LA CARTA
Para reflejar la identidad del emprendimiento gastronómico a través de la carta
no alcanza con los elementos de diseño gráfico, es importante que los textos
del menú la expresen.
Muchas son las variantes que pueden tomar los textos descriptivos de los
platillos, ya que dependerá del tipo de propuesta. Los textos, las palabras, son
capaces de despertar imágenes, evocar sabores, aromas y texturas e incluso
recuerdos. Si se juega con estos elementos de manera adecuada, puede
construirse un mundo en la mente del cliente que se reflejará en un mejor y
mayor consumo.
Una de las cuestiones que deben tenerse en cuenta cuando se utilizan textos
descriptivos es la veracidad. Si se describen denominaciones de origen,
variedades específicas de productos, métodos de cocción determinados, etc.,
lo que se sirva en la mesa deberá respetar estrictamente esta descripción. Lo
mismo ocurre con la utilización de imágenes ilustrativas: deben reflejar con
verosimilitud lo que luego se llevará a la mesa.
Se recomienda que el diseño de la carta sea el último elemento que se
desarrolló cuando se planifica una estrategia integral de marketing y
comunicación (que incluya el nombre, el concepto de marca, carteles,
decoración, ambientación, página web), ya que en ella debe cristalizarse y
sintetizarse todo lo anterior.
Muchos restaurantes evalúan cierta medición de la popularidad de sus platillos;
sin embargo, el resultado termina, la mayoría de las veces, en una solución
determinante; eliminar algunos platillos del menú. Gracias en parte al trabajo de
los mercadólogos, hoy se sabe que la colocación adecuada de un platillo
dentro del menú logrará aumentar su visibilidad y por tanto, el impacto ante los
ojos del comensal. Esto, sin embargo, deberá combinarse con elementos como
el tipo de letra, el uso de recuadros, la aplicación de diversos íconos y, claro,
asignando al platillo el precio adecuado.
Existen herramientas que pueden ayudar no sólo a medir la rentabilidad de un
platillo, sino a predeterminarla; estas herramientas forzarán a definir cuáles de
las acciones ya mencionadas serán las adecuadas para lograr la óptima
exposición de un platillo dentro del menú o para justificar su eliminación.
Un menú requerirá de diversos ajustes a lo largo de la vida del establecimiento
para adecuarse tanto a los cambios en los gustos de nuestra clientela y otros
cambios en el entorno externo (como los económicos), pero también a
variedades internas que respondan a las necesidades y posibilidades del
establecimiento. Con frecuencia se tiende a simplificar la importancia de la
redacción del menú lo cual se reduce:
• Copiar menús conseguidos de la competencia.
• Darle la responsabilidad al chef de realizarlo.
• Elegir los platillos que más nos gustan.
• Elegir los platillos que sabemos hacer.
Por desgracia esta forma de elaboración tiene muy poco de profesional y
termina redundando en errores que con seguridad nos llevarán al fracaso. El
menú es la columna vertebral de la empresa; es el plan de producción de
nuestro restaurante y por lo mismos debería ser considerado como algo
importante. El criterio que debe prevalecer como guía es el concepto de la
gerencia estratégica, es decir, planificar de acuerdo con un objetivo, elaborar la
estrategia y proceder en consecuencia. Se debe partir de objetivos claros y
sabiendo hacia dónde vamos, a qué tipo de cliente nos dirigimos, en qué
somos fuertes y el nivel de costos de materia prima que podemos mantener. A
partir de esto podremos definir con claridad cuál es la opción conveniente para
el desarrollo del menú. En los casos antes mencionados los errores son
consecuencia de esta falta de previsión, ya que:
• Copiar menús: si bien es bueno investigar a la competencia y verificar
qué está vendiendo, no siempre lo que requiere el público de otro restaurante
es lo que solicita el nuestro.
• Darle la responsabilidad al chef: aunque se trata de una persona idónea
del menú y no siempre tienen conocimientos de costos y marketing. Aun así,
deben participar en conjunto con la dirección en el armado.
• Elegir los platillos que más nos gustan a lo que mejor sabemos hacer: es
frecuente escuchar a los dueños de restaurantes decir que saben hacer muy
bien tal o cual platillo, que invitan a sus amigos a sus casas a que prueben las
delicias que hace, o también del conocimiento de algunos platillos que
provienen de su familia. Nuestros gustos no siempre coincidirán con los de los
demás. Si confeccionamos el menú a nuestro gusto, no siempre vamos a tener
éxito con los clientes.
• Es necesario mantener la imagen, calidad y autenticad dentro de la
industria de los restaurantes para que los comensales coadyuven con la mejor
publicidad: el reconocimiento de boca en boca.
“ARMADO DE LA CARTA”
• Una carta demasiado pequeña puede parecer sobrecargado; para ello
se sugiere dejar espacios en blanco.
• Una carta con muchas páginas puede llevar a la confusión en vez de
ayudar.
• La carta debe tener la posibilidad de ser alterada para cualquier motivo
operativo.
• La ubicación estratégica de los platillos puede permitir forzar las ventas
de aquellas preparaciones que son benéficas para la operación.
• No utilizar más de tres tipografías dentro de una misma carta.
Una vez determinada las variables anteriores debe recurrirse al diseño físico de
la carta. En palabras simples, es tiempo de colocar nombres de platillos sobre
una hoja de papel, para ello, deben considerarse diversos elementos, como:
• Tamaño de la carta, es decir, el espacio físico con el que contamos para
incluir platillos.
• Calidad del papel o superficie sobre la cual plasmaremos la información.
• Tipo y tamaño de letra que emplearemos para la presentación y
descripción de los platillos.
• Largo del texto descriptivo, así como el grado de detalle de las
descripciones.
• En su caso, los dos puntos anteriores también aplican para las
traducciones incluidas en la carta, pero el idioma que debe utilizarse primero es
el español.
• Fotografías, que deben ser lo más fieles al platillo que salen de la
cocina.
En el mundo occidental existe cierto convencionalismo en cuanto a la forma de
presentar los platillos, casi siempre por tipo (sopas, ensaladas, carnes, etc.) y
por su orden en el transcurso de la comida. En este punto, hay que decidir
cuántas secciones tendrá la carta, número de platillos, orden en que se
presentarán (alfabético, por precios, frío, caliente), lo cual será determinado por
las preferencias de los mercados.
No será prohibido experimentar y tratar de romper paradigmas, pero siempre
hay que ser cuidadosos y no pensar en lo que al propietario le gusta, sino en lo
que les agrada a los clientes. Es en el conocimiento de estos gustos donde
reside la verdadera habilidad de quienes diseñan menús.
En cuanto al número de platillos que puede incluir, debe recordarse que al
tener demasiados platillos, existe la posibilidad de crear algunas dificultades,
como:
• Lectura de la carta más larga, lo que conlleva una decisión más
complicada y tal vez confusa.
• Instalaciones más complejas.
• Mise in place más complicada.
• Personal, tanto de comedor como de cocina, más experimentado.
• Cambios en la carta más complicados y, por tanto, costosos.
Por otro lado, el no tener suficientes platillos puede hacer que la carta sea
aburrida.
Denia y coautores, indican que la terminación e impresión de la carta, después
de estudiarla, estará a cargo de la imprenta o el departamento asignado.
Según el tipo de clientela puede hacerse en varios idiomas, en beneficios de
ésta. En términos generales debe incluir los siguientes datos:
• Logotipo de la casa.
• Nombre del restaurante, dirección y teléfono.
• Indicaciones sobre si se trata de desayuno o comida.
• Relación de platos agrupados por especies o afinidades, y con clara
separación entre los diferentes grupos.
• Precios del cubierto por persona.
En resumen, la carta es el primer elemento de intercomunicación entre el
objetivo-cliente (comprar o consumir) y el objetivo-establecimiento
restaurantero (vender y que vuelva); esta relación tiene una representación
física que puede ser positiva o negativa. Por tanto, al confeccionar la carta
habrá que tener en cuenta una serie de especificaciones, como: tamaño de la
carta, fácil lectura, papel adecuado, diseño, distintos dibujos o fotografías que
muestren el producto por ofertar (establecimiento y comida) y, sobre todo, el
contenido.