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RESUMEN PONENCIAS CURSO

“IDEOLOGIAS Y MENTIRAS, ¿DE QUÉ SIRVE EL ARTE?”


Juan J. Quero Perabá

PONENCIA 1: REGRESO AL PLANETA DE LAS IDEOLOGIAS. Prof. Jesús López García.

Lo que antes del s. XX era una relación arte-poder, a partir de dicho siglo se convierte en una
relación ideología-poder. A través de diversos ejemplos que arrancan con la construcción del
Vaticano en el s. XVI sobre la antigua basílica de San Pedro vemos como el arte se pone al servicio
del poder existente a través de los recursos estéticos. Sin embargo no será hasta el s. XX cuando
pueda hablarse de la politización del arte. A lo largo de la ponencia se van a exponer diferentes
ejemplos del arte como medio de realización, de funcionamiento, de mantenimiento del poder de
diferentes regímenes totalitarios. A diferencia de los absolutismos anteriores, ahora, hasta las
dictaduras tienen que convencer a las masas, por eso el papel fundamental de la propaganda. Los
dirigentes necesitan poner a su servicio la historia y el arte.

Así se hace un repaso de las relaciones del futurismo con el fascismo italiano, a través de una loa a
la máquina, a la guerra y aun progreso que a la postre se demostraría no llega a nada. Con respecto
al mundo nazi se hace mención a Speer y al uso de un esteticismo clásico y megalómano como
refuerzo del régimen, especialmente en los grandes actos, y a la vez a la existencia de una
propaganda cotidiana que a través de diferentes mensajes e imágenes hacía un ensalzamiento de la
raza aria, con una simbología que trataba de hundir las raíces del nacional socialismo en los
cimientos y la historia de la nación alemana. También hay un capítulo para el régimen comunista de
Rusia tras 1917 donde vemos como la primera etapa constructivista, también con tintes
megalómanos (como muestra el Monumento a la III Internacional), da paso a un realismo altamente
estetizado que representa y “vende” un nuevo orden paradisíaco al que se accede mediante el
régimen. Es la misma propuesta y, salvo la televisión, con los mismos medios (especialmente
cartelería) con que el capitalismo estadounidense vendería un estándar de vida (The american way
of life) que luego chocaba con la realidad de millones de personas en un país varias veces azotado
por diversas crisis económicas, verdadera muestra de la “perfección” del capitalismo.

El uso de una determinada estética y recursos visuales, para apoyar una ideología, puede, sin
embargo, acabar haciendo algo tan cotidiano que perdamos la referencia de su intención. Así pasa
hablarse de fenómenos como la estetización de la guerra o de los monumentos memoriales en donde
subyace la intención del poder de provocar en nosotros un tipo determinado de dolor o recuerdo,
que es el que debemos tener o mostrar, ejerciéndose el poder ideológico hasta en el sentimiento que
mostramos.

Tenemos una serie de imágenes que concebimos como una construcción de las ideologías y de la
historia, pero a veces vemos otras cosas marginadas en esos discursos. Aquí es donde es
determinante el poder del artista.

PONENCIA 2: MIRAR LO QUE PASA AHORA. Prof. Sagrario Aznar.

Se trata de responder a la pregunta de si vivimos en un mundo postideológico, cuando en realidad


existen unos mecanismos de control que mediatizan al sujeto y que son una ideología en sí mismos.
Se parte de tres obras para el análisis de la crisis del sujeto moderno: “Interior Scroll” de C.
Scheeman, “I'm desperate” de G. Wearing y “Walls” de R. López Cuenca. El hombre, blanco,
heterosexual, occidental y de clase media se ve amenazado por sí mismo (sus pulsiones, sexualidad,
odios, temores) y por los otros, los que son diferentes (mujeres, homosexuales, extranjeros, etc). En
la medida en que trata de proteger su ego se acaba convirtiendo en un ser casi fascista. Este
razonamiento va a estar apoyado en las teorías de Lacan (teoría del espejo) y Foster.

Vemos la forma en que se crea el estereotipo, cómo funciona y qué objetivos tiene.

Se explica siguiendo a Foucault como los sistemas de conocimiento y las prácticas divisorias
funcionan como mecanismos de control al colocar al sujeto como objeto de estudio.

La crisis del sujeto moderno vendría por la contestación de los otros y los sistemas de control de la
subjetividad.

Con las obras de B. Viola “Sleepers” o “El quinteto de los asombrados” trabajamos el tema de la
estetización de lo ya sentido y su relación con la política, vía estetización. Y como ese apelar a las
emociones gestiona nuestro mayor grado de sensibilidad o anestesia o nuestra respuesta a los
miedos. Por eso Benjamin sostiene que habría que restaurar la perceptibilidad, para lo cual se hace
necesario un sujeto activo y participativo.

Se concluye con la idea de que aceptamos la posibilidad de una democracia no ideologizada que nos
convierte en unos cínicos al servicio del estado. Es el consenso del tardo-capitalismo.

PONENCIA 3: DUBAI Y LA TORRE DE MARFIL. Prof. Jesús López García.

El siglo XX ha visto la evolución de una arquitectura que venía de estar muy al servicio del poder a
una tipo de arquitectura-espectáculo que en su fondo no deja de ser una arquitectura muy marcada
ideológicamente, sin bien, especialmente en el periodo de entreguerras e inmediatamente tras la
Segunda Guerra Mundial, asistimos a un auge de una arquitectura social -incluso de la mano de
arquitectos “estrella” como Le Corbusier, Gropius, Meyer, Klein- que enfrentaba con las mismas
ganas las necesidades habitacionales de la población con la resolución estética. En este siglo se ha
asistido a la estetización de la arquitectura para ponerse al servicio del espectáculo como última
función, sacrificando en ocasiones incluso su funcionalidad. Un buen ejemplo de ello es el Museo
Guggenheim de Bilbao de Frank Gehry, que pasa de ser un mero contenedor de arte para
convertirse en una escultura gigante, con una génesis demiúrgica detrás, que lo convierte en todo un
símbolo que atrae al público en masa.

Los llamados “starchitects” se han convertidos en rutilantes protagonistas de la propaganda.


Dominan los medios de comunicación de masas, manejan sus influencias y ganan concursos a golpe
de la fama que otorgan sus arquitecturas estetizadas e icónicas y de la apropiación que de ello hacen
unos nuevos mecenas que manejan el dinero de grandes corporaciones y, en el peor de los casos,
gastan un dinero público, buscando una magnificencia personal que emana de la icónica
arquitectura.

Pero también los barrios más sociales de nuestras ciudades, los residenciales, las “ciudades
dormitorio” se han visto revolucionadas con esta nueva arquitectura, proliferando los edificios
fortaleza, estructuras autocontroladas que ofrecen una mayor protección a expensas de una menor
comunidad y convivencia y que se pueblan de centros comerciales cuya arquitectura sirve para
ofrecer de la mejor manera, más accesible, más deseable, la mercancía que venden, sirviéndose
claro de recursos estéticos, que por una economía de medios y una focalización en lo que realmente
importa se concentra en el interior de la instalación.

¿Y cómo participa el ciudadano en el diseño de su ciudad? Pues de ninguna manera. Por ello son
extraordinarias las iniciativas de distintos colectivos e iniciativas – Boamistura, The pop-up house-
que de forma un tanto precaria y superficial tratan de llevar la voz de los vecinos a la arquitectura
del barrio. A veces los excesos de estetización externa chocan con las carencias funcionales de unos
hogares listos para salir en las portadas de las mejores revistas de arquitectura pero incompatibles
con la habitabilidad.

PONENCIA 4: CUANDO EL ARTE TOMA POSICIONES. Prof. Sagrario Aznar.

Se trata de responder a la pregunta de si vivimos o no en una época postideológica.

A través de la obra de Santiago Sierra desentrañamos una madeja que nos lleva a la idea de cómo se
relacionan la lógica capitalista y los referentes políticos y cómo se evidencia una falta de inventiva
política de los gobiernos que provoca un vuelco de dicha inventiva en el artista, evidenciando que el
sistema liberal económico no actúa como mera disciplina sino como ideología que se vale del
cinismo de un Estado que modifica sus políticas, a menudo contradictorias, en función de la
consecución de unos objetivos concretos e inmediatos. Así la política – dirá Foucault- se equipara a
otras disciplinas como la psiquiatría o a la justicia, en su función de control sobre las personas, que
se ajustan unas a las otras. En su dejación como disciplinas, el poder puede construirse y la
ideología totalitaria mantenerse.

Se realiza mención a diferentes iniciativas, algunas de colectivos, que tratan de poner en evidencia
que cualquier acción política tiene una dimensión estética y comunicativa. Se habla de contra
publicidad y del humor como medio para crear complicidad con el espectador.

Por último se entabla un interesante debate acerca de la Calavera de Damian Hirst y se compara
con Trabajar de Gabriel Pericás y se plantea la cuestión de cuál de ellas tiene una mayor potencia
de denuncia política. Sobre la mesa diversas cuestiones y argumentos: Caminamos en medio de la
fantasmagoría de la apariencia y lo hacemos anestesiados, no porque se produzca un
adormecimiento sino una saturación de nuestros sentidos; el arte como fetiche-mercancía se
desartiza y acaba por convertirse en un bien transnacional más y ajeno al fin de crear un bien
común; la capacidad disminuida del arte (Rancier).

Al final se logra un cierto consenso entre los asistentes que ven la obra de Hirst como una
pornografía del dinero, una obscenidad consciente y provocadora que escandaliza al neoliberal. Se
trataría de una sobre-exposición del capital, un foco puesto sobre el velo que intuimos o sabemos
que oculta todo lo terrorífico que hay tras el neoliberalismo: explotación, miseria, permanencia del
tercer mundo, en definitiva, muerte. La obra de Pericás y otros tantos artistas (también se menciona
a López Cuenca) tratan de rasgar ese mismo velo y a través de las mínimas brechas que crean,
exponer una serie de realidades diversas (inmigrantes, guerra, machismo, homofobia, etc) que trata
de esconder la ideología neoliberal. Sin embargo esas fisuras, que cierran en poco tiempo, vemos
como pueden tener un poder de retroalimentar y fortalecer el velo, analgesiando al espectador por
una sobreestimulación sensorial, en donde radicaría el valor disminuido (en cuanto a capacidad
política, movilizadora, no estética) de este tipo de obras de arte. El capitalismo se valdría de esas
microfisuras y será complaciente pues con este tipo de arte, porque funcionan como una válvula de
escape que disminuye la presión crítica y evita que el sistema explote. La apuesta de Hirst, por
global y escandalosa, tendría mayor éxito revelador, aceptando siempre su cinismo, aunque no al
servicio del poder, sino en un sentido que lo podría relacionar con los “cínicos” griegos: sabe lo que
hay y lo señala, aun a sabiendas de que no lo va a poder a poder cambiar. Pero molesta.

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