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A la pregunta de los discípulos acerca del significado de esta parábola (Mateo 13:36) se nos revela

lo siguiente:

El hombre que sembró la buena semilla es Jesucristo (Marcos 4:14 / Mateo 13:37)

El campo es el mundo (Juan 4:35)

La buena semilla son los hijos del reino (Marcos 4:26-29)

La cizaña o mala semilla son los hijos del diablo (Mateo 7:21-23)

El enemigo que sembró cizaña es el diablo (Juan 8:44)

La siega es el fin del mundo (Lucas 21:31)

Los segadores son los ángeles (Mateo 24:30-31)

El granero es el reino de los cielos (Mateo 7:21)

El fuego en el que se quemaba la paja (los falsos seguidores) es el infierno (Lucas 13:27-28)

El Señor nos explica que la buena semilla es la Palabra de Dios que plantada en buena tierra –el
corazón de quienes la escuchan y obedecen– se convierte en espigas de trigo que dan buen
alimento.

La cizaña es la mala semilla, es decir, aquellos propiciadores de tropiezo (pecado) y sus falsos
evangelios que son sembrados en el corazón de los creyentes convirtiéndoles en hacedores de
iniquidad o maldad:

“Y cualquiera que haga tropezar [pecar] a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le
fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo
del mar. ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de
aHablando ahora en términos agrícolas, quel hombre por quien viene el tropiezo!” Mateo 18:6-7

¿Qué cosa es la cizaña?

Se le llama cizaña o mala hierba a la planta que invade los cultivos y reduce su rendimiento, pues
compite con la especie cultivada no solo robando a esta agua, luz y nutrientes de la tierra sino
también contaminándola. La cizaña dificulta la recolección y al contaminar al trigo reduce su valor
nutritivo.

Los granos tóxicos de esa mala hierba ENVENENAN LOS GRANOS DE TRIGO que crecen a su
alrededor volviéndolos a su vez también venenosos.

Para entender a fondo esta parábola hay cinco aspectos importantes acerca del trigo y la cizaña
que deberemos tomar en cuenta:
1.- Mientras que el trigo sirve de alimento la cizaña no sirve para cosa alguna, todo lo contrario,
pues además de impedir la maduración del trigo y demás cereales –e inclusive volverlos
venenosos–, la mala hierba entorpece su recolección.

2.- Cuando el trigo aún no ha madurado es del mismo color verde de la cizaña.

3.- La cizaña no deja crecer al trigo porque le roba el agua, los nutrientes de la tierra y la luz del
sol.

4.- LA CIZAÑA CONTAMINA AL TRIGO CON SUS GRANOS TÓXICOS Y A SU VEZ LO VUELVE FUENTE
DE CONTAMINACIÓN

5.- El trigo no maduro o muy contaminado no era apto para el consumo y junto con la cizaña se ec
los falsos ministros impiden el crecimiento espiritual del verdadero pueblo de Dios, pues lo
infectan no solo con sus malos ejemplos, sino también con falsas enseñanzas que son literalmente
veneno mortal (Mateo 18:6-7). Los falsos creyentes, producto de falsos evangelios se niegan a
morir a sí mismos y contaminan con su mala influencia a los creyentes verdaderos.

Como ya he dicho, es común que el trigo alrededor del cual creció cizaña no alcance su madurez al
momento de la siega, o inclusive, como también ya mencioné, que se hubiere contaminado y
vuelto venenoso. En estos casos, al igual que la cizaña, no sirven para alimento, por eso en
tiempos bíblicos junto con la mala hierba se arrojaban a las llamas del horno. Esto es, que ambos –
trigo contaminado y cizaña– se echaban al fuego.

“Cuando brotan los impíos como la [mala] hierba, Y florecen todos los que hacen iniquidad
[hacedores de maldad], es para ser destruidos eternamente”. Salmo 92:7

De igual forma si el creyente permite que los falsos ministros le contagien de su maligna influencia
no será de utilidad al propósito Divino sino por el contrario será tropiezo: nada más ni nada menos
que un hacedor de maldad. Ese es el origen de los miedos, angustias e inquietudes sin razón
aparente de la persona enferma, pues aunque probablemente no se ha dado cuenta que sufre de
intoxicación por exposición a un falso evangelio, su ser interior le advierte a gritos que rectifique el
camino, pues sus acciones le están llevando directo al fuego:
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la
voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos
muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de
maldad [la cizaña sembrada por el malo]”. Mateo 7:21-23haban al horno.

El parecido entre la cizaña y el trigo inmaduro

“Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la
arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.
Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los
segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo
en mi granero”. Mateo 13:28 -30

¿Por qué el pasaje da a entender que al tratar de arrancar la cizaña se puede confundir con el
trigo, pero al llegar el tiempo de la siega no ocurrirá tal confusión?

Cuando el trigo aún no madura es de color verde, igual que el color que siempre tiene la cizaña,
por lo que en su etapa temprana de crecimiento es muy difícil diferenciarlos –trigo y cizaña– uno
de otro.

Pero conforme llega la maduración el trigo va creciendo y poniéndose dorado y al momento de la


siega se distingue perfectamente de la cizaña que siempre permanece verde y a ras del suelo.

“¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad
vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega”. Juan 4:35

Este pasaje dice que al madurar el trigo los campos se vuelven «blancos», lo que el pasaje quiere
dar a entender no es que los campos de trigo se vuelvan de ese color, sino que SE ACLARAN. Pasan
del tono verde propio de la inmadurez al dorado característico del trigo maduro.

La fe inmadura es como el trigo verde

El proceso de maduración del trigo nos muestra cómo la fe del creyente debe transformarse.

Al comenzar alguien en algún oficio metafóricamente se dice «aún está muy verde» o «aún no se
le ve color», «todavía no pinta» o «está tierno aún» estas frases provienen de la enseñanza que la
maduración del trigo nos da y se refieren a quien todavía no ha acabado de desarrollar su carácter.

Lo mismo sucede con todo creyente al iniciar el camino de la fe. Cuando la fe acaba de surgir, se
parece a las pequeños tallos de trigo aún verdes.
Así como del trigo se espera que crezca y a su tiempo alcance una madurez óptima, así también la
fe sana debe transformarse progresivamente dando muestras de un crecimiento espiritual.

Un buen ejemplo de esto lo tenemos en las actitudes que los discípulos tenían cuando pretendían
ser los más importantes entre ellos (Marcos 9:33-35); actitudes que por supuesto desaparecieron
cuando su fe fue madurada (Hechos 10:25-26).

La inmadurez espiritual: el egoísmo y la soberbia

El color verde del trigo, que denota su inmadurez, simboliza el egoísmo y la soberbia que aún
guarda todo creyente nuevo. Todos los que hemos iniciado nuestro camino en la fe necesitamos
constantemente deshacernos del egoísmo y la soberbia, pues no obstante haber nacido de nuevo,
todavía nos caracterizamos por buscar lo nuestro y desear ser servidos.

Este proceso de purificación, perfeccionamiento y maduración, es efectuado por el Espíritu Santo


a través de nuestra comunión con Él y su Palabra y la debida obediencia (Marcos 4: 1-20 / Marcos
4:26-29). Desarrollo que continúa a lo largo de toda nuestra vida (Filipenses 1:6 / 1 Pedro 5:10).

Contrario al proceso de maduración que todo nacido de nuevo debe iniciar, cierto tipo de falsos
maestros (hay otro tipo de falsos maestros, los judaizantes, pero ellos serán tema de otro tratado)
enseñan erradamente que en el servicio a Dios el creyente debe buscar tener abundante dinero,
fama y popularidad, engañando con eso a los que comenzaban a acercarse a Dios y entorpeciendo
su crecimiento espiritual.

Desde el punto de vista de la Palabra, los falsos maestros son seres espiritualmente inmaduros,
pues lejos de perfeccionar la fe cultivándola con amor y humildad, la corrompen incitando al
egoísmo, la avaricia, la soberbia y el orgullo (1 Juan 2:15-17).

Por todo ello, nada mejor para ejemplificar a los falsos maestros y su influencia nociva que la
cizaña, pues con sus enseñanzas venenosas lejos de permitir a la gente madurar en su fe, la
atrofian, pues provocan que sus discípulos se queden estancados en su inmadurez egoísta y
siempre dependiente de ellos.

La madurez espiritual: el amor y la humildad


La madurez espiritual está del otro lado del egoísmo y la soberbia, pues son el amor y la humildad
(Miqueas 6:8). El color dorado del trigo, el cual denota su grado de madurez total, es el amor en el
que se ha transformado la fe.

La persona que ha creído y que sigue el evangelio puro y sin adulterar VA MADURANDO
CONFORME SE ACERCA LA SIEGA y cuando llega su tiempo ya es completamente diferente a la
cizaña.

Esa es la diferencia entre lo plantado por el Padre celestial y lo plantado por el maligno: la
maduración; El crecimiento espiritual constante; El que Dios crezca cada día más en nosotros al
tiempo que nosotros disminuimos (Juan 3:30 / 2 Corintios 7:1 / 2 Corintios 12:9).

“Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada”.
Mateo 15:13

El trigo y la espiritualidad

Por eso a su iglesia el Señor la compara con el trigo, porque al contrario de la cizaña que ni crece ni
madura, el trigo crece con su corona dorada (Apocalipsis 3:11) hacia el cielo y va despegando su
cabeza de la tierra; mientras que la cizaña siempre está en lo terrenal, el trigo busca lo celestial;
Así como la semilla de trigo muere y es enterrada y luego brota la espiga hacia el cielo, de la
misma manera si morimos a nuestros propios deseos, a nuestra propia vida en este mundo,
comenzaremos nuestro camino hacia la verdadera espiritualidad.

“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero
si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este
mundo, para vida eterna la guardará”. Juan 12:24-25

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