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Rev.

Ciencias Sociales 117-118: 159-182 / 2007 (III-IV)


ISSN: 0482-5276

Historia, arquitectura y nación bajo el Régimen de


Porfirio Díaz. Ciudad de México 1876-1910

History, Architecture and Nation


under Porfirio Díaz Regimen. Mexico City. 1876-1910

Arnaldo Moya Gutiérrez*


RESUMEN

Este artículo conjuga tres pilares capitales que procuraron legitimar al régimen ins-
taurado por Porfirio Diaz, en México, entre 1876 y 1910. La tesis que se desarrolla en
esta investigación es que en la segunda mitad del siglo XIX se llega a una síntesis his-
tórica que concilia diversos pasados mexicanos y que en lo sustantivo traduce al estilo
neoclásico el arquetipo arquitectónico que identifica al régimen.

PALABRAS CLAVE: MÉXICO * siglos XIX-XX * HISTORIA * ARQUITECTURA * NACIÓN *


dictadura * poder

ABSTRACT

This paper combines three issues which try to legitimize the Porfirio Diaz Regime, in
Mexico, between 1876-1910. The main idea in this research is that during the second
half of the XIX century, we obtained the historic synthesis. This synthesis harmoni-
zes many mexican pasts, and it translates the neoclassic-architecture style into the
artistic tendency which is used to identify the regime.

KEY WORDS: MEXICO * XIX-XX centuries * HISTORY * ARCHITECTURE * NATION *


dictadorship * power

INTRODUCCIÓN 1876-1888 y corresponde a la instauración del


régimen. La segunda etapa la ubicamos entre
El régimen que presidió el general 1889 y 1899. Esta etapa corresponde a los años
Porfirio Díaz, en México, por más de tres déca- medios del Porfiriato, donde se ensaya un nuevo
das es conocido como Porfiriato. Sus estudio- proyecto de nación fundado en: “el orden y el
sos convienen en reconocer tres etapas en su progreso” como el lema de un gobierno libe-
desarrollo. La primera etapa se extiende entre ral; en la paz que al fin se ha instaurado; en la
Historia Patria como paradigma y en los nexos
* Escuelas de Historia y de Estudios Generales,
económicos que se establecen con el exterior.
Universidad de Costa Rica. La combinación de estos factores hará parecer
amoya@fcs.ucr.ac.cr al período como un prodigio del crecimiento

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económico dando pábulo a que los mexica- la razón artística que comprende los atributos
nos considerasen al señor presidente como el de la nación vaciados en el canon arquitectó-
dispensador de estos frutos. La tercera etapa nico. Fue esta una arquitectura magnífica y
que se extiende entre 1900 y 1910 es difícil de monumental que revela el momento que vive
evaluar: el erario público sufre severas crisis la nación y del cual debe rendir testimonio,
que se hacen evidentes en 1900, 1902 y 1907 y el régimen, a la posteridad. La arquitectura
empiezan ciertos brotes populares que deman- emblemática del Porfiriato es el signo más visi-
dan la ampliación de la base política y que ble con el que se presenta el régimen al público
desafían la autoridad del dictador. No obstante, y rubrica la conjugación de la historia, las artes
pese a los factores que lo volvían impopular y el poder. En la segunda mitad del siglo XIX se
el régimen tendió a su consolidación a partir inaugurarían nuevos métodos en la enseñanza
de la segunda etapa propuesta. Para procurar de la historia patria y se lograría introducirla
entender esta consolidación habría que recor- en los diferentes currículos1. En el último tercio
dar que con la restauración de la República, en del Porfiriato la historia hecha monumento se
1867, después de la intervención francesa y del hace presente y la obra arquitectónica conjugó,
fallido Segundo Imperio, se empiezan a arraigar ante la mirada del transeúnte, una sensación de
las bases más sólidas de la nación mexicana en bienestar y holgura económica hasta entonces
virtud de la difusión que adquirió el “evangelio desconocida. La historia política posee una
liberal”. La nación surge cuando los rasgos de dimensión arquitectónica y monumental que
su constitución han madurado en el seno de la no ha sido investigada en otras latitudes lati-
sociedad. Los atributos que dan la posibilidad noamericanas, pues el texto arquitectónico se
de existencia a la nación son: el territorio, el ha utilizado como apéndice o ilustración, nunca
sentido de pertenencia, una épica heroica que como documento o como la materia de la histo-
exalta al pasado y la enseñanza de la historia ria. Esta idea rompe con la concepción decimo-
como la constructora del “alma cívica de la nónica de la historia política que en algunos
nación” y como el paradigma edificante que sitios llegó —sin grandes fisuras— hasta des-
sirve de modelo al ciudadano elector. pués de mediado el siglo XX. La historia política
Liberales y conservadores, imperialistas en su acepción de historia del poder permite el
y republicanos, monárquicos y detractores de uso de un acervo documental sin precedentes
todos los anteriores se convertirán, durante el para la asunción de nuevos problemas y méto-
Porfiriato, en ciudadanos. Estos ciudadanos, dos históricos.
letrados o no, van a compartir una historia La historia política renovada se ha inte-
que al fin se ha unificado bajo la versión liberal resado en los actores políticos reales, en las
de un proyecto de nación y que —en lo esen- ideas, los imaginarios y valores, sobre las prác-
cial— se deslinda de la versión predilecta de los ticas políticas y culturales, sobre figuras como
conservadores. A mediados de la década de 1880 la nación o el Estado2. La Viena de Francisco
encontramos al régimen de Díaz apostando por José y el París de Napoleón III sustentan este
el surgimiento de una historia nacional inte-
gradora y conciliadora y por la instauración de
un gobierno de resultados concretos. Dentro de
estos resultados concretos se contempla la inte- 1 Los textos de historia serán más profesionales y
gración de la historia patria a los currículos de la enseñanza memorística pierde terreno poco a
poco al privar un interés por la conformación de la
primaria, secundaria y de enseñanza superior nación y por exaltar los hitos históricos que apun-
y el desarrollo de un programa que supuso la talaban el surgimiento de esa nación. Esta proble-
transformación urbana de la ciudad de México mática es revisada por Josefina Zoraida Vázquez al
y de una arquitectura emblemática que, esque- atribuirle al liberalismo ese complejo entramado
matizada en el Palacio Azteca de la Exposición que hace de la educación un pilar capital de la
modernidad. Véase: Vázquez, Nacionalismo y edu-
de París, 1889, cristalizaba el surgimiento de cación en México, 2000: 51-141.
una historia y una arquitectura ostensiblemen-
te nacionales. Por emblemática entendemos 2 Guerra. Los espacios públicos…, 1998, 5-6.

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argumento, pues ambas capitales imperiales asume y los intereses que subyacen en la ense-
devinieron en paradigmas de la modernidad. ñanza de la historia desde mediados del siglo
Con la debida distancia, la ciudad de México XIX hasta la primera época revolucionaria y da
ilustra una problemática semejante a fines del cuenta del empeño liberal por extender la edu-
siglo XIX y principios del siglo XX . Se podría cación y secularizarla, lo que supuso el abando-
afirmar que la modernidad política coincide no de las tesis propuestas por los conservadores
con la modernidad arquitectónica. Guerra, en virtud del triunfo ideológico y militar de los
excelso mexicanista ya fallecido, se dedicó a la liberales. A pesar de la tendencia descrita, antes
primera y afirmó que “la historia política no del compendio histórico de Sierra (1894) todos
sólo existe desde que existe la historia, sino que los libros de historia centraban su atención
durante siglos ha sido la historia por excelencia en la conquista, la colonia y la independencia.
o, incluso, la única historia”3. La historia polí- Según Josefina Zoraida Vázquez, en estos textos
tica renovada —y ese filón que es la historia [de acusado ancestro conservador] la conquista
cultural— incorpora en su itinerario nuevas y la colonia se concebían como los generadores
preocupaciones y la arquitectura emblemática de la nacionalidad4. Salvo en el México a través
constituye, en el último período del Porfiriato, de los siglos, como lo veremos más adelante, el
un pilar capital que contribuye a la legitimidad acento estaba puesto en el enfrentamiento entre
del régimen y a la comprensión cabal de este dos tradiciones distintas, la liberal y la con-
período histórico. servadora, pero la década de 1880 vio florecer
Estamos interesados en develar el vínculo textos que pugnaban por exponer la “versión
entre la historia patria, la arquitectura nacional definitiva de la historia patria”. Ante ese fervor
como pedagogía y el impacto en el imaginario patrio enfatiza Vázquez que
de los mexicanos. Los factores mencionados
estaban favorecidos por la exaltación del nacio- No era extraño que los encargados de
nalismo que sigue a la expulsión del enemigo la educación sintieran la necesidad de
francés y al triunfo de los liberales en 1867. intentar la uniformidad de la educa-
ción de todo el país. El primer Congreso
Nacional de Instrucción que se llevó a
1. HISTORIA cabo entre 1889 y 1891 centró su preocu-
pación en la necesidad de “uniformar en
Los usos que se le atribuyeron a la his- toda la República la enseñanza primaria,
toria en la segunda mitad del siglo XIX con- caracterizándola como elemento nacional
tribuyeron, ostensiblemente, al triunfo de la de fuerza de paz y progreso”. Se decidió
versión histórica liberal. Después de la guerra que la historia era materia fundamen-
con los Estados Unidos imperó un nacionalismo tal para la formación del carácter nacio-
a ultranza que provocó un “derrame generoso” nal y por tanto se prescribió como debía
de civismo en las “oraciones patrióticas” pro- enseñarse […] Aparecieron también los
nunciadas en septiembre, el mes de la patria. libros del presidente y vicepresidente del
El denominador común fue que los liberales le Congreso sobre la enseñanza de la histo-
imputaron toda la responsabilidad de la situa- ria: la Guía metodológica sobre la ense-
ción a la ambición de los conservadores y vice- ñanza de la historia de Rébsamen (1891)
versa. Las distintas tesis que avalan el surgi- y los Elementos de la historia patria de
miento de este nacionalismo decimonónico Sierra (1894)5.
son revisadas por Josefina Zoraida Vázquez en
Nacionalismo y educación en México (Primera
edición 1970). Vázquez estudia las formas que
4 Véase: Vázquez. Nacionalismo y educación en
México, 2000: 286-287.

3 Guerra, “El renacer de la historia política…”, 5 Vázquez. Nacionalismo y educación en México,


Historias 54, 2004: 3. 2000: 287-288.

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Para la América Latina, que ha sufrido Algunos vieron en Bustamante a un


toda suerte de revoluciones y de gobiernos a mero propagandista de la épica insurgente,
partir del rompimiento del vínculo colonial era aunque la historia que se enseñaría en pri-
un imperativo reseñar, primero, y luego enseñar, maria y secundaria mucho debe a los mitos
las vicisitudes de la historia política en las que se por él establecidos. Entre las Mañanas en la
inserta el advenimiento del modelo republicano. Alameda de Bustamante y el México a través
Se explican los acontecimientos que engrandecen de los siglos de Riva Palacio7 median poco más
a la nación para incentivar la noción de pertenen- de 50 años. Mucha tinta y sangre se ha derra-
cia, se magnifican las hazañas de los héroes y se mado por hacer triunfar tanto el proyecto de
crea un panteón oficial. Sobre este tema también Estado de los conservadores como el de los
insiste Vázquez por cuanto a partir de la lucha de liberales, pero aún así podríamos establecer
independencia empieza a aparecer una imagen de un interesante parangón. El medio siglo trans-
México. Esta es una imagen “vaga e imprecisa” currido entre las dos obras confirma la hipó-
por cuanto no existe todavía un proyecto hege- tesis de que en esencia los planes seguidos por
mónico de nación. Los atributos que configura- Bustamante y los propuestos por Riva Palacio,
rán a la nación están por constituirse; la institu- en sus respectivas obras, encierran ciertas
cionalidad se está fundando, el territorio aun no semejanzas, toda vez que un “ente realmente
ha sufrido su más grave cercenamiento y los par- existente y terminado desde el principio” o
tidos políticos están en pleno enfrentamiento. No sea, la nación mexicana, atraviesa los siglos.
obstante, a pesar de estas limitaciones, la nación La nación autodeterminada puede sufrir los
hubo de edificarse sobre los mitos acuñados por embates de la conquista y la colonización, las
Carlos María de Bustamante, pues como lo afir- invasiones extranjeras, los imperios y la lucha
ma Josefina Zoraida Vázquez dicho autor a muerte entre liberales y conservadores, pero
la esencia de la nación es indivisible, irrenun-
Se dio clara cuenta de que hacía falta tras- ciable y siempre perfectible. En vísperas de la
ladar la antigua lealtad al rey a ese nuevo Guerra de Reforma (1857-59) estamos en pre-
objeto que era la patria […] Bustamante se sencia de una conciencia definida por cuanto
convirtió en el “definidor” del concepto de “se aquilataba la importancia de educar a los
un México hecho y acabado desde siempre, futuros ciudadanos en las nuevas ideas y esti-
al que le pasaba ese algo que era su historia. mular la lealtad a través de la enseñanza de la
La conquista, la colonia, la independencia historia”8. Los libros de texto y los manuales
no lo iban haciendo, México era un ente de historia se enfocarán en este sentido, pero
terminado desde el principio. De esta forma la historia resultante es una historia fragmen-
el concepto de nación sería prácticamente tada. La hora de la integración y de la conci-
equivalente al del territorio. La estática y liación llegaría con el México a través de los
esencialista concepción de Bustamante ten- siglos (1884-1889), en plena época de oro del
dría importantes consecuencias para la edu- Porfiriano.
cación mexicana, como fundamento de la
versión histórica transmitida en las escue-
las públicas […] Bustamante consideraba 7 Vicente Riva Pa lacio f ue nieto de Vicente
a la historia antigua como “la más impor- Guerrero, uno de los grandes héroes de la Guerra
de Independencia. Fue hijo de D. Mariano Riva
tante de saber” y a través de sus libros este Palacio, famoso abogado y político liberal, que
autor acuñó imágenes de nuestros héroes defendió a Maximiliano ante sus detractores.
e inventó casi todos los mitos y anécdotas Vicente Riva Palacio fue, además, el coordinador
de la guerra de independencia, más tarde y responsable de ese monumento a la historia de
repetidos en los libros de texto6. México que es el México a través de los siglos.
Pieza clave del régimen de Díaz, en sus inicios,
fue exiliado “voluntariamente” como Embajador
Plenipotenciario en Europa.
6 Vázquez. Nacionalismo y educación…, 2000: 39 y
45. 8 Vázquez. Nacionalismo y educación…, 2000: 50.

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En el caso mexicano la restauración de la a los nuevos ciudadanos11. [Es esto lo que


República opera como una ruptura en cuanto a se proponían las historias generales de
la enseñanza y difusión de la historia nacional Zamacois, Bancroft y Álvarez argumen-
que es asumida por el currículo de la enseñan- tando que en México no se había hecho,
za primaria como vía moralizante y ejemplar. aun, una historia general. Este argumen-
La educación en general y la enseñanza de la to, que no es casual, preparó el camino a
historia en particular contribuirían a formar la obra magna de Riva Palacio].
el “alma cívica de la nación” como muy bien
lo expone Josefina Zoraida Vázquez9. De modo En cuanto a la enseñanza e interpreta-
semejante, la historia, señala Roldán Vera, ción de la historia, además de apoyarnos en
las investigaciones de Vázquez, avalamos la
Ha de cumplir su objetivo moralizante a periodización establecida en la Historiografía
través de la veneración de los héroes y la Mexicana bajo la coordinación de Ortega y
transmisión de los valores propios de los Medina y Camelo (1996 y 1997). Esta obra reco-
nuevos tiempos: el orden, la ciencia, el noce para el período que estudiamos, al menos,
rechazo al fanatismo, el espíritu altruista dos etapas. La primera etapa se extiende entre
de servicio a la humanidad y el amor a 1821 y 1848 y el volumen correspondiente a
la patria. En secundaria y preparatoria este período se intitula: El surgimiento de la
la enseñanza de la historia tiene además Historiografía Nacional. La segunda etapa se
la intención de mostrar la interpretación sitúa entre 1848 y 1884 y aparece en su volu-
liberal, cargada de mitos que refuercen men correspondiente bajo el nombre de: En
el nacionalismo entendido como unidad busca de un discurso integrador de la nación.
de todos los mexicanos ante un pasado En medio de las dos etapas irrumpe la guerra
común y como soberanía e identificación contra los Estados Unidos como parteaguas
con lo propio del país como rechazo y fundamental en la escritura y difusión de la his-
defensa de la intervención extranjera10. toria. Los liberales, en especial, se rasgarán sus
vestiduras y hablarán de un antes y un después
El primer tributo a la patria liberal y a de dicha guerra. En la historiografía liberal
sus héroes es de tipo literario: odas, discursos mexicana la esencia de lo acontecido en dicha
y apoteosis encargados a hombres de letras, a guerra se debía a los “extravíos del patriotismo”
militares y a políticos de renombre. Fue tam- cuya responsabilidad cabía en su totalidad a los
bién una tarea primordial de los incipientes conservadores. Las pugnas entre las facciones
Estados establecer la unidad nacional: enfrentadas desde sus orígenes nos permiten
hablar de dos etapas de alta sismicidad política
En el siglo XIX la historia va a ser uno de que se extienden entre la consumación de la
los medios más útiles y más utilizados Independencia por Iturbide en 1821 y la gue-
para llevar a cabo la unidad nacional de rra contra los Estados Unidos, y entre esta y
los países que han sufrido la revolución de el triunfo rotundo de los liberales en la guerra
independencia. Será fundamentalmente contra la intervención francesa en 1867.
a través del conocimiento de un pasado La primera etapa, que transcurre entre
común como se busque crear una con- 1821 y 1848, corresponde al período de formación
ciencia nacional que unifique e identifique del Estado mexicano y pese a un alto grado de sis-
micidad política se fueron “definiendo y perfilan-
do dos grandes grupos, liberales y conservadores,
en los que van ir quedando subsumidos todos los
9 Vázquez. Nacionalismo y educación…, 2000:
68-104.

10 Roldán Vera en Ortega y Medina y Camelo. “En 11 Guedea en Ortega y Medina y Camelo. “El
busca de un discurso integrador de la nación”, surgimiento de la Historiografía Nacional”.
Historiografía mexicana. IV, 1996: 498. Historiografía mexicana. III, 1997: 11-12.

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demás”12. Durante la primera mitad del siglo XIX Fueron estas las bases del México a través de
el poder político estuvo distribuido en México de los siglos. Dicha obra empezó a publicarse en
una manera muy amplia. “Había lo que podía 188416, pero fue Lucas Alamán mucho antes
definirse como una insuficiencia hegemónica y, que Riva Palacio quien “recurrió a la historia de
de hecho, hasta mediados de siglo ningún grupo México de una manera que se podría calificar
político alcanzó la hegemonía en el país”13. de profesional”17. El pecado que le imputan
La guerra con los Estados Unidos provo- los liberales a Lucas Alamán es su filiación
có una toma de conciencia general, pero fue “a conservadora. Su Historia de Méjico desde los
partir de dicha guerra que los campos políticos primeros movimientos que prepararon su inde-
se deslindarían y en vez de facciones comenza- pendencia en el año de 1808 hasta la época
rían a aparecer verdaderos partidos políticos, presente “constituye el relato más acabado, bien
los que asumirían de una manera más con- fundamentado y estructurado que sobre la his-
sistente una determinada postura”14. La crisis toria de ese período contamos hasta ahora”18.
hegemónica y su remanente, que es la guerra Los liberales de la primera mitad del siglo XIX:
con los Estados Unidos, marcan profundamente
a México en el ocaso de los gobiernos de Santa No contaban con un Lucas Alamán para
Anna. Se hacía perentorio restituir la moral de armar una historia liberal y global de
la nación acudiendo a las lecciones derivadas México. Pero tampoco la lucha entre fac-
de la historia y al paliar, así, los “extravíos del ciones y las guerras endémicas ayudaron
patriotismo”. Tras la amarga experiencia de a los liberales a componer un relato libe-
la guerra con los Estados Unidos, se llevó a ral que abarcara la historia de la nación
cabo una seria reflexión acerca de la realidad […] los liberales mexicanos estaban
mexicana. En esta época privó un afán de crear demasiado europeizados para siquiera
una conciencia cívica a través del periodismo concebir un entorno moderno que fuera
de opinión, con su búsqueda incansable de indígena, o para usar el concepto de
documentos, con sus clases de historia y sus “indianidad” en la causa de la moderni-
libros de texto. Roldán Vera señala que fue la dad…19. [La situación descrita cambió
guerra y su balance tan negativo lo que provo- rotundamente con la guerra de Reforma
có “un cambio en las maneras de concebir la y con el gran triunfo de los liberales en
enseñanza de la historia. Por un lado, surgió 1867. Un relato abarcador, conciliador e
una necesidad de recurrir al estudio del pasado
para intentar explicar los fracasos del presente;
por el otro las posiciones políticas se radicali-
zaron y dieron lugar a dos proyectos de nación 15 Roldán Vera en Ortega y Medina y Camelo. “En
más definidos que unos lustros antes: el libe- busca de un discurso integrador de la nación”,
ral y el conservador. En ambos, la historia de Historiografía mexicana. IV, 1996: 496.
México era un fundamento, y su enseñanza se 16 Pi-Suñer en Ortega y Medina y Camelo. “En
vio como el instrumento para formar a los ciu- busca de un discurso integrador de la nación”,
dadanos constructores de dichos proyectos”15. Historiografía mexicana. IV, 1996: 11.

17 Acerca de la Historia de Méjico de Alamán dice


12 Guedea en Ortega y Medina y Camelo. “El don Niceto Zamacois “ser la más notable, la que
surgimiento de la Historiografía Nacional”, encierra más número de documentos y noticias de
Historiografía mexicana. III, 1997: 13. hechos de una enseñanza altamente provechosa al
hombre reflexivo…”. Zamacois, 1876, Tomo I, p.
13 Guedea en Ortega y Medina y Camelo. “El XIX.
surgimiento de la Historiografía Nacional”,
Historiografía mexicana. III, 1997: 15. 18 Guedea en Ortega y Medina y Camelo. “El
surgimiento de la Historiografía Nacional”,
14 Guedea en Ortega y Medina y Camelo. “El Historiografía mexicana. III:,1997: 29.
surgimiento de la Historiografía Nacional”,
Historiografía mexicana. III, 1997: 18. 19 Tenorio, Artilugio…, 1998, p. 108.

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integrador se constituye a partir de 1884 mismo modo que precisaba de un discurso que
con el México a través de los siglos. Fue integrara a los diferentes sectores sociales, polí-
este el primer gran relato liberal que pre- ticos y económicos en un proyecto de nación.
tendió desautorizar la versión que de la La conjugación de estos factores se alcanza en
historia del siglo XIX diera Lucas Alamán]. el volumen titulado: En busca de un discurso
integrador de la nación coordinado por Ortega
En síntesis podemos argumentar que la his- y Medina y Camelo. La introducción a este volu-
toriografía nacional de la primera mitad del siglo men estuvo a cargo de Antonia Pi-Suñer, quien
XIX contrasta con lo acaecido después de 1848 y afirma que:
va a reflejar con claridad el problema central que
motiva a los estudios históricos de la época y “el El período que transcurre entre 1848 y
objetivo que en dichos estudios subyace”20. 1884 ha sido calificado de azaroso [aun-
El surgimiento de la historiografía nacio- que quizá ese concepto no englobe toda
nal mexicana, después de 1821, se dio merced la complejidad que encierra dicha etapa].
a los problemas de la consolidación del Estado Tanto los liberales “puros” como los con-
nacional. Dicha consolidación fue tardía por servadores se inculpaban mutuamen-
la fuerza que presentan las regiones frente al te por el devenir histórico mexicano, el
centro y por la falta de un gobierno fuerte y reconocimiento de los errores de “los
respetable. En lo que sí obtuvieron un éxito otros” se inscribía en un discurso que
rotundo los trabajos históricos fue en lograr estaba lejos de asumir un mea culpa por
que los mexicanos cobraran conciencia de su haber, ambos partidos, errado el rumbo.
propia nacionalidad21. Esta toma de conciencia Cuando en diciembre de 1860 los libe-
y de sentido de pertenencia a una comunidad de rales derrotaron a los conservadores, en
intereses que se inscribe dentro de un ámbito la guerra de Reforma, estos últimos ya
mayor y de proporción nacional no aconteció estaban promoviendo una intervención
antes de la restauración de la República en el extranjera cuyo resultado no es otro que
año de 1867. la instalación de Maximiliano en el trono
La segunda etapa, como ya lo mencio- mexicano. La guerra contra los franceses
namos, transcurre entre 1848 y 1884. En esta y contra el imperio duró cinco años, tras
etapa se hace aun más evidente la necesidad de los cuales triunfó el grupo juarista y se
dotar a la nación de una historia general com- restauró la república. Con el triunfo de
pendiada por diversos autores que ilustran los Díaz en diciembre de 1876 acababa el
intentos que se llevaron a cabo para escribirla: período conocido como el de la república
“estos historiadores que, con su pluralidad de restaurada y daba inicio el Porfiriato23.
voces y de interpretaciones, sus compilaciones
de documentos y su evidente afán nacionalista, La derrota ante los Estados Unidos, el
abrieron paso a la elaboración de dicho discurso final de la era de Santa Anna, la intervención,
integrador”22. El discurso integrador conciliaba el Segundo Imperio, la restauración de la
pasados reñidos y algunas veces omitidos del República y el ascenso de Díaz al poder,
son los hitos históricos que modelaron las
versiones historiográficas de la segunda mitad
20 Guedea en Ortega y Medina y Camelo, “El
surgimiento de la Historiografía Nacional”,
del siglo XIX . Con el triunfo liberal de 1867
Historiografía mexicana. III, 1997: 32. empieza a aglutinarse el poder en manos de la
facción liberal; a partir de entonces y hasta la
21 Guedea en Ortega y Medina y Camelo. “El
surgimiento de la Historiografía Nacional”,
Historiografía mexicana. III: 1997: 32.
23 Véase la introducción al volumen coordinado
22 Pi-Suñer en Ortega y Medina y Camelo. “ En por Pi-Suñer en Ortega y Medina y Camelo. “En
busca de un discurso integrador de la nación” busca de un discurso integrador de la nación”,
Historiografía mexicana. IV, 1996: 9. Historiografía mexicana. IV, 1996: 12.

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instauración del régimen de Porfirio Díaz la empezaron a materializarse. Entonces


lucha facciosa en el seno del Partido Liberal apareció la primera síntesis general y glo-
debilitó el proyecto de integración nacional. bal del pasado de México: México a través
El Partido Liberal se debatía entre juaristas, de los siglos, labor colectiva, reconcilia-
lerdistas y porfiristas. Sin duda, la inesperada dora y concluyente que incluía autores de
muerte de Benito Juárez en 1872, vino a aliviar diferentes facciones liberales25.
la lucha facciosa al interior del liberalismo. A
partir de entonces, y en virtud de sus triunfos El México a través de los siglos concilió
militares, el general Porfirio Díaz se convirtió pasados lejanos y cercanos; al asumir, como
en una opción política aceptable. propios, períodos históricos completos rele-
Pi-Suñer afirma que gados deliberadamente por otros autores a un
limbo —como fue el caso del período virrei-
Sólo la construcción de un discurso nal— y al hacer de la integración reciente de
histórico integrador serviría a la causa la nación y de la Historia Nacional un prodigio
nacional. La coyuntura política y la bús- del liberalismo. Son estas piezas esenciales del
queda de este discurso integrador de la engranaje histórico urdido por los liberales y
nación conjugaron los primeros inten- determinantes a la hora del triunfo de su pro-
tos de escribir una historia general de yecto de Estado.
México en la década de los setenta. A par- Para el surgimiento de las historias gene-
tir de aquel momento, la historia nacio- rales existe un antecedente importante en el
nal empezó a convertirse en un mito discurso expuesto por Manuel Larrainzar ante
político unificador, y con él se abrían las la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística
puertas a la historia de bronce oficial24. en 1865. En este discurso el autor llamaba la
atención sobre la importancia y necesidad de
Este argumento se ve reforzado por dotar a México de una Historia General26. Cabe
Tenorio por cuanto para los años ochenta del destacar que este llamado a escribir una his-
siglo XIX, una vez que toria general se dio en la época del Imperio de
Maximiliano, hecho que estaba asociado a una
Varias facciones regionales y políticas reflexión mayor “que era la misma que impul-
habían impuesto una relativa estabilidad, saba la enseñanza de la historia nacional” 27.
los liberales porfirianos se percataron de Zamacois hizo eco de esta recomendación y
que una historia nacionalista abarcadora diseñó su Historia de Méjico a través de cuatro
representaba el requisito sine qua non de grandes ejes: el pasado prehispánico, la con-
la consolidación de la nación y una prue- quista, los trescientos años de la dominación
ba de civilización y estabilidad. Sabían española y la etapa que se inicia desde el grito
perfectamente que si había de formarse
una conciencia nacional, tenía que ser
enseñada y divulgada una historia de ese
tipo. Para ellos, si la historia no era una 25 Tenorio, Artilugio…, 1998: 108-109.
lección —tanto en sentido ejemplar como
educativo— no era historia. La nación, 26 Pi-Súñer en Ortega y Medina y Camelo, “En
busca de un discurso integrador de la nación”,
afirmaba el gobierno porfirista, se con- Historiografía mexicana. IV 1996: 9. El plan
solidaría en las aulas […] De cualquier propuesto por L a r ra in za r, pa ra escr ibir la
modo, no fue sino hasta el decenio de Historia General de México fue el que siguió
1880 cuando concisas historias liberales Zamacois y el México a través de los siglos debe
reconocerse también como tributario de dicho
plan.

24 Pi-Suñer en Ortega y Medina y Camelo, “En 27 Roldán Vera en Ortega y Medina y Camelo. “En
busca de un discurso integrador de la nación”, busca de un discurso integrador de la nación”,
Historiografía mexicana. IV, 1996: 25. Historiografía mexicana. IV, 1996: 497.

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Historia, arquitectura y nación bajo el régimen de Porfirio Díaz... 167

de Dolores hasta 187628. En esencia es la misma a los hombres del siglo XVI por el código
estructura que guarda el México a través de los de ilustración, de cultura y de ciencia
siglos29. que rige el que alcanzamos; si las pasio-
Antes del México a través de los siglos, Riva nes religiosas y políticas de la época de
Palacio habría experimentado con la novela, la Carlos V; si los hechos, las leyes y las cos-
crónica periodística y el drama. El México a tra- tumbres de aquellos tiempos se estudian
vés de los siglos carece de una introducción gene- con la antorcha que guía al mundo en los
ral, más cada una de las épocas históricas, que últimos años del siglo XIX, fallo injusto
son tres, encargadas por Riva Palacio a “reputados será sin duda el que se pronuncie…31.
literatos” y “liberales triunfantes” tienen su propia
introducción30. En la introducción a los tomos En el México a través de los siglos se
de la autoría de Riva Palacio, que conforman la revela cierta aversión liberal heredada tendiente
Segunda Época o Historia del Virreinato, el autor a desestimar lo acaecido en los trescientos años
hace algunas consideraciones sobre el oficio del de dominación española. El tratamiento que
historiador y de la materia de la historia: del período colonial hace Riva Palacio “puede
considerarse el de un liberal que ha logrado
El historiador no puede ni debe más sino un entendimiento con el pasado español, un
decir la verdad; pero como esa verdad ilu- período que por largo tiempo había sido patri-
minada por la filosofía del escritor afecta monio de los historiadores conservadores”32. El
muchas veces formas y proporciones que objetivo primordial de la obra es: “la reconci-
están muy lejos de ser las ciertas, preciso liación tanto con el pasado (superar la disputa
es alumbrar cada uno de los cuadros con indigenista-colonialista) como con todas las
la luz que les es propia. Si quiere juzgarse fuerzas centrífugas que en el siglo XIX impidie-
ron la construcción de un Estado perdurable”33.
Al partido liberal no se le imputa ninguna cuota
28 Zamacois reconoce como sus fuentes para la ter- de responsabilidad histórica. En la confronta-
cera parte, o sea los trescientos años de domi-
ción histórica del pueblo mexicano entre las
nación: Los tres siglos de Méjico de Andrés Cabo
y las preciosas disertaciones del ilustre literato D. facciones de liberales y conservadores en cons-
Lucas Alamán. En la cuarta fase “menos percep- tante discordia asume Riva Palacio una actitud
tible a la vista de la verdadera filosofía, por hallarse conciliadora por cuanto: “los diversos partidos
colocada entre las diversas tintas de la actualidad políticos reflejan que ciertas personas pien-
que reflejan sobre la figura de un cuerpo social en
san que por tales medios, mejor que por tales
los momentos de sus agitadas convulsiones políti-
cas, ha sido trazada, en puntos, por desgracia de otros, se alcanzará la prosperidad pública, pero
alto interés, con lineamientos y colorido disímbo- tanto unos como otros pueden ser auténticos
los, y no pocas veces diametralmente opuestos…” patriotas”34. Esta afirmación no sólo apunta a
Zamacois, TOMO I, 1876, p. X-XI. Judith de la Torre la conciliación entre las facciones en disputa,
Rendón señala la desproporción en el cuerpo de
sino al reconocimiento de las cuotas de respon-
la obra; al México prehispánico le dedicó un solo
tomo, tres a la Conquista, dos a la Colonia, cinco sabilidad histórica que caben a ambos partidos;
al movimiento de Independencia y nueve al México
Independiente. De la Torre Rendón en Ortega y
Medina y Camelo, “En busca de un discurso inte-
grador de la nación”, Historiografía mexicana, 31 Riva Palacio. México a través…, 1987, Tomo IV:
volumen IV, 1996, p. 555. XII.

29 Riva Palacio, México a través de los siglos, 1987, 16 32 Vasconcelos. “La raza cósmica”. Costa Rica:
TOMOS. Cuadernos del Centro 10. Centro de Estudios
Generales. Universidad Nacional. 1999: 36, 72-78.
30 Aunque como bien lo señala Ortiz Monasterio
“la estructura, la división en períodos y, en fin, 33 Ortiz Monasterio. México eternamente…, 2004:
la interpretación global es obra de Riva Palacio”. 77.
Ortiz Monasterio. México eternamente…, 2004:
26. 34 Ortiz Monasterio. México eternamente…, 2004: 15.

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es esta una actitud moderna, crítica y reflexiva ese lapso se consumió la República Restaurada
que no encontramos en los escritos de otros y se inició el régimen de Díaz. El México a tra-
liberales contemporáneos al autor; pues vés de los siglos sale a la luz, por entregas, entre
1884 y 1889, y se constituyó en una obra que en
Tenía Riva desde un principio la ambi- su concepción, difusión y temporalidad perte-
ción de escribir una historia general y las neció al Porfiriato, haciendo de la escritura de
magnas obras de Zamacois y Bancroft, la historia, emanada de la pluma de insignes
como la menos conocida de Ignacio liberales, un emblema del régimen.
Álvarez eran un acicate para ofrecer una Con el México a través de los siglos
versión mexicana que pusiera de mani- como retórica del pasado los liberales se apro-
fiesto el punto de vista liberal de nuestra piaron de la historia reciente y por vez primera
historia35. ofrecieron la contrapartida a la obra cumbre
del conservadurismo mexicano: La Historia
La visión integradora, de conjunto y de Méjico desde los primeros movimientos
moderna que privó en Riva Palacio le permi- que prepararon su independencia en el año
tió elaborar y dirigir una versión de la historia de 1808 hasta la época presente de Lucas
nacional donde concurrían todos los períodos Alamán. En dicha obra se daba poco crédito a
históricos, aún aquellos que otros historiadores las grandes epopeyas adoptadas por los libera-
liberales oteaban deliberadamente. La conci- les; la revolución de Independencia habría sido
liación e integración de visiones opuestas que perpetrada por poco menos que una banda
colocan el origen de la nación en el mundo pre- de forajidos y el papel de Hidalgo y de otros
hispánico o en la época colonial y ya no sólo héroes de primera línea se subestimaba en la
a partir del “grito de Dolores” apunta en esa exaltación conservadora de Iturbide. El régi-
dirección. Lo que no se debe olvidar —apunta men de Díaz construyó, a partir del olvido
Ortiz Monasterio— “es que el México a través de selectivo, su propia memoria. Cuando Díaz
los siglos es el gran monumento que se levanta llama a formar gabinete a antiguos conser-
al triunfo grande de 1867 y, en consecuencia, vadores, lerdistas y hasta imperialistas está
la defensa del sistema republicano es un prin- dando un gran paso en aras de la conciliación
cipio no negociable para los escritores de esta nacional; pero este gran paso no está exento de
magna obra”36. Según Roldán Vera “la República grandes olvidos. La generación que llevó a Díaz
Restaurada trajo consigo la idea de la necesidad al poder, como más arriba lo indicaba Rabasa,
de una intervención mayor del Estado en materia pronto desapareció y para la generación de
educativa para implantar, de una vez por todas, relevo la ocupación norteamericana era remo-
una ideología liberal en los mexicanos [hasta] ta, las relaciones con Washington se habrían
convertirse en un mito político unificador cuyo normalizado y los Estados Unidos se conver-
fin era consolidar la nueva nación”37. Desde el tirían en el socio comercial más importante
triunfo liberal de 1867 hasta la aparición de la de México. La inquina política que enfrentaba
obra de Riva Palacio transcurrieron 17 años: en a las facciones tradicionales se desvanecía en
aras de la conciliación.
Más recientemente y después de una serie
35 Ortiz Monasterio. México eternamente…, 2004: de bien informados estudios Mauricio Tenorio,
198-199.
historiador mexicano, ha señalado que en el
36 Ortiz Monasterio. México eternamente…, 2004: decenio de 1880:
203. Ortiz Monasterio es un historiador mexicano
que ha dedicado una gran parte de sus esfuerzos Una larga labor historiográfica al fin
a estudiar la obra literaria e histórica de Vicente había producido el relativo consenso en
Riva Palacio. En la bibliografía, al final, aparecen
algunos de los títulos a que hacemos regencia.

37 Roldá n Vera en Or tega y Medina y Ca melo. nación”, Historiografía mexicana. I V, 1996:


“En busc a de un discurso integrador de la 498.

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Historia, arquitectura y nación bajo el régimen de Porfirio Díaz... 169

una reconstrucción liberal del pasado novedoso de la historia del poder y no logran
mexicano. Al mismo tiempo, un enfo- superar la visión clásica.
que antropológico se había desarrollado La consolidación del Estado nacional en
laboriosamente para dar cuenta del pasa- el Porfiriato está determinada por los usos que
do, presente y futuro de México en forma se le endosan a la historia, y el primero y más
científica. A través de las historias nacio- particular es construir la patria. La historio-
nales, México consolidó su religión cívica grafía liberal tuvo en el México a través de los
y su singularidad, aunque sirviéndose del siglos la mejor pieza discursiva de la segunda
léxico internacional del republicanismo mitad del siglo XIX. Las historias generales que
liberal38. la precedieron, como la de Alamán, Zamacois,
Bancroft y Álvarez señalaron un derrotero defi-
Este “léxico internacional” que apunta nitivo e inequívoco para la historia nacional.
Tenorio trasciende a la ideología y a su expre- Esta es la intencionalidad que subyace en el
sión verbal para traducirse en otros lenguajes y México a través de los siglos. Pero fue en virtud
síntesis interpretativas cuyo fin era vincular al de su publicación y difusión a partir de 1890,
espectador con la historia a través de la expre- según lo apunta Roldán Vera,
sión plástica. Estos procesos convergen, según
lo establece Ortiz Monasterio, en la invención ... que empezarán a unificarse los crite-
de la identidad nacional por cuanto rios de una interpretación única y oficial
de la historia de México y a fortalecerse
En su conjunto la producción literaria los mitos de los clásicos héroes y antihé-
del siglo XIX mexicano es un reflejo de la roes, pues hasta entonces se convertirá
sociedad que al mismo tiempo documen- definitivamente en instrumento de con-
ta el proceso de invención de esa socie- trol ideológico —efectivo— del Estado.
dad. Es claro que la construcción de la Las circunstancias que propiciaron la
identidad nacional es un proceso “desde aparición del México a través de los
arriba”, es decir que estuvo a cargo de siglos, con su contundente visión liberal
una elite conocedora, pero tal vez debe- de la historia de México, las mismas que
ríamos también considerar la posibilidad dieron lugar a una nueva política educa-
de que haya sido un proceso “desde atrás”, tiva nacional y nacionalista mucho más
con lo cual queremos expresar que no sólida y consciente del papel de la histo-
fue el Estado relativamente consolidado ria como forjadora de conciencias leales
después de 1867, el que desató la inven- a un sistema, generarían libros de texto
ción de la identidad nacional, sino que fue acordes con las nuevas necesidades40.
la invención de la cultura y la identidad
nacionales las que abrieron el camino La literatura histórica de esta época,
para la consolidación de ese Estado39. constituida por historias generales, compendios,
libros de texto, catecismos políticos, etc.,
Tanto en Tenorio como en Ortiz Monas- contribuye al debate historiográfico de la
terio ha privado el interés por construir el argu- segunda mitad del siglo XIX . A este debate
mento histórico desde una perspectiva política lo preceden los intentos de explicación de la
y cultural. De esta dimensión carecen muchos invasión norteamericana, de la ocupación y la
estudios latinoamericanos que aún en nuestros usurpación del territorio. Ante este panorama
días se presentan como tributarios de lo más la intervención francesa y el Segundo Imperio

38 Tenorio. Artilugio…, 1998: 140.

39 Ortiz Monasterio. México eternamente…, 2004: 40 Roldán Vera en Ortega y Medina y Camelo. “En
325. El autor apunta esta afirmación a manera de busca de un discurso integrador de la nación”,
hipótesis. Historiografía mexicana. IV, 1996: 523.

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170 Arnoldo Moya Gutiérrez

parecieron quizás, menos funestos. Erika Pani liberales recurrieron a la construcción


ubica magistralmente la historiografía del de una visión retrospectiva del pasado
Segundo Imperio al afirmar que [que omitía deliberadamente ciertos epi-
sodios] a sabiendas del resultado final
El imperio inaugura entonces una etapa […] Su estrategia fue tan exitosa que la
historiográfica crucial. En 1867 la derro- historiografía actual aún no logra des-
ta definitiva de los “conservadores” per- hacerse de su impronta. A estos hombres
mitió describir las luchas intestinas de la debemos la demasiado satisfactoria y lon-
primera mitad del siglo XIX como el “san- geva visión del siglo XIX como una lucha
griento y doloroso trabajo social” que teleológica entre dos fuerzas enfrentadas:
arraigaba a la República federal represen- pasado y presente, pueblo y clases privile-
tativa que México siempre había anhela- giadas, progreso y tradición, liberalismo
do ser41. y conservadurismo, según el gusto del
cliente43.
La lucha contra la intervención y el
Imperio iban a representar una piedra angular Con Enrique Florescano, precisamos aun
dentro de la construcción de la “historia patria”. más la monumentalidad historiográfica del
El “triunfo grande” se convierte en un hito México a través de los siglos, por cuanto:
y la “tragedia de Querétaro” se convierte en
anatema, en especial por la crítica europea al La historia abarcadora de todas las épo-
fusilamiento de Maximiliano. Recordemos que, cas y temas que solicitaba Larráinzar,
en sus inicios, el proyecto que se le encomienda y la historia integradora de las diversas
a Riva Palacio es una historia de la Guerra de raíces y legados que pedía Vigil, se con-
Intervención francesa que terminó siendo el cretó en los cinco volúmenes de México
México a través de los siglos. a través de los siglos…, cuyo contenido,
En el último tercio del siglo XIX “la his- título y subtítulo aspiraban a llenar esas
toria tenía entonces que asentar “verdades” demandas […] Tres aciertos convirtieron
comprobables, descarnadas y desapasionadas. Al a esta pieza en la obra cumbre de la his-
mismo tiempo debía crear una identidad nacio- toriografía decimonónica. Primero fue
nal, exaltar héroes y nutrir pasiones patrióti- la primera que unió los hasta entonces
cas”42. Pero ¿cuánto de mentirosa tendría esta separados y excluyentes períodos de la
historia? La invisibilidad del Segundo Imperio historia mexicana en un discurso inte-
y el limbo histórico a que son sometidos los grador que partía de la antigüedad pre-
conservadores fundamentan este interrogante. hispánica, continuaba con el virreinato
El triunfo rotundo de los liberales en 1867 dio y la Guerra de Independencia, seguía
un giro a la historiografía decimonónica que en con los primeros años de la República
adelante sólo podía ofrecer la versión canónica y concluía con la época de la Reforma.
liberal. Pani señala acertadamente que: Segundo: cada uno de estos períodos
fue considerado por los varios autores
Si la reforma, el republicanismo y el como parte de un proceso evolutivo cuyo
liberalismo encarnaban la esencia ina- transcurso iba forjando la deseada inte-
movible de la nación, ¿Qué lugar podía gración nacional y cumplía las “leyes
asignarse a quienes la había combati- inmutables del progreso”; los antiguos
do? ¿No pertenecían estos a la nación? oponentes, el hispanismo y el indige-
Para resolver el dilema, los historiadores nismo aparecían ahora como dos raíces
del mismo tronco: la independencia se
mostraba como el rompimiento natural
41 Pani. El Segundo Imperio, 2004: 60.

42 Pani. El Segundo Imperio, 2004: 62. 43 Pani, El Segundo Imperio, 2004: 65-66.

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de quien ha adquirido conciencia de su política lo llevó a restituirle a la Iglesia Católica


propio destino… Tercer acierto: cada uno algunos de los privilegios arrebatados por el
de los períodos tratados incluía el cono- liberalismo ortodoxo.
cimiento acumulado hasta entonces y lo La obra pública —edificios cívicos y
exponía en un lenguaje claro y atractivo, monumentos— funciona como evidencia sus-
que más que el despliegue de la erudi- tantiva de que el régimen, en su madurez,
ción, buscaba atrapar al lector y condu- deseaba plasmar sus resultados concretos y
cirlo hasta el final de la obra…44. mostrarlos a la nación y al orbe. La capital
mexicana se convirtió desde entonces en un
Ortiz Monasterio habría advertido que texto cuyos espacios y arquitectura describían
fue Florescano quien aseguró que el México a el itinerario histórico de la nación a partir de
través de los siglos constituye “el logro mayor de la guerra de Independencia. Los que han sido
la historiografía del siglo XIX”45. Para compren- seleccionados como los principales períodos
der a cabalidad las representaciones que cuajan históricos por el “liberalismo triunfante” se tor-
en la arquitectura de los dos últimos lustros del nan hitos y el Porfiriato fue considerado como
Porfiriato hubo de considerarse el papel corres- el régimen que devolvió a México la paz inter-
pondiente a la historia y a su enseñanza en el na, la solvencia moral y económica y la con-
período precedente que se extiende desde la fianza de los acreedores internacionales. No fue
Independencia hasta la República Restaurada. sino a partir de la República Restaurada, pero
en especial durante el Porfiriato, que se pro-
curó el saneamiento de la hacienda pública. La
2. ARQUITECTURA Y DISCURSO situación resultó idónea para que parte de las
ARQUITECTÓNICO rentas del Estado se dirigieran a la edificación
de las obras que resultaban más apremiantes
Al surgimiento de una historia nacional en la capital y el gobierno central se apresuró
y de un discurso integrador y abarcador de la a mostrar —con opulencia— un espectácu-
nación de fines del siglo XIX le corresponde, en lo arquitectónico sin precedente al celebrarse
los dos últimos lustros del Porfiriato, un discur- el primer centenario de la Independencia de
so arquitectónico —apegado a una pedagogía México. Algunos miembros del gabinete y otros
cívica— de carácter nacional e interesado en hombres cercanos a Díaz plasmaron su deseo
transformar a la ciudad de México en una urbe de embellecer la capital en un ambicioso pro-
moderna que se mostrara al mundo. yecto de renovación cuyas metas no eran, en
El discurso arquitectónico traduce como un primer momento, muy claras: el gusto por la
ningún otro el lenguaje del poder. La arqui- arquitectura foránea, ciertas formas propagan-
tectura que se inaugura en el último lustro dísticas cuyo fin último era legitimar al régi-
del Porfiriato establece un diálogo estrecho y men y el peculio necesario para, literalmente,
fecundo con el poder que emana de la autoridad “echar manos a la obra”, son los factores que se
suprema y de sus colaboradores más cercanos. conjugaron para que el proyecto tomara forma
Esta estructura de poder se ha venido legiti- y estuviese cubierto por los fondos estatales
mando y consolidando en la idea de una nación necesarios 46 . Como imágenes del poder, los
moderna, de cara al concierto de las “naciones edificios y monumentos erigidos al final del
civilizadas” del orbe. Son antológicos los flir-
teos de Díaz con las potencias europeas y, más 46 La historiografía que revisa la inversión y la pro-
tarde, con los Estados Unidos. Su habilidad cedencia de los fondos para obras públicas no es
abundante, aunque contamos con la investigación
que realiza Priscilla Connolly sobre la relación
entre Lord Cowdray (Mr. Pearson) y el gobierno
porfirista: Connolly, El contratista de don Porfirio.
44 Florescano citado por Ortiz Monasterio. 2004: 347. México: El Colegio de Michoacán, Universidad
Autónoma Metropolitana y Fondo de Cultura
45 Ortiz Monasterio. 2004: 349. Económica. 1997.

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Porfiriato cuentan una versión de la historia Palacio/presidio de Lecumberri y el Manicomio


que tiende a conciliar ciertos “malestares” con modelo de la Castañeda50. Al erigirse estos edi-
el pasado y a acentuar el olvido deliberado de ficios y monumentos el régimen coronaba, con
episodios completos que reñían con la idea éxito, la ideología del progreso y de la moderni-
integradora de la nación47, pues como bien lo dad y apostaba por su legitimación y por la con-
ha señalado Baczko: … “todo poder se rodea ciliación nacional, sin saber en ese entonces,
de representaciones, símbolos, emblemas, etc., que cerraba con broche de oro el extenso man-
que lo legitiman, lo engrandecen, y que nece- dato de Díaz. El gobierno central se legitimaba
sita para asegurar su protección”.48 En el caso mediante la obra pública de gran envergadura
mexicano estas representaciones aseguraron la y era, quizá, la manera más dramática de pre-
perennidad y legitimidad del régimen de Díaz. sentarse al público y al mundo. La obra arqui-
El programa impulsado por el gobierno de Díaz tectónica coronaba con un éxito inusitado las
no fue casual y se empieza a elucidar desde los expectativas más ambiciosas del régimen que
albores del régimen. Dicho programa construc- exhibía un perfil arquitectónico bajo el signo de
tivo y de transformación urbana abarcó sus la modernidad.
distintas etapas. Tan temprano como en agosto Al régimen de Díaz le correspondió la
de 1877 se expidió el programa que pretendía tarea de erigir los monumentos y los edificios
hacer del Paseo de la Reforma un boulevard públicos que conmemoraban a la patria en la
consagrado a los triunfos y a los héroes libera- mejor tradición cívica liberal y republicana. El
les. Dicho programa se completó, con algunas urbanismo finisecular refuerza al discurso arqui-
variantes importantes, en septiembre de 191049. tectónico que patentiza la modernidad de la
Con la excepción del monumento a Juárez, que capital mexicana. Dicho urbanismo, al igual
debió erigirse en la cuarta rotonda del Paseo que en el resto de América Latina, sancionaba la
de La Reforma, el programa de exaltación cívi- jerarquía del espacio dentro de la urbe capitalina:
ca liberal se cumplió a cabalidad, aunque con
énfasis diversos según el período y el favor del La expansión acelerada de la capital se
ejecutivo. expresó en la formación de nuevas colo-
El monumental Paseo de la Reforma, nias: los nuevos barrios fueron el signo
el Monumento a Colón, el Monumento a urbanístico de la época y entonces las
Cuaúhtemoc, el Monumento a la Independencia, clases sociales se asentaron en la ciudad
el Hemiciclo dedicado a Juárez, el Palacio de de acuerdo a proyectos segregacionistas.
Correos y el de Comunicaciones, el Panteón A partir de la desamortización de los bie-
Nacional y el Palacio Legislativo representa- nes eclesiásticos se popularizó el centro
ban, de manera hiperbólica, a las instituciones y muchas familias acomodadas buscaron
republicanas que rubricaban y legitimaban al nuevas residencias. Para las clases popu-
régimen. Las hubo también de control social: el lares se formaron las colonias Guerrero,
Vallejo, Díaz de León, La Bolsa, Rastro,
Santa Julia y otras. Los sectores medios
47 En el México a través de los siglos y en La evolu- se asentaron en colonias como Santa
ción histórica de México son revaloradas etapas María de la Ribera y San Juan. Los gru-
tan importantes del desarrollo histórico mexi- pos privilegiados poblaron las colonias de
cano tales como el período virreinal. Era un lugar
común entre algunos escritores liberales vituperar
Cuauhtémoc, Juárez, Roma y una parte
la época y omitir cualquier saldo positivo. de Coyoacán y Clavería. El Paseo de la

48 Baczko. Los imaginarios…, 1991: 8.

49 Dicho programa conoce un amplio desarrollo 50 El Manicomio de la Castañeda fue el manicomio


hacia el final de la década de 1880, pero el ver- modelo que se erigió al final del Porfiriato en la
dadero boom constructivo se dio después de 1900, antigua Hacienda colonial de la Castañeda, en
al menos en la obra arquitectónica y en los monu- Mixcoac, en ese entonces en las afueras de la ciu-
mentos patrocinados por el gobierno central. dad de México.

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Historia, arquitectura y nación bajo el régimen de Porfirio Díaz... 173

Reforma fue el eje de este último tipo de Supremo Gobierno, de sus diferentes secretarías
asentamientos y fue renovado hasta darle y de la voluntad del inversionista55. Pero si hubo
una apariencia afrancesada. El régimen un grupo organizado donde privó esta voluntad
porfirista trató de hacer de la ciudad de de transformación y modernización fue
México una ciudad suntuosa, que diera
cuenta del supuesto progreso experimen- El grupo político conocido como los
tado51. Científicos [que] estaba surgiendo como
la elite que reivindicaba para sí el gobier-
En el devenir de la vida nacional la ciu- no científico del país. Economistas como
dad de México funciona como el modelo a emu- Joaquín Casasús, José Yves Limantour y
lar; de tal suerte que a las ciudades de provincia Emilio Busto, ingenieros como Gilberto
les brotarán fuentes, paseos y estatuas. La ciu- Crespo, Antonio de Anza y Luis Salazar, y
dad ejemplar es una ciudad burguesa que esta- médicos de la talla de Domingo Orvañanos,
blece redes de control social, cultural y político. Eduardo Liceaga y José Ramírez formaron
Como centro administrativo y federal de la parte de las exposiciones mexicanas en
República, la ciudad de México es el símbolo las ferias mundiales en París y de otras
más notable del régimen:

El patrón de crecimiento fue distinto la arquitectura y todos los signos del cosmopolitis-
al de otras capitales latinoamericanas, mo moderno. Un porfiriano prominente, de algún
pues, fueron las clases medias y altas modo, era también un snob. Antonia Pi-Suñer
advierte que “Si bien siempre se ha hecho hincapié
las que se desplazaron hacia los nuevos en el afrancesamiento de la sociedad porfiriana,
barrios —las “colonias”— que surgieron queremos insistir que esta influencia ya venía
en las vecindades de Chapultepec, en de tiempo atrás. Creemos que no está por demás
tanto que el casco viejo alojaba cada vez señalar que al mediar el siglo XIX la Francia de
más a las clases populares que transfor- Napoleón III fue considerada como el paradigma
de las naciones por los distintos circuitos políticos
maban en casas de vecindad las viejas mexicanos. Para los radicales, era el símbolo de
casonas y los palacios52. la libertad y de la revolución; para los moderados,
lo era de la civilización y del progreso, y, para los
Emergen los techos a la mansard en las conservadores, de la tradición y de la latinidad.
colonias más opulentas como testimonio del En: Pi-Súñer en Ortega y Medina y Camelo, “En
busca de un discurso integrador de la nación”,
gusto por la arquitectura francesa: “Francia fue Historiografía mexicana. IV, 1996: 18-19.
el punto de referencia cultural para las elites
latinoamericanas”53 y el referente arquitectóni- 55 El paso de Vicente Riva Palacio por la Secretaría
co más difundido en el Porfiriato. Durante toda de Fomento, a principios del régimen, es testimo-
la década de 1880, señala Tenorio, la naciente nio de este momento. Véase también al respecto:
Velázquez Guadarrama, “La historia patria en
elite porfiriana —más urbana y cosmopolita el Paseo de la Reforma…”, en Arte, Historia e
que nunca— absorbió e idealizó con facili- Identidad… Tomo II. 1994., y Ortiz Monasterio,
dad el pensamiento francés54. La voluntad de México eternamente…, 2004. Obsérvese tam-
transformación del espacio urbano emanaba del bién que a fines de la década de 1880 una plétora
de prominentes porfirianos se encargarán de la
administración del Estado y de la representación
51 Florescano y Moreno Toscano. Atlas de México…, de México en las exposiciones mundiales: Tenorio.
1983: 146. Artilugio…, 1998: 10-12. Con respecto al capital
privado que se destinó a los fraccionamientos y
52 Romero. Latinoamérica…, 1984: 251. a la edificación de casas de habitación y man-
siones como las que flanqueaban el Paseo de la
53 Tenorio. Artilugio…, 1998: 10 y en la misma obra Reforma el libro de Priscilla Connolly ofrece inte-
“Francia, quién te siguiera”: 31-49. resantes pistas; véase Connolly, El contratista de
don Porfirio. México: El Colegio de Michoacán,
54 Tenorio. Artilugio…, 1998: 39. Aunque también Universidad Autónoma Metropolitana y Fondo de
absorbió el lenguaje, la moda, la literatura, el arte, Cultura Económica. 1997.

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ciudades, con todo el peso político que apropiada de particularismo y univer-


representaban. Su pericia técnica era tan salismo; y, en fin, un ensayo mexicano
importante como la red de sus relaciones sobre lo moderno58 . Desde el punto de
políticas56. vista del historiador, el Palacio Azteca se
puede ver como una porción congelada
La urbe fue seducida por la moderniza- del tiempo y espacio en la que se fosilizó
ción, al igual que Buenos Aires, Sào Paulo, Río un momento emblemático —de defini-
de Janeiro y La Habana57. La modernización se ción y experimentación— del intento de
reconoce en una arquitectura de carácter públi- la elite mexicana por formular una visión
co y privado que en algunos casos —los más— de su pasado, presente y futuro59.
acusa una apariencia monumental. Las transfor-
maciones arquitectónicas, así como la adopción El Palacio Azteca no era sólo el pabellón
de los nuevos estilos y tendencias, están asocia- mexicano en la Exposición Universal de París
das a la voluntad de poder y expresan el compor- 1889, sino más bien
tamiento de los distintos actores sociales, tanto
individuales como colectivos. En manos de estos Constituía la síntesis material de un
actores está el proceso de toma de decisiones que momento de la escritura de la historia
afectará el perfil urbano y arquitectónico de la de México. Trazar la evolución de la con-
urbe mexicana. El proceso de modernización cepción del palacio implica comprender
cuenta con los recursos estatales suficientes lo que sintetizaba a fines del decenio de
para emprender el proyecto por cuanto el Estado 1880 la larga disputa política e intelec-
encontró la fórmula de asociarse con el capital tual acerca del pasado indígena; la infra-
privado, o al menos de hacer valer sus intereses, estructura historiográfica desarrollada a
como fue el caso de la construcción del Palacio lo largo del siglo XIX y los instrumentos
Azteca, en París, en 1889. teóricos, retóricos y gráficos más recien-
El impacto de la imagen de México en las tes que fuera posible usar para desarro-
exposiciones mundiales y la construcción del llar una abarcadora imagen nacional sus-
Palacio Azteca han sido estudiados por Tenorio. ceptible de ser enseñada y practicada60.
Esto obliga a una reflexión acerca de los alcan-
ces que pretendía la nación mexicana con la Estas circunstancias configuran un pre-
adopción de una estética nacionalista que la cedente singular en la arquitectura que plasmará
identificase: las reivindicaciones históricas de la nación des-
pués de 1900, aunque para entonces el paradigma
El Palacio Azteca constituía un ensayo arquitectónico propuesto por el palacio hubiese
de varias maneras. Era un intento por fracasado. La mejor prueba de dicho fracaso fue
recapitular e incorporar diversas inter- que ni siquiera se reedificó en la ciudad de México
pretaciones del pasado nacional; una sín- después de la Exposición Mundial de 1889.
tesis experimental de las ideas que los Como visión específica de la historia
mexicanos se hacían del apetito por lo mexicana, apunta Tenorio,
exótico de Europa, desde el punto de
vista comercial, industrial y artístico; El Palacio Azteca constituyó una reac-
un esfuerzo por lograr la combinación ción a impulsos políticos y culturales
tanto nacionales como internacionales.
En cuanto a lo nacional el palacio era tan
56 Véase: Tenorio. Artilugio…, 1998: 43.

57 Para el caso de Buenos Aires véase: Espantoso et 58 Tenorio. Artilugio…, 1998: 103.
ál., “Imágenes para la nación argentina…”, en Arte,
Historia e Identidad… Tomo II. 1994 y Gutman, 59 Tenorio. Artilugio…, 1998: 104.
“Memorias y anticipaciones…”. Seminario: El
malestar de la memoria. Usos de la Historia. 1995. 60 Tenorio. Artilugio…, 1998: 104.

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elocuente y aún más vívido que el primer cual destacaba dos cuestiones centrales:
gran compendio general y global de la por una parte la creación de una reli-
historia de México, México a través de los gión cívica que tuviera una bien definida
siglos (también completada en 1889). En cronología y jerarquía de acontecimien-
cierto sentido, toda la nación fue crista- tos, así como un conjunto delimitado de
lizada en un libro, al mismo tiempo que héroes; por la otra la reconstitución del
ejemplificada en un edificio, anulando pasado indígena como un componente
disparidades internas, políticas, raciales inherente de la nacionalidad mexica-
y regionales61. na […] El proceso de diseño del Palacio
Azteca era la resolución material del
El acertado juicio de Tenorio expone, de intrincado debate acerca de cómo hacer
forma magistral, dos de los grandes problemas una nación moderna a fines del siglo XIX.
que debieron resolver los porfirianos: “conciliar La resolución llegó tras una larga nego-
su pasado cercano y lejano” y moldearlo según ciación burocrática e intelectual. Se asig-
el canon arquitectónico que dictara la moderni- naron dos comisiones cuyo fruto fueron
dad. La cristalización de la nación en un libro, dos propuestas para el pabellón mexicano
al mismo tiempo que ejemplificada en un edi- en París. Ambas propuestas no eran sino
ficio obligaba tanto a recordar como a olvidar síntesis visuales, monumentales, de his-
selectivamente algunos episodios históricos torias patrias escritas con anterioridad.
completos. Si el Palacio surge como un porten- Los dos proyectos buscaron inspirarse
to de la ingeniería y arquitecturas mexicanas en estas historias, pero al mismo tiempo
al finalizar la década de 1880, no fue sino una reafirmaban una nueva historia patria62.
década después cuando el régimen ensayaría su
propia pedagogía cívica mediante la adopción de Según la correlación establecida por
un estilo arquitectónico propio, que valga decir- Tenorio la síntesis histórica, buscada con elo-
lo, se encontraba muy lejos de las fuentes que cuencia en la segunda mitad del siglo XIX, tam-
habían inspirado al Palacio Azteca. No obstan- bién abarca una dimensión estética y visual que
te, percibimos una manera concreta de escribir se cristaliza en el palacio. Esta visión trasciende
la historia cuyo objeto fue el de integrar y con- a dicho palacio y precede a la arquitectura ins-
ciliar a la nación en una síntesis monumental taurada en los dos últimos lustros del régimen,
que, como bien lo apunta Tenorio, tiene su que quizás un tanto deliberadamente, se quiso
parangón en la construcción del Palacio Azteca deslindar de las propuestas de aquellos “magos
y afirma que del progreso”. A diferencia de los magos que
hicieron posible el Palacio Azteca, la responsabi-
Las concurrencias entre el Palacio Azteca lidad de la arquitectura de principios del siglo XX
y México a través de los siglos mues- le cupo a profesionales extranjeros que de algún
tran las fronteras dentro de las cuales modo contradecían el discurso artístico nacio-
se discutían en el Porfiriato los elemen- nalista de tan sólo 10 años antes, por cuanto:
tos para una historia de México nacio-
nal, homogénea, lógica y asimilable. Las El Palacio Azteca en París era la ver-
reconstrucciones históricas anteriores sión en acero [madera, cartón y yeso]
del pasado de la nación no se habían de México a través de los siglos. En sus
reconciliado entre sí de manera que se muros, así como en las exposiciones que
lograra una historia abarcadora (única), albergaba, se repetía el relato contado
ya sea cronológica, geográfica o ideoló- por este nuevo texto de historia. […] En
gicamente. Los intelectuales porfirianos
llegaron por fin a la deseada síntesis, la

62 Tenorio. Artilugio…, 1998: 106. El destacado es


61 Tenorio. Artilugio…, 1998: 105. nuestro.

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la obra se evidencia una voluntad con- mexicano. En su opinión, imitar estilos pre-
ciente de volver a ordenar y reunir toda la hispánicos resultaba igual de artificial e inútil
historia de México en un solo libro según que tratar de copiar las estructuras coloniales
la versión de los liberales en el poder. españolas 66 . En ambos casos estaríamos en
Pero la empresa historiográfica de Riva presencia de un falso histórico. El juicio emi-
Palacio era especialmente reflejada por tido por Nicolás Mariscal acerca de la ausencia
los objetivos del Palacio Azteca en el sen- de una verdadera arquitectura mexicana en el
tido de que, dada su concepción original, “Desarrollo de la arquitectura en México”, 1900,
el libro tenía la intención de presentar a no está lejos del criterio de Mier67.
México ante el mundo civilizado como Un pabellón mexicano de estilo neoclási-
una nación moderna: un libro de primera co en la Exposición Mundial de París, 1900, es
clase… para que sea conocido por todo el sintomático de los estilos arquitectónicos que
mundo ilustrado63. prevalecieron en la ciudad de México en los pri-
meros lustros del siglo XX —que a nuestro jui-
No fue otra la impresión que causó el cio se convirtieron en emblemas y paradigmas
Palacio Azteca entre los visitantes a la expo- del Porfiriato— con una trascendencia mayor
sición de 1889. La lectura quizá sea un poco que la atribuida al Palacio Azteca. Es esta la
más compleja toda vez que el palacio pretendió arquitectura emblemática del régimen que por
eclipsar al Pabellón Español y a los pabellones sus características, aceptación y difusión adqui-
erigidos por las repúblicas latinoamericanas. rió un perfil nacional.
En otras palabras, México bajo la dictadura de
Díaz había conquistado su sitio entre los países
civilizados y estaba dispuesto a dar cuenta de su 3. LA NACIÓN
progreso.
El Palacio Azteca constituyó una forma ¿Cómo la historia y la arquitectura con-
arquitectónica experimental, la cual sería una y tribuyeron a la idea de nación? Con la restaura-
otra vez el punto de referencia del eterno debate ción de la República en 1867 se inicia el proceso
sobre cómo representar a la nación. Es esta una de la invención de la identidad nacional y de
discusión muy moderna en la que se enfrascó la una cultura por todos compartida. Esta condi-
elite porfiriana. Hacia 1900, con ocasión de otra ción precede al proceso que permite la consoli-
Exposición Universal en París, México inaugura dación del Estado Nacional.
un pabellón de estilo neoclásico64. Para enton- Es imposible deslindar la difusión,
ces “el Palacio Azteca de 1889 se consideraba escritura y enseñanza de la historia —crista-
un fracaso contundente, juicio que no sólo se lizada en el México a través de los siglos— de
aplicaba al palacio, sino a todo el esfuerzo por la propuesta arquitectónica adoptada por el
crear un verdadero estilo arquitectónico inspi- régimen de Porfirio Díaz. La arquitectura
rado en modelos prehispánicos”65. que se erigió bajo el Porfiriato, dentro de
Sebastián B. Mier, encargado de los tra- una escala monumental y con el propósito
bajos de México en París, 1900, sentenció que de perpetuarse como la memoria del poder,
no existía un verdadero estilo arquitectónico puede ser concebida como una arquitectura
emblemática y de pretendido carácter nacio-
nal. La arquitectura porfiriana expresó la
idea de poder como ninguna otra expresión
63 Tenorio. Artilugio… 1998: 109.

64 Este pabellón prefiguraba lo que sería el desarrollo


arquitectónico en los dos lustros posteriores con 66 Tenorio. Artilugio…, 1998: 43.
un énfasis mayor al impuesto por el pabellón de
1889. 67 Archivo General de la nación. Folletería, Caja 48.
Exp. 1183. Mariscal, “El desarrollo de la arquitec-
65 Tenorio. Artilugio…, 1998: 143. tura en México” s/e. 1901.

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artística contemporánea68 y satisfizo plenamen- capital por cuanto marcó la pausa que impuso
te el status que deseaba alcanzar la burguesía el Gobierno Federal a la provincia. El centra-
porfiriana. El lenguaje arquitectónico del régi- lismo propiciado por el régimen se vio favore-
men ofrece un índice iconográfico que pone de cido por la exaltación de la nación en la ciudad
manifiesto el interés del gobierno porfirista en capital mediante una arquitectura de carácter
la buena administración. La novedad está dada monumental. Es la mítica Tenochtitlán renova-
por la creación de un programa de transforma- da por el designio de quienes detentan el poder
ciones arquitectónicas y urbanas, de patrocinio en diferentes épocas históricas.
estatal, que inspirado en el devenir histórico de La arquitectura del Porfiriato tuvo como
la nación se empeña en exhibir el canon de la referente a las grandes urbes de Occidente69. La
modernidad. Estas transformaciones se hicieron monumentalidad fue la clave, pues surgió un
sentir profundamente en la ciudad de México y nuevo lenguaje arquitectónico que no compitió
fue en la expresión urbana y arquitectónica con las estructuras legadas por el virreinato
donde mejor se iban a traducir plásticamente y con las obras de los primeros tiempos de
las pretensiones estéticas del régimen de Díaz, la República. El emplazamiento de los nue-
que no nos distraigamos, alentaban también vos edificios y paseos evidenció una “puesta
la idea de la nación moderna. El neoclasicismo en escena” al realzar las perspectivas visuales
traduce mejor que ningún otro estilo arqui- de la ciudad70. Dicha ciudad, a principios del
tectónico la pretensión de universalidad de la siglo XX se habría convertido en el catálogo
república decimonónica y esa capacidad que se tangible de estilos artísticos del virreinato, de
le atribuye a lo representado lo podemos derivar la Republica decimonónica y claro está, del
de la lectura iconográfica de la Columna de la Porfiriato. Al transeúnte de la calle Madero, en
Independencia, del Palacio de Correos y, muy el Centro Histórico, no le es difícil apreciar el
especialmente, del Palacio de Comunicaciones y Palacio de Iturbide y las iglesias que lo custo-
Obras Públicas. La arquitectura neoclásica que dian, como un tributo al barroco, y a los pocos
apelaba tanto al movimiento historicista como pasos, impresionantes edificios porfirianos con
racionalista y que fue adoptada por la repú- sus techos a la mansard. Esta síntesis visual no
blica decimonónica latinoamericana recreaba
ese vínculo eterno al que apelaban las “demo-
cracias occidentales”: la antigua Grecia. Dicha
evocación se constituía no sólo en el ancestro 69 “Estas ciudades eran núcleos cosmopolitas, finan-
cieros y culturales que concentraban y combi-
más noble que legitimaba el parto de la nación
naban tendencias nacionales e internacionales.
liberal y republicana sino que apelaba tam- Las ciudades cosmopolitas —París, Nueva York,
bién a su legado artístico y al que debía ser su Chicago, Londres— de fines del siglo XIX combi-
estado natural: la paz. El régimen porfirista naban modas, hábitos y formas estéticas canónicas
logró conciliar, con plenitud, estos tres facto- con el incontrolable caos de desigualdad, margi-
nación y prácticas de sobrevivencia y protesta…”.
res. La exitosa participación de México en las
Tenorio. Artilugio… 1998: 13-14.
exposiciones universales así lo corrobora. En
la arquitectura que inauguró el Porfiriato en 70 Este es un punto que discute Rivas Mercado, en
la ciudad de México privó una circunstancia torno a la crítica del Palacio Legislativo Federal,
toda vez que dicho palacio, en vez de ofrecer estas
visuales desahogadas, lo hundían. En cuanto al
realce de las visuales de la ciudad fue una idea que
68 La pintura alegórica y conmemorativa, que cele- estuvo muy en boga en la transformación propues-
bra al México prehispánico y cortesiano también ta por Haussmann para París. Esta fue la razón
tuvo su momento. Además los edificios públicos que imperó en la exaltación de los principales
se llenaron de alegorías tomadas del repertorio monumentos y edificios mediante amplias perspec-
clásico de Occidente. Fue este el caso del Palacio tivas y planos radiales que convirtieron a la ciudad
de Comunicaciones y del impresionante despliegue en el paradigma de la modernidad: véase: Jordan,
de ornamentos, esculturas y pinturas alegóricas David P. Transforming Paris. The Life and Labors
que colmaban el proyectado Palacio Legislativo of Baron Haussmann. Chicago: The University of
Federal. Chicago Press, 1995.

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se logra ni en el mismo Buenos Aires, pues en La modernización experimentada en


las primeras décadas del siglo XX derribó todo todos los ámbitos se interrumpe con la irrupción
saliente de teja y balcón colonial. de la Revolución de 191073. Los intentos de orga-
La arquitectura emblemática se empla- nización de la oposición, en especial después de
zó en lugares —lugares de la memoria— que 1908, ponen en evidencia el resquebrajamiento
por sus funciones se definieron como espacios de una estructura de poder, que hasta entonces
públicos legados por el arribo de la moderni- muchos consideraban imperturbable. Pero el
dad71. La transformación de la urbe capitalina régimen no sobrevivió a la crisis política que
estaba comprometida con el cambio de las for- supuso el problema de la sucesión presidencial,
mas arquitectónicas y con el rompimiento de la aunque en 1910, el señor presidente había sido
traza urbana colonial. Después de 1877, primó reelegido unánimemente para el octavo manda-
la voluntad de la autoridad central de transfor- to presidencial. No se habían acabado los ecos
mar en espacios públicos grandes secciones de de los festejos del centenario cuando el 1° de
la capital mexicana72. La ciudad capital era tam- diciembre de 1910 Díaz protestó para un nuevo
bién la capital federal y por ende pasaban por período que debió acabar en 1916. Este último
allí los principales flujos del comercio, de las período constitucional de Díaz fue interrumpi-
inversiones y de las comunicaciones. Además, y do, estrepitosamente, en el verano de 1911.
como complemento, funcionaba como el para-
digma cultural de la nación moderna, modelo a
seguir por la provincia. Las características que CONCLUSIÓN
le imprime la modernidad a la urbe mexicana
le permiten monopolizar, en todo su espectro, En este artículo hemos valorado la arti-
los atributos de la nación. La ciudad capital se culación que pone en relación con la historia,
erige, sobre los otros centros, como el epítome la arquitectura y la nación durante el Porfiriato.
de la modernidad. La urbe mexicana en su La arquitectura del poder es una metáfora de
versión porfiriana reprodujo un universo más los cimientos más perdurables del gobierno
vasto que era el que representaba a la nación. Es dictatorial de Porfirio Díaz y es un problema
así como entendemos que el régimen además de que interesa a la historia política renovada de la
haberse erigido sobre las lealtades y solidarida- América Latina. El poder, la nación y las mani-
des tradicionales y modernas también dio paso festaciones estéticas se entrelazan para impri-
a la exclusión de grandes contingentes de indí- mir su huella a una época histórica, cualquier
genas en los pueblos y a la marginación de los época histórica. La especificidad que puede
léperos urbanos. No obstante, a pesar de ser un brindar la obra plástica a la argumentación
régimen de exclusiones, el de Díaz ha sido cali-
histórica es todavía un territorio yermo toda
ficado como un régimen moderno, a pesar de la
vez que la historia del arte trabaja, las más de
ortodoxia impuesta por la Revolución.
las veces, alejada de los procesos históricos que
interesan al historiador. Como lo hemos visto
71 Es el caso de los orígenes de la Avenida de los fue primordial establecer el diálogo entre la his-
Hombres Ilustres, cuya iniciativa se le atribuye a toria y los artefactos arquitectónicos; entiénda-
D. Mariano Riva Palacio. Velázquez Guadarrama, se edificios y monumentos. Este diálogo recurre
“La historia patria en el Paseo de la Reforma…”, en a la lectura de documentos que resultan extra-
Arte, Historia e Identidad… Tomo II. 1994.
ños al historiador. La sobrevivencia de los tes-
72 El plan de reorganización de la urbe pudo ser tan timonios tangibles, es decir, los monumentos
agresivo como el considerado para Buenos Aires en
el mismo período, pero en sus inicios el Porfiriato
no contaba con el erario suficiente. Para el caso de
Buenos Aires que ofrece, para el mismo período, 73 Guerra. México: Del Antiguo Régimen…, 1988: 21
su contrapunto con la ciudad de México véase: y Garner, Porfirio Díaz…, 2003. La interrupción de
Espantoso et al., “Imágenes para la nación argen- los trabajos en el Palacio Legislativo Federal, en el
tina…”, en Arte, Historia e Identidad… Tomo II. Panteón y en el Teatro Nacional ejemplifican esta
1994. situación.

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cívicos y los edificios, apela a la idea de nación Connolly, Priscilla. El contratista de don
que se difunde hacia el interior de los distintos Porf irio. Obras públicas, deuda y
grupos sociales. Los vínculos que hemos logra- desarrollo desigual. México: El Colegio
do establecer entre el poder, la historia y las de Michoacán, Universidad Autónoma
manifestaciones estéticas son determinantes en Metropolitana Azcapozalco, Fondo de
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uno sólo de los emblemas arquitectónicos del
Porfiriato la Revolución de 1910 se nutrió en el C osío V illega s , Da n iel. “ L a Repú blic a
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tación de la patria. Pero Clío es pérfida y poco México: Editorial Hermes, 1957.
menos de 9 meses después el dictador partía
a su exilio dorado en Francia, acompañado de . “El Porfiriato. La vida política
una vasta comitiva de porfirianos prominentes interior” (Parte segunda). Historia
y sus familias. Pensemos sólo un momento en Moder na de México, t. X. México:
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