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GRACIELA JASINER, COORDINANDO GRUPOS Una légica para los pequefios grupos 6 apes L patel See eeeeSSSSCSSSSSSSesesesesesesesese sess esses: Jasiner, Graciela Coordinando grupos : una légica para los pequefios grupos. - ta ed. - ‘Buenos Ares : Lugar Editorial, 2007 200 p. ; 23x16 em a) ISBN 978-950-892-281-6 1. Peicaandlisis. 2. Terapia de Pequetios Grupos. 1. Titulo COD 150.195 Diseno de tapa: Silvia C. Suaeez Correccin: Patricia Sts agardo Ta Queda prohibida la reproduccién total o parcial de este libro, en forma idéntica ‘6 modificada y por cualquier medio o procedimiento, sea mecéinico, informs 0, de grabacién o fotocopia, sin autorizacién de los editores I La FeRIBBOPIA ISBN: 978.960-892-281-6 LAraeamor © 2007 Lugar Editorial S.A. were Castro Barros 1754 (C1237ABN} Buenos Aires x "TeVFax, (64-11) 4921-5174 / (54-11) 4924-1585, mail: hugaredelstio.net/info@lugareditarialcom ar ‘www lagareditosia.com ar ‘Queda hecho el depésito que marca la ley 11.723 Impresoen la Argentina = Printed in Argentina a David amis hijas Mariana, Lila y Micaela POTCOPPSSSSSS SSS S99 S 999999 99S S990 5 Indice Introducci6n.... a eee El malestar en la cultura y ta subjetividad de la época.. Los grupos centrados en una tarea... Los grupos y el psicoandlisis 53 Bion y los grupos ..... en De Pichon a nosotros... 78 Entre prejuicios y problemas te6ricos. 95 Lacan y los grupos, una relacién compleja. 107 El cartel... gun grupo?... : 123 El banguete, relato de una reunién grupal.. 133 Aproximaciones a una légica 2149 Las intervenciones del coordinador. 169 Bibliografia osm 193 Introduccion sHabré alguaa idea gue merezca no ser pensada de nuevo? unas Caner Algunas palabras sobre el titulo de este fibro: Coordinando es un gerundio; supone un devenir mas que algo acaba- do, Puede funcionar como adverbio, en persona indeterminada, o expre sar una accién continuada, en proceso de ejecucién. Se refiere a una accién incompleta, que sabe de su imposibilidad, de su inacabamiento * y, a la vez, de su reiteracién, Subraya el “hacer” de un coordinador, como piensa lo que hace, Ia légica de sus intervenciones y aun las resistencias que por qué no habrian de estar de su lado. Este libro hablard mas de cémo trabajamos con grupos, y lo que vamos aprendiendo en esa practica, que de cualquier esencia posible de los grupos; de cémo orientamos nuestras intervenciones en Ia produc- cién de “trama geupal” y de “trazo singular” Coordinar no significa regularizar ni controlar, ni siquiera calcula. Hay tres tareas que Freud ya planted como imposibies: las de yobeenar, edlucar y analizar. Jams serin acabadas, y algo de lo inasible que las re corre es causa para que continiien; coordinar un grupo, en ese sentido, ¢s también una tarea imposible. Pero no es lo mismo impotencia que in posibilidad. No se trata de pesimismo, sino de hacer de lo imposible la causa para seguir trabajando; que lo irreductible, lo insolucionable se vuelva moror. Cuando se hace del conflicto un valor, la incertidumbre de ta vida nos puede devolver de vez en cuando el placer de pensat. Lo que erista liza y se muestra como acabado deher’ ser interpelado, tal como Lacan nos enseiid a hacerlo con la nocién de sujeto, tomando a Frege en la se rie de los niimeros naturales, o como Pichon Riviére nos dond en sui Cri tiea de la vida cotidiana. Algo de la retérica barthesiana de Fragmentos de wn discurso amcoroso, hecha de trozos de discursos, que deshace una tranquilidad, 0 de la multiplicidad de Umberto Exo, 0 de Italo Calvino, que disuelve mar cierta plu cualquier aspiracin monista, puede servirnos para ralidad, opuesta al monopolio de kz verdad, SRE RREERREER EE 10 * Graciela Jasiner Coordinar no es evitar el riesgo sino, en cambio, estar advertidos de {que nunca se podra despejar lo incoordinable, lo inagotable, lo impre- Visible, y que algo de lo innombrable, de lo irresotuble, justamente les dda espesura a las cosas, le da dignidad a nuestra tarea, alli donde nos atrevemos a sostenerlo. En un mundo hiperinformado, con promesas del discurso cientifico y de la tecnologia de nombrar todo, de poder con lo real, el misterio pa- rece arrasado. Heidegger llama “serenidad” a la actitud deseada ante la tecnologia: “una sobria disposicién a asombrarse”. La posibilidad del asombro saca del aburrimiento, despabila. Coordinando grupos, sera cuestién de disponer de técnicas eficaces de trabajo, pero sin perder La “serenidad”. Este libro intentara pensar una logica en las coordenadas de lo que ain asombra. Dice Heidegger: “La respuesta es la desgracia de la pregunta”, sin embargo, eso no avala a coordinar grupos perdidos en el laberinto de “todos los sentidos posibles”, o ningtin sentido, que es lo mismo pero al revés Coordinando grupos, no buscamos controlar lo incontrolable nit je- rarquizar las respuestas mas que las preguntas en tina pobre idolatria de lo evidente. Una ensefianza nos deja la Esfinge de Tebas: hay respuestas al enigma, que pueden resultar mortiferas, pero, aun asi, nada justifica tuna deriva, una arborizacién, ni una “rizomatizacién” infinitas. La in- vitacion a soportar no saber todo, a no coordinar Io incoordinable, no es una invitacién a no saber nada ni a perder la direccién de nuestra operatoria, Este libro, en cambio, es una propuesta de transitar las pre- ‘guntas y problemas de un coordinador que dirige algo del proceso gru- pal. No dirige personas pero si su operatoria, 0 sea, orienta su trabajo en una direccién. Sostener una pregunta, ponerla a trabajar, darle vida, tratarla con matices, sin arrasarla con fundamentalismos, no es tarea facil. Para ello habra que sostener una tensién, no decidir entre dos términos que, pa- raddjicamente, se presentan como opuestos. Algo de esto bordeaba En- rique Pichon Riviére con su propuesta de convertir el dilema en proble- ma grupal. La propuesta ser detenernos en el arte de coordinar, sin la atrogan- cia de quien pretende lo centralizado, ni tan siquiera la unidad, pero ocupindonos de la direccién en las “intervenciones del coordinador”, y para esto trabajaremos “aproximaciones a una logica para pensar los pequefios grupos” Uno no sabe por qué caminos transitaré en la vida, ni aun en un li- bro, pero, como dice Robert Frost, llegado a un punto, por lo menos Coordinando grupo: u uno puede decir que por uno de esos caminos no transitara. No me ocu- paré en este libro de grupos terapéuticos especificamente ni de grupos sin ‘tampoco trabajaré el tema de las l6gicas colectivas. Parto, jn de que estas dltimas no son suficientes para dar cuenta de los pequeiios grupos. Me ocuparé, justamente, dé los pequeitos gru- pos. Intentaré trazar algunas cuestiones sobre una légica para trabajar con ellos, especialmente con los grupos centrados en una tarea (GCT). No sera este libro una busqueda de ningtin universal sobre todos los grupos. Se abordardn solamente aquellos pequeios grupos, que estén Convocados en relacién con una tarea. Alguna vez me preguntaron qué eran los pequefios grupos. Mas alli de las definiciones universitarias de una cantidad numerable, a diferencia de la masa que seria innumerable, ‘0 del pequefio grupo, como aquel en que todos podrian ser captados con la mirada, mi experiencia se refiere a un niimero de integrantes entre los ‘cuales se podria advertir la falta de alguno de ellos. Esto me servira jus- tamente para pensar lo que me interesa, que es una légica del trabajo con ese tipo de grupos, algo de una logica borromeica en que si una cuerda se suelta, el nudo se desarma?. ‘Abordaré la’ pregunta: gqué hacemos cuando coordinamos? Pero también: :cémo pensamos lo que hacemos cuando coordinamos? Segui ré detras de las huellas de “lo singular” en los grupos. Cuando digo sit gular me refiero al modo como se conjuga lo particular en lo universal Cémo hacer “para potenciar lo singular, anudando lo grupal” y buscan- do 6 facilitando que los integrantes puedan ir encontrando otras res- puestas mas alld de lo inmediato. La tarea dista de ser facil. Este libro se refiere a mi experiencia en el trabajo y a una sostenida investigacién sobre diferentes dispositivos gru- pales: de reflexién, de formacién, grupos terapéuticos, equipos de tra- bajo, carteles y grupos operativos, en el campo de la salud, la educaci6n, o organizacional y lo comunitario. Me preocupan los dispositivos, pe- ro mas atin las formas de intervenci6n. Tal vez éste sea un modo de po- ner a trabajar un interrogante que me acompafia hace tiempo: desde los comienzos descubri, y siempre volvié a sorprenderme y a hacerme pre- sguntas, cierta eficacia que pueden tener los grupos, Cuestién que ain hoy me acompaiia y me lleva a investigar mas alli del clisico grupo te- rapéutico. Hace tiempo, en el libro Para pensar a Pichon intenté explicarme al go de esa eficacia en la linea de transformaciones sabjetivas que advienen 1, Logica borvomea, que serd abordada en el capitulo “Aproximaciones a una lgiea™ ABa Graciela fasiner ————___ enlan ‘én de una tarea, sin atravesar los elisicos caminos de la ~ Hasta donde mi experiencia me lo ha enseiiado, la icin grupal, especialmente en pequeiios grupos, es un espacio pro. Piciarorio para dichas transformaciones subjetivas, anudach dlor de una tarea. Hoy decido seguir avanzando, investigando lox recon, tes de dicha eff bic un libro es aventurarse por errantes laberintos, pasando de Kimo a lo expuesto pablicamente; es también un modo de pagar la deuda con los maestros, produciendo lo propio. En los comienses ung se ali ‘co, se adhiere a una teoria, la hace carne; es un primer tiempo ldgico. Pero cuando uno se atreve a producir algo reapecto de la propia experiencia, entonces uno ya no esti en tiempo de adhesiones a la teoria. En cierto modo se trata de una mirada sobre wa propio recorrido, mii formacién, mis limites v avances en el campo de lo grupal 80 singular en la comunidad “psi”, es poner a trabajar un tema contro, sertilo, complicado, que toca lo que a veces nos habita como tn pre, juicion y a veees como verdadero limite al que Mega la teoria, Los priluicios suelen dejarnos aturdidos, pero ya hemos aprendido que los polemicas que no se sostienen en fo simbélico; retornan en lo realy del Peor modo. Como dice Agamben, las “diferencias eliminadas” retornan como “goce segregativo” Este libro es una invitacién a aquellos a quienes los grupos les inte in ¥ estin dispuestos a problematizar algo de ese campo acompani. clome en la aventura. Intentaréeransmitiz,no un catalogo de concepron, sino algunas nociones Have respecto de lo grupal. Una nocidn llave cg bs que abre fs posibilidad de elucidar y de intervenie en el campo de lo Btupal. Se trataré entonces de ir trazando los senderos de una lgica No son lo misino nociones nodales que una coleccién de nociones. Lacan planted, en su retorno a Freud, una gran revolucién con la nocien dle sujeto, incluyendo al Otro en todas las instancias freudianas, Fete puesta no sélo conmovié la teoria, sino que tuvo contundentes conse. cuencias en la clinica y, me animaria a decir, en muchos niveles del gules Foucault la onteson «sa de as prs dedsiplinasien ms avigus arn Sia tacmaidene implis dar tessinoni dey verbose as pps codices senes {a intospecsin desi isn + anaes sabecet Up 5. La iden de voc Haves La tonto del seminar fu amt J. Lacan 11963), Pensamiento occidental, Intentaré en este libro ubicar las consecuencias de ese planteo, en el modo en que pensamos los grupos y los coordinamos, No obstante, una advertencia: éste no es un libro sobre psicoanlisi, Pretende ser un libro sobre Ja coordinacién de grupos, y en todo case abrevaré en una logica psicoanalitica para avanzar en esa dificil tarea dle pensar Ia experiencia grupal. éCémo se investiga lo grupal? :Se investiga lo grupal? Investigar, no slo en el sentido del clasico paradigma de las ciencias duras, que es comprobar un saber, demostrar una hipétesis. Para investigar es necesa, rio recorrer las propias huellas, pero también transitar los debates de nuestros dias, dejarse incomodar. El coordinsdor de grupos a veces s¢ aburre y torna rutinario el trabajo alli donde le faltan recursos téenicos, te6ricos o creatividad. La rutina prepara s6lo pata lo previsible; escapay de ella es animarse al misterio, tal vez a la extrafieza, Ojala He recorrido mis comienzos de la mano de Enrique Pichon Rivigre, y en mi modo de pensar y de trabajar a veces reconozco con alegcia y ‘orgullo sus marcas. EI dejaba en sus discipulos una impronta, la de un cierto “saber ha- cer” en esto de coordinar grupos. Ojald estas lineas nos den una légica para seguir pensando aquello, Ojalé este libro pueda causar a quien le interesa el tema de los grupos, como diria Heidegger, a “hacer pie”, a demorarse en el arte de coordinar grupos. Coordinando grupos la magia de lo inesperado me llev6 a investiga, pero en el camino de formar discipulos comencé a sistematizar algunas ideas, y es en ese punto del compromiso con mis discipulos donde nacié este libro. Un agradecimiento, entonces, a mis dscipulos, que son la ver dadera causa de este libro. Los grupos me hacen preguntas, me interrogan y ojalé esté encon- trando lo que los griegos Hamaban el kairds, ia ocasién, el momento oportuno de mi propio recorrido, del de-mis alumnos, de mis colegas, Para compartir estas inquietudes, Ojalé con sencillez y rigurosidad pue dda ir transmitiendo lo que me causa desde hace tanto tiempo, Tal vez, en lo que hace a las reglas del buen escribir, este libro pre+ senta un problema. Transito en sus paginas de la primera persona al no. sotros y de alli al impersonal. Tal vez sea como en los grupos: de repens fe no se sabe quién habla perdido en el nosotros, otras se impone la Sees eee eee eee eae SFFSFSeeseseeesesesPFFPFFFSFFasesFsesesesagesesesesesess' ciela Jasiner fuerza del yo autor, y a veces en el “algo fue dicho”sélo se trata del duende del lenguaje. Como dice la poética moderna, un libro no termina de realizarse cuando se escribe sino cuando encuentra un buen lector. Ojala, porque aun asi no nos alcanza; sigamos escribiendo, sigamos leyendo, sigamos buscando. El malestar en la cultura y la subjetividad de la época Enfermo estaba y ése fue, de la crescién, el motivo. Creando convaleci yen ese esfuerzo sané. THetNRICH HEINE. {citado por Freud en El malestar en le cultura) Para pensar los grupos centrados en una tarea, propongo servienos del texto freudiano El malestar en la cultura (1923). *@Por qué es tan dificil para los seres humanos conseguir la dicha?”, se pregunta Freud en ese tratado sobre la felicidad y las complejidades del alma humana!. A veces, en la apresurada inquietud de encasillar un texto ~en este caso con el titulo de “texto social”-2, se olvidan las pre- guntas importantes. 2O acaso no nos ocupamos de los problemas con la felicidad de quien acude a la consulta y, de alguna manera, de quien se retine en grupos con otros? El set humano sufre un malestar estructural, nunca encuentra exac- tamente lo que busca; entre el placer buscado y el placer encontrado hay una ineludible distancia y slo serdn fugaces los momentos de.felici- dad... s6lo instantes. Siempre queda un resto y no se logra la armonia tan buscada, Entre el placer buscado y el encontrado jamas hay adecua- ‘cin, nunca se encuentra exactamente lo que se busca, y lo que cada uno haga con esta diferencia marca su posicién en la vida. El ser humario llega a la vida desamparado, y Freud llama “natura- leza” al mundo hostil al que se enfrenta, y “cultura” a todo aquello que busca bordearlo, El malestar tiene que ver con lo real del cuerpo, el pa- 30 del tiempo, la enfermedad, a muerte de los seres queridos, los impon- derables, todo aquello que aunque la cultura intenta velar, nunca logra hacerlo del todo, siempre queda un resto. T. Dice J. Sachey en la introduccign del texto de Is editorial Amorvor: “El elo qu ini= ialmente habia elegido Freud fe Das Unglick in der Kultur (en slemit La infliciad en la cultura’), pero ms tarde Freud reemplaz6 Ung por Unbelagen, "malesar™ 2. Los grupos esinrinscrptos en logics colecivas, peto no se expicn por elles. Puicologis ae as masas y anisis del yo, El yo y el ello, El porvenir de wna sus y El malestar en Ta tara exin mseriptos en la linea de Tos textos socials de Freud, con lo que en una Epos Se “iereniaban de lor esritostetricosy lo tecises. 16 * Graciela Jasiner De tres fuentes proviene el “penar”: Ia fragilidad de los cuerpos, la hiperporencia de la naturaleza en la furia de su impredecible fuerza des- tructora y la insuficiencia de las normas que regulan los vinculos reci- Procos, © sea el vinculo con “otros” también trae malestar; las normas que nosotros mismos hemos inventado, paradéjicamente, no nos prote- gen, Ya en 1929 Freud anuncia a la humanidad que estar con otros no ¢s facil. Hay algo ingobernable e inexorable, con la misma fuerza de los fenémenos de la naturaleza, que recorre nuestro psiquismo. Pero, en ef mismo vinculo con otros ~nos anticipa el maestro- hay a la vez una sa- lida posible. En la compleja tematica del malestar en la cultura queda planteado un irremediable antagonismo entre la pulsi6n y las restricciones de la ci- vilizaci6i La vida desengafia, duele, y para soportarla, hay diferentes salidas: la enfermedad, el sintoma, la soledad, las adicciones, las “actividades cientificas” 0 las religiones, que operan, segtin Freud, “gracias a un i fantilismo psiquico insertando al sujeto en un delirio de masas y sefia~ lando el mismo camino para todos" Pero “(...) hay por cierto otro camino, un camino mejor: como miembro de la comunidad (...) se trabaja con todos por la dicha de to- dos”, 0 sea ante el malestar, en vez de salidas enfermantes, el trabajo con otros. Subrayo el verbo trabajar; en un pie de pagina Freud ubica el tra- bajo como modo de insercién en la comunidad, via posible de una pa- sajera e incompleta ~pero no por eso despreciable~ felicidad, y plantea una euestién tedrica no poco relevante que es el valor del trabajo en el destino de los componentes agresivos, erdticos y narcisistas. A veces, ante el vacio, el misterio, lo que duele, buscamos inmedia- tamente reparar y Henar la falta, embriagindonos para adormecernos y nombrar ripidamente lo que es innombrable, en cambio nos ensefia Freud: los posibles “caminos de la creacién, con otros" “El arte, la cteacién 0, ex cambio, formas patol6gicas como sinto- ‘mas y adicciones son salidas posibles para el sujeto.” (Los t6xicos pro- ducen cambios quimicos que dan placer inmediato, nos previene Freud.) Y, como no podria ser de otra manera, nos anuncia una salida posible para el ser humano: la sublimacion. El malestar, paraddjicamente, puede ser el punto de partida de fa in- satisfaccién y el padecimiento, o, a la vez, causa para la ereacién. El culo con otros, como fuente del malestar a la vez que salida posible, y 3. En estos empos en que sectas religions ysalidas fundamentaistas retornan en su esplen ‘dor, mejor no olvidar que la eimologia de reign es "eligas", “reuni' los caminos de la creacién como via para hacer algo no enfermante con ese malestar inexorable, son dos ideas fuertes en la I6gica para trabajar con grupos centrados en una tarea, tal como lo propondré a lo largo de este libro. Freud se pregunta por la felicidad y nos ensefia: Ia dicha (..) “s6lo es posible como un fenémeno episddico, de vez en cuando”. “Ser felices”, el programa del principio de placer, paraciera irrealizable. Dis- cemnir la dicha posible es cuestién de “cada quien.” “Cada uno tiene que ensayar la manera de encontrar la bienaventuranza.” Ante el malestar, ante Ia desventura, ante lo impredecible de lo real, en el “arte de vivir", @ no ser como fruto de un “resignado cansancio”, el ser humano tam. bién ama, Pero nos vuelve a advertir Freud: “Nunca estamos menos Protegidos contea las cuitas que cuando amamos”, ante ese propésito del amor, de convertir lo miiltiple en Uno. Los seres humanos anhelamos recuperar un paraiso que munca tuvie mos, sentimiento ocednico, de plenitud; busqueda imposible de ser uno con el otro, de sentimos un todo con el mundo. Hay un malestar estructural, producto de la represién de la agresién y de la sexualidad, precio que paga el sujeto para tener acceso a otros gocest. En un pie de pagina (89), Freud nos recuerda que al hombre originario le gustaba jugar a extinguir el fuego con la orina, y que s6lo pudo preservar el fuego que necesitaba para la comida, para el calor, pa- 12 sus inventos, alli donde renuncié a ese placer “pulsional”, Ahogar el fuego de los propios goces para construir una cultura plantea desde el vamos una légica: en el lazo social hay goces que se pierden para ganar otros. Estoy proponiendo el trabajo y la creacién con otros como via posi- ble en que se pueda salir del atrincheramiento més narcisista, de la ast Namada “inercia psiquica”, de la légica de la repeticion mas tanitica, inscribiendo pérdidas de goce a cambio de la luz y el calor de un fuego comin, Pero esto no supone embanderar los beneficios de una vida as cética sino, en cambio, poder disfrutar y gozar de la vida, cuando se de- in de vivir atado a goces parasitarios. Los grupos pueden operar como recurso ante el malestar en la cul tura, tejiendo una salida digna a ese malestar estructural, si en la bus queda de respuestas mas alla de lo inmediato y en la produccién de nuevas narrativas pueden bordearlo, y tal vez en algo de esto radique su eficacia. 4 Resulea inreresanre investigar fa ficacin de estos propos, en los eaminos de I sublimackin, articulada con la tarea, en tano plantean otto destino para la pulsion que mo seal culpa el super. 5. Froud, 8. (1929), Ef malester en la cultura, en Obras compat, tomo XX1, Amorrortu Bucnos Aires 1982 } ; , ; , , , ' ' ' . ' ’ . . . > . . . . . . : : : 2 > . » 18 # Graciela Jasiner Se sale, muchas veces, del exilio de uno mismo, en un proyecto con ‘otros, pero el lazo con otros no es del orden de lo natural. Estar con otros puede conmover el narcisismo mis letal, se que a uno lo deja arrasado en la aforada plenitud de su propia imagen. Al malestar se lo puede evi- tar o, en cambio, se lo puede convertir en causa para la produccion, y que asi devenga entusiasmo. Malestar y deseo, en este sentido, son com- pafieros de ruta en el trabajo grupal. ‘Sin embargo, los grupos, como los seres humanos, remiten a lo me jor y lo peor. Bola de sebo, del genial Guy de Maupassant, autor del Horla, es una especie de muestrario casi siniestro de los peores goces aque se pueden dirimir en un grupo humang. Es cierto que en los grupos se pueder: jugar las peores posiciones sacrificiales del ser humano, y la posterior segregacién de aquel que se ofreci6 en una posicién sacrificial, cuestién en la que Pichon Riviére se detenia bastante y en la que seria bueno demorarnos en los dias que corren. Pero no nos salvamos de ello ro haciendo grupos, sino estando advertidos de nuestra estofa. Estar en grupo es dificil; en la escena grupal se presenta de infinitos modos esa tendencia que, segiin Lacan, tenemos los humanos de ofre- cernos como objeto, sacrificialmente al goce del Otro, para sostener a tun Ocro sin barrat. Decia Hegel: “Quizé la mas clara expresién de la tragedia humana es no poder vivir sin dioses”, y Lacan (1964) también insiste: “El ser hu- mano busca dioses oscuros”. El psicoanilisis puede resultar en este sentido una herramienta te6ri- ca alli donde podemos pensar que el sujeto se presenta en una posicién sacrificial, y sera tarea del coordinador de grupos orientar el recorrido para que la situacién grupal propicie en cada quien un recorrido libera- dor respecto de esta posicién. Ya en 1929, Freud nos habia anticipado sobre el problema del supery6. Las voces del superyé nos habitan y en su completud dejan al sujeto en la inhibicién, el arrasamiento subjetivo. Si no hay atenuantes, si no hay opcién, el sujero queda en posicién sacrificial.; su paradigma seria la frase de San Martin: “Seras lo que debas ser, 0 no serés nada” el to~ do o nada. El punto donde lo que se busca es Ia completud, lo absolu- to, es el fracaso de cualquier hijo, de cualquier tarea, de cualquier coor dinador. Se tratara de propiciar “otros recorridos que no conduzean inexorablemente al mismo destino: un superyé obsceno”, que pide mas y més, Coordinando grupos, entonces, mejor no propiciar supery6 sino, por el contrario, agujerearlo, creando condiciones para recrear en la re lacién con otro la falta, la no completud. Si coordinamos desde un lu- ‘gar muy superyoico, lo que hacemos es propiciar en la trama grupal lo Coordinando grupos * 19 més arrasador. Si coordinamos desde un lugar més humilde, pero bi direccionado, en general producimos mejores efectos en un grupo. A es- to lo llamamos “mostracién”, efectos que se producen por la presencia, por algo de un poner en escena, mas que pot lo que se dice’. 'A veces decimos que un coordinador “esta trabajado”. ZA qué nos referimos? Justamente, a que tiene trabajados estos aspectos superyoi- cos; entonces se permite decir algo, aunque no sea todo; no busca el bri- Ilo de la completud. Se gana en humildad y, por lo tanto, en eficacia, y suele resultar muy propiciatorio en los grupos. Si resulta imposible encontrar exactamente lo que se busca, irreme- diable diferencia entre el placer buscado y el encontrado, y siempre habra un resto, los grupos pueden poner al sujeto ante el desafio de interrogar su posicion con cada desajuste, y a quienes los coordina~ mos, ante la necesidad de inventar dispositivos que propicien el tejido __de tramas mas allé de las narcisistas buisquedas de lo imposible. Limi- te ala vez que condicién de libertad: sélo asi la coordinacién de un grupo deviene posible. ‘Como diria el pesimista Schopenhauer, “los puercoespines se conge- laban, y a pesar de eso ninguno soportaba una aproximacién demasia- do intima de los otros”. Si nos acercamos, nos pinchamos los unos a los otros; si nos aleja- mos, nos morimos de frio. Hay ciertas cercanias ente? los humanos en que una y otra vez se clavan las espinas. El ser humano, en tanto habla, no puede dejar de clavar sus piias, pero a la vez no puede, tampoco, prescindir del acercamiento. En el libro ¥ mahana qué... en esos imperdibles didlogos entre Rou- dinesco y Derrida, dice Roudinesco: “Los puercoespines renuncian a lapretarse unos contra otros para luchar contra el frio, Sus pinchos los lastiman. Obligados a volver a acercarse en tiempo de helada, terminan por encontrar, entre la atraccién y la repulsién, entre la amistad y la hos- tilidad, la distancia conveniente”. Qué pueden hacer para calentarse entre si los puercoespines en el invierno? ZCémo pueden aproximarse y brindarse calor sin tener que dafiarse con sus espinas? Pareceria que, no habiendo una distancia éprima ni justa, se trata todo el tiempo de su busqueda, pero la metafora de los erizos también sugiere que hay una segregacién propia de todo lazo social ‘Los seres humanos quisicron construir una torre tan alta que Hlegara falas puertas del cielo’. “La palabra Babel en lengua sumeria, ‘puerta “E Enal capitulo “Las incervencioncs del coordinadoc” abordaré Ia suesti6n ée la “mostra- Gian” deen lenguaje no sélo de palabras que a veces uclizamos en nastra operaroria. 7a tore de Babel (Gén. 1, 119). 20 * Graciela Jasiner de los dioses'~ nos cuenta de una torre con su templo en la cima que era ‘como una puerta, abierta al cielo, para comunicar con los dioses.” Si tan deslumbrado estas con tu propia obra, y lo mas importante es que He~ gue mas alto que todo le que hay en el mundo, nunca te podris enten- der con los otros, les enseii6 Dios. Multiplicidad de lenguas, castigo di- vvino ante la soberbia de querer llegar tan alto. En los grupos vamos a hablar otras lenguas, porque estan nuestros narcisismos, porque cada uno habla desde su propia fantasmatica. Y, a la ver, el otro escucha desde su propio fantasma Los puercoespines y la torre de Babel, dos metaforas sobre lo dificil de estar con otros en un grupo. El narcisismo, paraddjicamente, es lo mejor y lo peor; es fundante del sujeto y, a la ver, el mayor obsticulo. ‘Narciso murié de amor a si mismo, fascinado con su propia imagen. El efebo no acepté amar a la ninfa Eco, esa bella muchachita que sélo po- dia pronunciar las tiltimas letras de cada palabra... Jamas una palabra entera, Narciso no acept6 escuchar palabras de amor que s6lo fueran medias palabras. De la logica freudiana podrfamos concluir: la creacién con otros (a través de una tarea, agregarfa}, pagando el precio de perder algo del propio narcisismo, traza un camino posible ante lo imposible. El “no to~ do”, la posibilidad de sostener un acto, aun con malestar, alivia y traza hilachas que tejen algo de alegrfa para el ser humano. ‘Alas criaturas que habitan en el limbo, dice Agamben, no les esta re~ servado ningiin dolor porque su estado, como el de los angeles, es el de tuna impasible alegria natural. Pero no es lo mismo la alegria impasible de estar en el limbo que la alegria del trabajo con otros; jiibilo de Ia ima~ ginacién colectiva, de la produecién de lo nuevo. El trabajo con grupos centrados en una tarea se orienta en el sentido de la produccién de lo singular en tanto anudado a la potencia de los colectivos. Una postura respecto de lo colectivo, que ya seitalé Paul Ri- coeur: las producciones culturales no son siempre repeticién, pueden abrirse a nuevos sentidos, lectura que, desde ya, hace a la orientacién del trabajo con grupos centrados en una tarea. Los grupos y la subjetividad de la época En tiempos en que el escepticismo pareceria instalarse con fuerza en Jos horizontes de la humanidad y en que resulta dificil aceprar que el otro hhace a la estructura de cada quien y que puede ayudar a sostenerla, el tra bajo con pequefios grupos pareceria ofrecer modos posibles de atravesar Coordinando grupos * 21 cel malestar en la cultura, que no sean los del individualismo y los fund: ‘mentalismos. Subjetividad de nuestco tiempo en una tensién entre la sificacién y el individualismo, entre la produccién masiva y seriada de los ‘mass nedia y el aislamiento solitario, aun cuando estemos rodeados por otros. Hay una “desmesura” contemporanea, un “fuera de medida” que insistentemente sefiala y prescribe el goce. ‘La posmodernidad, la falea de alguna narrativa esperanzada, de uto- pfas, y el asi llamado desfallecimiento del nombre del padre, parece no ser sin efectos en la subjetividad de nuestros dias. Con la ilusién de dominar fo ingobernable avanza la tecnologia, subsidiaria ce un discurso cientifico que promete neutralizar lo imposible, nombrar lo que es radicalmente in- nombrable, cuando no borrar el resto, desconociendo que hay misterios, que hay enigmas, que no nacieron para ser develados, y que se trata mais bien de la magia y por qué no del dolor de ir atravesandolos. Hay discursos a los que parece no faltarles nada, saberes, tecnologias, objetos de consumo, en que la incompletud y la castracién estan desestima- das. Universo de la visibilidad y la voragine, mundo light, lleno de marcas registradas en que parecen perderse los trazos diferenciales y donde la pre= ‘gunta es cémo “marcar” propiciatoriamente ese desierto despoblado, esos tiempos circulares de légicas de lo tinico y no de las diferencias. ‘Alli donde el sujeto quiere “ya y todo”, imperio del yo ideal, de lo absoluto, no hay tiempo de demora, no hay inscripcién de un intervalo, Buscar algo absoluto, suprimir la falta ~nos ensefa el psicoanslisis~ re- mite a un narcisismo mortifero. Imperio del yo ideal, de lo absoluto, que nos deja someticos a un superyé obsceno, que pide ms y més, y circu Jando desamarrados por laberintos infinitos. ¢Acaso la vida coridiana es otra cosa que un devenir de encuentros y desencuentros de amores ¢ in- completudes, en que cada uno va trazando algiin camino, va haciendo algo con sus propias marcas? El mito de nuestco tiempo, segin Suely Rolnik, es la proinesa del paraiso en la tierra, la idea occidental de pa raiso prometido a través de diferentes modos de consumo es un nuevo garante de la promesa, Otra vez, promesa de lo ebsoluto. ‘Al ser humano le cuesta aceptar que no hay teoria ni préctica que puedan agotar el encuentro y desencuentro con lo real. El discurso de la Ciencia y de la tecnologia promete hoy este dominio. En Ia era de lo que Mark Auges ha llamado los “no lugares”, entre promesas de eternidad yy del no paso del tiempo, cuesta ubicar alguna marca singular en los mo~ dos de vivir y hasta de morir; y alli donde el sujeto no tiene marcas que le sefialicen propiciatoriamente el camino, produce marcas mortiferas. En un universo que amenaza con avanzar hacia lo uniforme, la vio~ lencia, © algunas patologias ~asi llamadas- de nuestro tiempo, a veces lg raciela Jasiner ofrecen la ilusién de una identidad, 0 por lo menos alguna narrativa, ‘una posibilidad de compartir con otros el suftimiento. ¢Radicaria la subversion de los grupos en una oportunidad de “hollar”, de marcar el camino? La ilusién de una tarea compartida, en lo inacabable de su re- corrido, puede ayudar a contornear lo insoportable, lo innombrable de otro modo, haciéndole borde. Voy a insinuar que Asterién, el Minotauro borgeano, es un paradig- ma de la subjetividad de nuestra época, circulando solo, en medio de sus excesos, et un laberinto todo igual, casi sin marcas. {Laberinto globali- zado, dirfamos hoy? En el cuento La casa de Asterién (1949), Jorge Luis Borges retoma bellamente el mito del Minotauro, Borges se detiene en el monstruo sediento. Nos recuerda que las galerias del laberinto son to- das insoportablemente iguales, que el Minotauro mata a sus victimas para producir una diferencia, que deja los cadaveres por mucho tiempo frente a las galerias para diferenciar una de otra. E] laberinto supone un espacio y un tiempo circular, uniforme, de lo Sinico, mas de lo mismo, de los “no lugares”, desierto de lisuras y no de rasgos singulares, Sujeto de nuestros dias, que camina, solo, desafiliado, sin poder detenerse en nada. En la clinica actual, las consultas son por cuadros de gravedad y ur gencia subjetiva. Sujetos impulsivos que, mas que recordar, muestran; gue no terminan de amar un sintoma a través del cual encaminar una cura, ni de formularse una pregunta ~desde un deseo de saber- sobre el propio padecimiento; modos de presentacién, llamados “nuevos pade- cimientos” (anorexia, bulimia, panico, soledad y tristeza; enfermedades psicosomiticas en gente joven), que parecerian retornar salvajemente desde lo real recordandonos que, por mucho que el biologicismo bana- lice la angustia reduciéndola a una anomalia neuroquimica o genética, la angustia erece en nuestros dias. No olvidemos que en los tiempos de Hipécrates se hablaba de enfermos, y hoy se habla de enfermedades. “Nuevos padecimientos”, que se tiende a ubicar en las fronteras de la clisica tripartici6n (neurosis-psicosis-perversiOn) y que, en todo caso, to ‘que més tienen de nuevo es que, en la urgencia ~muchas veces en la pre- mura del acting-, interrogan la 'égica de las clisicas intervenciones y de

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