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Samanta Schweblin

* Entrevista en: http://www.pliegosuelto.com/?p=18479


Pregunta: Entre otras cuestiones, hablas del relato como un recorrido que se programa tanto en el
papel como en la cabeza del lector. ¿Cuánto hay de control en el escritor y cuánto hay de libertad en
el lector?
- Me gustaría pensar que hay mucho control en el escritor porque, como lectora, me gusta sentir ese
control, me gusta confiar y entregarme a la lectura sabiendo que hay un destino calculado y un
recorrido particular programado. Y también porque ese control, bien programado, me da espacio a
mí como lectora para construir a la par del escritor, me deja nombrar en silencio las palabras que se
escriben entre líneas.
Como bien decías, creo que parte de la historia se escribe sobre el papel, y parte en la cabeza del
lector, y para que dos personas caminen juntas hace falta un pacto de confianza. Los dos caminan en
la misma dirección, pero nunca se pisan.

- La acción y los objetos serán los que en última instancia construirán en la cabeza del lector
determinados sentimientos, determinadas ideas, pero, como dice O’Connor, el mundo del narrador
se construye con lo material.

Pregunta: Hay latente en cada personaje esa imperiosa necesidad de expresarse. Sin embargo,
callan o terminan envueltos en un diálogo neutro, sin riesgos, que lima las aristas de lo personal.
¿No hay posibilidad de comunicación?
La hay, pero creo que la verdadera comunicación se da a veces en los espacios más inesperados, en
algo que se omite, en un gesto, en una revelación inesperada. Y en cambio, muchas veces
comunicarse implica malas interpretaciones, ruidos, confusión.

Pregunta: ¿Estas situaciones de ecos y reflejos podrían constituir una especie de anagnórisis, como
un instante de revelación para los personajes?    

Creo que siempre hay una revelación en un cuento. Una suerte de epifanía que cambia para siempre
la mirada del personaje o del narrador. Y parte de ese aprendizaje, o de esa sensación única, que
tiene que ver con ese descubrimiento particular, se transfiere al lector. Es lo que un buen cuento nos
entrega a cambio, recorridos sentimentales o ideas sobre el mundo a las que no hubiéramos llegado
de otra manera.

Estas revelaciones son, en mis propias lecturas, las “cerezas del postre”, lo que busco
constantemente como lectora.

SINIESTRO:
Quizás represente mi idea personal sobre el mundo, las cosas sobre las que a mí más me interesa
preguntarme. Y tiene que ver con todo lo extraño y todavía desconocido que hay a mi alrededor, en
el mundo cotidiano, con todo lo que no termino de entender, o de decodificar.
Me gusta muchísimo la literatura fantástica, y es un género que sigo leyendo y por el que me siento
muy influenciada. Sin embargo, a la hora de escribir, no tengo la sensación de estar cruzando
ninguna línea entre lo real y lo fantástico. Por lo menos en los últimos libros que escribí, diría que
lo fantástico pertenece pura y exclusivamente al clima, a una sensación de fondo de tensión e
inestabilidad, de inminencia, que es una de las cosas que a mí más me gustan del género como
lectora.

Pregunta: Para ti, como escritora, ¿qué es lo importante?


Tanto cuando escribo como cuando leo, para mí es muy importante la tensión, y la confianza. Esa
sensación de que algo nuevo va a descubrirse, va a entenderse –una idea en la que nunca antes se
había pensado, un recorrido sentimental que nunca se había atravesado–, y luego, por supuesto, la
concreción de esa promesa.

* Nota en: https://www.heraldo.es/noticias/aragon/2015/06/11/samanta-


schweblin-retrata-a-personajes-acorralados-que-querrian-vivir-otra-vida-
223179.html
Se trata de una colección de siete relatos de "personajes acorralados" que se enfrentan al poder de
los objetos (uno de los más poderosos es tan diminuto como una azucarera) y quizá al deseo de vivir
otras vidas, las de sus vecinos, y de habitar otras casas y de saber cómo son los livings y los jardines
ajenos.

Yo a un cuento le pido que tenga inminencia, energía o tensión, velocidad e impacto o desenlace.
¿Velocidad? La velocidad no es el ritmo ni la aceleración de la acción. La velocidad tiene que ver
con el poder de la frase en la mente del lector: habla de las preguntas qué le propone, de los
mundos que le sugiere, de un clima de inquietud, del misterio. Eso es algo que me preocupa
especialmente. Escribo con la intuición y con la consciencia".

Lentitud sin esperanza, hastío. Desesperación.

Emoción final. Explosiva.

“Me fascina ese universo turbio, irreductible, animal, que surge de manera casi espontánea por
acumulación de detalles psicológicos, ese clima de terror que parece tan natural."

Objetos dan fuerza, peso, luz y espacio a la prosa. Los objetos crean una atmósfera especial de
intriga, de locura, de obsesión o de pura turbulencia. El lector ensancha cada cuento desde el vértigo
y el escalofrío.

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