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XI
A través del cuerpo físico, el hombre está relacionado con el reino mineral. El ser
humano, eleva lo que se encuentra en el reino mineral exterior, a una forma
superior. A través de su cuerpo etéreo está emparentado con el reino vegetal,
elevando a una forma superior lo que de otra manera se encuentra en el reino
vegetal. Y lo mismo puede decirse del cuerpo astral del hombre en relación con
los seres del mundo animal. Por tanto, cuando pensamos en el entorno espacial del
hombre, podemos darnos cuenta de que lleva dentro de él los reinos mineral,
vegetal y animal. Y así como el hombre lleva en él los reinos de la Naturaleza, que
encontramos en el espacio, también lleva en sí respecto al tiempo, no al espacio,
los reinos de las Jerarquías Superiores. Y sólo podremos entender el karma
humano en todos sus aspectos, cuando sepamos cómo trabajan los diversos reinos
de las Jerarquías sobre el hombre en el transcurso de su vida terrenal.
Al considerar cómo trabaja el reino mineral sobre el hombre, podemos ver los
procesos relacionados con la nutrición. Por cualquier medio de alimentación, el
hombre mineraliza, en primer lugar lo que acoge de los reinos que se encuentran
por encima de la condición mineral. Pasando al reino vegetal, sabemos que el
hombre tiene dentro de sí las fuerzas vitales. Respecto al reino animal, vemos
que a través de su cuerpo astral el hombre eleva lo que es mera vida a una esfera
superior, al reino de las sensaciones. En resumen, en el organismo humano
podemos seguir la secuencia de los procesos de los tres reinos de la
Naturaleza. De la misma manera podemos sentir el trabajo de las Jerarquías
Superiores en la vida anímica y espiritual del hombre.
En cuanto a lo que está más allá de los 56 años hablaré en el próximo estudio.
Hoy vamos a considerar el curso de la vida humana hasta los 56 años.
Tenemos por tanto tres septenios de la vida hasta los 21 años, luego otros tres
septenios (21-42 años) y así sucesivamente. El hombre es el único ser capaz de
decirse “yo” , a sí mismo, pero sobre este Yo, actúan muchas fuerzas. Desde el
punto de vista exterior, en el “yo” trabajan fuerzas minerales, vegetales y los
animales y observado interiormente, desde el aspecto anímico espiritual está
influenciado por las Jerarquías Superiores: Tercera Jerarquía, (Ángeles,
Arcángeles y Arkáis), Segunda Jerarquía (Exusiai, Kyriótetes, Dynamis) y
Primera Jerarquía (Serafines, Querubines y Tronos).
Estos Seres sin embargo, no hacen todo el trabajo en el curso de la vida del
hombre de la misma forma. Incluso exteriormente, hay una diferencia en las
influencias, que tienen efecto en el ser humano de acuerdo con su edad, con el
tiempo. Podemos decir que la parte exterior del hombre está expuesta a las
diferentes etapas que recorren su biografía.
Cuando observamos un bebé, al comienzo mismo de la vida terrenal, encontramos
especialmente marcado en él un creciente y próspero proceso de edificación y
desarrollo, algo característico del reino animal. Si tenemos en cuenta la última
parte de la vida, los años que nos llevan a la vejez, encontramos evidentes
procesos de mineralización. El organismo se vuelve esclerótico y quebradizo.
Debido a que este proceso de mineralización es más sutil e íntimo en el hombre,
funciona con más fuerza en él que en los animales, con la excepción de los
animales superiores, debido a condiciones en las que no voy a entrar ahora, lo
trataré en una ocasión posterior. Mientras que en los animales, comienza
enseguida la detención del flujo de las fuerzas vitales, el hombre realiza
importantes fases de su desarrollo dentro del periodo de disminución de estas
fuerzas vitales, comenzando esta en la década de los treinta. Y muchas cosas de
enorme importancia cultural, en la evolución de la humanidad, simplemente no
existirían si los seres humanos se desarrollaran de la misma manera que los
animales, que no aportan nada a la vejez.
Los seres humanos pueden llevar mucho a la ancianidad, y muchos logros
trascendentales se deben a lo que ha sido así llevado hasta la ultima parte de su
vida, en el período de su declive físico, cuando el proceso de mineralización es
particularmente evidente. Es claramente perceptible que en el comienzo de la
vida terrenal predomina la naturaleza animal, al final de la vida terrenal, la
naturaleza mineral, y en el período intermedio de la vida, la naturaleza vegetal.
A los 35 años comienza un período donde el ser humano se vuelve más débil con
respecto a sus fuerzas anímicas, se hace menos capaz de soportar la aparición de
las fuerzas destructivas en su organismo. Antes de esta edad, el propio
organismo constituye un apoyo fundamental, por su tendencia inherente a
fomentar lo constructivo. Esta tendencia se prolonga a lo largo de la década de
los treinta, pero entonces comienza a predominar una tendencia
destructiva. Este proceso de destrucción no puede ser contrarrestado ni siquiera
por las fuerzas que emanan de los Seres de la Segunda Jerarquía.
Una vez más hay un septenio, entre los 28 y los 35 años, donde la Segunda y la
Primera Jerarquía trabajan conjuntamente. Así, en realidad, la Segunda
Jerarquía funciona por sí misma durante el período comprendido entre los 21 y
los 28 años de edad.
Durante muchos años he estado hablando del hombre como un ser tripartito: el
hombre cefálico (neuro-sensorial), el hombre rítmico, y el hombre metabólico. Un
profesor dedujo de ello ¡lo que deducen los profesores! que yo había dividido al
hombre en tres -la cabeza, el pecho y el sistema abdominal-; lo hizo así porque
puso esquemáticamente una cosa al lado de la otra. Pero yo siempre he puesto el
acento en que el sistema neuro-sensorio está realmente concentrado en la
cabeza, pero por otro lado, se extiende por todo el hombre. Lo mismo sucede
respecto al sistema rítmico. Las cosas vivas simplemente no se pueden poner una
al lado de la otra, espacialmente. De la misma manera no se debe concebir la
secuencia del funcionamiento de Ángeles, Arcángeles y Arkais limitado por lo
general a los tres primeros períodos de la vida, pues las consecuencias de estos
períodos continúan a través de la toda la vida, al igual que el sistema neuro-
sensorial se concentra principalmente en la cabeza, pero está presente en todo el
organismo. Podemos sentir con el dedo gordo del pie, ya que éste también
contiene el sistema neuro-sensorial. La tripartición del organismo humano es una
realidad, como también lo es la tripartición de la que voy a hablar ahora.
Al estudiar los septenios de la vida humana, se podría decir: por un lado el “yo”
humano está sujeto a numerosas influencias procedentes del mundo espiritual, al
igual que en el aspecto físico está sujeto a influencias procedente de los reinos
naturales. Como seres humanos estamos con nuestro “yo” expuestos a lo que nos
viene del cosmos, de una manera más complicada. Esta actividad espiritual que se
extiende a partir de las Jerarquías desde el cosmos hacia el hombre, también se
ocupa de la formación del karma durante la vida física en la tierra.
Los Ángeles, Arcángeles y Arkáis nos traen desde el mundo espiritual al mundo
físico, y son ellos principalmente los que nos acompañan a través de los tres
primeros septenios de la vida. Y trabajan con más fuerza sobre todo en el
sistema cefálico. Todo el complicado y maravilloso desarrollo que tiene lugar en
nuestra vida sensorial e intelectual hasta la edad de 21 años está marcado por la
Tercera Jerarquía. Innumerables acontecimientos tienen lugar tras las escenas
de la conciencia ordinaria. Y es precisamente en estos acontecimientos donde
participan estos Seres de las Jerarquías Superiores.
Las fuerzas que necesitan la Tercera Jerarquía, para guiar y dirigir la vida
humana hasta los 21 años emanan de estas entidades desde las radiaciones
espirituales de Saturno (♄), Júpiter (♃) y Marte (♂).
Cuando traspasamos los 21 años (en las próximas conferencias presentare lo que
ocurre con los seres humanos que mueren antes de esa edad) llevamos grabado en
nosotros lo que son las exigencias kármicas de nuestra vida. Esto se puede leer
en las personas de 21 años, se pueden percibir las demandas kármicas inscritas
en ellas, porque es en este período, hasta los 21 años cuando se inscriben estas
demandas. Las llevamos en el trasfondo oculto del sistema neuro-sensorio, en lo
que constituye nuestro fundamento anímico-espiritual.
Así que aquí puedo escribir (ver diagrama): desde los 28 hasta los 49 años,
cumplimiento del karma. Durante el período comprendido entre los 21 y los 28
años las exigencias kármicas y el cumplimiento kármico se mantienen en
equilibrio.
Ahora bien, este período tuvo un efecto notable sobre los seres humanos que
vivían entonces. Esto se puede percibir hoy en día cuando se observa a ciertas
personas en relación con su karma. Una y otra vez, mis queridos amigos, me he
impuesto la tarea de estudiar a una serie de personas, desde este punto de vista
en particular, personas que han adquirido un cierto grado de cultura
contemporánea, la cultura intelectual predominante en nuestra época que es la
cultura de la cabeza, así pues se trata de hombres que, comparativamente
aprendieron mucho. Piensen en el gran número de personas que se han convertido
hoy en día en profesores, de secundaria, funcionarios, y similares. Estos han
aprendido mucho, han estado a las escuelas secundarias, incluso en las
universidades, y se han convertido realmente en personas muy inteligentes. (No
me refiero a esto, irónicamente, sólo pido que se lo tome en relación con lo que
he dicho en otras ocasiones sobre estas cosas). Hay un número incalculable de
personas muy listas hoy en día. La mayoría, de hecho, son tan inteligentes que
difícilmente se les puede decir nada, porque ellos ya lo saben. Cada uno tiene su
propio punto de vista, su criterio, cada uno pronuncia un juicio acerca de lo que se
le dice.
Así son las cosas en nuestro tiempo, pero sólo en nuestro tiempo. En épocas
anteriores era bastante diferente. Entonces eran pocas las personas que tenían
conocimiento, las demás escuchaban. No era normal que existieran tantas
personas inteligentes como las de hoy en día incluso en la temprana juventud ya
se es sagaz. Basta pensar en cuántas personas menores de 21 años escriben -no
voy a decir poesía, pues eso se ha hecho siempre- sino que elaboran artículos de
prensa, incluso críticas serias.
Y ahora otro ejemplo –una personalidad que era aún más inteligente que la que
acabo de mencionar- pero de nuevo sólo inteligente. Era extremadamente miope y
estaba en posesión de una inteligencia realmente notable. Hasta la edad de 30
años, esta personalidad también, debido a su inteligencia, tuvo una fuerte
influencia sobre sus semejantes. Sin embargo, cuando cumplió los 30 años, e
incluso los 35, cuando el sistema neuro-sensorio dejo de trabajar con tanta
fuerza, dando paso a la actividad del sistema metabólico, este hombre, que había
sido tan capaz e inteligente, se convirtió en alguien absolutamente trivial y
banal, absorto en pequeñas disputas. Lo conocí en su juventud y confieso que me
sorprendió cuando lo encontré posteriormente entre las personas que quedan
absortas en la vida trivial característica de un partido. La observación de la ruta
de la exigencia kármica que conduce al cumplimiento kármico reveló que las
fuerzas de la inteligencia en los hombres de nuestro tiempo, preparadas en la
encarnación anterior durante los primeros siglos cristianos, no eran lo
suficientemente fuertes como para que el alma pudiera elevarse al reino de la
Primera Jerarquía, en el tiempo en que deviene más débil, cuando el cuerpo le
ofrece la oposición más grande.
Y entonces, para mi se hizo evidente, que el gran número de hombres que son tan
inteligentes, que pueden, sobre todo ser tan inteligentes a través de su
educación, estos hombres que en la primera época de la vida desarrollan la
capacidad de llegar con las fuerzas de su inteligencia a la Tercera Jerarquía,
(Ángeles, Arcángeles y Arkáis). Esto lo obtienen. Y en esta época de la vida son
personalidades que prometen.
Si ustedes recorren los nombres de los que se han hecho una reputación como
jóvenes poetas o artistas y luego perdieron todo derecho a ser incluidos en los
anales de la literatura o el arte, encontrarán abundantes pruebas de lo que estoy
diciendo. Con ello quiero mostrar cómo las diferentes épocas de la vida humana
revelan de muchas maneras cómo entra en vigor el karma y los impulsos del
karma.
Estamos sumergidos en una autentica tragedia y hay múltiples cosas que no llegan
a resistir la prueba de los años. En la juventud, los ideales son abundantes, y en la
vejez pocos permanecen. Las personas mayores se basan más en el Estado y en
sus pensiones que en el poder que sustenta la vida misma, necesitan apoyo del
exterior, porque no pueden encontrar en sí mismos lo que les lleva a vincularse
con la Primera Jerarquía.
Vemos pues, que si queremos estudiar el karma por la senda correcta, debemos
prestar atención a los diferentes miembros del hombre que se engranan unos con
otros. Cuando el hombre pasa a través de las tres primeras épocas de la vida,
luego por las tres segundas y más tarde por las tres siguientes, vive de tal forma
que primero tiene relación con la Tercera Jerarquía. Después añade la relación
interior, inconsciente, con la Segunda Jerarquía y finalmente con la Primera
Jerarquía. Sólo sobre la base de este conocimiento podemos juzgar hasta qué
punto el hombre permite que sus impulsos kármicos, puedan llegar a su
expresión. Pues es este saber respecto a la relación del hombre con las
Jerarquías Superiores, el que otorga y muestra lo que es la vida humana, en la
realidad concreta.
Los Ángeles, Arcángeles y Arkáis nos dicen en nuestro inconsciente durante las
tres primeras épocas de la vida: “todo esto lo has traído de épocas anteriores, a
partir de vidas terrenales anteriores. Esto lo debes tomar sobre ti mismo”. Esto
se nos dice en nuestra experiencia subconsciente de la vivencia del destino. Y en
verdad, este mensaje de destino resuena constantemente en nosotros a lo largo
de estos tres septenios, proveniente de la Tercera Jerarquía: “Esto es lo que
Saturno, Júpiter y Marte han impuesto sobre ti. Sus fuerzas se nos han
revelado”.
Luego pasamos a todo lo que viene de la Segunda Jerarquía, desde la región solar,
y por último lo que viene de la Primera Jerarquía, desde la esfera de Venus,
Mercurio y la Luna. Y así como los Ángeles evocan en las primeras épocas de la
vida: “nos dijeron Saturno, Júpiter y Marte que esto te ha sido impuesto para
llevarlo en la vida”, así desde los 28 años se encuentran en nuestra inconsciencia
los Serafines, que también nos hablan: “Todo esto queda contigo, porque no
puedes llevarlo a cumplimiento, porque eres incapaz de elevarte hasta nosotros,
esto se queda contigo y has de soportarlo en la siguiente vida terrenal; tú no
puedes equilibrarlo porque no tienes la fuerza para hacerlo”.
Por debajo de la consciencia del hombre hablan las fuerzas del karma, las
fuerzas que forman el destino. Hablan desde las tres Jerarquías Superiores. Y
si tenemos la facultad sensitiva de percibir lo que entra en nuestra vida como
destino, entonces también podemos presentir con reverencia y asombro cómo en
el curso de nuestra vida los Seres de las Jerarquías Superiores están tejiendo
en nuestro destino. Y en verdad, sólo entonces aprenderemos a ver la vida de la
manera correcta.
Porque, ¿quién estaría satisfecho, si, cuando nos preguntan acerca de un hombre
de cuya vida en la tierra se quiere saber algo, y se presupone que podemos
contestar, nos limitamos a responder: “Oh, se llama Joseph Müller. Todo lo que
puedo decirle es sólo el nombre?. Pues ante esa pregunta se esperaba que se iba
a decir algo más que un nombre: los eventos de su vida, algo que arroje luz sobre
las fuerzas e impulsos que influyeron en su vida terrenal. Nadie que realmente
quiera saber algo acerca de un ser humano puede quedarse satisfecho con sólo
saber su nombre. Pero en esta época materialista, por desgracia, los hombres se
conforman con el concepto “hombre” respecto a lo que se encuentra detrás de la
conciencia ordinaria, en donde obran los Ángeles, Arcángeles, Arkáis, Exusiai,
Dynamis, Kyriótetes, Querubines, Serafines y Tronos; pero no solo con la palabra
“hombre”, sino con el concepto general “hombre”. No miran a las realidades
concretas. Pero tienen que aprender a hacerlo, los hombres tienen que aprender
a dirigir de nuevo la mirada a estas realidades concretas de la vida humana.