)
En 1862, Edwin Smith pudo conseguir un papiro en la ciudad egipcia de Luxor. Dicho papiro se
conoce como el papiro quirúrgico de Edwin Smith y parece tratarse del documento médico más
antiguo de que tenemos noticia. A pesar de estar datado a comienzos del siglo XVII a. C. (dinastía
XVII), existen evidencias que sugieren que se fundamentó en documentos de periodos más antiguos
(3000 a. C.).
de Edwin Smith, circa 1550 a. C. (Grafica)
El arqueólogo e historiador americano James Breasted encontró que este documen- to era un texto
antiguo que recogía descripciones de 48 casos de pacientes con lesio- nes traumáticas (Breasted,
1922).
Galeno (130-200 a. C.) fue un médico que nació en Pérgamo (en la actualidad Bergama, en Turquía).
Al nacer en el seno de una familia con recursos pudo formar- se ampliamente en diferentes
disciplinas.
Hipócrates (460-355 a. C.) reconocido como el padre de la medicina occidental.(grafica)
Aristóteles (384-322, a.C.), con su maestro Platón (427-347 a. C.) a la izquierda.(grafica)
En el año 162, se trasladó a Roma, donde trabajó como médi- co y se dedicó al estudio de la
anatomía.
Galeno (130.200, a.C.).(grafica)
Moses Maimónides (1135-1204).(grafica)
Nicolaus Steno (1638-1686).(grafica)
Andreas Vesalius (1514-1564).(grafica)
Andreas Vesalius (1514-1564) continuó básicamente con los estudios anatómicos iniciados ya con
Galeno, proporcionando extraordinarios detalles de la estructura y organización macroscópica del
tejido nervioso.Redolar
En Basilea (1543), publicó De huma- ni corporis fabrica (Sobre la estructura del cuerpo humano),
una obra de anatomía de siete volúmenes, ricamente ilustrada por Jan Stephen van Calcar (alumno de
Tiziano). Vesalius aboga por la importancia crítica de la disección humana para el correcto estudio
del cuerpo.
Nicolaus Steno (1638-1686) fue uno de los científicos que intentó analizar la organización funcional
del cerebro. Este autor estaba interesado en poder llegar a comprender cómo el cerebro es capaz de
“gobernar” los movimientos, los sentidos e incluso el propio pensamiento del hombre.
Entre 1772 y 1775, John Walsh demostró que la electricidad parecía estar impli- cada en la fisiología
animal (Piccolino y Bresadola, 2002). No obstante, este autor no pudo explicar cómo la electricidad
se podía almacenar en los tejidos.
René Descartes (1560-1650). Descartes argumentó que el cerebro y el sistema nervioso tenían un
funcionamiento parecido. Hablaba de un fuido que circulaba por los conductos nerviosos, llegando
hasta el cerebro.
En 1791, los trabajos de Luigi Galvani proporciona- ron firmes evidencias experimentales de la
implicación de la electricidad en la función neuromuscular.
se llegó a la conclusión que el cere- bro podía generar electricidad (Piccolino, 2000; Piccolino y
Bresadola, 2002).
Charles Bell (1774-1842).(grafica)
François Magendie (1783-1855)(grafica)
A principios del siglo XIX, el físico escocés Charles Bell y el fisiólogo francés François Magendie
intentaron dar respuesta a esta cues- tión (Finger, 1994).
Bell (1825). An exposition of the natural system of the nerves of the human body with a
republication of the papers delivered to the Royal Society, on the subject of nerves, p.
Magendie (1822). Expériencies sur les fonctions des racines des nerfs rachidiens. Journal de
physiologie expérimentale et pathologique, 2, 276-279.
1841, su disertación doctoral como discípulo de Johannes Müller. Éste último formuló la teoría de la
energía específica en relación a los sistemas sensoriales, sugiriendo que cada sensación se
encontraba marcada y configurada por la actividad espe- cífica de las células sensoriales que
recogían y enviaban dicha información, independien- temente de la energía estimular que las activara
(luz, presión de la piel, etc.).
Ludwig Ferdinand von Helmholtz (1821-1894).(grafica)
Johannes Peter Müller (1801-1858)(grafica)
Saiz (2000). Los umbrales de la psicología científica, p. 20. Barcelona: UOC.
Christian Gottfried von Ehrenberg (1795-1876).(grafica)
E. G. Boring (1950/1978). Historia de la psicología experimental, p. 318. México: Trillas.
1823, el fisiólogo francés Jean-Pierre-Marie Flourens puso de manifiesto que el cerebelo tenía un
papel muy importante en la coordinación motora, sugiriendo que,Jean-Pierre-Marie Flourens(1794-
1867) y lámina de uno de sus estudios de fisiología.
Paul-Pierre Broca (1824-1880) Localización en un cerebro humanio del área que lleva su nombre
A la muerte del paciente (1861), examinó su cerebro y obser- vó que sólo una pequeña porción de
tejido parecía dañada; esta lesión se localizaba únicamente en el lóbulo frontal del hemisferio
izquierdo
Karl Wernicke (1848-1905) ( grafica)
el siglo XIX de la psicobiología y la neurociencia es un lenguaje basado, fundamen- talmente, en la
electrofisiología y en la neuroanatomía.
celular y molecular, por una parte, y el fortalecimiento de la psicología científica, por otra, ha
permitido la rup- tura de muchas barreras teóricas, conceptuales e incluso metodológicas para poder,
finalmente, abordar el estudio de la mente y del cerebro desde el núcleo de ambas dis- ciplinas
(Kandel y Squire, 2000).
La aparición de Santiago Ramón y Cajal en el marco teórico del estudio del siste- ma nervioso
cambió el curso de su propia historia (Bosch y Abbott, 2001; De Felipe, 2002).
Santiago Ramón y Cajal (1852-1934). Dibujo realizado por el propio Cajal de una de sus
preparaciones histológicas. (grafica)
hoy en día es indiscuti- ble la importancia que en su momento tuvieron las teorías de Santiago
Ramón y Cajal en la génesis de algunos de los postulados esenciales de la neurociencia cogni- tiva y
de la psicología, ya que su obra y pensamiento mostró una profunda preocu- pación por lo que hoy
conocemos como procesamiento de la información cognitiva o emocional y de la aplicación de la
neurobiología a las funciones superiores del cere- bro como la conciencia (Redolar, 2007).
Bases fisiológicas del aprendizaje y la inteligencia En la obra de Cajal, hay tres aspectos claves en
relación al aprendizaje y la inte- ligencia: 1) El crecimiento de axones y la mayor extensión y
ajustamiento de las cone- xiones. 2) Los impulsos nerviosos se propagan sin esfuerzo y se convierten
en más auto- máticos. 3) La influencia del naturalismo y el mecanicismo en la concepción de Cajal
sobre el aprendizaje y la inteligencia. Cajal se da cuenta de que la riqueza y la longitud de las
expansiones protoplas- máticas parecen depender del número de fibrillas nerviosas terminales con
las que cada célula mantiene relaciones de contacto. Este autor también destaca en su obra la
importancia que tiene la atención en los pro- cesos de aprendizaje y memoria: Bajo la influencia de
la atención profunda y continuada sobre un orden de ideas y per- cepciones, el territorio encefálico
correspondiente sería asiento de una hiperemia fisio- lógica, y el protoplasma nervioso acrecentaría
su masa en virtud de una asimilación más activa. S. Ramón y Cajal (1894b).
de vista estructural y sus teorías sobre la influencia del ambiente sobre la función y el desarrollo del
cerebro. Cajal propone en su obra mecanismos y teorías sobre la plasticidad y funcionamiento del
sistema nervioso que representan un punto de par- tida para las ideas modernas de la psicología en lo
que se refiere a la cognición, la cons- ciencia y las emociones (Redolar, 2002).
1920, Otto Löewi demostró que una sustancia química era capaz de activar el corazón desde el
nervio vago
En 1925, Edgar Douglas Adrian puso de manifiesto que el impulso nervioso se propagaba siguiendo
la ley del todo o nada. Tres años más tarde, utilizando técni- cas de registro de fibras sensoriales
individuales, descubrió la existencia de una relación entre la sensación y la frecuencia de impulsos
de un axón sensorial espe- cífico.
Charles Scott Sherrington (1857-1952), en varias etapas de su vida ( grafica)
Tanto metodológica como teóricamente, surgieron dos líneas claramente dife- renciadas: por un lado,
la encabezada por John Eccles (discípulo de Sherrington) que postulaba que la transmisión sináptica
se debía a un flujo pasivo de corriente desde una neurona a otra; por otro, la encabezada por el
propio Dales, que argumentaba que la transmisión debía ser química, utilizando como vehículo de
comunicación una sus- tancia transmisora (Kandel, Schwartz y Jessell, 2000)
Ya a finales de los años treinta, Hodgkin y Huxley revolucionaron el pensamien- to de la biología al
descubrir que el potencial de acción en las neuronas no abolía sim- plemente el potencial de reposo
como se había creído hasta entonces (Kandel, Schwartz y Jessell, 2000).
Durante los años sesenta y setenta, se identificaron diversas sustancias que podí- an actuar como
neurotransmisores y, en 1976, Edwin Neher y Bert Sakmann desarro- llaron la técnica del
Patchclamp, que permitía medir el flujo de corriente a través de un canal iónico individual.
Wilhelm Wundt (1832-1920)
Gustav Theodor Fechner (1801-1887)
Charles Robert Darwin (1809-1882).
Guillaume Benjamin Amand Duchenne (1806-1875)
En 1862, el anatomista francés Duchenne describió que, en los seres humanos, la sonrisa estaba
producida por la contracción de dos músculos de la cara: el orbicu- lar y el cigomático mayor. En
concreto, Duchenne observó que este último podía controlarse voluntariamente, mientras que el
orbicular –o músculo de Duchenne– úni- camente parecía contraerse ante una emoción. De forma
añadida, se pusieron en marcha diferentes trabajos que, desde una pers- pectiva celular, pero
utilizando los métodos de la psicofísica y el conductismo, inten- taron analizar cómo las células
nerviosas eran capaces de codificar un estímulo sen- sorial determinado. Por tanto, se pudo mostrar
cómo en el estudio de la conducta y la cognición era posible moverse más allá de una mera
descripción para explorar los mecanismos neurales subyacentes a las representaciones internas del
mundo externo.
Hermann Ebbinghaus (1850-1909).(grafica)
Los trabajos experimentales llevados a cabo por Ebbinghaus en la Universidad de Berlín representa-
ban un cierto atrevimiento en aquella época, puesto que tanto Wundt como Fechner, pioneros de la
psi-go, los resultados de sus investigaciones no dejaron de impresionar, como ha indica- do el
historiador español Antonio Caparrós, por su seguridad cuantitativo-experimen- tal, rigor,
originalidad, e imaginación innovadora, así como por su estilo claro, sobrio, preciso y enérgico. Con
esta aportación Ebbinghaus se convertía en el pionero del estudio de este proceso, ejerciendo una
profunda influencia sobre la manera de abor- dar la investigación de la memoria. Con su sistema de
trabajo, rompió con los méto- dos introspectivos aún vigentes en el laboratorio de Wundt en Leipzig
y abrió, al mismo tiempo, un nuevo campo de investigación con el que demostró la posibilidad de
utilizar el método experimental en los procesos cognitivos. D. Saiz (2000). Fundación y
establecimiento de la psicología científica, p. 18. Barcelona: UOC.
En la mitad del siglo XX, se pusieron en marcha diferentes estudios de registro de células
individuales de la corteza sensorial. Investigadores como Vernon Mountcastle, David Hubel y
Torsten Wiesel pusieron de manifiesto que el cerebro filtra y transfor- ma la información sensorial en
su camino hacia la corteza, lo cual resulta crítico para la percepción del estímulo.
Diversos autores han sugerido que el estudio de la memoria se ha constituido como uno de los
ejemplos clave de cómo la metodología multidisciplinar de los estu- dios paralelos realizados en
sujetos humanos y en animales de laboratorio nos sirve para poder comprender la interacción
existente entre los sistemas cerebrales y la cog- nición (Eichenmbaum y Cohen, 2001; Kandel,
Schwartz y Jessell, 2000; Kandel y Squire, 2000).
Edward Thorndike (1874-1949).(grafica)
Karl lashley(1890-1958) (grafica)
Shep Ivory Franz(1919-1920) (grafica)
Tal como hemos avanzado al inicio del capítulo, la publicación del libro de D. O. Hebb The
Organization of Behavior en 1949 marcó una inflexión en la demarcación de la psicobiología como
disciplina científica dentro de la neurociencia.
sufrido una extirpación bilateral de algunas de las estruc- turas del lóbulo temporal medial te nían
una considerable pérdida de memoria, demostrando que estas estructuras estaban implicadas en los
procesos de memoria, independientemente de otras funciones cognitivas (Scoville y Milner, 1957).
sicológica como H. M.) sufrió un accidente al ser atropellado por una bicicleta, perdiendo la
conciencia durante cinco minutos. Tres años después del hecho, H. M. empezó a mostrar ataques
epilépticos menores que se agravaron con el paso del tiempo. Debido a la gravedad de las crisis
epilépticas y a la mínima respuesta al tratamiento farmacológico, se consideró la realización de una
intervención qui- rúrgica.
En 1953, cuando H. M. tenía 27 años, William Scoville realizó una resección bila- teral del lóbulo
temporal medial que redujo los ataques epilépticos del paciente. Después de la recuperación de su
operación, H. M. intentó volver a la rutina de la vida diaria, pero se encontró con un trastorno de
memoria de una magnitud muy severa: era incapaz de hacer nuevos aprendizajes, era incapaz de
recordar los hechos cotidianos. Cada día era una página en blanco para H. M. en la que, por mucho
que escribiera, la construcción de las representaciones del entorno no se podía basar en los recuerdos
de las memorias posteriores a su intervención quirúrgica. Inmediatamente después de la operación,
H. M. no pudo recordar ni el hospital ni el personal que lo atendió. H. M. podía leer la misma revista
día tras día sin fami- liarizarse con ella.
En los años ochenta, surgieron modelos animales de amnesia en primates no humanos y en ratas que
permitieron identificar las estructuras del lóbulo temporal medial implicadas en la memoria
declarativa: el hipocampo y la región parahipo- campal (comprendida por la corteza perirrinal, la
corteza parahipocampal –o postri- nal– y la corteza entorrinal). Estos experimentos pusieron de
manifiesto la existen- cia un circuito neural crítico que involucraba conexiones bidireccionales entre
el neocórtex, la región parahipocampal y el hipocampo (Eichenbaum y Cohen, 2001).
De este modo, se pudo comprobar que las áreas de asociación en la corteza tení- an una función
específica sobre el procesamiento de la información perceptual, moto- ra y cognitiva. Por su parte, la
región parahipocampal mediatizaba la convergencia de esta información y ampliaba la persistencia
de las representaciones amnésicas cortica- les, siendo crítica para el aumento de la duración de la
memoria de estímulos simples sobre breves periodos, manteniendo, de igual forma, la información
sobre la familia- ridad de los estímulos durante periodos prolongados de tiempo, incluso con interfe-
rencias. El hipocampo codificaba las secuencias de los lugares y acontecimientos que componían las
memorias episódicas y era capaz de relacionarlas a través de sus elemen- tos comunes (Eichenbaum,
2000).
De este modo, el hipocampo parecía desempeñar un papel crítico en las asociaciones entre estímulos
con discontinuidad, tanto tempo- ral como espacial, participando de forma muy clara en funciones
cognitivas que impli- can transitividad y simetría. La memoria declarativa consiste en una amalgama
de procesos multifactoriales que involucran una síntesis de representaciones episódicas en nuestro
marco general de conocimiento semántico, mediatizando nuestra capaci- dad de recolección
amnésica (Eichenbaum, 2000).
En un primer momento, Cohen y Squire reconocieron funcionalmente a la región hipocampal como
un sistema selectivo de memoria declarativa (Cohen y Squire, 1980).
Posteriormente, se pudo comprobar que el hipocampo no se requería para la adquisición de algunas
habilidades que podían ser expresadas de forma inconscien- te. Parece ser que sistemas que incluyen
el estriado y el cerebelo mediatizan la memo- ria procedimental y la adquisición de habilidades
motoras y de hábitos, indepen- dientemente de las estructuras del lóbulo temporal medial (Knowlton,
Mangels y Squire, 1996).