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Escrito Bimensual Filosofía de la Educación

Somos la semilla que plantamos en el pasado y su fruto lo


forjamos en el ahora

En este artículo mencionado “El ser humano consciente”, Holzapfel, nos invita a
reflexionar acerca de la importancia que tiene el tomar conciencia de, y de la
poderosa conexión que existe entre ésta y el Ser. Ya que resulta insuficiente,
inacabado, banal simplemente tomar conciencia de algo, si no se tiene presente el
aquí y el ahora, sino se toman cartas en el asunto y si en definitiva no se lleva a
cabo una determinada acción, lo antedicho queda en la mera superficialidad de las
ideas inconclusas.
El por qué del título, es una antesala hacia la dimensión de la conciencia, y el
despertar hacia la consciencia, pero entonces ¿qué es la conciencia?, y ¿cómo
podemos alcanzar la consciencia? La conciencia forma una parte de la mente
humana, es ese proceso de pensamiento y razonamiento constante que domina por
así decirlo nuestra mente, en resumidas cuentas es lo que nos dice acerca de
aquello que está bien y aquello que está mal. Para pensar, es necesario acudir a la
memoria, al saber de todas aquellas cosas que aprendimos, que fueron nominadas
con anterioridad. Por esto, es que el pasado, nos determina en el sentido de que lo
necesitamos para poder comprender lo que hoy conocemos, y tomar conciencia de
aquellas cosas que el mundo nos impone a diario.
Somos seres pensantes por naturaleza, y se nos hace difícil desconectar de ese
pensamiento, y cuando lo hacemos está tomando cuenta de nosotros el
inconsciente. Este sería el estado de in-consciencia. Y para alcanzar esa
consciencia que la diferencia de la conciencia, es fundamental conectarnos con ese
Ser supremo, con eso que va más allá de la superficie, es hacernos Uno con el
universo. Es vivir el aquí y ahora, el presente, el hoy, sin dejarnos abatir por el
pasado, sin preocuparnos por lo qué vendrá. Decirlo parece fácil, pero la gran
realidad es que es muy difícil, y aún más teniendo en cuenta la sociedad consumista
y materialista que tenemos hoy día. Una sociedad que no desapega, frágil, que no
se conforma, que está vacía existencialmente, que no para de pensar, pero que no
actúa en el momento que lo tiene que hacer.
Es por todo esto, que el autor nos dice que tomar conciencia no es suficiente sino se
pasa a la acción, sino se trasciende ese pensar hacia ese sentir, vivir con las
emociones, y si no hay una verdadera conexión entre lo que somos y lo que
hacemos, y si en definitiva no nos conocemos a nosotros mismos, ¿cómo seremos
capaces de cambiar? ¿cómo ese fumador va a ser capaz de dejar su adicción, sino
se conoce a sí mismo?, ¿cómo la sociedad va a dejar de ser consumista si solo se
importa por una satisfacción y no por encontrar su verdadera felicidad?
Y en esta última pregunta es dónde está la respuesta, no vivimos el presente,
porque estamos repletos de pensamientos, de preocupaciones, excedidos de
información, siempre pensando en obtener una respuesta, un cambio, una
recompensa, una mera satisfacción para llenar ese vacío, que nos sigue dejando
vacíos, consumistas y apegados a lo material, a las preocupaciones de querer ser
algo, querer obtener algo, y así se nos pasa la vida sin disfrutar de nuestra
milagrosa existencia. De percibir ese ahora, que nos conecta con nuestro ser, que
nos lleva más allá de la conciencia y despierta nuestra consciencia.
Es evidente que el futuro, es importante, que debemos tener metas, propósitos
como establece el autor, y que mucho de lo que hagamos en el ahora va a
determinar lo que sucederá más adelante. Por lo que, “forjar el fruto en el ahora”, va
a hacernos salir a la luz, o en el peor de los casos, sucumbir. Y es así que ese
fumador, ese drogadicto, o simplemente ese consumidor del siglo XXI, puede darse
cuenta y ser conciente “hoy”, antes de esperar a mañana estar al borde del
precipicio, y continuar en ese círculo vicioso.
Este ejemplo aplicado a la sociedad en su conjunto, estaría reflejando, que lo que
somos es lo pensamos y lo que hacemos, ya sea para bien o para mal, y he aquí la
preponderancia de tener presente que somos parte de un todo, y que ese todo
pertenece al Uno, y ese Uno lo forjamos cada uno de nosotros.

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