Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ONT AGIOSO O S
ES C
LEER
Colección
Cuadernos de Trabajo
Presentación
En el marco del Plan Nacional de Seguridad Alimentaria, y con la cooperación de Uni-
cef-Argentina, el Proyecto Familias y Nutrición promueve los derechos indivisibles de
los niños y niñas y desarrolla acciones orientadas a la concreción de los mismos en situa-
ciones cotidianas.
Impulsando una concepción integral del desarrollo infantil, entrelaza la nutrición con
el cuidado y atención de los niños, las relaciones familiares y sus redes de apoyo.
Para ello, ofrece acompañamiento a las familias a través de facilitadores locales capacita-
dos y comprometidos; cuya función a nivel local es brindar orientación y habilitar espa-
cios para el desarrollo de iniciativas familiares y comunitarias destinadas al bienestar de
los más pequeños.
Este cuaderno de trabajo forma parte de una colección de siete títulos pensada para leer,
compartir y aprender. La trama de cada uno de ellos hilvana ideas, reflexiones, testi-
monios, textos de autor y propuestas para la acción.
Esperamos que estos materiales sean de utilidad para enriquecer la tarea de las personas
y grupos que, comprometidos con su comunidad, trabajan para transformar y mejorar
la realidad de nuestros niños y niñas y de sus familias.
Índice
Indice.....................................................................................................................................................2
Un mundo de palabras.......................................................................................................................7
Palabras de un escritor premiado.......................................................................................................8
Hablar, escuchar, leer y escribir.........................................................................................................10
El derecho a imaginar....................................................................................................................... 11
¿Qué es leer?....................................................................................................................................13
Leer es encontrar sentido.................................................................................................................14
Al leer pasan muchas cosas..............................................................................................................15
Encuentros y desencuentros con la lectura.......................................................................................17
Leer es contagioso.............................................................................................................................27
Escenas de lectura............................................................................................................................33
La mesa está servida........................................................................................................................36
Michèle Petit1
1. Petit, Michèle. Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura. Fondo de Cultura Económica, México, 1999.
M. Petit, antropóloga de origen francés. Sus investigaciones están dirigidas, especialmente, hacia el estudio de la lectura y la rela-
ción de niños y jóvenes con los libros.
Hace muchísimo tiempo los seres humanos descubrieron la palabra y así pudieron nombrar
las cosas que veían y sentían. Fue su primera manera de leer el mundo. Alguien dijo “ár-
bol”, otro dijo “ cielo”, uno dijo “risa”, alguien dijo “¡ay!” cuando se quemó con fuego.
Desde ese momento, no pararon de repetir y crear palabras nuevas, combinarlas y jugar
con ellas, descubriendo la magia de la poesía, los cuentos, el diálogo y la conversación.
Para guardar sus memorias, crearon relatos que transmitieron de boca en boca, de padres
a hijos, de abuelos a nietos, de tribu a tribu... Así, surgieron los mitos y las historias que
nos alumbran cada vez que los volvemos a contar.
Y lo que cada pueblo hacía, imaginaba y pensaba, comenzó a guardarse en papiros o pe-
dazos de madera molida hecha papel, raspando la cera o como fuera posible.
Después de muchas transformaciones e inventos llegaron los libros, pero sólo para unos
pocos privilegiados que sabían leer y escribir.
¿Cómo hacer para que todos accedan a la lectura y a la escritura? Esta es la punta del ovi-
llo para encontrar entre todos.
Un mundo de palabras
❥ La palabra es sonido y con las palabras se canta.
❥ La palabra es un juguete y con las palabras se juega.
❥ La palabra es memoria y con las palabras se cuenta.
❥ La palabra es alivio y con las palabras se calma y se entretiene.
❥ Los libros guardan y echan a volar palabras, imágenes, historias.
Los niños disfrutan el juego con la palabra y las historias contadas; cuentos que vienen
de la experiencia, de la imaginación y de los libros. Todo aquel a quien le hayan contado
un cuento o una anécdota, sabe qué acercamiento profundo se crea entre el que cuenta
y el que escucha.
Para acercar a los chicos a la lectura hay múltiples caminos, pero todos empiezan por sen-
tir que la palabra compartida es importante y que nosotros somos importantes en cada
camino.
Todos somos narradores de nuestras propias historias. Sólo se necesita que encontremos
aquella pequeña anécdota vivida que nos emociona o aquel cuento que nos contaron y
que tanto nos gustó, para compartirlo con otros. También se trata de escuchar a otros,
así tendremos más historias para contar.
Mi abuela Josefa, ya en pie desde antes que mi abuelo, me ponía delante un tazón de
café con trozos de pan y me preguntaba si había dormido bien. Si le contaba algún mal
sueño nacido de las historias del abuelo, ella siempre me tranquilizaba: “No hagas caso,
en sueños no hay firmeza”.
Pensaba entonces que mi abuela, aunque también fuese una mujer muy sabia, no alcan-
zaba las alturas de mi abuelo, ése que, tumbado debajo de la higuera, con el nieto José
al lado, era capaz de poner el universo en movimiento apenas con dos palabras. Muchos
años después, cuando mi abuelo ya se había ido de este mundo y yo era un hombre he-
cho, llegué a comprender que la abuela, también ella, creía en los sueños.
Otra cosa no podría significar que, estando sentada una noche, ante la puerta de su po-
bre casa, donde entonces vivía sola, mirando las estrellas mayores y menores de encima
de su cabeza, hubiese dicho estas palabras: “El mundo es tan bonito y yo tengo tanta
pena de morir”. No dijo miedo de morir, dijo pena de morir, como si la vida de pesadilla y
continuo trabajo que había sido la suya, en aquel momento casi final, estuviese recibien-
do la gracia de una suprema y última despedida, el consuelo de la belleza revelada.
Estaba sentada a la puerta de una casa, como no creo que haya habido alguna otra en el
mundo, porque en ella vivió gente capaz de dormir con cerdos como si fuesen sus propios
hijos, gente que tenía pena de irse de la vida sólo porque el mundo era bonito, gente, y
ése fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, que, al presentir que la muer-
te venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y
llorando porque sabía que no los volvería a ver.
Al principio la palabra sirvió para nombrar, para dar sentido al entorno y transmitir algo
a otros. La escritura surgió más tarde como otro modo de conocer y comunicar. Hablar,
escuchar, leer y escribir sirven para comunicarnos.
Las personas de culturas que no conocieron la escritura tenían una gran sabiduría. Apren-
dían viendo lo que otros hacían, por imitación, acompañando a cazadores experimenta-
dos; aprendían de lo que oían, participando de una memoria colectiva. Usaban, principal-
mente, el buen sentido común que se apoya en la experiencia. Esto mismo ocurre con las
personas que no saben leer ni escribir pero saben muchas otras cosas.
Las historias que se pasaron de boca en boca guardaron la memoria de los pueblos. Así
se fueron modificando y enriqueciendo, con la colaboración de todos, por eso siguen vi-
vas hasta hoy.
La alfabetización es un proceso que se inicia con la vida, antes de ir a la escuela, y una vez
que se pone en marcha continúa a lo largo de toda la vida, encontrando siempre nuevos
modos de leer y de escribir.
10
3. Referencia al artículo 28 de la Convención sobre los Derechos del Niño
El derecho a imaginar
Decimos luna y nos brilla una imagen aunque estemos en pleno día o en una noche de
tormenta. Pero a cada uno se le aparece una imagen distinta:
Aunque todos pensemos en la luna, cada uno la imagina de un modo diferente. El poder
de la imaginación es muy grande. Es una puerta abierta para que lo desconocido y lo nue-
vo entre a nuestras vidas. Y como esto puede darnos miedo, o darle miedo a quienes nos
rodean, muchas veces mantenemos esa puerta cerrada con siete llaves.
La imaginación nos permite jugar, simular algo que no ocurrió, ensayar y prepararnos
para lo que pueda ocurrir en la realidad.
Nos ayuda a hacerle frente a las adversidades que se nos presentan en la vida. Encantos
y desencantos, problemas y soluciones, misterios y enigmas... todo para descubrir y re-
solver.
11
La imaginación, como los sueños, nos permite estar en varios lugares al mismo tiempo y
crear.
La imaginación es aquel lugar secreto donde puede ocurrir cualquier cosa. Es ese rincon-
cito privado aunque se esté en un pequeño espacio y rodeado de gente. Las palabras, los
juegos y los libros la convocan... si le damos permiso.
“Con los libros me siento libre para estar en todos lados, voy y vengo por donde me lle-
va la imaginación. Pueden hablarme los animales o yo puedo estar... como en los sue-
ños.”
Luisa, 43 años.
“Con un libro nunca me siento sola, porque ahí encuentro amigos imaginarios.”
Leticia, 10 años.
“Yo me divierto... a veces cuando estoy leyendo me meto en la historia hasta las ma-
nos, y el tipo paso a ser yo! Ahí ya no sé si leo el libro o me hago una película o me es-
toy inventando una vida...”
Mariano, 17 años.
“Mientras la maestra nos leía un libro de aventuras en el mar, yo tenía mi propio buque,
era el capitán y tocaba la campana, todo al mismo tiempo; y subido a la cubierta daba
órdenes. Era como salir de viaje e irse lejos.”
Cristian, 30 años.
“En estos libros encontré un mundo lleno de fantasías, que es lo que ahora nos hace fal-
ta para pasar el sabor amargo de la realidad que nos toca vivir.”
Patricia, 28 años.
12
¿Qué es leer?
Todos los niños tienen derecho a
participar en la vida cultural
del mundo en el que viven.4
Leer es un intercambio, un diálogo con otros, con uno mismo y con lo que estoy leyendo.
Es estar con otros aunque uno esté leyendo solo, porque en un libro hay muchos otros: el
que imaginó y escribió la historia, el que la dibujó, los que hicieron el libro, los personajes
de la historia y el que lee, el lector.
Leer es un encuentro y para que esto ocurra es bueno que los niños exploren y descu-
bran por sí mismos pero también, que alguien que ame la lectura los tome de la mano,
los ayude a mirar y los acompañe a descubrir cosas nuevas.
“Escribo para comprender, y desearía que el lector hiciera lo mismo, es decir, que leyera
para comprender. ¿Comprender qué? No para comprender en la línea que yo estoy tratan-
do de hacerlo; él tiene sus propios motivos y razones para comprender algo, pero ese algo
lo determina él. Lo que no quiero es que se quede en la superficie de la página. Cuando
alguien está en una lectura y levanta la mirada como si estuviera aprendiendo con mucha
más intensidad lo que acaba de leer, es el momento en el que ese alguien está totalmen-
te involucrado, como si pensara: ‘esto es mío, esto tiene que ver conmigo’. Uno saca de
la lectura lo que necesita.”
José Saramago
13
4. Referencia al artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño
Quienes viven en contacto con la naturaleza “leen” el cielo y sus cambios. Para ellos el día
y la noche, la luz y la oscuridad, son pistas. Las nubes indican lluvia. El color de las hojas
de los árboles, su caída y sus brotes, son indicios de las cuatro estaciones y permiten an-
ticipar estos cambios.
Se “leen” los rostros, los gestos, los sabores de las comidas al cocinarlas: “le falta sal, está
frío todavía”... Todos son indicios, que nos permiten anticipar y nos indican algo para ha-
cer.
Con los libros pasa lo mismo: se trata de recoger indicios en las palabras y las imá-
genes para interpretarlas, para encontrar sentido al gran enigma de la vida, para en-
contrarnos con distintas formas de sentir, vivir y explicar el mundo. Leer o escuchar leer es
una manera de zambullirse en otras historias, en otras personas, en otros mundos.
La literatura les permite a los niños y a las niñas encontrarse con diversas emociones a
partir de sentimientos como
miedo y valentía,
envidia y generosidad,
rabia, enojo,
tristeza y alegría,
dolor y plenitud,
pérdida y encuentro,
14 desamparo y amparo.
5. Referencia al artículo 13 de la Convención sobre los Derechos del Niño
“Cuando leo un libro me da misterio el no saber que hay en la otra página. Se llega des-
pacito.”
Rocío, 8 años.
“Para no quedarme con el suspenso, primero leo el final. Después empiezo tranquilo.”
Guillermo, 8 años.
“A veces me gusta leer un libro entero, a veces por partes, porque son las más impor-
tantes para mí”
Laura, 8 años.
15
6. Eduardo Galeano, escritor uruguayo contemporáneo.
Todo se entrelaza, sin pedir permiso, con lo escrito en el libro que estamos leyendo en ese
momento. Por eso, al leer, si bien se busca la historia que cuenta el autor, lo más impor-
tante es cómo resuena esa historia en nosotros.
Si volvemos a leer ese mismo libro un tiempo después, la historia no será la misma para
nosotros porque sumaremos todo lo que nos sucedió en ese tiempo, además de prestar
atención a cosas que pasaron de largo la primera vez que lo leímos.
Lo que está escrito no cambia, los que cambiamos somos nosotros, los lectores.
16
“ Nunca me sentía solo cuando iba a la cama con un libro. Y se me pasaba el miedo a
la noche.”
José, 25 años.
“...Fui dejando de leer... por miles de cosas. Pasó que una amiga me recomendó un libro
con tantas ganas y me lo prestó. Ahora estoy atrapada nuevamente. Volví a leer, como
hacía rato que no lo hacía, robándole tiempo al tiempo, disfrutando...”
Marta, 40 años.
Viajar con las palabras es irse muy lejos de la propia casa, es irse con el héroe y la princesa
e instalarse en esos lugares. Es irse lejos del grupo, de la familia. Es irse del pueblo y des-
cubrir que uno puede andar solo. Y eso causa inquietud en los que se quedan.
Hay mundos donde no hay lugar para la palabra escrita y las personas se alejan de los li-
bros. Se los considera peligrosos porque hacen pensar o porque hacen perder el tiempo
o porque es un lujo solo reservado para los ricos. Allí sólo hay lugar para la acción, el mo-
vimiento, lo útil, o inmediato; son lugares donde los sueños tienen mala fama.
Para algunos leer es un riesgo porque “es malo estar sin hacer nada” mientras los demás
trabajan. Hay que tejer, cocinar, lavar, arreglar la casa, pero no leer. Leer no está bien visto
o hay que hacerlo a escondidas o de noche. Leer es escuchar otras voces y eso también
es peligroso, se corre el riesgo de “fugarse” a mundos incontrolables.
“Siempre me gustó leer. Pero mi mamá cada vez que me veía se enojaba y me decía que
hiciera algo más útil. Ella creía que era perder el tiempo.”
Rosa, 52 años.
“Mi padre decía: “Leer no sirve para nada. ¿Qué puede haber en ese libro? ¿O te vas a
creer esas historias?”
Alfredo, 41 años.
“¡Para mí leer es igual a un golpe! Cada vez que me equivocaba, sabía lo que me espe-
raba. En la escuela... la cara de la maestra... y después la de mis compañeros!”
Roberto, 38 años.
“Mi abuela cuando me veía leer, me decía: “¡Andá y viví un poco!” Para ella estar vivo
no tenía nada que ver con mi silenciosa actividad.”
María del Carmen, 55 años.
“En la biblioteca de la escuela hay un montón de libros, pero están en los últimos estan-
tes para que los chicos no se enteren.”
Ana Luz, 8 años.
“Quedé peleada con la lectura por mucho tiempo... en casa había libros, pero yo no po-
día tocarlos, los que me daban para leer no me gustaban. No podía elegir.”
Ana, 27 años.
18
Cuando el bebé descubre que puede emitir sonidos se apropia de ellos, cada vez con ma-
yor precisión. Eso le da mucho placer, ya que sus primeras aproximaciones al lenguaje
tienen que ver con el juego. Durante los primeros años de vida el lenguaje está lleno de
misterio, es como un juguete con el que se desea experimentar. Para ampliar la
mirada, ver el
Cuaderno ¿A qué
A los bebés les produce mucho placer participar en juegos tradicionales imitando gestos jugamos?, ca-
y movimientos, como “tortitas de manteca”, “qué linda manito”, “este dedo compró un pítulo Crecer ju-
gando. De un
huevito”... acompañando las palabras y las canciones que les propone un adulto. lado para el otro.
Como un puente, estos juegos les permiten encontrar sentido a lo que los otros dicen y
responder produciendo por sí mismos vocalizaciones y movimientos para expresar deseos
y emociones. Para ampliar la
mirada, ver el
Cuaderno Crian-
Este maravilloso descubrimiento del mundo de la palabra y el ritmo, es el inicio del inter- za y Sostén, ca-
pítulo Organiza-
cambio de interpretaciones que abre el camino hacia la lectura y empieza como un jue- ción de la vida
go. cotidiana. ¿Dón-
de ponemos al
bebé?
El aprendizaje de la lectura comienza desde el inicio de la vida, cuando a los niños les so-
bra entusiasmo y curiosidad para descubrir y comprender el mundo que los rodea.
olores,
sonidos,
silencios,
presencias o ausencias,
Los adultos que los cuidan también los “leen”. Es decir, interpretan sus necesidades a par-
tir de indicios: sus llantos, sus sonrisas, sus aprendizajes.
Si los bebés son lectores de la vida desde que nacen, ¿cómo no van a poder leer un li-
bro?
Además, les encanta que se los leamos: les gusta el sonido de la voz, la disposición a pa-
sar un rato con ellos, poder tocarlos, hojearlos, chuparlos.
Los bebés leen todo lo que hay en su mundo con la boca porque es su manera de cono-
cerlo, saboreándolo, como si quisieran devorarlo. Pero también leen con los ojos, con las
manos, con todo el cuerpo.
Desde muy pequeños, los niños se apropian de lo que tienen a mano: la cuchara, la pe-
lota, la tapa de la olla... Y aprenden a utilizarlos por medio del juego: los chupan, los to-
can, los huelen, los golpean, los ponen del derecho y del revés, explorándolos hasta des-
cubrir su uso social.
20
Si ponemos un libro al alcance de un bebé, alrededor de los 6 meses, podemos ver que
muestra interés por las imágenes y por el libro todo.
Más adelante, frente al libro preferido, mirará en detalle las ilustraciones que en él apare-
cen y hasta detendrá nuestra mano cuando intentamos pasar la página.
Y cuando ya camine y hable, leerá las historias a partir de las imágenes, sintiendo hasta
su olor y su calor.
Los libros son buenos amigos si pueden explorarlos y leerlos a su manera y si escuchan
las historias que les leen los adultos que están cerca.
21
Una vez que el niño se apropia del lenguaje hace de él un uso libre y espontáneo. Con él
arma y desarma, encontrando su propia forma de expresar sus pensamientos.
Cecilia, de tres años, mientras se prueba unas zapatillas que le regalaron, exclama:
“¡Qué bien corren estas zapatillas!”
Cuando aprenden una palabra que les llama la atención en las conversaciones de los adultos,
la usan todas las veces que pueden. Y cuando se apoderan de la palabra hablada, algunos son
capaces de preguntar si Caperucita vive cerca o lejos, ¡porque la consideran real!
Señalan las imágenes, a veces las acarician o les cantan. Para ellos son como un tesoro.
22
Señala el dibujo de las empanadas que aparece cerca del título. Dice que sabe qué es
lo que necesita porque está: “así”, haciendo un gesto con la mano de arriba para abajo
que alude a la forma del listado en que se enumeran los ingredientes y por el “redonde-
lito”, señalando la marca que acompaña a cada uno.
Magalí lee. No lo hace como los grandes, pero es claro que aprovecha las pistas que le
dan la ilustración y la distribución de las palabras en la hoja, para saber que allí está lo que
busca. Así puede anticipar que esa es la receta de las empanadas. Ha descubierto que
cuando se lee, seamos grandes o chicos, tratamos de anticipar lo que está escrito.
Esta niña ya ha comenzado a alfabetizarse. Esto puede ocurrir tempranamente si los ni-
ños están rodeados de diversos materiales escritos: libros, revistas, diarios... y si tienen un
contacto placentero con ellos.
❥ Las ganas
❥ Las emociones
❥ El tiempo para compartir
❥ La compañía
❥ La presencia de libros alrededor
❥ El juego
❥ La curiosidad
❥ El entusiasmo
23
Se necesita, además, alguien cerca que a través de la lectura les revele que esas “marcas”
en un libro son palabras que contienen una historia, una información, un juego... O sea,
que “eso que está escrito” tiene sentido para nosotros.
Si observamos una niña o un niño de dos o tres años, que juega con un libro en sus ma-
nos y “hace que lee” y dirige sus ojos de izquierda a derecha... ¿No diríamos que ya des-
cubrió la dirección en que se escribe nuestro idioma?
Es común suponer que los niños aprenden a leer cuando ingresan a la escuela y también
que no saben nada de la lectura y la escritura hasta ese momento. Esto es como creer que
hasta que no tienen la orden de pensar ¡no se les ocurre hacerlo!
Con los libros, aunque no puedan leer como los grandes, los niños pueden disfrutar, pre-
guntarse, encontrar respuestas, información y explicaciones. Si los libros se valoran desde
el principio, el encuentro con la lectura estará asegurado.
Primero son los cuentos y los cantos, los juegos de palabras que cada uno aprendió de
otros. Pero si desde el principio, además de hablar y cantar se ofrecen libros, los chicos
podrán ampliar su capacidad para hablar, escuchar, leer y escribir.
Cuando un adulto le lee un cuento, el niño percibe que las palabras que el adulto dice es-
tán en el libro. No quiere que se cambie una sola palabra de la historia ya conocida, por-
que tiene la certeza de que la letra escrita dice algo y porque le encanta recuperar lo que
tanto le gustó. Además, al escuchar leer a distintos lectores, se pone también en contacto
con diferentes entonaciones de voz y expresiones.
24
El acompañamiento
La lectura es vínculo y diálogo entre dos:
❥ Una mamá que contaba cuentos en la cama y una abuela que contaba historias
de la vida real.
❥ Un papá que regalaba libritos.
❥ Una mamá que narraba cuentos tradicionales y películas.
❥ Un papá que compraba novelas y las leía en la mesa, para todos.
❥ Una bisabuela que no sabía leer ni escribir pero contaba sus vivencias de cuando
era chica.
❥ Otra bisabuela contaba historias del lobizón y de “Solapa”, un personaje que
daba miedo a los chicos.
❥ Una amiga que contaba historias de brujas o aparecidos.
❥ Abuelos y abuelas que contaban historias de sus vidas, de sus seres queridos, de
la guerra.
❥ Un dentista que contaba cuentos a sus pacientes para que no tuvieran miedo.
❥ Una mamá que, después de una operación de su hija de 11 años, le regaló “Alicia
a través del espejo“, especial compañía para atravesar ese momento.
En estos testimonios aparece el fuerte vínculo afectivo que une libros e historias a esa fi-
gura que dio la posibilidad de acercarse a ellos, en un clima de intimidad y placer.
25
“Recuperé la memoria de lo que leía alguna vez: “Digo sol y la palabra brilla, digo flor y
la palabra huele...” Recuperé el encuentro con la palabra y el disfrute que tenía tan ol-
vidado. ¡No veo la hora de acercar estos libros a los chicos!”
Mónica.
26
Leer es contagioso
Si conoce alguno, invítelo a leer juntos estas páginas para sumarse a leer entre todos, a
leer a otros, a leer...
Leer es Contagioso aporta, a quienes les interese este proyecto, libros para los niños y
sus familias que fueron seleccionados con los siguientes criterios:
❥ Libros para niños y niñas que saben leer convencionalmente pero también, para los
que leen a su manera antes de leer como los grandes.
❥ Variedad de géneros literarios: cuentos, poesías, juegos con las palabras, libros de
información.
❥ Cuentos tradicionales, los de “había una vez...” que son conocidos por todos, de
boca en boca, de generación en generación.
❥ Libros de una misma colección.
❥ Libros con texto y sin texto (sólo ilustración pero que cuentan una historia)
❥ Libros donde los protagonistas pueden ser animales, personas o...
29
Una “canasta” con libros en un comedor barrial, un centro de salud o en medio de una
sala maternal, acompañada de algunos almohadones, es una buena oportunidad para
iniciarse en la lectura.
La canasta está a disposición, junto a quien ofrece los libros e invita a tomarlos y explorar-
los libremente. Los niños, por propia iniciativa, comienzan a gatear hasta alcanzarla.
Primero habrá un momento de “exploración libre”. Tomarán los libros, los olerán, chupa-
rán, morderán...
A partir de allí, suele darse la elección de algún otro libro y, alrededor del año de edad,
son los mismos niños los que “les leen” a otros.
Clara, de 18 meses, ha desarrollado con cada libro una relación distinta. Del conteni-
do de la canasta elige, especialmente, uno que tiene muchas ilustraciones de animales.
Es su preferido. Cuando lo lee junto a un adulto, se detiene en algunas ilustraciones y
comienza a señalar con el dedo como pidiendo información; cuando comparte el libro
con otra niña, ella lidera la lectura y muchas veces al reconocimiento de algún animal
le agrega la imitación de la voz, cerrando la escena con un aplauso al que se suma su
compañera de lectura, muy poco mayor que ella. Esta situación, se repite con frecuencia
y con diferentes niños: Clara es muy solicitada por sus compañeros como lectora; “leer-
le” a otros le provoca mucho placer.
Así como una rica comida se hace con ingredientes variados, la canasta tiene que ofrecer
variedad de libros, distintas posibilidades para distintos lectores y momentos.
Se elegirán los libros de tela, plástico o con su tapa Libros para bebés: de tela, de
y hojas de cartón duro porque son más resistentes plástico, de goma, con tapas y ho-
y no hay peligro al llevárselos a la boca. jas de cartón duro.
Los libros con imágenes son muy importantes en esta etapa y es conveniente que presen-
ten objetos y personajes sencillos, que puedan reconocer y muchas veces, acariciar: por
ejemplo un perro o un gato.
La presencia de elementos familiares para la vida cotidiana de los bebés les permite dar-
se cuenta que las cosas reales que los rodean pueden ser representadas por medio de di-
bujos.
Les encantan los libros donde el relato es acompañado por una pequeña canción, ono-
matopeyas o situaciones que se repiten con frecuencia a lo largo de la historia.
32
Escenas de lectura
Todos los niños tienen derecho a
expresar su opinión libremente.9
Los niños van entrando. Todavía no es la hora, pero saben que pueden llegar antes y co-
menzar a curiosear, a hurgar los libros.
A quien esté a cargo de este espacio, lo llamare- Todos los niños tienen derecho a
mos “contagiador”, porque las ganas y el entusias- buscar y recibir información.
mo por la lectura se contagian.
Si un niño descubre que el adulto se emociona al leer una historia, él también tendrá ga-
nas de curiosear en ella.
Si el adulto invita a los niños a visitar mundos imaginarios y fantásticos, ellos aceptarán el
desafío de esta aventura.
Es importante que haya un joven o un adulto que los tome de la mano y los ayude a mi-
rar, especialmente, a los que se animan menos.
33
9. Referencia al artículo 13 de la Convención de los Derechos del Niño
Un grupo se acerca a una mesa cercana donde suelen aparecer libros nuevos y diferentes
a los que hay en los cajones de manzana.
Los niños se motivan entre ellos. Descubren el permiso de elegir entre tantos libros, de
enamorarse de uno y volver a él una y cien veces. Pero también, de rechazar un libro y
quedarse con el que más quiere.
34
Descubrimos la atracción que ejercemos y el poder que emana de nosotros cuando lee-
mos para otros.
El que oye puede entrar por la ventana o por la puerta principal de la historia. No importa
por dónde entre, pero sabe que puede hacerlo, que nadie le va a cobrar entrada pregun-
tándole al final qué fue lo que entendió. Lo importante es habilitar espacios de opinión e
intercambio entre distintos puntos de vista para ampliar la propia mirada.
Lo difícil es posible
Todos pueden medirse con gigantes y tener un duelo con dragones; encontrarse con el
mago, el ogro y la princesa o viajar a planetas desconocidos.
Cuando escuchamos o leemos, somos dueños de las palabras y de los tesoros de nues-
tra imaginación. Y cuando conversamos, después de leer en grupo, nos encontramos con
distintos puntos de vista sobre una misma historia, distintas maneras de ver y de sentir.
Otras propuestas
Expedición a la biblioteca
También se puede proponer a los niños que exploren la biblioteca, que traigan algunos
libros que le vamos pidiendo o que los coloquen en su sitio para que no se pierdan y así,
se ordene el desorden.
35
Al hacer esto comienza una expedición a nuevos territorios que permite hacer compara-
ciones, descubrir semejanzas y diferencias. Hay varios libros de animales, pero no son to-
dos iguales. ¿Por qué?
En todo momento, se les ofrece a los niños que elijan uno o más libros, entre muchos
otros.
Imaginar la historia...
También existe el encanto de hojear y abrir un libro por cualquier lugar o comenzar por
las ilustraciones. Se puede pedir que anticipen lo que esperan encontrar a partir de los di-
bujos de la tapa o del título e intercambiar opiniones entre todos.
Puede ocurrir que los chicos le pidan a quien está leyendo que lo vuelva a leer porque
les gusta, porque les dio risa, porque quieren volver a disfrutarlo. Pero también, hay que
mostrar el valor de la relectura. Ante una pregunta de alguno de los chicos o una discu-
sión sobre si pasó esto o lo otro..., volver a leer esa parte es muy esclarecedor.
❥ Los “menús” tienen que ser variados de manera de poder ir ampliando los gustos.
36 Para que cada uno encuentre un libro que le interese tiene que haber de todo un
poco: cuentos, poesías, libros de información...
¡A la mesa!
Con la mesa servida se invita a chicos y grandes a explorarlos.
Es importante aclararles, a quienes participen del encuentro, todo lo que pueden hacer
con los libros:
37
Autonomía y confianza
Es importante estar atentos a aquellos chicos o adultos que no se animan a tomar contac-
to con los libros por timidez o porque no tuvieron experiencia con ellos.
En estos casos, la intervención del facilitador puede cambiar las cosas si los ayuda a mirar,
a leer, si les cuenta algo en relación con el libro o la historia, si los entusiasma.
Una vez que se animan... es bueno dejarles el libro para que lo sigan leyendo solos un
rato, avisándoles que en un ratito vuelven.
Así se genera autonomía y confianza lectora por un lado, y por otro, se pueden ocupar
de otros chicos y adultos que estén en la misma situación. Siempre hay quienes necesitan
más acompañamiento aunque hay que cuidar de no hacer todo por ellos y dejar lugar a
su actividad e iniciativas.
Si se conocen los libros, sus historias, sus diferencias, es muy fácil hacerlo con preguntas,
comentarios, mostrando algún detalle curioso...
Juan tiene tres años, y le gustan mucho los libros. Busca en ellos ilustraciones de perros
y de acuerdo a las similitudes que encuentra con el suyo que se llama Lobo, le va con-
tando a los chicos que lo acompañan: “...Este es Lobo, ¡este no!”.
38
Los libros no tienen edad. Son para que los disfruten tanto los chicos, aún los bebés...
como los adultos. Inclusive, si una mamá los lee cuando está embarazada, ¡los está leyen-
do el bebé que lleva en su panza!
39
40
También puede ocurrir que, después de un encuentro de lectura, queden ganas de llevar
un libro desconocido para descubrirlo tranquilos, en casa, para mirarlo y leerlo todo el
tiempo que queramos y para compartirlo con toda la familia.
“Algo tan lindo que viví quiero que lo vivan los demás”. De esta manera, los mismos chi-
cos son “contagiadores” en sus familias, para compartir y disfrutar también con ellos, en
algún rato libre.
Otra buena manera para el encuentro de los libros, los chicos y las familias, puede ser vi-
sitarlas con cajas, bolsas o mochilas, con un menú variado de libros para curiosear y de-
cidir por cuál empezar.
Ésta es una experiencia para que juntos descubran que se pueden elegir cuentos para los
niños, libros con colmos y adivinanzas para que jueguen grandes y chicos, otros con can-
ciones que emocionan a la abuela y que nos puede enseñar a cantar... Hay para todos.
Algunas ideas:
❥ Visitar a los niños y educadoras del jardín del barrio, llevando libros para que los
conozcan;
❥ Hacer una mesa de libros para que puedan explorarlos y despedirse leyendo un
cuento especialmente seleccionado para ellos;
❥ Dejar, al final, algunos libros prestados, acordando entre todos la fecha de devolu-
ción para que los libros sigan rodando.
En una siguiente visita será necesario volver para ofrecer un nuevo préstamo y recibir co-
mentarios de los libros que ya leyeron; también despedirse con la lectura de un cuento,
esta vez elegido por los niños.
Al principio o al final de estos encuentros, el “contagiador” puede dejar caer una copla,
una poesía o una adivinanza, que pone por escrito en una hoja para que los chicos la
aprendan y la compartan con su familia. En el próximo encuentro ellos podrán sorprender
con otras coplas, adivinanzas, juegos con la palabra que hayan “pescado” por allí, entre
sus familias y vecinos... como verdaderos “cazadores de palabras”.
Para que los libros no se pierdan y los chicos no pierdan la memoria de qué libros han leí-
do, se puede pedir que junto a las educadoras anoten los libros que quedan en préstamo
y hagan una marca cuando los devuelven.
Este registro es compartido por todos, incluidos los más pequeños, porque es una buena
forma de organizar el préstamo y aprender a cuidarlos para que otros puedan disfrutar de
ellos. Si esto se puede hacer, estaremos creando verdaderos “círculos de lectores”.
En otra visita, el "contagiador" desafía al grupo comenzando una historia, inventada por
él para que cada uno de los chicos y las educadoras se sumen al juego, haciéndola cre-
cer entre todos.
42
Aunque los chicos no sepan escribir todavía, un adulto puede escribirla en un papel y vol-
ver a leerla con ellos cuantas veces quieran.
También podrán dibujar esa historia en otro momento y, poco a poco, ese grupo tendrá
un “libro hecho a mano” por todo el grupo.
Otra vez, se presentan tarjetones con los nombres de personajes de cuentos conocidos
por los chicos, de los tradicionales o de los que les atraigan más. Se mezclan como un
mazo de cartas y se eligen dos. Por ejemplo: Cenicienta y el lobo de Caperucita Roja. En-
tre todos inventan una historia que los vincule. Y después... ¿quién se anima a contarla
al revés?
Convocar a los niños y sus familias para compartir libros y lecturas, narraciones, conver-
saciones. Espacios que recuerden a los juglares que iban de pueblo en pueblo, llevando
historias y cantos que hacen crecer la imaginación, alivian las penas, devuelven sonrisas
olvidadas y fortalecen el sentido del humor.
Para eso, se podría cerrar una calle una vez cada tanto y poner mesas servidas de libros
en una esquina del barrio o en una plaza y armar una Biblioesquina o una Biblioplaza.
El vecindario podría poner un nombre a este suceso y a la calle, de modo tal que el en-
cuentro se transforme en una fiesta propia.
Por supuesto que cada mesa tiene que tener adultos dispuestos a mostrar, permitir, cu-
riosear, leer y contestar todo lo que los lectores necesiten.
43
Alrededor de una mesa se leen poemas; en otra se recuperan las canciones de infancia o
sucesos que pasan de boca en boca; en alguna otra están los cuentos.
En todos los barrios hay vecinos con habilidades de narrador, deseosos de compartirlas.
Si es así, también puede haber una ronda de cuentacuentos.
Una adivinanza, una copla, un cuento leído “de pe a pa”, con efectos especiales puede ser
el disparador para que otros vecinos hagan lo mismo.
Comentar algunos libros diciendo algo curioso sobre ellos puede provocar la inquietud
de saber cómo termina la historia o leer algo más del mismo autor. Dar ganas de leer, ha-
blando de algunos libros, sin contar el final, por supuesto. Una oportunidad de ofrecer
información sobre los libros que están a disposición de los oyentes, donde encontrarlos,
comunicar las fechas y horarios de los encuentros de lectura y los de intercambios entre
lectores.
44
Coplas, rondas, nanas, son textos interesantes para los niños pequeños, por el sonido y el
sin sentido. De este modo, ellos descubren que hay palabras que sirven para nombrar las
cosas, pero también las hay poéticas, pícaras, sorprendentes. Las palabras se convierten
así en juguetes, junto con las muñecas y los autitos.
Con los niños de cuatro o cinco años podemos organizar el juego del eco: cada uno de
los niños, por turno, dirá una palabra y el resto actuará de eco repitiendo la última sílaba
tres veces.
También podemos proponerles rimas, adivinanzas, trabalenguas, acertijos, chistes
para jugar y jugar. Es una buena manera de comenzar un encuentro de lectura.
Rimas
Tengo un gallo
Al que come y descansa,
en la cocina,
le sale panza.
que me dice
Al botón de la botonera, la mentira.
chin, pun, fuera, Tengo un gallo
el que sale o el que queda. en el corral,
que me dice
Sana, sana la verdad.
colita de rana,
si no sanas hoy El que lo dice lo es,
sanarás mañana. con la cara al revés.
Un gato se cayó a un
pozo,
las tripas hicieron gua,
arre moto piti, poto
45
arre moto piti, pa.
46
Adivinanzas No es lo mismo...
Va y viene, viene y va
y en el mismo lugar está Un nombre de pila, que una pila
La puerta de nombres.
¿Qué cosa es
lo que corre Cuando cuentes cuentos,
sin tener pies? cuenta cuántos cuentos cuentas,
El agua
porque si no cuentas cuántos
cuentos cuentas,
nunca sabrás cuántos
Chistes
cuentos cuentas tú.
¿Cuál es la palabra más larga del
diccionario?
Arroz (porque empieza por A y
termina por Z)
47
48
Se necesita la mesa o la canasta de libros, más un adulto disponible para leer, animar,
acompañar y proponer espacios de conversación sobre los libros y lo que cada uno en-
cuentra en ellos.
No se trata de adivinar sino que los chicos vayan imaginando, a partir de la tapa, distintas
posibilidades que luego se confirmarán o no con la lectura.
49
❥ Dos libros: uno con una historia corta y otro con una historia larga.
❥ Tres libros: uno sólo con letras; otro, con letras y dibujos; el tercero, sólo con dibu-
jos.
❥ Libros que en sus tapas tengan animales... o personas... o plantas. (Mirar las tapas
de los libros para proponer distintas posibilidades)
Cada equipo examina los libros de la mesa, de forma tal que todos hayan podido verlos.
El grupo 4 elige los libros que tienen una característica en común: por ejemplo, libros de
ratones, o de perros o...
A continuación, los niños separan los libros elegidos y escriben, junto con el facilitador,
los carteles que señalan el rincón de la exposición.
Finalmente programan un encuentro con otros niños del barrio y sus familias para com-
partir con ellos el momento de lectura.
Es una manera entretenida para que todos se acerquen a los libros, puedan hojearlos, mi-
rarlos y luego decidir con cuál quedarse para leer.
50
Explorar y elegir
El facilitador organiza a los niños de a dos, para que busquen en la mesa el libro que más
les atrae; después, cada pareja le cuenta a los otros, por qué lo eligieron.
Luego, el coordinador puede tomar un libro, entre los seleccionados, para leerles a to-
dos.
La caja sorpresa
Después de haber compartido la lectura de los cuentos tradicionales, es decir, los de “Ha-
bía una vez...” se puede organizar el juego de la caja sorpresa.
Sirve para abrir la curiosidad de los niños por los cuentos clásicos y relacionar objetos con
los personajes a los que pertenecen.
La caja puede ser de cartón y estar decorada o no. Se la deja cerca de la alfombra o de
los estantes, en un momento en el que los niños no están presentes.
Dentro se colocan objetos que están relacionados con los personajes de los cuentos:
Blancanieves, manzana, Caperucita, canasta...
En una mesa cercana se encuentran desplegados los libros con los cuales guardan rela-
ción los objetos.
Llegado el momento, se explica que tendrán que identificar los objetos que hay en la caja
y averiguar a quién pertenecen. La única pista que se ofrece es que están relacionados
con los personajes de los cuentos.
Se sacan los objetos de la caja de uno en uno, puede hacerlo un niño o el coordinador, y
se va preguntando de quién puede ser, con una frase del estilo: “Adivina, adivinador...”
Se puede hacer con cuentos que los niños hayan leído aunque no sean los tradicionales.
51
A equivocar historias
Se busca que los niños sepan descubrir, cuando se lee o escucha un mismo cuento por
segunda vez, los errores que se cometen a propósito, cambiando situaciones o caracte-
rísticas del personaje muy conocidas por los chicos.
También se puede hacer en grupo, proponiéndoles que ellos cambien el nombre de los
personajes, alguna parte de la historia o el final. Ésta es una situación ideal para aquellos
niños que solicitan un cuento más de una vez.
Conviene utilizar un libro de cuentos cortos que ya otras veces se haya leído. El facilita-
dor lee en voz alta, pausadamente. Una vez terminada la lectura se solicita que cada niño
piense un cambio y vuelva a narrar el cuento; los demás niños deberán descubrir la modi-
ficación y anunciarla por medio de una frase, por ejemplo: “¡Te descubrí!”
Juego de pistas
❥ Cada niño mira y explora un libro de la mesa.
❥ Escribe en una hoja algún dato importante de su libro elegido, sin decir de cuál se
trata.
❥ Se mezclan las hojas y se reparten de modo que cada niño tenga una, no la pro-
pia.
❥ Cada uno, con la pista en la mano, tiene que encontrar el libro que corresponde a
la pista.
❥ Se vuelven a reunir para compartir aciertos y desaciertos de acuerdo a las pistas.
La tarde de...
También se pueden organizar mesas especiales.
Para esto, el facilitador debería centrar la atención en un tema en particular, buscar el ma-
terial que lo represente y organizar una lectura o dramatización de cuentos, poesías, co-
plas, etc. donde el tema sea el amor, los viajes, la magia, etc.
Por ejemplo:
❥ poemas cortos,
❥ poemas largos,
❥ poemas escritos por otros,
❥ poemas que inventamos,
❥ poemas copiados de algún libro,
❥ poemas que nos regala un vecino, una tía o un amigo
❥ poemas dictados por alguien que los sabe de memoria
53
Y colorín colorado...
Para comenzar un cuento, especialmente para los más chicos, se utilizan ciertas frases de
apertura o cierre para entrar en clima: “Había una vez...”, “Érase que se era...”, “Esta
historia comienza así...”
En cambio, las de cierre indican que la historia va a terminar para volver a empezar en
otro momento: “Por un caminito o por otro, mañana te leo otro...”, “Me voy por un ca-
minito, me voy por otro, para que vos me cuentes otro...”, “Esto es verdad y no miento:
como está escrito, lo cuento”, “Colorín colorado, este cuento se ha acabado...”.
54
Desde el comienzo, reunir a la gente del barrio, compartir información, sugerencias y res-
ponsabilidades, explorar y leer los libros juntos, es la mejor manera de entusiasmarlos e
integrarlos a la propuesta.
Muchas preguntas pueden surgir para conversar entre todos e ir encontrando distintas
respuestas y posibilidades entre facilitadores y vecinos.
55
Acerca de la convocatoria
❥ ¿Qué se puede hacer para que esta propuesta circule lo más posible?
❥ ¿Serán necesarios distintos tipos de convocatoria? ¿Cuáles se les ocurren? ¿Por
dónde empezar?
❥ ¿Qué obstáculos pueden surgir? ¿Cuál sería la manera de enfrentarlos y resolver-
los?
Acerca de la información
❥ ¿Qué información sobre Leer es Contagioso se ofrece a las familias, a los adultos y
a los niños?
❥ Los cuadernos de trabajo pueden servir para tener más información, ¿podemos ex-
plorarlos entre todos y leer lo que le interese más al grupo para después conversar
y comentarlo?
❥ Si alguien está interesado en llevarse un cuaderno de trabajo a su casa, ¿se podrá
organizar el préstamo? Para eso, se pueden ofrecer a las familias, los distintos cua-
dernos de la colección en forma rotativa y según sus intereses.
56
Elegir un lugar, al que pueden concurrir los niños y sus familias con facilidad. Ya pensa-
mos sobre cómo acondicionar ese espacio, hablamos de pintura, alfombras improvisadas,
almohadones... ¿Qué otras cosas se les ocurre para acondicionar el espacio?
❥ ¿Se pueden amurar listones de madera a la pared, de manera que los libros queden
“parados” y se vean sus tapas?
❥ También pensamos en conseguir tablones o puertas viejas y armar mesas de dis-
tintas alturas, para los más chicos y para los más grandes...
❥ ¿Se pueden conseguir canastos, carretillas, valijas que ya no se usen para transpor-
tar libros?
57
Ofrecer los libros en distintos tipos de contenedores, de manera que se vean sus tapas,
dan más ganas de curiosear lo que hay adentro y permite organizar el material.
También es posible organizar un recorrido por el barrio y juntar objetos, telas o alguna
ropa que no se use (vestidos, sombreros, delantales, anteojos, pañuelos, llaves...)
Pensar entre todos, incluidos los niños, qué actividades les gustaría que se realicen en
este espacio de lectura...
Conversar acerca de los chicos, sus gustos e intereses; qué quieren los padres, los abue-
los, los tíos... que suceda en ese espacio.
Abramos una lista de gente que tiene ganas de hacer cosas en este espacio:
58
Pensar entre todos cómo se va a invitar a la gente del barrio (chicos y grandes) a partici-
par de estos encuentros de lectura.
❥ ¿De boca en boca: cada uno invita a un vecino para el próximo encuentro?
❥ ¿Carteles en los negocios del barrio?
❥ ¿Un megáfono que cuente a “viva voz” lo que está pasando en el barrio?
❥ ¿Notitas debajo de la puerta?
❥ ¿Si hay una radio, pedir que lo anuncien?
❥ ¿Qué otras cosas se les ocurren?
Se buscan curiosos,
chicos y grandes que tengan ganas de acercarse
a los libros para pasar buenos momentos.
59