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a la gestión de proyectos
Adicionalmente, el énfasis que los responsables de los planes y los proyectos dan a
los aspectos técnicos, con frecuencia va de la mano con un desinterés por comprender
los contextos sociales y políticos en que se producen y perpetúan los problemas. En
estas condiciones, las políticas, planes y proyectos se desarrollan a menudo en
direcciones imprevistas que no responden a las necesidades y expectativas de los
beneficiarios potenciales.
Más aún, las políticas, planes y proyectos pueden generar resultados negativos
inesperados que hubieran podido evitarse si los responsables de llevarlos a cabo
hubieran tenido en cuenta las condiciones en que se generan y resuelven los
problemas humanos.
Es por eso que antes de entrar en materia es conveniente que se identifiquen tres
mitos que pueden dificultar nuestro aprendizaje:
1.1.1 La intencionalidad
1.1.2 La Información
Por muy simple que parezca, todo proyecto toca con múltiples aspectos y es, por sí
mismo, complejo. En la práctica, sin embargo, la complejidad de los proyectos se
considera relativa y suele establecerse por comparación entre varios de ellos.
Se presenta un poco más de cerca alguna información sobre estos dos aspectos, que
puede ser útil para formular el proyecto.
Es muy difícil que el gestor de un proyecto pueda manejar una información tan
compleja como la que se requiere para alcanzar un objetivo con éxito, si no lo hace de
manera ordenada. La gestión de proyectos te ofrece técnicas y métodos para obtener,
organizar, analizar (relacionar), interpretar y valorar información, de forma que ésta
pueda ser utilizada como fundamento y garantía de éxito de tus decisiones.
Las instituciones y agencias que trabajan por proyectos suelen ofrecer diferentes
formatos e instrumentos que apuntan a presentar, de manera ordenada, la información
requerida para comprender y sustentar el proyecto. Estos formatos organizan la
información “por bloques”, que varían de una agencia a otra, aunque en esencia
suelen referirse a los mismos aspectos.
Algunos de los criterios que se han propuesto en relación con este aspecto son:
Estos criterios suelen ser tenidos en cuenta por las diferentes agencias que financian
proyectos, para evaluar la conveniencia de apoyarlos.
Los autores han diferenciado algunos tipos de proyectos sin que las categorías sean
completamente excluyentes. Pero los principios y técnicas requeridos para garantizar
su éxito sí lo son.
Por esta razón, las tendencias actuales de gestión propenden por estructuras
orgánicas cada vez más flexibles y dinámicas, que puedan cambiar fácilmente de
rumbo de acuerdo con las nuevas necesidades de la empresa; las “ad-hocracias” son
estructuras flexibles donde las personas conforman grupos relativamente
heterogéneos y provisionales que se relacionan entre si de una manera más dinámica
y creativa, en función de sus proyectos comunes.
Sin embargo, estos componentes se definen en los planes a un nivel tan general para
la organización, que serían incapaces por si mismos de promover un cambio. Por eso
deben convertirse en decisiones más concretas que dan lugar a los programas y
proyectos.
Debe existir una estrecha relación entre los planes y las funciones o competencias. Sin
embargo, ambos planteamientos son diferentes.
Entre las principales características de los proyectos pueden resaltarse las siguientes:
• La temporalidad: los proyectos nacen y mueren. Tienen un comienzo desde su
concepción como idea. Su formulación, ejecución y evaluación se dan en un límite de
tiempo predeterminado.
• La singularidad: no hay dos proyectos iguales. Todos son muy singulares. Esto
hace que la experiencia de unos no sea totalmente transferible a los otros.
• La dependencia: el proyecto no se pertenece a si mismo, no tiene significado per-
se; tiene su origen en un plan, en un programa o en una organización, por lo tanto sus
objetivos se subordinan a esquemas de decisión más amplios que garanticen la
integralidad de la gestión y propendan por la sinergia de los esfuerzos.
• La flexibilidad: por su permanente juventud, los proyectos pueden ser mecanismos
de gestión moldeables y versátiles, y por lo mismo configurar oportunidades de cambio
para las organizaciones, condición sumamente importante en un mundo donde la
adaptación al medio es cada vez más necesaria.
• La fragilidad: por su misma juventud, los proyectos son también muy vulnerables y
pueden afectarse por los cambios de los medios externos e internos de las
organizaciones. La fragilidad es el precio que pagan los proyectos por su flexibilidad.
• La integralidad: los buenos proyectos son como imanes que atraen a todo lo que
tiene que ver con ellos de manera relevante. Esta propiedad les permite transitar
horizontalmente por las organizaciones y relacionarse con varias de sus
dependencias. Por eso pueden actuar como factores aglutinantes de la organización.
• La creatividad: Los proyectos pueden dar rienda suelta a la imaginación, innovación
y originalidad. Sus procesos no son repetitivos y exigen siempre nuevos
planteamientos y visiones. Los proyectos complejos que cubren dos o más productos
complementarios diferentes, pueden descomponerse en sub-proyectos.