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SEMANA 9

HUMANISMO EN ENFERMERÍA
El humanismo se establece en la reflexión filosófica, como un fin y valor superior
en el mundo, motivando con ello un interés centrado en el hombre y en todo lo
que es humano. La preocupación máxima del hombre debe ser el propio hombre,
constituyéndose en el ideal por desarrollar en cada individuo lo humano. En
términos generales el humanismo se define como la actitud centrada en el interés
de lo humano, en el pleno desarrollo y bienestar de lo que el hombre es, desde
las perspectivas biológica, psicológica, social, cultural y espiritual.1 Por tanto, el
contribuir a que el hombre obtenga bienestar en los aspectos anteriormente
referidos se realizará y se hará más humano, o como algunos filósofos lo han
denominado proceso de “homonización” es decir, el proceso de hacer humano
(“humanización”). Para ello el hombre requiere de un comportamiento ético, con
el fin de practicar ciertos valores como la justicia, la libertad, la vida, entre otros.
Esto es la naturaleza propia del humano, en cuanto hace uso adecuado de la
razón y su juicio. Practicar el humanismo es reconocerse a sí mismo; el
autoconcepto reflejado en la otra persona. Cada hombre será mejor si se
reconoce en la dignidad de los demás. El humanista, es aquel que comprende la
vida y entiende al semejante. El humanismo implica el respeto a la libertad
interna del propio hombre para pensar, sentir y creer. Para Platón los tres valores
de la vida humanística son: la verdad, la bondad y la belleza.1 Lo anterior queda
claro lo que es o lo que debiera ser el humanismo, basado en dos principios
fundamentales: „ “Toda persona tiene derecho a la vida” (Declaración Universal
de los Derechos Humanos), de respetar, defender y promover la vida, como
deber ético y humano del ser humano para consigo mismo y para los demás. El
respeto a la vida humana es uno de los ejes primarios sobre los que se ha
desarrollado la conciencia ética de la sociedad. „ “La necesidad de los cuidados
enfermeros es universal”.2 Partiendo de estos dos principios y teniendo en
cuenta la función del profesional de enfermería que está orientada al
mantenimiento y al cuidado de la salud, que sin duda es la esencia de la
protección a la vida humana y es objeto de conocimiento, del saber y de qué
hacer del enfermo.3 Es claro que el cuidado es la actividad clave que define la
labor de enfermería. Sin embargo, la definición del cuidado, en sentido general,
exige prestar atención a una serie de elementos que a continuación se describen.
El cuidado como actividad que está presente siempre y en todas las sociedades,
de uno u otro modo; es la acción que contribuye a la ayuda y solicitud ante la
necesidad del otro, es una actividad espontánea y desinteresada para lograr el
bienestar del otro. Además la puede realizar cualquier persona basada en una
relación humana y contenido moral.3 El cuidado como tarea profesional adquiere
una dimensión normativa y estipulada. Es un compromiso “oficial”, ya no como
actividad espontánea del cuidado, es la tarea profesional de la enfermería como
una actividad de cuidado estandarizado, protocolizado y regulado que establece
exigencias de eficacia.3 El cuidado como actitud, abre paso a la responsabilidad
por las personas y por el mundo, es una situación de sensibilidad ante la realidad,
toma de conciencia de su vulnerabilidad, de permitir que nos interpele y nos
obligue a la acción, como modo de humanidad. Por eso es fundamental educar
en la actitud del cuidado en cuanto a promover y fomentar la aparición de esta
sensibilidad. Como la expresión de Ellacuría “hacerse cargo de la realidad,
cargar con ella, encargarse de ella”.3 El cuidado como elemento moral posibilita
la toma de conciencia con la realidad que es el compromiso moral con la
vulnerabilidad, o dicho de otro modo, la responsabilidad se sitúa entre lo justo y
lo bueno.3 Es así que al acto de valorar lo humanista lo sustentan dos cargas: la
objetividad de los valores y la subjetividad de la valoración que depende del
punto de vista desde el cual se observa, de la formación económico-social y la
cultura del pueblo o país en el proceso de reconocimiento de la persona
humana.4 Hablar de ética y de humanismo en nuestro siglo, es hablar de la toma
de conciencia de la peculiar condición del mundo, como seres responsables ante
las consecuencias de nuestros propios actos. La ética es la actividad consciente
del ser humano, de acuerdo a su realidad macro y microcósmica, cuya acción
influye y refleja, para bien o para mal, en la micro y macro sociedad que
habitamos. La ética es la teoría, mientras que la moral es la práctica. En el plano
profesional de las ciencias médicas, la ética y la moral social se adecuan a sus
características particulares. Así la ética médica es una manifestación de la ética
general, es el conjunto de principios y normas que deben regir la conducta de los
trabajadores de la salud encaminada a lograr la prevención y mejoramiento de
la salud de las personas sanas y el tratamiento adecuado y la recuperación de
las personas enfermas, dentro de un marco fraternal y humano. El personal de
la salud jerarquiza desde los tiempos de Hipócrates, dos principios
fundamentales: „ Hacer el bien (principio de beneficencia). Este principio define
que todos los actos que están orientados a hacer el bien estén justificados en sí
mismos. „ No dañar (principio de la no maleficencia). Este principio define que
ninguna acción del profesional debe ir orientada a hacer el mal, debe evitar el
daño a los pacientes. Es considerado como el otro elemento del par dialéctico
beneficencia-no maleficencia.4-6 La ética de enfermería es la adecuación de los
principios éticos que rigen en la sociedad, al ámbito de los profesionales de la
salud, vinculados a las características particulares de la profesión. Desde el
surgimiento de la enfermería como profesión con Florencia Nightingale en la
segunda mitad del siglo XIX, esta profesión incorporó dos principios éticos a su
actuar: „ La fidelidad al paciente. Entendida como el cumplimiento de las
obligaciones y compromisos adquiridos con el paciente sujeto a su cuidado, entre
los cuales se encuentra guardar el secreto profesional acerca de las confidencias
hechas por el paciente. „ La veracidad. Principio de obligatorio cumplimiento
aún cuando pueda poner en situación difícil al propio profesional, como es el
caso de admitir errores por acción u omisión. En la relación enfermera-paciente-
familia-comunidad, el principio de respeto al otro se expresa en el reconocimiento
de la diferencia. Un ser humano no es igual a otro aunque tengan las mismas
costumbres sociales, pertenezcan a la misma formación socio-económica y
tengan la misma enfermedad. De igual modo, puede decirse que la misma
persona a través del ciclo de evolución de su vida, en cada una de sus etapas,
tiene características diferentes. Por lo que la enfermería es sin duda, la profesión
del equipo de salud que más decidida y profundamente puede impactar en las
personas.5 Conclusiones Finalmente la enfermera (o), es el profesional
legalmente habilitado, responsable de sus actos profesionales, que ha adquirido
los conocimientos y aptitudes suficientes acerca del ser humano, de sus órganos,
de sus funciones bio-psicosociales en estado de bienestar y de enfermedad, del
método científico aplicable, sus formas de medirlo, valorarlo y evaluar los hechos
científicamente probados, así como el análisis de los resultados obtenidos,
auxiliándose para ello de los medios y recursos clínicos y tecnológicos
adecuados, en orden a detectar las necesidades, desequilibrios y alteraciones
del ser humano, referido a la prevención de la enfermedad, recuperación de la
salud y su rehabilitación, reinserción social y/o ayuda a una muerte digna. Es de
esta manera como el personal de enfermería participa en una práctica moral, es
decir lleva una actividad definida por el compromiso con el bien interno de la
profesión y la responsabilidad de proporcionar, de forma individual o comunitaria,
los cuidados con humanismo. La atención a la población bede ser basada en los
códigos de ética propios de la profesión, además de fundamentarse en las leyes
o legislación de cada país; respetando el sistema de creencias del paciente, su
toma de decisiones posibilitando su desarrollo e independencia. El cuidado
integral que brinda enfermería debe permitir una visión global y transversal de
las necesidades del ser humano, así como velar y responder a ellas, en el ámbito
de lo que Aristóteles denominó "sabiduría práctica", que permite cuidar a las
personas con sus problemas en lugar de cuidar únicamente los problemas que
presentan las personas. Aspecto importante ligado a lo anterior es que ese
cuidado sea reconociendo la dignidad intrínseca de todo ser humano,
identificándolo como un ser único, y reconociendo sus diversas dimensiones, es
decir su dimensión holística, lo que implica en el personal de enfermería el
abandono de posturas reduccionistas que convierten al paciente en una
patología, en el paciente de la cama, o del expediente número uno; respetemos
la dignidad humana y no permitamos que lo negativo que sucede en la sociedad
en general y el empleo de las tecnologías influyan en la pérdida de valores
humanos, al contrario aprovechemos lo positivo de éstas y no perdamos los
valores humanos de los cuidados profesionales de enfermería. De esta manera
debemos considerar que los pacientes son personas importantes y que son el
verdadero centro de la atención del cuidado enfermero, que va más allá del
conocimiento científico, en busca del saber del sentido común y de la vivencia
de los pacientes. Reconocer y rspetar la dignidad humana es una misión con la
que los profesionales de enfermería debemos estar comprometidos, sea cual
sea la responsabilidad, ya que la enfermería contituye una experiencia que se
vive entre seres humanos. Quien no coinciba así el cuidado profesional de
enfermería, urge rehumanizar su práctica asistencial, reforzándola con los
distintos modelos y teorías sobre la enfermería que son altamente humanísticos
y en el que uno de ellos sobresale, el pensamiento de una teórica diciendo " que
el paciente debe ser el centro de nuestra atención" y que para saber lo que
realmente necisita, la enfermera debe "meterse en la piel del paciente". Para
finalizar, enfatizamos que, el cuidado profesional de enfermería se ve reflejado
en el respeto de la dignidad.
1. Planteamiento

La enfermería es hoy una profesión autónoma. Implica una tarea específica


dentro del ámbito de las carreras de la salud: la gestión del cuidado 1. Tal es el
papel que juega el arte de cuidar en esta actividad profesional, que se le ha
llegado a definir, sin más, como la ciencia del cuidado humano 2.

El cuidado es, de esta manera, el núcleo del acto de enfermería3. En su


naturaleza, ese acto representa la aplicación de un juicio técnico sobre la
planificación, organización, motivación y control de la provisión de los
tratamientos más oportunos, seguros y eficaces para la recuperación del
enfermo4.

Ahora bien, al igual que la medicina, la enfermería es también una práctica moral.
Esto significa que el cuidado no sólo reviste una dimensión técnica o productiva,
artística podría decirse, sino, sobre todo, un aspecto fronético, lo que se explica
por lo siguiente: la formación y el ejercicio profesional que lleva a cabo el o la
enfermera deben estar basados en la observación de los requisitos que permiten
que esa práctica sea considerada como buena moralmente Por tanto, el acto de
enfermería no solamente nos permite saber "y hacer lo que se debe en el
momento indicado, en el lugar que debe ser y con las personas indicadas" 6 sino
hacerlo con miras a la excelencia. No puede olvidarse que no todo lo que se
puede hacer (fácticamente) en un caso concreto se debe hacer en sentido moral.

El cuidado, pese a su carácter central, no lo es todo en el acto de enfermería.


Resulta un elemento irrenunciable de la práctica clínica, ciertamente. Pero,
aunque sea una condición necesaria para el correcto ejercicio de la profesión,
no es suficiente para justificar y dar sentido a esa actividad. "En la relación con
alguien que ha perdido la salud, la enfermera (y los sanitarios en general) ha de
intentar comprender el significado que tal evento tiene en la vida del sujeto, cómo
él lo interpreta, qué relevancia tiene para sus proyectos, para el concepto de sí
mismo. Sin embargo, dada la diversidad de conceptos existentes sobre la salud
y la vida, cualquier proyección de patrones de salud, más allá de lo meramente
biológico, será una falta de respeto a la autonomía del paciente y un error de
escucha por parte de la enfermera

Si la tarea de enfermería está regida por el ideal de la beneficencia, es claro que


la relación con el paciente ha de tener en cuenta que esa actitud debe
determinarse desde la libertad de decisión del propio enfermo. De ahí que, más
allá de las obligaciones de mínimos, como curar heridas o limpiar quemaduras,
el resto de las actividades profesionales de la enfermera dependan de esa
relación de comunicación con el paciente, en la que se decidirán los
procedimientos a realizarse conforme a su expectativa de bienestar sin que eso
signifique, por supuesto, un atentado a los bienes básicos del individuo.

Por último, el cuidado no conlleva la puesta en práctica de un manual de


actividades máximamente detallado. Precisamente porque pertenece al ámbito
de la razón práctica, es que el acto de enfermería no se comprende sin atención
a las circunstancias que lo rodean: es un fenómeno circunstanciado. Es de tal
importancia la consideración de las contingencias que envuelven al paciente y
su enfermedad, que dejarlas fuera del juicio profesional sería un verdadero acto
de injusticia. Y la razón de esto es simple: en el campo de la salud, dar a cada
cual lo suyo no significa una distribución geométrica, descontextualizada del
caso concreto, de medicamentos, por ejemplo. Significa atender a la realidad
que efectivamente está viviendo un sujeto en unas condiciones particulares de
tiempo y de lugar, para así entregarle la prestación más adecuada a su situación
personal. Luego, el acto de enfermería no supone únicamente la gestión del
cuidado. Supone, principalmente, la gestión del cuidado justo.

2. Naturaleza del acto de enfermería: entre arte y prudencia

Desde su nacimiento como disciplina autónoma, la enfermería ha estado


vinculada a la obligación profesional de dominar una serie de conocimientos
técnicos y especializados, propios del área del cuidado. Tal ha sido la tesis de
Florence Nightingale, quien escribe que "el conocimiento de las leyes de la vida
y de la muerte y de las leyes de salud para las salas hospitalarias requiere un
aprendizaje por la experiencia y una cuidadosa investigación" 13. Esto no viene
por inspiración o buena conciencia.

Lo anterior significa que el acto de cuidado supone un trabajo sumamente


complicado, "ya que incluye la posesión de conocimientos técnicos, una gran
cantidad de conocimientos formales, capacidad de comunicación, complicidad
emocional y otras muchas cualidades"14. Por esta causa, se le considera como
un complejo proceso de pensamiento que lleva del conocimiento a la técnica, de
la percepción a la acción, de la decisión al tacto y de la observación al
diagnóstico15.

En particular, el acto de enfermería representa un juicio clínico sobre la respuesta


de un individuo a sus problemas de salud, reales o potenciales 16. A tenor de
dicho juicio, la enfermera será responsable de la monitorización de las
respuestas del paciente, de la adopción de decisiones que culminarán en un plan
de cuidados, y de la ejecución de los cursos de acción resueltos como los más
pertinentes, incluyendo la colaboración interdisciplinar y la derivación del
paciente a otras unidades, si fuera necesario17.

En ese juicio no todo es observación o pasividad, una autocancelación de la


propia racionalidad práctica ante los hechos dados. La tarea del cuidado exige
un esfuerzo hermenéutico por parte de la profesional, un ejercicio de
interpretación, análisis y valoración de la realidad a partir de los problemas de
salud, factores etiológicos y síntomas y signos del paciente.

Un buen ejemplo de ese carácter interpretativo-prudencial del acto de enfermería


lo vemos en el caso del triage prehospitalario. La medicina prehospitalaria, de la
cual forma parte este tipo de triage, tiene como finalidad la "asistencia inmediata,
puntual y cualificada de pacientes en situación crítica antes de su ingreso en un
hospital"18. De esta manera, un adecuado diagnóstico y valoración por parte del
profesional a cargo del triage, será de vital importancia para la recuperación de
los enfermos, así como para la correcta asignación de recursos en situaciones
de emergencia como la de los pacientes que llegan a un servicio de urgencias
de atención primaria19. Esto sucede porque con su valoración inicial, la
enfermera clasifica el grado de urgencia, agiliza la actuación de los otros
profesionales sanitarios y soluciona parte de las visitas, optimizando, por
consiguiente, la calidad asistencial20.

Entre los fundamentos de su decisión, la enfermera a cargo del triage deberá


considerar la diversidad de pacientes y de patologías de los individuos que llegan
al recinto asistencial. De igual forma, la inevitable escasez de los recursos
médicos. Asimismo, deberá tener en cuenta la preparación de los equipos y
materiales necesarios para enfrentar las emergencias, así como la correcta
priorización de los pacientes que han de ser atendidos. En este tipo de
situaciones, la decisión enfermera comporta una mayor dificultad, debido a que
en esta distribución en tiempo limitado de recursos insuficientes, se tiene que
decidir cómo equilibrar en el caso concreto los principios prácticos de riesgo y
beneficio, y de solidaridad y justicia21.

A la hora de determinar el nivel de gravedad de los pacientes, no sólo se ponen


a prueba los conocimientos técnicos del personal de urgencias, sino, sobre todo,
sus idearios morales. Por ejemplo, hay situaciones en donde las necesidades
sobrepasan los recursos22 y el personal de urgencia debe decidir entre atender
a una persona con mayores probabilidades de recuperación y dejar a otra que,
estando viva aún, no podrá salvarse debido a su gravedad. Por supuesto que se
intentará auxiliar al mayor número posible de individuos, pero los recursos
disponibles, en la mayoría de los casos, son insuficientes.

Una prueba fehaciente de la necesidad de conciliar técnica y prudencia en el


acto de triage está en la forma de llevar adelante la entrevista prehospitalaria: el
interrogatorio debe ser abierto y dirigido a obtener la mejor información en el
menor tiempo posible. Las preguntas deben ser sencillas y directas. Se debe
hacer una pregunta a la vez, y sólo se debe pasar a la pregunta siguiente cuando
el paciente (o su acompañante) ha logrado responder a la anterior. Se han de
utilizar términos sencillos, se deben evitar los tecnicismos. La idea es que el
paciente y su familia puedan entender con claridad la naturaleza y riesgos de la
patología de que se trata23.

Entonces, en el marco de la atención de urgencia, la presencia de individuos con


diversas patologías y distintos niveles de gravedad convierte al triage en la única
solución de justicia posible. Esto porque, aunque cada paciente es un fin en sí
mismo, y aunque cada uno de ellos deba ser tratado con el mayor cuidado y
respeto de su dignidad, la necesidad de ponderar el estado de salud de cada
cual en el panorama de todos los sujetos que esperan la atención de urgencia
es una obligación por parte del equipo médico.

De este modo, actuar por el bien de un solo paciente, sin tener en cuenta las
necesidades de los otros enfermos, conllevaría una transgresión del principio de
justicia. Tal es la importancia que reviste el triage en estos casos, que incluso se
puede afirmar que "quien no hace triage, o lo hace de forma aleatoria, es
maleficiente, es decir, no sólo no actúa en beneficio del colectivo" 24, sino que
decide en contra de la salud y dignidad de cada paciente en particular25.

3. Principios éticos aplicados al acto de enfermería

Los actos enfermeros suelen involucrar una gran complejidad. El entramado de


elementos que deben ser ponderados en el acto de enfermería exige del
profesional una preparación técnica del más alto nivel, porque lo que se halla en
juego no son una serie de procesos o tratamientos médico-quirúrgicos, sino la
vida y la salud de una persona, con dignidad intrínseca y valor en sí misma.

Sin intención de ser exhaustivos, y como una herramienta de apoyo a los


profesionales de la enfermería, proponemos a continuación algunos principios o
reglas prácticas que debieran regir la actividad profesional del cuidado. No se
trata de los únicos principios que puedan presentarse. Sólo consideramos los
que, en nuestra opinión, son los más relevantes.

EL ACTO DE ENFERMERÍA, ENTRE PRUDENCIA Y ARTE. ALGUNAS


REFLEXIONES SOBRE LA ÉTICA DEL CUIDADO

3.1. El acto de enfermería es un acto de prudencia

En el lenguaje habitual, el término prudencia equivale a cautela o precaución.


Prudente, aquí, es el que evita un riesgo26. Sin embargo, en el campo de la
filosofía práctica, ser prudente no es otra cosa que tener la capacidad para actuar
correctamente en el caso concreto, es decir, para saber qué es lo que se debe
hacer aquí y ahora.

En este sentido, incumbe a la prudencia determinar de qué manera y con qué


medios debe el hombre alcanzar con sus actos el medio racional27. Esto se
traduce en el hecho de que, por la prudencia, el hombre consigue determinar, en
las circunstancias particulares en que realiza la acción, los medios más
adecuados para la consecución del fin que se ha propuesto.

Pero en la actividad de la prudencia no todo depende de las circunstancias. El


acto virtuoso (prudente) no es posible sin el reconocimiento de unos principios
generales de la acción. El pensamiento clásico enseña que, así como en la razón
especulativa hay cosas naturalmente conocidas, "así en la razón práctica
preexisten ciertas cosas como principios naturales, que son los fines de las
virtudes morales"28. Tales son los principios de la ley natural29, que el hombre
conoce con total evidencia y sin posibilidad alguna de ignorancia o de error 30 y
que son como el presupuesto o punto de partida de todo el conocimiento moral.

En el caso de la enfermería, estos límites al juicio prudencial se manifiestan,


sobre todo, en el respeto por la dignidad de la persona. El paciente es un otro,
y, en cuanto otro, "es aquel en quien me encuentro a mí mismo y que sólo por
eso ya tiene derecho a exigirme (implícita o explícitamente) cualquier cosa: lo
mínimo es un trato justo"31.

Por este motivo, la cuestión principal a la hora de establecer una base sólida de
las normas éticas para el desarrollo de la investigación científica y de los
cuidados de la salud, es fundamentar y ahondar en el sentido de la dignidad
humana32. La dignidad del hombre se funda en su ser personal, en su capacidad
para entender, querer y autodeterminarse libre y conscientemente 33.

Supuesta la protección de la dignidad de la persona, el profesional de la salud,


en una tarea hermenéutica, intentará alcanzar un conocimiento de la realidad del
enfermo del modo más exacto posible. La prudencia es, en este sentido, una
cierta "inteligencia de lo concreto", que regula inmediatamente la conducta a
realizar aquí y ahora "por un juicio y una decisión proporcionados a la absoluta
individualización del caso particular"34.

Teniendo esto en consideración, el esfuerzo del o la enfermera consiste en


encontrar la relación adecuada entre principios universales y circunstancias
particulares. Por eso escribe Santo Tomás que "el prudente precisa conocer
tanto los primeros principios de la razón, cuanto las realidades concretas sobre
las que versa la acción"35, es decir, debe tener un conocimiento lo más acabado
posible tanto de lo universal como de lo singular que envuelve a la patología que
se encuentra valorando.

De esta manera, la prudencia tiene que ver con el conocimiento. Por eso algunos
la llaman también objetividad36. "Una persona que conoce mal la realidad no
puede ser prudente. Pero no se trata de cualquier conocimiento: se busca
conocer no por el simple deseo de saber, sino para actuar" 37.

Por último, afirmar que los hombres pueden ser prudentes, entender la prudencia
como razonabilidad y no como mera cautela, es algo de vital importancia.
Significa, en el fondo, reconocer que la acción humana puede ser guiada
racionalmente, que cabe discutir acerca de lo bueno y lo malo dando argumentos
racionales y, por tanto, que es posible pensar que las decisiones que tomamos
en la vida diaria, sea en lo personal o en lo profesional, pueden ser algo más que
el resultado de un juego de fuerzas o del simple cálculo de utilidades 38.

3.2. El acto de enfermería se encuentra limitado por el principio de


humanidad

En el centro de la ética kantiana encontramos el imperativo categórico. Éste es


una regla de la acción de valor universal e incondicionado, que rige para todos
los sujetos racionales. Una de sus formulaciones es la que se conoce como
principio de humanidad, y según la cual los hombres no deben ser tratados como
medios que conducen a un fin sino como fines en sí mismos39.

La tesis de Kant es la siguiente: "suponiendo que haya algo cuya existencia en


sí misma posea un valor absoluto, algo que, como fin en sí mismo, pueda ser
fundamento de determinadas leyes, entonces en ello y sólo en ello estaría el
fundamento de un posible imperativo categórico, es decir, de la ley práctica" 40.
Lo que ocurre es que ser persona es un modo peculiar de existir y no un mero
atributo accidental de la especie humana41. Por ende, las personas no son meros
fines subjetivos cuya existencia tiene valor instrumental para nosotros, sino fines
objetivos, es decir, cosas cuya existencia en sí misma es un fin, "y un fin de tal
condición que en su lugar no se puede colocar otro fin al que ellas debieran servir
meramente como medios, porque sin esto no se hallaría en ningún lugar algo de
valor absoluto"42.

Si esto es llevado a la práctica clínica, se tiene que la norma moral más


importante de la ética de la enfermería dice que la persona -cada persona- ha de
ser afirmada por sí misma y por su dignidad43. "La persona ocupa una posición
central en el interior de la profesión médica, porque la medicina es por su
naturaleza una relación entre personas. La relación médico-paciente, en efecto,
no constituye simplemente un complemento de la praxis médica, sino más bien
la esencia misma de la medicina. [...] Sólo refiriéndose a la naturaleza de la
persona enferma el médico puede llegar a conocer su identidad profesional" 44.

Por tanto, señalan Estefo y Paravic, "cuidar es la antítesis del uso simplista de
otra persona para satisfacer nuestras necesidades. El cuidado debe ser
entendido como ayuda a otra persona que permite el desarrollo, de la misma
manera que la amistad aparece a través de la confianza mutua que produce una
transformación profunda y cualitativa de las relaciones"45.

3.3. El acto de enfermería no puede ser contrario al bien básico de la vida

La protección de la vida humana es el fundamento de la inviolabilidad de los


derechos naturales y de los absolutos morales46. Todos los sistemas jurídicos
(honestos) excluyen la occisión o el daño de personas inocentes como medio
para cualquier fin, ya sea público o privado47.

En este sentido, sin importar la bondad de las circunstancias o motivos que


promueven una decisión terapéutica, la realización de un acto malo in se, como
atentar contra la vida del paciente, nunca puede ser razonable. Esto se explica,
en palabras de Santo Tomás, por lo siguiente: "lo que es malo en sí mismo,
ningún buen fin hace lícito", de tal suerte que "aquello que es pecado ex genere,
no es lícito hacerlo por ningún fin bueno, según aquello de Romanos 3, 8"48.

Ocurre, entonces, que la vida humana debe respetarse desde su comienzo, con
la fecundación, hasta su muerte natural. Ésta es una exigencia básica del
reconocimiento de la dignidad de la persona49. La vida humana es valiosa de por
sí. Como diría Alfonso Gómez-Lobo, se nos aparece, naturalmente, "como un
bien digno de ser disfrutado y celebrado, como de algún modo demostramos
cada vez que festejamos un cumpleaños, sea el nuestro o el de otros" 50.

Por ende, afirmar que la vida humana carece de valor, equivale a negar el valor
de la persona, porque la realidad de un individuo no es algo distinto de su vida 51.
En efecto, la vida en cada uno de nosotros no es algo que poseamos, como si
se tratara de un bien material. La vida es el mismo ser de los vivientes 52. Por
consiguiente, si al paciente, en cuanto persona, le corresponde un tipo de ser
valioso por sí mismo, su vida, que no es algo distinto de él, también ha de ser
considerada como valiosa en sí y nunca debe ser dañada injustamente 53

4. Consideraciones finales

El acto de enfermería, como acto de cuidado, incluye tanto aspectos


psicosociales como aspectos profesionales y técnicos54. Incluye, además, el
reconocimiento de valores intrínsecos al ser humano, como el respeto a la vida
o la dignidad humana, así como un esfuerzo del profesional por hacer de su
trabajo una vía para el logro de la excelencia moral.

Aunque, en una primera mirada, el cuidado pudiera percibirse como un asunto


sencillo, "éste constituye un proceso complejo asociado a etapas de la vida, en
el que intervienen diversas valoraciones y emociones de carácter universal y al
mismo tiempo de tipo individual, tantas como las distintas formas de entender la
propia existencia"55. Luego, la acción de cuidado es verdaderamente efectiva
"cuando asume esta complejidad y se adapta a cada individualidad, para poder
devenir una experiencia completa para la persona cuidada principalmente, pero
también para la persona cuidadora"56.

La dificultad del acto de enfermería se muestra, en este sentido, en el hecho de


que los profesionales de la salud, siempre atendiendo a la situación particular
del paciente, deberán ponderar las repercusiones físicas, psíquicas, sociales y
espirituales del proceso salud-enfermedad al que se enfrentan, para así
implementar estrategias concretas que tengan por objetivo ayudar al enfermo a
conseguir la adaptación a su situación particular y la consecución del máximo
nivel posible de salud57.

Por esta causa, y tal como expresa Torralba, "cuidar de un ser humano en su
sufrimiento, en su dolor o en su proceso de muerte, no es un ejercicio automático,
ni puede ser jamás una sucesión premeditada de actos, sino que se trata de un
arte, de un arte que abarca una profunda sabiduría antropológica, ética y
estética"58. Luego, cuidar es acompañar al paciente en sus experiencias de vida
y contemplar su dignidad como algo siempre compatible con las técnicas y los
medios terapéuticos. Cuidar es romper la dicotomía entre técnica y prudencia:
ambas coexisten

SEMANA 10

ENFERMERÍA ES EL RECURSO HUMANO MÁS IMPORTANTE DEL SISTEMA


DE SALUD

La enfermería es el recurso humano más importante del sistema de salud, ya


que conforman más del 60% de la fuerza de trabajo en salud y cubren el 80% de
las necesidades de atención. No se puede pensar en hospitales o clínicas
funcionando sin este grupo de trabajadores/as.
Enfermería es uno de los pilares, para las acciones de prevención, atención y
rehabilitación de la salud. Si bien esta situación es reconocida por autoridades,
trabajadores y especialmente por los usuarios del sector de la salud, el desarrollo
profesional y la situación laboral del personal de enfermería son muy precarias
en nuestro país.
Se sabe que las acciones de gobierno y las políticas socio-económicas tienen
consecuencias en la salud de las personas, en los últimos 4 años durante el
gobierno de Mauricio Macri aumentó el desempleo y la pobreza, degradando las
condiciones de vida de los más humildes y de los trabajadores.
Observamos retrocesos en varios derechos conquistados; vaciamiento de
programas de abordaje territorial e incluso medidas contra los grupos más
vulnerables del sistema.
Faltante de vacunas claves del calendario obligatorio, restricciones en la
cobertura de medicamentos a jubilados, falta de mantenimiento en
infraestructura hospitalaria y centros de atención primaria de la salud.
Los trabajadores de la salud perdimos más de 20 puntos de nuestro nivel salarial
respecto a la inflación interanual que este año cerrará en un 60% según datos
del INDEC. Actualmente el salario de las enfermeras y enfermeros se encuentra
en promedio debajo de la línea de pobreza, según INDEC.

Argentina según la Organización Panamericana de la Salud (OMS) tiene una de


las tasas más bajas de enfermeros y enfermeras por habitante de la región, con
4,24 enfermeros cada 10.000 habitantes. Para poner en contexto basta mirar lo
que sucede alrededor: Chile tiene 22 cada 10.000; y Bolivia 5. Entre los países
que mejor están, figuran Estados Unidos, con 111 enfermeros cada 10.000
habitantes y Canadá, con 106. Por debajo de Argentina se encuentran República
Dominicana con 4 enfermeros cada 10.000 habitantes y Haití, con 3,5.
OMS determina que se necesitan alrededor de 23 médicos y enfermeras/os
cada 10.000 habitantes para brindar servicios esenciales de salud a la población.
En nuestro país, la formación de profesionales se realiza en el ámbito
superior, bajo dos modalidades: Técnico en Enfermería, y Licenciado en
enfermería. Según datos de la Red Federal de Registros de Profesionales en
Salud, la fuerza de trabajo de la enfermería en todo el país es de 192.829
matriculados. De estos trabajadores el 43% aún tiene diploma de auxiliar en
enfermería, el 45% son técnicos y 13% son licenciatura en enfermería (informe
2016-2017).

Hoy no existe un plan de desarrollo o políticas públicas para nuestro sector. No


hay objetivos a nivel nacional. Las currículas universitarias y de los centros de
formación terciaria están desactualizados y ajenos a las demandas sociales, La
formación de los licenciados en enfermería apunta a un rol administrativo y de
gestión, dejando de lado la atención primaria de la salud, con mínimos
contenidos durante los 5 años de formación.
De esta forma los egresados de la licenciatura en enfermería de las
universidades públicas, pasan a engrosar los planteles de las clínicas privadas y
tienen una nula participación en los barrios y territorios vulnerables.
La deserción del recurso humano en enfermería que inicia la carrera es otro dato
preocupante, según un informe elaborado por el Programa Nacional de
Formación de Enfermería del Ministerio de Salud de Nación (PRONAFE) un 70%
de los estudiantes abandona la carrera. (Un dato de color; el Coordinador
Nacional del PRONAFE es un médico)

¿Porque somos tan pocos?


¿ Porqué somos un recurso humano escaso y a su vez curiosamente barato?

La enfermería presenta condiciones particulares de trabajo, representadas por


la continuidad de su servicio durante las 24 horas los 365 días del año, la
característica de género femenino predominante entre quienes ejercen la
profesión y las diferentes categorías de riesgo presentes en los sitios donde
realizan su actividad (riesgo biológico, físico, químico, radioactivo, psicofísico,
trastornos músculo esqueléticos, etc)
La falta de reconocimiento como profesionales de la salud, el creciente nivel de
explotación laboral, la representación sindical por personas ajenas a la
enfermería, la precarización en los contratos de trabajo, la violencia de género y
discriminación, el ejercicio ilegal de la profesión, el bajo nivel salarial, más la
inexistencia de un organismo nacional de fiscalización y control, son variables
letales que deterioran día a día la profesión de enfermería en la Argentina.
La enfermería, en síntesis, es un recurso infravalorado por los empleadores
(estado y privados), quienes multiplican puestos de trabajo sin contar con el
recurso humano necesario que garantice la calidad de los servicios prestados.
La formación de las enfermeras y enfermeros es la clave para el desarrollo de
un sistema de salud de calidad y con justicia social
Más allá de la inclusión en las carreras profesionales de todas las jurisdicciones
del país, deberá pensarse un plan para jerarquizar la profesión de enfermería.
Se deberá pensar en las condiciones de trabajo, en la necesidad de aumento de
la dotación de enfermeros, de una mayor profesionalización y del ejercicio de
nuevos roles profesionales, como está ocurriendo en otros países del mundo
sobre todo los más desarrollados.

Esto es de vital importancia para el futuro del sistema de Salud, y para la salud
de todos los argentinos.
La enfermería argentina se debe un profundo debate…
Enfermeras y enfermeros deben empezar a entender que la “participación” en
política y en la construcción de la salud popular es el camino para lograr
jerarquizar nuestra profesión, cambiar la imagen social y lograr derechos
postergados.
El reconocimiento de la salud pública como derecho social, constituye a
direccionar políticas sanitarias para alcanzar condiciones de equidad, eficiencia
en las organizaciones, calidad en el modelo de atención y participación
comunitaria en el sistema de salud.

DESAFÍOS DE LOS RECURSOS HUMANOS EN ENFERMERÍA


En los últimos años la salud ha adquirido un lugar privilegiado en la agenda
global al entenderse como cuestión central y condición del desarrollo. El aumento
de la pobreza y las inequidades en el mundo globalizado, el aumento de riesgos
debido a cambios ecológicos, demográficos y socio-económicos, la comprensión
de los macro-determinantes, los efectos negativos de las reformas y su impacto
en la salud pública, han definido esta prioridad así como la generación de
alianzas globales para el desarrollo social, el control de enfermedades y una
renovada acción a favor de la atención primaria de salud. En este contexto,
adquieren relevancia los recursos humanos en salud, aspecto desfavorecido por
las reformas sectoriales de los ’90, con consecuencias negativas en la atención.
Actualmente, tanto en el mundo como en las Américas, la situación de recursos
humanos en salud atraviesa por una triple problemática que reúne viejos
problemas, junto a los derivados de la Reforma de los ’90 y los consecuentes de
la globalización. La distribución, la composición y competencias de la fuerza
laboral en salud, perpetúan inequidades y acceso limitado a los servicios,
requiriéndose de políticas y planificación de recursos humanos que apoyen
normas y nuevos estilos de gestión de la fuerza laboral. Las condiciones de
trabajo son precarias, influyendo en la motivación, eficiencia y estabilidad de los
trabajadores y en la calidad de los servicios y la conflictividad general. Así mismo,
se destaca la desarticulación entre las capacidades de los profesionales y
técnicos, los requerimientos de los servicios y las prioridades de salud de las
naciones. La educación profesional y la educación permanente representan
componentes centrales para la adecuación de las prácticas de atención y
enfrentan los desafíos y oportunidades invalorables que les ofrecen las nuevas
tecnologías de información y comunicación. Los procesos de integración
subregional influyen también las políticas de recursos humanos y plantean
discusiones sobre la movilidad y la necesidad de establecer mecanismos de
regulación comunes entre los países. Mientras tanto, las migraciones del
personal ocasionan dificultades en países con poblaciones pequeñas, instando
a crear estrategias de equilibración.
ponsabilidad y creatividad, la problemática de los recursos humanos en salud
proponiéndose una década de desarrollo para cumplir con los Objetivos del
Milenio y la Salud para Todos. En este marco se inscribe la crisis de la fuerza de
trabajo en enfermería que, atravesada por dificultades de toda índole, demanda
análisis complejos, sinergias y alianzas para asegurar servicios de enfermería
calificados y accesibles a las poblaciones. “El futuro del cuidado de la salud en
las Américas depende mucho del rol que jueguen las enfermeras. Sin enfermeras
y sin enfermería, será imposible lograr una atención adecuada en cantidad y
calidad” (Grace, H. 2000). La enfermería ha alcanzado grandes logros en los
últimos 20 años, sin embargo, en materia de recursos humanos, participa de la
problemática antes planteada. Estudios de la OPS muestran la persistencia de
debilidades y desfasajes que es necesario priorizar a riesgo de perder una
capacidad institucional cuyo potencial es enorme. Resaltan como principales
áreas críticas, las siguientes: ß La complejidad del campo de los recursos
humanos de enfermería que incluye transiciones en el mercado de trabajo, la
producción de conocimientos, la educación, las competencias y perfiles
ocupacionales y la acción sindical y profesional organizada. ß La debilidad de las
políticas y planificación de recursos humanos en salud ß Los desbalances e
inequidades en la composición, distribución y dinámica de la fuerza de trabajo,
destacándose los problemas de escasez, migraciones y bajo nivel de formación
profesional en la mayoría de los países de la Región. Ellos impactan
severamente en la calidad y pertinencia de los servicios y en la cobertura
necesaria para una atención equitativa. ß La enorme diversidad de programas
educacionales, sus contrastes en los planes de estudio, en las titulaciones y en
los perfiles educacionales, su desarticulación con las cambiantes demandas de
los servicios y con las necesidades de salud de las poblaciones. ß La gran
debilidad en materia de producción de información y evidencias sobre la fuerza
de trabajo y el trabajo de enfermería. ß Las transformaciones en las condiciones
de empleo y trabajo, la manera cómo ellas están arriesgando y aún dañando la
salud de las enfermeras y los riesgos a que ello expone a las poblaciones bajo
cuidado. Simultáneamente, los nuevos sistemas de gestión que, por un lado
implican el trabajo de enfermería y por otro excluyen la participación de las
enfermeras en las decisiones, al mismo tiempo que los estilos de organización
de servicios de enfermería se mantienen rígidos y verticales. Este complejo
panorama exige análisis inteligentes y decisiones estratégicas para incrementar
la capacidad de los sistemas de salud nacionales a fin de alcanzar la meta de
Salud para Todos y contribuir al logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio,
priorizando grupos y áreas geográficas desprotegidas y acciones orientadas a
los principales problemas de salud. Ante ello es necesario que las enfermeras,
los gobiernos, los sectores de salud, educación y trabajo, las organizaciones
profesionales y sindicales y los organismos multilaterales, generen agendas
concertadas e integrales para a avanzar en los siguientes desafíos: ß Realizar
análisis estratégicos, diseñar políticas y generar mecanismos de planificación de
recursos humanos de enfermería: se requiere producir información sobre
recursos humanos de enfermería y ordenar los análisis hacia una visión compleja
de la salud, de la dinámica social y de la articulación orgánica de la enfermería
en ellos, visión que permita entender la capacidad de impacto de las enfermeras
en la salud; se requiere idear políticas y planes de desarrollo a favor la provisión
del personal adecuado y del mejoramiento de las condiciones científicas,
educacionales, laborales y profesionales de la enfermería.
ß Proveer a una composición y distribución equitativa y efectiva de la fuerza de
trabajo en enfermería: el modelo actual exige ser repensado y establecidos los
criterios, las políticas y las estrategias para proveer a los países de un conjunto
suficiente y calificado de enfermeras que presten servicios de calidad, equitativos
y oportunos, que enfrenten los desbalances y reviertan el bajo nivel de
profesionalización. Existen evidencias y experiencias suficientes que respaldan
la necesidad de favorecer la profesionalización general de la fuerza de trabajo
en enfermería y asegurar una distribución acorde a las necesidades de salud. ß
Incidir en la dinámica de la fuerza de trabajo en enfermería. La escasez, las
migraciones y el desgranamiento de enfermeras guardan relación con procesos
tales como la movilidad poblacional creciente, las condiciones de desarrollo de
los países, las políticas de recursos humanos, las precarias condiciones de
empleo y de trabajo y las dificultades en la educación de enfermeras, entre otros.
Este aspecto requiere acuerdos para mejorar las condiciones de empleo y
trabajo de las enfermeras, aumentar su participación en las decisiones,
modernizar, calificar y administrar mejor los programas educativos y desarrollar
estrategias multilaterales de administración responsable de las migraciones. ß
Recrear los sistemas de gestión de recursos humanos de enfermería: la
modernización y adecuación de la gestión supone medidas de: a) transformación
de la “estructura y dinámica funcional de los servicios de enfermería hacia un
enfoque gerencial de carácter horizontal cooperativo que favorezca las
relaciones de carácter profesional, la conducción participativa y el trabajo en
equipo.” (Salas, S y Zárate R 1999); b) análisis del trabajo y definición de criterios
de dotación de personal y asignación de funciones y su articulación con los
mecanismos de acreditación institucional y recertificación profesional; c)
adopción de la educación permanente en servicio como estrategia de garantía
de calidad y motivación de las enfermeras, basada en pedagogías
problematizadoras que vinculen educación y trabajo.; d) mejoramiento de las
condiciones de empleo y trabajo de las enfermeras que aborden los problemas
conflictividad laboral, salarios, jornada de trabajo, beneficios sociales, estímulos,
apoyo al progreso y garantía de seguridad para el personal de enfermería. ß
Generar procesos de adecuación de la educación en enfermería y su articulación
con los servicios y las prioridades de salud: la educación juega un papel central
en la composición y dinámica de la fuerza de trabajo en enfermería, en la calidad
y pertinencia de los cuidados y en el desarrollo de capacidad institucional en
salud. Pero necesita transformaciones que se convierten en desafíos: a)
reformulación de los sistemas educativos tendiendo articular los distintos niveles
de formación, el logro de perfiles internacionalmente competitivos y la posibilidad
del trabajo en red; b) reorientación de los contenidos curriculares hacia los
conocimientos, prácticas y ética de los cuidados de enfermería basados en las
necesidades de salud, la condición del sujeto como ser cultural, con énfasis en
la salud pública y la atención primaria, la formación ciudadana y la construcción
de políticas públicas saludables, de salud y de enfermería; c) modernización
pedagógica hacia modelos que consideren las condiciones de aprendizaje de
adultos, que integren la teoría, la práctica, la investigación y las prioridades de
salud, que promuevan el pensamiento complejo y el trabajo interdisciplinario y
aprovechen las oportunidades de las nuevas tecnologías de información y
comunicación; d) promoción de procesos de acreditación que aseguren la
calidad y pertinencia educativas. ß Promover el desarrollo de la investigación en
enfermería: es una dimensión central del desarrollo de recursos humanos en
enfermería, ya que la racionalización del saber es lo que principalmente nutre los
progresos hacia la profesionalización y es por el conocimiento pertinente,
singular y oportunamente entregado que una profesión adquiere relevancia
social. El enorme progreso de la investigación en enfermería, sin embargo,
necesita de un esfuerzo mayor que la aclare y posicione frente a las ciencias, al
conocimiento universal y a la salud. En tal sentido, se requieren iniciativas y
mayores esfuerzos para: a) aclarar la finalidad, establecer la base ético-política
de la investigación en enfermería, definir su contribución al desarrollo nacional y
regional, identificar su aporte a la ciencia y entenderla como aporte a la salud; b)
aclarar el objeto de estudio de la enfermería y definir líneas de investigación; c)
ampliar y profundizar métodos complejos de investigación en enfermería; d)
mejorar y aumentar las condiciones de realización y productividad de la
investigación en enfermería La enfermería es una profesión del campo de las
ciencias sociales, cuyo objeto de estudio e intervención es el cuidado humano
en cuanto implicado en la constitución, vivencia, desarrollo, protección y
recuperación de la salud y tiene como beneficiarios al sujeto humano como ser
cultural, a la familia, a los grupos, a las comunidades y a la sociedad como
unidades de cuidado. Las enfermeras constituyen sujetos de cultura y afecto,
educados para desempeñar su misión profesional en carácter de actores
sociales que participan, a través de sus relaciones de poder, en la construcción
de la historia nacional, en la estructuración y dinámica de los campos de la salud
y de la ciencia en el contexto de la dinámica social y en la edificación del futuro
como instancia constituyente de la identidad subjetiva y social. La formulación
de políticas para la conformación de una fuerza de trabajo de enfermería
suficiente, calificada y pertinente en las Américas, es crítico a los fines del
cuidado humano. Es preciso una intensa acción de sensibilización sobre el
problema, en función de su impacto para la vida y la salud de las personas. Dicha
acción debe cubrir un amplio rango de actores, el mas importante de ellos es la
población para generar opinión pública y demanda de mejores servicios, los
gobiernos, ministerios y alta gerencia de los servicios de salud, seguridad social,
educación, trabajo y economía, los organismos internacionales, las agencias
multilaterales y de cooperación internacional y las organizaciones de enfermería.
Es preciso promover alianzas y establecer agendas compartidas entre actores
para producir cambios dirigidos a intervenir a favor del desarrollo de los recursos
humanos de enfermería para que puedan contribuir significativamente a la salud
y el desarrollo de los pueblos de América. En el Prefacio a las Orientaciones
Estratégicas para Enfermería y Partería 2002 – 2008, la OMS sostiene que “la
falta de disponibilidad de enfermeras y parteras para prestar servicios básicos
de salud, el éxodo de este personal, las condiciones laborales inadecuadas y la
inapropiada integración de estos profesionales a los servicios, tendrá graves
consecuencias en la calidad y alcance de la atención en salud”. Sin profesionales
de enfermería suficientes en calidad y cantidad, serán expresiones retóricas los
Objetivos de Milenio y la Salud
Semana 11
La identidad profesional es el conjunto de atributos que permiten al individuo
reconocerse a sí mismo como integrante de un gremio profesional. Realizar
actividades y tareas en un contexto laboral, otorgan al individuo reconocimiento
social que lo distingue de otros profesionales. A diferencia de la identidad
individual que se adquiere desde los primeros años de vida, o de la identidad
social adquirida de la relación con los otros, la identidad profesional se desarrolla
hasta que el sujeto entra en contacto con las instituciones de educación superior
y se relaciona con los miembros reconocidos dentro del campo profesional. En
el presente artículo se describen los elementos que conforman la identidad
profesional de la enfermera, así como su construcción a través de un proceso
dinámico que depende de los distintos contextos en los que la enfermera se
desenvuelve como persona, ya sea familia, comunidad, espacio laboral,
espacios sociales de esparcimiento e incluso políticos y culturales. Aunque se
puede decir que la identidad profesional de la enfermera se presenta como un
aspecto consolidado, realmente es una identidad inacabada sujeta a los avances
científicos que la profesión ha tenido. Es así que para explicar la identidad
profesional de la enfermera es necesario considerar todos los elementos que se
entretejen para su construcción como los conceptos heredados que reivindican
su función principal que es el cuidado, o enfrentarse a las exigencias que el
desarrollo social, tecnológico y científico que ha tenido en la ciencia en general
y en la ciencia de enfermería en particular, los que sin duda han influido en su
constitución.
INTRODUCCIÓN

Cuando se habla de identidad profesional de la enfermera se mencionan una


serie de características que describen la cualidad filantrópica de la profesión.
Pero la identidad profesional de la enfermera, como la identidad de cualquier otra
profesión, es un entramado de conceptos más complejo.

Para entender su conformación es necesario conocer el proceso de construcción


de la identidad individual, la identidad social y la identidad profesional.
Posteriormente se verán los grandes rasgos identitarios de la enfermería y
cuáles son los sutiles elementos que constituyen cada uno de estos, para
posteriormente definir la identidad profesional de la enfermera.

1. IDENTIDAD PROFESIONAL UNA CORRELACIÓN DE IDENTIDADES


Entender cómo se conforma la identidad profesional implica conocer la
conformación de la identidad individual y la identidad social, evadir su abordaje
llevaría a observar de manera parcial al profesional cuya consolidación como tal
depende de los distintos contextos en los que se desenvuelve, desempeñando
los distintos roles que hacen posible la existencia e interacción del individuo con
los demás.

1.1. Identidad individual

Desde edad temprana el individuo tiene los primeros acercamientos con el


mundo que lo rodea, el cual está lleno de objetos, imágenes y sonidos. A través
de su cuerpo conoce el mundo y genera conocimiento sobre sí mismo
construyendo una trayectoria de vida acorde al contexto en el que se
desenvuelve “no somos lo que somos, sino lo que nos hacemos” (Giddens, 1995,
p. 99).

En el transcurso de la vida diaria el individuo debe elegir sus pautas de


comportamiento previamente impuestas. Esta elección implica un estilo de vida,
es decir, la adopción de opciones y posibilidades, así como la aceptación de
modelos, roles y tradiciones, que garantizan su movilidad y permanencia en los
distintos contextos que se le presentan a lo largo de su vida. Durante este
trayecto el individuo se ve obligado a tomar decisiones y definir un estilo de vida
con base en la práctica que realiza. Las decisiones y el estilo de vida, no sólo
corresponden a cómo actuar, corresponden también a quién ser, lo que influye
en la constitución de su identidad. La interdependencia implícita de la toma de
decisiones y el estilo de vida se genera en función de las prácticas que cada
individuo realiza, así el individuo se define y se caracteriza por lo que hace.

En el proceso reflexivo que genera la triada: decisiones, estilo de vida y práctica,


se delinea el tipo de persona que se quiere ser. Es así que la identidad personal
se entreteje en espacios como la vida privada, el campo familiar, el campo laboral
o profesional, el espacio político y religioso.

Aunque se puede decir, que el individuo se define por el grupo cultural al que
pertenece; por sus rasgos físicos; por su estatus profesional o social, o todo
aquello que fundamente que el individuo tiene identidad, ésta se desarrolla en
dos direcciones, en primer lugar, para el individuo y en segundo lugar para los
otros individuos. En el encuentro con los otros el individuo descubre quién es,
elabora un proyecto de vida que corresponde a una elección personal pero que
toma en cuenta a los otros, en un proceso dinámico. Por lo tanto cada forma
identitaria es reconstruida a lo largo de la vida, se puede decir que la identidad
personal se construye durante toda la vida porque responde a un proceso
constante de acumulación de experiencia a través del aprendizaje.

1.2. Identidad social

Se habló antes de que la identidad personal es un proceso dinámico que se da


a lo largo de la vida. Ahora corresponde destacar cómo se construye la identidad
social y el papel que juega la colectividad en este proceso.
Así como las decisiones, el estilo de vida y las prácticas que realiza el individuo
influyen en su identidad personal, la definición de intereses también incide. Es
decir, cuando el individuo define sus intereses se identifica de manera particular
con su empleo, cargo, reputación, comportamiento. Al vivir en un mundo
observable en donde existen pequeños grupos que forman parte de la realidad
social como el grupo de amigos, la familia, la escuela, partido político, iglesia,
empresa, el individuo asume que pertenece a ese mundo: “¿Quiénes somos
nosotros? Esta pregunta está íntimamente relacionada con lo que pensamos que
otros son y viceversa”. (Jenkisn, 2008, p. 12). Entonces los individuos se
comportan de acuerdo a las formas que los grupos determinan, dándose un
proceso de identificación entre el individuo y el grupo, mecanismo cognitivo
básico para clasificarse tanto individual como colectivamente. Es así que el
individuo sabe quién es quién y qué es qué.

Por su parte Giménez (2000), dice que el concepto de identidad colectiva se


asemeja a una encrucijada en la que confluyen “la cultura, las normas, los
valores, el estatus, la socialización, la educación, los roles, la clase social, el
territorio/región, la etnicidad, el género, los medios”, elementos imprescindibles
y condicionantes para la vida social y para la identidad. Por lo que la identidad
social es multidimensional, determinada por los grupos a los que pertenece el
individuo como la etnicidad, la religión, la nación, grupos de edad y el género.

1.3. Identidad profesional

La formación profesional va acompañada por el desarrollo social, lo que ha


contribuido a que distintas actividades profesionales logren posicionarse
socialmente. En este marco la sociedad ha desarrollado una serie de
mecanismos a través de los cuales el individuo prueba que es capaz de ser
profesionista como, formas de aprendizaje, exámenes de graduación, o
exámenes de concurso.

Sin embargo la orientación hacia una profesión se perfila desde la infancia, por
un lado la familia provoca, junto con la escuela y todas las formas de enseñanza
la elección de la profesión. Por otro, las instituciones a nivel profesional aseguran
su futuro cubriendo con todo lo requerido, formando profesionistas calificados
para integrarse al campo laboral (Giriard, 1997). Por lo tanto la profesión se
vuelve el núcleo donde se comparten valores comunes que contribuyen a
conformar la identidad profesional, porque la profesión define a un grupo de
individuos que asume códigos éticos y prácticos que le otorgan reconocimiento
social al brindar un servicio a la sociedad de acuerdo a los conocimientos y
habilidades aprendidas dentro de las instituciones de nivel superior.

Una profesión “es un grupo profesional con pericia especial, basada en un


aprendizaje extenso y en un conocimiento abstracto”. (Rodríguez y Guillén,
1992, p. 5). Por lo tanto el ejercicio de la profesión es determinante en la
construcción y reconstrucción de la identidad profesional, pues la profesión es
poseedora de representaciones que le permiten describirse, diferenciarse y
compararse a través de su práctica con otras profesiones, por lo que la identidad
profesional empieza su conformación desde los primeros contactos con las
instituciones educativas, para después fortalecerse durante la trayectoria de vida
laboral, en tal sentido “las identidades profesionales son para los individuos
formas socialmente reconocidas de identificarse mutuamente en el ámbito del
trabajo y del empleo” (Dubar, 2000, p. 113).

La identidad profesional coexiste con la identidad individual y la identidad social,


aunque la identidad profesional se caracteriza por la disposición en la relación
social que se establece entre el Yo – Nosotros en el ámbito de las actividades
de trabajo remuneradas. A partir de que el individuo se desarrolla en el espacio
laboral, se constituye una identidad en función de las actividades profesionales
que realiza, para posteriormente asumir su pertenencia al grupo profesional ya
que es en la confrontación con el espacio laboral y con los otros como reconoce
su profesión, “no se trata de elegir un oficio o profesión o de obtener un diploma,
sino de la construcción personal de una estrategia identitaria que pone en juego
las imagen del Yo, la apreciación de capacidades y la realización de deseos”
(Dubar, 2002, p.118).

Así mismo la identidad profesional depende de condiciones como las relaciones


laborales que establece el individuo, el lugar que ocupa dentro del grupo al que
pertenece, la legitimación de saberes y competencias, que garantizan su
permanencia dentro del grupo y el reconocimiento social. Aunque la identidad
profesional tenga períodos de estabilidad que depende de las contingencias que
se presentan a lo largo de la trayectoria laboral o profesional, se encuentra en
constante transformación.

2. Pasado histórico e identidad profesional de la enfermera

Se ha visto l proceso por el cual se constituyen la identidad individual, social y


profesional, toca ahora hablar de los antecedentes que contribuyen a forjar la
identidad profesional de la enfermera.

Quizá el momento más relevante para la enfermería fue la guerra de Crimea. En


esta batalla Florence Nightingale se hace célebre por su labor de curar a los
heridos en la guerra. Su principio de vida se basó en ayudar a vivir al paciente
que sufre una enfermedad, además de mantener el organismo del niño sano o
del adulto en un estado tal que no padezca enfermedad. Sobre todo consideraba
a la enfermería como una vocación religiosa a la que sólo se podían dedicar las
mujeres a través de la educación, la experiencia y la observación.

La herencia de esta práctica se ha reflejado en la enseñanza de la enfermería.


Hacia los años cincuentas, la profesión continuaba una orientación
eminentemente femenina, la aspirante debía cubrir una serie de cualidades entre
las que destacan la fortaleza física, el equilibrio nervioso, caridad y sacrificio, que
les permitían soportar la dureza y las exigencias de la profesión. Así mismo se
les inculcaba el servicio al prójimo, también ayudar sobre cualquier otro menester
y, sobre todo, a cumplir con exactitud las órdenes del médico y sus deberes
profesionales con el máximo rendimiento y perfección. Se les adiestraba en las
técnicas sin olvidar que éstas eran encomendadas por la facultad racional del
médico. Los rasgos distintivos de la identidad de quien ejercía la profesión se
caracterizaban desarrollar cualidades como la moral y la ética, de las que se
pueden mencionar ético la paciencia, la sinceridad y la discreción, virtudes que
debía tener para mejorar su práctica. Estos rasgos se expresaban a través de la
representación de la enfermera como una señorita educada, con exquisita
prudencia, presencia sobria, sencilla, pulcra y agradable: “Se creía que el
atractivo exterior era reflejo de tener dominadas pasiones como la soberbia o la
pereza, perjudiciales para la profesión. Y la falta de modales y portes correctos
influían en la estimación y confianza que los pacientes depositaban en ellas y
podían ser causa de mala reputación, fracaso profesional y de oscurecimiento
de una buena preparación técnica”. (Miró Bonet, 2008, p. 29). Otro distinción de
la identidad de la enfermera es que se asumía como un apostolado, como una
obra de caridad, precisaba sometimiento moral y religioso, tener vocación
era requisito indispensable pues gracias a ésta la obediencia sería completa y
exenta de cualquier retraso e imprevisto. Dos aspectos han sido fuente de
definición de esta profesión la vocación y el ejercicio profesional, por lo que
merecen atención y se tratan en los siguientes renglones.

2.1. Vocación

Todos los aspectos anteriores han contribuido para consolidar la imagen de la


enfermera, algunos han mantenido un gran arraigo y otros se han ido diluyendo
con el tiempo. Uno de los aspectos que sigue vigente es la vocación y todo lo
que ella involucra. La vocación se puede interpretar como la motivación que se
despierta en la enfermera en su afán de servir y ayudar a los demás. Dentro de
los aspectos que constituyen la vocación se encuentra el altruismo, sumisión,
liderazgo y compromiso. Sin embargo la vocación también exigía de fortaleza
física el equilibrio nervioso para que pudieran soportar sin ningún tipo de
exaltación, las exigencias de la profesión (Lázaro, 2007).

2.2. Ejercicio de la profesión

Así como la vocación ha sido un aspecto emblemático de la profesión de


enfermería, también lo es el ejercicio de la profesión, ya que de éste depende la
acción del cuidado que la enfermera tiene sobre su paciente. Las acciones que
la enfermera debe realizar en el ejercicio de la profesión son aplicar las técnicas
y los procedimientos que se realizan con los pacientes, los que incluye la
habilidad en el manejo de sustancias, medicamentos y sobre todo la habilidad
para actuar en caso de emergencia (Venegas, 2007). Pero el ejercicio de la
profesión no se limita sólo al aspecto de la atención y el cuidado, de acuerdo a
Miró (2010), la enfermera debía ejercer la profesión como una virtud cristiana
resaltando la caridad, paciencia, sinceridad y disposición para atender al
paciente en lo que necesitara y, con el médico en lo que ordenara.

Es innegable que el sentido que se le ha dado a la profesión a lo largo de su


existencia, ha permeado en la identidad profesional de quienes la ejercen, aún
cuando hay rasgos que permanecen, hay otros que debido al contexto en el que
se ha desarrollado como el contexto social, económico, político e ideológico,
aunado a su desarrollo científico, se han desvanecido. Sin embargo, todavía se
mantiene el espíritu de ser una profesión eminentemente humana (Lázaro,
2007).

3. La enfermería como profesión


Sin una motivación por parte de aquella persona que quiera ser enfermera, sería
inaceptable su incursión en esta profesión, aunque la motivación sea por eventos
meramente circunstanciales. Hemos visto en el apartado anterior cómo la
enfermería se ha forjado socialmente a través de una serie de cualidades que
han estado influenciadas por el mero afán de servir y ayudar a los demás, es
decir, por la vocación de servicio. Sin embargo la identidad profesional de la
enfermera no sólo se ciñe a la herencia histórica y tradicional, en su
conformación, también entran en juego otros factores como la relación que
establece con sus colegas. A través de esta relación el profesional de enfermería
puede reconocer a los otros y a ella misma como profesional. En este proceso
se construyen redes de significado que se comparten cotidianamente entre el
grupo de pares, entre las que se pueden destacar redes como:

“a) las de significados de saberes y rituales disciplinarios que incluye aprender


los hechos, las habilidades y las teorías de la profesión, es decir, los aspectos
cognoscitivos y valorativos; b) los significados de pertenencia mediante los
cuales se identifican entre sí y con la acción de las y los otros; c) significados de
diversidad que representa la tensión entre la individualidad y lo sociocultural,
constituye la especificidad como individuo que no se comparte con los demás;
d) significados de desigualdad ideológico – política construidos desde la
condición de género, de clase e ideología que se posee y que es preciso cruzar
para comprender los significados de desigualdad en micro culturas de
profesionales de enfermería”. (Castrillón, 2008, p. 5).

Por lo tanto se deduce que la formación profesional no termina en el momento


de haber concluido los estudios, sino que es intemporal ya que a lo largo de su
trayectoria ésta continúa. Por ende tampoco es aislada pues intervienen
elementos como el contexto familiar, uno de los principales, pues el
involucramiento de ésta con la profesión facilita que la enfermera prosiga ya sea
con su preparación o en lo laboral (Venegas, 2007). Sin embargo es el ámbito
laboral donde el ejercicio de la profesión encuentra su más amplio campo de
formación profesional, en este sentido se puede destacar el académico y el
asistencial.

Muy unido a la formación profesional y al ejercicio de la profesión se desarrolla


el sentido de pertenencia. En primer lugar se pertenece a un grupo con una labor
específica, que es el de atender al individuo, en segundo lugar, la pertenencia a
la institución hospitalaria en la que se desempeña como trabajadora y que
implica comprender la misión, objetivos, símbolos, normas, para que asuma un
nivel de compromiso y civilidad con ésta (Castrillón, 2008).

El sentido de pertenencia se construye, y se expresa a través del conocimiento


de los principales problemas, necesidades y deficiencias que se ubican en su
campo de trabajo. Asumir su profesión como una carrera de vida, el conocimiento
de sus derechos y obligaciones y la utilización de los recursos a su alcance para
el mejoramiento de su capacidad profesional, así como el reconocimiento, a
partir de una valoración realista, del significado que su trabajo tiene para los
pacientes, la familia de éstos y la sociedad, refuerzan su pertenencia al grupo
profesional (Pérez, 2010). Hay que agregar que el sentido de pertenencia implica
poseer valores como honestidad, respeto, tolerancia, responsabilidad, honradez,
solidaridad, lealtad y justicia, cuya acción recae en el paciente, en sus colegas,
en sus compañeros de otras profesiones y en la misma institución hospitalaria.

3.1. Oficio del cuidado

La enfermera sume el cuidado como el eje y objetivo de la profesión, desde la


edad media la caridad y la filantropía fundamentaban las prácticas de cuidado
en las nacientes instituciones hospitalarias, donde las comunidades religiosas se
constituyen como las antecesores del cuidado al enfermo. Al reconocerse la
enfermería como profesión, continúan con esta práctica, aunque ahora se exige
profesionalismo, fundamentación, independencia en la toma de decisiones
propias, oportunas y compromiso ciudadano “Las enfermeras constituyen
sujetos de cultura y afecto, educados para desempeñar su misión como actores
sociales” (Castrillón, 2008, p. 5), entendiéndose como misión la de brindar un
cuidado individual, integral y continuo: “nos ocupemos por su bienestar, le
ofrezcamos compañía y lo orientemos en el transitar de la salud o enfermedad
cuando otorgamos el cuidado enfermero”. (Armendáriz, 2009, p. 45).

Otorgar cuidado requiere que la enfermera delimite su autonomía para que


decida libremente su acción hacia el paciente. La acción del cuidar incluye la
familia, e incluso la comunidad, mediante tareas como la de orientar, enseñar,
es así que el cuidado es el resultado de la interacción humana que se da entre
la enfermera y el paciente, familia y comunidad.

Quizá la acción del cuidar sea el elemento que agrupa todos los rasgos
distintivos de la identidad profesional de la enfermera y sea la acción donde ésta
se objetiva. Ante la exigencia de brindar un cuidado cada vez más especializado,
la enfermera se ve obligada a especializarse y dominar técnicas que le permitan
realizar sus actividades con pericia y acierto, para estar en condiciones de poder
brindar una mejor atención. Por lo que la actividad técnica – asistencial, en
muchas ocasiones está por encima de cualquier otra actividad de carácter más
intelectual, ya que proporciona seguridad y da un mayor reconocimiento al
profesional que la realiza (Chocarro, 2004). La aplicación adecuada de las
técnicas propicia el reconocimiento del paciente, de su familia, del médico,
quienes finalmente son los evaluadores del buen o mal cuidado que proporciona
la enfermera. Por lo tanto la esencia de la profesión está basada en el desarrollo
de competencias y habilidades, se podría decir que el modelo educativo de la
profesión siempre se ha basado en el modelo por competencias y habilidades.
Es así, que a diferencia de las actividades que desarrollaba en sus inicios la
enfermería, hoy está orientada al desarrollo integral, que toma en cuenta las
necesidades de acuerdo al entorno del individuo, conjunta atributos, destrezas,
habilidades, actitudes y valores, que se ven reflejadas en su trabajo y que nos
hablan de una identidad profesional que depende de las circunstancias en las
que tiene que atender a su paciente.

3.2. Representación de la enfermera

La representación social de la identidad profesional de las enfermera, se


construye en una dinámica donde se entrelazan un conocimiento que parte de
formas de saberes e ideas ancladas en un marco socio- histórico, objetivado a
través de una representación caracterizada por, estereotipos, donde se han
perpetuado conceptos tradicionales y modernos como: vocación, altruismo,
sumisión, liderazgo, compromiso.

La representación de la enfermera depende de dos elementos, por un lado la


imagen que de sí misma tiene la enfermera y, por otro la imagen que tienen los
otros de ella. La imagen que de sí misma tiene la enfermera de acuerdo a
Armendáriz (2009), influye en su modo de pensar, actuar y de establecer
relaciones con su entorno, así su imagen puede ser favorable o no sobre sus
modos de actuación profesional y emitir sobre sí juicios valorativos. Estos juicios
dependen fundamentalmente de lo que las enfermeras creen que perciben los
pacientes de ella, lo que contribuye a fortalecer o no, su compromiso con la
profesión y su paciente.

En cuanto la imagen social, es la representación que los otros tienen de la


profesión y de la enfermera, así la enfermería se erige como la profesión cuya
misión es la de perdurar la sobrevivencia de la humanidad (Castrillón, 2008).
Hacia los ojos de la sociedad la enfermería es más que una práctica profesional,
es una ocupación que presta servicios de beneficencia, que no tienen un valor
monetario porque su esencia es estar al servicio de la humanidad:

“Reconocernos como profesión, exige profesionalismo, fundamentación,


independencia en la toma de decisiones propias, oportunas y compromiso
ciudadano, las enfermeras constituyen sujetos de cultura y afecto, educados
para desempeñar su misión como actores sociales”. (Castrillón, 2008, p. 7).

De la disponibilidad para realizar sus tareas depende en mucho la satisfacción


que le pueda generar el ejercicio de su profesión. La satisfacción por la profesión
se deriva por la realización de procesos que implican el empleo de sus
conocimientos y habilidades en el desarrollo de los procesos de atención y
cuidado del paciente (Pérez, 2010).

4. Elementos que se agregan a la identidad profesional de la enfermera

Hemos visto una amplia gama de elementos que han contribuido en la formación
de la identidad profesional de la enfermera. Aunque conceptos tradicionales han
permeado su identidad, hoy se agregan nuevos elementos que la modifican,
debido a la insistencia de hacer de la enfermería una profesión que involucra
actividades que van más allá de la acción del cuidar y atender a un enfermo.

La multi especialización de la medicina, requiere también la diversificación en las


especialidades de la enfermería acordes al desarrollo científico tecnológico. Para
el desempeño de sus funciones este gremio requiere de organizarse en su
interior y fortalecer sus conocimientos, es así que la enfermera se involucra en
actividades administrativas, docentes y de investigación.

En el aspecto administrativo tiene que asumir las políticas institucionales con


respecto a las prácticas laborales y la prestación de sus servicios para poder
construir una adecuada estructura organizativa del gremio cuyo objetivo sea
ofrecer un adecuado servicio de enfermería. En cuanto al aspecto educativo,
este está enfocado fundamentalmente en la educación para la salud del
paciente, familia y comunidad.

En lo que respecta al desarrollo de investigaciones realizadas por enfermeras,


cada vez es más la actividad en este aspecto, fomentado principalmente por las
instituciones educativas que se vinculan con el sistema hospitalario su principal
fuente de información (Velandia, 2010).

Otro aspecto importante es la evolución legal que la profesión ha tenido y que


sin duda es otro elemento que también se agrega a la conformación de la
identidad profesional de la enfermera. Su reglamentación y contar con un código
ético, ha contribuido a que su ejercicio esté comprometido con su quehacer
profesional, que hoy es mucho más amplio como, brindar calidad en el cuidado,
tener un estatus profesional y sobre todo asumir el profesionalismo de sus
intervenciones.

5. A modo de conclusión

Se puede decir que la identidad profesional de la enfermera se ha construido en


función de un conglomerado de significaciones cuya base es el cuidado del
individuo. Por esta razón la identidad profesional contiene en sí misma varias
definiciones que constituyen el ser enfermera.

Con base en lo anterior, la identidad profesional está constituida por conceptos


heredados que reivindican su función principal: el cuidado. Por lo tanto la
identidad profesional de enfermera es un proceso dinámico y cambiante
dependiente de los avatares que le han impuesto las exigencias del
desarrollo social, tecnológico y científico. Es así que ante el ayudar y servir a los
demás, también se ha formado una enfermera capaz de cuestionar, de actuar
con seguridad e autonomía.

Conflicto de interés

El conflicto de intereses(1) se define como un conjunto de condiciones y


circunstancias que pueden influenciar indebidamente el juicio profesional en relación
con el interés primario (bienestar y tratamiento del paciente, validez de la
investigación) por un interés secundario (provecho económico, afán de notoriedad,
prestigio, reconocimiento y promoción profesional). El conflicto de intereses se refiere
sobre todo a una "situación" y no necesariamente a un "comportamiento". Por esta
razón, difiere esencialmente de la "falta científica" (plagio, invención o distorsión de
resultados, publicaciones redundantes, entre otras), la cual afecta la seriedad y
calidad científica.

El principal interés de un profesional de la salud es actuar por el bien de las personas


y la comunidad a la que sirve. El interés secundario frecuentemente no tiene ninguna
relación con la misión fundamental del profesional. Este es generalmente el producto
de un enfrentamiento entre diversas presiones, ya que dicho profesional puede estar
confrontado a un conflicto de intereses de naturaleza política, académica, religiosa o
personal. Sin embargo, muy a menudo el interés secundario es de naturaleza
financiera.
Existe, pues, conflicto de intereses cuando una persona tiene la obligación moral de
actuar en nombre de otros y esta acción se ve comprometida por los estrechos
vínculos que tiene con un tercero.

En los países donde no existen reglamentos sobre el tema, los conflictos de intereses
en materia biomédica pueden adoptar diversas formas(2): regalos directos e
indirectos, patrocinio de actividades culturales y científicas, formación continuada
(seminarios, mesas redondas, conferencias) financiada por la industria farmacéutica,
posesión de acciones o títulos financieros, investigación financiada por la industria
farmacéutica, financiamiento de cátedras académicas o de asociaciones de
profesionales, actividades de consultor, o redacción por parte de terceros de artículos
"científicos".

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