Defensa en juicio
FALLO NUÑEZ
La Cámara Quinta en lo Criminal de la ciudad de Córdoba condenó a Ricardo Alberto Núñez a la pena de 6
años de prisión por considerarlo autor del delito de lesiones graves (art. 90 CP), declarándolo reincidente (art.
50 CP) y costas. Dicha condena fue unificada con otra que Núñez registraba de la Cámara Novena del Crimen
de esa ciudad del 13 de diciembre de 1993, dictando en consecuencia una pena única de 9 años de prisión y
revocando la libertad condicional que le había sido otorgada anteriormente.
Al notificarse de la sentencia, Nuñez interpuso un recurso de hecho “in pauperis” donde planteó la nulidad de
aquella sentencia condenatoria y el Tribunal decidió correr una vista a la Asesora Letrada interviniente por la
Defensa de Nuñez, quien mantuvo el recurso y se remitió a los fundamentos esgrimidos por su asistido.
El recurso fue rechazado tanto por la Cámara como por el TSJ de Córdoba , por lo que interpuso un recurso
extraordinario federal, arribando el caso a conocimiento de la CSJN.
- Consid 7°: “En materia criminal, en la que se encuentran en juego los derechos esenciales de la libertad y el
honor, deben extremarse los recaudos que garanticen plenamente el ejercicio del derecho de defensa. La
tutela de dicha garantía ha sido preocupación del Tribunal desde sus orígenes, en los que señaló que el
ejercicio de la defensa debe ser cierto, de modo tal que quien sufre un proceso penal ha de ser provisto de un
adecuado asesoramiento legal…”;
- Consid 8°: “los reclamos de quienes se encuentran privados de su libertad, más allá de los reparos formales
que pudieran merecer, deben ser considerados como una manifestación de voluntad de interponer los
recursos de ley, y que es obligación de los tribunales suministrar la debida asistencia letrada que permita
ejercer la defensa sustancial que corresponda”;
- Consid 10°: “Más allá de la designación formal de un defensor oficial, de los antecedentes de la causa surge
con claridad que no se han cumplido las exigencias de un auténtico patrocinio exigido por la garantía
consagrada en el art. 18 de la CN. Es insuficiente a esos efectos, la sola circunstancia de que con motivo del
recurso extraordinario federal interpuesto in pauperis por Ricardo Alberto Núñez se hubiera corrido vista a la
asesora letrada para su fundamentación y que ella se haya limitado a plantear la arbitrariedad de la
denegación de acceso a la instancia de casación por "excesivo rigor formal…”;
- Consid 15°: “La transgresión a la defensa en juicio de Ricardo Alberto Núñez que se refleja en esta instancia
no es sino producto de la que se verificó en la etapa de casación local, también caracterizada por una
intervención meramente formal”;
- Consid 16°: “El deber de garantizar a toda persona sometida a proceso penal un auténtico patrocinio como el
exigido por el art. 18 de la Constitución Nacional, no es función exclusiva de esta Corte sino que debió ser
resguardada por los tribunales de las instancias anteriores a los cuales correspondía salvar la insuficiencia de
asistencia técnica antes aludida”;
- Consid 17°: “la actividad jurisdiccional no sólo se mostró indiferente frente a tamaña falencia en la defensa
técnica de Núñez sino que además contribuyó a agravar ese estado de indefensión al denegar primero el
acceso a la instancia de casación con relación a los agravios individualizados como (i), (ii) y (iii) en el
considerando 12 y luego a la extraordinaria federal por la totalidad de los llevados en casación incluidos los
referidos como (iv) y (v) en el mismo considerando con la invocación de deficiencias formales que a todas
luces no eran sino producto del estado de indefensión al que estaba sometido el nombrado”.
CSJN declara la nulidad de todo lo actuado desde el recurso de casación (aclarando que aquel deberá ser
resuelto una vez que Núñez reciba una efectiva y sustancial asistencia letrada).
FALLO BENITEZ
El Tribunal Oral en lo Criminal N° 8 condenó a Benítez a la pena de 2 años y 6 meses de prisión por resultar
autor del delito de lesiones graves (art. 90 CP), calificado por haber sido cometido con un arma de fuego (art.
41 bis CP).
La acusación del MPF al requerir la elevación a juicio se valió del testimonio de la víctima y otros testigos, un
informe médico y un peritaje balístico.
Al momento del debate, el TOC no logró la comparecencia de los testigos a la audiencia y, en función del art.
391 CPPN decidió incorporar por lectura los testimonios brindados por aquellos en la instrucción (sin el
control previo de Benítez) y en base a ellos condenó al imputado.
Nota: el imputado no pudo controlar aquellos testimonios ya que se colectaron antes de su comparecencia al
proceso y, al prestar declaración indagatoria, sostuvo una versión contraria a la de aquellos (referida a que la
víctima fue quien le apuntó con el arma que en el forcejeo se produjo el disparo y la lesión).
- Consid 11°: “El tribunal de juicio fundó la sentencia de condena en prueba de cargo decisiva que la Defensa
NO tuvo la oportunidad adecuada de controlar, en desmedro del derecho consagrado en los arts. 8.2 “f”
CADH y 14.3 “e” PIDCyP.”
ART 8.2 “f” CADH Derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de obtener la
comparecencia, como testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos.
ART 14.3 “e” PIDCyP A interrogar o hacer interrogar a los testigos de cargo y a obtener la comparecencia de
los testigos de descargo y que éstos sean interrogados en las mismas condiciones que los testigos de cargo.
- Consid 13°: “La circunstancia señalada por el a quo con relación a que la incorporación por lectura de las
declaraciones se produjo en el marco del art. 391 CPPN “en razón de resultados infructuosos de las diligencias
para hacer comparecer a los testigos” NO basta para subsanar la lesión al derecho de defensa producida
durante el debate...”.
“Lo decisivo no es la legitimidad del procedimiento de “incorporación por lectura” ya que, bajo ciertas
condiciones, bien puede resultar admisible. Lo que se debe garantizar al utilizar esas declaraciones es que se
respete el derecho de defensa del acusado.”
Cita antecedente “Castillo Petruzzi c/Perú” (CIDH - 1999), “Dentro de las prerrogativas que deben concederse
a quienes hayan sido acusados, está la de examinar a los testigos en su contra y a favor (examen y contra
examen), bajo las mismas condiciones, con el objeto de ejercer la defensa”.
Principio de inocencia
FALLO GIMÉNEZ
El Tribunal Oral Federal de Bahía Blanca condenó a Vega Giménez a la pena de 1 año y 2 meses de prisión en
suspenso por resultar autor del delito de tenencia simple de estupefacientes (art. 14, primer párrafo Ley
23.737). La defensa interpuso recurso de casación, el fue rechazado por la Sala II CNCP.
La discusión planteada por la Defensa versaba respecto de si se aplicaba el supuesto de la tenencia simple de
estupefacientes (art. 14, primer párrafo Ley 23.737) o bien la figura de tenencia de estupefacientes con fines
de consumo (art. 14, segundo párrafo Ley 23.737).
Argumentos Sala II CNCP para rechazar el recurso: Cita los precedentes “Pantoja Gómez” y “San Martín” de
aquella sala en cuanto a que: “El plexo probatorio arrimado al sumario debe permitir al Tribunal con arreglo
de las reglas de la sana crítica, concluir inequívocamente que el tóxico se encontraba destinado al consumo
personal. Si el sentenciante abrigara dudas respecto del destino de la droga, la conducta debe ser encuadrada
en la figura de tenencia simple de estupefacientes (art. 14, primer párrafo Ley 23.737).”
- Consid 5°: En autos existe cuestión federal suficiente ya que lo resuelto pone en tela de juicio el alcance del
tipo penal contenido en el art. 14, segundo párrafo Ley 23.737, comprometiéndose el principio in dubio pro
reo.
- Consid 8° y 9°: La duda del Tribunal respecto al destino de la sustancia no puede hacer que se aplique la
figura más gravosa ya que esto supone vaciar de contenido al principio antes mencionado.
La valoración de los hechos o circunstancias fácticas alcanzadas por el principio in dubio pro reo incluye
también los elementos subjetivos del tipo penal. La falta de certeza de éstos debe computarse en favor del
imputado.
Principio acusatorio
FALLO TARIFEÑO
La Cámara Criminal de Neuquén condena a Tarifeño como autor del delito establecido en el art. 274 CP a
la pena de 1 año de prisión y 6 meses inhabilitación absoluta.
Nota: En el debate, el MPF postuló la absolución de Tarifeño y el Tribunal interviniente lo condenó
igualmente, tomando como acusación el requerimiento de elevación a juicio formulado por el MPF en la
anterior instancia.
- Consid 2°: “…la lectura del expediente pone al descubierto una trasgresión a las garantías
constitucionales de la defensa en juicio y el debido proceso…”.
- Consid 3° y 4°: “Esta Corte tiene dicho reiteradamente que en materia criminal la garantía consagrada por
el art. 18 de la Constitución Nacional exige la observancia de las formas sustanciales del juicio relativas a la
acusación, defensa, prueba y sentencia dictada por los jueces naturales.”
En el sub lite no han sido respetadas esas formas, en la medida en que se ha dictado sentencia
condenatoria sin que mediase acusación.
FALLO MOSTACCIO
El Cuarto Juzgado Correccional de Mendoza condenó a Julio Gabriel Mostaccio a la pena de 6 meses de
prisión de efectivo cumplimiento y 5 años de inhabilitación especial para conducir vehículos automotores,
por considerarlo autor penalmente responsable del delito de homicidio culposo (art. 84 del Código Penal),
no obstante que el fiscal —en oportunidad de alegar— se abstuvo de pedir condena por duda y estimó de
aplicación el art. 4 del Código Procesal Penal local.
Nota: el voto mayoritario de la CSJN (Petracchi, Belluscio, Boggiano, Maqueda y Zaffaroni) hace lugar al
REF, se remiten a lo ya dicho anteriormente en la causa “Marcilese” y revocan la sentencia.
En el caso de Fayt y Vasquez votan en disidencia.
- VOTOS EN DISIDENCIA: Consid 5°, Cita un viejo precedente de la CSJN “Fiscal c/Fernández”: “el ejercicio
de la jurisdicción está precedido por una acusación previa formulada al requerir la elevación de la causa a
juicio en la que se fijan los hechos en forma clara, precisa y circunstanciada, su calificación legal y los
motivos en que se funda, presupuestos éstos que no deben ser violados a fin de asegurar el derecho de
defensa en juicio, de raigambre constitucional”.
“El requerimiento de absolución por parte del fiscal no desapodera al tribunal del ejercicio de la
jurisdicción, pues el pedido desincriminatorio por parte del acusador no se encuentra necesariamente
previsto como causal que determine el cese de la acción penal. Asimismo, el requerimiento de absolución
del representante del Ministerio Público no afecta el debido proceso legal en tanto la acusación, como tal,
se ha llevado a cabo en una etapa anterior, de manera que la defensa haya podido tomar conocimiento de
los cargos que permiten el pleno ejercicio de sus derechos”.
FALLO SANTILLAN
El Tribunal Oral en lo Criminal absuelve a Santillán por el delito de abandono de personas agravado (art.
106, segundo párrafo) luego de que, al finalizar el debate, el MPF solicitara –en su alegato- la absolución.
En aquella oportunidad, la parte querellante solicitó la condena. Dicha resolución fue luego confirmada
por la Cámara Nacional de Casación Penal.
Nota: lo central del fallo es la discusión que se da en torno al carácter del querellante (si su participación es
accesoria a la del MPF o si bien es autónomo y puede procurar por si sola una condena).
- Consid 11°: Si bien incumbe a la discreción del legislador regular el marco y las condiciones del ejercicio
de la acción penal y la participación asignada al querellante particular en su promoción y desarrollo, desde
que se trata de lo atinente a la más acertada organización del juicio criminal, todo aquel a quien la ley
reconoce personería para actuar en juicio en defensa de sus derechos está amparado por la garantía del
debido proceso legal consagrada por el art. 18 de la Constitución Nacional, que asegura a todos los
litigantes por igual el derecho a obtener una sentencia fundada previo juicio llevado en legal forma.
Doctrina establecida por la CSJN en “Santillán”: 1) Si la Querella puede andar en soledad durante el
proceso, puede también procurar obtener una condena en el juicio (“capacidad de rendimiento de la
Querella”).
2) Debe existir una Acusación (pública o privada) para que el Tribunal pueda condenar.
3) Acopla toda la jurisprudencia que hasta el momento existía de la CSJN y establece el carácter autónomo
de la Querella.
FALLO SABIO
La Cámara de Apelaciones de Zapata (Neuquén) había condenado a Sabio y a otros imputados por los
delitos de falsificación de documento privado en concurso ideal con estafa procesal en grado de tentativa
en virtud de un pedido de condena de la Querella y pese a que el MPF había solicitado la absolución.
El TSJ de Neuquén revocó la condena indicando que la doctrina de la CSJN sentada en “Santillán” no era
aplicable al caso ya que la composición del máximo tribunal había cambiado desde ese entonces.
Nota: En ese momento, el CPP de Neuquén establecía que el ejercicio de la acción penal únicamente lo
ejercía el MPF.
CSJN: Remitiéndose a los argumentos del procurador fiscal ante la CSJN indican que el argumento del TSJ
Neuquén no es válido y que debe aplicarse lo establecido en “Santillán”.
FALLO AMODIO
El Juzgado Nacional en lo Correccional N° 8 anuló el alegato de la Querella en el debate (por omitir el
pedido de pena) y en base al alegato fiscal (pedido de 2 años de prisión en suspenso) condenó a Amodio a
la pena de 3 años de prisión en suspenso e inhabilitación especial para ejercer la medicina por 4 años por
considerarlo autor del delito de lesiones culposas gravísimas (arts. 91 y 94 CP).
Ello en virtud de lo comprobado en el debate en cuanto a la negligencia del obrar de Amodio
(anestesiólogo) que omitió suministrar la asistencia necesaria y urgente a la paciente Shor en el parto,
provocando con ello que aquella evolucionara hacia un estado vegetativo, la que a momento del fallo aún
la tenia en una situación de incapacidad psicofísica total y permanente.
Voto mayoritario CSJN: Declara inadmisible el recurso.
Voto minoritario CSJN (Lorenzetti y Zaffaroni): Si bien deja asentado que el alegato de la Querella en el
debate fue inválido (por omitir el pedido de pena), aclara que la decisión del Tribunal de imponer más
pena que la pedida por el MPF viola el principio acusatorio por cuanto su intervención se halla limitada a
los términos de lo que surge en el contradictorio.
FALLO DEL’OLIO
El Tribunal Oral en lo Criminal N° 12 condena a Del´Olio a la pena de 2 años de prisión en suspenso por
considerarlo coautor del delito de defraudación por administración fraudulenta. En el debate, el MPF
había pedido la absolución del imputado y la Querella la condena.
Nota: En la instrucción, al momento en que el Juzgado de Instrucción le corrió la vista del art. 246 CPPN a
la Querella y al MPF (para que indiquen si consideraban cerrada la instrucción y si iban a efectuar REJ), la
Querella no contestó en tiempo y forma.
CSJN: El voto mayoritario (Petracchi, Highton de Nolasco, Maqueda, Zaffaroni y Lorenzetti) admitieron el
recurso y revocaron la condena.
El voto minoritario (Argibay) consideró que no había cuestión federal suficiente y no abrió el recurso (art.
280 CPCCyN).
- Consid 6°: La decisión del juez de instrucción de dar por decaído el derecho a responder la vista que
prevé el art. 346 del Código Procesal aparejó la pérdida de los derechos procesales vinculados al acto
precluido.
Si el particular ofendido no concretó objetivamente y subjetivamente su pretensión, no podría integrar
legítimamente una incriminación que no formuló previamente.
Doctrina establecida por la CSJN en “Del´Olio”: 1) La Acusación se compone de 2 partes: El Requerimiento
de Elevación a Juicio (arts. 346 y 347 CPPN) y El Alegato Final en el debate (art. 393 CPPN).
Si no existió REJ de la Querella en la instrucción entonces no puede pedir pena durante el debate.
Casal
M. Casal fue condenado por el delito de robo con armas y se le impuso una pena de cinco años de prisión.
Casal apeló esa sentencia argumentando que no estaba probado que hubiera usado un arma y que la
sustracción sólo había quedado en grado de tentativa. Si estos argumentos prosperaban, le correspondía
recibir una pena significativamente menor.
La Cámara Nacional de Casación Penal, que era la que tenía que resolver su recurso, lo rechazó. El
fundamento fue que Casal pretendía la revisión de los hechos que se dieron por probados en la sentencia y
que esto era ajeno a la competencia de la Cámara, que sólo puede revisar la manera en que se interpretaron y
aplicaron las leyes penales y procesales.
Así, Casal llevó el caso ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Argumentó que el criterio adoptado por
la Cámara de Casación había desconocido el derecho a apelar su condena reconocido en la Convención
Americana y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, con jerarquía constitucional.
La Corte Suprema hizo lugar al planteo de Casal y ordenó a la Cámara Nacional de Casación Penal que revisara
la condena de Casal (voto de los jueces Petracchi, Maqueda, Zaffaroni, Lorenzetti, Argibay, Highton de Nolasco
y Fayt).
La Corte remarcó que era indiscutible que a partir de la reforma constitucional del año 1994 todo condenado
tenía derecho a recurrir el fallo.
Luego analizó el fundamento mediante el cual la Casación había rehusado revisar la condena de Casal.
La Corte señaló que la Casación había basado su postura restrictiva en la concepción histórica y tradicional
sobre el rol de un tribunal de casación: la unificación de la aplicación de las leyes penales y procesales. Sin
embargo, según sostuvo la Corte, además de ser éste un objetivo difícilmente realizable en un sistema federal,
debido a su multiplicidad de jurisdicciones, no constituía en sí mismo razón suficiente para privar al
condenado del derecho a obtener una revisión de su condena.
La Corte analizó luego el argumento de que como la condena, en los procedimientos federal y nacional, es
dictada al final de un juicio oral y público, ello ponía un límite al alcance de esa revisión. Teniendo en cuenta
que la jurisprudencia internacional establece que la revisión de la condena debe ser integral, el Tribunal
sostuvo que los únicos aspectos de la condena que no pueden ser reexaminados por la Casación son los que
éstan íntimamente ligados a la inmediación. Es decir, aquellos aspectos excepcionales que se relacionen con
ciertas consideraciones relativas a la prueba rendida ante los magistrados que sentenciaron, y que los jueces
que revisan la condena por definición no pueden llegar a evaluar.
De este modo, si bien los jueces de Casación no pueden revisar la impresión que un testigo causó en los
magistrados sentenciantes, sí puede controlar la coherencia de su declaración testimonial y si esta tiene la
fuerza necesaria para probar o no el hecho por el que el imputado ha sido acusado.
Seguidamente la Corte remarcó que la norma procesal que regula el recurso de casación -art. 456 CPPN- no
restringe el alcance del recurso entendido de este modo. Señaló que esta norma había sido interpretada
restrictivamente -y por ende de modo inconstitucional- por haber sido leída a la luz de la mencionada
justificación histórica, pero que su formulación en sí no era inconstitucional. Por ello, la Corte no declaró la
inconstitucionalidad de la norma, sino que estableció cuál es el criterio con que debe ser interpretada y
aplicada.
Duarte
Después de que el tribunal oral hubiera absuelto a la imputada, la Cámara Federal de Casación Penal la
condenó a la pena de cuatro años y seis meses de prisión. Contra esa decisión interpuso recurso
extraordinario federal la defensa.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación hizo lugar a la impugnación. A tal efecto, el tribunal explicó que “…el
núcleo de decisión a adoptar pasa[ba] por dilucidar si lo que se ha dado en llamar en doctrina ‘casación
positiva’ deb[ía] ser revisado en forma amplia en los términos del precedente de fallos 328:3399 y de la
sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ‘Mohamed vs. Argentina’ -Excepción preliminar,
fondo, reparaciones y costas- del 23 de noviembre de 2012”. En este marco, la Corte Suprema entendió que
“[e]l derecho reconocido que prioriza la Convención Americana sobre Derechos Humanos en el art. 8.2.h) es el
doble conforme en resguardo de la inocencia presumida, aún con la primera sentencia adversa, pues la propia
Corte Interamericana excepciona la intervención de un tribunal superior –cuando no existe otro en el
organigrama de competencias– aunque exige como único requisito que sean magistrados diferentes a los que
ya juzgaron el caso los que cumplan con la revisión amplia (cfr. Páragrafo 90 del caso –de competencia
originaria local- ‘Barreto Leiva vs. Venezuela’ Corte Interamericana de Derechos Humanos)”. Asimismo, la
Corte agregó: “…el escaso margen revisor que tiene esta Corte mediante el recurso extraordinario federal,
dejaría afuera una cantidad de aspectos esenciales que no podrían ser abordados sin poner en crisis el propio
alcance de la excepcional vía de competencia del máximo tribunal constitucional, por el contrario el nuevo
examen del caso –primera condena mediante- en la mecánica de funcionamiento de la Cámara de Casación –
máxime luego de la adecuación al recurso a partir del citado precedente ‘Casal’- no haría mella en su
cotidianeidad desde lo eminentemente práctico (…) Así, el recurso extraordinario federal no cumpliría con la
exigencia convencional tal como advierte la propia Corte Interamericana en el párrafo 104 del caso 11.618
‘Mohamed vs. Argentina’…”. Finalmente, el tribunal resolvió “[q]ue la concreta afectación a la garantía del
doble conforme (art. 18 de la Constitución Nacional y 8.2.h de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos) que impidió la revisión de la condena dictada contra Felisa Duarte mediante un recurso ordinario,
accesible y eficaz, impone –conforme los antecedentes y lo puesto de manifiesto en este fallo– que se designe
a otra sala de la Cámara Federal de Casación Penal para que actúe como tribunal revisor”.
Carrascosa
Carrascosa, Carlos A. Tribunal de Casación Penal de Buenos Aires, sala 1ª
En la Ciudad de La Plata a los dieciocho días del mes de junio del año dos mil nueve reunidos en Acuerdo
Ordinario, los Señores Jueces de la Sala Primera del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos
Aires, doctores Carlos Angel Natiello, Horacio Daniel Piombo y Benjamín Ramón Sal Llargués, bajo la
presidencia del primero de los nombrados, para resolver los recursos de casación en causas Nº 29.151
caratulada: "CARRASCOSA, Carlos Alberto s/ Recurso de Casación interpuesto por Fiscal de Juicio ” y su
acollarada N° 29.152 caratulada: “CARRASCOSA, Carlos Alberto s/Recurso de Casación”, interpuesto este
último por la Defensa del nombrado Carlos Alberto Carrascosa; practicado el sorteo de ley, resultó que en la
votación debía observarse el orden siguiente: NATIELLO - SAL LLARGUES - PIOMBO, procediendo los
mencionados magistrados al estudio de los siguientes ANTECEDENTES I.- Se inicia la causa n° 29.151 de
referencia por recurso de casación interpuesto por el Sr. Agente Fiscal Dr. Diego Molina Pico, quien solicita se
case el veredicto absolutorio dictado a favor de Carlos Alberto Carrascosa en causa 1.537 del Tribunal en lo
Criminal Nº 6 del Departamento Judicial San Isidro, respecto del delito de homicidio calificado por el vínculo
(art. 80 inc. 1° del CP).
Centra el agravio en la absurda valoración de la prueba efectuada por el Tribunal de juicio a la hora de
determinar la autoría responsable del encartado en el evento. Sostiene que la principal falencia que se
observa en el tratamiento de la cuestión segunda del veredicto que impugna, radica en la falta de
fundamentación de ciertas afirmaciones utilizadas para descartar dicha autoría, lo cual conlleva al absurdo
valorativo en punto a la apreciación de la coartada de Carrascosa con la cual éste intenta desincriminarse.
Entiende, que ello surge del errado razonamiento que fundamenta el fallo. Asigna gran importancia a la
llamada telefónica de las 19:07:58 hs.; a las contradicciones en los dichos de Carrascosa y de Bártoli y a la
declaración de la “masajista” Michelini. Sostiene que una adecuada valoración de estos elementos, permitiría
afirmar con certeza que quienes se encontraban a la hora de los hechos en ese lugar, fueron el imputado
Carrascosa y por lo menos otras dos personas. El señor agente fiscal, otorga a esas circunstancias suficiente
entidad para fundamentar la imputación que le enrostra al encartado pues, a su criterio, siguiendo los
lineamientos de la teoría de la coautoría funcional, aunque el dominio completo del hecho resida en manos
de varias personas, cada uno es coautor del todo, teniendo cada una de ellas en sus manos el destino del
mismo. Entiende que, en línea con esa idea, el interviniente no puede ejecutar nada solo. Únicamente si el
cómplice o los cómplices cooperan, funciona el plan, el cual sólo puede ser llevado adelante si actúan
conjuntamente. Afirma que eso es lo que ocurrió en este caso. A su juicio, hubo distribución de tareas, pues
cada uno de los intervinientes tuvo algo más que el dominio sobre su porción del hecho y todo hubiese tenido
un final diferente con la sola intención de uno sólo de los partícipes, de impedir el resultado mortal.
Manifiesta que ello no sucedió, sino que por el contrario, existió cooperación funcional en el plan homicida
entre Carrascosa y los demás ejecutantes pues todos habrían actuado en la especie libremente y sin
coacciones. Alega, por lo tanto, errónea apreciación de la prueba y defecto de motivación en el acto
jurisdiccional puesto en crisis, lo que se ha dado en llamar “absurdo notorio”. Entiende que, si bien el “a quo”
ha enumerado largamente la prueba incorporada a la investigación y al debate, no puede sólo limitarse a ello
y a la afirmación de que a través de las mismas se llegara al convencimiento, sino que debió explicar en forma
clara y de acuerdo a las reglas de la lógica y la experiencia, de qué manera se produjo esa operación
intelectual o nexo racional entre las premisas y las conclusiones a las que arribara, y cómo se apoyan éstas en
la prueba producida. Se agravia de que el “a quo” optara, respecto de la coartada de Carrascosa, por la prueba
desincriminante en desmedro de la incriminante separándose de datos objetivos, sobre la base de una
apreciación subjetiva carente de toda verificación empírica, pues el fallo llegó a tal conclusión apontocado en
el testimonio del “vigilador” Ortiz en oposición de la llamada telefónica de las 19:07:58 hs. Pretende
demostrar la mendacidad del mentado Ortiz sobre la base de que este “vigilador” no se encontraba a las
19:00 hs. en la casa de Carrascosa sino que habría arribado al lugar pasadas las 19:13 hs., manifestando que
por tal razón hubo de solicitar que fuera investigado por encubrimiento, al relatar una versión diferente a la
real, es decir, presentar las cosas como ocurridas de otra manera. El agraviodicente también destaca una seria
contradicción en el razonamiento empleado por los sentenciantes que –a su juicio- amerita la casación del
fallo, y es el relativo a la hora en la que el encartado Carrascosa se habría encontrado en la escena del crimen.
Manifiesta que, si se sostiene que Carrascosa no estaba en la casa a la hora 19:00 no se puede afirmar luego
que empleó el lapso mal justificado (entre las 18:20 y las 19:00 hs.) para alterar los rastros en la escena del
crimen, pues –esto último- supone la presencia del encartado en el lugar del hecho ilícito a la hora en que éste
se cometiera, con lo cual el propio juzgador no llega lógicamente a explicar la exclusión de Carrascosa de dicha
escena en el horario en el cual éste aconteciera. En mérito a ello impetra se case el fallo recurrido y
asumiendo competencia positiva, se condene al encartado a la pena de prisión perpetua, como coautor del
delito de homicidio calificado por el vínculo (art. 80 inc. 1° del CP). II.- Bajo el n° 29.152, obra el recurso de
casación interpuesto por los Sres. Defensores particulares del encartado, Dres. Hernán Diego Ferrari y Alberto
Néstor Cafetzóglus, contra el veredicto y sentencia dictado el 11 de julio de 2007 en causa 1.537 del Tribunal
en lo Criminal N° 6 del Departamento Judicial San Isidro que condenara a Carlos Alberto Carrascosa a la pena
de cinco años y seis meses de prisión, accesorias legales y costas, por el delito de encubrimiento agravado por
tratarse el hecho precedente de un delito especialmente grave (arts. 12, 19, 29 inc. 3, 45 y 277 incs. 1° b) y
3°a), este último en función del art. 79 del Código Penal.). La defensa centra sus motivos de agravio en los
siguientes puntos, a saber: a) Obtención de prueba de modo ilegal, violándose el principio que prohíbe que se
obligue a un ciudadano a declarar contra sí mismo y la garantía de defensa en juicio. b) Impedimento de
convocar a testigos que contaban con información para decidir el caso. c) Nulidad de la acusación alternativa
por hechos que se excluyen entre sí, como posibilidad de reproche estatal. d) Errónea aplicación del derecho
que utilizó el tribunal para solucionar el caso: omisión de la excusa absolutoria del art. 277 del CP. e) Violación
del principio de legalidad, al condenar por hechos no típicos. f) Arbitrariedad de la sentencia por incoherencia
en la interpretación de los hechos y deficiente valoración de la prueba. g) Desproporción de la pena aplicada
por el hecho atribuido. También se agravia por la –a su juicio- absurda valoración de la prueba efectuada por
el Tribunal a la hora de determinar la autoría responsable del encartado en el evento por inobservancia y
errónea aplicación de preceptos legales (arts. 210 y 373 del CPP), solicitando en consecuencia se anule la
sentencia y se dicte nuevo pronunciamiento conforme a derecho, el que deberá ser absolutorio en su parecer.
III.- A fojas 467, se incorporó el recurso de casación interpuesto por Carlos Alberto Carrascosa por derecho
propio, con el patrocinio letrado de los defensores ut supra mencionados. Este recurso esencialmente
reproduce los agravios antes enumerados. De tal forma esto resulta así, que los resúmenes de ambos recursos
(fs. 425 y 468) son notoriamente similares. IV.- A fs. 475/480 obra acta de la audiencia prevista en el art. 456
del CPP para el informe oral , oportunidad en la cual el señor Fiscal ante esta Casación, Dr. Carlos Arturo
Altuve, mantuvo en todas sus partes el remedio propiciado por el Sr. Fiscal de Juicio, Dr. Diego Molina Pico.
Postula, en esencia, que en caso de acreditarse que el imputado se encontró efectivamente en el lugar del
hecho al momento de la muerte de su esposa, se lo condene por el delito de homicidio calificado. En
respuesta al recurso Fiscal, la Defensa de Carlos Alberto Carrascosa contestó esos agravios, planteando como
cuestión previa a resolver, que la principal falencia que se observa en la sentencia que condenara a su pupilo,
es que se formuló una acusación condicional. Por un lado, una en orden al delito de homicidio calificado y por
el otro, una en relación al delito de encubrimiento calificado. Entiende que -más allá de que se haya
interpuesto un recurso-, el Fiscal habría perdido el derecho a proseguir la acción pública respecto al delito de
homicidio, habiendo quedado firme la sentencia a ese respecto, no pudiendo por ello el Fiscal de Casación
proseguir la acción. Agregó el co-defensor doctor Ferrari, que la impugnación del Fiscal de Juicio fue sobre
cuestiones de horarios y lugares en los que se encontró el imputado, y que la nueva Investigación Penal
Preparatoria suplementaria abierta en Pilar, haría caer la pretensión original, toda vez que varios testigos
rectificaron sus dichos sobre los movimientos de Carrascosa aquel día. En uso de la palabra, el doctor
Cafetzóglus expuso sus argumentos en punto a sostener el recurso de Casación N° 29.152 interpuesto por su
parte, ratificando el remedio incoado originariamente. Con cita en doctrina de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación, adujo que los hechos y el derecho deben ser razonados, y que cuando esto no ocurre, la sentencia
es arbitraria, afirmando que es la mera expresión del poder por el poder mismo, y que estas arbitrariedades
señaladas las ha encontrado a través de toda la sentencia, por lo que el pronunciamiento atacado viola el
principio de congruencia, ya que la acusación originaria fue sólo por dos hechos, incorporándose luego siete
hechos más. Subsiguientemente, critica la utilización para acreditar la materialidad infraccionaria, de prueba
indirecta, advirtiendo irregularidades en la sentencia. Menciona al respecto el art. 26 (sic) de la Constitución
Nacional. Asimismo, señala la desproporción de la pena aplicada, ya que por seis meses no se le impuso a su
asistido el máximo de la sanción amenazada. Considera que se aplicó inconstitucionalmente el art. 41 del CP,
pues no se pudo acreditar el móvil, siendo ésta una norma sustancial que se encuentra por encima de
cualquier normativa procesal. Menciona la imposibilidad que tuvo Carrascosa de alegar la excusa absolutoria
prevista en el art. 277 inc. 4° del CP. A su turno, el doctor Ferrari ratifica todos los argumentos expuestos en
ambos recursos, manteniendo las cuestiones federales planteadas y peticionando se declare la nulidad de la
sentencia, apoyándose en la doctrina sentada por la C.S.J.N. en el caso “Mathei”, por la cual no se puede
volver a juzgar a un ciudadano por errores de los órganos del Estado. Retomando la palabra el doctor
Cafetzóglus, solicita que este Tribunal case la sentencia, absolviendo a Carlos Alberto Carrascosa. En la misma
audiencia, y contestando los agravios de la Defensa, el Sr. Fiscal ante esta Casación Dr. Altuve, replicó los
embates defensistas relativos a la admisibilidad de una acusación principal por homicidio y otra alternativa o
subsidiaria respecto de encubrimiento. Del mismo modo respondió en punto a los agravios de la defensa
respecto de la condena traída, solicitando -en subsidio del resultado que pueda recaer en el remedio
planteado por la Fiscalía de Juicio, que oportunamente sostuviera-, que se confirme el veredicto y sentencia
condenatorios en orden al delito de encubrimiento agravado. Sostiene que el remedio casatorio interpuesto
por la Defensa, resulta improcedente, pues el “a-quo” dio una suficiente explicación –apoyada en prueba
sustanciada en el debate- acerca de cómo encontrara acreditada la acción ilícita endilgada. V.- Hallándose la
causa en estado de dictar sentencia, se decidió plantear y resolver las siguientes: CUESTIONES 1ra.) ¿Es
admisible el recurso de casación n° 29.151 interpuesto por el Sr. Fiscal Dr. Molina Pico respecto del veredicto
absolutorio recaído en orden a la acusación principal por homicidio calificado por el vínculo? 2da.) ¿Resulta
admisible el presentado por la defensa del encartado Carrascosa respecto del hecho tratado en la acusación
alternativa por encubrimiento agravado por tratarse el hecho precedente de un delito especialmente grave?
3ra.) ¿Se han verificado las violaciones a principios constitucionales y procesales alegadas por la Defensa?
4ta.) En mérito a lo resuelto en las cuestiones precedentes: ¿Resulta fundado el recurso fiscal? 5ta.)¿Lo es el
presentado por la defensa? 6ta) ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar? A la primera cuestión planteada,
el señor Juez doctor Natiello dijo: El presente es un recurso interpuesto contra un veredicto absolutorio,
supuesto expresamente previsto en el art. 452 del CPP, habiéndose expresado asimismo los motivos del art.
448 de ese digesto e interpuesto en tiempo y forma (art. 451 del CPP). .... SENTENCIA Por lo expuesto en el
Acuerdo que antecede, El Tribunal Resuelve: I.- Declarar admisible el recurso interpuesto por el señor Fiscal
de Juicio Dr. Diego Molina Pico contra el veredicto absolutorio dictado respecto de Carlos Alberto Carrascosa
en orden al delito de homicidio agravado por el vínculo. II.- Declarar admisible el recurso interpuesto por la
Defensa del encartado respecto de la sentencia que condena al encartado Carlos Alberto Carrascosa como
coautor penalmente responsable del delito de encubrimiento agravado. III.- Hacer lugar, por los motivos
expuestos, al recurso de Casación interpuesto por el Sr. Fiscal de Juicio Dr. Diego Molina Pico, sostenido por el
de esta Casación provincial Dr. Carlos Arturo Altuve, respecto del veredicto absolutorio dictado a favor de
Carlos Alberto Carrascosa, y asumiendo competencia positiva, condenar al nombrado imputado a la pena de
prisión perpetua, con accesorias legales y las costas del proceso, por resultar coautor penalmente responsable
del delito de homicidio calificado por el vínculo. IV.- Rechazar, conforme los fundamentos dados, el recurso de
casación interpuesto por los defensores particulares, Dres. Hernán Diego Ferrari y Alberto Néstor Cafetzóglus,
en favor de Carlos Alberto Carrascosa, con costas. Arts. 45 y 80 inc. 1° del CP, 20 inc. 1°, 210, 335 in fine, 373,
421, 448, 451, 452 inc. 1°, 454 inc. 1°, 456, 460, 530, 531 y 532 del CPP. V.- Remitir copia de la presente a la
Unidad Funcional de Instrucción pertinente para que –en caso que a la fecha no se encuentre en curso- se
investigue la eventual participación y coautoría funcional de al menos otras dos personas en el hecho
investigado y materia de acusación principal. VI.- R egular los honorarios profesionales a los letrados
intervinientes, Dr. Hernán Diego Ferrari (T° XXIV F° 353 C.A.S.I.) en la cantidad de cincuenta (50) unidades Jus
y al Dr. Alberto Néstor Cafetzóglus (T. II F. 195 C.A.S.I.) en la cantidad de cincuenta (50) unidades Jus, por la
labor desplegada en esta sede, con más los aportes de ley. Arts. 171 de la Constitución Provincial; 1, 9, 16, 31,
33 y 51 de la ley 8904; 1 y 12 inciso a) de la ley N° 8455 y artículo 534 del CPP -ley N° 11.922- debiendo
procederse como lo determina el artículo 22 de la ley N° 6716, modificado por el artículo 12 de la ley N°
10.268. VII.
Principio de congruencia
Zurita
En el caso “Zurita” donde a la imputación original de robo con el empleo de un arma que traía el sujeto activo,
ante la ausencia de su secuestro, para mantener la agravante, la sentencia le sumó el empleo del arma que
había sido objeto de desapoderamiento en el mismo robo. Para evitar malentendidos, debe advertirse que no
se trataba de dudas acerca del uso del arma que se acababa de sustraer, sino que la falla radicó en que esa
circunstancia no le fue imputada oportunamente.
El hecho del proceso define su objeto. Es su columna vertebral o hilo conductor. De ahí deriva también el
principio de que todo lo que no esté vinculado al objeto será impertinente.
La introducción de otro objeto, cualquiera sea la relación que guarde con el primero, generará la necesidad de
una nueva columna vertebral que correrá paralelamente y que deberá ser anunciada a la defensa.
Por ello también, si el sobreseimiento o la absolución no se refieren al hecho del proceso, serán nulos.
Si se trata de una condena, además de su inconsistencia lógica, su incongruencia generará el problema de la
condena sin acusación y los clásicos casos de arbitrariedad de sentencias, como en delitos culposos, cuando se
reprocha una violación a un deber de cuidado, distinta de la descripta en la imputación.
Sircovich
Los jueces Enrique Petracchi, Elena Highton de Nolasco, Carlos Fayt, Juan Maqueda y Eugenio Zaffaroni,
integrantes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en los autos caratulados “Sircovich, Jorge Oscar y
otros s/defraudación por desbaratamiento de derechos acordados”, entendieron que habiendo sido la
imputación la “defraudación por desbaratamiento de derechos acordados” mal puede la Cámara condenar a
los imputados por estafa procesal.
Por su parte, Ricardo Lorenzetti y Carmen Argibay consideraron que el recurso extraordinario interpuesto es
inadmisible en los términos del artículo 280 C.P.C.C.N., sin dar explicación alguna del por qué.
Los imputados habían adquirido en una subasta en 1986 un inmueble, del cual abonaron un porcentaje en el
momento y el resto fue financiado. Luego que estos no abonaran ninguna de las cuotas subsiguientes, se
inició el juicio ejecutivo.
Los demandados en el juicio de ejecución habrían realizado una serie de actos para entorpecer el trámite del
litigio y la subasta del inmueble.
Estas maniobras habrían consistido en la invención de acreedores en el concurso personal de la demandada,
la simulación contractual de una locación, el uso de documento privado falso, la obstrucción del trabajo del
oficial de justicia y de los martilleros, etc.
Posteriormente, se les inició una acción penal con el fin que respondan de los delitos supuestamente
cometidos en la realización de las conductas anteriormente mencionadas.
Tanto al momento de la indagatoria, como también durante el proceso, los delitos que se les había adjudicado
a los imputados fueron la de defraudación por desbaratamiento de derechos acordados y uso de documento
privado falso.
El juez de primera instancia condenó a los imputados por autoría en caso de uno de ellos y por participación
respecto de los restantes, en el delito de estafa procesal en concurso ideal con uso de documento privado
falso; sentencia que fue confirmada por la Sala VI de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional.
Los condenados interpusieron recurso extraordinario federal, agraviándose de la violación del principio de
congruencia y del ne bis in idem, toda vez que habían sido sentenciados por un delito del cual no pudieron
oponer defensa alguna, y que el tribunal habría tomado en consideración hechos anteriores a los imputados
de los cuales habían sido sobreseído los condenados.
El Procurador Fiscal subrogante, Luis González Warcalde, tuvo en cuenta tan sólo la violación del principio de
congruencia, ya que dicha falta procesal invalida por sí la sentencia.
Para decidir tuvo en cuenta que, efectivamente en ningún momento se les había imputado a los acusados de
estafa procesal, lo que indicaría que, en principio, la sentencia sería arbitraria por violar el principio de
congruencia.
Se preguntó si la violación al citado principio le había traído algún tipo de gravamen a los imputados, o sea,
que se hubieron privados de formular defensas, discutir hechos o refutar la hipótesis acusatoria.
Observando que desde el elemento subjetivo del tipo del delito por el que fueron sentenciados es diferente al
del delito por el que fueron acusados, es obvio que a los encartados se les fue privado del ejercicio del
derecho a defenderse, y que el acusador sin necesidad de formular prueba sobre su hipótesis acusadora logró
la condena.
La mayoría de los miembros de la Corte adhirieron a lo expuesto por el procurador fiscal subrogante,
haciendo suyas sus conclusiones, por lo que resolvieron revocar la sentencia de Cámara y remitir los autos
ante el tribunal que corresponda a fin que se dicte un nuevo pronunciamiento.
Antognazza
María Alexandra Antognazza causó un resultado delictivo a través de una comisión por omisión: privó a su hija
de tres años de edad, Florencia Agustina Awstin, de la necesaria alimentación e hidratación, lo cual llevó a la
damnificada a un cuadro peligroso para su vida.
Que contra dicha resolución se interpuso el recurso extraordinario federal, cuya denegación dio origen a esta
queja, en el que se sostiene que la decisión recurrida resulta arbitraria y violatoria de los Artículos 18 de la
Constitución Nacional y apartados b y c- y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, toda vez
que se condenó a la imputada por un hecho distinto del que fue motivo de juzgamiento y por el cual había
sido sobreseída parcial y definitivamente (fs. 178) por el juez de instrucción "en orden al delito de lesiones
leves calificadas por el vínculo" (respecto de los múltiples hematomas y quemaduras que se habían
constatado en los informes médicos que obran en la causa). Que el recurso extraordinario resulta procedente
toda vez que se encuentra en juego la aplicación del principio de congruencia, como derivación del derecho
de defensa en juicio (Artículo 18 de la Constitución Nacional) y la resolución ha sido contraria al derecho que
el apelante funda en esa regla (Artículo 14 de la Ley Nº 48). Que el recurso extraordinario resulta procedente
toda vez que se encuentra en juego la aplicación del principio de congruencia, como derivación del derecho
de defensa en juicio (Artículo 18 de la Constitución Nacional) y la resolución ha sido contraria al derecho que
el apelante funda en esa regla (Artículo 14 de la Ley Nº 48). Que sin embargo, esta correlación no ha sido
respetada en el caso, toda vez que la modificación de la subsunción típica efectuada por el a quo, al sustituir el
tipo de abandono de persona (que es un tipo impropio de omisión) por el de lesiones graves (que un tipo
doloso activo), implicó una alteración de la imputación fáctica. Que, en efecto, esta modificación en la
calificación legal no podía hacerse sin alterar la imputación fáctica, pues resulta groseramente contrario al
sentido común afirmar que es exactamente lo mismo abandonar (a consecuencia de lo cual resultare un grave
daño en el cuerpo o en la salud de la víctima) que causar lesiones, cuando es evidente que se trata de
supuestos de hecho distintos y que, por otra parte, no existe cláusula legal alguna en nuestro ordenamiento
jurídico que establezca que no evitar un resultado típico equivalga a causarlo. En consecuencia, toda vez que
ni en la indagatoria, ni en el procesamiento, ni como acusación alternativa se le atribuyó a la imputada la
conducta de causar un daño en el cuerpo o en la salud de la niña, el pronunciamiento del a quo excedió el
marco del principio iura novit curia al pasar a subsumir el hecho en un tipo doloso activo porque no consideró
probado que la hubiese abandonado o colocado en situación de desamparo, e incurrió en una violación del
principio de congruencia al no haberse ajustado al contenido de la imputación respecto del cual la encartada
había ejercido su derecho a ser oída.
En virtud de lo expuesto, corresponde revocar la decisión recurrida para que se dicte una nueva con ajuste a
los agravios expresados en el recurso de casación, pues cualquier exceso de jurisdicción que evidencie un
interés acusato rio resultará incompatible con el principio de imparcialidad.
Por ello y oído el señor Procurador Fiscal, se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso
extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada. Notifíquese, agréguese la queja al principal y vuelvan
los autos al tribunal de origen para que por quien corresponda se dicte una nueva sentencia con arreglo a lo
expuesto.
Cuiffo
En el caso "Recurso de hecho deducido por Javier Daniel Ciuffo en la causa Ciuffo, Javier Daniel s/ causa Nº
5579", se le atribuyó al imputado, durante el proceso, el delito de transporte de estupefacientes. Sin
embargo, en la sentencia se lo condenó por contrabando agravado de estupefacientes.
Esto demuestra que el imputado fue juzgado con una calificación legal diferente entre la solicitada en el
requerimiento de elevación a juicio y la determinada por los jueces en la sentencia.
La causa se originó a comienzos del 2003, cuando Javier Ciuffo se disponía a traspasar la frontera de San
Sebastián con dirección a la ciudad de Río Grande, acompañado de su pareja Nazarena Arnold. Ambos fueron
sometidos a un control aduanero.
Una vez finalizada la inspección personal de Arnold, la funcionaria aduanera Gomis, observó cómo la acusada
arrojaba un paquete al interior de la mochila de agua de desagote del inodoro, que al ser extraído y abierto en
presencia de testigos, éstos pudieron percibir una sustancia de color blanca, cuyo narcotest dio cocaína en un
total de 226,50 gramos.
Posteriormente, a través de las tareas de inteligencia desarrolladas por personal de Gendarmería Nacional, se
precisó que Javier Daniel Ciuffo, se dedicaría en río Grande y en Ushuaia a la distribución y comercialización de
sustancias estupefacientes.
Al profundizarse la investigación, se determinó que aquél, estaría efectuando el envío de estupefacientes
desde Buenos Aires con la colaboración de otro individuo.
Con ese relato de hechos, se le atribuyó al imputado el delito de transporte de estupefacientes. Sin embargo,
en la sentencia se lo condenó por contrabando agravado de estupefacientes.
Se presentó el recurso directamente ante la Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal que confirmó la
sentencia dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tierra del Fuego.
Aquél había condenado a Javier Daniel Ciuffo a la pena de cuatro años y seis meses de prisión por considerarlo
coautor del delito de contrabando agravado por tratarse de estupefacientes, con el fin de ser comercializados
dentro del territorio nacional, en grado de tentativa. Frente a ello se llegó a la Corte por recurso de queja ante
el rechazo del extraordinario.
La Corte consideró que la Cámara Nacional de Casación, tuvo “una interpretación inadecuada sobre el alcance
que cabe atribuir a la regla que exige congruencia entre la acusación y la sentencia, al convalidar una
sorpresiva calificación jurídica más gravosa que desvirtuó la defensa del acusado y determinó la imposición de
un monto de pena mayor”.
Así, explicó que si bien “el principio de congruencia exige que el hecho que se juzga debe ser exactamente el
mismo que fue objeto de imputación y debate en el proceso… Sin embargo, de ello no se sigue que los
cambios de calificación no generan agravio constitucional alguno si versan sobre los mismos hechos que
fueron objeto de debate en el juicio, pues sólo se ajustarán al art. 18 de la Constitución Nacional los que no
hayan desbaratado la estrategia defensiva del acusado impidiéndole formular sus descargos”.
Y continuaron diciendo que “los argumentos que se hubiesen podido esgrimir en respuesta a una imputación
de contrabando agravado eran mayores que los que permitía la calificación de transporte.” Entendieron pues
que, en tales circunstancias, se “constituyó una subsunción sorpresiva sobre la cual el imputado y su defensor
no pudieron expedirse en el juicio”.
Por lo que finalmente, se hizo lugar a la queja, se declaró procedente el recurso extraordinario y se dejó sin
efecto la sentencia apelada, con la finalidad de que se dicte un nuevo pronunciamiento al respecto.
Delgado
En el requerimiento fiscal de elevación a juicio se imputó a los encartados Orlando Antonio Delgado y Mónica
Juliana López corno autor y participe secundario, respectivamente, del delito de abuso sexual. con acceso
carnal (articulo 119, párrafo tercero, en función del primero, del Código Penal) . No obstante ello, la acusación
de ese ministerio público al momento de alegar en el debate y su ulterior planteo en el recurso de casación
contra la sentencia absolutoria descartaron -por insuficiencia probatoria- la existencia de penetración. De ese
modo, la pretensión fiscal quedó ceñida a la imputación por abuso sexual simple de una niña menor de trece
años (articulo 119, primer párrafo de la mentada ley de fondo).
Conforme lo señala el señor Procurador Fiscal ante esta Corte, no asiste razón a la máxima instancia provincial
sobre este punto, pues al volver a incluir la penetración como aspecto integrante del hecho endilgado, el
tribunal a qua modificó el supuesto de hecho incluyendo en él una circunstancia agravante que dio sustento a
la calificación más gravosa finalmente adoptada. Dicha modificación -y esto es lo decisivo- ha resultado
sorpresiva para la defensa (y ésta asi lo alega en el remedio federal), pues la sentencia definitiva de la casación
provincial ha reincorporado a la base fáctica de reproche una circunstancia que la asistencia técnica de los
imputados habia dejado de tener en consideración a partir de la acusación fiscal en el debate.
Que esta Corte comparte y hace suyos, en lo pertinente, los fundamentos y conclusiones del señor Procurador
Fiscal, a cuyos términos y conclusiones se remite en razón de brevedad, con exclusión del primer párrafo del
capítulo 111 del dictamen. Por ello, se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso extraordinario y
se deja sin efecto la sentencia apelada. Agréguese al principal. Vuelvan los autos al tribunal de origen para
que, por quien corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo a ~1(). Notifíquese y cúmplase.
Reformatio in pejus
Tomaselli: No es arbitraria la sentencia que consideró que la conducta del imputado no constituía la figura
prevista por el art 1° de la ley 20840, sino que encuadraba en las previsiones del art 213 bis del CP, delito que
contiene una sanción más severa y que desplaza la aplicación subsidiaria de aquella otra ley.
Corresponde dejar sin efecto el pronunciamiento que elevó la pena impuesta por el juez de primer grado. Ello
así, pues los efectos atribuidos a la apelación y la interpretación de los términos del art 693 del Cód de
Procedimientos en Materia Penal, se traducen en una efectiva reformatio in pejus, violatoria de la garantía
constitucional de la defensa en juicio.
Rodolfo Caso fue condenado por el juez federal de primera instancia de la prov de Chubut, como autor de los
ilícitos previstos y reprimidos por los arts 1° de la ley 20840 y 189 bis del CP, a la pena de 6 años de prisión e
inhabilitación absoluta.
Contra esta decisión apelaron tanto la defensa como el Procurador Fiscal, quien manifestó que lo hacía “por
no acordar la sentencia” lo solicitado por su parte, toda vez que había requerido, sobre la base de imputar a
Caso la comisión de los mismos delitos, la pena de 4 años de prisión.
El tribunal a quo, con fundamento en que “el recurso fiscal desplaza la limitación de los poderes de la alzada,
o sea la prohibición de la reformatio in pejus”, decidió, tras encuadrar la conducta delictiva del encausado en
el art 213 bis del CP, en concurso real con los tipos previstos en el art 189 bis y en el art 2° inc c) de la ley
20840, imponerle a aquél la pena de 8 años de prisión.
Contra este pronunciamiento dedujo recurso extraordinario la defensora oficial, fundándolo en la violación de
garantías constitucionales y en la doctrina de la arbitrariedad elaborada por la Corte.
El tribunal a quo sostiene la tesis de que la mera apelación fiscal desplaza la prohibición de la reformatio in
pejus, atento a lo dispuesto por el art 693 del CP.
El citado art 693 no conduce a posibilitar el desplazamiento de ese básico instituto vinculado con la garantía
fundamental de la defensa, desde que sólo se limita a decir que la prohibición del juzgador de no modificar la
pena impuesta al condenado en un sentido desfavorable, cuando éste no hubiera interpuesto recurso en
primera instancia, no expresare agravios, cede cuando existe asimismo apelación del fiscal o del acusador
particular, pero obviamente persiguiendo el aumento de la pena recaída, extremo que, por tanto, faculta a la
Cámara a revisarla sin violar dicho principio.
Corresponde hacer lugar al recurso extraordinario interpuesto, anular la sentencia apelada y devolver los
autos al tribunal de origen para que por quien corresponda dicte nuevo pronunciamiento.
Los efectos atribuidos a la apelación aludida y la interpretación que se hace en los términos del art 693 del
Cód de Procedimientos en Materia Penal se traducen en una efectiva reformatio in pejus, violatoria de la
garantía constitucional e la defensa en juicio. En tal sentido, el Tribunal comparte los argumentos expuestos
en el dictamen precedente a cuyos términos cabe remitirse por razón de brevedad.
Se deja sin efecto la sentencia apelada, en cuanto pudo ser materia de recurso extraordinario.
- Capristo: El Tribunal Oral en lo Criminal n°7 de esta ciudad condenó a Jonathan Víctor Abel Capristo a la pena
de 16 años de prisión como autor del delito de homicidio cometido con arma de fuego en concurso ideal con
robo, y a Adrián Grossman a la pena de 9 años de prisión como autor del delito de homicidio cometido con
arma de fuego, en grado de tentativa. Estas condenas sólo fueron apeladas por el defensor de los nombrados
a través de un recurso de casación que fue concedido, a raíz de lo cual la Sala I de la Cámara Nacional de
Casación Penal confirmó la decisión recurrida corrigiendo la calificación de los hechos sin alterar las penas
impuestas. En el caso de Capristo, por la de autor del delito de homicidio criminis causa agravado por haberse
cometido con arma de fuego en grado de tentativa, en concurso real con el de robo doblemente agravado por
haber sido cometido con armas de fuego y en poblado y en banda en grado de conato, en calidad de coautor,
ambos en concurso material con el de robo, en calidad de autor.
Como lo señala el señor Procurador Fiscal, el defensor alega en esta instancia que se ha vulnerado la
prohibición de la reformatio in pejus dado que el cambio de calificación adoptado por el a quo implicó un
agravamiento de la situación procesal de sus defendidos al haberles vedado la posibilidad de obtener el
beneficio de la libertad condicional, en función de lo dispuesto en el artículo 14 del Código Penal.
Según doctrina establecida por esta Corte, la prohibición de la reformatio in pejus cuando no media recurso
acusatorio tiene jerarquía constitucional, por lo cual toda sentencia que ignore este principio resulta inválida
en tanto importa que ha sido dictada sin jurisdicción, afectando de manera ilegítima la situación obtenida por
el encausado merced al pronunciamiento consentido por el Ministerio Público en la instancia inferior, lo que
lesiona la garantía contemplada en el art. 18 de la Constitución Nacional.
Desde esta perspectiva, asiste razón a la defensa en cuanto a que se violó dicho principio toda vez que el
pronunciamiento apelado implicó un agravamiento de las condenas que habían sido dictadas por el tribunal
oral. En efecto, la modificación del encuadre típico efectuada por el a quo consistente en la aplicación del tipo
penal del art. 80 del Código Penal determinó la sujeción de los condenados a un régimen más severo de
ejecución de la pena en el que se los priva del derecho a obtener la libertad condicional, de acuerdo a lo
dispuesto en el artículo 14 del Código Penal, según el texto de la ley 25.892. Esta modificación en perjuicio de
los imputados resulta inaceptable, pues no es razonable concederle al inculpado la facultad de impugnación y,
al mismo tiempo, exponerlo al riesgo de que por el ejercicio de esta potestad su situación procesal se vea
empeorada, puesto que de esta manera se lo colocaría en la disyuntiva de correr ese riesgo o consentir una
sentencia que considera injusta.
Se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia
apelada.
Minaglia
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, el pasado 04 de septiembre de 2007, en el marco del Recurso
Extraordinario interpuesto en la causa registrada como M. 3710. XXXVIII. “Minaglia, Mauro Omar y otra s/
infracción ley 23.737 (art. 5 inc. c)” resolvió declarar mal concedido en parte y rechazar por mayoría el recurso
interpuesto por la defensa de Minaglia contra la resolución de la Sala II de la Cámara en lo Criminal y
Correccional Federal de Capital Federal. La citada Cámara había resuelto revocar los puntos I y II de la
sentencia dictada por el titular del Juzgado de Primera Instancia de ese fuero, mediante los cuales se había
decretado la nulidad del allanamiento realizado en la vivienda de Mauro Omar Minaglia, se lo absolvió
libremente de culpa y cargo, y en consecuencia, condenó al nombrado a la pena de cuatro años de prisión,
multa, costas y accesorias legales por resulta autor del delito de Tenencia Ilegítima de Estupefacientes con
fines de comercialización, a quien además, declaró reincidente. Contra ese fallo la Defensa del nombrado
interpuso Recurso Extraordinario. El fundamento de la mayoría de los magistrados que componen la Corte
Suprema de Justicia se fundó en que las bases del recurso en lo referente al horario y presencia de testigos en
el marco del allanamiento, remiten a cuestiones de interpretación y alcance de la ley procesal las cuales
resultan ajenas al ámbito extraordinario Federal. En lo que respecta a los dichos espontáneos de un imputado
frente al personal policial que lo lleva detenido, entiende que cuando existe uniforme 2 jurisprudencia
aplicable, respecto de determinadas cuestiones procesales, estas se convierten en insustanciales ante ese
órgano judicial. Y finalmente, en cuanto al tema de la fundamentación de la orden de allanamiento, rechaza el
recurso federal, atento que considera que en este caso no se ve afectada la garantía constitucional de la
inviolabilidad del domicilio, comportando sólo una infracción a la regla procesal que ya fue resuelta en última
instancia por la Cámara. No obstante todo ello, la Corte excede el mero marco de admisibilidad y realiza
consideraciones sobre los tópicos más importantes, las cuales son objeto de este trabajo.-
La mayoría de los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación dejó firme, por estos fundamentos,
la sentencia que dispuso la condena de Mauro Minaglia a la pena de cuatro años de prisión y multa de
$200.000.
Ciraolo
La Cámara Nacional de Casación Penal rechazó un recurso de casación interpuesto por la defensa. Dicha
impugnación postulaba, entre otras cosas, la nulidad de la detención y requisa del imputado. Contra esa
sentencia se presentó un recurso extraordinario federal que fue declarado inadmisible. Por tal razón, se
presentó un recurso de queja.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en mayoría, desestimó la queja. En disidencia, los ministros
Lorenzetti, Maqueda y Zaffaroni consideraron que correspondía revocar la sentencia apelada. Los ministros
entendieron que “…la detención y requisa que sufrió [el imputado] se apartó del marco legal y en esas
condiciones, es forzoso concluir que la misma ha sido dispuesta a extramuros del art. 18 de la Constitución
Nacional y del art. 7 de la Convención Americana”. Además, tuvieron en cuenta que “…el legislador prescribió
la existencia previa de determinadas circunstancias, que generen un grado de sospecha para llevar a cabo la
detención o la requisa corporal, tales como ‘indicios vehementes’, ‘circunstancias debidamente fundadas’ o
‘motivos para presumir’. […] De modo que, […] no hay dudas de que un policía no está autorizado a realizar
detenciones indiscriminadas”. A su vez, sostuvieron que “una vez que el agente de prevención se encuentra
ante alguna de esas hipótesis exigidas por la ley para proceder, es necesario que describa fundadamente
cuáles son las conductas u actos –en especial actitudes del imputado– que generaron sus sospechas. En
efecto, si la autoridad para llevar a cabo la requisa o la detención, conforme a la ley, es el Juez y sólo en casos
excepcionales y de urgencia las normas permiten delegarlo en la policía, la única forma de que luego el Juez
pueda supervisar la legitimidad de la actuación policial, es que estos funcionarios funden
circunstanciadamente las razones del procedimiento”.
Vera Lucas Abel
El Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la Ciudad estableció que "la policía posee la potestad de requerir la
exhibición del documento de identidad siempre que la medida sea ejercida razonablemente, tenga por
finalidad prevenir el delito y no viole una garantía constitucional”.
La causa se dio en los autos “Vera, Lucas Abel s/ infr. art. 85, CC”, donde la Sala II de la Cámara de Apelaciones
había confirmado la nulidad de un procedimiento policial al considerar que “la policía no tenía facultades para
interceptar a un hombre en la Estación Constitución con fines de identificación, porque ese proceder
constituye una privación de la libertad ambulatoria -aunque sea breve- y por esa razón, sólo podría realizarlo
cuando mediara un supuesto de sospecha, que en el caso no se dio”.
Los vocales también sostuvieron que “exigir la exhibición de documentación no son potestades de la policía si
no cuenta con un motivo válido para hacerlo (…) aquel motivo no existió toda vez que el control en virtud del
cual se procedió a solicitar que se exhiba la documentación fue realizado al azar”.
No obstante, los jueces del Máximo Tribunal porteño por mayoría señalaron que “la solicitud de documentos
en la vía pública a las personas en ejercicio de controles generales por parte de la policía, constituye una de
las facultades implícitas a que se refiere la norma precitada, en tanto puede considerársela como emanada
del poder de policía del Estado y lícita mientras se la ejercite razonablemente”.
“La facultad de requerir la identificación de las personas, en lugares públicos o de acceso público, por parte de
la autoridad policial no exige la concurrencia de circunstancias sospechosas o indiciarias acerca de la
hipotética comisión de un ilícito que deba ser conjurado, sino que dicha facultad razonablemente se justifica
en la propia función de prevención y disuasión que les concierne como funcionarios públicos (…)", concluyó el
fallo.
En este contexto, diferentes organizaciones defensoras de los Derechos Humanos anunciaron su presentación
como “amicus curiae” en la causa. Por su parte, el Ministerio Público de la Defensa (MPD) de la Ciudad
recurrió el fallo ante la Corte Suprema al expresar que “el deterioro de la calidad institucional democrática y
de las garantías propias del Estado de Derecho se inicia con esta clase de resoluciones”.
Stancatti
Personal de inspección sanitaria abrió una encomienda remitida en un transporte de larga distancia. Así, se
encontró un paquete con 800 grs. de marihuana. El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Bahía Blanca
condenó al imputado por el delito de transporte de estupefacientes. Posteriormente, la Cámara Federal de
Casación Penal anuló todo lo actuado por considerar inválida la apertura de encomienda sin la debida
intervención de autoridad jurisdiccional. Contra esa resolución la fiscalía interpuso un recurso extraordinario
federal que denegado motivó la presentación de un recurso de queja.
La Corte Suprema hizo lugar a la impugnación y dejó sin efecto la sentencia apelada. Para llegar a esta
conclusión el máximo tribunal consideró que en el fallo impugnado no se tuvo en cuenta “…la normativa
específica en materia de sanidad agroalimentaria que facultaba expresamente a los funcionarios de la barrera
zoofitosanitaria a inspeccionar todo vehículo y, particularmente en lo que hace al transporte público de
pasajeros, a revisar todo bulto, equipaje, contendor, paquete o encomienda, ello como medida de prevención
destinada a evitar el traspaso de la plaga de la Mosca de los Frutos a las áreas protegidas”. Asimismo, la Corte
indicó que, el objeto hallado en el interior de la encomienda “…estaba embalado de la manera en que suelen
embalarse los estupefacientes, tenía la consistencia compacta que suele tener ese tipo de sustancias y olía
como marihuana” y, en ese contexto “…el personal policial percibió […] circunstancias que le permitieron
válidamente sospechar que estaba ante un delito flagrante de transporte de estupefacientes…”. Por último, el
tribunal recordó que “…todos los órganos del Estado Argentino que intervengan en un proceso en el que se
investigue el tráfico ilícito de estupefacientes deben comprometer sus mejores y máximos esfuerzos, en el
ámbito de sus competencias, para que el enjuiciamiento sea agotado sin que queden impunes tramos de la
actividad ilícita por la que la República Argentina asumió jurisdicción”.
Informe 129/17 sobre Fernandez Prieto y Tumbeiro
El 30 de julio de 1999 y 31 de marzo de 2003 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante
“la Comisión”, “la Comisión Interamericana” o “la CIDH”) recibió dos peticiones en las cuales se alegó la
responsabilidad internacional de la República de Argentina (en adelante “el Estado”, “el Estado de Argentina”,
“el Estado argentino” o “Argentina”) por las alegadas detenciones ilegales y arbitrarias en perjuicio de Carlos
Alberto Fernández Prieto y Carlos Alejandro Tumbeiro en mayo de 1992 y enero de 1998, respectivamente,
por parte de agentes de la Policía de Buenos Aires. La Defensoría General de la Nación, como parte
peticionaria, indicó que las detenciones no tuvieron una orden judicial ni se efectuaron bajo flagrancia sino
que se basaron exclusivamente en presuntas actitudes sospechosas de las presuntas víctimas. 2. El Estado
alegó que no es responsable internacionalmente en tanto las detenciones fueron legales y acordes con la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (en adelante “ la Convención Americana” o “la
Convención”). El Estado sostuvo que la decisión de los agentes policiales de interceptar los vehículos donde se
encontraban los señores Fernández y Tumbeiro se debió a su “actitud sospechosa”. Indicó que el arresto y
posterior inicio de procesos penales en contra de las presuntas víctimas se debió a que se incautaron drogas y
armas en sus vehículos. Agregó que los procesos penales y las consecuentes condenas se realizaron
respetando las garantías del debido proceso. 3. Tras analizar la información disponible, la Comisión concluyó
que el Estado argentino es responsable por la violación de los derechos a la libertad personal, garantías
judiciales y protección judicial, establecidos en los artículos 7.1, 7.2, 7.3, 7.5, 8.1, 11.2 y 25.1 de la Convención
Americana, en relación con las obligaciones establecidas en los artículos 1.1 y 2 del mismo instrumento, en
perjuicio de Carlos Alberto Fernández Prieto y Carlos Alejandro Tumbeiro.
Regla de exclusión
Ruiz Roque
HECHOS: La Cámara confirmó la sentencia que condena al acusado a la pena de 7 años de prisión como autor
responsable del delito de robo calificado, la que fue unificada con una condena anterior en 9 años de dicha
especie de pena. Para así decidir, los magistrados sentenciantes sostuvieron que los presuntos apremios
ilegales sufridos por el justiciable determinaban la invalidación de la declaración extrajudicial obtenida
mediante el empleo de aquéllos, pero, no las demás pruebas labradas en sede policial. Contra ese
pronunciamiento, la defensa interpuso recurso extraordinario, que fue concedido. La Corte Suprema de
Justicia de la Nación, por mayoría, modificó la sentencia apelada.
SUMARIOS:
1. La regla es la exclusión de cualquier medio probatorio obtenido por vías ilegítimas, pero teniendo en cuenta
el concurso de factores que puedan atenuar los efectos derivados de una aplicación automática e irracional de
aquélla.
2. Carecen de validez las manifestaciones que fueron fruto de apremios ilegales, aun cuando hubieran
prestado utilidad para la investigación.
3. Si no se toman en consideración como prueba de cargo las manifestaciones vertidas por el acusado
mediante apremio ilegal, la condena es legítima no dándose el supuesto de exclusión de probanzas ilegales.
(Del voto en disidencia del doctor Belluscio).
4. Aun en el supuesto de comprobarse una transgresión a alguna de las garantías constitucionales que se
tutelan en el proceso penal, la prueba habida en la causa sólo será ineficaz en tanto su obtención depende
directa y necesariamente de la violación a la garantía constitucional de que se trate o sea consecuencia de
dicha violación. (Del voto en disidencia del doctor Belluscio).
5. Suscita cuestión federal bastante para la apertura de la instancia prevista en el art. 14 de la ley 48 (Adla,
1852-1880, 364), el agravio que formula el recurrente en cuanto a que la condena se basó en la violación del
art. 18 de la Constitución Nacional, pues la sustancia del planteo conduce en definitiva a determinar el alcance
de la garantía constitucional que establece que nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo.
Plenario "Diaz Bessone" sobre inaplicabilidad de la ley.
El 30 de octubre de 2008 la Cámara Nacional de Casación Penal celebró el acuerdo Plenario Nº 13 en la causa
"Díaz Bessone".
RESOLUCIÓN DEL PLENARIO:
I-DECLARAR como doctrina plenaria: "No basta en materia de excarcelación o eximición de prisión para su
denegación la imposibilidad de futura condena de ejecución condicional, o que pudiere corresponderle al
imputado una pena privativa de la libertad superior a ocho años (arts. 316 y 317 del C.P.P.N.), sino que deben
valorarse en forma conjunta con otros parámetros tales como los establecidos en el art. 319 del
ordenamiento ritual a los fines de determinar la existencia de riesgo procesal".//- Art. 319.
Restricciones. Podrá denegarse la exención de prisión o excarcelación, respetándose el principio de inocencia
y el artículo 2º de este Código, cuando la objetiva y provisional valoración de las características del hecho, la
posibilidad de la declaración de reincidencia, las condiciones personales del imputado o si éste hubiere
gozado de excarcelaciones anteriores, hicieren presumir, fundadamente, que el mismo intentará eludir la
acción de la justicia o entorpecer las investigaciones.
PRINCIPIOS RECTORES
Equivale a señalar que como correlato de este estado de inocencia, surge el derecho de la persona a gozar de
libertad durante el proceso, que tiene jerarquía constitucional (Fallos: 314:451, considerando 2º).-
Sin embargo, "los derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás, por la seguridad
de todos y por las justas exigencias del bien común, en una sociedad democrática (art. 32 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de San José de Costa Rica); y el derecho a la libertad durante el
proceso está condicionado a las leyes que reglamentan su ejercicio" (Fallos: 304:319, 1524).-
Resulta que, "si bien es cierto que existe un derecho constitucional a la libertad durante el trámite del proceso
penal no lo es menos que ese derecho (como todos) no es absoluto; ello significa que los habitantes gozan de
él, conforme las leyes que lo reglamentan; el Estado puede reglamentarlo en función de una legítima
finalidad: la de evitar que el individuo sometido a proceso eluda la acción de la justicia, sea impidiendo u
obstaculizando la investigación del hecho o no cumpliendo la eventual pena que se imponga . En este
entendimiento, "el derecho de gozar de libertad hasta el momento en que se dicte la sentencia de condena no
constituye una salvaguardia contra el arresto, detención o prisión preventiva, medidas cautelares éstas que
cuentan con respaldo constitucional" (Fallos: 305:1022).-
El respeto debido a la libertad individual –ha dicho la Corte- no puede excluir el legítimo derecho de la
sociedad a adoptar todas las medidas de precaución que sean necesarias no sólo para asegurar el éxito de la
investigación sino también para garantizar, en casos graves, que no se siga delinquiendo y que no se frustre la
ejecución de la eventual condena por la incomparecencia del reo.
Ahora bien, en virtud de los Pactos Internacionales incorporados a la Constitución Nacional (art. 75, inc. 22),
"la prisión preventiva solo puede tener carácter excepcional de acuerdo con las disposiciones de este Código,
en los límites absolutamente indispensables para asegurar el descubrimiento de la verdad y la aplicación de la
ley.
CASO RAYFORD
Reginald Rayford, un americano con escaso dominio del castellano y en tránsito por nuestro país, había sido
detenido por el delito de tenencia de estupefacientes. La sustancia en cuestión había sido secuestrada de su
domicilio por personal policial, luego de que aquél "no opusiera reparos" a la inspección de su vivienda.
Los agentes policiales habían actuado sin orden judicial. Luego de ello, en camino a la comisaría, Rayford
entregó a los policías una tarjeta personal de quien le había suministrado la droga: el menor "B.". En base a
ese dato, fue también detenido este último. Otro menor, de nombre "L. S.", proveedor a su vez de "B.", fue
igualmente detenido. Ambos menores de edad confesaron su participación en los eventos que culminaron
con el suministro a Ra3rford de los estupefacientes secuestrados. Rayford fue acusado por el delito de
tenencia, y los menores por el de suministro.
Recién en la oportunidad de alegar, la defensa de Rayford cuestionó la validez del allanamiento y secuestro de
los estupefacientes. Los tres procesados fueron absueltos en primera instancia, sobre la base de que el
allanamiento que diera origen al procedimiento había sido ilegítimo, y que no estaba por ende acreditado el
cuerpo del delito. Apelado este pronunciamiento por el Fiscal, la Cámara revocó.
Luego de desestimar otras defensas de los procesados, éstos fueron condenados a penas de prisión en
suspenso.
Sólo la defensa del menor "B." interpuso recurso extraordinario. Ra5^ord, presumiblemente presuroso por
salir del país, consintió la sentencia condenatoria recaída. La defensa de "B." basó su recurso en la ilegalidad
de los actos iniciales de la investigación lo cual a su juicio debía determinar la nulidad de todo lo que fue su
consecuencia.
La Corte dijo que no era posible sostener que la validez o invalidez de tales actos afectara sólo el interés del
coprocesado Rayford, puesto que "fue a partir de la inspección realizada en el domicilio (de Rayford) que se
desenvolvieron los distintos pasos de la pesquisa que llevaron a su incriminación (la de 'B.') en esta causa".
Agregó la Corte, los acontecimientos sucedidos en el domicilio de Rayford "resultan indisolublemente
relacionados" con la situación del menor "B,", "la garantía del debido proceso que (lo) ampara lo legitima para
perseguir la nulidad de dichas actuaciones".
Una vez admitida la legitimación de "B." para obtener la nulidad del secuestro inicial del estupefaciente, la
Corte analizó la validez del resto de la prueba que incriminaba a "B.".
Para ello, la Corte comenzó señalando que "la regla es la exclusión de cualquier medio probatorio obtenido de
vías ilegítimas". Agregó que lo contrario implicaría "desconocer el derecho al debido proceso", al par que
reiteró los fundamentos éticos de la regla de exclusión expuestos en "Montenegro".
Así, la Corte distinguió por un lado "los elementos materiales indebidamente obtenidos", los que, dada su
"inmutabilidad", por lo general "perderán su valor de una vez y para siempre". Otro tratamiento, en cambio,
merecería "la prueba que proviene directamente de las personas a través de sus dichos, por hallarse ellas
dotadas de voluntad autónoma". Para la exclusión de este tipo de evidencia, se requerirá "un vínculo más
inmediato entre la ilegalidad y el testimonio que el exigido para descalificar la prueba material".
Respecto de los dichos de Rayford incriminando a "B.", y de la entrega de la tarjeta con el nombre de éste, el
tribunal señaló que era posible aseverar que a la individualización de "B." se había llegado como efecto
exclusivo del procedimiento ilegítimo en el que se secuestró el estupefaciente. La Corte razonó entonces que,
de no haber sido por ese medio ilegítimo, resultaba harto conjetural suponer que Rayford hubiese involucrado
a "B." espontáneamente. En base a ello, concluyó, existe un nexo directo entre el secuestro ilegítimo y la
mención que Rayford trae de "B.", todo lo cual "autoriza a descartar que sus manifestaciones sean el fruto de
una libre expresión de voluntad".
Una vez resuelta la exclusión de estas evidencias, la Corte señaló que igual suerte debía correr la confesión de
"B." y las manifestaciones de "L. S.", atento a que no había habido "varios cauces de investigación sino uno
solo, cuya vertiente original estuvo viciada y contaminó todo su curso".
Una primera excepción a la regla de exclusión mencionada por la Corte en "Rayford" existiría en caso de que
hubiese un cauce de investigación distinto del que culmina con el procedimiento ilegítimo, de resultas de lo
cual pueda afirmarse que existía la posibilidad de adquirir la prueba cuestionada por una fuente distinta o
autónoma.