Está en la página 1de 14

Tuviste Covid.

Hace unas semanas te dieron el alta y te considerás


afortunadx. Pensás que podría haber sido peor: la fiebre, la tos, el dolor de
cuerpo. Fue un mal trago, sí, pero te recuperaste en tu casa y ya estás de
vuelta. Cuando te preguntan cómo te sentís decís que bien, que a veces te
falta un poco el aire. Nada fuera de lo que le ocurre a millones de seres
humanos en el planeta Tierra. Llegás al trabajo, saludás a tus compañeros
chocando puños. Te sacás el abrigo y hablás del clima. Alguien abre una
conversación sobre política o deporte. Suena un teléfono y te distraés.
Querés volver al diálogo pero no sabés en qué punto te quedaste, qué ibas
a decir. ¿Dónde estábamos? ¿De qué hablábamos? ¿Cuál era mi
escritorio? Una nube, un banco de niebla te rodea. Hace semanas te dieron
el alta, te considerás un afortunado, todavía no saliste.

Las secuelas de pacientes que atravesaron el COVID y que no necesitaron


internación es materia de estudio y no hay, hasta ahora, información
exhaustiva que permita comprender los efectos del virus en toda su
complejidad.

A comienzos de la pandemia los síntomas de la infección solían extenderse


hasta 4 semanas (COVID Agudo). Con el paso del tiempo se descubrieron
casos que manifestaban distintos malestares hasta 12 semanas después
del alta médica: lo llamaron “COVID Persistente”. Ahora sabemos que el del
SARS-CoV-2 puede dejar secuelas hasta 6 meses después de detectada la
infección. La comunidad científica lo llama o “Long COVID” o “Post COVID”.

A mediados de julio la revista científica The Lancet publicó un estudio sobre


Post COVID realizado por especialistas del University College de Londres.
Se basó en una encuesta hecha en las redes sociales, informes y literatura
sobre el tema y testimonios compartidos por pacientes en grupos de apoyo.
Los datos fueron recopilados entre el 6 de septiembre y el 25 de noviembre
de 2020.

La investigación –acotada a un número de participantes, estudiaron a 3.762


personas en 56 países- estimó la prevalencia de 203 síntomas en 10
sistemas de órganos y 66 síntomas que persistieron durante siete meses.

El estudio podría considerarse un avance en la incertidumbre que genera el


virus ya que el seguimiento de los pacientes leves no se protocolizó a gran
escala en ningún país del mundo. No se citó sistemáticamente a todos los
recuperados para poder tener información clara y precisa. Por eso, una vez
publicados los resultados los investigadores del Reino Unido pidieron un
“programa nacional de detección para Covid prolongado” y “ampliación de
las pruebas de diagnóstico más allá de las cardiovasculares y
respiratorias”.

Te invitaron a cenar pero no te sentís al 100%. Cuando terminás de trabajar


lo único que querés es llegar a casa, desparramarte en el sillón, meterte en
la cama. Pensás en pedir comida pero considerás que sería un
despropósito: aún no recuperaste el olfato.
La augesia (pérdida del gusto), la anosmia (pérdida del olfato) y la hiposmia
(disminución en el olfato) son síntomas muy frecuentes de la infección. A
algunas personas les lleva meses recuperar esos sentidos asociados. Le
pasa a Agostina Góndolo, 28 años, trabajadora social del Hospital Lucio
Molas de La Pampa. Vacunada con dos dosis desde diciembre de 2020, se
contagió a principios de junio.

–Tengo un nuevo olfato. Cada tanto se me vienen oleadas de huevo podrido


que sólo yo puedo oler.

Ana Baudaux, chef de 34 años, se contagió en diciembre pasado en su


propio casamiento y durante algunas semanas estuvo sin gusto y olfato.
Para celebrar el alta, su marido le preparó una picada simple con queso y
mortadela.

–La mortadela no tenía gusto a nada. Me quedó como un “daltonismo de los


sabores”. A los sabores más suaves no los siento o los deformo. Me pasó
con el jamón cocido y los ravioles de verdura.

Una buena: el olfato y el gusto se recuperan. Hay algunos ejercicios


simples que pueden favorecer la rehabilitación.

Te ponés a cocinar. Estás frente a las hornallas, revolvés un preparado en


la sartén y probás la mezcla. Te falta un ingrediente. Hacés cuatro pasos y
abrís la heladera. La recorrés de arriba abajo. La luz helada te da en la cara
y no sabés qué fuiste a buscar. Hacés el camino inverso hasta la cocina
para recuperar la idea. La idea no viene.

Niebla mental, síndrome disejecutivo, pérdida o disminución de la atención.


Las historias se repiten en los consultorios.
–Los pacientes dicen que no son los mismos –cuenta Mariana Bendersky,
neuróloga del Hospital Italiano–, que no pueden ejecutar, que tienen
afectada la memoria de trabajo. Esto me escribió Magda Biota, una
paciente, hace unas semanas:

“La falta de memoria temporal me pasa por dispersión más que por olvido,
como si de repente múltiples ideas diversas aparecieran a la vez y me
motivaran a actuar, pero al intentar ejecutarlas van quedando por la mitad
por olvidos pequeños que entorpecen la concreción. Me olvido cosas, digo
las tengo que escribir, agarro el cuaderno y me olvidé lo que iba a escribir,
anoto ese olvido, recupero lo que quería recordar (no el contenido si no la
referencia asociada), anoto la respuesta como a los 3 días.”

Biota es escritora, traductora y poeta. Su estrategia fue escribir. Muchas


veces quería decir algo pero no tenía la palabra entonces realizaba
asociaciones hasta llegar a la definición (el ejercicio se llama
circunloquio). Generaba caminos mentales alternativos para llegar al
concepto. Vive en Buenos Aires con sus dos hijas y su compañero Matías
(34), que tras haber atravesado el COVID, quedó con alteraciones en el
olfato. Si la comida se está quemando en la hornalla, él siente olor a
membrillo.

Te sentás frente a la compu, tenés trabajo atrasado y necesitás ponerte al


día. Intentás avanzar pero te desconcentrás, te dispersás fácilmente y la
jornada laboral no te rinde cómo antes. Te cuesta enfrentar a tu jefe, no
sabés qué decirle, qué te pasa.

–Como el nudo de la enfermedad es cardiorrespiratorio, los pacientes no


suelen detectar en el corto plazo fallas neurocognitivas. Se concentran en la
parte física y la falla aparece cuando el entorno lo demanda, cuando no
podemos dar respuesta a una exigencia. A veces la falla es tan sutil que no
logramos darnos cuenta –dice Misael Schaper Berpof, psicólogo y
especialista en evaluación y rehabilitación neurocognitiva del Hospital Lucio
Molas de Santa Rosa, La Pampa–. Una buena recuperación física no
significa una buena recuperación neurocognitiva.

Athena Akrami, la neurocientífica de la University College que encabezó la


investigación sobre Post Covid, dijo: “Es probable que haya miles de
pacientes de Covid sufriendo en silencio, sin estar seguros de que sus
síntomas estén relacionados con la pandemia”. El 22 por ciento de las
personas encuestadas señaló que podían trabajar debido a su enfermedad
y el 45 por ciento requirió un horario de trabajo reducido.

Vas al supermercado con la lista de compras que anotaste en el celular.


Empujás el changuito, te movés entre las góndolas pero te cuesta encontrar
algunos productos. Pedís ayuda a un repositor, vas a la caja, pagás. Con
las bolsas en la mano tardás unos minutos en encontrar la salida.

–Muchas veces se pierde el mapa cognitivo, vemos que hay dificultad para
encontrar una palabra o advertimos que quedó afectada la capacidad para
tomar decisioneۛs –dice Pilar Kufa, doctora en psicología y profesora de
Neurofisiología en la Universidad de Buenos Aires–. Hace un tiempo
tuvimos el caso de un hombre que se metió en contramano con el auto en la
cuadra de su propia casa. Hay pacientes que cuentan que no pueden
decidir en una góndola. Se quedan como paralizados con los productos en
la mano.

Si bien no hay demasiados estudios sobre las manifestaciones neurológicas


posteriores a la infección por COVID, los publicados hasta el momento
muestran que son cada vez más frecuentes y que se detectan en la mitad
de los casos.

–Hay gente que entra a este hospital y al momento de retirarse pide que lo
orienten para encontrar la salida. Conocen el lugar, han venido muchas
veces, pero ahora les cuesta ubicarse -dice Anabella Fernández, psicóloga
y coordinadora del taller Post COVID del Hospital Lucio Molas.
Para tener más información y construir estadísticas sobre Post COVID la
Sociedad Neurológica Argentina lanzó una encuesta voluntaria. Es
importante, si tuviste el virus, que te tomes unos minutos para responder las
preguntas que permitan saber más sobre el COVID.

¿Por qué hay manifestaciones neurológicas en pacientes que tuvieron


síntomas leves? Eso también es una incógnita, aunque hay algunas teorías.
Una de las hipótesis es que la queja neurológica se haya disparado por
una hipoxia feliz: la falta de oxígeno en el cerebro pero sin disnea (falta de
aire, dificultad para respirar). Esta afección podría darse en el cerebro
durante el sueño. Un estudio sobre el tema desconcierta a los médicos:
muestra la posibilidad de que al afectar el sistema nervioso central el virus
engañe al cerebro y no encienda las alarmas.

–Hay pacientes con bajo nivel de saturación de oxígeno y que se sienten


muy bien –dice Mariana Bendersky–. ¿Cómo es posible que no noten que
les falta oxígeno?

Te sentís bien y querés volver a la actividad física. No sentís dificultad para


respirar, ni fatiga, estás para volver a la cancha, el gimnasio o el parque.
Viste en las noticias que algunos deportistas que se contagiaron el COVID
tuvieron algunas complicaciones. Antes de ponerte las calzas o los cortos
vas a ver un médico: un chequeo nunca está de más.

–Las infecciones virales suelen afectar el pericardio, la lámina que recubre


al corazón – dice Andrés Kohan, médico cardiólogo–. Es una membrana
rica en grasas y un lugar donde los virus pueden reproducirse o replicarse
causando una inflamación ¿Qué produce? Dolor en el pecho, falta de aire.
La inflamación se llama pericarditis y puede verse con una ecografía
cardíaca.
Semanas después de haber recibido el alta, Laura Vigliota, médica terapista
y coordinadora del Servicio de Rehabilitación del Hospital Lucio Molas,
volvió a trabajar. Pero el cansancio no se iba y llegaba a su casa rendida.
Fue a ver al cardiólogo: le descubrieron líquido en el pericardio. El órgano
estaba trabajando exigido, sofocado, ajustado. No bombeaba como tenía
que bombear. Laura no tenía ningún antecedente de enfermedad cardíaca.

–La pericarditis suele verse en las semanas posteriores a la infección –


agrega Kohan–. Hay personas que no tuvieron complicaciones pero, con
buen tino, luego se chequean. Algunos vienen porque quieren volver a
hacer deportes y con la ecografía el problema salta a la vista. Un dato: de
cada 10 pacientes que atravesaron el COVID y vienen a hacerse un
chequeo, solo a dos se les detecta algún problema cardíaco y a uno de ellos
se les indica tratamiento.
El tratamiento para una pericarditis se basa en antiinflamatorios. Cuando la
inflamación pasa todo vuelve a la normalidad. Pero si la inflamación no pasa
y atraviesa el pericardio, la situación podría derivar en una miocarditis. Por
esta afección Post Covid el mediocampista colombiano y 8 de Boca Juniors,
Edwin Cardona, pasó varias semanas fuera de las canchas. Lo mismo le
pasó al chileno Paulo Díaz, defensor de River Plate que se perdió la Copa
América, y a Leonardo Ponzio su compañero en el millonario que no pudo
hacer la pretemporada. Hasta los cuerpos más atléticos tienen que frenar en
algún momento.
Es fin de semana y decidís limpiar la casa. Agarrás el escobillón y barrés,
doblás ropa, lavás platos con intensidad. Te agitás, lo sentiste antes pero
pensás que es normal. Salís a la calle y caminás lento. Mirás el cielo, ves
unas nubes alejarse y se te ocurre una metáfora: la tormenta ya pasó. A las
pocas cuadras parás en una esquina porque te sentís un poco cansadx. Te
reponés y seguís. El cansancio es normal, lo escuchaste otras veces, la
sentiste antes.

La pandemia aumentó la demanda en el Servicio de Rehabilitación del


Hospital Lucio Molas. Por eso, en septiembre del 2020 se armó un equipo
interdisciplinario para la recuperación de personas que tuvieron Covid. Está
integrado por neurólogos, kinesiólogos (respiratorios y motores), psicólogos,
fisiatras, fonoaudiólogos, musicoterapeutas, nutricionistas y terapistas
ocupacionales. La mayoría de los que asisten pasaron por una internación y
algunos permanecieron varias semanas en terapia intensiva. Pero también
concurren los que atravesaron la enfermedad en su casa y por algún motivo
requieren asistencia para recuperarse.

—El proceso es lento y progresivo —dice Álvaro Beluzzo, kinesiólogo del


área, 30 años—. Hay que aprender a manejar el descanso, no sólo en la
actividad física sino también en el hogar. Hacemos ejercicios de respiración
y rehabilitación cardiorrespiratoria. Marcha en cinta, bicicleta, ejercicios de
fuerza con el propio cuerpo. La mayoría de los pacientes tienen entre 40 y
50 años y los acompañamos a combatir la ansiedad. La clave está en
comprender que el cuerpo tiene su tiempo.

El gimnasio es el corazón del servicio de rehabilitación. Un lugar espacioso


donde Álvaro trabaja junto a otros tres kinesiólogos y dos estudiantes
avanzados de la especialidad que están haciendo sus prácticas. Hay
espaldares suecos, cintas caminadoras, bicicletas fijas, camastros y
colchonetas, barras paralelas, muletas, andadores (y tubos de oxígeno, por
cualquier complicación). En el salón de al lado están terminando una pileta
cubierta y climatizada para sumar el entorno acuático a la rehabilitación.

En ciertos momentos del día pensás que el virus te dejó más sensible o
ansiosx. Ves las noticias, te enterás que alguien cercano la está pasando
mal, te preguntás cuándo se va a terminar la maldita pandemia. Puede que
sientas un malestar en el pecho, que necesites hablar con alguien, contarle
lo que te está pasando.
En el Servicio de Rehabilitación funcionan varios talleres: el de amputados
(les enseñan a personas que perdieron alguna extremidad a trabajar el
muñón o vendarse), el de obesidad y sobrepeso, el de disfagia (dificultad
para tragar). También desde el 2020 funciona el taller Post Covid, un
espacio para compartir experiencias, pensamientos y emociones tras
superar la enfermedad. Los asistentes suelen compartir ideas parecidas:
“Me cambió la vida”, “Empecé a valorar otras cosas”, “Mis prioridades son
otras después del COVID”.

–En el grupo florecen emociones –dice Anabella Fernández-. Hay personas


que son reticentes a hablar de lo que les pasa pero de a poco se van
soltando. Trabajamos con canciones, frases o cuentos. Escuchamos
“Resitiré” y a todos, en algún momento, la canción los lleva a identificarse.
Algo se activa. En la segunda ola se despertaron más miedos, angustia,
casos de insomnio. La ansiedad puede confundirse con algunos síntomas
de la enfermedad, por eso hay que estar atentos, buscar ayuda médica para
despejar y tener un mejor diagnóstico.

En el estudio publicado por The Lancet los científicos midieron el impacto


que el virus tuvo en la vida, el trabajo y el retorno a la salud inicial. A los
siete meses, muchos pacientes aún no se han recuperado (principalmente
de síntomas sistémicos y neurológicos/cognitivos), no han regresado a los
niveles anteriores de trabajo y continúan experimentando una carga
significativa de síntomas.

Siete meses después de haber recibido el alta, Calos Kunusch sigue con el
zumbido en su cabeza. Tiene 46 años y está acostumbrado a las sirenas:
hace 9 años que es chofer de ambulancias, pero el sonido que se le instaló
con el COVID es otra cosa.
–Es mi mayor enemigo -dice Carlos, y trata de grafircarlo–. Es como una
señal de ajuste en la televisión que nunca corta, en estéreo. A la noche,
cuando llego de trabajar, se agudiza. Se me sube el volumen y es
insoportable.

En un primer momento, el médico clínico le indicó medicación para


estabilizar la presión arterial, porque había tenido algunos picos. Pero como
el zumbido no cesaba fue a ver un neurólogo. Le dijeron que su cuadro
podría ser una “tinnitus Post COVID”, una afección no muy frecuente pero
que ya se ha detectado en otros recuperados. Mientras busca una solución
para el sonido que lo atormenta, el ambulanciero sigue transportando
pacientes con COVID hasta el Centro Emergente de Asistencia
Respiratoria.

El viernes 6 de agosto, el presidente anunció flexibilizaciones y aperturas


progresivas. Y el Ministerio de Salud de la Nación encontró una forma de
asistir a quienes quedaron con síntomas del Covid 19: identificó 41
prestaciones dentro del Plan de Servicios de Salud SUMAR para el
abordaje integral post infección.

El objetivo: captar, atender y seguir a personas con Covid persistente, como


Agostina, Ana, Magda, Edwin, Paulo, Carlos. Es esperable que las obras
sociales y prepagas deban nomenclar las prestaciones.

Las provincias también buscan institucionalizar el abordaje, la rehabilitación


y tratamiento de los secuelados. La semana pasada Tucumán hizo punta
con su Programa de Rehabilitación Post Covid 19 para “la contención,
acompañamiento y seguimiento de personas que fueron afectadas por esta
enfermedad”.

–Yo asumo el Post COVID como un período de convalecencia –dice Pilar


Galende, médica generalista que trabaja en el Centro Emergente de
Asistencia Respiratoria de La Pampa–. Creo que sería saludable empatizar
los otros, comprender que para muchos que atravesaron la enfermedad
hace unos meses, el tema no terminó.

También podría gustarte