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{Victimas, familiares 0 ciudadanos/as? Las luchas por la legitimidad de la palabra Elizabeth Jelin* La experiencia argentina puede ser tomada como un caso extremo del poder de la posicién de “afectado/a directo/a” y de las narrativas personales del sufrimiento en relacién con las disputas acerca del pasado dictatorial de Ja década de los 70, En el periodo posdictatorial, la “verdad” fue identifican- dose con la posicién de “afectado/a directo/a”, Primero, en la voz de los parien- tes directos de las victimas de la represién estatal (Ia figura emblematica es 1a de las “Madres”, complementada posteriormente por la voz de 1.1.0.8. y de Herman@s) y, segundo, en la voz de los y las sobrevivientes de centros clan- destinos de detencién y lo/as militantes y activistas de los afios 70. Estos tl ‘mos no estuvieron presentes con la misma fuerza en el espacio paiblico y sélo egaron a ocupar el centro de la escena publica tras casi treinta afios del golpe militar de 1976. La presencia publica de estas voces implicé un poder considerable en la definicién de Ja agenda de derechos humanos del pais. La propia nocién de “verdad” y la legitimidad de la palabra (0, si queremos ser més extremos, la “propiedad” del tema) llegaron a estar encarnadas en la experiencia personal y en los vinculos genéticos." Dentro del campo politico progresista que se jdentifica con la denuncia y la condena al terrorismo de Estado, como mos- traremos en este trabajo, la presencia simbélica y el consiguiente poder polt- tico de estas vooes en la esfera piiblica es muy fuerte, con una carga de legi- * Agradezco los comentarios y sugerencias ofrcidos por Richard A. Wilson y por mis eolegas del Niacleo de Kstudios sobre Memoria del ibes. Una versién ligeramente diferente de este texto se ppublieé en ingles, vaso Jelin (2008). 1.En téeminos comparativos con otras paises de Ia ren, resulta sorprendente la vigencia de la cexpresién “afectadola direstoa” en Ia Argentina. Esta expresién se refiere a personas que han ‘suftido “en earne propia” la represién estatal (desaparicin, prisién politica, tortura, en menor ‘modi exilio)y asus familiares més directo, La expresign excluye otros erterios de sufrimien- to ode cercania persanal eon el horror. 227 Elizabeth Jelin timidad enorme. La fuerza del familismo, y mds recientemente de la identi- fieacién con la militancia setentista, implica, paradgjicamente, un alto grado de exclusién de otras voces sociales ~por ejemplo, ancladas en la ciudadanta © en una perspectiva més universal referida a la condicién humana- en la discusién publica de los sentidos del pasado y de las poltticas a seguir en relacién con ese pasado. El desafio histérica y politico es, ahora, el de frenar estas tendencias excluyentes y ampliar o extender el debate politico y la par- ticipacién sobre el tema al conjunto de la ciudadania. La familia en las politicas de la memoria Los lazos familiares y la imagen de la familia tienen en la Argentina un lugar muy particular a partir de la dictadura militar y el terrorismo do Estado (1976-1983), sus violaciones a los derechos humanos y las politicas de los movimientos de derechos humanos. El gobierno militar que asumié en marzo de 1976 se definié a sf mismo como salvador de la Nacién, concibiendo su misién como una lucha en contra del caos y la “subversién” que estaban des- truyendo los valores y las instituciones “naturales” de la argentinidad. Su tarea era, segiin su propia definicién, la de devolver al pafs la “paz” y el “orden” frente al “caos” imperante. Para recuperar estos valores, era necesa- rio proteger a la Nacién, a la familia y alas personas de los peligros de la “sub- versién”. Los militares iban a liderar el “Proceso de Reorganizacién Nacional”, convocando a los “padres, madres ¢ hijos sanos de nuestro pais” a que “cuiden el hogar. Preserven su seguridad. No acepten generosamente las ideas implantadas en las mentes jévenes por expertos internacionales de la subver- si6n (...] La seguridad y la paz del pueblo [...] se construye dentro del hogar y las escuelas” (La Nacidn, 19 de junio de 1976, citado por File, 1997: 35). Los militares que tomaron el poder en Argentina en 1976 usaron (y abuc saron) de la referencia a la familia. La familia como “célula basica” de la sociedad y la Nacién, entendida como “gran familia”, formé parte de una ima- gen que fue leida de maneras diferentes ¢ incluso contradictorias. Los mili tares fueron mucho més alld que la apelacion a la metéfora y el discurso; intervinieron violontamente en la privacidad y la intimidad de la vida fami. liar argentina. La referencia a la familia tradicional fue central en el encuadre interpre- tativo del gobierno militar. Primero, definié a la sociedad como un organismo constituido por células (familias). De esta forma, establecié un vinculo directo entre la estructura social y su rafz biolégica, naturalizando los roles y valores familfsticos. Existfa s6lo una forma, la forma “natural”, en la que la sociedad argentina podta estar organizada. A partir de esta visién, los militares desarro- 228 ¢Victimas, familiares 0 ciudadanos fas? laron una masiva campafia para consolidar la unidad familiar, justificada en <1 lugar “natural” de la familia en el orden social. Ademés, los lazos familia- res fueron definidos como “indisolubles” y los derechos de los padres sobre sus hijos como “inalienables”. A su vez, en la medida en que la metéfora de la familia era utilizada para la Nacién como un todo, el Padre-Estado adquirié derechos inalienables sobre la moral y el destino fisico de los ciudadanos. La imagen de la Nacién como la “gran familia argentina” implicaba que sélo los “buenos” chicos-ciudadanos eran verdaderamente argentinos. El discurao ofi- cial representaba a los ciudadanos como nifios inmaduros que necesitaban la disciplina que les iba a imponer un padre fuerte. En este discurso, la autoridad paterna era fundamental. Se esperaba de los hijos y 1as hijas que se comportaran acatando las obligaciones morales de cbe- diencia -no habfa lugar para ciudadanos con derechos, para seres humanos con autonomfa personal-. En un mundo como ése, “natural” mas que social 0 cultural, el peligro del mal o de la enfermedad tiene que venir siempre desde afuera -algin cuerpo extrafio que puede invadir e infectar-. Y para reestablecer el equilibrio natural resulta necesaria una intervencién quirr- gica, que permita extraer y destruir los tejidos sociales infectados. El régi- men militar, de esta forma, se transformaba en el padre protector quien se harfa cargo de la ardua responsabilidad de limpiar y proteger a su familia, ayudado por otros padres “menores”, a cargo de controlar y disciplinar a los adolescentes rebeldes. Las publicidades estatales en la televisién pregunta- ban: “{Sabe usted dénde est su hijo ahora?”, urgiendo a los padres a que reproduzcan ad infinitum el trabajo de seguimiento, control e inteligencia que estaban Ievando a cabo los militares. La imagen de la familia como “célula” de la Nacién implicaba que los padres tenfan que proteger la célula-familiar de la penetracién fordnea, dado que un virus o una infeccién que invade una tnica eélula puede infec- tar al resto a través del contagio y la expansién. Los nifios y los jévenes representaban los lazos més frdgiles o labiles del cuerpo familiar-nacional y, or contacto con el exterior, podfan traer la enfermedad al cuerpo social. La tinica manera de defender la Nacién era confrontar al enemigo en el punto de entrada: el lazo entre los jévenes y sus familias. En este punto, si el Padre-Estado estaba para proteger a la Nacién, no debia perder de vista el interior do Ja familia. En consecuencia, la vida privada familiar se vefa ava- sallada por el poder publico, y la distincién entre vida piblica y familia pri- vada desaparecta La defense de la familia patriarcal tradicional era una politica clara y explicita del gobierno (File, 1997). Al mismo tiempo, los militares implemen- taron una politica sistematica de represién clandestina que afecté dirocta- mente a miles de familias. Esto implicaba secuestros masivos de personas Elizabeth Jelin Vietimas, familiares o ciudadanos as? ~invadiendo ineluso los hogares-, para luego ser torturadas y desaparecidas (conaner, 1984; Calveiro, 2001). Los nifios también eran secuestrados con sus padres y las mujeres embarazadas eran mantenidas con vida hasta que daban a luz. Con identidades cambiadas, los bebés eran apropiados por per sonal militar y otros ligados a sus rangos. Las estimaciones sobre el niimero de desaparecidos varian, con cifras que llegan a los treinta mil; las estima- ciones de bebés secuestrados o nacidos en cautiverio entregados con identi- dades falsas Tegan a los quinientos, En 1976, los parientes de personas detenidas y desaparecidas se reunie- ron y formaron la organizacién Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Politicas, Abril de 1977 mareé el inicio de las reuniones de lo que més tarde se transformé en el emblema del movimiento de derechos huma- nos, las Madres de Plaza de Mayo. En noviembre del mismo afio fue creada la Asociacién de Abuelas de Plaza de Mayo. Por qué debian ser planteadas en términos de parentesco las denuncias y demandas del movimiento de derechos humanos? En el contexto politico de la dictadura, la represién y la censura, las organizaciones politicas y los sin- dicatos estaban suspendidos. El uso que el discurso dictatorial hizo de la familia como unidad natural de la organizacién social tuvo su imagen en espejo en parte del movimiento de derechos humanos -la denuncia y Ia pro- testa de los familiares eran, de hecho, las tinicas que podian ser expresadas-. Después de todo, eran madres en busca de sus hijos La dictadura atribufa a los padres 1a responsabilidad final de prevenir que sus hijos se convirtieran en subversivos. Cuando los padres y las madres de los desaparecidos se acercaban al gobierno preguntando por el destino de sus hijos/as, la respuesta era una acusacién: no sabfan lo que estaban haciendo sus hijos porque no habfan estado ejerciendo debidamente su auto- ridad de padres; si los jévenes se transformaban en “subversivos”, se debia a las deficiencias en la crianza familiar. De esta forma, la paradoja del régimen militar argentino de 1976-1983 (con similitudes en los otros regimenes militares del Cono Sur en esa época) era que el lenguaje y la imagen de la familia constituian la metafora contral del gobierno militar, pero también 1a imagen contral del discurso y las préc- ticas del movimiento de derechos humanos.? Lo que estaban denunciando 2. Bn verdad, Ia denuncia de la represién politica en la Argentina no fue patrimonio exclusive de Jas organizacionos de familiares. Lo que es conocido ccm el “movimionto de derechos humanos" fue muy heterogéneo desde su propio nacimiento, aun antes de la dictadura militar. Ineluia & ‘personas progresistas y con una étiea humanista, fueran ellas intelectual, politicos, autori- dades reliiosas de distintas Iglesias, ciudadanos y eiudadanas preveupadod/as por el rumbo de los acontecimientos politices del pais. Se agruparon en diversas organizacionea, como la ASam- 230 eran erfmenes en contra de la familia, proyectando al mismo tiempo una imagen de “buen hijo” deVa joven desaparecido/a y de una vida familiar “nor- mal”. La imagen paradigmatica es aquella de la madre simbolizada por las ‘Madres de la Plaza de Mayo con sus pafiuelos en la cabeza, la madre que deja su esfera privada “natural” de la vida familiar para invadir la esfera piblica en busca de su hijo/a secuestrado/a-desaparecido/a.® Los Familiares, las Madres y las Abuelas a partir de los afios 70, #.1.1.0.8. constituidos veinte atios después y Herman@s en el siglo 202, son las organizaciones que mantie- nen activas sus demandas por justicia, verdad y memoria, Lo que es signifi- ative aqui es que estas organizaciones entran en Ia esfera puibliea no como metéforas o imégenes simbélicas de los lazos familiares, sino en un sentido literal (y biol6gico) de las relaciones de parentesco. A pesar de sus orientaciones contrapuestas y en conflicto, ambas partes hablaban en Ja clave familiar de los lazos naturales y cercanos. Para unos, la familia era el control y la autoridad, presentados y enmascarados en términos de proteccién contra las amenazas y el mal. Para los otros, el lazo familiar per- sonalizado y privado justifies y motiv6 la accién pablica, con un doble propé. sito: por un lado, revertir la imagen de “mala familia” que los militares querian transmitir en relacién con las familias de las victimas. Los desaparecidos y los detenidos eran presentados por sus familiares como nitios y nitias ejemplares, buenos/as estudiantes y miembros de las familias viviendo en armonia; en ‘suma, como ideales o “normales”, Por otro lado, la pérdida familiar impuls6 la salida de los lazos y sentimientos privados hacia la esfera publica, rompiendo decisivamente la frontera entre la vida privada y el ambito publico. Esta aparicién publica de los lazos familiares en la vida politica es signi- ficativa, mas allé de sus propios objetivos y su propia presencia. Implica una reconceptualizacién de la relacién entre vida publica y privada. En la ima- gen que el movimiento de derechos humanos comunicé a la sociedad, el 1azo de la familia con la victima es la justificacién basica que da legitimidad para la acci6n. Para el sistema judicial, en realidad, era el tinico. Solo las victi- lea Permanente por los Derechos Humanos, la Liga Argentina de los Derechos del Hombre, 1 Servicio de Paz y Justicia, y mas tarde el Movimiento Eeaménico por os Derechos Humanos y 1 Centro de Estudios Logales y Sociales, entre otras organizaciones, Un anilisis de esta histo- ria del movimiento se encuentra en Jelin (1995: 101-146; 2005: 507-565), 5, La respuesta ms corriente a la progunta ;por qué madres y no padres? remite a dos respues- ‘aa habituales: primero, que ser madre otarge mas seguridad frente al terror ya que todos —inclu- 30 los militares~ respetan la maternidad como algo sagrado; ademés, alguien (el hombre jefe de hogar) debe seguir trabajando para mantener a la familia. Como la trgica realidad lo most ,Pocos meses después de la primera ronda de laa Madres, su eatatus materno no les ototgd nin iin privilegio: en diciembre de 1977 desaparecian varias Madres, Ademds, no todas ellas eran ‘amas de casa como la imagen popular ha eristalizado, on Elizabeth Jelin Pee Eee reece eae EEE mas sobrevivientes y los parientes directos son considerados “afectados” en sus demandas de reparaci6n, personalizadas e individualizadas. Sin embargo, este familismo puiblico y politico plantea dificultades y peligros en términos de su impacto cultural y politico. Las Madres pueden haber generalizado sa maiernidad, con el eslogan de que todos los desaparocidos son hijos de todas las Madres. Al mismo tiempo, y como efecto de esta interpretacién de la nocién de familia, se crea una distancia ~imposible de superar en las movi- lizaciones puiblicas: entre quienes levan la “verdad” del sufrimiento personal y privado y aquellos que se movilizan politicamente por Ia misma causa, pero presumiblemente por otros motives, que no son vistos como igualmente trans- parentes o legitimos. Es como si en la esfera publica del debate, la participa. cicn no es igualitaria sino estratificada de acuerdo con Ia exposicién pablica del lazo familiar; razones ideol6gicas, politicas o éticas no parecen tener el mismo poder justificatorio a la hora de actuar en la esfera publica, excepto “acompafiando” las demandas do los/as “afectados/as directos/as”. De victimas a sujetos de derecho: verdad y justicia en la transicién El énfasis en el familismo transmite solamente una parte de la historia. El final de la dictadura y la instauracién de un régimen constitucional en diciembre de 1983 implicaron la busqueda de respuestas institucionales a las violaciones del régimen dictatorial. La manera en que el nuevo gobierno iba 2 “ajustar las cuentas con el pasado” se convirtié en un componente central del establecimiento del Estado de derecho. Los pasos siguientes fueron, ‘entonces, de transformacién del escenario: del protagonismo central de la voz del sufrimiento de victimas y familiares a otro escenario en el que se recono- fan los crimenes cometidos por el Estado y se planteaban procesos de con- dena y castigo a los victimarios. En ese proceso, las victimas —que habfan sido despojadas de sus derechos y de su misma condicién humana-iban a ser transformadas en ciudadanos y ciudadanas reconocidos/as. En la transicién, la confrontacién entre las demandas del movimiento de derechos humanos y el nuevo gobierno fue intensa. E] movimiento reclamaba Juicios civiles y una comisién parlamentaria bicameral que investigara la represién estatal, buscando alguna forma legitima de castigo que pudiera servir al mismo tiempo como reafirmacién de los valores éticos basicos de la democracia, En lugar de una comision parlamentaria, el gobierno decidié que la investigacién iba a ser realizada por una comisién independiente de “nota- bles”, la Comisién Nacional sobre la Dosaparicién de Personas (CONADEP). La CONADEP iba a recabar testimonios de los parientes de desaparecidos/as y de 999 {Vietimas, familiares o ciudadanos /as? sobrevivientes de centros clandestinos de detencién, La comisién instal6 ofi- cinas especiales en varias ciudades para recibir testimonios, Muchos exilia- dos retornaron para testimoniar y también se recibicron testimonios en embajadas. Fueron inspeccionadas dependencias militares y policiales, asi como cementerios y centros clandestinos de detencién. Sobre la base de la experiencia y los datos acumulados por los organismos de derechos humanos, que habian dedicado esfuerzos para construir un banco de datos sobre casos individualizados de abusos y violaciones, la comi- sign recolecté informacién que iria a convertirse en la evidencia crucial al aio siguiente, en los juicios a los miembros de las juntas militares (Acufia y Smu- lovitz, 1995: 21-99). La actividad de la conaDEP produjo informacién estraté- ggica sobre los métodos y las técnicas represivas, y la sociedad argentina comenzé a enterarse de lo que habia sucedido. Las violaciones atroces comen- zaban a cobrar realidad. La comisién se convirti6 en el sitio donde se estaba produciendo el reconocimiento de la “verdad” y, como tal, el lugar de una pode- rosa condena simbélica de la dictadura militar. Al mismo tiempo, era el lugar de legitimacién simbélica de las voces y las demandas de las victimas. La comisin recolecté cincuenta mil paginas de evidencia y present6 su informe al presidente en septiembre de 1984. La televisién de aire emitié, en julio de ese afio, un programa especial basado en el informe, que presentaba testimonios de sobrevivientes y familiares. El informe oficial, incluyendo un listado de los nombres de casi nueve mil desaparecidos/as, fue publicado en el libro Nunca mas en noviembre de 1984. Muy pronto, el libro se convirtié en un best-seller, y sigue siendo reeditado y distribuido ampliamente (Crenzel, 2008). Bl titulo del informe de la CONADEP es una clave para conocer el cima cul- tural del pais en ese momento, asi como del significado que se le daba a la nocién de memoria. La idea de que la experiencia vivida no debia repetirse nunca més estaba asociada con la documentacién de la “verdad”, con la reco- leccién de un archivo completo de las atrocidades. Recordar para no repetir se convirtié en un mensaje y en un imperativo cultural. La CONADEP fue la manera de descubrir lo que habia sucedido, de saber y reconocer la verdad. Una vez logrado esto, venfa el tiempo de la Justicia. Bl juicio a los ex comandantes de las Juntas Militares fue el momento del mayor impacto —nacional e internacional de la lucha por los derechos humanos en la Argentina. Los nueve miembros de tres Juntas Militares que gobernaron entre 1976 y 1982 fueron juzgados en la Corte Federal de Ape- laciones de la ciudad de Buenos Aires en 1985.*El juicio mostraria si el 4. La Corte Civil de Apelaciones tom Ia jurisiesién del caso evando Jos tribunales militares decidieron que no tentan evidencia sufciente para proceder a realizar juicios militares. El pro- 233 Elizabeth Jelin Estado de derecho podfa imponerse por encima de la fuerza. El despliegue del procedimiento jurfdico, con todas las formalidades y los rituales, ponia al Poder Judicial en el centro de la escena institucional: las victimas se transformaron en “testigos", los represores se tornaron ‘acusados” y los actores politicos debieron transformarse en “observadores” de la accién de jueces que se presentaban como autoridad “neutral”, que definfa la situa- ci6n segiin reglas legitimas preestablecidas. Desde una perspectiva juridica, Ja tarea ora casi imposible, ya que se debfa usar la legislacién penal roferida a homicidios para juzgar a personas que posiblemente no habfan matado personalmente, que no hab(an dado érdenes de matar a personas especifi- cas (con nombre y apellido), sino que habfan organizado y ordenado socues- tros masivos, tortura, muerte y desaparicién de miles de personas. La estra- tegia de la fiscalfa fue presentar evidencias que indicaban la existencia de un plan sistemético, Hevado a cabo en todas las partes del pais con el mismo método de detenciones ilegales, tortura y desaparicién. Después de cinco meses de testimonios (hubo mas de ochocientos testigos), testimonios de personas que se sobrepusieron al miedo y a la dificultad de revelar publica- mente experiencias personales humillantes, la Camara Federal condono a cinco de los nueve ex comandantes.$ La construceién de la prueba juridica no fue tarea sencilla. Se basé en el testimonio de las victimas, ya que los registros y los archivos militares no estaban disponibles. Esto implicé el reconocimiento de sus voces y de su dere cho a hablar. Bl testimonio, sin embargo, debia ser presentado conforme a las reglas legales de la evidencia aceptable. Lo que no podia ser mostrado (el acto de agresién) debia sor narrado, pero en condiciones precisas y controla- das, de modo que lo que se denunciaba pudiera ser verifieado. De hecho, lo aceptable como prueba juridica es la herida corporal. Los sentimientos y el sufrimiento no pueden ser medidos o incluidos; tampoco las ideas 0 ideclo- Bias de los testigos lo cual produjo una “despolitizacién” del conflicto social precedente-. Durante las sesiones de testimonios, tanto sentimientos como ideologias debian ser suspendidos. Cuando un/a testigo se vefa envuelto/a en ‘emociones, los jueces suspendian el testimonio hasta que la calma volviera ¢odimiento de apelacién obligatoria en corte civil fue parte de la reforma del Codigo Militar san- cionada por el Congreso en diciembre de 1983 (Acusha y Smulovits, 1998: 21-09), 5, Bl general Jorge R. Videlay al almirante Emilio E. Massera fueron condenados a prisin per- petua; el general Roberto Viola a diectiote aloe de prisién; el almirante Armando Larmbruschi. ia ocho atiosy el brigadier Orlando R. Agoat a tres afes y nueve meses. La Cémara sobrece. 176 (por falta de evidencia concluyente) alos miembros de la ultima Junta Militar (1979-1988), general Leopoldo F. Galtieri,almirante Jorge I. Anaya y brigadieres Basilio Lami Dozo y Oma D. Graffigna, 234 iVietimas, familiares o ciudadanos fas? Este patrén intermitente tuvo un efecto muy especial: el mensaje oculto era que, on todo eu detallo, en su totalidad, la experiencia no podfa ser narrada; menos atin, podfa ser escuchada. El testimonio judicial es una narrative personal de una experiencia :vida, pero el mareo juridico lo quiebra en pedazos y componentes: el reque- Tintenth de identieacign personal, el uramente de decir Ja verdad, la des- cripcién detallada de las circunstaneias de cada acontecimiento. El discurso dol/a testigo tiene que desprenderse de la experiencia y transformarse en evi- dencia. Si la desaparicién es una experiencia para la cual no hay ley y no hay norma, en la cual la victima deja de existir como sujeto de derecho, el testi- monio en la corte (de la propia victima y de quienes han estado busedndola) se convierte en un acto que insiste en el reconocimiento y en la legitimacién desu palabra, Como sealé un testo (ae Fue vietima de desapariciony des- pués de larga prisién), “el juicio eliminé esos testimonios fantasmas en la sociedad, puso a las victimas como seres humanos, las igual6 al resto de los seres humanos...” (Norberto Liwski, entrevista capes, Buenos Aires, 1 de octubre de 1990). i El péndulo so movia desde narrativas personales concretas, histérica- mente situadas, a demandas més impersonales y universales ligadas a los derechos humanos. El momento histérico del juicio implicaba el triunfo del Estado de derecho, la transformacién de la victima en sujeto de derecho, como corporizacién del nuevo régimen democratico, Los derechos ciudadanos igualitarios se estaban reafirmando. Al mismo tiempo, sin embargo, el sufri- miento y la necesidad de saldar cuentas no se abolfan en ese acto, y la espe- cificidad del nivel personal y familiar irfan a resurgir de varias maneras més adelante, incluso quizé de forma més potente, “Soe registro de tostimonios de la CONADER, y de manera mucho mas dra- matica en las audiencias del juicio, estaba ocurriendo algo importante. La desaparici6n, la tortura y la detencién clandestina implican la suspensién del lazo social y politico.® La relacién entre victima y victimario es una rela- cién directa; no hay mareo normativo social o politico que la rija. La nocién de vietima no se refiere especificamente al grado de dayio o sufrimiento vivido, sino a la condicién radical de haber sido despojado de la voz y de los, ara probar lo ocurrido (Lyotard, 1988). i ‘ela vor de i vctia no pertanee al mundo rea reconcide en tanto no hay medios para verificar nada en el contexto del terror arbitrario y el poder total, es como si nunca hubiera existido, De esta manera, Jas victimas son 6, La interpretacidn ofrecida en este parrafo y en los siguientes se basa en Gonzélez Bombal (1995: 198-216), 235, Elizabeth Jelin empujadas al silencio y al lugar de la ineredulidad. Bn co a posi do ujeto de derecho implica que los contendiontes en conflicts eves mene uns autoridad més alta, a un tribunal que puede juzgar la verdad de lo que se alega de acuerdo con procedimientos y reglas que permiten presenvay pruebas, El recurso a la ley implica un eambio radical en la posicicn de log ‘oponentes, en tanto ambos son ahora reconocidos como partes del conflito, La apelacién al derecho os la manera en que las vietimas se pueden trang formar en adversarios. Cuando esto ocurre, la posicién do vietima se retrae 0 esfuma (en términos juridicos) abriendo camino para el surgimiento de un ‘sujeto de derecho”. Su vor tiene entonces el valor testimonial, y puede ser escuchada y reconocida por los jueces y por la sociedad. La intervencidn de tun terero, aly repestntada por Ia figura del tribunal, reeonee a ambos fados como adversarios en un conflicto que debe ser a trav acon avez n conflicto que debe ser decidido a través de pro. Los hechos de la represién politica, quo por muchos de am habtan sido interpretados de acuerdo con un paradiginn fe “quer: Gack yendo a menudo el adjetivo “sucia”), ran ahora juzgados segtin el paradigma de las “violaciones a los derechos humanos”. Sin embargo, esta creciente com ciencia sobre el Estado de derecho y su corporizacion juridica en el para. digma de los derechos humanos implicaba una paradoja: la creeneia en tin sujeto de derecho individual es la de un sujeto abstracto, La ley reinstala la condicién humana de la victima, pero lo hace abstrayendo su condicién con- creta, situada hist6rica y politicamente. De esta manera, el "Bstado de dere- cho” tiene el efecto de inhibir o borrar las perspectivas politicas y morales En este sentido, uno de los efectos de Ia instalacion del paradigma juridico a partir del juicio a los ex comandantes fue el enmascaramiento y el silencia- miento de identidades politicas sustantivas y de las confrontaciones idecl6- sicas y politicas involucradas, El resultado del juicio y la sentencia (en diciembre de 1985) fue mas alld de Ia condena a los ex comandantes. Fue la prueba de la naturaloza sistema: tica de la represi6n militar e implies la recoleccién de un cuerpo de informa. cidn que podia convertirse en evidencias en nuevos procesamientos. Ms que proporcionar un cierre a la necesidad de “saldar las euentas can el pasado”, como esperaba el presidente Rail Alfonsin, el veredicto abrié la puerta para ands procesaniontosy julia! sto provocd reciente inquietud militar, fronte a la cual el gobio impula6 la Ley do Panto Final (on diiombre de 1986), qu limitate esecenta 1. Un andlisis de ls efectos de 1a sontencia, especialmente el “punto 20", se a 2. We ands dn 7 “punto 20”, s@ encuontra en Acusa 236 {Vietimas, familiares 0 ciudadanos las? dias la posibilidad de nuevos procesamientos. Unos meses después, el gobierno tuvo que tomar medidas extremas para frenar procesamientos, dado el malestar militar. La Ley de Obediencia Debida, en junio de 1987, fue Ja respuesta final a Jos casos que no habian Ilegado a la sentencia. De hecho, jimplicé una amnistfa para Ia mayorfa de los miembros de las fuerzas arma- das. Los tinicos casos exceptuados fueron los que implicaban robo, violacién y falsificacién de estatus civil (es decir, secuestros de nifios y adopciones irre- gulares). Unos afios mds tarde, on 1989 y 1990, el nuevo presidente Carlos ‘Menem us6 la prerrogativa presidencial del indulto para liberar a los milita- res presos, as{ como a algunos Iideres de la guerrilla que estaban presos 0 procesados. La historia no termina aqui, sin embargo. El giro institucional fue en la direceién de frenar enjuiciamientos e incluso revertir lo que se habia logrado, alejandose del camino de afirmar el Estado de derecho y de reconocer los derechos legales de las victimas. Cuando el Estado abandons el escenario de la construceién institucional, las iniciativas ligadas al pasado retornaron all espacio de los actores sociales, especialmente las victimas y sus familiares. Las Madres de Plaza de Mayo no detuvieron sus acciones. Tampoco las Abue- las, ocupadas por los secuestros de nifios/as y las adopciones ilegales. El movimiento de derechos humanos continué denunciando y demandando jus- ticia, con altibajos en su perfil piblico y en su capacidad de movilizacién social. Adomés, durante todo el periodo —intensificéndose en los afios 90 las, presiones internacionales han estado muy activas. Jueces y cortes francesas eitalianas han investigado la responsabilidad de los militares argentinos en Ja desaparicién de ciudadanos de esos pafses. Esto resulté en marzo de 1990 on una sentencia (in absentia) de cadena perpetua al ex capitén Alfredo Astiz, culpable de la desaparicién de dos religiosas francesas. Las cortes espaficlas, a su vez, han estado recibiendo numerosos testimonios en sus investigaciones sobre violaciones de derechos humanos en la Argentina, ocu- pando el centro de la atencién internacional a partir del caso de Augusto Pinochet, que trajo a la luz el Operativo Céndor, que vineulaba y coordinaba Jos aparatos represivos de los seis pafses del Cono Sur.* 8. Los jusgades argontinos han estado muy actives desde fines de los afios 90, cuando varios ‘miembros de las Juntas Militares fueron procosados por el seeuestro de nios y mins y comen- zaron los “juicios por la verdad”. Mas tarde, ln Corte Suprema declaré Ia inconstitucionalidad de Tas leyes de impunidad, por Io eual nuevos juicios fueron iniciados. Un analisis de los desarrollos juridicos a partir de juicia de 1988 se encuentra en Jelin (200Ga: 89-47). Sobre los procesos eapa- Zales, véase Anguita (2001), Los juicios a responsables y ejecutores de la politica represiva se fueron multiplicando a partir de la dovisién de la Corte Suprema. Un seguimiento sctualizado el estado de estos juicios se encuentra en new cels.org.ar. 237 Elizabeth Jelin La biisqueda de las Abuelas, las pruebas de ADN y las identidades recuperadas Los militares secuestraron e hicieron desaparecer a miles de personas, En muchos casos, los nifios y las nifias fueron secuestrados con sus padres y madres. A veces, los/as nifios/as raptados/as fueron retornados a sus familia. res, habitualmente sus abuelos y abuelas, pero no siempre. También hubo secuestros de mujeres jovenes embarazadas. Esto llevé a una doble biis. queda por parte de los familiares de los desaparecidos: buscar a los/as jéve- nes adultos/as y, al mismo tiempo, buscar a sus hijos. Las Abuelas de Plaza de Mayo comenzaron su organizacién y la claboracién de su estrategia cuando, a fines de 1977, muchas mujeres se fyeron dando cuenta (cuando se encontraban en las interminables visitas a sedes policiales, oficinas do gobierno, Iglesias y otras organizaciones) de que su caso personal no era ‘nico; que ademas de buscar a sus hijas/as, habia que tratar de recuperar a sus nietos/as. Al mismo tiempo, comenzaron a circular rumores que indica ban que las mujeres embarazadas eran mantenidas vivas en los centros clandestinos de detencién hasta que daban a luz, para luego separarlas de sus hijos/as y hacerlas desaparecer. Lo que siguié fue el descubrimiento de que esos nifios/as estaban trans- formandose en “botines de guerra”, apropiados y “adoptados”ilegalmente por Jos secuestradores mismos o entregados a otros, mayormente personas liga- das al aparato represivo, Cuando fue claro que no todos los/as chicos/as secuestrados/as habfan sido asesinados/as, y que muchas de sus identidades habian sido cambiadas, las Abuelas se movieron en diferentes direcciones: buscaron rastros y huellas para averiguar dénde podian estar y buscaron el apoyo internacional para prepararse para la hipotética situacién de recupe- racién de la identidad de un/a nifio/a secuestrado/a, Para ello, la comunidad cientifica internacional avanz6 en las técnicas de estudios genéticos: era necesario elaborar pruebas sangufneas y gonéticas basadas en parentescos de segundo y tercer grado, dado que los padres biol6gicos habfan desapare- cido y las pruebas debfan hecérselas a abuelosias, tios y tas. Inmediata- mente después de la transicién al gobierno constitucional de 1983, las inicia- tivas se dirigieron a establecer un Banco Nacional de Datos Genéticos, donde los familiares de chicos secuestrados 0 nacidos en cautiverio pudieran depo- sitar material genético para eventuales pruebas futuras. En 1992 fue esta- blecida la Comision Nacional por el Derecho a la Identidad (coNaDI) y se creé el Banco Nacional de Datos Genéticos. Hacia 2010, 101 chicos/as secuestra- dos/as habfan recuperado su identidad legal (www.abuelas.org.ar). Después de treinta afios, los nifos y nifias secuestrados/as y nacidos/as en cautiverio son ahora jévenes adultos/as de mas de veinticinco atios. Las cam- 238, sVietimas, familiares 0 ciudadanos jas? patias de Abuelas se dirigen entonces a esos/as jovenes. Estas son campafias publicitarias, incluida una con el siguiente mensaje: “Si tenés dudas acerca de tu identidad, contactate con Abuelas”. Cada caso esté cargado de tensidn, Meno de emocién, repleto de dilemas éticos y morales.” La restitucién de la identidad es una intervencién legal, psicolégica, cien- téfica y social compleja. El sistema judicial es la instancia formal final que debe resolver los conflictos involucrados. Por supuesto, esto no incluye la resolucién subjetiva de las situaciones trauméticas y sus mareas, que corre por otros caminos. En cada caso, hay al menos dos temas a ser tratados: los. crimenes del secuestro y el cambio de identidad cometidos por los militares (y otros), y 1a cuestién de la identidad personal deV/a chico/a-joven adulto/a. ‘También estén involucrados los reclamos de la familia deVa desaparecidola y su derecho a la verdad, y la intencién de la sociedad en su conjunto de man- tener el interés piblico en la busqueda de verdad y justicia. En un caso muy controvertido, en 2003 la Corte Suprema dictaminé que una joven, hija secuestrada de padres desaparecidos, tenfa el derecho de negarse a las prue- bas de apw para determinar su identidad biol6gica. El crimen de los apropia- dores (los “padres” que la eriaron) siguid su curso, ya que confesaron y esta establecido judicialmente. Pero la joven no daba el consentimiento para las pruebas de sangre, justificdndose en que eso podia dafiar la defensa de su “padre”. Afirmaba que se someteria a la prueba por su propia voluntad, cuando el caso contra su “padre” se cerrara. La reaccién social -encabezada por familiares de los desparecidos y por el movimiento de derechos huma- 0.1 ca ol en joven edo por un fala some hie Main (cme anton adlecen- tun om ener ane ea lg,“ en ods trcon algien dbo que tengo rang yculdads muy danas lly nunca este ona reopuat convince, sumertande ean preset iment Pagina 12,10 de mayo de 2003 Convenes eon una fnalmente des acoresran sa con. Lag de a prastn gen SE scones qu ra hie de putes davpareloe ys arabui ended bli Sa gue ec formaci fil comnteda po ssa ia, rece a Ahora pudo tener una vida sana ener js” Bn 1976 un ial iar ve prpi del bet cuando Ieimedre foe ssunnaa El miltar habia poet rgaar a bean cpa, Coando 50 Atgn di de arptr al bb eel" enreg i ser que trabajaa come emp fi doraten ons car, Bcc fo erado“normalient" en na faa clas trabajar En ate casoa drei de muchos ers- a recperacin dea ended ne mpi un co Thee mayor on ion pares dado ue no eren ns prptraores, Un at de meses deoputs de Incapacity tr rips de Antropsoa Perens etab tetbajend ona Senicacin de euergea enone tural com ol emeteri de Sun Vents eo ned de Cadob. Ls exnenes de ‘Sw permioran le ercetn del curpe de wu pare, Horace Pitraglla ye joven Horace Sr uo rectperar len esto de su padre lc dnaparecid, Vea ign 12,28 do aga a os 239 —— nos fue, como se esperaba, muy eritica de la decisi a cign de sus datos genéticos (cepillo de dientes, ropa interior, eteétera)"™ El impacto social y cultural de la cuesti6n de la restitueién de la identi dad es muy significative, aunque dificil de calibra. Existe un claro apoye y admiracién social por la labor de las Abuelas y por avanzar en el esclacce. mento y la restitucién de la identidad de chicos/as secuostrados/as y naci, dos/as en cautiverio, El banco genético y las pruebas de abv son, sin niapaw duda, herramientas fundamentales en osta taroa, reforzando Ia creencin de que la prueba definitiva de la verdad descansa en la prueba de aN, en Ia genes, en I bilgi yen sangre, a jin embargo, el tema plantea una paradoja, con consec i Aifcles de prever. Bl recurso basico dela praca genética se etd sonar Mando on un momento histérico en el que la genética esta tomando un fuerte protagonismo en tomas familiares. Sin embargo, el parentesco ln familia son fundamentalmente lazos sociales y eulturales. {Cémo podran Tas sociedades y los sistemas legales conciliar o confrontar las tensiones entre estas dos claves normativas? Indudablemente, la sociedad argentina =, mejor dicho, la sociedad mundial on su conjunto- afronta la necesidad de dar respuesta normativa a varios temas simulténeamente: los dilemas éticos involuerados on la aplicacién de las técnicas reproductivas, lag ners ‘mas en relacién con la adopeién y el derecho de los hijos/as por conocer sw fliacién introducido en Ia Conveneién Internacional de los Derechos de los iftos)y los avances médicos que ponen el énfasis diagnéstico en las predis. Posiciones genéticas. Dado ol significado cultural y politico de Ia recupers, tion de Ia identidad robada que viene enfrentando la Argentina durante los uiltimos afios y el sentido de “verdad” de las prucbas genéticas, el pafs pode llegar ser un caso tstigo crucial para explora eémo se transfor. man las inlapretacones soiles del vineulo entre hinlogtay calla en Blizabeth Jelin Sobrevivientes en la conmemoracién publica Las luchas por los sentidos del pasado se actualizan en los rituales y en las conmemoraciones. {Qui is \ joraciones. {Quiénes son los y las protagonistas en estos eventos? Qué voces se expresan? {Con qué mensaje o interpretacién? a 10.E ote cto reint,mintrasnavogba entras nega por inten oven desi gus er de una Persona desaparecida y que su “padre” habia sido el perpetrador. et ca 240 Vietimas, familiares ciudadanos fas? E] 24 de marzo se conmemora la fecha del golpe militar de 1976. A partir de ese momento, él “24” se fue convirtiendo en una fecha importante, que evoca significados diferentes para diversos actores sociales y politicos. Nunca dejé de conmemorarse, aunque con discursos antagénicos. Durante la dicta- dura, el escenario piiblico de la conmemoracién estuvo ocupado por el dis- curso militar. En realidad, el acto militar fue siempre cerrado, con una cere- monia en los cuarteles sin participacién civil. El tnico punto de contacto entre militares y civiles era el “Mensaje al pueblo argentino’, en el que se explicaba que los militares se habfan visto forzados a ocupar el Estado para salvar a la Nacién del caos, la falta de gobierno y la amenaza terrorista (Lorenz, 2002: 53-100). El discurso nombraba al “enemigo” como “la subver- sién”, pero no habfa confrontacién ptiblica con nadie. La represién era dema- siado intensa como para imaginar la posibilidad de expresar publicamente cualquier tipo de oposicién en eventos y fechas de conmemoracién. No habfa voces puiblicas en el pafs, sino dolores privados y resistencias silenciosas. En el exterior, las campafias de denuncia y de solidaridad fueron erecientes y cada vez con mayor impacto, Las organizaciones de derechos humanos fueron las que expresaban con toda claridad una interpretacién antagénica de los hechos del 24 de marzo. Ya recuperada la democracia, a partir de 1984 fueron estas organizaciones Jas que ocuparon el espacio ptiblico de la conmemoraci6n, mientras que los partidos politicos y el gobierno se mantenfan en silencio y estaban ausentes de la fecha. Los actos conmemorativos incluyeron una gama muy amplia de formas de expresién, todas ellas ligadas a la memoria de la dictadura y sus consecuencias: siluetas, murales, obras de teatro, ademas de las marchas y los pafiuelos de las Madres. Gran cantidad de libros, pelfeulas documentales, programas especiales de televisidn y una variedad de otras expresiones pre- sentaban y representaban las vores de la violencia y el sufrimiento de las vie- timas y sus familiares. El 24 de marzo de 2004 fue, en este contexto, una conmemoracién muy especial. Para nuestro argumento, cuentan dos elementos centrales: el pro- tagonismo de los y las sobrevivientes, con una fuerte presencia y legitimidad mediética, y el papel central ocupado por el presidente Néstor Kirchner —no tanto en su rol de presidente, lo cual hubiera sido una verdadera novedad dada la ausencia de la vox presidencial en conmemoraciones anteriores, sino en su identidad de militante y compafiero de las Tluchas sociales de los aiios 70-. Veamos algunos hitos de esa conmemoracién. El nuevo presidente Néstor Kirchner y el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires iban a firmar un acuerdo acerca de la Escuela Superior de Mecéniea de a Armada (ESMA), por el cual ese sitio infame, donde habfan estado detenidas clandestinamente unas cinco mil personas —la gran mayo- 2aL Blizabeth Jelin rfa desaparecidas-, iba a convertirse en un lugar de memoria. Durante los dias anteriores, los y las sobrevivientes estuvieron en el foco de Ia atencién: sus voces eran escuchadas permanentemente en radio y en televisién, los dia. rios publicaban entrevistas y testimonios, y se las podfa ver guiando a figuras Publicas (incluso al presidente y a su esposa-senadora) a través do los pasillos y escaleras de su calvario, detrés de las monumentales rejas, columnas y jar. dines de la EsMa, ubicada en uno de los barrios mas elegantes de Buenos Aires, Aunque las voces de sobrevivientes habfan sido escuchadas antes ~ya que faeron testigos fundamentales durante el juicio a los ex comandantes de las Juntas Militares ocurrido en 1985, y sus testimonios estaban plasmados en libros y entrevistas méiltiples-, su posicién en la escena ptiblica no habia sido muy sencilla 0 fécil hasta entonces. El hecho de haber sobrevivido al horror generaba en muchos un halo de sospecha; ‘a menudo, rondaba la pregunta acerca del porqué. Desde los primeros testimonios oftecidos por sobrevivien- tes (hacia fines de los afios 70, generalmente en el exilio en Europa) se sabia que las autoridades navales de la EsMA habfan organizado una “elite” de per- sonas detenidas (incluyendo profesionales, periodistas, Iideres del grupo gue- rzillero Montoneros), conocido como el “staff” y el “ministaf?’, a quienes daban tareas especiales seguin sus habilidades politicas: preparar informes, traducir textos de idiomas extranjeros, preparar archivos de recortes de publi- caciones." Un mecanismo cultural perverso atrapé entonces a parte de la sociedad argentina: la sospecha de que habia alguna racionalidad en la deten- cién y la desaparicién. El “por algo sera” que el sentido comin trataba de aplicar para comprender las detenciones arbitrarias y clandestinas se fue deslizando hacia la sobrevivencia: debe haber alguna razén que explique quiénes iban a sobrevivir. Bsta sensacién de sospecha y dosconfianza tifé la recepcién de las voces de sobrevivientes. La falta de credibilidad implicaba, por un lado, un claro reconocimiento de su sufrimiento y la aceptacién como “verdad” de las descripciones de las condiciones de los centros de detenci6n, Por otro lado, la sospecha con relacién a las condiciones “privilegiadas” on los centros de detencién. Era més bien una sospecha acerca de los silencios (ceclaboracién?, gdelacién?, gtraicién?) que acerea de lo que contaban, Como Pilar Calveiro muestra, sin embargo, imaginar que los/as detenidos/as tenfan alguna chance de participar en la decisién acerca de su destino es una ilusién: el poder estaba en manos de los perpetradores, y nada de lo que hicieran o dijeran las victimas podia afectar su suerte. El podor era total y arbitrario. A pesar de esto, imagenes de desconfianza, descreimiento, traicion ¥ delacién aparecen repetidas veces en informes del perfodo, incluyendo UL Bl sistema perverso de detencién clandestina esté doscripto y anslizado en Calveiro (2001), 242 {Victimas, familiares o ciudadanos /as? ion ~es} mnte la imagen recurrente de la mujer militante oof seicna i cauan ye sin a través de sus servicios sexuales& los mni, 2004: 203-240) S rere ee Caonts quo sicodiéo 24 de marzo de 2004 es emblematic en este contexto. Los y las sobrevivientes de la sh oeuparon el contro de Ta escena, Eran ellofas quienes exploraban el lugar y maresban los itinerara de la detencién, los lugares de tortura y confinamiento, tocando paredes, rogistrando movimientas corporales, sonidos y eles thay que recordar que en la mayoria de los casos no habfan visto nada durante su detencién, ya que esteban encapuchados/s). Sus testimonics aa ;onia publica que iba a producirs Part ltovemonia rama se desarollé en varias etapa®, con diferentes prota gonistas: las organizacionos do derechos humanos, especialmente Madtes, Familiares ¢ #14104; ol presidente Kirchner y el jefe de Gobierno Anibal Ibarra firmando los papeles formales para la ereacién del sitio; la apertura de los portonesy la entrada de miles de personas a los edficos, siguiendo las rrutas de la represién y la tortura; finalmente, un escenario, diseursos y a: de conmemoracién.Fijemos la atencion en esta ditima etapa. os oradores en el acto fucron el jfe de Gobierno de Ia ciudad de Buenos Aires, dos jovenes nacidos en la sma (una representando ala organizacién 1.10.85 el otro, un joven hijo de desaparecides apropiado por represores, eriado con identidad falsa, que habia rocuperado su identidad poco antes del acto del 24), y ol prosidente Kirchner. También se leyé un poema de una mujer detenida-desaparecida, escrito durante su detencién, y particips ios cant nulares. ; bs "Gu uo de geste as palabras do lox odors hace rferenci ol lugar donde se desarrollaba el act, o sea, la Esa. Cada une de los protago; nistas resaltéalggn tipo de vinculacién particulary personal con el ugar: el poema elegido para ser lofdo fue escrito por una compaliera de militancia politica del presidente; el efe de Gobierno hizo referencia a un compatiro de estudias que desaparesi6 en Ja Suh; Jos jovenes refirieron a la exp je haber nacido en ese lugar. © Ried clement del iscurse presidencal meresen sor meneonados. discurso comienza: lo Maria Isabel Prigioni Greco y de Juan Czbandié Alfon- a andras an cautvero que luego fueron desaperecidos suestrado y eriado bajo falsa identidad hasta 12, El texto completo de los discarsos di sin, ambos jovenes nacidos en la nasa de madre a por sos parents; ol segundo soe we eane ants dal event anf com ltxto completo dl dseorso de presidente Néstor Kirch fer, oo encuentran en hip://www paginal2.com.ar flask/24marzalindes php. Bats pirins Incluye tambica un video con ves e imagen de toda ls ceremonit, 243, Elizabeth Jelin verde Abas, Madses, Hijo: cuando rein vi as manos cua cantahn ino ia bree de is sont dee erin gu yey aus spe cent en ln the ade este pais se puede cambiar. jae - Estos/as destinatarios/as se reiteran: mere oT, o82 Abuelas, Madres, hijos de detenidos desaparecidos, compa- eras y compatieras que no estén pero sé que estén en cada mano que se levanta aqui y en tantos lugares de la Argentina... Yal final, vuelve el mismo destinatario: Pores hormsnasy hermanos presen, compa . = compatertsycompacas que estan presentes por mas que no estén aqui, Madres, “Amalani a co: ras por ol ompa do ach, Deena ces ca Ae as, de none len leapt de ae pr en nes Pero tampoco queremos la impunidad. Queremos que haya justicia, Serene inna hay te espa in Se se tiny qos on eta Argentina co valvan'graorian seer nay como ejemplo a aquellos que son capaces de dar todo por fe vlore ue enn yuna generacin ona Argrtna suc fucceperte sie ee dds ugg adatom tenn, tnd nas neh ba dead sus aban y ue ada un Te ean tes enlas manos de ustedes Baer ae El discurso estaba dirigido a una audiencia i madres, abuclas, hijs/as~ de los desaparecdos Come la face nas indica, ademAs, estos familiares tenfan un rol asignado: el de testimoniar en nombre de los y las ausentes. Ademés, el presidente hablé identificandoce como miembro de su grupo politico generacional, resaltando su pertenencia 4 Ja generacién de militantes que lucharon por una sociedad mejor y por eso lesaparecieron, con repetidas referencias a sus compatieros y conpunenas Hlama la atencién que en ningin momento de su diseurso se dig al con Jumiadensociedd, aa cudadania en genera, més ald del eonjunte de vie aaa tS fferencas a su olde presidente son relativamente escasa y mares wente, Una, cuando “ya no como compatiero y hermano de tan, tas eompatieros y hermanos que compartines aque tice oie eos oe dente de la Nacién Argentina, vengo a pedir perdén de parte del Eetado nacional por la vergiienza de haber callado durante veinte afios de democra, cia por tantas atrocidades" (frase por la que fue duramente critieado, al dea, conocer lo realizado en gestiones anteriores, especialmente la del prosidente 244 {Mietimas, familiares o ciudadanos /as? Alfonsfn), La otra, destacando su lugar secundario en relacién con la identi- dad de compaiiero (en una frase que no reconoce la eonnotacién de identidad politica quo esta palabra tiene): "Yo no vengo en nombre de ningxin partido, ‘vengo como compafiero y también como presidente de la Nacién Argentina y de todos los argentinos”. {Qué significa todo esto? {Por qué prestar atencién a este evento y a este discurso? Desde mi punto de vista, su significacién central esta en el énfa- sis en las relaciones particulares y en la pertenencia a un grupo especifico, en este caso los militantes y activistas politicos de los afios 70 que se iden- tificaban con la izquierda peronista, aunque la palabra “Montoneros” no fue mencionada ni una sola vez por los oradores en la ceremonia. Recordemos que hubo otras victimas de la ropresién politica del régimen militar —la izquierda revolucionaria, cuya aniquilacién estavo en manos del Ejército més que de la Marina y hubo represién en todo el pafs y no solamente en Ja EsMA. Sin embargo, la ceremonia estuvo dominada por este lenguaje par- ticularistico, expresando una vez mas la centralidad del familismo y del tes- timonio personal. Una vez mis, victimas y familiares: jy la ciudadania? {Podia haber sido diferente? {Existe on la Argentina espacio para un enfoque més universalizador de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura? {Para una perspectiva que permita contribuir a la construccién de ciudadanfa basada en un principio de igualdad? (Es la legi- timidad de la voz personal testimonial un obstaculo para tal proceso? Te6- ricamente no tiene por qué serlo. Pero la visibilidad y legitimidad de las voces aneladas en la pérdida familiar primero, en la vivencia corporal de la represién y en la participacién cercana en la militancia politica de los afios 70 después, parecen delinear un escenario politico que define las nociones de “afectado/a” y “ciudadano/a” como antagénicas, dando preeminencia a la primera. {De donde sale el familismo? {Qué implica en términos politicos? Como conjunto de valores y creencias, sus raices pueden ser rastreadas en la his- toria cultural y politica del pais. En la Argentina y en otros paises latinoa- mericanos, la Tglesia Catélica ha sido un actor cultural poderoso desde la 6poca colonial. Su punto de vista central concibe la familia “natural” como “eélula bésiea” de la sociedad, y se basa on una fuerte tradicién cultural del “marianismo (la primacia cultural de la maternidad encarnada en a figura de la Virgen Marfa). Este conjunto de creencias ha guiado las politicas y los programas del Estado respecto de la vida familiar y la relacién entre familia 245 Elizabeth Jelin ¥ esfera puiblica." Asimismo, durante la wiltima parte dol siglo xx y la pr. mera mitad del siglo x%, los inmigrantes europeos trajeron consigo la expec tiva do progreso y movilidad ascendente, no on la forma de una idea ind vidualista del sei made man sino més bien una movilidad basada en termi. nos familiares intergeneracionales. Los inmi individuos smigrantes no eran individuos aislados on busqueda de progreso; eran parte de una amplie red feegien comunitaria rida por vincolos de soidaridad, reiprocidad y responsabily dad mutua. El mismo patrén persstié en las corrientes migratorias posterio. 8 originadas en otros pafses latinoamericanos. En suma, la étiea de Is si familiar tiene fuertos antecodenteshistricos. . na términos més amplios, ol familismo invol : =, smo involuera una base personali Y particulerits para ls sclidaridads interpersonalesy palieaa, {Conoad = is redes de solidaridad? {A ’quiénes se ofrece so {Qué tipos de relaciones ostén implicadas? N- we veloc oh de No se trata de una relacién abs- fracta y anénima; debe haber un vinculo personal que i era ; debe hat sulo personal que ligue a a de In rlacién: pueden ser vinculsjorarqensy rodeo familiares mateo Jesozal extender el familismo més al de los vinculos de sangre hacia la vida ¥ politica, vinculos verticales de patronazgo personalizad que se tom politicamente importante en la manera en due funclenG fine Speen fa manera en que funciond el lide in este contexto, la construccién de una cultura de ci < xto, mn de una cultura de ciudadanta univer: no ha sido féeil ni totalmente exitoa, Bl contrast entre ls ideas loa ‘las con Ta democracia y la justicia “formales", por un lado, y la juticia “social” y la distribucién de favores politicos par el otro, ha side un raago per, unc oale as Prltca del pels (Jolin, 1986: 25-40). Se pdr firmer jue en la Argentina no se llegé a instaurar cabalmente una cultura bas

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