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IGAC - INSTITUTO GEOGRÁFICO AGUSTÍN CODAZZI

13 de agosto de 2021
ANIVERSARIO 86

Saludo afectuoso y de felicitació n

para el personal directivo, administrativo, técnico, logístico y de servicio del


Instituto Geográ fico Agustín Codazzi. Por sus 86 añ os de existencia. Son 86 añ os
cumpliendo, por encargo del Gobierno Nacional el encargo de la regulació n
catastral, geográ fica, cartográ fica, geodésica y agroló gica de Colombia. Sin 86 añ os
llevando adelante la tarea de producir el mapa oficial y la cartografía bá sica de
Colombia; de elaborar el catastro nacional de la propiedad inmueble; de realizar el
inventario de las características de los suelos; de adelantar investigaciones
geográ ficas como apoyo al desarrollo territorial; de capacitar y formar profesionales
en tecnologías de informació n geográ fica y de coordinar la Infraestructura
Colombiana de Datos Espaciales. Son 86 añ os construyendo país.

Las lecturas de la palabra de Dios que acabamos de escuchar, nos brindan muchas
luces para iluminar y exaltar la misió n del IGAC. Precisamente la primera lectura,
tomada del libro de Josué, nos remite a la narració n acerca de la ocupació n de la
tierra prometida por el pueblo de Dios. Así se cierra el ciclo de las promesas hechas
a los patriarcas. Y podemos hacer una interesante comparació n entre la misió n
confiada por Dios a Josué, y la misió n que Gobierno Nacional le confía al IGAC. Dios a
Josú e le confío la tarea de que su promesa de darle una tierra a su pueblo y de
garantizarle la salida de Egipto, es decir de la esclavitud, no quedara en vano. Es
decir que todo no quedar en una condena a una vida mierable en el desierto.

También este libro, como narració n de la entrada de Israel en Canaan es el prologo


de la historia de Israel en su propia patria.

Aunque la narració n nos ofrece una visió n muy simplificada de la ocupació n de


Canaá n, nos remite a un proceso que debió ser má s lento y complejo. Israel todavía
necesitaba consolidarse como nació n, y fortalecerse como pueblo para afrontar los
retos de la unidad nacional y de su soberanía.

El mensaje de este libro es que, para un israelita, la posesió n de la tierra prometida a


los padres es el compendio de todos los bienes. Israel comprendió todo el valor de lo
que había perdido hasta que fue deportado. Los relatores de este libro se
propuesieron relacionar ese valor de la tierra con el valor supremo: la adhesió n
incondicional al Yahvé, Dios de Israel. La tierra prometida a los padres, nuestros
antepasados, es un don de Dios, que se da con una condició n: la fidelidad. Si Israel se
aparta del Señ or, el mismo Dios que les dio la tierra los expulsará de ella.

El IGAC, ha acompañ ado la ubicació n del pueblo colombiano en su territorio, tiene


un papel determonante el los procesos de paz, la gestió n del catastro municipal, en
la demarcació n del territorio, en el aseguaramieto de la convivencia pacífica,
armó nica, fraternal y de progreso en todo el territorio colombiano.

«Alabado seas, mi Señ or», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cá ntico
nos recordaba que nuestra casa comú n es también como una hermana, con la cual
compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos:
«Alabado seas, mi Señ or, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta,
y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba ». 1

El proyecto de Dios era bello: en el Paraíso, el amor haría encontrarse en plenitud al


hombre y a la mujer. Ese amor era, debería ser, un reflejo del  mismo amor de Dios.
Pero ese proyecto quedó destrozado por el pecado. Ahora vivimos en un esfuerzo
continuo y dificil por reconstruir aquel sueñ o. Por eso cada pareja que se casa nos
permite ilusionarnos de nuevo y soñ ar que el amor es posible. Y cada fracaso de una
pareja en su amor se convierte en una pesadilla. No se trata só lo de su fracaso como
personas. Su fracaso es nuestro fracaso. Su dolor es nuestro dolor.
Una vez má s el sueñ o de Dios se ha visto frustrado. Pero la voz de Jesú s nos sigue
invitando a soñ ar, a ilusionarnos, a volver a intentarlo, aunque el fracaso esté
delante de nosotros como una posibilidad, Por que el amor entre el hombre y la
mujer será siempre uno de los signos má s bellos del amor con el que Dios nos ama.

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