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7 | 2012
Résumés
Español English
La novela Elena sabe de Claudia Piñeiro, a través de la mirada y la voz de una mujer mayor y
enferma, cuestiona las instituciones privadas y públicas revisando las certezas que,
finalmente, terminan en incertidumbres.
The novel Elena sabe de Claudia Piñeiro, trough the look and voice o fan old and sick women,
wonders rivate and public institutions rerevening the certaimties that, finally, ends up in
uncertainties.
Entrées d’index
Keywords: body, female, society, speech, uncertainti
Palabras claves: cuerpo, discurso, femenino, incertidumbre, sociedad
Géographique : Buenos Aires, Argentine
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Introducción Fermer
1 El pasado histórico puede ser materia de ficciones que logran encarnar la
subjetividad de la Historia porque tienen la capacidad de “comunicarnos unas
verdades huidizas y evanescentes que se escapan siempre a los descriptores
científicos de la realidad (Vargas Llosa ; 2002 : 25).
2 Si el discurso de la clase dominante pretende que se olvide cierta parte de los
acontecimientos, la literatura avanza sobre esta ausencia, revela dicho mecanismo
y la recupera a través de la memoria. Estas novelas abren estaciones donde se
muestran suturas aún sangrantes y se descubren falsas armonías.
3 Lo que dio en llamarse nueva novela histórica, en las últimas décadas del siglo
XX, toma los grandes temas históricos que recobran rigurosa actualidad a través de
su lectura. Aunque la obra ficcionalmente remite siempre a la totalidad de un
mundo estético, cuando el discurso de la Historia oficial es el desclausurado
encontramos la posibilidad del cuestionamiento de la problemática de su
legitimidad. Poder representar al pasado desde un lugar descentrado, desde donde
se retoman conflictos soterrados, libera la mirada y es otro su alcance cuando se
analiza “al presente desde el origen y al origen desde el devenir” (Lojo ; 1999 : 91).
4 Sabemos que las nuevas novelas históricas han enfrentado a las formas clásicas
tradicionales de los relatos cronológicos y de perspectiva omnisciente y
homodiegética y han preferido las rupturas temporales y de estilo, las nuevas
perspectivas narrativas extradiegéticas, narradores inidentificables, ocultos y en
pugna con los observadores. Las técnicas cinematográficas han influido en las
nuevas estrategias de observación y de narración. Y, consecuentemente, nuevos
lectores más atentos y cómplices leen de forma no convencional y exigen novelas
ágiles y bien estructuradas que no simplifiquen la innegable complejidad del
mundo y de la conducta humana.
5 Roland Barthes en sus cursos y seminarios que se han publicado como La
preparación de la novela, del año 2005, insiste que la novela se alimenta de la
novela, que ésta es siempre histórica y sostiene que las hay en sentido duro y en
sentido blando. A este segundo grupo, en donde se ubica el relato que hoy se
presenta, lo define como el que integra narraciones que muestran las nuevas
maneras de pensar la Historia, como discurso que interpreta los hechos –la historia
oral, la historia familiar, la historia desde abajo, la historia de mujeres- y que
proclama verdades múltiples y no unitarias y conjunta voces disímbolas y
construcciones ricamente imaginativas y que, paradójicamente, están más cerca de
la vida histórica humana porque ofrecen otras versiones de las identidades y de los
hechos, evitando la rigidez y el autoritarismo de los historiadores tradicionales.
6 A su vez, el teórico ruso Iuri Lotman en su libro La semiósfera (1996) aclara que la
obra literaria puede ser interpretada desde su función como entidad dinámica en
íntimo enlace con una memoria cultural. Por tanto, al ser leída, una novela o un
cuento podría estimular la autonomía del símbolo porque “la literatura es,
entonces, por excelencia el lugar para la interpretación de la existencia humana la
referencia del re-enunciado metafórico en tanto poder de redescribir la realidad”
(Ricoeur, 1984 :36) y su vínculo con ciertas experiencias colectivas. Pero por otro
lado, el análisis de una historia bien podría enfocarse en observar una serie de
unidades mínimas que identifiquen con exactitud figuras, códigos o correlaciones,
así como, ciertas características estéticas y una estructura final determinada.
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entre ideas, conceptos y nociones. El motor de este tipo de conciencia es el deseo a
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28 Si hay algo que han, que hemos padecido las mujeres, es precisamente el
encasillamiento en modelos cerrados de comportamiento, de imagen y de moral.
29 La subjetividad nómade no es un sitio más de convenciones acerca de cómo son
las mujeres o de cómo deben situarse en el mundo. Braidotti apuesta más bien a
una “forma abierta de mirar” la diferencia. “Creo que las generalizaciones sobre las
mujeres deberían reconsiderarse prestando atención a las diferencias entre
mujeres y explicándolas” (2000 :56).
30 En definitiva, la subjetividad nómade es una manera de explicar al sujeto
fragmentado.
31 Se deben abrir las puertas para dejar paso a la diferencia, para que tenga su
espacio sin ser condenada o censurada, para que deje de ser un estigma negativo. El
cuerpo, su concepción y sus múltiples formas de apropiación están en el centro de
estas discusiones porque el cuerpo es un texto, un discurso, la forma de percibir el
mundo exterior.
32 En cuanto a la subjetividad femenina, Braidotti opina que
[…] una habla como mujer, aunque el sujeto “mujer” no es una esencia monolítica definida
de una vez y para siempre, sino que más bien el sitio de un conjunto de experiencias
múltiples, complejas y potencialmente contradictorias, definido por variables que se
superponen como la clase, la raza, la edad, el estilo de vida, la preferencia sexual y otras.
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lo lingüístico. No se puede separar, entonces, la subjetividad de la corporeidad y
uno de los espacios donde mejor puede verse esta unión indivisible es la escritura.
34 Fermer
A las mujeres, por siglos, se les negó la visión de su propio cuerpo y la aceptación
del mismo, era para ser mirado, era un cuerpo colonizado por otros, negado y sin
posibilidad de ser conocido, leído, comprendido ; a tal punto que las mujeres
llegaron a odiar y rechazar su corporeidad.
35 El proceso fue doloroso y tardado, fue necesario recurrir a la autoconciencia, al
des-velamiento, al descubrimiento. Todos estos cambios pasan por la escritura que
“(…) es, en mí, el paso, entrada, salida, estancia, del otro que soy y no soy, que no sé
ser pero que siento pasar, que me hace Vivir” (Cixous,2001 :46).
36 La escritura es también un acto político, un acto de rebeldía, una revolución
porque rompe con el sistema de pensamiento dominante. Es ruptura, crea grietas
en lo establecido, da paso a un “recorrido multiplicador de miles de
transformaciones” (2001 :47). En este punto vuelven a coincidir las dos teóricas en
las que me he detenido : es necesario desprenderse de estados pasados con visión
crítica y estar dispuesta a la construcción novedosa que inexorablemente necesita
del intercambio con el otro. Reafirman la idea de la deconstrucción, tanto en la
lectura, en la escritura y en la interpretación, manejada por Jacques Derrida, como
aquello que actúa en forma de desautorización teórica y práctica de axiomas como
autor, fuentes, obras, influencias, método que produce una desestabilizad de las
convenciones vigentes. Estas son sus palabras :
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reencontrará con Isabel.
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(…) fue asignado bajo precisas indicaciones. Atender a la madre de la occisa, escucharla, pero
aclararle siempre y en cada momento que para la policía y la justicia el caso estaba cerrado,
suicidio. […] Avellaneda no es ni era inspector, nunca pasó de cabo, su responsabilidad de
atender a Elena fue su castigo, una especie de probation clandestina dentro de los cuadros
policiales luego de haber sido descubierto en un affaire que le reclaman duramente (85)
51 y a quien sus compañeros de trabajo le aconsejaron que “la próxima vez sea más
discreto” (86) y, como castigo, le asignaron, de ahí en adelante tareas de oficina y
atención al público, entre las cuales estaba atender a Elena y su caso.
52 Conocemos, por las remembranzas de Elena, que su hija no sería nunca madre, ni
ella nunca abuela, porque Rita era estéril según estudios hechos por facultativos,
entre ellos el mismo Dr. Benegas, médico, a su vez, de Elena quien la trata con la
sustancia adecuada para su mal. También sabemos de los trámites interminables y
penosos de la afiliación a la Obra Social, a través de la cual la protagonista recibiría
atención médica, tratamiento kinesiológico y los medicamentos ; la burocracia de
esa institución le dolía, se sentía maltratada por los empleados y profesionistas que
siempre encontraban un motivo para humillarla y alargar, sin razones, el tiempo
de espera. Como corolario a tantas reflexiones y análisis, incertidumbres y
acertijos, Elena relata que Antonio, su difunto marido y padre de Rita, que
trabajaba como celador, portero y catequista en el colegio parroquia por ser un
católico practicante educó a su hija Rita en la fe y preceptos católicos ; sin embargo,
ella, Elena, no seguía el dogma ni los ritos de la iglesia.
53 Ahora se siente más alejada de Dios a quien reclama con entereza su desdichado
y ante lo cual el sacerdote llama insensatez porque
Tal vez por eso el compromiso con la fe católica de Rita haya sido tan ambivalente, casi
esquivo. Porque la educó un católico ferviente, y una que mentía serlo. Por eso Rita llevaba
una cruz colgando del cuello pero se atrevía a faltar a misa cuando llovía, porque le tenía
más miedo a los rayos que a la doble falta que cometía, mentir y no ir a misa. Y no confesaba
todos sus pecados sino algunos. (95-96).
54 Esta parte de la novela nos da las pautas del cúmulo de inseguridades que rodean
a la protagonista, no sólo por la debilidad de su cuerpo sino por la desilusión que
cubre sus pensamientos acerca del mundo y de la marginación de los ancianos,
enfermos o no, que ejerce la sociedad de hoy.
55 Termina este capítulo, cuando llega y se detiene frente a la puerta de la casa de
los Mansilla, objetivo final de su doloroso recorrido que inició al salir de su casa.
56 En la tercera y última etapa, más breve que las dos anteriores, conformada por
cuatro partes solamente, se desliza con cierta rapidez, aunque el ritmo de todo el
discurso ficcional está marcado por movimientos pausados, dificultosos y
titubeantes como los de la propia protagonista que responden a su edad, a su carga
emocional y a su enfermedad.
57 El final de la andadura se acerca y el encuentro cara a cara con Isabel está
próximo, frente a la casa de los Mansilla se confunden el miedo y la esperanza. Las
dos mujeres se observan, se miran, se reconocen pero la charla que inician es
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reconocimiento impostergable de que la vida sigue y hay que vivirla como mejor
confidentialité (mise à jour le 25 juin 2018).
Bibliographie
Eliade, Mircea, Imágenes y símbolos, Madrid : Taurus, 1999.
Barthes, Roland, La preparación de la novela, Buenos Aires : Siglo XXI, 2005.
Braidotti, Rosi, Sujetos nómades, Buenos Aires : Paidós, 2000.
Braidotti, Rosi, Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade, Madrid : Gedisa Ed., 2001.
Cixous, Hélène , La risa de la medusa, Madrid : Ed. Anthropos, 1995.
Cixous, Hélène y Derrida, Jacques, Velos, México : Siglo XXI, 2001.
Derrida, Jacques, La deconstrucción en las fronteras de la filosofía, Madrid : Paidós, 1989.
Frankl, Viktor E., El hombre en busca de sentido, Barcelona : Herder, 1998.
Lotman, Iuri , La semiósfera, Madrid : Cátedra, 1996.
Lyotard, Jean-François , La condición posmoderna, Barcelona : Altaya, 1999.
Merleau-Ponty, Maurice, Fenomenología de la percepción, México : Origen/Planeta, 1985.
Piñeiro, Claudia, Elena sabe, Buenos Aires : Clarín-Alfaguara, 2007.
Piñeiro, Claudia, Las viudas de los jueves, Buenos Aires : Clarín-Alfaguara, 2005.
Ricœur, Paul, La metáfora viva, Buenos Aires : Megápolis, 1984.
Notes
1 Claudia Piñeiro nació en 1960 en la Provincia de Buenos Aires-Argentina, escritora,
dramaturga, guionista de televisión ha creado varias obras entre las que se encuentran :
Tuya y Las viudas de los jueves en el año 2005, Un mismo árbol verde y Serafín, el escritor y la
bruja en el 2006, Elena sabe y Verona en el 2007, Las grietas de Jara en el 2009, novela por la
que recibió, en 2011, el Premio Sor Juana Inés de la Cruz en México.
Auteur
Ana María Del Gesso Cabrera
Catedrática de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Puebla
México
anadelg@gmail.com
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