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Giordano Bruno, nacido Filippo Bruno

(Nola, Nápoles, 1548 - Roma, 17 de


febrero de 1600) fue un religioso,
filósofo, astrónomo y poeta italiano.
Estudió en Nápoles especializándose en
humanidades y dialéctica.

A la edad de 18 años ingresó a la Orden


de los Dominicos, donde se dedicó al
estudio de la filosofía aristotélica y la
teología de Santo Tomás de Aquino
(tomismo). Ese mismo año cambió su
nombre por el de Giordano.

En Ginebra, Juan Calvino había instaurado una república protestante, doctrina a la


que se adhirió Bruno, pero con la cual también se pronunció en disconformidad. En
una ocasión publicó y distribuyó un panfleto acusando a Calvino de cometer 20
errores en una lectura. Por este motivo fue hecho prisionero hasta que se retractó y
abandonó el calvinismo bajo la acusación de coartar la libertad intelectual. Se
trasladó a Francia donde, luego de varios tropiezos por la guerra religiosa, fue
aceptado por Enrique III como profesor de la Universidad de París en 1581.
1
En 1583 viajó a Inglaterra, tras ser
nombrado Secretario del
embajador francés Michel de
Castelnau. Enseñó en la
Universidad de Oxford la nueva
cosmología copernicana atacando
las ideas tradicionales. Ese mismo
año regresó a París con el
embajador, para luego dirigirse a
Marburgo.

En Marburgo retó a los seguidores del aristotelismo a un debate público en el College


de Cambrai, donde fue ridiculizado, atacado físicamente y expulsado del país.
A instancias de Giovanni Mocenigo, noble veneciano, regresó a Italia. Mocenigo se
convierte en su protector, para impartir cátedra particular.
El 21 de mayo de 1591, Mocenigo traicionó a Bruno entregándolo a la Santa
Inquisición. El 27 de enero de 1593 se ordenó el encierro de Giordano Bruno en el
Palacio del Santo Oficio, en el Vaticano. Estuvo en la cárcel durante ocho años
mientras se disponía el juicio –bajo el tribunal de Venecia–, en el que se le
adjudicaban cargos por blasfemia, herejía e inmoralidad; principalmente por sus
enseñanzas sobre los múltiples sistemas solares y sobre la infinitud del universo.
2
Durante la ocupación napoleónica se perdieron la mayoría de los folios de ese juicio.
El proceso fue dirigido por Roberto Belarmino, quien
posteriormente llevaría el similar proceso contra Galileo.
Las múltiples ofertas de retractación fueron
desestimadas.
Finalmente, sin que se tenga conocimiento del motivo,
Giordano Bruno decidió reafirmarse en sus ideas y el 20
de enero de 1600 el papa Clemente VIII ordenó que fuera
llevado ante las autoridades seculares.
Es famosa la frase que dirigió a sus jueces: "Tembláis
más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al
recibirla". Fue expulsado de la Iglesia y sus trabajos
fueron quemados en la plaza pública.

La obra bruniana se encuentra teñida de un ligero averroísmo, consistente en la


defensa de la superioridad de la vida teórica frente a la vida práctica y la
reivindicación del carácter profesional del filósofo.
De entre sus tesis cosmológicas destacan la Idea de la infinitud del universo
entendida como expresión de la infinita potencia de Dios, así como su descripción
de las estrellas: soles rodeados de planetas parecidos a la tierra. El universo es
concebido como un conjunto que se transforma continuamente, que pasa de lo
inferior a lo superior por ser todo una y la misma cosa; la vida infinita e inagotable.
En esta vida quedan disueltas todas las diferencias, propias sólo de lo finito 3
El Universo está penetrado de vida y
es él mismo vida; organismo infinito
en el cual se hallan los organismos
de todos los mundos particulares, de
los infinitos sistemas solares
análogos al nuestro.
Lo que rige esta infinitud es la misma
ley –porque es la misma vida, el
mismo espíritu y orden– y, en última
instancia, Dios mismo.

“uno y el mismo... lo llena todo, ilumina el universo y orienta la naturaleza para


producir sus especies como le conviene... Nosotros lo llamamos artífice interno
porque forma la materia y la figura desde dentro: al igual que desde dentro la semilla
o raíz gobíerna y hace surgir los brotes; desde dentro del brote despliega las ramas;
desde dentro de las ramas forma otras ramas menores; desde dentro de éstas da
lugar a las yemas; desde dentro forma, figura, extiende, como nervios, las frondas,
las flores, los frutos; y desde dentro, en cierto momento, toma sus humores de las
frondas y frutos devolviéndolos a las ramas, de las ramas a los troncos, de los
troncos a los brotes, de los brotes a las raíces.”
4
Bruno llegó a la conclusión de que todas las
cosas son animales porque «el espíritu se
encuentra en todas las cosas y colma toda la
materia».
En consecuencia, el alma se asume como la
forma del mundo, forma que determina y dirige
todas las diferentes transformaciones del
universo.

“¿No veis que lo que era semilla se ha hecho hierba, y que lo que era hierba se
hace espiga, y la espiga pan, el pan alimento, el alimento sangre, de esta semilla,
de este embrión, de este hombre, de este cadáver, de esta tierra, de esta piedra,
otra cosa, y otra más, para llegar a todas las formas naturales? ... Es necesario,
pues, que haya una sola y misma cosa que en sí no es piedra, ni tierra, ni cadáver,
ni hombre, ni embrión ni sangre ni otra cosa.”

La negación de la trascendencia divina y la afirmación de la unidad materia-forma


se vinculan a otra idea fundamental de la concepción monística de Bruno: el
principio de la coincidentia oppositorum.
5
Bruno llevará el heliocentrismo de Copérnico hasta sus
más severas consecuencias: todo el sistema
aristotélico era falso, entonces, la bóveda celeste
estalla en miles de fragmentos... el universo es infinito y
en él hay infinitos mundos. Se produce una ruptura
respecto a la concepción griega en la cual lo perfecto es
finito y limitado. Por otra parte "universo" y "mundo"
dejan de ser sinónimos para incluirse uno en el otro. Se
hace imposible determinar así cuál es el centro del
universo, más difícil aún es afirmar su circunferencia. Ya
no hay esferas transparentes: los astros vagan
libremente por el espacio y también desaparecen las
regiones celestes porque todos los astros se componen
de los mismos elementos.

Es precisamente en esta concepción en la que se inscribe la entusiasta aceptación,


realizada por Bruno, del sistema copernicano. No se basa en las argumentaciones
científicas adoptadas por Copérnico en favor de su propia hipótesis (más aún, es
hasta dudoso que Bruno las comprendiera), sino exclusivamente en el acuerdo entre
esta hipótesis y la concepción bruniana de la infinitud. De manera análoga, Bruno
celebra las investigaciones de Tycho Brahe sobre los cometas sólo por su
significado filosófico. 6
Ciencia y Renacimiento

Uno de los primeros humanistas que se interesaron seriamente


por la ciencia fue Johannes Müller, llamado Regiomontano
porque había nacido en Konigsberg (1436-1476); se ocupó
sobre todo de astronomía, tradujo las obras de Ptolomeo y
fundó en Nuremberg un célebre observatorio.

Los límites de la concepción renacentista de la historia impiden al hombre satisfacer


plenamente su sed de saber, su ansia por conocer los misterios no sólo de la
humanidad, sino también, y sobre todo, de la naturaleza. Por eso no podían
contentarse con las conclusiones de las obras históricas, sino que siempre existió la
aspiración a un método capaz de captar la verdad de los hechos naturales y a una
técnica capaz de utilizar los resultados de las investigaciones efectuadas para
ventaja de la vida del hombre.
El éxito de la ciencia renacentista se debe sobre todo a esta feliz unión del puro
científico dueño de las teorías y del técnico capaz de experimentar estas últimas y
lograr de ellas resultados concretos
7
El primer ejemplo de ese afortunado connubio lo ofrece
Leonardo da Vinci, que, por haber reunido en su persona
al artista y al científico, con todo derecho puede ser
considerado el iniciador del maravilloso renacimiento
científico que en el siglo XVI dará lugar a los amplios
desarrollos en todos los campos de la investigación: de la
medicina a la anatomía, del álgebra a la mecánica, de la
física a la astronomía. La producción artística de
Leonardo da Vinci (1452-1519) es conocidísima; no puede
decirse lo mismo sobre sus contribuciones al renacimiento
de la ciencia. Estas contribuciones no fueron recogidas en
obras sistemáticas, sino que por desgracia se
mantuvieron en el estado de apuntes inéditos.

En el campo de la mecánica su intuición más profunda fue la del principio de inercia, que
Leonardo enmarcó en la teoría del ímpetu. Intuyó el principio de la composición de las
fuerzas, el principio de los vasos comunicantes, la analogía entre el fenómeno de la luz y los
fenómenos ondulatorios, etcétera. En geología explicó el origen de los fósiles; en
astronomía intuyó que la Tierra puede ser considerada como un astro, y hasta se propuso
demostrar que ésta debía reflejar la luz de manera análoga a como lo hace la Luna; en
anatomía describió la estructura y el funcionamiento del ojo, hizo varias observaciones
exactísimas sobre la circulación de la sangre, estudió los músculos del corazón y dibujó sus
válvulas, etcétera.
8
Pero el hecho más importante es que con sus investigaciones Leonardo abrió
muchos nuevos campos a la investigación científica, intuyó la importancia del
método experimental, recurrió con mucha inteligencia a la matemática y al
dibujo para explicar el mecanismo de los fenómenos, supo vincular estrechamente
técnica y ciencia y finalmente repudió con energía tanto las explicaciones
generales de carácter metafísico como todo recurso a la autoridad no basada en la
experiencia. En cuanto a la concepción filosófica de Leonardo, estuvo
probablemente influida por el idealismo platónico. Pero Leonardo no cae en el error
de querer deducir de tal concepción las teorías científicas de los diferentes
fenómenos examinados. A estas teorías llega no por abstractas argumentaciones
generales, sino por impulso directo de las exigencias prácticas. Fue su mentalidad
de ingeniero, no de filósofo, la que lo impulsó a indagar científicamente la
naturaleza. 9
El autor griego que asume como guía y modelo no es Aristóteles sino
Arquímedes; o sea, ya no es el metafísico constructor de amplísimas
concepciones filosóficas de la naturaleza, sino el matemático y el técnico, que
tiende a buscar en teoremas geométricos la explicación de los fenómenos. Este
renovado interés por Arquímedes, que crecerá a través de todo el siglo
siguiente, será el eslabón de conjunción entre la nueva ciencia creada por el
Renacimiento y la antigua trasmitida desde los griegos. 10
El principio fundamental de la magia dice
que el mundo de la naturaleza está
movido por fuerzas espirituales,
intrínsecamente similares a las del alma
humana. Se trata de un principio análogo
al de la astrología, según el cual el que
resulta animado es el cielo, y los
espíritus que guían los astros pueden
ejercer influencias decisivas sobre los
acontecimientos de la vida humana.

Identificación de vida y espíritu por un lado, de vida y movimiento por el otro:


llegaban a la conclusión, pues, de que todos los cuerpos en movimiento deben
necesariamente resultar animados. El hecho esencial para la historia de la ciencia es
que esta identificación no los apartaba del estudio directo del movimiento de los
cuerpos, ni de la creencia en la existencia de leyes que regularan esos movimientos.
En la segunda mitad del siglo Giambattista della Porta (1540-1615), ordenó
todo el campo de la magia en un gran tratado, Magia naturalis, en veinte
libros. Distinguía dos tipos de magia: la «infame», basada en el comercio con
los espíritus inmundos, y la «natural», basada, en cambio, en el estudio
directo de los fenómenos. También esta última, en realidad, contenía mil
extrañezas; pero se debe reconocer que entre esas extrañezas también
había observaciones bastante interesantes a las que sería difícil negar un
11
carácter científico.
Entre las disciplinas científicas, la que estuvo en contacto más
estrecho con la magia y la astrología fue sin duda la medicina.
Recordemos, por ejemplo, que Teofrasto Paracelso (1493 -1541)
se proponía reformar la medicina justamente por medio de la
magia. Dada la correspondencia entre macrocosmos y
microcosmos, Paracelso sostenía la necesidad de indagar el
primero para actuar sobre el segundo: las fuerzas mágicas, que
rigen el macrocosmos, sería las más idóneas para actuar también
sobre el microcosmos, interrogando sus enfermedades. Otro
instrumento indispensable para la medicina era, a su parecer, la
alquimia, entendida como arte de elegir y combinar las
substancias que mejor condensan en ellas las virtudes de los
astros.

Andrés Vesalio publicó en 1543 la


más famosa obra de anatomía del
siglo XVI De humani corporis fabrica,
enriquecida con numerosas planchas
dibujadas por un alumno de Tiziano.
Disección de cadáveres. Desde un
punto de vista metodológico, sus
palabras constituyen un documento
de excepcional interés sobre los
progresos realizados por la instancia 12
empírica en el ámbito de la medicina.
La mayor personalidad del siglo en física fue la
del inglés William Gilbert (1540-1603), médico de
corte del rey de Inglaterra. En su célebre obra De
magnete, publicada en 1600, se recogen todas las
informaciones que entonces se conocían sobre las
propiedades magnéticas y eléctricas de los
minerales, cuya enorme importancia comprendió
Gilbert. Pero le agregó sus observaciones, que
representan el fruto de indagaciones empíricas,
pacientes y rigurosas. Se trata del primer éxito
verdaderamente científico de lo que será llamado
el método inductivo. Es digno de mención que
fuera justamente Gilbert el que acuñó el nombre
de «electricidad», del griego electrón que
significa ‘ámbar’.

La obra tuvo una notable importancia no sólo desde el punto de vista experimental,
sino también desde el teórico. En efecto, aportó una valiosísima contribución para
la elaboración del concepto de masa material, introducido con mucha inteligencia
en la descripción de los fenómenos magnéticos.
La obra de Gilbert fue ampliamente estudiada y apreciada por Kepler, Bacon y
Galileo.
13
El problema algebraico frente al que habían tenido que
detenerse tanto los matemáticos griegos (que antes que
nada trataron el tema por vía geométrica) como los árabes
era la ecuación general de tercer grado. El problema fue
reexaminado a fondo por Nicoló Tartaglia (1506-1557).
Este nuevo examen condujo a Tartaglia a descubrir la
regla, bastante complicada, que permite resolver el
problema en toda su generalidad.

En esa época los matemáticos no acostumbraban a hacer públicas sus


invenciones de manera inmediata, sino que se limitaban a dar noticia implícita de
la misma a través de los llamados cartelli di matematica disfida («hojas de
desafíos matemáticos»), en los que el desafiante proponía a los doctos de la
época algún problema de particular dificultad dando la seguridad de poseer —por
su propia cuenta— la regla para resolverlo.
Otra dificultad de la investigación que hemos señalado estaba constituida por el
lenguaje utilizado para su tratamiento. Éste era, sustancialmente, el lenguaje
común. El francés Francois Viete (1540-1603) publica In artem analyticam
Isagoge, publicada en 1591, no contiene ningún resultado algebraico
verdaderamente nuevo; pero tiene el mérito de exponer los temas algebraicos en
un lenguaje simbólico-literal. 14
Nicolás Copérnico nació en Torun, Polonia, en 1473. Hacia 1505-1506 ideó las
líneas fundamentales de su propio sistema. Pero aún empleó muchos años para
redactarlos y ajustar la exposición. En 1530 publicó un breve extracto de la misma y
obtuvo la aprobación del papa Clemente VII, que hasta lo alentó a publicar la obra
in extenso. Pero a pesar de este impulso esperó todavía diez años antes de
entregarla a la imprenta. El primer libro impreso se lo llevaron a su lecho de muerte
en 1543, cuando su conciencia ya casi se había apagado. La obra que en breve
adquiriría tanta celebridad llevaba por título: De revolutionibus orbium coeles-
tium libri VI.
El primer editor de la obra de Copérnico, Andreas Osiander, incluyó un prefacio
para explicar que la nueva teoría sólo quería ser una hipótesis matemática sin 15
ninguna pretensión de reflejar la verdad física.
Johannes Kepler nació en 1571 en
Weil, en Württemberg. Pasó los
últimos años de su vida en pleno
ambiente de persecución sorda
suscitado por el fanatismo
protestante y católico, ejerciendo la
profesión bastante remunerativa de
astrólogo; publicaba, en efecto, los
almanaques astrológicos muy en
boga entonces. Murió en 1630.

Aunque poco a poco fue separándose del animismo que había inspirado su primera
obra, Kepler mantuvo durante toda su vida una concepción del mundo
substancialmente pitagórica, en la que son nítidas las huellas de la influencia de
Ficino. Por lo tanto consideró la armonía como ley general del universo, pensando
que ésta se expresa en rigurosas proporciones numéricas. No se le ocultó la
necesidad de apoyar la ciencia en datos sensoriales, pero trató de justificar esta
concesión al empirismo afirmando que las sensaciones ya contienen un factor
matemático, aunque sea en estado embrionario. Interpretó la matemática no como
ciencia de conceptos abstractos, sino como estudio de relaciones reales y
configuraciones efectivas de los objetos. Y en la célebre obra Observaciones sobre
los movimientos de Marte, publicada en 1609, formuló las primeros dos leyes sobre
el movimiento de los planetas que aún hoy se conocen con su nombre. Hasta 1619
no llegó a la formulación de la tercera. 16
1ª. Las órbitas de
los planetas son
elipses, en uno de
cuyos focos se sitúa
el Sol

2ª. Las áreas


descritas por el radio
vector que une el
Sol con el planeta
son proporcionales
al tiempo empleado
en recorrerlas

17
3ª. Los cuadrados de los períodos
de dos planetas son proporcionales
a los cubos de los ejes mayores de
las respectivas órbitas.

Las dos primeras leyes estudian el movimiento de un planeta abstrayendo de los


restantes; la tercera, en cambio, relaciona los movimientos de los distintos planetas.

Vídeo Leyes de Kepler
18
Francis Bacon nació en Londres en 1561, hijo de
un dignatario de la corte; la prematura muerte del
padre le enfrentó desde joven con graves
dificultades financieras. Se dedicó a la vida política y
logró poco a poco hacer carrera, mostrando -en la
lucha por su propia afirmación- una proceder
expeditivo no muy recomendable (se apresuró, por
ejemplo, a romper con su protector Essex apenas se
dio cuenta de que éste estaba cayendo en
desgracia). Con Jacobo I tuvo cargos muy
importantes; fue nombrado lord canciller y barón de
Verulamio.

En 1621, acusado de corrupción, reconoció en seguida su propia .culpa; la cámara


alta lo privó de la dignidad de lord canciller lo condenó a una pena pecuniaria y al
encarcelamiento a discreción del rey. El apoyo real le sirvió para no pagar la multa
y para pasar nada más que pocos días de cárcel. Se retiró a la vida privada y se
interesó sólo por los estudios. Murió en 1626. Sus principales escritos son: el
Novum organum, publicado en 1621, y el De dignitate et augmentis scientiarum,
publicado en 1623 Recordemos, además, el fragmento titulado La nueva Atlántida
que delinea la estructura de una sociedad perfecta (como descripción de una isla
imaginaria habitada por un pueblo feliz); los Ensayos, de tema literario, y los
apuntes recogidos coh el título Silva Silvarum 19
Suele afirmarse que Bacon fue el filósofo de la nueva ciencia.
Esta aseveración no debe entenderse en sentido literal. Si, en
efecto, confrontamos su obra con la de los mayores espíritus
de su época (científicos puros como Harvey o científicos-
metodológicos como Galileo y Descartes) nos vemos
obligados a reconocer: 1) que Bacon no aportó
contribuciones dignas de nota a algún campo especial del
saber; 2) que en realidad no meditó seriamente sobre los
concretos métodos de indagación, ni con las reglas
demasiado genéricas del Novum organum aportó un auxilio
efectivo a su perfeccionamiento técnico, o sea, a la solución
de ninguna de las dificultades con las que chocaban
esos métodos.
La grandeza de Bacon, por 10 tanto, debe buscarse en otra parte.
Consiste no ya en su obra genérica de investigador de los métodos
científicos, sino en la de defensor, convencido y entusiasta, del valor
de la nueva ciencia y de la importancia que estaba destinada a asumir.
Si bien es verdad que todos los espíritus más iluminados de su
generación' y de la inmediatamente siguiente estuvieron firmemente
persuadidos como él de que la renovación de la ciencia y de la técnica
incrementaría en medida enorme el poder del hombre en el mundo
20
El filósofo de esa era de carácter mercantil
que empezaba justamente en esos años
(cuando nacía la Compañía Inglesa de las
Indias y la Bolsa de Amsterdam, en 1602) a
reemplazar, en los países más avanzados,
a la vieja era de carácter agrícola y artesana.

Es particularmente significativa, desde este punto de vista, la descripción -que


esboza en la Nueva Atlántida- del tipo de sociedad que considera ideal y perfecta.
Si la comparamos con la sociedad ideal descrita por Thomas More en su Utopía o
con la descrita por Tommaso Campanella en La ciudad del Sol vemos que la
sociedad ideal de Bacon tiene esta característica: su estructura se basa por entero
en la ciencia y en la técnica y está dirigida a hacerlas progresar para el bien de la
humanidad. También las relaciones entre ciencia y religión quedan claramente
aclaradas por esa obra: la sociedad ideal de Bacon no desea ser, en efecto, una
sociedad irreligiosa; su religión, sin embargo, está constituida de tal manera que no
entre en contradicción con la ciencia, sino que asuma entre sus funciones más
características la de apoyar la ciencia y garantizar su valor moral. Es evidente
que esto refleja la convicción de los pioneros de la revolución mercantil (convicción
cada vez más difundida en los países protestantes) de que las nuevas estructuras
sociales habrían terminado por encontrar un auxilio para su propio desarrollo en la
seriedad de concepciones y costumbres predicada por el cristianismo. 21
En realidad Bacon conserva, en varios puntos
especiales de la filosofía y de la ciencia, algunas ideas
de carácter netamente aristotélico: y éstas son
muchos más numerosas de lo que él mismo imagina.
A pesar de esta indiscutible realidad, la polémica que
sostuvo contra el pensamiento antiguo y medieval es,
sin duda, una de las más enérgicase intransigentes
que la historia dela filosofía recuerda; tan enérgica que
no pocas veces resulta hasta intemperante. Se
inscribe en una visión general de la historia basada en
la consideración del saber humano como un conjunto
de energías en continuo desarrollo, que tendría varias
fases análogas a la vida del hombre

En este desarrollo secular, los filósofos antiguos representarían la edad infantil y los
modernos, en cambio, la plena madurez. Es pues perfectamente natural que las
concepciones de la Antigüedad sean en todo similares al balbuceo de los niños,
innegablemente menos sólidas que las nuestras, que son el fruto de larguísimas
experiencias. Sí pasamos ahora a un examen más detallado de la polémica de
Bacon contra Aristóteles, en seguida debemos decir que el primero y más
importante argumento considerado por nuestro autor es la lógica. La objeción
central que Bacon plantea contra la lógica aristotélica es la invencible esterilidad de
sus artificiosas reglas deductivas. 22
Éstas afirman que deducen el caso particular de las
premisas generales, del silogismo; pero se trata de un
conocimiento pura y simplemente ilusorio. En efecto, no
nos dicen lo más importante, a saber, cómo es posible
obtener tales premisas. En verdad, cualquiera podría
responder a Bacon que el problema en modo alguno se le
había escapado a Aristóteles: tan es así que el Estagirita
había ideado, para resolverlo, el famoso proceso de
inducción. Y justamente éste es, según el inglés, el punto
más débil de la lógica aristotélica.
A la lógica aristotélica Bacon contrapone el recurso a la experiencia; esta remisión,
sin embargo -y es una de las principales características de nuestro autor-, no puede
consistir en la pura y simple recolección de datos de observación, sino que requiere
su más cuidadosa elaboración. Observaciones casuales e imperfectamente
analizadas, comprobaciones no organizadas de fenómenos particulares, no
están en condiciones de cimentar principio científico alguno. Es necesario,
por supuesto, recurrir a los sentidos, pero sobre todo saber llegar hasta la
experientia litterata, o sea, a la experiencia sistemática, realizada metódicamente.
Según Bacon, la filosofía de Aristóteles está afectada, como 10 están en general
todos los sistemas filosóficos de la Antigüedad, excluido el de Demócrito, por un
gravísimo vicio original: un auténtico pecado de presunción. En efecto, presume de
recabar de la mente humana el conocimiento del mundo, en vez de buscarlo
23
pacientemente en la observación de la naturaleza.
Hay que liberarse de dicho pecado original y de sus perniciosas consecuencias.
Para castigar al hombre por su pecaminosa presunción, Dios lo había privado de
todo poder real sobre las cosas. Si queremos evitar ese castigo no nos queda más
que un medio: liberarnos del mencionado pecado original de presunción
repudiando con él a la vez toda la filosofía griega
Se trata, en otros términos, de abandonar el modo de proceder esencialmente
teórico de los antiguos filósofos y substituirlo por uno nuevo, esencialmente
práctico-operativo, capaz de tener en cuenta todo arte u oficio que nos ponga en
contacto: directo con la naturaleza. Bacon concluye que el nuevo enfoque dará
origen a una ciencia radicalmente diferente de la de los antiguos: ciencia que
estará en condiciones no sólo de aclararnos sobre el verdadero curso de la
naturaleza, sino de hacernos lograr éxitos práctico cada vez mayores; será
a la ves resplandeciente y fructífera. El propósito de reformar todo el saber en un
sentido práctico operativo impulsa a Bacon a proyectar la estructuración de la
ciencia en una nueva enciclopedia (instauratio magna) totalmente diferente
de la de Aristóteles. Se basa en la distinción de tres grados de conocimiento:
a) conocimiento histórico, basado en la memoria, o sea, en la pura recolección de
materiales de observación; b) conocimiento poético, basado en la fantasía, o sea,
en la libre construcción de agradables sueños, sin ningún contacto con los datos;
c) conocimiento filosófico, basado en el intelecto, o sea, en la elaboración racional
de los datos: éste comprenderá la teología natural, la física, la medicina,
y culminará en la philosophia activa, o sea, en el estudio dirigido a
la construcción de instrumentos útiles para el hombre. 24
La lógica de Bacon puede subdividirse en dos panes, la liberación del error (pars
destruens) y la construcción del saber (pars adstruens). La primera parte está
constituida por la teoría de los idola. Errores y prejuicios son, en efecto, paragonables
-según Bacon- a los ídolos, que ocultan la visión del verdadero Dios.Los ídolos que
velan al hombre el verdadero saber son de cuatro tipos. Los ídolos de la tribu son
aquellos comunes a todos los hombres, y requieren, pues, un examen crítico de la
misma naturaleza humana; como, por ejemplo, la limitación y falibilidad de los
sentidos, la tendencia de la mente a ver una uniformidad y regularidad también donde
no existen, etc. Los ídolos de la caverna dependen, en cambio, de la naturaleza del
individuo y deben ser corregidos tratando de superar la limitación de cada hombre,
sus gustos, sus tendencias particulares, las costumbres contraídas por la educación,
por el ambiente en el que siempre vivió, etcétera. Los ídolos del foro (o sea, del
mercado, donde los hombres entran en contacto unos con otros) derivan sobre todo
del lenguaje, que crea palabras vacías para cosas inexistentes y viceversa, no
dispone de vocablos específicos para indicar cosas efectivamente existentes; la
eliminación de estos ídolos implica la eliminación de todos los conceptos ilusorios y de
las infinitas controversias verbales que se producen alrededor de éstos. Finalmente,
los ídolos del teatro son los debidos a la influencia de las teorías tradicionales, que
engañan a los hombres como los histriones, que recitan en el teatro y engañan al
público espectador;' su eliminación coincide con la crítica del saber tradicional
señalado en las páginas precedentes.

25
La pars adstruens consiste en la determinación de las regIas que caracterizan· la
experientia litterata único serio fundamento del saber. Son las reglas de inducción
baconiana, contrapuestas a las de la inducción aristotélica. Podemos
esquematizarlas en tres instancias: 1) se trata antes que nada de elaborar, para
cada fenómeno, la tabula presentiae, que registra con la máxima precisión todos
los casos en los que se verifica ese fenómeno; 2) se elaborará luego una tabula
absentiae, que enumera los casos en los que el fenómeno no tiene lugar, mientras
que se creyó encontrarlo; 3) se pasará, finalmente, a la tabula graduum, que
estudia los casos en los cuales el fenómeno aumenta o disminuye.
Sólo la construcción rigurosa de las tres tablas -de presencia, ausencia y grados-
nos permitirá, según Bacon, penetrar afondo la naturaleza del fenómeno. Con tal fin
será necesario un cuidadoso examen comparativo de las mismas tablas, al que
seguirá la formulación de una hipótesis y por último, su verificación empírica. De
manera diferente a lo que podríamos esperar, el resultado al que tiende la inducción
baconiana es muy similar al que tendía la investigación científica entendida en el
sentido tradicional. Bacon afirma, en efecto, con palabras muy explícitas, que el
resultado de la investigación científica debe estar constituido por la «forma» de los
fenómenos individuales estudiados. Por ejemplo, el resultado de una investigación
lógicamente rigurosa sobre el calor -él mismo se detiene largamente en esta
ejemplificación- debe ser la «forma» del calor, o sea, la determinación de la nota
característica, efectivamente común a todas las cosas calientes.

26
Aunque brevemente, será oportuno explicar estas diferencias; conciernen en
particular al carácter matemático de las leyes físicas. Mientras que, como veremos,
Galileo y los grandes científicos de los siglos siguientes reconocerán plenamente
este carácter, el mismo escapaba de manera total a Bacon, por lo cual la ciencia
que debía constituir la gran conquista de su nueva metodología resulta puramente
cualitativa y por lo tanto no es diferente de la física aristotélica. Basta ver que la
indiferencia de Bacon frente a la matemática, su incomprensión hacia el valor de
esta ciencia (tanto en sí misma como en su función instrumental para todas las
otras ciencias) lo lleva a tal nivel de ceguera que le hace descuidar el problema de
una precisa ubicación de ésta en su nueva enciclopedia del saber. Para
comprender la gravedad de esta posición, basta con reflexionar sobre la enorme
influencia progresiva ejercida por la lectura de los textos de Arquímedes en gran
parte de los científicos del Renacimiento: al no captar el valor y el significado de
esta influencia, Bacon se colocó inconscientemente fuera de la orientación. La
ceguera de Bacon hacia la matemática concuerda perfectamente con su
incomprensión del gravísimo conflicto cultural surgido en las grandes controversias
astronómicas de la época. «Nadie -escribe- puede esperar resolver el problema de
si es el cielo o bien la Tierra la que sufre una rotación cotidiana, si antes no
comprendió la naturaleza del movimiento circular espontáneo.» Es una posición
agnóstica que esconde un verdadero retraso científico. En efecto, Bacon
no busca la naturaleza del movimiento circular en el análisis matemática y
mecánico del movimiento mismo, o sea, en las «medidas» y en los «períodos de los
movimientos celestes», sino en la alegría o en el horror que experimentarían los27
cuerpos por tal movimiento.
Bacon sostiene que la forma de los fenómenos surge no del examen cuantitativo de
los fenómenos mismos, sino de la composición interna de las cosas (o sea, del
schematismus latens) y de los íntimos procesos que son la base de esa composición
(o sea, del processus latens). También se ha intentado dar una interpretación muy
lisonjera para su autor de estos dos conceptos -del schematismus latens
y del processus latens: la de que constituyen geniales intuiciones de lo que serán los
desarrollos más recientes de la ciencia moderna. Pero se trata, una vez más, de
interpretaciones privadas de fundamento, ya que no se puede atribuir a Bacon el don
de intuir los desarrollos lejanos de la ciencia, cuando se mostraba incapaz de
comprender los progresos más básicos de la ciencia de su siglo. En realidad,
los dos conceptos señalados no son más que simples residuos de la alquimia
medieval, y recurrir a ellos para explicar los fenómenos demuestra sólo la
permanencia en el pensamiento baconiano de una concepción substancialista del
mundo propia ya de una época pasada

28
Debemos negar, pues, francamente a la conclusión de que los resultados obtenidos
por Bacon, a través de su complejo y laborioso plan de innovación general de la
ciencia, nos deja profundamente desilusionados. Son resultados bastante míseros,
que no escapan al sistema conceptual de la escolástica y que de ninguna manera se
inscriben en el núcleo más vivo de los problemas debatidos, en esos mismos
años, por los verdaderos científicos. Si los comparamos con la efectiva renovación de
la ciencia que se produce en los siglos XVI y XVII, tenemos que reconocer que sirven
sólo para una cosa: para demostrarnos cuán persistentes eran las vinculaciones con
el pasado aun en uno de los hombres que había comprendido con mayor claridad el
giro radical de la nueva cultura.
Por lo tanto, resulta fuera de lugar buscar en tales resultados la grandeza de Bacon.
Mucho más serio resulta buscarla donde ésta efectivamente aparece, o sea, en el
entusiasmo profético hacia las tareas que conciernen a la investigación científica de
cara al conocimiento y al dominio técnico de la naturaleza. Es un entusiasmo que
puede parecer injustificado si se tiene en cuenta la tosquedad de los auténticos
conocimientos científicos de Bacon, pero que expresa con rara claridad la fe de la
nueva sociedad en la ciencia que está surgiendo. Corresponderá a esta fe la
importantísima tarea de infundir en los nuevos filósofos y científicos la fuerza
indispensable para continuar con tenacidad sus investigaciones, animados por la
certidumbre de la insustituible misión civilizadora de la ciencia.

29
Galileo Galilei nació en Pisa el 15 de febrero de
1564 en una familia de origen florentino. Se inscribió
a los diecisiete años en la Universidad de Pisa como
estudiante de medicina, pero se mostró muy poco
interesado por esta ciencia y muy pronto empezó a
cultivar la matemática en lugar de ésta, estudiándola
con mucho empeño en las grandes obras de los
griegos, en particular de Euclides y de Arquímedes.
Dejó Pisa sin haber concluido sus estudios. En
1592 logró mejorar notablemente su situación y
obtuvo el nombramiento de profesor de matemáticas
en la Universidad de Padua.

Los dieciocho años que pasó en Padua (1592-1610) fueron sin duda los mejores de
su vida, por la gran libertad de pensamiento de la que pudo gozar.
En ese período Galileo convivió, aunque sin llegar a un casamiento formal, con
Marina Gamba, de la que tuvo dos hijas y un hijo, hacia los que siempre sintió un
gran afecto.
Vida de Galileo (Vídeo en Internet)

30
Galileo Galilei nació el mismo año en que nació William
Shakespeare y el mismo mes en que murió Miguel
Ángel. La repetición que aparece en su nombre se debió
a que un antepasado suyo del siglo xv llamado Galileo
Bonaiuti llegó a ser una personalidad tan importante
socialmente como médico y magistrado eminente, que
la familia cambió de apellido. A «nuestro» Galileo le
dieron además el nombre de pila de su antepasado,
dándose la paradoja de que aquel Galileo Bonaiuti, que
en su tiempo fue tan famoso, es recordado ahora
únicamente por haber sido un antepasado de Galileo
Galilei.

En la época en que nació Galileo, la familia tenía buenos contactos y una posición
respetable dentro de la sociedad, pero siempre sería un problema para ellos
encontrar el dinero necesario para mantener esa posición. El padre de Galileo,
Vincenzio, que había nacido en Florencia en 1520, fue un consumado músico
profe-sional que estaba profundamente interesado por las matemáticas y la teoría
de la música. Contrajo matrimonio con una joven llamada Giulia en 1562 y Galileo
fue el mayor de sus siete hijos, de los cuales tres murieron probablemente en la
infancia. Los hermanos supervivientes eran Virginia, nacida en 1573, Michelangelo
(1575) y Livia (1587), siendo Galileo el mayor de todos ellos. Tras la muerte de su
padre, se convirtió en el cabeza de familia, lo cual le iba a ocasionar no pocas
31
preocupaciones. Vídeo música Vincenzo Galileo
Vincenzo decidió regresar a Florencia,
llevando a Giulia con él, pero dejando a
Galileo con unos parientes en Pisa durante
dos años, mientras él se establecía de
nuevo en su ciudad natal. Era la época en
que toda la región de Toscana, y Florencia y
Pisa en particular, florecía en el
Renacimiento. La región estaba gobernada
por el duque de Florencia, Cosimo de
Medici

Hasta la edad de 11 años, Galileo fue educado en su propio hogar, en gran medi-da
por su padre, pero con la ayuda de un tutor ocasional. Se convirtió en un músico
excelente por derecho propio, pero en lo relativo a la profesión, nunca siguió los
pasos de su padre, y durante toda su vida tocó (sobre todo el laúd) únicamente por
placer. Vincenzo fue una especie de librepensador y no sentía un gran amor por las
formas y los rituales de la Iglesia. Sin embargo, en 1575, cuando llegó el momento
de enviar a Galileo fuera del hogar, para que recibiese una educación más formal, el
lugar a donde obviamente se le podía enviar, sólo por razones educativas, era un
monasterio. Galileo se enamoró del estilo de vida monástico y a la edad de 15
años ingresó en la orden como novicio. Su padre estaba horrorizado y, cuando el
muchacho desarrolló una infección ocular, lo sacó rápidamente del monasterio y lo
llevó a Florencia para que lo viera un médico. Sus ojos se recuperaron, pero Galileo
no volvió nunca más al monasterio. 32
¿Qué podía ser mejor que conseguir que adquiriera
una formación como médico, igual que su ilustre
homónimo? En 1581, a los 17 años de edad, Galileo
se matriculó como estudiante de medicina en la
Universidad de Pisa. Galileo fue un estudiante
argumentador y que cuestionaba sin miedo la
sabiduría (en gran medida aristotélica) heredada en
aquella época. Se hizo famoso entre los estudiantes,
recibiendo el apodo de el pendenciero por su amor a
la discusión.
Se complació en dar a sus compañeros y profesores de la universidad una explicación
según la cual todas las bolas de granizo se producían en el mismo lugar dentro de
una nube, por lo que caían todas juntas a la misma velocidad, independientemente de
su peso. Se unió de manera no oficial a los alumnos de Ostilio Ricci y comenzó a
estudiar geometría euclídea en vez de dedicarse a los libros de texto de medicina.
Ricci se dio cuenta de que Galileo tenía aptitudes para la materia y le dio su apoyo
cuando éste pidió permiso a Vincenzo para cambiar sus estudios de medicina por los
de matemáticas. Vincenzo se negó, alegando motivos aparentemente razonables,
como el hecho de que había muchos puestos para colocarse como médico, pero muy
pocos para los matemáticos. De todos modos, Galileo continuó estudiando
matemáticas, ignorando ampliamente los estudios de medicina, por lo que, cuando se
fue de Pisa en 1585, no tenía ningún título y volvió a Florencia para intentar ganarse la
vida a duras penas como profesor particular de matemáticas y filosofía natural. 33
Parece ser, casi con toda seguridad, que Galileo
quedó hipnotizado por el balanceo lento y continuo
de una lámpara de brazos durante un sermón
bastante tedioso que escuchó en la catedral, y que,
como no tenía nada mejor que hacer, se dedicó,
utilizando los latidos de su propio pulso, a
cronometrar la oscilación de este péndulo a medida
que el arco recorrido por la lámpara se iba
acortando.
Este pasatiempo le hizo descubrir que el péndulo siempre tardaba el mismo tiempo
en realizar una oscilación completa, tanto si oscilaba recorriendo un arco corto,
como si lo hacía recorriendo un arco largo. Galileo volvió a la universidad de Pisa
como catedrático de matemáticas, con un contrato de tres años. Aunque el nombre
de este cargo sonaba muy bien, se trataba sólo de un primer paso muy modesto en
el escalafón académico. Como sin duda le diría Vincenzo Galilei en alguna ocasión
a su hijo, por aquel entonces el catedrático de medicina cobraba en Pisa un salario
de 2.000 coronas al año, mientras que el catedrático de matemáticas tenía que
arreglárselas con 60 coronas. Galileo se veía obligado a completar sus ingresos
aceptando estudiantes que vivían con él y tenían la ventaja de disfrutar de sus
enseñanzas y su influencia más o menos a tiempo completo, no sólo en las horas de
clase. La enseñanza que recibían estos alumnos particulares en casa de Galileo era
en algunos aspectos muy diferente de la que él se veía obligado a impartir en las
34
clases oficiales
Otra de las leyendas que Viviani contó sobre Galileo
se refería a la época de éste como profesor de
matemáticas en Pisa, pero lo más probable es que no
sea cierta. Galileo dejó caer objetos de pesos
diferentes desde lo alto de la Torre Inclinada de Pisa
para demostrar que llegarían al suelo al mismo
tiempo. En 1586 un ingeniero flamenco, Simón Stevin
(1548-1620) llevó a cabo realmente estos
experimentos, utilizando pesas de plomo que dejó
caer desde una torre de unos diez metros de altura.

Los pesos tocaron el suelo casi de manera simultánea, pero no exactamente en el


mismo instante, hecho que los peripatéticos consideraron como una prueba de que
Galileo estaba equivocado. Éste fue directo en su respuesta:

Aristóteles dice que una bola de cien libras de peso que caiga de una altura de cien
codos llega al suelo antes que una bola de una libra que caiga desde una altura de un
codo. Yo afirmo que llegan al mismo tiempo. Si se hace la prueba, se ve que la bola
mayor ade-lanta a la menor por dos pulgadas. Ahora bien, detrás de esas dos
pulgadas queréis esconder los noventa y nueve codos de Aristóteles, y habláis sólo
de mi error, pero guardáis silencio sobre su enorme equivocación.
35
Se negó a vestir la toga de los académicos, que era el
símbolo de su cargo, burlándose de sus colegas por estar
éstos más interesados por los atavíos correspondientes a su
posición que por investigar cómo funcionaba realmente el
mundo y llamaba la atención (en aquel tiempo tenía toda la
cabeza cubierta de cabellos rojos y una considerable barba,
también roja) cuando confraternizaba con estudiantes en las
tabernas más sórdidas de la ciudad. Necesidad de
conseguir unos ingresos más altos llegó a ser acuciante en
1591, cuando falleció Vincenzo Galilei.
Lejos de dejar alguna herencia sustancial a sus hijos, poco tiempo antes de su muerte
Vincenzio había prometido una dote generosa para su hija Virginia; en consecuencia,
Galileo y Michelangelo Galilei, su hermano menor, se convirtieron en los
responsables legales de esta deuda. En la práctica, esto significó que Galileo, como
cabeza de familia, tuvo que asumir la deuda, ya que Michelangelo no sólo omitió
pagar su parte, sino que se convirtió en un músico itinerante y sin recursos, que
continuamente regresaba para pedir a Galileo «préstamos» que nunca pagaba. Todo
ello resultó extremadamente gravoso para Galileo, ya que a él también le gustaba
gastar dinero, disfrutar de buenos vinos y buena comida, e invitar a sus amigos
generosamente cuando disponía de fondos. El cargo que Galileo se propuso
conseguir era la cátedra de matemáticas de la Universidad de Padua. Además de
ser un empleo más prestigioso y mejor pagado, Padua formaba parte de la República
de Venecia, un Estado lo suficientemente rico y poderoso como para poder plantar
36
cara a Roma.
Galileo vivió sus momentos más brillantes en Padua en
varios aspectos prácticos: primero, con un tratado sobre
fortificaciones militares (un tema de importancia
considerable para la República de Venecia) y luego con un
libro de mecánica, basado en las clases que estaba
impartiendo en la universidad. Entre otras cosas, Galileo
explicó claramente cómo funcionan los sistemas de poleas,
de tal manera que, aunque a primera vista pudiera parecer
milagroso.
Como conseguir algo a cambio de nada, por ejemplo, un peso de 1 kilogramo se
utilice para levantar otro de 10 kilogramos, para lograr esto el peso de 1 kilogramo ha
de moverse diez veces más que el de 10 kilogramos, como si hiciera diez viajes para
levantar diez pesos de 1 kilogramo. También la vida social e intelectual de Galileo
floreció en Padua, desarrollándose en torno a sus nuevos amigos. En este nuevo
círculo de amistades estaban en particular dos hombres que desempeñarían un
importante papel durante los últimos años de la vida de Galileo —el fraile Paolo Sarpi
y el cardenal Roberto Bellarmino—. Aunque Sarpi llegó a ser amigo íntimo de Galileo
y Bellarmine tenía una relación amistosa con él (aunque no fuera mucho más que un
conocido), ambos representaban posturas religiosas muy diferentes. Sarpi era un
católico tan poco ortodoxo que, más tarde, algunos de sus opositores llegarían a
sospechar que era un protestante encubierto, mientras que Bellarmine era una figura
destacada de la Iglesia oficial, un teólogo e intelectual que desempeñaría un papel
importante en el procesa-miento de Giordano Bruno por herejía 37
A mediados de la década de 1590 tuvo
un discreto éxito, pero no le hizo rico. Se
trataba de un artilugio conocido como
«compás» . Inicialmente fue un aparato
destinado a ayudar a los artilleros en el
cálculo de las elevaciones requeridas
para disparar sus cañones a distintas
distancias, pero en los años posteriores
fue desarrollado hasta convertirlo en un
instrumento utilizable para cualquier tipo
de cálculo .
En la segunda mitad de la década de 1590, sus compromisos personales se habían
multiplicado, tras comenzar una relación estable con Marina Gamba, una mujer de
Padua perteneciente a una clase social inferior. Galileo y Marina nunca se casaron
(de hecho, nunca vivieron juntos en la misma casa), pero era una relación
públicamente reconocida y tuvieron tres hijos —dos hijas nacidas en 1600 y 1601.
Con respecto a las hijas, decidió que su destino fuera hacerse monjas, una decisión
que pudo estar marcada por los continuos problemas de Galileo para encontrar dinero
con que pagar las dotes de sus hermanas y que quizá derivó del propósito de no
verse en la misma situación con sus hijas. En 1603, Galileo contrajo una enfermedad
que iba a afectarle durante el resto de su vida. Galileo llevaba una intensa vida
privada. Estudiaba literatura y poesía, asistía al teatro con regularidad y continuaba
tocando el laúd con gran maestría
38
Galileo se convirtió en astrónomo (por primera vez) y
constató que la supernova de Kepler no se desplazaba en
el cielo con respecto a las demás estrellas. Dio una serie
de conferencias, que fueron bien recibidas por el público,
argumentando en ellas que dicha nueva estrella debía
estar tan lejos de la Tierra como las otras estrellas,
refutando así la idea aristotélica de que la esfera celeste
era invariable.
No se encuentra a menor altura que otras estrellas
y no se desplaza de un modo diferente
al de todas las estrellas fijas —ni cambia de aspecto o tamaño. Todo esto lo
demuestra la razón más pura;
no vemos indicios de paralaje los que estamos en la Tierra a causa de las enormes
dimensiones del cielo.
En 1611, Galileo partió para visitar Roma como embajador científico oficial del
Estado de Toscana. Los miembros de este comité (jesuitas) llegaron a las siguientes
conclusiones:
1) La Vía Láctea está formada realmente por un gran número de estrellas;
2) Saturno tiene una extraña forma ovalada con protuberancias a cada lado;
3) la superficie de la Luna es irregular;
4) Venus presenta fases;
5) Júpiter tiene cuatro satélites.
39
El descubrimiento del anteojo es de 1609. Su
mérito, que se refiere no tanto a la prioridad de la
invención (es cierto, por otra parte, que el telescopio
de Galileo resultó mucho más potente que los otros)
como al hecho de que fue indudablemente el
primero en atribuir a este instrumento un efectivo
valor científico.
Orientando el telescopio hada el cielo Galileo tuvo la
suerte y la alegría de descubrir nuevos maravillosos
fenómenos, los cuatro satélites de Júpiter (que llamó
«mediceos» en honor del gran duque de Toscana),
las manchas de la Luna, las manchas del Sol,
etcétera. Galileo dio la gran noticia en el Sidéreus
nuncius
Se convenció de manera definitiva de la verdad del sistema copernicano.
1) Galileo estaba absolutamente seguro de la verdad científica del sistema
heliocéntrico; 2) no estaba filosóficamente dispuesto a admitir (como los
aristotélicos) la coexistencia de verdades antitéticas entre sí; 3) mucho menos
estaba dispuesto a considerar la religión como puro y simple conjunto de reglas
prácticas, inventadas para dominar a los pueblos y engañar a los ingenuos. Los
textos sagrados no contienen —si se los interpreta bien— afirmación alguna en
real antítesis con la verdad copernicana.
40
En 1616 Galileo es llamado por primera vez a Roma
para dar cuenta de su propensión al copernicanismo y
de sus tentativas de mostrar que la verdad de la Biblia
no es incompatible con la del sistema copernicano.
(Eran tentativas que hoy pueden parecemos
extremadamente claras; pero no era así en el siglo
XVII. Afirmaban, en esencia, que en la Biblia Dios no
quiere revelarnos las verdades astronómicas, sino que
usó el lenguaje que podía ser comprendido por
aquellos a los que hablaba; así cuando hacía
exclamar a Josué las célebres palabras «¡Detente, oh
sol!».)

Reasumiendo el antiguo programa, Galileo se decidió por lo tanto a llevar a cabo


una gran obra destinada a confrontar los argumentos científicos que sostenían
ambas tesis contrarias, la geocéntrica y la heliocéntrica. Para darle un tratamiento
de aparente neutralidad, eligió la forma dialogada, imaginando que un aristotélico
(Simplicio) y un copernicano (Salviati) son invitados a exponer cada uno su propia
concepción a un tercer interlocutor (Sagredo), deseoso de conocer a fondo los
términos exactos de la gran controversia. Obtenida con esta estrategia la
autorizadón eclesiástica, el Diálogo acerca de los dos máximos sistemas del mundo
pudo aparecer en 1632.
41
Io, Europa, Ganímedes y Calisto.

En el vacío una pluma y una bola de hierra caerían con la misma


velocidad. Vídeo caída libre

42
Yo, Galileo,
(….…)
Teniendo ante mis ojos los sacrosantos Evangelios
que toco con mis manos,
Juro que he creído siempre, que creo ahora
y que con la ayuda de Dios seguiré creyendo en el futuro
todo lo que la Santa Iglesia católica y apostólica tiene por verdadero, predica y enseña.
En consecuencia,
queriendo eliminar de la mente de vuestras Eminencias
y de todos los fieles cristianos
esta vehemente sospecha
justamente concebida contra mí,
vengo con corazón sincero
y fe no ficticia
a abjurar, maldecir y detestar
los susodichos errores y herejías y, en general, todo error, herejía y secta contraria a la santa
Iglesia. Y juro que en el futuro
no diré ni afirmaré nunca jamás, ni verbalmente ni por escrito, cosas que puedan hacerme
sospechoso.
Si conozco algún hereje o sospechoso de herejía,
le denunciaré al Santo Oficio o al Inquisidor del lugar
donde me encuentre ( … ).
Yo, Galileo, que suscribo,
he abjurado, jurado, prometido
43
y me he comprometido a lo que precede.
En 1619 una áspera polémica con el jesuita Orazio Grassi
sobre los cometas y la inalterabilidad de los cielos. Al científico
viejo y enfermizo se le ordenó —pero con un tono muy
diferente al de 1616— que se trasladara a Roma para
comparecer ante un tribunal del Santo Oficio. Sus adversarios
sostenían con encarnizamiento que su libro era «execrable y
más pernicioso para la Iglesia que los escritos de Lutero y de
Calvino». Galileo fue procesado, reconoddo culpable y
obligado a abjurar.

El fallo de su programa colmó el ánimo de Galileo con una


profunda amargura que ya no lo abandonó hasta la muerte.
Su único consuelo fue el afecto de sus familiares, sobre todo
de su hija Virginia (sor María Celeste), la cual, sin embargo,
murió en 1634, agregando un nuevo dolor gravísimo al ánimo
ya quebrantado del gran científico

44
Galileo imprime a la investigación
científica, no entendida ya como
búsqueda de concepciones generales
sino como conjunto de procesos
cognoscitivos que se desmiembra en
varias investigaciones particulares
exactamente determinadas.Buscar en
Galileo una filosofía general, o acusarlo
porque no se esforzó por elaborar un
auténtico sistema filosófico, significa no
comprender el significado profundo de su
obra.
Un ejemplo lo tenemos en la asimilación del saber humano, matemáticamente
fundamentado, con el saber divino, por el cual el hombre puede considerarse
«intensivamente» igual a Dios. Otro ejemplo es la distinción galileana entre dos
tipos de cualidades de los objetos: las espaciales y mecánicas, que residen en los
mismos objetos y sirven para la explicación de los fenómenos, y las que se originan
en el sujeto (colores, sabores, sonidos, etc.). Un tercer ejemplo es la caracterización
de la relación causal, concebida por Galileo como relación de sucesión constante
entre fenómenos (señalado el fenómeno-causa, se produce el fenómeno-efecto;
eliminando el primero, falta el segundo). Esta definición tuvo el mérito, entre otros,
de liberar el concepto físico de causalidad de toda referencia antropomórfica y
45
por lo tanto de toda indagación sobre los «fines» de la naturaleza.
En Galileo están presentes tanto la
instancia empírica como la instancia
matemática; pero ninguna de ellas
agota por sí sola su método de
investigación. No lo agota la instancia
empírica, que —ya afirmada en la
Antigüedad por Aristóteles en antítesis
a Platón— sólo produjo una genérica
física cualitativa; y tampoco la agota la
instanda matemática, que por sí sola
no está en condidones de sacarnos del
campo de los conceptos abstractos e
insertarnos en la realidad.

El enfoque inicial de Galileo no difiere del de Bacon; la naturaleza no sólo debe ser
«escuchada», sino también «interrogada». Pero entre el italiano y el inglés surge una
gran diferencia apenas tratan de precisar el carácter de esta interrogación. La
interrogación baconiana está, en efecto, estructurada con la intención de buscar en
los fenómenos su «forma», su «esquematismo latente», sus notas comunes; la
galileana tiende, en cambio, a descubrir las leyes de los fenómenos, o sea, las
proporciones matemáticas entre fenómeno y fenómeno.
46
“La filosofía está escrita en este grandísimo libro que continuamente se nos abre
ante los ojos (me refiero al Universo), pero no puede entenderse si antes no se
aprende a entender el lenguaje y conocer los caracteres en los que está escrito.
Está escrito en lenguaje matemático, y los caracteres son triángulos, círculos y
otras figuras geométricas, y sin esos medios es imposible entender
humanamente nada de él.”
A esta altura surge una pregunta bastante desconcertante: ¿qué nos asegura a
priori que el instrumento matemático pueda resultar eficaz en todas las
investigaciones fenoménicas? En esto Galileo parece remitirse a un acto de fe.
Sería erróneo, sin embargo, apelar a esta fe para hacer de Galileo un filósofo
platónico
1) que Galileo busca, en general, justificar esa fe con una concepción atomística de
la naturaleza (todos los fenómenos son expresables en términos matemáticos,
porque las únicas propiedades reales de los átomos son las geométrico-
mecánicas), y esta concepción atomística está inspirada más en Demócrito que
en Platón;
2) que Galileo deja que sea directamente la experiencia la que le sugiera los
números y las figuras correspondientes a los fenómenos y no impone a los
diferentes fenómenos que va estudiando ciertos números o ciertas figuras.

47
Método científico

48
Bonaventura Cavalieri (Milán, 1598 - Bolonia, 1647),
jesuita y matemático italiano. Fue alumno de Galileo
Galilei, y enseñó matemáticas en Bolonia (1629). Su
interés por las matemáticas fue estimulado por los
trabajos de Euclides y luego de encontrar a Galileo, se
consideró como un discípulo de este astrónomo. En
Pisa, Cavalieri fue educado en matemáticas por
Benedetto Castelli, un profesor de matemáticas en la
Universidad de esa ciudad. En 1629 Cavalieri fue
nombrado profesor de matemáticas en Bolonia.

Fue el primero en introducir el cálculo logarítmico, pero debe su celebridad a su


teoría de los «indivisibles», que expuso en Geometría indivisibilibus continuorum
quadam nova ratione promota (1635). Esta teoría estudia las magnitudes
geométricas como compuestas de un número infinito de elementos, o indivisibles,
que son los últimos términos de la descomposición que se puede hacer. La medida
de las longitudes, de las superficies y de los volúmenes se convierte en efectuar la
suma de la infinidad de indivisibles: es el principio del cálculo de una integral
definida, aunque sin la noción rigurosa moderna de paso al límite. Por esto puede
ser considerado como uno de los precursores del análisis infinitesimal moderno. El
Principio de Cavalieri se fundamenta en esta teoría

49
Si dos cuerpos tienen la misma altura y
además tienen igual área en sus secciones
planas realizadas a una misma altura,
poseen entonces: igual volumen.

50
Evangelista Torricelli Faenza, 1607 – Florencia 1647.
Huérfano a temprana edad (por causas desconocidas), por
lo que fue educado bajo la tutela de su tío, Jacobo Torricelli,
un fraile camaldulense que le enseñó humanidades. En
1627 fue enviado a Roma para que estudiara ciencias con el
benedictino Benedetto Castelli (1579-1645), llamado por
Urbano VII para enseñar matemáticas en el colegio de
Sapienza y uno de los primeros discípulos de Galileo.
Estudió una de las obras de Galileo Dialoghi delle nuove
scienze (1630), la cual le inspiró a desarrollar algunos de los
principios mecánicos allí establecidos que recogió en su
obra De motu.

En 1632, Castelli se puso en contacto con Galileo para mostrarle el trabajo de su


pupilo y solicitarle que le acogiera, propuesta que Galileo aceptó, por lo que
Torricelli se trasladó a Arcetri, donde ejerció de amanuense de Galileo los últimos
tres meses de la vida del sabio italiano, quien falleció a principios del año siguiente.
Tras la muerte de Galileo, Torricelli, que deseaba volver a Roma, cedió a las
distinciones de Fernando II de Toscana y, nombrado filósofo y matemático del gran
duque y profesor de matemáticas en la Academia de Florencia, se estableció
definitivamente en esta ciudad.

51
En 1643 realizó el descubrimiento que lo haría pasar a la posteridad: el principio del
barómetro, que demostraba la existencia de la presión atmosférica, principio
confirmado posteriormente por Pascal realizando mediciones a distinta altura. Aunque
el mencionado experimento ha pasado a la historia por la importancia del barómetro y
de la medida de la presión atmosférica, la motivación inicial tanto de Torricelli como de
Pascal para realizar este experimento fue refutar la teoría aristotélica de que "la
naturaleza tiene horror al vacío". La unidad de presión torr se nombró en su memoria.
Enunció, además, el teorema de Torricelli, de importancia fundamental en hidráulica.

Trompeta de Torricelli es una figura geométrica ideada por Evangelista Torricelli


que tiene la característica de poseer una superficie infinita pero un volumen finito.

52
La creación de un modelo es un momento
delicadísimo de la investigación, que vuelve a
insertar (como los instrumentos de medición) la
actividad práctico-técnica en la parte viva de la
observación, inseparablemente asociada a la
actividad matemático-deductiva. Y justamente esta
vinculación constituye el punto más característico de
la innovación metodológica de Galileo: hace de él el
heredero directo no de tal o cual filósofo platónico o
aristotélico, sino del gran iniciador de la ciencia
renacentista, o sea, de Leonardo de Vinci. El
«método experimental galileano» marca la más nítida
separación entre la ciencia del Renacimiento y la de
la Antigüedad clásica.

Mientras que los griegos no habrían admitido otro método de investigación científica
que no fuera el deductivo-matemático, y por lo tanto habían excluido del campo de
la «verdadera ciencia» toda investigación que no pudiera hacerse por vía puramente
matemática, Galileo en cambio propone como «dotado de valor científico» —y
además de proponerlo, lo pone en práctica— un método nuevo que está
impregnado de matemática pero que ya no es enteramente reductible a ésta.
53
¿Por qué el mercurio no descendió más? El tubo no se yació porque el aire exterior presionaba
sobre el mercurio de la cubeta (en cambio, en la parte superior del tubo se produjo vacío). La
presión ejercida por la atmósfera en el punto Q es igual a la presión en R, ya que ambos puntos
están al mismo nivel en el mismo fluido. Es decir que la presión que la columna de aire de casi 40
km de altura (la atmósfera) ejerce sobre la superficie libre del mercurio (pQ) es igual a la que
ejerce la columna de 76 cm de mercurio (pa) , entonces:
Patm= PHg hHg = 13,6 g/cm3 . 76cm = 1.033,6 g/cm2 = 101.293 N/m2 = 101.293 Pa
Este valor, que corresponde a la presión atmosférica normal, se llama atmósfera (atm). También
se acostumbra a dar la presión atmosférica en milímetros de mercurio (Torr) o en milibares (1mb =
0,75 Torr).
1 atm = 760 mm Hg = 760 Torr
Esta experiencia logró explicar por qué había un límite de profundidad para extraer el agua de as
minas: la atmósfera no ejerce una presión ilimitada, sólo alcanza a sostener una determinada
54
altura de agua.
Descartes nació en La Haya, en Bretaña, el 31 de
marzo de 1596. Procedía de una familia local
prominente y moderadamente rica —su padre, Joachim,
fue jurista y consejero del Parlamento británico—.
Además, aunque la madre de René Descartes falleció
poco después de que éste hubiera nacido, le dejó una
herencia suficiente para garantizar que su hijo nunca
moriría de hambre, aunque tampoco le haría rico.

René era un niño enfermizo, que podía no haber llegado a la edad adulta, y a
menudo sufrió achaques durante su vida posterior. Cuando tenía alrededor de 10
años de edad (posiblemente un poco antes), su padre lo envió al Jesuit College que
se acababa de fundar en La Fléche, en Anjou. Ésta era una de lasdiversas
instituciones educativas que Enrique IV, el primer Borbón que fue rey de Francia
(conocido también como Enrique de Navarra), había permitido crear a los jesuitas en
aquella época. En 1613 Descartes dejó el Jesuit College y vivió durante algún
tiempo en París, antes de estudiar en la Universidad de Poitiers, donde obtuvo la
titulación de leyes en 1616 (es posible que estudiara también medicina, pero nunca
obtuvo el título). A los 20 años de edad, Descartes reflexionó sobre lo que deseaba
ser en la vida y decidió que no le interesaba hacer carrera dentro de las profesiones
al uso.
55
Los jesuitas habían sido con él sumamente indulgentes, al
permitirle, por ejemplo, que se levantara tarde por la
mañana, lo cual se convirtió no sólo en un hábito, sino más
bien en un modo de vida para Descartes. Sus años de
estudiante le sirvieron sobre todo para convencerse de su
propia ignorancia y de la ignorancia de sus profesores.
Adoptó lo que a primera vista podría parecer una decisión
bastante extraña, levantando el campamento y
trasladándose a Holanda, donde se enroló en el ejército al
servicio del príncipe de Orange. Pero Descartes, amante
de las comodidades, no quería participar en combates
como un soldado, por lo que el puesto donde podía
encajar mejor era el de ingeniero.

El 10 de noviembre de 1619 y el ejército del duque de Baviera (reclutado


para luchar contra los protestantes) estaba en sus cuarteles de invierno a orillas del
Danubio. Descartes pasó todo el día cómodamente arropado en la cama, soñando
(más bien soñando despierto) sobre la naturaleza del mundo, el significado de la vida,
y cosas por el estilo. La habitación en la que se encontraba se menciona a veces
como un «horno», que es la traducción literal de la expresión utilizada por Descartes
pero no significa necesariamente que se hubiera metido, en sentido literal, en algún
tipo de recinto caliente destinado a operaciones tales como cocer el pan, ya que esta
56
expresión podría ser metafórica.
Mientras observaba distraídamente el vuelo de una
mosca por un rincón de la habitación, Descartes se
dio cuenta repentinamente de que la posición de la
mosca en cualquier momento se podía representar
mediante tres números que expresaran las distancias
desde dicha posición a cada una de las tres paredes
que concurrían en aquel rincón. Aunque él lo vio por
primera vez en términos tridimensionales.

Este descubrimiento, " cuando quedó desarrollado del todo y fue finalmente
publicado, transformó las matemáticas, haciendo que la geometría se pudiera
analizar utilizando el álgebra, con unas repercusiones que no dejaron nunca de
tener eco en los siglos siguientes, llegando hasta el desarrollo de la teoría de la
relatividad y de la teoría cuántica en el siglo XX. Además, fue Descartes quien
introdujo el convenio de utilizar las primeras letras del alfabeto (a, b, c...) para
representar cantidades conocidas (o determinadas), y las últimas letras
(especialmente x, y, z) para representar cantidades desconocidas.También fue él
quien introdujo la notación exponencial que ahora nos resulta tan familiar, según la
cual x^2 significa x • x, x^3 es x • x • x, y así sucesivamente. Aunque no hubiera
hecho más cosas, el hecho de haber establecido estos fundamentos para el análisis
matemático habría sido suficiente para convertir a Descartes en una figura clave de
la ciencia del siglo XVII. Pero no fue esto lo único que hizo 57
Descartes pasó cuatro años, de 1629 a 1633, preparando un
enorme tratado en el que intentaba exponer todas sus ideas
sobre física. La obra se tituló Le Monde, ou Traité de la
Lumiére (El mundo, o Tratado sobre la luz), y estaba a punto
de ser publicada cuando llegó a Holanda la noticia del juicio al
que estaban sometiendo a Galileo y la condena de éste por
herejía. Aunque la historia completa del juicio no se aclaró
hasta pasado cierto tiempo, lo que sí se veía claro en aquel
momento era que Galileo había sido condenado por sus ideas
copernicanas, y el manuscrito de Descartes apoyaba en gran
medida las teorías de Copérnico

Descartes detuvo inmediatamente la edición y el libro nunca llegó a publicarse,


aunque el autor utilizó gran parte de su contenido como base para algunas obras
posteriores. Aun admitiendo que Descartes fuera católico, su reacción parece haber
sido bastante precipitada y exagerada, ya que los jesuitas de Roma nada podían
hacer para perjudicarle en la lejana Holanda, y sus amigos, muchos de los cuales
habían leído parte de la obra o habían recibido información sobre ella en las cartas
que les enviaba Descartes, no tuvieron que insistir mucho para convencerle
de que publicara algo cuanto antes. Lo primero fue el Discurso del método, que apa.
reció en 1637,acompañado por tres ensayos, uno sobre meteorología, otro sobre
óptica y el tercero sobre geometría.
58
En 1644 realizó su tercera contribución importante en el
campo del saber, Principia Philosophiae (Principios de la
filosofia), que era esencialmente un libro de física, en el
que Descartes investigaba la naturaleza del mundo
material y hacía la interpretación correcta de la inercia,
según la cual los objetos que están en movimiento tienden
a continuar su movimiento en línea recta, y no (como había
pensado Galileo) describiendo un círculo. conoció al físico
y matemático BlaisePascal (1623-1662), y sugirió a este
joven Pascal que sería interesante llevar un barómetro a la
cima de una montaña y ver cómo varía la presión.

En 1649, cuando la reina Cristina de Suecia le invitó a unirse al círculo de


intelectuales que ella había reunido en Estocolmo, Descartes aprovechó la
oportunidad. Llegó a la capital de Suecia en octubre de aquel año, pero se quedó
horrorizado al descubrir que, a cambio de los favores que le serían concedidos y de la
libertad de poder pasar la mayor parte del tiempo trabajando en lo que quisiera, se le
pedía que visitara a la reina cada día a las 5 de la madrugada para darle clases
particulares antes de que ella comenzara su jornada dedicada a los asuntos de
Estado. La combinación de los rigores del invierno en el norte con el hecho de
madrugar tanto a diario fue demasiado para el cuerpo de Descartes, que amaba las
comodidades. Cogió un resfriado que se complicó con una neumonía, y esta
enfermedad acabó con su vida el 11 de febrero de 1650, poco antes de que el filósofo
59
y científico cumpliera cincuenta y cuatro años.
La influencia de Descartes fue muy profunda, y su mayor importancia radica en el
hecho de que supiera desterrar de su pensamiento todo vestigio de fuerzas místicas '
(aunque creía en Dios y en el alma) e insistiera en que tanto el mundo en que vivimos,
como todas las criaturas materiales que lo habitan (incluidos nosotros), pueden
entenderse como entidades físicas básicas que obedecen leyes susceptibles de ser
determinadas mediante experimentos y observaciones. Esto no quiere decir que todo
lo que Descartes hizo fuera correcto, en absoluto, ya que una de sus teorías más
importantes estaba equivocada, y sin embargo fue tan influyente que retrasó el
avance científico en varias zonas de Europa (especialmente en Francia) durante
décadas, hasta bien entrado el siglo XVIII.
El asunto importante en que Descartes se equivocó fue su
rechazo a la idea de vacuum o vacío. Esto le indujo,
además, a descartar el concepto de átomo, que estaba
resurgiendo en aquella época gracias a los trabajos de
Pierre Gassendi. El motivo de este rechazo se debía a que
el modelo atómico del mundo considera que todo está
formado por pequeños objetos (los átomos) que se mueven
en el vacío y ejercen interacciones unos con otros. Aunque
la idea del átomo se remontaba a la obra de Demócrito en
el siglo V a.C., y fue retomada por Epicuro, que vivió desde
alrededor del 342 a.C. hasta aproximadamente el año 271
a.C., nunca llegó a ser más que un concepto apoyado por
una minoría en la Grecia antigua. 60
En la literatura fantástica existe una tradición de
viajes espaciales, sostenidos por inverosímiles
propulsiones: de las trombas de agua de la Historia
verdadera de Luciano de Samosata, al hipogrifo del
Orlando furioso. Pero sólo en 1634 fue publicado el
primer verdadero libro de ciencia ficción, el Somnium
de Kepler, que imagina un viaje de ida y vuelta a la
Luna por deslizamiento sobre el cono de sombra de
un eclipse: a la Luna en la ida y al Sol en la vuelta.
También Haydn: El mundo de la luna.
La obra inauguró un nuevo género literario, que desde entonces concentró la atención en los
cohetes de El otro mundo, o Estados e imperios de la Luna de Cyrano de Bergerac, en los
cañones de De la Tierra a la Luna de Julio Verne, en la sustancia anti-gravitacional de Los
primeros hombres en la Luna de Herbert Wells, hasta las astronaves de 2001: una odisea del
espacio de Arthur Clarke. El
Somnium describe un bello ejercicio del pensamiento, que plantea cuál debe de ser la visión de
la Tierra desde la Luna. El resultado es sorprendente. En efecto, por un lado la Tierra tiene en
el cielo de la Luna fases iguales y contrarias a las que la Luna tiene en el cielo de la Tierra. Por
otro lado, puesto que la Luna muestra siempre la misma cara a la Tierra, ésta sólo puede verse
desde la cara visible de la Luna; y donde se ve, parece fija en el cielo. Lo cual significa que
quien se encuentre en la cara visible de la Luna en un período de Tierra llena, puede observar
«este globo fatal», inmóvil en el cielo lunar, rotar sobre sí mismo en el curso de 24 horas, una
maravillosa demostración visual del movimiento terrestre, que podría hacer exclamar a un
poeta: «¿Qué haces, tú, Tierra, en el cielo? Dime, ¿qué haces, silenciosa Tierra?» 61
Robert Hooke nació el 18 de julio de 1635, siete años antes de
que muriera Galileo Galilei. Su padre, John Hooke, era coadjutor
de la iglesia de Todos los Santos de Freshwater, una localidad
de la isla de Wight. fue un niño enfermizo, por lo que no se
esperaba que sobreviviera. Se dice que durante los primeros
siete años de su vida se alimentó casi exclusivamente de leche
y productos lácteos, además de fruta, «sin nada de carne, dada
su débil constitución». Sin embargo, aunque era pequeño y
delgado, y carecía de fuerza física, era un muchacho activo que
disfrutaba corriendo y saltando. Fue más tarde, a los 16 años de
edad, cuando desarrolló una pronunciada deformación corporal,
una especie de contorsión, que él mismo atribuyó más tarde al
hecho de haber pasado largas horas encorvado trabajando en
un torno o con otras herramientas.
En una ocasión en que un artista profesional visitó Freshwater para realizar un encargo, Hooke
l
observó cómo hacía este artista su trabajo y decidió que él podía hacer lo mismo, por lo que,
después de haber estado haciendo sus propias pinturas, empezó a copiar todas las que podía
encontrar, con tanta habilidad que se pensó que podría convertirse él también en un pintor
profesional. En 1648, cuando su padre falleció tras una larga enfermedad, Robert Hooke tenía
sólo 13 años de edad. Con una herencia de 100 libras en el bolsillo, fue enviado a Londres para
que recibiera clases del pintor sir Peter Lely. Robert decidió, en principio, que no tenía mucho
sentido gastar el dinero en un aprendizaje, ya que era consciente de que podía aprender por sí
mismo a pintar, pero después comprobó que el olor de las pinturas le producía fuertes dolores de
cabeza. En vez de convertirse en pintor, utilizó el dinero para pagarse una educación en la
Westminster School.
62
Como muchos otros estudiantes pobres de aquellos tiempos,
Hooke consiguió equilibrar su presupuesto trabajando como criado
de uno de los estudiantes más ricos. En aquella época, muchos de
los miembros del grupo de Gresham College habían sido
trasladados a Oxford por Oliver Cromwell para reemplazar a
aquellos académicos a los que se consideraba contaminados por
el apoyo que había prestado Oxford al bando realista durante la
guerra, y la destreza de Hooke para fabricar cosas y realizar
experimentos hizo que no tuviera precio como ayudante para este
grupo de científicos. Pronto llegó a ser el principal ayudante
(pagado) de Boyle y, además, su amigo para toda la vida. Hooke
fue en gran medida responsable del éxito de la bomba de aire de
Boyle y, por consiguiente, del éxito que tuvieron los experimentos
realizados con esta bomba
Cuando se constituyó en Londres la Royal Society a principios de la década de 1660, era
preciso designar dos miembros permanentes, un secretario que se encargara de los aspectos
administrativos y un gestor de los trabajos experimentales que organizara la actividad práctica.
Por recomendación de Robert Boyle, se asignó al alemán de nacimiento Henry Oldenburg el
primer puesto y a Robert Hooke el segundo. Hooke abandonó Oxford para ocupar su puesto en
la Royal Society en 1662; nunca terminó su licenciatura, debido a su trabajo como ayudante
de Boyle y de otros, pero, de todas formas, en 1663 fue nombrado doctor en humanidades y
también fue elegido miembro de la Royal Society. Dos años más tarde, su puesto de gestor de
trabajos experimentales pasó de la categoría de empleado de la sociedad a una posición de
socio y miembro del Consejo de la Royal Society, una distinción importante que marcó su
reconocimiento como caballero. En mayo de 1664, Hooke fue elegido candidato al puesto de
profesor de geometría del Gresham College que conservó para el resto de su vida. 63
Fue a principios de año cuando obtuvo
finalmente el nombramiento, a los 29 años de
edad, y también publicó su obra más importante,
Micrographia. Estaba escrita en inglés, cosa
que era inusual en aquella época, con un estilo
muy claro y fácil de leer que garantizaba la
accesibilidad para un amplio público lector, pero
que pudo inducir a error a algunas personas que
no llegaron a apreciar la destreza científica de
Hooke, ya que el modo en que presentó su
trabajo hacía que pareciera una cosa fácil.
Como sugiere su título, en Micrographia se trata
en gran medida sobre microscopía (el primer
libro sustancial sobre microscopía escrito por un
científico importante), y no es exagerado decir
que fue tan eficaz para abrir los ojos de la gente
al mundo a pequeña escala, como lo fue el
Mensajero de las estrellas de Galileo para
despertar la atención de la gente con respecto al
universo a gran escala. En palabras de Geoffrey
Keynes, se puede clasificar «entre los libros más
importantes que se han publicado en toda la
historia de la ciencia». Samuel Pepys cuenta
cómo se sentó a leer el libro hasta las dos de la
madrugada, y se refería a él diciendo que era
«el libro más ingenioso que he leído en toda mi
64
vida»
En la década de 1660 eran ya unas cuantas las personas que
habían seguido la línea marcada por Galileo y, como ya hemos
visto, Malpighi, en particular, había realizado ya
con el nuevo instrumento importantes descubrimientos,
especialmente los concernientes a la circulación de la sangre.
Sin embargo, la información relativa a las observaciones de
Malpighi se había suministrado a la comunidad científica
mediante informes separados de cada una de estas
observaciones, más o menos a medida que se iban realizando.
Antoni van Leeuwenhoek (1632-1723), un vendedor de paños holandés
que, aunque no tenía una preparación académica formal, hizo una serie
de descubrimientos asombrosos (que en su mayor parte comunicó a
través de la Royal Society) utilizando microscopios que había construido
él mismo. Estos instrumentos estaban formados por lentes convexas muy
pequeña (algunas del tamaño de una cabeza de alfiler) montadas sobre
tiras de metal y que se colocaban muy cerca del ojo - en realidad, se
trataba sencillamente de unos anteojos de aumento increíblemente
potentes, que a veces podían ampliar los objetos 200 o 300 veces -. El
descubrimiento más importante de Van Leeuwenhoek fue la existencia de
unas criaturas diminutas dotadas de movimiento, que él reconoció como
formas vivientes, y que se encontraban en pequeñas gotas de agua
microorganismos entre los que había ciertas variedades conocidas
actualmente como protozoos, rotíferos y bacterias. También descubrió los
espermatozoos (a los que llamó animalcules), lo cual daba un primer
indicio para averiguar cómo funciona la concepción, y, de manera
independiente, duplicó parte del trabajo de Malpighi sobre los glóbulos
65
rojos y los capilares, un trabajo del que no tenía conocimiento
El más famoso entre los descubrimientos microscópicos
que mencionó Hooke en su obra maestra fue el de la
estructura «celular» de las láminas de corcho vistas
mediante el microscopio. Aunque los poros que vio no eran
células en el sentido que la biología moderna da a este
término, les dio dicho nombre y, cuando en el siglo XIX se
llegó a identificar lo que actualmente llamamos células, los
biólogos aplicaron el nombre que había utilizado Hooke.
También describió la estructura de las plumas, las
características esenciales de un ala de mariposa y el ojo
compuesto de una mosca, entre otras muchas
observaciones realizadas en el mundo de los seres vivos.
En una de las partes del libro, identificó a los fósiles, de
manera clarividente y correcta, como restos de criaturas y
plantas que vivieron en otros tiempos.
En aquella época estaba muy extendida la creencia de aquellas piedras que tenían el aspecto de
seres vivos eran simplemente eso: rocas que, a través de algún proceso misterioso imitaban la
apariencia de seres vivos. Pero Hooke, de una manera rotunda, acabó con la idea de que los
fósiles eran «piedras formadas por algún plastick virtue latent dentro de la propia Tierra», y
argumentó de manera convincente, refiriéndose a los objetos conocidos actualmente como
amonitas, que eran «las conchas de ciertos moluscos, que por algún fenómeno de avalancha,
inundación, terremoto, o algo por el estilo, habían sido llevadas a aquel lugar y se habían llenado
de algún tipo de barro, arcilla, agua "petrificadora", u otra sustancia, que a lo largo del tiempo se
había acumulado y endurecido». Hooke reconocía también expresamente que la fosilización
llevaba implícitas también transformaciones importantes que se habrían producido en la superficie
de la Tierra. «Zonas que han sido mar, son ahora tierra», dijo, y «algunas montañas se han
66
convertido en llanuras y algunas llanuras en montañas, además de otros procesos similares».
Hooke estudió las características de las pautas del color
producidas por finas capas de materiales. y sugirió que la
causa era algún tipo de interferencia entre la luz reflejada
por los dos lados de cada capa. Uno de los fenómenos que
Hooke investigó de esta manera se refería a los anillos de
luz de colores que se producen cuando dos trozos de
vidrio se unen formando un pequeño ángulo; la forma
clásica de este experimento consiste en colocar una lente
convexa sobre un trozo plano de vidrio, de tal forma que
quede un pequeño espacio en forma de cuña entre las dos
superficies de cristal cerca del punto donde están en
contacto
Un indicio del éxito que tuvo Newton al reescribir la historia es el hecho de que este fenómeno se
conozca como «anillos de Newton». Las teorías de Hooke sobre la luz estaban basadas en una
teoría ondulatoria que desarrolló posteriormente para incluir en ella la idea de que las ondas
podrían ser una oscilación transversal (de lado a lado), no las ondas de compresión del tipo de
empujar y tirar que previó Huygens. Hooke describió experimentos en los que se producía una
combustión, a partir de los cuales llegó a la conclusión de que tanto en el proceso de quemar
algo, como también la respiración, se absorbía algo que existía en el aire, con lo que estuvo muy
cerca de descubrir el oxígeno (un siglo antes de que se descubriera realmente), y estableció una
diferencia clara entre el calor, del que dijo que surgía en un cuerpo debido «al movimiento o la
agitación de sus partes» (adelantándose casi dos siglos a lo que luego se sabría al respecto), y
la combustión, en la que dos cosas habrían de combinarse. Hooke experimentó con su propio
cuerpo, sentándose en una habitación de la cual se extrajo el aire hasta que sintió dolor en sus
oídos, y participó en el diseño y las pruebas de una forma primitiva de campana de buzo.
67
Inventó el barómetro con «esfera de reloj», que nos resulta tan
familiar actualmente, y asimismo un anemómetro, un termómetro
perfeccionado, y un higroscopio para medir la humedad del aire,
llegando así a convertirse en el primer meteorólogo científico, y
observó además la relación entre los cambios en la presión
atmosférica y los cambios en el tiempo. Como propina, Hooke
rellenó un espacio que quedaba al final del libro con dibujos basados
en algunas de sus observaciones astronómicas. Además, detalló
con una claridad cristalina la filosofía que subyacía a toda su obra: el
valor de «una mano sincera y una mirada precisa y fidedigna para
examinar y anotar las cosas tal como aparecen», en vez de confiar
en «lo que es obra de la mente y la imaginación» sin ningún
experimento u observación en que basarse.

«La verdad es», escribió Hooke, «que la ciencia de la naturaleza se ha estado


haciendo durante demasiado tiempo sólo como obra de la mente y la fantasía: ya es hora de volver
a la sencillez y la sensatez de las observaciones de cosas materiales y obvias».
John Aubrey, que conoció a Hooke, lo describía en 1680 de la siguiente manera:

“De estatura mediana, algo encorvado, cara pálida y pequeña por la parte inferior, pero su cabeza
es ancha; sus ojos son llenos y saltones, y no son vivaces; unos ojos grises. Tiene una cabellera
delicada, de color castaño y con unos excelentes rizos húmedos. Es y siempre fue muy sobrio, y
moderado en su dieta, etc. Del mismo modo que su cabeza es de una inventiva prodigiosa,
también es él una persona de gran virtud y bondad”.
68
En la Royal Society mantenía la actividad de la misma
realizando experimentos (plural) en cada una de las
reuniones semanales, algunos a petición de otros
miembros, y otros de diseño propio. En las actas de los
primeros años de la Royal Society, una página tras otra,
todas contienen expresiones del tipo «el señor Hooke
realizó...», «al señor Hooke se le encargó...», «el señor
Hooke observó...», «el señor Hooke hizo algunos
experimentos...», y así una y otra vez.

En 1666 Hooke había leído en la Royal Society una ponencia en la que explicaba el movimiento de
los planetas alrededor del Sol basándose en una fuerza de atracción ejercida desde este astro
para mantener a los planetas en sus órbitas de manera similar a una pelota que una persona
puede mantener «en órbita» alrededor de su cabeza, si dicha pelota está atada a una cuerda y,
sujetándola por la cuerda, esa persona la hace girar, ejerciendo así una fuerza sobre la pelota a
través de la cuerda. En una conferencia pronunciada en 1674 describió este «sistema del mundo»
de la forma siguiente:
En primer lugar, todos los cuerpos celestes de cualquier tipo tienen un poder de atracción o de gravitación hacia
sus propios centros, por el cual atraen no sólo sus propias partes, e impiden que se separen de ellos ... Sino que
también atraen a todos los demás cuerpos celestes que están dentro de su esfera de actividad ... La segunda
suposición es que todos los cuerpos de cualquier tipo que inician un movimiento directo y simple continuarán
moviéndose hacia adelante en línea recta, hasta que sean desviados por otros poderes efectivos y se tuerzan
describiendo un movimiento circular, elíptico, o siguiendo alguna otra línea curva más compleja. La tercera
suposición es que estos poderes de atracción son tanto más potentes operando, cuanto más cerca esté de sus
propios centros aquel cuerpo sobre el que están actuando
69
Sobre la última parte de la vida de Hooke sabemos gran cantidad
de cosas gracias a un diario que comenzó a escribir en 1672.
Relata casi todo sobre la vida privada de Hooke en sus aposentos
del Gresham College, con tanto candor que se pensó durante
mucho tiempo que el diario no era adecuado para hacer una
publicación, hasta el siglo XX (ésta sería una de las razones por
las que la personalidad y los logros de Hooke no habían recibido
un reconocimiento pleno hasta hace poco).

Aunque nunca se casó, Hooke tuvo relaciones sexuales con varias de sus sirvientas, y hacia 1676,
su sobrina Grace, que probablemente tenía 15 años entonces y había vivido con él desde que era
una niña, se convirtió en su amante. Quedó destrozado cuando Grace murió, en 1687, y durante el
resto de su vida sufrió una melancolía manifiesta; 1687 fue también un año clave en cuanto a la
disputa con Newton, lo cual seguramente no contribuyó a mejorar su estado de ánimo. En el
aspecto científico, aparte de sus trabajos sobre la gravedad, Hooke realizó en 1678 su trabajo más
conocido: el descubrimiento de la ley de la elasticidad, que lleva su nombre. Es típico del modo
en que la historia ha tratado a Hooke que este trabajo más bien insulso (un muelle estirado resiste
con una fuerza proporcional a su extensión) se conociera como ley de Hooke, mientras que
muchos de sus logros más brillantes (que no he mencionado aquí en su totalidad) se han olvidado
o se han atribuido a otros. Hooke falleció el 3 de marzo de 1703 y a su funeral asistieron todos los
miembros de la Royal Society que estaban presentes en Londres en aquel momento. Al año
siguiente, Isaac Newton publicó su trabajo épico sobre la luz y el color, titulado Opticks, tras haber
retrasado su edición deliberadamente durante treinta años, esperando a que Hooke muriera.

70
Newton había estado realizando experimentos y reflexionando
sobre el mundo más o menos por su cuenta, sin discutir sus
teorías prácticamente con nadie. Entre otras cosas, estudió la
naturaleza de la luz, utilizando prismas y lentes. En el
trabajo más importante que hizo sobre óptica, descompuso la
luz blanca (en realidad luz solar) en los colores del espectro
del arco iris utilizando un prisma, para luego recombinar los
colores y conseguir de nuevo luz blanca, demostrando así que
la luz blanca era precisamente una mezcla de todos los colores
del arco iris.

Previamente, otras personas (entre ellas Hooke) habían hecho que la luz blanca pasara por un
prisma y habían proyectado el haz sobre una pantalla situada a unos pocos centímetros de
distancia, produciendo una mancha blanca de luz con bordes coloreados. Partiendo de varios
comentarios marginales que aparecían en su ponencia, por ejemplo, la afirmación de
que Newton comenzó sus experimentos ópticos en 1666, parece claro que la motivación para su
interés por la luz había sido la lectura de la Micrographia de Hooke, pero intentó minimizar este
hecho haciendo referencia a «un experimento inesperado, que el señor Hooke, en algún lugar de
Micrographia, decía haber realizado con dos vasijas transparentes en forma de cuña», en vez de
entrar en los detalles de la obra de Hooke (en este ejemplo relativo a lo que se conoce como
anillos de Newton). Hooke, un científico mayor que Newton y con una sólida reputación, se sintió
verdaderamente ofendido al recibir del joven mequetrefe menos crédito que el que pensaba que
se le debía, y así se lo dijo claramente a sus amigos. Hooke siempre fue muy susceptible con el
tema de recibir el reconocimiento merecido por su trabajo, lo cual es comprensible si se tiene en
cuenta su origen humilde y su pasado reciente como criado del caballero ilustrado que fundó la
Royal Society.
71
Tras cuatro años de lavar en público los trapos sucios relativos a este choque de caracteres, esta
situación debía terminar o la Royal Society se convertiría en el hazmerreír de todo el mundo. La
carta que Hooke escribió a Newton parece llevar el auténtico sello de su personalidad, es decir,
su disposición permanente para debatir temas científicos de una manera amistosa (preferiblemente
entre unos pocos colegas en alguno de los cafés de moda) y centrando su interés exclusivamente
en desentrañar la verdad:
“Considero que en este asunto [el estudio de la luz] ha llegado usted más lejos que yo ... Creo que
el tema no podría ser investigado por una persona más adecuada y capaz que usted, que está
capacitado en todos los sentidos para completar, rectificar y reformar lo que fueron las ideas
derivadas de mis primeros estudios, que yo me proponía haber realizado por mí mismo, si lo
hubieran permitido los otros cometidos agobiantes que me fueron asignados, aunque soy bastante
consciente de que lo hubiera hecho con unas capacidades muy inferiores a las de usted. Su
propósito y el mío se centran, supongo, en el mismo objetivo, que es el descubrimiento de la
verdad, y creo que ambos somos capaces de oír objeciones, siempre que no nos lleguen en forma
de hostilidad declarada, y tenemos los dos unas mentes igualmente inclinadas a realizar las
deducciones más claras, razonando a partir de los experimentos”
La respuesta de Newton, aunque se podía interpretar como
conciliatoria, estaba totalmente fuera de lugar. Después de decir «es usted demasiado generoso al
valorar mis capacidades» (una observación que Newton jamás habría hecho si no le hubieran
obligado), continúa con uno de los pasajes más famosos (y seguramente más incomprendidos) de
la ciencia:
“Lo que Descartes hizo fue un paso importante. Usted ha añadido mucho de distintas maneras,
especialmente al tomar en consideración filosófica los colores de unas láminas muy finas. Si yo he
sido capaz de ver más allá, es porque me encontraba sentado sobre los hombros de unos
Gigantes.”
72
Isaac Newton nació en el pueblo de Wollsthorpe, en el
condado de Lincoln, el día de navidad de 1642. En junio de
1661 ingresó en el Trinity Colledge de Cambridge, donde
inició sus estudios matemáticos bajo la dirección de Barrow.
En 1665 debió abandonar Cambridge para escapar a una
terrible peste que azotaba toda Inglaterra; piénsese que en
el verano de 1665 murieron sólo en Londres más de treinta
mil personas. Se retiró a una pequeña posesión, donde
permaneció cerca de dos años.

Se concentró totalmente en las propias investigaciones y en 1665-1667 el joven Newton elaboró


el núcleo principal de todos sus más importantes descubrimientos matemáticos y físicos.
Fue en este lugar, donde, según la leyenda, la famosa manzana que se le cayó en la cabeza le
habría hecho surgir la idea de la gravitación universal. Publicó en 1687 Pbilosophiae naturalis
principia mathematica.
“Todo hombre de bien está comprometido, según las leyes humanas y divinas, a seguir las
disposiciones legales del rey, pero si Su Majestad decide exigir algo que según las leyes no
puede pedirse, nadie debe ser castigado si no accede a ello”
Fue elegido diputado al Parlamento de Londres por la Universidad de Cambridge. Luego
atravesó uno de los períodos más tristes de su vida por efecto de un agotamiento nervioso que
lo llevó a las puertas de la demencia.

Vida de Newton (Vídeo en Internet)


73
En 1695 Newton fue nombrado inspector de
la Casa de la Moneda de Londres y algunos
años más tarde se convirtió en su director
general. Nombrado miembro de las mayores
academias científicas europeas y presidente
de la Sociedad Real de Londres (1703),
Newton se convirtió en la más sólida
personalidad científica de Inglaterra.

Newton fue profundamente religioso toda su vida. Hijo de padres puritanos, dedicó
más tiempo al estudio de la Biblia que al de la ciencia. Un análisis de todo lo que
escribió Newton revela que de unas 3.600.000 palabras solo 1.000.000 se
dedicaron a las ciencias, mientras que unas 1.400.000 tuvieron que ver con
teología. Se conoce una lista de cincuenta y ocho pecados que escribió a los 19
años en la cual se puede leer "Amenazar a mi padre y madre Smith con quemarlos
y a la casa con ellos".
Entre las obras de tema religioso que escribió nos limitaremos a recordar la
Cronología, que le costó varios años de trabajo y que se publicó después de su
muerte; en ésta proponía coordinar la cronología de la Biblia con la de los antiguos
pueblos egipcios, griegos, etcétera. Murió en 1727 y fue sepultado con los mayores
honores en la abadía de Westminster. 74
Después de Kepler, la astronomía se encontró en una situación
análoga a la de la geometría primera de Euclides: como un
cuerpo de leyes empíricas a la espera de una sistematización
lógica y deductiva. Pero no debió esperar mucho para
encontrar sus Elementos. Para ser precisos, hasta la aparición,
en 1687, de los Principios matemáticos de la filosofía natural
de Newton, que incluso en las intenciones de su autor debían
de recordar el modelo euclidiano.

La historia de este libro único en el mundo es singular, porque se remonta a una


apuesta efectuada en enero de 1684 por el astrónomo Edmund Halley, del cual toma
el nombre al famoso cometa. Se trataba de encontrar en dos meses, por cuarenta
chelines, la expresión de la fuerza con que el Sol atrae los planetas. En agosto,
perdido el desafío por vencimiento del plazo, Halley la devolvió al entonces
desconocido Newton, que le dio una respuesta sospechosa: ya había respondido al
problema tiempo antes, pero no recordaba dónde había guardado la solución. Halley
se marchó incrédulo, pero en noviembre recibió una carta de pocas páginas, en la
que Newton demostraba que el Sol atrae a los planetas con una fuerza
inversamente proporcional al cuadrado de su distancia. El astrónomo se quedó
tan impresionado con la precisión del resultado y la elegancia de la demostración,
que incitó al matemático a escribir un libro sobre el tema. Y tres años después recibió
de Newton 460 páginas llenas de fórmulas y diagramas, escritas febrilmente en una
de las más impresionantes explosiones creativas de la historia del 75
pensamiento humano.
El concepto fundamental del cálculo
de Newton es el de fluxión, que
corresponde a lo que hoy llamamos
«derivadas».
Newton sintetizó los resultados de
esta ciencia en tres célebres leyes: los
llamados tres principios de la
dinámica.
La teoría de la gravitación universal.
Toda la metodología de Newton puede resumirse pues en su conocida afirmación:
«Hypotheses non fingo». Rechaza las hipótesis metafísicas.
Combate el recurso a hipótesis no sólo en filosofía, sino también en ciencia. Es el
motivo por el cual Newton se negó constantemente a buscar una causa a la más
importante ley científica que había descubierto: la de la gravitación universal. Lo
indispensable es, según Newton, lograr determinar la fórmula exacta que regula la
fuerza de gravedad y obtener matemáticamente todas las consecuencias que de
esto se derivan; esa fórmula y estas consecuencias expresan relaciones sobre los
fenómenos que pueden ser rigurosamente controladas, y por eso tiene sentido
afirmar que son verdaderas o falsas. La hipotética causa es algo puramente
teórico, privado de toda posible verificación; cualquier discusión sobre su verdad76
o falsedad, por lo tanto, está privada de sentido.
A esta altura puede surgir una pregunta: ¿las teorías científicas no contienen
también otras hipótesis?
La respuesta no puede ser sino positiva. Son ejemplos de tales hipótesis: por un
lado, las mismas leyes científicas que por su generalidad tienen siempre un
evidente carácter hipotético; por el otro, los modelos físicos de los fenómenos
(como el modelo corpuscular de la luz) que sirven para unificar campos fenoménicos
aparentemente diferentes (el modelo citado sirve por ejemplo para reducir los
fenómenos luminosos a fenómenos mecánicos, deduciendo matemáticamente las
leyes de reflexión, refracción, etcétera, de las leyes ya conocidas del movimiento).

Según Newton es la misma naturaleza y sólo la naturaleza la que oportunamente


interrogada puede darnos las leyes y los modelos científicos; éstos nunca son
frutos de la pura imaginación humana.

En conclusión, el control constante y escrupuloso del experimento es el aspecto


fundamental de la metodología newtoniana; en él y sólo en él debe buscarse el
sentido profundo de su afirmación: «Hypotheses non fingo».

77
“El problema fundamental para la
filosofía natural —escribe en la
óptica— es proceder desde los
fenómenos sin falsas hipótesis y
deducir las causas de los efectos,
hasta llegar a la Causa Primera, que
por cierto no es mecánica... ¿Acaso
no surge de los fenómenos que existe
un ser incorpóreo, viviente, inteligente,
omnipotente, que en el espacio
infinito, como en su sensorio, ve las
cosas intimamente, las percibe
profundamente y las comprende
totalmente a través de su presencia
inmediata en Él mismo?”

78
Curiosidades: • Cuando se exhumó el cuerpo de
Newton, los científicos descubrieron que contenía
grandes cantidades de mercurio, probablemente a
consecuencia de sus investigaciones alquímicas. •
Newton habría guardado muchos de sus
descubrimientos para sí mismo de no ser porque sus
colegas le insistieron para que los publicara. • A
medida que fue envejeciendo, Newton encargó
muchos retratos y parecía estar preocupado por dejar
la imagen de su semblante para la posteridad. •
Newton creía que los metales podían considerarse
«opuestos vivos» de los árboles que crecían bajo
tierra en lugar de crecer sobre ella. • Miles de
publicaciones en papel o en Internet sugieren que
Diamond, el perro de Newton, saltó encima de una
mesa y tumbó una vela, quemando muchos papeles
de Newton y destruyendo así los resultados de varios
años de trabajo. El biógrafo Milo Keynes, sin
embargo, cree que Newton nunca tuvo perro y que la
historia probablemente sea apócrifa. • En el año 628,
el astrónomo indio Brahmagupta sugirió que la
gravedad era una fuerza de atracción. Utilizó para
William Blake Newton (1795)
designarla el término sánscrito gruhtvaakarshan. 79
Número de libros de la biblioteca personal de Isaac Newton, según su tema

Tema Número de libros

Teología 477 (27,2%)


Alquimia 169 (9,6%)
Matemática 126 (7,2%)
Física 52 (3,0%)
Astronomía 33 (1,9%)

Fuente: John Harrison, The Library of Isaac Newton, Cambridge

80
… el codo apoyado sobre algunas de sus
obras, entre las cuales destacan los
Principia. El científico señala con el dedo
un rollo sostenido por dos querubines, en
el que están esculpidas algunas fórmulas
matemáticas: entre ellas, el famoso
teorema del binomio, que se halla en la
base de su formulación del cálculo
infinitesimal.
La tumba está coronada por la
desconsolada Astronomía, bañada en
lágrimas sobre un globo; por encima de
éste están las constelaciones del Zodíaco
y el recorrido del cometa de 1681, del que
Newton calculó la órbita, descubriendo así
la validez de la ley de gravitación incluso
fuera del sistema planetario. Sobre un
bajorrelieve del sarcófago, unos
querubines juegan con algunos
instrumentos: un prisma que recuerda sus
estudios de óptica, un telescopio, un mapa
del sistema solar y varias monedas recién
acuñadas, porque en la última parte de su
vida Newton fue el director de la ceca, es
decir, gobernador del Banco de Inglaterra.
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