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21 DE JULIO DE 2011
La campaña electoral va intoxicando el ambiente político, todo se ofrenda en el altar de las elecciones,
todos los pasos tienen la mira en el 2012. Las elecciones sustituyen a la realidad, crean su propio
mundo: un mundo cretino, donde cabe cualquier cosa, nada necesita argumentación, nada precisa
raciocinio.
Una especie de humareda esquizofrénica nos envuelve: el micrófono, la cámara, son puertas al
universo de la ficción, todo se puede ofrecer, nadie pedirá cuentas después, las promesas actúan como
realidad. Los vapores de la ficción construyen seriedades, programas de gobierno, el circo está bien
decorado.
Si no fuese por el peligro que encierra, el cretinismo electoral sería gratificante, como un anfiteatro
inmenso: todo el país un escenario para la ópera bufa. El problema es que en época electoral, y
aunque parezca paradójico, los políticos se apartan de la realidad, se creen el cuento que ellos
mismos fabrican para engañar, son víctimas de su propio engendro. La masa se asquea, la capa
dirigente, toda, pierde credibilidad, se fertilizan terrenos para el torbellino.
El peligro es real. Es así que las democracias burguesas se desgastan, sucumben en la estulticia
de los dirigentes.
Los Bolivarianos, obligados a este tipo de elecciones por las condiciones de la Revolución Pacífica,
debemos estar alertas frente al virus del cretinismo. Descubrir formas de actuación que sirvan de
antídoto, luchar contra la costumbre.
Lo primero es diferenciarse, en el discurso y en la práctica. Que nuestro mensaje tenga una fuerte dosis
de seriedad, argumentos, que desmonten las mentiras de la oposición, y demuestren la imposibilidad
del capitalismo de resolver los problemas que él mismo creó.
Hablar en positivo, no caer en el análisis excesivo y facilista de las cretinadas de la oposición, en el ping
pong de futilidades.
Mostrar la acción de gobierno es importante, pero no suficiente. Las elecciones burguesas son ante
todo una batalla ideológica, llena de artimañas psíquicas, de exacerbación de miedos, de trampas y
suciedades. Recordemos cómo manipularon a la opinión en las elecciones de la Reforma. Es
necesario desmontar la guerra psicológica, no abandonar este terreno, no hacer campaña
viéndonos el ombligo, regodeándonos con los números.
Todo funcionario público, desde los ministros para abajo, tienen una doble función. Deben ser
altamente eficaces en su desempeño técnico y también deben ser altísimamente eficaces en su
desempeño político, éste tiene como principal elemento la participación en la batalla psicológica.
La lucha electoral exige doble esfuerzo, sólo así se puede augurar triunfo. Recordemos que en las
elecciones, que ya arrancaron, nos va la vida.