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Hay gente que dice que la vida puede ser fácilmente adaptada a una historia: El prólogo –que sería

tu infancia-, el desarrollo –tu adultez- y el epílogo –tu vejez-. Yo no estoy de acuerdo, creo que las
historias no necesitan un inicio, ni un final. No comienzan cuando naces, ni terminan en cuanto
mueres. Para mí, todo es relativo, tal vez justo ahora estas teniendo la historia de tu vida, o
simplemente estas existiendo.

Sea cual sea el verdadero termino con el que se le pueda adaptar la vida, puedo afirmar que no
todos tenemos el privilegio de darnos cuenta cuando estamos en la historia de nuestra vida. Por
ejemplo, cuando JK Rowling escribió Harry Potter, no sabía que era el inicio de su historia; Sophia
Flinn, mi compañera en matemáticas, no sabia que el final de la historia de su madre seria el
comienzo de la suya. Y Olivia Connor, la mas popular del instituto, aunque cree que esta viviendo
su historia, no sabe que solo es una escoria andante que tal vez y, si la suerte esta de mi lado y de
lado de la mitad del instituto, jamás pueda vivir una historia, al menos, en esta vida no.

-Sal de ahí Junio-se escuchó como aporreaban la puerta del baño

-Ven, no te haremos daño-escuché otra voz y risas y murmullos de fondo

Yo me quedé callada, y silenciosamente dejé mi morral en el frío y blanco mármol con el que
estaba decorado el baño, entonces me miré al espejo, mis rizos negros estaban distribuidos en
toda mi cabeza, haciéndome parecer un sol andante, me toqué el cabello con la yema de mis
dedos, notando su contextura algo rasposa al tacto, aún seguía escuchando murmullos a fuera del
baño, aunque ahora no eran dirigidos a mi.

Gracias a Dios ya no eran dirigidos a mi. Ella y sus amigos suelen ser personas muy crueles. Tengo
la teoría de que cuando nacieron tuvieron complicaciones y tuvieron que sacarles la parte del
cerebro que los deja querer y tener empatía… si es que eso es posible.

Abrí el lavabo y dejé caer mi cabeza debajo del chorro, para que al mi cabello estar empapado ser
mas fácil atármelo en un nido, saqué un gancho rosa que traía en mi morral y lo puse en mi cabeza
para que no se notara tanto la guerra que tenía cada dia con mi cabello. Tomé un poco de papel
higienico y lo comprimí en mi puño con las puntas de mi cabello para que no chorreara y en eso se
escucha el timbre

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