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EL MACHO COMO TRAVESTI.

PROPUESTA PARA UNA HISTORIA DEL MACHISMO


EN PUERTO RICO
Efraín Barradas*

A Iñaki Rodeño, por todo y más… Estados Unidos han aparecido en las úl-
timas décadas estudios que revisan el
antiquísimo fenómeno del travestismo,
A MODO DE PREÁMBULO práctica casi tan añeja como el descubri-
miento mismo de la vestimenta.

E l fenómeno del travestismo parece reco-


brar un marcando interés en nuestros días.
El interés actual de la academia estado-
unidense por el tema es digno de reco-
nocerse. Desde el ya clásico libro de Esther
Y no es porque tengamos la suerte de Newton, Mother Camp: Female Imperso-
vivir en el preciso instante en que la pobla- nators in America (1972), hasta el –para
ción mundial de travestis exceda alguna mí problemático– texto de Marjorie Gar-
norma numérica o medida prefijada, vá- ber, Vested Interests: Cross-dressing and
yase a saber por quién (¿qué porcentaje Cultural Anxiety, aparecido veinte años
de la población mundial practicará esta después, sin olvidar los muy frecuentemen-
“forma de arte”? No lo sé). Se trata en reali- te citados libros de Judith Butler, especial-
dad de que en los últimos años un número mente, Gender Trouble (1990): Feminism
considerable de intelectuales de muy di- and the Subversion of Identity, son un cla-
versos países se ha interesado por la co- ro e importante ejemplo de dicho interés.
munidad travesti y sus prácticas. Ya sea por influencia directa de estudios
Se trata también de que estas interpre- como los anteriores o por la repercusión
taciones parecieran rebasar un mero inte- de los últimos acercamientos franceses al
rés sociológico; lo mismo que cualquiera problema de la identidad, o puedo supo-
de las “miras” marcadas por el sensaciona- ner que lo mismo es debido al impacto de
lismo morboso y/o el voyeurismo enfer- las ideas de Michel Foucault, en Hispano-
mizo. Desde muy diversos puntos de vista américa se han producido serios y muy
críticos, teóricos, e inclusive históricos, en originales acercamientos al tema. Críticos
culturales como Nelly Richard en Chile y
Roberto Echavarren en Uruguay han hecho
*
Profesor de literatura hispanoamericana y de
estudios latinoamericanos, Universidad de la Flori- contribuciones a este estudio y a su teo-
da, Gainesville. ría. Igualmente, la aportación del cubano

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Severo Sarduy, tanto por sus ensayos como ACERCA DEL TRAVESTISMO
por su ficción, ha sido inmensa y de gran
importancia para el actual interés que Existen estudios antropológicos y socioló-
genera el travestismo. gicos que al abordar el fenómeno del tra-
Este ámbito de reflexión y análisis se vestismo afirman que, muy contrario a la
viene enriqueciendo también a través de visión tradicional que se tiene de quienes
la obra creativa de varios escritores y ejercen esta práctica en el resto del mun-
artistas plásticos, quienes lo exploran esté- do, en Estados Unidos la inmensa mayo-
tica y críticamente. Nombres como los del ría de los travestis son heterosexuales.
chileno Pedro Lemebel, con sus crónicas Aunque se reconoce que estas investiga-
urbanas; o del argentino Néstor Perlongher, ciones parecen privilegiar el fenómeno del
con sus ensayos antropológicos, salen a travestismo masculino, ignorando casi por
relucir de inmediato. Además, a éstos se completo esta práctica entre las mujeres.
puede añadir el de la narradora puerto- Pudiera ser que la segunda de estas ase-
rriqueña Mayra Santos Febres y el del pin- veraciones sea válida en un contexto como
tor mexicano Julio Galán; también del chi- el latinoamericano; pero la primera aseve-
leno Juan Dávila, quien en su obra ha ración no lo es. Más allá de la María Félix
llegado a travestir al mismo Simón Bolívar, de ciertas películas sobre la Revolución
para escándalo de la diplomacia chilena y Mexicana –y en ellas nunca aparece ves-
“la imagen” que ésta quisiera “guardar” en tida de hombre aunque sí lleva ciertos
el ámbito internacional. emblemas de “hombría” como las ristras
La lista de nombres es grande y no es de balas y el fusil, en La Cucaracha (1957),
mi interés reproducirla aquí. Lo que sí de- película dirigida por Ismael Rodríguez–,
bo añadir ahora es una ficha más a esta no se tiene un icono cultural correspon-
sencilla revisión del interés por el fenó- diente a la mujer travestida en el ima-
meno del travestismo. Se trata del libro ginario colectivo latinoamericano. Por otro
de Benigno Sifuentes Jáuregui (2002), lado, aunque no se hallen aún estudios
Transvestism, Masculinity and Latin Ame- detallados del fenómeno, ni respecto a al-
rican Literature, texto que considero im- gún país en especial, podemos decir con
prescindible, no debido a su marcada confianza y basándonos en la experiencia
independencia respecto a la anterior obra directa (lástima que sin datos científicos
de este autor, sino porque es uno de los suficientes) que el travestismo en Améri-
mejores estudios que hoy se tienen so- ca Latina es una práctica asociada mayor-
bre el tema. Se trata de un libro lleno mente con hombres homosexuales.
de sugerencias, de caminos a tomar, de En América Latina siempre se parte de
propuestas para los lectores. Les confieso esa identificación (travesti equivale a ho-
ahora, y con toda honestidad, que para mosexual) en el momento de discutir el
escribir las páginas que siguen, esta obra tema, ya sea en el marco teórico o práctico
me ha sido muy sumamente útil; no se o histórico; cualquiera que éste sea. Sin
debe titubear al reconocer las deudas. descartar esta identificación que creo útil
en especial para interpretar nuestra rea-
lidad cultural, mi propuesta, sin embargo,
será algo distinta: quiero utilizar concep-

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ciones clave que he obtenido de otros El machismo es un fenómeno que con-


estudiosos del fenómeno del travestismo sidero negativo; ahora, estudiarlo desde la
para echar ahora una mirada al macho misma perspectiva del travestismo me
como otra manifestación importante del parece revelador e interesante. Puedo
mismo fenómeno. asegurar que, y supongo esto como algo
Ya otros han propuesto esta identifi- positivo, mi punto de vista respecto al tra-
cación entre macho y travesti.1 Otros vestismo, contrario a lo que me sucede con
también han visto el machismo como un el machismo, no está marcado por ele-
fenómeno casi exclusivamente mexicano, mentos negativos en mi posicionamiento
posición que no apoyo pero que se pue- tanto subjetivo como intelectual.
de entender si se considera el impacto que
tuvo en toda América Latina el cine de es-
te país, cine donde se crearon iconos ma- PENSAMIENTO Y DEMENCIA
chistas que sirvieron de modelos éticos y
estéticos prácticamente en todos los países En mi siguiente acercamiento al tema em-
latinoamericanos. Otros estudiosos igual- pleo un enfoque que nunca he defendi-
mente respetables, como lo es Carlos Mon- do como válido, pero que a pesar de las
siváis, aseveran, quizás de una manera un contradicciones que su uso implica, me
tanto optimista, que el machismo ha de- servirá de “puerta” o “entrada” alterna al
caído notablemente en nuestra región. tema que nos ocupa. Me refiero al enfo-
Esta interesante confluencia de ideas: que etimológico. De raíz latina, el térmi-
el machismo como conducta exagerada, el no macho tiene su empleo más frecuente
machismo como patrón cultural compar- en el campo de la biología, especialmen-
tido en toda América Latina, conducta ya te la zoología (aunque se emplea tam-
puesta en jaque por las nuevas condiciones bién en la botánica), y por ello casi por
económicas (la mujer como participante completo queda encasillado en el ámbito
esencial del mercado laboral) e ideológicas de lo animal.
(feminismo, movimientos gays, etcétera); Propongo que aquí saltemos gustosos
esta confluencia de ideas es la que me lle- a la irracionalidad: el macho no funciona
va a la adopción de una actitud que quiero por la razón; funciona por las ganas, por-
considerar lo suficientemente objetiva co- que las cosas le salen de los cojones. Éstos,
mo para relacionar machismo y travestismo. en lugar de la cabeza o el corazón, son el
centro del macho. El macho no piensa;
el macho es irracional y se jacta de ello.
En el momento que la razón o los afectos
1
El mismo Sifuentes Jáuregui dice que “...mas- intervienen en su comportamiento, la con-
culinity in its exaggerated form –in other words
ducta del macho cambia: e convierte en
machismo– doubles the project of travestism.
Hypermasculinity and the obsession to act like a man un ser racional o en un ser sentimental.
mirrors the very practices of transvestite subject Ambas transformaciones son realidades
formation” [...la masculinidad en su forma exagerada que destruyen al macho.
–en otras palabras, el machismo– duplica el proyecto
Sólo hay que ver nuevamente una pe-
del travestismo. La hiper-masculinidad y la obsesión
de portarse como un hombre refleja la misma lícula mexicana de la década de los cua-
formación travesti del sujeto”] (Op. cit., 12). renta, preferiblemente donde actúen Jorge

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Negrete o Pedro Infante, para comprobar penosamente homofóbica, hablo según


cómo al final de la cinta, cuando el macho convicciones fáciles y reprobables, pro-
se enamora perdidamente de la heroína, ducto, quiérase o no, de nuestras socie-
deja de ser verdaderamente macho para dades machistas.
convertirse ahora en “un señor respetable”, Desde esta perspectiva, el homosexual,
llegando incluso a ser “el señor burgués” lo mismo que el macho, sería también un
que abandona el caballo y la pistola por el ser irracional; por ello es la loca. La irracio-
auto y el hogar. nalidad, mejor aún, llamémosle demencia,
La modernidad y la sociedad burguesa es lo que podría definir al homosexual. La
parecen ámbitos donde idealmente el ma- loca no podría pensar con los cojones, co-
cho no florecería a plenitud, o al menos mo lo hace el macho, porque no los tiene:
son ámbitos que parecen aminorar sus la loca es un ser sin razón –el macho sí la
actitudes de irracionalidad. En las películas tiene, porque tiene cojones y con ellos
mexicanas de la década de los cuarenta el impone su voluntad, su razón– y por ello
animal, el macho, queda domesticado por la loca romperá siempre con el mundo
la mujer. En ese sentido, sólo en ese sen- de la racionalidad, con el mundo del orden
tido, y vista de una manera más o menos burgués latinoamericano. Pero entre la lo-
general, la mujer sería entonces el anti- ca y el macho, dos seres irremediable-
macho. Debo aclarar que debido a la bre- mente marcados por lo irracional, queda
vedad de este texto, que más que un en- establecida una relación especial que me
sayo cerrado y unitario es una propuesta atrevería a llamar simbiótica; y que está
abierta para un estudio mayor, se habla de fundamentada precisamente en una nega-
la mujer de manera que puede parecer ción de la razón o de lo racional.
esencialista. Ésta no es mi visión de la También para explicar esta conexión
mujer, ni de ningún otro ser humano; sólo macho-travesti permítaseme citar a un
empleo estos términos para apuntalar los pensador que considero importante en la
parámetros principales que propongo co- idea que aquí trato; me refiero a Octavio
mo límites, o mejor, puntos de partida para Paz. Éste se valió de la imagen del macho
un posible estudio posterior que espero dominante y de la mujer violada para de-
estas páginas fomenten.2 sarrollar metáforas que le permitieron
Pero una relación distinta existiría, en- explicar una visión cultural de México. Por
tonces, entre el macho y el homosexual. ello creo que sus palabras son útiles para
Por supuesto, al referirme aquí a homo- establecer la relación entre macho y loca;
sexual evoco la imagen tradicional y nega- dice Paz en El laberinto de la soledad:
tiva de éste, no a lo que podríamos llamar,
en términos “políticamente correctos”, gay. Lo chingado es lo pasivo, lo inerte y
Si el macho piensa con los cojones, su otro, abierto, por oposición a lo que chinga,
el homosexual, piensa con el culo. Recalco que es activo, agresivo y cerrado. El
que hablo desde una perspectiva franca y chingón es el macho, el que abre. La
chingada, la hembra, la pasividad
pura, inerme ante el exterior. La re-
2
Agradezco a María Mercedes Carrión el ha-
berme dejado ver la necesidad de hacer aquí es- lación entre ambos es violenta, deter-
ta aclaración. minada por el poder cínico del pri-

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mero y la impotencia de la otra (Paz, no dejarse chingar, lo que establece la re-


op. cit., 214).3 lación especial entre el macho y la loca.
Relación que se funda entonces en el en-
Hay que aclarar que las metáforas de Oc- cuentro, quizá no fortuito, de dos actitudes
tavio Paz están construidas con el propósito irracionales o dementes.4 En ese sentido,
de explicar una idea que se apoya ple- la loca es muy distinta a la mujer; la loca
namente en una heterosexualidad nor- no es el anti-macho.
mativa que pretende dominar toda la
cultura occidental, y que cuando habla so-
bre dos hombres en términos de chingón/ PARA UNA HISTORIA DEL MACHISMO
chingado, como lo hace en parte del libro PUERTORRIQUEÑO
citado, no se refiere a una relación sexual
sino a un conflicto social. Debido a la influencia de Michel Foucault
Paz pudiera ser incapaz de pensar en hay estudiosos (incluido yo) a quienes nos
términos que estuvieran fuera de dicha gusta partir de algunas de sus ideas; ideas
heterosexualidad normativa; o sea, no po- que nos han marcado profundamente a
dría presentar el fenómeno en los términos muchos, quizás por ello nos apasiona his-
propios de la homosexualidad, por ejem- toriarlo todo. Creo que Foucault nos de-
plo. En la cita anterior, el macho, el chin- mostró que todo puede tener su historia,
gón, actúa activamente y por propia volun- aunque necesariamente no la conozca-
tad, aunque sólo sea lo que le manden los mos. Mi propuesta, o mejor dicho, mi de-
cojones, pero la chingada se coloca en una seo sería ahora que alguien escriba la
situación pasiva, no actúa nunca por pro- historia del machismo puertorriqueño, del
pia voluntad. machismo de mi país, ya que desentrañar
Si un hombre es chingado o vencido por su particular complejidad podría ayudar-
otro, por otro que es más “macho”, sólo lo nos a aclarar muchos otros aspectos de
sería, según el texto de Paz, de manera nuestra conducta, tanto de la boricua co-
simbólica, no literal, pero sí muy doliente. mo de la latinoamericana en general.
En esto reside la diferencia con la loca: ésta Con la esperanza de algún día poder
activamente busca que se la chinguen, leer esa historia, presento aquí tres casos
aunque podemos suponer que por ser de la cultura puertorriqueña en los cua-
“activa”, la inversión de papeles podría les el machismo ha desempañado la im-
darse muy fácilmente. Es esa voluntad, esa portante función de definirnos y, a la
aceptación, ese buscar ser chingado, más vez, definir ese complejo fenómeno que,
aunque parezca absurdo, es meramente
3
Es curioso notar el empleo del género neutro
en el pasaje citado. Sorprende, dado que el argu-
mento central del libro de Paz, o de al menos el ca- 4
Por supuesto, los roles que se desempeñan en
pítulo más representativo de todo su libro, “Los hijos la relación sexual no están fijados por estos posicio-
de la Maliche”, se basa en la violación del hombre namientos o máscaras que se asumen para definirse
español (Cortés) a la indígena (La Malinche); de este socialmente: la loca puede ser activa y el macho,
acto de violencia sexual sale el ser híbrido o mestizo pasivo. Véanse al respecto los testimonios de homo-
que es el mexicano. La metáfora de Paz, pues, está sexuales mexicanos, recopilados por la antropóloga
definitivamente anclada en una oposición masculino/ Annick Prieur; para el caso de Puerto Rico véase los
femenino; por ello sorprende el empleo del neutro. textos del antropólogo Rafael Ramírez.

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otra forma de travestismo. Los casos selec- puesto, aquí, como en casi toda su obra,
cionados no se constituyen necesaria- Marqués no hablaba desde una pers-
mente como parte de un proceso que pectiva homosexual (ni de loca, ni de gay),
dialécticamente pareciera mayor, aunque sino desde la perspectiva del heredero de
sí se presentan como secuencia y como toda una tradición de hacendados criollos
incidentes de nuestra historia intelectual, decimonónicos que reclamaban como su
que obviamente están relacionados y que origen el mundo español y, a través de és-
son producto de la conciencia de sus au- te, el clásico, especialmente el romano.
tores y de la existencia de otras concien- El discurso de Marqués es el de la vieja
cias como las de ellos. burguesía criolla del siglo XIX puerto-
Aunque son casos de la literatura sir- rriqueño, burguesía que conoció la ruina,
ven para iluminar el problema en la cul- o al menos quedó al borde de ésta, tras la
tura puertorriqueña, en general, y aún invasión estadounidense de 1898. Hay que
más, podrían servir para buscar otros casos recordar que dado el proceso de asimi-
parecidos, si no paralelos, en otras culturas lación cultural que se vivía entonces –y que
hispanoamericanas. El primero de estos se vive aún hoy– en Puerto Rico, este
casos es de René Marqués (1919-79) y vie- hispanismo era para muchos intelectuales
ne de su ensayo mejor “El puertorriqueño y artistas boricuas la única forma de prote-
dócil”, texto escrito en 1960 y publicado gerse de una inminente “americanización”;
dos años después. La cita es reveladora: aunque este mecanismo de defensa con-
llevara la exaltación de múltiples vicios y
Aparentemente son ellos –los escri- no pocos males.
tores– los únicos que en la sociedad Muchos de los puertorriqueños que
puertorriqueña han reaccionado con defendieron este hispanismo protector
agresividad y rebeldía ante la desa- aceptaban sin más y de una manera acríti-
parición del último baluarte cultural ca este mecanismo de defensa cultural
desde donde podía aún combatirse, como una negación de la existencia de una
en parte, la docilidad colectiva: el ma- identidad nacional propia. Esto último no
chismo, versión criolla de la fusión y ocurre en el caso de Marqués, hay que
adaptación de dos conceptos secu- aclarar. Lo segundo que hay que apuntar
lares, la honra española y el pater fa- sobre la cita, algo ahora más importante
miliae romano (Marqués, 1967: 171). para nosotros, es que ésta nos hace revi-
sar el concepto de “docilidad” que em-
En otro lugar, y hace ya muchos años, he pleó Marqués.
comentado con detenimiento esta misma Se trata de un concepto que está muy
cita; por ello mismo no lo haré ahora. Pero claramente asociado al de “la chingada/el
sí me interesa apuntar aquí dos cosas: pri- chingado” de Paz. El hombre dócil puerto-
mero, la paradoja de un escritor homose- rriqueño es el chingado mexicano. En este
xual que defiende el machismo.5 Por su- sentido, y si se me permite una lectura par-
ticularmente perversa del texto marque-
siano, “el puertorriqueño dócil” es en
5
Habría que recordar que tal supuesta paradoja
se aclararía si empleamos el concepto de discurso verdad “el puertorriqueño pasivo”, el que
de Foucault. se deja chingar, el que se deja coger, el

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que busca que se lo chinguen, que se Si La guaracha del Macho Camacho


lo cojan. (Sánchez, 1976: 153), su primera novela,
Por supuesto, al adoptar la imagen del estaba escrita “en puertorriqueño”, la
señor hacendado criollo, imagen que re- segunda está escrita para reflejar diversos
presentaba la máscara pública y principal modos del habla de toda Hispanoamérica.7
de nuestro autor, la docilidad, la pasividad, Hay que recordar también que desde muy
se convierten en actitudes negativas. Pero temprano en su obra, especialmente des-
cuando se leen estas páginas de Marqués de su pieza teatral La pasión según Antí-
desde el complejo contexto de su obra, gona Pérez (1968), sin negar las raíces his-
más que las contradicciones personales, pánicas de la cultura nacional, Sánchez
sobresalen las conflictivas coordenadas intenta definir lo puertorriqueño en el con-
ideológicas de su momento.6 texto de lo hispanoamericano, particular-
Un segundo ejemplo –que se puede leer mente en el contexto caribeño y antillano.
como un paso en un proceso de evolución Pero por el momento, lo que nos im-
de esta compleja discusión boricua sobre porta de este texto, problemático y aun
el concepto del macho– es el que nos sin explorar detenidamente a pesar de los
ofrece Luis Rafael Sánchez (1936) en La múltiples artículos que sobre el mismo se
importancia de llamarse Daniel Santos han publicado, es que Sánchez “se lee”,
(1989), texto donde se utiliza a uno de los se declara homosexual, o al menos, una
iconos más emblemáticos del machismo de las voces narrativas del texto así lo hace.
boricua para ofrecer una imagen globali- Esa voz –que como lector privilegiado del
zante o totalizante de la cultura popular texto apunto que esconde a una persona
latinoamericana. El texto no es una bio- muy cercana al autor: esconde a su íntimo
grafía del famoso cantante puertorriqueño, amigo Rafael Rodríguez Abeillez– le ha-
pero éste le sirve al autor de medio para bla al mismo Sánchez y le pide que se
ver sus efectos en diversos países hispano- cuide “aunque se sotovocee que eres,
americanos; de esta manera, Sánchez de- seguramente, un homo ludens porque
muestra el impacto que la cultura popular eres, inseguramente, un homo closet” (Sán-
puertorriqueña, especialmente la música, chez, 1968: 68).
ha tenido sobre el resto de América Lati- Esta declaración indirecta es lo más cer-
na, y a la vez el libro se convierte en un cano que tenemos a una posible acep-
muestrario de las hablas hispanoameri- tación pública de su sexualidad y, por
canas ya que el texto es un mosaico de ello mismo, no deja de sorprender el que
cuadros lingüísticos.
7
Vale la pena anotar que en su excelente ensayo
de 1995, Arnaldo Cruz Malavé postula que “[at] the
6
Véase el importante libro de Juan Gelpí, center of Luis Rafael Sánchez’s 1976 novel La
Literatura y paternalismo en Puerto Rico (1993). El guaracha del Macho Camacho is the loca as a figure
mismo autor prepara un estudio que examina for the author’s voice and the burlesque drag show
específicamente los paralelismos entre el ensayo de as an emblem for the novel’s procedure” [en el centro
Marqués y el ya clásico libro de Paz. Las ideas que de la novela de Luis Rafael Sánchez de 1976, La
aquí apunto sobre estos dos autores no provienen guaracha del macho Camacho, está la loca como
del texto de Gelpí, aun inédito, aunque espero que figura de la voz autoral y del espectáculo de tra-
se reflejen en el mismo. vestismo burlesco emblemático de la época].

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Sánchez aparentemente glorifique en su de Ramos Otero, entre los que se trata, de


libro a un arquetipo del machismo antilla- manera parcial pero efectiva, estas dos na-
no, a Daniel Santos. La sorpresa se hace rraciones. Me refiero al ensayo de Arnaldo
paradoja cuando hallamos en el texto Cruz Malavé “Para virar al macho: la auto-
claras denuncias del machismo, al que la biografía como subversión en la cuentística
voz narrativa llama fenómeno “depredador de Manuel Ramos Otero” (1993). Cruz Ma-
en que demasiados varones procuran el lavé presta mayor atención al fenómeno
sello de garantía [...] machismo como pri- literario; examina cómo los cuentos, co-
vilegio sobrenatural; un machismo tan oron- mo artefactos narrativos, sirven para invertir
do, tan seguro de sí, que se permite la mea las influencias centrales en la narrativa de
culpa tangencial” (Sánchez, 1968: 87). Ramos Otero, particularmente la de Ju-
La denuncia, y a la vez la exaltación del lio Cortázar.
icono machista, por un escritor que pre- Ramos Otero mismo apunta a la posi-
senta en el mismo texto la posibilidad de bilidad de una lectura alegórica de estos
su homosexualidad, crean la complejidad cuentos, como representaciones de reali-
de este caso donde denuncia y exaltación dades políticas y personales concretas, es-
se entrelazan. Éste no es el lugar para de- pecialmente en “La vida ejemplar del
senredar esta madeja literaria e ideológica, esclavo y el señor”, texto que según él “...is
pero propongo dos puntos de vista desde really representing the situation of oppre-
los cuales nos podríamos acercar efectiva- ssion in colonial terms and also sexual
mente al problema: el primero, la estética terms” [...representa en verdad la situación
camp, esta categoría artística o actitud vi- de opresión en términos coloniales y tam-
tal nos facilitaría ver al macho, en este caso bién sexuales] (Kolovakos, 1986: 14). En
concreto a Daniel Santos, como una exa- estas narraciones, los personajes homose-
geración risible, y segundo, la exploración xuales –la loca, el homosexual masoquis-
de la relación múltiple y perturbadora entre ta– invierten los roles y demuestran que
el macho y la loca en nuestro contexto su aparente sumisión es en verdad una
cultural. Como el caso anterior, éste es uno expresión de poder.
que amerita mayor atención y estudio. Por ello, en “Loca de la locura” el homo-
El tercer caso que propongo como sexual, la loca, termina violando al macho,
muestra para explorar este proceso de his- mientras que en “Vida ejemplar del escla-
toriar el machismo en Puerto Rico es el de vo y el señor”, cuento de gran compleji-
Manuel Ramos Otero (1948-90), narrador dad ideológica, el homosexual masoquista
y poeta cuya obra entera se podría ver es quien tiene el control sobre el supuesto
como ejemplo de ataque frontal a este ser dominante, el macho sadista. Estas na-
fenómeno cultural defendido por Marqués rraciones ofrecen una negación total de la
y atacado de manera sutil pero compleja relación chingón/chingado de Paz y de
por Sánchez. Propongo que nos centremos Marqués, ya que Ramos Otero demuestra
en dos cuentos de Ramos Otero: “Loca de en ellas que el subalterno es quien, en el
la locura” y “Vida ejemplar del esclavo y fondo, tiene el poder, quien controla la si-
el señor”. tuación. En estos cuentos el paradigma de
Por suerte ya contamos con un exce- chingón/chingado queda invertido, ya que
lente estudio de algunos de los cuentos el que se ve como el dócil, el pasivo, con-

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trola toda la acción o termina invirtien- que en la narrativa de Ramos Otero se crea
do los roles y el juego de poder. El chingado una figura compleja, que como el macho
se convierte en el chingón; el dócil o pasivo de la novela de Sánchez, puede enten-
es quien verdaderamente tiene el poder. derse a partir del barroquismo esencial que
Los cuentos de Ramos Otero cuestionan sirve de base al travesti, como a todo ser o
el sentido último del poder, algo que que- máscara que se construye a partir de la
daba claramente definido y defendido en exageración: el macho y el travesti son fi-
Marqués y en Paz, mientras que el texto guras extremas que se posicionan en los
de Sánchez se presentaba enlazado a las límites de un continuo. Por ello mismo
complejidades del machismo y a la rela- pueden ser complementarios o pueden
ción de los otros con éste. A pesar de que establecer entre sí una relación simbiótica.
estos tres autores pueden verse como tres Me limito, al menos por el momento, a
momentos distintos y diferenciados en la presentar estas tres posiciones como ejem-
definición del machismo puertorriqueño, plos que pudieran servir para establecer
no me atrevo a proponer que éstos repre- una cadena de reacciones ante el machis-
senten un proceso dialéctico,8 a pesar de mo en Puerto Rico y, a partir de esa secuen-
la clara conciencia que tiene Ramos Ote- cia, comenzar a historiar el fenómeno en
ro de las posiciones de los dos escritores nuestra cultura. Éste es un proyecto abierto
anteriores, especialmente de René Mar- que algún autor o autora tendrá que com-
qués, quien se convierte en su obra en el pletar en algún momento en el futuro.
punto de ataque de su “anxiety of influen-
ce” [ansiedad de influencia], para utilizar
el término de Harold Bloom.
Pero esa diferenciación marcada entre
la obra de Ramos Otero y Marqués tam-
bién se puede explicar por el mayor grado
de estilización o barroquismo que se em-
plea para construir la imagen del macho.
En el ensayo de Marqués se alude al ma-
cho como un principio social,9 mientras

8
En su excelente ensayo ya citado, Cruz Malavé dos en su colección titulada En una ciudad llamada
estudia a estos tres mismos autores puertorriqueños, San Juan (1960; edición ampliada en 1970), proba-
aunque basa su análisis en distintas obras suyas, y blemente su mejor colección de cuentos, sirven de
establece grandes semejanzas entre los acerca- muestra excelente para ver la creación de estas dos
mientos estéticos y las posiciones ideológicas de figuras aparentemente antitéticas: “En la popa hay
Sánchez y Ramos Oteros, autores a quienes ante- un cuerpo reclinado” (1956) es el mejor cuento de
pone, por razones artísticas y, sobre todo, por cues- Marqués para estudiar su “puertorriqueño dócil”,
tiones políticas, a Marqués. En este sentido, Cruz mientras que “Dos vueltas de llave y un arcángel”
Malavé también evade postular un proceso dialéctico (1955) es muestra ideal para ver la figura del ma-
al comentar la obra de estos tres autores. cho en su obra. Adelanto la idea de que el macho
9
Habría que estudiar también los cuentos de en sus cuentos no es una figura que necesariamente
René Marqués para ver en algunos de ellos el proce- responde a los principios positivos del machismo que
so de creación de lo que él llama “el puertorriqueño se postulan en su conocido ensayo. El macho es mu-
dócil” y también el del macho. Dos cuentos inclui- cho más problemático en sus cuentos que en su ensayo.

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CONCLUSIONES PROVISORIAS OBRAS CITADAS

Estos sencillos apuntes sobre la posibilidad Barradas, Efraín (1977) “El machismo exis-
de un estudio del machismo y su construc- tencialista de René Marqués: Relecturas
ción en la cultura puertorriqueña, estudio y nuevas lecturas”, en Sin Nombre (San
que sólo se comienza a perfilar como po- Juan), vol. VIII, núm. 3, pp. 69-81. 186 p.
sibilidad concreta, como lo demuestra el Bloom, Harold (1973) The Anxiety of In-
reciente libro de Félix Jiménez, Las prác- fluence: A Theory of Poetry, Londres, Ox-
ticas de la carne: Construcción y represen- ford University Press, 204 p.
tación de las masculinidades puertorri- Butler, Judith (1990) Gender Trouble:
queñas (2004), se proponen solamente Feminism and the Subversion of Identity,
para comenzar a delimitar posibles rutas Nueva York, Routledge, 216 p.
de investigación, acercamientos viables Cruz Malavé, Arnaldo (1993) “Para virar al
al fenómeno. macho: la autobiografía como subver-
Estos acercamientos teóricos o rutas sión en la cuentística de Manuel Ramos
estéticas serían múltiples. Aquí han sido Otero”, en Revista Iberoamericana (Pitts-
apuntados sólo algunos de los estudiosos burgh), núms. 162-163, pp. 239-263.
que han propuesto ciertas vías a seguir y (1995) “Towards an Art of Tra-
otros que me parecen dignos de explo- vestism: Colonialism and Homose-
ración. Mas creo que todos ellos apuntan xuality in Puerto Rican Literature”, en
a una realidad muy concreta: el macho es Emilie L. Bergmann y Paul Julian Smith
una construcción social de carácter barroco (comps.), ¿Entiendes?: Queer Readings,
dada la exageración y la hiperconciencia Hispanic Writings, Durham, Duke Uni-
que le sirven de base a su creación. En este versity Press, pp. 137-167. 210 p.
mismo sentido fue que al principio sugerí Echavarren, Roberto (1998) Arte andró-
la semejanza entre el macho y el travesti, gino: Estilo versus moda en un siglo
y entre éste y la loca. Quizá se pueda ob- corto, Buenos Aires, Ediciones Colihue,
jetar que mi definición de lo que es un 362 p.
travesti sea muy amplia. Pero, más proba- Foucault, Michel (1976) La volonté de
blemente, el problema real esté en que hay savoir, París, Gallimard, 273 p.
figuras aparentemente antagónicas que, Garber, Marjorie (1992) Vested Interests:
en el fondo, son una y la misma realidad. Cross-dressing and Cultural Anxiety, New
Creo que eso pasa con el macho y el tra- York, Routledge, 327 p.
vesti y que esa semejanza es materia dig- Gelpí, Juan (1993) Literatura y paternalismo
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