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A Iñaki Rodeño, por todo y más… Estados Unidos han aparecido en las úl-
timas décadas estudios que revisan el
antiquísimo fenómeno del travestismo,
A MODO DE PREÁMBULO práctica casi tan añeja como el descubri-
miento mismo de la vestimenta.
[141]
EFRAÍN BARRADAS
Severo Sarduy, tanto por sus ensayos como ACERCA DEL TRAVESTISMO
por su ficción, ha sido inmensa y de gran
importancia para el actual interés que Existen estudios antropológicos y socioló-
genera el travestismo. gicos que al abordar el fenómeno del tra-
Este ámbito de reflexión y análisis se vestismo afirman que, muy contrario a la
viene enriqueciendo también a través de visión tradicional que se tiene de quienes
la obra creativa de varios escritores y ejercen esta práctica en el resto del mun-
artistas plásticos, quienes lo exploran esté- do, en Estados Unidos la inmensa mayo-
tica y críticamente. Nombres como los del ría de los travestis son heterosexuales.
chileno Pedro Lemebel, con sus crónicas Aunque se reconoce que estas investiga-
urbanas; o del argentino Néstor Perlongher, ciones parecen privilegiar el fenómeno del
con sus ensayos antropológicos, salen a travestismo masculino, ignorando casi por
relucir de inmediato. Además, a éstos se completo esta práctica entre las mujeres.
puede añadir el de la narradora puerto- Pudiera ser que la segunda de estas ase-
rriqueña Mayra Santos Febres y el del pin- veraciones sea válida en un contexto como
tor mexicano Julio Galán; también del chi- el latinoamericano; pero la primera aseve-
leno Juan Dávila, quien en su obra ha ración no lo es. Más allá de la María Félix
llegado a travestir al mismo Simón Bolívar, de ciertas películas sobre la Revolución
para escándalo de la diplomacia chilena y Mexicana –y en ellas nunca aparece ves-
“la imagen” que ésta quisiera “guardar” en tida de hombre aunque sí lleva ciertos
el ámbito internacional. emblemas de “hombría” como las ristras
La lista de nombres es grande y no es de balas y el fusil, en La Cucaracha (1957),
mi interés reproducirla aquí. Lo que sí de- película dirigida por Ismael Rodríguez–,
bo añadir ahora es una ficha más a esta no se tiene un icono cultural correspon-
sencilla revisión del interés por el fenó- diente a la mujer travestida en el ima-
meno del travestismo. Se trata del libro ginario colectivo latinoamericano. Por otro
de Benigno Sifuentes Jáuregui (2002), lado, aunque no se hallen aún estudios
Transvestism, Masculinity and Latin Ame- detallados del fenómeno, ni respecto a al-
rican Literature, texto que considero im- gún país en especial, podemos decir con
prescindible, no debido a su marcada confianza y basándonos en la experiencia
independencia respecto a la anterior obra directa (lástima que sin datos científicos
de este autor, sino porque es uno de los suficientes) que el travestismo en Améri-
mejores estudios que hoy se tienen so- ca Latina es una práctica asociada mayor-
bre el tema. Se trata de un libro lleno mente con hombres homosexuales.
de sugerencias, de caminos a tomar, de En América Latina siempre se parte de
propuestas para los lectores. Les confieso esa identificación (travesti equivale a ho-
ahora, y con toda honestidad, que para mosexual) en el momento de discutir el
escribir las páginas que siguen, esta obra tema, ya sea en el marco teórico o práctico
me ha sido muy sumamente útil; no se o histórico; cualquiera que éste sea. Sin
debe titubear al reconocer las deudas. descartar esta identificación que creo útil
en especial para interpretar nuestra rea-
lidad cultural, mi propuesta, sin embargo,
será algo distinta: quiero utilizar concep-
otra forma de travestismo. Los casos selec- puesto, aquí, como en casi toda su obra,
cionados no se constituyen necesaria- Marqués no hablaba desde una pers-
mente como parte de un proceso que pectiva homosexual (ni de loca, ni de gay),
dialécticamente pareciera mayor, aunque sino desde la perspectiva del heredero de
sí se presentan como secuencia y como toda una tradición de hacendados criollos
incidentes de nuestra historia intelectual, decimonónicos que reclamaban como su
que obviamente están relacionados y que origen el mundo español y, a través de és-
son producto de la conciencia de sus au- te, el clásico, especialmente el romano.
tores y de la existencia de otras concien- El discurso de Marqués es el de la vieja
cias como las de ellos. burguesía criolla del siglo XIX puerto-
Aunque son casos de la literatura sir- rriqueño, burguesía que conoció la ruina,
ven para iluminar el problema en la cul- o al menos quedó al borde de ésta, tras la
tura puertorriqueña, en general, y aún invasión estadounidense de 1898. Hay que
más, podrían servir para buscar otros casos recordar que dado el proceso de asimi-
parecidos, si no paralelos, en otras culturas lación cultural que se vivía entonces –y que
hispanoamericanas. El primero de estos se vive aún hoy– en Puerto Rico, este
casos es de René Marqués (1919-79) y vie- hispanismo era para muchos intelectuales
ne de su ensayo mejor “El puertorriqueño y artistas boricuas la única forma de prote-
dócil”, texto escrito en 1960 y publicado gerse de una inminente “americanización”;
dos años después. La cita es reveladora: aunque este mecanismo de defensa con-
llevara la exaltación de múltiples vicios y
Aparentemente son ellos –los escri- no pocos males.
tores– los únicos que en la sociedad Muchos de los puertorriqueños que
puertorriqueña han reaccionado con defendieron este hispanismo protector
agresividad y rebeldía ante la desa- aceptaban sin más y de una manera acríti-
parición del último baluarte cultural ca este mecanismo de defensa cultural
desde donde podía aún combatirse, como una negación de la existencia de una
en parte, la docilidad colectiva: el ma- identidad nacional propia. Esto último no
chismo, versión criolla de la fusión y ocurre en el caso de Marqués, hay que
adaptación de dos conceptos secu- aclarar. Lo segundo que hay que apuntar
lares, la honra española y el pater fa- sobre la cita, algo ahora más importante
miliae romano (Marqués, 1967: 171). para nosotros, es que ésta nos hace revi-
sar el concepto de “docilidad” que em-
En otro lugar, y hace ya muchos años, he pleó Marqués.
comentado con detenimiento esta misma Se trata de un concepto que está muy
cita; por ello mismo no lo haré ahora. Pero claramente asociado al de “la chingada/el
sí me interesa apuntar aquí dos cosas: pri- chingado” de Paz. El hombre dócil puerto-
mero, la paradoja de un escritor homose- rriqueño es el chingado mexicano. En este
xual que defiende el machismo.5 Por su- sentido, y si se me permite una lectura par-
ticularmente perversa del texto marque-
siano, “el puertorriqueño dócil” es en
5
Habría que recordar que tal supuesta paradoja
se aclararía si empleamos el concepto de discurso verdad “el puertorriqueño pasivo”, el que
de Foucault. se deja chingar, el que se deja coger, el
trola toda la acción o termina invirtien- que en la narrativa de Ramos Otero se crea
do los roles y el juego de poder. El chingado una figura compleja, que como el macho
se convierte en el chingón; el dócil o pasivo de la novela de Sánchez, puede enten-
es quien verdaderamente tiene el poder. derse a partir del barroquismo esencial que
Los cuentos de Ramos Otero cuestionan sirve de base al travesti, como a todo ser o
el sentido último del poder, algo que que- máscara que se construye a partir de la
daba claramente definido y defendido en exageración: el macho y el travesti son fi-
Marqués y en Paz, mientras que el texto guras extremas que se posicionan en los
de Sánchez se presentaba enlazado a las límites de un continuo. Por ello mismo
complejidades del machismo y a la rela- pueden ser complementarios o pueden
ción de los otros con éste. A pesar de que establecer entre sí una relación simbiótica.
estos tres autores pueden verse como tres Me limito, al menos por el momento, a
momentos distintos y diferenciados en la presentar estas tres posiciones como ejem-
definición del machismo puertorriqueño, plos que pudieran servir para establecer
no me atrevo a proponer que éstos repre- una cadena de reacciones ante el machis-
senten un proceso dialéctico,8 a pesar de mo en Puerto Rico y, a partir de esa secuen-
la clara conciencia que tiene Ramos Ote- cia, comenzar a historiar el fenómeno en
ro de las posiciones de los dos escritores nuestra cultura. Éste es un proyecto abierto
anteriores, especialmente de René Mar- que algún autor o autora tendrá que com-
qués, quien se convierte en su obra en el pletar en algún momento en el futuro.
punto de ataque de su “anxiety of influen-
ce” [ansiedad de influencia], para utilizar
el término de Harold Bloom.
Pero esa diferenciación marcada entre
la obra de Ramos Otero y Marqués tam-
bién se puede explicar por el mayor grado
de estilización o barroquismo que se em-
plea para construir la imagen del macho.
En el ensayo de Marqués se alude al ma-
cho como un principio social,9 mientras
8
En su excelente ensayo ya citado, Cruz Malavé dos en su colección titulada En una ciudad llamada
estudia a estos tres mismos autores puertorriqueños, San Juan (1960; edición ampliada en 1970), proba-
aunque basa su análisis en distintas obras suyas, y blemente su mejor colección de cuentos, sirven de
establece grandes semejanzas entre los acerca- muestra excelente para ver la creación de estas dos
mientos estéticos y las posiciones ideológicas de figuras aparentemente antitéticas: “En la popa hay
Sánchez y Ramos Oteros, autores a quienes ante- un cuerpo reclinado” (1956) es el mejor cuento de
pone, por razones artísticas y, sobre todo, por cues- Marqués para estudiar su “puertorriqueño dócil”,
tiones políticas, a Marqués. En este sentido, Cruz mientras que “Dos vueltas de llave y un arcángel”
Malavé también evade postular un proceso dialéctico (1955) es muestra ideal para ver la figura del ma-
al comentar la obra de estos tres autores. cho en su obra. Adelanto la idea de que el macho
9
Habría que estudiar también los cuentos de en sus cuentos no es una figura que necesariamente
René Marqués para ver en algunos de ellos el proce- responde a los principios positivos del machismo que
so de creación de lo que él llama “el puertorriqueño se postulan en su conocido ensayo. El macho es mu-
dócil” y también el del macho. Dos cuentos inclui- cho más problemático en sus cuentos que en su ensayo.
Estos sencillos apuntes sobre la posibilidad Barradas, Efraín (1977) “El machismo exis-
de un estudio del machismo y su construc- tencialista de René Marqués: Relecturas
ción en la cultura puertorriqueña, estudio y nuevas lecturas”, en Sin Nombre (San
que sólo se comienza a perfilar como po- Juan), vol. VIII, núm. 3, pp. 69-81. 186 p.
sibilidad concreta, como lo demuestra el Bloom, Harold (1973) The Anxiety of In-
reciente libro de Félix Jiménez, Las prác- fluence: A Theory of Poetry, Londres, Ox-
ticas de la carne: Construcción y represen- ford University Press, 204 p.
tación de las masculinidades puertorri- Butler, Judith (1990) Gender Trouble:
queñas (2004), se proponen solamente Feminism and the Subversion of Identity,
para comenzar a delimitar posibles rutas Nueva York, Routledge, 216 p.
de investigación, acercamientos viables Cruz Malavé, Arnaldo (1993) “Para virar al
al fenómeno. macho: la autobiografía como subver-
Estos acercamientos teóricos o rutas sión en la cuentística de Manuel Ramos
estéticas serían múltiples. Aquí han sido Otero”, en Revista Iberoamericana (Pitts-
apuntados sólo algunos de los estudiosos burgh), núms. 162-163, pp. 239-263.
que han propuesto ciertas vías a seguir y (1995) “Towards an Art of Tra-
otros que me parecen dignos de explo- vestism: Colonialism and Homose-
ración. Mas creo que todos ellos apuntan xuality in Puerto Rican Literature”, en
a una realidad muy concreta: el macho es Emilie L. Bergmann y Paul Julian Smith
una construcción social de carácter barroco (comps.), ¿Entiendes?: Queer Readings,
dada la exageración y la hiperconciencia Hispanic Writings, Durham, Duke Uni-
que le sirven de base a su creación. En este versity Press, pp. 137-167. 210 p.
mismo sentido fue que al principio sugerí Echavarren, Roberto (1998) Arte andró-
la semejanza entre el macho y el travesti, gino: Estilo versus moda en un siglo
y entre éste y la loca. Quizá se pueda ob- corto, Buenos Aires, Ediciones Colihue,
jetar que mi definición de lo que es un 362 p.
travesti sea muy amplia. Pero, más proba- Foucault, Michel (1976) La volonté de
blemente, el problema real esté en que hay savoir, París, Gallimard, 273 p.
figuras aparentemente antagónicas que, Garber, Marjorie (1992) Vested Interests:
en el fondo, son una y la misma realidad. Cross-dressing and Cultural Anxiety, New
Creo que eso pasa con el macho y el tra- York, Routledge, 327 p.
vesti y que esa semejanza es materia dig- Gelpí, Juan (1993) Literatura y paternalismo
na de estudio y de historia. en Puerto Rico, San Juan, Universidad
de Puerto Rico, 159 p.
Jiménez, Félix (2004) Las prácticas de la
carne: Construcción y representación de
las masculinidades puertorriqueñas San
Juan, Ediciones Vértigo, 359 p.
Kolovakos, Gregory (1986) “Interview with
Manuel Ramos Otero”, The Dispatch
(The Newsletter of the Center for Ame-
rican Cultural Studies) (Columbia Uni- Ramírez, Rafael (1993) “Dime, capitán”:
versity, Nueva York), vol. V, núm. 1, Reflexiones sobre la masculinidad, San
otoño, pp. 14-16. Juan, Ediciones Huracán, 144 p.
Lemebel, Pedro (1995) La esquina es mi Ramírez, Rafael, Víctor I. García-Toro e
corazón. Crónica urbana, Santiago de Ineke Cunningham (comps.) (2002)
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