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Libro de Fatima
Libro de Fatima
“ R ecordamos
hoy el aniversario
de las Apariciones
de Nuestra Señora
en Fátima. Con su
vehemente llama-
do a la conversión
y a la penitencia
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es, sin duda, la
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más profética de
le
las apariciones mo-
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dernas. Pidamos a
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la Madre de la Iglesia, a Ella que cono-
ce los sufrimientos y las esperanzas de la
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humanidad, que proteja nuestros hoga-
a
res y nuestras comunidades.
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De modo especial confiémosle aquellos
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pueblos y naciones que tienen particular
necesidad, y lo hacemos con la certeza
de que no dejará de atender las súplicas
que con filial devoción le dirigimos”.
(S.S. Benedicto XVI –
Regina Coeli del 13-V-2007)
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www.caballerosdelavirgen.org
email: correo@salvadmereina.org.co
ISBN: 95897246-1-2
Fátima
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Corazón Triunfará
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Caballeros de la Virgen
Fátima,
Por fin mi
Inmaculado Corazón
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Triunfará
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Las
apariciones
de Fátima
difunden
una luz
sobrenatural
n que arrebató
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a los
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pastorcitos
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en forma
irresistible,
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e ilumina
a
el corazón
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de los
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peregrinos
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que acuden
Introducción
Movidos por el anuncio de la visita del Santo Padre
Benedicto XVI a Portugal, en mayo de este año, decidi-
mos publicar un breve compendio de las apariciones y
del mensaje de la Santísima Virgen de Fátima a los tres
pastorcitos.
Leyendo las “Memorias de la Hermana Lucía” y el
texto del mensaje de Nuestra Señora de Fátima, la figu-
ra del Papa ocupa un lugar de relevancia, en cuanto se
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Mensaje más actual que nunca
No son raras las intervenciones espectaculares de
Dios en la historia del mundo. Basta recordar milagros
retumbantes como la travesía del Mar Rojo y el maná
ofrecido a los hebreos en el desierto.
El ejemplo supremo lo encontramos en la Encarna-
ción del propio Verbo Divino, hecho de tal magnitud que
la historia de los hombres gira a su alrededor.
Las apariciones de la Virgen en Fátima, merecen un
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La importancia del mensaje de Fátima
La esencia del Mensaje de Fátima, está constituida
por las maternales palabras de esperanza de la Madre de
Dios y el medio que Ella pone a nuestro alcance para
solucionar la crisis contemporánea: “Recen el Rosario
todos los días, para alcanzar la paz”.
El Mensaje es tan simple que casi nos sentimos ten-
tados a exclamar: “¿Sólo eso? ¿La Virgen apareció, hizo
prodigios extraordinarios únicamente para pedir que
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recemos?”.
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Por fin mi Inmaculado
Corazón Triunfará
Fallecida la Hermana Lucía y revelado el Tercer Se-
creto, permanece aún un velo de misterio en torno a su
interpretación.
A pesar de sus enigmas, Fátima continúa como punto
de referencia hacia el cual se dirigen todas las miradas,
cuando la magnitud de los acontecimientos hace tamba-
lear la seguridad y estabilidad del mundo moderno. Los
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cumplido.
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CAPÍTULO I
Pío XI
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conmemorar el cincuente-
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Pablo VI
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Juan Pablo II
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Benedicto XVI, co-
mentó las apariciones
de la Virgen de Fátima
diciendo:
“Un camino para
mantenerse unidos a Cris-
to, como sarmientos a la
vid, es recurrir a la inter-
cesión de María, a quien
ayer, 13 de mayo, vene-
ramos de manera particu-
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en 1917, se manifestó en
le
Benedicto XVI
varias ocasiones a tres niños,
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CAPÍTULO II
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lestial. Durante el resto del día no hablaron de otra cosa,
maravillados con lo que habían visto y oído.
Pero cuando el sol se puso en el horizonte, anuncian-
do la hora de reunir el rebaño y volver a casa, retomando
con ello la realidad cotidiana, cada cual reaccionó a su
modo. Francisco, más pensativo, no decía nada. Lucía,
algo mayor que sus primos, ya pensaba en la reacción de
sus familiares y vecinos y creyó más prudente guardarlo
todo en secreto. Pero Jacinta, más expansiva de carác-
ter, no lograba contener la alegría sobrenatural que la
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– No, no lo diré.
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– Ni siquiera a tu mamá.
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toda la familia estaba sentada para la cena junto a la chi-
menea, la Sra. Olimpia, cuya incredulidad ya tambalea-
ba ante la firme insistencia de su hija, le pidió:
– Jacinta, cuenta cómo fue eso de la Virgen en Cova
da Iria.
visión.
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“Una Señora vestida toda de blanco, más brillante
que el sol, esparciendo una luz más clara e intensa que
un vaso de cristal lleno de agua cristalina, atravesado
por los rayos del sol más ardiente. Estábamos tan cerca,
que quedábamos adentro de la luz que la rodeaba, o que
ella esparcía”. (R.P. Juan M. de Marchi, i.m.c., “Era una
Señora más brillante que el sol”, 7ª edición, p. 84.)
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ella nos veíamos como sumergidos en Dios”. Esto les
dio el ánimo necesario para enfrentar todas las adversi-
dades y cumplir su vocación, ofreciendo la vida por la
conversión de los pecadores. “Fue una gracia que nos
marcó para siempre en la esfera de lo sobrenatural”,
dijo la hermana Lucía muchos años más tarde.
Los Beatos Francisco y Jacinta morirían poco des-
pués de las apariciones. La hermana Lucía ingresaría al
Carmelo de Coimbra, donde terminaría ejemplarmente
su existencia a los 97 años, iluminada todavía por esa luz
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toda su vida: “Al ver ahí una Señora tan linda que me
le
dijo ser del Cielo, sentí una alegría tan íntima que me
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de la incredulidad
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Fue lo que muy oportunamente resaltó en otras pala-
bras Mons. Antonio Marto, obispo de Leiría-Fátima, en
la conmemoración del centenario del nacimiento de la
hermana Lucía: “He aquí, pues, la gran misión confia-
da a la Iglesia: hacer resplandecer la belleza del rostro
de Dios en Cristo, manso y humilde de corazón, en un
mundo que tiene tanta dificultad para comprenderlo, y
despertar la dimensión mística de la fe para darle calor
y alegría”.
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CAPÍTULO III
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creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que
no creen, no adoran, no esperan y no os aman.
Después se levantó y dijo:
— Orad así. Los Corazones de Jesús y María están
atentos a la voz de vuestras súplicas.
Y desapareció.
La atmósfera sobrenatural que nos envolvió —con-
tinúa la Hermana Lucía— era tan intensa, que por un
gran espacio de tiempo casi no nos dábamos cuenta de
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desapareciendo”.
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Segunda aparición del Ángel
Durante el verano de 1916, mientras los tres pastor-
citos jugaban en el terreno de la casa de los padres de
Lucía, junto a un pozo allí existente, se les aparece el
Ángel nuevamente, que les dice, según la narración de
la Hermana Lucía:
“— ¿Qué hacéis? ¡Rezad! ¡Rezad mucho! Los Co-
razones de Jesús y María tienen sobre vosotros desig-
nios de misericordia. Ofreced constantemente al Altísi-
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mo oraciones y sacrificios.
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os envíe”.
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bre nosotros brilla una luz desconocida. Nos levantamos
para ver lo que sucedía, y vemos al Ángel con un cáliz en su
mano izquierda, sobre el que estaba suspendida una Hos-
tia, de la cual caían algunas gotas de Sangre dentro del
cáliz. Dejando el cáliz y la hostia suspendidos en el aire,
el Ángel se postró en tierra y repitió tres veces la siguiente
oración:
— Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os
ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad
de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra,
en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
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CAPÍTULO IV
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Primera aparición: 13 de mayo de 1917
Súbitamente, en medio de su inocente recreo, los
tres niños vieron como una claridad de relámpago que
los sorprendió. Contemplaron el cielo, el horizonte y,
después, se miraron entre sí: cada uno vio al otro mudo
y atónito; el horizonte estaba limpio y el cielo luminoso
y sereno. ¿Qué habría pasado?
Lucía, siempre con cierto tono imperativo ordenó
agrupar el rebaño y retomar el camino de regreso a casa,
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un segundo relámpago.
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La Hermana Lucía continúa diciendo: “El vestido,
más blanco que la propia nieve, parecía tejido de luz.
Tenía las mangas relativamente estrechas y el cuello ce-
rrado, llegando hasta los pies que envueltos por una te-
nue nube, apenas se veían rozando la copa de la encina.
La túnica era blanca, y un manto también blanco, con
bordes de oro, del mismo largo que el vestido, le cubría
casi todo el cuerpo. Tenía las manos puestas en actitud
de oración, apoyadas en el pecho, y de la derecha pen-
día un lindo rosario de cuentas brillantes como perlas,
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Hermana Lucía:
“Estábamos tan cerca, que quedábamos dentro de
el
— Le pregunté
— Soy del Cielo.
— ¿Y qué quiere de mí Vuestra Merced?
— Vengo a pediros que volváis aquí durante seis me-
ses seguidos, los días 13 y a esta misma hora. Después
os diré quién soy y lo que quiero. Y volveré aquí aún una
séptima vez.
— ¿Y yo también voy a ir al Cielo?
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— Sí, vas.
— ¿Y Jacinta?
— También.
— ¿Y Francisco?
— También, pero tiene que rezar muchos Rosarios.
Me acordé entonces de preguntar por dos niñas que
habían muerto hacía poco. Eran amigas mías y [frecuen-
taban] mi casa [para] aprender a tejer con mi hermana
mayor.
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— Sí, está.
— ¿Y Amalia?
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— Sí, queremos.
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dad, yo te adoro. Dios mío, Dios mío, yo te amo en el
Santísimo Sacramento.
Pasados los primeros momentos, Nuestra Señora
añadió:
— Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la
paz del mundo y el fin de la guerra.
Enseguida comenzó a elevarse serenamente, su-
biendo en dirección al naciente, hasta desaparecer en
la inmensidad de la distancia. La luz que la circundaba
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el Cielo”.
Después que la Aparición se eclipsó en la infinitud
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el Cielo.
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— Si se convierte, se curará en el transcurso del
año.
— Quería pedirle que nos llevara al Cielo.
— Sí, a Jacinta y a Francisco los llevaré en breve.
Pero tú te quedarás aquí algún tiempo más. Jesús quiere
servirse de ti para hacerme conocer y amar. Él quie-
re establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado
Corazón. A quien la abrace, le prometo la salvación; y
serán amadas de Dios estas almas, como flores puestas
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Tercera aparición: 13 de julio de 1917
Era un viernes el día en que se daría la tercera apa-
rición de la Santísima Virgen. Los tres niños se pusieron
en camino. Lucía fue a buscar a sus primos para ir al sitio
de la apariciones.
Al llegar al lugar, se sorprendieron con la multitud
que había acudido – más de dos mil personas- para pre-
senciar el extraordinario acontecimiento.
Es la Hermana Lucía quien nos narra de esta manera
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socorrer.
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— Sacrificaos por los pecadores y decid muchas ve-
ces, sobre todo cuando hagáis algún sacrificio: ¡Oh! Je-
sús, es por vuestro amor, por la conversión de los peca-
dores y en reparación de los pecados cometidos contra
el Inmaculado Corazón de María”.
PRIMERA PARTE DEL SECRETO:
“Al decir estas últimas palabras —narra la Herma-
na Lucía— abrió de nuevo las manos como en los dos
meses anteriores. El reflejo [de los rayos de luz] pare-
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SEGUNDA PARTE DEL SECRETO:
“Asustados y como pidiendo socorro, levantamos
los ojos hacia Nuestra Señora, que nos dijo con bondad
y tristeza:
— Visteis el Infierno, a donde van las almas de los
pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere estable-
cer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón.
Si hacen lo que yo os diga, se salvarán muchas almas y
tendrán paz. La guerra va a terminar. Pero, si no dejan
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— No, hoy no quiero nada más de ti.
Y, como de costumbre, comenzó a elevarse en direc-
ción al este, desapareciendo en la inmensa lejanía del
firmamento”.
Aquí terminaba, en la 4ª Memoria de la Hna. Lucía,
la narración del “Secreto”. Se omitía su tercera parte, que
permaneció desconocida hasta el 26 de Junio del 2000.
En esta fecha fue divulgada por determinación de S.S. el
Papa Juan Pablo II, acompañada de comentarios e inter-
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Lucía:
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de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de
llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas
y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado
de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáve-
res que encontraba por el camino; llegado a la cima del
monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz
fue muerto por un grupo de soldados que le dispara-
ron varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo
modo murieron unos tras otros los Obispos, sacerdo-
tes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares,
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Vimos el
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Corazón de
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Nuestra
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Señora rodeado
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de espinas
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que parecían
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clavárseles por
todas partes.
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Comprendimos
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que era el
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Inmaculado
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Corazón de
María, ultrajado
por los pecados
de los hombres,
que pedía
reparación.
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Cuarta aparición: 15 de agosto de 1917
Habiendo sido secuestrados y mantenidos tres días
bajo vigilancia por el Administrador de Ourém, que a
toda costa – y en vano- deseaba arrancarles el secreto
confiado por la Virgen, los tres niños no pudieron com-
parecer a la Cova de Iría el día 13 de agosto, cuando se
daría la cuarta aparición de la Santísima Virgen.
Leamos ahora el relato de la Hermana Lucía sobre
la cuarta aparición de la Madre de Dios, el día 15 de
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agosto:
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llamar.
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encina.
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es para la fiesta de Nuestra Señora del Rosario. Lo que
sobre es para ayudar a una capilla que debéis mandar
construir.
— Quería pedirle la curación de algunos enfermos.
— Sí, curaré a algunos en el transcurso de este
año.
Y tomando un aspecto más triste, les recomendó de
nuevo la práctica de la mortificación, diciendo, al final:
— Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los
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levante.
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Quinta aparición: 13 de
septiembre de 1917
Así nos narra la Hermana Lucía la quinta aparición:
“Al aproximarse la hora, fui allí con Jacinta y Fran-
cisco, entre numerosas personas que nos hacían caminar
con dificultad. Los caminos estaban apiñados de gente.
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Todos querían vernos y hablar con nosotros, pidiendo
que presentásemos a Nuestra Señora sus necesidades.
[...]
Llegamos por fin a Cova de Iría, junto a la encina, y
comenzamos a rezar el Rosario con la gente. Poco des-
pués vimos el reflejo de la luz y, enseguida, a la Santísi-
ma Virgen sobre la encina. Nos dijo:
— Continuad rezando el Rosario para alcanzar el
fin de la guerra. En octubre vendrán también Nuestro
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costumbre”.
Aunque breve, la aparición de la Virgen dejó a los
pequeños videntes muy felices, consolados y fortaleci-
dos en su fe. Francisco se sentía especialmente inundado
de alegría ante la perspectiva de ver, de allí a un mes, a
Nuestro Señor Jesucristo, como les prometió la Reina
del Cielo y de la Tierra.
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Sexta y última aparición:
13 de octubre de 1917
Llegó, por fin, el día tan esperado de la sexta y úl-
tima aparición de la Santísima Virgen a los tres pastor-
citos. Por lo avanzado del otoño, la mañana estaba fría.
Una lluvia persistente y abundante había transformado
la Cova de Iría en un inmenso lodazal, y el frío calaba
hasta los huesos a la multitud de 50 a 70 mil peregrinos
que habían acudido de todos los rincones de Portugal.
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sucedió:
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la encina.
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Y tomando un aspecto más triste, [Nuestra Señora
agregó]: No ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya
está muy ofendido.
Enseguida, abriendo las manos, Nuestra Señora las
hizo reflejar en el sol y, mientras se elevaba, su propia
luz continuaba reflejándose en el sol”.
Habiendo la Santísima Virgen desaparecido en esa
luz que Ella misma irradiaba, se sucedieron en el cielo
tres nuevas visiones, como cuadros que simbolizaban los
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bendijo al pueblo.
Por fin apareció, gloriosa, Nuestra Señora bajo la
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el sol apareció como un inmenso disco de plata. A pesar
de su brillo intenso, podía ser mirado directamente sin
herir la vista. La multitud lo contemplaba absorta cuan-
do, súbitamente, el astro se puso a “bailar”. Giró rápida-
mente como una gigantesca rueda de fuego. Se detuvo
de repente y, poco después, comenzó nuevamente a girar
sobre sí mismo a una velocidad sorprendente. Finalmen-
te, en un torbellino vertiginoso, sus bordes adquirieron
un color escarlata, esparciendo llamas rojas en todas di-
recciones. Éstas se reflejaban en el suelo, en los árboles,
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CAPÍTULO V
Fátima en el corazón
de Juan Pablo II
El mensaje de Fátima encontró siempre un eco filial
en la persona de este inolvidable Papa. De tal manera
que, un año después del atentado que lo hirió gravemen-
te en la plaza de San Pedro — el 13 de mayo de 1981,
fecha misteriosamente coincidente con la de la primera
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Recordemos las palabras que pronunció el siervo de
Dios Juan Pablo II en la plaza de la Basílica de Fátima,
el 13 de mayo de 1982:
“Desde el tiempo en que Jesús, muriendo en la cruz,
dijo a Juan: ‘he ahí a tu Madre’ desde el momento en que
el discípulo ‘la recibió en su casa’, el misterio de la ma-
ternidad espiritual de María, ha tenido su cumplimiento
en la historia con una amplitud sin límites. Maternidad
quiere decir solicitud por la vida del hijo. Ahora bien, si
María es Madre de todos los hombres, su atención por la
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cumplimiento en Jesucristo, el cual es su plenitud y que
‘no hay que esperar otra revelación pública antes de la
gloriosa manifestación de Jesucristo nuestro Señor’ (Dei
Verbum, 4). La misma Iglesia valora y juzga las revela-
ciones privadas según el criterio de su conformidad con
la única revelación pública. Así, si la Iglesia ha acogido
el mensaje de Fátima es sobre todo porque este mensaje
contiene una verdad y un llamado, que en su contenido
fundamental son la verdad y el llamado del Evangelio
mismo.
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tiempo.
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Además se recuerda a los pecadores, a fin de que se con-
viertan y se salven, y a las almas del Purgatorio.
Las palabras del mensaje han sido dirigidas a niños
cuya edad oscilaba entre los 7 y l0 años. Los niños, como
Bernardita de Lourdes, son personas particularmente
privilegiadas en estas apariciones de la Madre de Dios.
De aquí deriva el hecho de que su lenguaje sea sencillo,
acomodado a su capacidad de comprensión infantil. Los
niños de Fátima se convirtieron en los interlocutores de
la Señora del mensaje, y además en sus colaboradores.
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cruz.
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el pecado, el perseverar en el pecado y, finalmente, la
negación de Dios. La programada cancelación de Dios
del mundo, del pensamiento humano. La separación de
Él de toda la actividad terrena del hombre. El rechazo de
Dios por parte del hombre.
En realidad, la salvación eterna del hombre será úni-
camente en Dios. El rechazo de Dios por parte del hom-
bre, si llega a ser definitivo, guía lógicamente al rechazo
del hombre por parte de Dios (Mt. 7, 23; 10, 33), a la
condenación.
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hacer!
Por esto el mensaje de Nuestra Señora de Fátima,
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Consagración del mundo al
Inmaculado Corazón de María
La Consagración del Mundo al Inmaculado Corazón
de María, tuvo lugar en la plaza de S. Pedro, en el Vati-
cano, el 25 de marzo de 1984.
Para ese momento, el Papa Juan Pablo II pidió la
presencia de la Imagen de Nuestra Señora de Fátima,
venerada en la Capilla de las Apariciones.
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La pequeña Jacinta sintió
y vivió la aflicción de la Virgen por
los pobres pecadores, ofrecién-
dose heroicamente como víctima
por los pecadores. Un día la Vir-
gen María fue a visitarla a su casa,
como cuenta la pequeña: “Nuestra
Señora vino a vernos, y dijo que
muy pronto volvería a buscar a
Francisco para llevarlo al cielo. Y
a mí me preguntó si aún quería
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pecadores”.
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60
Bibliografía consultada:
1.- P. Juan M. de Marchi, i.m.c., “Era una Señora
más brillante que el sol”, 7ª edición, p. 84.
2.- Memorias y Cartas de la Hermana. Lucía, Fáti-
ma, 3ª edición, 1978.
3.- P. Joaquín María Alonso, Introducción y notas, in
Memorias de Lucía, Ediciones “Sol de Fátima”, Madrid,
1974.
4.- Antero de Figueiredo, “Fátima, Gracias, secre-
C
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de 2000.
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Índice
Introducción 6
CAPÍTULO I
Los Papas y las apariciones de Fátima 12
CAPÍTULO II
¡Qué Señora tan linda! 16
CAPÍTULO III
Las Apariciones del Ángel de Portugal 24
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CAPÍTULO IV
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CAPÍTULO V
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hoy el aniversario
de las Apariciones
de Nuestra Señora
en Fátima. Con su
vehemente llama-
do a la conversión
y a la penitencia
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dernas. Pidamos a
la Madre de la Iglesia, a Ella que cono-
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