El otro día, echando un vistazo la sección de Directo al Paladar respuestas, me encontré con
que alguien preguntaba cómo hacer unas magdalenas rellenas de chocolate decentes. Hubo
un par de respuestas interesantes, pero me pareció oportuno compartir mi manera de hacer
magdalenas rellenas de chocolate.
El truco que utilizo para solucionar el mayor problema —que se solidifique el chocolate— es
emplear bombones de chocolate para el relleno, que tienen el corazón de un chocolate muy
cremoso, y son perfectos para encontrárselos en el centro de la magdalena.
Que conste, que las proporciones de ingredientes que utilizo no son las habituales.
Normalmente se emplea una proporción conocida como la de los cuatro cuartos. A saber: un
cuarto de harina, uno de azúcar, otro de huevos (4 o 5) y otro de aceite, sin leche y con dos
sobres de levadura, pues salen 24 magdalenas. Pero esta resulta más ligera (lleva mucho
menos azúcar y huevo) y aunque no están tan dulces, las prefiero así. Vosotros podéis emplear
la que más os guste.
Sea como fuere, mezclamos todos los ingredientes salvo el chocolate hasta conseguir una
masa homogénea y manejable. Con ella, rellenamos el fondo de las cápsulas para magdalenas.
Es importante rellenar solo el fondo, porque sobre él colocaremos un bombón en el centro de
cada una.
Después, cubrimos el bombón con más masa hasta llenar aproximadamente tres cuartas
partes de la cápsula —si no son rígidas, conviene colocarlas en un molde adecuado—, lo que
da para repartir la masa en 12 magdalenas. Por último, colocamos pepitas de chocolate al
gusto y horneamos durante 25 minutos a 180º, o hasta que introduzcamos un palillo y salga
limpio. Cuidado de no pinchar donde haya bombón, o saldrá manchado de chocolate.
Ahora solo queda la difícil tarea de esperar a que se enfríen lo suficiente como para comerlas
sin quemarse los dedos ni la lengua, y luego disfrutarlas acompañando al café o a un buen vaso
de leche, que es como me gustan a mi.
Dificultad | Fácil
Degustación
Como podéis imaginar, las magdalenas rellenas de chocolate son una bomba de sabor. Cuando
aún no has dejado de disfrutar de las pepitas, te encuentras con un corazón de bombón de
chocolate, que sigue cremoso incluso al enfriarse, y que llena la boca de sabor hasta que
acabas de relamer el papel que envuelve la magdalena.