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Platón y su mito de la caverna

Este mito es una alegoría de la teoría de las ideas propuesta por Platón, Se trata,
básicamente, de la descripción de una situación ficticia que ayudaba a entender el
modo en el que platón concebía la relación entre lo físico y el mundo de las ideas, y
cómo nos movemos a través de ellos.

Platón empieza hablando sobre unos hombres que permanecen encadenados a las
profundidades de una caverna desde su nacimiento, sin haber podido salir de ella nunca
y, de hecho, sin la capacidad de poder mirar hacia atrás para entender cuál es el origen
de esas cadenas. 

Así pues, permanecen siempre mirando a una de las paredes de la caverna, con las
cadenas aferrándolos desde atrás. Detrás de ellos, a una cierta distancia y colocada algo
por encima de sus cabezas, hay una hoguera que ilumina un poco la zona, y entre ella y
los encadenados hay un muro, que Platón equipara a las artimañas que realizan los
tramposos y los embaucadores para que no se noten sus trucos. 

Entre el muro y la hoguera hay otros hombres que llevan con ellos objetos que
sobresalen por encima del muro, de manera que su sombra es proyectada sobre la
pared que están contemplando los hombres encadenados. De este modo, ven la silueta
de árboles, animales, montañas a lo lejos, personas que vienen y van, etc.

Luces y sombras: la idea de vivir en una realidad ficcionada

Platón sostiene que, por estrambótica que pueda resultar la escena, esos hombres
encadenados que describe se parecen a nosotros, los seres humanos, ya que ni ellos
ni nosotros vemos más que esas sombras falaces, que simulan una realidad engañosa y
superficial. Esta ficción proyectada por la luz de la hoguera los distrae de la realidad: la
caverna en la que permanecen encadenados.
Sin embargo, si uno de los hombres se liberase de las cadenas y pudiese mirar hacia
atrás, la realidad le confundiría y le molestaría: la luz del fuego haría que apartase la
mirada, y las figuras borrosas que pudiese ver le parecerían menos reales que las
sombras que ha visto toda la vida. Del mismo modo, si alguien obligase a esta persona a
caminar en dirección a la hoguera y más allá de ella hasta salir de la caverna, la luz del
sol aún le molestaría más, y querría volver a la zona oscura. 

Para poder captar la realidad en todos sus detalles tendría que acostumbrarse a ello,
dedicar tiempo y esfuerzo a ver las cosas tal y como son sin ceder a la confusión y la
molestia. Sin embargo, si en algún momento regresase a la caverna y se reuniese de
nuevo con los hombres encadenados, permanecería ciego por la falta de luz solar. Del
mismo modo, todo lo que pudiese decir sobre el mundo real sería recibido con burlas y
menosprecio.

El mito de la caverna en la actualidad

Como hemos visto, el mito de la caverna reúne una serie de ideas muy comunes para la
filosofía idealista: la existencia de una verdad que existe independientemente de las
opiniones de los seres humanos, la presencia de los engaños constantes que nos hacen
permanecer lejos de esa verdad, y el cambio cualitativo que supone acceder a esa
verdad: una vez se la conoce, no hay marcha atrás.

Estos ingredientes se pueden aplicar también al día a día, concretamente a la manera


en la que los medios de comunicación y las opiniones hegemónicas moldean nuestros
puntos de vista y nuestra manera de pensar sin que nos demos cuenta de ello. Veamos
de qué manera las fases del mito de la caverna de Platón pueden corresponderse con
nuestras vidas actuales:

1. Los engaños y la mentira

Los engaños, que pueden surgir de una voluntad de mantener a los demás con poca
información o de la falta de progreso científico y filosófico, encarnaría el fenómeno de
las sombras que desfilan por la pared de la caverna. En la perspectiva de Platón, este
engaño no es exactamente el fruto de la intención de alguien, sino la consecuencia de
que la realidad material sea tan solo un reflejo de la verdadera realidad: la del mundo de
las ideas.

Uno de los aspectos que explican por qué la mentira impacta tanto en la vida del ser
humano es que, para este filósofo griego, está compuesta por aquello que parece
evidente desde un punto de vista superficial. Si no tenemos motivos para cuestionar
algo, no lo hacemos, y su falsedad prevalece.

2. La liberación

El acto de liberarse de las cadenas serían los actos de rebeldía que solemos llamar
revoluciones, o cambios de paradigma. Por supuesto, no es fácil rebelarse, ya que el
resto de la dinámica social va en sentido contrario.

En este caso no se trataría de una revolución social, sino de una individual y personal.
Por otro lado, la liberación supone ver cómo muchas de las creencias más interiorizadas
se tambaleen, lo cual produce incertidumbre y ansiedad. Para hacer que este estado
desaparezca, es necesario seguir avanzando en el sentido de ir descubriendo nuevos
conocimientos. No es posible quedarse sin hacer nada, según Platón.

3. La ascensión

La ascensión a la verdad sería un proceso costoso e incómodo que implica


desprenderse de creencias muy arraigadas en nosotros. Por ello, es un gran cambio
psicológico que se plasma en la renuncia a las viejas certezas y la apertura a las
verdades, que para Platón son el fundamento de lo que realmente existe (tanto en
nosotros como a nuestro alrededor).

Platón tenía en cuenta que el pasado de las personas condiciona el modo en el que
experimentan el presente, y por eso asumía que un cambio radical en la manera de
entender las cosas tenía que acarrear necesariamente malestar e incomodidad. De hecho,
esa es una de las ideas que quedan claras en su forma de ilustrar ese momento mediante
la imagen de alguien que trata de salir de una cueva en vez de permanecer sentado y
que, al llegar al exterior, recibe la luz cegadora de la realidad.

4. El retorno

El retorno sería la última fase del mito, que consistiría en la difusión de las nuevas
ideas, que por chocantes pueden generar confusión, menosprecio u odio por poner en
cuestión dogmas básicos que vertebran la sociedad. 

Sin embargo, como para Platón la idea de la verdad estaba asociada al concepto de lo
bueno y el bien, la persona que haya tenido acceso a la realidad auténtica tiene la
obligación moral de hacer que el resto de personas se desprendan de la ignorancia, y por
lo tanto ha de difundir su conocimiento.

Del mismo modo que su maestro, Sócrates, Platón creía que las convenciones sociales
sobre lo que es un comportamiento apropiado están supeditadas a la virtud que otorga
llegar al verdadero conocimiento. Por eso, aunque las ideas de quien regresa a la
caverna resulten chocantes y generen ataques por parte de los demás, el mandato de
compartir la verdad obliga a confrontar estas viejas mentiras.

Esta última idea hace que el mito de la caverna de Platón no sea exactamente una
historia de liberación individual. Es una concepción del acceso al conocimiento
que parte de una perspectiva individualista, eso sí: es el individuo el que, por sus
propios medios, accede a lo verdadero mediante una lucha personal contra las ilusiones
y los engaños, algo frecuente en los enfoques idealistas al fundamentarse en premisas
del solipsismo. Sin embargo, una vez el individuo ha alcanzado esa fase, debe llevar el
conocimiento al resto.

Eso sí, la idea de compartir la verdad con los demás no era exactamente un acto de
democratización, tal y como la podríamos entender hoy día; era, simplemente, un
mandato moral que emanaba de la teoría de las ideas de Platón, y que no tenía por qué
traducirse en una mejora de las condiciones materiales de vida de la sociedad.
Comentario

El mito de la caverna como acercamiento a las necesidades de


conocimiento e información

Visto de esta forma el mito es una teoría acerca de cómo puede el


hombre encontrar la verdad y por lo tanto el conocimiento de todas la
cosas que le rodean y que se encuentran en el mundo. Describe cual
sería el método que debe seguirse y cómo debe actuar el sujeto
utilizando tal método ante sus congéneres para poder, primero,
hacerles comprender que hay una verdad que no es la cotidiana, y
segundo, que hay que recorrer un camino largo para llegar a ella, al
conocimiento real de las cosas. Entonces, cabría establecer las
cuestiones siguientes: ¿cuál sería la interpretación del mito de la
caverna, es una interpretación epistemológica del cómo se conoce?
¿Qué método es el adecuado para alcanzar el conocimiento real de
las cosas y que está plasmado de alguna forma en el mito de la
caverna?

Cada uno de los personajes y objetos que aparecen en el mito de la


caverna pueden tener una interpretación, pero todos confluyen hacia
el conocimiento. Así, los prisioneros que están encadenados "En ella
están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo
que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las
cadenas les impiden girar en derredor la cabeza".3 Estos hombres no
han visto la luz, sólo ven en las tinieblas los objetos que les son
mostrados. Estos personajes son en realidad las personas que no
tienen el conocimiento de las cosas y que se dejan guiar por la
opinión y no por la razón.

Se tiene así la cuesta que lleva hacia la salida, hacia el sol fuera de la
caverna. El ascenso desde donde están los hombres encadenados
hacia la salida puede significar el largo camino que debe seguir el
hombre, primero para quitarse las cadenas, después voltear el rostro
y todo él mismo y, posteriormente, caminar con enorme esfuerzo
cuesta arriba, hacia la salida, hacia la luz, hacia el verdadero
conocimiento, hacia la Verdad. Esto se interpreta de la frase "[...] el
ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino del
alma hacia el ámbito inteligible";4 el alma es la que verá la luz y
comprenderá la verdad, que en las tinieblas en las que se encontraba
no podía ver, pues ahí sólo veía un reflejo de las cosas: "¿Y qué los
prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los
objetos artificiales transportados?".5 Los hombres sólo percibían la
sombra de las cosas, no lo que son; necesitan del conocimiento para
poder ver las cosas tal como son en realidad.

Salir de la caverna y enfrentarse a la luz del sol y ver lo que en


realidad existe es conseguir el conocimiento. El sol y la luz darán al
alma de los hombres el conocimiento de las cosas, sino la opinión,
sino lo que son en realidad:

[...] en el alma de cada uno, hay el poder de aprender y el órgano


para ello, y que, así como el ojo no puede volverse hacia la luz y
dejar las tinieblas si no gira todo el cuerpo, del mismo modo hay que
volverse desde lo que tiene génesis con toda el alma, hasta que
llegue a ser capaz de soportar la contemplación de lo que es, y lo
más luminoso de lo que es, que es lo que llamamos el Bien.6

Los hombres que salen de la caverna y ven la luz por primera vez
quedan cegados, por lo tanto, primero hay que acostumbrarse a ella,
es decir, ver las cosas reales que les rodean y que no son las mismas
que veían en las tinieblas de la caverna, ya que sólo veían sus
sombras; posteriormente, esos hombres que se han librado de las
cadenas y han salido a la luz deben regresar con los que se quedaron
en la caverna y llevarlos cuesta arriba para que ellos también vean la
luz, la realidad de la cosas, y se alejen de la opinión y caminen hacia
la razón y el conocimiento.

Una vez emprendido el camino hacia los hombres atrapados en la


caverna, ¿cómo podrán romper las cadenas de sus compañeros que
aún ven las sombras en las tinieblas? Los hombres que van a liberar
de la opinión a los otros lo pueden lograr a través de la dialéctica, la
cual sería el camino apropiado para ello:

La dialéctica permite ayudar a los hombres, pero también lo que


ayuda a unos hombres a llevar a otros cuesta arriba a través de la
caverna dirigiéndose hacia la luz es la necesidad de conocimiento que
tienen en su alma y en su razón, ya que el camino de ascenso
satisface la necesidad de conocimiento que algunos hombres tienen
por comprender la realidad de las cosas. Entonces, se puede decir
que hay personas encargadas de desencadenar a los demás y
llevarlos a la luz, al conocimiento, para que vean las cosas en la
realidad.

La descripción y explicación del mito de la caverna es epistemológica,


pues trata de cómo se conoce y cómo debería de conocerse el mundo
y las cosas que en él existen; de cómo encontrar la satisfacción a las
necesidades humanas de conocimiento y, por tanto, hablando en
términos actuales, de la información que permita tener el
conocimiento de las cosas que existen en el universo.
 

Juan José Calva González

Mito de la caverna de Platón


Resumen del mito de la caverna de Platón

En el mito de la caverna es un diálogo escrito por Platón, en el que su maestro Sócrates


y su hermano Glaucón hablan sobre cómo afecta el conocimiento y la educación
filosófica a la sociedad y los individuos.

En este diálogo, Sócrates pide a Glaucón que imagine a un grupo de prisioneros que se
encuentran encadenados desde su infancia detrás de un muro, dentro de una caverna.
Allí, un fuego ilumina al otro lado del muro, y los prisioneros ven las sombras
proyectadas por objetos que se encuentran sobre este muro, los cuales son manipulados
por otras personas que pasan por detrás.

Sócrates dice a Glaucón que los prisioneros creen que aquello que observan es el mundo
real, sin darse cuenta de que son solo las apariencias de las sombras de esos objetos.

Más adelante, uno de los prisioneros consigue liberarse de sus cadenas y comienza a
ascender. Este observa la luz del fuego más allá del muro, cuyo resplandor le ciega y
casi le hace volver a la oscuridad.

Poco a poco, el hombre liberado se acostumbra a la luz del fuego y, con cierta
dificultad, decide avanzar. Sócrates propone que este es un primer paso en la
adquisición de conocimiento. Después, el hombre sale al exterior, en donde observa
primero los reflejos y sombras de las cosas y las personas, para luego verlas
directamente.

Finalmente, el hombre observa a las estrellas, a la luna y al sol. Sócrates sugiere que el
hombre aquí razona de forma tal que concibe a ese mundo exterior (mundo de las
ideas), como un mundo superior. El hombre, entonces, regresa para compartir esto con
los prisioneros en la caverna, ya que siente que debe ayudarles a ascender al mundo
real.

Cuando regresa a la caverna por los otros prisioneros, el hombre no puede ver bien,
porque se ha acostumbrado a la luz exterior. Los prisioneros piensan que el viaje le ha
dañado y no desean acompañarle fuera. Platón, a través de Sócrates, afirma que estos
prisioneros harían lo posible por evitar dicha travesía, llegando a matar incluso a quien
se atreviera a intentar liberarlos.

Análisis del mito de la caverna de Platón

El mito de la caverna es una alegoría que abarca varios elementos que comporta
la teoría de las ideas de Platón y un análisis dividido en 3 dimensiones:

 la dimensión antropológica (naturaleza humana),


 la dimensión ontológica (del ser) y epistemológica (del conocimiento) y,
 la dimensión moral (valorización de la sociedad) y política (forma de
gobernar).

La teoría de las ideas de Platón se basa en dos conceptos contrapuestos:

 El mundo sensible, cuya experiencia se vive mediante los sentidos. Son


múltiples, corruptibles y mutables.
 El mundo inteligible o el mundo de las ideas, cuya experiencia es cosechada
mediante el conocimiento, la realidad y el sentido de la vida. Siendo únicas, eternas e
inmutables.

Dimensión antropológica

En Platón, cuerpo y alma corresponden a dos dimensiones diferentes. Por un lado, el


cuerpo está inmerso en el mundo sensible, que es corruptible y cambiante, mientras que,
por otro lado, el alma está unida al mundo de las ideas, que es perfecto e inmutable.

En el mito de la caverna, la dimensión antropológica se refiere a la condición del ser


humano, y su forma de conocer. Es dimensión está representada en la naturaleza del
prisionero y su cuerpo, su relación con la caverna (mundo sensible), así como en el
mundo exterior y la liberación de su alma (mundo de las ideas).

Los prisioneros son una metáfora de las personas que están atadas a sus percepciones y
las imágenes que se les presentan. Las sombras son el mundo físico que perciben y que
creen es el conocimiento verdadero. Sin embargo, aquello que observan dentro no es
más que un conocimiento subjetivo.

Cuando uno de los prisioneros se libera de sus cadenas y sale de la caverna, este viaje
representa su ascensión al mundo inteligible, en donde adquiere el verdadero
conocimiento.

Lo anterior implica una liberación moral e intelectual del alma de las ataduras y
limitaciones ofrecidas por el mundo sensible. Su ascenso desde el interior de la caverna
es una metáfora de su paso de la ignorancia al mundo de las ideas. Este paso, según
Platón, se puede realizar con la práctica del método dialéctico.

Además, esta ascensión al mundo de las ideas es una búsqueda del conocimiento de sí
en el mundo exterior (como se expresa en la frase "conócete a ti mismo").

Dimensión ontológica y epistemológica

La dimensión ontológica se refiere a la naturaleza del ser y la dimensión epistemológica


se refiere a la naturaleza, origen y validez del conocimiento.

Cada elemento del mito de la caverna simboliza un nivel del ser y del conocimiento,
dentro del dualismo ontológico y epistemológico de Platón. Precisamente, la alegoría de
los hombres apresados dentro de una caverna (nivel inferior) y del hombre liberado en
el exterior (nivel superior), funciona para explicar su concepción dualista del mundo.

Desde el nivel inferior al superior tenemos:

Aquí, el mito de la caverna de Platón nos muestra los niveles para la ascensión al
mundo inteligible o la ascensión del Ser.

Dimensión moral y política

Para Platón, el mundo de las ideas es donde el alma del hombre encuentra el
conocimiento. Ya que el prisionero liberado presencia el mundo ideal, al ascender y
experimentar el exterior de la caverna, este siente el deber de compartir lo vivido. Aquí
el sol es una metáfora de la idea del Bien, la cual es la idea más pura de todas.

La caverna es la prisión de la apariencia, de lo puramente sensible, de reflejos e


imágenes, mientras que el mundo ideal y la idea del Bien son el verdadero
conocimiento. El preso liberado, que ahora es como el filósofo, no puede continuar con
un conocimiento basado en la opinión (doxa) derivada de las percepciones.

Teoría del conocimiento y el mito de la caverna

Sin embargo, el mundo físico, visible o sensible, es un mundo de conocimiento


limitado, de opinión. El mito de la caverna expresa la dualidad yacente entre el
conocimiento aparente (interior de la caverna) y el conocimiento puro y real (exterior de
la caverna).

Ello se traduce en un dualismo epistemológico y otro ontológico:

 Por un lado, el conocimiento del mundo de las ideas, compuesto por el


conocimiento intelectual y el conocimiento discursivo.
 Por otro lado, el conocimiento del mundo sensible, basado en la opinión, y que
está compuesto por la conjetura y la creencia.

La epistemología de Platón (su concepción sobre el conocimiento) va de la mano con su


ontología (el ser real de las cosas), siendo que todo aquello que se encuentra en el
mundo físico es una copia de una idea inmaterial, que se encuentra en el mundo de las
ideas

El conocimiento verdadero

El mundo de las ideas es un mundo de absolutos que son inmutables y que son las
esencias de las cosas del mundo físico y es a través de la razón que se puede acceder a
este conocimiento.
El conocimiento que compete al mundo de las ideas es un conocimiento verdadero y
científico (episteme), sobre lo que es real, y se compone del conocimiento discursivo
o dianoia, y el conocimiento propiamente intelectual o noesis:

 El conocimiento discursivo (dianoia): se relaciona con el razonamiento lógico y


matemático, representándose en los objetos (por ejemplo, figuras geométricas).
 El conocimiento intelectual (noesis): se refiere a la razón, siendo sus objetos las
ideas, de una naturaleza inmutable y no es posible encontrarlo en el mundo sensible.
Este conocimiento tiene como objeto máximo la idea del Bien.

Fuera de la caverna, el preso liberado observa los reflejos de las cosas, lo que Platón
utiliza como una metáfora del conocimiento matemático o discursivo.

El conocimiento propiamente dicho, que es de las ideas, con la idea del Bien como la
más importante, se obtiene a través del uso de la razón. El alma tiene acceso a este a
través del recuerdo, ya que alguna vez formó parte de este mundo de las ideas.

El conocimiento sensible

En cuanto al mundo sensible, este es un mundo que está en cambio constante. Ello hace
imposible que este pueda ser origen de conocimiento en un sentido universal.

El mundo sensible ofrece un tipo de conocimiento que está basado en los objetos físicos
y en las imágenes y apariencias. Esto hace que no sea más que un conocimiento
individual, en el que los objetos visibles no ofrecen más que un entendimiento de la
realidad basado en la opinión o doxa, por lo que se trata de un conocimiento subjetivo.

Platón considera que este tipo de conocimiento se divide en dos partes: la conjetura
o eikasía y la creencia o pistis.

La conjetura (eikasía) se basa en la imaginación y suposición, siendo sus objetos las


imágenes con una calidad fugaz, y se encuentra presente en la realidad visible.

Por ejemplo, en el mito de la caverna, Platón sugiere que los reflejos y las sombras, y
otro tipo de imágenes, ofrecen un conocimiento inmediato que da forma a nuestra
perspectiva y convicciones sobre el mundo. Pero dicho conocimiento, es fugaz y no
sobre las esencias de las cosas.

En el caso de la creencia (pistis), esta se basa en la observación, siendo sus objetos


aquellas cosas materiales que se encuentran en la realidad visible. Además, su
naturaleza es transitoria (sus objetos son cambiantes y corruptibles), aunque no tan
fugaz como en el caso de la conjetura.

Aquí, los objetos que se experimentan, como el propio cuerpo, son objetos físicos y
corruptibles.

.
El mito de la caverna y la educación

En el mito de la caverna permite explorar la visión que Platón tiene tanto del
conocimiento como de la educación.

Ya que el conocimiento real es diferente del conocimiento del mundo aparente, y que
también la ascensión al mundo de las ideas permite al filósofo ver lo verdadero, Platón
asume que la educación de quienes permanecen en la caverna es responsabilidad de
este.

En el mito de la caverna, el prisionero que asciende al mundo exterior, pasa de la


oscuridad a la luz, de la ignorancia al conocimiento. Los prisioneros que permanecen
dentro son una metáfora de la condición de las personas en la sociedad.

Esto es clave en Platón y esta alegoría, el hecho de que las personas comienzan la vida
en la caverna, como símbolo de un mundo de apariencias. La educación, para este
filósofo, no se trata de descubrir o brindar conocimiento, sino de un viaje hacía este. El
aprendizaje es difícil, ya que se ha de abandonar los presupuestos que antes se tenían, al
habitar en las sombras de la caverna, para poder tener pensamiento crítico.

Aquí, la alegoría de la caverna es una forma de entender lo que el maestro-filósofo hace,


de la misma forma que en la dimensión moral y política, como un llamado a guiar a
aquellos que permanecen presos del mundo de la apariencia.

Para el prisionero liberado, su papel como filósofo y maestro es complicado. Ayudar a


los otros presos a transitar hacia el mundo exterior (educar) se dificulta, porque no es
fácil abandonar la forma en que estos observan el mundo de los sentidos, dentro de la
caverna.

La educación implica acción y transformación, el estudiante no es pasivo, así como el


prisionero lucha por llegar al exterior y posteriormente intenta guiar a los otros
prisioneros. El conocimiento no se deposita dentro del discípulo, sino que se ayuda a
este a descubrirlo dentro de su propia alma.

Conocimiento y aprendizaje

En Platón, el conocer está ligado al acceso al mundo de las ideas. El alma ya conoce,
pues no hay conocimiento que parta de la nada, y lo que pasa es que esta simplemente
no lo recuerda. Según él, existen varias formas de adquirir conocimiento.

En primer lugar, a través de la reminiscencia (recordando) las vidas pasadas. Para


Platón, el alma del ser humano trasciende, desde el mundo de las ideas al mundo físico.
Las almas transmigran, y el alma del ser humano ya conoce lo que estaba en el mundo
de las ideas.

En segundo lugar, el método propiamente dicho para acceder al conocimiento es el de la


dialéctica. Ya que el conocimiento es un conocimiento de las esencias, a través de la
dialéctica se puede acceder a lo que ya se sabía (reminiscencia) y que proviene del
mundo de las ideas.

Sócrates, como es expuesto en los diálogos de Platón (por ejemplo, en el Teeteto),


utiliza la ironía y la mayéutica como ejercicios para ayudar a una persona a alcanzar el
conocimiento.

La ironía es el ejercicio de realizar preguntas para exponer la falta de conocimiento de


una persona, quien cree que ya sabe algo sobre un asunto determinado, solo para darse
cuenta luego de que ello no es así. Esto puede verse resumido en la famosa expresión
"Solo sé que no sé nada".

La mayéutica consiste en la práctica de ayudar a dar a luz, como lo haría una


comadrona. Sin embargo, en Sócrates, esta se trata de ayudar a que un discípulo pueda
alcanzar el conocimiento que ya tiene dentro de sí. Ya que el alma es inmortal y posee
conocimiento, el recordar es una forma de conocer.

La forma en que la ironía y la mayéutica eran utilizadas por Sócrates era una forma de
dialéctica basada en preguntas. Se cuestionaba a una persona sobre un asunto, se debatía
su respuesta, se realizaban nuevas preguntas y se alcanzaba una definición más clara
sobre dicho asunto.

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