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RESUMEN:
Esta Ley, aprobada en julio de 1995, al terminar sus funciones el Congreso Constituyente Democrático,
es la más importante en materia de tierras agrícolas y es mejor conocida como Ley de Tierras.
Desarrollando las normas respectivas de la Constitución, busca dotar del máximo de seguridades a los
propietarios agrícolas, regulando una forma muy particular de abandono de tierras, restringiendo las
posibilidades de expropiación y estableciendo la servidumbre minera en caso de inicio de actividades de
exploración y explotación.
Asimismo esta Ley permite en sus artículos 10 y 11 la disposición de las tierras comunales, aunque
la Ley 26845 modificó el artículo 10, solo en lo referido a las tierras de las comunidades campesinas de la
costa. En mayo de 2008, el gobierno de Alan García publicó el Decreto Legislativo Nº 1015, el cual,
modificando los artículos 10 y 11 de esta Ley, igualaba los requisitos para la disposición de tierras
comunales, el cual fue modificado en junio por el Decreto Legislativo Nº 1073. Pero, en setiembre de
2008, la Ley 29261 derogó ambos decretos legislativos y restituyó la vigencia de los artículos 10 y 11 de
la Ley de Tierras, con sus textos originales.
Sin embargo, el Decreto Legislativo Nº 1064, en junio de 2008 derogó la Ley de Tierras, dejando solo
vigente el artículo 10 (que había sido cambiado por el Decreto Legislativo Nº 1015). Finalmente, la Ley
29376, en junio de 2009 dejó en suspenso el Decreto Legislativo Nº 1064 pero restituyó el texto de la Ley
de Tierras, sus modificatorias y restituyó la vigencia de su reglamento. La Ley Nº 29382 derogó ese
decreto.
La Ley 26505 fue reglamentada por el Decreto Supremo Nº 011-97-AG, el cual debe ser complementado
por los Decretos Supremos Nos. 017-96-AG (que reglamenta el artículo 7) y 010-97-AG (reglamento de
la Segunda Disposición Complementaria de la Ley).
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Uso de tierras agrarias para actividades mineras requiere acuerdo con el propietario o
establecimiento de servidumbre previa indemnización
Artículo 7º.- La utilización de tierras para el ejercicio de actividades mineras o de hidrocarburos requiere
acuerdo previo con el propietario o la culminación del procedimiento de servidumbre que se precisará en
el Reglamento de la presente Ley.
En el caso de servidumbre minera o de hidrocarburos, el propietario de la tierra será previamente
indemnizado en efectivo por el titular de actividad minera o de hidrocarburos, según valorización que
incluya compensación por el eventual perjuicio, lo que se determinará por Resolución Suprema
refrendada por los Ministros de Agricultura y de Energía y Minas.
Mantiene vigencia el uso minero o de hidrocarburos sobre tierras eriazas cuyo dominio corresponde al
Estado y que a la fecha están ocupadas por infraestructura, instalaciones y servicios para fines mineros y
de hidrocarburos.
[Texto modificado por la Ley Nº 26570, publicada el 4 de enero de 1996]
DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
Expropiación de predios agrícolas
2
Primera.- Las causales de necesidad pública que la Ley puede invocar para proceder a la expropiación
de un predio se circunscribirán a la ejecución de obras de infraestructura y servicios públicos y se regirán
por las disposiciones de la Ley General de Expropiación, Decreto Legislativo Nº 313, y el Código Procesal
Civil. El valor de las tierras expropiadas será el de mercado y el pago será previo, en dinero efectivo.
DISPOSICIONES FINALES
Finalización de juicios y procedimientos administrativos (derogada)
Primera.- Dase por concluidas las acciones administrativas y judiciales sobre tierras en las que es parte
el Estado, seguidas al amparo de las disposiciones legales del derogado Texto Único Concordado del
Decreto Ley Nº 17716, ampliatorias, modificatorias y conexas, y Decreto Legislativo Nº 653, en cualquier
estado del proceso.
[Derogada por la Ley Nº 26597, publicada el 24 de abril de 1996]
DISPOSICIÓN TRANSITORIA
Ley será reglamentada por Decretos Supremos
Primera.- La presente Ley será reglamentada por el Poder Ejecutivo mediante Decretos Supremos con el
voto aprobatorio del Consejo de Ministros en un plazo no mayor de 90 días, computados a partir de su
vigencia.