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Coste y funcionamiento[editar]

Liturgo: modo de designación[editar]

Demóstenes fue liturgo repetidas veces y es una de las fuentes principales sobre la liturgia, Museo
del Louvre.

El liturgo (λειτουργός/leitourgós), es decir, la persona encargada de una liturgia, era


designado por los magistrados. Estos comenzaban por pedir voluntarios, después
nombraban a quienes les parecían ser más idóneos para asumir el cargo.16 En la Atenas
de la época de Aristóteles, correspondía al arconte epónimo designar a los coregos para
las festividades religiosas,17 con excepción del certamen de la comedia de las Leneas,
cuya competencia correspondía al arconte rey.18 Los trierarcas eran elegidos por
el estratego encargado de las sinmoría. Los hestiatores, dedicados a organizar la comida
común de su tribu, eran nombrados por aquel.19 Fuera de la trierarquía, los metecos
contribuían en la misma medida que los ciudadanos, aunque su participación fuera
relativamente marginal.2021
La elección de los liturgos se fundaba en la estimación de la fortuna de cada uno de ellos,
de forma conjunta, aunque no formal, por la ciudad y los liturgos. Parece que existió un
«censo litúrgico», con un umbral fijado, correspondiente a la fortuna declarada
oficialmente por el liturgo, más allá del cual todo individuo estaba obligado a asumir una
liturgia. Inversamente, los ciudadanos con fortunas relativamente modestas podían
encargarse de algunas liturgias poco onerosas. De hecho, el establecimiento de un
umbral habría transformado en «obligación» a un gasto del que debía encargarse el
liturgo por su propia iniciativa, sin competer, a nivel práctico, a la ciudad las dificultades
que tal gasto le habría entrañado en valor absoluto, en caso de empobrecimiento
generalizado de sus miembros individualizados.22
A pesar de ello, los gastos informales a los que un individuo no podía sustraerse eran
regularmente contemplados en los alegatos judiciales: era tan evidente, que en la Atenas
del siglo IV a. C. un patrimonio de diez talentos convertía necesariamente a su titular en
un miembro de la «clase litúrgica».23 Por ello, parece ser que un ciudadano que dispusiera
de una fortuna de tres talentos, de un día para otro pasara ya a formar parte de esta
«clase».22 Ocurrió incluso que los individuos menos ricos se hicieron cargo de las liturgias
poco costosas, para beneficiarse del prestigio que tal función les aseguraba: «la ideología
del gasto (megaloprepeia) y de la ambición (philotimia) que animaba el ideal litúrgico de
ocuparse a fondo, se hallaba en las estrategias individuales que permitían a cada uno, en
función de sus disponibilidades financieras y de sus prioridades sociales tomar el cargo,
de manera más o menos brillante, de las liturgias más o menos onerosas».24
De hecho, el nivel de fortuna de la parte recaudada del capital de cada uno era muy
variable,25 como los efectivos de esta «clase litúrgica» socialmente poco homogénea.
Estos últimos pueden estimarse, en la Atenas clásica, en una cifra de 30026 y 1200
individuos,27 e incluso 1500 o hasta 2000, si se tiene en cuenta la necesidad de no
confundir el número de personas necesarias para el funcionamiento del sistema y el
contingente de aquellos que asumían efectivamente las liturgias: el número de individuos
concernidos en el transcurso de su vida era necesariamente superior al número total de
liturgias por el hecho de las exenciones provisionales y de la dimensión agonística del
sistema litúrgico.28 Debido a las variaciones de fortuna (relacionadas con la vida
económica o con la división hereditaria de los patrimonios) de los individuos, esta «clase
litúrgica» no puede ser considerada como un grupo cerrado:28 se renovaba
permanentemente, aunque marginalmente, por la adición de «nuevos ricos» y el
descenso social de algunas familias que la componían.
El carácter empírico del modo de designación de los liturgos, fundado en cierto consenso
social integrado por los propios ricos, se apoyaba en «una ideología agonística y
suntuaria de origen "aristocrático", desarrollada en la Época Arcaica y mantenido en su
beneficio por la ciudad democrática: [...] los liturgos, lejos de ser meros engranajes
pasivos en una "estructura administrativa" que les obligaba a pagar, son actores de un
sistema que opera en su beneficio».24 En concreto, el sistema reposaba esencialmente en
la voluntariedad y en la reproducción social: la mayor parte de los atenienses estaba
inscrito en la lista de los trierarcas,nota 1 ya sea que lo hubieran sido antes o que fueran
descendientes de antiguos trierarcas,nota 2 tradición que implicaba una relativa estabilidad
del grupo de trierarcas.22 Para las liturgias civiles, sobre todo para la coregía, no parece
que existiese una lista equivalente: los más ricos la asumían voluntariamente,29 bajo la
presión de la mirada del resto de ciudadanos y de conformidad con las estrategias
individuales trazadas para adquirir un reconocimiento social acorde con sus fortunas. Por
otra parte, su libertad era a menudo limitada: a los ciudadanos o a los ricos metecos que
sentían la tentación de ocultar sus activos para escapar a su cargo, la amenaza de una
demanda de intercambio de fortunas antídosis) les disuadía, así como, y más
fundamentalmente, la fuerte presión social y la imagen detestable que tal reticencia de
contribuir al bien público les aseguraba su polis.

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