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Amor y el acto creador

Por Andrés Felipe Carvajal Castellanos U00105868

Considerar el amor desde la perspectiva de la creación, según Diótima le explicó a Sócrates en su


momento, es partir de apreciar a este elemento de la realidad desde lo que su esencia pretende
reflejar, esto es, el punto intermedio; entre la mortalidad y el ser deidad, para constituirse como
genio, el cual “sabe” cómo mover sus fichas en los corazones de los hombres, para que estos
accionen sin más.

Y es precisamente en este terreno, en el de la acción, donde puede gestarse el acto de la creación, en


ese causar que algo sea, que fenómenos de lo real pasen del no ser al ser. Tal es el caso de los
avezados en las artes, donde las concepciones que tienen para arte, deben sobrepasar el mundo de
las ideas y retratarse en lo tangible, o aquello con capacidad para tocar las fibras del ser, es decir,
existir.

Así mismo, este acto creador puede manifestarse en el amor, partiendo de que este busca dirigirse
hacia las cosas buenas, y más aún, se centra en la obtención de felicidad. Es por esto que dicha
búsqueda es realizada por cada uno de formas distintas, así por ejemplo, hay quienes por la
búsqueda de lo bello pueden centrarse en la sabiduría de la academia y producto de dicha búsqueda
surge el acto creador como forma de ratificar y darle un lugar de trascendencia a aquello por lo que
se ha realizado toda una lucha. Ahora bien, Diótima aclara a Sócrates que la manifestación precisa
de este acto creador en el amor, es la “procreación”, entendida tanto desde lo bello en el cuerpo
como en el alma, es decir, la expresión máxima de belleza que puede ser concebida en el plano de
lo real. Y es precisamente este acto el más ajustado a esa noción inicial de creación, ya que se pone
donde no había nada, un “algo”, pero este algo no sólo como un ente existente y ya, sino con
significación tanto propia, como percibida por “el creador”, es decir, el amor pasa a constituir un
elemento que le otorga sentido, mediante la interpretación de lo creado, a la realidad en sí.

El amor supone un puente entre lo divino y lo mundano, le otorga facultades al hombre para que
este dé rienda suelta a sus dotes de Celeste, de Recurso, y los ponga en funcionamiento en una
realidad caracterizada por el Vulgar y la Pobreza, es pues un alimenta mendigos. Pero claro, sus
facultades también pueden volverte mendigo si te desbordan.

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