En la antigüedad la tierra era considerada una superficie plana como una
mesa. Entonces, como te puedes imaginar, las mesas tienen un límite y al final de esta los objetos que se mueven sobre su superficie inevitablemente encuentran el vacio y caen. Pues bien, se creía que a las personas les sucedería lo mismo al encontrar el final de la tierra, el cual se hallaba, según creencia popular mar adentro. Sin embargo, ¿por qué crees que cientos de personas se aventuraron a tal viaje? La respuesta es más sencilla de lo que crees; porque eran en su mayoría presos y malhechores muchos de ellos esperando la pena de muerte y con la esperanza de encontrar una ciudad hecha de oro en el otro extremo de la tierra; entonces que tenían que perder?
El descubrimiento de América por súbditos de la Corona de Castilla fue
consecuencia casi inevitable del interés atlántico de castellanos y portugueses durante el siglo XV. En él confluyeron los datos e impulsos que los castellanos del siglo XV habían ido acumulando: la formación náutica, el interés por el Atlántico, los conocimientos geográficos, las leyendas sobre islas imaginarias, los estímulos misioneros y las apetencias de riquezas. El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón llegó a la isla de Guanahaní (San Salvador), en el archipiélago de las Bahamas. Entre la llegada de Colón y la muerte de Fernando el Católico se pusieron en pie todos los mecanismos de navegación, conquista, instalación, administración, explotación económica y reflexión científica, social y moral que acompañaron la presencia española en América hasta 1898.
La propuesta de Colón a los Reyes Católicos
En 1486, en plena guerra de Granada, Colón presentó su iniciativa a los Reyes Católicos, que se resistieron a aceptarla. Por un lado, la guerra contra el reino nazarí consumía los recursos financieros y, por otro, las exigencias de Colón les parecieron desmedidas: quería los títulos de almirante y virrey de las tierras descubiertas con carácter hereditario y una parte importante en las ganancias que pudieran obtenerse. La junta de expertos reunida en Salamanca tenía también sus dudas sobre la legalidad de la empresa, quizá contraria al tratado castellanoportugués de 1479, y sobre los cálculos de Colón. Pese a todo, por insistencia, entre otros, del prior del convento de la Rábida, los monarcas y la terquedad indómita de Cristóbal Colon acabaron por financiar su costosa aventura.
Contexto Histórico – social
Uno de los hechos que transformó radicalmente la imagen que el hombre tenía del mundo a finales del siglo XVI, fue sin duda el descubrimiento de América por parte de Europa. El contacto entre dos mundos que permitió este hecho, transformó no sólo la mentalidad de los españoles, portugueses e italianos; sino también la mentalidad de los aztecas, los incas, muiscas y Taironas. Es decir, cambió el rumbo de dos continentes que, cada cual a su manera, había desarrollado civilizaciones igualmente valiosa Cuando España comenzó a ocupar las tierras del nuevo continente, su literatura estaba en pleno fulgor. El siglo XVI fue el siglo de Cervantes, de Lope de Vega, de Francisco Quevedo, y de toda la rica tradición de la literatura de caballería. Sin embargo, durante el periodo de conquista, y parte del periodo colonial, la recepción de esa gran literatura española se vio afectada por una serie de prohibiciones en el interior de los virreinatos. Entre las prohibiciones estaba la publicación de escritos que hiciesen referencia a las costumbres indígenas. Sólo en 1816, seis años después de otorgada la libertad de imprenta, se pudo publicar la primera novela en la América de habla española: El periquillo Sarniento, de Fernández de Lizardi. No obstante, la censura de una época anuló partes enteras de muchos textos en los que se “habla del origen de los indios”; igualmente, fragmentos alusivos a las crueldades de los conquistadores, las rebeliones de algunos españoles y se suprimió del vocabulario palabras como conquistar, conquista o guerra. A pesar de estos acontecimientos, en las crónicas se halla la única información sobre lo que verdaderamente ocurrió en el largo del siglo de conquista de América. os contenidos de las crónicas son fundamentalmente históricos. Lo que interesa en estos escritos es el testimonio y la minuciosidad de los hechos que los componen, pues a partir de ellos se ha hecho la reconstrucción histórica del periodo de la conquista. Entre los temas centrales tratados en las crónicas se encuentra: las Indias Occidentales, el paisaje desconocido para la mentalidad europea; las costumbres del indígena; las hazañas de los conquistadores y los mitos que surgieron de las ideas que traían los conquistadores sobre el Nuevo Mundo.
En el periodo de conquista la Crónica histórica fue la forma que utilizaron
los conquistadores para informar a sus reyes de los sucesos en el Nuevo Mundo. Cambios Literarios:
En el periodo de conquista la Crónica histórica fue la forma que utilizaron
los conquistadores para informar a sus reyes de los sucesos en el Nuevo Mundo. Lecturas de las crónicas: Una primera verificación de la empresa del descubrimiento y conquista está referida a su carácter económico y religioso. Desde la primera crónica -el Diario de Navegación de Colón de 1493 dirigida a los Reyes Católicos y al tesorero Luis de Santángel- se perfila esa intención. Cristóbal Colón buscaba sin duda riquezas, pero a la vez pensaba que tales caudales podían servir para rescatar el supuesto sepulcro de Cristo. Más tarde, conquistadores como Hernán Cortés o Pizarro invocaban el auxilio del dios cristiano o de sus intermediarios –Santiago o San Pedro- en los momentos de apremio o cuando se disponían a “castigar” a los “infieles”. El propósito de cruzada, íntimamente articulada a ciertas aspiraciones de índole económico, está presente, entonces, en las crónicas, y lo explica el tardío espíritu medieval que dominaba y dominó a España hasta el siglo XVII Los ideales “caballerescos” de los conquistadores es otra característica que claramente resalta en las crónicas. Los conquistadores indianos, muchos de ellos pertenecientes al bajo pueblo en España, vieron en las tierras recién descubiertas la oportunidad de convertirse en el modelo que las novelas de caballería habían implantado en su imaginario. El conquistador español trató de emular la conducta del caballero andante. Así, más allá del relato de la búsqueda del oro y de la fama, se equiparó en las crónicas los hechos de los conquistadores con las imaginarias proezas de los héroes de las novelas de caballerías (en la elaboración de este efecto, los cronistas Francisco López de Gómara, Bernal Díaz del Castillo, Francisco de Xerez o Pedro Pizarro, fueron los más conspicuos).