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El documento discute tres puntos clave sobre la relación entre ciencia, tecnología y ética. Primero, que el conocimiento científico no está separado de los valores éticos. Segundo, que los científicos tienen una doble responsabilidad como ciudadanos y como científicos al considerar los posibles usos éticos de sus descubrimientos. Tercero, que la bioética debe analizar las estructuras axiológicas del conocimiento para establecer normas que promuevan un desarrollo éticamente aceptable de la ciencia.
El documento discute tres puntos clave sobre la relación entre ciencia, tecnología y ética. Primero, que el conocimiento científico no está separado de los valores éticos. Segundo, que los científicos tienen una doble responsabilidad como ciudadanos y como científicos al considerar los posibles usos éticos de sus descubrimientos. Tercero, que la bioética debe analizar las estructuras axiológicas del conocimiento para establecer normas que promuevan un desarrollo éticamente aceptable de la ciencia.
El documento discute tres puntos clave sobre la relación entre ciencia, tecnología y ética. Primero, que el conocimiento científico no está separado de los valores éticos. Segundo, que los científicos tienen una doble responsabilidad como ciudadanos y como científicos al considerar los posibles usos éticos de sus descubrimientos. Tercero, que la bioética debe analizar las estructuras axiológicas del conocimiento para establecer normas que promuevan un desarrollo éticamente aceptable de la ciencia.
4 de La ciencia y la tecnología en la sociedad del conocimiento
Jorge H. González Fabiani Comúnmente se sostiene la división entre conocimiento y moralidad. Mientras que uno se refiere a hechos, la otra a normas y valores. Por lo mismo, se cree que el conocimiento genuino está libre de valores. Más bien, la dimensión ética no juega parte en la producción de conocimiento, sino en su aplicación. Sin embargo, nada de eso está más lejos de la realidad. Dado que la epistemología y la bioética se complementan. Tanto la ética como la bioética analizan la estructura axiológica de ciertas “prácticas”, con el fin de establecer normas y valores auténticamente éticos desde nuestra perspectiva. La responsabilidad de los científicos actualmente es doble: como ciudadanos y como científicos. Lejos está el ideal de la ciencia y del científicos apartados de toda inclinación, de elementos pasionales y de influencia de un tercero. Empero, como se ve actualmente con el diseño de tecnologías para guerras, terrorismo, creación de productos con efectos adversos, experimentación con animales, clonación, etcétera, el ideal tambalea un poco. No por eso significa que un científico tenga un control absoluto de sus investigaciones, y que un descubrimiento suyo pueda ser empleado para fines bélicos. Tampoco significa que sepa que el medicamento que inventó pueda tener consecuencias nocivas. No obstante, eso no lo libra para asumir responsabilidad en su toma de decisiones y, por ejemplo, negarse proseguir una investigación sabiendo de antemano los efectos que puede producir, u ofrecer transparencia al público sobre su investigación para una mejor toma de decisiones, Hay que distinguir entre moral y ética. Entendiendo moral por un conjunto de normas y valores aceptados por una comunidad que regulan sus acciones, y por ética un conjunto de valores y normas racionalmente aceptados por comunidades con diferentes morales positivas, de modo que permita una convivencia armoniosa y pacífica. Los valores y normas que prescribe la ética carecen de valor universal y absoluto, y, aunque son a priori, dependen del contexto histórico desde donde se postulan. La bioética analizaría las estructuras axiológicas del conocimiento de modo que puedan adecuarse a normas y valores que promuevan el desarrollo éticamente aceptable de prácticas pertinentes para el fenómeno de la vida en todos sus aspectos. La pertinencia de la bioética dependerá de la capacidad que tenga para mejorar la toma de decisiones dentro de un Estado que lleve a una convivencia pacífica entre diferentes formas de pensar. Asimismo, posturas ético-epistemológicas como el paternalismo, en las cuales hay alguien que sabe y alguien que no, han perdido firmeza, puesto que existen diferentes maneras legítimas de conocer el mundo. Así que el ciudadano común tiene tanto derecho a estar al tanto de los progresos científicos y participar en decisiones acerca de ellos como los expertos en esos temas. Por otra parte, el empleo de un conocimiento científico siempre conlleva un riesgo y es tarea del Estado ofrecer transparencia al público, así como desarrollar dispositivos adecuados para valorarlo, de forma que puedan tomarse decisiones racionales y consensuadas. Referencias. Olivé, León (2007). La ciencia y la tecnología en la sociedad del conocimiento. Ética, política y epistemología. Editorial Fondo de Cultura Económica: Ciudad de México.